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VITORIA-GASTEIZ.ORG.ES -- AUXILIAR MARINA DE GUERRA DE EUZKADI

VITORIA-GASTEIZ.ORG.ES -- Euzkadiko Gudontzidia

VITORIA-GASTEIZ.ORG.ES -- La Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi (1936-39)

 

        

Salvador Moreno Fernández, comandante del Canarias.

 

 

 

        

Cañones de 203 mm. del Canarias.

 

 

 

        

Manuel Calderón, director de tiro del Canarias, junto a Pedro de la Hoz, marinero del Nabarra en diciembre de 1975.

 

 

 

        

El Gipuzkoa incendiado entra en Portugalete después del combate con el Canarias. (Óleo de David Cobb, 1977). Este cuadro y los tres que se reproducen a continuación fueron encargados por los Sres. García Urtiaga, Sota y Gamboa a David Cobb, ex-oficial de la Royal Navy y reconocido pintor de temas navales, y luego fueron donados al Gobierno Vasco en 1984. Desde entonces decoran las paredes del palacio de Ajuria-Enea.

 

 

 

        

El Bizkaya detiene al mercante Yorkbrook y lo conduce a Bermeo. (Óleo de David Cobb).La bandera republicana pintada a popa, en el mar se llevaba en realidad en el segundo mástil.

 

 

 

        

El Nabarra alcanzado por la artillería del Canarias. Aunque en el cuadro se representan llamaradas y explosiones a bordo del Nabarra, el bou no llegó a sufrir ningún incendio. (Óleo de David Cobb, 1976).

 

 

 

 

         

El Donostia se ofrece a recoger unos náufragos del Nabarra que lo rechazan y le piden sólo baldes para achicar agua. (Óleo de David Cobb).

 

 

 

 

         

El bou Nabarra en combate. Acuarela de Juan Carlos Arbex, reproducida en el libro Arrantzaria (Petronor, 1984).

 

 

 

 

         

El Gipuzkoa aproximándose a la costa. (Óleo de Julio Pardo, 1989). Se pueden apreciar las modificaciones efectuadas en el bou después de reparar los daños sufridos en Machichaco.

 

 

 

        

 

         

 

         

Marineros haciendo guardia en el bou Gipuzkoa. (PAA).

 

 

5. La Marina Vasca durante la Campaña de Vizcaya (mar. - jun. 37)

5.1. Reorganización de la Marina Auxiliar

El combate de Machichaco redujo sensiblemente las fuerzas de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi, que únicamente contaba ahora con dos bous en servicio, el Bizkaya y el Iparreko-Izarra. Se habían perdido definitivamente otros dos bous: el Nabarra, hundido, y el Donostia, que permanecería en Francia hasta el final de la guerra.

Por otra parte, el Araba seguía en reparación en Euskalduna y el Gipuzkoa, que había sufrido importantes desperfectos por el fuego del Canarias, había tenido también que entrar en dique seco y tardaría mes y medio en volver al servicio.

Su paso por el astillero se aprovecharía para introducir algunas modificaciones notables en la superestructura y para blindar su puente de mando; algo parecido a lo que se proyectaba hacer con el Araba. Al Gipuzkoa se le hicieron también algunas obras con el fin de dotarle de un dispositivo para el fondeo de minas. 

Se había pensado en aprovechar las minas recogidas frente a Bilbao y sembrarlas delante de Pasajes y en las proximidades de Guetaria, pero se desistió finalmente de la idea por carecerse de unidades de la Armada que protegieran eficazmente la operación. La presencia en el Cantábrico de los submarinos alemanes U 26 y U 27 ( Nota 219 ), hizo que se comenzara también la construcción en Euskalduna de ocho aparatos lanzacargas de profundidad y de sus correspondientes cargas para dotar de este material a los bous mayores.

La falta de buques artillados obligó al Gobierno Vasco a iniciar los trabajos de acondicionamiento de otros dos buques, el Santa Rosa y el Mari Begoña para convertirlos en bous armados cuando se recibiera alguna artillería naval. Se les asignaron los nombres de Gazteiz e Iruña respectivamente. 

Al Iruña se le colocaron unos mamparos estancos transversales, espaciados siete metros entre sí, con el fin de mejorar su flotabilidad en caso de sufrir alguna vía de agua. Se le modificó además la superestructura, puente de mando y aparato propulsor que había de quedar en condiciones de imprimir al buque una velocidad de 14 nudos, superior por tanto a la de los demás bous vascos. 

Ni el Gazteiz, ni el Iruña llegarían a prestar los servicios para los que habían sido escogidos al no recibirse el material artillero. La caída de Bilbao sorprendería al Iruña en plena modificación y tanto el como el Araba no pudieron ser sacados a tiempo y cayeron en manos de los rebeldes. 

Sí pudo salir el Gazteiz, recién terminado y sin artillería, que acompañó a los demás buques a Santoña.

El número de dragaminas y unidades auxiliares se había reducido también desde enero. Un buque, el Mari-Toya, se había hundido al chocar con una mina y cuatro más (Danak Ondo, Danak Batian, Rafael Cantos, y Jaimín) habían sido entregados al Departamento de Industria para ser dedicados a la pesca; también se había devuelto el Severiano Asarta. Otro de los dragaminas (Mourisca) había pasado a utilizarse en tareas de enlace con lo que, a fines de marzo, sólo quedaban disponibles media docena de dragaminas (Gure Artizar, Gure Izarra, Arco, Iris, Nazareno nº 6 y Aralarko Mikel Deuna) y otros tantos buques auxiliares.

Ante las amenazas propagadas en abril por los rebeldes de minar de nuevo el puerto de Bilbao, la Marina de Euzkadi decidió reforzar su flotilla de dragaminas. Se acondicionaron nuevas unidades hasta alcanzar un total de 24 a finales de mayo, aunque sólo 20 de ellas se dedicaron finalmente a estas labores. También se aumentó a 6 el número de lanchas auxiliares y se estableció con ellas, desde principios de abril, un servicio de vigilancia nocturna entre Castro Urdiales y Plencia para controlar los accesos a Bilbao.

A comienzos de mayo se unificó la nomenclatura de todos estos buques. 

Los dragaminas y las lanchas auxiliares sustituyeron sus antiguos nombres por los numerales D-1 a D-24 y L-1 a L-6 respectivamente. 

También las canoas automóviles recibieron nuevos nombres, como la Isi-Anton que paso a llamarse Comandante Moreno como homenaje al fallecido comandante del bou Nabarra o el yate Izaro que fue rebautizado Epailla 5 en recuerdo del combate de Machichaco, etc.

A finales del mes de mayo la Flota Auxiliar de Euzkadi estaba formada por los buques siguientes: 

• 3 bous artillados: Gipuzkoa, Bizkaya, Iparreko-Izarra. El Donostia permanecía en Francia inoperativo, y el Araba, Gazteiz e Iruña estaban terminando sus obras de alistamiento y no disponían de material artillero.

• 20 dragaminas: D-1 (Mª Angeles), D-2 (Julito), D-7 (Alque), D-8 (Alcion), D-9 (Nuevo Constante), D-10 (Constante Barreiro), D-11 (Arco), D-12 (Iris), D-13 (Motrico), D-14 (Ondarroa), D-15 (Eduardito), D-16 (Anthon Mari), D-17 (Marcos), D-18 (Delfina), D-19 (Ibai-Ederra), D-20 (Salvadora), D-21 (Nazareno nº 6), D-22 (Aralarko Mikel Deuna), D-23 (Eugenio), D-24 (Julia).

• 6 motoras: L-1 (Nazareno nº 1), L-2 (Angel de la Guarda), L-3 (Josuren Ama), L-4 (Nazareno nº 9), L-5 (San Isidro), L-6 (San Ignacio de Loyola).

• 15 buques auxiliares: D-3/Napartarra (Domayo) para el enlace radio entre Bilbao y Bayona, y el D-4/Arabarra (Mourisca) y las lanchas Kayue y Txepetx para el enlace marítimo entre esos mismos puertos. 

El D-5 (Gure Artizar) y el D-6 (Gure Izarra) con Lezo de Urreiztieta para el transporte de armas y pertrechos. Las canoas automóviles Comandante Moreno (ex Isi-Anton), Aitor (ex S.C.), Sorgiña (ex Cedard Bird), Miren Garbiñe (ex Politena), y Berabille (ex Tío Maco) al servicio de la Flotilla de Dragaminas. 

El yate Epailla 5 (Izaro), su lancha Epailla 5 L (ex Izaro Auxiliar) y las lanchas motoras Miren Koldobike (ex Pili) y Trinkertxu (ex Jaungoikoa Lagun) destinados todos a servicios portuarios.

En cuanto al personal, se movilizaron las quintas de mar hasta cubrir todas las comprendidas entre 1924 y 1938. También se concedieron algunos ascensos, especialmente entre las categorías inferiores, quizá con el ánimo de reforzar la moral de las tripulaciones de cara a las duras jornadas que se avecinaban. 

A finales de mayo de 1937, la Marina de Euzkadi tenía más de 500 hombres repartidos entre las tripulaciones de los buques y el personal de las dependencias en tierra, que llegarían a cerca de 700 a mediados de junio. 

A las atalayas y puestos de vigilancia de Punta Galea, Punta Lucero, Machichaco y Lequeitio, se habían añadido en abril los de Sopelana, Cabo Villano y Plencia. Además, desde comienzos de mayo, la Jefatura de Marina dispuso ya de su propia emisora, lo que le permitía enlazar directamente con los bous, sin depender de la estación de Santo Domingo, en Archanda, que manejaban las Fuerzas Navales del Cantábrico.

         

El comandante Galdós con varios oficiales y tripulantes en la cubierta del Gipuzkoa durante las reparaciones de los daños sufridos en Machichaco. Entre otros están (de pie, de izda.a dcha.) el 1º oficial Jesús de la Quintana, Galdós, el 2º maquinista Antonio Bosch y el 1º maquinista Ambrosio Arostegui.

 

 

         

 

         

El destructor Císcar llegó al Cantábrico en abril de 1937.

 

 

Los demás efectivos navales en la Campaña de Vizcaya

El 28 de marzo tomaba posesión como nuevo Jefe de FNC el capitán de fragata Enrique Navarro Margati, quedando Vicente Agulló como Jefe del Estado Mayor. La situación en que se encontró a las Fuerzas Navales del Cantábrico era deplorable. 

El 30 de marzo salía de Burdeos el destructor José Luis Díez (CC Horacio Pérez y Pérez) para regresar a Bilbao. Al amanecer se topó con el acorazado españa (CN Joaquín López Cortijo) y los cruceros auxiliares Ciudad de Palma (CC Indalecio Nuñez) y Ciudad de Valencia (CC Juan José Jauregui) y, tras un intercambio de disparos sin consecuencias, pudo ganar Santander gracias a su mayor velocidad. Entró en Bilbao el 31, donde tomó el mando el teniente de navío Evaristo López Rodríguez, de simpatías franquistas. 

Las averías en las turbinas mantendrían al destructor en reparación cerca de dos meses. También estaba en reparación desde enero el submarino C-2, cuyos trabajos no finalizarían hasta junio. 

El Torpedero nº 3 seguía inactivo desde noviembre de 1936 y únicamente realizaría dos salidas en pruebas antes de la caída de Bilbao ( 220 ). 

De la Escuadrilla de Hidroaviones se habían perdido dos en accidente, uno en Bilbao el 25 de marzo y otro en Santander el 28. Sólo quedabadisponible, por tanto, un hidro y estaba en reparación el Sikorsky adquirido por el Gobierno Vasco ( 221 ).

En marzo se había intentado ya enviar desde el Mediterráneo al destructor Almirante Antequera (AN Ricardo Noval) como refuerzo, pero ante el despliegue naval franquista en el Norte con motivo del apresamiento de la motonave Mar Cantábrico, tuvo que entrar en Casablanca (Marruecos) el 9 de marzo, nada más cruzar el Estrecho, y luego retornó al Mediterráneo en junio ( 222 ). 

El refuerzo llegó efectivamente a partir de abril. 

El 11 de abril fondeaba en Santander el destructor Císcar (TN José Mª García Presno) que el 17 seguiría a Bilbao. El 12 de abril, salieron de Cartagena para el Norte el C-1 (AN Jose Martínez Montero) y el C-4 (TN Jesús Lasheras Mercadal), ambos mandados por comandantes que simpatizaban con los rebeldes; antes de cruzar el Estrecho regresaron pretextando pérdidas de gas-oil en el C-1. 

El 28 de abril salió de Cartagena el C-6 (CC Luis Martínez ( 223 )) que llegó a Santander el 6 de mayo sin novedad. Tras un primer crucero que inició el día 9, entró en Portugalete ( 224 ) el 12.

El 9 de mayo entraba por fin en Santander el submarino C-4. Por desgracia el Císcar se contagió muy pronto de la escasa combatividad del José Luis Díez ( 223 B ), el C-4 venía mandado por un oficial de simpatías franquistas y el C-6 fue alcanzado durante un bombardeo aéreo el mismo día de su llegada a Portugalete y tuvo que permanecer en reparación hasta junio.

Para mantener el bloqueo del Cantábrico disponía la Marina Nacional del acorazado españa, el destructor Velasco, los cruceros auxiliares Ciudad de Palma y Ciudad de Valencia, y las Flotillas de bous de Pasajes y Ribadeo, sin que se produjeran cambios en sus mandos, salvo en el Galerna que a mediados de abril recibió al capitán de corbeta Javier de Mendizábal como nuevo comandante. A estos buques se sumaron el 27 de marzo el minador Júpiter (CF Luis Vierna Belando), recién entrado en servicio, y el 3 de abril el crucero Almirante Cervera (CN Manuel Moreu Figueroa)  y el 6 de mayo una Flotilla de Dragaminas (TN Carlos Pardo) de 6 unidades ( 225 ). 

Seguía al frente del Departamento Marítimo de El Ferrol el contralmirante Luis de Castro Arizcun y el capitán de navio Luis García Caveda como Jefe del Sector Marítimo del Cantábrico Oriental.

5.2. El bloqueo de Bilbao y la Campaña de Vizcaya

El combate de Machichaco, además de una disminución de los efectivos de la Marina de Euzkadi, produjo también una reducción de las actividades de los bous. Hasta finales de abril sólo se registraron dos salidas del Iparreko y otras dos del Bizkaya. La primera se efectuó el 12 de marzo, cuando el Bizkaya salió de Bermeo escoltando hasta Bilbao al Yorkbrook.

El Iparreko Izarra salió el 28 de marzo con objeto de escoltar al remolcador Altsu-Mendi  ( 226 ) que conducía la gabarra Virgen del Carmen hasta Saltacaballo para cargar mineral destinado a Altos Hornos; regresaron al día siguiente sin novedad. El 2 de abril repitió la misión, protegiendo esta vez al Ayeta-Mendi  ( 227 ) con la misma gabarra y regresando en el día.


         

Una de las piezas de la batería de cabo Machichaco. La foto está tomada después de ser ocupada por las tropas franquistas.

El 4 fué el Bizkaya el que completó en solitario un servicio de vigilancia nocturna, volviendo al día siguiente. A partir del 20 de abril, con el retorno al servicio del Gipuzkoa, las salidas se hicieron más frecuentes, aunque sin llegar a los niveles de diciembre y enero pasados. 

Por otro lado, a diferencia de los meses anteriores, los bous apenas saldrían ya de las aguas territoriales, operando habitualmente al abrigo de las baterías de costa. 

El 31 de marzo, las tropas del general Mola iniciaban su ofensiva final contra Vizcaya. Simultáneamente hacían llegar a las potencias extranjeras su intención de establecer un bloqueo efectivo de la costa cantábrica y en especial de Bilbao. Además propagaron la noticia de un próximo minado del puerto bilbaíno.

En el mar las operaciones no se habían detenido como lo prueban el ataque del Galerna al Conde de Zubiría ( 228 ) el 11 de marzo a la altura de la isla de Ouessant, la captura del Eretza-Mendi (  229 ) por el Ciudad de Valencia el 26 de marzo después de salir de Bilbao, el ataque que efectuaron el 29 de marzo los bous Virgen de Iciar y Alcázar de Toledo contra el Mar Caspio ( 230 ) cuando se dirigía a Bayona y el hundimiento el mismo día del pesquero Gonzalito ( 231 ) por el acorazado españa cerca de Castro Urdiales.

Pero la campaña como tal se inició el 1 de abril con el bombardeo por el españa de la costa santanderina, entre Santona y Laredo, que prosiguió al día siguiente sobre Islares, con objeto de interceptar las comunicaciones terrestres entre Vizcaya y Cantabria por la ruta costera. 

Los restantes buques franquistas realizaron acciones similares en días sucesivos contra otros puntos de las costas de Santander y Asturias. 

El 4 de abril el Galerna detuvo frente a Santoña al buque panameño Andra ( 232 ), cuando se dirigía a Castro a cargar mineral con destino a Inglaterra. El carguero intentó escapar por lo que el Galerna abrió fuego, alcanzándole y causándole varios muertos y heridos.

Su tripulación lo abandonó y el Andra fue finalmente hundido frente a punta Cerdigo el día 5 por la mañana.

Antes de que las potencias internacionales hubiesen tomado postura sobre el bloqueo se produjo el primer incidente, cuando el 6 de abril el mercante inglés Thorpehall ( 233 ) trató de entrar en Bilbao y el bou Galerna le detuvo a diez millas de la costa. El Thorpehall reclamó ayuda a los destructores que el Gobierno británico mantenía en observación en aquellas aguas y acudió enseguida el Brazen ( 234 ). 

Poco después llegó para apoyar al Galerna el crucero Cervera, decidido a impedir la entrada del Thorpehall.

El Brazen se interpuso entonces entre el crucero rebelde y el mercante y decidió esperar refuerzos. Finalmente acudieron dos destructores ingleses más, el Blanche y el Beagle, que protegieron al, Thorpehall hasta que entró en aguas territoriales vascas.

Uno de los problemas que planteaba el bloqueo era precisamente la definición de lo que eran aguas territoriales.

Mientras los rebeldes reclamaban las 6 millas como aguas territoriales los ingleses solo reconocían el límite de las 3 millas.

Dentro de esta distancia, las baterías costeras que defendían Bilbao ejercían un dominio absoluto sobre las aguas territoriales.

Por lo tanto, una vez traspasado el límite de las 3 millas los mercantes se encontraban a salvo de ser detenidos.

El incidente del Thorpehall puso a las potencias internacionales, especialmente a Francia e Inglaterra, ante la disyuntiva de reconocerlo o no. 

Mientras se tomaba la decisión, el Gobierno británico acordó reforzar su flotilla de destructores en el Cantábrico con el crucero Shropshire y el crucero de batalla Hood, el mayor buque de guerra de su época, con el fin de proteger a sus buques mercantes que, provisionalmente, debían concentrarse en San Juan de Luz. También la Marina francesa decidió mantener en la zona a los destructores Le Fantasque, L’Audacieux y Le Terrible y el aviso Somme ( 235 ).

Mientras, los buques rebeldes prosiguieron sus operaciones.

El 8 de abril, el Galerna lanzó algunos cañonazos contra Bermeo al creer ver un bou vasco en el puerto. La batería costera de Machichaco ( 236 ) le hizo algunos disparos y acudió el Cervera que contestó al fuego, lanzando 21 cañonazos que causaron pocos daños y ninguna baja. 

El españa prosiguió el 13 y 14 bombardeando el litoral asturiano y el puerto de El Musel. El 16 el Cervera capturaba el mercante de bandera panameña Hordena cuando se dirigía de Gdynia a Santander con un importante cargamento de armas ( 237 ).

Dentro del Gobierno británico continuaban las discusiones sobre la aceptación o no del bloqueo impuesto por los rebeldes.

Los buques mercantes británicos que esperaban ir a Bilbao se habían ido concentrando en San Juan de Luz y en la villa vizcaína se empezaban a sentir los rigores del asedio. Un nuevo hecho consumado vino a romper este impasse. El capitán Roberts, del Seven Seas Spray ( 238 ), decidió no esperar más y con la ayuda de Lezo de Urreiztieta, que le indicó la ruta a seguir, puso rumbo a Bilbao el 19 de abril. 

En el trayecto no topó con ningún buque rebelde, ni vio minas en la superficie y pudo llegar a Bilbao sin contratiempos el día 20, después de ser recibido en aguas territoriales por los bous Bizkaya y Gipuzkoa y el destructor Císcar que lo escoltaron hasta el puerto. El barco, que traía 3.600 toneladas de víveres, ascendió por la ría entre el delirio de la población, que veía así roto el bloqueo.

La entrada del Seven Seas Spray demostró que el bloqueo no era efectivo y el jefe de las fuerzas navales británicas, vicealmirante Geoffrey Blake, siguiendo instrucciones de su Gobierno, decidió finalmente proteger la entrada en Bilbao de otros tres barcos cargados de víveres que estaban decididos a hacer la travesía. 

El 23 de abril se presentaron ante Bilbao los mercantes MacGregor, Hamsterley y Stanbrook ( 239 ) con 14.000 toneladas de alimentos, mientras el Hood y los destructores Firedrake y Fortune, desplegados frente al Abra, aseguraban su protección.

El Cervera (CN Manuel Moreu) y el Galerna (CC Pablo Suanzes), situados a la entrada del puerto bilbaino, trataron de impedir la entrada de los mercantes. Acudieron los buques de guerra ingleses, que se enzarzaron en un tenso intercambio de mensajes con los barcos rebeldes sobre los límites de las aguas territoriales y el derecho de cada uno a interceptar o proteger a los mercantes en aquellas aguas, hasta que la batería de Punta Galea ( 240 ) abrió fuego. 

Los disparos cayeron muy cerca del Galerna y del Cervera que se alejaron un poco.

         

El Hamsterley llegó a Bilbao después de burlar el bloqueo de los buques franquistas.

 

 

         

También salieron el Bizkaya y Gipuzkoa para escoltar a los mercantes que venían, mientras el Iparreko-Izarra (Com. Pedro Ruiz de Loizaga) quedaba a la entrada del Abra. 

El Gipuzkoa (Com. Manuel Galdos) sufrió una avería en las calderas y tuvo que regresar, pero el Bizkaya (Com. Alejo Bilbao) se adelantó en solitario y lanzó un disparo contra el Cervera que quedó corto y luego tres más cuando ya se retiraba el crucero. Poco después, los mercantes rebasaban el límite de las 3 millas y, protegidos por el Bizkaya y el Iparreko, entraron en Bilbao. 

Salió a recibirles en el puerto exterior el Nazareno nº 9 con un delegado del Gobierno Vasco a bordo que les dio la bienvenida. El bloqueo quedaba 
definitivamente roto.

