Sobre la utilidad del griego.

Recordando la conversación de ayer en que algunos alumnos lamentaban quedarse sin respuesta cuando sus compañeros e incluso algunos profesores les sueltan aquello de «y eso ¿para qué sirve?», he hecho acopio de algunos artículos nuevos y no tanto que hablan, precisamente, de para qué sirve «eso» que con tanto empeño y esfuerzo estudian ellos y enseñamos nosotros.

http://www.diarioinformacion.com/opinion/2012/12/04/griego/1321380.html

http://www.laprovincia.es/opinion/2012/10/25/griego-lengua/492657.html

http://blog.pompilos.org/archivo/un-bioquimico-recomienda-estudiar-latin

Y ahora, mi granito de arena.

Cuando, recién acabado COU (el equivalente a vuestro 2º de bachillerato) y con una nada desdeñable nota en Selectividad, entré en la universidad, nuestro médico y amigo de familia le reprochaba a mi padre que me hubiese dejado matricularme en Clásicas; al fin y al cabo, afirmaba, él nunca había necesitado el griego para nada. Mi padre, con la sonrisa socarrona que lo caracterizaba contestó: «Muy sencillo, Don Luis, para que cuando le diga que tiene una cefalea, sepa que no tiene ni idea de por qué le duele la cabeza». Y cuando yo acudía a él con las mismas dudas sobre la utilidad de aquella carrera que tanto me apasionaba (aún hoy lo hace), respondía: «nunca he necesitado una raíz cuadrada, pero no diría que no sirve para nada».

Por suerte o por desgracia vivimos desde hace tiempo en una sociedad que parece buscar la pragmaticidad inmediata y evidente. Inmediata, porque sólo parece útil aquello cuyo beneficio es instantáneo (¿esto sube nota? ¿me has puesto un positivo?); evidente, porque sólo si su utilidad se ve a simple vista la tenemos en consideración. Líbrennos los hados de tener que esperar para ver los beneficios de cuanto hacemos.

Pero aunque el griego, el latín, la música, las raíces cuadradas o cualquier otra cosa de cuantas tenemos el lujo de aprender-enseñar no fueran útiles en un sentido práctico ¿debemos por eso renunciar a ellas? ¿Significa eso que no debemos disfrutar de un cuadro,  un buen vino, una comida placentera, una melodía evocadora, un día soleado, un paseo por el monte o la compañía de nuestros amigos? Porque, reconozcámoslo,  ninguna de estas cosas «sirve para nada».

Deja un comentario