La Voz de Galicia

Guns N' Roses y el empacho del cocido

Cultura

begoña r. sotelino vigo / la voz
Concierto de Guns N' Roses en Balaídos. 13/06/2023

La banda norteamericana sació al público con tres horas y media de gran espectáculo

14 Jun 2023. Actualizado a las 21:29 h.

Axl Rose ya no tiene voz, pero no es María Callas en La Scala. Afina, pero no llega a la potencia de antes. No tiene que ser perfecto. Ni siquiera Julie Andrews es quien era ni sigue dando giros de derviche en la campiña austríaca, pero es Julie Andrews. Que la crítica más repetida sobre los conciertos de Guns N' Roses es que son demasiado largos es como quien pide cocido, no se lo puede acabar y lo deja en el plato después de darle vueltas y dejar la mesa hecha un asco. Que no te lo puedas terminar todo es normal. ¿Pero a que estaba bueno? ¿Cuál es la queja? Que repite el chorizo. Pues haber pedido brécol con filete de pollo a la plancha. No deja huella. No hay eructo final, pero tampoco deleite. Una hora de música de más es una hora de cualquier nadería de menos. Dicen los Guns N' Roses que muchas veces tocan tres horas y media porque entran en barrena y ya no pueden parar. Es su trabajo, y, además, resulta que les gusta.

A Rose se le vio pletórico e imparable por el escenario. Más que a muchos que no tienen la mitad de su edad. La música de más nunca sobra. ¿Cómo va a molestar? Pagar un pastón por un concierto... y quejarte porque dura mucho. ¡Oiga, que la felicidad me está durando mucho! ¿Puede parar de hacerme tan dichoso? Si te empacha, te la guardas en el táper, va a la nevera y te la tomas otro día. De hecho, la de Guns N' Roses se guardó en la cajonera más gélida del refrigerador de canciones en los años noventa y sigue así de fresco el ultracongelado roquero que ningún instagramer posmillennial podría imaginar. No hay fuegos artificiales. Si echas de menos un poco de pólvora, bienvenido a cualquier fiesta patronal. Esto no era postureo. Era otra cosa. Era Guns N' Roses, que volvieron a sacar los temazos de sus seis discos para darse otro voltio por Europa.

Llegaron a Vigo y rozaron el lleno en un estadio de Balaídos de primera con un espectáculo parejo al nivel de la cancha propiedad de todos los vigueses, celestes o no, futboleros o adictos al pimpón. Cerca de 30.000 personas consideraron que era el lunes perfecto para que pareciera un sábado de agosto regado por dos minichaparrones para refrescar el ambiente so hot.

Slash tocó muchos solos, puede que muy largos, pero en buena compañía. Sudó la única camiseta que tenía. El resto las llevaba su compañero Axl en un baúl lleno de modelos con pecheras plagadas de imágenes de voluptuosos cuerpos femeninos. Y, al final, una camisa plateada que parecía regalo de Hugh Hefner.

Concierto de Guns N'Roses en Balaídos

Salieron pitando de Balaídos en un puñado de furgonetas negras de cristales tintados como una comitiva presidencial norteamericana. A media tarde del martes volaban hacia Bélgica para ofrecer otro concierto histórico, único, que es como se ve en cada población que pisan, con sus pequeños matices. Retumba y zumba todavía la potencia del sonido en los tímpanos sobre la almohada. Aunque llegase al estadio con el taxista 404, no fue un error fatal.


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