La Voz de Galicia

«En Silicon Valley hay generosidad a la hora de dar conocimiento»

Sociedad

TAMARA MONTERO SANTIAGO / LA VOZ

Tres jóvenes gallegas mejoran un «ebook» educativo durante su estancia en California

31 Jul 2018. Actualizado a las 20:43 h.

Mientras la clase política se empeña en reescribir una y otra vez la misma ley en los despachos, tres adolescentes compostelanas han demostrado que la sagacidad no es cosa de la edad. Ni del cargo. ¿Cuál es el principal problema de la educación? les preguntaron. Y no. No es la histórica falta de inversión, ni la tasa de fracaso escolar. Ni siquiera los currículos interminables y la ratio de alumnos por profesor. El mayor problema de la educación es que hay millones de personas que no tienen acceso a ningún tipo de educación. Así, como un golpe de realidad, comenzó todo. Así nació Globed, el proyecto que arrancó en el colegio Manuel Peleteiro y que ahora ha crecido, y mucho, en Silicon Valley, bajo el sol californiano.

Globed es un dispositivo de bajo coste bajo coste capaz de llevar la educación a todo el planeta que les ha valido ganar el Audi Creativity Challenge. Ese dispositivo -formado por un picoproyector con un sistema operativo android, una webcam, micrófono altavoces y una batería que se carga a través de placas solares- tiene cargado un contenido fijo, clases, explicaciones, ejercicios... y una parte social «por la que estarían todos los niños conectados».

Con la versión 1.0 bajo el brazo, Clara Pantín, Paula Lamas y Nalú Rodríguez se fueron a Silicon Valley gracias a una organización que se llama Imagine. Allí, Globed fue creciendo, mejorando, gracias a las aportaciones de Netflix, de Google, de Coursera, de Twitter. De un ecosistema de conocimiento horizontal. «Siempre nos daban su punto de vista», dice Clara. «Parece que tendría que imponer un poco, pero la verdad es que en Silicon Valley hay una generosidad a la hora de compartir conocimiento. La gente no tiene problema en compartir sus ideas, en darte consejos», explica Nalú. «Aunque en un campo dos empresas son competitivas, en otro se van a ayudar», tercia Clara.

Así que mientras estaban en el mismo núcleo de las startups tecnológicas, esa versión 1.0 con la que salieron de Santiago fue cambiando. El día que presentaron su proyecto en Netflix, salieron con la idea de añadir una parte de entretenimiento, contenidos, como películas, que se van desbloqueando a medida que se completan los ejercicios incluidos en este libro electrónico, por ejemplo. «Allí es muy importante socializar, porque hay expertos que te pueden ayudar a mejorar tu idea», afirma Paula. Es una burbuja de generación de conocimiento. «Todo el mundo está emprendiendo, es una oportunidad increíble porque puedes ver cómo nacen las empresas -explica Clara- y para un proyecto como el nuestro es algo muy bueno, porque eres capaz de imaginártelo dentro de unos años como algo real». 

Crear una fundación

Ya de vuelta y con la versión 1.1 construida gracias a las aportaciones de Silicon Valley, estas tres adolescentes están pensando ya en la creación de una fundación con la que llevar su proyecto allí donde sea necesario. La idea es que una clase recaude el dinero necesario para adquirir uno de estos libros electrónicos y lo envíe a otra clase, como por ejemplo en un campo de refugiados o en un país en vías de desarrollo, una distribución de la que se encargarían las oenegés con las que contactarían. «Esas dos clases quedarían conectadas», aclara Nalú. La clase del campo de refugiados accedería a los contenidos y los dos grupos se beneficiarían del intercambio de culturas.

Además, buscan financiación. Su idea es llevar a la presentación final, que se celebrará en octubre en Barcelona, una tercera versión del prototipo. «Está difícil, pero lo vamos a intentar», dice entre risas Clara. Además, apunta Paula, antes de final de año quieren hacer una prueba piloto que permita ver realmente cómo funciona su idea. «Tenemos un contacto en un campo de refugiados de Grecia y estuvimos a punto de hablar con un grupo de niños, pero por problemas de horario y papeleo no pudimos». No han renunciado a la idea que antes o después llevarán a cabo. También quieren contactar con empresas que generen contenido gratuito -Coursera tiene un programa específico para refugiados- y pedir colaboración a youtubers y profesores. 

¿Y ahora? Ahora, la financiación. Conseguir un inversor permitiría que el proyecto creciese, constituir la fundación y que se pudiesen fabricar los primeros dispositivos. El coste actual está estimado en entre cien y doscientos euros por libro electrónico, pero «en Silicon Valley nos dijeron que podría llegar a costar solo entre 40 y 70 euros», explica Paula. La clave es la escala de producción.

A Clara, a Nalú y a Paula no les llegan las horas. Porque en septiembre empezarán bachiller y tienen que seguir formándose. Seguirán dedicándose a Globed, por supuesto, pero solo en las horas libres. Así que también se plantean que alguien con mayor disponibilidad colabore en el desarrollo de un proyecto que está llamando a cambiar las cosas.

 


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