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Cuatrecasas, las togas de oro deslucidas por el caso Messi

Messi, en un entrenamiento

Oriol Solé Altimira

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Después de Messi, el apellido que más se ha repetido en las conversaciones de café de la abogacía de Barcelona tras las vacaciones ha sido el de Cuatrecasas. El bufete, tótem jurídico y representante del poder en la sombra de la ciudad, ha sido un actor secundario pero destacado en el culebrón futbolístico del verano por su asesoramiento al astro argentino.

Cuatrecasas ha quedado señalado ante la opinión pública por el propio F.C. Barcelona, que decidió prescindir de sus servicios como respuesta a que desde otra área del mismo despacho se asesoró a Messi para dejar el club. El momento cumbre fue el ya famoso burofax que el 10 y sus abogados remitieron al club anunciando su marcha.

¿Traspasó el despacho la línea del conflicto de intereses en el caso Messi? Como suele ocurrir en cuestiones de derecho, hay opiniones para defender una cosa y la contraria. Así se desprende al menos de las fuentes jurídicas consultadas por este diario, que piden mantenerse en el anonimato. Cuatrecasas ha declinado ofrecer su versión de la polémica.

Desde otro gran despacho de la capital catalana se recuerda que las áreas en las que Cuatrecasas asesoraba al Barça y a Messi eran distintas. El club contrató al bufete en 2015 para sus asuntos fiscales y corporativos, no para los contratos con los jugadores, mientras que en el caso de Messi –y otros futbolistas– el asesoramiento de Cuatrecasas se limitó a cuestiones de su contrato con el Barça.

Además, el Barça sabía que abogados de Cuatrecasas estaban asesorando a Messi, lo que para estas fuentes supone evitar el conflicto de intereses. En suma, a su juicio se cumplió el sistema de “murallas chinas” que tienen los grandes despachos para evitar este tipo de conflictos con su enorme cartera de clientes: equipos de profesionales dentro del bufete que no se comunican, ni se intercambian información ni tratan el asunto en reuniones para preservar los intereses de ambos clientes.

Pero otras fuentes son más críticas. “Aunque Cuatrecasas no asesorara al Barça sobre los contratos de los jugadores, promover la salida del principal activo del club iba a tener un impacto a nivel de entidad que se tenía que prever”, remarca un togado consultado. “Sí, existe un código deontológico, pero al final el listón ético se lo pone cada uno a sí mismo a diario. Yo hubiera dicho a Messi que se buscara a otro abogado”, apostilla otro letrado.

“El conflicto de intereses es clarísimo”, resuelve Narciso Martínez Morán, profesor de deontología profesional en el máster de la abogacía de la UNED. Este experto rechaza que el asesoramiento en áreas distintas evite el conflicto de intereses. “Sin entrar en el fondo de la polémica sobre el contrato, no se pueden independizar los temas fiscales y contractuales: el despacho ha asesorado a un futbolista del Barcelona que está actuando contra el Barcelona”, argumenta.

Martínez Morán recuerda además los artículos del código deontológico de la abogacía española y europea aplicables al caso. El primero indica que en los casos de ejercicio colectivo o colaboración entre abogados los profesionales tienen la obligación de rechazar “cualquier intervención que pueda resultar contraria a los principios de confianza e integridad o que pueda implicar conflicto de intereses con otros clientes del despacho, cualquiera que sea el que los atienda”.

El código europeo establece que el abogado no deberá asesorar ni representar a dos o más clientes “si existe un riesgo significativo de conflicto de intereses, de violación de secreto profesional o en caso de que su independencia pueda ser menoscabada”, un último extremo que este académico también cree que se da en la actuación de Cuatrecasas en el caso Messi.

Precisamente la prueba del algodón, para algunas fuentes, sería que el Barça interpusiera una queja ante el Colegio de la Abogacía de Barcelona (ICAB) por la actuación del despacho, algo que desde el club no se ha realizado ni se prevé. Al no haberse formulado queja alguna ante la comisión de deontología, el Colegio de la Abogacía de Barcelona ha rechazado valorar el caso a preguntas de elDiario.es.

Según los principios rectores de la deontología profesional del ICAB, ciudadanos o abogados pueden interponer una queja a través de “distintos canales” y el propio colegio puede hacerlo de oficio, algo que no ha sucedido en este caso. Varios letrados consultados coinciden en que la envergadura, el poder y la influencia de Cuatrecasas dificultan que desde dentro del propio gremio se cuestionen oficialmente sus prácticas.

Con todo, la relevancia mundial del caso Messi ha supuesto una mala publicidad para el despacho, que también había ocupado titulares en los últimos años por el caso de fraude fiscal de su jefe y por fichar a la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, incorporación con la que la firma buscó un revulsivo a la caída de su facturación.

En el caso Messi, el bufete no ha logrado que el jugador cumpliera su deseo de marcharse del Barça, y a la postre el club ha prescindido de sus servicios, lastrando su facturación. La estrategia legal del burofax, de hecho, fue replicada y criticada públicamente por el Barça, aunque desde los sectores críticos con la directiva de Josep Maria Bartomeu se interpreta la decisión del club de prescindir del bufete como una forma de desviar el foco de las críticas de Messi al presidente por supuestamente incumplir su promesa de dejarle irse gratis del club. A la discrepancia del club azulgrana con Cuatrecasas se le sumó la Liga. Pero otra vez aquí se mezclan futbol, leyes y negocios. Porque nadie quería perder a Messi. Javier Tebas tampoco.

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