venerdì 16 novembre 2012

Paseo a La Gran Sabana y Canaima (15-25 de octubre del 2012)



Guanare – S. Elena de Uairén (15-16 de octubre del 2012)
Hace un mes y medio los frailes de Barinas me propusieron unirme a ellos para un paseo comunitario al Parque Nacional de Canaima, Estado Bolívar, zona amazónica. Creo que la invitación se debe también a mi prolongada estadía en aquella comunidad durante la operación de fray Edisson. Por supuesto, acepté en seguida. No sé, en efecto, si volverá a presentarse otra oportunidad.
Ciudad Bolívar: Puente Angostura
Así el 15 de octubre, a las 4 de la madrugada, los tres frailes de Barinas (fray José Luís, fray Edisson y fray Javier) me buscan a Guanare y partimos rumbo a Ciudad Bolívar, a más de 800 kilómetros de distancia. Viajamos en camioneta, cargada con nuestras maletas, aseguradas en bolsas plásticas, para repararlas de eventuales lluvias, además de varias provisiones, para ahorrar tiempo y dinero. Después de S. Carlos la carretera está muy dañada, pésima por largos trechos. Es asfaltada, pero con muchos huecos, por tantos, demasiados kilómetros, por ser la arteria principal de comunicación entre la parte andina-llanera y el oriente del país.
Llegamos a Ciudad Bolívar alrededor de las 5 de la tarde. Para entrar a la ciudad se atraviesa el Puente Angostura, sobre el Orinoco. Soñaba con poder ver este gran río que divide en dos el país, y su visión me emociona. Nos hospedan los frailes capuchinos, en manera simple y cordial. Siendo ya tarde, pasamos, sin pararnos, por el casco histórico y bordeamos el río, ambos bellos y bien cuidados.

Puerto Ordaz: Parque de la llovizna
El 16 de octubre, luego de una debida noche de descanso, salimos hacia S. Elena de Uairén, en el profundo sureste, último centro antes de Brasil. Aún como 700 kilómetros en carretera, en este caso bien cuidada, a 4 canales hasta Upata (alrededor de 150 km). Primera parada en Puerto Ordaz, por un breve desayuno al lado de la camioneta, y para visitar de carrera el bellísimo “Parque de la llovizna”. Luego, rumbo hacia la meta, donde llegamos a las 5.30 de la tarde, cuando está oscureciendo, con veloces paradas para almorzar y visitar los rápidos de Kamoirán y el Salto Kama.
Rápidos Kamoirán
A sur de Upata los centros habitados son siempre más pequeños y menos numerosos. Hay aldeas indígenas, de la etnia Pemón, a lo largo de la carretera. Por cierto habrá otras escondidas en la selva, tal vez  de unas se desconoce siquiera su existencia. ¿La carretera? Un garabato negro en medio de una enorme mancha verde. Recorremos como 400 km dentro de una naturaleza no imponente, pero majestuosa por espacio ocupado y frondosidad. Pasado El Dorado inicia la zona minera, con siempre menos poblados y naturaleza más silvestre. Superada la selva de Sierra Lema, con una altura máxima sobre los 1450 mt, se entra de repente al sugestivo Parque Canaima, en la parte de La Gran Sabana. El paisaje es sorprendente. Cambia del todo. Un vasto altiplano, entre 800 y 1200 mt de altura, con una vegetación no exuberante. Los últimos 200 km se recorren entre praderas abiertas y tramos con albores que señalan presencia de agua. Característica es la palma autóctona: el mariche. El paisaje me deja pasmado: un continuo subir y bajar entre collados y arroyos, con al fondo montañas más altas y, casi como centinelas, los impresionantes tepuyes.
Llegar hasta aquí ha sido muy fatigoso. Dos días enteros en carro. Sin embargo, siento que es algo por hacer para conocer más a fondo a Venezuela. Las dos noches nos vieron bastante cansados, pero felices por esta aventura en medio de un paisaje con miles espléndidos rostros.

S. Elena de Uairén (16-17 de octubre del 2012)
S. Elena de Uairén: Palacio obispal
Somos huéspedes de la comunidad capuchina, quien tiene una larga trayectoria de presencia misionera entre los pemones de este gran territorio. Anoche, al llegar, pudimos apreciar la belleza del convento, sede también del postulantado, y de la iglesia catedral adyacente, pequeña pero preciosa, toda en piedra. Según mi parecer, una joyita, junto al anexo palacio obispal, ambos con rasgos muy franciscanos, por la calidez sencilla de la piedra y su llamado a la esencialidad. Después de la cena, paseamos por el barrio indígena, junto a fray Chervy, joven padre guardián de la comunidad. Nos explica que la vicaría apostólica del Caroní se encuentra aún sin obispo, porque no es fácil conseguir a uno dispuesto a vivir en este rincón del mundo. Aún menos se consiguen sacerdotes diocesanos que quieran gastarse en este tipo de misión. En efecto, a pesar de la hermosura y encanto de los lugares, la labor pastoral es dura, sin muchas gratificaciones humanas. Además, la convivencia entre pemones y “blancos” no está exenta de prejuicios y conflictos, aunque no violentos. El barrio indígena resiente de los problemas propios de muchas zonas marginadas de Venezuela: violencia, prostitución, droga, alcoholismo, junto a una creciente indiferencia religiosa de los jóvenes.
S. Elena de Uairén: Iglesia Catedral
Mañana del 17 dedicada a esta ciudad pequeña, aun siendo la más importante de la sabana venezolana, a los linderos con Brasil. Celebramos misa a las 6.00 am en la iglesia catedral y, luego del desayuno, vamos, acompañados por fray Chervy, a visitar a Sergio y su mamá, italianos de Liguria, desde casi 60 años en Venezuela, de los cuales 40 en S. Elena. Sergio, ingeniero edil, optó irse para esta ciudad cuando el lugar ni siquiera aparecía en los mapas de la región, y por eso tenido por loco por sus colegas. Nos cuenta, con amargura y nostalgia, que ya no es el lugar solitario y silvestre que lo enamoró, convenciendo también a su mamá a abandonar Caracas para seguirlo en esta aventura.
Terminada la visita, fray Chervy nos lleva más allá del confín. Pisamos tierra brasileña. La aldea es definitivamente un conjunto de tiendas que hacen negocios con los turistas y venezolanos que llegan o viven aquí. Paseamos un rato por la calle principal y probamos dos ricas bebidas brasileñas: dos frailes el caipirinha y dos el guaraná. Al regreso, hacemos parada en la casa del cristal, donde admiramos piedras de topacio, extraído de las minas de los alrededores. De hecho, esta es zona minera, además que, o tal vez más que turística.

La Gran Sabana: Puerta del cielo
En la tarde fray Chervy, hoy inmolado a nuestro servicio, nos lleva a un lugar fuera de los usuales circuitos turísticos: “La puerta del cielo”. Se llega a través de un angosto y empinado sendero. Al final se sigue el cauce de un arroyo, hasta la parte superior de un salto, largo como cien metros. Desde aquí se abre una vista espectacular, que le ha conferido el nombre de Puerta del cielo. Una joven señora me escribía, durante el acercamiento a la gran sabana, que hubiera podido ver a Dios sentado en la cima de un tepuy, contemplando la belleza de su creación. Los tepuyes no han sido muy visibles; sin embargo, en este lugar he podido intuir algo de lo que pudiera ver Dios desde la base plana de uno de ellos. Nos detuvimos bastante mirando el paisaje y bañándonos en las límpidas aguas del riachuelo. Única nota desafinada en esa armonía, los insectos, numerosos y muy fastidiosos. Hace falta premunirse de un buen repelente.
La Gran Sabana: Salto Jaspe
Nos da tiempo ir a visitar también el Salto Jaspe. Otro riachuelo con pequeños saltos, típico por el color rojizo que parece asumir el agua debido a la roca de jaspe sobre el cual fluye. Interesante el minúsculo campamento de la comunidad indígena que se atraviesa para llegar. Muchos pemones viven ya de turismo.
La cena con los frailes y postulantes es en un clima muy familiar, después de la timidez inicial. Lástima que mañana nos toca retomar el camino de vuelta para Puerto Ordaz y Ciudad Bolívar, desde donde, domingo, volaremos a Canaima. Pero esta es otra historia para otro momento…

Puerto Ordaz - Ciudad Bolívar (18-20 de ottobre del 2012)


18 de octubre. Celebramos misa y desayunamos con los frailes de S. Elena de Uairén. A eso de las 8.30 am retomamos la vía del retorno. Destino Puerto Ordaz, donde llegamos alrededor de las 5.00 pm. Aquí nos recibe Nadim, un amigo de fray Javier, cuyos padres eran libaneses. Pronto después arriba su esposa Nena, junto a los hijitos Annabella,de dos años de edad, y Máximus, de tres meses. Esta noche seremos sus huéspedes. La primera impresión es que la nuestra se parece casi a una pequeña “invasión”. El apartamento no es grande. Conozco el gran sentido de hospitalidad de los venezolanos. Por cierto, me hago más problemas yo por ellos, que ellos mismos. Cenamos, charlamos un rato, y luego a la cama, algo arrimados, pero cómodos.

