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Entrevista

Santiago Segura: "Unos me llaman señoro, fascista y pollavieja y los otros, rojo asqueroso. A ver si nos aclaramos"

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Los dos Santiagos pugnan durante toda la conversación como Gollum y Sméagol. Es un proceso fascinante

Santiago Segura.
Santiago Segura.ANTONIO HEREDIA

Santiago Segura (Madrid, 1965) llega perfectamente ataviado para promocionar A todo tren 2: gorra colorida, chupa de aviador y camiseta de la película que produce y protagoniza. Es un hombre con una misión, una que ha ejecutado como nadie en el cine español durante las últimas décadas: vender su producto. Como nos ha dado por madrugar, tomamos un café antes de arrancar y es un torbellino despreocupado de chistes y opiniones. Hasta que empieza la entrevista y aparece otro Segura, uno que mide cada palabra como si le fuera la vida en ello. Los dos Santiagos pugnan durante toda la conversación como Gollum y Sméagol. Es un proceso fascinante.

¿Te autocensuras? Según he encendido la grabadora, has echado el freno de mano.
Totalmente, ya no digo nada. El otro día me echaban en cara que en Twitter sólo anuncio mis películas, que ya nunca opino. ¿Para qué voy a dar una opinión? ¿Para buscarme un problema?
¿Especializarse en cine familiar es una forma de evitar charcos?
Sí. Hay veces que quiero tocar temas candentes, porque me gusta vivir en el mundo real, pero paso de meterme en jardines. Son tiempos revueltos. Desde que has empezado a grabar, pienso cada frase tres veces y digo la mitad. Es un signo de los tiempos. No digo que sea ni bueno ni malo, porque la libertad la sigo teniendo y, cuando apagues eso, yo hablo contigo de política, de religión o de lo que sea. Pero hablo de tú a tú, mirándonos a los ojos, no suelto algo en el mar de la opinión para que me crujan sin que pueda defender mi postura. No hay argumentación, no hay razonamiento, sólo gritos e insultos.
Te has llevado unos cuantos.
Me ha caído de todo: cuñao, señoro, gilipollas, fascista... Y lo contrario, claro: "Sois asquerosos, los rojos os habéis cargado el país". Joder, ¿soy fascista o soy rojo? A ver si nos aclaramos. Por otro lado, me da una cierta tranquilidad que unos me digan "puto rojo de mierda", "asqueroso subvencionado de la ceja" o "ahora estarás feliz, que están los tuyos en el poder" y, al mismo tiempo, otros que soy un señoro, un fascista y un pollavieja que no se entera de nada. Bueno, al menos son insultos variados.
¿Eres el puro centro-centrado?
Da igual, por muy moderado que intentes ser el hater siempre encuentra algo para odiar. Aunque sea eso mismo, porque ya pasas a ser un tibio o un equidistante y también fatal. Como el odio es tan variado, me insultan por todo: da igual la política que si tengo el pelo graso, si estoy gordo que si adelgazo.
¿Qué queda del heavy de Carabanchel de El día de la bestia?
Entiendo que tenía las pintas, pero en realidad nunca he sido heavy.
De Carabanchel, sí.
Eso sí. A mí me gustaba que todo el mundo se creyese que era un heavy porque me hacía sentir versátil. Pensaba: "Joder, cómo molo. Puedo hacer un heavy politoxicómano y un policía de casi 60 años, racista, machista y alcohólico". Hasta que un taxista me dijo un día: "Me gusta cómo trabaja porque se ve que siempre es usted mismo". ¿Cómo voy a ser yo mismo en todos esos papeles? ¿El decorador que hacía en 'La niña de tus ojos' también soy yo? Era un poco confuso.
Entonces, ¿quién eres de verdad?
El de ahora. Nunca he sido tan yo en mis películas como actualmente. El cine familiar que se hacía en los 80, Los Goonies por ejemplo, siempre me ha encantado. De hecho, yo tenía cierta nostalgia de ese cine. Soy muy cinéfilo y este año la cosecha de cine español ha sido maravillosa, ha habido auténticos peliculones, pero aunque Cinco lobitos o Mantícora son excelentes películas que recomiendo encarecidamente, no son mi idea de pasar un buen rato. También tiene que haber películas de evasión, que vayas a verlas sabiendo que no tienes que pensar ni sufrir, sólo dejarte llevar con los personajes, echarte cuatro risas y salir feliz. Ese es el tipo de cine que quiero hacer.
Me decías antes de empezar que mucha gente piensa que tus películas son una puta mierda.
No, eso no lo he dicho porque yo hablo muy bien (risas).
Vale, pues sólo una mierda.
Una birria. Una birria es más correcto. Sí, mucha gente lo piensa y lo dice, no soy tonto.
¿Te afecta?
