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EDICIONES OBELISCO

La física
del alma
El libro cuántico de la vida, la muerte, la reencarnación y la inmortalidad
Por el gran protagonista de la película ?¡Y tú qué sabes!?
DR. AMIT GOSWAMI

La física
del alma
El libro cuántico de la vida, la muerte, la reencarnación y la inmortalidad
Por el gran protagonista de la película ?¡Y tú qué sabes!?

«.. . una de las mentes más brillantes


del mundo de la ciencia.»

Deepak Chopra

,
EDICIONES OBELISCO
A mi amigo Hugh Harrison,
que iugó un papel fundamental en el inicio
de la investigación que llevó a este libro,

y a mi esposa, Uma,
sin cuya sabiduría e inspiraciones este libro
no se habría realizado.
Prefacio

Los problemas que planteaba la idea de la reencarnación están resuel-


tos. ¿Está usted interesado?
Los filósofos han tropezado siempre con la hipótesis de la reen-
carnación porque no podían ver el modo de responder a una pregunta
crítica: ¿qué es lo que transmigra de un cuerpo encarnado a otro, de
manera que se pueda decir que estos cuerpos forman una continuidad,
y cómo se lleva a cabo esto? La respuesta popular a la trasmigración
del alma no era lo suficientemente astuta porque llevaba implícito el
dualismo: ¿cómo interactúa el alma, que no es material, con el cuerpo
físico?
La respuesta que se da en este libro a estas preguntas (una respues-
ta basada en la física cuántica) es satisfactoria tanto científica como
filosóficamente. ¿Acaso la reencarnación puede ser verdaderamente
científica?, se pregunte tal vez usted. Pues sí, puede ser verdaderamen-
te científica, como vaya demostrar en este libro. Si ponemos en su
sitio el esquema reencarnacionista dentro de la ciencia del ser huma-
no, también podremos abordar de un modo inteligente el tema de la
búsqueda de la inmortalidad, que tanto ha excitado la imaginación de
los seres humanos. Incluso el fenómeno de los ovnis comienza a tomar
algún sentido científico, como podrá ver.
La ciencia convencional se fundamenta en la idea de que la mate-
ria es el bloque de construcción de todas las cosas. Según esto, vida,
mente y consciencia no serían más que meros epifenómenos (fenóme-
nos secundarios) de la materia. Desde este punto de vista, la muerte
termina con todos los epifenómenos que se manifiestan en los seres
vivos. (Sin embargo, resulta revelador que los modelos materialistas
10 La fíSica del alma

hayan sido particularmente infructuosos a la hora de desarrollar mo-


delos satisfactorios sobre la aparición de la vida, y mucho menos de la
mente y la consciencia, en la materia.) La cuestión de la reencarna-
ción no tiene, obviamente, ningún sentido desde este punto de vista.
Sin embargo, la mitad de la población mundial cree en religiones
que sustentan la idea de la reencarnación. Pero aún resulta más con-
vincente el hecho de que los datos científicos que se ofrecen desde
distintas áreas parecen apoyar los modelos reencarnacionistas de estas
religiones. En muchas culturas, existen libros de los muertos en los
que se habla del viaje del alma más allá de la muerte. Entre estos li-
bros, uno de los más famosos es el de la cultura tibetana, el llamado
Libro tibetano de los muertos. Las personas que han vuelto de los um-
brales de la muerte describen sus experiencias en términos sorpren-
dentemente similares a los de El libro tibetano de los muertos. También
existen muchos datos, muy bien corroborados, que validan la memo-
ria reencarnacional. El popular, aunque controvertido, fenómeno de
la canalización ha recibido un considerable apoyo científico. El fenó-
meno de los guías espirituales y de los ángeles que experimentan mu-
chas personas, incluso dentro de la cultura científica, ha sido tema de
libros y de programas de televisión de gran éxito.
Aunque los científicos convencionales desestiman la mayor parte
de estos nuevos datos como subjetivos o incluso fraudulentos, lo cier-
to es que representan verdaderas anomalías para el paradigma mate-
rialista, debido a que, si estas cosas son ciertas, el argumento materia-
lista de que «no existe nada salvo la materia» resultaría falso. De
hecho, la reencarriación y las experiencias cercanas a la muerte no son
los únicos fenómenos anómalos para la ciencia materialista. Sus lími-
tes están siendo puestos a prueba desde distintos frentes. Hay proble-
mas de «signos de puntuación» en la evolución biológica, problemas
que Steven Gould ha popularizado; existen problemas de morfogéne-
sis biológica sobre los que Rupert Sheldrake ha llamado la atención;
también están los problemas que plantea la sanación mente-cuerpo,
sobre los cuales han escrito ampliamente luminarias como Deepak
Chopra y Larry Dossey. También están las anomalías de la percepción
extrasensorial, e incluso de la percepción normal. Y tanto la creativi-
Dr: Amít Goswami 11

dad como la espiritualidad deben contemplarse como fenómenos anó-


malos dentro del paradigma materialista. Pero, muy especialmente,
tenemos las anomalías de la misma física, los de la física cuántica, que
han sido objeto de muchos libros recientemente.
La nueva ciencia de la reencarnación es uno de los brotes de un
nuevo paradigma, el de una ciencia dentro de la primacía de la cons-
ciencia, que se viene desarrollando desde hace algún tiempo. En un
libro mío reciente, The Self-Aware Universe: How Consciousness Creates
the Material World, 1 se esboza el modo en que todas las paradojas y las
anomalías de la física cuántica se pueden resolver si basamos la ciencia
en la suposición metafísica de que la consciencia, y no la materia, es el
fundamento de todo ser. En un libro posterior, The Physicist's View of
Nature, vol. II: The Quantum Revolution,2 he demostrado de qué modo
se puede ampliar el nuevo paradigma de la ciencia (que yo llamo cien-
cia dentro de la consciencia, o ciencia idealista) para explicar no sólo
las anomalías de la psicología (tanto la normal como la paranormal),
sino también las de la biología, la ciencia cognitiva y la medicina men-
te-cuerpo. Este nuevo paradigma integra también la cienCia con la
espiritualidad, que es el tema de mi libro The Visionary Window:
A Quantum Physicist's Cuide to Enlightenment. 3 En el presente libro,
profundizaré y ampliaré la nueva ciencia para incorporar la supervi-
vencia tras la muerte, la reencarnación y la inmortalidad.
La verdad es que comencé mis investigaciones sobre La física del
alma casi inmediatamente después de que se publicara The Self-Aware
Universe, y todo aquello de lo que daba cuenta en mis posteriores li-
bros surgió de esta investigación. Este libro estuvo a punto de publi-
carse prematuramente, en 1997, pero ahora me alegro de que no fuera
así. Posteriormente, lo que demoró la publicación de La física del alma
fue la intrigante cuestión de la resurrección y la inmortalidad. Y sólo
estuve preparado para publicar el libro que tiene usted en sus manos

1 El universo autoconsciente: cómo crea la consciencia el mundo material.


2 El punto de vista del físico acerca de la naturaleza, vol. 1/: la revolución cuántica.
3 Lo ventana visionaria: guía para la iluminación de un físico cuántico.
12 La física del alma

cuando me llegó la inspiración relativa a la física de la inmortalidad.


De cualquier modo, compartiré con usted todas las historias que me
llevaron a las ideas e inspiraciones que tuve.
¿Existe un alma capaz de sobrevivir a la muerte y de transmigrar
de un cuerpo a otro? Demostraré que cuando las ideas cuánticas se
introducen en nuestro modelo de la consciencia en el contexto de la
ciencia idealista, aparece una entidad similar al alma (yo la llamo mó-
nada cuántica) que media en la reencarnación. Si la reencarnación es
científica, ¿cómo deberíamos vivir y morir? Hago un examen de las
consecuencias que la nueva ciencia de la reencarnación puede tener
sobre nuestra visión del mundo, sobre cómo morimos y cómo vivimos,
y sobre cómo deberíamos contemplar nuestra búsqueda de la inmorta-
lidad. ¿Acaso podemos desarrollar una física de la inmortalidad? Sí, sí
que podemos, aunque algunos aspectos de esta física precisarán de
décadas, quizás incluso de siglos, para verificarse experimentalmente
y manifestarse evolutivamente. Y, sin embargo, sugiero que podemos
aventurarnos en tal empresa a partir de algunos datos controvertidos
que tenemos desde hace muchas décadas: los datos de los üVNIS.
Llevo escribiendo este libro desde 1994, y han sido muchas las
personas que han contribuido en su elaboración. Las numerosas con-
versaciones mantenidas con mi teosófico amigo Hugh Harrison fue-
ron cruciales, así como las charlas con filósofos como Robert Tom-
pkins y Kirsten Larsen. Durante algún tiempo, Hugh, Kirsten, Robert
y yo mantuvimos un grupo de debate sobre estos temas, actividad que
supuso una considerable ayuda. También fueron sumamente valiosas
las discusiones sostenidas con luminarias de este campo como Stan
Grof, Satwant Pasricha y Kenneth Ring. Y, recientemente, me he be-
neficiado mucho de las conversaciones con la psiquiatra Urna Goswami
y el místico y filósofo Swami Swaroopananda. Estoy sumamente agra-
decido a todos.
También deseo expresar mi agradecimiento a la Infinity Founda-
tion, a Rajiv Malhotra y Barbara Stewart por el apoyo prestado duran-
te parte del tiempo que dediqué a escribir este libro. Por último, me
gustaría dar las gracias al personal de la editorial Hampton Roads, por
cuidar de todos los detalles de esta publicación.
De la muerte a la inmortalidad

¿Qué es la muerte? Ésta es una pregunta que parece fácil de responder.


La muerte es cuando termina la vida; es el cese de la vida. Pero ¿sabe-
mos qué es la vida? ¿Sabemos lo que significa cesar? Estas preguntas
no son tan fáciles de responder, al menos desde la ciencia.
La mayoría de las personas están poco interesadas en las defini-
ciones científicas de la vida y la muerte. En 1993, después de publicar
un libro en el que proponía un nuevo paradigma científico sobre la
naturaleza de la realidad, una ciencia basada en la primacía de la cons-
ciencia, me llamaron para que interviniera en un programa de radio.
La primera pregunta que me hicieron no fue sobre la naturaleza de la
realidad ni sobre la consciencia. La primera pregunta fue: ¿existe vida
después de la muerte? Al principio, me pilló por sorpresa; pero luego
me di cuenta de que ésta es la pregunta clave acerca de la realidad para
muchas personas.
Hasta los niños quieren saber si existe vida después de la muerte.
En una carta dirigida a Dios, un niño escribió: «Querido Dios, ¿qué
ocurre cuando nos morimos? Yo no quiero morirme. Sólo quiero saber
qué aspecto tiene eso».
¿Qué ocurre después de la muerte? En el pasado, ésta era una
pregunta que le habría llevado a usted hasta el sacerdote de su barrio,
hasta el pastor, el gurú, el mulah, el rabino, el maestro zen o el cha-
14 La físíca del alma

mán. No se consideraba en modo alguno una pregunta que pudiera


formularse la ciencia. La ciencia de aquellos días se ocupaba de los
aspectos terrenales del mundo; la religión era la fuente de respuestas
para aquellas preguntas que importaban de un modo más íntimo a las
personas: cómo vivir la vida, qué ocurre tras la muerte, cómo conocer
a Dios y demás.
Pero no siempre se obtenían respuestas. Un discípulo zen fue a
su maestro y le preguntó:
-¿Qué ocurre después de la muerte?
A lo que el maestro respondió:
-No lo sé.
El discípulo se sorprendió muchísimo.
-¡Pero si es usted un maestro! -protestó.
-Sí, pero no soy un maestro muerto -fue la respuesta.
Sin embargo, los gurús de las distintas religiones no solían va-
cilar tanto a la hora de ofrecer respuestas. Y las respuestas, en su
mayor parte, eran simples (al menos, las de las religiones organiza-
das). Dios es el emperador máximo del mundo, un mundo que está
dividido entre el bien y el mal. Si tú perteneces al bien, irás al Cielo
después de la muerte, un lugar de paz y de alegría ciertamente desea-
ble. Si, por el contrario, sigues el mal, la muerte te arrojará al Infier-
no, donde te consumirás en el fuego, entre sufrimientos. El mensaje
de la religión era «sé bueno». Y si el ser bueno no tiene su recompen-
sa aquí en la Tierra, te será recompensado tras la muerte. Pero, ¡ay!,
en esta sofisticada era científica, este tipo de respuestas ya no satisfa-
ce a nadie.
¿Quiere eso decir que en este libro se le van a dar respuestas so-
fisticadas y satisfactorias? Espero que sí. Las respuestas se basan en
una nueva física denominada «cuántica», una física que, cuando se
arraiga en la filosofía de la primacía de la consciencia, nos proporcio-
na una ventana con visión de futuro a través de la cual corren los
vendavales de las nuevas respuestas a estas antiquísimas preguntas.
Las preguntas y las respuestas referentes a lo que sucede tras la muer-
te no son más que los últimos descubrimientos de esta nueva ciencia.
Pero siga leyendo.
Dr. Amit Goswamí I5

¿Qué sobrevive?

¿Quién es usted después de la muerte? Evidentemente, el usted de


después de la muerte no puede ser una entidad física o corpórea, de ahí
que la idea de un alma incorpórea sea tan popular. A usted, como a
todo el mundo, le han dicho que es su alma lo que sobrevive a la muer-
te del cuerpo; y que, después de la muerte, el alma va bien al Cielo o
bien ~llnfierno, en función de cómo le vaya en el día del juicio.
Las imágnes que se forjan muchas personas acerca de lo que es-
peran que sea el Cielo indican que, hasta en el Cielo, esas personas
esperan mantener sus egos intactos, como en las películas de Holly-
wood. Para ellas, el ego es el alma. Sin embargo, se pueden plantear
muchas objeciones a esta creencia.
¿Cómo obtenemos nuestra identidad-ego? Evidentemente, nues-
tro ego se conforma a partir de las experiencias que tenemos a medida
que crecemos. Los recuerdos de estas experiencias se preservan proba-
blemente en el cerebro físico. Pero, por otra parte, las experiencias
(educación), por sí solas, no conforman la totalidad del desarrollo del
ego; parece lógico que nuestra dotación genética (naturaleza) también
juegue algún papel. Pero tanto la genética como los recuerdos cerebra-
les son físicos. Con el fallecimiento del cuerpo y la consiguiente des-
composición de estos recuerdos físicos, ¿podrá seguir funcionando el
ego?
Otro argumento en contra de la idea de que el alma es el ego lo ha
planteado el psicólogo Charles Tart. Tart (1990) señala que el cuerpo
y el cerebro constituyen influencias estabilizadoras para nuestra iden-
tidad. En los sueños, por ejemplo, perdemos la conciencia de nuestro
cuerpo físico, y mire usted lo que ocurre. Nuestra identidad puede
cambiar de un cuerpo onírico a otro durante el sueño en muchas oca-
siones; no hay mucha estabilidad en aquello con lo que nos identifica-
mos. Algo parecido ocurre con la deprivación sensorial y las llamadas
drogas psicodélicas. La identidad-ego estable, normal, que experimen-
tamos durante nuestra conciencia despierta, desaparece en estos esta-
dos alterados de la consciencia. Tart cree que esto podría ser un indi-
cio de lo que podría venir a ser el estado alterado de la consciencia que
16 La física del alma

alcanzamos después de la muerte, a menos que haya otros tipos de


procesos de estabilización de los que aún no sabemos nada.
Así pues, la naturaleza del alma, la naturaleza de lo que sobrevive
a la muerte, es una cuestión difícil y controvertida. Pero aún resulta
má~ controvertida, incluso más desconcertante, cuando ponderamos
las imágenes de un continuo (la vida y la muerte como un continuo)
de muchas culturas. No sólo es que algo sobrevive a la muerte, sino
que ese algo regresa en otro cuerpo con otro nacimiento, y el proceso
se repite una y otra vez.

La reencarnación

La idea de que el alma sobrevive en el Cielo o en el Infierno tras la


muerte es, más o menos, la idea popular de las culturas judeocristia-
nas. Otras culturas lo ven de un modo diferente. A veces (por ejem-
plo, en el Islam), las diferencias son menores. Pero hay ocasiones en
que las diferencias en el punto de vista de la realidad existente tras la
muerte son bastante radicales. Los hindúes en la India, los budistas en
el Tíbet y en otros muchos lugares (si bien en el budismo el concepto
de alma es muy sutil), y muchas personas de ascendencia china y ja-
ponesa, incluso fuera del budismo, creen en el alma, en el Cielo y en
el Infierno; pero, para ellos, la permanencia en el Cielo o el Infierno
no es más que el comienzo del viaje. En estas culturas, el Cielo y el
Infierno son residencias temporales, tras lo cual el alma tiene que vol-
ver de nuevo a la Tierra. El tiempo de estancia en tu Cielo o tu Infier-
no temporal dependerá de tu karma, un concepto de causa y efecto
que comprende un libro mayor del bien y del mal, pero con una im-
portante diferencia.
Si haces el bien acumulas buen karma, y las malas acciones acu-
mulan un mal karma en tu libro mayor kármico, al igual que ocurre
en el cristianismo. El mal karma es algo inoportuno, claro está; por
ejemplo, muchos chinos creen que si sus actos en la Tierra son real-
mente malos, nacerán como ratas, o incluso como gusanos, en la pró-
xima vida. Pero ni siquiera el buen karma impide que la rueda siga
Dr. Amít Goswami 17

girando. Por mucho buen karma que acumules, no vas a poder que-
darte en la celeste perfección para siempre, pues tendrás que volver a
la terrenal imperfección. De este modo, se introduce la sutil idea de
que ni siquiera un buen karma es lo suficientemente bueno. Aun así,
uno permanece ligado a la rueda del karma, al ciclo periódico de reen-
carnaciones. Y la rueda kármica se contempla como aquello que da
impulso al vehículo del sufrimiento.
¿Qué puede haber mejor que acumular buen karma, que hacer el
bien en todas las acciones y experiencias en la Tierra? La idea que tie-
nen los hindúes y los budistas es que existe una manera de vivir ópti-
ma y perfecta, una manera de vivir que, cuando se descubre, le libera
a uno de la rueda del karma. Los hindúes llaman a esta consecución
máxima moksha, que literalmente significa liberación; y los budistas lo
llaman nirvana, que se traduce literalmente como extinción de la llama
del deseo.
Podemos echar mano de la filosofía para explicar las diferencias
entre el punto de vista judeacristiano y el punto de vista hindú/budista
sobre lo que ocurre tras la muerte. En una de estas filosofías, el modelo
específico de realidad tras la muerte que una cultura desarrolla depende
de si la cultura es materialmente rica o pobre. El propósito de la religión
consiste en seducir a la gente para que viva según el bien, en lugar de
según el mal. Si la cultura es materialmente pobre, la gente vive con la
esperanza de disfrutar de una buena vida tras. la muerte. Si aceptan la
idea de la reencarnación, no dudarán en ser malos de vez en cuando y
en asumir el riesgo de un infierno temporal. Siempre le queda a uno la
siguiente vida para ser bueno. De ahí que la idea de un infierno eterno
sea importante para mantener a la gente a raya; ellos ya conocen el in-
fierno, no quieren pasarse la eternidad en él. En cambio, en las socieda-
des acomodadas, la idea de la reencarnación puede arraigar mejor.
En las sociedades ricas, la gente vive en un sistema de clases en el
cual la mayoría de las personas son de clase media. Si es usted una
persona de clase media, lo peor que le puede ocurrir es convertirse en
pobre. De ahí que funcione la amenaza de la reencarnación, dado que
un mal karma no sólo trae consigo el infierno, sino también una forma
de vida menor (en una clase más baja, por ejemplo) en la siguiente
18 La física del alma

encarnación. Éste era el caso con el sistema de castas hindú en la r.ica


India de la Antigüedad, que es donde floreció la idea de la reencarna-
ción. Pero es algo que está cambiando ahora en la India; la mayoría de
las personas son ahora pobres, y la idea de la reencarnación ya no es
tan popular. Por otra parte, las sociedades occidentales actuales, que
viven en una opulencia creciente, se están haciendo cada vez más cla-
sistas. Y no es de sorprender que la idea de la reencarnación esté pren-
diendo bien ahora en estas sociedades.
Tiene sentido. En Post-mortem 100, tú aprendes los conceptos
básicos: Dios, el bien y el mal, el cielo y el infierno. En Post-mortem
300, captas la idea de la reencarnación, la rueda del karma. Ahí plan-
teas preguntas que ni se te ocurrirían en el curso del nivel cien. Si
existe la vida después de la muerte, ¿por qué no va a haber vida antes
de la vida? ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? Y la me-
jor de todas: ¿cómo un Dios verdaderamente justo y benévolo no le va
a dar a todo el mundo una buena vida en el Cielo?
Comparado con los cursos de nivel 100 y 300, la idea de la libe-
ración vendría a ser un curso de graduado de nivel 500. Sólo puedes
entrar en este curso después de haberte permitido el lujo de disfrutar
de un montón de «karma-cola». Entras en él cuando te haces pregun-
tas acerca de la verdadera naturaleza de la realidad y de tu conexión
con ella, cuando intuyes que tú, el mundo y Dios no están separados,
y no son independientes unos de otros. Entras en él cuando todo el
mundo de seres sintientes se convierte en tu familia, y quieres servir a
tu familia de una forma novedosa.
El filósofo Michael Grosso ha dicho del reciente aumento de in-
terés por la reencarnación en el mundo occidental que es «la forma-
ción espontánea de un mito de reencarnación», pero en realidad se
trata de algo más que de la formación de un mito. Yo creo que hemos
aprobado en masa, pasando del Post-mortem 100 hasta el Post-mor-
tem 300. Y algunos de nosotros ya estamos ponderando la posibilidad
de hacer el curso de graduado.
¿Cuándo tiene lugar la transición al curso del siguiente nivel? El
filósofo Alan Watts lo explicó muy bien. Para Watts (1962), la rueda
del karma se parece mucho a estar en un carnaval. En el principio,
Dr. Amit Goswami 19

desde tu punto de vista de alma, te arriesgas menos. Te aferras a.la


buena vida cuando reencarnas. Es después cuando te das cuenta de
. que existen mayores oportunidades de aprendizaje en l~ asunción
de riesgos, naciendo pobre pero virtuoso, o viviendo una vida llena de
baches pero creativa. Sin embargo, incluso entonces, el peor de los
sufrimientos, el aburrimiento, se apodera de ti; la idea de estar inmer-
so eternamente en la rueda kármica se nos hace aterradora a todos más
pronto o más tarde. El cineasta Woody Allen, en Hannah y sus herma-
nas, capta a la perfección este sentimiento:

... Nietzsche, con su teoría de la repetición eterna. Él decía que la vida que
vivimos la vamos a vivir una y otra vez, exactamente de la misma manera,
hasta la eternidad. Estupendo. Eso significa que tendré que aguantar Ice
Capades una y otra vez hasta el final. No vale la pena. 4

(Citado en Fischer, 1993)

Cuando nos sentimos de este modo es cuando puede que nos interese-
mos por la idea de la liberación.
Observe que tanto la idea cristiana de la eternidad en el cielo co-
mo la idea oriental de la liberación se refieren, en esencia, a una escena
que, ciertamente, podríamos denominar como inmortalidad del alma
(no más nacimientos, no más muerte). La primera idea (la del cielo)
no es más que una versión simplificada de las segunda idea, que dice
cómo llegamos allí (es decir, la primera idea omite los pasos interme-
dios).
De modo que no crea que las ideas sobre la reencarnación son del
todo orientales, ni tampoco que ha sido recientemente cuando se han
importado a Occidente. La reencarnación era una idea aceptada del
judaísmo en el que nació Jesús. Muchos expertos sostienen que, antes
del 553 d.C., el cristianismo también aceptó la idea de la reencarna-
ción. Se dice que, aquel año, el quinto Concilio Ecuménico promulgó

4 Ice Capades es un espectáculo de patinaje sobre hielo que llevo muchos años en la cartelera de
espectáculos de Estados Unidos. IN. del T}
20 La física del alma

un decreto en contra de la idea de que las almas reencarnaran, aunque


otros expertos creen que aquel concilio jamás promulgó oficialmente
tal decreto. (Para profundizar en el tema, véase Bache, 1991, y MacGre-
gor, 1978.)
Muchos expertos creen también que la división acerca de la reen-
carnación en Occidente no es una división entre Oriente y Occidente,
sino entre los hilos esotéricos y los exotéricos de las religiones occi-
dentales. La reencarnación es una idea aceptada por los sufíes, la rama
esotérica del Islam. El hasidismo judío sustenta la reencarnación, al
igual que los gnósticos y otras tradiciones místicas del cristianismo
(Bache, 1991; Cranston y Williams, 1984).
La idea de la reencarnación aparece frecuentemente en el pensa-
miento occidental fuera de cualquier contexto religioso. Comenzando
por Pitágoras y Platón, personas como David Hume, Ralph Waldo
Emerson, Henry Thoreau, Benjamin Franklin, ]. W. von Goethe,
creían en la reencarnación. Goethe escribió:

El olmo del hombre es como el aguo;


del Cielo vino,
01 Cielo se elevó,
y después retomará o lo Tierra,
alternando por siempre iamás.

(De Song of the Spirits over the Waters, 5 citado en Viney, 19931

y Franklin escribió para su propio epitafio, cuando sólo contaba vein-


tidós años:

El cuerpo de B. Franklin,
Impresor,

como lo cubierto de un vieio libro,


sus contenidos desgorrados

5 Canción de las espiritus sobre las aguas.


Dr. Amit Goswami 21

y
despo¡ados de sus letras y sus adornos,
yace aquí,
alímento de gusanos,
pero la Obra no se perderá,
pues, como él creyó,
aparecerá una vez más
en una nueva y más elegante edición
revisada y corregida
por el Autor.

¡Citado en Cranston y Williams, 1984)

El movimiento teosófico, en el cual la reencarnación es una doctrina


básica, prendió rápidamente en Occidente durante el siglo XIX debido
a que la semilla para aceptar la reencarnación se encontraba ya aquí.
Más recientemente, las encuestas de opinión pública indican que un
número sustancial de occidentales, quizás hasta un 25 por 100, cree en
la reencarnación (Gallup, 1982). El filósofo ej. Ducass mantenía que
«la creencia en la continuidad de la vida se origina [en los niños] de
forma completamente espontánea». Los datos de los que disponemos
sobre memoria reencarnacional demuestran que existen actualmente
muchos de estos casos en el mundo occidental (Stevenson, 1974). Si la
reencarnación no es un tema cultural, si es universal, será entonces
natural preguntarse si esta idea es científica.

¿Son la supervivencia post mortem y la reencarnación


ideas científicas?

¿Acaso algo de todo esto tiene sentido bajo el escrutinio científico de


nuestra época? Hace varias décadas, la respuesta habría sido necesaria-
mente un no contundente, pero las cosas ya no son así. Una de las
principales razones para este cambio son los datos, datos ciertamente
buenos. Me he referido arriba a los datos relativos a la memoria de las
22 La física del alma

reencarnaciones. Muchos de estos datos, verificados, se han obtenido


de niños que recuerdan sus vidas pasadas. Pero se han obtenido mu-
chos más datos de lo que se denominan regresiones a vidas pasadas,
en las cuales las personas parecen recordar incidentes de vidas pasadas
bajo hipnosis, en situaciones traumáticas, bajo el efecto de determina-
das drogas o con otras técnicas especiales. (Si desea consultar una
revisión acerca de este tema, véase Cranston y Williams, 1984.) y gran
parte de esos recuerdos recuperados se han podido corroborar. En
muchos casos, la posibilidad de fraude ha quedado eliminada.
Pero lo más importante es que los datos sobre recuerdos de reen-
carnaciones no son los únicos de los que disponemos. Las experien-
cias cercanas a la muerte (es decir, las experiencias de personas que
fueron traídas de vuelta desde una situación de muerte clínica) corro-
boran muy bien las descripciones de la realidad post mortem, al menos
de algunas de sus fases, que se encuentran en los «libros de los muer-
tos» de las culturas de la Antigüedad. (Para una revisión de libros de
los muertos, véase Grof, 1994). Las personas que han pasado por ex-
periencias cercanas a la muerte dan cuenta de haber estado fuera de su
cuerpo, recorriendo un túnel que les llevaba hasta otro mundo, viendo
a familiares tiempo ha fallecidos, a seres espirituales de luz, etc.
En las últimas décadas, la ciencia ha comenzado también una
oportuna aunque inesperada reevaluación de la sabiduría antigua. En
tanto que la tendencia general de la ciencia desde el siglo XVII ha sido
la de evolucionar hacia un enfoque material, la ciencia de las últimas
décadas del siglo xx ha comenzado a explorar el previamente margina-
do campo espiritual. En este libro, demostraré que este nuevo para-
digma de la ciencia está en consonancia con ideas tales como Dios, el
alma, el cielo, el infierno, el karma o la reencarnación; en definitiva,
con toda la gama de temas espirituales.
Estas ideas son sumamente sutiles si se formulan y se compren-
den adecuadamente, pero tenemos la tendencia condicionada a consi-
derarlas de un modo tosco y materialista. 6 Por ejemplo, la mayoría de

6 Utilizo lo palabro 'materialista> para designar a las personas que creen en la primacía de la mate-
ria, de que sólo la materia es real; a estas personas también se las llama «realistas materiales'.
Dr. Amit Goswami 23

las personas ven el Cielo como un lugar que sigue un patrón similar al
de la Tierra (no hay más que ver algunas de las representaciones que
se han hecho en las películas de Hollywood). Las religiones populares
suelen retratarlo de este modo, y caemos presa de ese modo de ver las
cosas que teníamos en la infancia. Pero, evidentemente, el «otro mun-
do», si existe, debe de ser radicalmente diferente de éste.
La ciencia moderna apoya de un modo bastante convincente la
idea de un mundo monista, la idea de que sólo existe una sustancia que
constituye la realidad. Si existiera también un mundo dual de sustancia
anímica, ¿cómo podría interactuar ese mundo con el mundo material?
¿Qué puede haber que medie en tal interacción? Evidentemente, ni la
sustancia anímica ni la sustancia material pueden hacer de mediado-
ras. Por otra parte, ¿no implicaría esta interacción un intercambio de
energías entre los dos mundos? Si fuera así, el libro mayor energético
del mundo material mostraría de cuando en cuando un exceso o un dé-
ficit, cuando lo cierto es que esto no ocurre. Es una ley física que la
energía del mundo material es una constante, la ley de conservación de
la energía. De ahí que la sabiduría científica evite, como corresponde,
el dualismo de la interacción (legado del filósofo René Descartes) en
nuestra manera de ver la realidad; el dualismo y la ciencia son como el
aceite y el agua: no hay manera de que se mezclen.
Así, la vieja ciencia de los últimos tres siglos nos enseñó que to-
dos los fenómenos son fenómenos de cosas que están hechas de ma-
teria. Es un monismo basado en la idea de que la materia es el fun-
damento de todo ser. En cambio, el nuevo paradigma plantea un
monismo basado en la primacía de la consciencia: que la consciencia
(diversamente nombrada como Espíritu, Dios, Divinidad, Ain Sof,
Tao, Brahmán, etc., en las tradiciones populares y espirituales), y no la
materia, es el fundamento de todo ser; es un monismo basado en una
consciencia que es unitiva y trascendente, pero que se hace múltiple
en los seres sintientes, como nosotros. Nosotros somos esa conscien-
cia. Todo el mundo de la experiencia, incluida la materia, es la mani-
festación material de las formas trascendentes de la consciencia.
La alegoría de la caverna de Platón deja clara la situación. Platón
imaginó que la experiencia humana era como un espectáculo de som-
24 La física del alma

bras: estamos en una caverna, atados con correas a unas sillas, de


modo que siempre estamos de cara a una pared donde la luz del exte-
rior de la caverna proyecta las sombras de las formas arquetípicas
ideales. Nosotros tomamos las sombras como si fueran la realidad,
pero su origen está detrás de nosotros, en los arquetipos. Y, en última
instancia, la luz es la única realidad, pues luz es todo cuanto vemos.
En el monismo basado en la primacía de la consciencia, la consciencia
es la luz de la caverna de Platón, los arquetipos constituyen la realidad
trascendente y el espectáculo de sombras es la realidad inmanente.
Esta visión monista de la realidad, que yo llamo idealismo mo-
nista, es muy antigua, y constituye la base de todas las grandes tradi-
ciones espirituales del mundo, que es el motivo por el cual se la deno-
mina en ocasiones la filosofía perenne. En el cristianismo esotérico, el
fundamento de todo ser recibe el nombre de Divinidad, el mundo de
los arquetipos trascendentes es el Cielo y el mundo de la experiencia
es la Tierra. En el pasado, la aceptación científica de este punto de
vista era limitada porque los idealistas no podían explicar conceptos
tales como la trascendencia y la autorreferencia (el cómo el uno se
divide en un sujeto/yo que puede referirse a sí mismo y un objeto u
objetos que están separados de él) en términos científicamente accesi-
bles. El nuevo paradigma de una ciencia dentro de la consciencia,
llamado a veces ciencia idealista, se inició cuando estos conceptos
obtuvieron credibilidad científica. Esto ha sido tema de varios libros
recientes, incluido el mío (Goswami, 1993; Herbert, 1993).
Se trata de un verdadero avance. El materialismo es pura metafí-
sica, pues no existe forma de verificar objetivamente que todo, inclui-
da la mente y la consciencia, surja de la materia. La filosofía perenne
de antaño es lo que hoy podemos denominar metafísica experiencial,
porque los grandes maestros espirituales de todas las tradiciones afir-
man haber visto directamente que el ser se fundamenta en una cons-
ciencia ilimitada, trascendente y unitiva. En cambio, el idealismo
monista (es decir, la filosofía perenne en el nuevo contexto de la cien-
cia dentro de la consciencia) no sólo es metafísica experiencial, sino
también metafísica experimental, dado que, al menos en parte, sus
ideas metafísicas son verificables, no sólo en las experiencias del indi-
Dr. Amit Goswami 25

viduo, a nivel privado, sino también en los experimentos de la arena


pública.?
Si usted creció en la cultura occidental, sumamente materialista
todavía, es muy probable que su visión del mundo sea una amalgama
extraña y confusa de materialismo (la supremacía de la materia) y de
dualismo cartesiano de la interacción (el mundo espiritual es un mun-
do separado e independiente, hecho de una sustancia no material que,
de algún modo, interactúa con el mundo material). No hace mucho, la
gente intentaba demostrar la existencia del alma argumentando (de
modo muy poco convincente) que el cuerpo humano pierde peso en el
instante de morir, violando el principio de conservación de la energía.
Incluso los idealistas monistas declarados suelen caer en dicha
alma dualista cartesiana cuando hablan de la muerte y la reencarna-
ción. Hablan de establecer la validez de los fantasmas, de las aparicio-
nes, como objetos de la misma realidad física compartida, como una
silla o un árbol. Yo veo una silla porque refleja la luz en mis ojos. Pero,
¿acaso un fantasma, si es un ser no material de otro mundo, emitiría
una señalo reflejaría la luz de tal modo que mis sentidos lo detecta-
ran? Obviamente, no. El desafío más importante para nuestra ciencia
dentro de la consciencia consiste en refundir la discusión de los fenó-
menos relacionados con la muerte y la reencarnación desde la perspec-
tiva monista. Y ése es el desafío que yo asumo en este libro. Si se han
de utilizar conceptos dualistas, tenemos que encontrar explicaciones
que no violen las leyes de la ciencia; tenemos que reconciliar estos
conceptos dentro de una visión general monista. Yeso es lo que he
sido capaz de lograr.

El alma y el cuanto

¿Qué es lo que sobrevive? ¿Reencarna lo que sobrevive de alguna ma-


nera que podamos llamar un continuo (nacimiento-muerte-renaci-
miento, etc.)? Durante un intenso período de investigación que duró

7 Lo expresión «metafísico experimental» lo acuñó el filósofo Abner Shimony.


26 La fíSica del alma

alrededor de un año, encontré mi respuesta. Existe un «alma» que


sobrevive a la muerte del cuerpo físico, y que reencarna en otro cuer-
po para formar un continuo. Sí, dicha alma tiene sentido en una cien-
cia basada en la consciencia, pero sólo si consideramos el alma en
términos «cuánticos».
La situación es similar a la que tuvo lugar a finales del siglo XIX.
Los físicos descubrieron que contemplar la materia y la luz desde el
viejo punto de vista newtoniano (es decir, la materia siempre está lo-
calizada, se mueve en trayectorias bien definidas, y la luz es semejante
a las ondas, dispersa, capaz de estar en más de un lugar al mismo tiem-
po) les generaba anomalías y paradojas. Descubrieron un nuevo modo
de contemplar todo esto, de pensarlo: el modo cuántico.
La palabra «cuanto» significa «una cantidad discreta». Por ejem-
plo, un cuanto de luz, denominado fotón, es una cantidad de energía
discreta e indivisible, un paquete localizado de energía. Reconocer
que la luz dispone de una naturaleza de partícula localizada, además
de su naturaleza más familiar de onda, y que la materia tiene una na-
turaleza de onda, además de su naturaleza más familiar de partícula
localizada, eliminaba las anomalías y las paradojas a las que nos refe-
ríamos arriba.
Así, la importancia de la palabra «cuanto» va bastante más allá
de su discreción. La dinámica cuántica da una potencia inesperada,
casi mágica, a los objetos de los dominios submicroscópicos.

• ¿Qué significa decir que la materia es algo similar a una onda y


que, por tanto, puede estar en más de un lugar a la vez? Si esto
resulta paradójico, la paradoja se resuelve si nos damos cuenta de
que las ondas de la materia son ondas de posibilidad (representa-
das técnicamente mediante funciones matemáticas denominadas
funciones de onda); se encuentran en dos (o más) lugares a la vez
sólo como posibilidad, sólo como superposición de las dos (o
más) posibilidades.

• Los objetos cuánticos existen como superposición de posibilida-


des hasta que nuestra observación produce la actualidad a partir
Dr. Amit Goswami 27

de la potencialidad, un evento actual, real, localizado de entre los


muchos eventos potenciales. Si una posibilidad en particular tie-
ne una gran probabilidad de actualizarse a través de la obser-
vación, esa onda de posibilidad será por consiguiente fuerte; en
tanto que la onda será débil cuando la probabilidad para su co-
rrespondiente posibilidad de actualizarse es pequeña.

Un ejemplo aclarará la situación. Suponga que liberamos un electrón


en una habitación. En cuestión de unos momentos, la onda del elec-
trón se propaga por toda la habitación. Y ahora suponga que ponemos
en la habitación una rejilla de detectores de electrones, los conocidos
contadores Geiger. ¿Registrarán señales todos los contadores Geiger?
No. Sólo uno de ellos emitirá una señal. Conclusión: antes de la obser-
vación, el electrón se propaga por todo el espacio, pero sólo como
onda de posibilidad. Y es la observación lo que produce el colapso de
la onda de posibilidad en un acontecimiento real, actual.

• La mecánica cuántica es un cálculo de probabilidad que nos per-


mite calcular la probabilidad de cada posibilidad que se admite en
cada situación dinámica. La probabilidad engendra incertidum-
bre. Ya no podemos saber el paradero del objeto con toda certeza.
El movimiento de los objetos cuánticos está envuelto en cierta
incertidumbre.

• Antes de que la física cuántica se comprendiera adecuadamente,


predominaba en la ciencia una metafísica materialista: las partí-
culas elementales componen átomos, los átomos componen mo-
léculas, las moléculas componen las Células, entre las que están
las neuronas, las neuronas componen el cerebro, y el cerebro crea
la consciencia. Esta teoría de causación recibe el nombre de teo-
ría de causación ascendente: la causa asciende desde las partícu-
las elementales (micro) hasta el cerebro y la consciencia (macro).
No existe un poder causal en ninguna entidad del mundo, salvo
en las interacciones entre las partículas elementales.
28 La física del alma

Pero si los mismos seres humanos no somos nada salvo posibilidades


materiales, ¿cómo puede nuestra observación colapsar las ondas de
posibilidad? La interacción de posibilidad con posibilidad sólo engen-
dra una posibilidad más compleja, pero nunca una actualidad. Así, si
en el mundo sólo existiera la causación ascendente, el colapso cuánti-
co sería una paradoja. En la interpretación libre de paradojas de la fí-
sica cuántica, la causación ascendente sólo es capaz de producir ondas
de posibilidad materiales entre las cuales elige la consciencia (que es
no material), y la consciencia tiene el poder definitivo, lo que llama-
mos la causación descendente, para crear la realidad manifiesta eli-
giendo libremente entre las posibilidades que se le ofrecen. La cons-
ciencia ya no se ve como un epifenómeno del cerebro, sino como el
fundamento de todo ser, en el cual todas las posibilidades materiales,
incluido el cerebro, están arraigadas.

• Los objetos cuánticos pueden dar un salto discontinuo (ahora


está aquí, y un instante después está allí). A tal salto se le deno-
mina salto cuántico. Un átomo emite luz cuando un electrón da
un salto cuántico desde un estado atómico energético superior
hasta otro inferior. Usted puede apreciar la radicalidad de este
salto cuántico si lo visualiza como que el electrón salta desde una
órbita superior en torno al núcleo atómico hasta una órbita infe-
rior sin recorrer el espacio que existe entre las órbitas.

En la misma vena, la causación descendente es discontinua en todos


sus aspectos: en el aspecto causal (no podemos asignar una causa pre-
cisa para ello), en el aspecto mecánico (no podemos hacer un modelo
mecánico de ello), algorítmicamente (no existen matemáticas para
ello) y lógicamente (su lógica es circular: el observador es esencial
para que el colapso tenga lugar, pero el observador es sólo posibilidad
antes de que el colapso tenga lugar).8

8 Si le resulta difícil visualizar una onda en el cerebro, aunque sea una onda de posibilidad, ·porque
las ondas viajan», dese cuenta de que las ondas en un espacio confinado son ondas permanentes;
es decir, que «ondean» mientras permanecen en el mismo lugar, como en un instrumento musical.
Dr. Amit Goswami 29

• Se ha comprobado experimentalmente que, cuando los objetos


cuánticos se vinculan adecuadamente, se influyen mutuamente
de forma no-local, es decir, sin la mediación de señales a través
del espacio y sin utilizar un tiempo finito. Así, los objetos cuán-
ticos vinculados deben de estar interconectados en unos domi-
nios que trascienden el espacio y el tiempo. No-localidad impli-
ca trascendencia, de donde se sigue que todas las ondas cuánticas
de posibilidad residen en unos dominios que trascienden el es-
pacio y el tiempo; los denominaremos «dominios de la potencia
trascendente» (potencia en el sentido de potencialidad), por
utilizar el término de Aristóteles que adoptara Werner Heisen-
berg.

y no piense que la posibilidad es menos real que la actualidad; puede


que incluso sea al revés. Lo que es potencial puede ser más real que
lo que es manifiesto porque la potencia existe en un dominio intempo-
ral, en tanto que cualquier actualidad es meramente efímera: existe en
el tiempo. Así es como piensan los orientales, como piensan los místi-
cos de todo el mundo, y también el modo en que piensan los físicos
que tienen en cuenta el mensaje de la física cuántica.
¿Acaso la «magia» cuántica (estar en dos lugares al mismo tiem-
po, la causación descendente, los saltos cuánticos y las conexiones
no-locales), que es tan potente y t~n clara en la esfera submicroscópi-
ca, se extiende hasta el macromundo de nuestra experiencia? En tiem-
pos recientes, se ha puesto sobre la mesa la perturbadora idea de que
el cerebro humano lleva a cabo un proceso cuántico cada vez que se da
una observación, es decir, cada vez que se hace una medida cuántica.
El cerebro responde a un estímulo ofreciendo todo un fondo de posi-
bilidades cuánticas macroscópicamente distinguibles (una onda de
posibilidad), una de las cuales se precipita como acontecimiento de la
experiencia cuando la consciencia lo elige. 9

9 los procesos cuónticos del cerebro los han investigado muchos autores, entre ellos: Walker (19701.
Bass 119751. Stuort, Takahashy y Umezawa 119781. Stapp 11982. 19931. WoIf 119841. Gos-
wami (1989, 1990, 19931. Herbert (1993) Y Eccles 11994).
30 La física del alma

Puede que usted vea ya una parte de la metáfora que se presenta


aquí acerca de la física cuántica del alma. En tanto que el cuerpo físi-
co, mientras tiene vida, representa posibilidades que deben manifes-
tarse siempre como una estructura localizada que tiene un comienzo
finito y un final finito, el alma representa posibilidades y potencia sin
una estructura localizada en la manifestación. Como potencia trascen-
dente, sin la fijeza de la manifestación local en el tiempo y en el espa-
cio, transmigra (es decir, se experimenta no-localmente) de una en-
carnación en una ubicación y tiempo determinados a otra en un
diferente punto del espacio y el tiempo.
El concepto de alma arroja sus paradojas cartesianas dualistas,
como podrá ver, cuando le imbuimos de la dinámica cuántica y de la
causación descendente; y la dinámica cuántica proporciona también
una inesperada potencia que nos permite ver la validez de las ense-
ñanzas esotéricas y explicar los datos anómalos. Evidentemente, tene-
mos también la importante cuestión de cómo el alma, en tanto que
posibilidades cuánticas sin estructura, recuerda acumulativamente
cada una de sus experiencias vitales, de sus encarnaciones individua-
lizadas; pero no se preocupe, ésa es una cuestión que he podido resol-
ver, y la respuesta constituye una parte importante de este libro.
En el Bhagavad Cita, Krishna le dice a Arjuna: «Tanto tú como
yo hemos reencarnado muchas veces antes. Y no te recuerdo». En la
India, los sabios dicen que la liberación devuelve la memoria de las
encarnaciones pasadas y destierra el miedo a la muerte. Pero este mo-
do de abordar el miedo a la muerte es arduo, y muy pocas personas en
una época determinada pueden acceder a él.
Yo creo que una ciencia de la reencarnación, firmemente asentada
y arraigada en las ideas de la transmigración del alma dentro de una
nueva dinámica cuántica que resulte convincente y satisfactoria, reduci-
rá el miedo a la muerte en el ser humano. La muerte se aceptará enton-
ces como parte de la vida, y no intentaremos negarla frenéticamente. El
descubrimiento de ese significado en el fenómeno de la muerte traerá
pleno sentido a nuestra exploración de la vida. Y, a medida que seamos
capaces de vivir, veremos la muerte como un armazón para una oportu-
nidad creativa, un paso necesario para una renovación de la vida.
Dr. Amit Goswami 31

La creatividad en el ciclo vida-muerte-renacimiento

¿Qué ocurre después de la muerte? El filósofo chino Confucio decía:

¿Quieres saber acerco de lo Muerte?


Bien, ahorraré aliento.
Cuando conozcas lo Vida, entonces, y sólo entonces,
hablaremos de nuevo de lo Muerte.

Confucio tiene razón en una cosa. Hasta que morimos, no tenemos


casi ninguna posibilidad de verificar empíricamente lo que ocurre des-
pués de la muerte. Hoy en día, hay personas que dan cuenta de expe-
riencias cercanas a la muerte en situaciones en las que, en cierto modo,
estuvieron «muertas» durante un breve período de tiempo, pero fue-
ron reavivados al devolvérseles el ritmo cardiaco. Sin embargo, estas
experiencias que tanto se airean ahora no son, estrictamente hablan-
do, experiencias del estado post mortem.
Pero ¿tendremos que depender de un empirismo estricto para
construir una ciencia? Claro está que cualquier conclusión a la que
lleguemos acerca de la supervivencia post mortem y la reencarnación
tendrá que depender en gran medida de la teoría, de la intuición o de
vislumbres experienciales, así como de nuestra propia creatividad; la
aportación de los datos empíricos será, en el mejor de los casos, secun-
daria. Pero no dejará de ser ciencia si podemos verificar experimental-
mente algunas de sus hipótesis más importantes y si resulta útil, si se
puede utilizar para diseñar un procedimiento para el arte de descubrir
la naturaleza de la muerte y de lo que sucede en la muerte.
¿Acaso existe un arte del morir que pueda ser investigado por la
ciencia? Eso parece. El maestro espiritual tibetano Sogyal Rinpoché
(1993) recuerda una anécdota de su infancia, en la cual un lama que
estaba de viaje se vio de pronto ante las puertas de la muerte. Como
era la costumbre, alguien que le apreciaba propuso llamar al Rinpoché
que era el gurú espiritual del lama. Pero el lama dijo que no era nece-
sario, que sabía qué hacer. Y, tras decir eso, cerró los ojos y murió. No
obstante, la persona que había hecho la propuesta fue a buscar al
32 La física del alma

Rinpoché de todos modos. Cuando llegó, el Rinpoché miró al lama


«muerto» y dijo afectuosamente: «Viejo lama, no permanezcas en tal
estado ... a veces pueden surgir obstáculos». y entonces, ante los ojos
del atónito Sogyal, el lama volvió a la vida. Luego, el Rinpoché dirigió
al lama a través del proceso de morir conscientemente.
El conocido Libro tibetano de los muertos es un libro diseñado con
toda precisión para guiar a una persona moribunda. ID ¿Podremos de-
sarrollar una ciencia para comprender este libro? Nada menos que el
actual Dalai Lama escribió: «La muerte proporciona un punto de en-
cuentro entre la tradición budista tibetana y la ciencia moderna. Creo
que ambas tienen mucho que aportarse mutuamente, tanto a nivel de
entendimiento como de ventajas prácticas». Yo estoy de acuerdo. En
definitiva, este libro es una integración de un antiquísimo arte y de la
ciencia moderna, concretamente, de las ideas del Libro tibetano de los
muertos y de la física cuántica.
Para acercarse a la muerte se necesita tanto de ciencia como de
arte, pero ni una ni otro son completamente objetivos. La literatura
existente y los datos que tenemos pueden darle a usted ideas acerca de
por dónde comenzar a pensar en ello, pero aquí el jefe es usted. El
verdadero significado de esta búsqueda es capacitarle para que descu-
bra por sí mismo la verdad acerca de la muerte.
Si la intuición de tantas personas (y también la suya, quizás, des-
de que está leyendo este libro) es correcta y reencarnamos, la muerte
sería entonces el gran rito de paso que todos tenemos que afrontar.
Ésta es la razón por la que algunas personas llegan a decir que toda
nuestra vida es una preparación para la muerte. «La respuesta a la vi-
da humana no se va a encontrar dentro de los límites de [una] vida
humana», decía el psicólogo Carljung. Si comprendemos esto de co-
razón, veremos que la muerte forma parte de un proceso creativo de-
finitivo.
El proceso creativo tiene cuatro fases generales: preparación, in-
cubación, inspiración y manifestación. La preparación es revisar lo

10 Todas las referencias al Libro tibetano de los muertos son de la traducción de Evans-Wentz de
1960.
Dr. Amit Goswami 33

conocido y preparar el terreno para la inspiración creativa. La incu-


bación es el procesamiento inconsciente, es decir, procesar sin con-
ciencia. En tanto que la preparación supone esfuerzo, el procesamien-
to inconsciente es procesar sin esfuerzo consciente, aunque tampoco
es como dormir. Estas dos fases se entremezclan en un proceso alter-
nativo de esfuerzo y relajación, en un proceso alternativo de hacer y
no hacer, si se prefiere así. La inspiración es el nacimiento de la nueva
idea, el cambio de contexto. Es un salto cuántico de pensamiento, una
transición discontinua en el pensamiento que no pasa por los puntos
intermedios (Goswami, 1996, 1999). La manifestación es la plasma-
ción de la transformación que exige la inspiración.
¿Acaso la vida es una preparación para la muerte? Lo más correc-
to sería decir que toda nuestra vida la dedicamos a las dos primeras
fases (preparación e incubación) del descubrimiento creativo de la na-
turaleza de la realidad post mortem. El instante de la muerte alberga la
posibilidad de la inspiración acerca de la realidad, así como de la ma-
nifestación de esa inspiración. Considere la posibilidad de que, con
esta inspiración, en función de su profundidad, yo (usted) puedo
(puede) elegir lo que sucede después de mi (su) muerte, la manifesta-
ción de nuestra inspiración. Y si fallamos en nuestra inspiración en
esta ocasión, habrá más procesamiento inconsciente, más preparación,
hasta ...
Así, eligiendo el modo en que morimos, decidimos individual-
mente, caso por caso, lo que sucede después de la muerte. Y esta situa-
ción hipotética cambia toda nuestra orientación con respecto a la
muerte, ¿no es así?
La gente dice, no sin cierta razón, que la muerte es como un sue-
ño, que es un gran sueño. Pero yo sostengo que es también una gran
posibilidad. Algunas personas de avanzada espiritualidad experimen-
tan estados similares al del sueño denominados nirvikalpa samadhi, en
los cuales, aunque, al igual que en el sueño, no hay una experiencia de
escisión sujeto-objeto, sí que hay un procesamiento inconsciente que
da lugar a inspiraciones creativas cuando «despiertan». De modo que
usted elige. ¿Prefiere morir entrando en un gran sueño, de modo que
cuando «despierte» en la siguiente encarnación sea usted casi el mis-
34 La física del alma

mo que antes? ¿O prefiere morir entrando en el gran samadhi, de mo-


do que cuando se encuentre a sí mismo en la siguiente encarnación
haya un nuevo usted, resultado de una inspiración creativa?

De la muerte a la inmortalidad

La gente se suele preguntar acerca del significado de la vida, en espe-


cial acerca del significado de su propia vida. En el esquema reencarna-
cionista, comenzamos a tener un atisbo de las respuestas a las pregun-
tas sobre el significado. Estas preguntas tratan de nosotros mismos, de
nuestra propia naturaleza y, hablando en términos generales, de la
naturaleza de nuestra consciencia. En primer lugar, exploramos estas
preguntas en el mundo exterior; esto constituye nuestra fase materia-
lista. Al cabo de muchas encarnaciones, cuando vemos que no nos
llegan respuestas adecuadas de este modo, nos volvemos hacia dentro.
Al principio, el viaje hacia dentro es muy vacilante, y está muy viciado
con los patrones de hábitos que hemos adquirido en nuestro viaje ex-
terior. Pero, poco a poco, comienza a hacerse la luz del entendimiento
en nuestro interior y, súbitamente, llega la comprensión final; ya no
tenemos más preguntas, y estamos liberados. Hemos salido del ciclo
de nacimiento-muerte-renacimiento; somos inmortales. Si la com-
prensión final acaece durante esta vida, cuando muramos en esta oca-
sión, ya no volveremos. Si la comprensión tiene lugar en el momento
de la muerte, tampoco volveremos; será nuestra última muerte.
En uno de los Upanishads hindúes encontramos el siguiente
himno:

Llévame de lo irreal a lo real.


Llévame de la oscuridad a la luz.
Llévame de la muerte a la inmortalidad.

La liberación es la inmortalidad a la que se refiere este himno. En


el desarrollo de una teoría científica de la reencarnación, éste es un
tipo de inmortalidad que debemos explorar.
Dr. Amit Goswami 35

Pero muchas personas, tanto hoy en día como en el pasado, ven


la inmortalidad de un modo completamente diferente: la inmortalidad
en el cuerpo físico, logrando un cuerpo físico que nunca muera. Tene-
mos también uno de los rasgos fundacionales del cristianismo: la resu-
rrección de]esús. ¿Cómo debemos interpretar la resurrección? Obvia-
mente, la interpretación más directa sería la de la resurrección en un
cuerpo físico (¿inmorta1?). ¿Puede la ciencia dar soporte a la idea de
una inmortalidad física o resurrección después de la muerte en un
cuerpo físico inmortal? ¿Puede siquiera la ciencia dedicarle tiempo a
una pregunta como ésta?
La respuesta de este autor es que sí, aunque los razonamientos
bordean la especulación. Pero no olvide la distancia que hemos reco-
rrido con la ciencia. No hace mucho, hasta la consciencia se conside-
raba la cuestión «peliaguda» de la ciencia. Pero si hacemos ciencia
desde dentro de la primacía de la consciencia, la ciencia se encuentra
con una renovada claridad y con un renovado poder (el poder de la
causación descendente); y, con este poder añadido, se pueden buscar
y encontrar nuevas respuestas. Se verá.
El libro tibetano de los muertos
es correcto. ¡Nuestro trabajo es
demostrarlo!

De todos los libros de los muertos, El libro tibetano de los muertos es


digno de destacar como imagen de que la vida y la muerte del ser hu-
mano forman un continuo de experiencias de aprendizaje. En esta
imagen, hay pasos, que los tibetanos llaman bardos, que le llevan a uno
a estados de vida, en tanto que otros se corresponden con portales de
estados post mortem; este modelo contempla la vida y la muerte como
una serie continua de transiciones (<<la muerte está en la vida, la vida
está en la muerte»). Recuerdo una tira cómica de un periódico, llama-
da Re., en la cual un quiromante, mientras está observando la palma
de la mano de un cliente, exclama:
-¡Esto es sorprendente! ¡Nunca había visto una línea de la vida
que formara un círculo completo!
A lo cual el cliente responde:
-Es que me va la reencarnación.
También podría haber dicho: «Me va El libro tibetano de los muer-
tos».
Antes de pasar a describir los bardos, convendrá hablar breve-
mente de la metafísica budista. En realidad, esta metafísica es la misma
38 La física del alma

del idealismo monista, que ya hemos examinado, pero utiliza diferen-


tes nombres. Así, a la consciencia como fundamento de todo ser se la
denomina Dharmakaya en el budismo. Al reino trascendente de los
arquetipos se le llama Sambhogakaya. Y, por último, a la esfera mani-
fiesta de la experiencia se la denomina Nirmanakaya.
El primer bardo es el nacimiento; el segundo es la vida de la per-
sona, desde la infancia, pasando por la fase adulta, hasta el momento
antes de la muerte, que es el tercer bardo. El cuarto bardo comienza el
viaje en la muerte; es el inicio de una serie de oportunidades para el
alma (el «yo» que sobrevive) que está partiendo del cuerpoY En el
cuarto bardo, aparece la clara luz de la consciencia pura (Dharmaka-
ya). Si el alma reconoce la luz, se libera de la rueda kármica y ya no
necesita reencarnar. El quinto bardo de la muerte es paralelo al segun-
do bardo de la vida; lo primero que encuentra aquí el alma es a los
dioses pacíficos, y luego a los dioses coléricos (los demonios o asu-
ras), las formas del mundo arquetípico (Sambhogakaya). La clara luz
se ve ahora como una luz apagada, y su reconocimiento ya no lleva a
la libertad total de la rueda kármica del samsara (el mundo manifies-
to), sino a un sendero nirvánico que lleva a la liberación en la forma
(no material) del Sambhogakaya; el no reconocer la luz lleva al sexto
bardo, al sendero del samsara.
El sexto bardo es el bardo de la reencarnación; el espíritu ha per-
dido las oportunidades que se le han brindado para identificarse con
la consciencia pura o con el mundo arquetípico trascendente del Sam-
bhogakaya. Lo único que le queda es el sendero mundanal del renaci-
miento. Dependiendo del karma acumulado, el alma renace en uno de
los seis lokas (lugares), entre los que se encuentran el Cielo y el Infier-
no, así como la Tierra, hasta que se paga la deuda kármica o el crédito
acumulado. Tras el sexto bardo, el alma debe encarnar en una forma
física (Nirmanakaya), donde sólo se puede acumular nuevo karma.

11 Hay un problema aquí. El libro tibetano de los muertos está escrito en segunda persona; está
dirigido a la persona que está muriendo. Así, estrictamente hablando, no hay referencia alguna al
alma. Sin embargo, el contexto deja claro que, en una traducción del mensaje del libro a tercera
persona, sería apropiado el uso de la imagineria del alma para el yo que sobrevive.
Dr. Amít Goswami 39

Por cierto, la descripción de la transición post mortem de los dos


últimos bardos es muy similar en el hinduismo, en el cual se hace re-
ferencia a las dos posibilidades del quinto bardo como devayana, el
sendero de los dioses (representado como un sendero que asciende
hacia el cielo) y pitriyana, el sendero hasta el padre (representado co-
mo un sendero que se tuerce como un arco hacia la Tierra).
Evidentemente, yo crecí con estas ideas, si bien en el contexto
hindú, aunque encontré El libro tibetano de los muertos en una fase
muy posterior de mi vida. Estas descripciones tan pintorescas siempre
provocaron una reacción negativa en mi yo científico racional, incluso
en mi edad adulta. La imagen dualista de un alma que recorre distintos
senderos (¿adónde?) sin un cuerpo no tenía sentido para mí. Y el he-
cho de que nadie pudiera verificar que hubiera tales experiencias, da-
do que nadie volvía a la vida desde el otro mundo, no hacía más que
aumentar mi malestar.
Resulta interesante que la ciencia moderna disponga de un con-
cepto denominado agujero negro (el estado de una gigantesca estrella
que se hunde bajo su propia gravedad, dejando un singular agujero en
el espacio), un fenómeno que tiene un «horizonte», más allá del cual
todo cae en su interior y nada puede escapar. Así pues, nadie puede
volver tampoco de un agujero negro para decirnos lo que hay allí, y sin
embargo no es cierto que no podamos saber lo que le ocurre a algo por
debajo de ese horizonte. Lo sabemos porque disponemos de una teoría
plenamente fiable, la teoría de la relatividad general de Einstein, que
nos lo dice.
Digo esto porque en nuestra cultura se suele subestimar el poder
de una teoría, pero los «detalles» teóricos de la física moderna, que no
podemos verificar directamente, nos ofrecen predicciones fiables so-
bre las cuales se construyen tecnologías muy útiles. (Usted puede ver
una muestra de ello en la mecánica cuántica; la idea teórica de las on-
das de posibilidad trascendente en potencia llevó a la tecnología de los
transistores.) Pero también le damos credibilidad a estas teorías por-
que las descubrimos a través de la creatividad.
Volviendo a mis prejuicios contra los libros de los muertos, mi
incomodidad se prolongó hasta el mes de mayo de 1994, más de un
40 La física del alma

año después de que mi amigo Hugh Harrison viniera a estudiar con-


migo la nueva física. Yo sabía que Hugh y su difunta esposa, Ruth,
habían montado a principios de la década de los ochenta una expo-
sición llamada El centro del continuo, en Bandon, Oregón, que pro-
mulgaba básicamente la idea de la vida y la muerte como un viaje
continuo.
De vez en cuando, Hugh hablaba de ello, así como de sus ideas
sobre la reencarnación; afirmaba que, si existe vida después de la
muerte, como se afirma en el cristianismo, entonces, por mera sime-
tría, tenía que haber vida antes de la vida. Hugh era simpatizante del
movimiento de la Teosofía en Occidente, movimiento que inició Ma-
dame Helena Blavatsky hace más de ciento veinticinco años. Los teó-
sofos tienen la reencarnación por uno de sus principios básicos de la
realidad (Blavatsky, 1968; ]udge, 1973). Pero yo era reticente a acep-
tar aquellas ideas.
Sin embargo, en la primera semana de mayo de 1994, ocurrió
algo inesperado, inesperado e inolvidable. Yo estaba enfangado en tra-
bajo, que consistía principalmente en pulir unas viejas ideas para su
publicación, escribiendo refutaciones, etc. La creatividad brillaba por
su ausencia en mi vida, y parecía haber perdido el timón de mi vida
una vez más. Aquello me puso, una noche, en un estado de extraña
pesadez. Estaba viendo en la televisión el programa Picket Fences, que
aquel día se ocupaba de algunos de los problemas éticos de la muerte.
Me fui a dormir con aquella pesadez en el corazón, que casi había
llegado a olvidar; pero, cuando llegó la mañana, encontrándome en
un estado de ensueño, mitad dormido, mitad despierto, me sentí muy
ligero, y en el cielo de mi somnolienta mente comenzó a forjarse una
vaga idea de que El libro tibetano de los muertos era correcto y útil. En
realidad, fue algo más que una vaga idea; fue una admonición que
pude escuchar con toda claridad: «El libro tibetano de los muertos es
correcto; tu trabajo es demostrarlo». Dado que era Sábado, pude per-
manecer en aquella neblina creativa la mayor parte del día, durante el
cual comenzaron a tomar forma nuevas ideas acerca de la muerte y la
reencarnación como teoría científica. Pero lo que me proporcionó
la luz con la cual contemplar todo aquello fueron las ideas de la física
Dr. Amit Goswami 41

cuántica. La idea fundamental que más me excitó fue la de la no-loca-


lidad cuántica.

Las posibilidades cuánticas y su medida

Los objetos, de acuerdo con la física cuántica, son ondas de posibili-


dad denominadas técnicamente funciones de onda. Si usted coloca
una pantalla con dos ranuras en el camino de un electrón, como en el
famoso experimento de la doble ranura (fig. 2.1), ¿por cuál de las dos
ranuras pasará el electrón? Por las dos simultáneamente. ¿Le resulta
difícil visualizar esto? Relájese. Esto sucede en la pre-actualidad, en la
posibilidad únicamente. El electrón pasa simultáneamente el 50 por
100 a través de una ranura y el 50 por 100 a través de la otra, pero en
posibilidad.
Pantalla fluorescente

11 ) )
Fuente )
del
electrón

I)))

Fig. 2.1. El experimento de la doble ranura.


42 La física del alma

¿Que cómo lo sabemos? Pues porque las dos ondas de posibili-


dad de las dos ranuras se extienden e interfieren entre sí. Se suman
una a otra de tal manera que la onda se refuerza en algunos lugares y
se destruye en los lugares intermedios (fig. 2.2). En efecto, con esto se
consigue que los electrones lleguen a muchos lugares, más allá de la
pantalla con las dos ranuras, lugares a los que no habrían podido lle-
gar de haber viajado a través de una única ranura, como hacen las
canicas. Si usted lanza unas canicas a través de una pantalla con dos
ranuras, las canicas no harán otra cosa salvo aterrizar detrás de una
ranura o de la otra. Pero cuando se hace pasar un rayo de electrones a
través de una pantalla con dos ranuras antes de impactar contra una
placa fluorescente, se formará un patrón de luz y unas bandas oscuras
(fig. 2.3), no sólo dos formas borrosas tras las dos ranuras. Las bandas
de luz son los puntos donde la onda se refuerza, es decir, donde la
probabilidad de que los electrones lleguen es elevada. Entre las ban-
das de luz, la probabilidad de que lleguen los electrones es baja, y de
ahí que no haya electrones; por eso las bandas oscuras.
Interferencia constructiva: reforzamiento

Interferencia destructiva: cancelación

Fig. 2.2. Las ondas que llegan a la pantalla fluorescente en fase se refuerzan mutua-
mente (interferencia constructiva); las ondas que llegan al punto fuera de fase se can·
celan mutuamente.
Dr. Amit Goswami 43

Patrón de interferencia de destellos sobre la pantalla

Fig. 2.3. El patrón de interferencia resultante con franjas alternas brillantes y


oscuras.

Pero, entonces, si los electrones viajan como ondas de posibilidad,


¿qué activa la actualidad de esas posibilidades? Innegablemente, cada
vez que observamos, cada vez que medimos, vemos una única actua-
lidad.
Después de todo, cuando observamos la placa fluorescente en el
experimento de las dos ranuras de arriba, cada electrón llega a un úni-
co lugar, no se esparce por todas partes. La sucinta respuesta que ha
salido a la luz en los últimos años es que la mirada del observador crea
una actualidad única a partir de la onda de posibilidad que se extiende;
es decir, el mirar consciente manifiesta el acontecimiento real a partir
de todos los posibles acontecimientos. 12
Un comediante de Calcuta fue una vez a una tienda de dulces. Vio
unas rasagullas (que son unas bolas de cuajada de leche y azúcar) en el
escaparate y sintió el deseo de comerse unas. Pero cuando el tendero
comenzó a sacar las rasagullas del escaparate, el comediante objetó:
-No quiero ésas. Póngamelas de las que tiene en reserva.
-¡Pero si son de la misma partida fresca que hice esta mañana!
-protestó sorprendido el tendero.
-Pero la gente las ha estado mirando -le explicó el comediante.

12 A fuer de ser estrictos, esto es materia de interpretación. Sin embargo, como se demostró en
Goswami 1993, ésta es la única interpretación en la que no se dan paradojas.
44 La física del alma

Puede ser materia de debate si el hecho de mirar algo en un esca-


parate cambia aquello que se mira, pero el efecto de mirar en el mun-
do de la física cuántica es innegable y drástico, por cuanto colapsa la
posibilidad en actualidad. Fíjese en el uso que se le da a la palabra
«colapso».
Los físicos se aferran a esta palabra para designar la medida cuán-
tica debido a la imagen de las ondas que se difunden y súbitamente se
desploman (colapsan) en una partícula localizada, que es la imagen
adecuada cuando estamos midiendo electrones (fig. 2.4). En conse-
cuencia, utilizaremos esta palabra incluso cuando hablemos de las po-
sibilidades cuánticas del cerebro, de entre las cuales la consciencia
elige la actualidad que experimentamos.

O¡o del observador


-4fJ> ~'f! ..~

_\¡©))~))~~©))~~~\~©))--
Fig. 2.4. Cuando miramos, colapsamos la onda del electrón hasta localizarla en un
lugar. Pero entre observación y observación, el electrón se difunde como una onda
de posibilidad en potencia trascendente..

Observe, no obstante, que las ondas de posibilidad no viajan en el


espacio y el tiempo, porque, si lo hicieran, las ondas no podrían colap-
sar instantáneamente en una partícula. (En el espacio y el tiempo,
todas las cosas precisan de una velocidad finita para moverse. Ellími-
te de velocidad máximo lo descubrió Einstein; es la velocidad de la
luz.)
Las ondas cuánticas son ondas de posibilidad en potencia tras-
cendente, y es a la consciencia a la que le corresponde colapsar la
posibilidad en actualidad, cosa que hace mediante el ejercicio de su
libertad de elección, es decir, del poder de la causación descendente
del que hemos hablado anteriormente.
Dr. Amit Goswami 45

Las medidas cuánticas y la naturaleza


de la consciencia

Pero esta solución del colapso cuántico a través de la consciencia, su-


gerida en su origen por el matemático john van Neumann (1955), ha
sido rechazada por muchos científicos cuánticos, porque ven la cons-
ciencia como un mundo aparte, dual, que interactúa con este mundo
material a la manera que planteó Descartes hace tanto tiempo; pero esa
idea está cargada de preguntas difíciles de responder. ¿Qué mediaría
en la interacción de la consciencia con el mundo material? ¿Cómo
interactuaría la consciencia con el mundo material sin violar la ley de
la conservación de la energía en el mundo físico?
Con el fin de darle sentido a la idea de que la consciencia colapsa
la posibilidad cuántica en actualidad, el legado del pensamiento dua-
lista cartesiano acerca de la consciencia debe dejar paso a un pensa-
miento idealista monista.
En el pensamiento idealista monista, la consciencia es todo cuan-
to existe; es el único fundamento de todo ser, la única realidad última.
La consciencia puede colapsar las posibilidades materiales porque
trasciende el universo material; está más allá de la jurisdicción de la
mecánica cuántica. Todas las posibilidades están dentro de la cons-
ciencia. Y, cuando la consciencia elige, simplemente reconoce una de
las posibilidades, y no hay implicada mediación alguna de una tercera
sustancia, así como tampoco intercambio dualista de energía en modo
alguno.
Observe la figura gestalt (fig. 2.5) en la cual, con las mismas lí-
neas, se representan dos figuras sobreimpuestas, la de una mujer joven
y la de una anciana. El artista tituló el dibujo «Mi esposa y mi suegra».
Cuando percibimos a la joven (o a la anciana), no le estamos haciendo
nada al dibujo. Simplemente, estamos reconociendo y eligiendo de en-
tre las posibilidades que están ya presentes. Pues bien, el proceso del
colapso consciente es igual que esto.
46 La física del alma

Fig. 2.5. Una imagen gestalt, «Mi esposa y mi suegra», de W. E. Hill. Si usted ve
a la suegra, para ver a la esposa no tendrá que hacer nada en el dibujo; lo único
que hará será cambiar la perspectiva de observación. Las posibilidades de ambas,
la esposa y la suegra, se hallan en su consciencia; lo único que usted hace es
reconocer una posibilidad o la otra.

Los convencionalistas rechazan también la idea de que sea la cons-


ciencia la que convierte las posibilidades cuánticas en determinada
actualidad por cuanto la gente puede elegir de forma diferente desde
su consciencia individual. ¿Qué pasa si dos personas eligen simultá-
neamente un mismo acontecimiento? ¿Qué pasa entonces? Si eligen
actualidades diferentes y contradictorias, ¿no generaría eso un pande-
mónium? Si sólo se impone una elección, ¿cuál de ellas se impone?
Por ejemplo, imagine que usted y yo llegamos desde dos direcciones
perpendiculares entre sí hasta un semáforo operado por un disposi-
tivo cuántico, y suponga que los dos queremos que el semáforo se
ponga verde. ¿Quién lo conseguirá, qué elección tendrá más peso?
La respuesta del idealismo monista es que sólo elige uno, pues la
Dr. Amit Goswami 47

consciencia es una. Usted y yo tenemos pensamientos, sentimientos y


sueños individuales, pero no tenemos consciencia, y mucho menos
consciencias separadas; somos conscientes. Y se trata de la misma cons-
ciencia para todos nosotros (Goswami, 1993). (Véase también Blood,
1993.)13
Así pues, somos nosotros los que elegimos, pero nuestras eleccio-
nes no entran en conflicto en ese estado no ordinario de consciencia
en el cual usted y yo somos uno. La interpretación del idealismo mo-
nista de la medida cuántica tiene otra faceta importante (Goswami,
1993). La consciencia es el fundamento del ser; por tanto, no podemos
«apagarla». Entonces, ¿elige siempre la consciencia siempre que apa-
rece una ambigüedad? Pero entonces no habría un patrón de interfe-
rencia en el experimento de la doble ranura, porque la consciencia ya
habría elegido por qué ranura pasaría el electrón antes de que el elec-
trón tuviera la oportunidad de interferir con su alter ego.
La respuesta a este enigma estriba en darse cuenta de que toda
medida cuántica necesita de un observador sintiente. Dese cuenta
también de que cuando observamos un objeto exterior en respuesta al
estímulo, nuestro cerebro produce cierto número de posibilidades ma-
croscópicamente distinguibles; es la onda de posibilidad del cerebro.
Por tanto, en un acto de observación, en una medida cuántica, la cons-
ciencia no sólo colapsa la onda de posibilidad del objeto, sino también
la onda de posibilidad del cerebro. La medida cuántica en nuestro ce-
rebro establece nuestra autorreferencia (la distinción cognitiva entre
nosotros, los sujetos, y el campo de conciencia del objeto que experi-
mentamos) (fig. 2.6). Imagine que ve una alfombra con un diseño de
rosas en el suelo, delante de usted. Y ahora imagine que ve las rosas y
el diseño de hojas del fondo como objetos separados. Sin embargo,
esto no es más que una apariencia, pues lo único que hay es el tejido
de la alfombra, y las rosas y las hojas no tienen una existencia aparte
del tejido. De igual modo, la distinción entre el yo y el objeto, en el
momento de la medida cuántica, no es más que apariencia.

13 El físico australiano Ludwig Boss (1971) llegó independientemente a lo mismo conclusión mucho
antes.
48 La físíca del alma

Sujeto Objeto

Fig. 2.6. El colapso de la onda de posibilidad cuántica en el cerebro del


observador lleva a la autorreferencia, a una escisión de la consciencia en sujeto y
objeto(s).

¿Qué hace de especial el cerebro para que tenga lugar la autorreferen-


cia, la capacidad para referirse a sí mismo? Piense en la lógica circular
inherente aquí:
No existe el colapso sin el cerebro; pero no existe el cerebro, sólo
posibilidades, a menos que haya un colapso.
Esta lógica circular (un ejemplo familiar es el de la gallina y el
huevo: ¿qué fue antes?) se denomina jerarquía entrelazada. La medida
cuántica en el cerebro es una jerarquía entrelazada, yeso da lugar a
nuestra autorreferencia, a la aparente escisión sujeto-objeto de la ex-
periencia. (Véase el capítulo 7 para más detalles.)
La experiencia tiene un precio. Las experiencias generan recuer-
dos, recuerdos que condicionan nuestro sistema autorreferencial,
nuestro cerebro. La influencia del condicionamiento en la medida
cuántica lleva a la apariencia de que nuestras acciones surgen de un
Dr. Amit Goswami 49

ego/yo que actúa sobre la base de sus experiencias del pasado, su ca-
rácter. Pero hay una identidad asumida que la consciencia aporta, des-
de su libre albedrío, con el fin de que haya un punto de referencia.
Nuestros estados ordinarios de consciencia están empañados por esta
identidad-ego. (Más sobre esto en el capítulo 7.) .
Así pues, para resumir, ¿qué precio pagamos por reconocer nues-
tro poder de causación descendente? Perdemos el estado no ordinario
de consciencia en el cual experimentamos la unidad, más allá de nues-
tra individualidad y nuestra coautoría del mundo de la escisión sujeto-
objeto.
Todo esto ya lo sabía por mi anterior obra (Goswami, 1993).
También sabía que, a pesar del desarrollo del ego, no todo está perdi-
do. Hay experiencias que involucran a ese tipo de estado no ordinario
de consciencia al que hago referencia arriba, un estado que nos ayuda
a atravesar esa nube del condicionamiento. Cuando somos creativos,
cuando tenemos percepciones extrasensoriales, cuando amamos, en
esos momentos nos elevamos por encima del condicionamiento, yac-
tuamos con pleno conocimiento de nuestra unidad y de nuestra coau-
toría, mientras colapsamos las posibilidades disponibles con plena li-
bertad de elección. Y quizás esto suceda también cuando morimos. En
los momentos que preceden a la muerte, nos introducimos en la cons-
ciencia una y, a través de ella, en la no-localidad.