19 de octubre. La mañana nos sirve para un breve paseo por dos cercanos centros comerciales, entre los cuales el famoso Orinokia, y para conocer mejor a la familia que nos hospeda. Compartimos visiones y reflexiones. En particular Nadim es muy interesado: le gusta hablar, preguntar, contar sus experiencias de vida y como guía turístico. Es claro que ama estos lugares y que siempre le encantó el espíritu de aventura. Organizador de excursiones normales y de turismo extremo, ahora ama inmensamente estar con su familia. Por esto ha decidido vivir un vida menos “peligrosa”, para lanzarse en la aventura de ser esposo y padre presente, con un entusiasmo genuino. Nena es igual muy agradable y amable, pero menos expansiva, o quizás simplemente más ocupada para con su bebé. Jugamos rico con los niños. En la tarde ya avanzada, a la hora de irnos, Nadim insiste para que nos quedemos una noche más. Nos hallamos muy bien, y la hospitalidad ha sido divinamente generosa. Sin embargo, nos espera Ciudad Bolívar, donde llegamos a las 6.00 pm, cuando ya es oscuro.

Ciudad Bolívar: calle del casco histórico
20 de octubre. Tenemos chance de conocer mejor a la fraternidad capuchina que nos alberga. Hay dos frailes: Miguel y Eduardo, en una estructura bastante grande. Lamentablemente la crisis vocacional obligó a cerrar unos conventos, reduciendo las presencias. En la mañana nos dedicamos a la visita del casco histórico, con sus importantes recuerdos relacionados con la figura de Simón Bolívar. Estamos en la famosa Angostura, que vio actos fundamentales en la lucha por la independencia y constitución de la gran patria soñada por El Libertador. Luego “bajamos” hacia el curso del Orinoco y nos detenemos como una hora a contemplar este gran río, cuyo cauce aquí se hace más angosto. De eso le derivó el nombre de Angostura a la villa. En la tarde, misa en la parroquia, cena y preparación de las maletas. Mañana temprano nos espera una hora de vuelo, en avioneta, para Canaima.

Canaima (21-25 de octubre del 2012)
Paisaje desde el Campamento Ucaima
Dicho de antemano, Canaima no se puede contar ni describir. Las palabras son reductivas y no rinden lo que es la realidad. Es uno de aquellos lugares que no es posible “leerlos”; se deben vivir, para percibir su hermosura, hecha de colores y paisajes que involucran el corazón además de los ojos. Una naturaleza que más y además que “ver”, se “siente”…
Me he sentido un privilegiado, por la chance de pasar unos días en este templo de la belleza creacional de Dios. De repente es el entusiasmo del turista, de quien no vive allí, en diario contacto con esos lugares y panoramas. Sin embargo, me pregunto si uno puede acostumbrarse a la belleza; si se puede vivir esta hermosura como simple rutina. Creo que siempre habrá algo que sorprenda la mirada, renovando la emoción. Uno se inmerge en una realidad apenas poco inferior al jardín del Edén. Tal vez, solamente los insectos voraces no permiten que se logre un empate…

Canaima: plaza con la iglesia
21 de octubre. A las 7.00 de la mañana ya estamos en el aeropuerto turístico de Ciudad Bolívar. La avioneta sale entre las 8.00 y las 9.00. Despegamos a las 8.30 en una avioneta de 18 puestos de la compañía Transmandú. Lindo nombre exótico… Tenemos pronto un fuera de programa: escala no prevista en Puerto Ordaz para buscar a 10 pasajeros más, casi todos italianos. Alrededor de las 10.00 am sobrevolamos Canaima: una espléndida planicie en medio de la selva, con río y laguna, aldea pemón y centros turísticos. Nos esperan David, guía del Campamento Ucaima, con su novia Yesica, y Arelis, de Mucuchíes (Mérida), quien está en los últimos días de su pasantía para graduarse en Turismo. La primera parada es en la capilla de la aldea. Celebramos misa para la comunidad y me toca presidir. Lo hago con gusto, porque hoy recorre el 55º aniversario de matrimonio de mis padres. Lugar inusual y espectacular para recordar, con añoranza y gratitud, a mis dos viejos.
Paisaje desde el Campamento Ucaima
Llegamos en lancha al Campamento Ucaima, junto a tres pilotos militares conocidos en la capilla. La sensación de belleza y paz que infunde el lugar es indescriptible. Nos recibe la dueña señora Gabriela. Dejamos las maletas en las habitaciones y nos lanzamos fuera, atraídos por la placidez del río y el paisaje que se disfruta de su ribera. Parece casi quisiéramos respirar con los ojos, llenando los pulmones con nuestra mirada asombrada.
Interno del Salto Sapo
En la tarde, excursión a los saltos. Se arriba en lancha, atravesando la laguna. A nosotros se une una pareja de jóvenes esposos suizos, huéspedes también del campamento. Serán una agradable compañía durante toda la estadía. Nos guiará en todos los días Alexander, un joven del lugar. Nos divertimos mucho mirando el caudal del Salto Hacha y Salto Sapo desde afuera y adentro, pasando bajo la cascada. Nos mojamos completamente. Hasta la vuelta, en lancha, es bajo la lluvia. Empapados y contentos.

Laguna de Canaima
22 de octubre. En la mañana vamos a la laguna de Canaima para bañarnos en las aguas rojizas del río Carrao. Momento más de diversión y fotos. El agua como elemento primordial de vida.
La tarde celebramos misa en el pequeño cementerio de familia de la señora Gabriela, donde están sepultados sus padres, quienes eligieron vivir en este rincón del mundo, promoviendo el conocimiento de estos lugares; y su hijo Juan Gabriel, muerto hace tres años en un accidente aéreo mientras se dirigía, con su avioneta, de la pista de Canaima a la del campamento. La señora Gabriela aparenta ser una mujer de fuerte temple. Sin embargo, se percibe su gran dolor por la pérdida del hijo. Es como si viviera estos lugares, llenos de sol y colores, a luces apagadas. Los ojos miran, pero el corazón no recibe. Hasta el espectáculo natural más bello puede morir dentro, frente a un sufrimiento tan grande, absurdo, sordo a cualquier voz o estímulo de vida. Me parece que tan sólo su nietecita logra, con su vivacidad e inocencia, agrietar un poco y por un momento su ciego caparazón.  

Macizo del Auyan Tepuy
23 de octubre. El día tan esperado de la excursión al Salto Ángel. Además del guía, nos acompañan dos expertos pilotos para la lancha; Benny y Stella, los esposos suizos; Arelis y su papá, quien llegó ayer de Mucuchies para buscar a su hija, cuya pasantía termina el 26. El viaje dura tres horas, incluyendo 20 minutos por tierra firme para permitir superar, sin el peso de pasajeros, unos rápidos un poco más fuertes del río Carrao. A mitad camino, se cruza hacia el río Churum, más movido que el Carrao, pero navegable. Viajar por río es experiencia nueva para mí. La naturaleza, que nos rodea y acompaña, se vuelve siempre más silvestre, sin poblados en las riberas casi impenetrables. Puros árboles y arbustos. Bebo todo con la vista, y el paisaje me llega al estómago.
Casi místico es divisar antes, acercarse después, bordear finalmente el macizo, sagrado para los indígenas, del Auyan Tepuy, con sus 700 km cuadrados. Aquí sí que pude intuir la presencia de Dios, sentado en la cima, contemplando su creación. Se advierte una imponencia que no aplasta, sino protege; una majestuosidad que invita a alzar los ojos, confiados, antes bien que bajarlos sumisos.
Primera visión del Salto Ángel
Luego la emoción del avistamiento del Salto Ángel, el más alto del mundo. Y, pronto después, la llegada al Campamento Ucaima II, justo frente al salto, como a un kilómetro en línea recta. Dejamos los equipajes, directos al islote El Ratón, donde nos bañarnos en las aguas del Churum, también de color rojizo. Esperando la cena, me siento frente al Salto. Estoy solo. Aguardo el gradual ocaso, y disfruto el momento, inmerso siempre más en el silencio de la oscuridad.
La cena es una fiesta. El viaje ha originado una linda unión en el grupo. Comemos un óptimo pollo en vara, asado y “ahumado”, y platicamos como amigos.