El 25 entraron en Bilbao los mercantes Thurston y Stesso con más víveres. El 26 lo hizo el Sheaf Garth, el 28 el Backworth y el 29, escoltados por el Bizkaya y Gipuzkoa, el Marvia, Sheaf Field, Thorpehall y Portelet ( 241 ). 

A lo largo del mes de abril entraron en Bilbao 56 buques de diversas banderas y otro centenar más antes de la caída de Bilbao, en gran medida gracias a la protección de los buques ingleses y franceses cuyos gobiernos no reconocían mas aguas territoriales que las situadas a menos de 3 millas de la costa.

A esto hay que añadir, que los rebeldes tampoco disponían de suficiente número de buques como para mantener una vigilancia permanente de todos los puertos republicanos del Cantábrico. En más de una ocasión, mientras un mercante hacía por Santander atrayendo a los buques de vigilancia franquistas, otro se colaba en Bilbao o viceversa. Así ocurrió por ejemplo el 28 y el 30 de abril. 

Este último día además con graves consecuencias para la Marina Nacional. Todo ocurrió cuando, de mañana, intentó entrar en Santander el Knitsley, atrayendo la atención del españa (CN Joaquín López Cortijo) y del Velasco (CC Francisco Núnez Rodríguez). 

Durante la persecución, el españa entró en el campo  de minas fondeado por el Júpiter un mes antes y chocó con una de ellas. Antes de que se hundiera, el Velasco se abarloó al costado del acorazado y pudo recoger a toda su tripulación a pesar de los ataques de la aviación santanderina que trató sin éxito de entorpecer las labores de rescate ( 242 ). 

Mientras ocurría todo esto, entraban en Bilbao el Consett y el Blackhill ( 243 ). 

Los tres mercantes pertenecían al mismo armador. 

Tanto por la falta de reconocimiento internacional, como por la escasez de buques para sostenerlo, el  pretendido bloqueo de Bilbao resultó poco eficaz. Aunque ciertamente redujo y dificultó el tráfico mercante con la capital vizcaína, como puede apreciarse en el cuadro adjunto, no pudo impedir la llegada de suministros y la salida de evacuados.

En tierra, mientras tanto, proseguía el lento avance de las fuerzas rebeldes, que encontraban una fuerte resistencia de las tropas vascas. A finales de abril las tropas italianas llegadas para reforzar la ofensiva franquista contra Vizcaya iniciaron su avance por la costa. 

El puerto más próximo a la línea de frente era Lequeitio. Inmediatamente se despacharon para allí varios dragaminas de la Marina Auxiliar para colaborar en la evacuación de la localidad.

Iban bajo el mando del capitán Angel Gabiña, a bordo del San Isidro, que llevaba además al Nuevo Constante, al Eduardito y otros. 

Llegaron de noche pero no tuvieron problemas para entrar en el puerto porque a bordo iban varios patrones lequeitiarras que conocían bien la costa. Los dragaminas, junto con una treintena de pesqueros salieron cargados hasta los topes, evacuando así a la mayor parte de la población civil de Lequeitio. 

Justo a tiempo porque las tropas italianas entraron en la localidad al día siguiente, 28 de abril. Al anochecer llegaron más soldados italianos a bordo de los pesqueros Josefina y Nº 105 ( 245 ) procedentes de Ondárroa. 

En días  sucesivos y con ayuda también de los dragaminas continuó la evacuación de Elanchove, Ea, Ibarrenguelua, Mundaca y Bermeo, conduciendo a todos los refugiados a Bilbao.

El nuevo minado de los accesos al puerto de Bilbao, anunciado varias veces a lo largo de todo el mes de abril, no se produjo hasta el día 29. 

En esa fecha, el destructor Velasco, aprovechando la oscuridad de la noche, fondeó 60 minas a la entrada del Abra bilbaina. 

Este campo de minas fue rápidamente descubierto y barrido por los dragaminas vascos en tan sólo cuatro días y sin sufrir una baja. La única baja que se produjo en estos barcos antes de la caída de Bilbao ocurrió el 1 de mayo, cuando el marinero de la lancha San Isidro (luego L-5), Modesto Agirregomezkorta, murió ahogado al saltar al agua durante un bombardeo contra el puerto exterior de Bilbao. 

Por otro lado, a causa de una grave enfermedad el capitán Gabiña tuvo que ser sustituido el 26 de mayo, al frente del D-21 y de la Flotilla de Dragaminas, por el capitán Ramón Garayalde Bascaseaux, antiguo práctico del puerto de Pasajes.

Varios dragaminas se ocuparon de atender otros cometidos que nada tenían que ver con el rastreo de minas. El Domayo, luego rebautizado Napartarra y asignado el numeral D-3, siguió atendiendo el enlace por radio entre la Presidencia del Gobierno Vasco en Bilbao y la Delegación de Bayona, y su compañero el Mourisca, rebautizado Arabarra y D-4, el enlace marítimo entre las dos capitales. 

Se ocupó de trasladar correspondencia  oficial, algún pasajero extraordinario ( 246 ) y pequeños  suministros. Hizo aproximadamente un viaje al mes, pero, desde comienzos de abril, la  presencia constante de buques rebeldes frente al Abra, le obligaría a permanecer definitivamente en Bayona hasta el fin de la guerra. 

A partir  de mayo, el servicio de enlace marítimo Bilbao-Bayona fue confiado a dos lanchas rápidas, la Txepetx y la Kayue, que quedaron bajo el  mando de los capitanes Policarpo Bilbao (sustituido poco después por Casto Ugarte) y Juan Ibarluzea. Gracias a su velocidad y a su tamaño  estas lanchas podían burlar con facilidad el bloqueo; sus viajes proseguirían hasta la caída de Bilbao. 

A comienzos de junio la Kayue resultó  inutilizada por incendiársele el motor y la Txepetx acabaría quedando en Francia al perderse Bilbao.

Otros dos dragaminas, el D-5 y el D-6, fueron destinados a una nueva misión especial. El 10 de mayo se nombraron capitanes para ambos buques a  Basilio Badiola y Juan Uriarte, hasta entonces oficiales del Gipuzkoa y Araba respectivamente, y zarparon a continuación para Saint Nazaire. 

Llegaron el 12  inmediatamente se pusieron en contacto con Lezo de Urreiztieta para colaborar con él en la introducción de  armas y suministros en Bilbao. En una de las operaciones menos conocidas de la Marina de Euzkadi, los dos buques marcharon a Bélgica  para recoger un cargamento de armas que debían trasladar a Bilbao.

Después de recoger las armas de un barco fondeado frente a las costas belgas, se dirigieron a la capital vizcaína. Sin embargo, durante la travesía se supo que las tropas franquistas habían tomado Bilbao y el D-5 y D-6 tuvieron que entrar finalmente el 22 de junio en San Vicente de la Barquera. Allí descargaron las armas y unos días después regresaron a Francia.

Entretanto, las tropas italianas proseguían su avance por la costa. El 28 de abril habían entrado en Guernica. Desde allí, el día 30, progresaron por la orilla izquierda de la ría de Guernica ocupando sucesivamente Busturia, Pedernales, Mundaca y, al anochecer, Bermeo. 

Con ello prolongaron excesivamente sus líneas y se colocaron en un posición delicada. Lo aprovecharon enseguida las tropas vascas que el 1 de mayo atacaron las posiciones italianas en Bermeo, descolgándose por las faldas del Truende y del Sollube.

 

         

 

Hundimiento del acorazado españa en las cercanías del puerto de Santander al chocar con una mina el 30 de abril de 1937.

En esta ocasión pudieron contar incluso con la cooperación de la Marina, pues se envió al destructor Císcar y a los bous Gipuzkoa y Bizkaya para apoyar con su artillería el ataque, en la única operación de este tipo realizada por buques vascos en toda la guerra  ( 247 ).

Los buques salieron a las 7 de la mañana, adelantándose un poco el Císcar por su mayor velocidad. A la altura de cabo Villano, el Císcar observó la presencia del bou rebelde Galerna y una vez identificado como tal, le atacó desde unos 9.000 metros. Le lanzó 26 cañonazos mientras el bou huía a toda máquina, pero evitó perseguirle para continuar con la misión encomendada. 

El Císcar se reunió a continuación con los dos bous y a las 12 de la mañana los tres barcos se situaron frente a Bermeo. Sin esperar más iniciaron el bombardeo de las posiciones italianas, al tiempo que los gudaris atacaban por tierra. 

Durante cerca de una hora el Gipuzkoa y el Bizkaya, muy próximos a la  costa, y el Císcar, desde mayor distancia, batieron la carretera de Mundaca a Bermeo, una batería de cañones instalada en la punta de Laga  y los nidos de ametralladoras situados en la isla de Chacharramendi.

Pero sucedió que los cañones del Gipuzkoa, recién reparados, acabaron por encasquillarse y tuvo que retirarse a puerto escoltado por el Bizkaya. El  Císcar, no queriendo quedarse sólo, se retiró también a Bilbao. Los combates en Bermeo y Mundaca prosiguieron con dureza. 

El día 2 los italianos se vieron obligados a abandonar Mundaca y refugiarse en Bermeo, mientras el bou franquista Galerna bombardeaba el faro y la batería de Machichaco. 

El 3, los bous Galerna, Denis y Alcázar de Toledo apoyaron con su artillería a las tropas italianas, mientras éstas recibían refuerzos y el 4 consolidaban definitivamente sus posiciones, con lo que podía darse por finalizado el contraataque vasco. 

Los combates en la zona prosiguieron hasta el 8 de mayo, fecha en que las tropas italianas tomaron Machichaco.

El avance de las tropas italianas sobre Bermeo tuvo además otras repercusiones menos conocidas. 

La noche del 27 al 28 de abril de 1937, los restos mortales del fundador del Partido Nacionalista Vasco, Sabino Arana, fueron extraídos de su tumba en el cementerio de Sukarrieta conducidos a Bilbao, para evitar que fueran profanados. 

En Bilbao se depositaron en la sede del EBB, siendo después introducidos en una urna de cinc. Con objeto de que su definitiva ubicación no fuera conocida, el presidente del BBB, Juan de Axuriagerra, organizó una operación de distracción. 

Hizo confeccionar una segunda urna de cinc, idéntica a la anterior, y mientras introducía secretamente la original en un panteón del cementerio de Zalla, preparaba el traslado de la segunda a Laburdi. De realizar este traslado se encargó la Marina de Euzkadi. 

Aunque la operación era supuestamente secreta, Axuriagerra contaba con que todos los participantes en ella la conocieran y de un modo u otro el “secreto” pudiera llegar a ser conocido por otros más. Todos creerían que ésta era la urna que contenía los restos de Sabino Arana y nadie pensaría en otra posibilidad. 

La segunda urna contenía, en realidad, instrumentos utilizados en la manipulación del cadáver y, al parecer, un pequeño recipiente de cristal con restos óseos pulverizados. La Jefatura de Marina acondicionó convenientemente una lancha rápida y le asignó una dotación de toda confianza. 

La lancha era la Txepetx y la dotación, encabezada por el capitán Policarpo Bilbao Zubiaga, embarcó el 21 de mayo. 

Al día siguiente por la noche, salió la Txepetx de Portugalete con tres de sus tripulantes, llevando a bordo a un joven que custodiaba una caja cuyo contenido “desconocían”. 

El 23 de mayo de madrugada, la Txepetx cruzó la barra del Adour y se amarro al Domayo, surto en Bayona. 

De allí, la caja fue trasladada a “Villa Mimosas”, sede de los Servicios de Información del PNV en Laburdi y posteriormente sería conducida al monasterio de Lestelle-Betharram, cerca de Lourdes. La maniobra de confusión no sería conocida hasta 1989.- ( Nota 248 ).

 

5.3. Evacuación de la población civil

         

El Bizkaya durante un servicio de escolta. Fotograma de una filmación de la época. (FV-EF).

Hasta el bombardeo de Guernica, el Gobierno Vasco no se había planteado seriamente el evacuar a la población civil de Vizcaya. Se pensaba que los bombardeos aéreos no causarían un gran número de bajas gracias a la red de refugios existente, y además una evacuación general podía causar un efecto desmoralizador sobre las tropas que combatían en el frente. Sin embargo, los resultados del bombardeo de Guernica hicieron cambiar completamente la mentalidad de los consejeros del Gobierno Vasco. 

El propio presidente Agirre inició la campaña en pro de la evacuación al día siguiente del bombardeo, haciendo un dramático llamamiento a los gobiernos del mundo para que ayudaran a salvar a los niños vascos.

La evacuación civil fue organizada por el Departamento de Asistencia Social. La Dirección General de la Marina Mercante vasca se encargó de preparar los buques para el transporte de evacuados. El más significado de todos ellos fue el trasatlántico Habana ( 249 ), amarrado en Bilbao desde que comenzó la guerra.

Había sido requisado en enero de 1937 para transformarlo en buque hospital, aunque el proyecto no llegó a materializarse.

Realizaría un total de 6 viajes, trasladando a Francia e Inglaterra cerca de 23.000 refugiados. Otro buque destacado en la evacuación fue el yate Goizeko-Izarra ( 250 ), de Ramón de la Sota y Aburto, puesto al servicio del Gobierno Vasco por su propietario.

Llegó a realizar 5 viajes trasladando a Francia casi 2.000 evacuados. A comienzos de junio cambió su nombre por el de Warrior tras ser vendido a un armador inglés.

También tomaron parte en la evacuación varios mercantes que se encontraban amarrados en la ría bilbaína desde hacia tiempo, como el Cabo Corona, el Zurriola y el Galea ( 251 ). 

E igualmente buques extranjeros como los franceses Carimare, Château Palmer, Châteu Margaux y Ploubazlanec ( 252 ) o los ingleses Marvia, Thurston, Stancourt, Seven Seas Spray, Kenfig Pool, Thorpehall y Alice Marie ( 253 ). 

Estos mismos y otros buques se encargaron de trasladar equipos, pertrechos y diverso material. La mayor parte de los viajes con evacuados tuvieron como destino Francia, mientras equipos y material se trasladaron a Santander.

Los primeros viajes de evacuación desde Vizcaya ya habían tenido lugar a finales de marzo y comienzos de abril de 1937 a instancias de la Embajada republicana en París. El traslado se llevó a cabo desde Bermeo por medio de destructores británicos enviados al efecto ( 254 ). 

Pero la evacuación general dio comienzo el 6 de mayo de 1937 y se prolongó prácticamente hasta la caída de Bilbao el 19 de junio de 1937. El procedimiento era casi siempre el mismo. El embarque de los evacuados, controlado por la Policía Marítima y las Fuerzas de Orden Público, se hacía en el Puerto Franco de Santurce generalmente al anochecer para evitar ataques aéreos. 

De madrugada, los dragaminas vascos rastreaban el canal de salida para comprobar que se hallaba libre de minas y los bous Gipuzkoa y Bizkaia efectuaban un reconocimiento de la ruta para comprobar que estaba despejada. Los barcos con los evacuados salían a continuación enarbolando la bandera con la cruz roja  de San Jorge.

 

 

Eran escoltados habitualmente por los bous y, a veces por el destructor Císcar, hasta el límite de las tres millas de aguas territoriales.

En el límite de las tres millas, la Marina Real británica tomaba el relevo y escoltaba los buques hasta su puerto de destino que normalmente era Le Verdon/Pauillac (antepuerto de Burdeos) o La Pallice (antepuerto de La Rochelle). 

En una ocasión fue la propia Marina de Guerra francesa quien escoltó los buques hasta su destino, pero el previsible curso de la guerra favorable a los rebeldes hizo que el Gobierno francés no se mostrara muy dispuesto a implicarse más en las tareas de evacuación y la acción no se repitió. 

En total, antes de la toma de Bilbao, salieron por mar cerca de 32.000 personas en dirección a puertos franceses ( 255 ); más de 4.000 evacuados, en su mayoría niños, fueron a Inglaterra, y otros 10.000 más a Santander. 

En el cuadro adjunto se detallan cronológicamente las operaciones de evacuación de la población desde puertos de la ría bilbaína, a lo largo de mayo y junio de 1937. 

Se indican los mercantes que participaron en ella y las unidades navales que les dieron escolta.

 

Tripulaciones vascas en buques republicanos

A finales de mayo de 1937, la situación de los buques de las Fuerzas Navales del Cantábrico era lamentable. El destructor José Luis Díez llevaba más de un mes con pequeñas reparaciones sin salir a la mar nada más que una vez. El Císcar había empezado a contagiarse de la escasa combatividad de su compañero, el 9 de mayo había incumplido la orden de proteger al petrolero Campoamor ( 256 ), regresando a puerto por supuestas averías. 

El 15 recibió orden de escoltar al día siguiente un convoy con evacuados civiles hasta el límite de las 3 millas, pero el comandante del Císcar se negó en redondo si el José Luis Díez no participaba y la Jefatura de las FNC tuvo que enviar al Díez a ese servicio aún sin terminar su reparación. 

El 26 de mayo abandonó al vapor mercante Itxas-Alde ( 257 ) cuando le escoltaba, al interceptar por radio unos mensajes del Almirante Cervera que indicaban su presencia en aquellas aguas. Poco después el Itxas-Alde era capturado por el Cervera. 

Además unos días antes, el 21 de mayo, había abordado y hundido en el Abra al dragaminas D-18 a su regreso de escoltar buques con evacuados.

La situación en los submarinos no era mucho mejor, el C-2 seguía con las reparaciones iniciadas en enero de 1937 y su comandante se pasaba el día en un refugio antiaéreo, provocando la burla de la población. El C-4 operaba desde Santander con un comandante que simpatizaba con los rebeldes y, lógicamente, sin ninguna eficacia. 

El C-6, el único que tenía una tripulación con una elevada moral de combate, no había terminado aún la reparación de las averías sufridas en el ataque aéreo del 12 de mayo. 

Para cubrir bajas y desembarcar algún tripulante indisciplinado ( 258 ), su comandante solicitó personal a la Marina vasca que, en un par de días, le facilitó nueve hombres procedentes del Voluntariado del Mar.

 

         

Evacuación de niños a bordo del Habana.

 

 

 

          

Llegada a Bilbao de un buque mercante francés.

Por otro lado, los barcos conservaban los Comités de a bordo a pesar de que habían sido suprimidos en todos los demás buques de la Flota Republicana. A través de ellos las tripulaciones imponían su criterio en los asuntos del servicio, decidiendo sobre las salidas a la mar y las acciones a realizar e incumpliendo muchas de las órdenes de operaciones cursadas.

La indisciplina y el abandono de las tripulaciones, toleradas o incluso fomentadas por alguno de los comandantes, había convertido a los buques de las FNC en instrumentos totalmente inoperantes.

La gota que colmó la paciencia del Gobierno Vasco y del Jefe de las FNC fue el rechazo del presidente del comité del José Luis Díez a aceptar que embarcaran diez reservistas navales de la Marina Auxiliar enviados al destructor para cubrir bajas “por ser vascos y presumir pudieran tener una misión policial secreta”. 

El jefe de las FNC escribió entonces al consejero de Defensa del Gobierno Vasco, José Antonio Agirre, y después de reproducir literalmente estas afirmaciones, le pidió que desembarcara a la marinería de los dos destructores y la remplazara por personal de su confianza. 

La noche del 31 de mayo, hacia las 23 horas, fuerzas de la Marina Auxiliar, de Orden Público y de la Ertzaña bajo la supervisión de José Mª Burgaña, Delegado de Marina en Portugalete, se dirigieron al muelle de armamento de la Naval de Sestao donde estaba amarrado el José Luis Díez y se apoderaron del buque sin oposición. La operación se repitió de forma idéntica con el Císcar, amarrado en el muelle de Zorroza.

Toda la tripulación estaba dormida, incluso los centinelas.

Inmediatamente las dotaciones de los dos buques fueron desalojadas y conducidas detenidas a un chalet de Deusto.

Al día siguiente se nombró nuevo comandante del Císcar a Juan Antonio Castro Izaguirre ( 259 ), marino tolosarra, manteniendo en su puesto al del José Luis Díez. 

Se suprimieron los comités y se nombraron Comisarios Políticos a Alejo Bilbao, hasta entonces comandante del Bizkaya, para el Císcar, y a Manuel Galdós, comandante del Gipuzkoa, para el José Luis Díez. 

Muchos tripulantes de los bous y dragaminas de la Marina de Guerra Auxiliar pasaron a ocupar los puestos de los tripulantes desembarcados. Aproximadamente unos 100 embarcaron en el Císcar y 114 en el José Luis Díez. 

El resto de las dotaciones estaba formado por especialistas, personal del que no disponía la Marina vasca, y que, por  tanto, hubo de continuar desempeñando sus labores. Con el cambio de tripulaciones los barcos adquirieron un nuevo aspecto, se  recobró la disciplina a bordo y los destructores volvieron a la actividad con una nueva moral de combate.

Desde que personal del Voluntariado del Mar pasó a tripular el Císcar, el José Luis Díez y el submarino C-6 estos buques fueron atendidos por los Servicios de Intendencia de la Marina Auxiliar y así siguió hasta la caída de Bilbao.

El primer servicio con la tripulación renovada lo cumplió el Císcar la madrugada del 5 de junio, escoltando al trasatlántico Habana que transportaba 4.500 refugiados para Pauillac. El Císcar escoltó al Habana hasta el límite de las tres millas, donde fue recogido por la Marina británica. 

El 7 de junio el Císcar desarrolló un nuevo servicio, único en su género entre los realizados por buques republicanos durante la guerra en el Norte, la escolta del petrolero Gobeo ( 260 ) hasta Bilbao, desde más de cien millas de la costa. El Císcar avistó al Gobeo a media tarde y le escoltó hasta su llegada a Bilbao la madrugada del 8 de junio. 

Poco antes de la llegada se incorporó a la escolta el José Luis Díez que volvía así también al servicio activo. 

El 9 el Císcar realizo otra salida con objeto de interceptar un mercante belga que debía venir de Francia a Pasajes con un cargamento de armas y al que no pudo localizar. 

La madrugada del 10 de junio, volvieron a salir ambos destructores para realizar un nuevo intento de localizar al mercante, cuando se toparon con el crucero Almirante Cervera (CN Manuel Moreu) a unas 30 millas al Norte de cabo Machichaco, primero el Císcar (AN Juan Antonio Castro) y luego el José Luis Díez (TN Evaristo López). 

Se produjeron dos cortos intercambios de disparos sin que ninguno de los contendientes hiciera blanco. Los destructores arrumbaron al N y NE a toda máquina y en poco tiempo dejaron atrás al Cervera, gracias a su mayor velocidad.

