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jueves, 9 de junio de 2016

Resultados - Caracterización Histórica del contexto

CARACTERIZACIÓN HISTÓRICA DEL CONTEXTO

LA CEIBA, UNA HISTORIA DE COLONIZACIÓN


Lo que hoy conocemos como el corregimiento de Playa Rica, antes un territorio de Selva Virgen, fue denominado por sus colonizadores como la Ceiba, nombre que se debía a la existencia de dos de estos ejemplares a la orilla de la quebrada la Mina, camino que en la actualidad comunica con las veredas El Guayabal y Sabaletas. Mencionan los primeros habitantes que sus raíces sirvieron de refugio para que los que arribaban al lugar, ya que por su tamaño asemejaban un pequeño rancho, "la gente que venía de afuera amanecía debajo de esas raíces" (Ismael Taquinas). Como recuerda don Antonio Rojas – colonizador de la zona- éstas desaparecieron cuando el señor Pancho Maldonado de origen antioqueño, realizó una siembra de yuca con el fin de montar una rayandería, para lo cual “derribó las ceibas de un día para otro, y construyó unas especies de canoas para fermentar el almidón” dicho acto conllevó a que después de creada la primera JAC y en acuerdo con el Inspector de Policía, se cambiará su nombre de acuerdo a sus características físicas, estar rodeada de tres fuentes hídricas y contar con abundancia de minerales.

La primera Junta de Acción Comunal estaba integrada por: Fernando Muñoz, Alonso Montenegro (quien era a la vez el inspector de policía), Chito Arcila, Benito Martínez, Juan Maldonado, Misael Gonzales, Arturo Guerrero, Pablo Oviedo, Misael Chirito, Hernoldo Martínez, Rafael Castillo, Bernardo Velazco, Vicente Cárdenas, Hernando Muñoz, Antonio Rojas, Justiniano Troches, Aldemar Marín, Romelia Montenegro, Ezequiel Ruiz” (Rojas, Taquinas, Ruiz y Vergara)

Playa Rica se formó como resultado de una de las oleadas de violencia de mayor peso en la Historia de Colombia, que para la década de los años 40 generó un proceso de movilización poblacional, a raíz de las disputas por el poder político y la tenencia de la tierra. Como lo narra don Antonio Rojas, fue por causa de los fuertes enfrentamientos de grupos disidentes de la población y el ingreso de tropas militares, que “juimos víctimas de robos, abusos a las mujeres y expropiación de nuestras pertenencias por parte del ejército”, lo que le llevó a ser desplazado del Municipio de Morales. Historias semejantes a esa, impulsaron a que varios grupos familiares arribaran de los diferentes departamentos del país al lugar, como del Valle del Cauca, Huila, Tolima, Caldas, Antioquia, Nariño (en un comienzo escasos) y de algunos municipios del Cauca entre ellos Corinto, Morales y Santander de Quilichao, principalmente. 

Las variadas condiciones climáticas del lugar, -altas temperaturas, constantes lluvias y altos niveles de humedad en el ambiente-, propiciaron la proliferación de plagas -mosquitos, zancudos y cucarachas- las cuales fueron las principales causantes de enfermedades como la fiebre palúdica, la fiebre amarrilla y la malaria, que antes de implementarse las campañas de fumigación auspiciadas por el gobierno, ocasionaron la muerte y el destierro de varios de los primeros pobladores. Sumado a la anterior condición, quienes llegaban al lugar se enfrentaron a graves problemas de salud por la falta de alimentos, viéndose obligados a racionar lo poco que se conseguía en el lugar, como lo menciona don Ezequiel Ruiz “un racimo de plátanos debía durar más de una semana… nuestra alimentación era pésima y eso propinó varias enfermedades, solo nos alimentábamos con yuca sancochada, plátano sancochado o machucados con sal y untados de cebolla”, los cultivos medianamente alcanzaban para el sustento de las familias, obligándoles a practicar actividades como la caza de animales silvestres, como la guagua, los micos cariblancos, el mono negro, blanco, y colorado, el guatín, el venado y el tatauro –actividad que a largo plazo ocasionó la extinción de muchas de estas especies en el Parque Nacional Munchique-, también se dedicaron a la pesca de sabaletas y corronchos encontrados en las fuentes hídricas que rodeaban el lugar –Quebrada la Mina, tres quebradas y el río Mechengue. El cultivo de pastos permitió que se iniciara con la cría de ganado vacuno, el cual fue utilizado para la extracción de leche y la producción de sus derivados.