El Salto Ángel desde el Campamento
24 de octubre. Amanezco temprano. Aún me pega el sueño. Sin embargo, supero la tentación de volver a dormir para aprovechar la posibilidad de ver los colores del alba sobre la cuesta del Salto Ángel. ¿Cuándo tendré otra chance? El espectáculo paga con creces el pequeño sacrificio. En el mirador del campamento ya hay un turista de origen oriental. Entusiasta y respetuoso, toma muchas fotos del momento casi mágico. Pasamos alrededor de una hora, entre silencio y contemplación. Una oración al aire libre, con Dios que nos mira y se deja vislumbrar…
El Salto Ángel desde el Mirador
Desayunamos y nos dirigimos al “Mirador”, de donde el Salto dista sólo tres cuatrocientos metros. Se llega, por un sendero entre árboles, raíces y tierra, luego de una marcha de una hora y media, a unas rocas desde donde el Salto se puede casi tocar. Nos quedamos  como dos horas, disfrutando el lugar, aunque hay que defenderse de numerosos bichos que lo infestan. Al regreso nos queda tiempo para otro baño en el río y, después de almorzar, retomamos el camino inverso, hacia Canaima. Llegamos cuando ya ha oscurecido, totalmente empapados por un aguacero que nos sorprende durante la última hora de viaje. Al arribo tomamos un rico chocolate caliente, que confiere sabor final a una experiencia intensa y dulce.

Canaima desde la avioneta
25 de octubre. Día del regreso. En la mañana, misa en la capilla de Canaima para los niños de preescolar. Otra vez me toca presidir, cerrando estos días casi en la misma manera de como los empecé. Es un mixto de encuentro con la inocencia y de gratitud a Dios por lo que nos ha permitido vivir aquí. Pronto después, vuelta al campamento, almuerzo y despedida. El tiempo de una última foto en el mirador del Salto Ucaima y rumbo al aeropuerto. Nos espera una grata sorpresa: la avioneta para Ciudad Bolívar es de las pequeñitas, con seis asientos, incluso el piloto. Volamos pues bajo, alrededor de los 4.000 metros de altura. Esto nos permite disfrutar el magnífico panorama, mientras sobrevolamos la región amazónica, el embalse del Guri, hasta el avistamiento de centros habitados y del destino.
El resto es toda una carrera en carro, a lo largo de la carretera hacia nuestros conventos, con en el corazón y la memoria paisajes y recuerdos únicos e inolvidables.

La Gran Sabana e Canaima (15-25 ottobre 2012)

Il fiume Orinoco
Guanare – S. Elena de Uairén (15-16 ottobre 2012)
Un mese e mezzo fa i frati di Barinas mi hanno proposto di andare con loro a un “paseo” comunitario al Parque Nacional de Canaima, Stato Bolívar, zona amazzonica. Credo che l’invito si debba anche alla mia lunga permanenza in quella comunità durante l’operazione di fray Edisson. Naturalmente ho subito accettato. Non so se mi si ripresenterà una occasione simile. 
Così, alle 4 del mattino del 15 ottobre, i tre frati di Barinas (fray José Luís, fray Edisson y fray Javier) mi raccolgono a Guanare e partiamo diretti a Ciudad Bolívar, a più di 800 chilometri di distanza. Viaggiamo in una “camioneta” (= pick up), caricata con i nostri bagagli, ben chiusi in buste di plastica, per ripararli da eventuali piogge, e varie vettovaglie, per risparmiare tempo e denaro. Dopo S. Carlos la strada è molto danneggiata, pessima per lunghi tratti. È sì asfaltata, però con molte buche, per tanti, troppi chilometri, e si trata dell’arteria principale che collega la parte andina e llanera all’oriente del paese.
Arriviamo a Ciudad Bolívar intorno alle 5 di sera. Per entrare si attraversa il Ponte Angostura, sull’Orinoco. Sognavo di poter vedere questo grande fiume che divide in due il Venezuela, e la sua visione mi emoziona. In città ci ospitano i frati cappuccini, in maniera semplice e cordiale. Essendo già tardi, bypassiamo in macchina il centro storico e il lungofiume, entrambi belli e ben tenuti.

Puerto Ordaz; Parque de la llovizna
Il 16 ottobre, dopo una doverosa nottata di riposo, partiamo verso S. Elena de Uairén, nel profondo sud est, ultimo punto abitato prima del Brasile. Ancora 700 chilometri circa di strada, stavolta ben tenuta, a 4 corsie fino a Upata (150 km circa). Prima sosta a Puerto Ordaz, per fare colazione accanto alla camioneta, e visitare brevemente il bellissimo “Parque de la llovizna”. Quindi dritti verso la meta, dove arriviamo alle 5.30 di sera, all’imbrunire, con veloci soste per il pranzo a sacco e per visitare le rapide Kamoirán e la cascata del Salto Kama.
A sud di Upata i centri abitati sono sempre più ridotti, per numero e grandezza. Ci sono piccole comunità indigene, della etnía Pemón, lungo la strada. Chissà quante saranno nascoste nella selva, forse alcune sconosciute del tutto. La strada? Uno scarabocchio nero in mezzo a una enorme macchia verde. Percorriamo circa 400 km in mezzo a una natura non imponente, però maestosa per spazio occupato e frondosità. Dopo El Dorado inizia la zona mineraria, con sempre meno abitanti e natura più selvaggia. Passata la selva di Sierra Lema, con una altura massima sui 1450 mt, si entra d’improvviso nel suggestivo Parque Canaima, La Gran Sabana. Il panorama è sorprendente. Cambia del tutto. Un grande altipiano, tra 800 e 1200 mt di altezza, con una vegetazione non lussureggiante. Gli ultimi 200 km si percorrono tra distese di erba bassa e alberi che segnalano la presenza di acqua. Caratteristica la palma autóctona: il mariche. Il paesaggio è da mozzare il fiato: un continuo saliscendi tra collinette e corsi d’acqua, con sullo sfondo montagne più alte, e, a fare da sentinella, i caratteristici tepuyes.
Arrivare fin qua è stato molto faticoso. Due giorni interi di macchina. Ma sento che è qualcosa da fare per conoscere più a fondo il Venezuela. Le due sere ci hanno visti parecchio stanchi, però contenti di questo avventuroso viaggio, in mezzo a un paesaggio dai mille splendidi volti.

S. Elena de Uairén (16-17 ottobre 2012)
Siamo ospiti della comunità cappuccina, che ha una lunga tradizione di presenza e missione tra i pemones di questo grande territorio. Ieri sera, all’arrivo, abbiamo potuto apprezzare la bellezza del convento, sede anche del postulantado, e della Chiesa cattedrale adiacente, piccola ma preziosa, tutta in pietra. Secondo me un piccolo gioiello, insieme all’annesso palazzo espiscopale, entrambi di aspetto molto francescano, per il calore semplice e il richiamo all’essenzialità della pietra. Dopo cena facciamo una breve passeggiata per il quartiere indigeno, insieme a fray Chervy, giovane padre guardiano di questa comunità. Ci spiega che la vicaria apostolica di S. Elena è ancora senza vescovo, perché non è facile trovarne uno disposto a vivere da queste parti. Ancora meno si trovano sacerdoti diocesani, disposti a spendersi per questo tipo di missione. Infatti, malgrado la bellezza incantevole dei luoghi, la pastorale è dura, senza molte gratificazioni umane. Inoltre, la convivenza tra pemones e “bianchi” non è esente da pregiudizi e conflitti, anche se non violenti. Il quartiere indigeno risente dei problemi propri di molte parti emarginate del Venezuela: violenza, prostituzione, droga e alcolismo, insieme a una crescente indifferenza religiosa dei giovani.
S. Elena de Uairén: Chiesa cattedrale
Mattinata dunque dedicata a questa piccola città, che è però la più grande e importante della savana venezuelana, ai confini con il Brasile. Concelebriamo messa alle 6.00 nella chiesa cattedrale e dopo colazione ci rechiamo, insieme a fray Chervy, a far visita a Sergio e a sua madre, originari della Liguria, ma da quasi 60 anni in Venezuela, di cui 40 a S. Elena. Sergio, ingegnere edile, scelse di venire qui quando il luogo non compariva ancora nelle mappe nazionali, considerato perciò pazzo dai suoi colleghi. Racconta, con amarezza e nostalgia, che non è più il luogo solitario e selvaggio che lo innamorò, convincendo anche sua madre a lasciare Caracas per seguirlo in questa avventura.
Terminata la visita, fray Chervy ci porta al di là del confine. Calpestiamo terra brasiliana. Il paesino è praticamente un insieme di negozi che fanno affari con i turisti e i venezuelani che arrivano a S. Elena o ci vivono. Passeggiamo un attimo per la via principale e assaggiamo due ricche bevande brasiliane: due frati bevono caipirinha, e due guaraná. Tornando ci fermiamo nella casa del cristallo, dove ammiriamo pietre di topazio, estratto dalle tante miniere dei dintorni. Di fatto, questa è zona mineraria, oltre che, o forse ancor più che turística.