Una vez reparadas las averías sufridas en el bombardeo del 12 de mayo y embarcados los nueve cabos y marineros del Voluntariado del Mar el submarino C-6 se hallaba listo para volver al servicio. A diferencia de lo que ocurría con los submarinos C-2 y C-4 la moral de su tripulación era muy alta.

Salió de Bilbao en las últimas horas del 6 de junio para efectuar un crucero contra los buques enemigos que bloqueaban la costa.

Aunque tres días después entró en Santander sin haber obtenido resultados, volvió a salir el 18 de junio. En esta ocasión tenía como objetivo concreto atacar al Cervera. A primeras horas del día 20 el C-6 localizó al Cervera frente a la costa cántabra y, tras situarse en posición de tiro, le lanzó dos torpedos que no dieron en el blanco; regresando el 21 a Santander. 

Esta actitud del C-6, que contrastaba profundamente con la pasividad de los otros submarinos, valió a su comandante, el capitán de corbeta soviético Ivan Alekseievich Burmistrov, el ser nombrado Jefe de la Flotilla de Submarinos que operaba en el Cantábrico. 

Durante el resto de la campaña, el C-6 se destacó por su  constante actividad y sus ataques con torpedos contra el Baleares (24-7-37) y el Júpiter (15-10-37), aunque no consiguió ningún blanco.

 

5.4. La caída de Bilbao

El 11 de junio de 1937 las tropas franquistas iniciaron la última fase de la campaña de Vizcaya. Al íia siguiente, tras una fuerte preparación aérea y artillera consiguieron abrir brecha en el “Cinturón de Hierro” que defendía Bilbao. 

El 13 ocuparon Lezama y Zamudio, llegando a las puertas de la capital vizcaína. Su entrada en la ciudad era sólo cuestión de días. Los contínuos bombardeos de la Aviación rebelde provocaban importantes daños de los que no se vio libre la Marina de Euzkadi. 

El 13 de junio resultaron hundidos los dragaminas D-15 y D-24 cerca del puente colgante en uno de estos ataques y quedaron seriamente averiados el D-20 y la L-2. 

Por otro lado, la presencia de numerosos buques rebeldes a la entrada de Bilbao amenazaba con cortar definitivamente la salida por mar. Por ello, el Gobierno Vasco decidió acelerar la evacuación de la ciudad.

           

Sello del Comisario político del Císcar.

Desde comienzos de junio los bous artillados permanecían inactivos. Se habían quedado sin comandantes y casi sin tripulantes al haber sido trasladados la mayoría de ellos al Císcar y José Luis Díez. Pero el avance de las tropas rebeldes y los preparativos para la definitiva evacuación de Bilbao forzaron su vuelta a la actividad. 

El 13 y 14 de junio llegaron a los bous nuevas dotaciones formadas por personal del Cuartel de Marina de Getxo. Para mandar el Bizkaya embarcó el comandante Ramón Garrastazu y para el Gipuzkoa, Policarpo Bilbao. 

Aunque los barcos volvían a estar otra vez en condiciones de navegar, la inexperiencia de las tripulaciones recién embarcadas no permitía esperar de ellos un rendimiento similar al de quince días atrás. 

Al tiempo se apuraban las operaciones de evacuación, trasladándose ya no sólo a refugiados civiles sino también los archivos del Gobierno de Euzkadi, depósitos, oro y fondos económicos que se embarcaron en el Thurston y Seabank ( 261 ) y salieron el 14 para La Rochelle.

El mismo 14 de junio, el jefe de las Fuerzas Navales del Cantábrico, Enrique Navarro, dio instrucciones a los comandantes del Císcar y del José Luis Díez de estar listos para zarpar a medianoche con refugiados para Francia. Esta orden no era la de una evacuación más. 

Aprovechando el traslado de refugiados, los jefes de las FNC estaban preparando en realidad su propia deserción. 

Además, algunos mandos de la Marina Auxiliar y varios responsables del Ejército que vieron en esta salida la última oportunidad de escapar de Bilbao se las ingeniaron también para embarcar.

         

Cañón antiaéreo del José Luis Díez atracado junto al muelle de la Naval (Sestao). En una ocasión, al responder a un ataque aéreo, alcanzó con su fuego a la propia chimenea del destructor. (Archivo CNT).

Por la noche atracaron a los muelles del Puerto Franco de Santurce el Císcar y el Díez. Para controlar el embarque de refugiados llegaron el secretario de la Jefatura de Marina de Euzkadi, Duranona, al Císcar y el jefe de Personal, Larrondo, al Díez. Después llegaron también Navarro, Agulló Jefe del E.M. de las FNC y el propio Egia. 

A continuación fueron subiendo a bordo los refugiados, en su mayoría mujeres y niños, pero también algún hombre en edad militar. Como quiera que los oficiales de los destructores pretendieran comprobar si estos  hombres estaban en las listas, los jefes de las FNC intervinieron ordenando que no se pusieran inconvenientes a la entrada de refugiados. 

Varios responsables militares aprovecharon entonces la ocasión para embarcar sin control. En total subieron a los destructores 110 mujeres, 34 niños y 144 hombres, de ellos 122 en edad militar. Entre ellos estaban Navarro, Agulló, Durañona y Larrondo, y un buen número de jefes y oficiales de la Marina Auxiliar, el Ejército y la Ertzana. 

Algunos más escaparon en el Warrior (antiguo yate Goizeko-Izarra) que también recogió a numerosos refugiados, militares y policías ( 262 ). 

Al ver lo que sucedía el recién nombrado comandante del Bizkaya, Garrastazu, el telegrafista y alguno más embarcaron en el yate Epailla 5 y escaparon con él a Francia. Al día siguiente se envió para sustituirle al comandante José Antonio Sopelana. A continuación salió el submarino C-2 que entró poco después en Castro Urdiales y el 17 seguiría para Santander ( 263 ).

 Pasada la 1 de la madrugada del 15 de junio los destructores pusieron rumbo a Burdeos. Algo después zarpó el Warrior ( 264 ) y los últimos buques con evacuados, el Thorpehall –que también conducía archivos y documentación del Gobierno Vasco– y el Alice Marie. En el trayecto, las tripulaciones de los destructores se dieron cuenta de lo que ocurría y surgieron las primeras protestas y tensiones. 

Una vez llegados a puerto, el Císcar a La Pallice y el Díez a Le Verdon, se produjo la deserción inmediata de Navarro y Agulló, que la tripulación del Císcar estuvo a punto de impedir a tiros. En Le Verdon desertaron también el comandante del José Luis Díez, Evaristo López y otros tres oficiales; todos ellos se pasarían después al bando franquista ( 265 ). 

Ante estos hechos las tripulaciones se opusieron al desembarco de los refugiados hasta tanto no se aclarara la situación de cada uno, pero las autoridades francesas presionaron para que se dejara desembarcar a todo el mundo. 

Situaron fuerzas de gendarmería y marinería en los muelles, enviaron a los destructores L’Audacieux y L’Orage para vigilar de cerca al Císcar y José Luis Díez respectivamente y les prohibieron abandonar sus fondeaderos. 

Al final ambos buques tuvieron que permitir el desembarco de  todos los refugiados, lo que se hizo después de requisar todo el oro, alhajas y piedras preciosas que se habían traído de Bilbao, llenando con  ello varias cajas de regular tamaño. 

El 20 de junio saldrían de regreso a Santander.

Después de la salida de los destructores, se embarcaron en el Bizkaya, Gipuzkoa, Iparreko-Izarra y en los dragaminas y lanchas auxiliares todos los víveres, ropa y efectos navales que se pudieron sacar de los almacenes de Portugalete. Y pasadas las 6 de la mañana, los buques de la Marina Auxiliar de Euzkadi comenzaron a abandonar la base naval y la dársena de Galdames rumbo a puertos cántabros. También lo hizo el Torpedero nº 3.


         

El bou Galerna recibiendo el saludo de la tripulación del Almirante Cervera.

 

 

 

         

Aviones italianos bombardean Las Arenas y la base naval de Portugalete.

Todos los bous, excepto el Gipuzkoa, los dragaminas D-12, D-16, D-17, la L-6 y las canoas Aitor, Berabille y Trinkertxu entraron directamente en Santoña y los restantes dragaminas y lanchas auxiliares en condiciones de navegar continuaron hasta Santander. El Gipuzkoa fondeó  primero en Laredo, para continuar a Santoña al día siguiente. 

La L-4 fue la única embarcación que se dirigió a Francia; entró en Le Verdon el 20 de junio y salió después para Bayona, donde permanecería hasta el fin de la guerra. En Portugalete quedaron abandonados el D-20, la L-2 y las demás canoas.

Además de estas unidades, tres bous estaban en los diques de “Euskalduna” realizando obras de acondicionamiento. Eran el Araba, Gazteiz e Iruña. A toda prisa pudieron alistarse los dos primeros pero hubo que abandonar al Iruña porque tenía su máquina desmontada. 

El Gazteiz pudo aprovisionarse de carbón y hacerse a la mar a las órdenes del comandante José Antonio Gurrutxaga, llegando primero a Castro y luego a Santoña. Allí se reunió con los demás bous. 

El Araba fue remolcado a los muelles de la factoría de “La Vasconia” para aprovisionarse de carbón, pero cuando lo estaba cargando el 16 de junio, fue volado el Puente Colgante y quedó cortado el paso a la navegación por la ría. En vista de ello y para evitar su captura fue hundido por su propia tripulación frente a Sestao. 

Tanto el Iruña como el Araba serían luego recuperados por los rebeldes e incorporados a su Marina de Guerra con los nombres de Virgen de Begoña y Álava respectivamente ( 266 ).

La caída de Bilbao era inminente, sin alimentos, agua, ni luz el 16 de junio el Gobierno Vasco decidió el abandono de la villa y su retirada a Trucíos. Buena parte de la población trató de escapar por mar en cualquier buque disponible, todas las embarcaciones en disposición de navegar zarparon de los puertos de la ría, plagadas de refugiados, para alcanzar Santander o la costa francesa. 

Frente al Abra bilbaína se habían situado el 16 de junio el Cervera, el Galerna, el Júpiter y otros bous menores. Justo había empezado a amanecer cuando avistó el Galerna (CC Javier de Mendizábal) un grupo de cuatro buques recién salidos de Bilbao: el remolcador Ayeta Mendi que remolcaba al vapor Itxas Ondo ( 267 ), seguidos del petrolero Gobeo y del pesquero Gure Itxaropena ( 268 ). 

Se acercó a ellos, les hizo un disparo por la proa y les apresó, entregándolos después al minador Júpiter. Iban todos cargados de civiles que evacuaban Bilbao y el Gobeo, además, de combustible. 

A continuación realizó un bombardeo de la carretera Bilbao-Santander, a la altura de Cerdigo e Islares.

Apenas había acabado esta misión cuando apresó a otro pesquero más, el Galanta ( 269 ), cargado también de mujeres y niños. Varios pesqueros más fueron apresados por el Cervera. A pesar de todo, la mayor parte de la Flota Mercante y de Pesca consiguió evacuar Bilbao y alcanzar puertos de refugio.

El 17 de junio el Galerna descubrió a los bous vascos fondeados en Santoña y dió aviso al crucero Almirante Cervera (CN Manuel Moreu). Al día siguiente por la tarde, el Cervera, acompañado por los bous Galerna, Ciriza y Fantástico se situó a unas 9 millas de Santoña y a las 17.48  abrió fuego contra el Bizkaya y Gipuzkoa con las piezas de mayor calibre. 

El ataque duró tan solo 7 minutos, lanzando en ese tiempo 36 proyectiles, dos de los cuales alcanzaron al Gipuzkoa, y luego se retiró ( 270 ). 

Los buques vascos fueron cogidos por sorpresa, sin que las nuevas tripulaciones supieran reaccionar. Parte de la tripulación del Gipuzkoa se tiró al agua.

En cambio en el Bizkaya, donde estaba ausente el comandante, el primer oficial Avelino Gonzalez Zulaika que pertenecía a la dotación antigua, asumió el mando del buque, supo controlar a  la dotación y ordenó responder al fuego. Sus disparos cayeron cerca de los bous que acompañaban al Cervera, obligándoles a alejarse. A consecuencia del ataque un tripulante del Gipuzkoa resultó muerto y tres másheridos ( 271 ). 

Finalmente el 19 de junio caía Bilbao. Las tropas franquistas entraron el 22 en Sestao y Portugalete y el 23 en Santurce y Ciérvana, llegando el 24 a Punta Lucero. El 2 de julio se detenía el avance y se estabilizaba temporalmente el frente.

Después de abandonar Bilbao y la base naval de Portugalete la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi se reorganizó en los puertos cántabros donde había encontrado refugio. En Santander, en un edificio próximo al puerto, sito en el nº 61 de la avenida de Pablo Iglesias, se instalaron las nuevas oficinas de la Jefatura de la Marina vasca. 

La Jefatura tenía ahora dimensiones más reducidas. Además de Joaquín de Egia, que había escogido a Andrés de Atela como secretario, sólo subsistían los negociados de Administración (Eugenio Pedro Jiménez), Reparaciones  (Francisco de Zabaleta) e Intendencia (Cándido Caballero), con apenas una docena de personas más para los servicios  administrativos y de tierra.

Aún seguían dependiendo de la Marina Auxiliar más de 600 hombres repartidos entre los buques de las Fuerzas Navales del Cantábrico, los bous, los dragaminas, los servicios de la Jefatura y los buques internados en Francia, sin incluir los escapados a Francia o los que no pudieron evacuar Bilbao. 

Después de regresar a Santander los destructores Císcar y José Luis Díez, dos tercios de los tripulantes embarcados por la Marina de Euzkadi fueron desembarcados, volviendo a bordo las antiguas dotaciones que habían sido desalojadas en Bilbao. El personal desembarcado de los destructores ocupó otra vez los puestos dejados en los bous y los que excedían en estos pasaron a los dragaminas o a unidades del Ejército, aumentando de esta manera las dotaciones de todos los buques.

En Santoña se hallaba fondeada una pequeña escuadrilla compuesta por los bous Bizkaya, Gipuzkoa, Gazteiz e Iparreko-Izarra, los dragaminas D-12, D-16, D-17, la lancha auxiliar L-6 y las canoas Aitor, Trinkertxu y Berabille. 

Inicialmente desempeñó el mando de esta escuadrilla José Antonio Sopelana pero a los pocos días fue autorizado a marchar a Francia y le sustituyó desde el 5 de julio Alejo Bilbao, que había dimitido de su puesto de comisario político del Císcar en solidaridad con los tripulantes desembarcados. 

La pérdida del “paraguas” que suponían las baterías de Punta Galea y Punta Lucero, limitaba considerablemente la capacidad operativa de los bous que además estaban necesitados de un profundo repaso. 

Por otro lado, al concentrarse en Santander todos los buques de guerra republicanos se hacía necesario proteger el puerto con artillería.

Con ese objeto, el 21 de junio, a instancias de la Jefatura del Ejército del Norte, después de consultar con los mandos navales y con el  Gobierno Vasco, se ordenó desmontar los cañones de los bous Gipuzkoa, Bizkaia e Iparreko-Izarra. Los barcos quedaron desartillados el 22. 

Sus cañones –con los que se pretendía reforzar las defensas costeras de Santander–, ametralladoras y todo el armamento portátil de que disponían fue desembarcado y trasladado a la capital montañesa el 10 de julio.

En Santander, la Jefatura de Marina mantenía todavía bajo sus órdenes directas los dragaminas D-1, D-2, D-7, D-8, D-9, D-10, D-11, D-13, D-14, D-19, D-21, D-22 y D-23 y las lanchas auxiliares  L-1, L-3 y L-5. 

Finalmente en Francia permanecían internados el Donostia, D-3, D-4, Epailla 5, la L-4 y la Txepetx.

El D-5 y el D-6 continuaban en misión especial con Lezo. 

El 22 entraron en San Vicente de la Barquera y volvieron a salir el 25 hacia Saint Nazaire, de donde ya no regresarían ( 272 ). 

Como jefe de la Flotilla de Dragaminas se nombró al capitán del D-7, Jesús Aldamiz-Gogeascoa, ya que Ramon Garayalde estaba entre los escapados a Francia.

Santander se había convertido ahora en la base y sede de las Fuerzas Navales del Cantábrico. Después de la deserción de Navarro y de Agullo, asumió provisionalmente el mando el teniente de navío Gerardo López de Arce, hasta que el 24 de junio fue designado para el puesto el delegado marítimo de Santander, capitán de fragata retirado Juan Antonio Villegas, y el paso a ser jefe del Estado Mayor. 

Hombre de edad avanzada, Villegas se vió pronto abrumado por las responsabilidades del puesto y pidió su relevo. Volvió a nombrarse al capitán de navío Valentín Fuentes ( 273 ), que tomó posesión el 9 de julio. Tuvo como asesor a un oficial ruso Aleksandr P. Aleksandrov (Sr. Falcon) y a primeros de agosto nombró jefe de su Estado Mayor a otro, Arkadi V. Kruchonyj (CC Miguel Sebastián).

En Santander se concentraron el José Luis Díez, el Císcar, C-2, C-4, C-6 y el Torpedero nº 3. Para nuevo comandante del José Luis Díez se designó en junio al teniente de navío Jose Mª García Presno y en julio se sustituyó al comandante del C-2, teniente de navío Eugenio Calderón por el alférez de navío José Luis Ferrando Talayero, otro oficial de simpatías franquistas que acabaría desertando. 

Los medios de observación aérea habían quedado reducidos al Sikorsky adquirido por el Gobierno Vasco y un hidroavión Savoia 62 con problemas de mantenimiento. El Sikorsky, una vez completada su reparación, realizó un vuelo de prueba el 30 de julio, con tan mala fortuna que, por no llevar pintadas las insignias correspondientes, al avistarlo unos cazas republicanos no lo reconocieron como propio y lo derribaron.

Mientras las FNC se acomodaban en Santander, la Flotilla de Bous de Pasajes trasladaba su base a Bilbao el 28 de junio, donde se  establecía como comandante de Marina el capitán de navío Felix Bastarreche, asignándole los bous Denis, Ciriza, Tritonia, Tito y el Torpedero nº 7, mientras el Virgen de Iciar y el Alcázar de Toledo se destinaban a la Flotilla de Ribadeo. 

Ya avanzada la campaña se incorporarían en agosto el Torpedero nº 2 y el bou Virgen de Begoña (ex Iruña, encontrado en Bilbao) y en septiembre el Santa Rosa  ex Gazteiz, apresado en Santoña en agosto). 

Además de estos bous y de los de la Flotilla de Ribadeo, estaba la Flotilla de Dragaminas, bajo el mando del teniente de navío Carlos Pardo, que iría rastreando todos los puertos del Cantábrico a medida que se iban ocupando.

El grueso de las fuerzas del Departamento Marítimo de El Ferrol (Contralmirante Luis de Castro) destinadas al bloqueo del Cantábrico lo constituían el crucero Almirante Cervera (CN Manuel Moreu), sustituído durante un corto periodo de tiempo –entre el 23 y el 30 de julio– por el Baleares (CN Manuel Vierna), los minadores Júpiter y Vulcano –que se incorporaría en agosto–, los cruceros auxiliares Ciudad de Valencia y  Ciudad de Palma y el guardacostas Galerna. 

Como medios de exploración aérea se situaron un hidroavión Dornier Wal en Ribadeo y otros dos en Bilbao, a los que se sumó un tercero en agosto. 

El destructor Velasco permanecería en El Ferrol efectuando grandes reparaciones en su sistema de propulsión y no se reincorporaría al servicio hasta después de finalizada la campaña en el Cantábrico.

6. Final de la guerra en el Norte (jun. - oct. 37)

6.1. La Marina Auxiliar en Cantabria

6.2. La Campaña de Santander

         

Valentín Fuentes, jefe de las Fuerzas Navales del Cantábrico, en uniforme de contralmirante.

Finalizada la campaña de Vizcaya, empezó para la Marina Nacional la de Santander sin solución de continuidad. Trató de mantener el bloqueo de la costa en condiciones similares a como lo había realizado frente a Bilbao y se encontró con la misma oposición de británicos y franceses a ejercer un control del tráfico mercante fuera de aguas territoriales. 

La evacuación de refugiados se realizó preferentemente en buques de bandera británica y bajo la protección de la Royal Navy. No obstante esta actitud fue modificándose progresivamente y, desde mediados de julio, británicos y franceses trataron de persuadir a los mercantes de sus banderas para que evitaran el tráfico con puertos republicanos, incluso el de refugiados, aunque con poco éxito ( 274 ).

Numerosos fueron los intentos de introducir buques con víveres, suministros de todo tipo y armas. En algunos de ellos iban a bordo tripulaciones o pilotos republicanos, para facilitar la entrada en puerto o para sustituir a otros tripulantes que no querían arriesgarse a realizar este tipo de viajes. 

Al menos en un caso tuvo como protagonista a uno de los oficiales de la Marina Auxiliar, Francisco Elortegi, comandante del bou Donostia, refugiado en Francia desde el combate de Cabo Machichaco.

Elortegi ( 275 ) fue quien introdujo en el puerto de Gijón el 3 de julio al mercante estoniano Viiu ( 276 ) con un importante cargamento de armas.

Durante los servicios de vigilancia y bloqueo de la costa cantábrica los buques rebeldes continuaron con sus apresamientos de buques mercantes y pesqueros. 

El 24 de junio el Galerna apresó al pesquero Punta Sabinal ( 277 ) frente a Santoña; el 1 de julio lo fue la pareja Euzkera y Maite ( 278 ) por el minador Júpiter; el 6 de julio el Cervera capturó al pesquero francés Liberté ( 279 ) cuando pretendía entrar en Requejada con víveres y el 14 de julio al mercante británico Molton ( 280 ) frente a Santander; el 24 era el Ciudad de Valencia el que capturaba al mercante británico Mirupanu ( 281 ) dentro de las aguas territoriales cuando intentaba entrar en Gijón con víveres.

La Marina Auxiliar de Euzkadi, a pesar del relativo desconcierto creado por la pérdida de Bilbao, no cesó sus actividades. La primera de las operaciones que desarrolló desde territorio cántabro fue una misión especial. 

Se trataba de conducir hasta Algorta, en zona ocupada por los rebeldes, una delegación del PNV que debía entrevistarse en secreto con oficiales del Estado Mayor italiano. 

Este encuentro formaba parte de las negociaciones que se venían manteniendo entre representantes del PNV y del Ejército Italiano y que luego desembocaría en el denominado Pacto de Santoña. 

Se empleó para ello la lancha auxiliar L-6, a la que Egia envió al capitán Andrés Atela ( 282 ) con objeto de que asumiera interinamente el mando durante la operación.