La no-localidad cuántica y cómo se aplica al cerebro:


un e¡emplo de metafísica experimental

Para los materialistas, sólo existe el mundo material, las cosas sólo se
mueven en el espacio y el tiempo; no existe una base conceptual para
otro mundo. Cuando usted se hace preguntas como «¿qué me ocurrirá
después de la muerte?», usted piensa de manera dualista. Usted piensa
que aquella parte de usted que sobrevive, su alma, va a otro mundo, un
mundo dual. Pero la lógica del científico le frustra. ¿Cómo interactúa
ese mundo dual con este mundo espacio-temporal? Y, si no existe, ya no
hay de qué preocuparse, porque usted no lo va a saber. La física cuántica
50 La física del alma

nos ofrece una alternativa: la consciencia puede mediar en la interac-


ción entre dos cuerpos dispares. Permítame que elabore esta idea.
En la mecánica cuántica, podemos vincular objetos de modo que
permanezcan interconectados (entrelazados en fase), aun cuando es-
tén separados por grandes distancias (fig. 2.7). Cuando hacemos la
observación, los objetos cuánticos vinculados colapsan en sendas ac-
tualidades, en la separatividad, pero la naturaleza entrelazada de su
colapso demuestra sin lugar a dudas que estaban vinculados. ¿Cómo
pudo preservarse su vinculación a tan gran distancia, y cómo pudo
manifestarse sin precisar de tiempo intermedio, sin un intercambio de
señales? Evidentemente, la vinculación y su colapso son no-locales,
involucrando unos dominios de interconexión que trascienden los
dominios de la realidad inmanente espacio-temporal, donde las cosas
se ven como algo independiente y separado.

Obi etoA

los ob¡etos los ob¡etos


interactúan siguen
y se vinculados
vinculan

Ob¡eto B

Fig. 2.7. Una vez se vinculan dos objetos cuánticos a través de la interacción, la
vinculación permanece aunque los objetos estén separados por grandes distancias.

Nuestro entendimiento y nuestra aceptación de una esfera trascen-


dente de interconexión han dado un salto cuántico como consecuen-
cia de un experimento de física cuántica llevado a cabo en 1982 por
un grupo de físicos franceses dirigidos por Alain Aspect (Aspect, Da-
libard y Roger, 1982). Es un experimento en el cual dos fotones vin-
culados se influyen mutuamente a cierta distancia sin intercambiar
señales. Es como si usted estuviera bailando en Los Ángeles y su pare-
ja estuviera bailando en Nueva York, pero ambos mantienen la coor-
dinación, con los mismos pasos de baile, sin necesitar de televisión ni
de ningún otro dispositivo de procesamiento de señales.
Dr. Amit Goswami 51

Un pequeño detalle ayudará a aclarar aún más la no-localidad del


proceso de la medida cuántica. Recuerde que, en física cuántica, los
objetos son ondas de posibilidades antes de que los observemos. Así,
un cuanto de luz (un fotón) no tiene atributos hasta que se hace una
medida sobre él. En su experimento, Aspect se concentró en un atri-
buto de doble valor del fotón denominado polarización a lo largo o en
perpendicular a un eje (algo que se aplica a las gafas de sol polarizadas;
su doble valor es evidente si usted se da cuenta de que no puede pasar
ningún fotón de luz a través de dos gafas de sol polarizadas cruzadas
perpendicularmente, una con el eje vertical y la otra con el eje hori-
zontal; véase la figura 2.8).

*
luz no polarizada
con todas sus
direcciones
[J
PoIarizador
1
luz polarizada.
Sólo aquellas ondas
con la polarización
No luz

Polarizador cruzado

posibles de alineada a lo largo


polarización de la dirección que
se muestra arr",bo
atraviesan el cristal

Fig. 2.8. El doble valor de la polarización de la luz se revela al mirar la luz a través
de dos gafas de sol polarizadas; usted no verá nada.

En el experimento de Aspect, se hacía emitir a un átomo un par de


fotones tan vinculados que, si uno se polarizaba a lo largo de determi-
nado eje, el otro debería polarizarse a lo largo del mismo eje. Pero los
objetos cuánticos son sólo posibilidades, de modo que los fotones no
parten con ningún eje de polarización establecido; sólo nuestra obser-
vación puede fijar un eje de polarización en ellos. Y si observamos un
fotón vinculado, dándole de este modo una polarización concreta, la
polarización del otro fotón se determina también de inmediato, por
muy distante que esté del primer fotón. Si los dos fotones están tan
distantes entre sí que, cuando medimos uno de ellos, ni siquiera la luz
52 La física del alma

(que viaja a la mayor velocidad posible en la naturaleza) puede mediar


su influencia sobre el otro, tendremos que concluir que la influencia
es no-local, que tiene lugar sin la mediación de señales locales. Esto es
lo que Aspect y sus colaboradores descubrieron experimentalmente.
¿Cómo se interconectan los dos fotones, si no es a través de se-
ñales que atraviesan el espacio y precisan de un tiempo para viajar por
él? Los dos fotones están conectados a través de los dominios no-loca-
les de la consciencia, que trascienden el espacio y el tiempo; de donde
se sigue que la consciencia, actuando de manera no-local, colapsa si-
multáneamente los estados de dos objetos cuánticos vinculados.
Traducido en palabras que pueda entender cualquiera, si dos
personas están vinculadas y se trasladan a dos puntos opuestos de la
Tierra, si una de ellas ve un destello de luz, la otra puede que vea tam-
bién el destello, aun sin la presencia de un estímulo real (fig. 2.9). ¿Le
parece absurdo? Pues lo cierto es que esta influencia mutua y esta
comunicación no-local entre seres humanos se conoce desde hace mi-
lenios en los dominios del pensamiento. Se le llama telepatía.

Origen de la vinculación

¡Crea que he
vista un destella
de luz!
¿Será la
iluminación?

Fig. 2.9. El milagro de las vinculaciones no-locales. Una vez vinculadas en un


punto de origen, si una de las personas ve un destello de luz, la otra lo verá
también. aEs sólo una metáfora?
Dr. Amit Goswami 53

Recientemente, la telepatía ha quedado demostrada científica-


mente en estudios controlados. En unos experimentos denominados
de visión remota o distante, un psíquico contemplaba un objeto elegi-
do de manera arbitraria por un ordenador, en tanto que su compañero
en el laboratorio, bajo la supervisión del experimentador, tenía que
dibujar una imagen del objeto contemplado. Un ordenador comparaba
después esta imagen con la del objeto original contemplado Qahn,
1982).
En otro tipo de experimento en el que se demostró la interco-
nexión no-local, se estuvo observando a una mujer desde una distan-
cia remota, sin su conocimiento, a través de un circuito cerrado de
televisión. Bien, pues aun así, su comportamiento se veía afectado ca-
da vez que era observada (Andrews, 1990, 1994).
El experimento del neurofisiólogo de la Universidad de México
Jacobo Grinberg-Zylberbaum y sus colaboradores, en 1994, apoya la
idea de la no-localidad en los cerebros humanos de un modo incluso
más objetivo, dado que este experimento, realizado con los datos de
los cerebros registrados mediante electroencefalógrafos, es el equiva-
lente del experimento objetivo de Aspect con fotones. Se dieron ins-
trucciones a dos sujetos para que meditaran juntos durante un período
de veinte minutos, con el fin de establecer una «comunicación direc-
ta» entre ellos; después, se les puso en dos cámaras de Faraday distin-
tas (las cámaras de Faraday son recintos metálicos que bloquean todo
tipo de señales electromagnéticas), mientras mantenían su comunica-
ción directa a lo largo del experimento. A uno de los sujetos se le so-
metió a una serie de destellos de luz, que produjeron un potencial
evocado, una peculiar respuesta electrofisiológica del cerebro ante un
estímulo sensorial, que se midió con un electroencefalógrafo (fig. 2.10,
arriba).
Sorprendentemente, en alrededor de uno de cada cuatro casos, el
cerebro de la persona que no había sido estimulada mostró una activi-
dad eléctrica, un potencial «transferido», bastante similar en forma e
intensidad al potencial evocado (fig. 2.10, centro y abajo). Los sujetos
del grupo de control, en los que no se estableció el vínculo, y los suje-
tos del grupo experimental que, por sus propios informes, no lograron
54 La física del alma

0.33 Potencial
0.24 evocado
0.15 N=lOO
0.05 02
-0.04 Sujeto: jP
-0.14
-0.23
-0.32
-o.42+---....l--...--..,...--,.-......,,.....-...--..,...--, mse
O 64 128 192 256 320 384 442 512

Archivo: jPP02 Segmentos: 1/2 Puntos: 64 Media: -000

0.75 Potencial
0.55 transferido
0.35 N=100
0.16 02
-0.04 Sujeta: TP
-0.24
-0.44
-0.64
-0.83+--,.--,.....-.,...-...,..-......,,.....-...--...,...-.... msee
O 64 128 192 256 320 384 442 512

Archivo: TPT02 Segmentos: 1/2 Puntos: 64 Media: -0.00

0.75 Superposición
0.55 del potencial
0.35 evocado y
0.16 el potencial
-0.04 transferido
-0.24 N=lOO
-0.44 02
-0.64 Sujeto: TP
-o.83+---r--...--...,...-""""T--r--.,.--....,..--'l msee
O 64 128 192 256 320 384 442 512

Archivo: jTP02 Segmentos: 2/2 Puntos: 64 Media: -0.01

Fig. 2.10. En el experimento de Grinberg-Zylberbaum, si se vincula a dos sujetos


y se expone a uno de ellos a un destello de luz que genera un potencial evocado
diferenciado en el electroencefalógrafo adherido a su cuero cabelludo, aparecerá
en el electroencefalógrafo de su compañero no estimulado un potencial transferido
de intensidad y fase comparables (con un 70% de coincidencias). Obsérvese la
diferencia de escala de la ordenada en las dos figuras.
(Cortesía de Jacobo Grinberg-Zylberbaum)
Dr. Amit Goswami 55

establecer ni mantener una comunicación directa no mostraron nin-


gún potencial transferido (fig. 2.11). La explicación más directa es la
de la no-localidad cuántica: los dos cerebros actuaron como un siste-
ma cuántico vinculado de forma no-local. En respuesta a un estímulo,
presentado sólo a uno de los dos cerebros vinculados, la consciencia
colapsa estados similares en los dos cerebros, de ahí la similitud de los
potenciales cerebrales. Los resultados experimentales y las conclusio-
nes de Grinberg-Zylberbaum fueron replicados posteriormente (si
bien con estímulos auditivos) en Londres por el neuropsiquiatra Peter
Fenwick (1999).
Indudablemente, en estos experimentos, el sujeto vinculado no
estimulado no experimentaba en realidad el estímulo exacto que ex-
perimentaba su compañero o compañera; probablemente, hubiera he-
cho falta otro salto en la pureza de intención. No obstante, el hecho
de que las ondas cerebrales de un sujeto se puedan comunicar a otro
sujeto sin una transferencia de señal local es ciertamente digno de
destacar.
La sorprendente similitud entre los cerebros vinculados y los fo-
tones vinculados es evidente, pero también hay una diferencia sor-
prendente. La similitud estriba en que, en ambos casos, la vinculación
inicial se produce mediante algún tipo de <<interacción». En el caso de
los fotones, la interacción es puramente física. Pero en el caso de los
cerebros vinculados, lo que se halla implicado es la consciencia. En los
fotones vinculados, tan pronto como la onda de posibilidad de uno fue
colapsada en el instante de la medida, los objetos se desvincularon.
Pero en el caso de los cerebros vinculados, la consciencia no sólo esta-
bleció la vinculación inicialmente, sino que también la mantuvo a lo
largo de todo el tiempo que duró el experimento mediante la intencio-
nalidad.
Para obtener un potencial evocado claro, los experimentadores
utilizan normalmente en torno a un centenar de destellos de luz con el
fin de eliminar el «ruido». Pero los cerebros no se desvinculan tan
pronto como un observador ve un destello de luz. La única conclusión
es que la consciencia restablece la vinculación cada vez que se rompe.
Éste es el motivo por el cual resulta crucial que los sujetos mantengan
56 La física del alma

0.50 Potencial
0.37 evocado
0.26 N=lOO
0.11
02
0.02
-0.15
-0.28
-0.41
-0.54+-.....,--.,...-...,..---.--..--......----...---.. msec
O 64 128 192 256 320 384 442 512

Archivo: CC202 Segmentos: 1/2 Puntos: 64 Media: -0.01

0.08 Ausencia de
0.06 potencial
0.03 transferido
0.01 N=lOO
-0.02
02
-0.05
-0.07
-0.10
-0.13 +_.....,__.,..._...,.._.....,__..-_......-_--..._--.. msec
O 64 128 192 256 320 384 442 512

Archivo: PC202 Segmentos: 1/2 Puntos: 64 Media: -0.01

0.50 Superposición
0.37
0.24
0.11
0.02
-0.15
-0.38
-0.41
-o.54+---r---r--..,..---r--or--"T"'---"'---' msec
O 64 128 192 256 320 384 442 512

Archivo: CPC202 Segmentos: 2/2 Puntos: 64 Media: -0.01

Fig. 2.11. Un sujeto de control sin vinculación, aun cuando haya un potencial
evocado diferenciado en el electroencefalograma del sujeto estimulado, no muestra
ningún potencial transferido. Obsérvese la escala.
(Cortesía de Jacobo Grinberg-Zylberbaum).
Dr. Amit Goswami 57

su intención meditativa de comunicación directa a lo largo de todo el


experimento.
Esta diferencia en la conexión no-local entre los fotones vincula-
dos y los cerebros vinculados es sumamente significativa. La no-lo-
calidad de los fotones vinculados, aunque llamativa a la hora de de-
mostrar la radicalidad de la física cuántica, no se puede utilizar para
transferir información, según un teorema atribuido al físico Philip-
pe Eberhard. Pero, en el caso de los cerebros vinculados, el teorema de
Eberhard no tiene aplicación, debido a que la consciencia está involu-
crada en el establecimiento y el mantenimiento de esta vinculación, y
de ahí que la transferencia de mensajes no esté prohibida. Cuando
uno de los sujetos ve un destello de luz, la consciencia colapsa un
acontecimiento similar de entre las múltiples posibilidades en el cere-
bro del otro sujeto (fig. 2.12).

Colapso
instantáneo
no-local de la
onda cerebral en
dos observadores
separados
localmente

Fig. 2.12. La consciencia media la transferencia del potencial eléctrico desde un


cerebro vinculado al otro.
58 La física del alma

Fue esta última constatación la que me llevó a pensar que quizás


podría hacer un modelo realista de la reencarnación, y sí, también del
Libro tibetano de los muertos. ¿Cuáles son los datos más sorprendentes
en los estudios sobre la reencarnación? Los recuerdos de vidas pasadas
de los que hacen gala algunos niños, recuerdos que se desencadenan al
ver la que fue su casa (o algo similar) en una vida anterior. ¡Suponga
que el recuerdo pudiera venir causado por la transferencia no-local de
la información relevante de la encarnación previa del niño! Ahondare-
mos en esto en los dos próximos capítulos.
Un comentario más: la intención consciente y el acuerdo de los
dos sujetos son cruciales para el éxito de cualquier comunicación tele-
pática. Sin embargo, la intención no es una intención egoica; el mero
hecho de pensar algo y desearlo no es suficiente. Es, más bien, un de-
jarse ir hasta un estado de consciencia que está más allá del ego y en el
que los dos son uno. Jesús debía de conocer este hecho, dado que dijo:
«Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la Tierra para pedir algo,
sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos».
Curiosamente, la palabra griega que se traduce por el verbo «acordar»
es symphonein, que es la raíz etimológica de la palabra «sinfonía». Po-
nerse de acuerdo es vibrar en fase, en correlación o vinculación cuán-
tica. ¿Acaso no es eso lo que estamos viendo en la coherencia de los
datos de ondas cerebrales de las figuras 2.10 y 2.11?
A veces, los científicos materialistas se lamentan de que, las más
de las veces, fracasan a la hora de replicar experimentos de telepatía,
incluso con psíquicos destacados, y es que creo que están pasando por
alto uno de los ingredientes clave de estos experimentos: la intención
consciente. La consciencia es una. Quizás el escepticismo propio de la
estrechez de miras del experimentador esté interfiriendo con la inten-
ción consciente, de modo que la consciencia ni vincula a los psíquicos
ni colapsa (casi) posibilidades idénticas en sus cerebros en presencia
de una actitud tan hostil como ésta. 14

14 Uno de los pioneros de los experimentos controlados de visión distante, el fisica Russell Targ, con
quien he mantenida muchas conversaciones sobre el temo, piensa lo mismo que yo.
Dr. Amit Goswami 59

El experimento de la decisión tomada con demora

¿Qué tiene de interesante que la no-localidad cuántica se extienda no


sólo más allá del espacio, sino también más allá del tiempo? ¿Está
usted lo suficientemente intrigado como para tomar en consideración
el experimento de la decisión tomada con demora, que lleva a esta
conclusión (Wheeler, 1983)?
Un rayo de luz se escinde en dos rayos de igual intensidad me-
diante el uso de un espejo, MI' con medio baño de plata; estos dos
rayos se reflejan después en dos espejos normales A y B, llegando a un
punto de cruce P a la derecha (fig. 2.13, donde se puede poner o no
otro espejo con medio baño de plata). En principio, el experimento se
diseñó para demostrar la complementariedad onda-partícula; es decir,
en la primera situación experimental, un objeto cuántico se muestra
con aspecto de onda, y de ahí que pueda estar en dos lugares al mismo
tiempo (la disposición de doble ranura de la que hablábamos antes es
una disposición de este tipo también); en la otra situación experimen-
tal, detectamos la partícula, localizada en un lugar y en un momento
dado (como cuando detectamos emanaciones radiactivas con un con-
tador Geiger). Si optamos por detectar la luz en modo partícula, pone-
mos los detectores o contadores más allá del punto de cruce P, como
se ve en la parte inferior derecha de la figura 2.13. Uno u otro conta-
dor registrarán un «tic», definiendo el sendero localizado del objeto,
con lo que se demostrará su aspecto partícula.
Para detectar el aspecto onda del objeto, nos aprovechamos del
fenómeno de adición de ondas, como en el caso de la doble ranura, po-
niendo un segundo espejo con medio baño de plata, M2 , en P (fig. 2.13,
abajo a la izquierda). Las dos ondas que se generan con la escisión del
rayo en MI se verán forzadas mediante M 2 a sumarse constructiva-
mente en un lado de P, donde el contador registrará un «tic», y des-
tructivamente en el otro lado, donde el contador no llegará a registrar
nada. Pero observe que, cuando detectamos la luz en forma de onda,
tenemos que aceptar que cada cuanto de luz está viajando por ambas
rutas, A y B, pues, de otro modo, ¿cómo iba a haber una adición de
ondas?
60 La física del alma

""
"
" P /;(
Decisión con
demora sí o no

/
]'A 2 ''"'

¿ambas A
rutas? 6W
M3 .ve;./
.

Fig. 2.13. El experimento de la decisión tomada con demora. las disposiciones


para ver la naturaleza de la onda (interferencia, la señal queda cancelada en uno
de los detectores) y la naturaleza de la partícula (no interferencia, ambos detectores
registran la señal) de la luz se puede ver en la parte inferior izquierda y en la parte
inferior derecha respectivamente.

Pero el aspecto más sutil del experimento está por llegar aún. En el
experimento de la decisión tomada con demora, el experimentador
decidía en el último momento, en el último picosegundo (l0-12) , si
insertaba o no el espejo con medio baño de plata en P, si medía o no el
aspecto onda (la decisión se manifestaba por medios mecánicos, claro
está). En efecto, esto significa que los cuantos de luz han pasado ya por
el punto de escisión MI' si usted los considera objetos newtonianos
normales. Aún así, si se inserta el espejo en P, siempre se mostrará el
Dr. Amit Goswami 61

aspecto onda, y si no se inserta el espejo, se mostrará su aspecto par-


tícula. ¿Se mueven los cuantos de luz por un sendero o por los dos?
Los cuantos de luz parecen responder incluso a una decisión con de-
mora de forma instantánea y retroactiva. (Por cierto, esto demuestra
que el fotón, en sí, no puede colapsar su propia onda de posibilidad,
si se ha hecho usted esta pregunta, pues, ¿cómo si no respondería a
nuestra decisión con demora?)
Un objeto cuántico viaja por un sendero, o por los dos senderos,
de forma perfectamente armónica con lo que nosotros decidamos.
¿Cómo es posible esto? Es posible porque los senderos de los objetos
son solamente senderos posibles, los objetos son sólo ondas de posibi-
lidades antes de que los manifestemos mediante la observación. No se
traza un sendero concreto; la posibilidad se convierte en actualidad en
lo que parece un hecho retroactivo, en lo que parece una causación
hacia atrás.
Un comentario al margen: no existe ningún objeto cuántico ma-
nifiesto hasta que lo vemos, ni siquiera si el objeto es el cosmos entero.
No hubo ningún cosmos manifiesto (sino sólo posibilidades) hasta
que el primer ser sintiente (presumiblemente, la primera célula viva)
observó el universo. La observación colapsa el universo, junto con
todo el sendero causal que llevó a esa primera sensación, retroactiva-
mente. Y la observación es autorreferencial (la sensación de la prime-
ra célula viva se crea conjuntamente con el universo).
Así pues, si tenemos objetos vinculados no sólo por todo el espa-
cio, sino también por todo el tiempo, la elección consciente y el colap-
so del sendero causal en cualquier punto del tiempo precipitarán el
sendero íntegro. De lo que hay que tomar nota aquí es que, en física
cuántica, no existe el espacio ni el tiempo hasta que la consciencia
decide colapsar un evento. El pensamiento convencional acerca del
tiempo tiene que acomodarse a esta extrañeza cuántica.
Un incidente que tiene lugar ahora se puede vincular con un in-
cidente de entonces (o del futuro), lo cual puede dar cuenta de todos
los tipos de eventos que Cad ]ung consideraba ejemplos de sincroni-
cidad, es decir, coincidencias significativas acausales Oung y Pauli,
1955). Uno de mis primeros intentos por comprender la reencarna-
62 La física del alma

ción lo realicé mediante el uso del concepto de no-localidad cuántica


en el tiempo (véase los capítulos 3 y 4).
Por cierto, el experimento de la decisión tomada con demora se
verificó en el laboratorio a mediados de la década de 1980 (Hellmuth,
Zajonc y Walther, 1986), y apareció en las páginas de Newsweek en el
número del 19 de junio de 1995.

Las ondas de posibilidad no se colapsan hasta que las


observamos

Sin embargo, por poco intuitivo que pueda parecerle a usted, las posi-
bilidades cuánticas no se convierten en actualidad hasta que nosotros,
los seres sintientes, las miramos y elegimos. Éste es el mensaje del
experimento de la decisión tomada con demora. En un reciente expe-
rimento del parapsicólogo Helmut Schmidt se ha confirmado una vez
más este mensaje.
Schmidt lleva haciendo investigaciones pioneras en psicocinesis
desde hace muchos años. En sus experimentos, los psíquicos intentan
mover un objeto físico o intentan influir en un resultado físico a tra-
vés de la intención consciente, en contraposición a la telepatía men-
tal, en la cual el resultado de la influencia sólo supone pensamientos
internos.
En una serie de experimentos que realizó, se dieron instrucciones
a unos psíquicos para que intentaran influir en la generación de núme-
ros aleatorios, en las secuencias de números aleatorios positivos y nega-
tivos. En definitiva, tenían que intentar inclinar la secuencia de núme-
ros generados al azar en favor de los números positivos, por ejemplo.
En el experimento típico, el generador de números aleatorios
creaba una secuencia de cien acontecimientos binarios (es decir, con
un valor de O o de 1), que se transformaban en una secuencia de 100
destellos de luz roja (cuando el bit era O) y verde (cuando el bit era 1),
y se le daban instrucciones al psíquico para que mentalmente provoca-
ra que hubiera más rojos que verdes (o viceversa). La secuencia de
rojos y verdes se registraba, y se imprimía al final de la sesión.
Dr. Amit Goswami 63

Un buen generador de números aleatorios es una muestra radiac-


tiva, que va liberando lentamente sus productos de desecho (como
pueden ser los electrones), dado que la degradación radiactiva, sien-
do un proceso cuántico, siendo probabilístico, es completamente alea-
toria para un gran número de eventos. Sin embargo, los sujetos de
Schmidt consiguieron influir en esta aleatoria degradación radiactiva
en una cantidad pequeña, aunque estadísticamente significativa, de-
mostrando la realidad de la psicocinesis (Schmidt, 1976).
Pero el experimento de Schmidt del año 1993 es un hito (experi-
mento que replicaron otros investigadores, cómo no), porque en él
introdUjo un nuevo elemento en el experimento. El experimento se-
guía utilizando generadores radiactivos de números aleatorios, con la
diferencia de que la degradación radiactiva, la detección de los elec-
trones, el registro de la información en floppy discs y la generación por
ordenador de la secuencia de números aleatorios se llevaba a cabo días
o, incluso, meses antes de que nadie viera información alguna. El or-
denador imprimía incluso los resultados y, con el máximo cuidado
que nadie haya visto jamás, se sellaban los impresos y se enviaban a
distintos observadores independientes.
Cada uno de ellos, a su vez, sin siquiera tocar los sellos, especifi-
caba aleatoriamente si el sujeto psíquico intentaría lograr más rojos o
más verdes. En la sesión, que se realizaba posteriormente, el psíqui-
co seguía la asignación independiente que el observador había elegido
aleatoriamente, e intentaba influir intencionadamente en la genera-
ción de rojos (o verdes), mientras observaba los datos almacenados en
el ordenador. Más tarde, el observador independiente abría los impre-
sos sellados y verificaba directamente si había una desviación en los
resultados en la dirección elegida. Y, ciertamente, se descubrió un
efecto estadísticamente significativo, cuando las probabilidades eran
de 8.000 contra 1 para que se diera tal resultado (Schmidt, 1993).
¿Cómo deberíamos interpretar este experimento? La interpreta-
ción directa es que tanto la degradación radiactiva como la detección
de los productos de desecho, el registro de éstos y la impresión del
ordenador se encontraban en potencia como posibilidades hasta que
se hizo la observación (por parte del psíquico). Dado que eran sólo
64 La física del alma

posibilidades, cuando el psíquico miró los datos fue cuando pudo in-
fluir en el resultado con su intención. Nada en todo el proceso se con-
virtió en actualidad hasta que se hizo la observación consciente.
Si esta interpretación es correcta, entonces la preinspección de
los datos habría inhibido el posterior esfuerzo de psicocinesis. Y, de he-
cho, se descubrió que éste era el caso cuando se hacía una preinspec-
ción exhaustiva (Schmidt, 1993).
Schmidt repitió su medida en varias ocasiones con diferentes
observadores independientes; y, aunque los experimentos a nivel in-
dividual no siempre dieron como resultado una conclusión inequívo-
ca, sus experimentos demuestran (con la garantía de tres desviaciones
estándar, que, si bien no son los destacados estándares al uso en los
experimentos de física, sí que son compatibles con los realizados en
psicología) que los psíquicos son capaces de influir en eventos radiac-
tivos aleatorios aun observando los datos con una demora temporal y,
por tanto, que las ondas de posibilidad no colapsan hasta que las con-
templa un observador sintiente.
Volvamos de nuevo a la pregunta de por qué no parecemos ser
conscientes de estar creando nuestra propia realidad. Lo cierto es que
rara vez nos encontramos en el estado de consciencia desde el cual se
puede elegir libremente. Este estado de consciencia se da cuando so-
mos creativos, por ejemplo, cuando experimentamos una profunda
compasión por otro ser, cuando nos sentimos inspirados moralmente
o cuando estamos en comunión con la naturaleza. Las tradiciones es-
pirituales denominan a tan exaltadas autoexperiencias con nombres
como Atman (en el hinduismo), el Espíritu Santo (en el cristianismo),
etc. Yo lo denomino yo cuántico, debido a su conexión con la absoluta
libertad de elección de la medida cuántica. El yo de estas experien-
cias es universal, transpersonal, unitivo. En cambio, nuestras expe-
riencias ordinarias están dominadas por nuestros egos, sumamente
personales y condicionados (difícilmente puede haber creatividad al-
guna ahí), en los cuales la libertad cuántica cede el paso a casi un 100
por 100 de condicionamiento, debido a los múltiples reflejos del espe-
jo de la memoria de las experiencias del pasado (Mitchell y Goswami,
1992). De hecho, los neurofisiólogos han descubierto que existe una
Dr. Amit Goswami 65

demora temporal de medio segundo entre el instante en que un sujeto


recibe un estímulo y su informe verbal de la experiencia (Libet et al.,
1979). Ese medio segundo es el tiempo que utilizamos para procesar
los múltiples reflejos del estímulo en el espejo de la memoria. Como
consecuencia de ello, la experiencia principal, e incluso las experien-
cias secundarias, con cierta libertad de elección se convierten en
preconscientes cuando nos identificamos con nuestra memoria, con
nuestro ego.
Pero cada vez que nos escapamos de la identidad-ego, cada vez
que somos capaces de ahondar en el preconsciente, aparece la posibi-
lidad de la libertad. Estoy convencido de que existe una fase en el
proceso de la muerte en la cual la identidad-ego se desvanece sustan-
cialmente. Así, la muerte nos estaría permitiendo a todos, si podemos
permanecer conscientes en el proceso, la oportunidad de vernos como
el creador del mundo: como Dios.

Una nueva visión de Dios

Estaba dando una charla a unos alumnos de instituto sobre ciencia y


ética en Deary, ldaho, y, naturalmente, apareció la pregunta de Dios.
Ahora soy bastante consciente de que no se puede hablar de Dios en
un aula: es un tabú tan grande que incluso The Wall Street Joumal
publicó un artículo sobre el tema. (En mis clases en la universidad
sobre filosofía de la física, hacíamos referencia a Dios como «palabra-
D».)15 Pues bien, cuando pregunté cuántos alumnos creían en la exis-
tencia de Dios, sólo un puñado de jóvenes levantaron las manos. Pero
cuando pregunté cuántos creían que podría existir un principio orga-
nizador, un principio causalmente potente y creativo más allá de la
materia, casi todos los alumnos levantaron las manos.
Así pues, ésta es una de las maneras en que está cambiando nues-
tra idea de Dios. Aunque la imagen tradicional de Dios es la de un

15 En inglés original, existe cierta similitud fonética, que no se da en castellano, entre God, ,Dios»,
y G-word, «palabra-D» IN del T.i
66 La física del alma

emperador sentado en un trono en el Cielo, que reparte recompensas


y castigos por nuestras buenas o malas acciones, ésta es una idea mi-
noritaria desde que las jerarquías religiosas se han visto sobrepasadas
por los avances de la democracia, los movimientos por la igualdad ra-
cial, la igualdad de género, etc. Al menos, en general, la mayoría de las
personas pensamos en Dios como el principio creador que hay tras el
mundo, y ésta es la idea que sostiene también la ciencia dentro de la
consciencia.
Pero hay algunos detalles sutiles que conviene aclarar. Por ejem-
plo, tomemos la consciencia. ¿Acaso la consciencia es sinónimo de Dios?
No, la consciencia es el fundamento del ser; es lo que se llama Divinidad
en el cristianismo y Yahweh (YHWH) en el judaísmo, y el Tao inefable
y absoluto en el taoísmo. Dios entra en el cuadro cuando la consciencia
crea el mundo manifiesto a través de la medida cuántica. Piense en Dios
como el principio creativo, el que elige la actualidad entre las posibilida-
des cuánticas en todos los actos creativos de manifestación.
En cada acto creativo en el que participamos, encontramos al Dios
interior que está en nosotros. En este sentido limitado, somos Dios.
Pero, como individuos que somos, no podemos llegar a comprender el
movimiento de consciencia que se pone en marcha en toda creación a
través de todos los seres sintientes. En ese sentido, no somos Dios. Así
pues, la cuestión se reduce a una paradoja: somos Dios y no somos
Dios al mismo tiempo. Como entendido en cuestiones cuánticas, ¿a
que ya no le sorprende?
Una forma de resolver la paradoja estriba en decir que, en un acto
creativo, nos convertimos en el yo cuántico, que reconocemos nuestra
potencia divina a través de la autoidentidad universal cuántica. El viaje
creativo y espiritual de los seres humanos se puede contemplar, reme-
dando las palabras del filósofo Martin Buber, como una relación yo-tú
(personalmente prefiero la palabra «encuentro» en lugar de relación),
inmortalizada en el mural de Miguel Ángel del techo de la Capilla Six-
tina, en el que Adán y Dios se tienden la mano el uno al otro.
La deificación materialista de la materia se desarrolló en parte
como reacción ante el Dios del Antiguo Testamento como emperador
del Cielo. De hecho, aquel Dios no nos es necesario en nuestra ciencia.
Dr. Amit Goswami 67

Pero Dios es necesario en la ciencia como principio creativo, no sólo


para resolver la paradoja de la medida cuántica, sino también como
principio explicativo de la creatividad en la evolución biológica
(Goswami, 1997), en la sanación mente-cuerpo (Chopra, 1989), etc.
Así, la nueva visión de Dios es una forma de superar los dos dogmas,
el religioso y el científico.

Las definiciones de la vida y de la muerte

¿Sólo puede darse el colapso de las posibilidades cuánticas en conjun-


ción con el cerebro humano? ¿Qué pasa con los animales que tienen
cerebro, o incluso con los que no lo tienen? Parece razonable pensar
que la medida cuántica autorreferencial comienza con la vida, y la de-
fine, en una única célula viva. Una célula viva es autónoma y tiene in-
tegridad propia; se percibe a sí misma como distinta y separada de su
entorno. Tendría sentido decir que las medidas cuánticas dentro de la
célula viva crean la diferenciación entre la vida y su entorno (fig. 2.14).
Antes de la medida cuántica, sólo existe la consciencia y sus posibilida-
des; después, aparece la diferenciación: la vida y su entorno.
Consciencia indivisa
y sus posibilidades

J
Medida cuántica en la célula viva

Vida Entorno

Fig. 2.14. La autorreferencia que surge de la medida cuántica en la célula viva


lleva a la diferenciación cognitiva de la célula viva entre la vida y el entorno.
68 La física del alma

Esta división de la consciencia una en dos seres diferenciados se


hace cada vez más sofisticada a medida que las células forman conglo-
merados de células. Con el tiempo, con el desarrollo del cerebro, ve-
mos el mundo como un sujeto mental diferenciado de unos objetos
con significado.
Así pues, una ciencia basada en la consciencia nos da una defini-
ción clara de la vida. No dudo de que usted sabrá ver las posibilidades
que ofrece una ciencia de este tipo a la hora de resolver algunos de los
recalcitrantes problemas que plantean los modelos materialistas, que
son incapaces de responder a la simple pregunta de «¿qué es la vi-
da?»16 Al definir la vida, la ciencia dentro de la consciencia también
ofrece una definición clara de la muerte; la muerte tiene lugar cuando
la consciencia retira su supervención autorreferencial (su intervención
trascendente) de la materia viva.

16 Con uno excepción. El biólogo Humberto Maturana ha definido la vida como la capacidad para
conocer (como en la escisión sujeto-objetol, pero esta definición está lejos de gozar del consenso
entre los biólogos.
No-localidad y reencarnación: una
displicente conversación con mi esposa

Cuando le conté a mi mujer que estaba pensando en la posibilidad de


elaborar una teoría científica sobre el significado de la muerte y de
ideas tales como la reencarnación, no pareció muy entusiasmada. A
continuación, no obstante, se desarrolló una interesante conversa-
ción, a medida que ella iba entrando en calor.
-¿Es que no has teorizado ya bastante? -me soltó, provocativa.
Mi mujer se refería al hecho de que, hacía poco, yo había publi-
cado un libro sobre la naturaleza de la realidad.
-¡No, porque me resulta muy divertido! -contesté riendo-o Y,
después de todo, tendría una compañía muy estimulante. Alan Watts
(1962) especuló acerca del significado de la reencarnación. Decía que
elegimos los argumentos de nuestras vidas antes de que vengamos a la
Tierra. Y Carl Sagan (1973) solía decir que la CETl, es decir, Commu-
nication with Extraterrestrial Intelligenee, la Comunicación con Inteli-
gencias Extraterrestres, le daría significado a la vida, ya sabes.
Mi esposa sacudió la cabeza, divertida.
-Estás picando muy alto en tus ejemplos de preguntas de signi-
ficado. ¿Acaso te parecen augurios de lo que está por venir?
-Eso es lo que lo hace divertido. De todas formas, ésta es mi
idea. Fred Alan Wolf (1984) dice que la creatividad es no-local en el
tiempo, que lo que ahora es una idea creativa será algo corriente ma-
ñana. ¿No significará esto que, en la experiencia creativa, estamos to-
mando prestadas ideas del futuro?
70 La física del alma

»Recuerda que la no-localidad es uno de esos fenómenos cuánti-


cos que juegan un papel crucial en nuestro nuevo paradigma de la
realidad. Supone una comunicación o una influencia sin intercambio
de señales a través del espacio-tiempo; dicho de otro modo, es una
conexión que no pertenece a este mundo.
-Bueno -me interrumpió mi media naraja-, no me parece que
sea una idea especialmente sorprendente.
-Pero, ahora, prepárate -proseguí, haciendo una pausa inten-
cionada (nunca pierdo la ocasión de intentar impresionarla)-. Imagina
que pudiéramos tomar algo prestado también del pasado. ¿Qué podría
ser?
-Podemos aprender de la historia. Los seres humanos venimos
intentando hacer eso desde que somos capaces de reflexionar sobre
nuestras experiencias, aunque parece que aprendemos despacio, al
menos en lo referente a las grandes lecciones, como la de la guerra.
Su respuesta era predecible (lo cual me complació).
-No, no me refiero a eso -le dije con no poca fanfarria-o Supón
que existen patrones del ser de los cuales se toman prestados los temas
del devenir, del llegar a ser. Cuando tomamos prestado un tema que
no nos resulta familiar, decimos que es creativo; pero, evidentemente,
lo que hoy en día no nos resulta familiar resultará familiar mañana, de
manera que no hay nada que no sea familiar desde una perspectiva
intemporal.
y añadí un tanto precipitadamente:
-¿Te das cuenta? Los temas, en sí, residen en los dominios no-
locales, ¿no?, donde no existe el tiempo, y donde el pasado, el presen-
te y el futuro coexisten. Por tanto, del mismo modo que podemos to-
mar prestado un tema (aunque quizás sería más apropiado decir que
un tema nos toma prestados a nosotros) antes de su tiempo mediante
la creatividad, ¿por qué no vamos a poder tomar prestados temas del
pasado que estén también en los dominios no-locales? La idea del kar-
ma ...
-¡Ajá! -exclamó mi mujer-o El científico reconoce por fin los
límites de su ciencia y regresa a la cosmología esotérica en busca del
significado de la muerte. i De lo más clásico! ¿Quién necesita la física
Dr: Amit Goswami 71

para eso? ¡Pero cuidado! Muchas personas saben más de las teorías
esotéricas del karma y de la reencarnación que tú -dijo con no poco
desdén.
-Espera un momento. Lo estás planteando todo de un modo
clásico y competitivo. Escucha y no me interrumpas -dije-o A la cien-
cia le gusta la simetría, especialmente la simetría temporal. Si el tiem-
po es no-lineal en los dominios no-locales, y si las cosas pueden llegar
hasta nosotros sin señales desde el futuro, también podrán llegarnos
no-localmente desde el pasado.
-No veo defecto en tu lógica, por especulativa que sea -bromeó
ella echándose atrás-o Pero, ¿qué partido le podemos sacar nosotros a
eso?
Complacido con su atención y con el uso que había hecho del
«nosotros», continué:
-Deja que te ponga un ejemplo de algo que en cierta ocasión
escuché. Una mujer tenía un dolor en el cuello para el cual los médi-
cos no encontraban una causa física, y los psiquiatras también habían
certificado su salud mental. Entonces acudió a un terapeuta de vidas
pasadas que, hipnóticamente, la hizo regresar a sus vidas anteriores.
De modo que, mientras estaba recorriendo el sendero de siglos de re-
cuerdos, sintió de pronto un asfixiante dolor en el cuello y experi-
mentó el fin de una vida en la cual había muerto en la horca. Cuando
volvió del trance hipnótico, el dolor del cuello se le había ido, y ya
nunca más le volvió a doler.
Mi mujer se echó a reír.
-¡Cómo has cambiado en dos décadas! ¿Es que no te acuerdas
de tu propia experiencia de regresión a una vida pasada?
Mi esposa se refería a un incidente que tuve a mediados de la
década de 1970 y que compartí con ella. Yo acababa de dejar el campo
de la física nuclear y estaba buscando a tientas nuevos intereses en
otras áreas de la física cuando vino hasta mí alguien que se declaraba
terapeuta de regresiones a vidas pasadas. Me convenció para hacer
una regresión, y uno de los episodios que recordé trataba de las gran-
des y jugosas aventuras sexuales de las que había disfrutado supuesta-
mente en el siglo XII. Pero, por desgracia, también tuve la sensación
72 La física del alma

clara de que yo mismo estaba elaborando inconscientemente toda la


escena, de que aquello era producto de mi fantasía. Esta sensación in-
fluyó notablemente mi visión del resto de la experiencia, lo cual le
daba un sentido psicológico, de manera que me resultó útil.
-Eso fue hace veinticinco años -contesté-o Los datos sobre las
terapias de regresión son mucho mejores ahora. Y también dispone-
mos de una nueva visión del mundo y de una nueva ciencia para ex-
plorarlos.
-Lo sé, lo sé -dijo mi mujer sin dejar de sonreír.
-Y, por otra parte, no lo olvides, El libro tibetano de los muertos
es correcto ...
- y tu trabajo es demostrarlo -terminó la frase mi mujer riéndose
entre dientes-o Lo siento -se echó a reír abiertamente-, pero por mo-
mentos pareces el científico solitario, galopando al rescate de la reen-
carnación, conmigo cabalgando a tu lado, como tu fiel explorador.
Aquello me hizo reír.
-Es una imagen divertida, lo admito. Pero si recordamos que la
reencarnación es un intento por explicar las experiencias reales que
tiene la gente, tendremos que respetar el esfuerzo al menos. Tengo un
amigo, llamémosle Paul, que es un hombre sumamente inteligente,
realista, profesor prestigioso, con todas las credenciales: con su docto-
rado, director de un instituto y todo eso. Él opinaba, al igual que yo,
que la reencarnación era absurda. Pero entonces tuvo una serie de
experiencias de «vidas pasadas» en las cuales un par de monjes budis-
tas, uno del siglo XI y otro del XIII, le instaban a desarrollar su vida es-
piritual. ¿Qué puede hacer un pobre académico con una experiencia
como ésa? Son demasiadas las personas que, a lo largo de la historia,
han contado haber tenido experiencias como ésa; demasiadas como
para pensar que todas se engañaban a sí mismas; y muchas de ellas,
como mi amigo, eran personas respetadas, personas con los pies en el
suelo. Es un enigma que me desconcierta y me fastidia.
»Y entonces tuve una intuición: ¿y si desechamos algunas de las
creencias periféricas acerca del alma y todo eso y reformulamos las ex-
periencias sobre la reencarnación en términos de temas no-locales del
pasado que compartimos en el presente con una persona del pasado,
Dr. Amit Goswamí 73

como los fotones de Aspect, sólo al otro lado del tiempo? ¿Qué pasaría
entonces?»
Me refería al experimento clásico del físico francés Alain Aspect,
en el cual había demostrado que unos cuantos de luz vinculados, los
llamados fotones, se influían mutuamente a través del espacio sin
intercambiar ningún tipo de señal.
-¿Qué pasaría entonces? -repitió mi mujer- Haré el papel de
abogado del diablo en nombre de la ciencia. ¿Qué evidencias tienes?
-Como teórico, no demuestro las cosas empíricamente por mí
mismo, pero puedo citar evidencias aportadas por otros. El doctor Ian
Stevenson, del Centro Médico de la Universidad de Virginia, es un
investigador de la reencarnación serio y respetado. Y él dispone cier-
tamente de algunos datos intrigantes de niños que recuerdan sus vi-
das pasadas, datos que son muy resistentes a cualquier explicación
que no sea la de la reencarnación. Después, están los datos sobre ex-
periencias cercanas a la muerte, que también apuntan a la no-locali-
dad cuántica.
-Supongo que sí pero, francamente, me generan ciertas dudas.
-Bien, simplemente estoy intuyendo, pero tendría sentido que,
si la creatividad es recordar una idea del parque temático no-local
antes de su época, lo mismo puede ocurrir con el karma, o las causas
que nos atormentan desde el pasado a través del mismo ámbito de
temas no-locales.
-Amit, me parece que estás cavando tu propia tumba. Te has
esforzado mucho intentando refutar el determinismo, y ahora parece
que estés diciendo que el karma del pasado determina nuestra vida.
Eso es peor que el determinismo con todas sus variables ocultas. No
es sólo un vino viejo en una botella nueva, sino que es un vino picado,
echado a perder.
Mi esposa se refería a los intentos científicos por justificar la no-
localidad cuántica postulando que las variables ocultas (desconoci-
das) eran las «verdaderas» responsables de las rarezas cuánticas. La
existencia de tales variables, que podrían salvar las creencias materia-
listas, había quedado descartada con los experimentos de Aspect y de
otros investigadores.
74 La física del alma

-Pero olvidas una cosa, cariño. Yo no estoy aceptando necesa-


riamente la interpretación popular del karma. El asunto del parque
temático no-local es como el hombre invisible de H. G. Wells. No tiene
forma manifiesta hasta que le damos forma, y se la damos viviéndolo.
Es la persona que experimenta, que siente, la que le pone la ropa al
hombre invisible.
-Entonces, ¿por qué no le pones ropa a las experiencias de tu
amigo con los monjes budistas?
-De acuerdo -dije no sin cierto deleite-o Vamos de compras a la
tienda de ropa del parque temático no-local. Pongamos que existieron
dos aspirantes zen en el pasado que dejaron cosas sin terminar en su
trabajo espiritual, y que ése es un tema en el parque temático no-local;
dejaron cosas sin terminar porque no lograron una manifestación sa-
tisfactoria del tema.
-¡Bien! -dijo mi esposa con un suspiro de fingida admiración-o
Tienes una increíble imaginación.
Haciendo una reverencia de gratitud, continué:
-Ahora supón que esos muchachos estaban teniendo una expe-
riencia precognitiva vinculada no-localmente con mi amigo. Esos mu-
chachos del pasado influyeron no-localmente en el destino espiritual
de Paul.
Cuando la consciencia estaba colapsando posibilidades del even-
to vinculado en aquellos muchachos de tiempos pasados, se cerró tam-
bién la experiencia de mi amigo en el futuro, salvo por el hecho de que
estaría en el limbo durante unos cuantos siglos.
-No comprendo -dijo mi mujer frunciendo el ceño.
-¿Te acuerdas del experimento de Aspect? -pregunté, y esperé
hasta que afirmó con la cabeza-o Si dos fotones están vinculados y la
función de onda de uno se colapsa, la función de onda del otro tam-
bién se colapsa; su posibilidad se convierte en certeza, con indepen-
dencia del momento en que el experimentador observe realmente el
estado del segundo fotón. ¿Lo entiendes?
-De acuerdo, ya lo capto. Entonces, cuando tu amigo tuvo aque-
lla experiencia, estaba experimentando espontáneamente aconteci-
mientos predestinados.
Dr. Amit Goswami 75

-Exacto. Evidentemente, el caso de mi amigo no es habitual. Lo


que sí creo que es más habitual es que los moribundos, en el momen-
to en que ven los flases de su vida en el cielo de su mente, comparten
de manera no-local la historia de su vida con sus posteriores encarna-
ciones, en el momento en que éstas nacen. Esto es más probable por-
que la muerte y el nacimiento son momentos especiales en los que el
ego se diluye. Las intenciones conscientes que generan vinculaciones
no-locales entre las personas son potentes en esos momentos. El psi-
quiatra Stan Grof ha descubierto multitud de evidencias sobre el re-
cuerdo de esas memorias de reencarnaciones mediante el uso de lo
que el llama respiración holatrópica. ¿Hasta dónde llegan sus reser-
vas, señora abogada del diablo? ¿No he cruzado todavía el umbral de
sus reservas?
-No, estoy intentando captar el espíritu del asunto. No había
disfrutado tanto con un cuento desde que me sentaba en las rodillas
de mi abuelo.
Me eché a reír.
-Bueno, en ese caso, deja que te cuente algo más. Ya dije antes
que esos otros chicos del pasado de Paul estaban influyendo en la vida
de Paul. Pero lo que no podemos decir es que no fuera el mismo Paul
el que iniciara todo ese proceso de influencia mutua.
Ahora, mi mujer parecía intrigada. Continué:
-Un filósofo llamado Brier se inventó una interesante historia:
imagina que alguien conspira para matar a un amigo tuyo poniendo
una bomba de relojería en el cajón de su escritorio mientras está fuera
comiendo. Y resulta que tú entras en el despacho de tu amigo, des-
pués de que el asesino ha puesto la bomba, para tomar prestado un
lápiz; abres el cajón del escritorio y ves la bomba, programada para
estallar en el plazo de una hora; pero, de repente, te llaman para que
acudas urgentemente a otro sitio debido a una emergencia. Evidente-
mente, tú intentas llamar a tu amigo al restaurante para advertirle
de la bomba, y también intentas llamar a los artificieros de la poli-
cía. Pero, desgraciadamente, absorbida en tu propio apuro, te olvidas
de llamar hasta mucho más tarde. Claro está que tienes la esperan-
za de que tu amigo no haya vuelto a la oficina después de la comida, y
76 La física del alma

esperas que siga vivo; pero resulta que volvió a la oficina y ha muerto.
¿Puedes hacer algo?
»Si tú sabes algo de no-localidad cuántica y de causación hacia
atrás, entonces sí que podrás hacer algo. Gritas en tu mente la necesa-
ria advertencia a tu amigo y esperas que la capte (que «escuche» tu
advertencia) a tiempo para salvarse. Pero él sólo puede captarla creati-
vamente o precognitivamente, para lo cual existe una posibilidad pe-
queña, pero finita. Es bastante más probable, cómo no, que tu adver-
tencia llegue demasiado tarde, y que tu amigo salte por los aires hecho
pedazos. Así pues, aunque es bastante más probable que aquellos aspi-
rantes zen de hace siglos iniciaran la serie de experiencias que tuvo
Paul, no podemos descartar que el mismo Paul haya sido quien invo-
cara al pasado, a sus vidas pasadas.
-¿Estás diciendo que el futuro puede cambiar el pasado? Dime,
mi impetuoso pionero de tierras ignotas, ¿estás pretendiendo poner
patas arriba la relatividad de Einstein? ¿Es que no respetas nada?
- ¡Claro que lo respeto! Einstein viene a ser el arquetipo de Dios
para los físicos. Probablemente no lo sepas, pero las ideas que tenía
Einstein acerca de la existencia son muy similares a las que yo estoy
proponiendo.
-¿De verdad? Nunca dejas de sorprenderme-dijo la mujer a la que
amo, aunque no podía saber si estaba fingiendo su admiración o no.
-Es verdad. Einstein tenía una perspectiva muy interesante acer-
ca de la muerte. Él mantenía que el pasado, el presente y el futuro
existen, en cierto nivel, simultáneamente, aunque el viaje en el tiempo
al pasado está prohibido para una persona de una franja temporal a
otra. Cuando murió su querido amigo Michelangelo Besso, Einstein
consoló a la viuda de Besso diciendo exactamente eso: «Para nosotros,
físicos convencidos, la diferencia entre pasado, presente y futuro es
sólo una ilusión, aunque una ilusión persistente». Quizás Einstein in-
tuía que las personas viven y permanecen en sus respectivas franjas
temporales; lo único que hago yo es darle más comprensión científica
a esa intuición. Las personas viven y permanecen en diferentes encar-
naciones que son posibilidades vinculadas que cruzan de un lado a
otro las franjas temporales. ¿Comprendes?
Dr. Amit Goswami 77

-Lo estoy intentando, lo estoy intentando -dijo mi querida es-


posa, con el ceño fruncido por la concentración.
-Pero recuerda, mi querida escéptica, todos los incidentes vin-
culados del pasado y del futuro son coincidencias acausales. El signifi-
cado e¿ te acuerdas?, se trata del significado de la muerte) se halla en la
mente del que experimenta, del que vivencia, en la consciencia indivi-
dual concreta que sintoniza con algo del parque temático no-local, en
ese melodrama específico de la persona. Y esa persona es libre de hacer
caso omiso de cualquier experiencia no-local, de descartarla como una
alucinación, o bien de tomársela en serio como una oportunidad de
crecimiento. Los niños, que tienen una mentalidad relativamente
abierta, lo hacen; pero los adultos no suelen hacerlo. Y esto no supone
violación alguna del mundo causal, donde reina la relatividad.
-¡Eres un grandísimo proveedor de respuestas ... y un zalamero!
-No, mi amor. Simplemente, he renunciado a tener miedo de
hacerme preguntas, a cualquier pregunta. Volviendo al significado,
espero que hayas comenzado a ver una especie de jerarquía entrelaza-
da entre los acontecimientos del pasado, el presente y el futuro. No es
una jerarquía simple, donde los acontecimientos del pasado tienen su
efecto en el presente, y los del presente tienen su efecto en el futuro;
más bien, se afectan unos a otros hasta formar una red de aconteci-
mientos entretejidos. Es posible que cada conexión no-local refuerce
la probabilidad de otra conexión posterior, y así sucesivamente.
Poniéndose la mano en la frente, mi esposa se burló de mí con
una magnífica dramatización:
-No creo que pueda aguantar más. Me da vueltas la cabeza ...
-Mira, es la ambigüedad la que te está provocando eso ... -insistí
riéndome-o Así pues, en vez de determinismo, lo que tenemos es bastan-
te creativo y novedoso, es una oportunidad para que aparezca un nuevo
orden a partir del caos creativo. ¡Tenemos toda la libertad del mundo a
la hora de ponerle ropa al hombre invisible! ¡Gloria, aleluya! Por lo que
se refiere a la consciencia, el universo no deja de ser creativo.
-Entonces, ¿la creatividad es el epítome de la muerte?
-Sí. Dentro de la rueda del karma, la creatividad exterior, nues-
tras artes y nuestras ciencias, es lo mejor. Y cuando la creatividad se
78 La físíca del alma

dirige hacia dentro, la creatividad interior, podemos incluso escapar


de la rueda del karma. Si morimos conscientemente, en el instante de
la muerte podemos ser capaces de reconocer la naturaleza ilusoria de
toda experiencia; incluso los temas, la creatividad incluida, son ilusio-
nes que crea la consciencia como en un juego. Reconocer eso es lo que
las personas llaman liberación. Después de eso, cesa la identificación
con los temas; ya no hay más renacimiento.
-Estoy de acuerdo con todo eso; es con tu teoría científica con
lo que tengo problemas. ¿Acaso hay alguien más que sustente esta loca
teoría?
-Bueno, Seth dijo algo parecido acerca de las influencias mutuas
entre nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.
-¿Quién es Seth?
-Un ser desencarnado, supuestamente de otro plano, que habla-
ba a través de Jane Roberts, una médium y escritora ya fallecida.
-¡Un alma desencarnada! -ahogó un grito mi querida esposa-o
¡Amit, si esto sale fuera, tus colegas científicos te van a destripar! ¡Te
van a crucificar por divertirte tanto!
-Piensa de manera no-local, mujer. Bien, quizás tengas razón
acerca de la reacción de mis colegas. Pero, por suerte, mis colegas de
la ciencia dura no leen libros populares, y mucho menos sobre la reen-
carnación.
-Lo que quiero saber es si escribes todo esto porque es tu karma
o porque es una elección creativa. ¿Qué es lo que se está manifestando
en estos momentos, temas no-locales del futuro o del pasado?
-¿Y por qué no ambas cosas? Pasado, presente y futuro se entre-
mezclan, se funden, componiendo esa estremecedora consciencia -sus-
piré con una voz adecuadamente ronca, mientras me inclinaba hacia
ella-, que quiere cambiar de tema ... para pasar a hablar de amores.
-Debes de estar de broma -resopló mi mujer-o Tengo dolor de
cabeza. Ése es tu karmaY

17 Karmuppance en el original inglés. Se trata de un término sánscrito que vendría a equivaler a


la frase .10 que siembras, cosechas>. Lo hemos traducido como <karma> par sus connotaciones.
IN del T)
La ventana no-local: interpretar El libro
tibetano de los muertos en términos
modernos

Espero que el anterior capítulo haya despertado su curiosidad acerca


de la no-localidad cuántica como vehículo explicativo para los datos
acerca de la reencarnación. En este capítulo, seré más formal para
construir tal vehículo.
El mundo en su totalidad está compuesto por las diversas formas
e identidades de la consciencia y sus interacciones. Todos los fenóme-
nos, todas las cosas, todos los acontecimientos, expresan este juego
de la consciencia. Los juegos más obvios son los modos de movimien-
to de la materia y de la mente, nuestros pensamientos. Pero, si ob-
servamos con atención, podremos ver otro movimiento en juego: los
modos de movimiento que subyacen a la vida manifiesta, lo que
los orientales llaman prana, chi o ki, lo que usted siente a veces en su
cuerpo después de un buen masaje, o cuando se encuentra bajo el
hechizo de emociones poderosas, y que usted quizás llame energía
vital. Sin embargo, todo esto existe en la consciencia y forma los ob-
jetos físicos, los objetos mentales y los objetos vitales que experimen-
ta la consciencia.
Evidentemente, existen diferencias cualitativas entre las expe-
riencias de los objetos físicos, los mentales y los vitales. Esto se debe
a que surgen de contextos diferentes. La consciencia emplea un me-
so La física del alma

diador, un campo interpretativo para manifestar sus formas de las


ideas físicas y vitales, así como el significado mental de sus experien-
cias. Este campo está compuesto por contextos, es decir, las leyes y los
principios que dirigen el movimiento de los objetos físicos, vitales y
mentales.
Conviene entender bien aquí la diferencia existente entre contex-
to, significado y contenido. El significado léxico es el significado o los
significados que asignamos a las palabras en sí. En cambio, el signifi-
cado subjetivo de una palabra cambia con el contexto. Si usted toma la
frase «todos morimos» y la compara con esta otra, «muere antes de
morir», el significado de «morir» en la primera frase ha cambiado en
la segunda debido a que el contexto es diferente.
El contenido lo forman los detalles, la historia real. El contenido
de dos historias puede ser diferente, pero su significado puede ser el
mismo. Las novelas románticas son así; en dos novelas románticas po-
demos encontrar diferentes personajes, diferentes acontecimientos y
diferentes escenarios, pero los significados que transmiten son siem-
pre los mismos. Esto se debe a que el contexto es algo fijo: ver el amor
como un evento romántico.
¿Qué contextos utiliza la consciencia para operar con los objetos
materiales no vivos? Conocemos ya la mayoría de estos contextos. Son
la fuerza, la energía, el impulso, la carga eléctrica, etc.; son contextos
que están definidos por las leyes matemáticas de la física (como las de
la mecánica cuántica y la de la ley de la gravedad) y sus derivados.
Pero los contextos para las manifestaciones en la vida y en la mente
son más sutiles, más oscuros, en parte porque se han investigado muy
poco. Aun así, estos contextos existen, sin duda alguna.
Platón enumeró algunos de los contextos de las manifestaciones
mentales: la verdad, la belleza, el amor o la justicia. Podemos conside-
rarlos temas de la consciencia, idea que ya introdujimos en el capítulo
anterior. Y no es difícil ver la relevancia que tienen estos contextos en
las operaciones de la mente. Nuestra mente evoluciona en fases alter-
nas de creatividad y homeostasis. Siendo niños, teníamos estallidos
creativos cuando descubríamos nuevos contextos de la vida; y, entre
estallido y estallido, explorábamos los significados de los distintos
Dr. Amit Goswami 81

contenidos aprendidos. Podemos ver sin grandes dificultades, espe-


cialmente en los recuerdos de la infancia, el juego de contextos tales
como la belleza y el amor en el modo en que se expresa nuestra propia
creatividad, en cómo la búsqueda de la verdad y de la justicia impreg-
na nuestra vida.
Una forma bastante común que tenían en la Antigüedad de re-
presentar los contextos de los movimientos de la mente y de la vida
respectivamente era asociándolos con los dioses o las diosas y con los
demonios, diablos o diablesas. Todas las culturas han estado haciendo
esto durante milenios.
Existen panteones de dioses en la cultura egipcia, en la india, en
la griega, la romana, la celta y la maya. Algunas religiones reemplaza-
ron a los dioses con la idea de los ángeles, pero cumplían funciones
similares. En otras culturas, como la tibetana, se representó a los de-
monios como a dioses violentos.
Pero, aparte de los arquetipos platónicos, de los dioses y los de-
monios, existen otras formas de ver los contextos del procesamiento
mental. Uno de ellos es el de los arquetipos junguianos, como el del
héroe, el tramposo, etc. Qung, 1971). El viaje del héroe comienza con
una búsqueda en la cual el héroe abandona el hogar. Después, el hé-
roe, a través de una elevadísima creatividad, encuentra la respuesta a
su búsqueda y regresa para darle a la sociedad la sabiduría de la reve-
lación. Buda y Moisés son importantes ejemplos de aquellos que han
vivido el contexto del héroe, pero muchos de nosotros podemos reco-
nocer el mismo contexto expresado en partes sustanciales de nuestra
propia vida.

La mónada o sutratman

Cada dios o demonio representa un contexto o tema específico de la


consciencia, y expresa un aspecto y un atributo específicos que tienen
una correspondencia con algún movimiento o movimientos de la
mente o de la vida. En cambio, los seres sintientes manifiestan mu-
chos temas. Algunos idealistas (como, por ejemplo, los teósofos) ima-
82 La física del alma

ginan otro tipo de ser contextual al que llaman mónada, que represen-
ta combinaciones y confluencias de temas Oudge, 1973).
En el desarrollo de una teoría científica de la reencarnación, la
primera idea que tuve fue que las distintas encarnaciones de cada ser
humano eran las expresiones inmanentes de los distintos temas de una
mónada humana trascendente y universal. Tenemos más de una en-
carnación porque existen muchos temas, y es imposible aprenderlos y
vivirlos plenamente en una sola vida. Las encarnaciones continúan
hasta que cada uno de nosotros completa la manifestación de todos los
temas de la mónada humana. Como explica Rabbi Simeón ben Yohai
en El Zohar,18 «Las almas [mónadas] deben volver a sumergirse en la
sustancia absoluta de donde emergieron. Pero, para alcanzar este fin,
tienen que desarrollar todas las perfecciones, el germen de las cuales
está puesto en ellas; y si no cumplen con esta condición dentro de una
vida, tienen que comenzar otra, una tercera y así sucesivamente».
La mónada es similar al concepto hindú de sutratman. La palabra
sánscrita sutratman se traduce literalmente como «vida hilo», el hilo
de oro de los contextos trascendentes sobre los cuales todos los cuer-
pos encarnados inmanentes de cada ser humano se enhebran como
perlas en un hilo.
Curiosamente, en la mitología griega y romana también aparece
la idea del hilo que se devana, hilo que guarda relación con la vida y la
muerte. Hay una tríada de ancianas que hilan: las Moiras. Cloto es la
custodia del nacimiento, que devana el hilo de la vida en su rueca.
Láquesis, que recoge el hilo y determina su longitud. Y Átropo, la cus-
todia de la muerte, que corta el hilo.
Hay personas que no tienen claro el concepto del alma porque,
según indican, hay más personas ahora de las que ha habido en toda la
historia, y se preguntan si esto no entraría en conflicto con algún tipo
de conservación de las almas. Pero si las almas son simplemente con-
textos, y no cosas, no hay ninguna necesidad de tales cuentas.
Observe que el individuo humano, definido de esta forma, tiene
tanto un comienzo finito como un final finito. El comienzo finito no

18 Ediciones Obelisco. Barcelona, 2006.


Dr. Amit Goswami 83

debería sorprendernos; sabemos que la vida, en sí misma, tiene un co-


mienzo finito. El final finito también es bien conocido en la literatura
espiritual. Se le denomina liberación.
Al principio, cuando esta imagen tomó forma en mi mente, me
sentí satisfecho con ella: nada de almas dualistas, nada de contar al-
mas. Llegué a convencerme de que las mónadas, vistas como ubica-
ción de contextos humanos, eran las «almas» que reencarnan. Poco
me imaginaba entonces que esto no era más que una parte de una
historia mucho más grande.

Las mónadas como «almas» que reencarnan

Muchos somos los que intuimos que no somos únicamente un cuer-


po, sino también un alma. En nuestras experiencias vitales culminan-
tes, todos somos capaces de sentir esta alma (por ejemplo, cuando
decimos «me han roto el alma»). Según el pensamiento anímico con-
vencional, se supone que esa alma sobrevive y escapa del cuerpo
cuando morimos. En función de la situación kármica, el alma reencar-
na después en otro cuerpo.
Ahora, acrecentemos esta plática del alma con el concepto de la
mónadalsutratman, tal como se enunció en la sección anterior. Su-
ponga que el propósito de su vida es vivir los contextos o los temas
que representa la mónada humana (los temas son los mismos para
todos los seres humanos). Así, cuando algo resulta satisfactorio para
el alma, usted está viviendo el contexto de forma adecuada, está cum-
pliendo con su destino. Si usted, por otra parte, no tiene éxito a la
hora de manifestar y de vivir los temas de su mónada plenamente en
una sola vida, se le dará otra oportunidad en otra vida.
Parafraseando al filósofo y sabio indio Sri Aurobindo, la necesi-
dad fundamental de nuestra vida encarnada es buscar una creatividad
infinita sobre una base infinita.
Pero el cuerpo físico, la base, por la misma naturaleza de su or-
ganización, limita la creatividad. Con el fin de continuar nuestra bús-
queda de creatividad, la única opción que tenemos es cambiar el cuer-
84 La física del alma

po físico cada vez que sea necesario. Éste es el significado de la


reencarnación.
Observe que no es necesario describir a la mónada como una en-
tidad (el alma) que abandona un cuerpo moribundo para entrar en
otro cuerpo que está naciendo. Más bien, podemos decir que dos vidas
están conectadas a través de la reencarnación porque reflejan una con-
tinuidad del modo en que la esencia, el grupo de temas que es la mó-
nada, se manifiesta. En cierto sentido, es la mónada la que nos vive, la
que nos conecta con nuestras distintas reencarnaciones, pero la móna-
da no es una entidad, no es algo hecho de energía, ni siquiera de infor-
mación, ni ningún otro modo de ser material. Es el contexto en torno
al cual la consciencia procesa la energía y la información de una vida.
En el proceso de nuestro devenir vital, se genera el contenido, pero
siempre en torno a estos contextos.
Sin embargo, nos encontramos con un problema. ¿Cómo conec-
tan entre sí dos vidas diferentes, siendo una la reencarnación de la
otra? ¿Cuál es exactamente la naturaleza del sutra, el hilo del sutrat-
man que enlaza una encarnación con otra en una misma persona? Fí-
jese bien, uno no precisa necesariamente de una explicación aquí. Se
puede ver como parte del movimiento de la consciencia que se mani-
fiesta como creatividad en las experiencias creativas. Pero entonces
estaríamos pasando por alto el proceso creativo en la muerte: la muer-
te como experiencia transformadora.
Vamos a ver este asunto desde otro ángulo. La mayoría de noso-
tros nos sentimos incómodos con la reencarnación debido a que no
podemos creer en una continuidad del contenido de nuestro ego. El
contenido del ego está ligado, así pues, a nuestro cerebro-cuerpo, a la
experiencia encarnada particular, que tiene mucho más sentido que
la idea de que el ego y los recuerdos sobre los cuales opera se destru-
yen cuando muere el cuerpo. Por tanto, digamos que sólo sobrevive la
esencia, la mónada, tras la muerte. Pero entonces se nos plantea una
paradoja. Gran parte de los datos de los que disponemos acerca de la
reencarnación, gran parte de los buenos datos que tenemos, se refieren
a personas que recuerdan sus vidas pasadas, se refieren al contenido
del ego.
Dr. Amit Goswami 85

Afrontémoslo. Si el asunto de la reencarnación se limitara a las


mónadas, o a los contextos esenciales, no habría manera de saber na-
da acerca de la reencarnación (salvo por intuición). Lo cierto es que
todos vivimos los mismos contextos básicos (es decir, la maravilla de
ser un individuo humano), si bien la confluencia particular de contex-
tos difiere de vida en vida y de individuo en individuo. El concepto de
mónada tiene sentido, pero de ningún modo puedo decir que recuer-
do el contenido del ego de una vida pasada de mi propia mónada; la
mónada, tal como se define aquí, no puede hacer registros de vidas
encarnadas, porque es inmutable.
Parece una paradoja. Escuche al filósofo Ken Wilber como lidia
con esto:

Es el alma [mónada), y no la mente, la que transmigra. De ahí que el


hecho de que la reencarnación no se pueda demostrar apelando al recuer-
do de vidas pasadas es exactamente lo que cabría esperar: los recuerdos
concretos, las ideas, los conocimientos, etc., pertenecen a la mente, y no
transmigran. Todo eso queda detrás, con el cuerpo, en el momento de
morir. Quizás unos cuantos recuerdos concretos puedan escabullirse de
vez en cuando, como en los casos registrados por el profesor Ian Steven-
son y otros, pero se trataría más bien de la excepción más que de la regla.
Lo que transmigra es el alma, y el alma no es un conjunto de recuerdos,
de ideas y de creencias (Wilber, 1990).

El problema de Wilber es evidente. Es el alma [la mónada] la que trans-


migra; en esto estoy de acuerdo con Wilber. Sin embargo, los datos de
Jan Stevenson tratan de recuerdos de vidas mentales pasadas, de con-
tenidos. Si fuéramos lo suficientemente astutos, filosóficamente ha-
blando, tendríamos que reconocer que los datos de Stevenson (véase el
capítulo 5) no demuestran la reencarnación. Y, sin embargo, los datos
son buenos; Stevenson se ha ganado nuestro respeto. De modo que
Wilber se equivoca al conceder que unas cuantas experiencias menta-
les puedan «escabullirse» y transmigrar de vez en cuando junto con la
mónada. Perdona, Ken, eso no tiene sentido. En realidad, ni siquiera
parece necesario el concepto de transmigración de la mónada.
86 La física del alma

Así pues, vamos a aceptar un riesgo intelectual y vamos a ver si


podemos darle sentido al modelo oriental de reencarnación, que sin
duda parece dualista en su forma original (ya que utiliza imágenes que
se pueden interpretar como de transmigración del alma), el modelo
conocido como Bardo Thodol, traducido como El libro tibetano de los
muertos.

El libro tibetano de los muertos interpretado en


términos modernos

Hubo dos ideas que, en un principio, me ayudaron a reconciliar Elli-


bro tibetano de los muertos con mi escepticismo científico. La primera
fue la idea de la mónadalsutratman, la ubicación trascendente de los
contextos que recorre el hilo de nuestras distintas encarnaciones. La
segunda fue la no-localidad cuántica. Asumí que la descripción tibeta-
na de los bardos en la muerte (al menos, tal como aparece en la traduc-
ción al inglés de Evans-Wentz, 1960) es engañosa, porque atribuía
conceptos del mundo material al mundo del alma: el alma como cuer-
po dual, muy similar al cuerpo material, moviéndose por senderos es-
paciales, precisando de tiempo físico y todo eso. Más bien, convendría
que reenmarcáramos las experiencias de los bardos de la muerte como
experiencias no-locales del estado de consciencia no ordinario que se
da en el momento de la muerte. (Conviene saber que la palabra tibeta-
na bardo significa «transición», no significa lugar.)
El momento de la muerte nos ofrece la oportunidad de pasar por
una experiencia creativa de inspiración, pero el tipo de experiencia o el
tipo de inspiración que tengamos dependerán de nuestra preparación.
Si estamos preparados, la inspiración será la de la experiencia del cuar-
to bardo, una apertura a la luz resplandeciente, la inspiración de que
«mi verdadera identidad es una con el todo; yo soy eso». Naturalmente,
con esta inspiración, consigo liberarme, mi carga kármica se desvanece.
y este momento puede ser eterno porque está fuera del tiempo.
Si no estoy preparado para este reconocimiento creativo de libe-
ración del cuarto bardo, aún me quedará la oportunidad de la inspira-
Dr. Amit Goswami 87

ción. Quizás reconozca mi identidad con los dioses pacíficos o coléri-


cos, una identidad que me liberará de cualquier reidentificación
inmediata con otra encarnación física. Esta inspiración puede llevar-
me a lo que se denomina popularmente como Cielo, pero no se trata
de una morada eterna en modo alguno. Aún no soy totalmente libre.
Con el tiempo, quizás intuya mi situación particular con respec-
to a la mónada humana (a los contextos que he vivido y a los que se
supone que tengo que vivir), y sincrónicamente, en parte en el tiempo
no-local y en parte en la temporalidad, quizás tome conciencia de
cómo esta identidad-mónada esté renaciendo en un feto recién conce-
bido o incluso comparta conciencia con él en los primeros años de su
vida (evidentemente, para el recién nacido, la experiencia vinculada
permanecerá en potencia todavía durante un tiempo).
Si estoy muriendo en un estado de consciencia especial, teniendo
tal inspiración, seré directamente consciente de que el niño que está
creciendo está vinculado conmigo (al modo de la mecánica cuántica),
porque la consciencia colapsa de vez en cuando la misma actualidad
en el niño y en mí (véase la figura 2.12). En este caso, estaré compar-
tiendo la vida del niño, que es un atisbo de mi futura reencarnación.
Del mismo modo, quizás el niño comparta los recuerdos de mi vida en
potencia, que se podrán actualizar más tarde cada vez que resplandez-
can en mi mente. Y, cómo no, en la inmensa mayoría de los casos, lo
que cabrá esperar es que el niño esté tan distraído con los procesos y
los patrones del ego en desarrollo como para no prestar casi atención
a los procesos que podrían revelar experiencias de la vida pasada. Pe-
ro, aun en el caso de que el niño no preste ninguna atención en parti-
cular a estos atisbos de sus vidas pasadas durante el desarrollo del ego,
la experiencia permanecerá en su memoria, y podrá recuperarse más
tarde (como en las sesiones de regresión a vidas pasadas con un tera-
peuta bien entrenado).
Así, en los dominios manifiestos donde vivimos, las distintas
reencarnaciones de una única alma parecen bastante inconexas. Pero
por detrás del escenario, están conectadas por el hilo de la no-locali-
dad cuántica y los temas del sutratman en los dominios de la cons-
ciencia trascendente. La consciencia colapsa sincrónica e intenciona-
88 La física del alma

damente posibilidades vinculadas en los acontecimientos actuales de


las vidas encarnadas de la persona. La vinculación se extiende tanto
hacia el pasado como al futuro; sin embargo, tenemos que recordar
que el futuro vinculado sólo existe como posibilidades, si bien posibi-
lidades definidas. Es la misma situación que la que observamos en los
fotones vinculados de Aspect. Si un experimentador observa a un fo-
tón, colapsando así su estado, el otro fotón vinculado adquirirá inme-
diatamente este estado, aunque permanecerá en potencia, es decir, no
será experimentado, en tanto que otro observador no lo mida.
y no es necesario suponer que esta ventana no-local que nos co-
necta con nuestras distintas encarnaciones se abre únicamente en los
momentos del nacimiento y de la muerte. La «ventana» no-local está
abierta en todo momento; lo que ocurre es que, cuando nos identifica-
mos con nuestro ego, no nos preocupamos de ella; no podemos pre-
ocuparnos de ella. El momento del nacimiento y el momento de la
muerte son (potencialmente) momentos en los que el ego se desvane-
ce (o, al menos, se desvanece hasta donde somos capaces de llegar), de
tal modo que es entonces cuando disponemos de la mayor de las opor-
tunidades para percibir nuestra conexión no-local con nuestras otras
encarnaciones. Pero la ventana abierta se puede atisbar también en
otros momentos de gran intensidad, como en un trauma.
El filósofo Michael Grosso (1994) piensa de forma similar cuan-
do nos insta a explorar el mundo que viene después de la muerte. La
ventana no-local está abierta si no estamos cerrados a ella por causa
del ego; así, se dice que uno de los signos de la liberación es el recuer-
do espontáneo de las experiencias de vidas pasadas.
Desde este punto de vista, ¿forman la vida y la muerte una matriz
continua? Sí y no. No, porque las líneas históricas actuales son dife-
rentes. Pero sí, porque los contextos son continuos, y todas las vidas
encarnadas de una persona están conectadas mediante experiencias
vinculadas no-localmente.
Si le incomoda que esta transferencia de información no-local im-
plique una reencarnación inmediata, piénselo de nuevo. El marco
temporal de una experiencia no-local es muy diferente del del tiem-
po físico «real». Podrá ver este mismo hecho, hasta cierto punto, in-
Dr. Amit Goswami 89

cluso en los sueños. En un sueño, hay veces en que cubrimos enormes


territorios temporales, aunque en tiempo real los sueños transcurran
con suma rapidez. Vea la película La escalera deJacob, donde encon-
trará una buena representación de este hecho.
Por tanto, es bastante posible que una persona moribunda dis-
frute de «años» en el cielo (o en demonilandia, que no necesariamen-
te es un infierno de fuego y azufre) antes de reencarnar. El maestro
taoísta Chuang Tsu soñó una vez que era una mariposa. Cuando des-
pertó, se preguntó: «¿Estaba yo soñando que era una mariposa, o era
una mariposa que sueña que soy yo?» Reflexione sobre esto. Me estoy
muriendo y me lo estoy pasando bomba como «alma», yendo de aquí
para allá por el cielo en mi sueño no-local. Desde la perspectiva del
alma, el alma en el cielo es lo real, que encarna como ser humano
manifiesto entre las experiencias del alma.
Sin embargo, sólo sabemos si nos ha quedado bien el pastel cuan-
do lo probamos. Si éste es el significado de la experiencia del bardo
tibetano, ¿cuál es la consecuencia experimental de tal idea? Simple-
mente ésta: en sus años de formación, un niño que sea la continuación
de una encarnación previa puede ser capaz de recuperar recuerdos de
una vida pasada si se le estimula de la manera adecuada. Los tibetanos
hacen un buen uso de esta situación para descubrir las reencarnacio-
nes de sus Rinpochés y de sus lamas.
En el capítulo 5, veremos algunas evidencias de ello fuera de la
tradición tibetana (los datos recogidos por el profesor Stevenson y
otros). También veremos los datos del tema de la supervivencia post
mortem y examinaremos los datos desde el punto de vista de esta
nueva teoría.
Desgraciadamente, la mirada cándida de los datos me resultó
personalmente humillante. Sólo parte de los datos encaja con este
sencillo modelo, con este intento de eliminar la cháchara dualista del
alma. Hay datos importantes y bien investigados que se niegan obsti-
nadamente a encajar. Rebuscando entre la literatura sobre el tema, me
di cuenta de que, al proponer la no-localidad cuántica como el factó-
tum de la cuestión de la supervivencia y la reencarnación, me estaba
decantando por un tipo de teorías denominadas súper-psi o súper-
90 La física del alma

PES,19 según las cuales toda evidencia de supervivencia de algo perso-


nal (como el alma personal individual; la mónada, tal como se plantea
aquí no es realmente personal) se puede justificar en términos de per-
cepción extrasensorial. Pero en varios libros recientes se han examina-
do los datos y su veredicto va en contra de que cualquier teoría súper-
psi pueda explicarlo todo por sí sola. (Véase, por ejemplo, Becker,
1993, y Gould, 1983).
Lo cierto es que esta teoría no ofrece, de momento, ni siquiera
una explicación completa de Ellíbro tibetano de los muertos. Quizás se
haya dado usted cuenta de que pasé directamente desde la explicación
de la experiencia del cuarto bardo hasta la del sexto bardo en el resu-
men que hice más arriba. Según los tibetanos, si aún no estoy prepara-
do para la libertad total, puedo tener la inspiración que brinda el quin-
to bardo: puedo ver el sendero del nirvana, alcanzando la liberación en
la forma de Sambhogakaya. Pero, ¿qué significa eso? Nuestro modelo
simple no tiene respuesta. Lo cierto es que nuestro modelo simple no
puede siquiera responder a la pregunta de: ¿Cómo sabe la mónada qué
contextos se han aprendido y qué contextos han de ser aprendidos
cuando se reencarna?
Me llevó muchos meses, y varias experiencias creativas, big bangs
y pequeños bangs, desarrollar el modelo adecuado para el alma, la mó-
nada cuántica, que tiene suficiente poder explicativo como para llenar
todos los huecos. Éste será el tema de los capítulos 6 y 7.

