José Cuadrado es el director de comunicación del Observatori Contra l'Homofòbia (OCH) de Catalunya, el primer organismo de estas características que empezó a operar en el país, toda una referencia para asociaciones y colectivos.

¿Cómo funciona el Observatori catalán?

Fue el primero del Estado español. Nos constituimos en 2008, pertenecíamos al Front d'Alliberament Gai de Catalunya. Nacimos por la peor de las expresiones por LGTBfobia, el asesinato, en el año 1991, de la mujer trans Sonia Rescalvo por la paliza de unos neonazis. El colectivo se sentía desamparado, había que terminar con la impunidad de los agresores. Para reparar la dignidad de Sonia y dar respuesta nace el observatorio. La recopilación de datos es fundamental, el activismo debe darse la mano con la administración. La LGTBfobia se tiene que cuantificar para que se lleven a cabo políticas públicas.

¿Cómo ha evolucionado la implicación de la administración estos años?

La labor del observatorio es muy altruista. Para acabar con la LGTBfobia hacen falta ganas del colectivo, voluntad política y recursos. Hay pocos recursos, en términos generales. Aquí ALAS no tiene ni una sede para atender a las víctimas. Es necesario crear espacios amables con interlocutores cómplices. En Catalunya tenemos nuestra propia sede, pero todavía hacen falta protocolos específicos.

¿Cuál es la necesidad fundamental que debería cubrirse en el observatorio de A Coruña?

La indicación que damos es que el servicio que debe prestarse a las víctimas debe ser específico, especializado y profesionalizado. Nos pasa muchas veces que cuando una víctima ha sido atacada, prefiere que la atienda el observatorio y no la administración, porque saben que van a empatizar con ellos. Si la atención no la dan profesionales de los diferentes ámbitos, la reparación de la dignidad de la víctima no va a ser total, real y efectiva. El de A Coruña todavía tiene poco recorrido, la gente es muy reacia a denunciar, hay mucha homofobia interiorizada y mucho miedo.

Existe un problema de infradenuncia. ¿Hay alguna estrategia para paliarlo?

A nosotros al principio nos pasaba lo mismo, hacíamos campañas para animar a denunciar. No todo el mundo se ve con fuerzas para iniciar un proceso penal largo, pero sí que vamos consiguiendo que la gente por lo menos registre los casos. No es que haya más casos, pero la gente se anima a trasladárnoslo. Cuando los de Hazte Oír sacaron el autobús, el colectivo trans fue uno de los sectores que más denuncias registró al año, se empoderaron con la situación.