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En casa-estudio LEBREL

Ese genio de las lámparas que es Fernando Abellanas nos abre las puertas de su estudio, que es también su casa y espacio showroom y que construyó con sus propias manitas, lleno de pasión autodidacta.

Vista general del salón y altillo.

Fernando Abellanas es el genio de la lámpara que se esconde detrás de Lebrel. Decimos lámpara porque, seguramente, es su producto más conocido ("la lámpara siempre me ha atraído por la cercanía que tiene en el día a día con la persona. También por ser un objeto de tamaño reducido", nos cuenta), pero también fabrica mesas y banquetas y se embarca en proyectos particulares que son siempre una experiencia única. Porque Fernando es el artesano autodidacta moderno, ese que en sueños todos querríamos ser: alguien capaz de construir su propia casa, por pura vocación y amor al trabajo con las manos, que ni siquiera se ha basado antes en sesudos estudios, sino que se deja llevar por la intuición. No es teoría y bla-bla. Es práctica, es manos a la obra (de verdad). Aunque tarde tres años en ello. Él lo ha hecho. Ha construido su hogar y su taller. Y nos lo enseña (y nos da envidia).

La casa de Fernando Abellanas-Lebrel es también su estudio y lugar de trabajo. Y le sirve de showroom para enseñar sus creaciones. Tiene una planta baja, un primer piso y un altillo. En total, suman unos 200 metros cuadrados. "La compré en un estado bastante malo", explica el diseñador sobre su vivienda, que antes era una zapatería, "así que después de darle varias vueltas decidí tirarla (exceptuando la fachada y un pequeño forjado) y volver a construir modificando la altura y distribución. Todo este proceso lo hice compaginandolo con mi trabajo de fontanero (soy autónomo desde los 22 años), así que por falta de tiempo tardé unos tres años en construirla". Olé.

Fernando Abellanas, en su taller.

"La distribución es un poco especial", nos explica, "ya que me la he hecho conforme a mis necesidades. Se entra desde la calle directamente al taller (donde también guardo la furgoneta). Atravesando el taller, tras una puerta se encuentra la cocina-comedor y al fondo una gran cristalera que da al patio trasero. Desde la cocina sube la escalera por la que se accede a la planta primera que es totalmente diáfana y en la que se encuentra el altillo". La altura de la primera planta es, por cierto, de siete metros.

Obviamente, en un proceso así uno pasa por varios estados. En tres años de obra, la casa acaba siendo tu alter ego, y la montaña emocional puede resultar intensa. "Todo esto forma parte de un proyecto personal que se resume en conseguir producir todo aquello que se me pasa por la cabeza (dentro de mis posibilidades), ya sean diseños de iluminación, mobiliario o arquitectura", nos explica. "Me encanta aprender de forma autodidacta, ya que se experimenta de primera mano cada problema que va surgiendo durante los procesos de fabricación/construcción. Por supuesto éste no fue un proyecto fácil, hubo momentos bastante duros aunque nunca llegué a perder la motivación. Desde un principio la meta fue poder tener un lugar donde poder vivir, diseñar y producir así que esto me animaba mucho a continuar", relata.

Colección de relojes de cocina antiguos y prototipos Lebrel.

"Los materiales que más abundan en la casa son el hierro (está toda la nueva estructura metálica vista), la piedra (he dejado vistas aquellas zonas que se han mantenido de origen) y la madera (en altillo, escaleras y mobiliario). El suelo de toda la casa es de cemento pulido", nos cuenta este amante de vivir y trabajar en el mismo sitio (algo para lo que no todos los seres humanos, sobre todo los urbanitas actuales, están capacitados). "Al combinar dos oficios (fontanería y diseño. A día de hoy continúo con la fontanería por ser mi mayor fuente de ingresos), ando con los tiempos muy limitados –explica–. Tener un lugar donde vivir y trabajar me permite resolver ideas que me surgen a cualquier hora del día. No dejo nunca de pensar en mil proyectos, así que puedo estar cenando y de repente levantarme y pasar al taller a dar forma a una idea".

La casa le sirve, como decíamos, de showroom, "ya que casi todos mis diseños los ideo originalmente como si fuesen una pieza para mí. Los instalo en mi casa y si luego viene alguien interesado, puede adquirirlos", cuenta. A tono con sus propias creaciones, la casa-taller de Fernando tiene un aire básico, esencial, pseudo industrial muy contemporáneo que nos encanta. Y, desde luego, es su mejor sala de exposición: "Utilizo mi propia casa para analizar mis piezas en un entorno habitado, así que casi todo está decorado con ellas, con objetos antiguos que colecciono y con algunos muebles de Ikea que compré cuando vivía de alquiler cambiando de casa en casa que poco a poco voy sustituyendo por piezas mías".

¿Y su rincón favorito? "El taller donde produzco, la cocina-comedor donde como y dibujo y el patio donde por la noche después de regar las plantas me tumbo en la hamaca a pensar : )", dice a la par que nos confiesa que le encantan la arquitectura (sobre todo de la Bauhaus), así como investigar y trabajar el concepto de cabaña como arquitectura efímera. Aquí está la prueba:

Lebrel Cabin from Lebrel on Vimeo.

*** El taller de Lebrel está situado en Paiporta, al sur de Valencia. Se puede visitar con cita previa (tel 600 71 56 96). Puedes ver sus productos en su web, su Instagram o su Facebook.**