La motora salió de Laredo el 24 de junio por la noche y llegó a las 23 horas a la playa de Arrigunaga, pero se trataba de un error, porque el lugar establecido para la cita era el Puerto Viejo de Algorta. La noche siguiente volvió a salir la lancha con una delegación encabezada por el presidente del BBB, Juan de Axuriagerra. 

Al salir, un grupo de soldados les tiroteó pensando que se trataba de una fuga. La motora llegó al Puerto Viejo a la misma hora que el día anterior. Esta vez sí pudo celebrarse la entrevista con los militares italianos y regresar después a Laredo. 

Sin embargo, la accidentada salida puso en alerta a las autoridades y al regreso detuvieron a Axuriagerra, Atela y otros más, tratando de averiguar a dónde había ido, aunque sólo se les dijo que había sido un fallido intento de viajar a Francia ( 283 ), pues aquellos días se estaban  organizando salidas de sacerdotes y responsables a Francia.

Pero la mayor parte de las operaciones de la Marina Auxiliar en este periodo tuvieron como protagonistas a los dragaminas vascos.

La madrugada del 2 de julio el minador franquista Júpiter fondeó dos nuevas líneas de 20 minas a la entrada del puerto de Santander, una Norte-Sur con Cabo Mayor y otra al Norte de Galizano, ligeramente arqueada hacia el Este. 

Se trataba de viejas minas Vickers “de bastón” que tampoco en esta ocasión dieron el menor resultado. Además, en la segunda mitad de julio, dos parejas habilitadas como minadores, el Felisa Rodal y el Rodal Barreiro, sembraron ocho pequeños campos de 4 minas cada uno, entre Gijón y Avilés ( 284 ). 

Los tres primeros los colocó el Felisa Rodal, protegido por bous de la Flotilla de Ribadeo (TN Luis de Martín Pinillos), entre el 16 y el 19 de julio frente a Gijón. 

De este modo se reforzaban los campos que ya habían sembrado el Velasco y Júpiter entre febrero y mayo pasado.

         

 

Unos días después, entre el 24 y el 31 de julio, ambos minadores se turnaron para instalar cinco campos más desde Avilés a Cabo Peñas, también bajo la protección de los bous de Ribadeo. 

Su objetivo era cortar las comunicaciones de Gijón a Avilés. 

Las minas instaladas eran de un tipo diferente a las empleadas hasta ahora por los franquistas, eran de modelo Carbonit compradas a Alemania y fueron conocidas como tipo “pera” por su forma característica. 

Tampoco tuvieron el menor éxito. En el levantamiento de estos campos en Santander y Asturias intervendrían los dragaminas vascos.

La pérdida del territorio vasco y el repliegue a puertos cántabros supuso para la Marina de Euzkadi una pérdida de la autonomía operativa de que había disfrutado hasta entonces. La Jefatura de las FNC quiso reunir bajo un solo mando a todos los buques que combatían por la República en el Cantábrico.

Empezó solicitando a la Consejería de Defensa del Gobierno de Euzkadi que le facilitara algunos dragaminas para efectuar el rastreo de los campos sembrados frente a Santander.

Finalmente integraría estas unidades en las FNC; después haría lo propio con los bous. La Marina vasca puso a su disposición a comienzos de julio una escuadrilla completa formada por los dragaminas D-9, D-10, D-19, D-21, D-22, D-23 y las motoras auxiliares L-1 y L-3.

Al poco tiempo el D-19 tuvo que ser sustituido por el D-11 por averías. 

Se designó para mandar la escuadrilla al patrón José Pombo que embarcó en la L-3.

 

         

El minador Júpiter.

Estos dragaminas, a los que se unieron los santanderinos ( 286 ), iniciaron el rastreo de la barrera de Cabo Mayor el 7 de julio y para el 10 habían completado su labor. 

El 12 se descubrió la barrera que el Júpiter había situado al Norte de la playa de Galizano, igualmente dragada en pocos días. 

Los buques vascos realizaron eficazmente su misión, trabajando día y noche. En alguna ocasión fueron descubiertos por los cruceros Cervera y Baleares que les lanzaron algunos disparos pero sin alcanzarles. 

No sufrieron ninguna baja durante el rastreo y, desde que empezaron a actuar, las minas no supusieron una amenaza para el tráfico mercante por el puerto montañés.

La eficaz labor desarrollada decidió a las FNC a incorporar los buques a sus fuerzas desde el 1 de agosto, facultando a la Marina de Euzkadi para designar al capitán que debía mandar la Flotilla y dirigir el Servicio de Rastreo de Minas de todo el litoral cantábrico.

Se escogió para este puesto al comandante del Gazteiz, Antonio Gurruchaga. Pero este oficial había abandonado su puesto sin autorización y no pudo ser localizado a tiempo. Para cuando se presentó, FNC había optado ya por nombrar al que era responsable del servicio en la Delegación Marítima de Santander, oficial 1º de Servicios Marítimos Juan Cano Saiz ( 287 ).

La actividad de los restantes buques de las Fuerzas Navales del Cantábrico durante estos dos meses se centró en los numerosos cruceros de vigilancia que ejecutaron los tres submarinos republicanos, C-2, C-4 y C-6 y que no dieron el menor resultado, mandados como iban los dos primeros por simpatizantes de los insurrectos. 

Durante uno de estos cruceros, la madrugada del 23 de julio el crucero Almirante Cervera avistó la silueta del C-4 (TN Jesús Lasheras) y le puso la proa; al observar como se les acercaba a gran velocidad el C-4 hizo inmersión. El crucero le lanzó cuatro cargas de profundidad que no le alcanzaron y unas horas después entró en Santander ( 287 B ). 

El único submarino que realizó un ataque en este periodo fue otra vez el C-6 (Nikolai P.Yegipko, que utilizaba el nombre encubierto de “CC Severino Moreno”), que el 24 de julio tuvo a tiro al Baleares. 

A 2.000 metros le lanzó dos torpedos que salieron muy desviados, probablemente por defectos en los propios torpedos ( 288 ). 

Al parecer el Baleares respondió lanzando cargas de profundidad que no causaron daños.

Fuera de estas operaciones sólo se realizaron contadas salidas de los destructores generalmente para apoyar la entrada de algún mercante, aunque sólo una de estas operaciones tuvo un relativo éxito. El 10 de agosto a las 0 horas salieron de Santander los destructores Císcar (AN Juan Antonio Castro) y José Luis Díez (TN José Mª García Presno) con objeto de proteger la entrada en Gijón de un petrolero de bandera británica, el Arlon ( 289 ). 

Apenas habían transcurrido dos horas y media, cuando los destructores divisaron al Cervera. Los encuentros visuales se prolongaron varias horas, sin que nadie abriera fuego, hasta que los destructores rompieron el contacto, arrumbando el Císcar a Gijón y el José Luis Díez a Santander. 

Al día siguiente volvieron a salir ambos destructores en un movimiento coordinado que tenía por objetivo el mismo del día anterior. 

Dejó el Císcar el puerto de Gijón a las 7’15 horas para atacar a los buques que sostenían el bloqueo, el Júpiter (CF Luis Vierna) y el Ciudad de Palma (CC Indalecio Núñez). Tras un  corto intercambio de fuego, los buques rebeldes se retiraron y el Císcar  pudo regresar a Gijón con el petrolero Arlon.

Mientras esto ocurría frente a Gijón, el Cervera (CN Manuel Moreu) que bloqueaba Santander puso rumbo a aquel puerto a toda máquina para ayudar a los buques atacados y dejando sólo al Galerna (CC Javier de Mendizaba) para mantener el bloqueo de Santander. En cuanto el José Luis Díez conoció el movimiento zarpo de Santander y atacó al Galerna a 8.000 metros de distancia. 

El tiro del José Luis Díez fue tan deficiente que a pesar de efectuar 206 disparos no consiguió ni un solo impacto; el Galerna le respondió con 51 disparos que tampoco alcanzaron al destructor. El ataque obligó al Cervera a regresar frente a Santander, lo que permitió que otros dos mercantes británicos, el Stanwood y el Marion Moller ( 290 ), pudieran entrar en Gijón aprovechando la retirada de los bloqueadores.

Tras la entrega de los dragaminas, la Jefatura de las FNC reclamó a la Consejería de Defensa del Gobierno Vasco también la entrega de los bous, a pesar de que estaban desarmados y habían entregado su artillería en Santander. El Gobierno Vasco, refugiado ahora en Santander no tuvo más remedio que aceptar.

El 5 de agosto, a las 3 de la tarde, formaron en cubierta las dotaciones del Gipuzkoa, Bizkaya e Iparreko-Izarra y, tras un sencillo acto de recuerdo a los compañeros caídos en combate, se procedió a arriar la ikurriña de los 3 buques que seguidamente fueron entregados a las FNC. 

Esa misma noche, con tripulación reducida, los barcos fueron conducidos a Santander. Aunque no se les cambió formalmente de nombre, en adelante, en la mayoría de los documentos de FNC, figurarían con su ortografía castellana como Vizcaya, Guipúzcoa e  Iparreco.

Una vez en la capital montañesa se procedió a artillarlos de nuevo, pero al realizarse la operación sin supervisión de ningún técnico, se cambiaron algunas piezas y los cañones resultaron inutilizables ( 291 ). 

El 19 de agosto, la Jefatura de las FNC ordenó el desembarco de 19 tripulantes del Gipuzkoa y 15 del Bizkaya, entre ellos los comandantes, y los sustituyó por personal de las FNC. 

El mando del Bizkaya fue encomendado al teniente de navío de la Reserva Naval Francisco Murga y el del Gipuzkoa al del mismo empleo Andrés Corsino de Tuya, que tomaron posesión el 21. 

En el Iparreko-Izarra no hubo cambios. La mayoría de los tripulantes desembarcados fueron reembarcados el día 22 en los dragaminas y en el bou Gazteiz. Así, los comandantes Alejo Bilbao y Policarpo Bilbao pasaron a ser el comandante y 1º Oficial del  Gazteiz respectivamente y los oficiales José de Ormaza y Amadeo Uribe embarcaron de capitanes en el D-1 y D-8. Amadeo Uribe, como más antiguo, asumió el mando de la Flotilla de Dragaminas.

El 14 de agosto las tropas italianas y franquistas iniciaron la ofensiva sobre Santander. El mismo día 14, a la 1’15 de la madrugada, salió de Santoña rumbo a Santander el grupo de dragaminas que había en aquel puerto. Salió primero el D-12, llevando a bordo al capitán Juan Acha que se había hecho cargo del mando del grupo, luego el D-16, D-17 y la L-6. 

Los buques iban muy próximos a la costa para evitar ser detectados por unidades rebeldes.

Hacia las 2’30, el D-12 chocó con un bajo a la altura de la playa de Noja y pocos minutos después chocó también el D-17.

 

         

Mina tipo “pera” o Carbonit recogida en el antepuerto de Gijón por los rastreadores franquistas.

El D-12 pudo zafarse sólo, pero el D-17, con grandes averías, fue a embarrancar a la costa. 

La L-6 se acercó para prestarle ayuda y  recoger a la tripulación. Cuando se realizaba el abandono del buque, se produjo una explosión accidental en la que desapareció el  marinero Pascual Idoriaga y sufrieron heridas otros tres más. Los heridos fueron recogidos por la L-6 y llevados a Santoña, donde  falleció nada más llegar el marinero Tomás Camio Ucin. 

El D-12 y D-16 siguieron a Santander y la  L-6 se unió a ellos tiempo después.


6.3. La evacuación de Santander. Santoña

Con el paso de los días, las tropas franquistas se iban acercando cada vez más a la capital montañesa. El 24 de agosto ocuparon Torrelavega y cortaron las comunicaciones entre Asturias y Santander, dejando aisladas a las fuerzas republicanas en esta provincia. En cuanto se conoció el corte de las comunicaciones, se ordenó la evacuación de Santander por mar y aire hacia Asturias.

Los dragaminas vascos recibieron instrucciones de la Jefatura de Marina de abandonar el puerto y poner rumbo a Francia. Con cierta precipitación embarcaron en ellos y en los numerosos pesqueros de la Flota de Pasajes que estaban también en Santander cuantos tuvieron oportunidad de hacerlo, generalmente familiares y conocidos de los tripulantes, personal de las diversas Consejerías del Gobierno Vasco, soldados y milicianos ( 292 ). 

Además, en los dragaminas D-2, D-7 y D-8 se cargaron los archivos de la Consejería de Hacienda junto con los depósitos bancarios de las cajas y bancos vascos. Se conseguiría poner a salvo un valor superior a 7.000 millones de pesetas. ( Nota 293 ). 

Al frente de todos los dragaminas, que llegarían a La Pallice el día 25, iba el propio Egia294. Los buques serían luego concentrados en Rochefort.

De los buques que habían pasado a las Fuerzas Navales del Cantábrico, los bous Gipuzkoa y Bizkaya, cargados hasta los topes de material militar, y el Iparreko-Izarra, L-1, L-3, D-9, D-21, D-22y el dragaminas santanderino San José entraron en Gijón el 24 de agosto. Los otros tres dragaminas vascos y los santanderinos V-8 y San Antonio fueron con los demás buques que marcharon a La Pallice, a donde llegaron el 25. 

Durante la evacuación los buques franquistas hicieron un buen número de presas, en su mayoría pequeños costeros como el Aller ( 295 ) cargado de milicianos o embarcaciones pesqueras como el Constante Manuel ( 296 ).

La noche del 24 al 25 todos los buques útiles abandonaron la capital montañesa, en su mayoría hacia puertos asturianos. Los jefes de las FNC embarcaron en los destructores Císcar y José Luis Díez, que zarparon en seguida para Gijón y nada mas llegar volvieron a salir para proteger la entrada del petrolero Stanbridge ( 297 ) y otro mercante británico. 

Después que los destructores, salieron de Santander para Gijón los submarinos C-2 y C-6 y para Ribadesella el Torpedero nº 3; el último en salir fue el submarino C-4 que llevaba a bordo a las principales autoridades políticas y militares, incluido el propio Jefe del Ejercito del Norte. A bordo del C-6 evacuaron los asesores soviéticos y también un conjunto de valores, documentación y dinero en metálico por valor de 15 millones de pesetas ( 297 B). 

Los submarinos llegaron a Gijón a últimas horas del 25.

El mismo día las fuerzas de orden público rendían Santander a los franquistas que entraban el 26 en la capital montañesa.

Una vez en Gijón, volvió a desmontarse la artillería del Bizkaya, dejando las dos ametralladoras del puente como único armamento.

El 25 por la tarde, el Jefe de las FNC Valentín Fuentes y el Comisario Político de las FNC Francisco Noreña subieron a bordo del Bizkaya y tras arengar a la tripulación les anunciaron que “iban a salir a una misión muy difícil de la que quizá no volvieran” ( 298 ). 

La misión consistía en regresar a Santander el Gipuzkoa y el Bizkaya escoltando al vapor Serantes ( 299 ) con objeto de recoger a civiles y a algunos grupos de soldados que habían quedado allí. Como se desconocía si la ciudad había caído o no, un avión debía sobrevolarles a la altura de Lastres para indicarlo con una señal. 

Cuando empezaron los preparativos para la salida, poco antes de oscurecer, el puerto de El Musel fue objeto de un violento bombardeo en el que resultó alcanzado el Císca.Salió primero el Serantes y luego los bous. 

En Lastres no  apareció ningún avión, pero ya en el camino sorprendieron varios radios facciosos emitidos desde Santander y antes de llegar a cabo Mayor  se toparon con varios pesqueros que les informaron de que la ciudad había caído ya. 

Se reunieron los oficiales de ambos buques, poniendo  de manifiesto su profunda desconfianza en la Jefatura de las FNC que no dudaba en sacrificarles enviándoles a Santander sin conocer la  situación y sin ningún apoyo ( 300 ).

Por otro lado, todos asumieron que el final de la guerra en el Cantábrico era sólo cuestión de tiempo y  unánimemente tomaron la decisión de arrumbar a Francia, entrando en Le Verdon el 28 de agosto por la tarde. 

En un último gesto de recuerdo  a su pasado en la Marina de Euzkadi el Gipuzkoa y el Bizkaya izaron la ikurrina al entrar en la Gironde. Permanecerían ya en Francia durante el resto de la guerra.

La pérdida de Santander afectó profundamente a la moral de las tripulaciones de todos los buques de las FNC y los bombardeos aéreos a los que no tenían modo de hacer frente que sufrieron nada más llegar a Gijón la minaron aún más. 

La situación fue rápidamente aprovechada por los comandantes del C-2 y del C-4 para desertar. Ante la indefensión en que quedaban frente a los ataques aéreos zarparon de Gijón el 27 de madrugada ambos submarinos y una vez en alta mar, pretextando averías sufridas en el último bombardeo, el C-4 entró en Le Verdon el 28.

También el C-2 informó de la existencia de averías y tras cerrar la radio para evitar órdenes en contrario, fondeó en Brest el 29 de agosto. 

También el C-6 comunicó averías, aunque volvió finalmente a Gijón el 2 de septiembre. Después de otro fuerte bombardeo de Gijón en el que resultó alcanzado el José Luis Díez, los dos destructores salieron el 29 en misión de vigilancia y para eludir nuevos ataques aéreos ( 300 B ). 

El comandante del Díez, García Presno, y la mayoría de la dotación decidieron que volver a Gijón era un suicidio y prefirieron separarse del Císcar y tomar puerto extranjero para reparar. 

El 30 regresaba el Císcar a Gijón y el 31 entraba el Díez en Falmouth (Inglaterra).

Santoña

Entretanto las fuerzas vascas que habian quedado aisladas en la zona de Santoña, Laredo y localidades próximas habían constituido el 24 de agosto una Junta de Defensa de Santoña encabezada por Alejo de Artaza en la que figuraba Alejo Bilbao, ahora comandante del Gazteiz, en representacion de la Marina ( 301 ).

Alejo Bilbao se ocupó en primer lugar de organizar un servicio de vigilancia con dos vaporcitos que se fueran turnando, tripulados por personal del Gazteiz, y un atalayero en Punta Pescador. A continuación se ocupó de inspeccionar las condiciones en las que estaban las embarcaciones surtas en la bahía con objeto de tenerlas listas ante una previsible evacuación.

El PNV había negociado con los militares italianos un acuerdo por el que, a cambio de la rendición del Ejército Vasco, se permitía laevacuación por mar de los responsables civiles y los efectivos militares. Pero los barcos destinados a la evacuación no llegaron a tiempo ( 302 ) y los militares italianos tampoco respetaron su compromiso.

El 25 se presentó en la bahía el destructor británico Keith con los consejeros de Justicia y Agricultura a bordo, Srs. Leizaola y Nardiz, que sólo sacó a 17 personas. 

A última hora del día las tropas italianas empezaron a entrar en Laredo. 

El 26 llegaron los mercantes Bobie ( 303 ) y a última hora el Seven Seas Spray ( 304 ) y las tropas italianas entraron en Santoña sin lucha. A última hora comenzó el embarque de archivos y equipos, sin ningún obstáculo.

El 27 de agosto se inició el embarque del Ejército Vasco en los dos mercantes, hasta que fuerzas franquistas entraron en Santoña y ordenaron su suspensión. Los que habían embarcado fueron obligados a desembarcar y se cerró toda posibilidad de evacuación.

En el exterior del puerto se situaron el minador Júpiter y los bousr Denis y Virgen de Begoña para impedir entradas o salidas. 

A las 20.30  horas se presentó en el muelle una sección de fuerzas falangistas que ordenó desalojar el bou Gazteiz. Su tripulación fue hecha prisionera y  trasladada al penal del Dueso. 

Su comandante y varios tripulantes serían después juzgados y condenados a muerte y el resto a diversas  penas de cárcel.

El 15 de octubre, a modo de venganza ejemplar sobre todo el Ejército de Euzkadi los franquistas fusilaron en el Dueso a dos dirigentes de Euzko Gudaroztea, dos dirigentes del PNV, dos miembros de STV, dos republicanos, dos socialistas, un comunista y dos afiliados a la CNT. 

Entre ellos estaba el segundo maquinista del Gazteiz, Felipe Marcaida Maurica, afiliado a STV, el último de los caídos de la Marina de Guerra vasca durante la guerra ( 305 ).

 

6.4. La Campaña de Asturias y el final de la guerra en el Norte

Al término de la campaña de Santander la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi había dejado de existir y las FNC habían quedado también muy mermadas. Sus efectivos se limitaban ahora al destructor Císcar, submarino C-6, Torpedero nº 3 y una decena de dragaminas y lanchas auxiliares. 

Además la moral de las tripulaciones estaba muy decaída y los constantes bombardeos aéreos hacían muy difícil mantener Gijón como base naval. Estos bombardeos habían influido en la retirada a puertos extranjeros del José Luis Díez, C-2 y C-4 y serían los causantes de la posterior pérdida del Císcar y C-6. 

Estaba claro que perdido Santander, Asturias no se podría sostener por mucho tiempo. Enfrente, los rebeldes también habían reducido el número de sus unidades pero mantenían una clara superioridad. 

Había que registrar la retirada en agosto del Ciudad de Valencia y del Galerna para efectuar reparaciones, la del Ciudad de Palma en septiembre para convertirlo en buque hospital y la pérdida del Torpedero nº 2 (TN Dámaso Berenguer) que varó el 14 de septiembre en Santander y no se pudo recuperar ( 306 ). 

El grueso de su fuerza lo constituía el crucero Almirante Cervera, a quien acompañaban los minadores Júpiter y Vulcano, junto con una decena de bous armados y una docena de dragaminas. Como nuevo comandante de Marina de Santander se designó al capitán de navío Juan Carre. 

El bloqueo naval se hizo cada vez más intenso, dificultando la salida de buques con evacuados; el número de presas fué en aumento ( 307 ).

 

         

El Seven Seas Spray arriba a Santoña para evacuar al ejército vasco.

 

 

 

 

         

El submarino C-2 entrando en Brest el 29 de agosto de 1937.

Las unidades navales republicanas sufrieron una nueva baja la noche del 7 de septiembre. Ese día, el habilitado de las FNC Valeriano Sainz, junto con 10 individuos de las mismas y varios familiares, embarcó en el Iparreko-Izarra, después de convencer a su comandante Pedro Ruiz de Loizaga que todo estaba perdido y había que salir de inmediato. 

El bou, que seguía con su tripulación original, salió por la noche y burlando el bloqueo, escapó a Burdeos. Entró en Le Verdon el día 9 y quedaría ya en Francia hasta el fin de la guerra.

Entretanto, el comandante Garíia Presno, el comisario poíitico Manuel Galdós y la mayoría de los oficiales del José Luis Díez, ante la actitud hostil del agregado naval en Londres (CF Fernando Navarro) y temerosos de que las autoridades republicanas pretendieran juzgarles  a su regreso, se quedaron en tierra y con ellos desembarcó un buen número de auxiliares y marineros, 68 en total. 

