Me enfrento a uno de los posts más difíciles de todo el blog. Incluso hasta estuve tentado de poner únicamente las fotos y firmar, pero sería injusto ya que tampoco las fotos hacen justicia a lo que pude admirar desde aquella isla. No es la isla de Lost señores, se trata de una isla desde donde se puede apreciar el lago más grande de Asia, y el más profundo del mundo: el llamado Lago Baikal.

(Antes de poner las fotos, el post era muy largo en cuanto a texto, pero al poner las imagenes parece que no he escrito nada! Pero que sepais que me ha costado eh…)

Una mañana de domingo tomé el bus que me llevaría desde la ciudad de Irkutsk hasta la isla de Olkhon (pronunciado como Oljón), y según leí me consumiría gran parte del día así que tenía curiosidad por ver qué atravesábamos en el camino.
Llovía ligeramente y maldecía por no disponer del mejor clima para disfrutar del paisaje. Me sentaron en el asiento del copiloto en esa caravana donde al mirar tras la bandera rusa en el comando se podía ver que tenía el parabrisas medio resquebrajado y yo ya estaba alerta por cualquier cosa… Nuestro conductor era un hombre con gesto serio, casi de enfado, cabello corto, algún pendiente, y vestía una camisa abierta que dejaba ver sus tatuajes y colgantes en el interior, incluido un inicio de panza cervecera. Amenizó nuestro viaje con música dance y techno, pero mientras no se durmiera al volante, por mí que pusiera cualquier cosa…

Una vez alejados de la ciudad, más o menos a dos o tres horas de haber dejado Irkutsk, empezamos a ver vastos paisajes, laderas infinitas y pequeños lagos donde algunas vacas refrescaban su sed, mientras las nubes empezaban a levantar su muralla para que los primeros rayos de sol reflejaran su haz de luz sobre esas tranquilas aguas.
Intentaba hacer fotos pero el traqueteo de la camioneta hacía que el resultado final de la instantánea se pudiera tirar a la basura. Mientras tanto observaba y respiraba el aire puro de ese lugar.

Llegamos a la orilla y por fin empezamos a ver las puras aguas del Baikal y aprovechamos a hacer fotos e ir al baño mientras esperábamos al ferry que nos llevaría a la isla de Olkhon en pocos minutos. Según pude ver, este ferry hacia la isla es gratuito, por lo menos para la gente a pie, y se pueden subir coches y demás vehículos, pero la cola a veces es larga, asi que si vais con vuestro propio transporte quizás os toque esperar (si no madrugáis, dormilones!).

Al otro lado de la orilla nos esperaba otra camioneta distinta, al estilo militar ruso (que dicen que son las más resistentes). Y en ese momento, al subir a la camioneta que no paraba de rebotar, me sentí distinto, el paisaje que tenía en frente mío cuando dejamos la zona del puerto hacía sentirme algo más aventurero. Seguro que es una tontería, pero era el contacto más próximo a la naturaleza que estaba experimentando en todo el viaje, que en mayor medida me tuvo pasando entre ciudades medianas-grandes.
Laderas infinitas, que poco a poco van subiendo en pendiente, un pasto, que diríamos en Latinoamérica, que parecía a lo lejos cortado por el mejor jardinero, y a nuestra izquierda el lago Baikal iba siguiéndonos el rastro y al otro lado del lago las montañas daban la postal perfecta que ese momento merecía.

Disfrutando de las vistas y pasado un rato largo llegamos al pueblo de Kuhzir, asentamiento con menos de 1500 habitantes donde pasaría los tres días siguientes.
Al llegar al complejo de alojamiento yo ya sabía que pasaría la noche en una casa privada por no haber disponibilidad. En realidad yo dispondría de la habitación, mientras la casera, Tatiana, vivía ahí también. Obviamente no hablaba inglés, ni intentaba hacer gestos, asi que poco pude conversar con ella!! (Remember Lucy)

Los baños estaban fuera, y obviamente, eran letrinas, asi que la mayoría de veces era muy conveniente llevarse unas pinzas para la nariz… Lo bueno es que después de unos días todo se descomponía y más o menos se podía volver a entrar (fin del comentario escatológico).
Después de cenar me fui derechito a ver el atardecer desde uno de los puntos más famosos de esta isla. Afortunadamente teníamos nubes en el cielo, lo que auguraba un atardecer espectacular. Y realmente lo fue.