19 Super-ESP, donde ESP es Extrasensory Perceptian, «percepción extrasensorial». IN. del T.)
¿Hay algo más en la historia de la
reencarnación que la no-localidad
cuántica?

Hace varios años, y esto ocurrió antes de que yo me sumergiera en la


investigación sobre la reencarnación, me quedé muy intrigado cuando
conocí la historia de un joven de Sri Lanka quien, cuando era niño, y
aunque se le estaba educando como cristiano, recitaba extrañas sal-
modias budistas. Al cabo de unos años, sus padres lo llevaron a distin-
tos monasterios budistas y el muchacho recordó haber vivido en uno
de ellos, con su maestro, en una vida pasada. Los padres del mucha-
cho grabaron en un casete sus salmodias de infancia, y los expertos
han dicho que la pronunciación del pali (una derivación del sánscrito
utilizada en los primeros textos budistas) era bastante diferente de la
pronunciación de este idioma en la actualidad. Aunque en aquel mo-
mento ni se me pasó por la cabeza la idea de que pudiéramos desarro-
llar una ciencia de la reencarnación, tampoco me quedó duda sobre la
autenticidad de aquella historia. Y aquello me motivó a leer más sobre
los datos existentes acerca de la reencarnación.
Historias como la que acabo de relatar no son tan extrañas, ni
siquiera en la cultura occidental. Pero aún son más habituales las his-
torias sobre experiencias cercanas a la muerte. Personalmente, conoz-
co a varias personas que han pasado por esta experiencia y que se han
92 Lajísica del alma

visto profundamente afectadas por ella. Pero muchos científicos si-


guen siendo profundamente escépticos, atrincherados en su sistema
newtoniano de creencias. El médico Raymond Moody, el primer in-
vestigador que escribió acerca de las experiencias cercanas a la muerte,
contaba una reveladora anécdota que vaya parafrasear. En cierta oca-
sión, Moody estaba dando una charla sobre sus trabajos y alguien del
público, un cirujano, se levantó y reprendió a Moody diciéndole:
-Usted cita a muchos de sus pacientes cardiacos a los que ha
resucitado, y dice que tuvieron experiencias cercanas a la muerte. Yo
también he llevado a cabo muchas operaciones a vida o muerte, y
ninguno de mis pacientes ha dado cuenta nunca de tales experien-
cias.
Y, entonces, alguien que estaba justo detrás de él contestó:
-No se las hemos contado porque usted no se hubiera creído
nuestras experiencias.
Esto me recuerda una historia. Un niño hizo un dibujo y, cuando
se lo mostró a los adultos, le alabaron por haber dibujado un sombrero
tan bonito. «Pero si no es un sombrero -dijo el niño-o Es un elefante
enano que se ha tragado una boa constrictor». Pero, a pesar de la frus-
tración del pequeño, los adultos sólo podían ver un sombrero de caba-
llero.
¿Reconoce esta historia? Pertenece al libro de El principito, de
Antaine de Saint-Exupery. Quizás esta historia refleje muy bien la in-
capacidad de muchos científicos para reconocer que existe sustancia
en las investigaciones que sobre la muerte, los moribundos y la reen-
carnación se han llevado a cabo en las últimas décadas, suficiente sus-
tancia como para emprender una investigación teórica. Estos científi-
cos sufren de lo que en ocasiones recibe el nombre de síndrome de «lo
veré cuando lo crea». Quizás este libro permita establecer un sistema
de creencias diferente, un sistema de creencias que le otorgue credibi-
lidad a la reencarnación, a las experiencias cercanas a la muerte y a los
datos de otras investigaciones sobre la supervivencia, incluso entre los
científicos escépticos.
Pero para usted, lector de miras amplias, los datos son ya sufi-
cientemente creíbles, de modo que estoy seguro de no tener que pre-
Dr. Amit Goswami 93

ocuparme si utilizo las evidencias para dirigir mi empresa teórica.


Existen tres tipos de evidencias (si bien esta lista no es inclusiva).

* Experiencias en conexión con el estado alterado de consciencia de


la muerte. En esta categoría entran las visiones en el lecho de muer-
te, las experiencias cercanas a la muerte y las experiencias de revi-
sión de la vida.

* Datos sobre la reencarnación: evidencias de recuerdos de vidas pa-


sadas, detalles de los cuales se han verificado y han pasado un rigu-
roso escrutinio científico; recuerdos de vidas pasadas bajo regresión
hipnótica, bajo el efecto de drogas como el LSD o con otras técnicas,
como la respiración holotrópica, desarrollada por el psiquiatra Stan
Grof; lecturas de las vidas pasadas de otras personas, como las que
hacía Edgar Cayce; personas con talentos inusuales o con psicopa-
tologías que no se pueden explicar mediante las experiencias condi-
cionadas de esta vida exclusivamente.

* Datos sobre entidades desencarnadas: la mediumnidad y la canaliza-


ción entran dentro de esta categoría, además de los datos sobre án-
geles, guías espirituales, escritura automática, etc.

El primer tipo de datos se explica principalmente como expe-


riencias no-locales en el momento de la muerte, más o menos según
el modelo del capítulo anterior. El segundo tipo de datos encaja con
este modelo hasta cierto punto, pero no del todo. El tercer tipo de
datos no encaja demasiado con el modelo. La prognosis: se va avan-
zando, pero la no-localidad cuántica no lo explica todo. Más abajo
reviso algunos de los detalles de los datos y las conclusiones a las que
me llevan. No obstante, déjeme observar que mi trabajo no es conven-
cer al lector acerca de la veracidad de los datos presentados; los inves-
tigadores cuyos datos discuto son científicos creíbles que han argu-
mentado la validez de sus casos hasta donde es posible hacerlo. El
lector escéptico debería comprobar las referencias originales si desea
una argumentación completa.
94 La física del alma

Visiones en el lecho de muerte

Echemos un vistazo a toda la gama de datos científicos acumulados


acerca de las experiencias en la muerte. Evidentemente, los datos anec-
dóticos se remontan milenios atrás, pero la colección de lo que hoy
podemos llamar datos científicos se remonta sólo hasta el siglo XIX,
coincidiendo más o menos con la fundación de la Sociedad Británica
de Investigaciones Psíquicas.
Un tipo de evidencias guarda relación con los umbrales de la
muerte, con la experiencia de los moribundos. Suponga que una perso-
na a la que usted ama está muriendo, pero que, desgraciadamente, us-
ted no está con ella. Y, sin embargo, súbitamente, usted tiene visiones
alucinatorias pertenecientes a la persona moribunda. Experiencias co-
mo éstas, de visiones en el lecho de muerte en las que la persona mori-
bunda se comunica psíquicamente con un familiar o un amigo, no son
en modo alguno extrañas. De hecho, este tipo de datos se remonta a
1889, cuando Henry Sidgwick y sus colaboradores compilaron, duran-
te cinco años, un «Censo de alucinaciones». Sidgwick descubrió que
un número sustancial de esas alucinaciones se referían a personas que
estaban muriendo (dentro de un período de doce horas) a cierta distan-
cia de la persona que tuvo la alucinación.
Pero los datos más recientes son aún más sugerentes. En un estu-
dio dirigido por los psicólogos Osis y Haraldsson (1977), el sujeto sa-
no vinculado no experimentó las alucinaciones de una persona su-
friente y moribunda; más bien, las comunicaciones se acercan más a la
percepción extrasensorial de otra persona sana. Pero, si una persona
moribunda puede comunicar la paz y la armonía de una persona sana,
¿no debería estar experimentando un estado no ordinario de conscien-
cia? En estas visiones en el lecho de muerte, la persona moribunda
parece trascender la situación de muerte, que es, después de todo, do-
lorosa y confusa (Nuland, 1994). La persona moribunda parece expe-
rimentar una esfera de consciencia gozosa, muy diferente de la esfera
de la experiencia ordinaria. Existen evidencias de que incluso los pa-
cientes de Alzheimer pueden recuperar la lucidez en el momento de la
muerte (Kenneth Ring, en comunicación privada con el autor).
Dr. Amit Goswami 95

Hablando de pacientes de Alzheimer, la médica Rachel Naomi-


Remen (1996) nos habla en uno de sus libros de la historia de Tim, un
cardiólogo cuyo padre padecía de Alzheimer cuando él era adolescen-
te. Durante los últimos diez años de su vida, el padre de Tim fue en-
trando poco a poco en un estado vegetativo. Sin embargo, un día en
que Tim y su hermano estaban sentados con él, palideció y se derrum-
bó hacia delante en su silla. El hermano de Tim le dijo a éste que lla-
mara al 911; pero, antes de que pudiera acercarse al teléfono, Tim
escuchó la voz de su padre, a quien no había oído hablar desde hacía
10 años, diciéndole: «No llames al 911, hijo. Decidle a vuestra madre
que la amo. Decidle que estoy muy bien». Y murió. Más tarde, la au-
topsia revelaría que el cerebro estaba casi por completo destruido de-
bido a la enfermedad. Estas cosas sacuden nuestros conceptos ordina-
rios acerca de la muerte, ¿no?
Desde mi punto de vista, las visiones en el lecho de muerte co-
rroboran el modelo teórico del capítulo anterior casi a la perfección.
El gozo o la paz que se comunican telepáticamente en las visiones en
el lecho de muerte sugieren que la experiencia de la muerte es un en-
cuentro intenso del moribundo con la consciencia no-local y sus dis-
tintos arquetipos. En la comunicación telepática de una experiencia
alucinatoria, es claro que la identidad con el cuerpo dolorido y mori-
bundo sigue siendo fuerte. Pero, posteriormente, esa identidad se li-
bera; de ahí que la dicha de la consciencia del yo cuántico, más allá de
la identidad-ego, se comunique de forma no adulterada.

Experiencias cercanas a la muerte y de revisión de la


vida

Más conocidas, cómo no, son las experiencias cercanas a la muerte, en


las cuales el sujeto sobrevive y recuerda su experiencia. En las expe-
riencias cercanas a la muerte, encontramos confirmación de algunas de
las experiencias religiosas de muchas culturas; la persona cuenta que
pasa por un túnel hasta el otro mundo, frecuentemente dirigida por
una figura espiritual bien conocida de su tradición, o por un familiar
96 La física del alma

ya fallecido (Moody, 1976; Sabom, 1982; Ring, 1980). Las experiencias


cercanas a la muerte ofrecen también un apoyo directo a la idea de la
apertura de la ventana no-local en torno al momento de la muerte.
El psicólogo Kenneth Ring (1980) ha resumido cronológicamen-
te los distintos aspectos que, en términos generales, tiene la experien-
cia cercana a la muerte. (Véase también Rinpoche, 1993.)

l. La mayoría de las experiencias cercanas a la muerte comienzan


con la sensación de un estado alterado de la consciencia. Una
sensación de paz impregna al ser; no hay dolor alguno ni sensa-
ciones corporales; tampoco hay miedo.
2. Muchas personas que han pasado por una experiencia cercana a
la muerte se descubren fuera de su cuerpo, mirando desde arriba
su propio cuerpo, que quizás está siendo operado quirúrgicamen-
te. Algunas tienen la experiencia de atravesar una pared. Se sien-
ten ligeras, y su conciencia se mantiene lúcida.
3. Ahora se encuentran en los umbrales de otra realidad; son cons-
cientes de la oscuridad. Pasan por un túnel.
4. Ven una luz, primero desde la distancia, hasta que se les viene
encima; una luz de gran intensidad, pero que no deslumbra, una
luz de gran belleza y amor. Algunas ven a un ser de luz. Otras ven
una figura espiritual, como Cristo. Otras ven a familiares.
5. Muchas personas tienen experiencias de revisión de la vida; su
vida entera se les muestra, en tanto que ellos mismos juzgan su
manera de conducirse, buena o mala.
6. Muchas personas dicen pasar por reinos celestiales de gran belle-
za, y dicen experimentar la unidad con todas las cosas y todos los
seres. Unas pocas personas experimentan reinos infernales.
7. Entonces, se les dice que regresen. Su experiencia en la Tierra
aún no ha terminado.

La apertura de la ventana no-local en las experiencias cercanas a


la muerte es sorprendente. Las personas que pasan por esta experien-
cia (como ocurre con las víctimas de accidentes) ven su cuerpo desde
arriba cuando están siendo operadas, y suelen aportar detalles extraor-
Dr. Amit Goswami 97

dinarios de lo que han visto (Sabom, 1982). Evidentemente, no exis-


ten señales locales que puedan transmitir la información. De modo
que, ¿de qué otro modo explicar esta transferencia de información
que mediante la visión cuántica no-local en conjunción con la visión
de otra persona, como por ejemplo la del cirujano (Goswami, 1993)?
Los datos más recientes demuestran que incluso los ciegos pueden
«ven> de este modo; no tienen que cargar con el hecho de que su pro-
pia visión no es operativa (Ring y Cooper, 1995); deben de ver telepá-
ticamente (es decir, no-localmente), en sincronicidad con la visión de
otra persona.
No hay por qué ver aquí una contradicción por el mero hecho de
que estas personas comenten frecuentemente que han visto su cuerpo
mientras se cernían en el techo, en tanto que la perspectiva del ciruja-
no (o de los enfermeros que le auxilian), aunque sigue siendo una
visión superior, no es exactamente una visión desde el techo. La ex-
plicación es similar a la de la telepatía mental: mientras el cirujano
contempla la mesa de operaciones y obtiene una información actual,
la consciencia colapsa una actualidad similar de las posibilidades
cuánticas disponibles en el cerebro del sujeto vinculado, de la persona
que está viviendo la experiencia cercana a la muerte. De ahí que pue-
dan surgir diferencias menores, como la de la perspectiva de visión.
El hecho de que las experiencias cercanas a la muerte sean en-
cuentros con la consciencia no-local y sus arquetipos es algo que se
desprende directamente de los datos. Una nueva dimensión de las
investigaciones sobre experiencias cercanas a la muerte indica que,
cuando se estudia la vida posterior a la experiencia de las personas
que sobreviven, se descubre que muchas de ellas han sufrido una pro-
funda transformación en su manera de vivir y de entender la vida. Por
ejemplo, muchas de ellas ya no sufren ese miedo a la muerte que se
cierne sobre la psique de la mayor parte de la humanidad (Ring, 1992).
Y, en general, las personas que han pasado por una experiencia cerca-
na a la muerte consagran muy a menudo su vida al amor y el altruis-
mo, apuntando a una transformación espiritual que no sería otra cosa
que la manifestación de las vislumbres obtenidas en el encuentro con
el yo cuántico.
98 La fíSica del alma

¿Qué explicación tienen las imágenes concretas de las que hablan


estas personas? Los sujetos que han pasado por una experiencia cerca-
na a la muerte reducen sustancialmente su identidad corporal; el ego
ya no está ocupado controlando el cuerpo. Se trata de un estado muy
parecido al estado de ensueño, muy similar a lo que los psicólogos
junguianos denominan «gran sueño» . Al igual que en el gran sueño,
la persona se encuentra con imágenes arquetípicas como las de Buda o
Cristo; pero, ¿de dónde proceden las imágenes en los grandes sueños
o en las experiencias cercanas a la muerte? Coincidiendo con los mo-
delos neurofisiológicos (Hobson, 1990), yo creo que construimos las
imágenes a partir del ruido electromagnético aleatorio de Rorschach
que siempre existe en el cerebro. Sin embargo, este ruido es de natura-
leza cuántica; representa las posibilidades cuánticas, y no es clásico y
determinista, como suponen los neurofisiólogos. La consciencia co-
lapsa patrones adecuados en imágenes plenas de significado con el fin
de poder reconocerlos.
Pero el punto clave en las experiencias cercanas a la muerte es la
reducción, incluso la liberación, de la identidad-ego, que les permite a
los sujetos recordar imágenes arquetípicas que normalmente no recor-
darían. Las imágenes visualizadas (figuras espirituales, o familiares,
como los padres o hermanos) son claramente arquetípicas.
Esta manera de ver las experiencias cercanas a la muerte debería
superar también el debate de si la experiencia de la luz de la que dan
cuenta estas personas es simplemente un fenómeno fisiológico o algo
más profundo y significativo. Según mi opinión, se trata de ambas co-
sas. Lo que los materialistas pasan por alto es que las personas que su-
fren estas experiencias trabajan con lo que hay disponible fisiológica-
mente en sus cerebros, pero le dan un nuevo significado, de forma muy
parecida a lo que hacemos en una experiencia creativa, cuando trans-
formamos una escena mundana en una nueva inspiración. Dicho de
otro modo, la consciencia, y no el cerebro, ordena los acontecimientos
neurofisiológicos en una experiencia espiritual única, singular.
Por último, muchas personas que han pasado por una experiencia
cercana a la muerte dan cuenta de experiencias de revisión de su vida,
en las cuales toda su existencia, o al menos una parte importante de ella,
Dr. Amit Goswami 99

se va desarrollando en fiases sucesivos ante sus ojos. (Para más infor-


mación, véase Greene y Krippner, 1990.) Y esto es crucial para nuestro
modelo de trabajo. Cuando la persona moribunda contempla la revi-
sión de su vida, comparte sus recuerdos con el niño de la siguiente
encarnación en el momento de nacer. y esto se convierte en parte de la
memoria reencarnacional de infancia de la siguiente encarnación.
Sin embargo, existe una preocupante discordancia entre la teoría
de la súper-PES de la que hablábamos en el capítulo anterior y el he-
cho de que estas personas insistan en que se experimentaban a sí mis-
mas «fuera» de su cuerpo; dicen sentirse seres de luz y no tener sen-
saciones corporales como las del dolor. Evidentemente, su identidad
deja de estar centrada en el cuerpo físico durante la experiencia cerca-
na a la muerte; pero, ¿dónde se sitúa entonces? ¿Acaso pasa a un alma
descarnada, tal como parecen sostener estas personas?

Los datos sobre la reencarnación

Las evidencias acerca de la memoria reencarnacional se han obtenido


principalmente de niños que recordaban sus vidas pasadas, a partir de
detalles que se pudieron verificar. El psiquiatra de la Universidad de
Virginia, Ian Stevenson, ha acumulado una base de datos de unos
2.000 recuerdos supuestamente reencarnacionales, muchos de los
cuales se caracterizan por haber sido verificados. 20 En algunos casos,
Stevenson acompañó personalmente a los niños a las poblaciones
donde, según decían, habían vivido en una vida anterior. Los niños no
habían estado nunca en esos lugares, y sin embargo parecían estar fa-
miliarizados con el escenario, siendo incluso capaces de identificar la
casa en la que habían vivido. A veces, incluso reconocían a algunos
miembros de su familia anterior. En uno de los casos, el niño fue ca-
paz de recordar dónde había escondido cierta cantidad de dinero en
su vida anterior, encontrándose posteriormente el dinero en el lugar
indicado.

20 Al parecer, Stevenson está escribiendo uno obro de varios volúmenes en los que presenta sus
datos. En el momento de escribir este libro, aún no se ha publicado.
100 La física del alma

Pero no sólo Stevenson ha recogido datos de este calibre. A fina-


les del siglo XIX, L. Hearn estudió el caso de un niño japonés llamado
Katsugoro, que a los ocho años afirmaba ser Tozo, el hijo de un agri-
cultor de otro pueblo, en una vida que había terminado pocos años
atrás. También dijo que su padre había muerto cuando él tenía cinco
años de edad en su vida anterior, y que él mismo había muerto un año
más tarde debido a una viruela. Dio muchos detalles de aquella vida,
como por ejemplo la descripción de sus padres y de la casa en la que
vivían. Cuando llevaron a Katsugoro al pueblo donde había vivido en
su anterior existencia, fue capaz de encontrar, sin ningún tipo de ayu-
da, la casa en la que había vivido. En total, se confirmaron dieciséis
puntos de los recuerdos de su vida anterior (Hearn, 1897). (Véase tam-
bién Stevenson, 1961.)
Swarnalata Mishra, una niña que nació en Shahpur, India, en
1948, es otro caso excepcional. Swarnalata comenzó a tener recuerdos
de una vida pasada a la edad de tres años, cuando, en un viaje a una
ciudad cercana, le pidió de pronto al conductor que se metiera por
«aquella carretera», que llevaba hasta «mi casa». En los años que si-
guieron, la niña relató detalles y acontecimientos de su vida pasada, en
la que afirmaba haber sido una niña llamada Biya Pathak, y dando de-
talles sobre su casa y sobre el automóvil de su familia (una posesión
muy poco habitual en una familia india de la época). Pero, en un mo-
mento determinado, se encontró con la esposa de un profesor, a la cual
identificó como una conocida de su anterior vida, recordando que ha-
bían ido juntas a una boda. La esposa del profesor confirmó este deta-
lle y otras muchas de las afirmaciones realizadas por Swarnalata acerca
de su vida como Biya. El caso de Swarnalata lo estudió un investigador
indio del tema de la reencarnación de elevada reputación, el doctor
Hemendranath Banerjee, y también, posteriormente, el mismo Ian Ste-
venson, y muchos puntos de la ingente cantidad de datos sobre sus
recuerdos se pudieron confirmar, especialmente su larga lista de cono-
cidos (Stevenson, 1974).
Otra excepcional historia acerca de la reencarnación que fue co-
rroborada es la de la niña Nicola Wheater, que fue estudiada por dos
investigadores, Peter y Mary Harrison (1983). Nicola recordaba su vida
Dr. Amit Goswami 101

pasada, en la que había sido un niño llamado John Henry Benson, en


un pueblo cercano, en Yorkshire, Inglaterra, a finales del siglo XIX
(cien años antes de la época de Nicola). Cuando tenía dos años, Nicola
les preguntaba a sus padres cosas como: «¿Por qué soy niña esta vez?»
y «¿Por qué no soy un niño, como era antes?» Poco después, la niña
comenzó a recordar más cosas de su vida pasada, y las expresaba de un
modo tan coherente y con tal consistencia que su madre se vio impul-
sada a llevarla al pueblo de su vida anterior. Una vez allí, Nicola con-
dujo a su madre hasta la casa en la que había vivido hacía un siglo. Y,
para su sorpresa, la madre encontró en el registro de la iglesia local el
dato sobre el nacimiento de un niño llamado John Henry Benson.
Todas estas historias encajan en términos generales con la ima-
gen teórica del capítulo anterior. Usted podrá encontrar más detalles
en los libros y en los artículos citados, así como en muchos libros re-
cientes sobre el tema. Le sugiero que lea, por ejemplo, a Cranston y
Williams (1984) ya Viney (1993).
Hasta el momento, he comentado algunos casos en los cuales
sólo se recordaba una vida, porque éstos son los casos que se pudieron
corroborar en gran medida. Sin embargo, hay otros muchos en los que
la persona recuerda múltiples vidas; hasta nueve, en el caso de una
niña sudafricana Y Así pues, la idea de una ventana no-local que co-
necta encarnaciones pasadas, presentes y futuras de una mónada, y
que se abre durante momentos especiales, como es el momento de la
muerte, parece quedar justificada.
Si el modelo actual es correcto, el modelo que dice que la memo-
ria reencarnacional se forma a muy temprana edad a través de la co-
municación no-local del yo moribundo de la vida anterior, veremos
que existe una forma de verificarlo. Si a los adultos se les puede indu-
cir a regresar a la infancia, quizás puedan recordar mejor experiencias
de vidas pasadas. De hecho, Banerjee ofrece unos cuantos casos en los
cuales pudo obtener muchos más detalles de las personas que pare-
cían recordar encarnaciones previas bajo hipnosis.

21 Supe de este caso en un libro escrito en bengalí, janmantarbad (Teoría de la reencarnación),


sobre las investigaciones de H. Banerjee.
102 La física del alma

"t\ t>s\q"U\an:a S\.an c,"IO\na (01)seg,"U\uo e"Voc3."I e\ "Iecue"Iuo ue "Vluas


pasadas en muchas personas bajo los efectos del LSD y con una nueva
técnica, la respiración holotrópica; de todas estas experiencias se han
obtenido muchos y buenos datos acerca de recuerdos de vidas anterio-
res, datos que confirman básicamente el modelo del capítulo anterior.
Esto es lo que Grof dice acerca de sus casos de recuerdos reencarnacio-
nales:

Éstos [los recuerdos reencarnacionales] los sienten como algo sumamen-


te real y auténtico, y con frecuencia median el acceso a información pre-
cisa acerca de períodos históricos, culturas e incluso acontecimientos
históricos que la persona no ha podido adquirir a través de los canales
ordinarios. En algunos casos, la precisión de esos recuerdos se puede ve-
rificar objetivamente, a veces con sorprendente detalle ... Los criterios
para la verificación son los mismos que los utilizados para determinar qué
ocurrió el año pasado: identificar recuerdos concretos y obtener eviden-
cias independientes de al menos algunos de ellos ... Yo mismo he observa-
do y publicado varios casos excepcionales, donde la mayoría de los aspec-
tos inusuales de tales experiencias se pudieron verificar mediante una
investigación histórica independiente (Grof, 1992).

Dejo al lector la labor de informarse de los casos concretos que Grof


encuentra satisfactorios.
Si uno crece en la India, no resulta extraño oír hablar de niños
que recuerdan sus experiencias de vidas pasadas. Padres y hermanos
se muestran bastante comprensivos con esto. Y lo mismo ocurre en el
Tíbet. «Es habitual encontrarse con niños pequeños que recuerdan
objetos y personas de sus vidas anteriores», dice el actual Dalai Lama.
«Algunos pueden incluso recitar escrituras, aunque aún no se las ha-
yan enseñado». De hecho, los tibetanos hacen un buen uso de esto
para localizar a lamas y rinpochés reencarnados.
Pero esto es relativamente raro en la cultura occidental. El poeta
romántico inglés Percy Bysshe Shelley creía en la reencarnación. Un
día, mientras conversaba con un amigo, se cruzó con una mujer que
llevaba a un niño. Inmediatamente, sintió interés por el pequeño.
Dr. Amit Goswami 103

-Señora, ¿no nos contaría su bebé algo acerca de la preexisten-


cia? -le preguntó a la madre.
-Señor, mi hijo no sabe hablar -respondió la madre.
y Shelley respondió con un aire de profunda decepción:
-Sin duda, su bebé podría hablar si quisiera ... Quizás esté fin-
giendo que no puede hacerlo, pero no es más que un capricho tonto.
Su hijo no puede haber olvidado del todo el uso de la palabra en tan
breve período de tiempo.
Pero algunos bebés, incluso en Occidente, recuerdan y hablan de
la preexistencia tan pronto como son físicamente capaces de hablar.
El siguiente caso habría complacido profundamente a Shelley. Una
niña autista de cinco años de edad fue llevada a la consulta de Helen
Wambach, una psicóloga clínica. La niña, Linda, se mostró muy re-
traída, y se negó a mantener contacto alguno con la terapeuta hasta
que, mediante la técnica de juego de roles, se le permitió alimentar a
la fuerza repetidamente a su terapeuta con un biberón. Fue entonces
cuando Linda reveló lo mucho que detestaba la impotencia de la pri-
mera infancia. Se estableció el contacto y se dieron rápidos progresos,
y Linda no tardó en ser como cualquier otra niña de cinco años.
Pero lo que resulta interesante de este caso también es que, sien-
do una niña autista, Linda mostraba unas sorprendentes habilidades
en matemáticas y lectura, habilidades que perdió cuando se convirtió
en una niña normal. Wambach dice que el comportamiento autista de
Linda se debía a que la niña se aferraba a la identidad adulta de una
vida anterior. Cuando llegó a aceptar su nueva condición de niña con
la ayuda de su terapeuta, renunció a su identidad adulta y perdió sus
habilidades de adulto (Wambach, 1978).
Pero en la cultura occidental, los recuerdos de vidas anteriores se
ven todavía como algo raro (si bien esto está cambiando hasta cierto
punto), por lo que los niños que tienen estos recuerdos no se ven es-
timulados a compartirlos. Wambach informa de otro caso que le lle-
varon a la consulta, el de un niño hiperactivo llamado Peter. Tras ga-
narse su confianza, Peter le confió sus recuerdos de una vida anterior,
en la que había sido policía, y le confesó lo mucho que le molestaba
que no le permitieran disfrutar de los privilegios de un adulto, como
104 La física del alma

fumar. Claro está, los padres lo habían disuadido y le habían prohibido


incluso hablar de su anterior vida como policía (Wambach, 1978).
No todos los niños que recuerdan una vida anterior se convierten
en autistas, aunque es habitual en esta cultura que se repriman estos
recuerdos. Pero los recuerdos reprimidos se pueden recuperar bajo
hipnosis. Aunque las regresiones hipnóticas han llegado a tener muy
mala prensa, debido a que muchas personas dicen que, durante la re-
gresión, recordaron haber sido algún personaje histórico, como Cleo-
patra (no es fácil diferenciar las fantasías de los genuinos recuerdos
reencarnacionales), también disponemos de buenos datos en las inves-
tigaciones de vidas pasadas bajo hipnosis. (Véase Wambach, 1978,
1979; Netherton y Shiffrin, 1978; Lucas, 1993.)

Pero aún hay más: no sólo se transmite la memoria,


sino también el carácter.

El fenómeno de la memoria de vidas pasadas tiene lugar probablemente


a través de la apertura de la ventana no-local de la persona, pero hay
algunos detalles que no encajan. Por ejemplo, tomemos el caso arriba
citado de Swarnalata. Cuando Swarnalata se encontró con la familia de
su anterior reencarnación, cuando era Biya, se descubrió que adoptaba
también el carácter y el papel de Biya. En su vida presente, se compor-
taba como la niña que era en su entorno habitual; pero, cuando estaba
con la familia Pathak, adoptaba el carácter de Biya; se comportaba como
hermana mayor de personas que la sobrepasaban con mucho en edad.
En el caso de Helen Wambach, la niña autista Linda, ésta conservaba sus
habilidades en matemáticas y en lectura de su vida pasada. Dados estos
hechos, ¿qué aporta el condicionamiento de la vida pasada a la vida ac-
tual? En este punto, el modelo que presento no tiene respuestas.
Hay otros datos que tampoco encajan bien. Stevenson (1987) re-
lacionó los fenómenos de talentos especiales con la memoria de vidas
anteriores. Pero un talento especial no es el resultado de los recuerdos
de contenido que el modelo del capítulo anterior puede manejar; un
talento especial haría referencia más bien a los recuerdos de una pro-
Dr. Amit Goswami 105

pensión o a contextos aprendidos de pensamiento. La xenoglosia, fe-


nómeno por el cual los niños (o incluso, de vez en cuando, un adulto)
hablan en un idioma que no han aprendido en esta vida, entra tam-
bién dentro de esta categoría.
Ya he hablado de la cita del Dalai Lama, que dice: «Algunos [ni-
ños tibetanos) pueden incluso recitar escrituras, aunque aún no se las
hayan enseñado». Pero esta habilidad para recitar escrituras no se
puede explicar como un recuerdo reencarnacional en sí. Además,
cuando los tibetanos buscan a las reencarnaciones de sus rinpochés y
de sus lamas, confían más en tales cualidades transmigradas, como la
habilidad para recitar escrituras, que en el recuerdo reencarnacional.
Los investigadores de la reencarnación han descubierto que las
personas que recuerdan vidas pasadas muestran rasgos de carácter
que no se pueden explicar a partir de los genes ni del condicionamien-
to ambiental. La psicóloga Satwant Pasricha dice acerca de sus datos
de investigación:

El presente estudio ha revelado ciertas características físicas y psicológi-


cas en los sujetos que no eran habituales en sus respectivas familias, pero
que se correspondían perfectamente con las de las personalidades con las
que se identificaban previamente. Salvo en cinco casos [de sesenta], en
los cuales los sujetos guardaban una relación biológica con las supuestas
personalidades previas, la hipótesis de la transmisión genética no puede
explicar adecuadamente comportamientos tan poco habituales por parte
de los sujetos. Donde la teoría genética no consigue explicar la herencia
de rasgos físicos y psicológicos, la hipótesis de la reencarnación puede
ofrecer una explicación razonable (Pasricha, 1990).

¿Cómo podía Mozart tocar tan bien el piano a la edad de tres años, o
como pudo Ramanujan convertirse en un experto en la suma de series
matemáticas infinitas sin haber recibido un excepcional entrenamien-
to matemático? La respuesta habitual, la de la genética o el condi-
cionamiento ambiental, parece completamente inadecuada en estos
casos. Los genes son instrucciones para la elaboración de proteínas,
nada más. No existe ningún gen de un talento especial que pueda here-
106 La física del alma

dar nadie. Y la presencia de un condicionamiento ambiental se puede


comprobar en cada caso individual de niño prodigio. De hecho, hay
un número sustancial de casos, como el de Ramanujan, en los cuales
el condicionamiento ambiental adecuado está llamativamente ausente
a la hora de explicar el talento especial. Se trata de casos en los que el
talento procede de una vida anterior, no hay duda, pero nuestra teoría
precisa de nuevas ideas adicionales que permitan explicar tales casos
de predisposición de una vida pasada.

Las fobias y la terapia de regresión

Stevenson ha observado también que muchas fobias pueden tener re-


lación con vidas pasadas. La fobia, según las teorías psicoanalíticas, es
un condicionamiento de evitación que está conectado con experien-
cias traumáticas de la infancia. Pero existen casos en los cuales es im-
posible encontrar tales traumas de infancia. En la misma vena, tampo-
co hay explicación alguna genética ni ambiental en los casos de
confusión de género, como el del travestismo. De modo que una expli-
cación lógica sería que se trata de casos de condicionamiento que flu-
yen desde una vida pasada hasta la vida actual (Stevenson, 1974, 1987:
Guirdham, 1978), a pesar de que esta explicación no coincida con el
modelo del capítulo anterior. No es más que otra evidencia de que el
modelo simple que propongo debe ser ampliado y mejorado.
Lo que debemos reconocer aquí es que, si las fobias son recorda-
torios de un condicionamiento traumático de una vida pasada, la regre-
sión a vidas pasadas debería tener importantes ventajas terapéuticas.
y existen evidencias de que el recuerdo de vidas pasadas bajo
hipnosis se ha utilizado con bastante éxito con propósitos terapéuti-
cos. He aquí lo que se dice en la contracubierta de un best seller:

Una mujer se curó de su ceguera cuando se enfrentó a algo que hubiera


deseado no ver hace cien años ... Una joven compensaba con su anorexia
la insaciable gula de una vida anterior ... Un cobarde que revive su propio
asesinato ... (Goldberg, 1982)
Dr. Amit Goswami 107

En estos libros se da cuenta de cómo la evocación de esos recuerdos de


vidas anteriores puede convertirse en un hecho profundamente tera-
péutico. Al igual que muchos científicos duros, mi primera inclinación
fue la de desestimar estos datos como meros reclamos terapéuticos con
poca o ninguna sustancia, pero hubo varias cosas que se confabularon
para que cambiara de opinión. La primera y principal, que yo mismo
pasé por una sesión de regresión a vidas pasadas en la década de 1970.
Aunque me doy cuenta de lo difícil que es distinguir entre la pura fan-
tasía y lo que me surgió durante la sesión, hubo dos supuestos recuer-
dos que me produjeron una profunda impresión en lo referente a mis
tendencias psicológicas. En segundo lugar, he discutido personalmen-
te sobre este tema con reputados terapeutas de vidas pasadas, como
Roger Woolger, y la metodología me parece completamente creíble.
Tercero, a lo largo de los años, con mis viajes y con mis conferencias y
cursos, he tenido ocasión de escuchar muchas historias de regresiones
a vidas pasadas, y algunas de estas historias destacan por encima de las
demás. Como ejemplo, citaré el caso de una mujer que vino a un curso
mío sobre «física del alma». Éste fue su relato:

Mi interés por lo espiritual comenzó ... de forma aparentemente acciden-


tal. Hace veinte años, yo pertenecía a una Iglesia tradicional, y hacía poco
que me había casado. No tenía ningún interés por aprender nada de tipo
espiritual; me sentía perfectamente satisfecha con la vida, tal como la vi-
vía. Pero la carrera de mi marido en las fuerzas aéreas nos llevó a mudar-
nos a otro lugar, y yo comencé una nueva carrera en la enseñanza ... Poco
después, las cosas comenzaron a complicarse en mi vida.
Las tensiones por sentirme lejos de mi familia y por comenzar una nueva
carrera y un nuevo matrimonio se agravaron cuando mi marido tuvo
que partir a una misión de entrenamiento que le mantuvo alejado du-
rante dos meses. Algo en aquella experiencia desencadenó una reacción
extrema dentro de mí, una reacción que nunca antes había tenido y que
no sabía cómo abordar. Me puse muy ansiosa por el temor a que mi
marido me dejara durante su misión. Veía a las mujeres de otros milita-
res de las fuerzas aéreas en situaciones similares que se enfrentaban a
todo aquello de un modo bastante diferente, por lo que era consciente
108 La física del alma

de que mi reacción era desproporcionada. Hasta aquel momento, yo ha-


bía manejado el estrés muy bien, trabajando, en mis estudios y mudán-
dome frecuentemente de lugar con mi familia, ya que mi padre era mili-
tar de la Marina. De modo que, cuando comencé a padecer aquella
ansiedad severa, que me llevó poco después a verdaderos ataques de an-
siedad, seguidos por una fuerte depresión, me sentí profundamente des-
concertada. Mi estado mental había sido tan absolutamente normal hasta
entonces que ni siquiera encontraba palabras para expresar los senti-
mientos que estaba teniendo ...
Esto me llevó a echar mano de todos mis recursos, mientras intentaba
desesperadamente recuperar mi equilibrio mental y emocional. Habiendo
tenido siempre una conexión espiritual a través de mi religión, recurrí al
pastor en busca de ayuda. Pero no me sirvió de nada. Lo que me ocurría
le resultaba completamente extraño, y algo dentro de mí me hizo sentir-
me traicionada. Yo había estado siguiendo todas las normas de mi Iglesia
con el fin de ir al Cielo cuando muriera ... iY sin embargo estaba viviendo
un verdadero infierno en la Tierra justo en ese momento! De modo que
comencé a buscar respuestas fuera de mi Iglesia, leyendo todo lo que pu-
diera parecer que tenía respuestas para mí.
Durante aquella época de búsqueda, me encontré con los escritos de Ed-
gar Cayce, en los cuales se hablaba de la reencarnación. Fue mi primer
contacto con esta idea. Parecía tener sentido, de modo que seguí indagan-
do. En concreto, me encontré con las obras de Ruth Montgomery, con un
libro titulado Here and Hereafter. 22 Aquel libro me vino como agua de
mayo en aquel momento. En él, Ruth Montgomery explica el concepto de
reencarnación y ofrece ejemplos de personas que habían encontrado ayu-
da y solaz descubriendo sus vidas pasadas. Y al final del libro explica có-
mo entrar en un estado meditativo y cómo recordar una misma sus vidas
pasadas. Me puse a practicar aquello, y los recuerdos me llegaron de for-
ma fácil y rápida. El rompecabezas comenzaba a resolverse.
El primer recuerdo que tuve fue de una vida con mi marido alrededor de
cien años atrás. En aquella vida, yo me encontraba en Denver, Colorado,
durante los días de la Fiebre del Oro. Yo era una chica de salón cuyo tra-

22 Aquí y en el mós olió.


Dr. Amit Goswami 109

bajo consistía en entretener a los hombres (¡ciertamente, no era una pro-


fesión respetable para los estándares de mi actual vida!). Sin embargo, en
aquella época, y debido a mis circunstancias, era la única forma de ganar-
me la vida. Las cosas me iban bien, hasta que un día llegó a la ciudad un
extraño (mi marido de hoy) y entró en el salón en el que yo trabajaba.
Hubo un instante de reconocimiento entre nosotros. (Posteriormente sa-
bría que habíamos pasado muchas vidas juntos antes de aquello.)
De inmediato sentí la conexión, y quise irme con él y dejar atrás mi vida
en el salón. Sin embargo, él era un buscador de oro, y sus únicas perte-
nencias viajaban a lomos de una única mula. No podía sustentar a una
esposa, y mucho menos a una familia. De modo que me dejó allí. Lo que
para mí había sido una vida aceptable hasta aquel momento se me anto-
jaba ahora sórdida e indeseable. A partir de aquel momento, en aquella
vida, me sumí en un estado de desesperación. Tiempo después, termina-
ría asesinada en mi cama.
Las similitudes entre lo vivido en aquella vida y mi vida actual hicieron
una especie de «clic» dentro de mí, y supe por qué me sentía tan ansiosa
y tan temerosa. Aunque no diría que la curación fue instantánea, aquello
me abrió ciertamente las puertas de la comprensión en mi consciencia,
que me llevaría con el tiempo a la curación. [Yo parafrasearía aquí: «La
consciencia es el fundamento de toda curación».] Algo en mí recordaba
que él ya me había dejado antes, aunque no había tenido otra elección.
Algo en mí recordaba que a mí se me había partido el corazón. Y algo en
mí recordaba que había deseado tanto morir que atraje ciertamente las
circunstancias para que aquello sucediera. ¡Tenía la sensación de que
todo aquello estaba sucediendo de nuevo! Naturalmente, me aterrorizaba
dormir sola, pues sabía lo que había sucedido anteriormente. El misterio
comenzó a aclararse y recobré mi paz mental.
En aquel momento, dudo que nada hubiera podido convencerme de la
validez de la reencarnación, salvo una experiencia directa de ella. En con-
secuencia, soy muy comprensiva cuando los demás no la aceptan. Es algo
que hay que experimentar para creer verdaderamente en ello. De otro
modo, no será más que una teoría interesante. Para mí no es una teoría.
Es una realidad que, casi literalmente, me salvó la vida o, al menos, mi
salud mental. (Anónimo, en comunicación privada con el autor.)
no La física del alma

Los estudios realizados por investigadores contrastados durante


las sesiones de regresión también apoyan la idea de la reencarnación.
Veamos, por ejemplo, la investigación de Helen Wambach. Wambach
ha investigado 1.088 casos de regresión y ha tabulado la distribución
de las vidas pasadas recordadas en función del sexo, la raza y la clase
socioeconómica, e incluso ha correlacionado los datos con la curva de
crecimiento de la población. Wambach encontró que, con indepen-
dencia del género de la persona que hiciera la regresión, las vidas pa-
sadas de sus sujetos se distribuían de forma bastante igualada entre los
sexos: 50'6 por 100 de varones, 49'4 por 100 de mujeres, que se co-
rresponde casi a la perfección con la distribución de géneros de la
población real. El mismo resultado se obtuvo en la distribución por
razas, aun cuando los pacientes de Wambach eran en su mayor parte
blancos. De forma similar, el desglose socioeconómico de las vidas
pasadas seguía una tendencia histórica. Entre las vidas de tiempos más
antiguos que habían sido recordadas, sólo eran de clase alta en torno
al 10 por 100, el resto eran pobres. Pero los porcentajes cambiaban en
casos más modernos, coincidiendo con el cambio de nuestro espectro
socioeconómico.
Y, curiosamente, Wambach descubrió que la distribución tempo-
ral de las vidas recordadas seguía la curva empírica de crecimiento de
la población. De modo que aquí tenemos otra respuesta a la paradoja
de la población de la idea del alma. ¿ Cómo puede un número fijo de
almas mantener el ritmo de la explosión demográfica? Ésta es la res-
puesta de Wambach: las almas nacen cada vez con mayor frecuencia,
a medida que avanza el tiempo. (De esta investigación da cuenta Vi-
ney,1993.)

Edgar Cayce: mirar a través de la ventana no-local

Las leyendas dicen que Buda podía ver quinientas vidas, no sólo las
suyas propias, sino también las de los demás. Esto no está documenta-
do históricamente, pero existen algunos casos históricos de personas
que eran capaces de leer las vidas pasadas de los demás (Sugrue, 1961),
Dr. Amit Goswami 111

siendo el ejemplo más conocido de los últimos tiempos el de Edgar


Cayce. Bajo sueño hipnótico, Cayce hizo alrededor de 2.500 lecturas
de vidas pasadas, a veces en más de una ocasión, pero sin contradecir-
se nunca a sí mismo. En ocasiones, sus lecturas involucraban aspectos
de períodos de la historia que, posteriormente, pudieron ser compro-
bados. En cierta ocasión, le dijo a una persona que en su vida anterior
había sido «mojataburetes»,23 pero ni siquiera él sabía lo que era aque-
llo. La posterior investigación demostró que aquélla había sido una
ocupación conocida en los tiempos de los primeros colonizadores
de América; los mojataburetes ataban con correas a las sospechosas de
brujería a un taburete y les echaban baldes de agua fría.
¿ Cómo podría una persona como Cayce mirar a través de la ven-
tana no-local de otra persona? La respuesta del propio Cayce era: «La
memoria akashica», para lo cual una traducción aceptable sería me-
moria no-local; pero creo que existe una explicación más tangible en
la misma ventana no-local de nuestro modelo. La cuestión estriba
en que, en principio, la consciencia es una; así, la ventana no-local de
una persona, ventana que conecta todas sus encarnaciones, está abier-
ta para todo aquel que sepa cómo mirar a través de ella; pero se trata
de una capacidad muy poco habitual. En la India, se dice que esta
capacidad llega de forma natural con la liberación. Evidentemente,
Cayce la había alcanzado.
Hemos estado hablando de datos relativos a experiencias que im-
plican a personas en la realidad manifiesta, pero también están los
datos, ciertamente controvertidos, de personas (médiums en su ma-
yor parte) que afirman comunicarse directamente con la persona
muerta en el otro mundo. Se han construido escenarios enteros del
otro mundo (todos ellos sumamente dualistas) basándose probable-
mente es este tipo de evidencias. Me ocuparé con mayor detalle de
estas evidencias y de cómo podemos abordarlas en los dos siguientes
capítulos, pero aquí va un anticipo.

23 Stool-dipper, en el original inglés. (N. del T.i


112 La física del alma

Los datos sobre entidades desencarnadas

Hasta el momento, los datos más románticos, los más desconcertantes


y los más controvertidos en lo relativo a la supervivencia post mortem
son aquellos en los que una persona viva (normalmente un médium en
estado de trance) sostiene que habla con una persona que lleva muerta
cierto tiempo y que habita en un reino que está más allá del espacio y
del tiempo. Parece haber aquí evidencias no sólo de la supervivencia de
la consciencia tras la muerte, sino también de la existencia de un «al-
ma» dualista que es capaz de existir sin un cuerpo físico.
Naturalmente, las evidencias son controvertidas porque no pare-
ce haber forma de averiguar si es el médium el que elabora los datos,
especialmente cuando los casos de f~aude son abundantes. Aun con
datos libres de sospecha de fraude, el investigador Michael Grosso di-
ce lo siguiente:

Sin embargo, después de estudiar lo mejor del material del caso, uno llega
a la conclusión de que los grandes médiums (l) o bien obtenían la infor-
mación de la mente del fallecido o descarnado, (2) o bien creaban ilusio-
nes convincentes de las personas fallecidas mediante la obtención de to-
das las informaciones relevantes por medios paranormales, a partir
normalmente de diversas fuentes (las mentes de personas vivas, y regis-
tros escritos o fotográficos), para luego sintetizar instantáneamente los
datos dispersos y crear imágenes convincentes de personas fallecidas co-
nocidas (Grosso, 1994).

Pero existen algunas evidencias hasta cierto punto convincentes de la


supervivencia tras la muerte, incluso en los datos de los médiums, que
se obtienen a través de «correspondencia cruzada», en la cual el falleci-
do comunica un mensaje integrado pero dividido en varias piezas a
través de varios médiums diferentes (Saltmarsh, 1938). En este caso, es
difícil argumentar cómo un médium en concreto pudo obtener la infor-
mación de una persona viva mediante la telepatía. En contra de estos
datos, también se puede argüir que quizás los médiums implicados es-
taban creando inconscientemente la apariencia de una correspondencia
cruzada. O quizás estaban tocando sincrónicamente la ventana no-local
Dr. Amit Goswami 113

del fallecido del modo correcto; puede ser que la pureza de inten-
ción del fallecido, junto con la de los psíquicos, fuera suficiente para
crear estos intrigantes acontecimientos sincrónicos. En cualquier caso,
es evidente que los datos procedentes de la mediumnidad no necesitan
ser tomados como evidencias de lo que pretenden ser, es decir, de co-
municaciones con un alma consciente descarnada.
Sea como sea, este aspecto de los datos de los médiums tiene que
ver con el contenido de la historia de la persona fallecida y, por tanto,
en el mejor de los casos, demuestra la capacidad del médium para
sintonizar con la ventana no-local del difunto.
Más significativos son los datos sobre canalización. También
aquí abundan los intereses comerciales y los fraudes. Aún así, ha ha-
bido canales y entidades canalizadas que resultan intrigantes, debido
a que los canalizadores parecen adoptar el carácter de la entidad cana-
lizada, que es sorprendentemente diferente del canalizador.
Un ejemplo espectacular es el caso de «Lydia]ohnson», un ama
de casa de treinta y siete años de edad, un caso que estudió Ian Steven-
son y del que dieron también cuenta Sylvia Cranston y Carey Williams
(1984). En un principio, Lydia estaba ayudando a su marido con los
experimentos que éste llevaba a cabo sobre hipnotismo. Pero, con la
ayuda de otro hipnotizador, Lydia no tardó en canalizar a una entidad
llamada]ensen]acoby, un nombre que ella pronunciaba como «Yen-
sen Yahkobi», que había vivido en una aldea de Suecia trescientos
años atrás. Canalizando a]ensen, Lydia hablaba en sueco y reconocía
objetos suecos del siglo XVII; pero lo más revelador es que, cuando se
convertía en ]ensen, Lydia se olvidaba de cómo se utilizaban unas
herramientas modernas, como unas simples tenazas. El caso de la psi-
cóloga ]ane Roberts y de la entidad canalizada, Seth, es otro ejemplo
destacado de la canalización de una entidad con un carácter muy di-
ferente al del canalizador. Cuando canalizaba, el carácter de]ane cam-
biaba dramáticamente; por ejemplo, se comportaba como un varón
intelectual (Roberts, 1975).
Yo mismo he podido ver en acción a una canalizadora,JZ Knight,
que canaliza a una entidad llamada Ramtha, que supuestamente es un
ser iluminado. También en este caso, hay un extraordinario cambio
114 La física del alma

de carácter cuando]Z canaliza a Ramtha; literalmente, el comporta-


miento de]Z se convierte en el de un gurú varón dominante, bastante
diferente del patrón ordinario de comportamiento de esta canalizado-
ra. y es un cambio que puede prolongarse durante horas.
Compartiré con usted uno de mis encuentros con]Z mientras se
encontraba canalizando a Ramtha. He confirmado con ella misma, así
como con los que la conocen bien, que]Z no bebe alcohol. Pero, en
esta ocasión, ]Z, canalizando a Ramtha, estaba dando una fiesta cuan-
do la descubrí bebiendo vino sin reparos; aunque el vino no pareció
afectarle demasiado, puesto que poco después compartía, con un gran
sentido poético, las experiencias de Ramtha cuando emigró de la At-
lántida a la India, en los tiempos en que la civilización de la Atlántida
se desmoronaba. Con independencia del contenido de sus palabras, el
cambio de carácter fue tan extraordinario que desde entonces he deja-
do de dudar de la autenticidad del fenómeno de la canalización.
Otro caso excepcional de canalización tiene lugar en Brasil. Aquí,
el ser canalizado es un cirujano alemán, el doctor Fritz, al cual han
canalizado una serie de canalizadores, todos los cuales son personas
normales sin habilidad quirúrgica alguna. Pero, mientras canalizan al
doctor Fritz, estas personas llevan a cabo con éxito y rápidamente
complejas operaciones quirúrgicas sin anestesia y sin los requisitos
higiénicos prescritos.
Por extraordinarias que puedan ser estas supuestas canalizacio-
nes, ¿podrían estar simulando los canalizadores ese cambio de carác-
ter? Los investigadores paranormales Gilda Moura y Norman Don han
llevado a cabo un estudio que descarta en gran medida el fraude.
Moura y Don conectaron un electroencefalógrafo al cerebro de un ca-
nalizador, y descubrieron que sus ondas cerebrales cambiaban de un
modo nada característico desde las ordinarias ondas de baja frecuencia
beta (en torno a 30 Hz.) a ondas beta de muy alta frecuencia (más de
40 Hz.) cuando llevaba a cabo una operación quirúrgica. Las ondas
beta de alta frecuencia son características de una elevada concen-
tración. Los cirujanos exhiben este tipo de ondas cuando hacen su tra-
bajo, pero no una persona ordinaria que estuviera fingiendo una ope-
ración quirúrgica (Moura y Don, 1996).
Dr. Amit Goswami 115

También se ha hecho un estudio similar con]Z Knight utilizando


simultáneamente ocho indicadores psicofisiológicos. Todos los indi-
cadores mostraron cambios significativos entre el estado normal de]Z
Knight y los momentos en que estaba canalizando. Los científicos lle-
garon a la conclusión de que sería imposible dar esos resultados en los
ocho indicadores a la vez de un modo fraudulento (Wickramsekera et
al., 1997).

Los ángeles

Otra clase de datos interesantes procede de personas que, supuesta-


mente, se comunican con ángeles y con guías espirituales. Parece que
estas entidades prestan patrones caracteriales a estas personas, de tal
modo que éstas llevan a cabo tareas que normalmente hubieran sido
incapaces de llevar a cabo. Por ejemplo, un sacerdote cristiano, el Pa-
dre Pío, supuestamente recibió la ayuda de su ángel guardián para
traducir ciertos textos en griego, idioma desconocido para el Padre
Pío (Parente, 1984). (Véase también Grosso, 1992.)
Uno de los casos más famosos en los que la intervención angélica
salvó la vida de una persona fue el que tuvo por protagonista al mago
más famoso de todos los tiempos, Harry Houdini. El 27 de diciembre
de 1906, Houdini estaba realizando uno de sus mejores y más arriesga-
dos trucos, en el cual se sumergía esposado en las aguas heladas de un
río a través de un agujero abierto en el hielo, del cual emergía a salvo y
sin esposas. Pero en aquella ocasión algo fue mal; al cabo de cinco mi-
nutos no había salido a la superficie, cuando, normalmente, su escapa-
da no precisaba de más de tres minutos, por lo que los reporteros le
daban ya por muerto. Afortunadamente, Houdini regresó al cabo de
ocho minutos. Y lo mejor de todo es que no sufrió hipotermia.
Lo que sucedió fue que las corrientes fluviales le arrastraron en
esta ocasión, desorientándole e impidiéndole utilizar las bolsas de aire
que quedaban atrapadas entre el río y la capa de hielo. Por otra parte,
la hipotermia estaba haciendo rápida presa en él, y no sabía hacia
dónde nadar ni cómo volver. De repente, escuchó la voz de su madre,
116 La física del alma

que le orientaba para que nadara en la dirección de donde procedía la


voz. E, inexplicablemente, sintió también una repentina calidez. Todo
esto le permitió desprenderse de las esposas y emerger de nuevo a la
superficie por el agujero en el hielo.
¿Acaso la madre de Houdini se comunicó con él telepáticamente?
Pero, ¿cómo pudo saber hacia dónde dirigir a su hijo? Y tampoco hay
explicación para la inexplicable calidez que sintió. Una explicación
mejor sería la de una intervención angélica, que le prestaría aquel ex-
traordinario sentido de dirección (la voz de la madre habría sido una
proyección externa), y la inusual energía generadora de calor (Gold-
berg, 1997).
Para resumir, por tanto, parece haber suficientes datos como para
apoyar la hipótesis de la existencia de almas o seres descarnados. En
primer lugar, están las experiencias extracorporales, en las cuales los
sujetos afirman tener un cambio de identidad al sentirse en un cuerpo
desencarnado, si bien temporalmente. En segundo lugar, existen pro-
pensiones o tendencias inexplicables; si tuviera algo que ver con la
reencarnación, ¿cómo se pueden transmitir estas propensiones sin una
transmigración de algún elemento del ser-ego? En tercer lugar, los
médiums parecen ser capaces de canalizar a entidades cuyo carácter
asumen temporalmente. Cuarto, hay personas extraordinarias que
suelen recibir la guía de entidades desencarnadas (guías espirituales)
porque, al parecer, también estas personas parecen ser capaces de
adoptar patrones caracteriales muy diferentes de su ser ordinario.
Así pues, llegamos a la pregunta más esencial de todas: ¿existe un
alma individual? ¿Tenemos otros cuerpos, aparte del cuerpo físico,
que le conceden individualidad a la mónadalsutratman del capítulo
anterior? ¿Existe un cuerpo desencarnado tras la muerte capaz de
transmigrar y de llevar a la siguiente vida las propensiones adquiridas
durante esta vida? ¿Es posible que los médiums se comuniquen con
cuerpos desencarnados en transición? ¿Y existen cuerpos desencarna-
dos permanente o semipermanentemente, ángeles y demás?
¿Tenemos más de un cuerpo?

Supongo que el resumen de datos del capítulo anterior le habrá con-


vencido a usted tanto como me convenció a mí de que en los datos
sobre la supervivencia post mortem y la reencarnación hay más cosas
de las que la no-localidad cuántica puede manejar. Al esqueleto de la
teoría que hemos construido hay que añadirle ahora la carne, por sutil
que pueda ser.
Ahora bien, si usted consulta lo que dicen las tradiciones esoté-
ricas respecto a lo que podría constituir este mecanismo adicional,
verá que en ellas el mecanismo enlaza ciertos cuerpos sutiles con la
individualidad que poseemos, además del enlace con el cuerpo físi-
CO. 24 Según declaran las tradiciones esotéricas, estos cuerpos sutiles
individuales (un cuerpo vital que guarda relación con nuestros proce-
sos vitales particulares, un cuerpo mental relacionado con nuestras
formas cognitivas individuales, y un cuerpo intelectual supramental
que contiene los temas aprendidos de los movimientos del cuerpo
mental, del vital y del físico) están compuestos, al igual que el cuer-
po físico, por sustancias; pero se trata de sustancias más sutiles, más
refinadas, menos cuantificables y más difíciles de controlar. Usted no
puede decir que este o aquel pensamiento pesa 150 gramos; sólo po-
drá decir de él que se trata de un pensamiento «pesado». Podrá decir

24 Los Uponishods, el Zohar y, más recientemente, los textos de los teósofos plantean todos ellos la
existencia de cuerpos sutiles.
118 La física del alma

que fue un pensamiento breve, pero no podrá decir que medía dos
centímetros y medio. Usted intenta guardar silencio cuando medita;
pero, a pesar de todo, su mente se ve invadida por pensamientos que
pasan por su cabeza sin que se les haya invitado.
Según estas tradiciones, cuando morimos, dejamos atrás sólo el
cuerpo físico; nuestros cuerpos sutiles sobreviven. Pero, ¿qué son es-
tos cuerpos sutiles sino los productos de la visión dualista del alma
individual? ¿No serán más que otro nombre de lo que normalmente
llamamos alma? Y, si adoptamos la explicación del alma para la super-
vivencia, por sofisticado que sea su atuendo, ¿no caeremos en los pro-
blemas propios del dualismo cartesiano? Esto da lugar a preguntas
ciertamente incómodas: ¿qué sustancia o sustancias median en la inte-
racción entre estos cuerpos sutiles y el cuerpo físico? ¿Cómo se conser-
va la energía del mundo físico a la luz de tales interacciones con estos
otros cuerpos?
Mientras ponderaba la idea de los cuerpos sutiles y de los proble-
mas de la interacción en el dualismo, exploré la posibilidad de que
estos problemas se pudieran superar con los nuevos principios de
nuestra ciencia dentro de la consciencia. No es posible postular que
los cuerpos sutiles interactúen directamente con el físico sin cavar al
mismo tiempo la tumba de esta idea. En eso tendremos que estar de
acuerdo. Por otra parte, si no interactúan con el cuerpo físico, ¿qué
trascendencia pueden tener?
Bueno, hay otra forma de ver la situación. Suponga que los cuer-
pos sutiles no interactúan con el cuerpo físico ni interactúan entre sí;
suponga que discurren en paralelo, manteniendo una correspondencia
con el cuerpo físico. Dicho de otro modo, para cada estado físico, exis-
te el correspondiente estado supramental, el correspondiente estado
mental y el correspondiente estado vital. Esta filosofía la formuló el
filósofo y físico del siglo XVII Gottfried Leibniz para rescatar el dualis-
mo mente-cuerpo, y recibe el nombre de paralelismo psicofísico. La
extensión de la idea hasta incluir al intelecto supramental y al cuerpo
vital viene por sí sola; generalice la idea de la psique, nuestro mundo
interno, hasta incluir al cuerpo vital, al mental y al intelectual. Pero el
paralelismo psicofísico nunca ha gozado de popularidad, porque es
Dr. Amit Goswami 119

difícil ver qué es lo que mantiene la correspondencia, el suave movi-


miento paralelo de los distintos cuerpos. La cuestión de la interacción
acecha de nuevo tras la escena, ¿no?
Pero espere, no se dé por vencido. Los principios de nuestra
ciencia dentro de la consciencia ofrecen una solución. El problema de
la interacción es complicado, sin duda, pero suponga que las sustan-
cias sutiles de nuestros cuerpos sutiles no son «cosas» determinadas
por la física de Newton, sino que tienen una naturaleza cuántica. Di-
cho de otro modo, suponga que los estados del cuerpo vital, del cuer-
po mental y del supramental son probabilísticos, al igual que los
del cuerpo físico. Suponga que estos estados son estados de posibili-
dad cuántica dentro de la consciencia, no de actualidad, y que la cons-
ciencia colapsa estas posibilidades en actualidad.
Aunque el cuerpo vital, el mental y el del intelecto supramental
no interactúen directamente con el cuerpo físico, es decir, aunque se
muevan en paralelo a él, suponga que la consciencia reconoce estados
simultáneos y paralelos del cuerpo físico y del trío vital-mental-supra-
mental del cuerpo sutil para su experiencia. Desde los experimentos
deJacobo Grinberg-Zylberbaum (véase el capítulo 2), sabemos que la
consciencia puede colapsar, y de hecho colapsa sincrónicamente, es-
tados para cerebros separados no-localmente que estén adecuadamen-
te vinculados. Y el colapso de un único estado de experiencia es un
colapso de reconocimiento y elección, no un intercambio de energía,
con lo cual se evitan todos los problemas de la interacción dualista.
De este modo, nuestra ciencia dentro de la consciencia nos per-
mite postular que disponemos de otros cuerpos, además del cuerpo
físico, sin necesidad de adentrarnos en los escollos del dualismo. No
necesitamos que estos cuerpos interactúen entre sí ni con el cuerpo
físico. En lugar de eso, decimos que la consciencia media la interac-
ción entre ellos y mantiene su paralelismo. La siguiente pregunta es:
¿qué razones hay para postular estos cuerpos sutiles, además de la de
encontrar una explicación para los datos de la supervivencia post
mortem y la reencarnación? Usted no puede hacer postulados arbi-
trarios para explicar datos; eso no es ciencia. ¿Acaso hay otras razo-
nes profundas para sospechar que tenemos un cuerpo vital, un cuer-
120 La física del alma

po mental y un cuerpo del intelecto supramental además del cuerpo


físico?

Comportamiento a modo de ley y comportamiento a


modo de programa

Las leyes causales de la física son leyes deterministas. Dadas las condi-
ciones iniciales sobre posición y velocidad, y dados los agentes causa-
les (fuerzas) que actúan sobre el sistema, las leyes del movimiento
determinan el futuro de todos los sistemas no vivos.
Por ejemplo, suponga que queremos saber el paradero del plane-
taJúpiter en algún momento futuro. Determine la posición y la veloci-
dad del planeta ahora. Estas «condiciones iniciales», más los algorit-
mos (reglas paso-a-paso lógicas de instrucciones) generados por el
conocimiento de la naturaleza de la gravedad y las leyes del movimien-
to de Newton, permitirán que cualquier ordenador calcule la posición
del planeta en cualquier momento del futuro. Incluso en los sistemas
cuánticos, las leyes estadísticas causales pueden predecir el comporta-
miento medio y la evolución media, siempre y cuando trabajemos con
un número suficientemente grande de objetos o eventos (lo cual es
normalmente el caso en los sistemas submicroscópicos). Los sistemas
no vivos están, así pues, determinados por las causas, y de ahí que yo
llame a su comportamiento «como comportamiento a modo de ley».
Pero los sistemas vivos tienen una peculiaridad. Cuando habla-
mos de lo vivo, no sólo estamos hablando del movimiento de objetos
físicos, sino también de sensaciones, sensaciones que necesitan con-
ceptos tales como la supervivencia, el placer, el dolor, etc. Estas pala-
bras no están en el vocabulario de las leyes de la física; nunca necesi-
tamos tales palabras para describir lo no vivo. Las moléculas de lo no
vivo no muestran tendencias a sobrevivir ni a amar. Ni tampoco nece-
sitamos los conceptos del placer y del dolor para describir el compor-
tamiento molecular. Sin embargo, estos conceptos describen los con-
textos y los significados que hay tras los contenidos o los «sentires» de
lo vivo.
Dr. Amit Goswami 121

Estos «sentires» están trazados y programados en el cuerpo físi-


co; y, una vez programados, el cuerpo físico puede llevar a cabo la
función de la que trata la sensación. Así, los organismos vivos exhiben
un comportamiento «a modo de programa» que desvela su secreto: el
hecho de que tienen otro cuerpo que está compuesto por las sensacio-
nes que hay tras los programas que los organismos vivos son capaces
de poner en marcha (Goswami, 1994). Esto es el cuerpo vital.
El biólogo Rupert Sheldrake (1981) llega a la misma conclusión
al observar que los genes no tienen los programas necesarios para la
morfagénesis o creación de las formas. Según la terminología de Shel-
drake, la morfagénesis (el desarrollo de las formas u órganos que lle-
van a cabo las funciones biológicas) en los organismos vivos está diri-
gida por campos morfogenéticos extrafísicos y no-locales. Lo que
experimentamos como «sensaciones» es el resultado de la acción de
los campos morfogenéticos, que no son otra cosa que las descripcio-
nes equivalentes del cuerpo vital.
De forma similar, el biólogo Robert Sperry, el filósofo John Sear-
le, el matemático Roger Pemose y el investigador de inteligencia arti-
ficial Ranan Banerji, han señalado que el cerebro, si lo vemos como un
ordenador, no podría procesar significados, algo que nos estimamos
mucho. Nuestras vidas giran en torno a los significados. ¿De dónde
vienen los significados? Los ordenadores procesan símbolos, pero el
significado de los símbolos tiene que venir de fuera; es la mente la que
da significado a los símbolos que el cerebro genera. Quizás usted se
pregunte por qué no puede haber otros símbolos para los significados,
llamémosles símbolos de significado. Pero entonces necesitaríamos
más símbolos para el significado del significado, y así hasta el infinito
(Sperry, 1983; Searle, 1992; Pemose, 1989; Banerji, 1994).
Las sensaciones que existen tras las funciones vitales de un orga-
nismo vivo proceden del cuerpo vital de la consciencia. La conscien-
cia traza las funciones vitales en la forma de los distintos órganos del
cuerpo físico u tilizando su cuerpo vital.
Dado que sólo la consciencia puede inyectar significado en el
mundo físico, tendría sentido plantear la hipótesis de que la conscien-
cia «escribe» los programas mentales de significado en el cerebro.
122 La física del alma

Cuando escribimos el software para nuestro ordenador personal, em-


pleamos una idea mental de lo que queremos hacer en la programa-
ción. De igual modo, la consciencia tiene que utilizar el cuerpo mental
para crear el «software» mental (las representaciones de los significa-
dos que procesa la mente) en el cerebro.
Para resumir, el comportamiento de la materia no viva es a modo
de ley, pero el comportamiento de lo que está vivo y de la materia pen-
sante es a modo de programa. Así, la lógica dicta que debemos tener
tanto un cuerpo vital como un cuerpo mental de consciencia. La cons-
ciencia utiliza el hardware físico para hacer representaciones de soft-
ware de lo vital y lo mental. ¿Qué argumentos podemos aportar para
la existencia de lo supramental?

¿Por qué un intelecto supramental? - La naturaleza de


la creatividad

¿Qué es la creatividad? No hace falta pensar demasiado para darse


cuenta de que la creatividad guarda relación con el descubrimiento
o invención de algo nuevo de valor. Pero ¿qué es nuevo?
Lo nuevo en la creatividad se refiere bien a un nuevo significado o
bien a unos nuevos contextos para estudiar un nuevo significado (Gos-
wami, 1996, 1999). Cuando creamos un nuevo significado haciendo
uso de contextos viejos y ya conocidos, lo llamamos invención o, de
modo más formal, creatividad situacional. Por ejemplo, a partir de la
teoría conocida de las ondas electromagnéticas, Marconi inventó la ra-
dio. La radio dio un nuevo significado a una porción particular del
espectro electromagnético, pero el contexto para aquella invención ya
estaba presente.
En cambio, la creatividad de Clerk Maxwell, que descubrió la
teoría de las ondas electromagnéticas, es creatividad fundamental,
porque supone el descubrimiento de un nuevo contexto para el pensa-
miento o las invenciones subsiguientes.
Así, el hecho de que dispongamos de dos tipos de creatividad,
situacional y fundamental, invención y descubrimiento, precisa de la
Dr. Amit Goswami 123

hipótesis de un cuerpo del intelecto supramental que procese el con-


texto de significado mental.
En realidad, la definición de creatividad, si la recuerda, habla de
algo nuevo de valor. ¿Qué es lo que da valor, sino nuestras sensacio-
nes de placer y de dolor? Así, la existencia del cuerpo vital está implí-
cita también en la definición de la creatividad.
Si pensamos un poco, encontraremos algo más. El cuerpo mental
no sólo da significado a los objetos físicos de nuestra experiencia, sino
que lo utilizamos también para dar significado a las sensaciones del
cuerpo vital. De igual modo, lo supramental no sólo se utiliza para dar
contextos de significado mental, sino que también proporciona con-
textos para los movimientos de lo vital y de lo físico. Dicho de otro
modo, el intelecto supramental es lo mismo que anteriormente llamé
el cuerpo temático, el cuerpo de temas arquetípicos que conforma los
movimientos de lo físico, lo mental y lo vital.
Pero, ¿qué hay de la naturaleza cuántica de estos cuerpos que pos-
tulamos para evitar el dualismo? Comencemos por el cuerpo mental.

En busca de la mente cuántica

En la psicología moderna se ha convertido en costumbre denigrar a


Descartes. Y, sin embargo, este gran filósofo y científico del siglo XVII se
dio cuenta de algo innegablemente profundo acerca de las diferencias
entre lo que llamamos la mente y lo que constituye nuestro cuerpo fí-
sico. Él decía que, en tanto que los objetos del mundo físico tienen
extensión, localización en el espacio (es decir, son res extensa), los
objetos del mundo mental (res cogitans) no tienen extensión; no se
pueden localizar en el espacio. De ahí que a Descartes le pareciera poco
razonable la idea de que los pensamientos, los objetos mentales, se
pudieran describir en términos de objetos que se mueven en el espacio,
de objetos que tienen localizaciones finitas. Por eso propuso que el
mundo mental era un mundo independiente (Descartes, 1972).
Del argumento de Descartes se sigue también que los objetos fí-
sicos, teniendo extensión, son reductibles a componentes más pe-
124 La fisica del alma

queños. Lo macro-físico está hecho de lo micro, de átomos, que, a su


vez, están hechos de partículas elementales aún más pequeñas. Pero
los objetos mentales, al no tener extensión, no se pueden reducir a
microsubdivisiones.
La misma idea la podemos encontrar en la filosofía india, donde
se hace referencia a la mente como sukhsha, que normalmente se tra-
duce como sutil, pero que también implica indivisibilidad. 25
Pero Descartes, que tenía unas ideas muy profundas, también tu-
vo unas meteduras de pata sumamente profundas. Una metedura de
pata es el interaccionismo, como ya hemos dicho muchas veces. Otra
metedura de pata es que incluyó la consciencia como una propiedad
del mundo mental. Pero, ahora que hemos corregido con nuestra nue-
va ciencia ambos errores, ¿podemos tomarnos en serio todo lo que hay
de profundo en su pensamiento?
¿Cuál es la diferencia entre la burda sustancia física y la sutil sus-
tancia mental? Una gran diferencia es la densidad del macromundo de
nuestra percepción compartida en los dominios físicos. Estamos pos-
tulando que tanto las sustancias físicas como las mentales son sustan-
cias cuánticas. Pero la diferencia estriba en que, en el mundo físico, los
objetos microcuánticos forman macro-objetos. Pero en el mundo men-
tal no ocurre lo mismo.
Los objetos cuánticos obedecen el principio de incertidumbre, es
decir, el hecho de que no podamos medir simultáneamente tanto su
posición como su velocidad con la máxima precisión. Ahora bien, con
el fin de determinar la trayectoria de un objeto, no sólo necesitamos
saber dónde está ahora el objeto, sino también dónde estará un poco
más tarde; dicho con otras palabras, tanto la posición como la veloci-
dad simultáneamente. Y el principio de incertidumbre dice que esto
no podemos saberlo. De manera que nunca podremos determinar las
trayectorias de los objetos cuánticos con precisión; estos objetos son
sutiles por naturaleza.
Pero si usted hace grandes conglomerados de objetos cuánticos
sutiles, tenderán a asumir una apariencia más densa. Así, aunque los

25 Estoy agradecido a Swami Dayananda Saraswati por señalarme este hecho


Dr. Amit Goswami 125

macrocuerpos de nuestro entorno están compuestos por objetos mi-


crocuánticos que obedecen el principio de incertidumbre, tienen den-
sidad debido a que la nube de ignorancia que el principio de incerti-
dumbre impone sobre su movimiento es muy pequeña, tan pequeña
que se puede ignorar en la mayoría de las situaciones. Así pues, a los
macrocuerpos se les puede atribuir tanto posición como velocidad y,
por tanto, trayectorias. De ahí que podamos observarlos a placer
mientras otras personas también los observan, y que podamos llegar a
un consenso sobre ellos.
Otra manera de ver este asunto es reconocer que las ondas de posi-
bilidad de la macromateria son tan lentas que entre mi observación y la
de usted su propagación es imperceptiblemente pequeña; de modo que
ambos colapsamos el objeto casi en el mismo lugar. De este modo nos
resulta fácil llegar a un consenso y, con ello, a la idea de que existe una
realidad física ahí fuera, a la vista de todo el mundo, fuera de nosotros.
Por cierto, esta idea de que el comportamiento de los macrocuer-
pos viene dado aproximadamente por la física determinista de Newton
se denomina principio de correspondencia. Lo descubrió el famoso
físico Niels Bohr. El mundo físico está hecho de tal manera que nece-
sitamos mediadores de los macrocuerpos, macroaparatos de «medi-
da», para amplificar los objetos microcuánticos antes de que podamos
observarlos. Éste es el precio que hay que pagar (la pérdida del con-
tacto directo con el micromundo físico) para que podamos tener una
realidad compartida de objetos físicos, para que todo el mundo pueda
ver simultáneamente los macrocuerpos.
Entonces, ¿por qué los objetos mentales no son accesibles a
nuestro escrutinio compartido? La sustancia mental siempre es sutil;
no forma conglomerados densos. De hecho, como muy bien intuyó
Descartes, la sustancia mental es indivisible. Por tanto, para la sustan-
cia mental no hay ninguna reducción a elementos cada vez más pe-
queños; no existe un micro a partir de lo cual se componga lo macro.
Así pues, el mundo mental es un todo, o como lo llaman a veces
los físicos: un medio infinito. Puede haber ondas en tal medio infinito,
modos de movimiento que deben describirse como ondas de posibili-
dad cuántica que obedecen a un cálculo de probabilidades.
126 La física del alma

Usted puede verificar directamente que los pensamientos (los ob-


jetos mentales) obedecen al principio de incertidumbre; nunca podrá
seguir el rastro, simultáneamente, del contenido del pensamiento y de
adónde está yendo el pensamiento, la dirección del pensamiento
(Bohm, 1951). Podemos observar directamente los pensamientos sin
necesidad de mediador alguno, sin los llamados macroaparatos de me-
dida; pero el precio que pagamos es que los pensamientos son priva-
dos, internos; no podemos compartirlos normalmente con los demás.
Las ideas profundas nos proporcionan comprensiones profundas.
Así pues, la idea de que tenemos un cuerpo mental que consta de «ob-
jetos» de posibilidad cuántica nos permite comprender por qué nues-
tra conciencia de los objetos mentales es interna, en contraposición a
la conciencia que tenemos de lo físico, que es externa.
Cuando actuamos en nuestra modalidad condicionada, el ego,
nuestros pensamientos (de hecho, el pensamiento en sí) parecen algo-
rítmicos, continuos, y predecibles, lo que les da el aspecto de objetos
clásicos newtonianos. Pero también hay un pensamiento creativo, una
transición discontinua en el pensamiento, un cambio de significado
desde lo condicionado a algo nuevo de valor. Cuando usted reconoce el
pensamiento creativo como el producto de un salto cuántico en el pen-
samiento, decrece sustancialmente cualquier resistencia a aceptar la
naturaleza cuántica del pensamiento. Por último, aunque normalmente
los pensamientos son privados y no podemos compartirlos con otra
persona, parecen haber evidencias convincentes de la existencia de la
telepatía mental, en la cual los pensamientos se comparten, apuntando
a la no-localidad cuántica del pensamiento entre mentes que estén ade-
cuadamente vinculadas (Becker, 1993). El físico Richard Feynman
(1981) demostró que los sistemas newtonianos clásicos nunca pueden
simular la no-localidad. Así, quizás la no-localidad del pensamiento,
como en la telepatía, sea la mejor evidencia de su naturaleza cuántica.
La mentalidad, al menos, es algo que nos resulta familiar a todos,
y quizás usted haya intuido ya, incluso sin mi empujoncito, que la idea
de un cuerpo mental separado está plenamente justificada, incluso con
su naturaleza cuántica. Pero ¿existe alguna justificación profunda para
postular la naturaleza cuántica del cuerpo vital?
Dr. Amit Goswami 127

El cuerpo vital

En nuestra cultura, gracias en parte a Descartes, por difamadas que


hayan sido sus enseñanzas entre los materialistas antes del actual de-
sarrollo de la ciencia dentro de la consciencia, y gracias en parte a
nuestra familiaridad con los pensamientos, nos hemos hecho amigos
de la idea de la dualidad mente-cuerpo, de la idea de los mundos dua-
les de la mente y la materia física. Sin embargo, no se puede decir lo
mismo de la idea del cuerpo vital. Sin duda, a veces nos sentimos in-
trigados cuando alguien usa las palabras «energía vital» para describir
sus experiencias. Pero no necesariamente nos ocupamos de nociones
de un mundo vital aparte, un mundo de sustancia vital; nuestra expe-
riencia de la energía vital aún no es lo suficientemente segura.
Sin embargo, los biólogos del pasado utilizaron la idea de un cuer-
po vital y de una fuerza vital (una filosofía llamada vitalismo) para ex-
plicar las operaciones de una célula viva; si bien, con la llegada de la
biología molecular y con su espectacular éxito a la hora de explicar có-
mo funcionan las células vivas, todas las ideas del vitalismo se desva-
necieron en el mundo de la ciencia. Tenemos que mirar la ciencia de
otras culturas para encontrar y examinar las ideas del cuerpo vital, cul-
turas como la india, la china y la japonesa. En particular, el modo en que
se practica la medicina en la India y en China es sumamente instructivo
en lo referente a la naturaleza del mundo vital y del cuerpo vital.
En la India, la curación yóguica consiste en un enfoque múltiple
sobre quiénes somos. En los Upanishads, se describen cinco cuerpos
en el ser humano (fig. 6.1). El más denso es el físico, renovado casi
constantemente a partir de las moléculas de los alimentos y, por ello,
denominado annamaya (hecho de anna, comida) en sánscrito. El si-
guiente cuerpo, un cuerpo sutil, se llama pranamaya (hecho de energía
vital, prana); se refiere al cuerpo vital asociado con los movimientos de
la vida que se expresan como reproducción, mantenimiento, etc. El
siguiente, aún más sutil, manomaya (hecho de mana, sustancia mental)
es el cuerpo mental, el que se ocupa de los movimientos del pensa-
miento, del que hemos hablado antes. El siguiente cuerpo, llamado
vijnanamaya (hecho de vijnana, inteligencia discriminatoria), es el in-
128 La físíca del alma

Intelecto supromental - - - . , . , . .