La puerta del cielo
Nel pomeriggio fray Chervy, oggi immolato al nostro servizio, ci porta a visitare un luogo fuori dai normali circuito turistici: “La puerta del cielo”. Ci si arriva attraverso uno stretto e scosceso sentiero. Giunti in fondo, si segue il corso di un ruscello, fino a un dirupo di un centinaio di metri di altezza, che forma una cascata. Dall’alto del dirupo si apre una vista spettacolare, che gli ha valso il nome di Porta del cielo. Una ragazza mi scriveva, durante l’avvicinamento a la gran savana, che avrei potuto vedere Dio, seduto su un tepuy, contemplando la bellezza della creazione nella natura sottostante. I tepuyes non sono stati molto visibili; ma in questo posto ho potuto intuire qualcosa di ciò che potrebbe vedere Dio seduto sulla base piatta di uno di essi. Ci siamo soffermati un bel po’ ad ammirare il paesaggio e bagnarci nelle limpide acque del ruscello. Unica nota stonata in tale armonía sono gli insetti, numerosi e micidiali. Occorre premunirsi di un buon repellente.
Per completare la giornata, siamo andati a visitare il Salto Jaspe. Un altro ruscello con cascatelle, caratteristico per il colore rossiccio che sembra assumere l’acqua a causa della roccia su cui scorre (jaspe=diaspro). Interessante anche il minuscolo villaggio della comunità indígena che si deve attraversare per arrivarci. Molti pemones vivono ormai di turismo.
La Gran Sabana: Salto Jaspe
La sera ceniamo insieme ai frati e postulanti della comunità. Dopo il timido imbarazzo iniziale, già ci si sente molto più in famiglia. Peccato che domani ci tocchi riprendere la via di ritorno a Puerto Ordaz e Ciudad Bolívar, da dove, domenica, voleremo a Canaima. Ma questa è altra storia per un altro momento…

Puerto Ordaz - Ciudad Bolívar (18-20 ottobre)
18 ottobre. Celebriamo messa e facciamo colazione con i frati di S. Elena de Uairén. Intorno alle 8.30 riprendiamo la via del ritorno. Destinazione Puerto Ordaz, dove arriviamo alle 17.00 circa. Qui ci riceve Nadim, un amico di fray Javier, i cui genitori erano libanesi. Subito dopo arriva anche sua moglie Nena, insieme ai figli Annabella, di 2 anni, e Maximus, di tre mesi. Saremo loro ospiti questa notte, fino al pranzo di domani. La prima impressione è che la nostra sia quasi una piccola “invasione”. L’appartamento non è grande. Conosco il senso grande di ospitalità dei venezuelani. Di sicuro mi faccio più problemi io per loro, di quanti se ne facciano essi stessi. Ceniamo, chiacchieramo un poco, e poi a nanna, un po’ arrangiati, ma comodi.

19 ottobre. La mattina serve per fare una breve passeggiata in due vicini centri commerciali, tra cui il famoso Orinokia, e per conoscere di più questa famiglia che ci ospita. Condividiamo visioni e riflessioni. Soprattutto Nadim è molto curioso; gli piace chiedere, parlare e raccontare le sue esperienze di vita e di guida turistica. Si vede che ama questi luoghi e che ha vissuto sempre molto il senso dell’avventura. Organizzatore di gite normali e di turismo estremo, ora ama immensamente stare con la sua familia. Perciò ha deciso di vivere una vita meno “pericolosa”, per lanciarsi nell’avventura di essere marito e padre presente, con un entusiasmo genuino. Nena è anch’essa molto piacevole e gentile, però meno espansiva, o forse semplicemente più occupata con il suo bebé. Giochiamo piacevolmente con i bimbi. A pomeriggio inoltrato, quando è già ora di andare, Nadim insiste perché rimaniamo ancora una notte. Ci siamo trovati bene, e l’ospitalità è stata molto bella e generosa. Però ci aspetta Ciudad Bolívar, dove arriviamo alle 18, quando già è buio.

Ciudad Bolívar: centro storico
20 ottobre. Abbiamo occasione di conoscere un po’ di più la fraternità cappuccina che ci ospita. Sono due frati: Miguel e Eduardo, in una struttura piuttosto grande. Purtroppo la crisi vocazionale ha portato a chiudere alcuni conventi e a ridurre presenze. In mattinata ci dedichiamo alla visita del centro storico, che ha ricordi importanti legati alla figura di Simón Bolívar. Questa città è la famosa Angostura, che vide atti fondamentali nella lotta per l’indipendenza e la costituzione della grande patria sognata da Bolívar. Poi “scendiamo” verso il vicino Orinoco e ci fermiamo un’oretta a contemplare questo grande fiume, il cui letto qui si restringe. Da ciò il nome di Angostura (=luogo angusto, stretto). Al pomeriggio, messa in parrocchia, cena e preparazione dei bagagli. Domattina presto ci aspetta il piccolo aereo da turismo che ci porterà a Canaima, dopo un’ora circa di volo.

Canaima (21-25 ottobre 2012)
Diciamolo subito: Canaima non si può raccontare né descrivere. Le parole sono riduttive e non rendono giustizia alla realtà. È uno di quei posti che non si possono “leggere”; si devono vivere, per percepirne la bellezza, fatta di colori e panorami che coinvolgono il cuore oltre che gli occhi. Una natura che più e oltre che vedersi, si “sente”...
Mi sono sentito un privilegiato, per la possibilità di passare alcuni giorni in questo tempio della bellezza creatrice di Dio. Magari è l’entusiasmo del turista, di chi non vive qui, giornalmente a contatto con questi luoghi e panorami.  Però mi chiedo se ci si può abituare alla bellezza; se questo paesaggio possa essere vissuto come semplice routine. Credo che sempre ci sarà qualcosa che sorprenda l’occhio, rinnovando l’emozione. Ci si immerge in una realtà di appena pochi gradini più in basso dell’Eden. Forse solo gli insetti voraci non permettono la parità...

Campamento Ucaima: Belvedere
21 ottobre. Alle 7.00 del mattino siamo già nell’aeroporto turistico di Ciudad Bolívar. L’aereo parte tra le 8.00 e le 9.00. Decolliamo alle 8.30 con il piccolo aereo (18 posti) della compagnia Transmandú. Bel nome esotico... Vi è subito un fuori programma. Facciamo scalo non previsto a Puerto Ordaz per raccogliere circa 10 passeggeri, quasi tutti italiani. Intorno alle 10.00 sorvoliamo Canaima: una splendida radura in mezzo alla foresta, con fiume e laghetto, villaggio pemón e centri turistici. All’aeroporto ci aspettano David, guida del Campamento Ucaima, con la fidanzata Yésica, e Arelis, che sta facendo tirocinio di tre mesi per potersi laureare in turismo. La prima sosta è nella cappella. Celebriamo messa per la comunità e mi tocca presiedere. Lo faccio volentieri, perché oggi i miei celebrano 55 anni di matrimonio. Un luogo inusuale e spettacolare per ricordare, con nostalgia e gratitudine, i miei due vecchi.
Arriviamo in barca al Campamento Ucaima, insieme a tre piloti militari conosciuti durante la messa. L’impressione di bellezza e pace che infonde il posto è indescrittibile. Ci riceve la padrona del luogo, la signora Gabriela. Lasciamo i bagagli nelle camere e ci proiettiamo fuori, attirati dalla placidezza del fiume e dallo spettacolo naturale che si gode dalla riva. È come se volessimo respirare con gli occhi.
Salto Sapo
Nel pomeriggio, escursione alle cascate. Ci si arriva in barca, attraversando il laghetto. Si uniscono a noi una coppia di giovani sposi svizzeri, ospiti anch’essi al campo. Saranno una piacevole compagnia durante tutta la permanenza. Nostra guida in tutti questi giorni sarà Alexander, un giovane del posto. Ci divertiamo un mondo a guardare le cascate del Salto Hacha e del Salto Sapo da fuori e da dentro, passando sotto il getto d’acqua. Ci bagnamo completamente. Anche il ritorno, in barca, è sotto la pioggia. Fradici e contenti.

