Dámaso Alonso, ‘hijos de la ira’

A cada uno de nosotros nos toca vivir en una época determinada y con todo lo que eso conlleva. De ahí la expresión «es un hijo de su tiempo«. Pero aunque cada tiempo ha tenido sus medios, modas y costumbres, hay algo que es invariable: el ser humano.

Leer por ejemplo a los clásicos griegos sorprende sobremanera porque muestra que en realidad, en cuanto a necesidades básicas, los hombres hemos sido básicamente los mismos. Por ejemplo en el ansia de saber y de conocer la respuesta a las preguntas más acuciantes. Y una de las cuestiones con la que siempre se ha encontrado el ser humano ha sido el problema del mal, la gran cuestión por antonomasia y enorme desafío tanto para la filosofía como para la teología. Y ocurre a menudo que, cuanta más sensibilidad y cultura se tenga, más interés por la cuestión aflora. Este podría ser el caso del poeta español Dámaso Alonso.

Dámaso Alonso (22 de octubre de 1898 – 25 de enero de 1990) fue poeta, crítico literario y filólogo. Nació en Madrid, España, y estudió en la Universidad Central de Madrid, donde más tarde se convertiría en profesor de literatura española.

Alonso fue una figura importante en el movimiento literario conocido como la Generación del 27, un grupo de poetas españoles que revitalizaron la literatura española en los años 20 y 30. Es mejor conocido por su poesía, la cual se caracteriza por su intenso lirismo, sus imágenes surrealistas y su impacto emocional poderoso.

Además de su poesía, Dámaso Alonso fue un crítico literario destacado y autor de numerosas obras sobre literatura española. Fue miembro de la Real Academia Española y recibió varios premios y reconocimientos por su obra, incluyendo el Premio Nacional de Poesía en 1953 y el Premio Cervantes en 1978. Su legado continúa y sigue teniendo una influencia considerable en la literatura española actual.

Dámaso Alonso se destacó también por su labor como filólogo, dedicando gran parte de su carrera al estudio de la lengua española y a la edición de textos clásicos. De hecho en 1928, Alonso había obtenido el título de doctor en Letras por la Universidad de Madrid, con una tesis sobre la lengua poética de Góngora, que tituló Evolución de la sintaxis de Góngora.

Su obra es ingente. Era experto en la difícil poesía de Luis de Góngora y traductor de James Joyce. Algunos de sus poemas más famosos incluyen «Hijos de la ira» (1944), «Hombre y Dios» (1955), «Antología de nuestro monstruoso mundo. Duda y amor sobre el Ser Supremo, M., Cátedra, 1985″, y «Poemas póstumos» (1990). En ellas, Alonso explora temas como el amor, la muerte, el exilio y la memoria, a menudo utilizando una poesía de gran intensidad emocional y con un estilo experimental y renovador.

Hijos de la ira

Sin duda, su obra más célebre es «Hijos de la ira«, donde Dámaso Alonso muestra su más viva inquietud y desasosiego por todo el mal que le tocó vivir durante la guerra civil española. Como dice una antigua canción, «hubo en España una guerra, que como todas las guerras, la ganara quien la ganara, la perdieron los poetas«. Al dar cuenta de su sentir cuando escribió «Hijos de la ira«, Dámaso Alonso dijo:

«Escribí lleno de asco ante la estéril injusticia del mundo y la total desilusión de ser hombre«.

«Hijos de la ira» se publicó en 1944 y está considerada como una de las obras más importantes de la poesía española del siglo XX. La obra es un testimonio de la angustia y la desesperación que vivió España durante la Guerra Civil y la posguerra. Los poemas de Dámaso Alonso reflejan el sufrimiento de la sociedad española y la pérdida de valores en un mundo devastado por la violencia y la destrucción. El lenguaje utilizado por Dámaso Alonso es muy evocador y emocional, con un uso poético de la metáfora y el simbolismo. Además, la obra se caracteriza por su estructura compleja así como su ritmo y musicalidad. Es un libro profundo y emotivo que refleja la desolación y la esperanza de una generación de españoles que vivieron una época de dolor y sufrimiento. Con el mismo sentir e inspiración, su amigo Vicente Aleixandre escribe por la misma época «Sombra en el paraíso«.

Era lo que el mismo Dámaso Alonso llamó una «poesía desarraigada«, que a diferencia del espíritu de las obras más allegadas al régimen, surgía ahora una poesía más autentica y humana con motivo de las guerras que habían asolado tanto a España (guerra civil) como a Europa durante la II Guerra Mundial, y en la que se preguntaba si realmente se podría creer de verdad en la benignidad de la naturaleza humana. En «Hijos de la ira» puede percibirse su sufrimiento existencial debido a un mundo lleno de incógnitas, difícil de entender y profundamente hostil. Usa un lenguaje grotesco, hiriente, sincero, a veces vulgar, cuyo principal propósito es despertar las conciencias. No le preocupa la estética, como en la poesía de Garcilaso de la Vega, sino solo el deseo de humanizar el tremendo absurdo en el que el ser humano vive. Se busca y se le pregunta a Dios, pero solo hay el silencio por respuesta.

