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Memorias

José Vázquez Fouz: "Entré en la francmasonería porque la política es hoy un desierto intelectual"

Diputado en la dos primeras legislaturas de la democracia española, vivió como representante del PSOE los momentos cruciales de la España de hoy

Vázquez Fouz hace unos días, ante la ría de Vilagarcía que le habita.

>> Cuando nació Lugo no era ciudad más allá de sus murallas. Dentro de ellas y en su geografía rural tiene Vázquez Fouz diseminada su memoria afectiva de la infancia, levemente teñida de sotánico negro por su paso fugaz por el seminario aunque más que nada bañada por la luz de Sevilla, donde hubo de pasar años en su Universidad Laboral. Perito agrícola en aquella España en la que estaba todo por hacer en el campo, participó activa e ilusionadamente desde su banderín de enganche en la Extensión Agraria gallega, peleándose ya en esos años por la devolución efectiva de los montes a los vecinos. En 1976 entra en el PSOE y le toca vivir desde su meollo todo el proceso de transformación de España hacia la democracia, con el golpe del 23-F incluido, tanto desde las primeras legislaturas como desde la misma hora en que España entró en la CEE, en ese Parlamento Europeo del que también fue miembro activo. Su experiencia política no tiene parangón por el intenso e ilusionante tiempo que le tocó vivir, en donde si sobraba algo eran ideales. Es miembro destacado de la masonería gallega. Padre de 8 hijos y cabeza de una familia en la que hubo de sacrificar mucho su presencia por su dedicación a la causa por la que fue elegido.

>> Nací en tiempos difíciles, año 1944 de posguerra, en una casa del viejo Lugo intramurallas en cuyo bajo tenía mi abuelo una taberna. En la retina de mi niñez tengo grabadas escenas como las partidas de tute y brisca de una mesa de ciegos, que marcaban las cartas con migas de pan.Tampoco se me olvidan sonidos de esos tiempos como el cornetín que en la radio anunciaba el parte de las 10 de la noche, juegos infantiles como el corro, la billarda, las visitas con mis padres a las aldeas de Guntín y Quinte, las cartillas de racionamiento, la lechera que llegaba desde Piugos en un carro tirado por un burro, los conciertos de la Alameda lucense... Mis abuelos paternos habían vuelto a España tras emigrar a Cuba (ella fue ama de cría del presidente Menocal), luego a Nueva York y regreso a España tras la crisis de 1929. Mi abuelo materno tenía un oficio aromático, era chocolatero y yo siempre suspiré por ese oficio. Mis primeras letras las conocí en un colegio de monjas, luego tuve dos profesores particulares, uno de ellos manco aunque no se quedaba manco dando sopapos con la única mano que tenía. El castigo era socialmente aceptado y a mí , al menos, no me traumatizó nada tal disciplina educativa.

>> Ingresé en el Seminario Menor de Lugo no sé por qué , aunque no por mi voluntad sino la de mis padres, intuyo que más bien la de mi madre, que quería tener un hijo eclesiástico, todo un nivel en esa época. Eran tiempos de masificación seminarista en las aulas, en los dormitorios... hasta el punto de que éramos 150 en el primer curso. Dios tenía vigencia en el franquismo y el seminario era la única salida educativa para los hijos pobres de la aldea. Sí, esas aldeas que eran tal como en la Edad Media, sin luz, ni agua, ni linternas sino candiles, ni caminos ni traídas, ni baños... Explicar la Galicia de entonces a los niños de ahora tiene la misma dificultad que explicar a un bosquimano cómo es Nueva York, o a un neoyorquino cómo es la vida en la selva. Estuve poco tiempo en el Seminario porque ingresé en la Universidad Laboral de Sevilla con una beca, y becado estuve desde el primer año de Bachillerato Laboral hasta el último de mi carrera universitaria en la Complutense,a base de llegar a la media que exigían en cada curso. Estaba dirigida por curas, algunos de los cuales hoy estarían en la cárcel por maltratadores o excesivamente cariñosos, aunque también recuerdo a profesores inolvidables como Tomás Buesa Oliver. Eran tiempos duros, disciplinarios, de castigos corporales graves y de mucha misa, rosarios, novenas, tríduos, ejercicios espirituales y canto del "?Cara al sol" cotidiano... y no nos hacía mella nada. Allí estuve hasta 1966, en que me trasladé a Madrid para hacer allí el último curso y acabar en 1967 con el título de Perito Agrícola.