Canaima: laghetto
22 ottobre. Al mattino ci rechiamo al lago di Canaima per un bagno nelle acque rossicce del fiume Carrao. Altro momento di divertimento e foto. L’acqua come elemento primordiale di vita.
Nel pomeriggio celebriamo messa nel piccolo cimitero di famiglia della signora Gabriela, dove sono sepolti i suoi genitori, che hanno scelto di vivere qui e hanno fatto conoscere questo posto al mondo; e il figlio Juán Gabriel, morto 3 anni fa in un incidente aereo mentre si recava dalla pista di Canaima a quella di famiglia. La signora Gabriela è una donna forte. O, forse, cerca di farsi forza. Si vede però quanto soffra la perdita del figlio. È come se vivesse questi luoghi, pieni di sole e colori, a luci spente. Gli occhi guardano, ma il cuore non riceve. Anche lo spettacolo più bello del mondo può morire dentro, di fronte a una sofferenza grande, assurda, sorda a qualsiasi voce e stimolo di vita. Mi pare che solo la sua nipotina riesca a creare grete nella sua corazza cieca. 

Il massiccio dell'Auyan Tepuy
23 ottobre. Il giorno tanto atteso dell’escursione al Salto Ángel. Oltre alla guida, ci sono i due esperti piloti della barca; Benny e Stella, gli sposini svizzeri; Arelis e suo padre, che l’ha raggiunta da Mucuchíes, visto che il 26 finisce il tirocinio. Ci vogliono tre ore di barca a motore per arrivarci, con venti minuti di cammino su terraferma dopo circa 20 minuti, per permettere di superare, senza il peso dei passeggeri, alcune rapide un po’ più forti sul fiume Carrao. Dopo circa un’ora e mezza, si svolta verso l’affluente Churum, con più rapide rispetto al Carrao, però meno forti. Il viaggio sul fiume è una esperienza nuova per me. Ci si immerge sempre più in una natura selvaggia. Non ci sono abitazioni lungo le rive. Solo alberi e arbusti. Mi bevo il tutto con la vista, e il paesaggio giunge allo stomaco.
Quasi mistico è lo scorgere prima, l’avvicinarsi poi, il costeggiare infine la grande catena, sacra per gli indigeni, del Auyan Tepuy. Un tepuy di 700 chilometri quadrati!! Qui sì ho potuto intuire la presenza di Dio, seduto in cima, contemplando la sua creazione. Si avverte il senso di una imponenza che non schiaccia, ma protegge; di una maestosità che invita ad alzare, fiduciosi, gli occhi, piuttosto che ad abbassarli sottomessi.
Bagno nel fiume Churum
Infine l’emozione dell’avvistamento del Salto Angel, la cascata più alta del mondo. E, poco dopo, l’arrivo al Campamento Ucaima II, proprio di fronte, direi a un chilometro in linea d’aria. Lasciamo i bagagli e andiamo a fare il bagno nelle acque, anche queste rossicce, del Churum, nell’isolotto El Ratón. Mentre si prepara la cena, mi siedo di fronte al Salto. Sono solo. Aspetto che il sole cali poco a poco, e mi godo il momento, immerso sempre più nel buio silenzioso.
La cena è una festa. Il viaggio ha creato una bella unione nel gruppo. Mangiamo un ottimo pollo, arrostito a legna e “affumicato”, e chiacchieriamo come amici.

Il Salto Angel dal campamento Ucaima II
24 ottobre. Mi sveglio presto al mattino. Ho ancora sonno, ma vinco la tentazione di ritornare a dormire per poter vedere i colori dell’alba sul costone del Salto Angel. Quando mi capiterà un’altra occasione per questo?!? Lo spettacolo ripaga ampiamente il piccolo sacrificio. Nel posto di osservazione c’è già e solo un turista di origini orientali, che scatta foto entusiasta e rispettoso del momento quasi magico. È un’ora circa di silenzio e contemplazione. Una preghiera a cielo aperto, con Dio che ti sta osservando e si lascia intravvedere. 
Il Salto Angel dal Mirador
Partiamo dopo colazione diretti al “Mirador” (=belvedere), il posto più vicino al Salto Angel. Si percorre un sentiero tra piante, radici e terra, per circa un’ora e mezza. Si arriva ad alcune rocce, dalle quali il Salto si può quasi toccare, visto che non dista più di tre quattrocento metri. Ci rimaniamo per un paio d’ore, godendo del posto e difendendoci dai numerosi insetti che lo infestano. Al ritorno c’è il tempo per un altro bagno nel fiume e, dopo pranzo, riprendiamo il cammino inverso, diretti a Canaima. Dove arriviamo già al buio, sorpresi da un autentico acquazzone, che ci inzuppa completamente durante l’ultima ora di viaggio. All’arrivo ci attende una cioccolata calda, che da il sapore finale a una esperienza intensa e dolce.


25 ottobre. Il giorno della partenza. Al mattino celebrazione della messa nella cappella di Canaima, con i bambini dell’asilo. Mi tocca di nuovo presiedere, quasi a terminare questi giorni così come li avevo cominciati. È un misto di incontro con l’innocenza e di animo grato a Dio per ciò che mi ha permesso vivere. Subito dopo, ritorno al campamento, pranzo e saluti. Il tempo di una ultima foto sul mirador del Salto Ucaima e via all’aeroporto. Ci attende una bella sorpresa: l’aereo che ci riporterà a Ciudad Bolívar è proprio piccolo, di appena 5 posti, escludendo il pilota. Voliamo perciò bassi, intorno ai 4.000 mt credo, e possiamo goderci tutto lo splendido panorama, sorvolando la parte amazzonica, la diga del Guri, fino all’avvistamento di centri abitati e della città.
Il resto è una corsa in macchina, sulla strada del ritorno a casa, con nel cuore e nella memoria paesaggi e ricordi unici e indimenticabili.

martedì 30 ottobre 2012

25 el 10 de… octubre

Otro juego de palabras con números... Esta vez, después de haber hablado del aniversario de profesión solemne (27 años el 28 de septiembre), quisiera escribir algo sobre el de la ordenación sacerdotal. ¡¡25 años de sacerdocio el 10 de octubre!!
Una vez más me imaginé este aniversario de manera diversa al que luego lo he vivido. Antes de la elección a custodio de Venezuela, había proyectado pedir un año sabático, para prepararme al evento a través de 6 meses de pastoral misionera en una zona de este mismo país; 3 meses de servicio en Tierra Santa y 3 en Asís. Proyecto acariciado por largo tiempo… Al cual tuve que renunciar por notos motivos. Al aproximarse de la fecha, fray Franklin me propuso celebrar la fiesta de S. Francisco en seminario. Acepté, pensando que luego hubiera podido tomar 5 días de retiro en el cercano y sugestivo convento carmelita de Potrero, celebrando así el aniversario con los seminaristas, en privado, visto que nadie estaba enterado. No era lo que había soñado, todo mucho más breve y reducido a nivel de involucramiento; sin embargo, esa manera íntima, compartida con los aspirantes a la vida franciscana, igualmente me gustaba.
A comienzos de septiembre llega, empero, la convocación de una reunión, fuera de programa,  de los responsables de las circunscripciones de la parte norte de América Latina, propio en aquellos días (8-10 de octubre), en Medellín (Colombia), para tratar temas urgentes inherentes al noviciado en común. Intenté no participar; pero los frailes del definitorio, sabiamente, insistieron para que estuviera presente al encuentro. Salí el 5 de octubre, antes de que cerraran las fronteras con vista a las elecciones presidenciales del día 7, para regresar el 10 noche. El compartir con la comunidad del noviciado de Itagüí (Medellín) y con los demás responsables ha sido bello y positivo. Cero turismo; tanto trabajo desde el 8 al 10, pero enriquecedor y en un clima espléndido de fraternidad.

El 10 de octubre, día del aniversario, teniendo mi salida para Cúcuta en la tarde, fui a celebrar a la casa para hermanas mayores de las Adoradoras del Santísimo Sacramento. Pedí a las numerosas hermanas que rezaran por mí, siendo el aniversario de mi ordenación. Pueden imaginar la alegría de las religiosas… Después de la misa, una joven presente ingresó a la sacristía para felicitarme. Su sonrisa radiosa me alumbra el día. La madre superiora me brinda un jugo y me pregunta cuándo cumpliría las “bodas de plata” sacerdotales. A mi respuesta –hoy–  se llena de entusiasmo y lo comunica a las demás. Un momento precioso de oración y fraternidad, inesperado y sorprendente.
La mañana vio una última, esmerada sección de trabajo. Al almuerzo los frailes me felicitan, habiéndose enterado por las hermanas del aniversario. Pronto después, salgo rumbo al aeropuerto. El vuelo preveía una escala en Bogotá. Aquí topo con un retardo de todos los vuelos. Por eso tuve que esperar alrededor de 4 horas, en lugar de las dos previstas. Afortunadamente, en manera del todo casual, en la sala de espera encuentro a una pareja de jóvenes venezolanos que habían hecho de testigos en un matrimonio celebrado en Barinas. Hemos platicado agradablemente y el tiempo se me pasó más rápido. En Cúcuta, donde me aguardaban fray Franklin y fray José Luís, llegué a las 9.30 pm. Mientras que al seminario, entre viaje y parada para una breve cena, arribamos a media noche y media.