Estar sentado allí en las rocas y contemplar algo tan hermoso, pero que se produce día tras día y muchas veces no le damos la importancia que merece, hace que te sientas de alguna manera conectado con el mundo. Estás ahí en ese momento, tú y el Sol, tú y esta gran casa sin paredes que nos da cobijo y a la vez nos deleita con belleza sin igual, y sientes que cualquier evento pasado o futuro (aunque sea por diferencia de minutos) es inmediatamente barrido de la mente para poder disfrutar del momento presente, y sentirte vivo.
Lamentablemente las fotos no capturan lo que pude ver allí…

Desde este mismo punto se puede observar una especie de «palos» plantados en el suelo con pañuelos atados a ellos. Se trata de elementos de la etnia Buryat, el grupo aborigen mas extendido en Siberia, descendientes de mongoles y siberianos, que comunmente habitan cerca de la region del Baikal. Este tipo de ofrendas tiene un simbolismo dependiendo del color del pañuelo, y al parecer se atan a estos palos apuntando hacia el cielo para que su mensaje sea entregado. El color azul representa la vida, el amarillo el dinero, y el rojo la muerte. Como veis casi todos prefieren la vida.

A lo largo de la isla se pueden encontrar mas ofrendas de este tipo, pero tambien atados a arboles o arbustos.

Excursión al cabo norte

Quería hacer alguna excursión en la isla, y la mejor de precio era una en la que te llevaban en camioneta hacia la parte norte de la isla, parando de tanto en tanto, y poder admirar el Lago Baikal. Eran unos 700 rublos (unos 17€), de 11 a 19 y con comida incluida, y lo contraté directamente en mi alojamiento, a pesar de ver otras ofertas de excursiones en el pueblo, porque pude conseguir guía en inglés.

La camioneta atravesó paisajes fantásticos, como los que ya os he mencionado, y en cada parada nos iban contando un poco de todo. Acelero un poco y os escribo las sensaciones que tuve cuando íbamos alcanzando la parte más norte de la isla, lo que nos permitió disfrutar del Baikal y su inmensidad.

Sinceramente, no te dan los ojos para tanto lago. Parece imposible que no se trate de un mar, porque es imposible alcanzar con la vista el final del mismo y contemplar el otro extremo. Aquí van unos datos objetivos sobre el lago para que os hagáis a la idea:

• 636 kilómetros de largo, más o menos la distancia que hay de Madrid a Barcelona
• 86 kilómetros de ancho
• 2000 kilómetros de perímetro
• 1637 metros en el punto de mayor profundidad

Estar allí parado, girar para tener que ver todo el lago, y respirar ese aire puro fue una de las mejores sensaciones que he tenido en los últimos años, estaba eufórico, emocionado, insignificante pero a la vez gigante… No me creía haber podido llegar hasta allí!

Después hicimos la parada para comer, donde los conductores nos deleitaron con una sopa de pescado y verduras, que en realidad estaba más rica que la comida del alojamiento… Eso sí, era todo un desafío, porque sólo teníamos una cuchara, y el pescado estaba lleno de espinas y bebiendo la sopa seguro que alguna iba para adentro! El truco era tomar la sopa primero y después pelearse con el pescado, oriundo de las aguas del Baikal.

Una de las últimas paradas fue admirar el monte del amor, o algo así. A decir verdad, y me vais a llamar salido, el monte tenía la forma de las piernas abiertas de una mujer (luego vimos que algo de relación había). Cuenta la leyenda que las parejas que no podían concebir acudían allí para intentar la fecundación. Si querían un niño, debían hacerlo en el «monte» izquierdo, y si querían una niña en el derecho. Eso sí, hay para todos, porque también si deseas encontrar el amor puedes subir a uno de los montes (dependiendo el sexo que seas)… y luego a esperar!!

Exploración de los alrededores en bicicleta

Esta isla es ideal para alquilar una bicicleta y vivir con espíritu aventurero la experiencia de viajar con independencia de cualquier transporte de línea. Para empezar me puse a explorar un poco el pueblo, sus casitas antiguas (algunas derruidas), un barco abandonado en las orillas del lago…

Me acerqué hasta el cementerio del pueblo, ya que siempre es algo curioso de ver. Me llamó especial atención que enfrente o detrás de las tumbas hay ubicado un plato con algo de comida, normalmente fruta, y atención: un vasito pequeño que suele contener vodka. Si señores, los fallecidos tienen su fiesta del vodka con naranja por las noches.

A mi dejadme Fernet Branca con Cocacola por favor.

Para finalizar mi periplo me di una vuelta por el sur de la isla, observando los increíbles paisajes que admiré desde la camioneta nada más llegar a la isla. Otra vez el sentimiento de triunfo y de éxtasis en mi piel! Dosis de vida que le recargan a uno el alma.

Por si a alguien le interesa, reserve mi alojamiento desde la pagina Olkhon.com, porque estamos en plena temporada alta y no queria quedarme tirado. El precio fue 1100 Rublos (algo mas de 25 euros) por alojamiento y pension completa por dia. La comida no era gran cosa, pero es un precio muy competitivo para tratarse de Rusia. Otros alojamientos clasicos como el Nikita rondan esos precios y ofrecen lo mismo