Mental

Vital

Físico

Los cinco cuerpos de la consciencia

Fig. 6.1. los cinco cuerpos de la consciencia. El exterior es el ilimitado cuerpo de


gloria; el siguiente cuerpo es el temático, o intelecto supra mental, que establece los
contextos de los movimientos del mental, el vital y el físico. De estos últimos, el mental
da significado a los movimientos vitales y físicos, y el vital tiene los moldes de las
formas biológicas de la vida que se manifiesta en el físico. Por último, el cuerpo físico
es el «hardware» en el cual se hacen las representaciones (el «software») del cuerpo
vital y de la mente.

telecto supramental O cuerpo temático, el depósito de los contextos de


los tres cuerpos «inferiores». Por último, el anandamaya (hecho de
ananda no sustancial, gozo espiritual o dicha, gloria) se corresponde
con Brahmán, el fundamento de todo ser, la consciencia en su talidad.
En consecuencia, la medicina india se divide en el estudio de las
cinco modalidades curativas: dieta, hierbas y hatha yoga (asanas o
Dr. Amit Goswami 129

posturas) para el cuidado y la sanación del cuerpo físico; pranayama,


cuya práctica más sencilla consiste en seguir el flujo de entrada y sali-
da del aire en el cuerpo, para el cuidado y la sanación del cuerpo vital;
la repetición de un mantra (ensalmo de una palabra, normalmente de
una sola sílaba), para el cuidado y la sanación del cuerpo mental; la
meditación y la creatividad, para el cuidado y la sanación del cuerpo
supramental; y el sueño profundo y el samadhi, o absorción en la uni-
dad, para el cuidado y la sanación del cuerpo de gloria (Nagendra,
1993; Frawley, 1989).
Intente comprender que el pranayama es mucho más que seguir
la respiración. La palabra sánscrita prana significa aliento (también
significa vida), pero, además, significa modos de movimiento del
cuerpo vital, el cuerpo hecho de prana. El objetivo del pranayama es,
en última instancia, acceder a los movimientos del cuerpo vital. Estos
movimientos se perciben como corrientes que circulan a través de
unos canales denominados nadis. Hay dos importantes nadis que se
cruzan en las ventanas de la nariz; de ahí que observar la respiración,
como en la respiración alterna por una y otra fosa nasal, nos permite
orientarnos hacia la conciencia del movimiento del prana.
Cuando los médicos occidentales se encontraron con ideas como
la del prana y los nadis, intentaron comprenderlas como una especie
de entidades físicas. En particular, se intentó conjugar los nadis con los
nervios, pero fue en vano; no se encontró ninguna correspondencia.
Los chinos han desarrollado una medicina muy sofisticada, la
acupuntura, que se basa en la idea del flujo del chi a través de unos
canales llamados meridianos. Estos canales tampoco se corresponden
con el sistema nervioso. Existen suficientes similitudes entre estos
meridianos y los nadis del sistema indio (aunque la correspondencia
entre ambos, curiosamente, no es única) como para sugerir que el chi
es similar al prana, los modos de movimiento del cuerpo vital.
El periodista Bill Moyers hizo una serie de televisión para el Pu-
blic Broadcasting Service en la que había una sección magnífica refe-
rente a la medicina china y el misterio del chi. En una de las emisio-
nes, y como respuesta a la pregunta de Moyers de «¿ Cómo sabe el
médico que está acertando en el punto (de acupuntura) correcto?»,
130 La fíSica del alma

David Eisenberg, un aprendiz norteamericano de medicina china, res-


pondía:

Es algo que resulta increíblemente difícil de hacer. El médico le pregunta


al paciente si siente el chi, y si tiene alguna sensación. Así es como lo sabe.
Pero el médico también tiene que sentirlo. Mi profesor de acupuntura
decía que es como pescar. Tú tienes que percibir la diferencia entre los
minúsculos mordisqueas del pez y la mordedura clara de la carnada (Mo-
yers, 1993).

Pero hacen falta años para aprender a sentir el chi de otra persona. El
chi se siente internamente, y normalmente no forma parte de nuestra
realidad compartida. El modo en que el acupuntor comparte la expe-
riencia del chi de un paciente se parece mucho a la telepatía mental.
Para mí, el punto más interesante del programa de Bill Moyers
tuvo lugar cuando un maestro de qi gong demostró cómo controlaba
su campo de chi (y presumiblemente el de los demás), campo que
otras personas no podían penetrar ni con todo su poderío físico. Ata-
caban a este anciano y menudo maestro con todas sus fuerzas, pero se
veían repelidos por una fuerza invisible sin que hubiera ningún tipo de
contacto físico. ¿Estaría repeliendo el maestro a sus atacantes median-
te algún tipo de control de sus campos de chi? Sin duda, ésa era la
impresión. El qi gong es una forma de arte marcial diseñado para
aprender a controlar el flujo del chi en el cuerpo vital. Y el tai chi es
una especie de danza que tiene el mismo objetivo.
El sistema japonés del aikido está diseñado, igualmente, para
aprender a controlar el movimiento del ki, que es la palabra japonesa
que designa los modos de movimiento del cuerpo vital.
Me gustaría hablarle de mi primera experiencia directa del chi (o
prana, o ki). Tuvo lugar en 1981. Me habían invitado a dar una charla
en un taller que dirigían John y Toni Lilly en el Instituto Esalen, en el
Big Sur, California. Por entonces era muy popular el gurú indio Bha-
gwan Shri Rajneesh, y una mañana me sumé a una meditación «diná-
mica» con una cinta de música de Rajneesh, que consistía en sacudir
primero el cuerpo vigorosamente, bailar después una danza lenta y fi-
Dr. Amit Goswami 131

nalizar con una meditación sentada. Hice bastante ejercicio sacudien-


do el cuerpo, algo que me resultó extrañamente vigorizante. Cuando
la música cambió para indicar el inicio de la danza lenta, se nos dieron
instrucciones para que bailáramos con los ojos cerrados, cosa que me
resultó sumamente agradable.
Pero tropecé con alguien y abrí los ojos, y... ¡vaya!, me encontré
con un par de senos de mujer delante de mis narices. Por entonces, el
tema de la desnudez me ponía un tanto tenso (aquella era mi primera
visita a Esalen), de modo que cerré los ojos inmediatamente. Por des-
gracia, cerrar mi cuerpo mental era otro asunto muy diferente. De
modo que la imagen mental de aquellas tetas dando saltos, con la ver-
güenza que sentí después y, además, el miedo a tropezar con cual-
quier otra persona, me tenían muy ocupado.
Cuando terminó la danza lenta, me sentí muy aliviado. Me senté
para meditar, y pude concentrarme con facilidad. Fue en ese momen-
to cuando sentí una potente corriente que se elevaba a lo largo de mi
espina dorsal, desde la parte inferior de mi espalda hasta la zona de la
garganta. Me resultó sumamente refrescante, pura gloria.
El posterior análisis indicó que aquello había sido un flujo de
prana, llamado a veces el ascenso de la kundalini shakti (kundalini sig-
nifica enroscada, y shakti significa energía; así, la kundalini shakti
significa prana o energía vital enroscada), si bien había sido un ascen-
so parcial. En años posteriores, he estado en talleres (en concreto, en
uno que dio el médico Richard Moss) en los que he experimentado
profundos flujos de prana por todo el cuerpo. Y, recientemente, he
estado practicando mucho para estabilizar mi experiencia del prana.
Mi experiencia no es única. Muchas personas tienen experiencias
del flujo del prana o chi, o bien del ascenso de la kundalini, yactualmen-
te es uno de esos fenómenos anómalos que la vanguardia de la investiga-
ción médica está estudiando intensamente, tanto en este país como en
otros muchos. (Lea, por ejemplo, Greenwell, 1995, y Kason, 1994.)
Pero volvamos a la teoría. ¿Se pueden describir los modos de
movimiento del cuerpo vital (prana, chi o ki) como ondas de posibili-
dad cuántica de un medio infinito subyacente del mundo vital? Evi-
dentemente, por cuanto tanto el sistema chino como el indio hablan
132 La física del alma

de la existencia de senderos o canales para el flujo de la energía vital,


energía vital que debe ser más localizable que su homóloga mental. Sin
embargo, dese cuenta de que los senderos indios de los nadis no se
corresponden exactamente con los meridianos chinos, hecho que se
puede entender si tenemos en cuenta que la localización de estos ca-
nales no se da como algo concreto; de manera que existe una posibili-
dad para la validez del principio de incertidumbre aquí. Por otra parte,
en la medicina china, el chi se contempla siempre en términos de dos
conceptos complementarios, el yin y el yang. Así, tanto la incertidum-
bre como la complementariedad prevalecen en los movimientos de la
energía vital, apuntando claramente a su naturaleza cuántica.
Ya he comentado que la energía vital se experimenta en el inte-
rior, al igual que la mental, si bien estos modos son menos sutiles (es
decir, son más localizables) que los mentales. Y esto es una confirma-
ción más de la acción del principio de incertidumbre de estos modos.
Por tanto, asumiré que los modos de la energía vital, al igual que los
modos mentales, se pueden describir como ondas de posibilidad cuán-
tica en el océano de la incertidumbre del mundo vital.
Si vemos que, al igual que el pensamiento, el movimiento del pra-
na exhibe tanto condicionamiento como creatividad, tendremos un
apoyo adicional a la suposición cuántica. Y lo cierto es que el flujo prá-
nico tiene aspectos condicionados que resultan bastante familiares.
Cuando usted se siente enamorado, las sensaciones que percibe en la
región del corazón son movimientos condicionados del prana. Cuando
está tenso y nervioso, el nudo que usted siente en el estómago o alrede-
dor del estómago es otro ejemplo de este movimiento condicionado.
Del mismo modo, es un movimiento condicionado de prana la sensa-
ción de asfixia en la garganta que siente todo aquel que se pone a cantar
en público por primera vez. Los puntos donde sentimos los movimien-
tos condicionados del prana se denominan «chakras» en la literatura
sobre el tema, según la cual existen siete chakras principales (fig. 6.2)
(Goswami, 2000). Por otra parte, el ascenso de la kundalini del que
hablábamos antes supone un movimiento creativo del prana, ya que
rompe la homeostasis del condicionamiento pránico y es la fuente de
todo salto creativo que el ascenso de la kundalini suele iniciar.
Dr. Amit Goswami 133

- - - - Chakra sahasrara (carona)

J - - - - Chakra ajna (del tercer ojo)

.;:"..~-- Chakra vishudhi (de la gargantal

------t- Chakra anahata (del carazón)

----t-f--+ Chakra manipura (del ombligo)

Chakra svadhisthana (sexual)

Chakra muladhara (raíz)

Fig. 6.2. Los chakras. Sentimos las emociones en las áreas en las que se localizan
estos puntos del cuerpo físico. Los chakras representan los lugares del cuerpo físico
donde se hacen las representaciones (los órganos) de los moldes del cuerpo vital
para la elaboración de las formas biológicas, o morfogénesis.

Antes hablé de los maestros de qi gong. Las investigaciones cien-


tíficas en china indican que estos maestros son capaces de producir
134 La física del alma

reacciones bioquímicas en cultivos de células in vitro con su campo


de chi.
Si proyectan un chi sereno y apacible, favorecen el crecimiento y
la respiración de las células de los cultivos; y ocurre lo contrario cuan-
do proyecta un chi destructivo, ya que se reduce el índice de reaccio-
nes bioquímicas de los cultivos de células (Sancier, 1991). Esto sugie-
re que el movimiento del chi es no-local y, por tanto, cuántico.
Gracias a la actual popularidad del yoga, del tai chi y del aikido
en Occidente, el cuerpo vital y sus modos de movimiento resultan un
poco más familiares para la psique popular. Pero no vaya usted a creer
que la idea de un cuerpo vital es una idea «oriental»; nada de eso. En
un famoso poema del poeta romántico inglés William Blake, se dice:
«La energía es deleite eterno». Blake no se refería a la energía física. Se
refería a la energía vital, pues conocía el chi.
Jesús dijo: «La casa de mi Padre tiene muchas mansiones». Él
sabía que tenemos más de un cuerpo. Según la Kabbalah, la manifesta-
ción divina del uno (Ain Sof, o cuerpo de gloria) en la multiplicidad se
realiza a través de cuatro mundos, todos los cuales trascienden lo físi-
co: Atziluth, el mundo del pensamiento puro (los arquetipos o temas);
Briah, el mundo que da creación a su significado; Yetzirah, el mundo
de la formación, o de los campos morfogenéticos; y, por último, As-
siah, el mundo de la manifestación (fig. 6.3) (Seymour, 1990). Sería
sensato pensar que no sólo tenemos un cuerpo físico, sino un cuerpo
en cada uno de estos mundos.
Pero el prejuicio de nuestros tiempos, gracias a nuestras lumbre-
ras materialistas, es que la mente es el cerebro, aunque las dos cosas se
experimenten de un modo bastante diferente. De forma similar, cuan-
do surge la cuestión de si la vida es completamente química, espera-
mos que los bioquímicos materialistas y los biólogos moleculares re-
suelvan el asunto. Pero, en realidad, estos temas están muy lejos de
estar resueltos.
La filosofía de «la mente es el cerebro» no explica el aspecto más
simple y directo de nuestra experiencia, a saber: ¿por qué la mente se
experimenta internamente, de un modo no compartible, en tanto que
el cerebro se puede experimentar desde el exterior? Con la ayuda de
Dr. Amit Goswami 135

un instrumento, como el de la tomografía por positrones, cualquiera


puede ver lo que está sucediendo aquí (Posner y Raichle, 1995). No-
sotros modelamos los aspectos condicionados de la mente con nues-
tros ordenadores y pensamos que el ordenador (el cerebro) es todo
cuanto existe en lo referente a la mente, evitando el estudio adecuado
de la creatividad, la telepatía y la espiritualidad, es decir, los aspec-
tos de la mente cuántica.
Ain Sol

El Uno

Fig 6.3. Los cinco mundos de la Kabbalah. Ain Sof es el fundamento del ser.
Atziluth representa el mundo del pensamiento puro o de los arquetipos del
pensamiento. Briah representa la creación (del pensamiento). Yetzirah representa la
forma (biológica) y Assiah, la manifestación de la forma.

Dependemos de nuestra creatividad para escribir programas innova-


dores que nos permitan lograr nuestro propósito con los ordenadores.
¿Existen evidencias de una creatividad similar y de un programador en
136 La física del alma

la evolución de la vida? Sí, existen repetidas evidencias. Todos los


grandes cambios en complejidad, como la transición de los reptiles a
aves, o de los primates a seres humanos, no se pueden explicar median-
te un mecanismo darwiniano de variación/selección gradual. Más bien,
estos hechos demuestran el salto cuántico de una consciencia creativa
que elige entre muchas variaciones potenciales simultáneas (Goswami,
1994, 1997, 2000). Los «signos de puntuación» en la evolución, las
evidencias fósiles de períodos de cambio muy rápido, son las eviden-
cias de estas intervenciones creativas (Eldredge y Gould, 1972).
Cuando estudiamos los movimientos condicionados y programa-
dos de los procesos vitales de una célula, la química nos ofrece buenas
explicaciones, y nos quedamos tan satisfechos, pensando que todo en
la vida es química. Pero la filosofía de que la vida es química ni explica
la creatividad en la evolución ni explica cómo un embrión unicelular
se convierte en una forma adulta compleja cuya integridad es parte
vital de la definición del organismo (Sheldrake, 1981).

Los cinco cuerpos de la consciencia


Revisemos la situación en lo relativo a la pregunta de: ¿tenemos algún
cuerpo más, además del físico? Ya hace tiempo que los filósofos vienen
indicando que los contextos de movimiento en los dominios físicos
(espacio, tiempo, fuerza, momento, energía y demás) son bastante di-
ferentes de algunos de los contextos importantes para la vida, como la
supervivencia, el sustento y la reproducción, además de ser completa-
mente inadecuados para captar su esencia. Una roca no intenta con-
servar su prístina integridad de forma cuando se la bombardea con
barro, que se adhiere a su superficie. Pero arrójele el barro a su gato y
verá su reacción.
Existen sistemas inanimados autosostenidos con reacciones quí-
micas cíclicas que pueden continuar sus reacciones indefinidamente,
pero no existe un propósito en esa autosustentación. Por otra parte,
los sistemas vivos, particularmente los sistemas vivos avanzados, vi-
ven su vida con un orden del día muy claro. Se puede decir que el in-
cendio de unos matorrales se reproduce cuando se extiende, pero este
Dr. Amit Goswami 137

tipo de reproducción carece del propósito evolutivo que forma parte


del orden del día de un ser vivo.
y después tenemos los contextos de movimiento físicos, menta-
les y vitales que se manifiestan en emociones como el deseo. ¿Puede
usted imaginar a la materia física inanimada impulsada por el deseo?
Además, tenemos contextos mentales del movimiento del pensa-
miento, como la reflexión y la proyección, y, por último, contextos
mentales/supramentales como el amor y la belleza, que están muy le-
jos de los contextos de movimiento físico como la fuerza y el momen-
to. Usted puede describir como algo hermoso los remolinos que hace
un río, o el juego de colores de las nubes durante una puesta de sol,
pero la belleza está por completo en su mente.
y aún es mayor la diferencia en nuestra experiencia de lo físico y lo
mental o lo vital. Los objetos físicos de nuestra experiencia se nos apare-
cen como algo externo; forman parte de una realidad material comparti-
da. Entre ellos se encuentran nuestros propios cuerpos físicos, que tanto
nosotros como los demás podemos ver, tocar, sentir. Pero no ocurre lo
mismo con lo mental. Experimentamos los pensamientos como algo in-
terno y privado; normalmente, nadie más puede percibirlos. Del mismo
modo, la sensación que usted tiene de «estar vivo» después del ejercicio
físico y de una ducha, una sensación que en Oriente dirían que está co-
nectada con el flujo del prana en su cuerpo vital, es normalmente una
sensación privada. La excepción tiene lugar cuando la no-localidad
cuántica conecta a dos personas, como en el caso de la telepatía.
El caso de las emociones resulta interesante porque, en nuestra ex-
periencia de las emociones, podemos ver con claridad que los tres «cuer-
pos» (el físico, el mental y el vital) se ven involucrados en la experiencia.
Observe cómo difiere la expresión de la experiencia de la emoción en
cada uno de estos tres cuerpos. Las señales físicas de la emoción están a
la vista de todos, o se pueden medir con el instrumental adecuado: usted
se ruboriza, la presión sanguínea se eleva, etc. Existe una cháchara men-
tal que nadie más puede escuchar. Y también hay un flujo vital de chi,
que es bastante diferente de los aspectos físicos y mentales de la emo-
ción, y que puede sentir dentro si presta atención, pero que sigue siendo
privado y es mucho más difícil de controlar que las señales físicas.
138 La física del alma

Los materialistas teorizan que los aspectos y los atributos de la


vida y de la mente emergen del movimiento de las moléculas en cierto
nivel de complejidad. Pero esta idea sigue siendo algo completamente
promisorio. En cambio, la idea de un cuerpo mental aparte tiene sen-
tido incluso desde una visión superficial en nuestra experiencia direc-
ta. Las imágenes de la televisión no son más que el movimiento de
electrones; sin embargo, nos dicen algo porque nosotros le damos un
significado a esos movimientos. ¿Cómo lo hacemos? Utilizamos las
imágenes mentales para darle un sentido al movimiento físico de elec-
trones que tiene lugar en la pantalla (Sperry, 1983). Sin duda, estos
estados mentales se pueden rastrear y trazar en nuestro cerebro ahora.
Pero, ¿de dónde procedían originariamente?
De igual modo, los estados del cuerpo vital manifiestan los con-
textos del movimiento de la vida; como, por ejemplo, en la estructura
de los campos morfogenéticos para el desarrollo de la forma adulta a
partir del embrión. Cuando la consciencia colapsa el estado físico (ce-
lular) paralelo del cuerpo físico, precipita una memoria física (una
representación) del estado del cuerpo vital. ¿Acaso no es así como
utiliza usted su ordenador? Usted comienza con una idea en mente, y
hace una representación de su idea mental en el cuerpo físico del or-
denador. Ahora se puede decir que el ordenador ha hecho una repre-
sentación simbólica de su estado mental.
Otra persona podría llevar a cabo una conversación con los mapas
informáticos de sus procesos mentales y podría encontrarlos bastante
mentales, bastante satisfactorios. Sería como conversar con el persona-
je de Data, el humanizado robot de Star Trek: La siguiente generación,
cuyas respuestas ricas en datos proceden de unos programas incorpo-
rados que reflejan los procesos mentales de su creador. Pero no hace
falta asumir que Data tiene estados mentales o que tiene la experiencia
de lo que está hablando ni que lo comprende. 26 Para tener estados men-
tales, Data necesitaría acceder a un cuerpo mental, y para la experiencia

26 Este punto lo recalca muy especialmente el filósofo John Searle, 1992. Véase también Varelo et
01,1991.
Dr. Amít Goswami 139

y la comprensión necesitaría una conciencia consciente,27 tendría que


ser un dispositivo de medida cuántica autorreferenciaP8
En la trama de la serie de Star Trek: la siguiente generación, Data
intenta una y otra vez conseguir que le implanten un chip que le daría
la capacidad de las emociones (en uno de los episodios incluso consi-
gue que se lo implanten). Un chip de las emociones puede permitirle
captar el componente mental de la emoción, pero no es éste el modo
en que la naturaleza programa el cuerpo vital en el físico. Las funcio-
nes vitales están programadas como un conglomerado de células vivas
que llevan a cabo la función vital que el conglomerado representa, y
las emociones se sienten (en los previamente mencionados chakras)
en conexión con estos órganos (Goswami, 2000). Por otra parte, la
experiencia de la emoción precisaría de un cuerpo vital y un cuerpo
mental, y, lo más importante, de la consciencia, para mediar y coordi-
nar el movimiento de los tres cuerpos y experimentar la emoción.
Así pues, tiene perfecto sentido postular la existencia de un cuer-
po vital y un cuerpo mental diferenciados que manifestarían los con-
textos vitales y mentales de la vida y de los procesos mentales en conte-
nido, y de una consciencia que utiliza estos estados para reflejar los
estados correspondientes en el cuerpo físico y el cerebro, del mismo
modo que creamos softwares informáticos para reflejar funciones
mentales (los programas que crean los investigadores de la inteligen-
cia artificial) en el hardware del ordenador.
Esto nos lleva a la cuestión de la naturaleza cuántica del intelecto
supramentalo cuerpo temático, el cuerpo de contextos, los contextos
de los otros tres cuerpos, el físico, el vital y el mental. El cuerpo supra-
mental es el más sutil de los cuerpos sutiles, tan sutil que aún no he-

27 Conscious awareness, en el inglés original. Aunque pueda sonar redundante, este término, que
se repite en más ocasiones a lo largo del libro, tiene pleno sentido en contraposición a la con-
ciencia inconsciente, que sería el estado del ser durante el procesamiento inconsciente de los
estados creativos de los que habla el autor. A lo largo de todo el libro, hemos traducido la pa-
labro inglesa awareness por 'conciencia-, mientras que consciousness la hemos traducido como
'consciencia-, con 's-. IN. del T.}

28 Este punto también lo comparte el científico informático Subhash Kak, en comunicación privada
con el autor. Véase también Kak, 1995.
140 La física del alma

mos llegado al punto evolutivo en el cual podamos reflejarlo directa-


mente en el cuerpo físico. Pero disponemos de las evidencias del
colapso discontinuo de lo supramental en la creatividad fundamental,
así como en las evidencias de su no-localidad.
En el capítulo 4, introduje el concepto de mónada como el cuer-
po de contextos en el que vivimos, lo cual sería el equivalente del
cuerpo del intelecto supramental del que hablamos ahora. Para meter-
nos de lleno con el tema de la supervivencia y la reencarnación, tene-
mos que generalizar ahora el concepto de mónada hasta incluir en él
también el cuerpo vital y el cuerpo mental. Y para eludir el dualismo,
tenemos que reconocer la naturaleza cuántica de la mónada.
Tanto el cuerpo físico como la mónada cuántica (que podemos
verla ahora como el conglomerado del cuerpo del intelecto supramen-
tal, el cuerpo vital y el cuerpo mental) están arraigados como posibili-
dades en el cuerpo de gloria de una consciencia trascendente. La ma-
nifestación de la posibilidad en actualidad es sólo una apariencia
(véase el capítulo 7). En última instancia, sólo existe la consciencia, y
no hay dualismo alguno.
El lector perspicaz se habrá dado cuenta de que, en este capítulo,
hemos utilizado las ideas de los mundos sutiles (vital, mental, intelec-
tual) y los cuerpos sutiles indistintamente; pero es que aún no hemos
demostrado con detalle cómo adquirimos cuerpos sutiles individuales
sin caer en el dualismo. Esto lo haremos en el capítulo 7.

¡He aquí que estamos extendiendo el campo de la


ciencia!

Cuando hablo con personas que no son científicos acerca de los cuer-
pos sutiles, suelen hacerse la pregunta: ¿y por qué no puede haber
sustancias cada vez más sutiles, hasta el infinito? Cuando el cuerpo
físico evoluciona hasta un nivel de complejidad adecuado, se pueden
reflejar en él las funciones vitales y las funciones mentales del mundo
vital y del mundo mental; así es como la vida y la mente evolucionan
en el mundo físico. Pero, ¿podría la evolución futura de seres biológi-
Dr. Amit Goswami 141

cos más complejos permitir el reflejo de mundos aún más sutiles que
el mental? Evidentemente, no podemos saber la respuesta a esta pre-
gunta, pero la menciono con la idea exclusiva de señalar que los no
científicos están bastante dispuestos a ponderar los cuerpos sutiles y
sus ramificaciones. (Yo creo que el ser humano tiene que dar, al me-
nos, un paso evolutivo más: el paso que nos permitirá reflejar el inte-
lecto supramental en el cuerpo físico.)
También sé por experiencia que en torno a la medianoche, espe-
cialmente bajo el cielo abierto y con un poco de espíritu (de natura-
leza alcohólica) en sus tripas,29 hasta los científicos más duros se ha-
cen un poquito espirituales. En esos momentos, la idea del espíritu y
de sus cinco cuerpos puede tener sentido para ellos. Hasta de Freud
se dice que le admitió esto a un amigo: «Me he pasado la vida en el
sótano del edificio. Tú dices que, cambiando el punto de vista, se pue-
de ver una escena más elevada, en la que viven hUéspedes distinguidos
como la religión, el arte, etc. Si tuviera ante mí toda una vida para
trabajar, no me cabe ni la menor duda de que encontraría espacio
para estos nobles hUéspedes en mi pequeña casa subterránea».
Pero el problema llega con la luz del día. Alentados por la sólida
ilusión de la realidad material matutina que les rodea, estos científicos
duros profesan una descreencia total en cualquier cosa salvo en la
materia, y se comportan como si la existencia de sustancias que no
sean la sustancia física les perturbara en su sensibilidad científica has-
ta extremos indecibles. ¿Puede el concepto del cuerpo sutil competir
con el intenso carácter persuasivo de la realidad material sólida?
Lo primero que tiene que comprender usted en este punto es que
palabras tales como «sustancia» o «cuerpos» tienen un significado
muy diferente en la mecánica cuántica del significado que tienen en la
mecánica clásica newtoniana. Y esto es aplicable incluso a los objetos
de la física cuántica. «Los átomos no son cosas», dijo Werner Heisen-
berg, el codescubridor de la mecánica cuántica. La «cosidad» de nues-
tro familiar macromundo surge debido a que los grandes o enormes

29 El autor hace un ¡uego de palabras con el término spirit, «espíritu». En inglés, el término de los
licores en general es spirits. IN. del T}
142 La física del alma

macro-objetos camuflan su no-cosidad cuántica;3o sus ondas de posibi-


lidad se extienden, aunque muy lentamente. Pero, en realidad, como
ha recalcado el físico Casey Blood, hasta el macromundo que observa-
mos a diario es el resultado directo de la interacción de la consciencia
con las funciones de onda matemáticas de potencia (Blood, 1993).
Convendrá abandonar la connotación subjetiva cartesiana del
cuerpo mental (y del vital) y reconocer que, en la tradición oriental,
como ya se aclaró arriba, estos cuerpos se definen objetivamente (sólo
su experiencia es subjetiva). En consonancia con esa tradición, yo pos-
tulo que la sustancia vital, la mental y la supramental obedecen tam-
bién a la dinámica de probabilidades cuánticas descriptibles mediante
las matemáticas objetivas. El físico Henry Stapp coincide en parte con-
migo. «No existe una razón intrínseca de por qué las cualidades sensi-
bles y las "ideas de los objetos" directamente cognoscibles no se pue-
den representar en una forma matemática precisa», escribió en cierta
ocasión (Stapp, 1996). ¿Existe alguna matemática que describa los
movimientos mentales de significado y los movimientos vitales de sen-
sación? Las tradiciones espirituales hablan de geometrías sagradas de
significado, de modo que quizás deberíamos prestar más atención a
tales cosas. Pero, en realidad, el trabajo científico en esta dirección ya
ha comenzado. 31
Cuando oímos hablar de otros mundos o cuerpos, o cuando pen-
samos en ellos, visualizamos estructuras como las de las cajas chinas
dentro de cajas. De los cuerpos de los que hablan los Upanishads se
hace referencia a veces como de koshas (fundas, vainas), evocando una
imagen similar. 32 Pero conviene que erradiquemos estos hábitos de

30 El autor hoce un nuevo juego de palabras. En inglés, nothing, <nada», sería literalmente 'no-
cosa'. En el punto señalado, el autor utiliza los términos quantum no-thingness. Si le quitamos el
guión a no-thingness, sería 'nada cuántica'. (N. del T.)

31 Por ejemplo, el físico Saul-Paul Sirag está desarrollando un modelo de la mente basado en lo
teoría grupal, una rama de las matemáticas. Véase Mishlove, 1993.
32 Una referencia al Taittiriya Upanishad (Nikhilananda, 19641, donde apareció por primera vez
la idea de los cinco cuerpos de la consciencia, demostrará que no es necesario interpretar los
cuerpos como fundas. Estoy agradecido a Swami Dayananda Saraswati por la discusión que
mantuvimos sobre este punto.
Dr. Amit Goswami 143

concepción. Los cuatro mundos cuánticos permanecen en potencia


hasta que se manifiestan (como apariencia) en una medida cuántica.
No hay sustancialidad en ninguno de estos cuerpos en el sentido de la
física clásica; la consciencia les da sustancia a través de la manifesta-
ción. Dicho de otro modo, la experiencia de la solidez de una mesa
sólida no es una cantidad intrínseca de la materia, sino el resultado de
la interacción de las apropiadas matemáticas materiales con la cons-
ciencia. Del mismo modo, la experiencia del significado mental no es
inherente a los objetos mentales, sino el resultado de su interacción
con la consciencia.
Además, una medida cuántica precisa siempre de un cuerpo físi-
co (véase el capítulo 7). Así, los mundos sutiles nunca se manifiestan
en la experiencia sin un cuerpo físico encamado, y se manifiestan co-
mo cuerpos que, normalmente, se experimentan de manera privada.
De este modo, tenemos un mundo físico, un mundo vital, uno
mental y uno supramental en potencia, y la manifestación del cuerpo
físico, del vital, del mental y del supramental sólo se produce con el
colapso cuántico. La consciencia es la responsable de reconocer y ele-
gir la actualidad manifiesta de entre todas las posibilidades físicas,
vitales, mentales y supramentales que hay disponibles, y de experi-
mentar esa actualidad momento a momento. Sólo esta experiencia es
subjetiva y está más allá de cualquier tratamiento científico.
A despecho del auge de un monismo basado en la primacía de la
materia, la idea de que necesitamos una sustancia mental explícita en
los estados mentales para poder tener una mente ha sido suficiente-
mente recalcada por muchos y grandes pensadores modernos, entre los
cuales podemos citar al filósofo Karl Popper y al neurofisiólogo John
Eccles (1976). Pero sus trabajos se han ignorado debido a que utiliza-
ron el dualismo en su modelo. Con la ciencia dentro de la consciencia,
con la idea de una consciencia que colapsa simultáneamente los esta-
dos paralelos de nuestros cuatro cuerpos paralelos, podemos conservar
este punto de los dualistas, un punto válido, y evitar al mismo tiempo
los problemas del dualismo. Y, muy importante, al plantear que los
cuerpos sutiles son objetivos, abrimos la puerta de la ciencia a lo que,
en la tradición occidental, se ha denominado «la mente de Dios».
144 La física del alma

Para aquellos que plantean la objeción de la navaja de Occam, la


parsimonia de asunciones, frente a la proliferación de cuerpos con
«sustancia» en los cuales se manifiesta la realidad, citaré a Einstein,
que dijo: «Todo debería hacerse del modo más simple posible, pero no
más simple que eso». También tendremos que reconocer que la con-
sistencia interna, los experimentos objetivos y nuestras experiencias
subjetivas son los árbitros finales de aquello en lo que vaya a creer la
metafísica: en un monismo material o en un monismo basado en
la primacía de la consciencia que permite cinco niveles diferentes (fí-
sico, vital, mental, supramental y gloria) de nuestra experiencia.
Una ciencia basada en la supremacía de la materia seguirá atasca-
da en el cenagal de unas obstinadas paradojas (entre ellas, la paradoja
de la medida cuántica), lo cual deja al descubierto la falta de consisten-
cia interna de esta metafísica. Una ciencia dentro de la metafísica de la
primacía de la consciencia resuelve estas paradojas, inclusive la para-
doja de la medida cuántica. La presente teoría es la primera en indicar
por qué experimentamos lo físico como externo/compartible y lo sutil
como interno/privado, sin necesidad de quedarnos atascados en el
dualismo. Esta teoría explica también la obstinada no-localidad de al-
gunas de nuestras experiencias supramentales, mentales y vitales. Se
trata de un genuino avance científico.
Postulando, de acuerdo con las tradiciones esotéricas, que no
tenemos uno, sino cinco cuerpos que definen nuestra existencia, es-
tamos ampliando el alcance de nuestra ciencia.J3 Pero volvamos ahora
a nuestro tema principal: ¿de qué modo nos ayuda la existencia de
estos cuerpos adicionales, de esta definición amplia de la mónada, en
la pregunta fundamental de la reencarnación, a saber, qué es lo que
transmigra de un cuerpo encarnado a otro para que podamos decir
que estos cuerpos forman una continuidad, y cómo tiene lugar este
proceso?

33 Para obtener un atisbo del alcance de esta ciencia ampliada, véase Goswami (en prensa).
La mónada cuántica

El filósofo alemán Arthur Schopenhauer creía en la reencarnación.


Schopenhauer veía con claridad que la existencia de un recién nacido
tiene su origen en una existencia agotada y fenecida de otro ser en
otro tiempo. Pero también la veía como un enigma, pues decía: «Mos-
trar el puente entre estas dos (existencias) sería ciertamente la solu-
ción de un gran enigma». En este capítulo, construiremos este puente,
un puente que se basa en el concepto de un nuevo tipo de memoria.
He dicho que los macrocuerpos de nuestro mundo físico tienen
densidad porque sus ondas de posibilidad son lentas. Pero los macro-
cuerpos tienen una propiedad que incrementa su densidad. Debido a
su complejidad, una vez se ~~excitan» mediante alguna interacción,
precisan de mucho tiempo para recobrar su estado normal «de base»;
dicho de otro modo, tienen un tiempo largo de regeneración. Esto per-
mite que los macrocuerpos hagan recuerdos o registros que son prácti-
camente permanentes, que parecen irreversibles; un ejemplo de ello
son las cintas de grabación de audio o de vídeo. A esto lo denomino
«memoria clásica», por cuanto lo único que uno necesita comprender
es la física clásica. Pero una importante diferencia entre la sustancia
física y las sustancias sutiles es que las sustancias sutiles no forman
memoria clásica, para la cual se necesita la densidad del macrocuerpo.
¿Acaso alguno de nuestros cuerpos, a excepción del cuerpo físi-
co, forma algún tipo de memoria? Se trata de una pregunta importan-
te, porque, si los cuerpos sutiles pueden transportar algún tipo de
identidad de experiencia vivida de una encarnación a otra, tendríamos
146 La física del alma

aquí su prueba esencial. El Brahmán, el cuerpo de gloria, está consti-


tuido por todas las criaturas, grandes y pequeñas; dentro de él tienen
lugar las manifestaciones, aunque no le afectan. Pero, ¿qué pasa con
el componente del intelecto, con el componente mental y el vital del
cuerpo sutil?
Tanto budistas como hindúes tienen en su haber el postulado de
que la reencarnación porta las tendencias y los hábitos aprendidos
de una existencia a otra. Los budistas le llaman a estas tendencias y
hábitos sanskaras, y los hindúes le llaman kanna. Pero incluso estas
antiguas tradiciones se quedan cortas a la hora de sugerir un mecanis-
mo para la transferencia de tendencias, y esto es lo que nuestra ciencia
dentro de la consciencia puede aclarar.
En cada medida cuántica en la que nos vemos involucrados como
observadores, la consciencia no sólo colapsa la onda de posibilidad del
objeto externo de nuestra observación, sino también la onda de posi-
bilidad cuántica del cerebro que nos da la autorreferencia. El colapso
cerebral trae consigo también la elaboración de memoria clásica. Se
trata del contenido de la memoria, que es algo muy similar a una cinta
de audio o vídeo, aunque en aquel caso puede ser holográfica, como ha
sugerido el neurofisiólogo Karl Pribram,34 y contribuir a la historia
personal con la cual nos identificamos. Por ejemplo, yo soy Amit
Goswami, nacido en Faridpur, en la India, educado en Calcuta, me
trasladé a Estados Unidos siendo joven, etc.
Pero hay otro tipo de memoria, una memoria más sutil, que está
relacionada con las medidas cuánticas. La memoria clásica que se
construye con cada medida cuántica se vuelve a representar cada vez
que aparece un estímulo similar. Debido a la repetición de las medidas
de un sistema cuántico limitado (es decir, no sólo se mide el estímulo,
sino también la nueva representación de la memoria), la ecuación ma-
temática del sistema adquiere lo que se ha dado en denominar no-li-
nealidad. Éste otro tipo de memoria, que tiene que ver con esta no-
linealidad, se debe a la retroalimentación de la memoria.

34 Sin embargo, las leyes conocidas de la física no permiten que una memoria de este tipo sea
completamente irreversible.
Dr. Amit Goswami 147

No se deje intimidar por términos matemáticos como no-lineali-


dad y con lo que eso significa; déjeselo a los matemáticos. Simplemen-
te, estoy preparando el contexto para que usted pueda apreciar la his-
toria de descubrimiento que expongo más abajo. Las matemáticas
cuánticas ordinarias, desprendiéndose de su carga gracias a la no-li-
nealidad, nos ofrece las ondas de posibilidad y la libertad para elegir
entre distintas posibilidades. En 1992, un atisbo repentino me con-
venció de que la no-linealidad de las matemáticas cuánticas del cere-
bro con la retroalimentación de la memoria es la responsable de una
pérdida de libertad de elección; dicho de otro modo, lo que los psicó-
logos llaman condicionamiento. Pero, ¿cómo demostrarlo? La solu-
ción de las ecuaciones no-lineales es notablemente difícil, incluso pa-
ra los matemáticos.
Una tarde, yo estaba ponderando este problema mientras me tra-
segaba un vaso grande de Pepsi diet en la «pecera» (llamada así por-
que está rodeada de paredes de cristal), el edificio de la unión de estu-
diantes de la Universidad de Oregón, cuando un estudiante graduado
en física, Mark Mitchell, vino y me dijo:
-Se le ve muy turbado. ¿Qué le ocurre?
A lo que respondí:
-¿ Cómo se puede ser feliz cuando se tiene una ecuación no-li-
neal por resolver?
Nos pusimos a hablar y yo abundé en las quejas acerca de las
dificultades de resolución de las ecuaciones no-lineales. Y Mark,
echando un vistazo a mi ecuación, dijo:
-Yo sé cómo encontrar una solución. Se la traeré mañana.
No me sorprendió que Mark no apareciera al día siguiente. En mi
profesión, uno aprende a aceptar las limitaciones del entusiasmo de la
juventud. De modo que mi sorpresa fue doble cuando Mark llegó con
la solución al otro día. Había todavía pequeños fallos técnicos, pero
nada que no se pudiera resolver (en esto, mi mayor experiencia salió
a relucir), y la solución fue genuina. ¿Que qué descubrimos con esto?
Pues que, cuanto más cargada está nuestra memoria y sus reposicio-
nes, más limitada será nuestra libertad de elección. Ante cualquier
estímulo que nos hayamos encontrado previamente, se incrementa la
148 La física del alma

probabilidad de que respondamos del mismo modo en que respondi-


mos con anterioridad (Mitchell y Goswami, 1992). Ésta, evidentemen-
te, es una propiedad de la memoria que nos es bien conocida; el re-
cuerdo incrementa la probabilidad del posterior recuerdo. Pero la
tendencia hacia el comportamiento condicionado no se halla en la me-
moria en sí misma, que es física. Esta tendencia procede de la inclina-
ción que puedan mostrar las probabilidades de esas posibilidades
cuánticas que hemos actualizado y vivido en el pasado. El condiciona-
miento está contenido en las matemáticas cuánticas modificadas, en lo
que yo llamo la memoria cuántica. 35
¡Pero cuidado, lector! Los objetos obedecen a las leyes cuánticas
(se difunden en posibilidad, siguiendo la ecuación que descubriera
Erwin Schrodinger), pero la ecuación no está codificada en los objetos.
Del mismo modo, ecuaciones no-lineales apropiadas gobiernan la res-
puesta dinámica de los cuerpos que han experimentado el condiciona-
miento de la memoria cuántica, aunque esta memoria no esté registra-
da en ellos. En tanto que la memoria clásica se registra en objetos
como una cinta de audio, la memoria cuántica es análoga a lo que los
antiguos llamaban la memoria akáshica, la memoria escrita en el akas-
ha, en el vacío ... en ninguna parte.
Recordemos ahora que nuestras experiencias del mundo como
observadores no sólo involucran al cerebro, sino también al cuerpo
supramental, al mental y al vital. Al principio del capítulo, indiqué que
los cuerpos sutiles no pueden elaborar memoria clásica como lo hace
una cinta de audio. Ésta es una de las razones por las cuales estos cuer-
pos se denominan sutiles. Lo que tenemos que preguntarnos ahora es
si pueden elaborar memoria cuántica.
Así, la memoria del cuerpo vital y del cuerpo mental es íntegra-
mente memoria cuántica, que tiene lugar a través del condicionamien-
to de la estructura de posibilidad debida a la repetición de las expe-

35 El físico Howard Carmichael (en comunicación privada con el autor) ha demostrado, mediante
cálculos estadísticas «Monte Cario», que la solución de las ecuaciones no-lineales de Schrodinger
para un fotón en una cavidad resonante adquieren también condicionamiento, proporcionando
osi uno verificación independiente de lo idea de la memorio cuántico.
Dr. Amit Goswami 149

riencias, y que es el resultado de la misma dinámica básica de la


memoria cuántica del cuerpo físico. Con la repetición de experien-
cias, la memoria cuántica tiende a imponerse en cualquier respuesta
ante cualquier estímulo; esto es lo que ocurre cuando decimos que
nuestro cuerpo vital y nuestro cuerpo mental han adquirido carácter
individual (fig. 7.1).

Cuerpo de gloria (Fundamento del serl

Fig. 7.1. La individualización del cuerpo vital y el cuerpo mental.

La identificación con este carácter mental y vital, y con la memoria


clásica (la historia) registrada en el cerebro, da lugar al ego. Observe
que, dado que lo supramental no se puede reflejar en lo físico, tampo-
co se puede condicionar. En otras palabras, no existe ningún compo-
nente supramental del ego. Curiosamente, los teósofos intuyeron esta
distinción entre la parte supramental (lo que ellos llaman «mental su-
150 La física del alma

perion» y la parte mental-vital (10 que ellos denominan «mental infe-


rion» del cuerpo sutil.
Estudiemos con atención el mensaje que se desprende de la figu-
ra 7.1. El núcleo de nuestra fijeza individual es el cuerpo físico, que
tiene una estructura concreta. Después, vienen el cuerpo vital y el
mental: aquí no hay una estructura individual, pero su fijeza procede
de nuestra identificación con el patrón condicionado de hábitos que
adquirimos para las respuestas vitales y mentales. Normalmente, cuan-
do respondemos a situaciones emocionales, invocamos determinadas
energías vitales (sentimientos). Pensamos en el carácter (como un ma-
temático, como un artista, como un hombre de negocios, etc.) cuando
resolvemos un problema. Así, nuestro cuerpo del intelecto supramen-
tal y nuestro cuerpo de gloria permanecen incondicionados y se com-
parten universalmente.
Los neurofisiólogos nos dicen que hay nada menos que medio se-
gundo de demora entre el momento en que llega un estímulo y el mo-
mento en que damos una respuesta verbal (Libet et al., 1979). ¿Qué ocu-
rre durante ese medio segundo? Cuando un estímulo llega por vez
primera, disponemos de muchas posibles respuestas cuánticas ante él, y
somos libres de elegir entre ellas. El evento correspondiente del colapso
(vamos a llamarle evento de colapso primario) da lugar a la escisión de
conciencia sujeto-objeto: el sujeto observa un objeto. Pero este sujeto
tiene libertad de elección, no está limitado por las reposiciones de la me-
moria, no tiene un patrón de hábitos individuales de donde responder.
Yo denomino a la experiencia de este sujeto experiencia del yo cuántico.
Se caracteriza por la espontaneidad creativa. A partir de aquí, la memoria
comienza a hacer reposiciones, y esto trae el condicionamiento.
La figura 7.2 muestra este hecho al comprometer la elección entre
las imágenes del pasado (físico, mental y vital) y los nuevos modos de
percepción, de significado y de sentimiento incluidos: la probabilidad
de elección es más grande (indicada por una flecha más larga) para la
imagen del pasado que para un nuevo modo. En el evento de colapso
secundario que viene a continuación, es más probable que se colapse
la imagen del pasado que una nueva percepción. Dado que el estímulo
se filtra a través del reflejo repetido en el espejo de la memoria pasada,
Dr. Amít Goswami 151

Colapso secundario

Imagen
del posado
acerco del
mundo
Dominios del
preconsciente

Colapso secundario

Nuevo
modo

Colapso secundario

~
Respuesta habitual
delego
veo comida

Fig. 7.2. Los dominios del ego, el preconsciente y las experiencias del yo cuántico.
152 La física del alma

los eventos de colapso secundarios mostrarán unas tendencias cada


vez mayores a colapsar una imagen del pasado que a colapsar un nue-
vo modo de percepción.
Sin embargo, en estos estadios preconscientes, aún existe cierta
libertad de respuesta. Si ejercitamos esta libertad, experimentamos
nuestro yo cuántico. Pero, para cuando el medio segundo ha termina-
do y damos nuestra habitual respuesta verbal, es casi un ciento por
100 una respuesta condicionada. Si estoy mirando un pez (el estímu-
lo), mi mente condicionada dice «comida», si acostumbro a comer
pescado. Estoy respondiendo desde mi ego, de acuerdo estrictamente
a los patrones condicionados de pensamiento y sentimiento.
Evidentemente, éste es un campo que debe de resultarle familiar.
Usted se hace un peinado nuevo o se arregla bien para irse de cena con
su marido; pero su marido llega a casa, la mira a usted pero no la ~<ve»,
y dice: «¿Qué hay para cenar?». Usted también debe de ser consciente
de las diferencias cuando la respuesta procede del yo cuántico pre-
consciente: es alegre y espontánea, merecedora de las mejores galas.
Con una respuesta del ego firmemente establecida, existe tam-
bién una continuidad en la respuesta. La discontinuidad de la respues-
ta creativa, disponible sólo en el yo cuántico, casi ha desaparecido.
Permítame que recalque una vez más que es mediante este proce-
samiento de memoria cuántica como desarrollamos un cuerpo mental
y un cuerpo vital individuales (lo que llamamos intelecto individual es
en realidad parte de la mente individual, porque el intelecto real es
supramental, y no se puede reflejar directamente en el cerebro). Po-
tencialmente, todos tenemos acceso al mismo mundo mental y al mis-
mo mundo vital, que son estructuralmente indivisibles, pero desarro-
llamos diferentes propensiones y patrones de hábitos, que manifiestan
las funciones mentales y vitales de manera individual. Así, nuestro
cuerpo mental individual (que incluye al intelecto, en tanto que intui-
do y elaborado en lo mental) y nuestro cuerpo vital individual son
cuerpos funcionales, y no estructurales, como ocurre con el cuerpo
físico.
Ahora, veamos lo que sucede cuando morimos. El cuerpo físico
muere, junto con todos los recuerdos de la memoria clásica, pero el
Dr. Amit Goswami 153

cuerpo sutil, la mónada, no tiene estructura; no hay nada ahí que


vaya a morir. La mónada, con su memoria cuántica, con sus compo-
nentes condicionados mentales y vitales, sigue estando disponible en
la forma de un conglomerado de posibilidades condicionadas vitales
y mentales. Esta mónada con memoria cuántica, llamémosla mónada
cuántica, es un modelo viable de lo que El libro tibetano de los muer-
tos y otras tradiciones espirituales identifican como el alma que so-
brevive.
Si alguien más en algún momento y lugar del futuro utiliza una
mónada cuántica condicionada del pasado, los patrones vitales o men-
tales con los cuales responderá serán los de un patrón aprendido, el
patrón aprendido de la mónada cuántica; y esto, aun sin la memoria
clásica ni el condicionamiento previo en la vida actual. En principio,
la utilización de tales mónadas cuánticas es algo que está a disposición
de todo el mundo. Sin embargo, parece que ciertos individuos encar-
nados están vinculados a través de la no-localidad cuántica, pues tie-
nen acceso a los acontecimientos de las vidas de los demás a través de
una transferencia de información no-local (véanse los capítulos 4 y 5).
Da la impresión de que estos individuos comparten la misma mónada
cuántica en curso; son esas personas que podemos decir que son la
reencarnación de otra. Las propensiones vitales y mentales de la vida
pasada que uno hereda de este modo es lo que en la tradición hindú
se denomina harma.
Así, la mónada, lo que sobrevive a la muerte del cuerpo material,
forma un continuo con las encarnaciones físicas, porque porta, me-
diante sus cuerpos sutiles vital y mental, parte de la identidad indivi-
dual (fig. 7.3); no es que porte los melodramas, ni tampoco el conte-
nido del ego, sino el carácter, las tendencias mentales de pensamiento
y las tendencias vitales de sentimiento, el repertorio aprendido (men-
talmente) de contextos, así como las fobias, la evitación de determina-
dos contextos, etc.; es decir, los patrones de hábitos, tanto los buenos
como los malos, que denominamos karma. Debería quedar claro, pues,
que los defensores de la idea del continuo vida-muerte tienen razón y,
por tanto, que El libro tibetano de los muertos es correcto. ¡Hemos de-
mostrado la validez de su punto esencial!
154 La física del alma

Mónada Dominios de la consciencia y la potencia


cuántica'")

"IIlIIIiIII"~·

Fig. 7.3. La mónada cuántica y la rueda del karma.

La mónada no sólo es un tema colectivo, algo común a toda la huma-


nidad, como ya sugerí en el capítulo 4. También es un tema individua-
lizado, que posee memoria vital y mental, de la cual se han aprendido
los contextos de una historia reencarnacional concreta, un aprendizaje
que tiene lugar a través de la modificación de la dinámica cuántica del
cuerpo vital y del cuerpo mental. Al nacer, la mónada persiste, con el
karma adicional acumulado en esta vida.
Renee se enamora de Sam y aprende las lecciones del amor ro-
mántico (del amor expresado como un romance). El contenido (su
historia concreta con Sam) se almacena en su cerebro, y no forma par-
te de la mónada cuántica. Pero lo aprendido acerca del amor románti-
co permanece, y es este aprendizaje mental el que pasa de una encar-
nación a otra. La totalidad de todos estos aprendizajes forma la
memoria cuántica de la mónada cuántica.
¿Qué supone el aprendizaje de un contexto? Supone el salto
cuántico hasta el intelecto supramental en una inspiración creativa,
disponemos de un mapa mental momentáneo del nuevo contexto des-
cubierto en la inspiración, para el cual el cerebro construye un recuer-
do. Pero esto no altera sustancialmente las propensiones mentales
existentes. Eso ocurre cuando vivimos la inspiración una y otra vez. La
retroalimentación repetida de la memoria de contenido del cerebro en
la dinámica de la experiencia genera memoria cuántica en el cerebro,
así como en la mente. Entonces, lo único que podemos decir es que el
contexto se ha convertido en un contexto aprendido de la mónada
Dr. Amit Goswami 155

cuántica. Ylo mismo se puede decir del componente vital de la móna-


da cuántica.
Para el viaje post mortem, la idea de una mónada cuántica que
sobrevive a la muerte complementa a la consciencia no-local de la
experiencia de la muerte elucidada previamente (véase el capítulo 4).
El contenido vivido se transfiere entre encarnaciones a través de la
ventana no-local; los contextos aprendidos y los patrones de hábitos
se transfieren a través de los componentes vital y mental de la mónada
cuántica. Como ya se explicó en el capítulo 5, actualmente dispone-
mos de abundantes datos objetivos que atestiguan la validez de estas
ideas (también, véase más abajo),

La ierarquía entrelazada: por qué es imposible una


experiencia nueva sin un cuerpo físico

Cuando estamos vivos, disponemos de un dominio público de expe-


riencia: el cuerpo físico. Pero también disponemos de un dominio
privado: el cuerpo sutil de la mónada cuántica. Cuando morimos, el
dominio público desaparece; pero, ¿por qué iba a desaparecer el pri-
vado, en tanto que la mónada cuántica sobrevive?
Muchas personas imaginan, de hecho, que la conciencia cons-
ciente en el cuerpo sutil es más luminosa, más lúcida, y que ofrece
mayores oportunidades para ser creativo que cuando uno vive con un
cuerpo denso. Algunos hindúes creen también que es posible despren-
derse de karma, incluso esforzarse por alcanzar la liberación, mientras
se encuentran en el cuerpo sutil, incluso sin un cuerpo físico. Y esto
no sólo sucede con los hindúes. En una encuesta de Gal1up, se encon-
tró que un tercio de las personas adultas en Estados Unidos creían que
crecerían espiritualmente en el Cielo (Gal1up, 1982).
Las almas, vistas tal como se explica aquí, como mónadas cuánti-
cas desencarnadas, no pueden tener conciencia sujeto-objeto, no pue-
den crecer espiritualmente en sentido tangible alguno, y no pueden li-
berarse mediante esfuerzo espiritual alguno en los cielos. Llevan
consigo el condicionamiento y el aprendizaje de las encarnaciones an-
156 La física del alma

teriores, pero no pueden añadir ni quitar nada a ese condicionamiento


con ulteriores esfuerzos creativos, que sólo se pueden llevar a cabo en
conjunción con la forma terrestre. Los motivos de esto son sutiles.
Lo cierto es que el colapso de la onda de posibilidad precisa de
una particular dinámica autorreferencial denominada jerarquía entre-
lazada (una circularidad de jerarquías, como se explicará más abajo),
que sólo un cerebro material (o una célula viva y sus conglomerados)
puede proporcionar.
Ya he mencionado que existe una circularidad, una ruptura de la
lógica, cuando consideramos el papel del cerebro en relación con la me-
dida cuántica y el colapso de la posibilidad cuántica. Innegablemente, el
colapso crea al cerebro en el sentido de que es nuestra observación la
que colapsa las posibilidades cuánticas del cerebro en actualidad. Por
otra parte, ¿cómo podemos negar la posibilidad de que no haya colapso
sin la presencia del cerebro sintiente de un observador? Esta jerarquía
entrelazada caracteriza la medida cuántica en el cerebro.
Permítame que le ayude a comprender la diferencia entre una jerar-
quía simple y una jerarquía entrelazada. Considere la imagen reduccio-
nista del mundo material. Las partículas elementales forman los átomos,
los átomos forman las moléculas, las moléculas forman las células vivas,
las células forman el cerebro, y el cerebro crea al observador/sujeto, us-
ted o yo. En cada fase, la causa fluye desde el nivel inferior de la jerarquía
hasta el nivel superior. Es decir, se cree que la interacción de los átomos
es la causa del comportamiento de las moléculas, que la interacción en-
tre las células (las neuronas) es la causa del comportamiento del cerebro,
y así sucesivamente. En última instancia, las interacciones del nivel infe-
rior, las partículas elementales, se cree que son la causa de todo lo de-
más. Esto es una jerarquía simple de causación ascendente.
Pero cuando decimos que las medidas cuánticas tienen lugar co-
mo resultado de nuestras observaciones, estamos violando las normas
de una jerarquía simple. Estamos reconociendo que las partículas ele-
mentales, los átomos, y todo lo demás hasta llegar al cerebro, son on-
das de posibilidad, no actualidad. Y nosotros, los observadores, somos
los que elegimos (colapsamos) la actualidad de entre las distintas po-
sibilidades. Estamos aquí debido al cerebro, sin duda; pero, sin noso-
Dr. Amit Goswami 157

tras, el estado del cerebro no dejaría de ser una posibilidad. Esto


apunta a que en la medida cuántica del cerebro se da una jerarquía
entrelazada fundamental.
Para comprender esto, considere la paradoja del mentiroso, la
que se deriva de la frase «Soy un mentiroso». Fíjese que, en tanto que
el predicado de la oración define al sujeto, el sujeto de la oración re-
define al predicado; si yo soy un mentiroso, entonces estoy diciendo
la verdad, pero entonces estoy mintiendo, y así indefinidamente. Esto
es una jerarquía entrelazada, porque la eficacia causal no se halla por
completo ni en el sujeto ni en el predicado, sino que fluctúa indefini-
damente entre uno y otro. Pero el verdadero entrelazamiento de efica-
cia causal de la paradoja del mentiroso no está en la oración «Soy un
mentiroso», sino en nuestra consciencia, en nuestro conocimiento de
las normas de metalenguaje del inglés (Hofstadter, 1979).
Pruebe la paradoja con un extranjero; él le preguntará, «¿Por qué
es usted un mentiroso?», sin percatarse del entrelazamiento, porque
las normas del metalenguaje son oscuras para él. Pero una vez cono-
cemos y acatamos estas normas de metalenguaje, si miramos la frase
desde «dentro», no podremos escapar al entrelazamiento. Cuando
nos identifiquemos con la frase, nos quedaremos enganchados: la fra-
se es autorreferencial, puesto que habla de sí misma. Se las ha ingenia-
do para separarse del resto del mundo de discurso.
Así, el hecho de percatarnos de que la medida cuántica en el cere-
bro de un observador es un proceso de jerarquía entrelazada nos ayuda
a comprender nuestra autorreferencia, nuestra capacidad para mirar el
objeto (colapsado) de nuestra observación como algo distinto a noso-
tros, los sujetos. Observe también que esta escisión sujeto-objeto no es
más que una apariencia. Después de todo, en la paradoja del mentiro-
so, la separación autorreferencial de la frase del resto del mundo de
discurso no es más que una apariencia. Y lo mismo ocurre con la me-
dida cuántica del cerebro. El sujeto (que colapsa, que elige, que obser-
va, o mide, que experimenta) surge de manera conjunta y dependiente
con la conciencia del objeto o los objetos que se observan y experimen-
tan; surgen conjunta y dependientemente (como apariencia) a partir
de una consciencia indivisa y trascendente, y de sus posibilidades.
158 La física del alma

La jerarquía entrelazada en el mecanismo cerebral de la medida


cuántica es la responsable de la autorreferencia, de la apariencia de la
escisión sujeto-objeto en la consciencia. Dado que nos identificamos
con el yo (lo que yo llamo el yo cuántico) de esta autorreferencia, la
apariencia asume el aura de realidad. Esta identificación es también
la fuente de la aparente dualidad sujeto-objeto. Sin embargo, final-
mente, nosotros, que somos la fuerza causal que hay tras el entrelaza-
miento de la frase autorreferencial, trascendemos la frase y podemos
saltar fuera de ella. ¿Podremos también saltar fuera de nuestra separa-
tividad autorreferencial de la realidad? Sí que podemos. A esto es a lo
que se refieren conceptos tan exaltados como el moksha o nirvana.
La amplificación cuántica ordinaria en la que se utiliza un apara-
to de medida, como cuando observamos un electrón utilizando un
contador Geiger, es una amplificación jerárquica simple. El sistema
microcuántico que estamos midiendo (el electrón) y el macroaparato
de medida (el contador Geiger) que estamos utilizando para la ampli-
ficación, para facilitar nuestra visión, son diferentes; es evidente qué es
el sistema cuántico y qué es el aparato de medida. Pero en un sistema
autorreferencial, sea un cerebro o sea una simple célula, esta distin-
ción queda desdibujada, puesto que el supuesto procesador cuántico
del estímulo y los supuestos aparatos amplificadores son del mismo
tamaño. 36 Hay un proceso de retroalimentación y, en efecto, el proce-
sador cuántico y los aparatos de amplificación «se miden» mutuamen-
te, creando un bucle infinito, porque ningún número de tales «medi-
das» puede colapsar por sí mismo la actualidad a partir de la posibilidad,
como sólo la consciencia puede hacer desde un nivel trascendente.
Esto es una jerarquía entrelazada.
Es como la ilustración de Escher de las manos que se dibujan
mutuamente (fig. 7.4), enla cual la mano izquierda dibuja a la derecha
y la mano derecha dibuja a la izquierda. Pero lo cierto es que ninguna
de ellas puede hacer el dibujo completo; el que se dibujen una a otra
es sólo apariencia. Es Escher, desde fuera del sistema, el que las dibuja
a ambas.

36 Este punto lo recalcó concretamente Stapp, 1993.


Dr. Amit Goswami 159

Fig. 7.4. «Manos dibujantes», de M. C. Escher. A partir de la realidad


«inmanente» del papel, las manos se dibujan mutuamente; pero, desde el nivel
trascendente inviolado, es Escher quien las dibuja a ambas.

Los cuerpos sutiles, supramental, mental y vital, no diferencian entre


lo micro y lo macro; y, en efecto, esto hace posible precipitar una me-
dida cuántica jerárquicamente entrelazada del cuerpo vital, el mental
o el supramental por sí misma. Por tanto, sin jerarquía entrelazada, no
hay colapso de posibilidades cuánticas. 37
Claro está, las ondas de posibilidad de los cuerpos vital, mental y
supramental se colapsan cuando se vinculan con las ondas de posibi-
lidad del cuerpo físico (incluso la vinculación con una única célula es
suficiente para el colapso, si bien la representación de la mente en los
organismos vivos es sólo indirecta hasta que se desarrolla el cerebro,

37 Se puede plantear la siguiente pregunta: ¿Puede el cuerpo físico por sí solo, si tiene incorporada
una dinámica jerárquicamente entrelazada, precipitar el colapso autorreferencial sin formar equi-
po con un cuerpo mental o vital? ¡Quizás tengamos que construir un ordenador cuántico para
encontrar una respuesta!
160 La física del alma

y el reflejo o representación de lo supramental está a la espera de una


evolución posterior) en una caída en picado de la medida cuántica
autorreferencial del último. Pero no hay un colapso de las ondas de
posibilidad cuánticas de una mónada cuántica desencarnada sin la
ayuda de un cuerpo/cerebro físico vinculado. En consecuencia, la mó-
nada cuántica desencarnada está desprovista de cualquier experiencia
sujeto-objeto. No podemos ser demasiado optimistas acerca de la po-
sibilidad de desprendernos de karma mientras nos encontremos en el
viaje post mortem. Quizás tengamos que conformarnos con una exis-
tencia menos melodramática.
(¿Le decepciona que no haya melodramas después de la muerte?
Lo comprendo. En mi adolescencia, leí una maravillosa novela de un
autor bengalí, Bibhuti Banerji, acerca de una historia de amor espiri-
tual en el Cielo. Incluso llegué a fantasear con la idea de traducir el
libro al inglés, de tan enamorado que estaba de su mensaje. ¡Supongo
que la verdad es, en ocasiones, más decepcionante que la ficción!)
Si en la consciencia no-local del estado de muerte la persona mo-
ribunda reconoce la tenue luz de la consciencia pura del quinto bardo,
la persona tiene una elección. Puede elegir entre reencarnar o bien
asumir la forma de Sambhogakaya de la mónada cuántica y liberarse
de las reencarnaciones humanas. Para tal persona, el único karma que
queda es el del servicio gozoso a todos aquellos que lo necesitan. (¿ Có-
mo puede tal persona prestar servicio? véase más abajo.)
En la tradición budista Mahayana, constituye un elevado ideal el
hecho de no aceptar la salvación personal, sino permanecer en el ser-
vicio, ayudando a todos los seres humanos a llegar al nirvana. En la
muerte, esto consiste en no ver deliberadamente la clara luz del cuarto
bardo y optar en cambio por reconocer la tenue luz del quinto bardo.
¿A qué tanta prisa?

La comparación con los datos

Como ya mencioné en el capítulo 5, algunos de los datos acerca de la


reencarnación constan de recuerdos de contenido de la memoria reen-
Dr. Amit Goswami 161

carnacional, para los cuales es suficiente la apertura de la ventana no-


local del individuo. Pero existen también datos de transmigración de
propensiones especiales o fobias que pueden encontrar explicación
ahora por lo que se refiere a su transmigración real a través de la mó-
nada cuántica de una encarnación a la siguiente.
¿Qué es lo que da origen a tales propensiones? La memoria cuán-
tica de la mónada cuántica heredada, que se asegura de que los con-
textos aprendidos en las encarnaciones anteriores tengan una mayor
probabilidad de recordarse. ¿Cómo surgen las fobias? Las fobias sur-
gen cuando se evitan determinadas respuestas, cuando se evita el co-
lapso de determinadas posibilidades cuánticas en la actualidad debido
a un trauma en una vida pasada. ¿Por qué funciona la terapia de regre-
sión hipnótica? Porque el recuerdo de un trauma de una vida pasada
equivale a volver a representar la escena, dándole así a la persona otra
oportunidad para colapsar creativamente la respuesta reprimida.
Con la ayuda de la memoria cuántica de una vida pasada, nos
resulta más fácil comprender ahora el fenómeno del genio. Un Eins-
tein no se hace con el aprendizaje de infancia de una sola vida; mu-
chas vidas previas contribuyeron para el desarrollo de sus capacida-
des. El inventor Thomas Edison intuyó correctamente la situación
cuando dijo: «El genio es experiencia. Hay gente que cree que es un
don o un talento, pero es el fruto de una larga experiencia en muchas
vidas. Hay almas que son más viejas que otras, y por eso saben más».
Hasta el condicionamiento del cuerpo vital se puede transmitir.
Considere el siguiente caso, investigado por lan Stevenson. El sujeto,
un hombre del este de la India, recordaba claramente que en su vida
anterior había sido un oficial británico que había servido en la I Gue-
rra Mundial, y que resultó muerto en combate cuando una bala le
atravesó la garganta. El hombre fue capaz de darle a Stevenson mu-
chos detalles de la ciudad escocesa en la que había vivido en su ante-
rior encarnación, detalles bastante inaccesibles para él en su vida ac-
tual. Stevenson verificaría posteriormente estos detalles.
Hasta aquí, se trataría de un caso de recuerdos de memoria reen-
carnacional a través de la ventana no-local. Pero lo espectacular del
caso de este hombre eran las dos marcas de nacimiento gemelas que
162 La física del alma

tenía a ambos lados de la garganta, señales que, según Stevenson, te-


nían todo el aspecto de heridas de bala. Parece que el trauma de esa
vida pasada, registrado como una propensión del cuerpo vital, había
seguido a este hombre hasta su vida actual y le había dado un recuerdo
inolvidable, que llevaba en su cuerpo marcado con aquellas cicatrices.
Le sugiero que lea el vasto trabajo de Stevenson acerca de éste y de
otros muchos casos de transmigración de condicionamiento del cuer-
po vital (Stevenson, 1974, 1977, 1987).
«Cada vez pienso más en un "cuerpo no-físico" mediador, que
actuaría como el portador de estos atributos de una vida a otra», dice
Stevenson. y yo estoy de acuerdo con él: el cuerpo sutil de la mónada
cuántica es el portador de los atributos de una vida a otra.
Desarrollando la noción de la supervivencia, e identificando lo
que sobrevive de una encarnación a otra, este modelo amplio nos per-
mite comprender algunos aspectos de la comunicación mediumnística
que van más allá de la comunicación a través de la ventana no-local.
¿Cómo se comunica un médium con la mónada cuántica descarnada
en el «Cielo»?
La consciencia no puede colapsar las ondas de posibilidad en una
mónada cuántica que carece de un cuerpo físico; pero si la mónada
cuántica descarnada está vinculada con un médium, puede darse el
colapso. Obviamente, los canalizadores son aquellas personas que tie-
nen un talento particular y la apertura suficiente como para actuar en
esa capacidad vinculada; mediante la pureza de su intención, pueden
establecer una vinculación no-local con una mónada cuántica desen-
carnada. Es un hecho bien conocido que, cuando un canalizadar cana-
liza, sus patrones de hábitos (su manera de hablar, incluso su manera
de pensar) sufren cambios sorprendentes. Esto se debe a que, cuando
el médium está en comunicación con la mónada descarnada, el cuerpo
sutil del médium se ve sustituido temporalmente por el cuerpo sutil de
la mónada cuántica descarnada, cuyos patrones de hábitos exhibe el
médium. Observe que la información histórica (por ejemplo, en la xe-
noglosia, el hablar idiomas desconocidos) todavía tiene que entrar a
través de los canales cuánticos no-locales, pero la información sería
muy difícil de procesar sin la ayuda de las propensiones que el falleci-
Dr. Amit Goswami 163

do tenía y que permanecen latentes en la mónada cuántica desencar-


nada.
El filósofo Robert Almeder (992) se ha ocupado del caso de una
médium, la Señora Willett, haciendo la misma observación que yo
estoy haciendo. La Señora Willett exhibía un evidente saber filosófico
al demostrar que estaba en contacto con propensiones que no había
podido desarrollar en esta vida: los conocimientos de la argumenta-
ción filosófica. Es probable que estas propensiones pudieran proceder
de mónadas cuánticas descarnadas que habían aprendido y conserva-
do tales propensiones.
En el caso de la canalizadora]Z Knight, a la que he visto en ac-
ción cuando canaliza a la entidad llamada Ramtha, se dispone de re-
gistros de sus canalizaciones que se remontan a más de dos décadas
atrás. Como Ramtha,]Z se convierte en un maestro espiritual de con-
siderable originalidad. Los registros sugieren que el contenido de las
enseñanzas espirituales de Ramtha ha cambiado con el transcurso de
los años, siguiendo los cambios en los modelos de la espiritualidad de
la nueva era. Esto podría indicar que es]Z quien aporta el contenido,
en tanto que Ramtha proporciona la capacidad contextual para dar
forma al contenido.
Existen casos de escritura automática que merecen una explica-
ción similar. El profeta Muhammad escribió el Corán, cuando era
prácticamente analfabeto. Las ideas creativas, las verdades espiritua-
les, están a disposición de todo el mundo, pero para la creatividad se
precisa de una mente preparada, cosa que Muhammad no tenía. El
problema se resolvió en el caso de Muhammad gracias a que el arcán-
gel Gabriel (una mónada cuántica Sambhogakaya) le prestó a Mu-
hammad una mente preparada, para así poder hablar. La experiencia
también transformó a Muhammad. Un caso reciente y muy espectacu-
lar de escritura automática es el de Un curso de milagros,38 un libro que
ofrece una interpretación moderna de muchas enseñanzas bíblicas, y
que se canalizó a través del trabajo de un par de psicólogos, uno de los
cuales no simpatizaba especialmente con lo que estaba canalizando.

38 Foundatian lar Inner Peace. Mili Valley, California. 1976.


164 La física del alma

En el aspecto negativo, la posesión es un fenómeno similar al de


la canalización, salvo por el hecho de que la mónada cuántica con la
que se vincula el poseído no es de carácter angélico.

Los ángeles y los boddhisattvas

Anteriormente, introduje la idea de que los ángeles pertenecen a la


esfera trascendente de los arquetipos. Éstos son los ángeles sin forma.
Las personas que renacen en la forma de Sambhogakaya, que es
otra manera de decir que estas personas ya no se identifican con nin-
gún cuerpo encarnado, ya no tienen necesidad de mónadas cuánticas
para transmigrar propensiones y tareas inacabadas de una vida a otra,
pues han satisfecho sus obligaciones contextuales. Así, sus mónadas
cuánticas desencarnadas se ponen a disposición de todos nosotros, pa-
ra prestarnos sus cuerpos mentales y vitales, si somos receptivos a su
servicio. Se convierten en un tipo diferente de ángeles, un ángel con la
forma de una mónada cuántica realizada (la forma de Sambhogakaya).
(Si desea perspectivas recientes sobre los ángeles, lea Parisen, 1990).
En el hinduismo, existe el concepto de arupadevas y rupadevas.
Los arupadevas (devas sin forma) son contextos puramente arquetípi-
cos, parte del colectivo temático. Pero los rupadevas, según creo, re-
presentan entidades diferentes; tienen cuerpos vitales y mentales (que
incluyen los mapas mentales del intelecto) individuales. Son las móna-
das cuánticas desencarnadas de las personas liberadas.
De forma similar, en el budismo, se habla de los bodhisattvas, ar-
quetípicos y sin forma; por ejemplo, de Avalokitesvara, el arquetipo de la
compasión. En cambio, los budistas liberados, cuando mueren, se con-
vierten en bodhisattvas en la forma desencarnada de la mónada cuántica
realizada; ellos eligen salir del ciclo de muerte-renacimiento y nacen en
el reino de Sambhogakaya. Este renacimiento como mónada cuántica
desencarnada más allá del ciclo del nacimiento y de la muerte forma
parte de lo que los tibetanos llaman la experiencia del quinto bardo.
A los budistas, en general, se les pide que se conviertan en bodhi-
sattvas, que se queden en el umbral de la fusión con el todo, pero que
no entren hasta que toda la humanidad se libre del samsara. De ahí el
Dr. Amit Goswamí 165

famoso voto de Quan Yin: «Nunca buscaré ni recibiré la salvación


individual privada; nunca entraré en la paz definitiva solo; sino que
para siempre y en todo lugar viviré y me esforzaré por la redención de
todas las criaturas del mundo». Una oración similar se puede encon-
trar en el Bhagavata Purana de los hindúes: «No deseo el estado supre-
mo ... ni la liberación del renacimiento; que pueda yo asumir la pena
de todas las criaturas que sufren y pueda entrar dentro de ellas para
que puedan liberarse del dolor».
Piense en ello de otro modo. Ellen Wheeler Wilcox jugó con la
idea de encontrarse con Dios cara a cara, o de ver la clara luz, en su
poema Conversación:

Dios y yo en el espacio solos..


y nadie más o lo visto...
«¿ y dónde están todos los personas,
oh, Señor», di¡e,
«lo tierra debo¡o
y el cielo encimo
y los muertos que uno vez conocí?»
«Eso fue un sueño', sonrió Dios
y di¡o: «En el sueño, que parecía
ser cierto; no había personas
vivas ni muertos; no había tierro,
ni cielo encimo,
sólo estaba yo mismo en ti».
«¿Por qué no tengo miedo», pregunté,
encontrándote aquí de esto manero?
Pues he pecado, lo sé muy bien,
¿y existe el cielo, existe el infierno,
y es éste el Día del Juicio?»
«No, eso no eran más que sueños»,
di¡o el Gran Dios, «sueños que han de¡odo de ser.
No existen cosos toles como el miedo y el pecado;
no existes tú... tú nunca has existido.
No existe nodo en absoluto, salvo yo.»
166 La física del alma

Sí, ésa es la realidad de la clara luz; en la clara luz nunca ocurre


nada, y ahí se debe incluir el ver la clara luz en sí misma. Para que la
creación continúe, la apariencia de la separación debe continuar. Y
dado que la consciencia continúa su ilusorio juego, ¿por qué no con-
tinuar jugándolo? Primero, juguemos en el cuerpo físico, y luego ju-
guemos sin él. ¡Pero juguemos, porque el juego es alegría!
Así, los vaishnavitas de la India postulan que la mónada indivi-
dual (llamada jiva en sánscrito) conserva siempre su identidad. Y tiene
sentido. Si el juego es eterno, también lo es la separación (aparente) de
el jiva del todo.
El servicio o gozoso juego de los ángeles, los rupadevas y los bo-
dhisattvas no llega solamente en la espectacular escritura automática
que nos da el Corán o Un curso de milagros, sino también bajo la forma
de inspiraciones y guía en nuestros momentos más difíciles. Los bo-
dhisattvas y los ángeles están a disposición de todos y cada uno de
nosotros.
Su intención de servir es omnipresente. Cuando nuestra inten-
ción coincide con la suya, nos vinculamos; entonces ellos actúan a
través de nosotros y sirven a través de nosotros.
Cuando estaba muriendo el sabio indio Ramana Maharshi, sus
discípulos no dejaban de pedirle que no se fuera, hasta que, al final,
Ramana les dijo: «¿Adónde iría?» De hecho, una mónada cuántica
desencarnada como la de Ramana viviría para siempre en el reino de
Sambhogakaya, guiando a todo aquel que deseara su guía.

