Las pesquisas de la Asociación Nexos-Alianza y la Embajada de Kazajistán en Madrid han descubierto un listado de 152 españoles encerrados en un campo de concentración en la región kazaja de Karaganda. De ellos, catorce eran gallegos. En el listado publicado por este diario, la periodista viguesa afincada en Valencia Pilar Vicente localizaba detalles del pasado de su padre que encajaban con la historia familiar que este les había contado como soldado de la División Azul y prisionero de guerra en un campo de concentración ruso. En la recta final de 2013, el puzzle de su historia comenzaba a sellar sus piezas.

Investigadores como el ruso Boris Nikolaevich Kovalev -catedrático de la Universidad de Novgorod- estiman que unos 450 españoles fueron encerrados en el "cautiverio ruso" de los gulags (campos de concentración) por ser enemigos del pueblo. En un grupo, estaban los que habían luchado con la División Azul en el frente ruso, en favor de Alemania. En otro, los marinos u otros profesionales republicanos, además de niños de la guerra, que habían quedado aislados en la URRS durante la Guerra Civil.

El progenitor de Pilar Vicente se encontraba en el primer bando. "Mi padre no era de nada, me refiero a que no era de ningún partido, ni de la Falange. Según contaba él, se había alistado en el Ejército para salir de la aldea y, después, en la División Azul, porque pagaban bien. De hecho, mi abuela, recibía dinero cada mes hasta que en 1943 dejó de percibirlo. Lo dieron por muerto", rememora.

Hasta ese momento, la madre de Constante Vicente aguardaba por él en su casa en Salcidos, en A Guarda (Pontevedra), cerca de Camposancos. A orillas del Miño y entre túneles subterráneos desde el Monte Tegra, había pasado su infancia Constante, compartiendo hogar con sus dos hermanos, su madre y su tía. "El abuelo -padre de Constante- se había marchado a Cuba y no había regresado", relata Pilar.

El trabajo en el campo era la única vía de nutrición económica de la familia que pudo mantener en la escuela a Constante hasta los 16 años de edad cuando optó por alistarse "a la mili voluntaria en Infantería de Marina" para después seguir como militar, según recuerda su hija.

En el ejército, le llegó la Guerra Civil. Una vez acabada la contienda, regresó a A Guarda con una idea en mente: volver a marcharse, oportunidad que llegó con la petición de voluntarios para la División Azul. "Tuvo la mala pata de estar en la batalla de asedio a Leningrado donde lo apresaron junto a 300 españoles, entre ellos dos compañeros gallegos: Juanín Gullón Antonio (de Mondariz) y José Manuel Ferreiro, que seguirían siendo amigos hasta su fallecimiento en Galicia, muchas décadas después, tras compartir penas en el gulag.

En los archivos kazajos, consta que la detención fue el 10 de febrero de 1943, cerca de Leningrado, actual San Petersburgo, desde donde fue llevado al campo 99 de Spakss, en Karaganda, Kazajistán. El traductor del campo de concentración escribió sobre Constante varios datos biográficos con errores. Por ejemplo, que su nombre era Vicente Román Constante; que había nacido en 1916, y que era hornero, panadero. En la realidad, se llamaba Constante Vicente Giráldez y había nacido en 1917.

Respecto de la profesión, su hija matiza que "a él, le gustaba la cocina pero no era panadero, aunque sabía hacer pan porque se lo había enseñado mi abuela. Él me explicó: 'Hija, se me ocurrió decir que era panadero para sobrevivir. Haciendo pan blanco para los oficiales me daban tabaco, mantequilla y una pastilla de jabón, que los demás no tenían". Era la única concesión; en el resto, recibía igual trato: trabajo forzoso y encadenado. "De mayor, aun tenía las marcas en las muñecas y los tobillos", relata Pilar.

Una salud de hierro y una personalidad robusta le hicieron sortear enfermedades así como pesares clavados en el alma como el día en el que vio cómo unos perros de los guardianes devoraban a un prisionero amigo suyo que se alejó del grupo para ir a recoger unas flores entre la nieve. Ocurrió en el campo de Spakss, en Karaganda, donde permaneció siete años hasta que lo enviaron al campo 270 de Borovichi, en la Rusia oeste. Allí aguantó otros cuatro ejercicios más hasta su liberación en 1954, año en el que regresó a España en el buque Semíramis.