t>> En vacaciones volvía a Galicia y desde Lugo hacía escapadas al rural, a pasar temporadas a la aldea de un amigo. No me olvido del canto de los carros por las empinadas congostras cargados de mollos de mies o hierba seca, sobre los que nos montábamos felices. Si digo que viajábamos a la aldea en la baca del autobús de línea parecerá una escena africana pero juro que era de mi infancia, a principios de los 50. Las excursiones en familia al campo, que entonces empezaba a cien metros de las murallas, incluían el cestillo con la tortilla de patatas, la empanada, la gaseosa que se enfriaba en el río... y lo veíamos como un lujo. A los 15 años pude entrar en el Club Fluvial de Lugo y el Círculo de las Artes, sociedades cuya entrada esperábamos con ansia porque entonces los tiempos eran muy grises y las opciones muy pocas. Así estuve a los 21 años, entre idas y venidas de Sevilla a Lugo en trenes que llamaban rápidos pero paraban en todas las estaciones, de locomotoras de vapor, en los que si te asomabas te llenabas de carbonilla y dormíamos como podíamos, a veces en el suelo si no había sitio. Fui un estudiante muy regular, no brillante ni lo contrario pero con afición grande a la lectura y atracción por los filósofos existencialistas. Nada que ver con mi título de Perito Agrícola especialista en Fitopatología.

>> Gané las oposiciones a Extensión Agraria en 1967. y al poco, ya casado, hice el servicio militar en un cuartel cerca de Pozuelo, compatibilizándolo entre 1968 y 69 con las clases que daba en la Universidad Laboral de Alcalá de Henares, lo que me obligaba a desplazarme todos los días 40 kms de ida y otros tantos de vuelta en una pequeña moto. En 1969 termino el servicio militar, tengo mi primera hija y me destinan al Ferrol como agente de Extensión Agraria. Empezaba para mí una nueva vida y no tengo buen recuerdo de donde empezamos a vivir los tres, hoy me parecería imposible por su pequeñez e insalubridad. Pero era lo que había. Me pagaban poco, mi sueldo base era de 16.000 pesetas al año, con lo cual era muy difícil vivir de aquel trabajo, que era como un sacerdocio. Mi segundo destino fue Porriño, cuando nace mi segundo hijo,y luego Caldas de Reis, donde nacieron mis otros 5 hijos y comienzo un profundo proceso de transformación ideológica y personal. Eran años en los que se ofrecía un panorama de transformación agrícola y ganadera inmenso, por ejemplo el desarrollo de la viticultura de calidad. Los montes en mancomún, la recuperación efectiva de su propiedad para los vecinos, fue el revulsivo que empezó a reorientar mi vida hacia la lucha por los intereses colectivos. Trabajamos mucho en el campo del desarrollo comunitario con la participación vecinal organizada en comisiones.

> Ingreso en el PSOE en 1976 y en esa etapa participé en la fundación de agrupaciones socialistas por la provincia de Pontevedra. Ese mismo año fui delegado por Galicia en el 27 Congreso Federal de Madrid, lo que fue una experiencia abrumadora al tener al lado a líderes europeos como Olof Palme, Mitterrand, Pietro Nenni, Willy Brandt... Fue aquel año del referéndum de Suárez sobre la Ley de Participación Política en la que el PSOE decidió abstenerse y tuve que trabajar activamente en la transmisión de esa idea al ciudadano, aunque personalmente no coincidiera con ella. Entre 1976 y 1979 pertenecí al Comité Federal del PSOE, lo que me permitió conocer al partido con la precisión que conoce un cirujano el cuerpo que opera. Fui elegido diputado a las Cortes por Pontevedra en la primera y segunda legislatura (1979-1986), lo que me llevó a participar en la redacción del Estatuto dos 16, anteproyecto del Estatuto de Autonomía de Galicia, que enviamos a Madrid y acabó en un "aldraxe". En el Congreso actué como miembro de las comisiones de Agricultura y Pesca, Presidencia, Defensa, de Control de RTVE y de la Temporal de Emigración. Nunca fui parlamentario de relleno sino de guardia, siempre activo, y así fui ponente de proyectos como la Ley de Montes Vecinales o la de Cultivos Marinos, secretario primero de la Comisión de Agricultura, portavoz del Grupo Socialista de Pesca...