Se comprende una obra así. Era una reacción humana y valiente, un punto de inflexión en plena dictadura franquista, en tierra de los vencedores; una luz de esperanza para que la palabra escrita se oyera en un mundo donde era tan difícil expresarse. Y es que a diferencia de otros, Dámaso Alonso decidía quedarse en España, en un «exilio interior» según el mismo dijo, y después de haber sido «purgado» por haber tenido familiares en el lado republicano. Pero Dámaso no era político, sino un hombre de letras y de espíritu. De ahí que fuera recibiendo nombramientos dentro del régimen. No se le veía como un peligro. La censura consideraba su actividad inocua, sin darse cuenta de que en su obra podía percibirse también un existencialismo cercano al que había entonces en Francia (Jean Paul Sartre).

Estos son algunos de sus versos desgarrados:

«Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según
las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este
nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los
perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como
un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre
caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por
qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta
ciudad de Madrid, por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el
mundo. Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches
? …

Oh Dios, no me atormentes más. Dime qué significan estos
espantos que me rodean
, Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan
igual, igual que yo les interrogo a ellos.
Que tal vez te preguntan,
lo mismo que yo en vano perturbo
l silencio de tu invariable noche
con mi desgarradora interrogación

Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean
y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche.
..

Pero desde la mina de las maldades, desde el pozo de la miseria,
mi corazón se ha levantado hasta mi Dios,
y le ha dicho: Oh Señor, tú que has hecho también la
podredumbre,
mírame,
Yo soy el orujo exprimido en el año de la mala cosecha,
yo soy el excremento del can sarnoso,
el zapato sin suela en el carnero del camposanto,
yo soy el montoncito de estiércol a medio hacer, que nadie
compra
y donde casi ni escarban las gallinas.
Pero te amo,
pero te amo frenéticamente.
¡Déjame, déjame fermentar en tu amor
, deja que me pudra hasta la entraña,
que se me aniquilen hasta las últimas briznas de mi ser,
para que un día sea mantillo de tus huertos!
«

La pluma de Dámaso Alonso se mueve aquí con soltura y libertad absoluta. El estilo y estructura se parece mucho al de los Salmos. Por ejemplo el Salmo 63 de David cuando era perseguido a muerte por Saúl. Pero el estilo de Dámaso Alonso es mucho más ácido, más ‘español‘. Es como si en su fuero interior se desinhibiera: Dios ha abandonado sus deberes; ha arrojado a los hombres a un estado tal de presión y dolor que los ha convertido en ‘hijos de la ira‘, expresión por cierto sacada de las mismas Escrituras (Efesios 2:3). Es una lucha existencial por parte del poeta en la que unas veces se recrimina a Dios y otras se le alaba, tal y como hace en su poema «El último Caín«:

«Pero la vida es más fuerte que tú,/pero el amor es más fuerte que tú,/pero Dios es más fuerte que tú«.

Esa lucha personal, ese ‘contender‘ con Dios, la tendrá Dámaso Alonso, como creyente e intelectual, toda su vida, ya que a lo largo del tiempo el tema religioso será recurrente en su obra y hasta el final de sus días. Recuerda a la misma ‘lucha‘ interior de Miguel de Unamuno, que sobre eso escribió:

No concibo a un hombre culto sin esta preocupación y espero muy poca cosa en el orden de la cultura, de aquellos que viven desinteresados del problema religioso en su aspecto metafísico y solo lo estudian en su aspecto social o político”.

En realidad, esa sigue siendo la ‘lucha‘ de muchas personas hoy día. ‘Dialogan‘ con Dios a menudo de manera desesperada. Porque hay cuestiones que no se entienden. Es como moverse en un entorno nebuloso, mitad luz, mitad oscuridad. Porque si se acusa a Dios de permitir la maldad, mucha causada por el ser humano, ¿a quién hacemos responsable por toda la belleza que existe? Es como si se nos hubiera ofrecido la oportunidad de ver el vaso medio lleno o medio vacío, como si todo ser humano se encontrara en esta vida como en una dramática prueba para su fe.

Por eso «Hijos de la ira» sigue estando más vigente que nunca, porque el mundo en el que vivimos sigue siendo el mismo: un páramo a menudo horrendo, oscuro y ‘lleno de cadáveres‘, como fue el caso de la guerra civil española o las dos horribles guerras mundiales del siglo XX, todas ellas por cierto, y como otras, causadas por el hombre. Y es que aunque es verdad que ante ciertos males se puede preguntar «dónde estaba Dios«, con otros muchos también habría que preguntar «dónde estaba el hombre«.

Entrevista completa a Damaso Alonso en el programa de Televisión Española «A fondo» (18 de marzo de 1979).

Esteban López

3 respuestas a “Dámaso Alonso, ‘hijos de la ira’

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  1. Gracias, Esteban, por este precioso y conmovedor artículo.
    ¡Qué grato y edificante es leer cada uno de tus textos, mi estimado amigo!
    ¡Que Dios siga iluminando tu camino, y te colme de salud y de muchas bendiciones!

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