“Recuerdo que los domingos la gente salía a consumir el producto más exquisito que se conseguía en la zona -el kumis-, lo vendían la señora Carola y el señor Daniel, quienes venían de Huisitó… también se tomaba caldo de morcilla, si uno tenía una noviecita la invitaba a degustarlo..se comercializaba los fines de semana carne de marrano, la carne que no se vendía se le agregaba sal y se metía en unos tarros, a veces duraba 15 días en esas condiciones cuando lo sacaban a vender con el cuchillo le raspaban los gusanos que caían como granos de arroz al piso.” (Ruiz)

La incursión de personas transformó el paisaje del lugar, iniciando el proceso con el desmonte y la demarcación de caminos de herradura, que por las condiciones quebradizas del terreno y la falta de presupuesto para realizar una carretera, llevaron a que los únicos medios de transporte fueron largas caminatas y algunas mulas de carga, lo cual dificultaba el ingreso de algunos alimentos, tanto así que se vieron forzados a realizar algunos de ellos de manera artesanal. En dicho entonces, se cobraba un impuesto de 1 peso a los dueños de mulas o a quienes ingresaban ganado, dinero que era invertido en el arreglo de los caminos, pero las difíciles condiciones para conseguir dinero en el lugar, llevaron a que se organizaran mingas en pro de su mantenimiento “se nos daba trayectos para organizar por cuadras o kilómetros”, al incursionar los grupos guerrilleros y al presenciar las fuertes rivalidades entre veredas- constituidas paulatinamente alrededor del caserío- se les ordenó que todas debían colaborar por igual, ya que transitaban los caminos para ingresar o salir. 

La minga se convirtió en la actividad que permitió el desarrollo de diversos proyectos en la comunidad, el cual consistió en un trabajo mancomunado, que unía a todos los habitantes sin distingo de edad, sexo o raza. Gracias a ello lograron la construcción de la primera escuela unitaria del corregimiento en el año de 1968, la construcción de la caseta comunal, del acueducto artesanal, el uso de plantas como dínamos y pelton con el fin de tener acceso a la energía- ya que la energía eléctrica llegó tan solo hasta el año 2013-, la construcción de un polideportivo y la pavimentación de muchas de sus calles, entre otras construcciones. Esta práctica también fue utilizada por la JAC y la asociación ASCAP, como mecanismo que coadyuvó a motivar a la reflexión de sus integrantes, en tanto en su dinámica se permitió visibilizar las principales problemáticas enfrentadas en el corregimiento, como una posibilidad de empoderamiento social.

Las viviendas también se fueron transformando a lo largo de los años, cuando don Ezequiel pisó por primera vez Playa Rica encontró “un rancho ubicado en la calle de los nariñenses, más o menos en la tienda de don lucho, el rancho tenía el techo de cartón, una tela que se llamaba panacote, material que trajeron a la espalda, las paredes parecían de esterilla y el piso en tierra”. Años más tarde, recuerda don Ismael Taquinas, “las casas eran en guaduas, ya que era el material que abundaba en el lugar, se forraban de esterilla, las hojas de guadua se dejaban curar un tiempo y se techaba con la coquera”, para 1976 las casas empezaron a ser construidas en tablas, ya que varios de los habitantes aserraban la madera, como es el caso de don Antonio Rojas, empezaron en la tarea de organizar los ranchos, encerrándolos con tablas.

En los primeros años el carro llegó hasta el sitio denominado como “El Asomadero”, desde donde se debía emprender largos caminos, don Ezequiel bosquejó el recorrido que debía hacer para ingresar, los caminos saliendo son subidas así que poco rendía y como la gente bajaba cargada en la espalda tampoco rendía… con lo que se trajera, bajaba uno por las Américas, cogía por Tinto Frio, y de allí se llegaba a un punto llamado Casesin, de ahí bajaba por Filo Seco, hasta llegar a la Playa”. Después de varios años la carretera se fue construyendo por tramos, y del Asomadero bajó hasta la Cabaña, luego hasta la Peña del Perro “camino que presentaba tanto deslizamiento que tocaba pasar a pie” (Ruiz), para el año de 1971, en plena celebración del 20 de julio la carretera llegó hasta el caserío que llevó dicho nombre, convirtiéndose este lugar en centro de acopio de los corregimientos de Huisitó y Playa Rica.