>> Aquella Transición. La transición no fue más, tampoco menos, que recuperar la democracia para España. Habrá quien no le dé valor a esto pero demasiados amargos recuerdos y demasiadas vidas costó como para frivolizar con ello. Llamarle régimen a esto de forma despectiva es de una superficialidad e ignorancia que avala poco los expresados deseos de influir en la sociedad española y propiciar cambios en ella. Los males para mí, más que en la clandestinidad, vinieron en la transición, y solo por ser candidato por el PSOE en Pontevedra. Me rebajaron de categoría profesional y el sueldo poniéndome de jefe a mi ayudante. Con 7 hijos cualquier rebaja del sueldo, que ya no era grande, suponía mas sacrificios. Lo peor fue que solo pude recobrar mis derechos y la jefatura por un juicio contra el Estado que gané con todo derecho. La democracia recién traída todavía conservaba rémoras del pasado y era incapaz ,en un tema tan simple y justo, de poner las cosas en su sitio. En aquellos comienzos de la democracia abundaban, sobraban incluso ideales entre los políticos de la Transición pero en la de hoy lo que sobran son los intereses.

>> Al Parlamento Europeo. En 1986 ingresa España en la CEE y me eligen diputado, con lo que andaba de avión en avión entre Madrid, Bruselas y Estrasburgo. Allí trabajé en el ámbito de la agricultura y pesca, medio ambiente, industria y tecnología... Por fin formábamos parte de una Europa que nos había sido esquiva en los años de la "longa noite de pedra", y a esa Europa representé también como portavoz de los socialistas en las relaciones con el Sudeste Asiático, Corea y Asia del Sur. Eso me obligó a muchos viajes, a conocer los límites del mundo en comisiones de trabajo por numerosos países de los que, la verdad, todo estaba tan programado que conocíamos los aeropuertos, sus salas de reuniones y el hotel donde dormíamos, porque inmediatamente volvíamos a casa. Viví de todo, alegrías y tristezas, lo cual fue en cualquier caso una experiencia privilegiada aunque tuvo costes como los que soportó mi familia con un padre siempre ausente, incluso en momentos importantes. Un padre con 8 hijos, uno de ellos fruto de una relación temporal, pero que se mantiene férreamente unida.

>> Pertenezco a la masonería con orgullo, a la que ya había pertenecido mi abuelo en su etapa en Nueva York. Dentro de la Orden fui tres veces Venerable, número 2 del Gran Maestro de Castilla, que abarca la mitad de España. Dos veces fui elegido como representante primero de Galicia y ahora soy Gran Oficial de la Gran Logia de España. Mi inscripción en la francmasonería tiene que ver entre otras cosas con que la política hoy es un desierto intelectual, un mundo en el que las ideas no tienen cabida, en el que se ha pasado de discutir ideas a descalificar personas o, dicho de otro modo, en que la discusión se basa en descalificar los argumentos del contrario. Pero aún así moriré en la política, y espero que en el PSOE, aunque como militante de base.

"Creí que no saldría vivo del golpe del 23-F"

  • "Viví el golpe de Esado del 23-F en vivo y en directo, entre armas y disparos, que no fue una masacre no por falta de voluntad de los golpistas sino casi por azar. De ese golpe del 23 F, con toda sinceridad, no pensé salir vivo, y pensé que el esfuerzo de traer la democracia se marchaba por el sumidero de la historia; tan lo creí que en un momento de la noche, más bien de madrugada, le pedí a Eulogio Franqueira que si salía vivo hiciera lo que pudiera por mi mujer y mis hijos, y debo decir que su respuesta no pudo ser más positiva".

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