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Cosas que no pensabas que necesitarías después de parir y que son más útiles que un vigilabebés o un esterilizador de biberones

Una madre con su hijo en una foto de archivo.

Lucía M. Quiroga

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Se acerca el final del embarazo y empiezas a prepararlo todo. Si eres primeriza, no sabes bien qué tienes que tener listo para la llegada del bebé, así que a golpe de Google encuentras listados infinitos de cosas para comprar. Incluso algunas marcas te ofrecen hacer una “Lista de bebé”, como la de bodas. Cuna, minicuna, moisés, esterilizador de biberones, bañera, vigilabebés, silla para el coche, carrito de paseo, decoración infantil… Muchos de estos cacharros acabarán sin estrenar en el trastero, pero ese es otro tema.

Casi todos los básicos “necesarios” se refieren al bebé, sin tener en cuenta que también va a haber una mujer recién parida que necesitará algunas cosas para sobrevivir a los primeros días de posparto. Con suerte, alguna de las listas hace referencia a lo que la madre necesitará: un camisón y unas zapatillas bonitas para el hospital, hidratante antiestrías, maquillaje y un modelito para la “primera puesta”. Pero tampoco en ese tipo de recomendaciones se recoge la realidad de una mujer que acaba de parir ni las necesidades reales que tendrá. 

Porque el posparto es una etapa muy compleja, donde además de cuidar a un recién nacido completamente dependiente y demandante, las mujeres también necesitan cuidados y atención. Por eso, pensar en algunos básicos para las madres y tenerlos preparados puede ayudar en las primeras semanas.

Compresas grandes: en el hospital, nada más parir, te colocan una compresa enorme de celulosa que puede irritar, generar mal olor y resultar incómoda, aunque depende de cada mujer. Hay alternativa: las compresas de tela –algodón o bambú– son más agradables al tacto y no irritan. Parece una obviedad pero a veces no lo tenemos en cuenta: después del parto sangras, sangras mucho, tanto si ha sido un parto vaginal como una cesárea. Los loquios de los primeros días –coágulos grandes de sangre y tejidos– dejan paso a un sangrado que varía en función de cada mujer, pero que suele ser mayor que el de una regla y durar entre 4 y 6 semanas, la conocida como cuarentena.

Ropa cómoda: pijamas, chándals, sudaderas, leggings… necesitarás prendas cómodas y holgadas para las horas de sofá y cama, mejor si es en cantidad porque la ropa se mancha mucho –los bebés vomitan por encima de sus posibilidades–. Es probable que ya la tengas del embarazo, aprovéchala. De hecho, no te deshagas de los pantalones de embarazada. Durante bastante tiempo tu tripa seguirá estando hinchada y necesitarás semanas o meses para volver a utilizar ropa normal. Capítulo aparte merecen las bragas: querrás las más cómodas que haya y no te apetecerá que te aprieten. Piensa en las típicas “bragas de regla”: las más viejas, grandes y suaves que tengas. Incluso existen unas específicas de posparto, desechables y de rejilla, que pueden ser una buena opción: sujetan bien y transpiran.

Cojines y almohadas: en busca de la comodidad, hazte con un buen lote de cojines y almohadas de todas las formas: grandes, pequeños, en forma de donuts (para sentarse), cojín de lactancia… Tendrás el cuerpo dolorido y te quedan por delante horas de estar sentada o tumbada. A veces será difícil encontrar la postura, porque te duele la espalda o la cicatriz o porque el bebé se queda dormido encima de ti y no querrás moverte para no despertarle. A algunas mujeres les funcionan mejor unos que otros, el caso es que encuentres la fórmula adecuada para ti.

Para la lactancia: si vas a dar teta, o al menos intentarlo, hay algunos básicos que pueden ayudarte en el establecimiento de la lactancia, que puede ser duro. La pomada de lanolina evitará que se te agrieten los pezones. El sacaleches te ayudará a aliviar las congestiones u obstrucciones y permitirá que alguien le dé biberones de leche materna al bebé. Los discos de lactancia para evitar pérdidas también tienen versión celulosa, los más conocidos, o de tela, más amables con tu piel y sostenibles. También necesitarás ropa que se abra fácilmente por delante: camisetas de lactancia, camisas, chaquetas. Y una buena botella de agua: tendrás sed a todas horas. Si optas por biberones, tendrás menos necesidad de cosas para ti y más para el bebé: escoger la leche de fórmula –no todas son iguales, ni en composición ni en precio-, tetinas, biberones y cepillo para lavarlos.

Tuppers congelados: lo ideal es que otra persona –el padre u otra madre del bebé, abuelas y abuelos, quien sea– se encargue de las otras tareas domésticas los primeros días: limpieza, compra, comida, orden... Bastante tendrá la madre con atender al bebé y recuperarse del parto. Dejar la intendencia más o menos resuelta unos días antes puede facilitar la llegada a casa. Por ejemplo, una buena reserva de tuppers de comida preparada o congelada para no tener que preocuparse de cocinar los primeros días.

Fisioterapia: el cuerpo de una recién parida es un mar de sensaciones y también de dolores. Por eso una forma de cuidarte es reservar unas sesiones de fisioterapia de recuperación posparto: hay tratamientos específicos para las cicatrices de la cesárea y la episiotomía, para recuperar el suelo pélvico y para las lesiones más habituales tras el embarazo y el posparto.

Entretenimiento: libros, pelis y series facilonas para las horas de desvelo. A nadie se le escapa que un bebé duerme poco por las noches. Puede que lo haga mejor o peor, pero lo que está claro es que los ritmos de sueño en casa van a cambiar. Y eso traerá consigo muchas horas de desvelo. Por eso una cosa que puedes hacer es prepararte para llenar esos ratos: aunque lo ideal es dormir cuando lo hace el bebé, la realidad es que a veces no podrás. Así que ármate de paciencia y de una buena dosis de libros, series o películas que te acompañen en esos ratos. Eso sí: que no sean de argumento demasiado complejo, porque es probable que no puedas seguirlas. O, en el mejor de los casos, te dormirás.

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