¿Podemos ver o estar en las mónadas cuánticas?

¿Es posible «estar en» la mónada cuántica mientras estamos vivos,


mientras estamos en nuestros cuerpos encarnados? En las experien-
cias extracorporales y en las experiencias cercanas a la muerte, las per-
sonas tienen visión autoscópica (visión de sí mismas), según la cual se
ven como si se estuvieran cerniendo sobre su propio cuerpo, y que
puede explicarse como visión no-local (véase el capítulo 5). Sin em-
bargo, en estas experiencias, hay algo más que una visión no-local. Las
Dr. Amit Goswami 167

personas que tienen estas experiencias dicen que se encontraban fuera


del cuerpo, que su identidad cambió desde la habitual identidad cen-
trada en el cuerpo físico. .. ¿a qué?
Yo creo que la identidad cambia a una identidad centrada en el
conglomerado del cuerpo sutil de la mónada cuántica. Por ejemplo,
una mujer dio cuenta de haber estado fuera de su cuerpo mientras
estaba siendo operada, y que en aquel estado no le preocupaba lo más
mínimo el resultado de la operación, no estaba preocupada por su
bienestar físico, lo cual le resultaba «absurdo», por cuanto tenía hijos
pequeños. Pero el absurdo pasa a tener sentido si nos percatamos de
que, en estas experiencias, las personas no se identifican con su situa-
ción presente, con su cuerpo, con su cerebro ni con la historia acom-
pañante, sino que se identifican con su mónada cuántica, que no tiene
historia, sino tan sólo carácter.
Existen algunos datos controvertidos que afirman que las perso-
nas y los animales (como, por ejemplo, los perros) ven algo (un «¿fan-
tasma?») en los mismos lugares en los que, posteriormente, los suje-
tos afirman haber estado durante su experiencia extracorpórea
(Becker, 1993). ¿Podemos ~~ver» una mónada cuántica mientras ésta
(y su cuerpo físico paralelo) nos está «viendo» no-localmente? Una
reciprocidad tal entre dos entidades vinculadas tendría ciertamente
sentido. Cuando vemos una aparición, quizás estamos proyectando lo
que vemos en nuestro interior hacia el exterior, allí donde percibimos
el evento que está teniendo lugar.
Yo creo que las visiones espirituales tienen también un origen
similar. Muchas personas han tenido la experiencia de ver aJesús, a la
Virgen María o a Buda, o bien a su gurú espiritual ya fallecido. En la
Sociedad Vedanta de Hollywood, donde doy talleres de vez en cuan-
do, las personas tienen a veces visiones de Swami Vivekananda, el
fundador de la sociedad. Estas visiones podrían ser el resultado de
determinadas experiencias internas proyectadas en el exterior.
Permítame que mencione brevemente algunos de los últimos da-
tos, datos sumamente controvertidos, referentes a la comunicación con
mónadas cuánticas desencarnadas. Según estos datos, las mónadas
cuánticas desencarnadas se comunican supuestamente con grupos con-
168 La física del alma

cretas de experimentadores a través de distintas máquinas: grabadoras


audio, radios, televisores e incluso ordenadores (Meek, 1987). Esto re-
cibe el nombre de fenómeno de voz electrónica. Si se sustanciara cientí-
ficamente, este fenómeno eliminaría la cuestión del fraude en los datos
sobre la supervivencia post mortem. Pero lo malo es que se nos plantea
una cuestión sumamente dificultosa: ¿cómo puede afectar la mónada
cuántica desencarnada a una máquina material, sin la ayuda de un cuer-
po físico ni de una interacción física (lo cual está prohibido)?
En primer lugar, yo creo que la mónada cuántica desencarnada se
vincula con un médium, de manera que sus ondas de posibilidad pue-
den colapsarse en paralelo con las del médium. El resto puede que sea
un fenómeno amplificado de psicocinesis. Poderes psicocinéticos si-
milares se han observado en los fenómenos de poltergeist. Quizás las
mónadas cuánticas desencarnadas le aportan al médium un mayor po-
der psicocinético a través de algún mecanismo de amplificación que
probablemente aún no hayamos comprendido. Obviamente, la idea de
la mónada cuántica nos ofrece una nueva manera de interpretar una
gran cantidad de datos que, de otro modo, resultan inexplicables.
Aprenderemos más a medida que avancemos en la aventura de esta
nueva ciencia.
En su libro La república, Platón cuenta una historia en la cual se
transmite la idea de que somos nosotros los que elegimos nuestras
encarnaciones: «Vuestro destino no se os asignará, sino que seréis vo-
sotros mismos los que lo elegiréis». ¿Hasta qué punto es cierto esto?
Averigüémoslo en el siguiente capítulo.

La física del alma y el significado de la vida

En el prefacio de este libro, prometí que las preguntas básicas acerca


de la reencarnación se iban a formular y a responder en él tras el ade-
cuado desarrollo de una física del alma. Vamos a hacer un resumen y
a ver hasta qué punto he cumplido con lo prometido.
Dese cuenta una vez más de que, si usted considera el tema del
alma sin el respaldo de una física correcta, caerá en las redes del dua-
Dr. Amit Goswami 169

lismo, y se va a ver acosado con preguntas como ésta: «¿cómo pueden


interactuar sin un mediador el alma inmaterial y el cuerpo material?».
El problema del dualismo se resuelve en la física cuántica teniendo en
cuenta que tanto el alma inmaterial como el cuerpo material son me-
ras posibilidades dentro de la consciencia, y que la consciencia media
su interacción y mantiene su funcionamiento en paralelo.
Los físicos deterministas de orientación clásica newtoniana di-
cen cosas como la siguiente: «Cuanto más estudiamos el universo,
más carente de sentido nos parece». Pero es el alma la que establece
los contextos en los cuales el significado y el sentido entran en nuestra
vida. Este aspecto contextualizador del alma es el intelecto supramen-
talo cuerpo temático.
El significado se procesa en la mente, y se expresa a través de un
cuerpo cuyos planos se revelan mediante las representaciones de los
campos morfogenéticos del cuerpo vital. La física cuántica, desarro-
llando el concepto del alma inmaterial como concepto científico via-
ble, restablece también el significado y el sentido de la vida como ob-
jeto genuino de la investigación científica.
Pero yo le doy al alma el nombre de mónada cuántica, es decir,
de unidad individualizada. ¿Cómo se individualiza el alma? La res-
puesta es ésta: a través de la individualización de la mente y del cuer-
po vital. Esta esplendorosa individualización tiene lugar a través de lo
que yo llamo la memoria cuántica.
¿Qué es la memoria cuántica? La memoria con la cual está usted
familiarizado se construye mediante la modificación de la estructura
de algún elemento físico. A los grandes macrocuerpos les lleva mucho
tiempo regenerarse de cualquiera de tales modificaciones de estructu-
ra; de ahí que la modificación se conserve como memoria; es a esto a
lo que yo llamo memoria clásica. Un buen ejemplo son las grabacio-
nes que hacemos sobre cintas magnéticas. En cambio, la memoria
cuántica se construye a través de la modificación de las probabilidades
de acceso a las distintas posibilidades cuánticas que colapsamos como
actualidades en nuestra experiencia.
Cada posibilidad cuántica, sea del cerebro, de la mente o del
cuerpo vital, se nos presenta con una probabilidad asociada, probabi-
170 La física del alma

lidad que viene determinada por la dinámica cuántica. La primera vez


que usted actualiza una posibilidad en respuesta a un estímulo, la
posibilidad de actualización depende de la probabilidad dada por la
adecuada dinámica cuántica. Suponga que, para una posibilidad en
concreto, la probabilidad de actualización es del 25 por 100. Su cons-
ciencia tiene la libertad de elegir esta posibilidad concreta para con-
vertirla en actualidad en cualquier momento, con la disposición de
que, para un gran número de tales acontecimientos de colapso, ese
límite de probabilidad se debe cumplir, es decir, para un gran número
de acontecimientos de colapso en los cuales esté implicada esta posi-
bilidad, ésta podrá convertirse en actualidad sólo una vez de cada
cuatro. Pero, con la posterior experiencia del mismo estímulo, las
probabilidades se modifican, puesto que se inclinan en la dirección de
aquellas respuestas previas que más se hayan actualizado; esto es el
condicionamiento. Así, una vez condicionada la respuesta ante un
estímulo, la probabilidad de que la antedicha posibilidad sea actuali-
zada puede incrementarse hasta un ciento por ciento, en cuyo caso la
respuesta dejará de ser libre. Ahora será un hábito, una memoria: me-
moria cuántica.
El modelo completo de la reencarnación, el único que explica y
concuerda con todos los datos de los que disponemos acerca de la
reencarnación, puede por tanto formularse ya: nuestras distintas
encarnaciones en diferentes lugares y tiempos son seres vinculados,
vinculados mediante nuestras intenciones; la información se puede
transferir entre estas encarnaciones en virtud de la vinculación cuán-
tica no-local. Por detrás de la discontinuidad del cuerpo físico y de la
historia vivida de estas encarnaciones, existe un continuo, un conti-
nuo de revelación de significado. Formalmente, el continuo está re-
presentado por la mónada cuántica, un conglomerado de temas inal-
terables y de propensiones vitales y mentales cambiantes y evolutivas,
o karma.
La historia completa de El libro tibetano
de los muertos

Me llevó un par de años intuir, comprender y plasmar las ideas plan-


teadas en las páginas precedentes. A principios de 1996, yo estaba
escribiendo ya el primer borrador de este libro, cuando me di cuenta
de que aún había algo que me preocupaba. Supongo que conoce la
expresión «tener una china en el zapato». Pues bien, en el caso de
esta obra, el zapato me iba bien, pero parecía haber una piedrecilla
molesta dentro de él.
Poco a poco, comencé a darme cuenta de que había algunos te-
mas espinosos. Intuí la idea de la ventana no-local a través de la cual
atraviesan a veces los recuerdos reencarnacionales de contenido antes
de intuir la mónada cuántica. Siendo un poco perezoso, estaba asu-
miendo que las dos ideas eran complementarias entre sí (una para la
memoria de contenido y la otra para la propagación reencarnacional
de la memoria de contexto), y que no había necesidad de integrarlas
posteriormente. Pero estaba equivocado.
Los indicadores estaban allí, pero yo me negaba a verlos. En el
capítulo 4, propuse que todos los bardos post mortem de El libro tibe-
tano de los muertos eran visiones no-locales de la persona moribunda
en su muerte. Pero ahora, con la idea de la mónada cuántica, es posi-
ble definir la existencia individual tras el fallecimiento, el hecho de
que existimos como mónadas cuánticas desencarnadas. Así pues, ¿no
deberían los bardos post mortem pertenecer lógicamente a la mónada
172 La física del alma

cuántica? La lógica es ineludible: la ventana no-local se abre antes de


la muerte, en el tercer bardo de transición de la vida a la muerte.
Desde las experiencias cercanas á la muerte, me llegó otro atisbo
que venía a apoyar mi argumento: las experiencias no-locales, las visio-
nes arquetípicas, las experiencias de revisión panorámica de la vida y
todo lo demás. Pero había también diferencias entre todo esto y los
bardos post mortem: las personas que pasan por una experiencia cerca-
na a la muerte rara vez dan cuenta de reinos infernales o dioses iracun-
dos. Tampoco suelen hablar de que hayan establecido tipo alguno de
relación con sus encarnaciones futuras. Y, por otra parte, el hecho in-
negable es que las experiencias cercanas a la muerte son simplemente
eso: experiencias de acontecimientos previos a la verdadera muerte.
Como científico, poseo un hábito que tiene sus cosas buenas y
sus cosas malas. Durante el tiempo que dedico a trabajar sobre una
idea original, no me gusta leer demasiado acerca de las ideas de otras
personas. Esto me evita influencias o prejuicios prematuros, pero lo
malo es que me pierdo la oportunidad de lanzar la mirada al horizonte
{<subiéndome a los hombros de gigantes», por decirlo así.
Bien, pues resultó que la famosa traducción de Evans-Wentz de
El libro tibetano de los muertos que yo había tomado como fuente omi-
tía las fases pre mortem, que forman parte integrante de toda esta for-
mulación, que tuvo su origen en el famoso Padmasambhaba, el funda-
dor del budismo tibetano. Y, mientras estaba leyendo el artículo de
Ken Wilber que aparece en la magnífica recopilación de What Survi-
ves?,39 encajaron las últimas piezas de la historia (Wilber 1990). Esta
síntesis final es el tema principal de este capítulo, en el cual ahondare-
mos, tras una discusión en profundidad sobre el tema de la muerte.
Un comentario final para salvar las apariencias: las experiencias
cercanas a la muerte tienen tantos puntos en común con la descripción
de los bardos post mortem que incluso un sabio tan eminente como
Sogyal Rinpoché tuvo la tentación de relacionarlas (lea su libro El libro
tibetano de la vida y de la muerte).40 Sin embargo, Sogyalle preguntó

39 ¿Qué sobrevive?
40 Ediciones Urano. Barcelona, 2006.
Dr. Amit Goswami 173

sobre ello a su maestro, Dilgo Khyentse Rinpoché, quien le dijo que


las experiencias cercanas a la muerte son «un fenómeno que pertene-
ce al bardo natural de esta vida».

La muerte como retirada de la consciencia

Durante mi infancia en la India, era bastante habitual ver a gente


transportando cadáveres para incinerarlos en los ghats, entonando los
distintos nombres de Dios. La primera vez que vi aquello, le pregunté
a mi madre con curiosidad:
-¿Qué llevan?
-Es un cuerpo muerto -me respondió.
-¿Y qué es la muerte? -pregunté con más curiosidad aún.
-La muerte es pasar al siguiente mundo; todos morimos -me
explicó.
La respuesta me dejó perplejo.
-¿Y qué es lo que pasa al siguiente mundo, madre? -insistí.
-El alma, claro está, el verdadero tú -respondió ella.
Y se fue a hacer un recado, dejándome aún más perplejo.
En la cultura norteamericana de hoy en día, si un niño, al ver un
cadáver en un funeral, hiciera la misma pregunta a una madre de
mentalidad científica, es probable que ésta le respondiera:
-La muerte es el cese irreversible de los procesos vitales.
-¿Y qué son los procesos vitales? -quizás preguntara el niño.
Y la madre diría:
-El metabolismo, la respiración, el pensamiento ...
-¿Y cómo sabemos que la vida ha cesado irreversiblemente?
Una madre normal quizás se sienta un tanto desconcertada llega-
do a este punto, pero una madre sofisticada estaría preparada:
-Pues porque la persona se encuentra en estado de muerte ce-
rebral, muerte cardiaca y muerte celular. Una persona se halla en es-
tado de muerte cerebral cuando el cerebro ha dejado de funcionar
irreversiblemente. Hay una máquina llamada electroencefalógrafo que
registra las ondas cerebrales como una línea ondulada en un monitor
174 La física del alma

de televisión. Cuando la línea del monitor se queda plana, eso indica


la muerte cerebral. ¿Entiendes?
Pero los niños de hoy no son menos sofisticados que sus madres.
Han visto muchas imágenes en televisión en las que las ondas cerebra-
les se quedan planas en el monitor.
-¿Y qué es la muerte cardiaca, mamá?
-La muerte cardiaca es cuando el pulso se para. Pero hoy pode-
mos mantener a una persona viva con un corazón artificial, que bom-
beará sangre indefinidamente en el cuerpo para mantenerlo vivo. Por
eso la muerte cardiaca ya no es un signo suficiente para diagnosticar la
muerte.
El niño está encantado con la sabiduría de su madre. También
sabe algo de corazones artificiales.
-Entonces, ¿qué es la muerte celular?
-La muerte celular es cuando todos los órganos del cuerpo em-
piezan a descomponerse debido a que las células individuales ya no
funcionan adecuadamente. Mira, hay genes que regulan los procesos
vitales en el nivel celular. Cuando estos genes dejan de funcionar, ya
no hay más metabolismo, y los órganos se descomponen y mueren.
Bien, se trata de una madre entendida, como habrá podido cons-
tatar, y el niño no se le queda atrás, familiarizado como está, gracias a
la televisión, con escenas hospitalarias y conceptos médicos. Pero aho-
ra el niño pregunta:
-¿Y qué me pasará a mí cuando yo muera, mamá?
Ahora es la madre moderna la que tiene que irse a hacer un reca-
do. No sabe lo que es «mí»; sus modelos materialistas fracasan aquí, y
es lo suficientemente honesta como para saberlo. Pero duda en dar
una respuesta espiritual. En realidad, muchas madres modernas pue-
den cambiar la perspectiva en este punto para adoptar una visión espi-
ritual y decir:
-Irás al Cielo.
En un episodio de la serie de televisión Picket Fences, una madre
(por cierto, médica) hacía exactamente eso.
En el pasado, para determinar si un cuerpo estaba muerto, se
empleaban únicamente métodos bastante rudimentarios, y había casos
Dr. Amit Goswami 175

en los que la persona era enterrada o incinerada viva. Actualmente,


utilizamos métodos mucho más sofisticados, y disponemos de todas
estas definiciones de muerte corporal (la mayoría de ellas desarrolla-
das para evitar embrollos legales); pero, aun así, determinar si ha te-
nido lugar la muerte sigue siendo un tanto complicado.
Hubo un caso de un paciente que, tras diagnosticársele la muerte
cerebral, se le mantuvo «vivo orgánicamente», conectado a distintas
máquinas, porque el médico tuvo una intuición acerca de aquel pa-
ciente. Al cabo de varias semanas, el electroencefalograma plano se
agitó y comenzó a mostrar una actividad cerebral lenta. Poco después,
el paciente se recuperaba y vivía una vida normal, en un estado físico
y mental excelente. Así pues, ¿tendremos que depender de la intui-
ción del médico a la hora de determinar la muerte? Los médicos están
entrenados para establecer sus juicios sobre la base de las lecturas de
sus instrumentos, ¡no sobre la base de su intuición!
¿Qué hacer con los pacientes moribundos que atormentan a la
profesión médica, a medida que se disparan los costes hospitalarios
de las últimas semanas de vida de estos pacientes? No, los médicos de
hoy están saturados de cuestiones prácticas y legales; no se preocupan
mucho de preguntas como «¿quién soy yo?» o «¿qué me sucederá
cuando muera?» Pero quizás estos dos tipos de pregunta no sean del
todo inconexas entre sí. Si encontramos una respuesta a la última,
emergerá también una respuesta mejor para la primera.
En la ciencia idealista, la vida es el campo en el cual la conscien-
cia colapsa autorreferencialmente las ondas de posibilidad de la vida,
en el proceso de identificación con el ser vivo. Esta identificación co-
mienza con una única célula. En un ser complejo y multicelular con
cerebro, como es el ser humano, las medidas cuánticas autorreferen-
ciales no sólo tienen lugar en el nivel celular, sino también en el nivel
de conglomerado celular del cerebro. Ahora, la consciencia se identi-
fica con el cerebro, suplantando así la identidad celular. Sospecho que
no sólo el cerebro, sino también otros conglomerados celulares del
cuerpo humano, como el sistema inmunológico, el sistema gastroin-
testinal y el sistema circulatorio, pueden ser centros de tales medidas
cuánticas e identificación consciente. Es bien sabido que el sistema
176 La fíSica del alma

inmunológico distingue perfectamente entre el cuerpo y los intrusos


que entran en el cuerpo, manteniendo así el tipo de autointegridad
corporal que caracteriza a los sistemas autorreferenciales.
Así pues, la consciencia se identifica con un organismo complejo
en varios niveles. En primer lugar, se identifica con el nivel celular de
operaciones, una identidad celular propia. Después, puede darse una
identificación con los órganos, como en el sistema inmunológico, en
el gastrointestinal y en el circulatorio. Claro está, la identificación más
importante para los seres humanos es la identificación con el cerebro,
que suplanta a todas las demás identificaciones.
Por tanto, ¿qué es la muerte? La muerte es la retirada de todas
estas identificaciones. Con la ciencia dentro de la consciencia, pode-
mos decir que la retirada de identificación coincide con el momento
en que la consciencia deja de colapsar las posibilidades cuánticas que
emergen en los distintos componentes de un organismo complejo. Se
trata de un proceso gradual; la consciencia se retira primero del cere-
bro; después, de los órganos (aunque, a veces, este orden se invierte);
y, por último, de las células individuales. Para cualquier propósito
práctico, una persona está muerta cuando la consciencia deja de iden-
tificarse con su cerebro.
¿Hemos resuelto el problema inherente del materialismo a la hora
de definir la muerte? Los modelos médicos materialistas nos dan las
señales de la muerte, la detención de determinadas funciones, como
condiciones suficientes de la muerte, pero no nos pueden decir la con-
dición necesaria en cuanto a qué función, al detenerse, significa exacta-
mente la detención de la vida. Los modelos religiosos nos dicen con
claridad cuál es esta condición necesaria (que el alma abandona el cuer-
po), pero siguen enfangados en el dualismo. En nuestra forma de ver la
muerte se ofrecen los dos cuadros, el médico y el religioso, juntos.
¿Qué abandona el cuerpo en el momento de la muerte? La identifica-
ción consciente con el cuerpo físico o con cualquier parte de él. ¿Cuál
es exactamente la función necesaria que se ha detenido irreversible-
mente? La elaboración de ondas cuánticas macroscópicas en el cerebro
(yen otros conglomerados celulares relevantes, y, con el tiempo, en
cada célula), de entre las cuales la consciencia provoca el colapso.
Dr. Amit Goswami 177

Observe que, aunque el problema filosófico está resuelto, segui-


mos sin poder decir nada acerca de los signos externos de la retirada
de la identificación consciente con el cerebro (o con cualquier otra
parte del cuerpo). El cerebro puede continuar en el inconsciente
(evolucionando en posibilidad) aun cuando la consciencia no esté
colapsando ninguna de las ondas de posibilidad del cerebro y no haya
conciencia consciente; esto es lo que ocurre con los pacientes coma-
tosos que, a veces, cuando despiertan, recuerdan conversaciones
mantenidas a su alrededor mientras estaban en coma. Así pues, será
bueno hablar con cariño y de manera optimista a los pacientes coma-
tosos. Aunque no hay una escucha sujeto-objeto, sí que hay un pro-
cesamiento de las posibilidades que surgen en respuesta a tal charla
con el paciente. Estas posibilidades permanecerán sin colapsar hasta
que la persona despierte (si despierta) y elija un sendero particular de
posibilidades. Entonces, el paciente recordará elementos de la con-
versación a una banda que formaban parte del sendero colapsado
(elegido).
En los pacientes comatosos, cabe la posibilidad, a menos que los
aparatos cerebrales tengan graves daños, de que la consciencia elija en
un futuro comenzar a colapsar de nuevo las funciones de onda. De ahí
que resulte de suma importancia determinar si los aparatos cerebrales
se han dañado irreversiblemente, es decir, de un modo tal que haga
imposible la medida cuántica jerárquicamente entrelazada, porque en
ese caso no volverá a haber un colapso de la función de onda, y la
conciencia ya no volverá a manifestarse. Ése será el momento de diag-
nosticar la muerte cerebral del paciente.
El médico tendrá la responsabilidad de decidir la cuestión del
daño irreversible, y esa decisión supondrá siempre cierta ambigüe-
dad.
Las decisiones acerca de los pacientes moribundos en la situa-
ción hipotética idealista deben dejar espacio para la intuición del mé-
dico, al igual que en la situación hipotética materialista actual. Sin
embargo, la diferencia estriba en que esto es lo que cabe esperar en
una ciencia dentro de la consciencia, en la que se incorpora y se valo-
ra la intuición subjetiva.
178 La física del alma

Las fases de la muerte

Morir, por tanto, es una retirada de la consciencia, de las identificacio-


nes conscientes. Pero en esta retirada existen más sutilezas de las que
reconocíamos antes, cuando nos percatábamos de que, además del
cuerpo físico, existe también un cuerpo vital, un cuerpo mental, un
cuerpo temático y un cuerpo de gloria. Desde el enfoque tibetano, esta
retirada se visualiza de forma gráfica con la idea de que estamos com-
puestos de cuatro elementos:

Cuando se acerca la muerte, el elemento tierra, la sensación de solidez y


de dureza del cuerpo, comienza a disolverse ... A medida que el elemento
tierra se disuelve en el elemento agua, se da una sensación de fluidez, de
liquidez, dado que la solidez, que intensificó siempre la identificación con
el cuerpo, comienza a fundirse, una sensación de fluidez. A medida que el
agua se disuelve en el elemento fuego, la sensación de fluidez se convierte
en algo parecido a una niebla cálida... A medida que el elemento fuego se
disuelve en el elemento aire ... una sensación de ligereza, a partir del as-
censo del calor, se hace predominante... A medida que el elemento aire se
disuelve en la misma consciencia, aparece la sensación de no tener límites
(Levine, 1982).

Actualmente, nos podemos perder con todo eso de tierra, agua, fuego
y aire, pero hay aquí una inconfundible sabiduría. Tenemos que ver la
naturaleza metafórica de los «elementos».
La tierra es el más denso de todos los elementos, y se corresponde
con el cuerpo físico denso. Así, el proceso de la muerte comienza con
la disolución de gran parte de nuestra identificación con el denso cuer-
po físico. Los elementos siguientes (agua y fuego) se refieren al com-
ponente vital y al componente mental de la mónada cuántica. Después
de que la consciencia deja de identificarse con el denso cuerpo físico,
se identifica con estos componentes del cuerpo sutil, si bien continúa
colapsando ondas de posibilidad vinculadas de ambos, para que las
experiencias puedan continuar. Pero se trata de experiencias de ligere-
Dr. Amít Goswami 179

za, de estar fuera del cuerpo, justo lo que dicen las personas que han
pasado por experiencias cercanas a la muerte.
El siguiente elemento es el aire, difícilmente sustancial. Repre-
senta al cuerpo temático o cuerpo del intelecto supramental, la mora-
da de los arquetipos. Cuando nos identificamos con él, tenemos acce-
so a los arquetipos, a partir de los cuales podemos construir visiones.
La última identificación es la identificación con la consciencia en su
gloria original, ilimitada: el Brahmán o shunyata.
Observe que el proceso de disolución en la muerte representa
una elevación de la consciencia hasta la completa libertad, y los bardos
que se suceden durante el tiempo de la muerte son sus complementa-
rios: el descenso de la consciencia hasta la esclavitud de nuevo.
Obviamente, las personas que pasan por una experiencia cercana
a la muerte se ven catapultadas por el estremecedor incidente que
amenaza su vida, que desencadena su experiencia con un cambio del
centro de su identidad, desde el cuerpo físico hasta el componente
vital y el mental de la mónada cuántica. Desde este nuevo centro, estas
personas son capaces de hacer incursiones ocasionales hasta la identi-
dad del cuerpo temático, y de ahí sus visiones arquetípicas; y pueden
incluso ver débilmente la luz de la misma consciencia. Pero como se-
ñalaba el gurú de Sogyal Rimpoché, no están teniendo una verdadera
experiencia de disolución que lleve a la muerte. El suyo es un recorri-
do de práctica. Es un genuino samadhi, la experiencia de un estado de
consciencia que está más allá del ego, sin duda, pero no es una verda-
dera experiencia de bardo de la muerte, pues no es lo suficientemente
profunda.
De ahí surgen las diferencias en las experiencias de la ventana no-
local que yo intuyo que se abre tanto en la experiencia cercana a la
muerte como en el bardo del instante de la muerte, el tercer bardo. Las
personas que pasan por una experiencia cercana a la muerte tienen
vivencias de esferas celestiales, pero rara vez de esferas infernales. Es-
tas personas tienen vivencias de revisión de su vida, pero rara vez tie-
nen visiones de vidas futuras. y todo esto porque no profundizan lo
suficiente. Con frecuencia, tienen la experiencia de que alguien les
dice que regresen. ¿Quién es ese alguien? En definitiva, ellos mismos.
180 La física del alma

Un inciso: ¿qué ocurre si uno profundiza lo suficiente? Por ejem-


plo, si profundiza lo suficiente como para ver la clara luz. En estados
progresivos de samadhi, llegado al estado del despertar en sí mediante
la meditación y alguna gracia, la persona pasa por el mismo tipo de
ascenso y descenso, como en los bardos. El samadhi en el cual la esci-
sión sujeto-objeto se mantiene, y por tanto persiste cierta identidad
residual con el cuerpo físico, el savikalpa samadhi es la experiencia
más común de samadhi. Pero en la literatura relativa a este tema se
menciona una extraña variedad de samadhi, el nirvikalpa samadhi, en
el cual no existe la división de sujeto y objeto, y la propia identidad se
funde por completo con el cuerpo de gloria, si bien temporalmente. En
la India, existe la sólida creencia de que nadie puede sobrevivir a un
cambio de identidad tan completo con el cuerpo de gloria (con la clara
luz) durante más de veintiún días. 41
Volviendo a la experiencia cercana a la muerte, estoy convencido
de que, en una experiencia genuina de muerte, los defectos de estos
ensayos de prueba se superan, la ventana no-local se abre del todo, y
tiene lugar una verdadera comunicación y una influencia mutua entre
encarnaciones.
Bueno, pero ¿cómo explicar ahora los bardos post mortem? La
apertura de la ventana no-local en el bardo del momento de la muerte
explica los datos de Stevenson y los datos de otros recuerdos de vidas
pasadas; el cambio del centro de identidad desde el cuerpo denso a los
cuerpos sutiles, y de éstos al cuerpo de gloria, encaja a la perfección
con la descripción tibetana del bardo del instante de la muerte. Pero,
tras la muerte, no hay cuerpo físico, sólo queda la mónada cuántica,
ahora desencarnada. Con el cuerpo físico se ha ido la posibilidad de la
experiencia de escisión sujeto-objeto. Lo único que queda es procesa-
miento inconsciente, como en el sueño profundo. ¿Cómo, entonces,
han de ser explicados los bardos de la muerte?
Afortunadamente, existe una salida para este dilema. Pero, para
verla, vamos a preguntarnos cómo los grandes sabios tibetanos intuye-
ron los bardos de la muerte mientras estaban vivos. Otro atisbo nos

41 He leído que el mismo Romakrishna hizo tal afirmación.


Dr. Amit Goswami 181

llega cuando nos damos cuenta de que existen datos (procedentes de


la hipnosis o de la respiración holatrópica) en los que los sujetos re-
cuerdan experiencias de los bardos de la muerte, como la experiencia
en la que eligieron a sus padres, que encajan con la descripción que
hacen los tibetanos. Por ejemplo, uno de los sujetos de la investigado-
ra Helen Wambach dice: «Me sorprendió mucho descubrir que yo no
había estado en el feto en modo alguno. Para mí, la parte más extraña
de la experiencia fue la sensación de que, de algún modo, yo estaba
ayudando a crear el feto» (Wambach, 1979). Esta declaración apunta
a la no-localidad, así como a la configuración kármica del feto, que
tiene lugar durante el período de procesamiento inconsciente que co-
necta al feto con su mónada cuántica desencarnada.
Así pues, podemos reunir estas pistas y sugerir lo que viene a
continuación. En la mónada cuántica, no hay experiencia sujeto-obje-
to, pero sí un procesamiento inconsciente de las posibilidades cuánti-
cas de los cuerpos sutiles. Esto da lugar a varios senderos posibles. En
el nacimiento, cuando la persona ya tiene a su disposición un cuerpo
físico, se manifiesta uno de estos senderos, y entonces tienen lugar
retroactivamente los acontecimientos de todo el sendero. No se perci-
ben como acontecimientos conscientes, pero se puede acceder a su
recuerdo; es decir, se pueden recordar como tales siempre y cuando se
pueda activar esa parte de la memoria; por ejemplo, mediante la hip-
nosis.
El estudio de Helen Wambach sobre regresión hipnótica hasta la
experiencia del nacimiento, en el que trabajó con 750 sujetos cuida-
dosamente elegidos para representar una sección cruzada de la pobla-
ción norteamericana (de ahí que se incluyera a muchos cristianos, e
incluso a católicos practicantes), reveló que el 81 por 100 de las per-
sonas pensaban que habían elegido nacer. Y el 100 por 100 reveló que
habían percibido muy poca identidad con el feto hasta que éste había
llegado a los seis meses de edad; decían que tenían la sensación de
haber estado {{entrando» y {{saliendo» (Wambach, 1979). Estos datos
parecen dualistas en un principio. Pero obsérvelos desde el punto de
ventaja que supone la teoría que se presenta en este libro. ¿Acaso no
tienen sentido? Sí, existe una elección entre distintos senderos alter-
182 La física del alma

nativos en la experiencia del nacimiento. En la concepción, la identi-


dad con el cuerpo físico es todavía débil, de ahí la tendencia a estar
fuera del cuerpo. La identidad reside aún en gran medida en la móna-
da cuántica.

El libro tibetano de los muertos en forma idealista


moderna: versión revisada

Así, finalmente, estamos preparados para reinterpretar algunas partes


de El libro tibetano de los muertos con un lenguaje que se adapte a nues-
tra mentalidad moderna y que refleje nuestro entendimiento cuántico
de su mensaje. Pero vamos a hacerlo de un modo un tanto juguetón,
por aproximarnos al formato utilizado en el original.
Oh, noble nacido, escucha sin distracción. Parece, por todos los
signos externos, que estás a punto de entrar en el bardo del momento
de la muerte. Es una oportunidad para el esfuerzo espiritual y la libe-
ración que sólo se presenta una vez en la vida. De modo que permane-
ce consciente, aunque será difícil, porque la consciencia comienza a
mostrar los signos de su inminente retirada de tu cuerpo físico.
Mantente alerta. Cuando entres en el bardo del momento de la
muerte, el mundo puede parecer muy diferente. Con toda probabili-
dad, tú nunca tuviste una experiencia extracorporal; bien, pues ha lle-
gado el momento de que tengas una. Nunca pensaste que pudieras
volar, ¿verdad? Bien, pues puedes volar. Tú eres luz y, probablemente,
tu corazón también está lleno de luz.
Oh, noble nacido. Escucha sin distracción. Si estás fuera de tu
cuerpo, esto es algo normal. Sólo significa que ahora te identificas más
con tu mónada cuántica (con tu composición vital y mental), que des-
de bastidores te ayudó a darle forma a tus experiencias mientras esta-
bas vivo.
Estás teniendo experiencias no-locales. Puedes ver tu propio
cuerpo yaciendo sobre la cama. No te preocupes. La muerte es un rito
de paso, un gran samadhi. Mantén la calma, permanece tranquilo y
consciente. Las más grandes de las experiencias están aún por llegar.
Dr. Amit Goswami 183

Oh, noble nacido. Si te has perdido la experiencia extracorporal,


olvídate de ella. Concéntrate en tus visiones. ¿Estás pasando por un
túnel? Bien, estás viendo lo que tú mismo creas. Así es corno siempre
lo visualizaste, ¿no? El túnel que lleva al otro lado. Pero no estás en el
otro lado todavía. Todavía eres capaz de dirigir tus experiencias, corno
en un sueño lúcido.
Estando tu identidad primaria en la mónada cuántica, dispones
ahora de grandes poderes para construir visiones, para darle forma al
mundo de ternas que guía tu cuerpo mental y tu cuerpo vital. ¿Puedes
ver la luz en la distancia? Ésa es la luz de la consciencia, la una y úni-
ca, que te llama. Estas visiones son un preludio. Préstales mucha aten-
ción. Mucho karma puedes destruir si prestas atención ahora.
¿Estás viendo un ser de luz? Jesús, Buda? Bien. Ellos te ayuda-
rán. Quizás tengas que revisar tu vida ahora. Deja que vengan las imá-
genes. Si en la revisión aparecen tus vidas pasadas, tanto mejor; deja
que entren.
Mantente consciente, mantente consciente, amigo mío. ¿Estás
teniendo un atisbo de tu futura encarnación? La ventana no-local por
la que estás viendo ahora está abierta a todas tus encarnaciones, pasa-
das y futuras. Estás creando experiencias de sincronicidad para tu fu-
turo, del mismo modo que estás cosechando los frutos de las pasadas
sincronicidades que creaste la última vez. Llevas viajando mucho
tiempo, oh, noble nacido.
Si no viste la revisión de tu vida ni la compartiste con tu próxima
vida, no pasa nada. Estás relajado con respecto a tu vida, no la enjui-
cias. No tienes que juzgarte antes de que te permitas entrar en la si-
guiente esfera, aunque hubieras visto con claridad en tus encarnacio-
nes pasadas y futuras que sería una buena señal. Pero no importa.
Presta atención. Veas lo que veas ahora, lo estás construyendo a
partir de los arquetipos de tu propio cuerpo temático. Sé valiente. No
te obsesiones con las imágenes habituales que te mantuvieron ocupa-
do durante la vida. Contempla tus emociones desnudas, aun cuando
suponga encontrarte con dioses y ángeles violentos. Es un espectácu-
lo que pasa ante ti y que lo creas tú. No te turbes por el hecho de
que lo que ves se parezca al infierno.
184 La física del alma

Si reprimes tus emociones ahora, te alcanzarán al otro lado, cuan-


do estés inconsciente. ¿Por qué no vas a ser valiente ahora? ¿Por qué
no te vas a enfrentar a ello? Te has estado escondiendo de tus emocio-
nes durante demasiado tiempo.
Recuerda, Cielo o Infierno dependen de tu predisposición emo-
cional. ¿Te acuerdas de aquella historia taoísta? Uno va al Infierno y
descubre que hay un gran banquete, y que no se parece en nada a las
imágenes de fuego y azufre de las que hablan algunas tradiciones. La
gente está sentada en grandes mesas redondas, frente a pilas y pilas de
todo tipo de deliciosos manjares. ¡Sólo hay un problema! Los tenedo-
res, las cucharas y los cuchillos tienen el mismo tamaño de las mesas,
y la gente lucha en vano por alcanzarse la comida con aquellos enor-
mes cubiertos. Cuando uno entra en el Cielo se encuentra con el mis-
mo banquete; pero hay una diferencia: las personas que están sentadas
en los extremos opuestos de la mesa se dan de comer entre sí.
Bien, si no viste a los dioses violentos, está bien. Prepárate para
encontrarte con los dioses bondadosos de la esfera de la paz. Tú siem-
pre quisiste ir al Cielo. Bien, pues aquí está el Cielo. ¿Eres consciente?
Siente el amor de tu diosa favorita de la compasión. Contempla ese
mundo donde la justicia es manifiesta. Tu visión de un Dios justo y
benévolo se manifiesta en la realidad en la que estás ahora. Pero escu-
cha, hijo, si has llegado hasta aquí, ¿por qué no seguir adelante?
Sin duda, puedes identificarte con este reino y convertirte en un
ángel o en un bodhisattva, si lo prefieres, después de morir. Pero más
adelante se encuentra la clara luz de todo lo que es: la consciencia en
su talidad. Tu identidad se ha retirado casi por completo de tu cuerpo
físico y tu cuerpo sutil, incluso de tu cuerpo temático. Un finísimo
hilo te sujeta aún a la vida. Si todavía estás consciente, despréndete de
toda identidad. Ésta es la paz definitiva, ésta es la luz definitiva. Esto
es el nirvana. Esto es el moksha. Es el Cielo eterno. ¡Om, paz! ¡Paz!
¡Paz!
Ahora, ya estás muerto. Estás en el otro lado, oh, noble nacido.
Estás inconsciente, y sólo eres capaz de procesar en posibilidad. Las
palabras que pronuncio junto a tus oídos ya no te llegan a través de los
canales locales habituales, ¡sino gracias a la no-localidad cuántica!
Dr. Amit Goswami 185

Si no te perdiste la clara luz, eres ahora uno con Dios, y te pre-


sento mis respetos. Namasté. Si no la viste, pasa por entre las posibili-
dades que te esperan. Quizás te sea útil más tarde.
En verdad, si te identificaste con el pacífico reino celestial al mo-
rir, es muy probable que hayas trascendido el ciclo de muerte y rena-
cimiento. Escogiste el sendero del Cielo; pero, en tu compasión, con
el fin de ayudar a otros seres, no elegiste tu propia salvación. Perma-
necerás radiante para siempre en tu mónada cuántica, hasta el final de
los tiempos, si es tu intención; o quizás debería decir, si es la voluntad
de Dios. Tú sabes lo que estoy diciendo: tu intención es la intención de
Dios.
Si te perdiste el reino celestial al morir, pero reconociste y te
identificaste con tu reino emocional infernal, eres libre aun así de te-
ner que volver a nacer. Eres, aun así, un ángel auxiliador. Tú nos
ayudarás a limpiar nuestras sombras. Recibe mis respetos.
Si te perdiste tanto el reino celestial como el infernal mientras
entrabas en la muerte, las posibilidades de arriba no son relevantes
para ti, amigo mío, oh, noble nacido. Vas a renacer, estás en el bardo
del devenir en la muerte, en sidpa, el sexto bardo. Existen posibilida-
des ante ti que estás procesando, aunque estés inconsciente. Cuando
hayas renacido, habrás elegido uno de estos posibles senderos.
Si no te identificaste con los reinos temáticos arquetípicos infer-
nales ni celestiales, pero, a pesar de todo, disfrutaste de alguna vis-
lumbre, tu estancia en posibilidad va a abrazar esos reinos. No tienes
ninguna prisa por renacer. Cuando hayas renacido en la Tierra, le
darás la bienvenida como otra oportunidad para servir a la vida, para
servir a la consciencia. No estoy preocupado por ti, amigo mío.
Si estuviste consciente al morir, al hacer la revisión de la vida, si
te vinculaste y te comunicaste con el niño que serás en tu siguiente
visita, el sendero de posibilidad para ti, has elegido ya. En tu sabidu-
ría, sabes lo que necesitas, el tipo de vida que te ofrecerá las mejores
oportunidades para resolver tu karma y para cumplir con tus respon-
sabilidades monádicas.
Si estás consciente, más tarde, en tu próxima vida, quizás puedas
recordar lo que hiciste en el sidpa bardo, dado que lo que ahora es
186 La física del alma

posibilidad se convertirá en actualidad entonces. Quizás observaste a


tus padres, mientras eras concebido. No te identificaste todavía con tu
feto; estabas fuera del cuerpo, y observabas telepáticamente a través de
los ojos de tus padres, por decirlo así, y quizás sintieras los impulsos
del deseo. Es ese deseo el que determinó tu sexo al nacer (el esperma
apropiado alcanzará al óvulo, eso es secundario). Si tu deseo se dirigió
a tu madre, naciste como varón; si, por otra parte, tu padre fue el ob-
jeto de tu deseo, terminaste siendo una niña.
Si te procuraste buenas propensiones en esta vida, espero que
elijas unos padres y una familia que favorezcan tus propensiones la
próxima vez. Si no has tenido una buena vida en esta ocasión, si no
llegaste a descubrir el propósito de tu vida, espero que lo encuentres la
próxima vez. Sé bueno, sé veraz contigo mismo, realiza tu viaje indivi-
dual; y, luego, ayuda a los demás si puedes. Om, paz, paz, paz.
Del ego a la mónada cuántica
evol utiva: el desa rrollo de un nuevo
contexto para la vida

De lo que se desprende de los tres últimos capítulos, debería quedar


claro que la física cuántica nos permite desarrollar un modelo satisfac-
torio de la supervivencia tras la muerte y de la reencarnación, un mo-
delo que coincide también con la sabiduría de las tradiciones, tal co-
mo se dispuso en libros como El libro tibetano de los muertos. De modo
que, ¿quiénes somos? En el nivel más obvio, claro está, nos identifica-
mos con nuestro ego. Pero nuestra creatividad, nuestras experiencias
de amor, los momentos en que tomamos profundas decisiones mora-
les, nos ofrecen una vislumbre de quiénes podemos ser en un nivel
más profundo: el yo cuántico.
En algún punto de nuestro desarrollo, comenzamos también a
sospechar que, en la medida en que nos identifiquemos con el ego,
nunca llegaremos a desarrollar plenamente nuestro potencial creati-
vo, o nuestro potencial para ser perfectamente felices, o para desarro-
llar nuestra capacidad de amar a otra persona incondicionalmente. En
este punto, comenzamos el viaje espiritual hacia un cambio de identi-
dad, hacia el yo cuántico. Sin embargo, el esquema de la reencarna-
ción aporta algunas perspectivas y atisbos nuevos acerca de cómo de-
beríamos llevar a cabo ese viaje espiritual. Éste es el tema de este
capítulo.
188 La física del alma

Observe también que, en cierto modo, el modelo del alma, de la


mónada cuántica, desarrollado en los capítulos anteriores, sigue estan-
do incompleto; hay algo que aún está por explicar. En el capítulo 7,
hablé de la acumulación de karma; con cada encarnación, vamos acu-
mulando karma. Así, según este modelo, uno continuaría para siempre
en la rueda del karma, cargando más y más karma con las sucesivas
reencarnaciones. También en el capítulo 7, hablé de ángeles y de espí-
ritus guías; ¿pero cómo llega el alma hasta estos exaltados estados? En
este capítulo y en el siguiente, pasaremos a considerar la evolución del
alma más allá de la rueda del karma.
Preste atención. En cierto sentido real, estamos hablando ahora
del fruto intelectual del modelo reencarnacional y de cómo nos ayuda
en nuestro viaje vivencial de desarrollo espiritual. Parte de este capítu-
lo será una revisión de temas bastante tradicionales; el modelo cuánti-
co no hace más que poner unos fundamentos satisfactorios de lo que
las tradiciones tienen que decir. Pero, enlazado con estos temas tradi-
cionales, no deje de observar todo cuanto la física cuántica puede
aportar, con ideas como la del salto cuántico de creatividad y la jerar-
quía entrelazada de la relación, e incorpórelas en su propio viaje.

El «proyecto atman»

Normalmente, nos vemos a nosotros mismos como un ego con una


personalidad. Creemos que nuestro ego, del cual nuestras acciones
parecen fluir constantemente como fluye el río de un glaciar, elige
nuestras acciones. Y todo el mundo se convierte en un patio de recreo
de este ego y de su «libre albedrío».
El ego se convierte en el organizador y en el intérprete de todas
nuestras experiencias. Nuestras experiencias de otras personas, así or-
ganizadas, se convierten en algo secundario, en epifenómenos de
nuestro ego. En tanto discurran así las cosas, mi familia, mis amigos y
el resto de gente serán tolerados, incluso amados. Pero ese otro que
está fuera de los límites de mi ego pierde validez, e incluso puede ser
destruido, se le puede dar muerte.
Dr. Amit Goswami 189

En la parte superior de la orden del día del ego se encuentra la


autoprotección, lo que el filósofo Ken Wilber denomina el «proyecto
atman». A cada momento, dice Wilber, nos encontramos en la encru-
cijada de dos polaridades: la vida y la muerte, eros y tánatos. Eros nos
lleva hacia la vida y hacia la inmortalidad del ego; nos movemos y nos
sacudimos, construimos imperios. Tánatos, el arquetipo de la muerte,
nos lleva hacia la unidad cósmica, que supone el sacrificio del ego.
Pero el ego es astuto; pervierte el impulso hacia la unidad cósmica de
la muerte en un impulso falso hacia una separación aún mayor. El
deseo de la muerte del ego se convierte en un ritual de sacrificio, en
el deseo de la muerte de los demás, o puede incluso llevarse a cabo
literalmente (Wilber, 1980).
Eros y Tánatos. Cuando se expresan en nuestra vida de un modo
equilibrado, la vida es una hermosa danza sobre el filo de la navaja.
Dado que la muerte está permitida en cada momento, la creatividad se
hace posible; de hecho, se hace imperativa. El poeta Rabindranath
Tagore escribió:

¿Qué ofrecerás o lo muerte el día que llame o tu puerto?


Le tenderé el cáliz de mi vida, lleno del dulce mosto de mis días de otoño y
de mis noches de verano.
¡No se irá con los monos vacías!42

En cambio, cuando Tánatos se pervierte para ponerse al servicio del


ego, contraemos un profundo miedo a la muerte, y la creatividad se
seca. Perdemos el timón de la vida, y nos perdemos en el espacio bus-
cando una inmortalidad en un cuerpo que, por su propia naturaleza,
es mortal.
Las últimas investigaciones sobre la muerte de Elisabeth Kübler-
Ross y otros estudiosos con enfermos terminales confirman estas ten-
dencias egoicas (Imara, 1975). Estos enfermos parecen pasar por las
siguientes fases:

42 Traducción de Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez. En Ofrendo líríca. Alianza Editorial.
Madrid, 1986. IN del T)
190 La física del alma

1. Negación: Ante el shock del descubrimiento, el enfermo niega


que la muerte sea inminente. «Esto no me puede estar pasando a
mí. No a mí. ¿Yo, con un tumor maligno? ¿Yo, con sólo unos
pocos meses de vida? Es absurdo».43 Esta negación lleva a la per-
sona a no comunicar sus sentimientos profundos, a no confesar
su miedo a la muerte. El enfermo se siente solo y aislado, acosado
por la culpabilidad y por sus conflictos internos. El sinsentido de
la existencia le golpea con especial dureza.
Hay una historia interesante en la epopeya india del Mahabha-
rata. En cierta ocasión, el príncipe Yudhisthira, sus hermanos y
su única esposa común viajaban por un bosque buscando agua.
Les pareció ver un lago en la distancia, por lo cual Yudhisthira
envió primero a su esposa y, después, sucesivamente, a cada uno
de sus cuatro hermanos para que trajeran agua. Pero fue en vano;
ninguno regresó. Al final, el príncipe fue hasta el lago y descu-
brió que estaba custodiado por un ser sobrehumano, que se ne-
gaba a darle agua a menos que respondiera a unos cuantos acer-
tijos. El primero de ellos era: ¿qué es la cosa más extraña del
mundo? A lo que Yudhisthira respondió: «Millones de personas
mueren cada día y, sin embargo, aun sabiéndolo, la gente cree
que no va a morir jamás». Ciertamente, era la respuesta correcta.
Pero lo cierto es que la negación no se restringe a los enfermos
terminales. La mayoría de la humanidad padece esa negación de
la muerte.
2. Ira: Con el tiempo, la negación deja paso a la expresión, a las
emociones, especialmente de ira. «¿Por qué yo? ¿Por qué no los
malvados? De acuerdo, me estoy muriendo; pero, ¿por qué tiene
que ser tan doloroso? No quiero tu compasión».
3. Negociación: Ésta es la fase de «Si vivo, seré bueno». Las perso-
nas miserables prometen hacerse generosas. Las personas que se
sienten culpables por su infatigable sexualidad se ofrecen a ser
célibes; en fin, ese tipo de cosas. Pero, en realidad, nadie se cree
su propio acuerdo, ni tampoco lo cumple. La negociación es siem-

43 Estos comentarios los escribió el autar Thomas Bell, citado por Imara, 1975.
Dr. Amit Goswami 191

pre condicional, no motivacional. El ego sólo se sacrificará si


consigue a cambio lo que quiere o codicia.
4. Depresión: Tras el fracaso de la negociación, la realidad empieza a
hacer mella. «Sí, vaya morir. Dejaré de existir». Existe ahora una
profunda intuición de nuestra impotencia ante la muerte. Es el
equivalente de lo que en la práctica espiritual se denomina «la no-
che oscura del alma». Hay una rendición, hay mucho procesamien-
to inconsciente, y se da una intuición de la irrealidad del ego.
5. Aceptación: La fase de depresión termina con una apertura men-
tal desde la cual puede darse un salto cuántico hasta más allá de
la esclavitud de los límites del ego, que rechazan las posibilidades
cósmicas de la muerte. Cuando se da el salto, aparece cierta paz
interior. Las personas, en esta fase, viven más el instante, y sue-
len hacerse más creativas.

Conviene mencionar dos cosas. La primera, que estas etapas no


son tan cronológicas como la lista puede hacer creer. Las personas
fluctúan mucho. La aceptación se convierte en verdadera aceptación
después de muchas de esas fluctuaciones (Levine, 1982). Esta fluctua-
ción es habitual también en los actos creativos.
La segunda es que no todos consiguen pasar las cinco etapas. Las
personas que lo hacen se muestran más comunicativas con las perso-
nas significativas para ellas a la hora de hablar de su situación. Estas
personas tampoco se ponen a la defensiva; comparten su experiencia
con sus pares y hablan de lo que les sucede a ellas, en vez de hablar de
cuestiones triviales. Por último, estas personas aceptan la vida, tanto
lo bueno como lo malo; no polarizan (Imara, 1975). En resumen, son
ya conscientes de que más allá del ego hay vida y, por tanto, temen
menos a la muerte.
El hecho es que, cuando buscamos a este egolhéroe de nuestras
acciones en nuestra psique, no lo encontramos. En verdad, el ego es,
por encima de todo, mero contenido, una confluencia de historias
personales, las suyas. Y, claro está, el ego se inventa y representa dis-
tintas personas (imágenes) que encajen con sus distintas líneas de
historias. (El concepto de persona tuvo su origen en la idea griega de
192 La física del alma

portar una máscara en las representaciones teatrales.) El ego y las per-


sonas (imágenes, personajes) son ficticios y, naturalmente, imperma-
nentes. Si desde un principio supiéramos que son impermanentes,
nunca sentiríamos la necesidad de negar la muerte.

Repensarnos

La verdad es que la manera más sofisticada de pensar acerca de noso-


tros mismos, causalmente hablando, es en cuanto al carácter, como un
conjunto de tendencias o disposiciones. La mayoría de nuestras accio-
nes surgen de estos patrones de hábitos de nuestra mente. Es este ca-
rácter lo que se reconoce en el conductismo como el resultado de
nuestro condicionamiento psicosocial, y de ahí el credo conductista
de: no existe la libertad de acción a nivel individual.
¿Están en lo cierto los conductistas cuando dicen que no tenemos
libre albedrío en el nivel egoico de identidad? En parte, sí; porque si,
en un experimento, le conectan a usted a un electroencefalógrafo, des-
cubrirá que, en demostraciones tales como levantar la mano por deci-
sión propia, alguien que esté mirando los registros del aparato será
capaz de anticipar que usted va a levantar la mano «por decisión pro-
pia», «libremente». ¿Qué tipo de libre albedrío es ese que puede pre-
decirse? Pero en última instancia, no, porque el neurofisiólogo Benja-
min Líbet (1985) ha demostrado que, incluso después de que usted
haya iniciado su acción predecible de levantar el brazo, usted puede
detenerse. Esto le da un poderoso crédito al dicho popular de «simple-
mente, di no».
En nuestro carácter hay algo más que condicionamiento psicoso-
cial. Algunos de nuestros hábitos son el resultado de contextos de ac-
ción creativamente aprendidos; no se pueden enseñar, sólo se pueden
ejemplificar y facilitar. Un buen ejemplo lo tenemos en las matemáti-
cas. Enseñar matemáticas es todo un reto, porque en ocasiones precisa
de la participación creativa del que aprende; hay cuestiones matemáti-
cas que precisan del descubrimiento de nuevos contextos. Otros ejem-
plos son el amor y la justicia.
Dr. Amit Goswami 193

Durante el transcurso de nuestro desarrollo, descubrimos crea-


tivamente los contextos que conforman m~estro carácter. El psicólo-
go francés Jean Piaget (1977) describió este proceso como una serie
de lo que él llamaba «equilibraciones» (alcanzar la homeostasis). El
niño utiliza equilibraciones simples y equilibraciones recíprocas pa-
ra mantener la homeostasis, y una equilibración jerárquica para
cambiar a un nuevo nivel de asimilación, una nueva homeostasis.
Enséñele a un bebé un dedo y se pondrá a chuparlo; se trata de un
niño que ha llevado a cabo un proceso de equilibración simple. La
equilibración simple consiste en desarrollar un encaje uno a uno
entre un objeto y una acción, por ejemplo, dedo y chupar. La equili-
bración recíproca consiste en equilibrar en un todo dos esquemas y
objetos equilibrados de forma simple. Por ejemplo, un bebé que ha
aprendido a agarrar un objeto y a chuparse los dedos juntará las dos
habilidades para llevarse el chupete a la boca. El tercer tipo de equi-
libración, la equilibración jerárquica, es un proceso en el cual los
sistemas y los esquemas equilibrados se integran contextualmente.
La equilibración jerárquica requiere de creatividad, de un aprendiza-
je creativo.
Cuando era niño, conseguí memorizar los números y aprendí a
contar hasta cien porque mi madre me lo inculcó. Ella fijó el contexto,
y yo me lo aprendí de memoria; los números, en sí, no tenían ningún
sentido para mí. Después, me hizo que pensara en series de dos (dos
dedos, dos tarros), o series de tres (tres libros, tres canicas). Entonces,
un día, de repente, la diferencia entre dos y tres (y todos los demás
números) se me hizo clara como la luz del día, porque había aprendi-
do a ver los números dentro de un nuevo contexto, el concepto de la
serie (aunque no habría sido capaz de expresarlo así entonces). Yaun-
que las personas de mi entorno me facilitaron que «lo pillara», en úl-
tima instancia fui yo quien descubrió el significado. Éste es un ejem-
plo de equilibración jerárquica.
Nuestra nueva ciencia respalda las ideas de Piaget. Disponemos
de dos modalidades diferentes. En la modalidad cuántica (atman), en
el modo creativo jerárquicamente entrelazado, descubrimos nuevos
contextos. En el modo egoico jerárquicamente simple, exploramos la
194 La física del alma

amplitud de aplicación de los nuevos contextos descubiertos para ela-


borar posteriormente nuestro carácter.
Un marco reencarnacional para vernos a nosotros mismos le aña-
de más cuerpo a nuestro carácter. Nuestro carácter se define no sólo
por nuestras tendencias, hábitos y contextos descubiertos que hemos
adquirido en esta vida, sino también por los hábitos y contextos des-
cubiertos de vidas pasadas. Como decía Buda, «Tú eres todo lo que
alguna vez has pensado», inclusive en tus vidas pasadas. Pero esto pi-
de que reexaminemos la estructura de nuestro yo.
En cierto nivel, nos identificamos con nuestro ego, con nuestras
líneas de historias. En otro nivel más profundo, nos damos cuenta de
que dependemos de un yo más profundo, el yo cuántico, para descu-
brir el contexto de nuestras líneas de historias. Nuestro yo cuántico
aporta el contexto para el contenido que entreteje el ego. y un vásta-
go de este proceso es el carácter, la disposición a la que llegamos, el
paquete de repertorio aprendido. Y nosotros nos identificamos con
eso.
Sin un marco reencarnacional, es fácil equivocarse viendo el ca-
rácter como parte de la identificación egoica actual, como la mayoría
de los autores han hecho, incluido el que les habla (Goswami, 1993).
En un marco reencarnacional, esto cambia, porque el carácter conti-
núa, pero las líneas de historias concretas (el contenido del ego) de
una vida en particular no sobreviven tras la muerte. Pero la disposi-
ción que actuó como contexto para esas historias sí que sobrevive. Es
esta identidad, la mónada cuántica, la que sobrevive de una encarna-
ción a otra y la que define un nivel de individualidad intermedio entre
el ego y el yo cuántico.
Si queremos darle sentido a nuestra vida, a nuestros fracasos y a
nuestros éxitos, el mero análisis de esta vida no nos lo dará. El nove-
lista Norman Mailer escribió en su biografía sobre Marilyn Monroe:

Si queremos comprender a Marilyn... por qué no asumir que [ella] pudo


nacer con un desesperado imperativo, formado a partir de todas aquellas
deudas y fracasos previos de toda su familia de almas ... Para explicarla de
algún modo, sustentemos la idea kármica como una idea más de las que
Dr. Amit Goswami 195

sustentamos en nuestra mente, mientras intentamos seguir los senderos


involutivos de su vida (Mailer, 1973. pp. 22-23).

Este llamamiento se aplica a todos nosotros.


En la tradición del este de la India, para evitar confusiones, el
atman (el yo cuántico, en nuestra terminología) recibe el nombre de
paramatman, o el gran atman. En cambio, el nivel intermedio de indi-
vidualidad recibe el nombre de jivatman, o jiva simplemente. En otras
palabras, jiva es el nombre sánscrito de la mónada cuántica (véase la
figura 7.3).

El karma

Los contextos que descubrimos y desarrollamos en una vida permane-


cen con nosotros en vidas posteriores y las hacen más ricas. Esto es un
buen karma. Pero un buen karma no es que a uno se le recompense
por hacer algo bueno; es, más bien, que los contextos aprendidos en
una vida pasada se convierten en sabiduría innata, cosa que nos per-
mite labramos mejor nuestro destino en esta vida. Einstein pudo te-
ner la predisposición para llevar la vida de un genio de la física debido
a la sabiduría adquirida en sus vidas anteriores.
Convendrá que recuerde también que el repertorio aprendido no
es todo lo que aporta el carácter en una vida a la mónada cuántica
individual. En su propio carácter, usted también acumula defensas y
barreras contra la creatividad, contra el amor, o contra la trascenden-
cia de la identidad del ego. Esto es lo que Ken Wilber (1980) llamó el
proyecto atman del ego, es decir, el proyecto para mantener al atman,
al yo cuántico, a distancia.
Este condicionamiento negativo, estas defensas egoicas logradas
mediante la evitación de los contextos creativos, se convierte también
en parte del patrón de hábitos, la disposición que el cuerpo sutil porta
a través de su memoria cuántica. Usted puede padecer una fobia en
esta vida debido al condicionamiento negativo de una vida anterior.
Esto es un mal karma.
196 La física del alma

Otras personas pueden mantener una relación con usted durante


más de una vida a través de la vinculación cuántica. Puede suceder que
una persona (o personas) en concreto mantengan una relación con
usted quizás por causa de un empeño en el que usted se halla entrega-
do, como puede ser, por ejemplo, el de descubrir la naturaleza del
amor. Este hecho implica invariablemente la manifestación y la inte-
gración consciente de lo que Jung llamó el arquetipo femenino (áni-
ma), en los hombres, yel arquetipo masculino (ánimus), en las muje-
res; pero no es fácil lograr integrar el ánima o el ánimus en nuestra
vida, pues para ello puede hacer falta más de una vida. La realización
del ánima o del ánimus también suele requerir de una pareja del sexo
opuesto. Así, quizás termine usted involucrándose en una relación ti-
po montaña rusa con la mónada cuántica de otra persona, mientras
intenta integrar el amor en su carácter en la danza de manifestación
del tema del ánima o el ánimus. Si es usted uno de los dos miembros
de una pareja que se hallan entrelazadas a lo largo de varias vidas, qui-
zás se perciban uno a otro como si fuesen almas gemelas.
En el aspecto negativo, también puede ocurrir que usted se gran-
jee un adversario en esta vida, en lo que Jung llamaba el viaje del hé-
roe. Pero hay que ver a los adversarios como ayudantes disfrazados,
dado que ayudan a energetizar al héroe en su propia búsqueda. y pue-
de suceder que, a lo largo de varias vidas, se alternen entre sí los pape-
les de héroe y de adversario. Esto da lugar a la idea de que, si usted
daña a alguien en esta vida, esa persona puede tomarse la revancha en
la vida siguiente. Pero yo dudo de que las cosas sean tan melodramáti-
cas. Sin embargo, es del todo cierto que, si actuamos de forma poco
ética y dañamos a alguien, será la señal de que no hemos comprendido
el amor o la confianza, que son dos importantes temas arquetípicos.
y puede estar seguro de que, si ése sigue siendo el caso para cuando
llegue el momento de su muerte, tendrá que volver de nuevo para en-
frentarse a una nueva oportunidad que le permita integrar estos dos
grandes temas en su vida. Y bien puede suceder que la mónada cuán-
tica individual, el jiva, con la que se comportó mal en la vida anterior
esté entrelazada con usted en este nuevo intento. Como mínimo, la
memoria cuántica de su mala acción le atormentará:
Dr. Amit Goswami 197

o para siempre se fueron los años amables


a la tumba con el vieio mundo,
yo fui un rey en Babilonia
y tú una esclava cristiana.
Te vi, te tomé y te arroié,
doblegué y quebré tu orgullo..
y una miríada de soles han salido y se han puesto
desde entonces sobre la tumba
decretada por el rey de Babilonia
para ella que había sido su Esclava.
El orgullo que yo pisoteé es ahora mi periuicio,
pues me pisotea a mí de nuevo.
Los antiguos resentimientos perduran como la muerte,
para ti, amor, pero te refrenas.
Rompo mi corazón en tu dura incredulidad,
y rompo mi corazón en vano. 44

Viéndote acosado por un mal karma, no puedes contar con lo


que el poeta inglés John Masefield fantaseó:

Con miembros firmes y cerebros brillantes


el alma vieia emprende el camino de nuevo.
(Citado en Cranston y Williams, 1994, p. 378)

Así, el sabio quema su mal karma y esas propensiones de evitación a


través de la penitencia adecuada. Recientemente, la idea de cerrar
puertas ha ganado importancia en las relaciones que terminan. Esto es
bueno, pero el entendido en la reencarnación tiene que cerrar tam-
bién las relaciones rotas de vidas pasadas. En la psicología junguiana,
existe la idea de la limpieza de la sombra. Pero, como apunta el tera-
peuta de regresiones a vidas pasadas y psicólogo junguiano Roger
Woolger (1988), uno tiene que pasar por una terapia de regresión a

44 Estos hermosos versos del poeta William Henley pertenecen a una cita de Cranston y W'dl',ams,
1994, p. 343.
198 La física del alma

vidas pasadas para limpiar de verdad las represiones de la sombra que


le atormentan.
¿Por qué a los malvados todo les sale bien, o por qué las cosas
malas les suceden a las personas buenas? Ésta es una pregunta que
tiene que ver con el karma del pasado. Nos sentimos confusos con
nuestra situación presente porque estamos mirando nada más una fina
capa de todo el drama individual que nos hemos ido labrando en todas
nuestras vidas.
Obviamente, desde esta perspectiva, la reencarnación es progre-
siva, o bien, en el peor de los casos, supone el mantenimiento del sta-
tus qua; pero no va marcha atrás, no es regresiva. Los chinos de la
Antigüedad no tenían por qué preocuparse: los contextos de la vida
como ser humano abarcan un campo de acción inmensamente más
grande que el de una cucaracha; no tiene sentido que un ser humano
renazca como cucaracha para pagar una deuda kármica.
¿y qué pasa con las historias de la mitología hindü que dicen lo
contrario? Por ejemplo, hay una historia de un sabio que, en el mo-
mento de morir, vio un ciervo y tuvo el deseo momentáneo de ser un
ciervo. E, inmediatamente, renació como ciervo. Estas historias se
pueden reinterpretar fácilmente como el renacimiento con la cualidad
del ciervo que había dejado tan encantado al sabio moribundo.
Por otra parte, también habrá visto que la ley kármica es despia-
dada. Si usted no descubre determinado contexto y aprende a vivir
según ese contexto en esta vida, el karma le mantendrá en el ciclo de
muerte y renacimiento indefinidamente, hasta que lo aprenda.
Es como el personaje de Bill Murray de la película El día de la
marmota. Cada mañana se despierta en su hotel, en una pequeña ciu-
dad de Pennsylvania, para descubrir que tiene que vivir de nuevo el
mismo día, el día en que la gente se congrega festivamente para averi-
guar si la marmota será capaz de ver su sombra, prediciendo así la
duración del invierno. Al principio, el personaje de la película se abu-
rre y se desespera, pero no le cuesta demasiado entender la situación.
Aprende a observarse; descubre relaciones; comienza a ayudar a la
gente; se hace creativo y, con el tiempo, descubre el amor y logra así
pasar al día siguiente.
Dr. Amit Goswami 199

La repetición kármica es parecida, pero quizás con un pequeño


matiz. Puede suceder que si usted no aprende a comportarse siendo
rico, en la próxima vida tenga que probar siendo pobre. Pero lo segui-
rá intentando una y otra vez hasta que aprenda, hasta que esté prepa-
rado, hasta que se aburra y comience a preguntarse por el sentido de
la vida y de la naturaleza del yo, hasta que comprenda el significado
de la relación y de la belleza de ayudar a los demás. Y, ¡oh, sí!, existe
el día del juicio, pero no es Dios el que le juzga. El juez es usted, y
sólo habrá día del juicio si usted está allí, es decir, si está consciente
cuando entra en el bardo del instante de la muerte. Un personaje que
interpretaba Woody Allen en una película decía: «No tengo miedo de
morir. Simplemente es que no quiero estar ahí cuando suceda». Es
esta tendencia escapista la que perpetúa la rueda kármica.
Creamos karma a medida que aprendemos las lecciones que te-
nemos asignadas, los contextos de nuestro cuerpo temático. Con la
experiencia, mejoraremos en nuestro aprendizaje. Si aprendemos
creativamente cerrando las puertas tras de nosotros, «quemaremos»
karma, nos liberaremos de aquellas propensiones que ya no se necesi-
tan. Pero lo cierto también es que podemos ser creativos sin crear
nuevo karma. Desgraciadamente, a pesar de tener esta capacidad, te-
nemos otros impulsos que nos mantienen en el ciclo kármico. Vamos
a intentar comprender estos impulsos, para los cuales la palabra india
es guna, que significa «cualidad».

Los gunas

Los filósofos y los sabios del este de la India creen que las personas se
pueden clasificar en función de cuál de los tres gunas, sattwa, rajas y
tamas, domina en sus psiques. Sattwa significa «iluminación»; es la
cualidad que ilumina, como la capacidad para amar o la creatividad.
Rajas es la cualidad de la actividad; y tamas es la cualidad de la pereza,
cuando uno se queda enfangado en el condicionamiento.
En mis primeros trabajos, yo reconocía los gunas como lo que
ahora llamamos (siguiendo al conductismo, a Freud y a ]ung), «im-
200 La física del alma

pulsos psicológicos» (Goswami, 1993). Así, tamas es el impulso in-


consciente debido al condicionamiento psicosocial que incluye la re-
presión; rajas es la líbido de origen genético; y sattwa es el impulso de
la creatividad, un impulso de nuestro inconsciente colectivo.
Aunque esta clasificación es válida, no explica por qué la gente
parece estar dominada por esta o aquella cualidad. La gente que nace
con una herencia genética similar termina exhibiendo diferentes gra-
dos de rajas. La gente que crece más o menos bajo el mismo condicio-
namiento psicosocial exhibe diferentes grados de tamas. Y lo mismo se
puede decir de sattwa; pero por qué algunas personas parecen nacer
con sattwa como impulso dominante es un misterio ... claro está, hasta
que consideramos el asunto desde un marco reencarnacional.
Reconozcamos que los filósofos y los sabios del este de la India,
cuando hablaban de los gunas, asumían implícitamente el marco reen-
carnacional. Los gunas no sólo son el resultado del condicionamiento
de esta vida, sino que portan también las tendencias acumulativas de
vidas pasadas.
Las personas que son sumamente tamásicas no sólo sufren un
pesado condicionamiento en la infancia en lo relativo a esta vida, sino
que también pasan por los mismos aprietos en vidas anteriores. Esto
nos proporciona una visión diferente en lo relativo a temas de bienes-
tar o de pobreza y carencia de hogar, ¿no? El dinero, por sí solo, no va
a ayudar mucho a las personas que se han pasado varias vidas empapa-
das en tamas; habrá que educarles para que reconozcan sus patrones
de muchas vidas con el fin de que puedan cambiar esta vida en la di-
rección de una mayor actividad o, incluso, creatividad. (Con esto no
estamos negando las contribuciones sociales para la creación y el man-
tenimiento de estos problemas y para sus soluciones.)
Sin embargo, la gente puede quedarse atascada en rajas también,
perpetuando así mismo el ciclo kármico. La actividad suele llevarnos a
explotar a los menos afortunados. Con esto, se alimenta la montaña
rusa kármica entre las personas durante muchas vidas. Y la actividad
se convierte en una barrera para la creatividad, porque es voluble, por-
que favorece las modas pasajeras. Por tanto, el exceso de rajas también
nos impide satisfacer nuestro propósito creativo.
Dr. Amit Goswami 201

Incluso sattwa, la creatividad, la base para realizar nuestro desti-


no de vivir plenamente nuestros temas, nos puede dejar atascados en
el karma.
En la actividad creativa, si no vamos con cuidado, podemos in-
currir en horrendas deudas kármicas. Los científicos de Los Álamos
de la década de 1940 fueron sumamente creativos, pero el producto
de su creatividad, la bomba atómica, ha sido una pesadilla kármica
para toda la especie humana.