El 11 de octubre, aniversario de mi primera misa, quise celebrarlo con los seminaristas. Me tomé el día de reposo. En la mañana paseé por el seminario; disfruté del paisaje y terminé de leer “Humillados y ofendidos” de Dostoyevski. En la tarde aún reposo, paseo, ducha y celebración. La misa, a la cual Franklin había invitado a las hermanas del colegio Nazareth, ha sido sencilla, familiar y bella, así como la cena y el pequeño momento de fiesta siguiente. A las 8.30 pm todo había terminado.
Me detuve a contemplar la noche y el fantástico panorama que se puede disfrutar del seminario. Una vez más no pude vivir lo que había soñado para esta fecha. Ni siquiera la parte más realística del sueño… Pensaba en las iniciativas y festejos que acompañan, por lo usual, los 25 años de sacerdocio. Luego me he dicho que ese casi anonimato es, tal vez, lo que en realidad busco, y que me fastidiarían rumor y bulla. También el sueño de un año sabático era más tiempo de preparación que fiesta, vivencia más que momento. Y fui a acostarme sereno.

sabato 27 ottobre 2012

25 il 10… ottobre

Un nuovo gioco di parole con i numeri. Questa volta, dopo aver parlato dell’anniversario della professione solenne (27 il 28 di settembre), vorrei scrivere qualcosa su quello dell’ordinazione sacerdotale. 25 anni di sacerdozio il 10 di ottobre!!
Ancora una volta avevo pensato a questo anniversario in un modo diverso da come poi l’ho vissuto. Prima dell’elezione a custode del Venezuela, avevo progettato di chiedere un anno sabbatico, durante il quale mi sarei preparato all’evento con 6 mesi di pastorale missionaria in una zona del Venezuela; 3 mesi di servizio in Terra Santa e 3 in Assisi. Un progetto accarezzato per lungo tempo… Al quale ho dovuto rinunciare per noti motivi. All’approssimarsi della data, fray Franklin mi ha proposto di celebrare S. Francesco in seminario. Così ho pensato che avrei potuto dopo prendermi 5 giorni di ritiro presso il vicino e suggestivo convento dei carmelitani di Potrero e celebrare l’anniversaro con i seminaristi, in privato, visto che nessuno ne era al corrente. Non era ciò che avevo sognato, tutto molto più breve e ridotto a livello di coinvolgimento; ma questa maniera intima, condivisa con gli aspiranti alla vita francescana, ugualmente mi piaceva.
I primi di settembre mi arriva la convocazione di una riunione urgente dei responsabili delle circoscrizioni della parte nord dell’America Latina, proprio in quei giorni (8-10 ottobre), a Medellín (Colombia), per discutere temi urgenti inerenti al noviziato in comune. Ho provato a non andarci; ma i frati del definitorio, saggiamente, hanno insistito che fossi presente all’incontro. Sono così partito il 5 ottobre, prima che chiudessero le frontiere in vista delle elezioni presidenziali del 7, e ritornato il 10 notte. L’esperienza nel noviziato di Medellín e l’incontro con gli altri responsabili sono stati vissuti molto belli e positivi. Zero turismo; bella condivisione con la comunità del noviziato; tanto lavoro dall’8 al 10, però arricchente e in uno splendido clima di fraternità.

Il 10, giorno dell’anniversario, dovendo partire il pomeriggio per Cúcuta, sono andato a celebrare nell’anzianato delle suore Adoratrici del Santissimo Sacramento. Ho chiesto alle numerose sorelle di pregare per me, essendo l’anniversario della mia ordinazione. Potete immaginare la gioia delle suore… Dopo la messa, una ragazza presente è entrata in sacrestia per farmi gli auguri. Il suo sorriso mi hanno illuminato il giorno. La madre superiora mi ha offerto un succo e mi ha chiesto quando avrei compiuto le “nozze d’argento” sacerdotali. Quando ha ascoltato la risposta – oggi – si è entusiasmata ancora di più e lo ha comunicato alle altre. Un momento prezioso di preghiera e fraternità, inatteso e sorprendente.
La mattinata è trascorsa in una ultima, impegnativa sessione di lavoro. A pranzo i frati mi hanno fatto gli auguri, avendo saputo dalle suore dell’anniversario. Subito dopo sono partito per l’aeroporto. Il volo prevedeva uno scalo a Bogotà. Qui mi sono imbattuto in un ritardo di tutti i voli, per cui ho aspettato circa 4 ore, invece delle due previste. Per fortuna, in modo del tutto casuale, nella sala d’aspetto ho incontrato una coppia di giovani venezuelani che avevano fatto da testimoni a un matrimonio celebrato a Barinas. Abbiamo chiacchierato piacevolmente e il tempo è passato più veloce. A Cúcuta sono arrivato alle 21.30, atteso da fray Franklin e José Luís. In seminario, tra viaggio e sosta per una breve cena, siamo arrivati a mezzanotte e mezza.

L’11 ottobre, anniversario della prima messa, ho voluto celebrarlo con i seminaristi. Il giorno me lo sono preso di riposo. Durante la mattina ho passeggiato in seminario; mi sono goduto il panorama e ho finito di leggere “Umiliati e offesi” di Dostoyevski. Il pomeriggio ancora riposo, passeggio, doccia e celebrazione. La messa, alla quale Franklin aveva invitato le suore del collegio Nazaret, è stata semplice, familiare e bella, così come la cena e il momento di festa che ne è seguito. Alle 20.30 tutto era concluso.
Mi sono fermato a contemplare la notte e lo splendido panorama che si gode dal seminario. Ancora una volta non ho potuto vivere ciò che avrei sognato per questa data. Nemmeno la parte più realística del sogno... Pensavo alle iniziative e festeggiamenti che accompagnano di solito i 25 anni di sacerdozio. Poi mi son detto che questo quasi anonimato è forse ciò che cerco, e che mi darebbe fastidio troppo rumore. Anche il sogno dell’anno sabbatico era più preparazione che festa, vita più che momento. E sono andato a dormire sereno.

mercoledì 3 ottobre 2012

27 el 28



Extraño el título de este post. Hace falta una explicación. 27 el 28, se refiere a los años de profesión solemne (27), celebrados precisamente el 28 de septiembre. De veras me estoy volviendo viejo, no sólo a nivel de edad civil, sino también de años entre los franciscanos.
Viernes 28 de septiembre, 27 años de profesión solemne!! Cómo ha transcurrido el día?!? Ahorita que estoy escribiendo es noche; me siento cansado y satisfecho a la vez. Madrugué para ir a celebrar misa a las 6 am a las hermanas del Colegio Nazareth en Táriba. Luego, desayuno, lectura de un capítulo de “Humillados y ofendidos” y rumbo a San Cristobal, aprovechando una cola, para otra celebración eucarística en el colegio de las marianitas, en el día de la secretaria. Es increíble como en Venezuela toda categoría de personas tenga su día celebrativo. En la homilía hablé del tiempo que debemos aprender a habitar, dando a Dios su debido espacio. Después, junto a las hermanas y a todo el personal escolástico, nos dirigimos al restaurant de un hotel, gestionado por italianos, para compartir el tiempo del almuerzo. Momento de fiesta lindo y sereno, enriquecido por la “alegre locura” de las fotos con el ministro de Interior y Justicia, Tarek el Assaimi, quien estaba comiendo en la mesa cercana. Él del partido oficialista; mientras que las mujeres que ha requerido fotos con él eran todas, rigurosamente, de la oposición!! Y todo eso a pocos días de las elecciones presidenciales, bastante reñidas. Ojalá fuera señal de la sabiduría pacífica de nuestro pueblo, amante de las relaciones y de la convivencia en las diferencias, mientras estamos a la puerta de un turno electoral caracterizado por miedos a violencias poselectorales. He querido leerlo como la liviandad sapiente que se impone en momentos de tensiones inútiles y absurdos. Un signo de esperanza…
En la tarde llevé la comunión a una amiga hospitalizada por una fuerte depresión. Hemos dialogado por mucho más que una hora. Nos abrazamos con cariño y solidaridad. Sentí que Dios estaba abrazando mis fragilidades y, a través de ellas, en mi persona, abrazaba a mi amiga. Salí de la clínica conmovido por ese don imprevisto e improviso, que confiere más sentido a mi ser fraile, a mi consagración religiosa.
La noche, en seminario, me he detenido a mirar el tremendo espectáculo de las luces de San Cristobal, acariciado por un clima fresco y agradable. La hermosísima luna llena me ha obligado a levantar la mirada, a tener la nariz hacia arriba, para admirar el juego a escondite con las nubes nocturnas, entre el permitirme vislumbrar su faz y el desaparecer, luego definitivamente, más allá de las nubes. En la certeza, sin embargo, de la falsedad y fragilidad de ese oscurecimiento temporáneo, destinado a devolver inexorablemente espacio a la luz y a la belleza.
Escribo y estoy aún más cansado. Los ojos reclaman el cerrarse del sueño. Me acuesto. Siento que debo agradecerle a Dios por el día de hoy. No es un aniversario “redondo”, que amerite demasiadas atenciones, aunque es, de todas formas, un aniversario. No lo viví cómo me lo imaginé. Sin embargo, me ha dado, pienso, más de cuanto pudiera esperar. Lindo refrán, que acompaña a menudo mis aniversarios…