No me afecta porque el pensamiento es libre. Yo pienso que son películas divertidas y muy dignas y, por suerte, mucha gente piensa como yo, que es lo que te salva y te anima un poco cuando escuchas lo otro.
La taquilla suele darte la razón.
No sé si la razón porque, seguramente, para los que piensan que hago una birria es una birria real, no cambia su percepción lo que diga la taquilla. Pero está claro que uno trabaja más a gusto cuando ve que funcionan sus premisas y lo que intenta transmitir, que es evasión, diversión y familia. No sé si me dará la razón, pero desde luego me da mucha tranquilidad.
¿Te incomoda la etiqueta recurrente de 'salvador del cine español'?
Qué va, la llevo estupendamente. Si la etiqueta fuera el hundidor de la taquilla o el cineasta maldito que hace películas que nadie quiere ver, sí que estaría fastidiado. Lo mío es maravilloso. Ojalá me llamen siempre el salvador de la taquilla, el Rey Midas del cine español y todos esos titulares que me aplican. Toco madera y que siga.
¿El éxito se mira desde la sospecha?
Sí, tengo esa sensación. De pequeñito oía a los mayores que España es un país de envidias y pensaba: "¿Por qué dicen eso?". No lo entendía, creía que era injusto y que no era así, pero al crecer he descubierto que es cierto. En Estados Unidos, el éxito se ve con admiración, con respeto y preguntándose cómo lo habrá logrado porque tú también quieres. Aquí el éxito ajeno provoca una especie de mal rollo o resentimiento: "¿Este gilipollas qué se ha creído?". Guillermo del Toro me contó una anécdota muy buena. En un restaurante tenían unos cangrejos mexicanos en un cubo abierto y unos cangrejos estadounidenses en un cubo con una tapa y una piedra encima. Preguntó por qué y le respondieron que cuando uno de los mexicanos intenta escapar del cubo, los otros tiran de él hacia abajo, pero que los cangrejos norteamericanos empujan hacia arriba al que quiere salir y le ayudan a escapar, de ahí la tapa. Le pregunté a Guillermo si de verdad son así los mexicanos y me dijo: "Claro, cabrón, ¿de dónde venimos?¡ De ustedes!".
O sea que cuanto mejor te ha ido, más te han pegado.
Totalmente, totalmente. Por eso intento ser un famoso low profile. Lo bueno es que soy calvo, soy feo y siempre tengo dolores terribles. Eso te salva un poco. Imagínate que, encima, fuese guapo y con pelazo. La gente ya me odiaría a muerte.
¿Cómo lidias con los haters?
Vi un reportaje en televisión que me hizo ver a los haters como seres entrañables. Llevaron a tres haters, que decían barbaridades en redes, sin contarles que les estaban esperando las personas a las que más insultaban, cosas realmente brutales. Cuando se los encontraban allí por sorpresa, los veías totalmente desarmados, estupefactos. Una señora acabó pidiendo una foto a su odiado. Son personas tristes que buscan un poco de cariño y de casito, gente con muchas frustraciones que tienen que sacar por algún sitio. Eso ha cambiado mi perspectiva: no te puede afectar un exabrupto no pensado de un infeliz. De hecho, hasta la persona más querida y más inteligente que pueda imaginar, esa que piensas que es tan mítica que nadie puede decirle nada malo, tiene haters a saco y le odian que te cagas.
Siempre hay un hater para ti.
Exactamente. El Gran Wyoming es mi amigo, le quiero, me parece un genio súper lúcido y le odian mucho, mucho, mucho... De un modo salvaje. O ahora, de repente, Joaquín Sabina. El otro día abre la boca sobre su visión de la izquierda actual y una ola de hate que flipas. ¡Pero si es que han llamado facha a Serrat! ¡A Serrat! Pero, vamos a ver, tíos, relajaos y pensad. Si odian y llaman fachas a estos, que son los más grandes, ¿cómo no van a odiarme y llamarme facha a mí?
En uno de los cortes virales de la reciente polémica de Pablo Motos y sus comportamientos machistas, estabas en la mesa cuando le preguntó a la actriz Luna Fulgencio, de 9 años, si le gustaba algún chico. ¿Cómo lo viviste en directo?
Me dio risa, porque me pareció una metedura de pata de Pablo y la niña salió con mucho ingenio. ¿Cuántas miles de veces he metido yo la pata al decir algo sin pararme a pensarlo y luego me he dado cuenta? Pablo Motos lleva 15 años haciendo un programa todos los putos días. Cualquiera de estos que le critica, si hiciera un programa diario, metería la pata 10, 15, 20 o 30 veces. Si luego te las juntan todas en un vídeo, pareces lo que no eres. ¿Sabes lo que me da rabia? Que ahora, por defender a Pablo Motos, ya soy un machista, un rijoso y no sé qué. Pero es que Pablo no me parece un tipo machista, lo siento mucho. Ya estoy hablando de más.