Se envió entonces al capitán de corbeta Horacio Peéez y Pérez que se hizo cargo del José Luis Díez y lo condujo el 27 de septiembre a LeHavre, donde se sometería a importantes reparaciones.

Las unidades republicanas realizaron un discreto papel durante la Campaña de Asturias. El destructor Císcar efectuó alguna salida para apoyar la entrada en Gijón de mercantes ingleses como el 17 y 19 de septiembre que escolto a su llegada al petrolero Mydol y al vapor Hillfern ( 308 ) respectivamente. 

También el submarino C-6 realizó algunos cruceros de vigilancia, en uno de los cuales, el 15 de octubre, atacó al Júpiter al amanecer, lanzando dos torpedos sin alcanzarle. Quienes si desplegaron una actividad constante fueron los dragaminas, rastreando diariamente los accesos a Gijón. 

Estos dragaminas, que conservaban sus primitivas tripulaciones vascas, operaron en Asturias hasta el final ( 308 B). 

Aparte de operar en los alrededores de El Musel, los dragaminas vascos actuaron también en Avilés. A mediados de octubre, la L-3 y los dragaminas D-21 y D-22 fueron enviados allí para continuar su labor ( 308C ).

Precisamente en Avilés se rastrearon las únicas minas del nuevo modelo, tipo “pera”, que sólo se sembraron en estas aguas. 

Todos los buques republicanos llevaron estos días una existencia precaria, bloqueados en Gijón y expuestos constantemente a los ataques de la aviación. 

Próxima ya la caída de Asturias, el 19 de octubre, el C-6 fue alcanzado por una bomba de 150 kg. que lo dejó inútil. La L-1 lo remolco hasta cerca de cabo Torres y su tripulación lo hundió allí el día 20 para evitar que cayera en manos de los franquistas. 

El mismo día 20, la Aviación rebelde conseguía también hundir al Císcar ( 309 ). 

A pesar de que el propio ministro de Defensa había ordenado su salida el día anterior, el mando militar de Asturias le negó su autorizacion porque pretendía escapar en él.

La situación se hizo insostenible. Las tropas rebeldes se aproximaban a Gijón a marchas forzadas. La Jefatura de las FNC y la dotación del C-6 decidió evacuar el puerto el día 20 a bordo del Torpedero nº 3, mientras la del Císcar lo hacia en su mayoría en el remolcador Plutón y en la motora Loly. 

También consiguieron escapar de Gijón y Avilés el día 21 la L-1, la L-3 y los dragaminas D-9, D-21, D-22, el santanderino San José y los asturianos V-9 y Justiniano, que entraron en Burdeos y Arcachon en días sucesivos.

Durante la evacuación de Asturias, salieron de Bayona los buques de la Marina Auxiliar Napartarra y Arabarra, junto con varios pesqueros y lanchas, entre las que se contaban la Txepetx, Txirimol y Severiano Asarta, para tratar de prestar ayuda a los barcos que venían a Francia con refugiados y orientarles para su arribada a puerto sin contratiempos. 

Las tripulaciones de estos buques estaban formadas por voluntarios, entre los que se incluían algunos de los que escaparon de Bilbao el 15 de junio en los destructores. A pesar de todos los esfuerzos que realizaron, no consiguieron localizar a ninguna embarcación porque todas tenían instrucciones para dar un amplio rodeo y alejarse de las derrotas habituales ( 310 ).

La guerra en el Norte había terminado. 

En puertos franceses se hallaban refugiados los bous Bizkaya, Gipuzkoa, Iparreko-Izarra y Donostia, todos los dragaminas y laguntzailles (motoras auxiliares) salvo el D-15, D-17, D-18, D-20, D-24 y la L-2, así como varias lanchas rápidas y canoas automóviles. 

Todos acabarían internados hasta el fin de la guerra y después serían entregados a las autoridades franquistas. 

No obstante, su estancia en Francia no estuvo exenta de incidencias y de intentos por volver a emplear los buques en diversos proyectos bélicos.

         

 

         

El Císcar, hundido en el muelle de Gijón, fue reflotado en 1938.

 

7. Epílogo

7.1. Los buques vascos en Francia

Con motivo de las operaciones navales y especialmente de la evacuación del Norte republicano, un buen número de buques de la Marina Auxiliar y de las Fuerzas Navales del Cantábrico habían conseguido alcanzar puertos franceses. Habían llegado en cuatro oleadas:

• La primera se produjo en marzo-abril de 1937, con motivo del combate de Machichaco y el bloqueo de Bilbao. Dejó en Francia al bou Donostia y al vapor Mourisca (luego Arabarra/ D-4), que se unían así al Domayo (luego Napartarra/D-3), en Bayona desde noviembre de 1936 para efectuar el enlace radio con Bilbao.

• La segunda llegó con la evacuación de Bilbao en junio de 1937, que trajo a Francia a la L-4, el yate Epailla 5 y a la canoaTxepetx.

• La tercera, y sin duda la más numerosa, a consecuencia de la evacuación de Santander, en la que llegaron entre agosto y septiembre los dragaminas D-1, D-2, D-5, D-6, D-7, D-8, D-12, D-13, D-14, D-16 y  D-19 y las motoras auxiliares L-5 y L-6 de la Marina de Euzkadi, junto con los dragaminas D-10, D-11, D-23 y San Antonio, la lancha V-8, los bous Bizkaya, Gipuzkoa e Iparreko-Izarra, los submarinos C-2 y C-4 y el destructor José Luis Díez de las FNC.

• La cuarta, resultado de la evacuación definitiva de Asturias, condujo a puertos franceses en octubre al Torpedero nº 3, los dragaminas D-9, D-21, D-22, San José y Justiniano, las motoras auxiliares L-1 y L-3 y la lancha V-9, todos de las Fuerzas Navales del Cantábrico.

Todos los buques estaban repartidos por numerosos puertos franceses del Atlántico, según se puede apreciar en el cuadro adjunto.

Los problemas e incidentes con los buques recién llegados a Francia surgieron desde el primer momento. 

El Epailla 5 fue asaltado por agentes franquistas el 12 de julio en Bayona, aprovechando un descuido de su tripulación y conducido a Fuenterrabía. 

La L-4 sería trasladada por su propietario a la zona rebelde, a finales de 1937, con una tripulación traída  para ese viaje. 

Un intento anterior, realizado el 25 de octubre, por llevarse la L-5 de regreso a Ondárroa fue desbaratado por su patrón. 

Por ello las primeras acciones de las autoridades vascas y republicanas en Francia estuvieron encaminadas a organizar y atender al gran número de personas y embarcaciones llegadas.

Por lo que a los buques de La Marina Auxiliar se refiere, todos los dragaminas y laguntzailles quedaron, desde diciembre de 1937, bajo la responsabilidad de la Dirección General de Pesca que tenía instalada al efecto una oficina en Rochefort. 

Los buques quedaron con tripulaciones reducidas y el resto del personal fue pasaportado a España a medida que se iban movilizando quintas. 

Los primeros desembarcos masivos comenzaron en septiembre. 

De todas formas un buen número de marineros prefirió permanecer en Francia en centros de acogida o trabajando por su cuenta en la tala de pinos en Las Landas o en labores de campo; los menos se pasaron a territorio rebelde.

 

          

Los problemas más serios a que tuvieron que enfrentarse las autoridades republicanas fueron dos, hacer frente a los diversos intentos de agentes franquistas por apoderarse de las embarcaciones bien por la fuerza o bien mediante demandas judiciales y conseguir poner a punto los buques para que volvieran a territorio republicano.

 

          

Tripulantes del José Luis Díez, en Francia. De pie, en el centro, está Valeriano Astorquia; agachado, el primero por la derecha es Vicente Ozamiz.

Los intentos de apoderarse de buques republicanos cosecharon un sonoro fracaso cuando el 18 de septiembre los comandantes  del C-2 y del C-4, con ayuda de agentes franquistas, asaltaron en Brest al C-2 con intención de trasladarlo a la España nacional. 

La dotación sospechó de ellos y tras un forcejeo en el que murió uno de los asaltantes, estos fueron rechazados y no se volvería a repetir una operación de estas características.

Más complicaciones trajeron las demandas que interpusieron los armadores afectos al régimen franquista ante los tribunales franceses para hacerse con el dominio de los barcos. 

En el caso de los bous Gipuzkoa y Bizkaya sus antiguos propietarios de PYSBE consiguieron el 22 de septiembre que el Tribunal Civil de Burdeos embargara los dos bous. 

El Consulado republicano en Burdeos rechazó la notificación del embargo alegando que se trataba de buques de guerra y por tanto, como propiedad de un Estado, inembargables. 

Pero los buques quedaron, por el momento, sin autorización para salir del puerto. 

También se intentó embargar el Donostia ( 312 ) en mayo de 1938 y el Iparreko-Izarra en julio siguiente, pero ambos intentos fueron igualmente rechazados por las autoridades republicanas.

Esta medida del embargo de buques a petición de sus antiguos propietarios reales o, a veces, ficticios, aunque hubieran sido legalmente requisados, fue la artimaña que emplearon habitualmente los representantes franquistas para inmovilizar toda la flota mercante y pesquera refugiada en Francia. 

Para mayo de 1938, algunas reclamaciones de armadores residentes en territorio franquista consiguieron el embargo e inmovilización de varias embarcaciones. Se trataba de barcos de matrícula gallega, asturiana o santanderina, aunque entre ellos había algún dragaminas como el Nuevo Constante (D-9) y el Constante Barreiro (D-10). 

Este fue el primer aviso, porque en julio agentes franquistas consiguieron embargar la práctica totalidad de los pesqueros existentes en Burdeos, Rochefort, Bayona y Sables d’Olonne, incluidos los dragaminas. 

Únicamente se excluyeron de esta medida las tres unidades que pertenecían a la Armada Republicana antes de comenzar la guerra ( 313 ). 

A lo largo de 1937 y 1938, la Embajada en París efectuó numerosas gestiones ante los Ministerios de Marina, Asuntos Exteriores y Justicia de Francia para obtener el levantamiento del embargo, al menos de aquellos buques requisados al servicio de la Armada, pero no tuvieron éxito estos intentos y en noviembre de 1938 se abandonaron definitivamente. 

Sin embargo, mientras esto ocurría, la Marina Republicana ponía también en marcha diversos planes para el supuesto de que los barcos pudieran volver a salir. 

El primero de ellos, ideado por el propio Ministro de Defensa, Indalecio Prieto, parece ser que consistía en efectuar un desembarco sorpresa en Santoña con el José Luis Díez, los submarinos C-2 y C-4 y varios bous armados para apoderarse por sorpresa del penal del Dueso y liberar a los 12.000 gudaris vascos que allí se encontraban prisioneros.

Una vez armados, avanzarían sobre Bilbao para tomarlo y liberar a varios miles más recluidos en las cárceles de la villa y de otras localidades.

En ese momento se enviaría aviación y se habría conseguido abrir de nuevo el Frente Norte ( 314 ). 

Aparte de este plan, sin duda bastante fantasioso, hubo otro mucho más realista consistente en efectuar una incursión por la costa cantábrica con alguno de los bous con el fin de atacar a los buques mercantes y pesqueros franquistas que operaban en aquellas aguas  ( 315 ).

Para ello se hizo entrar en dique al Gipuzkoa el 15 de febrero de 1938 con objeto de limpiar fondos, pintar y efectuar las reparaciones necesarias. Además se reforzó su artillería, añadiendo a sus 2 piezas de 101’6 mm., otras 2 de 47 mm. procedentes del Torpedero nº 3 y un nuevo telemetro. 

Después embarcó carbón y víveres con lo que, a comienzos de marzo, el barco estaba listo para volver al servicio. En el Bizkaya, que había llegado de Asturias sin artillería, las obras se retrasaron varios meses.

Informaciones franquistas aseguraban que fue armado de nuevo con 2 cañones de 101’6 procedentes del destruido acorazado Jaime I.

Se habían producido también diversos cambios en el personal de los buques. 

El 3 de noviembre se nombró comandante de todos los buques de la Armada en Burdeos (excepto el C-4) al TN José Ruiz de Ahumada, comandante del Torpedero nº 3, que ordenó el desembarco de la mayoría de  las dotaciones entre el 7 y el 12 de noviembre y su traslado a territorio republicano por la frontera catalana, aunque, como ya se ha dicho, casi la mitad de los desembarcados prefirió permanecer en Francia. 

Los barcos quedaron con tripulaciones reducidas y los comandantes del Bizkaya y Gipuzkoa fueron sustituidos el 12 de noviembre por el teniente de navío de la Reserva Naval y antiguo oficial del Císcar, Antonio Fernández Santos, mientras el del Iparreko lo fue por el auxiliar 2º naval Juan Sobier Poith, 2º comandante del Torpedero nº 3. 

El propio Ruíz de Ahumada fue cesado el 6 de diciembre y enviado a Barcelona. Le sustituyó Fernández Santos, a su vez relevado el 11 de enero de 1938 por el capitán de corbeta de la Reserva Naval Francisco Miranda Díaz que, además, el 13 de de marzo fue nombrado comandante del Gipuzkoa. 

Al mismo tiempo, se envió a Burdeos personal suficiente para completar la dotación del bou.

         

El José Luis Díez en Gibraltar después de su combate con el Canarias (27-8-38). En proa se puede apreciar el boquete abierto por un impacto del Canarias.

Todos estos esfuerzos resultaron vanos pues, en vista de la orden de embargo que pesaba sobre los bous, el Gobierno francés no concedió el permiso de salida y los barcos tuvieron que permanecer en puerto hasta el fin de la guerra. 

En octubre de 1938, descartada ya la idea de efectuar un raid con el Gipuzkoa y el Bizkaya, se realizaron algunas gestiones con el fin de llevar a cabo al menos un golpe de mano con el Iparreko-Izarra, igualmente sin éxito. Se preparó entonces el vapor bilbaíno Carranza ( 316 ), dotándole únicamente de armamento portátil (una ametralladora, fusiles y bombas de mano), pero enterados los franquistas consiguieron que fuera embargado en noviembre, frustrando también este último intento.

En noviembre de 1938, el capitán Miranda no tuvo mas remedio que repatriar a las tripulaciones y entregar los barcos al responsable de la flota mercante y pesquera en Francia, Pantaleón León. 

En marzo de 1939, una delegación franquista encabezada por el capitán de corbeta Rodríguez Pascual se hizo cargo de todos ellos como resultado de los acuerdos firmados con el Gobierno francés el 19 de febrero. 

Las autoridades vascas no pusieron obstáculos a la entrega. Antes bien, por encargo expreso de José Antonio Agirre, prestaron su colaboración a las autoridades francesas para que pudieran cumplir los compromisos adquiridos, en señal de agradecimiento a la hospitalidad que Francia había demostrado con los vascos. 

Los representantes vascos se limitaron a solicitar garantías por escrito de que no se ejercerían represalias sobre los tripulantes y que se les respetarían sus puestos de trabajo y sus derechos de propiedad y aunque no se consiguieron esas garantías por escrito sí se dieron verbalmente ( 317 ). 

Los barcos volverían a Pasajes en mayo de 1939.

Las unidades de la Armada Republicana sí fueron autorizadas a efectuar reparaciones y recibir armas y pertrechos militares.

Una vez completados los trabajos salieron de regreso al Mediterráneo. 

El primero en volver fue el C-4 (CC Luis Martinez = I.A. Burmistrov) que salió de Burdeos el 14 de abril de 1938 y llegó a Cartagena el 23; llevaba como oficial de derrota a un portugalujo, el capitán de corbeta de la Reserva Naval Esteban Hernandorena ( 318 ). 

Le siguió el C-2 (CC Severino Montero = N.P.Yegipko), que salió de Saint Nazaire el 17 de junio y llegó sin contra tiempos a Cartagena el 26. 

El último de los buques de las antiguas Fuerzas Navales del Cantábrico, el José Luis Díez (TN Juan Antonio Castro Izaguirre), zarpó de Le Havre el 20 de agosto.

A pesar de ir camuflado como destructor inglés Malcolm (D- 19), su paso por el Estrecho era de sobra conocido por la Flota Nacional, interceptándole el Canarias (CN Ramon Agacino, con el contralmirante Moreno a bordo) cuando intentó cruzar el 27 de agosto. 

El José Luis Díez recibió un impacto en proa que le obligó a entrar en Gibraltar con bastantes bajas. 

Después de reparar durante más de tres meses, el Díez volvió a intentar la salida el 30 de diciembre de madrugada, y de nuevo encontró un fuerte dispositivo de buques franquistas que le cerró el paso. 

El choque se desarrolló a muy corta distancia; el minador Vulcano (CF Fernando Abarzuza) le cerró el paso y llegó a colisionar con  él para evitar que escapara por su mayor velocidad, forzándole a varar en la playa ( 319 ). 

De esta forma terminaba la peripecia del último de los buques republicanos del Cantábrico.

7.2. Marinos vascos en la Armada Republicana

Al caer el frente Norte, la mayoría del personal de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi había conseguido llegar a puertos franceses. 

En Francia quedarán definitivamente algo más de la mitad de estos marinos, entre ellos los comandantes Manuel Galdós, Francisco Elortegi, José Antonio Sopelana, los capitanes y muchos de los patrones de los dragaminas y la mayoría de los responsables de los servicios de tierra de la Jefatura de Marina.

El resto cruzó la frontera catalana y prosiguió la guerra en las filas republicanas. Un grupo de mas de medio centenar ingresó en la Marina Republicana. 

Entre ellos figuraban el 1º oficial del Bizkaya, Rafael Menchaca, y el del Donostia, Amadeo Uribe, en su mayoría sirvieron en el José Luis Díez y en los buques republicanos refugiados en Francia. 

Un grupo algo menor, encabezado por el comandante del Iparreko-Izarra, Pedro Ruiz de Loizaga, y el jefe de máquinas del Bizkaya, José Martínez González ingresó en las unidades de Carabineros de Mar. Los demás pasarían al Ejército de Tierra y a la DCA (Defensa Contra Aviones).

Entre los profesionales de la Armada, el número de vascos no era especialmente significativo. Sin embargo, si lo fue en la Reserva Naval formada con el personal procedente de la Marina Mercante, donde los oficiales vascos eran quizá el núcleo más numeroso. 

El escalafón de la Reserva Naval incluía al menos 17 vascos entre los más de cincuenta capitanes de corbeta y comandantes maquinistas inscritos, 27 tenientes de navío y capitanes maquinistas de setenta y seis, 7 alféreces de navío y tenientes maquinistas de cincuenta y otros varios entre los auxiliares y categorías inferiores. 

Algunos pasarían después, mediante cursos abreviados, al Cuerpo General de la Armada, como los capitanes de corbeta Enrique Bilbao Bilbao y Pedro Marcos Bilbao que acabarían la guerra como tenientes de navío del Cuerpo General.

Es más difícil precisar el número de vascos entre los maestres y marineros pero también debían ser bastantes pues su presencia se puede constatar en todos los buques de la Flota y también en algunos barcos menores y auxiliares y en la Infantería de Marina.


Desde el comienzo: el «Xauen» para la República.

Marinos vascos estuvieron presentes en casi todas las acciones de importancia de la guerra desde el mismo estallido de la sublevación. 

Como ejemplo podría hablarse del caso del guardacostas Xauen (TN Eduardo Armada). La rebelión le sorprendió atracado en El Ferrol. 

Al iniciarse la lucha su comandante, que estaba decidido a incorporar el buque a los rebeldes y desconfiaba de su tripulación, salió con el buque hacia La Coruña en la medianoche del 20 de julio.

 

         

Juan Antonio Castro, comandante del Císcar. Aparece aquí con uniforme de la Marina francesa, durante la Segunda Guerra Mundial.

Allí esperaba recibir auxilio para reducir a los que se le opusieran. 

Sin embargo, la noche del 21 al 22, cuando el y su segundo comandante esperaban el resultado de sus gestiones con los militares sublevados en La Coruña, la dotación les sorprendió, les encerró en sus camarotes y se hizo con  el control del barco.

Varios marineros vascos que cumplían el servicio militar a bordo del Xauen participaron en la acción y uno de ellos, Félix Iribar Ardanza, de Elanchove, que estudiaba entonces para piloto de la Marina Mercante asumió el gobierno del buque y lo condujo a Málaga, donde entró la noche del 24 al 25, después de bordear toda la Península.

El Xauen fue el único de los buques de la Base Naval de El Ferrol que pudo incorporarse a la Flota Republicana. En agosto embarcó como capitán mercante Fernando Delicado Valle, de las Arenas. El guardacostas tomó parte en el desembarco en Mallorca y acabó bloqueado en Málaga a comienzos de 1937.

Allí fue hundido el 8 de febrero para evitar su captura. Parte de la tripulación, entre ellos Félix Iribar y el grupo de vascos pasó al submarino C-4. Iribar llegaría luego a alférez de navío en el destructor Lepanto. Fernando Delicado, por su parte sería hecho prisionero a bordo del Galdames tras el combate de Cabo Machichaco.

 

En los submarinos

En el C-4 iba de comandante el teniente de navío de la Armada Jesus Lasheras Mercadal, donostiarra y simpatizante de los franquistas. 

Varios tripulantes más eran de origen vasco. El submarino fue enviado al Cantábrico en mayo de 1937 y operó desde Santander. 

Su actividad en el Norte fue nula por la acción saboteadora de su comandante que después de la evacuación de Santander, condujo su buque a La Verdon el 28 de agosto y allí desertó. El C-4 no regresaría al Mediterráneo hasta abril de 1938.

Varios oficiales vascos de la Reserva Naval sirvieron en submarinos republicanos. Fue el caso de Ignacio Ibarzabal Egia, de Guecho, que llegó a mandar el C-1 durante el mes de agosto de 1936. 

Un guipuzcoano, de Deba, Fidel Emparanza Zabala embarcó en el C-6 como oficial de derrota en agosto de 1936 y actuó también como comandante del submarino durante el mes de enero de 1937. 

El C-6, como ya se ha visto en otras páginas, fue el más activo de los submarinos republicanos. Subió al Cantábrico en mayo de 1937 y actuó allí hasta su hundimiento el 20 de octubre.

Además fue el único que embarcó tripulantes procedentes de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi.

Fidel Emparanza, ascendido a capitán de corbeta, pasó luego un corto período como oficial del crucero Libertad. 

En 1938 fue nombrado 2º comandante del C-4 mientras estaba en Burdeos y regresó con él a Cartagena en abril de 1938. Más adelante ocupó el mismo cargo en el C-1, realizando cruceros de vigilancia por la costa mediterránea hasta que el barco fue hundido en un bombardeo aéreo en Barcelona la noche del 8 al 9 de octubre de 1938.

