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Cuando el verano duraba tres meses

El escritor madrileño León Arsenal recorre con nostalgia en un libro el periodo estival de los años 60 y 70 en la costa alicantina

Cuando el verano duraba tres mesesAutor

La primera vez que León Arsenal (Madrid, 1960) vio el mar fue en la playa del Postiguet durante su primer verano en Alicante en los años 60. «Tendría cuatro o cinco años y la imagen fue imborrable. Fueron muchos los veranos que pasé, primero en Alicante y luego en La Goteta, que ahora está comunicado y hasta hay un centro comercial, pero antes era un lugar remoto», apunta el autor de Aquellos fabulosos veraneos (Editorial Edaf), en los que recorre con nostalgia los veraneos de su infancia en Alicante, extrapolables a los de muchos otros españoles en la costa o en el pueblo familiar en las décadas de los 60, 70 y principios de los 80.

«El verano entonces era una época maravillosa para los niños. Duraba tres meses, ya que en el tardo-franquismo la mayoría de las madres no trabajaban y muchas pasaban ese tiempo con los niños fuera. Para un niño el año tenía dos estaciones: la del cole y la del verano, con otros vecinos, otros compañeros de juegos, otras pandillas... Era como vivir una película con dos personajes distintos», apunta Arsenal, que añade que «hoy eso ha desaparecido, trabajan padres y madres y si pueden juntar dos semanas de vacaciones ya es un logro».

Las 261 páginas del libro, a juicio de su autor, conforman un «ensayo lúdico» sobre esas décadas en las que se rescatan «escenas de la vida cotidiana, pequeños detalles que no se recogen en los libros de historia ni en los tratados internacionales», tras aclarar que «tampoco es un libro de memorias, porque no solo alude a lo que he vivido yo, también otras personas, y a la transformación social de un país».

Arsenal, autor de una veintena de novelas y ensayos, admite que el germen del libro «fue una idea que salió de mi cabeza porque veía que era un buen tema, comprendía una franja de edad grande y me gusta meterme en proyectos que no he hecho nunca».

El autor, que hace poco visitó Alicante y conserva aquí amigos, refleja en sus páginas veraneos en lugares como Alicante, «populosa, divertida y con fuegos artificiales», o Benidorm, «que hasta hace poco se veía un horror y ahora es un ejemplo de turismo sostenible en altura»; como en la costa norte del país, «más clasista, donde no se hicieron plazas hoteleras para evitar multitudes»; o en el pueblo familiar con partidas de chapas con la pandilla, excursiones con la BH o cines de verano. Aquellos fabulosos veraneos también recuerda los campings, los campamentos juveniles, las películas o los discos de aquellos años. «Una ventana a momentos que ya se esfumaron», indica el autor, que añade que «las clases medias intentan imitar a las ricas y antes era normal tener una casa en la playa pero ahora ya no se veranea, se viaja a Tailandia o a Vietnam».

Aunque la nostalgia es recurrente viendo las imágenes que ilustran este libro -al igual que en otros de este estilo: el fenómeno Yo fui a EGB Yo fui a EGBo Aquellos maravillosos kioscos, de la misma editorial- León Arsenal no reivindica esa época: «Yo no volvería. No era un mundo maravilloso tampoco, había un montón de accidentes en carretera, tardabas un día en hacer el viaje, se metían siete personas en el coche, las películas eran en blanco y negro, la gente no hablaba de política... Pero mis recuerdos de verano de la infancia son en color y del resto del año en blanco y negro».

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