Del ego-persona a la mónada cuántica

En las últimas líneas de la obra teatral de Eugene ü'Neill El gran dios


Brown, hay un par de líneas sumamente evocadoras: «i Ha pasado tan-
to tiempo! Y sin embargo soy el mismo, Margaret. Son sólo nuestras
vidas las que han envejecido. Nosotros estamos donde los siglos se
cuentan por segundos, y después de mil vidas nuestros ojos comien-
zan a abrirse». Si nuestros ojos están abiertos ahora, ¿cómo vemos el
trabajo espiritual? Si nuestros ojos no están abiertos, ¿qué podemos
hacer para abrirlos?
El trabajo espiritual se suele ver como parte de un viaje que lleva
hasta más allá del ego. Yo le llamo a este viaje el viaje de la creatividad
interior, porque la consciencia se mueve hacia dentro para descubrir
que el ego no tiene naturaleza propia fuera del Ser, de la unidad pro-
funda. Una rama de la psicología, la psicología transpersonal, se ha
involucrado en esta dimensión espiritual del ser humano, buscando el
modo de facilitarla. Aquí, hablamos de autorrealización, la realiza-
ción, la percatación de que somos en realidad el yo cuántico universal,
el atman, y de que tenemos la verdadera libertad del Espíritu Santo,
ante el cual sometemos ocasionalmente nuestro limitado libre albe-
drío.
Pero en ausencia de un marco reencarnacional, la psicología
transpersonal termina dejando fuera de sus ecuaciones a la muerte y a
los estados post mortem. De ahí la pregunta que nos hacemos ahora:
a la vista del nivel intermedio de nuestra existencia, que yo llamo la
202 La física del alma

mónada cuántica y que recibe el nombre de jiva en la India, interme-


dio entre el atman y el ego, ¿cuál debería ser nuestra estrategia en
nuestro personal sendero espiritual? Dicho de otro modo, ¿cómo vivir
como un jiva y no como un ego? ¿Acaso se puede? ¿Es estratégicamen-
te preferible vivir como una mónada cuántica que trasciende el ego?
He leído algo acerca de un ejercicio que Swami Sivananda, un
gran sabio de la India que vivió en el siglo xx, prescribía a todos aque-
llos que querían revivir su memoria reencarnacional. El ejercicio con-
siste, simplemente, en recordar. Al término de cada día, uno tiene que
plasmar por escrito todo lo que recuerda de los acontecimientos de ese
día. Al final de la semana, además de plasmar por escrito todo lo que
se recuerda de ese día, se escribe también todo lo que se recuerda de la
semana. Al término de cada mes, se hace lo mismo con todo el mes.
Yal final del año, se hace lo mismo con todo el año. Sivananda decía
que, si uno lleva a cabo este arduo ejercicio durante dos años, recorda-
rá sus propensiones y sus vidas pasadas.
A medida que las ideas expresadas en este libro tomaban forma,
pensé en realizar el ejercicio de Sivananda; pero, ¿de dónde se saca
tiempo en esta ajetreada vida americana? Finalmente, se me ocurrió
hacer un experimento más breve. Durante dos semanas, medité con el
exclusivo propósito de recordar mi infancia, con el fin de recuperar
cualquier señal que pudiera recuperar de propensiones reencarnacio-
nales innatas, propensiones que no se pudieran explicar genéticamen-
te ni por condicionamiento ambiental. Al principio, las cosas fueron
despacio; pero, poco a poco, comencé a darme cuenta de que había un
don reencarnacional especial para mí: la capacidad de sintetizar, de
integrar distintos sistemas de conocimiento.
Me acordé de que, a los ocho años de edad, yo ya ponderaba la
historia del mundo no sólo desde el punto de vista británico o indio,
lo cual no era habitual para un niño indio, sino también desde la pers-
pectiva de Rusia, China, África, etc. Nadie en mi familia había estudia-
do ciencias y, sin embargo, a los catorce años, abandoné la historia, mi
tema preferido, y me zambullí en las ciencias. ¿Sería el destino incons-
ciente de unificar ciencia y espiritualidad lo que me impulsó entonces?
Yo estoy convencido de que sí.
Dr. Amit Goswami 203

También estoy convencido de que, si usted pondera seriamente


su infancia o profundiza en sus recuerdos de infancia con la ayuda de
la meditación o de la hipnosis, obtendrá mucha información para po-
der alcanzar una perspectiva del jiva individual que es usted. Este
ejercicio no le ayudará a recordar acontecimientos específicos de sus
vidas pasadas, pero le dirá algo de ese yo más grande que es usted.
Pero hay algo más que quizás le interese. En el este de la India,
el karma se divide en tres categorías. La primera recibe el nombre de
karma sanehita (karma acumulado), es decir, todo el karma acumula-
do en todas las vidas pasadas de una mónada cuántica individual. La
segunda se denomina karma prarabdha, el karma que se trae y que hay
que llevar en la vida actual. La tercera se denomina karma agami (kar-
ma futuro), que es el karma que usted acumula en esta vida.
El psicólogo David Cliness ha desarrollado un método terapéuti-
co para investigar las tendencias, las propensiones y los contextos no
resueltos de vidas pasadas que traen consigo dolor y sufrimiento en
esta vida. A partir de sus datos, Cliness llega a la conclusión de que los
contextos en los que nos centramos en nuestra vida actual son una
combinación de contextos no resueltos, pero no de una, sino de mu-
chas vidas previas. También asumimos las habilidades aprendidas en
más de una de nuestras vidas pasadas para abordar los contextos que
asumimos en ésta. Cliness compara la situación con una partida de
póquer. El mazo tiene cincuenta y dos cartas, pero sólo se nos dan
cinco en una mano en concreto. El número total de cartas representa,
metafóricamente, las propensiones que hemos aprendido en todas las
encarnaciones anteriores que tuvimos. Y las cinco cartas que tenemos
en la mano representan las propensiones de aquellas pocas encarna-
ciones que están entrando ahora en el enfoque. 45 Observe la similitud
de todo esto con la idea mencionada anteriormente del prarabdha, del
karma que traemos y que tenemos que llevar en esta vida en particu-
lar, y que es sólo una pequeña parte de todo el karma acumulado.
Inconscientemente, usted está siguiendo ya un destino, el sende-
ra correcto en el que usted resolverá creativa y éticamente los temas

45 Del trabajo de Cliness, que aún no se ha publicado, habla Bache, 1991.


204 La física del alma

que su mónada cuántica ha designado para usted, un destino que en el


este de la India se denomina dharma. (Este dharma se escribe con ~~d»
minúscula; el Dharma, con «D» mayúscula, significa consciencia, la
consciencia una y única, y a veces también el dios de la justicia.) Sin
embargo, cuando este destino se hace consciente, dejando al ego atrás
en el viaje de la creatividad, todo se hace mucho más fácil. Además, el
dharma supone también ética en acción. Así, si usted tiene claro
su dharma y lo persigue con una intención pura, no se equivocará, y le
resultará fácil no crearse más karma.
Según el hinduismo, la vida humana tiene cuatro objetivos: dhar-
ma (traducido normalmente como la recta acción o los rectos deberes
éticos); artha (dinero o seguridad); kama (deseo); y moksha (libera-
ción). La gente suele preguntarse: ¿qué hace el dharma ahí, primero,
antes incluso de que uno se haya entregado a la búsqueda de la se-
guridad y del deseo? El motivo es que el dharma no trata sólo de los
deberes éticos, sino de un destino creativo que yo he elegido antes
incluso de nacer. Así, nuestra búsqueda de seguridad y de deseo debe
estar guiada por el dharma. Y moksha, la liberación, es, cómo no, la
meta final de la vida humana, según el hinduismo.
Había una vez en la antigua India un rey que era rico, capaz e
íntegro. Multitud de personas vivían en su palacio, haciendo esto o
aquello, y todos respetaban mucho al rey. Un día, una hermosa mujer
le pidió cobijo y, como dictaba su tendencia habitual, el rey se lo con-
cedió. Pero aquello comenzó a tener un efecto inesperado en la casa
del rey, porque aquella mujer era malvada, y siguió ejerciendo sus
malas artes aún bajo el amparo del rey.
Primero, fue el jefe de seguridad el que acudió a lamentarse.
-Oh, noble rey -dijo-, esa mujer a la que has dado cobijo es el
mal encarnado, Alakshmi. He estado vigilándola durante días, y no de-
seo servirla. Por favor, despídela o, de lo contrario, tendré que irme.
El rey se entristeció, porque sabía que el hombre le estaba dicien-
do la verdad. Sin embargo, rechazó la petición de su jefe de seguridad
y dejó que se fuera.
Pero esto se convirtió en una moda. Uno por uno, los sirvientes
del rey, sus familiares, e incluso la reina, se fueron con los ojos empa-
Dr. Amit Goswami 205

ñados por las lágrimas. El palacio quedó desolado, se convirtió en un


lugar melancólico. Finalmente, el rey vio a un impresionante anciano
con un aura dorada que dejaba el palacio una noche.
-¿Quién eres tú, y por qué te vas? -le preguntó el rey.
-Yo soy Dharma -le llegó la respuesta-o Me voy porque no me
gusta la proximidad del mal, de Alakshmi.
Dharma es el gran dios de la justicia y la bondad.
-Pero, oh Dharma, te vas sin ninguna justificación -exclamó el
rey-o ¡Mira! No puedo negar que la mujer a la que di refugio es Alaksh-
mi. Pero ¿cómo iba a negarle el refugio? Mi dharma es proteger a
cualquier persona que busque mi protección. Yo soy el rey, y gobierno
sobre los súbditos buenos, pero también sobre los malos. No puedo
discriminar y seguir permaneciendo en mi dharma.
El dios de la justicia comprendió su error y, en silencio, volvió a
entrar en el palacio. Con el regreso del dios, poco a poco, todos los
demás regresaron. Al final, Alakshmi llegó hasta el rey y le dijo:
-Dado que has puesto a Dharma por encima de mí, me tengo
que ir.
y el rey la dejó ir encantado.
En todas las culturas hay historias como ésta. Un buen ejemplo
lo constituyen los heroicos caballeros de la tabla redonda del rey Ar-
turo. Estos caballeros vivían para su dharma; rendían honor a su ca-
rácter; llevaban a cabo sus deberes.

Vivir como una mónada cuántica en evolución

Así pues, lo primero que hay que hacer para vivir como una mónada
cuántica individual es descubrir tu dharma, tu destino, tu dicha, iY
seguirla!46 El mitólogo Joseph Campbell solía decir, «sigue tu dicha»,
pero, claro está, para seguir tu dicha, tienes que saber primero qué es

46 <Dicha», en inglés b/iss, es también el término que hemos traducido como «gloria» cuando el
autor habla del b/iss body, el cuerpo de gloria. Este término tiene ambas acepciones en inglés.
IN de/TI
206 La física del alma

lo que te trae esa dicha. Como mónada cuántica individual, o jiva, su


carácter es más importante para usted que su melodrama particular,
que su línea de historias. Usted aprende a honrar su carácter, sus de-
beres. Y, con frecuencia, esto le va a suponer sacrificar sus demandas
egoicas de melodramas egoístas. Que así sea. Usted lo hace porque eso
le proporciona a usted dicha, porque satisface a su alma.
Pero suponga que, intuitivamente, usted descubre su dharma y se
da cuenta de que el dharma que trae consigo y la vida que usted lleva
no encajan. En algunas tradiciones chamánicas tienen un remedio
para esto: la recuperación anímica. La idea consiste en que parte del
alma se pierde y hay que recuperarla. La traducción es: dado que tu
vida presente no encaja con tu dharma pretendido, ajusta tu dharma
para que encaje con tu vida. Esto puede resultar más sencillo que cam-
biar tu vida a una avanzada edad en la dirección del dharma que se
pretendía.
Como una persona de destino, usted también conoce cuál es su
deber último: servir al propósito creativo del universo en tanto en
cuanto esté ligado a la rueda del samsara. Sabiendo esto, la creatividad
es su objetivo último.
La creatividad es el descubrimiento de un nuevo contexto, o el
ver un nuevo significado en un antiguo contexto, o bien la combina-
ción de viejos contextos y la invención de algo nuevo que exhiba ese
significado. Existen dos tipos de creatividad. En la creatividad exte-
rior, usted se entrega al hallazgo de contextos y significados en el cam-
po de acción exterior de su vida (las artes, la música, las ciencias). Así,
usted sirve al propósito del universo en la forma en la que llegó prepa-
rado en esta ocasión, pero usted no está desarrollando su carácter más
allá. Usted no está pensando en su próxima vida, porque usted es en
gran medida inconsciente de sus patrones, y también es proclive a
crearse un karma innecesario (un mal karma) a lo largo del sendero.
La creatividad exterior está diseñada para generar más informa-
ción, sobre la cual prospera la civilización. El objetivo de la creatividad
interior es la transformación, sobre la cual se centra la mónada cuán-
tica. En la creatividad interior, usted trabaja para desarrollar su carác-
ter más allá. Usted trabaja para ampliar el campo de acción de sus de-
Dr. Amit Goswami 207

beres. Ambas tareas suponen ampliar los contextos en los que usted
vive ahora. Estas tareas suponen también descubrir los contextos de
transformación interior: conocer de primera mano que es usted más
grande que su ego. En la creatividad interior, usted también medita
para obtener una conciencia mayor de sus patrones kármicos. Cono-
cer estos patrones le ayudará a liberarse, consumiendo karma y evitan-
do crear nuevas implicaciones kármicas.
La nueva ciencia de la que he estado hablando en este libro sugie-
re cinco senderos para el viaje de autodescubrimiento, que son esen-
ciales para que se dé un cambio en su identidad con el ego. No es de
sorprender que estos senderos se descubrieran hace mucho tiempo a
través de medios empíricos; son bien conocidos en las grandes tradi-
ciones esotéricas. Personalmente, utilizaré los paralelismos hindúes,
porque son aquellos con los que estoy más familiarizado.
Uno de los senderos consiste en tomar la pregunta «¿cómo pue-
do ir más allá del ego?» como una pregunta candente e investigarla a
través del proceso creativo. Recuerde que el proceso creativo consta
de cuatro fases: preparación, incubación, inspiración y manifestación.
Para la preparación, usted lee la literatura disponible y practica la me-
ditación (preferiblemente, con un maestro). La incubación es un pro-
cesamiento inconsciente, durante el cual usted deja que las ambigüe-
dades de la vida construyan una plétora de superposiciones de
posibilidades no colapsadas en su mente. La inspiración tiene lugar
repentinamente, cuando usted da un salto cuántico desde su mente
hasta el intelecto supramental y trae de vuelta un nuevo tema para
vivir conscientemente.
Después, la manifestación es el proceso de despertar gradual a
una autoidentificación nueva y más fluida más allá del ego, una iden-
tificación que yo llamo el despertar de buddhi, pero que se puede tra-
ducir mejor como inteligencia supramental (Goswami, 1993). Con el
despertar de buddhi, tomará conciencia más pronto o más tarde de
que, mientras vive usted su existencia, una identidad más grande, el
jiva, una confluencia evolutiva de disposiciones aprendidas, está vi-
viéndole a usted. Así, en este método, que a veces recibe el nombre de
sendero de la sabiduría (jnana yoga, en sánscrito), usted utiliza su
20S La física del alma

mente para dar el salto cuántico desde la mente con el fin de trascen-
der el ego.
Existe una segunda estrategia denominada raja (rey) yoga, en la
cual uno se centra en el descubrimiento creativo de la naturaleza de
la conciencia en sí (de los procesos mentales) para ir más allá. El raja
yoga tiene su origen en el Yoga Sutra, del famoso sabio del siglo 1,
Patanjali. Patanjali dio instrucciones muy detalladas para alcanzar el
samadhi, la experiencia del yo cuántico, y ningún libro de raja yoga ha
conseguido superar la calidad de su tratamiento comprehensivo.
Clave en este método es la tríada de concentración, meditación y
samadhi. Puede ver la concentración como la fase de preparación de la
creatividad. Pero el objeto de su concentración es un objeto de su con-
ciencia, no un objeto de conocimiento. Por ejemplo, la meditación en
un mantra cae dentro de esta categoría. Lo que Patanjali llama medita-
ción es más sutil. En parte es meditar sobre la consciencia testigo,
convirtiéndose en un observador indiferente de sus pensamientos (si-
milar a la fase relajada de la incubación en el proceso creativo).
Sin embargo, un paso crucial es el encuentro del ego y del yo
cuántico, que sólo puede tener lugar cuando usted entra en el precons-
ciente, sólo cuando hay un flujo sin esfuerzo (o casi sin esfuerzo) entre
su conciencia del sujeto y la de los objetos. Desde este estado, es posi-
ble el salto cuántico porque las probabilidades de las posibilidades de
entre las cuales usted elige ya no se encuentran sesgadas en cerca del
cien por 100 a favor de la respuesta del pasado. Cuando usted salta
hasta una nueva respuesta, usted se ha identificado con el yo cuántico,
lo cual constituye el samadhi.
El sendero de la devoción o del amor (bhakti yoga, en sánscrito)
es bastante diferente de los dos de arriba. En éste, la ardiente pregunta
creativa es: ¿cómo puedo amar? Pero no se trata de una pregunta inte-
lectual, de modo que la lectura o la meditación serán de limitada ayu-
da. Más bien, usted comienza por socavar las estructuras jerárquicas
simples del ego en favor de la jerarquía entrelazada del ser que se en-
cuentra más allá del ego. Si lo mira bien, desde el ego, el amor que
sentimos por los demás es un amor centrado en el yo; amamos a las
demás personas y cosas por lo que nos aportan, o porque implícita-
Dr. Amit Goswami 209

mente las vemos como una extensión de nosotros mismos. Nos situa-
mos en la posición de El Padrino de nuestras relaciones jerárquicas
simples con el resto de nuestros limitados mundos. Pero, cuando so-
cavamos esta estructura con prácticas como la de amar a nuestros se-
mejantes como a nosotros mismos, o amar a nuestros enemigos, o
viendo a Dios en todos, tiene lugar un repentino salto cuántico en el
cual descubrimos directamente la alteridad (la «otridad») de los de-
más. Vemos que los demás seres, los otros, son jivas individuales, al
igual que nosotros, con el mismo tipo de aspiraciones creativas, que
van en pos de su propio dharma y que interpretan su propio karma.
Incluso atisbamos que todos, nosotros y los demás, estamos enraiza-
dos en el mismo yo, el yo universal.
El cuarto método se denomina karma yoga en la literatura. El
karma yoga se traduce a veces como el sendero de la acción ritual,
pero se trata de una definición incompleta. El karma yoga es otra ma-
nera de socavar la jerarquía simple del ego en favor de la jerarquía
entrelazada del yo que hay más allá del ego. En la jerarquía entrelaza-
da, no hay quien haga, no hay hacedor, sólo hay acción; el énfasis está
siempre en el verbo. Así, en esta práctica, renunciamos a la autoría de
la acción. Las cosas suceden; yo soy, simplemente, la conexión causal,
normalmente de acuerdo con mis patrones caracteriales y mis necesi-
dades kármicas, pero ocasionalmente con libertad y creatividad.
El quinto método, el tantra yoga, se centra en la creatividad del
cuerpo vital-físico. Normalmente, la persona está totalmente identifi-
cada con su mente, tal como se refleja en su cerebro físico. En este
método, usted se sumerge en las prácticas del yoga (hatha yoga) y en
las técnicas de respiración (pranayama), meditando sobre el flujo del
prana. Usted hace movimientos para activar y sentir su propio chi,
como en el tai chi; le da potencia a su ki con la práctica del aikido
(artes marciales); activa su energía vital mediante el deporte y la dan-
za. El prana, el chi, el ki o la energía vital son, cómo no, una y la mis-
ma cosa: los modos de movimiento cuántico del cuerpo vital. Ahora
bien, por lo general, sólo experimentamos los movimientos o modos
condicionados del cuerpo vital viciados por la mente-cerebro. Pero
una vislumbre repentina acaece cuando uno experimenta directamen-
210 La física del alma

te un nuevo modo de prana, chi o ki, sin la mediación interpretadora


de la mente-cerebro.
Uno experimenta ahora la apertura de lo que en las tradiciones
esotéricas recibe el nombre de chakras, y que muchos científicos del
cuerpo vital-físico, tanto de Oriente como de Occidente, están redes-
cubriendo ahora. (véase, por ejemplo, Motoyama, 1981; loy, 1978.)
Creo que los chakras son los nombres ancestrales de aquellas regiones
de nuestro cuerpo donde tiene lugar el colapso cuántico de lo físico
vinculado con el colapso que tiene lugar en el cuerpo vital. Dicho de
otro modo, son los puntos donde se elaboran los mapas del cuerpo
vital en el cuerpo físico (Goswami, 2000).
La apertura de los chakras es de suma importancia, porque estas
experiencias le abren a usted una puerta que le permite acceder a la
identidad de su cuerpo vital-físico, de tal modo que, a partir de ahí,
usted puede controlar el movimiento de la energía vital (en otras pala-
bras, sus sentimientos o cambios de humor). Puede incluso crear nue-
vos mapas o representaciones de sus campos morfagenéticos vitales en
su cuerpo físico, algo que puede resultar muy necesario en la curación.
En ocasiones, todos los chakras se pueden abrir al mismo tiempo, dan-
do lugar a una integración de todas las identidades vitales-físicas en
los distintos chakras. En las tradiciones esotéricas, este fenómeno re-
cibe el nombre de ascenso de la kundalini shakti, del prana latente,
desde el chakra raíz hasta el chakra corona, que es el más elevado.
Según el mito, esta energía pránica se encuentra latente en la base de
la espina dorsal, que es donde se encuentra el primer chakra.
El ascenso de la kundalini supone un nuevo acceso directo al
cuerpo vital y a sus energías, así como al potencial creativo para la ela-
boración de nuevas representaciones de lo vital en lo físico. Pero lo
más importante es que, a medida que usted integra la experiencia de
la kundalini en su vida, la identidad que usted sustenta, la del ego ba-
sado en el cerebro, comienza a cambiar irreversiblemente.
Todos los métodos se apoyan entre sí. Usted puede tener una
importante y maravillosa inspiración jnana acerca de la naturaleza de
su yo, pero cuando intente manifestarlo en su vida tendrá que hacer-
lo en el contexto de sus relaciones, y para eso va a necesitar el yoga
Dr. Amit Goswami 211

de la sensibilidad y del amor: el bhakti yoga. De igual modo, el


bhakti sin jnana termina siendo excesivamente sentimental y sensi-
blero. Además, si no se obtiene cierta comprensión y control del
cuerpo vital-físico, que es lo que nos da la práctica del tantra yoga,
¿cómo vamos a manifestar de verdad la alteridad, la «otridad», en la
relación con el sexo opuesto? Y, tal como yo lo entiendo, todos los
demás yagas dan soporte al karma yoga, cuyo objetivo es la acción
adecuada.
Lo cierto es que todos estos yagas siguen siendo valiosos aun
después de que la identidad ha ido más allá del ego, aun después del
despertar de buddhi. El jnana yoga no termina en tanto no llegamos a
ese jnana que es la fuente de todos los jnanas. El yoga del amor no
termina en tanto no hayamos llegado a ver a todo el mundo como
nuestra propia familia, cosa que sucede cuando hemos sometido nues-
tra voluntad a la voluntad del Uno. El kundalini yoga no termina en
tanto no se haya integrado el cuerpo, la mente y el espíritu. El karma
yoga no termina en tanto no nos fijemos en la acción adecuada. Entra-
remos en más detalles acerca de esto en el capítulo 10.
Una vez su identidad está firmemente establecida dentro de la
fluidez del nivel del ser del buddhi, descubrirá que seguir su destino
y mantener su dharma es algo sencillo y directo. Ahora puede ser us-
ted creativo en el mundo exterior sin crearse nuevo karma. Ahora
puede servir al propósito del universo a través de la creatividad exte-
rior desde este nivel del ser, un nivel del ser más inclusivo. Puede
examinar su vida en busca de temas perdidos y puede concentrarse en
descubrirlos. Pero para esto hay que trabajar con los arquetipos, a los
que tanta importancia les diera Carl ]ung, arquetipos como el del hé-
roe, el ánima, el tramposo, etc. Oung, 1971). Ahora está usted esfor-
zándose para identificarse con su mónada cuántica individual, con su
jiva, un proceso que culmina en la individuación, en el cumplimiento
de sus responsabilidades contextuales monádicas, un término que
acuñó ]ung. Cuando se alcanza esta identidad, todo su karma se «que-
ma». Usted ya no lo necesita.
Alguien dijo una vez: «No es difícil morir, lo difícil es seguir
muerto». Lo más probable es que, una vez muera usted, reencarne
212 La física del alma

más pronto o más tarde. ¿Le gustaría tener alguna opción en este asun-
to, o prefiere dejarse arrastrar por las fuerzas inconscientes de las
oportunidades y las necesidades? Si quiere usted elegir, hará bien en
prestar atención a lo que escribió el gran poeta indio sufí Kabir:

Si no rompes tus ataduras mientras estás vivo,


¿acaso crees
que /os fantasmas lo harán después?
La idea de que el alma se unirá a los extáticos
por el mero hecho de que el cuerpo se ha corrompido
no es más que fantasía.

Lo que encuentres ahora /o encontrarás entonces.


Si no encuentras nada ahora,
terminarás con una morada
en la ciudad de la muerte.

Si haces el amor con lo divina ahora, en la próxima vida


tendrás el rostro del deseo satisfecho.
IBly, ¡ 977. pp. 24-25)
.
El yoga de la muerte: mOrir
creativa mente

Una de las grandes paradojas de la muerte es el tema del miedo a la


muerte. Hablando en términos generales, la gente cree que la muerte
es algo penoso, algo malo. La gente teme a la muerte, y de ahí esa ten-
dencia a negar su inevitabilidad.
Resulta curioso el hecho de que la gente primitiva no le tenga
miedo a la muerte en particular, sino más bien a los muertos. Son
más sensibles a los muertos, y parecen verse afectados por ellos. Y
cuanto más afectados se ven por los muertos, más miedo les tienen.
Hizo falta descubrir que los muertos sólo nos pueden afectar si los
vivos cooperamos (teniéndoles miedo, siendo sensibles a ellos) para
que dejáramos de temer a los muertos. La descreencia se convirtió en
una protección contra cualquier daño que pudieran hacernos los
muertos.
Pero, entonces, un nuevo miedo se apoderó de nosotros: el mie-
do a la muerte en sí. O más bien podríamos decir que, al perderle el
miedo a los muertos, se nos reveló nuestro miedo a la muerte en sí. En
los primeros tiempos de la civilización intuimos que el estado post
mortem es un viaje del alma al oscuro Hades, yeso nos atemorizó.
Como escribió un poeta griego: «La muerte es terrible. Aterradoras
son las profundidades del Hades». Y este miedo continúa vivo hoy en
día. «Ahora estoy a punto de emprender mi último viaje, un gran sal-
214 La física del alma

to en la oscuridad», escribió Thomas Hobbes, haciéndose eco de este


miedo.
El desarrollo de la ciencia materialista debería haber eliminado
nuestro temor al Hades. Si no somos más que materia, si no somos más
que átomos (o genes) que sí que sobreviven a la muerte, entonces
¿a qué ese miedo al Hades? Pero lo que la ciencia ha intentado conse-
guir filosóficamente no ha tenido ningún efecto en ese miedo personal
a la muerte que tenemos los seres humanos (incluidos los científicos).
La cuestión es que el miedo a la muerte es algo irracional dentro de la
ciencia materialista. El miedo a lo irracional se ha convertido en un
miedo irracional.
¿Por qué se teme a la muerte como a algo malo? ¿Cómo podemos
considerar algo como malo antes de haberlo experimentado? ¿De dón-
de surge la idea de la maldad de nuestra propia muerte personal? Los
modelos materialistas/conductistas no pueden dar una respuesta ade-
cuada a estas preguntas.
Pero existe también una perspectiva diferente acerca de la muer-
te. El psicólogo Carl jung lo expresó maravillosamente bien cuando
escribió: «La muerte es la cosa más terrible vista desde fuera y en tanto
estemos fuera de ella. Pero, una vez dentro, uno saborea tal integridad,
tal paz y tal satisfacción, que ya no quiere regresar». Esta afirmación
de jung fue el resultado de una experiencia cercana a la muerte que
tuvo en 1944, tras un ataque cardiaco.
Muchas personas en nuestra cultura se han visto ciertamente be-
neficiadas por estas experiencias cercanas a la muerte. Estas personas
suelen dar cuenta de haber estado fuera del cuerpo y de haber tenido
profundas experiencias espirituales. Como consecuencia de tales expe-
riencias, y liberadas de la identidad corporal dominante, estas personas
se liberan de su miedo a la muerte. Yesto es algo que conviene recordar:
que la muerte puede ser muy diferente cuando se contempla desde den-
tro de lo que nos pueda parecer cuando la contemplamos desde fuera.
Indudablemente, y en especial cuando contemplamos la muerte
desde una visión materialista del mundo, desde el exterior, la muer-
te parece ser el término de la vida, el fin de nuestra mente y de nuestra
consciencia. Pero, desde el interior,jung sintió (al igual que las perso-
Dr. Amit Goswami 215

nas que pasan por experiencias cercanas a la muerte en general) que


la muerte es una liberación de la consciencia de las ataduras del cuer-
po. Pero resulta imposible encontrarle sentido a una afirmación tal
desde un modelo materialista del mundo.
Quizás usted arguya, correctamente a mi juicio: «¿ Cómo pueden
ver la muerte desde dentro aquellas personas que han pasado por ex-
periencias cercanas a la muerte si, en definitiva, no llegaron a morir
definitivamente?» Pero esto nos plantea una pregunta aún más intri-
gante: ¿Es posible comprender la muerte sin morir, sin siquiera la
experiencia cercana a la muerte, de tal modo que desaparezca el mie-
do a la muerte?
La declaración de jung implica que la consciencia sobrevive a la
muerte. Yno es necesario pasar por una experiencia cercana a la muer-
te para llegar a tal conclusión. Muchas personas que viven vidas nor-
males intuyen que su consciencia no se limita a su cuerpo, y que, aun
cuando su cuerpo muera, su consciencia sobrevivirá de un modo u
otro. Es este tipo de intuición directa la que hace que la gente se libe-
re del miedo a la muerte.
La cuestión es que sólo la verdad nos puede liberar del miedo. Si
el materialismo nos ofreciera la verdad, todos los verdaderos creyen-
tes del materialismo, incluidos la mayoría de los científicos, se habrían
liberado de este miedo a la muerte. Pero no es así. Por otra parte, las
personas que constatan profundamente que la consciencia se extiende
más allá del mundo material, más allá de su ego, están más o menos
libres del temor a la muerte. Como dijo Dorothy Parker: «Death,
where is thy sting-a-ling-a-ling?»
Se sabe que en las culturas donde se acepta la reencarnación el
miedo a la muerte se debilita considerablemente. La persona se puede
relajar porque, de un modo u otro, sabe que no morirá, sino que re-
gresará. En definitiva, la muerte se contempla como un largo sueño:
iY nadie le tiene miedo a perder la consciencia durante el sueño! Co-
mo puede ver, la reencarnación es otra manera de alcanzar una espe-
cie de inmortalidad, no en el mismo cuerpo, pero sí mediante la con-
tinuidad de cierta «esencia de la vida». El poeta Walt Whitman, un
experto en la reencarnación, expresaba el mismo sentimiento:
..

216 La fíSica del alma

Sé que soy inmortal,


sé que esta órbita mía no puede ser eliminada por el compás del
carpintero...
y sea que entre hoy en posesión de lo que es mío, o lo haga dentro de diez
mil años o de diez millones,
puedo tomarlo alegremente ahora o, con la misma alegría, esperar
Me río de lo que llamáis disolución
y conozco la amplitud del tiempo ...
¿Qué significa existir en una forma?
lOamos vueltas y vueltas, todos nosotros, para volver siempre al mismo
sitio). ..
Creo que volveré a la tierra pasados cinco mil años ...
{Whitman; citado en Cranston y Williams, ¡ 994, p. 3/9)47

Para algunas personas, ese «volveré» es ciertamente tranquilizador,


pero ¿cuánto más tranquilizador sería si supiéramos cómo volveremos?
¿Podemos tener algún control sobre lo que ocurre en la muerte? Esta
pregunta da lugar a la idea de morir conscientemente, de morir creati-
vamente.

Morir creativamente

Cuando pienso en la muerte creativa, pienso en ocasiones en Franklin


Merrell-Wolff. Conocí a este maravilloso filósofo y maestro espiritual
cuando tenía 97 años de edad. Durante el año que le siguió, su último
año de vida, pasé en torno a doce semanas en su presencia, incluido un
período de un mes seguido, período que considero como el tiempo
más feliz de mi vida. Aún me refiero a esa época como Shangri-la.
Durante aquellos días con él, me di cuenta de que una de las pre-
ocupaciones del doctor Wolff era, como sería de esperar, la muerte. Él
quería morir conscientemente, me lo dijo una y otra vez. Pero la ma-

47 La traducción de estos versos de Walt Whitman procede de la traducción al castellano de Holas


de hierba, de Editorial Alba, Madrid, 1997. pp. 60, 61, 70 Y 95. IN del Ti
Dr. Amit Goswami 217

yoría de las veces pasábamos el tiempo sentados y en silencio. En


presencia del doctor Wolff, me sentía ser por primera vez en mi vida.
Creo que él quería morir en ese estado de ser puro. ¿Lo consi-
guió? No lo sé; yo no estaba allí cuando murió. En realidad, no había
nadie con él. Murió de una neumonía en torno a la medianoche, cuan-
do le habían dejado a solas durante unos breves instantes, al parecer
durmiendo. Cuando regresó Andrea, que era su diScípulo y su enfer-
mero, el doctor Wolff había muerto. De los informes que obtuve de
todos aquellos que le atendieron durante las dos semanas que duró su
enfermedad se desprende que mantuvo en todo momento su sentido
del humor, su amabilidad y su ser hasta el último día.
¿Cómo se puede morir conscientemente? ¿Es importante morir
conscientemente? La muerte es esa maravillosa oportunidad para li-
berarse o, al menos, para comunicarse, a través de nuestra ventana
no-local, con toda nuestra cadena de reencarnaciones; así pues, jamás
se podrá insistir demasiado en la importancia de morir consciente-
mente. Pero la primera pregunta (¿cómo se puede morir conscien-
temente?) es la más difícil de responder, si bien hay todo un yoga,
denominado yoga de la muerte, que nos lo puede enseñar.
La esencia de la realidad, cuando se comprende desde la ciencia
dentro de la consciencia, es que no hay muerte, que lo único que hay
es un juego creativo de la consciencia. Y, en última instancia, el juego
no es más que apariencia. El sabio y filósofo hindú Shankara es ca-
tegórico al respecto: «No hay ni nacimiento ni muerte, ni ligazón
ni aspiración anímica, ni alma liberada, ni buscador en pos de la libe-
ración; ésta es la verdad última y definitiva». Así pues, la muerte
creativa, el yoga de la muerte, la liberación en sí, tiene este único
objetivo: comprender la verdadera naturaleza de la realidad que es la
consciencia.
Tenemos miedo a la muerte porque no nos damos cuenta de la
verdad de que somos uno con el todo, y que sufrimos como conse-
cuencia de esa ignorancia. En el capítulo anterior, hablé de las distin-
tas fases por las cuales pasan los pacientes terminales c;uando se les
revela su muerte inminente (negación, ira, negociación y todo eso).
Usted también ha estado ahí, si no en esta vida (todavía), lo ha estado
218 La física del alma

muchas veces en sus pasadas encarnaciones. Usted ha negado que su


ego fuera a morir, se ha enfurecido con la inevitabilidad de la muerte,
ha intentado negociar con Dios, pensando que Dios es algo distinto y
separado de usted. ¿Adónde le ha llevado todo eso? En la medida en
que usted está convencido de la realidad de su ego, al sufrimiento, que
vuelve una y otra vez.
Sin duda, cuando usted era joven y disfrutaba de buena salud,
podía dedicarse a filosofar. La vida y la muerte, la alegría y el sufri-
miento, la enfermedad y la salud, son las polaridades de la condición
humana. Quizás la mejor estrategia sea aceptar estas polaridades. Me-
dite sobre la frase «esto también pasará» cuando le golpee el sufri-
miento. Cuando la muerte llame a su puerta, recuérdese que nacerá de
nuevo a otra vida, así no le causará tanto resquemor morir en ésta. El
problema que tiene el hecho de pensar así es que la verdadera acepta-
ción de esta filosofía no es algo que se consiga así por las buenas. De
hecho, para ello hace falta la liberación o, al menos, un estado del ser
que esté lo suficientemente cerca de la liberación.
Hace dos mil quinientos años, un príncipe de la India al que se le
había mantenido aislado de todo sufrimiento hasta la edad de veinti-
nueve años, salió sin permiso de palacio para dar una vuelta por su
ciudad y descubrió que existía la enfermedad, que la gente envejecía y
moría. Este príncipe, Gautama, que posteriormente se convertiría en
Buda, el iluminado, se percató de que la vida es algo así como un sen-
dero de sufrimiento recurrente. Descubrió la virtud de una vida basada
en el no apego, meditando en el «esto también pasará» no sólo cuando
llegara el sufrimiento, sino también en medio del placer, con el fin
de llegar al nirvana, a la extinción del deseo, a la liberación.
La verdadera aceptación de las polaridades de nuestro ser puede
llevar a la ausencia de deseos, a desprenderse de los deseos, a la dismi-
nución de las preferencias; muchos sabios a lo largo de la historia han
afirmado esto. Pero si observamos a esas personas que, en su búsqueda
de la liberación en el sendero espiritual, se han abrazado al dolor (aun-
que sólo sea al dolor del aburrimiento), cabe la posibilidad de que nos
preguntemos: «¿No estarán cambiando una cosa por otra?» Le recuer-
dan a uno aquel chiste en el que dos amigos están charlando. Uno de
Dr. Amit Goswami 219

ellos se lamenta de que tiene gota, en tanto el otro alardea: «Nunca he


padecido gota. Hace mucho tiempo que asumí la disciplina de darme
una ducha fría todas las mañanas temprano. Ésa es la mejor preven-
ción de la gota». Y el otro le responde burlón: «Sí, yo lo paso mal con
la gota, pero tú lo pasas mal con tus duchas frías».
Usted quiere liberarse del sufrimiento, pero no quiere darse du-
chas frías para ello. Lo bueno es que existe una vía hacia la liberación
incluso para usted, una vía para escapar del ciclo de muerte y renaci-
miento. Bienvenido al yoga de la muerte, al sistema para aprender a
morir conscientemente, con creatividad, y de ese modo liberarse.
Cualquier experiencia creativa es un encuentro momentáneo con el
yo cuántico; pero en una experiencia creativa (externa o interna),
mientras se está en vida, uno tiene que volver desde ese encuentro con
el yo cuántico a la realidad cotidiana, donde su identidad egoica vuel-
ve a hacerse cargo de la situación una vez más. Pero en un encuentro
creativo con Dios en el momento de la muerte, ya no hay vuelta atrás.
Es una experiencia que puede liberarle de verdad.
y si, por alguna razón, usted no está del todo convencido de que
esta filosofía de la liberación es para usted, porque «la vida resulta
apasionante a pesar de la muerte», o porque «el placer merece la pena
a pesar del dolor que le sigue», usted necesita expandir el concepto
que tiene de la liberación. Usted ha intuido una filosofía más profunda
aún que la filosofía de la liberación. La filosofía de la liberación se
basa en la idea de «la vida es sufrimiento», y se adapta a algunas per-
sonas bastante bien. Al fin y al cabo, todo esto es maya, un juego ilu-
sorio de la consciencia. Pero, ¡espere! El juego ilusorio tiene un pro-
pósito: comprender creativamente todo lo que es posible, todo lo que
es potenci~l en la consciencia. Y la comprensión creativa es ananda,
gozo espiritual. Así pues, en esta filosofía, la clave estriba en el juego,
en jugar, y la vida es alegría. Desde esta filosofía, ¿qué papel tiene la
liberación? El de alcanzar la verdadera libertad de elección y el de vi-
vir creativamente en todo momento.
Para los buscadores de «la vida es sufrimiento», la liberación es
liberarse del ciclo de muerte y renacimiento, y la muerte lleva a una
fusión en la unidad de la realidad para siempre. Para los buscadores de
220 La física del alma

«la vida es alegría», la liberación es poder elegir: nacer o no nacer es una


cuestión que les gustaría mantener abierta para siempre, disponer para
siempre de la opción de disfrutar de todo lo que la vida puede ofrecer,
incluidas sus polaridades, pero disfrutar de todo ello creativamente.
Así pues, usted puede contemplar el objetivo último del yoga de
la muerte como una forma de decidir salir del ciclo de muerte y rena-
cimiento, o bien como una forma de alcanzar la libertad definitiva, la
libertad de elegir si uno va a nacer de nuevo y cuándo lo va a hacer. En
el peor de los casos, el yoga de la muerte le puede permitir a usted
permanecer consciente en algunas partes del proceso de muerte, que
es algo crucial para poder disponer de posibilidades reales de elección
en su próxima encarnación.

¿Por qué la muerte supone una oportunidad para la


creatividad?

Pruebe a meditar en medio de un mercado. Es todo un reto concen-


trarse en la respiración o en un mantra, cuando hay tantas distraccio-
nes. Sonidos e imágenes, olores y sabores abundan. Gente que compra
y que vende, con una energía frenética; todo esto hace vanos sus es-
fuerzos. ¿No será más fácil meditar en un rincón tranquilo y sin dis-
tracciones?
De igual modo, la vida está llena de distracciones. En cierto mo-
do, es como un mercado donde se compra y se vende, donde se inter-
cambian posesiones y relaciones. Comparativamente hablando, la
muerte es un rincón tranquilo donde cosas y posesiones, personas y
relaciones, le dejan a uno en paz.
Creativamente es un encuentro del ego y del yo cuántico (May,
1975; Goswami, 1996). En la muerte, como ya hemos visto, la cons-
ciencia comienza por retirarse del cuerpo físico. En tanto sigue colap-
sando ondas de posibilidad vinculadas de modo que la experiencia
continúa, el centro de identidad pasa al cuerpo vital y al mental, y
luego al reino de los arquetipos (el cuerpo temático). Cuando la iden-
tidad recorre este camino, el ego se hace más fluido, como en un sue-
Dr. Amit Goswami 221

ño; se encuentra en el mínimo de esa fijeza que experimentamos


cuando estamos despiertos, una fijeza que constituye el mayor de los
obstáculos para el encuentro creativo.
Una buena analogía es la de la experiencia de flujo que usted tie-
ne cuando se olvida de sí mismo en la danza de la creación con el yo
cuántico. El flujo tiene lugar cuando la danza le baila a usted, cuando
la música le interpreta a usted, cuando la pluma escribe sobre el papel
casi por sí sola y usted no estuviera haciendo nada. Muchas veces cae-
mos en este estado de forma natural durante nuestras ocupaciones,
pero también podemos practicar para acrecentar las posibilidades de
caer en este estado de flujo. Practicar para estar en el estado creativo
de flujo cuando muramos es el objetivo del yoga de la muerte.
En los Upanishads se dice que la gente, cuando muere, va a Chan-
draloka, el reino de la luna (obviamente, una estación entre el Cielo, lo
trascendente, y la Tierra, el reino inmanente ordinario). Aquí se les pre-
gunta: «¿Quién eres?» Aquellos que no son capaces de responder son
destinados a reencarnar, tal como determine su obligación kármica. Pe-
ro a aquellos que responden: «Yo soy tú», se les permite seguir adelante
en su gran viaje (Abhedananda, 1944). Pero dese cuenta de lo paradóji-
ca que resulta la frase «Yo soy tú». Yo estoy separado porque puedo ver
que «Yo soy», y sin embargo también puedo ver mi identidad contigo.
Ésta es la naturaleza del encuentro entre el ego y el yo cuántico.
Los actos creativos precisan de cuatro fases: preparación, incuba-
ción (procesamiento inconsciente), encuentro e inspiración, y mani-
festación. y la creatividad en la muerte no es una excepción. En las
páginas que vienen a continuación, echaremos un vistazo a los deta-
lles de estas cuatro fases. Una de las cosas buenas de la muerte es que
no hay que pasar por el aro para alcanzarla. No te cuesta nada, y dis-
pone del potencial para dártelo todo. ¡Vaya regalo!

La preparación para la muerte

¿Cuándo deberíamos de comenzar la preparación para la muerte? No


hay ninguna razón por la cual no pueda comenzar ahora mismo. Hay
222 La física del alma

personas que ven toda su vida como una preparación para la muerte
(algo parecido a lo que ocurre con aquellas personas para las cuales
toda la cena es un preámbulo del postre), y no andan nada desencami-
nados al pensar de esta manera (la muerte es su «postre»). Pero si us-
ted ha vivido de un modo <<normal», el cuándo debería prepararse
para la muerte tendrá una importancia especial. Es el inicio de su par-
ticular práctica del yoga de la muerte.
Usted debe de comenzar esta preparación cuando sepa que tiene
una enfermedad terminal; así de fácil. Pero si no hay un indicio tan
claro como éste, ¿qué puede hacer?
Cuando uno se hace mayor, y si presta atención, se le hacen evi-
dentes los síntomas preliminares de la eventual retirada de la cons-
ciencia de la vida. Quizás el cuerpo físico se debilite. Quizás sienta la
boca reseca y tenga problemas para respirar. Quizás tenga también
cierta dificultad para reconocer a la gente. Los síntomas de la retirada
de la consciencia pueden aparecer también en la forma de una reduc-
ción general de la necesidad de conceptualizar, de cierta disminución
de la agresividad en las acciones y los logros, y de una reducción del
deseo por las cosas. Estos síntomas vienen acompañados más tarde
por una tendencia natural a la apatía, así como por cierto desinterés
por los contenidos de la mente, que se halla cerca de la vacuidad. ¿Por
qué aparecen estas tendencias? Se da una disociación gradual entre las
acciones vinculadas del cuerpo mental y el cuerpo físico, o del físico,
el mental y el vital. Cuando esto se hace frecuente, es el momento de
prepararse en serio.
¿En qué consiste la preparación? Aunque se ha documentado
mejor con pacientes terminales, lo cierto es que la mayoría de las per-
sonas pasa por las fases de negación, ira, negociación y depresión
.cuando se enfrenta a la muerte, aunque sea de forma vaga (como ocu-
rre cuando nos hacemos viejos y no disfrutamos de buena salud, cuan-
do comenzamos a darnos cuenta de los síntomas preliminares de reti-
rada de los que hemos hablado arriba). El primer paso para la
preparación, un paso esencial, es pasar por todas estas fases, terminan-
do con la aceptación. La aceptación es la apertura de la mente hacia las
posibilidades creativas de la muerte. El psicólogo Cad Rogers le daba
Dr. Amit Goswami 223

un enorme valor al hecho de poseer una mentalidad abierta en lo re-


lativo a la creatividad.
Hay una historia zen que cuenta que un profesor fue a ver a un
maestro zen para aprender con él todo lo relativo a esta disciplina
espiritual. Mientras el maestro zen preparaba el té, el profesor se puso
a desglosar profusamente todo lo que sabía acerca del zen. Una vez
lista la infusión, el maestro comenzó a verter el té en la taza de su
huésped, pero no se detuvo cuando el líquido rebosó por el borde de
la taza, ante lo cual el profesor exclamó: «i Está derramando el té!».
Pero el maestro zen, desde la calma más absoluta, le respondió: «Lo
mismo ocurre con su mente, que está rebosante de ideas acerca del
zen. ¿Cómo vaya poder enseñarle nada, cuando su mente está ya tan
llena?»
Y, sin embargo, la preparación supone también la lectura de li-
bros relativos a la muerte, al acto de morir ya la reencarnación. Usted
va a descubrir lo que sucede después de la muerte. En estos libros
encontrará las intuiciones que otras personas han tenido respecto a la
muerte, proporcionándole así valiosos atisbos. Pero convendrá que
recuerde la lección de la historia zen que le acabo de contar. Conven-
drá que tenga cuidado, y que no convierta 10 que lee en parte de su
sistema de creencias.

La preparación alternativa yel procesamiento


inconsciente

Lo que normalmente llamamos morir de viejo es en realidad morir a


causa de una u otra enfermedad. Como dice el médico y escritor
Sherwin Nuland, la muerte es dolorosa y sucia. Preparación significa
que usted se esfuerza por hacer que su muerte sea una experiencia
creativa, una muerte digna. Y también un dejarse ir.
Lo cierto es que usted ya es aquello que busca: la consciencia
inmortal y original. Lo que usted está buscando es aquello que está
contemplando. Pero en el proceso de contemplar existe separatividad
y dolor. Esta separatividad se desvanece cuando usted deja de force-
jear. Es entonces cuando tiene lugar el procesamiento inconsciente.
224 La física del alma

¿Se acuerda del experimento de las dos ranuras? Los electrones


pasan a través de las dos ranuras de la pantalla y crean un patrón de
múltiples bandas sobre la placa fluorescente que hay tras la pantalla
(véase el capítulo 2 y la figura 2.1). Pero esta maravilla cuántica sólo
tiene lugar si no se observa a los electrones cuando pasan a través de
las dos ranuras; si usted los observa, sólo aparecerán dos bandas (fig.
10.l), porque la mera observación colapsa a los electrones en sólo una
de las dos ranuras a través de las cuales viajan. Ésta es la cuestión.
Forcejear supone siempre observar, mirar, contemplar. Procese, no
observe, no contemple. El procesamiento inconsciente nos permite
acumular y proliferar ambigüedad a través de la dinámica cuántica de
los cuerpos cerebral-mentallvital-físico.

'1).
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r- ~
f:
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Fuente de IT
electrones ~
.~! i
Ranuras Pantallas

Fig. 10.1. En una disposición en la cual se apunta una linterna sobre las
ranuras, podemos ver por qué ranura pasa cada electrón, de ahí que el patrón de
interferencia desaparezca y los electrones se comporten del modo clásico, como
minúsculas pelotas de béisbol.

Así, cuando llega el dolor, usted puede responder ante él haciendo y


no haciendo. Hacer supone actividad, por ejemplo, hacer alguno de
los ejercicios que se describen más abajo. No hacer significa simple-
mente eso, dejarse ir, no resistirse y no identificarse con el dolor. Para
lo primero se requiere voluntad; para lo segundo se requiere someti-
miento. La interacción entre ambos puede llevar al encuentro precons-
ciente, el encuentro entre el ego y el yo cuántico, entre quien usted
cree ser y Dios.
Dr. Amit Goswami 225

El cineasta Mel Brooks decía: «Si estás vivo, agitas brazos y pier-
nas, vas saltando de aquí para allá y haces mucho ruido, porque la
vida es lo opuesto a la muerte. Y, por tanto, tal como yo lo veo, si estás
en silencio es que no estás vivo. Tienes que ser ruidoso o, al menos,
tus pensamientos deben de ser ruidosos, coloridos y vivos». En cam-
bio, hay un haiku zen que dice: «Sentado en silencio, sin hacer nada.
Llega la primavera, y la hierba crece sola». Así, el camino que lleva al
encuentro creativo combina la sabiduría de Mel Brooks y la del zen.

El encuentro: tres eiercicios tibetanos

Usted ya sabe algo del bardo del momento de la muerte, cuando se


tiene una experiencia extracorporal, cuando se hacen viajes oníricos y
visionarios por reinos trascendentes, cuando se hace la revisión de la
vida y todo lo demás (véase el capítulo 8). El problema estriba en
mantenerse consciente a lo largo de todo este proceso. Y es el equili-
brio perfecto entre hacer y no-hacer lo que puede llevarle a usted a
través de todo el proceso hasta la clara luz.
Los tibetanos sugieren tres ejercicios para favorecer la dinámica
de acción del dúo hacer/no-hacer en el acercamiento creativo a la
muerte. 48 Estos ejercicios son: la oración de la muerte, que es un ejer-
cicio de devoción; el sacrificio perfecto, que es una práctica de la vir-
tud en acción; y la contemplación sin esfuerzo, que es la práctica del
jnana (sabiduría/investigación). Cada uno de estos ejercicios se puede
encontrar también en otras tradiciones.
En la versión tibetana, la oración de la muerte significa orar al
Buda Amitabha, mientras se piensa en la Tierra de la Dicha, la versión
budista del Cielo. Tiene sus similitudes con los ritos de la extremaun-
ción de la tradición católica, cuando el sacerdote recibe las últimas
confesiones del moribundo y le insta a ararle a Jesús. Claro está que,
si hace usted de la oración de la muerte su práctica del yoga de la

48 Para escribir esta sección, he recibido la inestimable ayuda del maestro espiritual Joel Mor-
wood.
226 La física del alma

muerte, no puede esperar que haya un sacerdote presente cada vez que
haga usted este ejercicio. De igual modo, a los musulmanes se les insta
para que mueran diciendo: «No hay más dios que Allah, y Muhammad
es el mensajero», y los hindúes practican el japa, meditando interior-
mente en uno de los nombres de Dios.
Cuando asesinaron a Gandhi, tenía tan interiorizada su oración
de la muerte, estaba tan preparado para morir, que su última palabra
fue «Ram», uno de los nombres de Dios. El propósito de la oración de
la muerte es exactamente ése, estar preparado hasta tal punto que el
instante de la muerte se convierta en un verdadero encuentro entre
Dios y usted, entre su yo cuántico y usted.
¿Cómo se practica? Créese un breve mantra personal con un ar-
quetipo de su propia tradición (ante cuya imagen esté usted consagra-
do de forma natural) como punto central de la oración, y luego repíta-
lo en todos los instantes conscientes. Si la frase es «Dios, me someto
ante ti», usted se dirá esto mentalmente cada vez que se acuerde y sea
consciente. Cuando se vea sumergido en el dolor: «Dios, me someto
ante ti». Si se queda adormilado, al despertar: «Dios, me someto ante
ti». Si se distrae, cuando se dé cuenta de que estaba distraído: «Dios,
me someto ante ti». Al cabo de un tiempo de hacer esto, la oración se
interiorizará; se activará por sí sola como un procesamiento incons-
ciente. Habrá alcanzado el equilibrio perfecto entre el hacer y el no-
hacer. Los hindúes le llaman a esto ajapa-japa (japa sin japa).
Así pues, ¿qué sucede aquí? Todas las tradiciones afirman que
esta oración nos permite reconocer la consciencia en su totalidad (la
clara luz de El libro tibetano de los muertos).
El segundo ejercicio, el sacrificio perfecto, es la práctica de uno de
los más elevados ideales de las tradiciones espirituales. Se basa en la in-
tuición de que el sacrificio voluntario es una forma sumamente eficaz de
llegar a la naturaleza de la verdad. Jesús eligió la crucifixión para redimir
a la humanidad; y, durante el proceso, él mismo llegó a la resurrección.
Los budistas lo llaman el ejercicio del bodhisattva, el sacrificio incluso
de la propia liberación hasta que todos los seres sean liberados. El Bha-
gavad Gita habla de tyaga, el sacrificio, como de la práctica más elevada;
es el tema del último capítulo del Gita, «El Yoga de la Liberación».
Dr. Amit Goswami 227

Así pues, en lugar de contemplar el dolor y el sufrimiento y de


retroceder ante ellos, nos abrazamos al dolor y al sufrimiento para
aliviar no mi dolor, sino el dolor de la humanidad.
¿Cómo hacer este ejercicio? Si está usted sumido en un sufri-
miento concreto (algo habitual en las personas que saben que van a
morir), imagine que usted ha asumido este sufrimiento por el bien de
los demás. Si usted no sufre de nada en particular, puede imaginar que
asume un sufrimiento en particular por el bien de los demás. Sienta la
alegría de aquellas personas que se aliviarán de este sufrimiento en
concreto. Coordine su respiración: mientras inspira, asuma el sufri-
miento de todos los seres; mientras espira, envíe la dicha de esa libe-
ración a todos los seres. De nuevo, no se puede hacer esto con el mero
esfuerzo; tendrá que llegar a un equilibrio entre la voluntad y el some-
timiento.
¿Cómo opera este ejercicio? Dese cuenta de que es una práctica
que tiene ciertas similitudes con el bhakti yoga, aderezado con un
toque de karma yoga (véase el capítulo 9). Normalmente, desde el
ego, los seres humanos somos un tanto solipsistas; es decir, pensamos
o nos conducimos como si fuéramos el centro del universo, y que el
resto sólo fuera real en la medida en que nos relacionamos con ello.
Desde este estado, es imposible sacrificarse por nadie, a menos que lo
«amemos». Yo amo a mi esposa, a mis hijos, a mi país, de modo que
puedo sacrificarme por estas entidades. La práctica del sacrificio por
los demás lleva al descubrimiento de la alteridad de los demás, que es
el descubrimiento del verdadero amor, un amor incondicional por ese
otro ser relacionado conmigo o que veo como una extensión de mí
mismo. En la medida en que se vea capaz de amar a los demás, menos
dominio tendrá su ego sobre usted. Si en verdad es usted capaz de
morir para aliviar el sufrimiento de los demás y para traerles la alegría,
habrá trascendido los límites autoimpuestos del ego y habrá obtenido
el derecho a ver la luz de la consciencia.
El psiquiatra Stan Grof ha descubierto sin pretenderlo un méto-
do maravilloso y efectivo para este ejercicio, la respiración holotrópi-
ca, una forma de respiración que lleva literalmente a una identifica-
ción más holista. Al principio, cuando Grof instaba a sus clientes a
228 La física del alma

hacer este ejercicio, éstos parecían pasar por lo que parecían ser expe-
riencias prenatales y perinatales, las del momento del parto. Pero a
medida que las personas profundizaban, las experiencias que emer-
gían parecían centrarse en un dolor colectivo, en el sufrimiento de
toda la humanidad. Le aconsejo que lea en particular la experiencia
que tuvo el filósofo Christopher Bache con esta técnica, si quiere tener
un atisbo de lo potente que es (Grof, 1998; Bache, 2000).
Se puede utilizar el sendero del jnana del que hablábamos en el
anterior capítulo, pero se dice que esta forma de desarrollar la contem-
plación sin esfuerzo es de las más difíciles, ya que consiste en descu-
brir la consciencia permaneciendo dentro de su naturaleza, dentro del
instante presente, sin permitirse distracción alguna. Éste es el verdade-
ro significado de la frase «morir conscientemente».
«De todas las meditaciones conscientes -dice Buda en el Parinir-
vana Sutra-, la meditación suprema es la meditación de la muerte.»
Sin embargo, en la práctica, sólo las personas habituadas a meditar,
que pueden mantener la atención durante prolongados períodos de
tiempo, pueden esperar permanecer con todo el dolor, todo el sufri-
miento, todas las distracciones y toda la indignidad que habitualmente
comporta la muerte.
Pero, por otra parte, en la India existe una curiosa anécdota acer-
ca de un sabio llamado Tukaram. Dicen que un discípulo le preguntó
a Tukaram cómo había tenido lugar su transformación, cómo era que
nunca se enfadaba, que siempre se mostraba amoroso y cálido con los
demás; el discípulo quería saber el «secreto» de Tukaram.
-No sé qué decirte acerca de mi secreto -dijo Tukaram-; pero lo
que sí conozco es tu secreto.
-¿Y qué secreto es ése? -preguntó curioso el discípulo.
-Que vas a morir en el plazo de una semana -dijo Tukaram con
gravedad.
Dado que Tukaram era un gran sabio, el discípulo se tomó sus
palabras muy en serio. Durante aquella semana, el joven cambió su
manera de comportarse, tratando a sus familiares y amigos de forma
amorosa, meditando y orando, y haciendo todo lo que estaba de su
mano para prepararse para la muerte.
Dr. Amit Goswami 229

Cuando llegó el séptimo día, se echó en su cama con una fuerte


sensación de debilidad, y envió a llamar a Tukaram.
-Bendíceme, sabio. Estoy muriendo -le dijo.
-Mis bendiciones sean siempre contigo -dijo el sabio-o Pero
dime, ¿en qué has empleado tu tiempo durante esta última semana?
¿Te has enfadado con alguien de tu familia o de tus amigos?
-Claro que no. Lo único que he hecho en estos siete días ha si-
do amarles. Eso es lo que he hecho. Amarles intensamente -dijo el
discípulo.
-Ahora, ya conoces mi secreto -exclamó el sabio-o Yo sé que
puedo morir en cualquier momento. Por eso siempre estoy amando a
todos aquellos con los que me relaciono.
De igual modo, la palanca de fuerza que le proporciona la situa-
ción de la muerte es la intensidad, es decir, el componente más esen-
cial de la concentración.
La contemplación sin esfuerzo de la naturaleza de la realidad no
trata del pensamiento, sino que, paradójicamente, trata de trascender
el pensamiento a través del pensamiento. Franklin Merrell-Wolff de-
cía: «La sustancialidad es inversamente proporcional a la ponderabi-
lidad».
Cuanto más sustancial se haga su contemplación de la realidad,
menos ponderable será. Y cuanto menos ponderable sea, menos es-
fuerzo requerirá.
Por último, se llega a un punto en el que uno se da cuenta de que,
como solía recordar a la gente Ramana Maharshi, «Vuestro esfuerzo
es la servidumbre». Cuando el esfuerzo se mezcla con el sometimien-
to, todo se hace sin esfuerzo, sahaj en sánscrito.
Cuando la contemplación se hace sustancial e imponderable y no
se necesita esfuerzo alguno, usted se encuentra en el flujo natural de
la consciencia, en el sahaj samadhi.
Como dice Bokar Rimpoché, «Cuando finalmente llega la muer-
te, si el practicante permanece en la naturaleza de la mente [cons-
ciencia], obtendrá plena conciencia y se convertirá en un Buda en la
fase denominada el cuerpo absoluto o clara luz del momento de la
muerte».
230 La física del alma

No tiene por qué esperar a la muerte para practicar el


yoga de la muerte

Hay una maravillosa historia en los Upanishads. Había una vez un jo-
ven llamado Nachiketa cuyo padre dispuso un gran yajna (palabra
sánscrita que significa sacrificio ritual), una orgía de ofrendas, para
asegurarle un lugar en el Cielo. Pero el padre era bastante calculador;
por ejemplo, se guardó las mejores vacas para sí mismo, ofrendando
las vacas más flacas y débiles. Nachiketa, cuando se dio cuenta de la
mezquindad de su padre en las ofrendas, lo puso en cuestión.
-Padre, ¿a quién me estáis ofreciendo?
Pero no hubo respuesta. Nachiketa insistió. Cuando se lo pregun-
tó por tercera vez, el padre respondió molesto:
-A Yama, el dios de la muerte. He decidido ofrecerte al dios de
la muerte.
Pero una promesa es una promesa, de modo que Nachiketa fue a
la morada de Yama. Dado que había ido con antelación, no había nadie
para recibirle. Nachiketa esperó durante tres noches, hasta que, final-
mente, el dios de la muerte regresó. Yama se sintió avergonzado por el
hecho de que se hubiera ignorado a un huésped durante tres noches,
por lo que, para compensar la falta, le concedió a Nachiketa tres peti-
ciones.
Las dos primeras peticiones fueron triviales; pero, en la tercera,
Nachiketa pidió conocer el secreto de la muerte: ¿qué ocurre después
de la muerte?
-Hay quien dice que morimos y hay quien dice que no. ¿Qué
ocurre en realidad?
Yama estaba ahora en un aprieto, e intentó escabullirse para no
contar el secreto de la muerte. Pero de nada le sirvió, de modo que, al
final, le enseñó a Nachiketa la verdad de la existencia: que la conscien-
cia no muere con la muerte. Al percatarse de esta verdad en su interior,
dijo Yama, uno descubre el misterio de la muerte.
y así es. Un día, cuando Ramana Maharshi tenía dieciséis años de
edad, tuvo la extraña sensación de que iba a morir, y «un violento
miedo a la muerte se apoderó de mí». Se puso a pensar qué podía hacer
Dr. Amit Goswami 231

al respecto. ¿Qué significa la muerte? ¿Qué es lo que muere? Comen-


zó también a dramatizar la llegada de la muerte. Se tumbó y se puso
rígido, como si el rigor mortis hubiera comenzado, imitando a un ca-
dáver. y pensó para sí: «Ahora que este cuerpo está muerto, con la
muerte del cuerpo, ¿estoy muerto yo? ¿Acaso soy yo el cuerpo?» La
fuerza de su búsqueda precipitó una transformación inesperada en el
ser. Más tarde, escribiría:

Resplandeció en mi interior intensamente, como una verdad viva que


podía percibir directamente, casi sin procesos de pensamiento. «Yo» era
algo muy real, lo único real en mi estado presente, y toda la actividad
consciente conectada con mi cuerpo estaba centrada en ese «yo». A partir
de ahí, el «yo» o «Yo» centró su atención en Sí Mismo merced a una
potente fascinación. El miedo a la muerte se había desvanecido. La absor-
ción en el Yo prosiguió inquebrantable desde aquel momento. Aunque el
cuerpo se sumiera en la conversación, en la lectura o en cualquier otra
cosa, yo seguía centrado en el «Yo». (Citado por Osborne, 1995).
Preguntas y respuestas

Con frecuencia doy conferencias y talleres sobre los atisbos que la


teoría cuántica nos ofrece acerca del tema de la supervivencia después
de la muerte y la reencarnación. La idea de este capítulo surgió de las
muchas preguntas que se me hacen en estas conferencias y talleres, al
ver que el formato de pregunta-respuesta se adapta mejor a cierto tipo
de preguntas personales (en contraposición a las preguntas generales
filosóficas o científicas). Sin embargo, a medida que me sumergía en
su realización, no he podido resistir la tentación de hacer esta especie
de capítulo de resumen. Disfrútelo.

P: ¿Cuál es el propósito de la vida?


R: El propósito de la vida individual es el mismo que el propósito
cósmico, que consiste en manifestar lo posible, sumergirse en el juego
creativo de descubrimiento de lo que es potencial en la consciencia.
La consciencia, viéndose de este modo a sí misma, parece expresarse
dentro de determinados contextos. Existen contextos que un ser hu-
mano individual debe vivir plenamente, que debe expresar creativa-
mente.

P: ¿Cuál es el propósito de la muerte?


R: A primera vista, parece no haber un propósito en la muerte.
¿Por qué el propósito de la vida no se lleva a cabo en una única y larga
vida? Pero la exigencia de la manifestación es algo diferente. Desde el
234 La física del alma

punto de vista idealista, la vida es el campo de batalla de dos fuerzas:


la creatividad y la entropía. La entropía desgasta y consume el cuerpo
físico, que es el hardware en el cual la creatividad hace nuevos progra-
mas, actividad que llamamos aprendizaje. Con el tiempo, la entropía
vence esta batalla, y el organismo deja de implicarse en más procesos
de creatividad. Aquí es cuando la consciencia comienza a retirarse,
retirada que culmina con la muerte.
Hace mucho tiempo, leí una serie de historias de ciencia ficción
del escritor británico Michael Moorcock acerca de un antihéroe llama-
do ]erry Cornelius (historias que se pueden encontrar en The Corne-
lius Chronicles),49 que refleja esta lucha entre la creatividad y la entro-
pía: en cada episodio, ]erry y sus amigos saltan de una realidad a otra
en un Londres de múltiples realidades, buscando siempre esa manifes-
tación única donde reina la creatividad y la vida vence a la muerte. Por
supuesto, ]erry nunca encuentra esta realidad, porque él mismo porta
el germen de la entropía.
Pero, ¿por qué vamos a contemplar esto como un fracaso? ¿Qué
necesidad tenemos de terminar con todo nuestro propósito creativo en
una vida? Por eso morimos, pero volvemos en otro tiempo y lugar con
un papel en blanco para disponer de otra oportunidad creativa, en otra
encarnación.

P: Me está confundiendo. Si la reencarnación nos da un papel en


blanco, ¿cómo vamos a recordar las vidas pasadas, y por qué ten-
dríamos que hacerlo? ¿No emborronaría eso nuestros papeles en
blanco? ¿Y qué pasa con el karma? ¿Cómo se propaga el karma de
vida en vida de la persona si no llena de signos nuestros papeles en
blanco?
R: El papel en blanco se refiere únicamente al cuerpo físico, que
muere después de saturarse con la memoria clásica. En cambio, el
cuerpo vital y el cuerpo mental de la mónada cuántica que sobrevive a
la muerte portan la memoria cuántica. La memoria cuántica sopesa las
probabilidades en favor de las experiencias pasadas, creando así una

49 Las crónicos de Cornelius.


Dr. Amit Goswami 235

predisposición; y es mediante esta predisposición que el karma se


traslada de una encarnación física a otra. Yel recuerdo de los conteni-
dos de las vidas pasadas surge de la no-localidad de los procesos cuán-
ticos y de la consciencia. Existe una conexión no-local entre las dis-
tintas encarnaciones, pero no es fácil acceder a ella.
La memoria cuántica está escrita en las ecuaciones matemáticas
que gobiernan la mónada cuántica. Y dado que no está codificada en
una forma manifiesta, no se deteriora. Evidentemente, las predisposi-
ciones pueden constituir una barrera, si se utilizan para evitar el co-
lapso de determinados contextos. Sin embargo, las tradiciones afir-
man que no traemos con nosotros todas nuestras predisposiciones
(propensiones o karma) del pasado en cada encarnación, sino sólo
una selección de ellas (denominada prarabdha).
Esta idea de que las predisposiciones se convierten en una barre-
ra es por otra parte la razón por la cual se insta a evitar el mal karma.
y es aquí donde el buen karma nos resulta tan útil, en el trabajo de
descubrir y aprender creativamente los contextos que son potenciales
en nosotros.

P: ¿Qué supone aprender? ¿Es el descubrimiento creativo de los te-


mas de nuestra vida?
R: El descubrimiento de los temas y su manifestación en la vida.
A menos que vivamos el tema que descubrimos (a menos que «cami-
nemos por» nuestro descubrimiento), el tema descubierto no se con-
vertirá en una propensión condicionada de la mente. Las personas
que no «caminan por» sus descubrimientos de los temas del intelecto
supramental reciben el nombre de intelectuales, en contraposición a
inteligentes. ¿Comprende la diferencia?

P: Creo que sí. Me gustaría que repitiera cómo define usted el buen
y el mal karma.
R: El karma se ha entendido erróneamente en gran medida, espe-
cialmente en la mentalidad popular. Mucha gente en la India (y no
digamos en Occidente) cree que si realizan buenas acciones (como
dar limosna a los pobres, atender a sus padres y todo eso), acumula-
236 La física del alma

rán buen karma. Pero esto no necesariamente es así. El único buen


karma es la memoria cuántica disposicional, que le permite a usted
descubrir y expresar creativamente su propósito, vivir los contextos a
través de los cuales la consciencia se conoce a sí misma. Por otra parte,
si sus acciones producen disposiciones hacia hábitos, fobias y simila-
res, que disminuyen su creatividad en la próxima vida, usted estará
acumulando, obviamente, un mal karma.

P: Aún no estoy convencido de que necesitemos la reencarnación


para manifestar el propósito del universo. Estoy de acuerdo en que
una sola vida tiene un alcance limitado. Pero, en lugar de muchas
vidas, ¿por qué no disponer de muchas personas? No existe un lími-
te sobre cuántas personas podemos tener, ¿no?
R: No. Obviamente, el planeta sólo puede sustentar una pobla-
ción limitada. Sin la reencarnación, abreviamos severamente la opor-
tunidad para crear buenas disposiciones que nutran la creatividad re-
querida para el descubrimiento de contextos verdaderamente
sofisticados en los que medre la civilización. Considere el fenómeno
de los genios y de los niños prodigio, piense en los logros de gente
como Einstein y Shankara, que casi con toda seguridad nacieron con
propensiones procedentes de vidas pasadas que les llevaron a destacar
del modo en que lo hicieron.

P: Sólo se me ocurre una cosa. Si la gente comprendiera lo que usted


está diciendo acerca del buen karma, llevarían una vida ética, ¿no?
Porque la ética está directamente relacionada con la creatividad. La
ética consiste en potenciar tu propia creatividad y la de los demás, y
consiste, al menos, en no hacerles daño. En las sociedades donde el
karma se malinterpreta o se ignora, la gente suele comportarse de un
modo poco ético.
R: Está usted totalmente en lo cierto. Tomemos el caso de la In-
dia. En la India, se cree en el karma, pero se malinterpreta con unas
ideas muy limitadas y miopes acerca de lo bueno y lo malo. Rara vez
se desarrollan disposiciones buenas y creativas. Por otra parte, si to-
mamos como ejemplo Estados Unidos, donde no se cree en el karma,
Dr. Amit Goswami 237

sí que se desarrollan disposiciones buenas y creativas, pero también se


desarrollan disposiciones malas.

P: Entonces, ¿qué podemos hacer para manifestar el propósito de


nuestra vida, además de prestar atención al karma que generan
nuestras acciones?
R: Prestar atención a la muerte. Recuerde las lecciones de El libro
tibetano de los muertos y de nuestro modelo de reencarnación. La
muerte consciente puede llevar a experiencias no-locales que resulta-
rán muy valiosas en nuestra próxima vida.

P: Pero eso sólo ocurriría si ese modelo es el modelo correcto.


R: Evidentemente. Los modelos científicos están diseñados para
que hagamos uso de ellos. Usted tiene ahora un modelo científico; dele
uso y verá por sí mismo si es válido. Tengo la intuición de que la expe-
riencia de la muerte es potencialmente muy valiosa para nosotros.

P: En la literatura hindú, uno se encuentra con la idea de quemar el


karma. ¿Acaso se puede quemar el karma?
R: Sí, en cierto modo. Las personas traemos propensiones (kar-
ma) de nuestras vidas pasadas para trabajar en esta vida sobre cierta
agenda de aprendizaje. Cuando cumplimos con esa agenda, ya no te-
nemos necesidad de esas propensiones particulares. De modo que se
podría decir que, mediante nuestra acción creativa en el aprendizaje
de nuevos temas de vida, quemamos parte del karma.

P: ¿Y qué hay de la cuestión del número de almas? Ya sabe, eso de


que están naciendo tantas personas ahora que tal vez no haya sufi-
cientes almas viejas para acomodarlas a todas.
R: Nada en nuestro modelo prohíbe el hecho de que vengan al
ser nuevas almas en cualquier momento; ni el cuerpo temático, ni los
cuerpos vital y mental se pueden reducir a número alguno que se pue-
da contar. Todos utilizamos las mismas funciones mentales y vitales;
la diferencia estriba en que se propagan según diferentes patrones.
Son estos patrones diferentes los que aportan la individualidad a nues-
238 La física del alma

tro ser vital y mental. Sabemos que la propagación tiene un final (la
liberación). ¿Por qué no ha de haber también un principio?
Pero lo cierto es que aquí opera también otro factor. Muchas mó-
nadas cuánticas viejas están ahora más allá del ciclo del renacimiento.
La vida espiritual era más fácil en la Antigüedad, tenía más apoyo por
parte de las distintas culturas. Los hindúes denominaron a aquella
época la Satya yuga (la edad dorada). La gente se liberaba al cabo de
pocos nacimientos. Ahora existen tantas distracciones materiales que
resulta difícil mantener la atención en el aprendizaje. (No en vano los
hindúes denominan a la época actual Kali yuga, la edad de la ignoran-
cia.) Así, las mónadas cuánticas tienen que nacer en cuerpos físicos
muchas más veces antes de que «vean la luz». Esta idea se desprende
también de los datos de Helen Wambach (véase el capítulo 5). Natu-
ralmente, ahora nacen muchas más personas.
Pero, en última instancia, el tema del número de almas emerge
una y otra vez debido a que seguimos siendo presas del pensamiento
dualista, que nos dice que existe un número finito de almas eternas
independientes de Dios (el todo). La visión cuántica (al igual que la vi-
sión mística) es que el alma no tiene existencia aparte de Dios (o la
consciencia). El alma es una identificación limitada que la consciencia
asume con el propósito de explorar posibilidades. Cuando este trabajo
está hecho, la identificación con el alma se somete dentro del todo.

P: En un libro reciente se documenta que la muerte suele ser una


experiencia dolorosa y carente de dignidad (Nuland, 1994). Da la
impresión de que usted ignora estos aspectos de la muerte.
R: A partir de los datos obtenidos en las visiones en el lecho de
muerte, parece que, aunque la enfermedad es algo doloroso, la muerte
en sí no tiene por qué serlo. y en nuestro modelo podemos ver la ra-
zón. Puede haber dolor en el momento de la muerte, pero no necesa-
riamente tenemos que identificarnos con él. Si prestamos atención,
podremos captar la imperecedera belleza de ese momento y podremos
liberarnos.
Cualquier falta de dignidad procede de nuestro miedo a la muer-
te. Yo tuve un amigo y maestro, un filósofo místico llamado Franklin
Dr. Amit Goswami 239

Merrell-Wolff, que murió a la edad de noventa y ocho años de una


neumonía. Él experimentó el dolor de la enfermedad, pero no hubo
carencia alguna de dignidad. Wolff mantuvo incólume su sentido del
humor, a pesar del hecho de que su cuerpo iba dejando de funcionar
poco a poco. Él estaba preparado para la muerte. 50

P: Cambiemos ligeramente de tema. Como científico, ¿qué siente


usted acerca de los cuerpos sutiles, aunque les haya dado el elabo-
rado nombre de mónada cuántica? ¿No estará creyendo usted en
fantasmas?
R: Estuve evitando la idea de cuerpos «sutiles» durante mucho
tiempo por ese simple motivo. Suena ciertamente dualista. Evidente-
mente, el problema del dualismo desaparece cuando nos percatamos
de que la mónada cuántica no tiene interacción directa de ningún tipo
con el cuerpo material; es la consciencia la que media esa interacción.

P: Pero ¿cómo es que los vemos como fantasmas, como aparicio-


nes?
R: Quizás, cuando tiene lugar una comunicación telepática entre
un ser encarnado y una mónada cuántica, mediada por la consciencia
no-local, algunas personas reaccionen ante esto exteriorizando la ex-
periencia, como la de un ser que está intentando comunicarse con
ellas. El fantasma, por tanto, es la propia proyección del vidente. Pero
lo importante que hay que resaltar es que los fantasmas y las aparicio-
nes son fenómenos internos; no se aparecen en una realidad externa
compartida; por tanto, son fundamentalmente coherentes con el mo-
delo que se propone aquí.

P: Cuando yo muera, ¿qué ocurrirá conmigo? Dígame la verdad, me


da un poco de miedo convertirme en un fantasma, o incluso en una
mónada cuántica que no interactúa, que va por ahí sin saber qué
hacer.

50 Léase Merrell-WoIff, 1994, si desea tener una idea de la proFundidad espiritual de este hom-
bre.
240 La física del alma

R: Eso dependerá de su karma y de lo consciente que esté usted


en el momento de la muerte. Si no hay mucha consciencia en el mo-
mento de la muerte, sí, puede haber cierta confusión; usted puede
crear sin darse cuenta una experiencia infernal por sí misma. Pero re-
cuerde: una vez muera y ya no haya ninguna conexión con el cuerpo
físico, usted no tendrá ninguna experiencia manifiesta, como en la
consciencia de vigilia ordinaria. Sin embargo, las posibilidades se acu-
mularán, y algunas de esas posibilidades las vivirá usted retroactiva-
mente cuando renazca, dándole recuerdos a los que tendrá que hacer
frente, por lo que convendrá que esté atenta cuando muera. Las posi-
bilidades que surgirán en sus cuerpos sutiles cuando usted esté muer-
ta e inconsciente dependerán del estado de su consciencia en el mo-
mento de morir.

P: ¿Cómo puedo asegurarme de no ir al Infierno?


R: Hay una manera segura de crearse su propio Infierno: llévese
consigo todos sus deseos, deseos que no fue capaz de satisfacer duran-
te la vida y a los que no puede renunciar.
Un rabino fue al Cielo y, al cabo de un rato, encontró el lugar
donde vivía su venerable maestro, de modo que fue a visitarle de inme-
diato. El venerable rabino estaba trabajando en su despacho pero, para
sorpresa del visitante, había una hermosa mujer desnuda, dispuesta
para la acción, en el lecho del maestro. El visitante le hizo un guiño a
su antiguo maestro
-Rabí, ésa debe de ser su recompensa por todas las buenas ac-
ciones que hizo.
Ante lo cual su anfitrión respondió con un gesto de desdén:
-No, yo soy el castigo de ella. Esto es el Infierno.
Los deseos tienen que ver con acontecimientos de los tres cuer-
pos individualizados, el físico, el vital y el mental. El intelecto o cuer-
po temático no tiene su reflejo en el cuerpo físico, por lo que no se
puede condicionar ni se puede individualizar; lo que experimentamos
como intelecto discriminador forma parte de nuestra mente. Si vivi-
mos completamente identificados con la mente-cerebro, con la escasa
consciencia de nuestro cuerpo vital/físico y sus modos cuánticos (el
Dr. Amit Goswami 241

prana, si lo prefiere), el deseo surge inconscientemente. Esta predis-


posición continúa de una encarnación a otra hasta que hacemos cons-
ciente lo inconsciente en nuestra vida. Cuando lo inconsciente se ha-
ce consciente y vivimos ese deseo plena y conscientemente, la
predisposición puede desvanecerse. Y, cuando esto ocurre, usted ya
no tiene de qué preocuparse por el Infierno.

P: Puede parecer una tontería pero, ¿adónde va exactamente la mó-


nada cuántica? ¿Dónde está el Cielo, o todos esos lokas de los que
habla la tradición popular hindú?
R: Buena pregunta. Antiguamente, la gente pensaba de forma
dualista. Los hindúes situaban concretamente los lokas en determina-
dos puntos de los Himalayas. Los griegos pensaban que el espacio
exterior era el Cielo. Pero los maestros espirituales del mundo lo sa-
bían mucho mejor; Platón o los sabios de los Upanishads responde-
rían a su pregunta diciendo que el Cielo es trascendente. Uno de los
grandes logros conceptuales de la física cuántica es el concepto de no-
localidad cuántica, que nos proporciona un punto de referencia cuan-
do las tradiciones espirituales utilizan la palabra «trascendente». Pe-
ro, ¿qué es la no-localidad? Es una conexión entre potencialidades
externas al espacio-tiempo que pueden afectar a los acontecimientos
espacio-temporales. ¿Dónde está? Está en todas partes (porque todo
punto en el espacio y el tiempo se puede conectar a través de la no-
localidad) yen ninguna (porque no podemos localizarla).