Otros oficiales vascos embarcados en submarinos fueron los capitanes de corbeta Victoriano Espinosa Echevarria, bilbaíno, que estuvo de oficial de derrota en el C-2 durante la campaña del Norte, y Esteban Hernandorena, portugalujo, que también participó en las operaciones de traslado a Cartagena en 1938 del C-2 y del C-4, refugiados en Francia desde septiembre de 1937, y fue luego oficial de derrota del José Luis Díez.

 

En cruceros y destructores

La escasez de oficiales del Cuerpo General de la Armada hizo que fueran muy numerosos los oficiales mercantes de la Reserva Naval que ocuparan puestos relevantes en los principales buques de combate de la Armada Republicana. 

Embarcaron generalmente  como oficiales de derrota y algunos llegaron a 2º comandante e, incluso, a mandar algún buque. 

Estaban entre ellos los capitanes de corbeta Francisco Amézaga (de Plencia, oficial del Almirante Miranda y 2º comandante del Libertad),  Rafael Menchaca (de Plencia, oficial del Císcar, 2º comandante del Almirante Antequera, José Luis Díez y crucero Cervantes), Rafael Inda Ajuria (de Guecho, oficial del Almirante Ferrándiz y Méndez Núñez, 2º comandante del Jorge Juan), Pedro Marcos Bilbao (de Bilbao, 2º comandante del Escaño, comandante del Almirante Antequera), Lucio Acha Mota (de Bilbao, 2º comandante del Graviña y del A. Antequera), José Aguirre (de Vitoria, oficial del Sánchez Barcáiztegui, falleció en un bombardeo aéreo en Cartagena), Joaquín Palacios (de Elanchove, 2º comandante del Jorge Juan), los tenientes de navío Manuel Azcune (de Algorta, oficial del José Luis Díez y Almirante Valdés), Carmelo Larrasquitu Torre (de Erandio, oficial del Almirante Miranda),...

Entre los oficiales profesionales estaba el guardiamarina tolosarra, ascendido durante la guerra a capitán de corbeta, Juan Antonio Castro (2º comandante del crucero Méndez Núñez, comandante del Císcar y del José Luis Díez) y los capitanes maquinistas Pedro de Loyola (de Bermeo,  jefe de maq. y 2º com. del José Luis Díez), Rodolfo Babió (portugalujo, jefe de maq. del Císcar y del Escaño). 

En el Cuerpo de Auxiliares de Sanidad ingresó Anastasio Arbe Oleagoitia (de Bilbao, en el Císcar y Miguel de Cervantes) que antes había sído prácticante del bou Araba.

Además había marineros vascos repartidos por todos los buques, con grupos superiores a treinta personas en el Méndez Núñez, Císcar y José Luis Díez; eso sin contar los más de 200 tripulantes que llegaron a embarcar en ambos destructores, procedentes de la Marina de Guerra  Auxiliar de Euzkadi. 

Los vascos participarían así en las principales operaciones de la Flota Republicana en el Cantábrico y Mediterráneo, en las escoltas de convoyes, combate de Cherchel (7-9-37), hundimiento del Baleares (6-3-38)...

 

En los barcos auxiliares

También en los barcos menores y auxiliares de la Marina de Guerra Republicana había un buen número de marinos vascos.

 

         

El Tramontana en una imagen de antes de la guerra.

 

         

El yate Vita.

Algunos estuvieron en la Defensa Móvil Marítima ( 320 ) como el teniente de navío Iñigo Renteria Aurrekoetxea, inspector del rastreo de minas de la Flotilla de Vigilancia de Almería o el capitán de corbeta Angel Chicot Badiola, de Bermeo, 2º comandante del  cañonero Laya, buque insignia de la Flotilla de Vigilancia de Valencia hasta que fue hundido en un ataque aéreo (15-6-38). 

Varios más sirvieron en la Flotilla de Vigilancia de Cataluña, por ejemplo el teniente maquinista Pedro Etxaniz (ex 2º maquinista del Gipuzkoa), destinado a la Plana Mayor; el primer mecánico Moisés Larrabeiti Bilbao (antes en el D-8), embarcado en la lancha antisubmarina Ella; el auxiliar de artillería Francisco López Rico (cabo de cañón del Donostia); el patrón Guillermo Anduiza Goicoechea, comandante del dragaminas D-195, ...

También los había en los buques auxiliares. Más de una quincena tripulaba el buque tanque Elcano ( 321 ) y bastantes más estaban repartidos por diversos transportes de guerra. 

En el SAC-2 ( 322 ) estaban los tenientes de navío de la Reserva Naval Lucio Solaegi, de Guernica y Mario Agirre Arretxe, de Lequeitio, como comandante y 2º comandante respectivamente; el capitán maquinista Francisco Llona Menchaca, de Urduliz, durante un tiempo jefe de máquinas del buque, y los alféreces de navío Luis Goicoechea Eguía, de Lequeitio, y Gerónimo Zabala Zarraga, de Bermeo. 

Lucio Solaegui había mandado antes el transporte Poeta Arolas, hundido en un bombardeo aéreo de Cartagena (12-7-38).

Además de los ya citados, el capitán de corbeta Joaquín Palacios estuvo en el transporte Almirante Lobo, y varios más estuvieron en mercantes armados dedicados al tráfico con la URSS o entre los puertos republicanos del Mediterráneo: los capitanes de corbeta Eugenio Montilla Escudero, de Corella, y Rafael Inda Ajuria se alternaron al mando de los mercantes armados Cabo San Agustín y Cabo Santo Tomé ( 323 ). 

Al efectuar un viaje este último, bajo el mando de Rafael Inda y cargado de armas desde la URSS para Valencia fue atacado cerca de la costa argelina por los cañoneros franquistas Cánovas (CC Pascual Cervera) y Dato (CC Joaquín Bustamante) que lo incendiaron (10-10-37). 

Otro buque destinado a este mismo tráfico fue el Artea Mendi ( 324 ), que estuvo bajo el mando del teniente de navío Vicente Artolazaga, de Gatica, sustituido en los últimos meses de la guerra por Mario Agirre.

El «Tramontana» y el «Vita»

Pero el buque con mayor proporción de vascos de toda la Marina Republicana fue el transporte armado Tramontana ( 325 ).

Originalmente era un bacaladero de PYSBE, gemelo del bou Gipuzkoa, que en septiembre de 1936 se envió al Mediterráneo, a petición expresa del ministro de Marina y Aire, Indalecio Prieto.

Durante toda la guerra mantuvo a la mayoría de su primitiva tripulación de PYSBE que encabezaba el capitán de corbeta de la Reserva Naval Mariano Manresa, santanderino; como lº oficial iba el lequeitiarra Isaac Echave, con categoría de teniente de navío; de jefe de máquinas, el capitán maquinista Alvaro Arechavaleta, de Erandio; de 2º, Manuel Aberasturi, de Arteaga, y de 3º Eduardo Echaniz, de Elgoibar. 

Más adelante se incorporarían los alféreces de navío de la Reserva Antón Brouard, de Lequeitio, y Amadeo Uribe, de Busturia. También la mayoría de los subalternos y marinería eran vascos.

Prieto quería el buque para dedicarlo a una misión muy especial: el traslado de oro del Banco de España desde Cartagena a Marsella para pagar las compras de material militar hechas en Francia. Realizó cuatro de estos viajes en 1936-37, transportando 1.688 cajas con más de 110 toneladas de oro sin sufrir ningún percance ( 326 ). 

Una vez finalizados los transportes de oro, el Tramontana se dedicó a labores de transporte, realizando un viaje mensual entre Cartagena y los puertos republicanos del Mediterráneo. 

En el verano de 1937 se le instaló a popa una ametralladora antiaérea y desembarcó Mariano Manresa, asumiendo el mando del buque el teniente de navío Isaac Echave.

Después del verano los viajes como transporte continuaron al mismo ritmo. En el transcurso de uno de ellos, el 14 de octubre, el Tramontana fue atacado por el submarino “legionario” Galileo Galilei/General Mola II (CC Alfredo Criscuolo/TN Francisco Núñez) ( 327 ) que le lanzó tres torpedos. 

El ataque se produjo de madrugada cuando el barco cruzaba frente a Tarragona en dirección a Barcelona, a la altura del cabo de Salou.

Afortunadamente dos torpedos pasaron por proa y popa sin alcanzar al barco y el tercero, bien centrado, pasó por debajo.

En febrero de 1938 trasladó a Rosas 250 minas que debían servir para establecer las defensas submarinas del puerto. 

Durante el mes de junio se le montó en Cartagena 1 cañón Vickers de 101’6 mm. a proa, conservando a popa la ametralladora antiaérea. Nunca llegaría a emplear el cañón en acción de guerra y la ametralladora sólo en una ocasión, durante un ataque aéreo contra Barcelona. 

En julio fue asignado a la Flotilla de Vigilancia y Defensa Antisubmarina de Valencia, muy mermada por varios ataques aéreos, aunque el Tramontana siguió prestando los mismos servicios de transporte entre Cartagena, Valencia y Almería.

El 31 de agosto desembarcó el comandante Isaac Echave y varios tripulantes, reclamados por el ministro de Hacienda para que se presentaran en Barcelona. 

Más adelante se trasladarían a Francia para hacerse cargo del tesoro de la República, que conducirían a México a bordo del yate Vita, también con oficiales y tripulación vascos bajo el mando del capitán José Ordorika, de Lequeitio ( 328 ). 

A Echave le sustituyó el teniente de navío Manuel Hoyos Amenabar de Santurce, que sólo estaría un mes, pues a finales de septiembre tomaría el mando el alférez de navío Amadeo Uribe, antiguo oficial del bou Donostia, y permanecería en él hasta el fin de la guerra.

Rumbo a Bizerta

El episodio final de la Guerra Civil en el mar, el abandono de Cartagena por la Flota Republicana, tuvo también nombres vascos entre sus protagonistas. 

El 5 de marzo de 1939, la Flota se vio obligada a abandonar su base de Cartagena al estallar en la ciudad una rebelión de signo franquista, al tiempo que en Madrid triunfaba el golpe de Estado del coronel Casado. 

Otros buques también siguieron a la Flota en su salida, como el Tramontana y el SAC-2, cargados de personas que escapaban de la ciudad presintiendo el final.

En vista de que la situación no estaba clara, el Jefe de la Flota, decidió no regresar y puso rumbo a las costas de Argelia. 

Una de las pocas voces discordantes fue la del comandante del destructor Almirante Antequera, el ahora teniente de navío del Cuerpo General, Pedro Marcos Bilbao, que pretendió regresar a Cartagena para no abandonar a los republicanos que habían quedado allí, pero el Jefe de la Flota le obligó a reincorporarse a la formación. 

A bordo del buque insignia, el crucero Miguel de Cervantes, varios mandos socialistas y el Jefe del Estado Mayor detuvieron a una treintena de marinos, entre ellos al 2º comandante, capitán de corbeta Rafael Menchaca, por temor a que intentaran apoderarse del buque para regresar a Cartagena.

Finalmente la Flota entró en el puerto tunecino de Bizerta el 7 de marzo, después de solicitar asilo para sus tripulaciones. 

El Tramontana, el SAC-2 y otras embarcaciones lo hicieron en Orán el mismo día, iniciando un goteo de llegadas de buques sueltos que se prolongaría todo el mes. La guerra había concluido en el mar. 

Muchos marinos vascos fueron a parar a campos de concentración: Marcos Bilbao, Menchaca, Azcune, Uribe, Palacios, Iribar, Agirre, Acha.

Para ellos empezaba ahora el largo camino del exilio.



7.3. Los Carabineros de Mar

Si la presencia de marinos vascos fue importante en la Marina Republicana, aún lo fue más en la Flotilla de Carabineros de Mar, una reducida y casi desconocida unidad, organizada a mediados de 1938, en un momento crítico para la República ( 329 ). 

Después de la evacuación del Frente Norte se había presentado al Gobierno de Euzkadi, instalado entonces en Barcelona, un nutrido grupo de oficiales y marineros que había servido anteriormente en la Marina de Guerra Auxiliar o en la Marina Mercante vasca. 

El Gobierno Vasco puso enseguida este personal a disposición del Gobierno de la República. Durante un tiempo se realizaron gestiones para destinarlos a algún barco 
de la Armada, pero la Marina no se mostró receptiva a la idea. Las gestiones continuaron después ante otros departamentos del Gobierno. 

En abril de 1938, las tropas franquistas llegaron al Mediterráneo por Vinaroz, cortando en dos el territorio republicano y aislando a Cataluña del resto del territorio leal.

Entonces surgió la idea de organizar un servicio marítimo que permitiera enlazar las dos zonas y trasladar de una a otra personal, correspondencia oficial y algunos suministros.

El máximo impulsor de esta idea y de que se utilizara para este servicio a los marinos vascos sin destino fue el comandante Juan Victor Echevarría, un socialista bilbaíno, comisario político de la Dirección General de Carabineros. 

Echevarría consiguió que su propuesta fuera aceptada y el servicio se adscribió a la Jefatura Central de Transportes del Ministerio de Hacienda y Economía que dirigía en aquella época el comandante Julio Tomás de Rementería, bilbaíno también, quien sería sustituido a fines de 1938 por el coronel Manuel Fresno Urzay.

Los marinos vascos ingresaron entonces, a partir de mayo de 1938, en el Cuerpo de Carabineros, siendo asimilados en función de su categoría profesional a los grados de capitán (capitán mercante o primer maquinista), teniente (piloto o 2º maquinista), sargento (patrón, telegrafista o mecánico) o cabo (contramaestre o calderetero). 

En julio y septiembre de 1938 el Boletín Oficial del Instituto de Carabineros publicó las listas del nuevo personal admitido y destinado a la Jefatura Central de Transportes.

Del personal relacionado eran de origen vasco (en su mayoría vizcaíno) al menos 23 de los 39 capitanes, 17 de los 37 tenientes, 16 de los 44 sargentos y 13 de los 52 cabos escalafonados. 

También entre el personal sin graduación eran numerosos los carabineros vascos, llegando a un total de 200 los que ingresaron de esta forma ( 330 ).

Efectivos y organización

Todo este personal, que en conjunto no llegaría a 500 hombres, pasó a tripular una pequeña flotilla de la que formaban parte:

• El yate Nere Ametza ( 331 ), el mayor de los buques de la flotilla, cuyo mando fue encomendado al capitán Nicolas Gabikagogeaskoa, de Elanchove.

• La lancha de vigilancia de la Tabacalera I-1 ( 332 ) que había pertenecido antes a la Flotilla de Vigilancia y Defensa Antisubmarina de Cataluña. Había sido construida precisamente en Euskalduna y la mandaba el capitán Ricardo Letamendía, de Bilbao.

• Varias lanchas tipo “C” de la Tabacalera, más pequeñas ( 333 ). 

Una de ellas la mandaba el teniente Francisco Larrea, de Bermeo, y otra -la C-17- el capitán Secundino Arguinchona, de Guernica.

• Unos cuantos motoveleros de entre 100 y 300 toneladas y de escaso andar. Entre ellos estaban el Margarita Taberner ( 334 ), que mandaba el capitán Pedro Ruiz de Loizaga, de Guernica; el Comercio ( 335 ), que mandaba el capitán Juan Endeiza, también de Guernica; el Arsenio Cañada ( 336 ), mandado por el capitán Félix Gorriño, de Busturia; el Cala Castell ( 337 ), mandado por el teniente Jose Arana, de Bermeo; el Cala Tramontana, el Cala Fornells, el Malvarrosa,...

• Varios yates y lanchas, generalmente destinados a vigilancia y servicios portuarios, como el Brabo ( 338 ) que mandaba el capitán Pedro Aranguena, de Bilbao.



         

Juan Víctor Echevarria en una foto del exilio.

 

 

 

          

Secundino Arguinchona, capitán de un motovelero en Carabineros de Mar, y Manuel Azcune, oficial del José Luis Díez, en una foto tomada poco antes de la guerra.

Algunos de los barcos llevaban una o dos ametralladoras para defensa antiaérea, pero otros iban desarmados. A todos se les asignaba un numeral precedido de las siglas M.H.F. (Ministerio de Hacienda-Flota) ( 339 ). 

Las bases principales desde donde operaban estos buques estaban en Barcelona, sede de la Jefatura Central de Transportes, y Valencia, sede de la Subjefatura. 

Además había puestos en todas las poblaciones costeras importantes. En Premiá de Mar, cerca de Barcelona, se ubicó el cuartel de Carabineros de Mar que acogía al personal de retén o en espera de destino.

 

Actividades de la Flotilla

Desde julio de 1938 hasta el fin de la guerra, los Carabineros de Mar realizaron continuamente misiones de enlace y pequeño transporte por la costa levantina, además de las propias del Cuerpo de Carabineros, como vigilancia en los muelles, organización de la pesca, etc. 

En sus travesías, los buques de carabineros navegaban generalmente de noche para evitar los ataques de la aviación o de buques de superficie. Aún así, los viajes no estaban exentos de riesgos.

Una noche, cuando el Nere Ametza se dirigía de Barcelona a Valencia y acababa de pasar Tarragona, se topó con varios buques de la escuadra rebelde que se acercaron para reconocerle. 

El Nere Ametza izó la white ensign de la Reserva Naval británica y los buques se alejaron. Sin embargo, el capitán Gabikagogeaskoa no quedó muy seguro de haberles despistado y, como además aquel día apenas podían alcanzar más de 4 nudos por estar quemando un carbón muy malo de origen francés, decidió volver a Tarragona.

Cuando ya se aproximaba a puerto divisó en el horizonte las luces de un bou armado franquista que se dirigía a su encuentro.

Afortunadamente para el Nere Ametza, el bou estaba aún lejos y no pudo alcanzarle antes de entrar en Tarragona.

En todos los viajes no hubo la misma suerte. 

El 17 de octubre de 1938, el motovelero Arsenio Cañada iba de Barcelona hasta Aguilas para recoger un cargamento de aceite comestible cuando se topó con varios destructores enemigos y fue apresado por el Huesca. 

Antes de ser detenido el capitán ordenó arrojar por la borda el fusil ametrallador que llevaba el barco como único armamento.

En otras ocasiones fue la aviación quien hostigó a los buques de carabineros. 

Como el 6 de enero de 1939, cuando el Margarita Taberner estuvo a punto de ser hundido por un hidroavión Cant Z 506B que le atacó después de rebasar Castellón. 

En aquel momento realizaba un viaje de Denia a Barcelona llevando algunos pasajeros militares y un cargamento de naranjas. 

El avión le hizo varias pasadas con fuego de ametralladoras y lanzándole pequeñas bombas, a lo que respondió el motovelero con sus dos ametralladoras antiaéreas.

Afortunadamente las naranjas redujeron el efecto de las balas, y a pesar de sufrir averías importantes consiguió entrar en Barcelona. 

La aviación causó además otras bajas a los Carabineros de Mar, en especial durante los frecuentes bombardeos del puerto de Barcelona realizados en los últimos meses de 1938. 

En uno de ellos quedó ligeramente averiado el Nere Ametza que tuvo que pasar en el dique un par de semanas. 

En otros bombardeos resultaron muertos varios carabineros, entre ellos el sargento Jesús Sánchez Basagoiti, de Algorta, cuando cumplía servicios de guarda en los muelles del puerto el 21 de octubre de 1938.

La caída de Cataluña y el final de los Carabineros de Mar

A comienzos de enero de 1939, ante el avance de los rebeldes contra Cataluña, la Jefatura Central de Transportes se trasladó a Olot.

 

          

Carabineros de mar en Barcelona en 1938.El de la derecha es Antonio Sánchez Ferrol, antiguo tripulante del Donostia. (Coro Sánchez)

Durante los últimos días de enero, los barcos de carabineros colaboraron en la evacuación de las localidades costeras. 

Varios de los buques se perdieron mientras participaban en estas labores, como la lancha C-17 del capitán Secundino Arguinchona, que resultó hundida el 23 de enero durante uno de los últimos bombardeos de Barcelona. 

También el Comercio se perdió accidentalmente en Rosas en enero de 1939. 

El resto de los buques, entre ellos la lancha I-1 y el Malvarrosa cargados de carabineros y de refugiados civiles pudieron llegar a Marsella en febrero de 1939 y quedaron allí internados. 

Muchos de estos recién llegados irían a parar al campo de concentración de St. Cyprien.

Después de la pérdida de Cataluña la flotilla había quedado reducida al Nere Ametza que estaba entonces en Valencia, algún motovelero y lanchas menores. 

El yate fue a Alicante a cargar carbón y luego a Jávea. Allí tuvieron noticias de que la Flota Republicana había salido de Cartagena para no volver. 

La noche del 6 de marzo de 1939, después de recoger a algunas personas que querían escapar, y a la vista de que el final de la guerra parecía próximo, el Nere Ametza abandonó Jávea y se dirigió a la costa argelina. 

El 7 de marzo por la mañana entraba en Orán, mientras la Flota Republicana lo hacía en Bizerta el mismo día ( 340 ). 

Dos días antes había entrado también en Orán el Cala Castell.

Los bombardeos de los puertos republicanos por la aviación franquista causarían las últimas bajas en la flotilla, como fue el caso de las lanchas C-2 y C-5 hundidas en Valencia.

Del personal de origen vasco en Carabineros de Mar solo quedaba ya un pequeño núcleo en la Subjefatura Central de Transportes. 

Algunos pudieron escapar a tiempo, otros prefirieron quedarse y fueron hechos prisioneros, como el capitán Carlos Intxausti, bilbaíno, jefe de la Sección de Suministros de la Subjefatura, que fue capturado cuando cayó Valencia el último día de la guerra. 

A la mayoría le esperaba aún un juicio y largas condenas de cárcel, cuando no la muerte.

          

Supuesta imagen del Nere Ametza, tomada en Pasajes antes de la guerra. (Fototeca Kutxa).

 

Notas

( 219 ) Ambos buques entraron a menudo en Pasajes a lo largo de abril y mayo de 1937. Concretamente el U 27 el 16, 19, 23, 28 de abril y 1 de mayo, y el U 26 el 15, 22 y 27 de mayo (SHA).

( 220 ) El 14-4-37 y el 28-5-37. Volvería a salir el 15-6-37 para dirigirse a Castro Urdiales y unos días después a Santander. Su comandante, desde el fallecimiento del AN Julián Sánchez Gómez, era el TN José Ruíz de Ahumada.

( 221 ) El S-22 se perdió en Bilbao durante un amerizaje, falleciendo el mecánico, teniente Victor Abad, y resultando gravemente heridos sus dos compañeros. En Santander se perdió el S-26 en otro amerizaje y sólo quedó el S-24 que apenas volvería a volar.

