Castellar de n'Hug

Castellar de n’Hug es un municipio de montaña del norte de Catalunya que ocupa la cabecera del río Llobregat, desde el llano de Rus y del monte de la Pleta Roja hasta el estrecho de La Molina. Limita por levante con el Arija, uno de los afluentes del Llobregat, y por poniente, con la sierra de Coll Roig. El pueblo está resguardado por unos acantilados rocosos llamados Els Balços.

El topónimo de Castellar ya está documentado desde el siglo IX, probablemente atribuido al término de un antiguo castillo hoy desaparecido, integrado en el condado de Cerdanya. El origen de la población es la iglesia parroquial de Santa Maria, a cuyo alrededor se fue creando una sagrera.

En el siglo XII el término de Castellar pasó a manos de los Mataplana, cuya baronía tenía la capital en el pueblo vecino de Gombrèn. En 1373, el barón Pere Galceran II de Pinós compró la baronía de Mataplana.

Más adelante en la historia, Castellar de n'Hug se vio intensamente implicado en la tercera guerra carlista (1872-1876). Justo enfrente del pueblo tuvo lugar una importante batalla en la que las tropas carlistas del general Savalls cayeron derrotadas por las del general López Domínguez.

Con una estructura urbanística medieval típica, el núcleo se desarrolló alrededor del castillo (hoy Cal Tòfol) y de la iglesia de Santa Maria, con un campanario y una portalada románicos.

El pueblo ha conservado las calles estrechas y empinadas y, gracias a su política urbanística, las casas (muchas de los siglos XVIII y XIX) mantienen el aspecto rústico tradicional de las construcciones de piedra.

Situada cerca del vecindario de la Soleia, la iglesia de Sant Joan de Cornudell es un pequeño edificio románico del siglo X donde a ras de la puerta se pueden ver los restos de decoración en opus spicatum. Pero es, sin lugar a duda, la iglesia románica lombarda de Sant Vicenç de Rus la más importante del término municipal.

El primer complejo industrial dedicado a la elaboración de cemento de pórtland del país, el Clot del Moro, también se encuentra dentro del municipio. La arquitectura del edificio, llamada fábrica de cascada, recorre la inclinación del terreno. Tanto el chalet como la capilla son las construcciones más singulares de todo el complejo.

La zona de la masía d'Orriols, con su molino harinero del siglo XVII y el puente cercano de la Farga Vella, es otro punto de interés del término.

La proximidad de las pistas de esquí determina las actividades turísticas del municipio. A pesar de ello, las excursiones a las refrescantes fuentes del Llobregat, por ejemplo, son siempre una delicia por los paisajes que ofrecen. Hay un viejo camino que sale de la parte baja del mismo pueblo; la flora y la fauna que encontramos allí es muy variada y, con un poco de suerte, podremos ver rebecos y ciervos.

El último domingo de agosto, el Concurso Internacional de Perros Pastores es otra de las citas más peculiares y sorprendentes de la villa.

Y para disfrutar de un museo poco ortodoxo, nada más fácil que acercarse al dedicado al cemento, en el Clot del Moro. Dentro de la población, también debemos destacar el Museo del Pastor, centro de información de la historia y el futuro de este oficio.

Si hablamos de gastronomía, las cocas de Castellar son una de las especialidades del municipio. Para los buscadores de setas, el otoño ofrece la posibilidad de salir en busca de los excelentes níscalos del Alt Berguedà.

La caza, mayor y menor, y la pesca (las truchas son muy abundantes) son dos actividades importantes en la zona.