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Patrimonio cultural

La Yuca, Alimento Robado del Cielo

El vocablo ‘yuca’ procede de la lengua Caribe, yog ca que significa ‘se amasa molida’, pero también se le conoce en América como mandioca, manioc, mañoco, rumu, arr, aipin, mandi’o, guacamota. Su nombre científico es Manihot esculenta crantz, pertenece a la familia de las Euforbiáceas y presenta dos variedades de acuerdo con los niveles de concentración de ácido cianhídrico (HCN): la yuca amarga, con una concentración de más de cien microgramos por cien gramos de yuca, y la dulce, con menos de cincuenta microgramos. Estas diferencias dependen fundamentalmente de las condiciones agroecológicas, pudiéndose afirmar que: [… ] las yucas amargas son más comunes en el área amazónica y en el Caribe, mientras que el cultivo de las dulces se encuentra más generalizado en el norte de la América del Sur. Aun cuando no se cuenta con una explicación definitiva respecto al origen de la yuca, hay un cierto consenso en afirmar que “[…] fue domesticada en la parte norte de Sur América y muy posiblemente en la región Orinoco-Amazónica de Brasil-Venezuela”. En el caso venezolano, su presencia está vinculada a la ocupación barrancoide del Bajo Orinoco, en los inicios del último milenio a c., considerándose posible que estos pobladores hayan desarrollado la técnica de consumir la yuca bajo la forma de casabe, como se desprende del hallazgo arqueológico de fragmentos de budares para la cocción de la masa de yuca A partir de allí, se expandió su cultivo y procesamiento a las islas del Caribe, introducida por los aborígenes del oriente de Venezuela a finales del último milenio a C. Pedro Mártir de Anglería, en su libro Décadas del Nuevo Mundo II, al reseñar los diferentes usos de la yuca y, en particular la producción del casabe, afirmó que “[…] en el uso de esta raíz de yuca se oculta cierta maravillosa industria de la naturaleza”. Felipe Salvador Gily, jesuita italiano que vivió entre los indígenas tamanacó a orillas del Orinoco entre 1749 y 1767, refiere con detalles la siembra de la yuca:

[Los tamanacos] No usan arado para remover la tierra Les basta la azada, les basta el palo. De la azada se sirven para plantar la yuca Pero no cavan todo el campo sino que cavando acá y allá, hacen pequeños montones de tierra, donde clavan hasta la mitad tres o cuatro tallos maduros de yuca de la longitud de un palmo, los cuales renuevos […] germinan enseguida y producen las raíces de que se hace el cazabe. Este trabajo lo hacen los hombres. Así pues, la yuca ha sido cultivo y alimento base en las comunidades indígenas del sur, Oriente y Llanos, y a partir de allí, de los poblados formados a través de incontables generaciones, constituyendo junto al casabe uno de nuestros sabores ancestrales/La cosmovisión de ‘los yekuana, aborígenes del sur de Venezuela (estados Bolívar y Amazonas), da cuenta del papel entrañable de la yuca y el casabe en su sociedad: [… ] se cuenta que hace muchísimo tiempo ellos eran tan pobres que carecían totalmente de alimento y de agua, viéndose obligados a comer tierra. En el cielo, vivía la dueña de la yuca, que en anteriores crisis los había aliviado enviándoles casabe y agua Solicitaron sus favores a través de emisarios que no regresaron, entonces, entre los miembros del grupo decidieron intentar llegar hasta el cielo de otras maneras. Uno se convirtió en ave y pudo traer agua para su pueblo. Otro, que subió al cielo transformado en mono, de unos hermosos yucales que allí vio, robó una astilla que trajo oculta entre sus uñas hasta la tierra de los Yekuana, donde la entregó a las mujeres del grupo, que desde entonces serían las encargadas de sembrarla. Sus hermanos ya no pasarían hambre.

Yuca casabe

Texto extraído del libro Los panes en Venezuela, editado por Fundación Bigott en el año 2014.