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14 razones por la que leer los clásicos, según Italo Calvino

A veces los clásicos dan pereza. Uno lee para pasarlo en grande, y por alguna razón, sospecha que eso no va a ocurrir con Heródoto. Otras veces dan vergüenza. A estas alturas de mi vida cómo he podido no haber leído aún ‘En busca del tiempo perdido’. También pueden dar respeto, uno piensa que no los va a entender, que hay que estar muy atento, que no tiene tiempo para eso. El caso es que a menudo olvidamos que si se han convertido en clásicos es por algo y que encierran una posibilidad de disfrute a menudo infravalorada.

Ojo, que nadie dice (al menos no yo) que uno vaya a gozar con cada clásico. O que haya que leerlo aunque a uno le aburra soberanamente. No, simplemente que hay que darles la oportunidad de convertirse en uno de nuestros libros de cabecera, y para comprobar su potencial hay que leerlos. Por eso entre las lecturas contemporáneas no está de más colar los grandes títulos de otras épocas. En esa línea se pronunciaba el escritor Italo Calvino en un ensayo titulado precisamente ‘¿Por qué leer a los clásicos?’. Vale la pena leerlo entero (y lo podéis hacer en Urbina Volant), pero aquí tienes resumidas las 14 razones.

1. Leer por primera vez un gran libro en la edad madura es un placer extraordinario: diferente (pero no se puede decir que sea mayor o menor) que el de haberlo leído en la juventud.

2. Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos.

3. Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual.

4. Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera.

5. Toda lectura de un clásico es en realidad una relectura.

6. Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.

7. Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado (o más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres).

8. Un clásico es una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima.

9. Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad.

10. Se llama clásico a un libro que se configura como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes.

11. Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él.

12. Un clásico es un libro que está antes que otros clásicos; pero quien haya leído primero los otros y después lee aquél, reconoce en seguida su lugar en la genealogía.

13. Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo.

14. Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone.

Pero en ese mismo ensayo también insiste en que no hay que sentirse obligado a leer una lista de libros «imprescindibles»: «Si no salta la chispa, no hay nada que hacer: no se leen los clásicos por deber o por respeto, sino sólo por amor». Si quieres saber qué clásicos se convirtieron en sus clásicos, cuáles eran los títulos que Italo Calvino amaba, puedes leer el libro ‘Por qué leer los clásicos ‘ donde comenta sus obras favoritas, de autores como Homero, Diderot o Balzac.