( 222 ) El Almirante Antequera salió de Casablanca para Cartagena el 8-6- 37, siendo atacado a 50 millas de Larache por un hidro que le lanzó un torpedo sin alcanzarle. Luego a su paso por el Estrecho el día 9, fue cañoneado por el Canalejas, Dato y Lauria, entablando combate a 1.000 metros de distancia. A pesar del intercambio de disparos el Antequera pudo cruzar el Estrecho sin bajas, ni averías y continuar a Cartagena.

( 223 ) Se trataba en realidad de un oficial soviético que, como fue habitual durante la guerra, camuflaba su identidad bajo nombre supuesto para evitar ser identificado. En el Cantábrico actuaron 4 marinos soviéticos, aparte del asesor naval Nikolai Kuznetsov que acompañó a la Flota Republicana en su desplazamiento al Norte (Véase nota 64) y dos intérpretes a los que se asignó categoría de oficial: • Aleksandr Petrovich ALEKSANDROV (1900-1946). Fue asesor del Jefe de las FNC entre julio y octubre de 1937 y era conocido como “CN Antonio Falcón”. Ascendido a contralmirante en 1944. •Arkadi Vasilievich KRUCHONYJ (1906-?). Fue Jefe del Estado Mayor de las FNC entre agosto y octubre de 1937, actuando como “CC Miguel Sebastian”. •Ivan Alekseievich BURMISTROV (?-1962). Comandante del submarino C-6, entre febrero y julio de 1937, del C-4 de diciembre de 1937 a abril de 1938. Fue el primer oficial soviético que recibió el mando de un buque republicano. Utilizaba el nombre de “CC Luis Martínez”. •Nikolai Pavlovich YEGIPKO. Fue comandante del submarino C-6 de julio a octubre de 1937; también asumiría el mando del C-2 entre enero y junio de 1938 y lo conduciría de regreso a Cartagena desde Saint Nazaire. Operaba bajo el nombre de “CC Severino Montero”. Llegó a vicealmirante. •Anatolii M. GUREVICH. Sirvió como intérprete de Burmistrov. Utilizaba el nombre de “TN Antonio González”. •VOKSHIN. De origen yugoslavo. Sirvió como intérprete de Brumistrov y Yegipko. Utilizaba el nombre de “TN Ramón Valdés”.( 223B ) La moral y el nivel de adiestramiento de la tripulación José Luis Díez eran muy bajos gracias a la labor de zapa del comandante - simpatizante de los rebeldes-. Algunos autores le han atribuido falsamente el derribo incluso de un avión republicano el 22-4-37. No obstante, si que son ciertos otros errores importantes del Díez, como el del 24-4-37 cuando los artilleros de uno de los cañones, sin fijarse que lo tenían cargado de antemano, introdujeron un segundo proyectil que al chocar con el primero provocó una fuerte explosión, causando la muerte del marinero Marcelino Simó Puig y heridas graves a un auxiliar de Artillería. En otra ocasión, según cita Egia en su Informe sobre la Armada Auxiliar de Euzkadi, op. cit., se llevaron de un cañonazo buena parte de la chimenea del buque.

( 224 ) En el ataque aéreo del 12-5-37 murieron cinco tripulantes del C-6 y cuatro más quedaron heridos, de los cuales uno falleció el 23 en el hospital de Santurce.

( 225 ) El 8 de mayo la Flotilla llego a Pasajes, donde se le incorporaron 2 unidades más: el Aberri Eguna y el Perla del Mar. Esta Flotilla se dedicaría a rastrear las minas no levantadas por los dragaminas republicanos, cada vez que se ocupaba un puerto gubernamental. Contaba con el asesoramiento y la supervisión de una misión alemana de 12 miembros, encabezada por el CC Hans George Strauch.

( 226 ) Remolcador de 145 TRB, de la Compañía Naviera Sota y Aznar (Bilbao).

( 227 ) Remolcador de 123 TRB, de la Compañía Naviera Sota y Aznar (Bilbao).

( 228 ) Vapor de 3.256 TRB, de Altos Hornos de Vizcaya (Bilbao). A pesar de que le alcanzaron algunos proyectiles del Galerna, pudo escapar y llegar a Brest, donde desembarcó algunos heridos.

( 229 ) Vapor de 4.126 TRB, de la Compañía Naviera Sota y Aznar (Bilbao). Iba rumbo a Cardiff para importar carbón.

( 230 ) Vapor de 3.060 TRB, de la Compañía Marítima del Nervión (Bilbao). Procedía de Newcastle con cargamento de carbón para Bilbao y se dirigía a Bayona, cuando fue interceptado por los bous de Pasajes que le atacaron con fuego de cañón y ametralladora a 10 millas del puerto. El vapor, tratando de escapar, hizo rumbo a Bayona, encallando en la desembocadura del Adour y partiéndose después en dos.

( 231 ) Pesquero de vapor de 130 TRB, de Antonio Vega de Seoane y Cía.,S.A. (San Sebastián).

( 232 ) Vapor de bandera panameña, de 1.384 TRB, propiedad de la Societé Belge des Enterprises Comerciales (Amberes).

( 233 ) Vapor de 1.251 TRB, de la Westcliffe Steamship Co. (Londres).

( 234 ) La Marina Británica disponía en el Cantábrico por esas fechas de cuatro destructores tipo “B” de la 4ª Flotilla (CF Caslon). El 12 de abril se incorporaron el crucero de batalla Hood y el crucero pesado Shropshire, asumiendo el mando como Senior Naval Officer North Spain (Oficial Naval Supremo del Norte de España) el vicealmirante Geoffrey Blake y el 19 los cuatro destructores de la 4ª Flotilla fueron sustituidos por otros cuatro tipo “F” de la 6ª (CN Danckwerts). El 26 de abril el Royal Oak, arbolando la insignia del contralmirante Bertram Ramsay, y el Resolution sustituyeron al Hood y Shropshire y la 6ª Flotilla acabó incorporando un destructor más, manteniéndose esta composición hasta la caída de Bilbao. Sobre las operaciones de la Marina británica durante el bloqueo de Bilbao se pueden consultar: CABLE, James: The Royal Navy and the siege of Bilbao. Cambridge University Press, Cambridge, 1979; GRETTON, Peter: El factor olvidado. La Marina Británica y la Guerra Civil Española. Editorial San Martín, Madrid, 1984.

( 235 ) Los tres destructores componían la 10ª División ligera de la Escuadra del Atlántico que mandaba el vicealmirante Jean de Laborde. En las operaciones entorno a Bilbao se les incorporarían en mayo los acorazados Lorraine y Bretagne y el crucero Emile Bertin y varios avisos, aunque en junio la fuerza destinada en la zona se limitaba a uno o dos avisos. Sobre las operaciones de la Marina francesa en la Guerra Civil se puede consultar SABATIER DE LACHADENEDE, Rene: La Marina française et la Guerre Civile d’Espagne, 1936-1939, Service Historique de la Marine, Vincennes, 1993.

( 236 ) La batería se componía de 4 cañones sistema Ordoñez de 150 mm. La mandaba accidentalmente el sargento Juan Cárcamo Aurrecoechea.

( 237 ) Vapor de 2.667 TRB, propiedad de Scotia Corporation (París). Transportaba 32 bombarderos Aero A-101 de fabricación checoslovaca, 15.545 granadas de 75 mm., 5.000 fusiles, 16 millones de cartuchos, uniformes y motores.

( 238 ) Vapor de 2.579 TRB, propiedad de la Veronica Steamship Co. Ltd. (Cardiff). Venía mandado por el capitán William H. Roberts que además llevaba a bordo a su hija. La decisión de forzar el bloqueo fue personal pero debió estar influenciada por Lezo de Urreiztieta, que ya había burlado en otras ocasiones a los buques franquistas.

( 239 ) El MacGregor era un vapor de 2.503 TRB, propiedad de la Guardian Line Ltd. (Cardiff). El Hamsterley, de 2.169 TRB, pertenecía a la Hartley Steamship Co. (Newcastle). Finalmente el Stanbrook, de 1.383 TRB, pertenecía a la Stanhope Steamship Co. Ltd. (Londres). Los mandaban los capitanes Owen Jones, Still y Prance.

( 240 ) La batería se componía de 2 cañones Vickers de 152’4 mm. La mandaba el teniente Antonio Santafé Largacha.

( 241 ) El Thurston, de 3.072 TRB, propiedad de Jos. E. Murrel & Son (West Hartlepool) conducía víveres. El Stesso, con 2.290 TRB, de Pelton SS. Co. Ltd. (Cardiff) traía carbón. El Sheaf Garth, de 1.927 TRB, que conducía carbón, y el Sheaf Field, de 2.719 TRB, con carga general, pertenecían a la Sheaf SS. Co. Ltd. (Newcastle). El Backworth, de2.481 TRB, pertenecía a la Dalgliesh SS. Co. Ltd. y traía víveres. El Marvia, de 1.989 TRB, propiedad de Neill & Pandelis (Londres) entró con carga general. El Thorpehall, ya citado en la nota 233, entró cargado de carbón. El Portelet, de 1.064 TRB, perteneciente a Dorey & Son (Guernsey), entró con carga general.

( 242 ) De sus aproximádamente 820 tripulantes, fallecieron 4 por efecto de la explosión de la mina. El resto los recogió el Velasco. Al percatarse de lo que ocurría, la aviación de Santander salió para atacar a los buques, sin lograr ningún blanco. El Císcar y José Luis Díez no se movieron porque estaban los dos en reparación.

( 243 ) El Consett, de 1.367 TRB, y el Blackhill, de 2.492 TRB, pertenecían a la Consett Iron Co. (Newcastle) y entraron en lastre para cargar mineral de hierro. El Knitsley, de 2.272 TRB era propiedad de la misma compañía.

( 244 ) Datos de elaboración propia a partir de las cifras extraídas de las relaciones de “Buques Mercantes y de Guerra, Nacionales y Extranjeros entrados en el Puerto y Ría de Bilbao desde el 1º de julio de 1936 hasta el 1º de mayo de 1939” (SHA). No se incluyen las entradas de buques pesqueros y tampoco las de buques de guerra. Los datos de julio de 1936 son del mes completo, los de junio de 1937 sólo hasta el día 13. Desde esta última fecha no se registran entradas hasta el día 23.

( 245 ) El Josefina era un vaporcito de 23 TRB, propiedad de Martín Badiola Aramayo (Ondárroa). No he podido identificar al otro buque.

( 246 ) Según parece, trasladó entre otros al periodista británico George Steer a Bayona el 31-1-37.

( 247 ) El 30-11-36 ya se había preparado una acción similar de los bous contra Ondárroa pero finalmente la Jefatura de las FNC no la llevó a cabo.

( 248 ) Los restos de Sabino Arana, depositados en Zalla, fueron enterrados de nuevo en Sukarrieta el 1-1-89. Sobre la operación pueden consultarse los artículos publicados en los boletines del PNV Euzkadi (23-2-78 y 4-12-81, ya como revista), Alderdi (19-11-82 y 26-1-89) y el periódico Gaur Express (30-7-89).

( 249 ) Vapor correo de 10.552 TRB, de la Compañía Trasatlántica (Barcelona).

( 250 ) Yate de 1.165 TRB, propiedad de Ramón de la Sota y Aburto (Guecho).

( 251 ) El Cabo Corona era un vapor de 1.531 TRB, de la naviera Ibarra y Cía. (Sevilla); el Zurriola, de 2.078 TRB, y el Galea, de 3.333 TRB, eran vapores de la Cía. Naviera Guipuzcoana (San Sebastián-Barcelona).

( 252 ) El Carimare era un vapor de 4.459 TRB de la Compagnie National Transatlantique (Paris); el Château Palmer, de 1.912 TRB, y el Chateu Margaux, de 1.462 TRB, eran dos vapores de la Worms y el Ploubazlanec era un vapor de 1.126 TRB, de la Compagnie France- Navigation (Marsella-Paris).

( 253 ) Las características del Marvia y Thurston se indican en la nota 241; las del Seven Seas Spray en la nota 238, y las del Thorpehall en la 233. El Stancourt era un vapor de 950 TRB, de la Stanhope Steamship Co. (Londres). El Kenfig Pool, de 2.456 TRB, era propiedad de la Kenfig Pool Export and Import Co. Ltd. (Cardiff). El Alice Marie era un vapor de 2.206 TRB, matrícula de Newcastle.

( 254 ) El 2 de marzo salieron de Bermeo 400 niños y 28 adultos a bordo de los destructores Campbell y Blanche que los condujeron a San Juan de Luz. El 3 de abril el destructor Beagle condujo otros 163 refugiados más, también desde Bermeo a San Juan de Luz.

( 255 ) Algunos de ellos continuaron después su viaje hasta otros destinos finales, como los 1.500 niños enviados a Leningrado en el vapor francés Sontay desde Pauillac en junio.

( 256 ) Petrolero de 7.873 TRB, de la CAMPSA (Barcelona).

( 257 ) Se trataba del vapor Sebastián, de 3.354 TRB, perteneciente a Fernando Saiz de Inchaústegui, Marqués del Real Socorro que había sido requisado por la Junta de Defensa de Vizcaya y utilizado para traer un cargamento de armas que metió el 24-9-36 en Santander con la identidad camuflada como Azteca de bandera mexicana y luego formalmente por la Consejería de Industria del Gobierno Vasco, el 23-10-36 (Diario Oficial del País Vasco - Euzkadi’ko Agintaritzaren Egunerokoa, no20, de 28-10-36). A partir de entonces el buque fue gestionado por la Dirección General de la Marina Mercante vasca y se le cambió el nombre por el de Itxas-Alde.

( 258 ) Egia relata en su Informe que el comandante ruso del C-6 se quejaba del estado caótico de indisciplina en que se hallaba la dotación y como ejemplo refería un suceso que le había ocurrido pocos días atrás:”...hallándose el comiendo a bordo, pasó un cabo junto a la mesa, el que metiendo los dedos en su comida, le quitó algunas viandas, comiéndoselas”. Véase EGIA, Joaquin: Informe sobre la Armada Auxiliar de Euzkadi, op. cit.

( 259 ) Juan Antonio Castro Izaguirre (Tolosa, 1911-1994) era guardiamarina al estallar la Guerra Civil y se encontraba en su pueblo. Participó en la campaña de Guipúzcoa y marchó al Mediterráneo cuando se fue la Flota Republicana. Estuvo destinado en el crucero Méndez Núñez, donde se afilió al P.C. Fue luego enviado al Norte, donde mandó el destructor Císcar con la categoría de alférez de navío. Ascendido luego a teniente de navío, tomó el mando del José Luis Díez en Francia y en 1938 trató de pasar con el al Mediterráneo, pero fué interceptado en Gibraltar y no lo pudo conseguir. En 1940 ingresó voluntariamente en las Forces Navales Françaises Libres y sirvió como oficial en el contratorpedero Le Triomphant. Seguiría después carrera en la Marina francesa hasta que se retiró en 1966 como capitán de navío.

( 260 ) Petrolero de 3.365 TRB, propiedad de la Compañía Cantábrica de Navegación (Santander).

( 261 ) El Thurston, citado en la nota 241, transportó los archivos. El Seabank (ex Joyce Llewellyn) era un vapor de 1.446 TRB registrado como propiedad de la Verónica Steamship Co. Ltd. (Cardiff). En el se embarcaron 9.000 cajas con dinero, oro, valores y documentos bancarios. El barco permaneció una semana navegando en las proximidades de La Pallice, hasta que se encontró con el Axpe-Mendi y empezó a transbordarle parte de su carga, pero las autoridades francesas ordenaron la entrada de ambos en puerto, quedando confiscado su cargamento y el del Thurston mientras se tramitaba una reclamación sobre su propiedad interpuesta por varios bancos.

( 262 ) En el Císcar escaparon Navarro, Agulló, Durañona, Juan Cruz de Ajuria (Jefe de Construcción y Reparación de la Marina de Euzkadi), José Ramón de Maruri (Jefe de Administracion de la M.E.), Luciano de Arteta (Jefe de Intendencia de la M.E.), José Mª Burgaña (Delegado de la M.E. en Portugalete), Santiago Asolo (Comandante del Cuartel de Marina de Guecho), Casiano Guerricaechevarría (Jefe de Artillería y Parques del Ejército de Euzkadi), José de Ibarguen (Jefe de la 4ª Sección del E.M. del Ejército), Fernando Unceta (Jefe Superior de Sanidad Militar), Jose Mª Bengoa (Secretario de la Jefatura de Sanidad Militar), José Mª de Orube (Jefe Superior de Intendencia), Julio Robles (Secretario General de Intendencia), Bruno de Mendiguren (Jefe de Prensa y Propaganda de la Presidencia),..., así como un buen número de oficiales, empleados administrativos y de ertzañas. En el José Luis Díez iban Alejandro Larrondo, comandante Rafael Bermejo (Auditor de las FNC), Raimundo Fidel Martínez (Habilitado de las FNC), Sasieta (Inspector General de Intendencia) y Juan Luis Urquijo (Transportes Militares) entre otros. En el Warrior salieron el capitán José Mª Pikaza (Jefe de la Ertzaña Motorizada), el teniente coronel Antonio Naranjo (Jefe de la 1ª Sección del E.M. del Ejército) y varios ertzainas. Seis empleados de la Delegación y almacenes de Marina de Portugalete que iban en el José Luis Díez creyendo que se evacuaba a Santander no quisieron desembarcar y regresaron a territorio republicano.

( 263 ) El C-4 tenía su base en Santander y el C-6 había entrado en ese puerto el 9 de junio al finalizar un crucero de vigilancia.

( 264 ) Durante la II Guerra Mundial el yate sería convertido en patrullero de la Royal Navy y hundido por la aviación alemana al SE de Portland (11-7-40).

( 265 ) Eran el 2o maquinista del buque, Manuel Pardo; el habilitado de las FNC, Raimundo Fidel Martínez, y el auditor de las FNC Rafael Bermejo.

( 266 ) El Virgen de Begoña fue artillado con 1 cañón Vickers de 57 mm. y otro de 47 mm. y 1 ametralladora; entraría en servicio en agosto de 1937, participando en las últimas fases de la guerra en el Cantábrico. El Alava recibió 2 cañones Krupp de 88 mm., 2 Vickers de 47 mm. y 1 ametralladora antiaérea; entraría en servicio en noviembre de 1937, acabada la campaña del Cantábrico.

( 267 ) El Ayeta-Mendi se cita ya en la nota 227. El Itxas-Ondo era anteriormente el costero José María, de 399 TRB, propiedad de Artaza y Cía (Pasajes), llegado a Bilbao tras la evacuación de Pasajes y requisado después por la Junta de Defensa de Vizcaya. La Consejería de Industria del Gobierno Vasco se incautó formalmente de el el 18-11-36 (Diario Oficial del País Vasco – Euzkadi’ko Agintaritzaren Egunerokoa, nº44, de 21-11-36). A partir de entonces el buque fue gestionado por la Dirección General de la Marina Mercante vasca y se le cambió el nombre por el de Itxas-Ondo.

( 268 ) El Gobeo se cita ya en la nota 260. El Gure Itxaropena era un bou de vapor de 203 TRB, propiedad de la Sociedad Olasaboa (San Sebastián).

( 269 ) Pesquero de vapor de 127 TRB, perteneciente al armador Francisco Andonaegui Garmendia (Pasajes de San Pedro). Hacía pareja con el Ederra.

( 270 ) Almirante Cervera era un crucero ligero de 7.975 toneladas, 33 nudos de velocidad y armado con 8 cañones de 152’4 mm., 4 de 101’6 mm., 2 de 47 mm. y 12 tubos lanzatorpedos; su tripulación era de 566 hombres. Además del Bizkaya y del Gipuzkoa, en Santoña estaban también en aquel momento los bous Iparreko-Izarra y Gazteiz y los dragaminas D-12, D-16, D-17 y L-6 y algunas canoas. Ninguno de ellos fue alcanzado.

( 271 ) El fallecido era un ayudante del atalayero de Lequeitio, Mauricio Arambarri Curpión, que había embarcado a última hora como marinero en el Gipuzkoa. Entre los heridos había dos sacerdotes traídos de Bilbao durante la evacuación y que aún no habían desembarcado.

( 272 ) De Saint Nazaire pasarían a La Pallice el 9-8-37 y más tarde a Sables d’Olonne.

( 273 ) Decreto de 30-6-37 (Gaceta de la República, nº182, 1-7-37).

( 274 ) GRETTON, Peter: El factor olvidado..., op. cit., p.382. Desde el 16-6-37 la agrupación naval británica en aquellas aguas estaba formada por el acorazado Resolution y 5 destructores tipo “B” de la 5a Flotilla, todos bajo el mando del capitán de navío Lionel Sturdee. A partir del 9 de julio fue relevado de nuevo por el contralmirante Bertram Ramsay a bordo del Royal Oak que vino con otros 5 destructores pertenecientes a diversas flotillas. A diferencia de lo que sucedió en la Campaña de Vizcaya, ni los bous que estaban desartillados, ni los buques de guerra republicanos se ocuparían ya de escoltar en aguas territoriales a los buques con evacuados. Desde finales de junio hasta la caída de Santander se evacuaron por mar unas 37.000 personas.

( 275 ) Francisco Elortegi Ganbe (Plencia, 1903-1964) era capitán de la Marina Mercante. De joven embarcó como oficial en buques de Sota y Aznar. El estallido de la guerra le sorprendió en Ribadesella a bordo del Artza-Mendi. Poco después marchó a la URSS para traer un cargamento de armas que condujo a Bilbao en noviembre. En diciembre fue nombrado comandante del bou artillado Donostia, con categoría de TN de la RN. Realizó con el varios servicios de vigilancia, hasta tomar parte en el combate de Machichaco (5-3-37). El bou se refugió primero en Arcachon y luego en La Pallice. Permaneció allí el resto de la guerra. En julio de 1937 condujo a Gijón al mercante Viiu, con un cargamento de armas. En 1939 marchó a Venezuela al frente de una expedición de refugiados en el vapor Bretagne. Con otros marinos organizó una Academia de Pilotos en Maracaibo. Después se embarcó en la Creole como oficial y más tarde como capitán hasta 1960.

( 276 ) Vapor de 1.908 TRB, propiedad de A. Inkapool (Tallinn). El 7-6-37 había cargado en Tallinn 16 aviones con sus recambios, 4 cañones de150 mm., 38 ametralladoras y más de 5 millones de cartuchos. Su destino previsto era Bilbao pero no pudo llegar antes de su ocupación por los franquistas. De Gijón parece ser que pasó a Santander el 23 de julio.

( 277 ) Pareja de vapor de 150 TRB, propiedad de la Sociedad Olasaboa (San Sebastián).