lunedì 1 ottobre 2012

27 il 28


Strano il titolo di questo post. Ha bisogno di una spiegazione. 27 il 28, si riferisce agli anni di professione solenne, celebrati il 28 settembre, appunto. Decisamente sto invecchiando, non solo dal punto di vista anagrafico civile, ma anche religioso...
Venerdí 28 settembre: 27 anni di professione solenne!! Come ho trascorso quel giorno?!? Stasera che scrivo sono stanco, ma contento. Sveglia alle 5 del mattino per andare a celebrare, alle 6, alle suore del Colegio Nazareth di Táriba. Colazione, lettura di un capitolo de “Umiliati e offesi” e via a S. Cristobal, approfittando di un passaggio, per un’altra eucaristia al collegio delle “marianite”, nel giorno dedicato alle segretarie. È incredibile come in Venezuela ogni categoria di persone abbia il suo giorno celebrativo. Nella messa ho parlato del tempo che dobbiamo imparare ad abitare, dando il dovuto spazio a Dio. Quindi, insieme alle suore e a tutto il personale scolastico, ci siamo recati al ristorante di un hotel, gestito da italiani, per condividere il tempo del pranzo. Momento bello e sereno di festa, arricchito dalla “allegra follia” delle foto con il ministro de Interior y Justicia, Tarek el Assaimi, che stava mangiando al tavolo accanto. Lui del partito al governo; mentre che le donne che si sono fotografate con lui erano tutte rigorosamente dell’opposizione. E questo a pochi giorni dalle elezioni. Magari fosse un segno della sapienza pacifica di questo popolo, amante delle relazioni e della convivenza nelle differenze, in attesa di questa tornata elettorale, caratterizzata da paure di violenze postelettorali. Ho voluto leggerlo come la leggerezza sapiente che si impone in momenti di tensione inutile e assurda. Un segno di speranza...
Nel pomeriggio ho portato la comunione a una amica ricoverata per una forte depressione. Siamo stati a parlare per molto più di un’ora. Ci siamo abbracciati con affetto e solidarietà. Ho sentito che Dio stava abbracciando le mie fragilità e, attraverso di esse, nella mia persona, abbracciava la mia amica. Sono uscito commosso per questo dono imprevisto e improvviso, che conferisce più senso al mio essere frate, e spessore alla mia consacrazione religiosa.
La sera, in seminario, mi sono soffermato a guardare lo splendido spettacolo delle luci di San Cristobal, in una serata fresca e piacevole. La bellissima luna piena mi ha obbligato ad alzare lo sguardo, a tenere il naso all’insù, per ammirare il gioco a nascondino con le nubi serali, tra il far scorgere la sua faccia e lo sparire, definitivamente, al di là delle nubi. Nella certezza, però, della falsità e fragilità di un oscuramento temporaneo, destinato a ridare inesorabilmente spazio alla luce e alla bellezza.
Sto scrivendo e sono stanco. Gli occhi reclamano la chiusura del sonno. Vado a dormire. Sento di dover ringraziare Dio per il giorno di oggi. Non è un anniversario “rotondo”, da meritare troppe attenzioni, anche se è pur sempre un anniversario. Non è stato vissuto come lo avrei immaginato; ma alla fine mi ha dato, credo, più di quanto mi aspettassi o immaginassi. Bel ritornello, che accompagna spesso i miei anniversari...

martedì 24 luglio 2012

Bolivar e dintorni



24 luglio: festa nazionale in Venezuela. Si ricorda il giorno di nascita di Simón Bolivar, el libertador. Non mi chiedete quanti anni compirebbe oggi. Non lo so né mi interessa. Sono stanco del mercato dei personaggi e delle ideologie. Mi sono proprio rotto di celebrare i vari Bolivar, Guevara, Mussolini, Garibaldi, in modo ideologico, senza coscienza critica e senza richiesta di perdono per gli eventuali errori storici. Come se fossero figure a tutto tondo, e chiamando “scarti storici” i morti innocenti di cui sono colpevoli, coscienti o no.
Qualche giorno fa è apparso sulla pagina di inizio di facebook un post dove si diceva che la chiesa pecca di ipocrisia, perché ha più morti sulla coscienza che lo stesso Hitler. Nei commentari si calcava la mano dicendo che tutti i sacerdoti sono pedofili e, quindi, non raccomandabili. Mi è venuto spontaneo chiedermi perché quella persona avesse chiesto la mia amicizia, o perché, se pensa questo, non mi cancella come persona pericolosa dai suoi contatti. Certo che la chiesa ha grossi peccati storici e morti sulla sua coscienza. Giovanni Paolo II ha avuto l’umiltà, l’ardire, la trasparenza di chiedere perdono a nome di tutti i cristiani. Ha saputo e voluto avere uno sguardo critico sulla storia.
Mi chiedo: ma chi scrive questo vuole per caso giustificare gli altri orrori contro l’umanità? Vedere le colpe solo degli altri, non potrebbe dare adito a giustificare le colpe proprie? La chiesa, Hitler hanno ammazzato e non hanno giustificazioni per quello che hanno fatto. Le purghe staliniste sono state veri e propri genocidi; le fucilazioni a Cuba furono sommarie, da entrambe le parti; le “invasioni” non rispettose dell’autonomia dei popoli sono state statunitensi, russe, cinesi, ecc.; i poveri colombiani vengono ammazzati, trucidati sia dalle Farc che dai paramilitari; si spara ad altezza d’uomo in paesi differenti per cultura e geografia, solo perché il popolo protesta; i diritti umani sono calpestati un po’ dappertutto. E l’elenco potrebbe continuare... Forse che la violenza è più giustificabile se viene da destra o sinistra? Le cariche della polizia o dell’esercito contro innocenti sono differenti se rosse o nere? La dittatura del proletariato e quella dei militari non è dittatura allo stesso modo, con uguali metodi e risultati? Forse che capitalismo neoliberale e socialismo reale non considerano allo stesso modo la persona come oggetto da immolare al mercato o all’ideologia?
Sono come stanco di questi tamburi propagandistici, fatti di vuoto e puro rumore. Mi sento offeso da chi mi considera assassino o pedofilo. Anche da chi mi considerasse connivente. Non intendo giustificare niente, né colpe né errori. Sento di avere, o almeno mi sforzo di formarmi una coscienza critica su tutto, compresi la chiesa e il suo magistero; soprattutto su me stesso. Mi piacerebbe farlo alla luce del Vangelo, anche se non sono cosí coerente da riuscirci sempre. Sento che amo la persona, e mi offende ogni attentato alla diversità, solo per paura di confrontarsi con chi non pensa o vive come me. Plaudo a chi sa mettersi in discussione e desidera arricchirsi nel confronto, nello scambio reciproco di informazioni, vita e cultura. A chi sa, a chi riesce a vedere la persona e appoggiare la vita. Che propongo?!? Ma niente!!! Che potrei proporre?!? Io, perso in sogni di utopie evangeliche, alla scuola di Francesco d’Assisi, fautore di una fraternità dagli orizzonti infiniti e di una pace promotrice di vita piena?

