lunes, 18 de agosto de 2014

EXPERIENCIA MISIONERA EN ATAPIRIRE-ESTADO ANZOATEGUI






Vivir la alegría de ser discípula misionera



Durante este tiempo de preparación para los votos perpetuos, se nos concedió la gracia de poder hacer una experiencia misionera caminado junto con nuestros pueblos,  anunciando la buena noticia, celebrando la vida y a Dios que se revela en los sencillos. Se nos regaló la oportunidad de realizar la misma en la comunidad  MAR de la Vicaría San Agustín en Atapirire, Estado  Anzoátegui-Venezuela. Comenzó el día 10 de mayo y finalizó 28 del mismo mes. Dios nos brindó la riqueza de compartir estos días de misión junto con la hermana Mirelle (Misionera de la Madre Laura) y la hermana Claudia Martínez (Salesiana).
Las hermanas de la comunidad (Teresa de Jesús Castaño, Guadalupe Martínez y Lucelia Ramírez) nos recibieron con gran alegría y con muchos detalles que expresaban el cariño y preocupación por cada una. Las  Misioneras Agustinas Recoletas están a cargo de la Vicaría San Agustín, donde realizan una inmensa y variada labor misionera en los pueblos de la región, especialmente en Atapirire, Boca del Pao y Múcura.
Fueron unos días hermosos, donde pudimos conocer la realidad de los poblados llenos de una gran riqueza cultural, de una profunda espiritualidad y confianza en Dios. Tuvimos la posibilidad de participar en la celebración de “la cruz de mayo”, donde se decora de manera creativa diferentes cruces, reflejando la alegría de la resurrección y la esperanza en Jesús Salvador de la humanidad.
Colaboramos y nos involucramos en diferentes actividades misioneras: en la catequesis con los niños, en infancia misionera, refuerzo pedagógico-escolar, visita a las familias donde llevamos la comunión a los enfermos, etc. Buscamos conocer las diferentes instituciones (escuelas, medicatura) y la realidad social de los pueblos, donde hicimos carne sus necesidades.
Recorriendo los pueblos en carro con nuestras hermanas MAR, palpamos la desafiante labor que realizan, por las distancias recorridas, por la sencillez con que viven al igual que la gente del lugar y su entrega incondicional como consagradas al Señor donde la gente del pueblo encuentra su apoyo y esperanza en el caminar diario.
Disfrutamos muchísimo de los espacios de oración comunitaria, de las celebraciones de la palabra en las comunidades, de las comidas típicas del lugar que la misma gente preparaba con tanto cariño y de la naturaleza: con sus hermosos ríos, atardeceres y árboles frutales (mangos, cocos, merey, banano, icaco, etc.)
Damos gracias a Dios por el gran regalo de compartir en fraternidad la vida misionera, los diferentes carismas y dones junto con nuestros pueblos,  disfrutando de sus alegrías y sobrellevando con ellos sus mismas necesidades, como la falta de luz, agua y servicios básicos (educación, salud, transporte, seguridad). Vimos la grandes carencias que todavía hoy sufre nuestra gente y al mismo tiempo la solidaridad que suscita la colaboración entre vecinos buscando el progreso y una vida más digna. Por esta razón, rezamos por nuestros gobernantes y funcionarios que tienen en sus manos la tarea de velar para que toda la gente pueda vivir dignamente.
Verdaderamente Dios nos salió una vez más al encuentro  y pudimos junto con Jesús exclamar: “Te alabo Padre del cielo y de la tierra por haber ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y haberlas revelado a los pequeños” (Mt 11,25).
¡Que Dios siga suscitando nuevas vocaciones consagradas a El, para seguir anunciando la Buena Noticia más allá de las fronteras y  vivir la alegría de ser discípulos misioneros de su Reino!           
Hna. Natalia -  Hna. Ilianis 











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