jueves, 13 de agosto de 2015

En Betania

Vista del pueblo al entrar
No, no hemos ido a la casa de Lázaro (para el que se encuentre perdido, léase Juan 12 ;D). Betania es un corregimiento del municipio de El Playón, en el distrito de Rionegro, perteneciente a Bucaramanga, en el departamento de Santander. Vamos, para que nos entendamos: un pueblecito de la provincia en la que nos encontramos, situado, en coche, a dos horas y media, es decir, lo que se tarda en ir a Salamanca desde Madrid; sin embargo, realmente en distancia no es tanto, el problema es el estado de las carreteras y la accesibilidad del pueblo, pues, si bien parte es en autopista (por la que, por cierto, la velocidad máxima es 80 km/h – si bien nadie la respeta), una vez sales de ella, todo son carreteras mal asfaltadas y llenas de baches y, cuando sales de ellas, todo son caminos de tierra, llenos de curvas, piedras y todo tipo de peligros… En fin, toda una aventura para llegar allí.


Así recibían los niños en su pueblo al nuevo sacerdote:
"Felicidades, Padre Fulgencio"
Os preguntaréis qué es lo que nos llevó a desplazarnos hasta allí sorteando todo tipo de dificultades y, en ocasiones, temiendo por nuestra vida, viéndonos despeñados por un acantilado o arrollados por una “tractomula” (un camión de trasporte de mercancías). Resulta que el día 1 de agosto, día de san Alfonso (¡Viva nuestro fundador!), se ordenaron sacerdotes en Bogotá dos hermanos redentoristas, lo cual fue toda una alegría, y, como viene siendo tradición, tienen su primera misa (o, como decimos por allí, cantan misa) en su pueblo natal. Así fue: apenas una semana después, el viernes 7, en el que se celebraba también el día de la Independencia de Colombia (y sí, algún que otro comentario nos cayó a los españoles jajaj), marchamos todo el Noviciado a asistir a este evento, pues nos encontrábamos “cerca”, como ya he explicado, de la casa de uno de ellos: Fulgencio.

Así estaba el ambiente en todo el pueblo
Con emoción nos levantamos (muy de madrugada, eso sí, a las 4 y media ¿de la mañana?), para desayunar y comenzar el viaje. Hay que decir que no todos cabíamos en la furgoneta que tenemos, así que tuvieron que irse en autobús. Tras dos horas y media de camino, y un calor insoportable y asfixiante, llegamos a Betania, donde ya todo el pueblo estaba en fiesta: adornos desde bien abajo del camino, pancartas, música, buen ambiente y cálida acogida. Allí, nada más llegar, nos recibieron con un segundo desayuno: tinto, arepa, caldo de papa, chocolate y pan (aquí llaman así a lo que para nosotros son bollitos dulces, pero sin relleno). Y estuvimos dando una vuelta por el pueblito, que estaba, también, lleno de militares, pues era el día de la independencia y, además, el pueblo había sido hace décadas víctima de las luchas con la guerrilla, lo que llevó a mucha gente a desplazarse a otras partes; así pues, el ejército no estaba por razones defensivas, sino meramente presencial (estense tranquilos que todo está en paz por estas zonas). Al poco empezaron a llegar hermanos redentoristas de todas partes de Colombia: sacerdotes, hermanos, estudiantes… entre estos últimos se encontraba gente de Puerto Rico, República Dominicana… pues estudian en Bogotá. Toda una alegría encontrarse con tanta gente de esta familia misionera.

Comenzábamos la procesión
Llegó la hora y marchamos todos a un colegio cercano para revestirnos y comenzar una procesión que iría desde allí hasta la iglesia. Entre cantos y palmas por parte del pueblo, llevamos al nuevo sacerdote nativo hasta el altar (como si de la novia se tratase, al menos en mi pueblo, no sé en el resto de España). A las puertas del templo nos esperaba todo un pasillo de militares coloniales (recordemos que se hacía memoria de la Independencia) para rendirle un homenaje Civil a Fulgencio. Ya en el interior de la Iglesia, decorada para la ocasión, celebró la Eucaristía por primera vez, para emoción de sus padres y paisanos, a la que siguieron unas bonitas palabras por su parte, por las de los hermanos, los formadores, el Provincial de Bogotá, el alcalde del pueblo, los representantes de los vecinos… vamos, que casi duran más los agradecimientos que la propia misa. Por suerte, al más puro estilo de estas tierras, la celebración estuvo realmente animada con aplausos, cantos y, como no, ese instrumento que tanto me gusta y fascina: el organillo eléctrico, esa especie de piano al que le aprietas un botón, sale el ritmo que deseas, y uno ya toca (o hace que toca, pero yo deposito mi confianza en que tocan jajaj), y que te hace sentir en un anuncio de zumos para el verano.



Los militares nos escoltaban
Y los soldados coloniales nos hacían
un pasillo




















Entrábamos a la Iglesia

Estaba llena de gente con pancartas para recibir su paisano



















Aquí está, con sus padres a ambos lados

Así es como se cocina la carne llanera. ¡DELICIOSA!


Al terminar, todo el pueblo estuvo invitado a almorzar (comer). Allí nos pusieron de todo: carne de cabro guisada (cabrito para nosotros) , pollo, guacamole, arepas, yuca, papa, pepitoria (arroz con casquería y verduras), y carne preparada al estilo llanero…. Y de beber, jugo de mora (sí, un vinito o una cerveza no habrían estado de más, pero no, somos religiosos y aquí está muy mal visto que se beba…, es cosa del demonio).






Así acabamos de cansados a la vuelta en carro

Con la tripa llena, y sin apenas dejarnos reposar, nos fuimos de vuelta para casa, pues nos esperaba un largo camino de regreso. Eso sí, durante el camino, entre botes, zarandeos y alguna que otra cabezadita, la comida se digirió bastante bien. Llegamos al Noviciado sanos y salvos, y con el buen sentimiento de haber podido compartir un día importante para un hermano, para la Congregación, y con el buen sentimiento de fraternidad y comunidad por saberse parte de esta familia redentorista. 





Aquí una foto de todos los estudiantes y novicios que fuimos

¡Muchos abrazos y saludos para todos! Y, para que veáis que nos acordamos mucho de cada uno de vosotros y os tenemos en nuestras oraciones, ahí va la tradicional foto de rigor ;)






No hay comentarios:

Publicar un comentario