Por mí no te cortes
Es que creo que el Ministerio de Igualdad debe de hacer su trabajo, pero no puede coger a un ciudadano y utilizarlo como ejemplo de algo malo. Si te quieres meter con alguien, hazlo con tu dinero y no con el de todos los españoles... ¿Te puedes creer que estoy agobiado? Yo venía a promocionar A todo tren 2 y no sé por qué hablo de esta polémica. Además, sé lo que hay que decir para evitar cualquier problema: "Me pareció fatal, es terrible lo que dijo Motos". ¿Están linchando a uno? Pues no voy a ser yo el que intente salvarle, no sea que me caiga a mí algo. Ese es el miedo que me da opinar en este país donde ahora preocupa hablar libremente. En resumen, fue una metedura de pata de Pablo y en los vídeos que han sacado queda fatal, pero estamos hablando de un tipo que lleva 15 años en la tele y se equivoca a veces como cualquiera. Y ya dejo el tema.
Venía en taxi y he escuchado la voz de Torrente en un anuncio de la radio. ¿No se agota el fenómeno?
Eso me deprime un poco porque, además, es imposible hacer nada para, al menos, cobrar derechos de autor. Existe una cosa aquí que es el derecho a la parodia, así que pueden vender colchones con la voz de Torrente sin que yo pueda decir ni mu. La justicia española es muy rara.
¿Has acabado hasta las narices de tu creación más famosa?
Se lo explicaba el otro día a Leo Harlem, que me comentó que últimamente me llaman menos Torrente por la calle. ¿Tú te imaginas que Boris Karloff esté en el aeropuerto y, de repente, en vez de señor Karloff, le empiecen a llamar Frankenstein? ¡Que es un personaje, tronco! Pues conmigo no hay manera. Me ha pasado de estar filmando y que se me acerque un tío con lo de "¿qué pasa, chavales? ¿Unas pajillas?". ¿Puedes hacer esta imitación en tu casa a tu familia, por favor? Igual ellos se ríen, pero yo no le veo la gracia. De eso sí que he acabado un poquito harto, de la identificación persona-personaje. Supongo que es inevitable. Fernán Gómez contaba que le habían estado llamando Balarrasa por la calle tres años...
Son tres años, tú vas ya para 25.
Pero yo he hecho cinco películas de Torrente, he sido reincidente. Dicho esto, tengo cariño a ese monstruo de ficción que cree; me gusta y le quiero.
Desde que lo creaste, se ha llenado España de Torrentes.
España ha sido recalcitrante, chunga, fascista y franquista durante muchos años. Eso no es nuevo y no lo inventó Torrente, que era un vestigio del pasado. ¿Qué ha sucedido? Que se ha perpetuado y se ha vuelto a poner de actualidad. Me hace gracia que me han llegado a acusar de colaborar a que esos personajes regresen. Vamos a ver, ¿no entendemos el concepto de parodia ni de ficción? Ninguno de mis amigos o de la gente que respeto ve a Torrente y dice: "Cómo mola este tío, quiero ser como él". Pensar que no se debe mostrar un personaje así, no vaya a ser que alguien lo vea y quiera imitarlo, es paternalista. Ese rollo es el que no me gusta.
¿Tienes la sensación de que se trata a la gente como si fuera tonta?
Pues sí. Es un poco como: "Yo lo entiendo, pero vosotros no lo vais a entender, así que no está bien hacerlo o decirlo". Toda la vida siendo de izquierdas y odiando un poco a la derecha, en el sentido de que te dice cómo tienes que vestir, cómo tienes que pensar, lo que está bien y lo que está mal, y ahora hay que aguantar que sea parte de la izquierda la que te somete a esa fiscalización de tu vida y tu pensamiento. Es triste. Yo entiendo a Sabina con lo que dijo de que ahora ya no es tan de izquierdas... Ahora mismo estoy muerto, porque entiendo a Pablo Motos y entiendo a Sabina. Estoy jodido. Yo quería promocionar la peli y al final vas a hacer que me cuezan.
Venga, dime algo bonito.
¿Qué te voy a decir? Si yo te entiendo, hay que hablar de estos temas, aunque creo que la sociedad empieza a estar un poquito harta porque quiere que la dejen en paz, y cuando digo que la dejen en paz es que la dejen pensar y tener sus opiniones, que no le pongan etiquetas. Yo no quiero que me etiqueten porque, a lo mejor, por la noche me travisto y me gusta ir a los cuartos oscuros y no quiero que me señalen ni por eso ni porque me mole Benny Hill. De niño era super fan, pero di tú eso ahora... Machista, etc. Quiero que me dejen ser yo y yo soy poliédrico. No acepto ser como me dicen que sea, quiero ser como me sale de los cojones ser.
¿Lo has logrado?
De momento sí, pero mejor me callo, no sea que alguien diga: "¿Que lo has logrado? Pues te vamos a hundir".

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