P: ¿Encontraré a mis amigos y a mis familiares muertos en el otro


mundo?
R: Eso me recuerda a Woody Allen, que escribió: «Existe el mie-
do a que pueda haber otra vida, pero nadie sabe dónde está». En pri-
mer lugar, cuando entramos en la muerte a través de la gran ventana
no-local que se abre ante nosotros, muchas experiencias se hacen po-
sibles. Todo lo que podemos decir acerca de lo que sucede después de
la muerte es que hay un procesamiento inconsciente. Los estados del
cuerpo vital y del cuerpo mental pueden seguir desarrollándose en
posibilidad a través de ciertas dinámicas internas que todavía no he-
242 La física del alma

mos descubierto. Uno de estos posibles senderos se manifestará retro-


activamente, cuando tenga lugar la siguiente encarnación. El sendero
así manifestado puede contener experiencias con sus amigos, pero es
usted quien habría creado estas experiencias con su cuerpo mental.
No se trata de experiencias como las que pueda tener en el estado
de consciencia de vigilia; se parecen más a los sueños (véase el capí-
tulo S).

P: Cuando uno está preparado para renacer, ¿cómo encuentra su


encarnación particular? ¿Elige uno a sus padres?
R: La vinculación no-local escoge el útero concreto de inmediato,
y sin tener que ir a ninguna parte; recuerde, no existe el espacio ni el
tiempo en los dominios no-locales. En cuanto a si elegimos a nuestros
padres ... bueno, los vínculos no-locales que nos ligan a nuestras en-
carnaciones futuras existen en posibilidad; por tanto, puede que haya
implicada una elección. Existen algunos datos, procedentes de regre-
siones hipnóticas, que sugieren que sí, que quizás elijamos a nuestros
padres. Esta elección puede no ser libre y estar en función de patrones
del pasado, en función del estatus de identificación que la persona
tuviera en el momento de la muerte.

P: ¿Nacemos siempre dentro de la misma raza, con el mismo sexo y


la misma nacionalidad?
R: Tuve una vez un dentista (un varón americano blanco) que
casi le dio un shock cuando le pregunté si alguna vez había pensado
en la posibilidad de renacer como mujer. Desgraciadamente para él,
la mónada cuántica no tiene sexo, ni credo, ni raza, y tampoco nacio-
nalidad; sólo tiene hábitos, tendencias y contextos que aprender. Sea
como sea nuestro nacimiento (seamos varón o hembra, negro, blan-
co o amarillo, oriental u occidental), nos va a proporcionar el máxi-
mo de oportunidades de aprendizaje que hayamos elegido, y siempre
en función de nuestro karma pasado. Como decía el novelista Ro-
main Rolland, «No existe Oriente ni Occidente para el alma desnu-
da. Todo eso no son más que adornos del alma. Su hogar es todo el
mundo».
Dr. Amit Goswami 243

P: Cambiando de tema otra vez, ¿puede una mónada cuántica desen-


carnada afectar a una persona viva? Si así fuera, ¿de qué manera o
maneras?
R: Como ya dije antes, para que el concepto de mónada cuántica
sea científicamente sostenible, tenemos que postular una interacción
no directa entre ella y la realidad material. Sin embargo, la consciencia
puede elegir por colapsar las ondas de posibilidad simultáneamente
en la mónada y en una persona que se halla en este plano; así, la co-
municación será posible, por ejemplo, con un médium o un canaliza-
dar. Ésta podría ser la explicación de cómo funcionan los canalizado-
res, dado que éstos suelen mostrar la disposición de la persona
fallecida a la que están representando. Otras personas pueden inter-
pretar estos estados alterados como «posesiones». También puede ha-
ber otros casos de comunicación de este tipo, como el de la escritura
automática inspirada, por ejemplo. Se trata de una buena pregunta
para los experimentalistas.

P: ¿Afecta esta comunicación a las propensiones kármicas de la mó-


nada?
R: Sí. Ése es el motivo por el cual no se aconseja la mediumnidad
ni la canalización en la literatura esotérica. (Léase, por ejemplo, Bar-
ker, 1975.) Las excepciones son las de aquellos seres angélicos que
han trascendido el karma. Están ahí para servirnos. Si tenemos la su-
ficiente pureza de intención, pueden ayudamos (y de hecho nos ayu-
dan) con nuestra creatividad.

P: ¿Qué puede decimos acerca del suicidio?


R: Eso depende. Recuerde lo que estamos aprendiendo aquí. La
muerte no nos libera de nuestra existencia. Seguimos viviendo como
mónadas cuánticas desencarnadas, con una memoria cuántica de
nuestras disposiciones, hábitos y condicionamientos. Por tanto, nos
llevamos con nosotros a la muerte los mismos problemas que nos lle-
varon al suicidio. Así pues, el suicidio como negación o evitación no
resuelve nada. El dramaturgo inglés]. B. Priestley, en una de sus
obras, expresa este sentimiento a la perfección:
244 La física del alma

Ormund: Si yo tuviera un poco de sentido lo utilizaría [el revólver, para


matarme]. No más preguntas sin respuesta, que se revuelven como cuchi-
llos en tus entrañas. Dormir, un buen sueño, el único sueño que vale la
pena.
Dr. Goertler: Me temo que se llevaría una decepción ... Las preguntas se-
guirían estando ahí. No va a poder volarlas en pedazos con una pistola.
Ormund: Supongo que usted piensa que, si doy ese salto hacia la oscuri-
dad, me encontraré de vuelta nuevamente en la vieja rutina. Pues, bien, yo
no lo creo. Yo creo que puedo encontrar la paz.
Dr. Goertler: No puede encontrar la paz. La paz no está por ahí perdida,
esperando a que usted la encuentre ... La paz tiene que crearla usted... La
vida no es fácil. La vida no nos ofrece atajos ni escapatorias que no requie-
ran esfuerzo ... Cada uno vive su propio cuento de hadas, el cuento que se
crea uno mismo.
Ormund: ¿Cómo, dándole vueltas al mismo círculo maldito y monótono
de existencia? ¿Es eso lo que cree?
Dr. Goertler: No damos vueltas en círculo ... Nos movemos a lo largo de
un sendero en espiral. No hacemos el mismo viaje desde la cuna hasta la
tumba cada vez ... Tenemos que emprender la marcha cada vez por el
mismo camino; pero, a lo largo de su recorrido, tenemos la posibilidad de
elegir nuestras propias aventuras.
(Citado en Cranston yWilliams, 1994, pp. 387-388).

P: Entonces, usted debe de estar en contra de la eutanasia, por prin-


cipio.
R: ¿Tienen los enfermos terminales derecho a acabar con su vida
cuando su cuerpo se mantiene con vida artificialmente o cuando el
dolor es insoportable? Éste es un tema mucho más complicado.
Yo prefiero la costumbre de los nativos americanos. Cuando uno
siente que ha llegado el momento, simplemente se va a la cumbre de
una montaña y se echa en tierra, y deja que la naturaleza se ocupe de
todo. Evidentemente, si recuerda usted la película Pequeño gran hom-
bre, a veces funciona y a veces no. Ése es el motivo por el cual los tibe-
tanos han desarrollado unos métodos ciertamente sofisticados para
morir voluntariamente.
Dr. Amit Goswami 245

P: Leí en cierta ocasión el relato del superviviente de un suicidio


cercano a la muerte, que tuvo una experiencia en la cual vio a un
niño que seguía a su padre y que decía una y otra vez, «No sabía que
a mamá le fuera a afectar tanto. No lo hubiera hecho si lo hubiera
sabido». ¿Es esto compatible con su modelo científico?
R: Sí, esa historia ilustra bastante bien lo que he dicho acerca del
suicidio, ¿no?

P: Pero, ¿cómo puede uno escuchar palabras en el otro mundo?


R: Esta persona que tuvo una experiencia cercana a la muerte
escuchaba telepáticamente; recuerde que aún no estaba muerto. Uno
puede tener una onda de posibilidad vinculada en el cuerpo sutil, que
la consciencia puede colapsar en tanto en cuanto haya una conexión
con el cuerpo físico. Entonces, uno puede escuchar el mensaje direc-
tamente, sin señales. La imagen que esta persona vio fue quizás su
propia proyección.

P: Ahí va otra pregunta comprometida. ¿En qué momento entra la


mónada cuántica en el nuevo cuerpo encamado?
R: El cuerpo vital (de la mónada cuántica) puede representarse de
inmediato incluso en el embrión unicelular. Pero el cuerpo mental de la
mónada cuántica no se puede representar hasta que el feto desarrolla el
cerebro, lo cual lleva de catorce a dieciséis semanas. Por tanto, la vida
como ser humano sólo puede comenzar en torno a ese momento.

P: Cambiemos de tema. ¿Qué hay de la comida y del sexo cuando


estamos desencarnados?
R: La comida y el sexo sirven al cuerpo físico en los papeles espe-
cíficos del metabolismo y la reproducción. No tienen una función co-
rrespondiente en la mónada cuántica.

P: Me estaba preguntando cómo evitar el aburrimiento durante mi


larga pausa entre vida y vida. Detesto el aburrimiento.
R: Eso me recuerda otra historia. Un hombre se muere y se des-
cubre de pronto en un hermoso lugar. Al cabo de un rato, el mero
246 La física del alma

disfrute del entorno le resulta aburrido, y se pone a pensar en la comi-


da. Al instante, aparece el encargado.
-¿Cómo puede uno encontrar comida aquí? -pregunta.
-Oh, bueno, piensas en la comida y, simplemente, aparece co-
mida -le responde.
Así que sigue las instrucciones y se zampa una comida de su gus-
to; pero, al cabo de un rato, le surge un deseo diferente. El encargado
vuelve a aparecer y, una vez más, le dice que piense en lo que quiere.
En consecuencia, aparece una hermosísima mujer. Tiene sexo con ella
unas cuantas veces, pero no tarda en ser presa del aburrimiento de
nuevo. Llama al encargado otra vez y se queja ante él, no sin cierta
irritación:
-Creía que en el Cielo uno nunca se aburre. Creía que sólo ha-
bría aburrimiento en el Infierno.
y el encargado, sorprendido, le responde:
-¿Y dónde se cree usted que está?
Cuando morimos, nos llevamos con nosotros nuestras disposi-
ciones. Si usted se ve acosado por el aburrimiento (que es el mayor
sufrimiento en esta era de la información), entonces, con todo ese pro-
cesamiento inconsciente por delante (que es de lo que trata la muerte),
va a crear una experiencia infernal de aburrimiento usted solito; y el
recuerdo de eso le va a incomodar a usted cuando reencarne. Trabaje
sobre sus disposiciones ahora, antes de que sea demasiado tarde.

P: Cuando muere un niño que aún no ha tenido tiempo de adquirir


muchos condicionamientos, ¿qué ocurre con su mónada cuántica?
R: Las experiencias de los niños en el otro lado pueden ser bas-
tante puras y hermosas. Evidentemente, en niños muy pequeños, las
disposiciones de su vida anterior pueden dominar todavía su expe-
riencia en el otro lado.

P: Cuénteme más cosas acerca de los ángeles.


R: Creía que no me lo iban a preguntar nunca. Lo que llamamos
ángeles son aquellas mónadas cuánticas que han cumplido con su kar-
ma y que «renacen» en la forma de Sambhogakaya. Están dispuestas a
Dr. Amit Goswami 247

ayudar a los demás a través de la canalización, aunque quizás nunca


vuelvan a encarnar en un cuerpo físico. Quizás no sea exactamente
como en la película ¡Qué bello es vivir!, pero se aproxima mucho.
En el budismo Mahayana, el ideal supremo no es la liberación en
la clara luz del cuarto bardo después de la muerte, sino convertirse en
un bodhisattva (aquel que espera en la puerta para ayudar a los demás
hasta que todo el mundo se haya liberado). Creo que eso de esperar
en la puerta se refiere al renacimiento en la forma desencarnada de la
mónada cuántica en los dominios angélicos de Sambhogakaya.

P: ¿Qué les ocurre a aquellos que eligen la clara luz?


R: Que funden su identidad con la consciencia; con Dios, si lo
prefiere. Se convierten, en la no-localidad intemporal, en espectadores
de toda la obra que se representa ante ellos.

P: Ah, Dios. Eso me recuerda algo. No acabo de entender muy bien


la diferencia entre su idea de Dios y su idea del yo cuántico.
R: Dios y el yo cuántico son conceptos muy similares, dado que
el yo cuántico, al igual que Dios, es también la consciencia universal.
Pero utilizamos una terminología o la otra en función de la perspec-
tiva. Si la perspectiva es desde este lado (el lado manifiesto) de la je-
rarquía entrelazada, el yo cuántico es el término más adecuado para
el creador, porque está teniendo lugar en conexión con un complejo
particular cuerpo-mente. Si, por el contrario, estamos trabajando con
conceptos desde el lado trascendente, por ejemplo, cuando hablamos
del creador como un todo, de la totalidad de todas las experiencias
del yo cuántico de todas las personas, Dios será el término más ade-
cuado.

P: Cambiemos de tema. ¿Tienen alma los animales?


R: En esta cultura se instauró cierto prejuicio contra la idea de
que los animales tienen alma, debido por una parte a las directrices de
la Iglesia en contra de esa idea, y por otra a que Descartes pensaba que
los animales no eran más que máquinas sin mente. Es cierto que los
animales están dirigidos por instintos condicionados, pero cada espe-
248 La física del alma

cie tiene su propio tema colectivo que satisfacer. Así, al menos, los
animales tienen almas grupales, una mónada para toda la especie. 51

P: ¿Por qué debería creer un cristiano en la reencarnación? En el


cristianismo, tenemos algunas buenas ideas acerca de las realidades
post mortem. Cuando morimos, vamos al purgatorio, donde espera-
mos hasta que llegue el Día del Juicio. Los verdaderos cristianos re-
sucitarán el Día del Juicio Final en sus cuerpos físicos, y se harán
inmortales, disfrutando de la vida eterna en el Cielo, en la morada
de Dios.
R: Hay buenas ideas, y no veo ninguna incompatibilidad entre
estos conceptos y la hipótesis de la reencarnación. El purgatorio es algo
más que esperar en el limbo. Santa Catalina de Génova decía: «El alma,
viendo que no puede, debido al impedimento, alcanzar su fin, que es
Dios, y que el impedimento no se puede eliminar de ella, excepto por
medio del purgatorio, prontamente y por voluntad propia se mete de
inmediato en él». Esta idea se parece mucho a la que los orientales y,
actualmente, la nueva ciencia vienen proponiendo: que elegimos nues-
tra próxima encamación en función de las necesidades de nuestra rea-
lización monádica. Como dice el filósofo Geddes MacGregor, ambas
ideas, la del purgatorio y la de la reencarnación, se pueden integrar si
se hacen ciertos ajustes. «Si se adaptan así -dice MacGregor-, puede
verse que la serie de encarnaciones o cadena de renacimientos funcio-
na de forma muy parecida al purgatorio cristiano, en tanto en cuanto
es una expresión perfecta de las penas del purgatorio, las cuales, a pe-
sar de la intensidad de su angustia, no dejan de ser gozosas, pues son
las penas del amor, que comportan tanto el sufrimiento más agudo
como la más extática alegría» (MacGregor, 1992, p. 150).

P: ¿A qué ajustes se refiere usted?


R: El objetivo clásico de las religiones orientales reencarnaciona-
les es la liberación y la reidentificación con la consciencia, el funda-
mento del ser, concebida popularmente como la unión o fusión con

51 El filósofo Arthur Young coincide conmigo en este punto. Véase Young, 1976.
Dr. Amit Goswami 249

Dios. En las religiones occidentales monoteístas (que son también


dualistas, pues Dios está separado del mundo), el énfasis se pone en
alcanzar la morada celestial y vivir con Dios como seres perfectos,
aunque separados.
Los ajustes que usted tiene que hacer estriban en reconocer que,
dentro de cada una de estas tradiciones, se encuentra también el otro
objetivo, si bien no es el objetivo preeminente. En las tradiciones eso-
téricas, entre las que se encuentran las ramas místicas de las religiones
occidentales, descubrimos que la meta suprema de la humanidad es
darnos cuenta de que somos eso, y renunciar a nuestras identidades
separadas; dicho de otro modo, la gran liberación de la unión con
Dios. Por otra parte, muchas ramas de las tradiciones orientales po-
nen el énfasis en permanecer separados de Dios, incluso después de
alcanzada la perfección. Por ejemplo, para muchos budistas, el objeti-
vo es convertirse en bodhisattvas; ¿y qué son los bodhisattvas, sino
seres perfeccionados que se encuentran en el Cielo, pero que siguen
siendo no obstante entidades separadas? Muchos hindúes de la tradi-
ción vaishnava creen que el jiva (la mónada cuántica) nunca renuncia
a la identidad ante el ser supremo.

P: No ha hablado usted de la resurrección. ¿Cómo reconcilia esa


idea con su ciencia?
R: Una vez más, lo que nos confunde es el punto de vista conven-
cional, popular. En Corintios 1, San Pablo dice que el cuerpo de resu-
rrección es diferente del cuerpo físico perecedero; que es pneumatikos,
un cuerpo espiritual, imperecedero. Es posible interpretar este cuerpo
espiritual como un cuerpo de Sambhogakaya, fuera del ciclo de muer-
te y renacimiento, una mónada cuántica desencarnada cuyo trabajo
en la Tierra ha concluido.
Si jesús renació en un cuerpo espiritual o cuerpo de Sambho-
gakaya, ¿podrían haberle visto los apóstoles resucitado? Sí. No existe
nada en la historia de la resurrección que no encaje. Los apóstoles
estaban vinculados con el cuerpo espiritual desencarnado de jesús;
por tanto, eran capaces de experimentar las propensiones de jesús,
memorizadas en el cuerpo sutil. En la pureza de su intención, que
250 La física del alma

ellos compartían conJesús, quizás tuvieron acceso simultáneamente a


la ventana no-local de las encarnaciones de Jesús. y las proyecciones
que vieron pudieron formarse mediante el mismo mecanismo que se
emplea en las apariciones. La experiencia de San Pablo camino de Da-
masco, la experiencia de ver una luz intensa y de escuchar las palabras:
«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?», encaja también con esta inter-
pretación de la resurrección (sin embargo, véase el capítulo 12 si desea
un punto de vista más optimista).

P: Así pues, según su opinión, ¿la reencarnación es científica?


R: Le tengo que contestar con un estruendoso sí. Piense en ello.
Los datos existentes sobre la reencarnación nos proporcionan eviden-
cias definitivas de que la mente no es el cerebro, porque sobrevive a la
muerte del cuerpo físico. Por otra parte, el propósito de la ciencia es
llevar las realizaciones, las experiencias y la sabiduría privadas de las
personas a la arena pública a través del desarrollo de teorías y experi-
mentos en los cuales todo el mundo pueda participar en principio y
que a todo el mundo le resulten útiles. y creo que el modelo que he-
mos estudiado aquí satisface este propósito.

P: La vida ya es suficientemente complicada como para tener que


preocuparse de vidas pasadas o futuras. ¿Para qué tenemos que mo-
lestamos con eso? ¿Acaso las ideas acerca de la reencarnación son
valiosas para las personas en general, para personas que, por ejem-
plo, no tienen ninguna necesidad terapéutica de eso?
R: Decididamente, sí. En primer lugar, las ideas acerca de la reen-
carnación pueden ser de gran ayuda para las personas normales si les
hacen ver el valor que puede tener la ética en su vida. En las socieda-
des materialistas, la ética se contempla como algo relativo; esto erosio-
na la moral, las leyes no pueden reemplazar el papel de la moralidad
con la suficiente rapidez, y las sociedades degeneran, como podemos
ver hoy en día por todas partes. Pero si las personas saben que un com-
portamiento poco ético en esta vida va a tener unas repercusiones kár-
micas en la próxima vida, la ética se va a convertir en algo ciertamente
importante. En segundo lugar, la idea de la reencarnación nos permite
Dr. Amít Goswami 251

ver que la muerte forma parte de un viaje creativo; y esta realización


puede cambiar por completo nuestra actitud con respecto a la muerte,
así como minimizar el miedo ante ella, cambiando por otra parte, por
sus implicaciones, nuestra actitud ante la vida. Y por último, pero no
menos importante, la teoría de la reencarnación nos dice que venimos
a la Tierra en una encarnación en concreto con cierto trabajo impor-
tante que hacer, con algunos contextos que aprender, con algún mal
karma que eliminar. Dicho de otro modo, tenemos un destino que
cumplir. Las personas que son conscientes de su destino no se ven
acosadas por preguntas acerca del sentido de la vida, pues lo conocen.

P: A medida que cambie la visión del mundo del materialismo ac-


tual hasta esa visión basada en la primacía de la consciencia, que
acepta una visión reencamacional de la vida y la muerte, ¿cómo cree
usted que cambiará el ser humano?
R: Las sociedades materialistas tienen su foco en el placer y en el
consumo, alimentado con artilugios materiales para el entretenimien-
to cada vez más novedosos. El foco se halla siempre en la materia, o
bien en la mente, pero en su mínimo común denominador: la infor-
mación. Percatarse de que el objeto de la vida humana no es el placer,
ni el consumo ni el entretenimiento, sino el gozo del aprendizaje y de
la creatividad, traerá de nuevo el foco hacia nosotros. ¿Cómo puedo
manipular mejor la materia para construir más artilugios para el en-
tretenimiento? ¿O cómo puedo utilizar la mente para procesar cada
vez más información? Estas preguntas cederán el paso a: ¿Cómo pue-
do transformarme para que pueda manifestar el propósito creativo
que elegí para mí mismo antes de nacer? No estoy diciendo que ten-
gamos que dejar de investigar la materia o que tengamos que abando-
nar la información, sino que convendría que nos dirigiéramos tam-
bién hacia la transformación, hacia un verdadero servicio a la
humanidad. El foco importante está siempre en nosotros, en nuestra
creatividad, nuestra felicidad (que no hay que confundir con el mero
placer sensorial).
En el contexto de la reencarnación, nuestra relación con el me-
dio ambiente natural no termina en esta vida. No sólo nos comporta-
252 La física del alma

mas mejor con el entorno por el bien de nuestros nietos, sino también
por nuestro propio bien. Nosotros mismos, en una encarnación futu-
ra, tendremos que lidiar con los daños que le hayamos hecho al medio
ambiente. Las personas con las que me relaciono en esta vida pueden
estar kármicamente entrelazadas conmigo desde hace muchas vidas.
¿Cómo deshago el enredo del karma pasado?

P: Entonces, las personas se harán más sensibles con respecto a sí


mismas, a sus relaciones y al medio ambiente. ¿Tiene algún consejo
en cuanto a cómo potenciar esta sensibilidad ahora para llevar a tér-
mino el trabajo?
R: Tenemos que preguntarnos: ¿cómo puedo renunciar a mi iden-
tificación con el actual melodrama centrado en los contenidos, y cómo
puedo identificarme con el viajero centrado en los contextos que soy y
que he sido a través de muchas reencarnaciones? (Lea el capítulo 9.)
La física de la inmortalidad

La gente teme a la muerte, y de ahí que busque la inmortalidad. Se


puede hacer una lista de best sellers sólo con libros acerca de la inmor-
talidad, lo cual es un indicio de lo difundida que está la creencia po-
pular de que la inmortalidad es una posibilidad. Algunos científicos
suscriben también esta creencia cuando dirigen sus investigaciones a
la invención de un fármaco de la inmortalidad o algo así. Formalmen-
te, la ciencia materialista ha reemplazado la búsqueda de la inmortali-
dad personal por la búsqueda de las leyes científicas de la inmorta-
lidad. Pero lo que la ciencia ha intentado conseguir formalmente no
ha impedido que las personas de la calle y los científicos sigan buscan-
do la inmortalidad del cuerpo físico.
Si hablamos de átomos, los átomos de nuestro organismo son
prácticamente inmortales, y se reciclan una y otra vez. De vez en
cuando, enseño física básica a personas no científicas. Los libros de
texto en este nivel no dejan de repetir que todos compartimos unos
cuantos átomos que alguna vez formaron parte del cuerpo de Cleopa-
tra, de Gandhi o de john Lennon. Supongo que ésta es la versión
materialista de la reencarnación. «Incluso mientras usted está vivo, y
ciertamente cuando muere, los átomos y las moléculas que actual-
mente le dan a usted su forma y su apariencia se desprenden y se es-
parcen en otras formas de construcción», dice el filósofojohn Bowker.
La muerte no tiene otra trascendencia que la de ser el modo en que el
254 La física del alma

universo opera: los átomos se congregan en una estructura, se disipan


y forman otras estructuras.
Algunos biólogos asumen el punto de vista de la inmortalidad de
los genes en lugar de la inmortalidad de los átomos. En primer lugar,
dicen, observe que las criaturas unicelulares, como las bacterias, no
mueren en el sentido habitual del término; simplemente, se replican
de vez en cuando, en realidad no hay individualidad de vida en modo
alguno. Ciertamente, con la reproducción sexual, el ADN de una cria-
tura se empareja con el de otra, tienen lugar algunas recombinaciones
genéticas, y la individualidad entra en escena. Pero también aquí, di-
cen estos biólogos, observe que los genes son inmortales; simplemen-
te, recirculan para formar nuevas combinaciones.
Si no fuéramos otra cosa que máquinas genéticas (Dawkins,
1976) (<<una persona es el modo que tienen los genes de hacer otro
gen» ), si no fuéramos más que la vestimenta externa de los genes,
nuestras vidas no tendrían significado después haber procreado; la
muerte, entonces, no sería otra cosa que un reciclado de materias pri-
mas para la supervivencia de las siguientes generaciones de máquinas
genéticas. Pero este limitado punto de vista no le da la importan-
cia que merece a las esperanzas, las aspiraciones y los propósitos por
los que vivimos hasta que llega la muerte, que parece terminar con
todo. Así, no nos sorprende que el deseo de inmortalidad no quede
satisfecho con el conocimiento de que los átomos y los genes sean
virtualmente inmortales. Y así, la búsqueda continúa.
La búsqueda de la inmortalidad suele abordarse desde varios con-
textos diferentes:

1. La búsqueda de una droga o fármaco que le devuelva la vida a una


persona muerta y la rejuvenezca.
2. La búsqueda de la inmortalidad en el cuerpo físico, sea en la for-
ma de una droga de la inmortalidad o en la búsqueda de un cuer-
po eternamente joven que, de algún modo, desactive los mecanis-
mos o agentes del envejecimiento del organismo.
3. La inmortalidad como resurrección en el cuerpo físico mediante un
plan divino o una gracia, tal como la contemplan los cristianos.
Dr. Amit Goswami 255

4. La inmortalidad fuera del tiempo, a través de una búsqueda espi-


ritual de liberación. Ésta es la inmortalidad de la que suelen ha-
blar los filósofos espirituales.

Las personas también buscan la inmortalidad a través de la fama, con


la idea de que, si eres lo suficientemente famoso, vivirás en la memo-
ria de los demás, en los libros de historia y en el folklore. Ejemplos de
esto son Alejandro Magno, la reina Ana y Robin Hood, que se han
hecho inmortales en nuestra memoria, en nuestra mente. Pero no ne-
cesitamos hablar de este tipo de inmortalidad en un contexto cientí-
fico.
Además, observe que los que plantean la inmortalidad espiritual
mantienen que los tres primeros contextos para hablar de la inmorta-
lidad no son infalibles. La inmortalidad en el cuerpo físico, un cuerpo
eternamente joven o resucitado de entre los muertos por medio de
una droga o de la gracia no es una verdadera inmortalidad; y no puede
serlo, dicen, porque este tipo de inmortalidad se contempla como algo
que sucede dentro del tiempo. Al final de los tiempos, este tipo de
inmortalidad tiene que llegar a su fin. Pues el tiempo, por lo que sabe-
mos, tiene un fin. El planeta Tierra será destruido, junto con toda su
vida sintiente, cuando el sol se convierta en una estrella gigante roja;
ése será el fin de los tiempos en la Tierra. El universo llegará a una
ignominiosa y ardiente muerte cuando pierda finalmente su batalla
con la entropía; mucho antes, las condiciones para la vida serán impo-
sibles en cualquier parte del universo; ése será el fin de los tiempos
para todo el mundo manifiesto.
Sin embargo, la búsqueda de una droga de la inmortalidad o de
un cuerpo eternamente joven es tema de conversación porque se
basan en deseos materiales que generan mucho interés. Y la resu-
rrección, tal como se plantea en el cristianismo, es tema de conver-
sación porque, junto con la reencarnación, es probablemente la si-
tuación hipotética post mortem más intrigante que jamás hayan
intuido los seres humanos. Y lo cierto es que estas situaciones hipo-
téticas tienen sus propias respuestas ante el argumento del «final de
los tiempos». Aunque claro está que si la inmortalidad más allá del
256 La física del alma

tiempo es la verdadera inmortalidad, ciertamente merecerá la pena


hablar de ella.
En última instancia, parece que sólo existen dos modos de buscar
la inmortalidad: uno material y otro espiritual. Si lo piensa bien, verá
que todas las búsquedas de las que hemos hablado arriba caen dentro
de una o de otra de estas dos categorías.
Pero el objetivo de este capítulo no es sólo el de hablar de estas
dos grandes búsquedas del ser humano, sino también el de apuntar
una tercera forma de definir la búsqueda de la inmortalidad que está
emergiendo poco a poco y que integra tanto la inmortalidad material
como la espiritual.

La búsqueda de la inmortalidad material

Probablemente, la alusión más antigua a una droga que pudiera traer


de vuelta a alguien de entre los muertos se encuentre en el mito sume-
rio de Gilgamesh, cuya búsqueda comenzó tras la muerte de su mejor
amigo. Después de muchas aventuras, Gilgamesh encontró una planta
que rejuvenecía incluso a los muertos, pero se la arrebató una serpien-
te en un descuido.
Sin embargo, en la gran epopeya india, el Ramayana, el famoso
dios-mono Hanumán encuentra y trae consigo la planta bishalyakarani
para rejuvenecer a Rama (el héroe del Ramayana) ya sus soldados, que
habían muerto en un episodio de la guerra que mantenían contra el
rey-demonio Ravana para rescatar a Sita, la esposa de Rama, a la que
Ravana había secuestrado. Rama y su ejército rejuvenecieron y, con el
tiempo, ganaron la guerra y rescataron a Sita; pero todo lo que había
de la planta se utilizó en aquel proceso, y desde entonces ya nadie la
ha visto de nuevo.
Hay también una historia en el Mahabharata en la cual el gran
océano se revuelve merced al poder combinado de suras y asuras, dio-
ses y demonios, que buscan amrita, la poción de la inmortalidad que
los dioses beben para hacerse inmortales. Pero a los demonios se les
impidió subrepticiamente beber de la poción, y así es como pudieron
Dr. Amit Goswami 257

matarlos. (En realidad, este mito tiene un gran significado metafórico.


Los demonios representan las emociones negativas; gracias al hecho
de no haber conseguido la poción de la inmortalidad, pudieron ser
vencidos y muertos. Sólo los dioses, que representan las emociones
positivas, pueden ser inmortales.)
Evidentemente, también se habla de una poción de la inmortali-
dad en Occidente, donde recibe el nombre de ambrosía, el alimento
de los dioses, si bien nunca ha estado a disposición del consumo huma-
no. Pero existen datos que sugieren que, si vivimos de la forma ade-
cuada, limitando el estrés, ingiriendo alimentos correctos y no más de
un vaso de vino en las comidas, podremos disfrutar de una larga y
saludable vida (Pelletier, 1981). (Véase también Chopra, 1993.) Si es
posible disfrutar de una vida larga y saludable, ¿se hallará la inmorta-
lidad mucho más lejos? Quizás podamos potenciar ese estilo de vida
adecuado con una planta de la inmortalidad, con hongos tal vez. No
se ría. El investigador de hongos psicodélicos, Terence McKenna, su-
giere con toda seriedad esta idea. Cree que la ingestión de «dosis he-
roicas» de hongos psicodélicos puede ser el modo de alcanzar la in-
mortalidad al final de los tiempos (McKenna, 1991).
Pero se han propuesto otras vías hacia la inmortalidad material.
En un episodio de la serie de televisión Picket Fences, la trama se de-
sarrolla en torno al dilema ético que genera la tecnología de la conge-
lación de un ser humano vivo (en este caso, un niño con cáncer ter-
minal), hasta que llegue el momento en que haya una cura para el
cáncer. ¿Debe uno aceptar la pequeña oportunidad que le brinda la
congelación en vistas a una posible curación futura, o será mejor dejar
que el niño disfrute de los seis meses que le quedan de vida?
La idea de prolongar la vida mediante la congelación la han su-
gerido pensadores de la Nueva Era como Robert Ettinger y Timothy
Leary. En el programa de congelación de Ettinger, la idea consiste en
congelar el cuerpo con el fin de suspender toda decadencia orgánica
hasta que la ingeniería genética u otros milagros de la ciencia puedan
utilizarse para rejuvenecer el cuerpo y devolverle la juventud (Ettin-
ger, 1964). Ante esto, Leary añadió la idea de preservar los recuerdos
digitalizados de la persona congelada por si acaso.
258 La física del alma

¿Por qué morimos? Morimos debido al avance de la entropía, que


desgasta y consume nuestro cuerpo en el proceso de la vida adulta. La
vida es el campo de batalla de dos fuerzas: la creatividad y el condicio-
namiento. El condicionamiento permite que nuestro cuerpo funcione
dentro de unos patrones establecidos. Desgraciadamente, a medida
que estos patrones se deforman debido al avance de la entropía, co-
menzamos a enfermar. 52 Es necesaria la creatividad del cuerpo-mente
para establecer nuevos senderos de vida saludable.
Las investigaciones sobre la creatividad han demostrado que el
acto de creación supone un procesamiento inconsciente, es decir, un
procesamiento sin conciencia, sin la experiencia de la escisión sujeto-
objeto, de posibilidades cuánticas acumuladas en el complejo corporal
físico/vital/mental/temático. El procesamiento inconsciente lleva a re-
pentinas inspiraciones, que son saltos cuánticos de elección que reali-
za la consciencia de entre todas estas posibilidades (Goswami, 1996).
La sanación-creatividad del cuerpo supone un procesamiento cuántico
inconsciente de visualizaciones mentales de salud enlazadas emocio-
nalmente, que se alterna con las acciones de lucha contra la enferme-
dad, todo lo cual lleva a unos saltos cuánticos de inspiración; a esto se
le denomina sanación cuántica (Chopra, 1989).
Pero, aun cuando seamos creativos con nuestro cuerpo, durante
la evolución, la consciencia optó por imponer un límite definitivo en
lo relativo al tiempo que deberíamos vivir. La mayoría de nuestras cé-
lulas se pueden reproducir sólo un número finito de veces, alrededor
de cincuenta, y cada vez que los cromosomas de las células de nuestro
cuerpo se reproducen, el ritmo de reproducción desciende un poco.
Con el tiempo, deja de haber reproducción, y las células mueren. Esta
muerte celular programada recibe el nombre de efecto Hayflick, debi-
do a que fue el médico Leonard Hayflick (1965) el que lo descubrió,
mientras experimentaba con cultivos de laboratorio de células huma-
nas, pero se cree que sus resultados tienen validez universal.

52 Debido o que los cuerpos sutiles no tienen lo diferenciación micro-macro y sus movimientos son
siempre cuánticos y no degeneran nunca en clásicos, ni siquiera por aproximación, no existe lo
entropía en los mundos sutiles y, por tonto, no hay deterioro.
Dr. Amit Goswami 259

En cuanto a los seres humanos, el efecto Hayflick se traduce en


una duración de la vida de en torno a cien años. ¿Por qué optó la
consciencia por limitarnos de este modo? La supervivencia es un fac-
tor crucial en la evolución. En un ecosistema finito, tiene sentido que
las vidas de todos las criaturas tengan una duración finita, y parece
que la naturaleza se asegura de que sea así.
Cuando se revive a animales previamente congelados, éstos vi-
ven sólo el tiempo que resta de su duración normal de vida, no más.
De modo que la congelación no parece capaz de alterar las órdenes del
efecto Hayflick (los cromosomas, ¿recuerda?). Pero gente como Ettin-
ger y Leary esperan que la ciencia del futuro sea capaz de burlar los
límites del efecto Hayflick.
K. Eric Drexler (1986) anticipa la existencia futura de máquinas
de reparación celular basadas en la tecnología de pequeña escala, la
nanotecnología. Sostiene que el envejecimiento «no es diferente de
cualquier otro trastorno físico». El envejecimiento viene como conse-
cuencia de que, en algún lugar del organismo, las máquinas molecu-
lares no están trabajando adecuadamente. Arregla la máquina con la
nanotecnología, y tendrás una juventud ilimitada, un cuerpo eterna-
mente joven.
Pero el espectro del efecto Hayflick se cierne sobre la cabeza de
todas estas ideas. ¿Existe alguna manera de sortear el efecto Hay-
flick?
El médico Deepak Chopra lo sabe todo acerca del efecto Hayflick,
pero no cree que sus órdenes sean invencibles (Choopra, 1993). A tra-
vés de una dieta sana, de la reducción del estrés, del yoga, la medita-
ción y del equilibrio del organismo merced a las técnicas trazadas en
la medicina védica del Ayurveda, Chopra dice que el ser humano se
puede aproximar a la hazaña de tener un cuerpo eternamente joven.
Después de todo, los antiguos yoguis de la India y el Tíbet quizás fue-
ran capaces de ralentizar las funciones corporales con las prácticas
arriba indicadas hasta el punto de llegar a vivir cientos de años.
Pero, admitámoslo, esto sigue siendo una hermosa promesa.
Aunque, si tenemos que depender de promesas, ¿por qué no prestar
atención a las promesas de los maestros religiosos del pasado y del
260 La física del alma

presente? Podemos comenzar con Zaratustra, el fundador iranio de la


religión del zoroastrismo. Según la visión de Zaratustra, al final de los
tiempos, la fuerza del todopoderoso Ahura Mazda resucitará los cuer-
pos de todas las personas, que a partir de ese momento se lo pasarán
bomba. «Mantendrán relaciones sexuales con sus esposas, como lo
hacen ahora en la Tierra, pero no nacerán hijos de ellas.» La inmorta-
lidad con sexo por puro amor. ¿Qué más quiere?
Pero las ideas de Zaratustra reverberan en algunas interpretacio-
nes de la resurrección en el cristianismo, y de ahí que sigan siendo
populares hoy en día. Muchos cristianos (por ejemplo, los Testigos de
Jehová) creen que habrá un Armagedón, después del cual algunas per-
sonas recuperarán su cuerpo físico por la gracia, para vivir eternamen-
te (sólo los que se hayan salvado, claro está) en presencia de Dios.
Incluso un libro basado en la física materialista intenta sustentar este
punto de vista con una nueva propuesta para las ecuaciones de la física
(Tipler, 1994).
Aquí tiene lo esencial de las ideas que se están poniendo en juego
en la búsqueda de la inmortalidad en un cuerpo material. El filósofo
Michael Grosso las resume acertadamente cuando dice: «Así, cerra-
mos el círculo con Zoroastro (Zaratustra), quien, al igual que Terence
McKenna, ve el fin de la historia como una gigantesca fiesta, una fiesta
a la cual estará invitada la familia humana en su totalidad, incluidos
los muertos» (Grosso, 1995).53

La búsqueda de la inmortalidad espiritual y la ciencia


de la liberación

Parece justo argumentar que la verdadera inmortalidad es intemporal,


que tiene lugar fuera del tiempo. El tiempo trae pesares, miedos y tor-
mentos, problemas y males que nos impiden ser libres. Cuando des-
cubrimos esto, nos liberamos en vida (jivanmukta) y alcanzamos la

53 He recibido uno importante ayuda de Grosso, 1995, (capítula 11 L en la investigación del


material de esta sección.
Dr. Amit Goswami 261

inmortalidad después de la muerte. El novelista Hermann Hesse, cap-


tó en Siddhartha la intemporalidad del Ser inmortal en esta conversa-
ción entre Siddhartha y su amigo Govinda:
«¿Has aprendido también [este] secreto del río, que no existe eso
que llaman tiempo? ¿Que el río está en todas partes al mismo tiempo,
en su nacimiento y en su desembocadura, en la cascada, en la barca, en
la corriente, en el océano y en las montañas, en todas partes, y que
para él sólo existe el presente, no la sombra del pasado ni la sombra
del futuro?»
«Así es -dijo Siddhartha-, y cuando aprendí eso, revisé mi vida y
vi que era también un río, y Siddhartha el niño, Siddhartha el hombre
maduro y Siddhartha el anciano sólo estaban separados por sombras,
no por la realidad. Las vidas anteriores de Siddhartha tampoco esta-
ban en el pasado, y su muerte y su regreso a Brahmán no están en el
futuro.» (Hesse, 1973.)
¿Cómo se puede ir más allá del tiempo? Las experiencias intem-
porales, llamadas samadhi en sánscrito, no son tan extrañas. Por ejem-
plo, en la creatividad, cuando tenemos una inspiración, damos mo-
mentáneamente un salto cuántico discontinuo en la intemporalidad.
Pero actuamos en el tiempo, donde se manifiestan los actos creativos
ordinarios en las artes, la música y las ciencias, los actos de la creati-
vidad exterior. Incluso en la creatividad interior, las inspiraciones
creativas acerca de nuestra verdadera naturaleza, que nos ayudan a
llevar nuestra identidad hasta más allá del ego, tienen una meta: la
transformación. Percatarse de que el Ser está más allá del tiempo es ir
más allá de la creatividad; es la liberación, dicen los sabios (Krishna-
murti, 1992).
No podemos iniciar seriamente el viaje hacia la liberación en tan-
to en cuanto estemos enamorados de la mente y de sus humores. No
se puede iniciar en tanto en cuanto estemos en conflicto con los prin-
cipios éticos por causa de nuestras acciones. No se puede iniciar seria-
mente en tanto en cuanto nos aferremos a este o aquel guna; ni siquie-
ra sattwa, la creatividad, nos hace libres en última instancia.
Es el «percatarse» de la verdad lo que nos hace libres, la verdad
de que yo soy el todo, yo soy Brahmán. Una vez se conoce la verdad de
262 La física del alma

la realidad de Brahmán, y una vez se revela la naturaleza epifenoméni-


ca del mundo manifiesto, dejamos de identificarnos con un complejo
cuerpo-mente concreto, salvo por necesidades funcionales.
Entonces, ¿qué ocurre con el karma que ha estado actuando en
este complejo cuerpo-mente concreto, qué ocurre con el prarabdha?
El karma prarabdha sigue su curso comportamentalmente, dicen los
sabios, pero el ser liberado ya no se identifica con él.
La toma de conciencia de la verdad acerca del yo (que el yo es
todo) es un verdadero salto discontinuo, un gigantesco salto cuántico.
Pero existe cierto debate en las tradiciones acerca de la necesidad de
este salto cuántico. Hay quien mantiene que el viaje hacia la liberación
es continuo: para llegar a la verdad no se necesita un salto disconti-
nuo, sino que más bien inicia la posterior contemplación sobre la ver-
dad, profundizando y purificando la propia comprensión en la medi-
tación.
Pero pregunto: ¿quién es el que contempla la verdad para profun-
dizar la comprensión? No hay ningún «hacedor» individual. Si es la
voluntad de Dios, la voluntad del todo, ciertos complejos cuerpo-men-
te se verán atraídos hacia este programa de purificación.
En este programa de purificación para el complejo cuerpo-mente,
nos concentramos en trascender los opuestos: el bien y el mal, sujeto
y objeto, los gunas, el cuerpo y la mente. Sacrificamos nuestras prefe-
rencias y llegamos a la ecuanimidad. Nuestros deseos se desvanecen.
Esto es el karma yoga; seguimos actuando, pero con una nueva acti-
tud. No somos apáticos en nuestra acción (es imposible actuar de la
forma adecuada con apatía), pero ejercemos cierto grado de lo que
Franklin Merrell-Wolff denominaba «elevada indiferencia», ecuani-
midad con compasión (Merrell-Wolff, 1994). Cuando nos sometemos
a la voluntad del Uno de forma tan absoluta que nuestra voluntad se
convierte en la voluntad del Uno y viceversa, es cuando damos el salto
cuántico a la completa libertad.
Lo cierto es que, en lo relativo a la liberación, uno tiene que abra-
zarse a la sutileza. Tenemos que «ver» que estamos ya liberados, que
no hace falta ninguna transformación, ningún logro. Renunciar a los
logros catapulta nuestra práctica jnana hasta el abrazo natural de la
Dr. Amit Goswami 263

alegría espiritual, del gozo. De igual modo, el ejercicio del amor se


hace ahora dulce, que en sánscrito recibe el nombre de madhurang.
Dulce, dulce rendición, sometimiento.
¿Cómo se consigue esto, este sometimiento total de la voluntad
ante la voluntad de Dios? Ésta es la transición discontinua que no se
puede evitar, ni siquiera en esta vía de pensamiento.
Cuando una persona se libera, ya no hay más renacimientos.
y así, cuando tal persona muere, disfruta de la inmortalidad en el es-
píritu; la mónada cuántica nunca más volverá a nacer: ha visto el final
de los tiempos.
¿Cómo vive esa p~rsona en el mundo, aquella persona que es un
jivanmukta, una persona libre estando en vida? ¿Qué ocurre cuando
la libertad de Dios está a disposición de un cuerpo-mente humano
encarnado? La respuesta de que el karma acumulado se vive ahora sin
apego no satisface. Afortunadamente, está emergiendo otra respuesta,
concretamente a partir de los atisbos del sabio Sri Aurobindo (1955).
Se me eriza la piel sólo de pensar que aquello de lo que estoy
hablando se encuentra dentro de nuestro potencial. Un día, estaba yo
leyendo uno de los libros de Sri Aurobindo, en el cual habla del ser en
la supermente, en el plano supramental de la existencia (Aurobindo,
1989). Cualquier persona interesada en la filosofía puede reconocer
estas ideas. Pero comprender su significado es una cosa muy distinta.
Aquellos de nosotros que nos encontramos habitualmente en nuestra
mente, salvo en aquellos instantes ocasionales y fugaces en que nos
adentramos en la supermente (en los momentos de inspiración crea-
tiva, por ejemplo), ¿cómo podemos comprender la supermente? No
sé si alguna vez llegaré hasta el ser supramental, y sin embargo la idea
me intriga, tanto como lo hizo aquel día.
Mi mente se abrió, se hizo blanda y maleable. Estaba leyendo un
párrafo en el cual Aurobindo parece exponer la idea de que las perso-
nas de la supermente, habiendo alineado su voluntad con la voluntad
divina, tienen ahora la habilidad de explorar una nueva esfera de crea-
tividad, una creatividad que está más allá de las leyes de la ciencia. De
repente, mientras leía aquello, empecé a comprender. Sentía escalo-
fríos que me recorrían la espina dorsal, y tuve la clara sensación de
264 La física del alma

que Aurobindo estaba allí mismo para ayudarme a comprender la


enormidad de esta idea.
También me di cuenta, con la ayuda de la guía invisible que esta-
ba sintiendo, de que existe la posibilidad de la búsqueda de la inmor-
talidad como parte de esta expresión supramental. Nunca llegaremos
a comprender plenamente la inmortalidad hasta que descubramos el
modo de permanecer de forma estable en la supermente.
En el Katha Upanishad, cuando Nachiketa fue a visitar al dios de
la muerte, Yama, con la intención de encontrar la clave de la inmorta-
lidad, lo único que Yama le enseñó, después de quedar totalmente sa-
tisfecho con la cualificación de Nachiketa para recibir las enseñanzas,
fue la práctica de la liberación espiritual, de la inmortalidad eterna.
y esto por una razón muy sencilla: la liberación espiritual es el prerre-
quisito para la exploración de la supermente.
Hace mucho tiempo, los chinos fundaron una tradición llamada
la Religión del Elixir de Oro de la Vida, cuyos rituales se publicaron
como el Secreto de la Flor de Oro. Es un manifiesto, un libro de ejer-
cicios para construir un cuerpo espiritual inmortal. Mediante la medi-
tación, mediante el control de la respiración y de otras disciplinas es-
pirituales, apunta a la idea no sólo de morir conscientemente, sino
también de retener la conciencia consciente incluso después de la
muerte y no caer en la inconsciencia.
Aurobindo tuvo la misma idea, con la excepción de que él diría
que hay que ir más allá de la mente, que está gobernada por las leyes
causales del cuerpo temático de la consciencia, con el fin de conservar
la conciencia consciente más allá de la muerte.

El ser supramental y los milagros

¿Qué evidencias hay de seres supramentales más allá de lo físico, lo


vital y lo mental? Las evidencias se van acumulando lentamente.
Un tipo de evidencias es el de los sucesos verdaderamente mila-
grosos que se dan en torno a tales seres, milagrosos más allá de las le-
yes causales, no sólo de la ciencia tal como la conocemos, sino tam-
Dr. Amit Goswami 265

bién de la ciencia dentro de la consciencia. En el cristianismo, existen


historias de estigmatizados (el Padre Pío), de supervivencia física sin
alimentos ni agua (Theresa Neumann), de materializaciones y de mu-
chos casos de sanación. Entre los hindúes, hay muchas historias de
seres que materializan cosas (SaiBaba es un ejemplo vivo famoso), se-
res que pueden aparecer en dos lugares al mismo tiempo (Neem Ka-
roli Baba, el gurú de Ram Dass, que falleció hace poco), seres que
pueden levitar (como Shyamacharan Lahiri, de Autobiografía de un
yogui),54 y muchos casos de sanación totalmente milagrosa. Hay mu-
chas historias sufíes que sugieren que hay maestros cuyo comporta-
miento está más allá de la comprensión del razonamiento ordinario,
que danzan al son de leyes diferentes, más allá del reino de las leyes
físicas. 55
En 1993, fui a la Universidad de México para encontrarme con el
neurofisiólogo Jacobo Grinberg-Zylberbaum. Por entonces, estábamos
colaborando en un artículo relativo a los potenciales transferidos (véa-
se el capítulo 4). Durante una de nuestras muchas conversaciones,Ja-
coba habló de una experiencia que había tenido con una médica/ciru-
jano chamánica conocida como Pochita (ahora fallecida). Jacobo
presenció una operación de esta médica/chamana en la cual sacó lite-
ralmente el corazón del cuerpo de un paciente, lo reparó con sus pro-
pias manos y lo puso de nuevo en su lugar. Jacobo escribió un libro
(desgraciadamente para anglohablantes, está escrito en español) acerca
de esta gran mujer. Me viene a la memoria el Don Juan de Carlos Cas-
taneda; ¿es todo ficción, o Castaneda escribió sus libros basándose en
un personaje real? En cuanto el ser supramental se reconoce como una
posibilidad, las aventuras de Donjuan dejan de parecernos increíbles.
Personalmente, no he tenido la fortuna de presenciar los mila-
gros que realizan los seres supramentales. Sin embargo, he intuido
directamente que el ser se puede estabilizar en el supramental, en el
cuerpo temático, y que, desde ese lugar de intuición, la única inter-
pretación de los milagros que tiene sentido es la de que las personas

54 Publicado en castellano par Siglo Veinte. Buenos Aires, 1960

55 Si desea leer una discusión sobre muchos casos documentados, véase Murphy, 1992.
266 La física del alma

que realizan los milagros han alcanzado el nivel supramental del ser,
desde donde son capaces de operar más allá de las leyes de la física,
desde donde tienen cierto control sobre el cuerpo temático de las le-
yes; dicho de otro modo, las personas que realizan los milagros son, en
cierto sentido, los dioses y las diosas de la mitología. Pero el control
que estas personas obtienen es un control basado en cederle todo el
control a Dios, a la consciencia.
Aurobindo identificó cuatro poderes en los seres supramentales:
mahakali (el poder de transformar lo negativo en positivo); mahasa-
raswati (el poder de la expresión creativa incluso más allá de las leyes
de la física); mahalakshmi (el poder del amor incondicional); y mahe-
swari (el poder de la armonía y la ecuanimidad).
En consecuencia, este nivel del ser se expresa como acción apro-
piada (éste es el poder de maheswari). En segundo lugar, se dice que
su voluntad, sea cual sea, se convierte en la voluntad de Dios (éste es
el poder de mahasaraswati). La sabia india Anandamayi Ma hablaba en
ocasiones de sus kheyals, cuya traducción más adecuada sería «capri-
chos». Pero sus caprichos siempre se convertían en realidad. En estas
personas, tanto la realización de milagros como su voluntad ocurren
siempre en completa armonía con el propósito cósmico. En otras pala-
bras, cuando jesús convirtió el agua en vino, sabía que este acto estaba
en consonancia con la voluntad divina.

La resurrección como creatividad supramental

¿Qué ocurre cuando muere una persona que ha alcanzado el nivel


supramental del ser? En el cristianismo, encontramos una respuesta
en la historia de la resurrección de jesús. ¿Qué significa la resurrec-
ción? Normalmente, se interpreta como la resurrección del propio
cuerpo de una persona muerta: «Todos se levantarán con sus propios
cuerpos, los cuerpos que tienen ahora».
En cambio, en Corintios 1, San Pablo es explícito al mantener que
el cuerpo resucitado es diferente del cuerpo físico perecedero; es un
cuerpo espiritual, imperecedero. Lo que los apóstoles vieron del cuer-
Dr. Amit Goswami 267

po resucitado de Jesús, así como la visión de San Pablo camino de


Damasco, encaja con la idea de las visiones angélicas, tal como se ha
dicho previamente (véase el capítulo 11), pero creo que esta idea no
es suficientemente radical. Quizás la realidad es aún más radical que
la expresada en estos dos puntos de vista.
La cuestión es que algo en la intuición creativa humana, comen-
zando con el mito de Gilgamesh y las enseñanzas de Zaratustra, ha
mantenido siempre que la resurrección consiste en levantarse de entre
los muertos dentro del dominio público compartible en un cuerpo
imperecedero en el cual la experiencia es posible. La experiencia suje-
to-objeto (el colapso cuántico) no es posible en un cuerpo espiritual,
ni tampoco el cuerpo espiritual pertenece al dominio del consenso
público.
Si la resurrección tuviera lugar en un cuerpo físico ordinario,
viejo o nuevo, no sería inmortalidad, puesto que el cuerpo físico, que
se halla dentro de las leyes de la física, debe morir. Si la resurrección
tuviera lugar en un cuerpo espiritual (Sambhogakaya), no habría ex-
periencia sin la ayuda de algún cuerpo físico encarnado. ¿Cómo se
puede resucitar en un cuerpo físico y ser inmortal al mismo tiempo?
Únicamente, yendo más allá de las leyes de la física. i La inmortalidad
a través de la resurrección es un milagro, se mire como se mire! Es un
acto supramental de primer orden.
Los actos supramentales que involucran a la mente (la creativi-
dad mental) no violan las leyes de la ciencia. Todos los fenómenos
paranormales con los que experimentamos hoy en día se denominan
«para», o más allá, de lo normal; pero esto se debe únicamente a la
falta de comprensión. En la nueva ciencia, estamos haciendo ya bue-
nos modelos para la comprensión de lo paranormal dentro de más
leyes generales.
Pero la creatividad supramental que está involucrada en la resu-
rrección, creando a voluntad, de la nada, un cuerpo físico para la mó-
nada cuántica desencarnada con la cual se vincule, está más allá de
todas las leyes de la ciencia, de cualquier ciencia. La creatividad fun-
damental puede ser también la base del fenómeno de avatara, perso-
nas que nacen con plena sabiduría de su fundamentación en la cons-
268 La física del alma

ciencia y que tienen la mlSlOn especial de restablecer en nuestras


sociedades la metafísica de la supremacía causal de Dharma, la cons-
ciencia.
Quizás pueda ver en televisión las reposiciones de la serie Star
Trek: la siguiente generación. Esta serie se desarrolla a lo largo de dos
tramas: una es buena, pero la otra es magnífica. La buena se ocupa de
los esfuerzos de un androide (Data) por convertirse en humano. Los
guionistas de estos episodios tratan de las dificultades que tiene el an-
droide para encontrar el software correcto para las emociones, idea
que se aproxima mucho a lo que hace falta para ser consciente, el ser
autorreferente, con jerarquía entrelazada y todo lo demás.
La trama magnífica es la historia de Q, un ser supramental que
entra y sale a voluntad del espacio-tiempo físico. En estas historias hay
verdadera imaginación, verdadera visión. Y es esta visión la que se
desplegó en la condición humana hace dos mil años con la resurrec-
ción de Jesús, y sigue desplegándose.
Consideremos un aspecto de la historia de la resurrección deJe-
sús tal como se cuenta en la Biblia. Se dice que, durante la crucifixión,
y profundamente angustiado,Jesús gritó fuertemente: «Dios mío, ¿por
qué me has abandonado?» Procediendo de un hombre iluminado, tal
expresión de angustia resulta desconcertante. (Existen otras traduc-
ciones del original arameo que resultan menos desconcertantes.) Pero
comienza a tomar sentido cuando nos percatamos de que, incluso en
la cruz, Jesús quizás estaba sumergido en un acto creativo, un acto de
creatividad supramental; él quería demostrar la falsedad de la muerte
mediante un acto definitivo de desafío a la muerte: la resurrección.
y sucedió. Jesús debe de haber sido uno de los primeros en demostrar
la resurrección. Posteriores maestros lo replicaron hasta niveles como
los de los seres de la ciencia ficción, como Q. Fueron capaces de crear
un cuerpo material de manifestación a voluntad (siempre en armonía
con la voluntad del todo). Así, se puede decir que tal ser es inmortal,
tanto en espíritu como en cuerpo (cuando sea necesario). Le sugiero
que lea el libro de Paramahansa Yogananda, Autobiografía de un yogui,
si desea tener un atisbo de uno de tales seres, Babaji, uno de los maes-
tros del linaje de maestros de Yogananda.
Dr. Amit Goswami 269

El futuro evolutivo de la humanidad

Como diría Aurobindo, la inmortalidad del bodhisattva desencarnado


sigue siendo un escape, porque no llega a la plena realización del po-
tencial humano, que incluye la creatividad supramental. Reencarna-
ción, sí. Pero, más allá del ciclo kármico de nacimiento y muerte, no
sólo nos espera la liberación en el cuerpo espiritual de Sambhogakaya.
Está también la exploración de la supermente. Veamos las palabras de
Sri Aurobindo:

Este mundo está enamorado de su propia ignorancia,


su oscuridad no deia entrar su luz salvadora,
da la cruz en pago por la corona.
Su obra es un rosario de esplendor en una larga noche;
él ve la larga marcha del tiempo, 105 mezquinos vencieron,
unos pocos se salvan, el resto lucha y fracasa;

Se muestra una salida, un camino de difícil escapatoria


desde la pena, la oscuridad y las cadenas;
pero, ¿cómo van a liberar el mundo 105 pocos que escapan?

El escape, por elevado que sea, no redime la vida,


la vida que queda atrás sobre una tierra caída.
El escape no puede levantar a la raza abandonada
ni traerle la victoria, ni el reinado de Dios.
Un poder mayor debe llegar, una luz más grande.

(Aurobindo, 1970, libro 6, canto 2.)

Durante los últimos siglos ... qué digo, durante el último milenio, con
la salvedad de unas cuantas excepciones aisladas, hemos ido en pos de
la mente y del ego mental. Esto nos ha llevado a una separatividad
creciente, pero también nos ha dado una mayor comprensión, un an-
damiaje para el próximo salto cuántico de nuestra evolución como es-
pecie. Quizás el milenio en el que acabamos de entrar sea el milenio del
270 La fíSica del alma

florecimiento de ese «poder mayor», de la supermente. Pero, ¿cómo va


a ocurrir esto? En la propia obra de Aurobindo podemos encontrar un
atisbo, a la luz de la física cuántica que se ha desarrollado aquí.

Involución y evolución

El esoterismo tiene un aspecto que dos filósofos de tiempos recientes,


Sri Aurobindo y, después de él, Ken Wilber, han recalcado (Aurobin-
do, sin fecha; Wilber, 1981). Es la idea de que el descenso, o involu-
ción de la consciencia, debe tener lugar antes de que el ascenso, o
evolución, pueda darse.
Aurobindo y Wilber presentan un modelo de involución y evolu-
ción de la consciencia que está implícito, si no claramente explícito, en
las ramas místicas de todas las grandes tradiciones: en el misticismo
cristiano, en el shaivismo cachemir, en .una rama del hinduismo, en el
budismo Mahayana, en el sufismo, en la Kabbala, etc.
Según las cosmologías espirituales que Aurobindo y Wilber adap-
tan, la divinidad trascendente o consciencia de Brahmán se lanza, por
mero juego, hacia abajo y hacia fuera en los niveles manifiestos, cada
vez más burdos y groseros. A medida que la consciencia desciende, se
olvida también de sí misma; así, cada nivel en este descenso se corres-
ponde con un olvido creciente y con una libertad decreciente. Por otra
parte, también en cada nivel, el nivel anterior, más sutil, se olvida tam-
bién, relegado en el inconsciente. En el nivel más bajo, todo es incons-
ciente, todo es potencial. Éste es el nivel material. Este camino de des-
censo recibe el nombre de involución porque todos los niveles
superiores son potenciales en la materia, listos para desplegarse.
Cuando la involución se completa, comienza la evolución. Pero
la evolución de la materia en este cuadro es bastante diferente de la de
los materialistas. Así, la vida no emerge de la materia, no emerge sólo
de las propiedades materiales y sus interacciones, dado que un nivel
superior no puede emerger nunca de las interacciones y las causacio-
nes de un nivel inferior. La vida emerge en determinado nivel de com-
plejidad de la materia porque ya era potencial. La mente emerge, del
Dr. Amit Goswami 271

¡ti "3-

~
~
I .
Gloria
ilimitada ~ ..rO
Primera limitación: cuerpo
Intelecto: representación
intelectual [cuerpo de contextos
del cuerpo intelectual
y leyes de movimiento)

G
Mente: representación del
.t
Segunda limitación: cuerpo

(>

i \/' o
.
cuerpo mental
\_0
<)
mental (cuerpo de significadosl

<\/ o 'ti'
0
.';"", r
V ......'"
Vida: representación • ,.. '1 . ..,.
del cuerpo vital Tercera limitación:
cuerpo vital (cuerpo
de energia sutil)

Cuerpo físico
(libertad perdida)

Fig. 12.1. Involución y evolución de la consciencia (según Aurobindo). La


consciencia involuciona primero con limitaciones y olvido cada vez mayores.
La evolución en este cuadro es la evolución en la elaboración de representaciones
del cuerpo vital y el cuerpo mental en el cuerpo físico (hardware). ¿Habrá en nuestro
futuro evolutivo representaciones físicas del cuerpo supra mental?

mismo modo, a partir de determinada complejidad de la vida porque


ya era potencial (fig. 12.1).
Por último, no hay que ver en todos estos niveles dualismo algu-
no. Toda esta separación en la consciencia es ilusoria, mera aparien-
cia. La consciencia se olvida de sí misma por el bien del juego; finge
que olvida, por decirlo de algún modo.
272 La física del alma

Este cuadro es, evidentemente, típico de las tradiciones esotéri-


cas. En cierto modo, tiene sentido y es sumamente satisfactorio. Sin
embargo, de lo que carece es de una descripción del modo en que lo
que es potencial en la materia se convierte en actual, así como del mo-
do en que acaece ese olvido o maya.
La ciencia idealista, como ya se ha indicado, da una respuesta
satisfactoria a la primera pregunta. La manifestación tiene lugar a tra-
vés de la jerarquía entrelazada, que genera una separatividad ilusoria
que, a su vez, causa una amnesia temporal. Así, en el nivel del cuerpo
temático, el colectivo temático presenta leyes o contextos de movi-
mientos de los posteriores niveles de existencia como ondas de posibi-
lidad, imponiendo así limitaciones sobre lo que la consciencia puede
hacer o no, pero todavía no ocurre nada. En la posterior involución del
nivel mental, la sustancia sutil de la mente presenta ante la consciencia
estructuras de posibilidad que contienen el procesamiento de signifi-
cados. Pero la consciencia y sus posibilidades mentales siguen siendo
un todo indiferenciado. De igual modo, en el nivel del cuerpo vital, la
consciencia se limita aún más con la exploración de una serie particu-
lar de funciones vitales entre todas las posibilidades, y también aquí
hay olvido. Sin embargo, como se explicó en el capítulo 7, ningún
colapso actual o separación tiene lugar hasta que entra en escena el
cuerpo físico.
¿ Cómo se convierte en actualidad lo que es potencialidad en la
materia? En determinado nivel de complejidad de las posibilidades
existentes en la materia física, entran en juego la jerarquía entrelazada
y la medida cuántica. Ahora, la consciencia puede intervenir en la ma-
teria (manteniéndose siempre trascendente) a través del colapso auto-
rreferencial de la onda de posibilidad cuántica, comenzando la mani-
festación actual. y la consciencia recuerda el nivel anterior, el nivel de
la vida, el prana. La consciencia emplea la materia del mismo modo
que nosotros empleamos un ordenador para hacer representaciones de
software (lo que llamamos vida en la célula y en sus conglomerados)
de funciones vitales (observe la similitud aquí con la idea de Sheldrake
de los campos morfogenéticos que dirigen el desarrollo de la forma
adulta a partir del embrión). Ahora tiene lugar la evolución y la mor-
Dr. Amit Goswami 273

fogénesis de la vida. Con el tiempo, el conglomerado de células cono-


cido como cerebro evoluciona de tal modo que pueden programarse
representaciones de software de la mente en el hardware cerebral.
y aquí estamos los seres humanos, seres mentales. Desde este
punto de vista, ¿cuál es el siguiente paso de nuestra evolución? Es
fácil de ver. Debe ser la evolución de la capacidad para hacer represen-
taciones del cuerpo temático.
Con anterioridad (véase capítulo 7), he hablado ya del ser en el
cuerpo temático: los arupadevas, los dioses, los bodhisattvas sin for-
ma, los ángeles. Se trata de formas intemporales; su existencia está li-
mitada a las ondas de posibilidad. En el ser mental, para acceder a
estos seres, precisamos de un salto cuántico, y el acceso es sólo mo-
mentáneo. Sólo comprometiéndonos enormemente con la creatividad
interior podemos alcanzar la estabilidad en el ser supramental. Pero
cuando nuestro cuerpo físico desarrolle la capacidad para hacer repre-
sentaciones de estos seres, todos los seres humanos tendremos acceso
instantáneo a ellos con la misma facilidad con la que hoy en día acce-
demos a la mente a través del cerebro.
¿Se imagina lo que puede significar para un ser biológico sin ce-
rebro anticipar la mente? Por eso nos resulta tan difícil a los seres
mentales visualizar y anticipar lo que podrá ser nuestro siguiente paso
evolutivo. Pero, al menos, tenemos una cosa clara: cuando lleguemos
a este nivel del ser, con un hardware que podrá aceptar el software
supramental, todos seremos dioses. Ésta fue la gran visión de Auro-
bindo. Esto es a lo que él se refería al contemplar la mal comprendida
idea de traer la divinidad a la manifestación, a la Tierra.
Los teósofos tienen la misma visión. El filósofo teósofo William
]udge dice:

Aunque la reencarnación es la ley de la naturaleza, la trinidad completa


de la tríada Atma-Buddhi-Manas (cuerpo de gloria-cuerpo temático-cuer-
po mental) no se encarna plenamente en esta especie [humana]. Los se-
res humanos utilizan y ocupan el cuerpo por medio de la entrada de
Manas, el aspecto inferior de los tres, y los otros dos brillan sobre ellos
desde arriba, constituyendo el Dios en el cielo ... Por ese motivo, el hom-
274 La física del alma

bre no es todavía plenamente consciente, y es necesario reencarnar, al


menos hasta completar la encarnación de toda la trinidad en el cuerpo.
Cuando eso se haya conseguido, los seres humanos serán como dioses
Oudge, 1973).

¿Estamos destinados a convertirnos en seres sobrehumanos (dioses,


en este sentido) en nuestro siguiente paso evolutivo? El poeta sufí
Rumi escribió:

Morí como mineral y me convertí en planta.


Morí como planta y me levanté como animal.
Morí como animal y me convertí en humano.
¿Por qué he de tener miedo?
¿Cuándo fui yo menos al morir?
(Citado en The Sages Speak about Lije and Death.)56

Cuando «muramos» como seres humanos mentales, nos convertire-


mos en seres sobrehumanos y supramentales. Ésta es la evolución de-
finitiva que nos espera.

56 Los sabios hablan de la vida y de la muerte.


Ufología, inmortalidad y evolución

¿Qué tiene que ver la ufología (el estudio de todo lo relativo a los ob-
jetos voladores no identificados) con la muerte, la reencarnación y
la inmortalidad? Superficialmente, nada. Según la creencia popular,
los ovnis son naves muy avanzadas del espacio exterior, pilotadas
por seres de otros planetas que vienen a visitarnos, y se piensa que
los gobiernos intentan ocultar esta información. La película de Steven
Spielberg Encuentros en la tercera fase resume este sentimiento ge-
neral.
Algunos autores creen que tales contactos entre los extraterres-
tres y los seres humanos se vienen produciendo desde hace eones;
algunos de sus libros se han convertido en best sellers, lo cual hace
evidente la simpatía que esta idea genera entre el gran público.
Éste es el tema en el que prospera la ciencia ficción; y yo, per-
sonalmente, siempre he sentido cierta debilidad por la ciencia fic-
ción. Hace años, me puse a escribir un libro sobre ciencia ficción, de
manera que investigué el tema de los cohetes espaciales bastante a
fondo. La pregunta que me hacía era: ¿pueden llegar hasta nosotros
naves del espacio exterior, procedentes de otros planetas, de otros
sistemas estelares, si tenemos en cuenta las inmensas distancias que
una nave espacial tiene que recorrer?
En general, los autores de ciencia ficción no se preocupan dema-
siado por este problema, porque la física moderna ha acrecentado sus
276 La física del alma

arsenales. En las décadas de 1930,1940 Y 1950, la ciencia ficción se las


apañaba con la teoría de la relatividad de Einstein. La relatividad dice
que el tiempo se ralentiza dentro de una nave que se mueva a una ve-
locidad comparable a la velocidad de la luz, de tal manera que sus tri-
pulantes envejecerían más despacio que las personas que quedaran en
su planeta madre. Pero a partir de la década de 1960, la ciencia ficción
ha utilizado el concepto del salto al hiperespacio para sus viajes espa-
ciales. Fíjese, la relatividad limita a las naves espaciales a velocidades
inferiores a las de la luz, pero las distancias entre las estrellas, incluso
dentro de nuestra propia galaxia, pueden ser de hasta 100.000 años
luz. Decididamente, tendremos que descartar la idea de un posible
imperio galáctico, habida cuenta de que la marina imperial tendría que
desplazarse a una penosa velocidad inferior a la luz. Sin embargo, en
el hiperespacio, las naves pueden ir más rápido que la luz, a «velocida-
des warp».57
Aunque ambas ideas tienen cierto sentido científico gracias a
Einstein, no son ideas prácticas en modo alguno. Considere lo siguien-
te: nuestros cohetes de combustibles químicos viajan a velocidades de
decenas de kilómetros por segundo; pero la luz viaja a la velocidad de
300.000 kilómetros por segundo. El abismo es casi infranqueable para
cualquier tecnología física. Los científicos espaciales lo han estudiado
todo: cohetes de plasma, cohetes de fusión nuclear, propulsión mate-
ria-antimateria (ésta es muy popular en la ciencia ficción), etc.; pro-
ponga usted cualquier otro sistema; seguro que alguien ha estado ha-
ciendo números ya para ver su viabilidad. Y todos los números dejan
una cosa clara: ningún vehículo físico puede viajar a una velocidad lo
suficientemente elevada como para ralentizar relativísticamente el en-
vejecimiento de sus tripulantes. Con velocidades realistas, viajar hacia
y desde las estrellas más cercanas llevaría tanto tiempo que es imposi-
ble imaginar que ningún ser vivo con una duración de vida razonable
pueda hacer tales viajes (aunque la idea de congelar a la gente para
tales desplazamientos sigue siendo popular).

