Adiós Pachá, adiós cerezas

La discoteca que reunió a todos los rostros más populas de la movida madrileña se despide tras tres décadas de noches gloriosas.

"¿Pero ustedes no tienen casa?", preguntaban las señoras de la limpieza a los que aguantaban en la sala hasta las ocho de la mañana. Lo cuenta Marilé Zaera, que vivió las noches más locas de Pachá Madrid gracias a su labor como relaciones públicas de la sala durante doce años. "Era tan divertido que nadie se quería ir", explica la mujer que llevó a la discoteca a ídolos de la época como Stevie Wonder,Barry White o Prince. Mención aparte merce desembarco de los Rolling Stones: "Tomaron la pista y sacaron a bailar a las chicas. La gente se quedó con la boca abierta. A ** Mick Jagger** le gustó mucho una modelo alemana guapísima".

Pachá, inaugurada en 1980, se convirtió rápidamente en el local más selecto y cosmopolita de la movida. En el lateral derecho de la sala se reunían los actores y diseñadores del momento y en el izquierdo, los personajes más ilustres. La ubicación de la realeza, también habitual, era exclusiva: "Las infantas iban al anfiteatro. Elena se soltaba la melena. Era muy ligona y más divertida que Cristina. Venía con el jinete Luis Astolfi", dice Zaera. "El príncipe se ligó a Isabel Sartorius en Pachá", sentencia Ricardo Urgell, fundador de la franquicia. El empresario catalán eligió Madrid como tercera sede para su negocio tras abrir sus dos primeras discotecas en Sitges e Ibiza.

La periodista Marta Robles no era de las que más salían en la movida, pero también recuerda haber compartido varias noches de fiesta con el príncipe. En su primea escapada a Pachá, con 17 años, conoció al actor del momento, José Coronado. "Era el hombre más guapo que había visto. Llevaba botas altas, una corbata fina de cuero e iba peinado con gomina".

© Pachá

La imagen era algo que había que cuidar para franquear a Martín, el temido portero de Pachá. Conseguido su visto bueno, la fiesta se alargaba hasta el amanecer al son de la mejor música internacional y con la ayusa de cubatas que salían a 150 pesetas (algo menos de un euro) . Una de las más bailonas era Ana Torroja, que triunfaba con Mecano. Sus recuerdos de Pachá se remontan a 1989, cuando la sala celebró el multitudinario homenaje a Miguel Bosé: "Tengo la imagen de quedarme casi sola bailando en la pista". ** La cantante no olvida la cantidad de nombres famosos que se reunían en cada velada.** "Sabía que estaba asistiendo a algo muy gordo, pero lo sentía ajeno a mí".

El espacio más característico de la sala se reservó para habilitar un restaurante: El Cielo de Pachá. La estancia, situada en la última planta, tenía una enorme cristalera que permitía a los comensales contemplar el cielo de Madrid mientras se disfrutaba de la cena. Por el local pasaron personalidades como la duquesa de Alba, Alberto Cortina o la baronesa Thyssen. Además contaba con una pequeña pista pensada para los más mayores. Allí se escuchaban éxitos tradicionales y alguna canción de salsa.

Todos los que vivieron alguna vez la locura de Pachá en los ochenta coinciden en que fueron noches irrepetibles, pero la sala de la calle Barcló echa el cierre despúes de más de tres décadas de intensa actividad: "En 1996 le vení la discoteca al empresario Pedro Trapote. Fue un alivio, porque así no tenía que estar yendo y viniendo. Tengo una profunda tristeza de lo que todo se haya acabado", concluye con nostalgia Ricardo Urgell.

'After-Pizza' de los 80

La fiesta en Madrid no acababa en Pachá. Marilé Zaera y Syliane de Villalonga abrieron en 1985 Pasta Basta, un restaurante italiano que servía comidas hasta las siete de la mañana. "Liamos al alcalde Tierno Galván para que nos diera los permisos", explica Zaera. Su clientela era, como mínimo, igual de ilustre que la de la discoteca. A comer sus famosos espaguetis acudió hasta Sofia Loren: "José Luis de Villalonga era su amigo y la trajo en uno de sus viajes a Madrid. La actriz se puso el delantal y empezó a cocinar pasta". El negofio les duró poco, ya que, según Marilé: "Éramos unas excelentes relaciones públicas y unas malísimas gestoras".

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