La primera actividad económica que se desarrolló en el corregimiento fue la producción del lulo, ya que “para el año de 1972 se observaron las primeras matas, estas aparecieron de manera silvestre en las partes donde se arrojaban los desperdicios, dicho producto se fue proliferando” (Ezequiel Ruiz). El primer productor y negociante del lulo fue el señor Bernardo Velazco, quien intercambiaba el producto por arroz y manteca a las revendedoras de El Tambo. La noticia fue divulgada por el señor Aureliano Martínez, momento en el cual en Playa Rica empezaron a recolectar e incrementar la producción del lulo. El intercambio y venta del producto se llevó a cabo en el caserío “el Veinte” todos los fines de semana donde arribaban entre 12 y 14 carros o chivas, los compradores pagaban 7 pesos por cada caja y el producto era llevado a las ciudades de Popayán y Cali.   

Algunos funcionarios del INCORA arribaron al caserío donde constataron que los precios que pagaban los compradores por el lulo, era mucho menor al que vendían en la ciudad de Cali, precio que oscilaba entre los 14 y 15 pesos, al poner en conocimiento de los productores de dicha estafa, les propusieron armar una cooperativa entre todas las veredas, para lo cual debían capacitarse y encargarse ellos mismos de vender el producto en la ciudad de Cali. Se llegaron a sacar entre 2.000 y 3.000 cajas de lulo semanal, las cuales debían ser transportadas en su mayoría a la espalda, con el fin de evitar maltratar el producto y ser competente en el mercado. Para el año de 1975 una fuerte peste acabó con la producción de lulo y muchos de los productores quedaron endeudados con la Caja Agraria, entidad que les había prestado para invertir en el aumento de la producción, los  propietarios de las fincas productoras, las dejaron abandonadas y se desplazaron para los Llanos Orientales en tanto no contaban con los recursos para solventar las deudas. 

La crisis desatada por la peste del lulo, llevó a que los pobladores emprendieran la búsqueda de una nueva actividad económica. Don Antonio Rojas expresaba que fueron los señores Antonio Chilhueso y Julio Indeca provenientes de Corinto, quienes habían traído para el año de 1970 las primeras matas de coca para su consumo –ya que acostumbraban mambiarla-, y que en alguna de sus visitas a Corinto escucharon como “un gringo les enseñó a procesar la coca en base y como ésta se vendía a buenos costos, en esa época no era perseguida entonces podían hasta llevarla en los carros sin problemas con la ley”, fue así como desde 1975 en adelante, todas las fincas empezaron a llenarse de esta mata, “primeramente sembraron la criolla a la cual le entró una peste, luego trajeron semilla peruana que no sirvió, mas después llegó la pringa maría que duró hasta hace poco, y ahora trajeron la boliviana, con la que están probando”.

Para el año de 1977 incursionaron en el territorio los primeros milicianos de las FARC, “porque donde hay coca ahí llega la guerrilla…porque ellos entran en el negocio”, sin apoyo alguno de la comunidad, quienes se negaban a venderles algún producto, se enfrentaron a situaciones precarias. El comandante llegó en busca de don Antonio Rojas quien mencionó haber colaborado en la causa “por tener conocimientos en armas y en el manejo del terreno, “el comandante me solicitó enseñarle a los nuevos militantes antes de ser desplazado de Tierradentro”, por tanto, les ofreció un techo y alimento en su casa ubicada en la vereda El Sinaí, por las precarias condiciones en que se encontraba el grupo, quienes “tan solo portaban unas cuantas pistolas y rifles artesanales”. En la actualidad se encuentran los grupos armados del ELN –quienes se han dedicado al trabajo comunitario- y las FARC.

Para el año 1986 el negocio de la coca empezó a dar buenos resultados, con ello llegaron gentes de muchas partes del país en busca de oportunidades económicas; la población de Playa Rica aumentó significativamente, ya que migraba el núcleo familiar completo. Fue para ese entonces, cuando el aumento más significativo de la población del departamento de Nariño llegó al corregimiento, desde ese entonces es la colonia con mayor porcentaje de población. Menciona la profesora Mercedes que cuando “llegó la producción cocalera, la vida se puso costosa y la gente que trabajaba la agricultura cambió de actividad”, la gente descuidó las labores del campo, concentrándose de lleno en el negocio de la coca (siembra y procesamiento), tanto así, que todo lo que se consumía dentro del corregimiento debía ser comprado afuera, "es que con esa mata de coca uno se mal enseña… la coca anda sola, no debe cuidarse como otros productos que necesitan de la atención total, y no dejan tanta ganancia” (Taquinas). Por tal motivo, desde la Asociación ASCAP, se emprendieron proyectos para fortalecer la identidad campesina, en busca de darle el valor que merece la madre tierra, como productora de vida. 

