Loading...

El Real Madrid gana el Mundialito en la prórroga pero roza el ridículo contra el Kashima Antlers

MUNDIALITO

Cristiano Ronaldo marca dos goles en la prórroga (4-2) que decantan el encuentro después de un partidazo de los japoneses

Los jugadores del Real Madrid posan con el trofeo.

Yuya Shino / EFE

Cristiano Ronaldo, con dos goles en la prórroga, evitó la que habría sido la derrota más dura del madridismo en los últimos tiempos. Ganó el Real Madrid (4-2) gracias a esos dos tantos del portugués al Kashima Antlers, el equipo japonés que jugaba el Mundialito como invitado, sin ningún talento aparentemente exportable al fútbol europeo pero que demostró que con orden, ganas y buen trabajo en los entrenamientos, todo es posible.

Galería
Mundial de Clubes: Las imágenes de la final

Campeón del mundo de clubes, tres títulos de Zidane en el 2016, una racha de victorias del entrenador blanco que alcanza los 37 encuentros sin perder. Cifras todas magníficas pero que no tapan que el Kashima Antlers no sólo empató a 2 en los 90 minutos reglamentarios sino que pudo ganar la final y con claridad. Nadie en Japón olvidará la gesta del Kashima, plantarse en la final después de superar a tres rivales - llevan cuatro partidos en apenas diez días- y poner a todo un campeón de Europa al borde de un ataque de nervios.

Relajado de inicio

El Real Madrid empezaba el encuentro relajado, con Modric dibujando un sombrero para superar la presión adelantada del Kashima Antlers, buscando sorprender a Sogahata, combinando con Benzema, los dos madridistas más activos del club blanco. Y fue en el minuto 8 cuando un peligroso disparo de Modric forzaba un pésimo e inocente despeje del portero japonés que dejaba el balón en el área pequeña justo en los pies de Benzema, que remataba a placer. El 1-0 subía al marcador pero eso no afectaba a la moral del equipo japonés, que seguía presionando, que atacaba sin demasiados argumentos pero con mucho corazón.

El juego de ataque del Real Madrid dependía del delantero francés, que hasta presionaba, porque Cristiano estaba fallón, intranquilo, incapaz de superar a nadie, estrellado ante esos jugadores japoneses casi amateurs que habían protagonizado la sorpresa al plantarse en la final. Era tan sorprendente su presencia que en los alrededores del estadio se vendían bufandas mitad del Real Madrid mitad del Atlético Nacional, el que todos esperaban estuviera disputando la final.

El Balón de Oro no lograba entrar en juego, hasta el disparo de falta se le fue a Cristiano Ronaldo a la barrera, como todas las que ha lanzado en el Mundialito. El Real Madrid jugaba casi caminando, relajado, tanto que en el minuto 43 la defensa blanca se contagió de esa apatía y lo aprovechó Doi para dibujar una excepcional jugada con asistencia para Shibasaki que cruzaba un balón superando a Keylor Navas con facilidad. Shibasaki celebraba con sus compañeros el gol mientras la grada se volvía loca.

Desesperación blanca

El árbitro Sikazwe no alargaba la primera mitad, para casi desesperación de los madridistas, que veían como se retiraban al vestuario con empate a 1 en el marcador. Desde el 2012 que un equipo europeo no recibía un gol en contra en una final y lo había conseguido un debutante, un equipo invitado al torneo como anfitrión del torneo y que se había colado en la final.

La segunda mitad inició con un jugadón de manga de Gaku Shibasaki que aprovechó un despeje irresponsable de Sergio Ramos, que dejaba el balón muerto para que habilidoso ‘10’ del equipo japonés sentase a Lucas Vázquez antes de colocar el balón donde no podía atajarlo Navas. Minuto 52 de partido y el Real Madrid perdía 2-1.

Pero el conjunto blanco no tardaba en empatar el partido. Tuvo que ser de penalti, a Lucas Vázquez, un agarrón en el área con posterior derribo de Yamamoto que señaló el árbitro sin necesidad de videoarbitraje. Cristiano Ronaldo fue el encargado de lanzar la pena máxima para empatar el encuentro.

Jugaba el Real Madrid en la segunda mitad con defensa de tres, tenía que apretar el conjunto blanco para darle la vuelta al marcador, para frenar el ímpetu y la alegría de los nipones, que jugaban sin extranjeros, todos locales, todos japoneses, todos educados bajo la misma cultura brasileña que instauró Zico en el equipo. En el 66 , entró Fabricio, uno de los dos brasileños que tenía en el banquillo, quería el Kashima ganar el partido, se sentía capaz de dar la sorpresa, un cambio muy ofensivo demostrando el carácter del equipo.

El Real Madrid se volcaba con Marcelo con la izquierda como carrilero puro creando peligro continúo, como un balón que recibía Benzema con remate de volea y que Cristiano no podía proseguir por estar en fuera de juego. Había cambiado la actitud del Real Madrid amenazando en cada acción a la portería de Sogohata.

Casemiro cometía una falta durísima a Kanazaki que le valía la cartulina amarilla, una jugada que mostraba que al Real Madrid el resultado le estaba haciendo daño. En el 80, Zidane movió el banquillo: entraba Isco por Lucas Vázquez y por minutos el partido se volvió loco. Ocasión creada por Shibasaki y respuesta de Cristiano Ronaldo, sin pausa.

Últimos ensayos japoneses

En el 87, Fabricio hacia lucirse a Keylor Navas con un disparo complicadísimo desde fuera del área y el entrenador japonés introducía un nuevo cambio ofensivo: Suzuki. Casemiro salvaba segundos después otra ocasión clarísima antes de demostrar que el videoarbitraje no sirve para nada si no se aplica bien: el árbitro perdonó una expulsión clarísima de Sergio Ramos sobre Kanazaki. Ya tenía una tarjeta Ramos y era la expulsión clara. La última ocasión la tenía Endo, otra ocasión clarísima, con el Real Madrid hundido. Había conseguido el Kashima llegar a la prórroga encogiendo al campeón de Europa.

Aquí puedes ver cómo Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos se ríen del árbitro, con vídeo.

El brasileño Fabricio ponía el miedo en el cuerpo con una jugada de habilidad nada más empezar la prórroga, pese al esfuerzo físico que ha realizado el equipo nipón en este torneo. Pero en el 97, apareció de nuevo Benzema para hacerle llegar el balón a Cristiano que no fallaba el área pequeña. El 3-2 subía al marcador y Cristiano lo celebraba a lo grande, desplegando todo su repertorio de celebraciones.

Un remate de cabeza de Yuma en el minuto 100 y golpeaba el balón en el travesaño. Pero Cristiano volvía a marcar de nuevo dejando su sello en la final: hat-trick. El Kashima había rozado el sueño de ser campeones del mundo de clubes frente a todo un Real Madrid.