57 Término que aparece a menudo en la saga de Star Trek y que hace referencia a la propulsión por
curvatura, que permitiría viajar supuestamente a velocidades superiores a la de la luz. (N. del T.i
Dr. Amít Goswamí 277

El hiperespacio, por cierto, es una plausible «cuarta» dimensión


del espacio; plausible porque, según la teoría de Einstein, el espacio es
curvo, lo cual se puede interpretar con el concepto de que vivimos
sobre la tridimensional Chíper) superficie de un volumen cuatridi-
mensional. Algunos autores de ciencia ficción suponen que el hipe-
respacio es allí adonde va el electrón cuando da un salto cuántico. Es
un hecho que, cuando el electrón da un salto cuántico, no recorre el
espacio intermedio; está aquí, y luego está allí. Pero a nadie se le ha
ocurrido todavía un dispositivo macrofísico que nos lleve al hiperes-
pacio, a dar saltos cuánticos o algo así.
Así pues, el resultado neto de mis investigaciones fue éste: es
imposible que ningún extraterrestre venga hasta nosotros en un viaje
convencional. Por cierto, los cohetes tripulados por robots serían una
excepción a esta regla. Es un pequeño misterio por qué no han llegado
hasta nosotros todavía naves espaciales tripuladas por robots. Como
el famoso físico Enrico Fermi solía preguntar: «¿Dónde están?» Mu-
chas personas traducen este misterio diciendo que no hay vida extra-
terrestre que pueda lanzar robots por ahí, ¡que estamos solos en el
universo! Pero a mí me gustaría argumentar en este capítulo por qué
no hace falta ser tan pesimistas.
Evidentemente, las personas que se encuentran con esos extra-
ños objetos volantes y con seres extraterrestres nunca hablan de ro-
bots; dicen encontrarse con criaturas vivas, normalmente con las ya
familiares de corta estatura y rostro puntiagudo. Si es imposible el
viaje interestelar con naves espaciales, ¿qué es lo que están viendo
estas personas? Aunque, en términos generales, los científicos no
muestran demasiada simpatía por los afanes de estas personas, deses-
timando sus avistamientos Ce incluso sus abducciones) como alucina-
ciones, los psicólogos no han podido despreocuparse del todo con
este fenómeno; un hecho que no se puede negar es que las personas
que avistan ovnis suelen quedar traumatizadas y precisar de ayuda
psicológica.
De modo que una idea que se ha ido haciendo popular poco a
poco entre los psicólogos, comenzando por CarlJung, es que los ovnis
son avistamientos, en estados alterados de consciencia, de arquetipos
278 La física del alma

mentales y emocionales. Con anterioridad, la gente veía estos arqueti-


pos en sus sueños y fantasías, y los consideraban dioses o demonios.
Pero en esta era científica y tecnológica, los arquetipos aparecen con
esta forma tecnológica superespacial.
Mientras trabajaba en mi libro sobre la física de la ciencia ficción,
la idea de que los ovnis y los alienígenas asociados con ellos fueran
arquetipos de la consciencia humana adquirió mucho sentido para mí
(Goswami, 1983). Lo cierto es que yo mismo había resaltado ya el
paralelismo en un contexto ligeramente diferente. El neurofisiólogo
John Lilly describió muchas de sus experiencias inducidas por drogas
en términos de visitas de alienígenas (Lilly, 1978). Pero sus experien-
cias no se diferenciaban mucho de las de otros, como, por ejemplo,
Swami Muktananda, un maestro espiritual del este de la India, que
plasmó por escrito los detalles de sus viajes en estado de samadhi a los
reinos de los dioses (Muktananda, 1994).
Pero para cuando llegué a interesarme en la muerte y en las expe-
riencias cercanas a la muerte, me tropecé con el trabajo del psicólogo
Kenneth Ring (en realidad, mi amigo Hugh Harrison me trajo uno de
los libros de Ken sobre el tema, The Omega Project).58 Y descubrí que
Ring había llevado un poco más lejos la idea de que los alienígenas de
los ovnis representan arquetipos. Pero una de las ideas de Ring me
llamó especialmente la atención.
¿Por qué hay tantos avistamientos de ovnis en nuestros días?
Ring, tras llevar a cabo una encuesta de investigación, descubrió que
un gran número de abducidos por los ovnis había sufrido posterior-
mente de una especie de transformación de su identidad del yo has-
ta más allá del ego. Habían dejado de estar centrados en el yo, y pare-
cían mostrar un mayor amor hacia el resto de los seres humanos y
hacia el entorno natural (Ring, 1992). Con anterioridad, Ring había
descubierto que ese mismo tipo de transformación era bastante habi-
tual entre las personas que habían pasado por una experiencia cercana
a la muerte. ¡Bingo! Quizás ambos tipos de experiencias son un atisbo
de que la consciencia de Gaia, la consciencia de nuestra madre Tierra,

58 El proyecto Omega.
Dr. Amit Goswami 279

está intentando advertirnos (sin duda, acerca de un inminente desas-


tre ecológico, aunque no parece que estemos demasiado dispuestos a
escuchar). Ha habido muchas profecías que afirman que tal desastre
puede ocurrir en torno a esta época, con la entrada del nuevo milenio
(éste es otro tema de libros populares). Y, evidentemente, cualquiera
puede echar un vistazo a la explotación hedonista que hemos hecho
de la Tierra y de su entorno durante los últimos siglos, de modo que
cualquiera podría predecir un desastre; yeso, por otra parte, es bas-
tante común también.
Más o menos por aquellos días, en uno de mis viajes, me detuve
en Portland, Oregón, para grabar una entrevista. Robert McGowan es
un astrónomo aficionado que había diseñado un nuevo póster del cos-
mos en el que, junto con el big bang y todo eso, había incluido la idea
de que el universo es autoconsciente. Él me iba a entrevistar sobre mi
libro The Self-Aware Universe. Nos pusimos a charlar, una cosa llevó a
otra, y él me preguntó acerca del significado de los avistamientos de
ovnis y de las abducciones. Le hablé acerca de la imposibilidad física
de que los alienígenas llegaran en cohetes, pero entonces me escuché
a mi mismo decir: «Yo creo que los avistamientos de ovnis y las ab-
ducciones están sugiriendo que, en un estado alterado de consciencia,
hay personas que se comunican con seres sintientes de una civili-
zación extraterrestre». Y cuando Robert me presionó para que diera
más detalles, lo único que pude decir fue que la consciencia es no-lo-
cal, y que puede colapsar posibilidades similares en dos cerebros vin-
culados mediante la intención, aunque estén ubicados a distancias
interestelares.
Posteriormente, medité más en profundidad acerca de lo que le
había dicho a Robert (cosa que me sorprendió bastante) en aquella
entrevista, y me di cuenta de que había estado procesando inconscien-
temente las tesis de Ring y que había algo en ellas que no era satisfac-
torio. Sin duda, puedo creer que las experiencias con ovnis, al igual
que las experiencias cercanas a la muerte, son transformadoras. Pero
las experiencias cercanas a la muerte no son sólo una experiencia
transformadora. Muchas personas creen, y mis propias investigacio-
nes lo corroboran, que las experiencias cercanas a la muerte nos dicen
280 La física del alma

también algo acerca de la experiencia de la muerte en sí. De forma si-


milar, suponga que la experiencia con ovnis pudiera estar también
diciéndonos algo acerca de los extraterrestres. Pero el problema al afir-
mar que esto era una comunicación no-local entre los seres humanos
de la Tierra y los alienígenas era, cómo no, que tal comunicación pre-
cisa de una vinculación cuántica entre los sujetos.
Mientras tanto, Kenneth vino a Los Ángeles para un congreso, y
Hugh estaba anhelando concertar una reunión entre nosotros. Nos
encontramos en un hotel de Los Ángeles, en una sala de reuniones que
nos habían reservado. Allí estábamos Hugh, un psicólogo llamado
Mike Davidson, Dick Robb, que es un teósofo, Kenneth Ring y yo.
Nos llevó casi dos horas entrar en calor. A veces es difícil pasar
por los preliminares pero, finalmente, le hice mi pregunta a Ring.
-Ken, aunque estoy de acuerdo en que la experiencia con ovnis,
al igual que las experiencias cercanas a la muerte, es una experiencia
transformadora, seguramente no descartarás que puedan estar dicién-
donos algo también acerca de la verdadera consciencia extraterrestre.
¿Podría ser que los abducidos por los ovnis estuvieran comunicándose
realmente con alienígenas de una civilización extraterrestre a través de
la consciencia no-local?
Ken evitó responderme de forma directa, pero tampoco se pro-
nunció en desacuerdo con la idea. Pero estaba claro que simpatizaba
con la idea que proponía en su libro, la de que hay una catástrofe in-
minente, geológica, medioambiental o de cualquier otra naturaleza, y
los ovnis y las experiencias cercanas a la muerte son el modo que tiene
Gaia de advertir a la humanidad para que se transforme, antes del in-
minente desastre. Pero, entonces, las cosas se pusieron sumamente
interesantes. Yo estaba compartiendo con Ken algunas de las ideas de
este libro, acerca de seres desencarnados, mónadas cuánticas y todo
eso, cuando Ken me hizo una pregunta:
-Dime una cosa. ¿Crees que, si un desastre golpeará a la Tierra,
podríamos sobrevivir como seres desencarnados? Supón que trascen-
demos la necesidad de un cuerpo físico. ¿Podríamos seguir adelante
con nuestra civilización como seres desencarnados? ¿Es ése nuestro
futuro?
Dr. Amit Goswami 281

-Indudablemente, sobreviviríamos como seres desencarnados,


del mismo modo que lo hace cualquier persona que muere -respon-
dí-o Pero, Ken, hay un problema. Según mi modelo, uno no puede
tener experiencias si no tiene un cuerpo físico. El estado de conscien-
cia de un ser desencarnado es como el del sueño; la onda de posibili-
dad no se colapsa. De modo que, como civilización, difícilmente po-
dríamos elegir este estado de limbo y quedarnos satisfechos con ello.
Dick Robb se pronunció de acuerdo con lo que yo dije. La litera-
tura teosófica tiene el mismo punto de vista, insistió. Se necesita nacer
como humano para poder promover el propio karma. Ése es el motivo
por el cual el nacimiento humano es tan precioso. Me agradó que lo
viera de aquel modo.
Ken estaba un tanto decepcionado; o así, al menos, me lo pareció
a mí. Intenté consolarle.
-Evidentemente, es bastante posible que podamos elegir una
existencia desencarnada en masa para sobrevivir al Armagedón en la
Tierra, y luego, a través del procesamiento inconsciente, encontrar
otro planeta habitable y comenzar a nacer allí. ¿Qué es la distancia
interestelar para la no-localidad? Todo está "cerca».
Después de aquello, proseguimos con otros temas, hasta que, al
cabo de un rato, terminamos la reunión y yo regresé al lugar en el que
me alojaba. ¡Y entonces, de repente, se me hizo la luz! Bueno, real-
mente no podría afirmar que la idea que me llegó tuviera el valor de
veracidad de un genuino acto de creación, porque, retrospectivamen-
te, no puedo tener la certeza. Pero la idea era original, y me había ge-
nerado un escalofrío en la espalda.
¿Qué pasaría si invirtiéramos lo que yo le había dicho a Ken?
Supongamos que los alienígenas de las abducciones relacionadas con
las experiencias con ovnis fueran seres desencarnados de un planeta
extraterrestre que estuvieran aquí debido a que su planeta se ha extin-
guido. Ellos no podrían renacer en la Tierra debido a que su especie
no se corresponde con la especie humana (de modo que los contextos
del cuerpo temático no son los mismos); pero, ciertamente, sí que
podrían comunicarse con nosotros como los seres desencarnados se
comunican con los médiums.
282 La física del alma

Esta sencilla idea explicaría muchos aspectos extraños de la expe-


riencia con ovnis; por ejemplo, ¿cómo es posible que una persona su-
fra la experiencia de la abducción mientras su pareja, que está acostada
a su lado en la cama, no tiene ni idea de lo que está sucediendo? Si lee
la ciertamente creíble historia de Whitley Strieber que aparece en su
libro Comunión (1988),59 entenderá a lo que me refiero.
No estoy diciendo que haya que excluir la hipótesis alternativa, la
de una hipnosis de masas; sólo que es menos probable. Incluso menos
probable aún es la posibilidad de la presencia de seres reales, encarna-
dos físicamente.
Claro está que me tomo ciertamente en serio la idea de las mó-
nadas cuánticas de alienígenas desencarnados que buscan relacionar-
se con nosotros, pero habrá que hacer muchos estudios e investiga-
ciones para que sepamos si tal teoría es útil para explicar los datos o
para dirigir posteriores investigaciones. La cuestión es ésta: si esta-
mos dispuestos a fundamentar nuestra ciencia sobre la primacía de la
consciencia, podremos tener en cuenta y abordar mejor esos fenóme-
nos. Los seres humanos conocíamos el rayo desde los comienzos de
la civilización, pero no supimos de las sutilezas de este fenómeno
hasta que llegó la ciencia de la electricidad. Lo mismo está ocurrien-
do con la muerte y con la reencarnación, y puede que también con la
ufología.
y no me sorprende nada que haya ahora algunos datos acerca de
este controvertido tema que dan soporte a mi idea. Un investigador de
visión remota llamado Courtney Brown (1999) afirma haber encontra-
do un protocolo para llevar a cabo experimentos de visión remota con
seres alienígenas desencarnados. Uno de sus hallazgos es que existe
una raza alienígena desencarnada aquí y ahora en la Tierra que está
intentando encontrar un nuevo hogar en nuestro planeta, intentando
nacer en seres humanos, aunque para ello tendrían que hacer ciertas
alteraciones genéticas en el genoma humano. La metodología de la
investigación me resulta familiar. Comprobémosla.

59 Editada en castellano por Plaza &Jonés Barcelona, 1988


Dr. Amit Goswami 283

Los OVNIS y la inmortalidad

Pero ¿qué tienen que ver los OVNIS con la inmortalidad? Hace un par
de años, tomé parte en algunas discusiones interesantes con expertos
en el tema «ovnis». Las discusiones tuvieron lugar en uno de los luga-
res más idílicos que pueda usted imaginar: Paradise Island, en las Islas
Bahamas. ¿Cómo pueden permitirse este lujo unos expertos en el te-
ma de los ovnis y un físico cuántico? Pues porque nuestro anfitrión
era Swami Swaroopananda, director del Centro de Retiros de Yoga de
la Escuela Sivananda en la isla.
Salí de estas discusiones con un novedoso respeto por los avista-
mientos de ovnis. Los materialistas intentan rebatir estos datos ince-
santemente, y con tanta vehemencia como suelen mostrar con los da-
tos paranorma1es. A lo largo de los años, he podido ver que el punto de
vista del científico materialista acerca de lo paranormal está cargado de
prejuicios. Esto se debe, por una parte, a que yo mismo he tenido ex-
periencias paranormales; y, en segundo lugar, porque la no-localidad
cuántica nos ofrece un marco explicativo para lo paranormal, una vez
se introduce la consciencia en la ecuación (véase el capítulo 2). Pero,
de un modo u otro, seguí aceptando algunas de las críticas de los ma-
terialistas a los avistamientos de ovnis sin llevar a cabo demasiados
exámenes críticos; hasta que participé en estas discusiones, claro está.
Los datos sobre los avistamientos son bastante buenos, y sus im-
plicaciones pueden ser mucho más radicales de lo que uno supone
normalmente. ¿Cómo enmarca usted los datos cuando escucha a al-
guien hablar de un ovni? Usted, probablemente, al igual que yo (hasta
aquellas discusiones), supone que, si la afirmación es cierta, hay seres
alienígenas que vienen a la Tierra con una nave espacial, y todos sus
juicios acerca de la veracidad de estos avistamientos se mezclan con la
asunción implícita que usted presupone. Al menos, ésa era mi asun-
ción implícita, y en este mismo capítulo ya le he dado todas las razo-
nes científicas que yo tenía para convencerme de que no podía haber
naves alienígenas de otra estrella visitando la Tierra. Así pues, las pro-
fundas discusiones mantenidas con estos científicos de los ovnis, per-
sonas de alta credibilidad, crearon en mí un conflicto entre dos siste-
284 La física del alma

mas de creencias. Una creencia se basa en mi teoría de que los datos no


tienen ningún sentido; la otra es que, dado que los que recopilaban los
datos parecían creíbles, yo, como científico, debía mantener una men-
talidad abierta con el fin de tomar sus datos en serio.
Padecí este conflicto durante algún tiempo, hasta que, de pronto,
surgió una nueva idea. ¿Y si las naves espaciales de las que hablaban
los expertos en el tema de los ovnis fueran reales, pero no vinieran del
espacio exterior? ¡Y tampoco eran de factura humana! ¿Podría ser es-
to? Podría serlo, si es usted capaz de considerar la idea de la materiali-
zación y la desmaterialización. i Suponga que aquellos que hablan de
encuentros con ovnis entran en contacto con seres alienígenas (no
todos los que hablan de encuentros con ovnis entran en contacto con
seres alienígenas relacionados con las naves espaciales que ven, pero
algunos lo hacen), que pertenecen a una civilización tan avanzada que
pueden materializar y desmaterializar naves espaciales enteras!
¿Qué es una civilización avanzada? Normalmente, consideramos
que una civilización avanzada es aquella que posee una gran tecnología
material; pero, entonces, las leyes físicas excluyen ciertas direcciones
posibles de avances, como el de la materialización y la desmaterializa-
ción. Pero, como Aurobindo anticipó, el próximo paso evolutivo de la
humanidad nos elevará en la dirección de lo supramental.
Como ya mencioné en el anterior capítulo, los seres de la super-
mente, que logran el control del cuerpo temático, pueden ir a voluntad
(siempre en armonía con la voluntad divina y con su propósito) hasta
más allá de las leyes físicas convencionales. Así pues, en los datos acer-
ca de los ovnis, ¿estaremos viendo una verificación de la idea de Auro-
bindo de los seres supramentales, seres que han evolucionado ya hasta
ese estadio supramental de la evolución con la cual estamos forcejean-
do nosotros ahora?

¿La evolución del cerebro o la evolución de la materia?

La psiquiatra Urna Goswami, cuando imparte sus clases y habla de las


ideas de Aurobindo, gusta de detenerse en la estructura por capas del
Dr. Amit Goswami 285

cerebro. El hígado es un lóbulo, el corazón es un músculo, pero no


hay ninguna otra estructura en el organismo que esté dispuesta por
capas. ¿Qué puede significar entonces que el cerebro esté dispuesto
en capas? Tiene que ser una huella de la evolución del cerebro. En
tanto que otras partes del cuerpo no han evolucionado mucho a lo
largo de su larga historia, el cerebro sí que lo ha hecho. La parte más
antigua y posterior del cerebro es el cerebro de reptil, el cerebro me-
dio es el cerebro de mamífero y la parte anterior del cerebro, el neo-
córtex, es el cerebro humano. La estructura de capas del cerebro nos
habla de nuestra ascendencia animal. Después, Uma Goswami cita
a Aurobindo: «El animal fue el laboratorio para la evolución del
hombre; y el hombre debe ser de igual modo el laboratorio para la
creación del superhombre». Y quizás esto ocurra con la posterior evo-
lución del cerebro: ¿una nueva capa, un neo-neocórtex (Krishnamur-
thy,2000)?
Ésta es una de las maneras de aproximarse al tema de la evolu-
ción humana. Pero yo puedo encontrarle un defecto, y es que los tres
cerebros elaboran representaciones de la mente. Las dos primeras ca-
pas, evolutivamente hablando, hacen representaciones de los pensa-
mientos emocionales; el primero de las emociones más burdas, y el
segundo de las emociones más finas. Por otra parte, el neocórtex evolu-
cionó para elaborar representaciones de los pensamientos abstractos
(para los cuales se precisa del lenguaje). ¿Puede cualquier evolución
del cerebro elaborar representaciones de algo que no sea pensamien-
to, que esté más allá del pensamiento?
Aurobindo, así como su socia, la Madre, experimentaron con
otra idea. Ellos intuyeron que, para representar lo supramental, para
hacer representaciones físicas del cuerpo temático, tiene que evolu-
cionar la materia en sí; la materia tiene que refinarse. Así, Aurobindo
y la Madre dedicaron la mayor parte de sus vidas al empeño de trans-
formar la materia de sus cuerpos. Pero, a tenor de todos los comenta-
rios, comentarios sin prejuicios, no lo consiguieron. Cuando Auro-
bindo murió, muchos discípulos pensaron que la transformación de
su cuerpo quizás se demostrara por el hecho de que su cadáver no se
descompusiera, como le ocurre a cualquier cadáver; muchos pensaron
286 La física del alma

incluso que su cuerpo debería preservarse porque, al igual que Jesús,


Aurobindo podría resucitar. El cuerpo se preservó durante algún tiem-
po, pero se descompuso. No se encontró ninguna evidencia de trans-
formación del cuerpo físico ni de resurrección.
¿Acaso es sostenible científicamente la idea de la transformación
de la materia en una forma más refinada? ¿No nos estaría acechando el
viejo problema del dualismo? (¿Cómo puede interactuar la materia
sutil con la variedad de materia actual?) Personalmente, nunca me
gustó la idea de otra forma de materia más refinada debido a este mo-
tivo. Es mucho más fácil ponderar la evolución de una nueva estructu-
ra del cuerpo más allá del cerebro, quizás un supercerebro. ¡Ese super-
cerebro elaboraría representaciones del cuerpo temático, integraría las
funciones de los tres cerebros y constituiría nuestra nueva identidad,
similar a la de los dioses!
Ya he hablado de Swami Swaroopananda, de Paradise Island. Na-
cido en Israel y bastante familiarizado con la Kabbala, se convirtió en
vedantin (un experto en el vedanta indio), después de estudiar bajo la
dirección del famoso Swami Vishnudevananda, el swami volador, lla-
mado así porque le gustaba pilotar su propio avión). Swami Swaroopa
es lo que las tradiciones llaman un jnana yogui, aquel que descubre la
naturaleza de la realidad a través del sendero de la sabiduría, dando
saltos cuánticos desde el pensamiento. De ahí que tanto a él como a mí
nos guste entablar ricas conversaciones y que, en términos generales,
él apruebe la nueva ciencia dentro de la consciencia.
En una de nuestras conversaciones sobre la obra de Aurobindo,
Swami Swaroopa me sorprendió.
-¿No tendrás algún prejuicio prematuro acerca de otra forma de
materia y sobre el modo en que interactuaría con la materia normal?
-me preguntó-o ¿Por qué no va a poder la consciencia mediar esa in-
teracción, del mismo modo que lo hace para la materia y la psique?
Y sentí que un velo se levantaba. Ciertamente, ¿por qué no? De
hecho, el dualismo no debería impedirnos reconocer la validez del
empeño de Aurobindo y de la Madre. Si así fuera, deberíamos prestar
atención al método del yoga integral que ellos desarrollaron con la
intención de transformar la materia.
Dr. Amit Goswami 287

No es éste el momento ni el lugar para discutir las ideas del yoga


integral. Muy brevemente, lo que se propone es reunir el empuje in-
tegrador de todos los yagas conocidos (véase el capítulo 9) para sus-
tentar la creatividad del cuerpo vital, en primer lugar, y luego del fí-
sico. La clave se halla en mantener una intención inquebrantable de
transformar el cuerpo, para que éste pueda hacer representaciones
del cuerpo temático supramental, sea del modo que sea, bien con el
desarrollo de un supercerebro, o bien con el desarrollo de la super-
materia.
Yo pienso también que el fenómeno de la kundalini, discutido
anteriormente, puede ser un clave. El ascenso de la kundalini parece
liberar el poder latente de la consciencia para elaborar nuevas repre-
sentaciones de lo vital en lo físico. Existen evidencias. Personas en las
cuales se ha elevado la kundalini y que han conseguido integrarla
adecuadamente atraviesan extraordinarios cambios corporales (por
ejemplo, el desarrollo de nódulos con forma de serpiente en el cuer-
po). Hay un maestro de kundalini vivo, llamado U. G. Krishnamur-
thy, que vive en Bangalore, en la India, cuyo cuerpo muestra estos
extraordinarios signos físicos de integración de la kundalini que cual-
quiera puede verificar.
Si intentamos utilizar el empuje del poder de la kundalini creati-
vamente para hacer el supercerebro o la supermateria, como puede
ser el caso, y si lo hacemos colectivamente, quizás podamos acelerar
las vías evolutivas de la naturaleza, hasta ahora inconscientes en gran
medida. El filósofo y místico Teilhard de Chardin, cuya idea de la
evolución de la humanidad hasta el punto omega es bastante similar a
la idea de Aurobindo de la evolución de la supermente, solía hablar de
enjaezar la energía del amor. (Lea, en especial, Teilhard de Chardin,
1964.) Ahora creo que Teilhard de Chardin estaba hablando literal-
mente de enjaezar la energía kundalini. ¿Y qué mejor forma de enjae-
zarla que pavimentando el camino para la evolución de la humanidad
hasta el punto omega?
Las nueve vidas del alma

Así pues, ¿existe el alma y existe una física del alma? ]úzguelo usted
mismo; yo resumiré las ideas de la física que, progresivamente, llevan
a un modelo convincente y casi completo del alma. Simplemente por
diversión, utilizaré la metáfora de las nueve vidas del gato, pero con
un pequeño giro. Cuantas más vidas vive el gato, más cerca está de su
eventual muerte. Pero aquí es al revés. A medida que la física se ex-
pande, a medida que el modelo del alma mejora, el alma se acerca a la
inmortalidad. Y, como regalo extra, más son los datos que se puedan
acomodar dentro de este modelo.

1. En la primera vida, el alma es dualista, que quiere decir que se


concibe como un mundo separado, constituido por sustancia in-
material, y la física se utiliza para negarla. Un alma dualista es
diferente de la materia y del cuerpo material, y sobrevive a la
muerte del cuerpo material. Un alma dualista es individual, y
también está separada de Dios (que puede verse como un alma
del mundo o superalma, paramatman en sánscrito), aunque es
eterna como Dios. Pero esta alma muere debido a las críticas pro-
cedentes de la física, a preguntas como éstas: «¿Cómo puede in-
teractuar el alma no material con el cuerpo material sin un me-
diador?» o «¿Cómo se explica el principio de conservación de la
energía, el hecho de que únicamente se conserve la energía del
mundo material? ¿Acaso un alma interactiva no interactuaría con
290 La física del alma

el mundo material tomando energía de éste o aportándola ocasio-


nalmente?» Otra espina de este modelo es: «Si las almas son eter-
nas y el número de almas se conserva, ¿cómo se explica la explo-
sión demográfica actual, es decir, de dónde proceden las nuevas
almas?»
2. En el segundo modelo del alma, ésta es material y es algo así co-
mo un aborto; no sobrevive, lo cual quiere decir que es un epife-
nómeno del cuerpo material y muere con él. Sin embargo, uno
puede consolarse con que, aunque el epifenómeno, el alma indi-
vidual, muere, la materia básica, en forma de átomos y partículas
elementales, sigue viviendo y se recicla. La física aquí es conser-
vadora y no genera polémicas, pero no tiene uso alguno para ex-
plicar los datos existentes acerca de la supervivencia post mortem
y la reencarnación.
3. En la tercera encarnación, el alma es idéntica a la consciencia, la
una y única, que es el fundamento del ser. La materia es una ma-
nifestación aparente en este fundamento, y es un epifenómeno de
este fundamento. La materia es, así pues, efímera, convirtiéndose
en ser aparente cuando se registra en la experiencia de un ser
sintiente, para luego disolverse en el todo. El cuerpo material pe-
rece, pero el alma sigue viviendo eternamente.
En esta vida, el alma individual muere porque nunca existió;
el alma es siempre cósmica y no tiene atributos. La física del alma
comienza aquí, y consta de la física cuántica y de su interpreta-
ción idealista, de la idea de que la consciencia no-local y unitiva
genera la realidad actualizada a partir de las posibilidades cuánti-
cas de la materia.
4. En la cuarta encarnación, se plantea la idea de que el alma cósmi-
ca tiene un atributo, y este atributo se reconoce como un cuerpo
de temas. A todos los que pertenecemos a la especie humana se
nos exige aprender estos temas; ése es el propósito de nuestra
vida. Naturalmente, se precisa de muchas encarnaciones para
descubrirlos creativamente y aprender a vivirlos, dado que algu-
nos de los temas, como el amor, son muy sutiles. Nuestras diver-
sas encarnaciones se vinculan mediante la no-localidad cuántica
Dr. Amit Goswami 291

a través del espacio y el tiempo, y se conectan mediante el cuerpo


temático como el hilo que enlaza las flores de una guirnalda.
Éste es el motivo por el cual el cuerpo temático puede equipa-
rarse con lo que se denomina sutratman (sutra significa hilo, y
atman significa alma, en sánscrito). Pero la física del alma aún no
es la adecuada; el alma individual sigue sin existir; lo que sobre-
vive a la muerte del cuerpo físico es el cuerpo temático, que es
una mónada universal para toda la especie humana. Lo bueno de
este modelo es que explica algunos de los datos importantes de la
reencarnación, en especial el del recuerdo de vidas pasadas en
los niños.
5. En la quinta vida del alma, se postula que el alma cósmica tiene
atributos adicionales, una mente para el procesamiento de signi-
ficados y un cuerpo vital para los moldes que hay tras las formas
que se manifiestan en la evolución de la vida. Se considera aho-
ra que el cuerpo temático establece el contexto de movimientos
tanto de la mente como del cuerpo vital (así como del cuerpo fí-
sico). En este papel de establecimiento del contexto de significa-
dos, se puede reconocer ahora como lo que llamamos intelecto
(supramental), el dispositivo de la creatividad, del amor incondi-
cional, de la discriminación moral, etc.
El trío del intelecto supramental, la mente y el cuerpo vital,
que juntos constituyen ahora el alma o mónada, son no-físicos;
pero, debido a su naturaleza cuántica (que es también la natura-
leza del cuerpo físico), la consciencia media su interacción con el
cuerpo físico. Los cuatro cuerpos son posibilidades cuánticas de
la consciencia. Ésta, para su experiencia manifiesta, colapsa las
posibilidades vinculadas de estos cuerpos en acontecimientos ac-
tuales del epifenómeno (aparente) de la escisión sujeto-objeto.
Evidentemente, la física del alma prospera en esta encarna-
ción, pero el alma, vista como una mónada cuántica, no está ma-
dura todavía; todavía no tiene el poder de explicar el alma indi-
vidual.
6. En la sexta encarnación del alma, la física del alma madura. Con
el adecuado reconocimiento de la dinámica de la mente y del
292 La física del alma

cuerpo vital, se ve que tiene lugar la individualización del alma o


mónada. Aunque, al igual que el intelecto supramental, el cuerpo
mental y el cuerpo vital son también universales (sin estructura
individual) para que los compartamos todos, la universalidad se
ve comprometida como consecuencia de la acumulación de expe-
riencia.
A medida que se viven experiencias, se modifican las probabi-
lidades de las posibilidades cuánticas mentales (y vitales); gene-
ran una tendencia hacia las respuestas del pasado ante los estímu-
los, un proceso que los psicólogos llaman condicionamiento. Yo
lo llamo memoria cuántica, porque la memoria de estas tenden-
cias no se contiene en el objeto, como ocurre con la memoria
ordinaria, sino en las matemáticas cuánticas a las que obedecen
las posibilidades modificadas.
Como consecuencia del condicionamiento o memoria cuánti-
ca, todos desarrollamos una mente y un cuerpo vital individuales
(funcionales). y así, cuando el cuerpo físico muere, nuestra histo-
ria registrada en el cuerpo físico (especialmente en el cerebro)
muere con él, pero nuestro patrón de hábitos o propensiones so-
brevive en la forma de memoria cuántica de la probabilidad mo-
dificada de las ondas de posibilidad de la mónada cuántica indi-
vidual.
Finalmente, la mónada cuántica se convierte en un buen mode-
lo del alma que sobrevive a la muerte y reencarna. Cuando la física
de la mónada cuántica se integra con la física de la no-localidad
cuántica entre encarnaciones vinculadas generando un modelo
más completo del alma, se pueden explicar muchos tipos de datos
referentes a la supervivencia post mortem y la reencarnación, entre
ellos, las experiencias cercanas a la muerte, el fenómeno de los
niños prodigio, las fobias inexplicables y la canalización.
Todo esto está muy bien. Sin embargo, el alma está ahora sóli-
damente establecida en la rueda del karma (las propensiones ad-
quiridas en vidas pasadas), en la repetición de encarnaciones sin
un fin a la vista. La física del alma sigue siendo inadecuada para
explicar la evolución del alma hacia la liberación.
Dr. Amit Goswami 293

7. En la séptima vida del alma, la física del alma reconoce una ley
del karma sobre la base de los datos empíricos de que sólo trae-
mos parte de nuestras propensiones del pasado a una vida en
concreto. Se trata de las propensiones (prarabdha) que nos per-
mitirán satisfacer la agenda concreta de aprendizaje de una en-
carnación en particular, que contribuirá a la evolución de nuestra
alma hacia la liberación. A la física del alma le añadimos ahora el
arte de recordar nuestro prarabdha, un arte llamado dharma en
el hinduismo. Ahora, nos ejercitamos activamente en el recuerdo
de las propensiones que trajimos a esta encarnación en particular
para cumplir con la agenda de aprendizaje, el dharma, de esta
vida en particular. Cuando aprendemos de acuerdo con nuestro
propósito, nuestra vida se hace especialmente gozosa. La vida se
nos llena ahora de sentido, de significado, a medida que cumpli-
mos con nuestra agenda de aprendizaje.
Los practicantes de la física materialista se quejan de que
~~cuanto más comprendemos el universo, más parece carecer de
sentido». ¡Ahí está! Por comparación, la física del alma recupera
el sentido perdido.
8. En la octava vida del alma, el alma satisface sus responsabilidades
monádicas de descubrimientos creativos de acuerdo con su físi-
ca, y se libera de la rueda kármica. El alma ya no evoluciona, ha
alcanzado ya el primer tipo de inmortalidad, como ángel o espí-
ritu guía, para ayudar a otras almas que se esfuerzan por alcanzar
la liberación.
9. En la novena encarnación del alma, una encarnación especulati-
va que va más allá de la física actual, el objetivo del alma es su
intento creativo por asumir un cuerpo físico inmortal (la resu-
rrección). El posterior desarrollo de la física del alma nos dirá si
esto supone un nuevo tipo de materia que pueda elaborar repre-
sentaciones del intelecto supramental o un nuevo desarrollo del
cerebro capaz de hacer lo mismo.
Así termina la saga del alma, tal como se ha explorado en este
libro.
Glosario

Algoritmo: procedimiento ligado a una regla para ir del paso A al pa-


so B.
Alma: entidad que sobrevive a la muerte del cuerpo físico; la mónada
cuántica.
Arquetipo: idea platónica que es la precursora de una manifestación
material, vital o mental; también, símbolo junguiano de los ins-
tintos y de los procesos psíquicos primordiales del inconsciente
colectivo.
Aspect, Alain: físico experimental de la Universidad de Paris-Sud,
aclamado por el experimento de 1982 que lleva su nombre, en el
que estableció la no-localidad cuántica. Este experimento es un
ejemplo excelente de la metafísica experimental.
Atman: palabra sánscrita que significa «yo cósmico superior, más allá
del ego»; el yo cuántico creativo de la experiencia primaria.
Aurobindo: filósofo y sabio visionario que propuso la idea de la su-
permente. (Véase «Supermente».)
Autorreferencia: bucle cuántico de referencia a sí mismo. (Véase tam-
bién «Circularidad».)
Bardo: Palabra tibetana que significa «pasadizo» o «transición».
Bhakti yoga: el yoga del amor o la devoción.
Bodhisattva: persona realizada (en el budismo) que, en vez de optar
por fundirse en la clara luz de la consciencia, se queda en la puer-
ta ayudando a los demás hasta que todos hayan llegado.
Bohr, Niels: físico danés, descubridor del átomo de Bohr y del princi-
pio de complementariedad. Durante su vida, fue el portavoz más
influyente del mensaje de la mecánica cuántica.
296 La física del alma

Brahmán: palabra sánscrita que significa la consciencia como funda-


mento de todo ser: la divinidad o el Tao.
Caos, Teoría del: teoría de ciertos sistemas deterministas clásicos (lla-
mados sistemas caóticos) cuyo movimiento es tan sensible a las
condiciones iniciales como para no ser susceptible de predictibi-
lidad a largo plazo. Para los materialistas, este carácter determi-
nado pero no predictible de los sistemas caóticos los convierte en
una metáfora apta para los fenómenos subjetivos.
Carácter: tendencias, patrones y repertorio aprendido de contextos
que definen a un individuo.
Causalidad: el principio de que una causa precede a cada efecto.
Cielo: esfera arquetípica; también esfera arquetípica de los rasgos divi-
nos.
Ciencia dentro de la consciencia: ciencia basada en la idea de que la
consciencia es el fundamento de todo ser. (Véase también «Cien-
cia idealista».)
Ciencia idealista: ciencia basada en la primacía de la consciencia.
(véase también «Ciencia dentro de la consciencia».)
Circularidad: véase «Autorreferencia».
Complementariedad: característica de los objetos cuánticos que po-
seen aspectos opuestos, como el carácter de onda o de partícula,
sólo uno de los cuales se puede ver en una disposición experi-
mental dada. Los aspectos complementarios de un objeto cuánti-
co se refieren a las ondas trascendentes y a las partículas inma-
nentes.
Comportamiento a modo de ley: comportamiento gobernado exclusi-
vamente por leyes causales tales como las leyes físicas.
Comportamiento a modo de programa: comportamiento gobernado
no sólo por la causa, sino también por el propósito, como en los
programas de ordenador.
Conciencia (Awareness): Consciencia de escisión sujeto-objeto.
Conductismo: paradigma principal de la psicología en este siglo, sos-
tiene que la explicación del comportamiento humano hay que
buscarla en la historia de patrones de reforzamiento estímulo-
respuesta de una persona.
Dr. Amit Goswami 297

Consciencia (Consciousness): el fundamento del ser (original, auto-


contenida y constitutiva de todas las cosas) que se manifiesta
como el sujeto que elige, y experimenta lo que elige, cuando co-
lapsa autorreferencialmente la función de onda cuántica en el
cerebro, en una célula viva o en otros conglomerados celulares.
Contexto: el campo interpretativo que la consciencia utiliza para diri-
gir el flujo de significado en el mundo; el apoyo causal que hay
tras el contenido.
Córtex cerebral: el segmento externo y más reciente en la evolución
del cerebro de los mamíferos; llamado también neocórtex.
Creatividad: el descubrimiento de algo nuevo de valor en un nuevo
contexto o con un nuevo significado.
Cuanto: haz discreto de energía; la denominación más baja de la ener-
gía o de otras cantidades físicas que se pueden intercambiar.
Cuerpo causal: la consciencia como fundamento de todo ser; el cuer-
po de gloria.
Cuerpo de gloria: la consciencia como fundamento del ser, la fuente
de toda gloria o dicha.
Cuerpo de Sambhogakaya: mónada cuántica desencarnada que ha
satisfecho sus deudas kármicas, que ha trascendido el renaci-
miento en el mundo manifiesto.
Cuerpo grueso: el cuerpo físico, que se manifiesta en nuestra cons-
ciencia como externo.
Cuerpo mental: el cuerpo de sustancia mental que pertenece a un
mundo separado. La mente da significado al material cerebral.
Cuerpo sutil: conglomerado de los cuerpos mental, vital y temático,
que se experimenta habitualmente como algo interno, privado.
Cuerpo temático: el cuerpo supramental de temas o contextos para
los movimientos de los cuerpos mental, vital y físico. (Véase tam-
bién «Supramental», «Intelecto».)
Cuerpo vital: el cuerpo de los procesos vitales, hecho de sustancia
vital (prana, chi o ki), en contraposición a los procesos físicos y
mentales; es un cuerpo que se halla separado del cuerpo físico y
del cuerpo mental y es independiente de ellos. Es el depósito de
los campos morfogenéticos.
298 La física del alma

Chakras: ubicación de esos lugares del cuerpo físico donde se colapsa


el cuerpo vital junto con el conglomerado celular físico vinculado
u órgano que representa una función del cuerpo vital. También,
centros de los sentimientos.
Chi: palabra china para los modos de movimiento del cuerpo vital.
Darwin, Charles: descubridor de la teoría de la evolución que lleva su
nombre.
Desintegración: proceso en el cual un núcleo atómico emite radiacio-
nes nocivas y se transforma en un estado diferente.
Determinismo: filosofía según la cual el mundo es causal y está com-
pletamente determinado por las leyes del movimiento de Newton
y las condiciones iniciales (las posiciones y velocidades iniciales
de los objetos del universo espacio-temporal).
Deva: palabra sánscrita que significa «ángel».
dharma: sendero de descubrimiento ético y creativo de cada persona;
destino creativo de vida de la persona, por decirlo así.
Dharma: la consciencia, el todo, el fundamento del ser. Con «d» mi-
núscula, significa deber y destino creativo. También, en el hin-
duismo, el dios de la justicia.
Dharmakaya: en el budismo, el cuerpo de la consciencia, el funda-
mento del ser.
Dios: el principio creativo que se halla tras la totalidad de toda la ma-
nifestación.
Dualismo: la idea de que la mente y el cerebro pertenecen a dos esferas
separadas de la realidad.
Ego: la identidad con el contenido de la línea de historia personal del
invididuo, en adición al carácter.
Einstein, Albert: quizás el físico más famoso que haya existido, fue el
descubridor de las teorías de la relatividad. Contribuyó de forma
importante a la teoría cuántica, incluyendo las ideas básicas de la
dualidad onda-partícula y la probabilidad.
Energía vital: los modos de movimiento del cuerpo vital; llamada tam-
bién prana, chi o ki.
Epifenómeno: fenómeno secundario sin eficacia causal; algo que exis-
te de forma contingente sobre la existencia previa de otra cosa.
Dr. Amit Goswami 299

Equilibrio puntual o puntuado: teoría de la evolución que dice que


existen marcas de puntuación (períodos y comas, períodos de
rápida evolución) dentro del texto continuo de la evolución dar-
winiana.
Espacio-tiempo inmanente: véase «Realidad inmanente».
Estado de consciencia: condiciones dentro de la consciencia de diver-
sos grados de conciencia; ejemplos son el estado de vigilia, el
estado de sueño profundo, de sueño con ensueños, el de hipno-
sis, los estados meditativos, etc.
Experiencia mística: experiencia de la consciencia en su primacía
más allá del ego.
Experiencia trascendental: experiencia directa de la consciencia más
allá del ego.
Experiencias cercanas a la muerte: experiencias de las que dan cuen-
ta las personas a las que se revive tras un fallo cardiaco u otras
situaciones cercanas a la muerte.
Experiencias extracorporales: experiencias de las que dan cuenta las
personas cuando se hallan fuera del cuerpo; en tales estados, es-
tos individuos dan cuenta de haber visto cosas que están más allá
de su visión local, como el de las actuaciones quirúrgicas que se
han realizado con su propio cuerpo.
Experimento de la doble ranura: experimento clásico para determi-
nar las características de las ondas; un rayo de luz o de electro-
nes, por ejemplo, se escinde al pasar a través de dos ranuras en
una pantalla para formar un patrón de interferencia sobre una
placa fotográfica o una pantalla fluorescente.
Física clásica: véase «Mecánica clásica».
Fotón: un cuanto de luz.
Freud, Sigmund: fundador del psicoanálisis; según algunos, también
de la psicología moderna.
Función de onda: función matemática que representa la amplitud de
onda de las ondas de posibilidad cuántica; se obtiene como solu-
ción a la ecuación de Schródinger.
Genes: componentes de la molécula de ADN, que se cree que son los
elementos que transfieren los rasgos hereditarios en la reproduc-
300 La física del alma

ción; también se cree que los genes se seleccionan para la evolución


biológica o en contra de ella; según algunos biólogos, los genes son
los elementos fundamentales del ser biológico.
Gunas: cualidades de la consciencia en la antigua psicología india, que
se corresponden con los impulsos psicológicos de terminología
más moderna. Hay tres gunas: sattwa (iluminación), rajas (líbi-
do) y tamas (ignorancia condicionada).
Hayflick, Efecto: efecto descubierto por Leonard Hayflick de que las
células humanas se pueden reproducir solamente en torno a cin-
cuenta veces.
Heisenberg, Werner: físico alemán y codescubridor de la mecánica
cuántica. Su descubrimiento de la mecánica cuántica se considera
como uno de los acontecimientos más creativos de la historia de
la física.
Idealismo: filosofía que sostiene que los elementos fundamentales de
la realidad deben incluir tanto a la mente como a la materia. En
este libro, hemos utilizado este término como sinónimo de idea-
lismo monista. (Véase «Idealismo monista».)
Idealismo monista: filosofía que define la consciencia como realidad
primaria, como fundamento de todo ser. Los objetos de una rea-
lidad empírica consensuada son, todos ellos, epifenómenos de la
consciencia, que surgen de las modificaciones de la consciencia.
No hay naturaleza de yo ni en el sujeto ni en el objeto de una
experiencia consciente aparte de la consciencia.
Inconsciente: en este libro, realidad en la cual hay consciencia, pero
no conciencia de escisión sujeto-objeto. (Véase también «Incons-
ciente colectivo».)
Inconsciente colectivo: inconsciente unitivo, ese aspecto de la cons-
ciencia que trasciende el espacio, el tiempo y la cultura, pero del
cual no somos conscientes. Concepto que introdujo ]ung por vez
primera.
Infierno: esfera arquetípica de la consciencia que se corresponde con
las emociones violentas.
Intelecto: el cuerpo supramental de la consciencia, que proporciona
los contextos para los movimientos físicos, vitales y mentales. En
Dr. Amit Goswami 301

su uso ordinario de hoy en día, el intelecto se refiere más bien a


las ideas mentales de los contextos del cuerpo intelectual. (Véase
también «Cuerpo temático, supramental».)
Interferencia: la interacción de dos ondas que inciden en la misma
región del espacio y que produce una alteración de red igual a la
suma algebraica de las alteraciones individuales de las respecti-
vas ondas.
Interferencia, Patrón de: el patrón de reforzamiento de una alteración
de onda en algunos lugares y de cancelación de otras, que se
produce por la superposición de dos (o más) ondas.
jerarquía entrelazada: bucle entre niveles de categorías; una jerarquía
que no se puede rastrear causalmente sin encontrarse con una
discontinuidad. Un ejemplo es la paradoja del mentiroso: «Soy
un mentiroso».
jiva: palabra sánscrita que designa a la mónada cuántica.
jivanmukta: persona que ha llegado a la liberación del ciclo de naci-
miento-muerte-renacimiento.
jnana yoga: yoga basado en la utilización del intelecto para trascender
el intelecto.
jung, Cad G.: psicólogo que fundó una de las corrientes más importan-
tes de la psicología moderna y que lleva su nombre; es famoso por
su idea del inconsciente colectivo y por sus atisbos visionarios de
que la física y la psicología vendrían a encontrarse en un futuro.
Karma: propensiones, aprendizajes y condicionamiento bueno y malo
de vidas pasadas que se portan de una encarnación a otra.
Karma yoga: el yoga de la acción, un yoga en el cual uno actúa, pero
somete su interés personal en el fruto de la acción.
Ki: palabra japonesa que designa los modos de movimiento del cuer-
po vital.
Koan: afirmación o pregunta paradójica que se utiliza en la tradición
budista zen para hacer que la mente dé un salto discontinuo
(cuántico) de comprensión.
Kundalini: energía vital enroscada cuyo ascenso a lo largo de un nadi,
que discurre en paralelo por la espina dorsal, abre los chakras.
(Véase también «Chakras».)
302 La física del alma

Ley de conservación de la energía: la idea, que ha sido reivindicada en


todos los experimentos científicos hasta el momento, de que la
energía del universo material se mantiene constante.
Liberación: liberación del ciclo de nacimiento-muerte-renacimien-
too
Libre albedrío: libertad de elección no determinada por ninguna cau-
sa necesaria.
Localidad: la idea de que todas las interacciones o comunicaciones
entre los objetos tienen lugar mediante campos o señales que se
propagan a través del espacio-tiempo, obedeciendo al límite de la
velocidad de la luz.
Macrocuerpos: objetos de gran escala, como puede ser una pelota de
béisbol o una mesa.
Manas: palabra sánscrita que significa «mente».
Maslow, Abraham: fundador de la psicología transpersonal, que se
basa en un marco idealista monista.
Materialista: en este libro, hemos utilizado la palabra materialista para
designar al realista material, aquel que sostiene que la materia es
el fundamento de todo ser.
Maya: la separatividad aparente entre yo y el mundo; se traduce tam-
bién como ilusión. Según la presente teoría, «maya» surge de la
jerarquía entrelazada de la medida cuántica.
Médium: persona capaz de comunicarse con los muertos.
Mecánica clásica: sistema de la física basado en las leyes del movi-
miento de Isaac Newton; en la actualidad, sigue siendo relativa-
mente válida para la mayoría de los macroobjetos, como un caso
especial de la mecánica cuántica.
Mecánica cuántica: teoría física que se basa en la idea del cuanto
(una cantidad discreta) y los saltos cuánticos (una transición
discontinua), que se descubrió en relación con los objetos ató-
micos.
Medida Cuántica, Teoría de la: teoría que explica cómo una onda de
posibilidad cuántica de múltiples facetas se reduce o colapsa en
una única faceta al ser medida. La medida se logra exclusivamen-
te mediante la observación consciente de un observador.
Dr. Amit Goswami 303

Memoria cuántica: memoria basada en la modificación del cálculo de


probabilidades de las ecuaciones cuánticas no lineales que go-
biernan la dinámica cuántica del cerebro, la mente y el cuerpo
vital. Como consecuencia de esta memoria, se fortalece la proba-
bilidad de recuerdo de respuestas aprendidas.
Mente: véase «Cuerpo mental».
Meridiano: concepto chino que designa al sendero por el que fluye el
chi, la energía vital.
Moksha: palabra sánscrita que significa liberación del ciclo de naci-
miento-muerte-renacimiento.
Mónada: entidad que sobrevive a la muerte física.
Mónada cuántica: mónada que transmigra propensiones vividas y
contextos aprendidos de una encarnación a otra a través de la
memoria cuántica de su cuerpo mental y su cuerpo vital.
Monismo: filosofía que sostiene que la mente y el cerebro pertenecen
a la misma realidad.
Morfogénesis: la creación de formas biológicas.
Morfogenéticos, Campos: los campos de información que, según Ru-
pert Sheldrake, contienen los planos morfogenéticos de los seres
biológicos.
Muerte: la retirada de la supervención consciente (en la forma del
colapso de las ondas de posibilidad) y de la identidad consciente
de lo vivo.
Muerte, Yoga de la: ejercicios diseñados para mantenerse consciente
en el instante de la muerte.
Nadi: palabra sánscrita que significa canales por donde fluye el prana,
la energía vital.
Neocórtex: véase «Córtex cerebral».
Neumann, John von: matemático que fue el primero en postular que
la consciencia colapsa la función de onda cuántica; también llevó
a cabo un trabajo fundamental en la teoría de juegos y en la teo-
ría de los ordenadores modernos.
Newton, Isaac: fundador de la mecánica clásica.
Nirmanakaya: el cuerpo manifiesto de la consciencia; es un término
budista.
304 La física del alma

Nirvana: palabra sánscrita que significa literalmente «extinción de la


llama» (del deseo). Es el equivalente conceptual de la idea budis-
ta e hindú del moksha.
No-localidad: influencia o comunicación instantánea que se realiza sin
ningún intercambio de señales a través del espacio-tiempo; tota-
lidad inquebrantable o no-separatividad que trasciende el espa-
cio-tiempo. (Véase también «Trascendencia».)
Núcleo: el centro pesado del átomo en tomo al cual giran los electrones.
Onda de posibilidad: estado cuántico de múltiples facetas con una
relación de fase entre sus diferentes facetas (o posibilidades). Por
ejemplo, un electrón que atraviesa un pantalla con dos ranuras se
convierte en una onda con dos estados posibles, un estado corres-
pondiente a su paso a través de la ranura 1 y otro estado corres-
pondiente a su paso a través de la ranura 2.
Ondas de materia: los objetos materiales, tales como los electrones y
los átomos (e incluso los macrocuerpos), tienen propiedades simi-
lares a las de las ondas, según la mecánica cuántica. Las ondas de
los objetos materiales reciben el nombre de «ondas de materia».
Ontología: estudio de la esencia del ser o realidad fundamental; meta-
física.
Paradigma, Cambio de: cambio fundamental en la superteoría o para-
guas de la visión del mundo que gobierna el trabajo científico en
un momento dado.
Paralelismo psicofísico: la idea de que la mente y el cuerpo pertene-
cen a dos realidades separadas que no interactúan, en las cuales
las cosas sueceden en paralelo. Dicho de otro modo, para cada
estado del cerebro, existe un estado mental correspondiente.
Percepción inconsciente: percepción sin conciencia de ello; en este
libro, percepción par::lla cual no hay colapso del estado cerebral
cuántico.
Platón: uno de los idealistas monistas originales de Occidente.
Potencia: los dominios trascendentes de las ondas de posibilidad de la
física cuántica.
Prana: palabra sánscrita que significa «energía vital» (y también signi-
fica respiración y vida).
Dr. Amít Goswamí 305

Principio de correspondencia: la idea, descubierta por Bohr, de que,


bajo determinadas condiciones limitadoras (que satisfacen la ma-
yoría de los macrocuerpos en circunstancias normales), las mate-
máticas cuánticas predicen el mismo movimiento que las ma-
temáticas clásicas de Newton. Un principio de correspondencia
similar se encuentra que sustenta la ciencia idealista; bajo condi-
ciones de condicionamiento completo, la ciencia idealista se co-
rresponde con la ciencia materialista.
Principio de incertidumbre: principio que sostiene que cantidades
complementarias, como momento (impulso) y posición de un
objeto cuántico, no se pueden medir simultáneamente con una
absoluta precisión.
Procesamiento inconsciente: procesamiento de la consciencia sin la
presencia de conciencia (es decir, sin el colapso de las ondas de
posibilidad) .
Psicocinesis: capacidad psíquica para mover objetos.
Psicología transpersonal: escuela de psicología que se basa en la idea
de que nuestra consciencia se extiende más allá del ego indi-
vidual condicionado hasta incluir un aspecto unitivo y trascen-
dente.
Radiactividad: propiedad de determinados elementos químicos que
emiten espontáneamente radiaciones nocivas, mientras sus nú-
cleos atómicos se desintegran. La desintegración radiactiva está
gobernada por las reglas de probabilidad cuántica.
Rajas: palabra sánscrita que designa la tendencia hacia la actividad
semejante a la líbido (un impulso psicológico de procedencia
freudiana) .
Realidad: todo de lo que se habla, inclusive lo local y lo no-local, lo
inmanente y lo trascendente; en cambio, el universo de espacio-
tiempo se refiere al aspecto inmanente local de la realidad.
Realidad inmanente: modo en que el idealista monista designa el
mundo ordinario inmanente de movimiento-materia-espacio-
tiempo de nuestra experiencia, para distinguirlo del mundo tras-
cendente de las ideas y los arquetipos; sin embargo, observe que
tanto el mundo trascendente como el mundo inmanente existen
306 La física del alma

en la consciencia, el primero de ellos como formas de posibilidad


(ideas), mientras que el segundo es el resultado de una observa-
ción consciente.
Realismo: filosofía que propugna la existencia de una realidad empíri-
ca independiente de los observadores o los sujetos. (Véase tam-
bién «Realismo material».)
Realismo material: filosofía que sostiene que sólo existe una realidad
material, que todas las cosas están hechas de materia (y sus co-
rrespondencias, energía y campos), y que la consciencia es un
epifenómeno de la materia.
Reduccionismo: filosofía que sostiene que todos los fenómenos se
pueden reducir a la materia en un micronivel u otro.
Reencarnación: idea que postula que la persona sobrevive tras la
muerte y renace; que existe alguna continuidad de cierta esen-
cia del ser humano que transmigra de un nacimiento al si-
guiente.
Relación de fase: relación entre las fases (condiciones) de movimiento
de los objetos, especialmente de las ondas.
Relatividad: teoría de la relatividad especial, descubierta por Einstein
en 1905, que cambió nuestro concepto del tiempo, desde el tiem-
po absoluto newtoniano hasta un tiempo que existe y que cambia
en relación con el movimiento.
Resurrección: levantarse de entre los muertos; término cristiano.
Rupa: palabra sánscrita que significa «forma».
Salto cuántico: transición discontinua de un electrón desde una órbita
atómica a otra que no pasa por el espacio intermedio entre las
órbitas.
Samadhi: experiencia del yo cuántico que trasciende la identidad egoi-
ca. En esta experiencia, el observador y el observado tienden a
fundirse.
Sambhogakaya: el cuerpo arquetípico de la consciencia; término bu-
dista.
Satori: término zen del samadhi, la experiencia del yo cuántico.
Sattwa: palabra sánscrita que designa la creatividad, uno de los impul-
sos psicológicos, según la psicología hindú.
Dr. Amit Goswami 307

Schrodinger, Erwin: físico austriaco, descubridor, junto con Heisen-


berg, de la mecánica cuántica; se opuso a la interpretación de
probabilidad durante algún tiempo. Posteriormente, abrazó al-
gunos de los elementos de la filosofía del idealismo monista.
Semántica: el estudio del significado.
She1drake, Rupert: biólogo que propuso una de las primeras teo-
rías idealistas de la ciencia, la teoría de la morfogénesis bioló-
gica.
Sincronicidad: término empleado por Jung para designar las coinci-
dencias acausales pero significativas.
Solipsismo: filosofía que sostiene que sólo el propio yo de uno mismo
es lo único que se puede demostrar que existe.
Stevenson, Ian: el más conocido investigador sobre anécdotas reen-
carnacionales en niños.
Supermente: actividades en las que la persona tiene el «control» so-
bre el cuerpo causal del ser, incluidas las leyes de la física.
Supramental: cuerpo de la consciencia que está más allá de la mente,
que gobierna los movimientos de los cuerpos mental, vital y físi-
co. (Véase también «Cuerpo temático», ~<Intelecto».)
Tamas: término sánscrito que significa la tendencia hacia la acción
condicionada en la psicología hindú.
Teosofía: doctrinas de un movimiento moderno que tuvo sus inicios
en 1875 en Estados Unidos, a través de Helena Blavatsky, basa-
do en las ideas místicas orientales acerca de la evolución y la
reencarnación.
Trascendentes, dominios: pertenecientes a una esfera de la realidad
que está, paradójicamente, tanto dentro como fuera del espacio-
tiempo físico. Según Goswami, la esfera trascendente debe inter-
pretarse como algo no-local; es decir, puede influir en los acon-
tecimientos espaciotemporales al hacer posibles las conexiones
sin intercambio de señales a través del espacio-tiempo. (Véase
también «No-localidad» y «Potencia».)
Vedanta: mensaje final o último de los Vedas hindúes, que aparece
en los Upanishads, y que propugna la filosofía del idealismo mo-
nista.
308 La física del alma

Velocidad de la luz: velocidad a la cual viaja la luz, 300.000 km/s.; es


también la mayor velocidad que permite la naturaleza en el espa-
cio-tiempo.
Vida: capacidad de la cognición sujeto-objeto que surge de la medida
cuántica autorrefeiencial en las células vivas y sus conglomera-
dos.
Vinculación no-local: relación de fase que persiste incluso en la dis-
tancia entre dos objetos cuánticos que han interactuado durante
un período de tiempo y que, después, han dejado de interactuar.
En el modelo de este libro, la correlación (vinculación) Einstein-
Podolsky-Rosen se corresponde con una influencia no-local po-
tencial entre los objetos.
Wilber, Ken: filósofo transpersonal cuyo voluminosa obra ha sido
crucial para traer la sabiduría oriental a la psique occidental.
Yo o Sí mismo (Se1j): el sujeto de la consciencia. (Véase también «Yo
individual» y «Yo cuántico».)
Yo cuántico: modalidad primaria de sujeto del yo más allá del ego,
donde reside la verdadera libertad, creatividad y no-localidad de
la experiencia humana.
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individual.
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índice analítico

A y evolución 285
annamaya (cuerpo físico) 127
abducción, alienígena 282 Aristóteles 29
aburrimiento 245-246 arquetipos 81-82,196
actualidad 29,43-44,272 experiencias cercanas a la muerte 97
acupuntura 129-130 yextraterrestres 277-278
agujero negro 39 artha (seguridad) 204
aikido (arte marcial) 130 arupadevas (devas sin forma) 164
Ain Sof 134. Véase también lig. 6.3 Aspect, Alain 50-51,73
ajapa-japa (hacer y no hacer) 226 Assiah (manifestación) 135. Véase
albedrío, libre 188--189 también lig. 6.3
alimentos 245 asuras (demonios) 38
ABen, Woody 19,199,241 atman, proyecto 188
alma 15-16,30-31,168--170,237,289-293. átomos
Véase también mónada, mónada inmortalidad de los 253
cuántica no-localidad de los 51-52
de los animales 247 Atziluth 134-135. Véase también lig. 6.3
en la metafísica budista 38-39 Aurobindo, Sri 83, 263-264, 269-270,
inmortalidad del 19 270-271,285-286
y cuerpos sutiles 117-118 autismo 103
y mónada cuántica 153-155 Autobiografia de un yogui (Yogananda) 268
y reencarnación 11 Avalokitesvara (arquetipo de la compasión)
y seres descarnados 116-117 164
Almeder, Robert 163
ambrosía 257 B
amor 208, 227
anandamaya (cuerpo de gloria). Véase Babaji 268
también lig. 6.1 Bache, Christopher 228
Anandamayi Ma 266 Banerjee, Hemendranath 100-101. Véase
ángeles 10,93, 164-165, 246 también nota al pie n.o 21
datos sobre los 115-116 Banerji, Bibhuti 160
ánima!ánimus 196 Banerji, Ranan 121
animales bardos 37-39,39-41,86-88,171-173,172-
yalmas 247 174,179-181,180-182,181-183,
323-325,326-328,329-331
324 La física del alma

bardos (pasadizos) 37-38,86,171,172-173 y memoria 146-149


Bardo Thódol (Libro tibetano de los muertos) y mente 134-135, 240
86 Ymuerte 173-175
Bass, Ludwing. Véase nota al pie n.o 9 y significado 122
Bhagavad Gita 30,226 chakras 132-133,139,210-211.
Bhagavata Purana 165 Véase también fig. 6.2
bhakti (devoción) yoga 208, 211 Chardin, Teilhard de 287
bien, el 14 chi(energía) 79,129-130,130
Yel karma 16 Y tantra yoga 209
Blake, William 134 china
Blavatsky, Helena 40-41 creencias en la otra vida 16-17
Blood, Casey 142-143 medicina 129-130
bodhisattvas 164-165,249 Religión del Elixir de Oro de la Vida
Bohr, Niels 125 264
Bokar Rimpoché 229 Chopra, Deepak 10,259-260
Bowker, John 253 Cielo 15,16-17,184-185,240
Briah. Véase también fig. 6.3 ciencia
Briah (significado) 134 base de la 9,13,23
Brooks, Mel 225 ficción 275-276
Brown, Courtney 282 y causación ascendente 27-28
Buber, Martin 66 y consciencia 11, 23
Buda 81,194,218 Yreencarnación 30,170,250-251
buddhi (inteligencia supramental) 207 Cliness, David 203-204
budismo 247 Cloto 82
metafísica del 37-38 colapso cuántico 28-29,143. Véase
Yla otra vida 16-17 también medida cuántica
y los boddhisattvas 164-165 Comunión (Strieber) 282
y servicio 160 concentración 208
condicionamiento 147-148,170
C conductismo 192-193
Confucio 31
«Conversación» (Wilcox) 165
consciencia
«Censo de alucinaciones» (Sidgwick) 94-95
contextos de la 79-80, 84
Campbell, Joseph 205
e identidad 15
canalización 10,93,113-116,114-115,243
e involución/evolución 270
carácter, y reencarnación 104-106
la luz de la 38,86, 166, 184, 238-239
Carmichael, Howard. Véase nota al pie n.o 5
los cinco cuerpos de la 136-138.
Catalina de Génova, Santa 248
Véase también fig. 6.1
causación
primacía de la 11,13, 14,23
ascendente 27-28
Yautorreferencia 146
descendente 28,30-31
y creatividad 201
en los sistemas no vivos 120-121
YDios 65-66, 238
Cayce, Edgar 93, 108, 110
Yel alma 237,290
cerebro
yextraterrestres 277-279
e identidad 15
y la materia 9, 169, 286-287
en no-localidad 51-54
Yla medida cuántica 27-28,41-48,55-56,
evolución del 273-274, 285-287
62-64
Ymedida cuántica 48-49,67, 156-159.
Yla mónada cuántica 239
Véase tambíén nota al pie n.o 9
y la vida 175-176, 233-234
Dr. Amít Goswami 325

y los cuerpos sutiles 118-119,143-144, Descartes, René 23,45, 123-124


155 deseos 240-241
Ymuerte 68, 175-176,214-216,222-223, determinismo 73, 77
228-229,237 devayana (sendero hacia los dioses)
Yreencarnación 87-88 39
contextos 79-81, 136, 154, 235, 278 devoción 208
Ycreatividad 206-207 dharma (sendero recto) 204-209, 293
y equilibrio 193-194 Dharmakaya (consciencia pura) 38-39
y karma 195,203-204 dinámica. Véase dinámica cuántica
Yla mónada 83-86 dinámica cuántica 26, 154
y los cuerpos sutiles 118-119,143-144 Dios 13, 18, 22
Cranston, Sylvia L. 113 como arquetipo 81
creatividad visión de 65-67
en la evolución 136 y el alma 289
naturaleza de la 33, 122-123,206-207 y el yo cuántico 247
no-localidad de la 69-70 y la oración de la muerte 225
y Dios 65 dolor 224
y el tiempo 260 Don, Norman 114
y entropia 233-234 Dossey, Larry 10
y la sanación 258-259 Drexler, K. Eric 259
y muerte 77-78, 189, 220-221 drogas
Yreencarnación 84 e identidad 15
cristianismo y recuerdos de vidas pasadas 93
la realidad en el 24 dualismo 23,25, 118, 123
Yreencarnación 16,248-249 mente/cuerpo 123
cuanto, cuántico/a yalma 118-119,289
definición de 25-26 Y ciencia 23
cuerpo. Véase cuerpos sutiles Ducass, C. J. 21
e identidad 15, 180
inmortalidad del 34,254-260 E
muerte del 173-177
Eberhard, Philippe 57
Y chakras 132,210-211. Véase Fig. 6.2
Ecc1es,john 143
Ymónada cuántica 245
Edison, Thomas 161
y yoga integral 287
ego
cuerpos sutiles 117-120,140-143,153,239
eidentidad 15-16,49,86,187,192-193,
mental 123-126, 138-139
278
temático 139,272-273,291-292
e intención 55
vital 127-136, 209-210, 291
naturaleza del 191-192
Y canalización 164
Y condicionamiento 147-148,152.
ydeseos 241-242
Véase también fig. n.o 7.2
y medida cuántica 159
y creatividad 201, 207-210, 220-221
y memoria cuántica 148-149,152-153
Y el yo cuántico 64,188-189,194-195
Ymuerte 178-179
Y experiencias cercanas a la muerte 96
curso de milagros, Un 163-164
y muerte 189-190
D y reencarnación 84
Einstein, Albert 39, 76, 161
Dalai Lama 32-33, 102, 105 Eisenberg, David 130
Davidson, Mike 280 El dia de la marmota (película) 198
326 La física del alma

electrones, experimento de la doble ranura cuántica 11,27-28,30-31,40-41,49-51,


41-42 141
elementos, y muerte 178-179 leyes de la 120, 266-267
Emerson, Ralph Waldo 20 fobias, y reencarnación 106, 160
emociones 137-138 fotones 26
y muerte 184 y no-localidad 50-51
Encuentros en la tercera fase (película) 275 Franklin, Benjamin 20
energía, ley de la conservación de la 45 Fritz, Dr. (entidad canalizada) 114
energía vital 79-81, 127,209-210 funciones de onda 26,41-44
entropía 234-235, 255
envejecimiento 259,276-277 G
epifenómenos 9, 188
Gabriel, Arcángel 163
equilibración 193-194
Gandhi, Mohandas 226
eros 189-190
genes
Escher, M. C. 158. Véase también lig. n.o 7.4
e inmortalidad 253-254
espacio
y morfogénesis 121
dimensiones del 276
Gilgamesh 256
y no-localidad 29,49-52
glosario 295-308
Espíritu . Véase Dios
Goethe,]. W. von 20
espíritus guías 10,115-117
Goswami, Urna 284
ética 236,250
Gould, Steven 10
Ettinger, Robert 257
Gran Dios Brown, El (O'Neill) 201-202
eutanasia 244
Grinberg-Zylberbaum, jacobo 53-55, 55,
Evans-Wentz, W. y. 86, 172
119,265
evolución 10,136,140-141
Grof,Stanislav 75,93, 102,227
yel cerebro 284-285
Grosso, Michael 18, 88, 112, 260
y la consciencia 270-273
guías. Véase espíritus guías
experiencias cercanas a la muerte 10, 22,
gunas (cualidad) 199-200
91-92,166,215
aspectos de las 95-98 H
yel miedo 214
y la mónada cuántica 166-167, 179-180 Hades 213
experiencias extracorporales 166-167 Hannah y sus hermanas (película) 19
experimento Haraldsson, Erlendur 94
decisión demorada 59-61 Harrison, Hugh 12, 278, 280
doble ranura 59-60 Harrison, Mary 100
psicocinéticos 168-169 Harrison, Peter 100
extraterrestres 277-281 Hayflick, Leonard 258
Hearn, L. 100
F Heisenberg, Werner 29,141
Here and Hereafter (Montgomery) 108-109
fama, e inmortalidad 255-256
Hesse, Hermann 261
familia, en la otra vida 241-242
Hill, W. E.. Véase lig. nO 2.5
fantasmas 239-240
hinduismo
Fenwick, Peter 55
y ángeles 164
Fermi, Enrico 277
ybardos 37
Feynman, Richard 126
hiperespacio 276
física
hipnosis 101, 106
anomalías en la 10-11
Hobbes, Thomas 214
Dr. Amit Goswami 327

Houdini, Harry 115 y gunas 199-200


Hume, David 20 y liberación 262-263
Karoli, Baba Neem 265
Katsugoro 100-101
Khyentse, Dilgo Rinpoché 173
identidad. Véase ego; yo
ki(energía) 79,130
impulsos psicológicos 199-200
Ytantra yoga 209
incertidumbre, principio de 124-125
Knight,JK 113-114,115
India, medicina en la 127-129
koshas (fundas) 142
Infierno 14,15-16,16-17,240-241
Krishnamurthy, U. G. 285
inmortalidad 9,11,34-35,253-254,256
Kübler-Ross, Elisabeth 189
espiritual 260-263
kundalini 131,210,287
material 256
y ovnis 275-276 L
intención
y vinculación 55, 57 La escalera de ]acob (película) 89
Involución 270-271 Lahiri, Shyamacharan 265
Islam 16 Láquesis 82
Leary, Timothy 257
J Leibniz, Gottfried 118
liberación 17,34, 164-165,218,260-261
Jacoby, ]ensen (entidad canalizada) 113
293 '
]anmantarbad (Teoría de la Reencarnación).
Libet, Benjamin 192
Véase nota al pie n.o 21
Libro tibetano de los muertos 10,32,37,40,
jerarquía entrelazada 48, 155-159,208
58, 72, 79,86, 153, 171. Véase nota
jerarquía simple 156-157. Véase también je-
el pie n.o 10
rarquía entrelazada
LilIy,John 130,278
Jesús 225,226,249
LilIy, Toni 130
resurrección de 266-267
lokas (lugares) 38
jivatman (yo individual) 195
luz
jnana (sabiduría) yoga 207, 210
de la consciencia 38, 86, 166
]ohnson, Lydia 113
velocidad de la 276-277
judaísmo 19
y fotones 26,50-51
]udge, William 273-274
]ung,Carl 32,61,211,277 M
sobre la muerte 214
yarquetipos 196, 211 MacGregor, Geddes 248
macrocuerpos 125, 145, 169-170
K Mahabharata (epopeya india) 190,
256-257
Kabbalah. Véase también fig. 6.3
Maharshi, Ramana 166, 229-230
Kabbalah, los cinco mundos en la 134
Mailer, Norman 194
Kabir 212
mal 14
Kali yuga (edad de la ignorancia) 238
ykarma 16
kama (deseo) 204
manomaya (cuerpo mental) 127, 129.
karma 16-18,70-71,146,153,160,195,
Véase lig. 6.1
234-235
Manos dibujantes (Escher). Véase fig. n.o 7.4
Ycreatividad 77-78
Marilyn Momoe 194
Ydharma 204-205
Masefield, John 197
y el alma 188-189, 195-199,292-293
matemáticas, y probabilidad 142
328 La física del alma

materia Moisés 81
cuerpos sutiles 136-137,155-158 moksha (liberación) 17, 204
e inmortali.dad 253, 256-259, 269 mónada 81-83. Véase mónada cuántica
naturaleza cuántica de la 26-29 y reencarnación 82-85,87-89,146
primacía de la 9,23,144 mónada cuántica 12, 153-155, 166-167,235
Yconsciencia 38,46, 79, 270-271, desencarnada 164, 166-167
286-287 individualización de la 169-170,290-291
materialismo 9,22,24-25, 176 yautorreferencia 156-160
Y causación 27-28 y canalización 164-165,243
y lo paranormal 283 Y cuerpos sutiles 140-144,181
y reencarnación 253 Y dharma 204-209
Maturana, Humberto. Véase nota al pie n.o 16 y memoria cuántica 234-235
Maxwell, Clerk 122 y reencarnación 245
McGowan, Robert 279 monismo 23-24
McKenna, Terence 257,260 Montgomery, Ruth 108-109
mecánica. Véase mecánica cuántica Moody, Raymond 92-93
mecánica cuántica 27, 39 Moorcock, Michael 234
medida. Véase medida cuántica morfogénesis 10, 121,272
medida cuántica Morwood, Joe!' Véase nota al pie n.o 48
y consciencia 45-49,67-68 Moss, Richard 131
Ylos cuerpos sutiles 139-140 Moura, Gilda 114
meditación 207-208,228 movimiento, ley del 120-121
médiums 111-114,112,281-282 Moyers, Bill 129-130
memoria muerte 10, 13,34, 172-176, 182-185, 237-
cuántica 148-153,161,169,234-235 238. Véase también inmortalidad;
reencarnación 145-146,160-164 experiencias cercanas a la muerte
Yexperiencia 48, 65 ejercicios tibetanos para la 225-228
mente fases de aceptación de la 189-191
naturaleza de la 9,80,122-125 miedo a la 31, 189,213-215
Ycerebro 134, 250 por suicidio 243-244
Ycuerpo mental 137-138 preparación para la 213-216
yego 207 y creatividad 31-34,77-78,86-87,
yevolución 271. Véase también fig. n.o 12.1 216-217,233-234
y significado 121, 168,291 Y cuerpos sutiles 148-149,178-179,
Ysupermente 263-264, 269-270 182
meridianos 129 yentropía 233-234,257
Merrell-Wolff, Franklin 216,229, 239, 262 Y no-localidad 171
metafisica 24-25. Véase también nota al pie y reencarnación 16,86-87,234
n.o 7 Y visiones 94-95
budista 37-38 Muhammad 163
miedo Muktananda, Swami 278
a la muerte 30, 189,211-216 mundo material
yreencarnación 106-111,160-161 naturaleza del 22-23
Mi esposa y mi suegra (Hill) 45. Véase Yconsciencia 45, 79
también fig. n.o 2.5 Ymundo mental 123-126
milagros 257-259 N
y resurrección 266-268
Mishra, Swarnalata 100 nadis (canales) 129
Mitchell, Mark 147 Neuman, John von 45
Dr. Amit Goswami 329

Neuman, Theresa 265 pensamientos, naturaleza de los 123-125,


niños 13 7. Véase también mente
y la muerte 246 PequeñO gran hombre (película) 244
y la reencarnación 22,99-100 percepción, anomalías en la 10
Nirmanakaya (esfera de experiencia) 38-39 percepción extrasensorial 89-90, 94
nirvana (extisión del deseo) 17 personalidad 192-194
nirvikalpa samadhi (estado similar al sueño) y reencarnación 104-106
33 Piaget,jean 193
no-localidad 29-30,49-55,247 Picket Fences (televisión) 40, 174,257
de la energía vital 131-133 Pío, Padre 115,265
y creatividad 69-70 Pitágoras 20
yel tiempo 59-61 pitriyana (sendero hacia el padre) 39
y experiencias cercanas a la muerte 96, Platón 20,80, 168
171-172 alegoría de la caverna 23
yextraterrestres 281-282 pneumatikos (cuerpo espiritual) 249
y muerte 180 población, y reencarnación 110, 181
y pensamientos 124 poltergeist 168
y reencarnación 72-78,87-89, 170, Popper, Karl 143
290-292 posesión 164
Nuland, Sherwin 223 prana (energía) 79, 127
Y tantra yoga 209
o pranamaya (cuerpo vital) 127. Véase lig.
n.O 6.1
O'Neill, Eugene 201
pranayama 129
objetos, naturaleza cuántica de los 26-28,
prarabdha (propensiones) 203
50-51, 123-124, 141-142
Pribram, Karl 146
experimento de la doble ranura 41-45
Priestley, J. B. 243
experimento de lección demorada 59-61
principio de correspondencia 125
Omega Project, The (Ring) 278
principios
onda, adición o suma de 59
de correspondencia 125
ondas de posibilidad 26-27,142,156,272
de incertidumbre 126-127
Yconsciencia 169
Principito, El (Saint-Exupery) 92
y objetos 41-43
probabilidad. Véase ondas de posibilidad
y observación 61-63
psicocinesis 62-63, 168-169
oración de la muerte 225
psicofísico, paralelismo 118
Osis, Karlis 94
psicología transpersonal 201
otra vida, creencias culturas en la 16-18
purgatorio 248-249
OVNIS 275-283

P Q
qi gong (arte marcial) 130
Pablo, San 249
Quan Yin 165
Padmasambhaba 172
paramatman (yo cuántico) 195 R
paranormal 283
Parinirvana Sutra 228 raja (rey) yoga 208-209
Parker, Dorothy 215 rajas (actividad) 199-200
Pasricha, Satwant 12-13 Rajneesh, Bhagwan Shri 130
Patanjali 208 Ramakrishna. Véase nota al pie n.o 41
Pemose, Roger 121 Ramayana (epopeya india) 256
330 La física del alma

Ramtha (entidad canalizada) 113, U4, 163 Saint-Exupery, Antaine de 92


realidad samadhi (iluminación) 179-180, 180, 261
creando nuestra 64-65 Sambhogakaya 160
naturaleza de la 23-24, 286 Sambhogakaya (esfera arquetípica) 38-39,
yautorreferencia 146 267
y muerte 217-218 samsara (mundo manifiesto) 38
reduccionismo 156 sanación 10, 258-259
reencarnación 9, lO-U, 16-19, 168-169, yóguica 127-128
187,215-216 sanskaras (hábitos) 146
datos sobre la 93-95,99-105, 161-162 Sarawati, Swami Dayananda. Véase nota al pie
en la filosofía occídental 18-20 n.o 25 y 32
la ciencia de la U-12,249-250 sattwa (iluminación) 199-200
y ángeles 164-166 Satya yuga (edad de oro) 238-239
y bardos 37 Schmidt, Helmut 62-64
y cristianismo 16, 248-249 Schopenhauer, Arthur 145
Yel alma 82-86, 290, 293-294 Schródinger, Erwin 148
Yética 250-251 Searle,]ohn 121
y evolución 272-273 seres desencarnados U2-U4
y fobias 106-UO supervivencia humana en la forma de 280
y gunas 199-200 servicio 160
y karma 160-161,195-198,203-205, Seth (entidad canalizada) 78, 113
234-236 sexo 242
Ylos talentos 104-105,162 Shankara 217-218
Ymónada cuántica 153-154,235 Sheldrake, Rupert 10, 121
Yno-localidad 70-75,86-87 Shelley, Percy Bysshe 102
relatividad, teoría de la 276-277 Shimony, Abner. Véase notal al pie n.o 7
religión Siddhartha (Hesse) 261
y la otra vida 14-17 Sidgwick, Henry 94-95
y la reencarnación 17-18 Sigmund, Freud 141
Religión del Elixir de Oro de la Vida 264 sincronicidad 61
Remen, Rachel Naomi 95 Sivananda, Swami 202
República, La (Platón) 168 sometimiento 224-225, 227, 229-230
respiración Sperry, Robert 121
holotrópica 102-103,227-228 Stapp, Henry 142
Yprana 129 Star Trek: la siguiente generación (televisión)
resurrección U, 35, 226, 249-250, 254 138,268
Ring, Kenneth 94-97,278,280 Stevenson,lan 73-74,85-86,99-100,
Robb, Dick 280-281 100-101, 161
Roberts, ]ane 78, 113 Strieber, Whitley 282
Rogers, Carl 222 sueños 89-90,98
Rolland, Romain 242 eidentidad 15
Rumi 274 suicidio 243-244
rupadevas (ángeles) 164 sukhsha (sutil). Véase mente
supermente 263-264,269,270,284,287
s seres supramentales 284
y seres supramentales 122-125,264-265
sacrificio 226-227
sutratman 81, 291
Sagan, Carl 69
Swaroopananda, Swami 283, 286-287
Sai Baba 265
Dr. Amit Goswami 331

T VIsIOnes 93-96, 167, 183


visión remota 53
Tagore, Rabindranath 189 vitalismo 127
tai chi 209 Vivekananda, Swami 167
talentos, y reencarnación 104-105, 161 voz electrónica, fenómeno de 168
tamas (pereza) 199-200
tánatos 189-191 W
tantra yoga 209-210
Targ, Russell. Véase nota al pie n.o 14 Wambach, Helen 103,181,238
Tart, Charles 15 Watts, Alan 18, 69
telepatia 52-53,58, 112 Wheater, Nicola 100-101
Ymuerte 94-96 Whitman, Walt 215
Teosofia 39-41,81,117,273-274 Wilber, Ken 85-86, 172, 195,270
Thoreau, Henry David 20 Wilcox, Ellen Wheeler 165
tiempo Willett, Sra. (médium) 163
e inmortalidad 260-261 Williams, Carey 113
y no-localidad 62-63, 70-71, 88-89 Wolf, Fred Alan 69
trabajo espiritual 74, 201 Woolger, Roger 107,197
transformación 231
trascendencia 24
x
Tsu, Chuang 89 xenoglosia 105, 162
Tukaram 228-229
y
u
Yetzirah. Véase fig. n.o 6.3
Upanishads 34,127,221. Véase también nota Yetzirah (formación) 134
al pie n.o 24 yo. Véase ego; mónada
sobre la liberación 34 Yo (selD
sobre la muerte 230-231 cuántico 64-65, 150-152, 158, 187,
sobre los cuerpos sutiles 127 194
descubrimiento del 205-211
v naturaleza del 192-195
vida Ydharma 204-211
e inmortalidad material 256-259 y liberación 260-262
evolución de la 136-137,270-272 y medida cuántica 67-68
naturaleza de la 244-246 y mónada cuántica 182-183
propósito de la 83, 233 y muerte 13, 239
revisión de la, en experiencias cercanas a la yoga 211-212
muerte 92, 95-98 Yogananda, Paramahansa 268
Ydharma 204-206 Yoga Sutra (Patanjali) 208
y medida cuántica 67 Yohai, Simeón ben 82-83
y muerte 13,33-34, 173-178,225 Young, Arthur. Véase nota al pie n.o 51
vijnanamaya (cuerpo supramental) 127-
Z
128. Véase también fig. n.o 6.1
vinculación 50-57 Zaratustra 260
y reencarnación 170 Zohar, El (Yogai) 82. Véase también nota al
Viney, Geoff 20 pie n.o 24
,
Indice

1. De la muerte a la inmortalidad........................................... 13
2. El libro tibetano de los muertos es correcto. ¡Nuestro
trabajo es demostrarlo! 37
3. No-localidad y reencarnación: una displicente
conversación con mi esposa . 69
4. La ventana no-local: interpretar El libro tibetano
de los muertos en términos modernos 79
5. ¿Hay algo más en la historia de la reencarnación
que la no-localidad cuántica? 91
6. ¿Tenemos más de un cuerpo? 117
7. La mónada cuántica 145
8. La historia completa de El libro tibetano de los muertos..... 171
9. Del ego a la mónada cuántica evolutiva: el desarrollo
de un nuevo contexto para la vida 187
10. El yoga de la muerte: morir creativamente 213
11. Preguntas y respuestas....... 233
12. La física de la inmortalidad 253
13. Ufología, inmortalidad y evolución 275
Epílogo: Las nueve vidas del alma 289
Glosario 295
Bibliografía 309
Índice analítico 323

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