Fue en el gobierno del presidente Samper que se implementó el programa PLANTE, el cual consistía en sustituir los cultivos ilícitos con otra clase de cultivos agrícolas. Muchos de los corregimientos y veredas del municipio de El Tambo, habían implementado los cultivos de la coca como principal actividad económica, eso llevó a que la administración enviara funcionarios a la cabecera del municipio, para que se celebraran unos convenios con las comunidades, entre ellas Playa Rica, las cuales debían sustituir la producción. Se movilizaron aproximadamente 200 agricultores, liderados por el señor Antonio Rojas, para entablar diálogos con los funcionarios del gobierno, quienes fueron enfáticos en solicitar se erradicara la coca de inmediato y con ello se iniciaría diversos proyectos en pro de las comunidades “para Playa Rica se planteó proyectos como la carretera, la construcción de la escuela y de los puentes que necesiten”. En contra parte la comunidad planteó que la erradicación la iniciarían luego de tener en firme la carretera, pedían la construcción de un puesto de salud, además un auxilio para construir viviendas para la gente pobre del corregimiento, si daban cumplimento con dichas solicitudes la comunidad iniciaría la erradicación.

La discusión se prolongó por horas, y el gobierno aprobó girar 90 millones a la Alcaldía para iniciar la obra, desde ese momento “la corrupción empezó, el Alcalde contrató un ingeniero el cual bajó y dejó un buldoxer, que en vez de arreglar hizo varios daños”. Pero el proyecto de la carretera no fue del agrado de todos los habitantes “los nariñenses se opusieron a la construcción de la carretera, ellos eran quienes tenían en su poder el negocio del transporte de mulas, si llegaba la carretera ellos se veían en la necesidad de cambiar de actividad económica”, plantearon en varias reuniones organizadas por la JAC, que el proyecto solo permitiría el acceso a los antinarcóticos –pensamiento que se mantiene vigente-.

Para 1991 la gente se proyectaba en aumentar el monto de su fortuna, para ello sostuvieron los cultivos de la coca y los incrementaron, impulsando un nuevo flujo de habitantes temporales, que dependían de la producción cocalera y minera, “los días sábados llegaban entre 50 y 100 raspachines, con sus familias algunos, buscando posada, se quedaban en la galería en cama general y el domingo a las 9 de la mañana los finqueros salían a contratar, a eso de la 1 de la tarde ya no se encontraba nada” (Antonio Rojas).  Dicha movilidad poblacional sigue vigente y está sujeta a las etapas del cultivo de la coca “al disminuir la producción la gente empieza a desplazarse otra vez para otros lugares, entonces están en constante movilidad, somos unos cuantos los que sí hacemos parte de la comunidad”.

La cultura campesina fue dejándose en el olvido, en ese ejercicio de recordar don Ezequiel Ruiz traía a su memoria las imágenes de su juventud, cuando en este pequeño caserío varias personas amantes de la buena música amenizaban las fiestas tocando instrumentos en vivo, ya que tan solo se contaba con unos pocos radios que funcionaban con pilas y que tan solo eran encendidos para escuchar las noticias en el día, - don Ezequiel  interpretaba el violín, la guitarra y el triple-; fue en ese momento cuando se organizaron los primeros festivales para conseguir recursos que se invertirían en obras para la comunidad, se tocaba la música de los campesinos, "métale candela al monte" era una de las que más gustaba. Con su voz un poco desgastada por los años don Ezequiel interpretaba "métale candela al monte que se acabe de quemar que un amor que no se olvida no se debe recordar, hay mi china se me fue, yo no sé si volverá", en compañía de una botella de chancuco, traído de Huisitó -donde fabricaban el famoso chirrincho-el cual era transportado a pie en botellas o en drobles de caucho, tinas o pomas, tenía un costo de más o menos 10 pesos.

La cultura del cocalero y el raspachin fue invadiendo el corregimiento, el cual se ha llenado de cantinas y discotecas que prestan sus servicios los fines de semana, donde la música norteña y la tecnocumbia toman protagonismo, el abundante licor y las drogas vacían los bolsillos de los trabajadores, quienes trabajan bajo el sol de lunes a viernes, con el único fin de conseguir suficiente dinero para invertirlo en diversión malsana. La identidad campesina fue desdibujada con dichas prácticas, pero sigue viva en el espíritu de esos primeros pobladores y de sus descendientes, quienes luchan incansablemente por recuperarla.   

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