A parte questo sfogo “politico”, forse vi interessa sapere come sto. Bene!! Ancora non assestato in una comunità, zingarando per appoggiare il lavoro pastorale o visitare i frati. Ed è una bella differenza rispetto ai sei anni trascorsi in seminario!! Gli ambienti che frequento sono un po’ meno ovattati. Le gioie e i dolori, la bellezza e gli orrori ti vengono incontro in maniera più diretta, con un impatto reale. Come ribadito varie volte, la gente soffre molto l’insicurezza sociale, con cifre degli omicidi che sono quelli di una guerra civile. La vita vale poco, meno di un blackberry o di una moto. Il linguaggio politico e quotidiano si caratterizza per la violenza e la mancanza di rispetto, da tutti i fronti. I problemi, insomma, sono tanti, come quasi dappertutto, mi verrebbe da dire. Questi sono i nostri... Naturalmente c’è moltissima gente buona e belle iniziative. Mi piace molto vivere momenti pastorali che prescindano dal mio essere custode, incontrando persone di ogni età e ceto sociale. Il venezuelano à una persona dalle caratteristiche speciali, impossibile da non amare, e che ti circonda di affetto. Come cristiano imparo sempre tantissimo da questa gente. Come cristiani, discepoli di Gesú, possiamo dare tutti un contributo importante alla soluzione dei problemi del paese. Soprattutto promuovendo la pace, il dialogo e il rispetto della vita. Una bella sfida evangelica, che non può lasciarci indifferenti né spaventarci.

venerdì 11 maggio 2012

Ciao, zio Michele


Ciao zio. Ho pensato di scriverti, guardando le tue foto su facebook, dopo aver ascoltato la bellissima canzone di Dalla che Concetta ci ha regalato, accompagnata da quella strada senza fine, eterna, popolata di stelle, da dove ci guardi adesso, da dove non si smette di guardare alla Terra e a noi che ci viviamo. Stendere queste righe spero mi aiuti a elaborare un lutto lacerante e completamente inaspettato; a salutarti da questo paese distante, dove si sono versate lacrime non viste e condivise solo per telefono; a fare memoria di te, che a me, a noi nipoti, a tutti, hai regalato sempre (insieme a zia Graziella) affetto, accoglienza, nobiltà d’animo, ottimismo e sorrisi; a dirti il bene che ti voglio, che ti vogliamo tutti, frutto del bene che hai saputo seminare.
Come non sentire nostalgia della tua presenza fisica, del saperti lì, malgrado le poche occasioni per incontrarci?!? Ora mi piace immaginare che non ho bisogno di viaggiare per vederci. L’ultima volta abbiamo parlato, passeggiando sul lungomare di Manfredonia, della mia esperienza in Venezuela. Non è più necessario spiegarti, cercare di illustrare i paesaggi naturali e del cuore, gli scenari sociali e politici. Sei venuto incontro al mio mondo attuale e lo guardi da una prospettiva diversa, infinita e vera. Mi sento “guardato” da te e dal tuo affetto di una vita. Sì, una vita, la mia, popolata di tanta presenza tua. Mi è mancato lo scambio di impressioni e ricordi con i parenti, momento catartico e di arricchimento interiore. I miei sono iniziati presto, perché ho avuto la fortuna di vivere a Monte fino all’età adulta. So anche che quello che scrivo è solo una piccola parte di ciò che si potrebbe. Ho scelto solo delle immagini, significative per me, per ricordarti come eri e cosa hai rappresentato per me, per noi. Quanti potrebbero scrivere di te, tra parenti e amici, e si riempirebbero pagine...

Ti ricordo quando mi cercavi per andare a vedere la televisione al circolo della “Kennedy” e poi mi riportavi a casa. Io che impazzivo per quella scatola magica e cercavo ogni occasione per essere spettatore di film e eventi. Con te, con i tuoi amici ho fatto il tifo per ogni competizione sportiva. Ho appreso ad amare il calcio. Naturalmente eravate la mia squadra nei tornei estivi che ci vedevano spettatori entusiasti. Inoltre, aspettavo la domenica sera che tu rientrassi dai nonni per cambiare canale e vedere con te, mentre cenavi, “La Domenica sportiva”, terminando mezzo addormentado e portato in braccio da mio padre fino a casa. La tua Juve ha vinto il campionato, già lo saprai da lassù, dove qualcuno in maglia bianconera ti avrà dato la notizia, rallegrandosi insieme a te. Mi rendo conto che abbiamo giocato poche partite insieme; ma mi contagiava il tuo entusiasmo giovanile per questo splendido gioco, da te vissuto come divertimento puro, fino... all’altro ieri, prima che il cuore decidesse di non seguire più la tua voglia. Credo che tutti noi nipoti ci siamo stupiti nel conoscere la tua età. La tua vitalità fisica e interiore ingannavano occhi e anagrafe. Ti eri ripromesso di festeggiare i tuoi 70 anni nel campo di calcio. Suppongo senza nessuna intenzione di appendere le scarpe al chiodo... Magari Dio ci concederà di festeggiare quel giorno con una bella partita di pallone, in tuo onore, alla tua presenza, orfani del tuo entusiasmo.

Ricordo i miei momenti al bar, quando sostituivi nonno, mentre eri iscritto all’università di  Urbino come studente non residente. Il clima cambiava tu presente, per la tua pazienza e allegria. Cresciuto ho appreso che fosti costretto a rinunciare allo studio di Chimica, perché necessaria la frequenza, che l’aiutare in famiglia non ti permetteva. Però, come penso ti sia capitato spesso, di una avversità ne hai fatto una occasione: professore di lettere venerato dai suoi alunni, amati da te. Ascoltavo con partecipazione le tue prime esperienze a Germignaga. Luino, il lago, le montagne, i tuoi alunni mi erano familiari. Descrivevi tutto come luoghi incantevoli, che non ho fretta di conoscere, per non rompere la magia della immaginazione frutto dei tuoi racconti. Mi ha commosso sapere che con zia Graziella avete ripercorso quei luoghi che vi hanno visto giovanissimi iniziare la vostra splendida vita matrimoniale. E a Manfredonia non è stato diverso. Quanti ragazzi ti hanno apprezzato come insegnante e amico!! Passeggiare con te era prepararsi a salutare un numero grande di conoscenti di tutte le età.

E poi il “tuo” libro, omaggio alla vita e alla tua infanzia. Il tuo “piccolo mondo antico”, narrato con la nitidezza della memoria e lo sguardo riconoscente dell’adulto. Un amarcord, fatto di fotogrammi color seppia, con la infanzia negli occhi e nel cuore, condizione spirituale scevra da ingenuità di facciata. Mi hai dato da leggere le bozze. Ti confesso oggi che ho pianto. Hai saputo descrivere, fotografare situazioni, luoghi e persone di un mondo che è stato anche il mio, e verso il quale ho lo stesso ricordo grato tuo. Fotogrammi di un microcosmo svanito pochissimi anni dopo il mio passaggio per l’infanzia e l’adolescenza, difficile da immaginare oggi, fatto di voglia di vivere e fantasia, semplicità e condivisione. Valori che ti hanno accompagnato sempre. Grazie per questo omaggio al paese e al nostro quartiere di San Oronzo, particolare e nobile, a una memoria che hai reso storia con la tua narrazione. Grazie per il tuo tentativo poetico di strappare il velo dell’oblio e restituirci la nostalgia di cose belle da rivivere, o almeno non disperdere, nella nostra attualità.

Infine, ultimo fotogramma, porto fortemente impressa nel ricordo la splendida giornata passata con te, zia Graziella e Flavia lo scorso ottobre. Abbiamo parlato, passeggiato, giocato con Flavia. Il solito sguardo vivace e ottimista sulle cose e la vita. La complicità serena di una vita con zia. Il tuo orgoglio di padre per il cammino umano e professionale di Lino e Marino. La tua verve fanciulla con Flavia, alla quale mancherà il protagonista principale di “zumb e zumbett”, e di tanti altri momenti vissuti con la gioia serena e contagiosa del sorprendente dono di essere nonno.

Hai deciso di andartene il giorno del tuo quasi onomastico: 8 maggio, data in cui si celebra la prima apparizione di San Michele. Quante ore hai passato nella “colonna” del santuario, insieme ai tuoi, per guadagnare quei pochi soldi che permettessero di sopravvivere. Voglio immaginare la tua tomba come la grotta dell’Arcangelo, luogo familiare, pieno di vita vissuta e ascoltata, dove ci si rifugia per ricevere conforto, o si scende grati per celebrare circostanze ed esperienze. Avrai un tuo luogo nel profondo del nostro cuore, dove sarà un piacere incontrarti ogni volta che se ne ha voglia. Ci accompagnerai con la tua serenità, il tuo sorriso, l’ottimismo progettuale e la voglia di andare avanti, vivendo la vita con la semplicità e la gioia della quotidianità. Anche se ci sentiamo già, inevitabilmente, tutti un po’ orfani...