( 278 ) Parejas de pesca de motor de 106 TRB cada una, pertenecientes a Pesquera Lau ta Bat (Pasajes San Pedro). Serían luego convertidas en dragaminas e incorporadas a la Marina franquista como Málaga y Bilbao respectivamente.

( 279 ) Pesquero de 303 TRB, propiedad de La Peche Francaise (Fecamp).

( 280 ) Vapor de 3.091 TRB, de la Tatem W.J.Ltd. (Cardiff). Fue conducido a Bilbao desde donde se le autorizaría a seguir viaje meses después.

( 281 ) Vapor de 4.339 TRB, de la Mirupanu Steamship Co. Ltd. (Londres). Fue conducido a Ferrol y puesto en libertad meses después.

( 282 ) Hasta este momento Atela había servido como radiotelegrafista de la Presidencia y era uno de los encargados de mantener el enlace radio con Bayona a través del Domayo/Napartarra.

( 283 ) Véase ONAINDIA, Alberto: El “Pacto” de Santoña, Editorial Laiz, S.A., Bilbao, 1983. Los datos fueron luego contrastados en entrevista personal con José Mª Aranguren. Atela fue después liberado de la detención y nombrado secretario de Marina, aunque las pesquisas de las autoridades santanderinas obligaron al PNV a evacuarle anticipadamente en agosto.

( 284 ) Véase el Cuadro correspondiente del Capítulo IV donde se detallan las fechas y lugares de instalación de estos campos de minas.

( 285 ) Los datos utilizados para elaborar este Cuadro proceden del Informe del Jefe de la Flotilla de Rastreadores (TN Carlos Pardo) al Comandante General del Departamento Marítimo de Ferrol, Avilés, 25-11-37; del Informe que eleva Don Juan Cano al Jefe de E.M., Santander, 24-7-37, y de la Copias de las conversaciones sostenidas por las autoridades rojas por teletipo durante su dominación en la Zona Norte de España y que han sido halladas a la caída de Gijón, Noviembre de 1937 (SHA). También se han utilizado algunas noticias aparecidas en diversos periódicos de la época. La información relativa a Asturias es a menudo confusa y contradictoria, por lo que los datos referidos a Gijón y Avilés son aproximativos. Los dragaminas vascos participaron en el rastreo de los tres últimos campos que se indican.

( 286 ) La Delegación Maritima de Santander tenía organizado el rastreo de minas desde septiembre de 1936 con una agrupación formada por el guardapescas V-8 de la Subsecretaría de Marina Civil y las parejas convertidas en dragaminas, San José y San Antonio. A finales de julio pasaron a depender de las FNC junto con la escuadrilla vasca. Desde agosto pasaron a depender también de las FNC los dragaminas que actuaban en Asturias.

( 287 ) La falta de seriedad de Antonio Gurruchaga le supuso la expulsión inmediata del servicio, siendo sustituido como comandante del Gazteiz por el capitán Juan Acha. A la Marina Auxiliar, el incidente le privó de poder nombrar al responsable de los dragaminas que fue finalmente designado por las FNC. Juan Cano Sáiz tenía además la categoría de capitán de corbeta de la Reserva Naval y fue nombrado jefe del Servicio de Rastreo de Minas de todo el litoral cantábrico el 1 de agosto.

( 287B ) Parte de Campaña del submarino C-4, Santander, 23-7-37 (SHA). Lo reproducen RODRIGUEZ MARTIN-GRANIZO, Gonzalo GONZALEZALLER José Ignacio: Submarinos republicanos..., op. cit., p.152 y 262-263. También se cita la acción en MORENO DE ALBORÁN, Fernando y Salvador: La guerra silenciosa y silenciada, op. cit., vol.II, p.1236.

( 288 ) Parte de Campaña nº 10. Submarino C-6. Santander 28-7-37 (SHA). Los giroscopios de los torpedos no se habían regulado desde hacía tres meses, a pesar de que se suponía que estaban desregulados por efecto de la bomba que alcanzó al buque en Portugalete el 12-5-37; tampoco se les había efectuado un reconocimiento general desde seis meses antes. Informe del Comisario Político del submarino C-6. Santander, 31-7-37. (SHN-GC).

( 289 ) Antiguo petrolero Valetta, de 4.903 TRB, adquirido en 1937 por Jas German and Co. Ltd. (Cardiff) y rebautizado Arlón.

( 290 ) El Stanwood era un vapor de 4.158 TRB, perteneciente a la Stanhope Steamship Co. (Londres). El Marión Moller era un vapor de 3.827 TRB, propiedad de la Moller Line Ltd. (Shangai) fletado en time-charter por el Gobierno de Asturias y León.

( 291 ) BILBAO, Alejo: Apuntes sobre la Guerra en el Mar Cantábrico. Memorias inéditas escritas en la Prisión General de Burgos en 1941 (CME). Al Iparreko-Izarra, aunque se le devolvió su cañón, no llegaría a instalársele de nuevo.

( 292 ) Sólo en el poco más de medio centenar de pesqueros de la Flota de Pasajes que estaban refugiados en Santander fueron evacuadas cerca de 4.000 personas.

( 293 ) ZABALA ALLENDE, Federico: El Gobierno de Euzkadi y su labor legislativa. 1936-37, H.A.E.E./I.V.A.P., Bilbao, 1986, página 112.

( 294 ) Al parecer embarcado en el D-8.

( 295 ) Vapor de 193 TRB, de Nicolás Lafuente y Suiza (Santander).

( 296 ) Pareja de vapor de 102 TRB, de Juan Freire Barreiro (Bouzas). Al iniciarse la Guerra se encontraba en Pasajes, desde donde operaba frecuentemente, y quedó bajo la gestión del Gobierno de Euzkadi.

( 297 ) Petrolero de 5.863 TRB, propiedad de la Stanhope Steamship Co. (Londres).

( 297 B ) RODRIGUEZ MARTIN-GRANIZO, Gonzalo GONZALEZ-ALLER José Ignacio: Submarinos republicanos..., op. cit., p.152-153 y 289.

( 298 ) Según testimonio escrito de Avelino González Zulaika, 1º oficial del Bizkaya. Su testimonio ha permitído reconstruir lo sucedido en estas fechas.

( 299 ) Vapor de 3.518 TRB, propiedad de la Cía. Naviera Vascongada (Bilbao).

( 300 ) Otras embarcaciones enviadas con el mismo propósito y a las que tampoco se informó de la toma de Santander, entraron en el puerto y fueron apresadas por los rebeldes. Fue el caso del mercante Maruja y Aurora (3.919 TRB, de la Naviera Junquera, de Gijón) el 26 y del pesquero Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (58 TRB, de Luis yÁngel Pérez García, de Santander) el 27.

( 300B ) Los datos proceden de los cuadernos de bitácora del C-2 y del C-4 (Servicio Histórico de la Armada). RODRIGUEZ MARTIN-GRANIZO, Gonzalo y GONZALEZ-ALLER José Ignacio, en su obra Submarinos republicanos en la Guerra Civil Española, habitualmente bien documentada en todo lo referente a las operaciones de estos buques, sitúan erróneamente el bombardeo de Gijón en el día 28 de agosto, la entrada del C-4 en Le Verdon el 29 y la del C-2 en Brest el 1 de septiembre; op. cit., p. 153-154.

( 301 ) Los sucesos de Santoña se han reconstruido a partir de los Apuntes sobre la Guerra en el Mar, memorias inéditas escritas por Alejo BILBAO en la Prisión General de Burgos en 1941 (CME).

( 302 ) Se contaba con la presencia de un acorazado y dos avisos franceses por gestión del Delegado del Gobierno Vasco en París y se anunció también la llegada de los mercantes británicos Thorpebay, Seven Seas Spray, Kenfig Pool, Marvia, Stanwood, Stanworld, Stanmore, Bramhill y Bramden, así como dos aviones. Finalmente solo aparecerían el Seven Seas Spray y el Bobie –no anunciado– junto con un avión y el destructor británico Keith.

( 303 ) Vapor matriculado en Gibraltar, propiedad de W. H. Mac Ewan (Dorset). Venía mandado por el teniente de navío de la Reserva Naval Georges Edmond Dupuy, miembro de la Misión Militar de consejeros y técnicos franceses organizada por el Gobierno Vasco desde abril de 1937.

( 304 ) El mismo vapor (2.579 TRB) de la Veronica Steamship Co. Ltd. (Cardiff) que se había hecho famoso por romper el bloqueo de Bilbao. Seguía bajo el mando del capitán William H. Roberts.

( 305 ) Con Felipe Marcaida se cerraba la lista de 61 fallecidos de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi a lo largo de la Campaña del Norte. Tuvo también unos 70 prisioneros (la mayoría del Nabarra y Gazteiz). Entre los muertos estaban los comandantes Enrique Moreno, del Nabarra, y Antonio Zinkunegi, del Goizeko-Izarra. Entre los prisioneros, Alejo Bilbao, comandante del Gazteiz; Policarpo Bilbao, 1º oficial del Gazteiz y antes comandante del Gipuzkoa, capturados en Santoña junto con el resto de oficiales y dotación, así como la tripulación del Nabarra, hecha prisionera en el combate de Cabo Machichaco y varios otros más detenidos en el Galdames o a la caída de Bilbao. Algunos fueron condenados a muerte, pero ninguna otra de estas penas se llegó a ejecutar.

( 306 ) Su dotación pasaría después a tripular el guardacostas Alava (ex Araba de la Marina de Euzkadi).

( 307 ) La mayor parte de la evacuación se efectuó en buques británicos, salvo en los días finales. En septiembre salieron unos 20.000 evacuados –de ellos 18.000 en buques británicos– y en octubre, del orden de 15.000 más. En el periodo de septiembre a octubre la Marina Nacional apresó más de medio centenar de embarcaciones, entre ellas el Esles apresado el 5 de septiembre por los bous Juan Ignacio y Fantástico, el Luis Adaro lo es el 9 de septiembre por el Almirante Cervera,…

( 308 ) El Hillfern era un vapor de 1.535 TRB, de Angel Sons & Co. (Cardiff).( 308B ) Se trataba de los dragaminas de origen vasco L-1, L-3, D-9, D-21 y D- 22 y del santanderino San José. Además actuaban en Gijón desde septiembre de 1936 el Justiniano y el Adelina, movilizados por la Delegación Marítima.( 308C ) En Avilés el rastreo lo habían efectuado hasta entonces con las lanchas V-9 y Angela.

( 309 ) El Císcar sería reflotado el 21-3-38 y llevado a Ferrol donde, una vez reparado, se incorporaría a la Marina nacional en febrero de 1939.

( 310 ) Comunicación del Delegado de Marina en Bayona a D. Luis Zarrabeitia. La Pallice, 5/11/37 (APNV). Entre los voluntarios que embarcaron para esta operación estuvieron José María Burgaña y José Antonio de Durañona.

( 311 ) De los buques que se señalan, los guardapescas V-8 y V-9 y la canoa Txepetx quedaron enseguida bajo control de las autoridades consulares y fuera del de las FNC o de la Marina de Euzkadi. El dragaminas San Antonio permaneció también fuera del control de las FNC que lo consideraron a todos los efectos un simple pesquero. La lancha L-1 continuó al servicio de las FNC hasta finales de 1938, pero la L-3 y los dragaminas D-9, D-10, D-11, D-21, D-22 y D-23 volvieron a quedar bajo control de la Marina de Euzkadi al llegar a Francia. Todos los dragaminas vascos llegados a La Pallice en agosto de 1937 fueron conducidos poco después a Rochefort. En noviembre también sería conducido allí el D-22. El bou Donostia de la Marina de Euzkadi pasaría a control de la Marina Republicana a partir de noviembre de 1937.

( 312 ) Del Donostia intentó hacerse cargo el Consulado de Burdeos el 20-10-37, ordenando el desembarco de la mayor parte de su tripulación y su sustitución por cuatro cabos y marineros del C-4, pero no lo consiguió hasta el 1 de noviembre. A partir de ese mes sería la Armada Republicana quien se ocuparía de la atención del buque y perdería así su vinculación con la Marina de Euzkadi. El 17-4-38 tuvo que desembarcar su artillería y demás armas de a bordo y depositarlas en un arsenal francés.

( 313 ) Sexta Memoria que presenta el Ingeniero Director del Puerto de El Ferrol, relacionado con el viaje a Francia desde el día 30 de junio hastael 28 de julio de 1.938, para realizar diversas actuaciones al objeto de cumplimentar su comisión de embargo e inmovilización y posible rescate de los barcos españoles huidos a Francia, El Ferrol, 12-8-38 (SHA). También se excluyeron del embargo varias lanchas y embarcaciones pequeñas a las que se autorizó a cruzar por el canal de Midi y llegar al Mediterráneo en mayo de 1938. Eran las lanchas Teresa y Azkena de la Delegación Marítima de Santander; la Txepetx, de la Marina Auxiliar, y las Txirimol, Marissi, Txonta y Aida Lafuente de la Consejería vasca de Industria. Llegaron en junio al puerto de Rosas, donde la Txepetx se incendió. Las demás fueron incorporadas a la Marina Republicana como lanchas antisubmarinas K-8, K-19, K-11, K-15, K-17 y Ella respectivamente. El torpedero nº 3 que llegó en muy mal estado, fue desarmado y desguazado en Burdeos. Parte de sus equipos se utilizaron para los bous y otros se remitieron a territorio republicano.

( 314 ) ROMAÑA ARTEAGA, José Miguel: Historia de la Guerra Naval en Euskadi, (6 vol.), Editorial Amigos del Libro Vasco, Echevarri, 1984-86, pags.1644-45 (Volumen 6).

( 315 ) Boletín de Información del Departamento Marítimo de El Ferrol, nº 37, 4-2-38, y Nota del Cuartel General del generalísimo para la Comandancia del Departamento Marítimo de El Ferrol, Salamanca, 24-3-38 (SHA). Hay que tener en cuenta que, desde noviembre de 1937, el dispositivo naval de la Marina Nacional en el Cantábrico se había reducido considerablemente, consistiendo ahora sólo en los guardacostas Alava y Galerna, algunos pocos bous y patrulleros y la Flotilla de Dragaminas.

( 316 ) Vapor de 524 TRB, propiedad de la Sociedad de Servicios Marítimos (Madrid).

( 317 ) Notas elaboradas por D. Santiago Aznar y D. Santiago Chausson para el Sr. Prefecto de La Gironde, Burdeos, 9-3-39 (APNV).

( 318 ) Esteban Hernandorena Zubiaga (Portugalete, 1905-1965) era capitán de la Marina Mercante. Navegó en varios cargueros y luego en buques de pesca. Durante la guerra fue miembro del Consejo Superior de Pesca del Gobierno Vasco (Departamento de Industria). Se incorporó luego a la Reserva Naval de la Armada Republicana con la categoría de CC. Sirvió como oficial de derrota en los submarinos C-2 y C-4 durante su viaje de retornó desde Francia a Cartagena y después lo fue también del José Luis Díez. Después de la guerra se exilió a México y navegó por el Pacífico durante la II Guerra Mundial. De regreso a Europa, en 1947, embarcó como oficial en un barco dedicado a trasladar inmigrantes judíos clandestinos desde Rumanía a Palestina. Ingresó luego en la compañía nacional israeli ZIM, mandando varios buques. Falleció en Haifa, donde una calle lleva su nombre como homenaje.

( 319 ) En el combate del 27-8-37, el José Luis Díez tuvo 2 muertos, 6 desaparecidos y 10 heridos, entre ellos el 2º comandante Rafael Menchaca. También fallecieron 24 pescadores de las dotaciones de dos pesqueros que había detenido antes y que estaban en el lugar donde se recibió el impacto del Canarias. En el combate del 30-12-38 recibió cuatro impactos que le causaron 4 muertos, 1 desaparecido y 12 heridos, uno de los fallecidos era Angel Arruti Calonge, de San Sebastián. El Vulcano, que recibió cinco impactos, tuvo 5 heridos a bordo.

( 320 ) Para atender la defensa del tráfico mercante en aguas costeras, la Marina Republicana organizó a lo largo de 1937 diversas Flotillas de Vigilancia y Defensa Antisubmarina agrupando a los guardacostas, pesqueros armados, dragaminas y sistemas de defensa antisubmarina situados en las diferentes bases navales repartidas por el litoral levantino: Cartagena (2-1-37), Cataluña (7-6-37), Almería (26-6-37) y Valencia (17-8-37), a las que más tarde se unirá la de Baleares (31-10-38). Desde finales de 1937 estas flotillas se coordinaban a través de un organismo denominado Jefatura de la Defensa Móvil Marítima e Inspección de las bases navales secundarias, cuyos jefes fueron el CC Miguel Buiza (25-10-37) y el CC Federico Monreal (24-12-37), con categoría de vicealmirante. Ambos habían servido antes en el Cantábrico, el primero mandando la Flota Republicana que subió en septiembre de 1936 y el segundo mandando después las Fuerzas Navales del Cantábrico.

( 321 ) Petrolero de 5.196 TRB de la CAMPSA, pero que actuó militarizado como buque nodriza de la Flota Republicana y bajo mando de un oficial de la Reserva Naval. Sufrió un ataque de la aviación rebelde en Gijón el 28-8-37 que lo incendió, tuvo que ser remolcado fuera del puerto y varado.

( 322 ) Transporte armado de la Marina Republicana, de 2.959 TRB, incautado a la Sociedad Anónima Cros (Barcelona). Era también denominado Transporte T-C.

( 323 ) Ambas eran motonaves de 12.489 TRB, propiedad de Ibarra y Cía (Sevilla). El 10-10-37 el Cabo Santo Tomé venía de Odessa cargado con material de guerra, disfrazado con bandera inglesa y nombre falso de Korsu, cuando fue atacado por los cañoneros Dato y Cánovas frente a Galita y lo incendiaron. Iba armado en ese viaje con 4 cañones de 75 mm., 4 de 45 mm., 4 ametralladoras y cargas de profundidad, todo camuflado. Los cañoneros disponían cada uno de 4 piezas de 101’6 mm., 2 de 47 y 2 ametralladoras. El mercante sufrió 1 muerto y 7 heridos. El Cabo San Agustín quedaría internado en Feodosia (URSS) al finalizar la guerra y se incorporaría luego a la Marina Mercante soviética.

( 324 ) Transporte armado de la Marina Republicana de 3.554 TRB incautado a la Cía. Sota y Aznar (Bilbao). Llevaba dos cañones y dos ametralladoras y era también conocido como Transporte T-M.

( 325 ) Los datos sobre las actividades del Tramontana procedentes de la documentación del SHA se han completado con los testimonios personales del capitán maquinista (R.N.) Eduardo Echaniz Arrieta y del alférez de navío (R.N.) Anton Brouard, ambos oficiales del buque. Una descripción más extensa de las actividades de este buque puede encontrarse en PARDO SAN GIL, Juan: “La Flota de PYSBE durante la Guerra Civil (1936-1939)”, trabajo publicado en Bilduma nº5 (1991).

( 326 ) Los viajes se efectuaron el 12-10-36, 29-10-36, 9-12-36 y 10-1-37. Todos estos viajes se hicieron bajo la protección de la Flota Republicana que escoltaba al Tramontana hasta aguas francesas.

( 327 ) Los submarinos “legionarios” eran submarinos que Italia cedió temporalmente a la Marina Nacional para que operaran con tripulación y mando italianos, bajo bandera española, entre septiembre de 1937 y febrero de 1938. Fueron el Galileo (operando como Mola II), Ferraris (Sanjurjo II), Onice (Aguilar Tablada) e Iride (González López). Llevaban además un oficial español adjunto que hacía las veces de comandante en caso de producirse un incidente internacional.

( 328 ) El tesoro llegó a Veracruz en el Vita el 23 de marzo de 1939 y sirvió para auxiliar a los republicanos en el exilio después de la guerra.

( 329 ) La información utilizada para elaborar este apartado procede en su mayor parte de los testimonios orales y escritos al autor de varios de los protagonistas, en especial de Secundino Arguinchona, Damián Diéguez, Carlos Inchausti, Jesús de Jaureguibeitia y Pedro Ruiz de Loizaga, cuyo papel se menciona en el texto, así como de Jesus Mª Gorriño hermano del comandante del Arsenio Cañada, Sabas Barrenetxea –tripulante del Brabo– y Pedro Roteta– tripulante del Cala Fornells y Cala Castell.

( 330 ) También lo hicieron 30 asturianos y santanderinos gracias a la intercesión del Gobierno Vasco que les avaló. Carta de José Antonio Agirre a José María Lasarte, Delegación del Gobierno de Euzkadi en Bayona, Barcelona, 8-5-38 (SHM).

( 331 ) Yate matriculado en San Sebastián, propiedad de Antonio Angulo Sanchez de Morellán, Marqués de Caviedes (París), construido en Inglaterra en 1905. De 359 TRB, 42’50 x 7’50 x 3’10 metros de eslora, manga y calado. Alcanzaba los 13 nudos de velocidad, lo tripulaban 30 hombres y estaba armado con dos ametralladoras.

( 332 ) Lancha de vigilancia de la Compañía Arrendataria de Tabacos (Madrid); construida en Bilbao, en los Astilleros Euskalduna, en 1923. De 128 TRB, 35’50 x 5’20 x 1’80 metros, alcanzaba los 13 nudos e iba armada con ametralladoras. La Jefatura Central de Transportes solicitó también el 19-7-38 la entrega de la I-3 a la Marina, que no accedió por tenerla alistada como guardacostas V-33 de la Defensa Móvil Marítima. También tenía en servicio la Marina a la I-6 que luego transformaría en el V-34 de la Flotilla de Vigilancia y Defensa Antisubmarina de Baleares (SHA).

( 333 ) Eran, al parecer, la C-1, C-2, C-3, C-5, C-17 y C-18, todas construidas en Inglaterra en 1922-23 salvo la C-17 que lo fue en España en 1925. Las C-1 y C-2 de 25 TRB, 20’50 x 3’90 x 2’00 metros y una velocidad de 8 nudos. Las C-3 y C-5 de 32 TRB, 20’00 x 4’03 x 2’00 metros y velocidad de 8 nudos. La C-17 de 36 TRB, 22’85 x 3’50 x 1’60 metros y 12 nudos de velocidad. La C-18 de 32 TRB, 22’80 x 3’40 x 1’60 metros y 12 nudos.

( 334 ) Motovelero propiedad de Alberto Belenguer Pechuan (Valencia), construido en España en 1919. De 130 TRB, 28’20 x 7’90 x 2’44 metros. Superaba con dificultad los 6 nudos de velocidad, tenía una tripulación de 17 hombres y estaba armado con dos ametralladoras antiaéreas.

( 335 ) Motovelero propiedad de José Irla Bosch (San Feliu de Guixols), construido en España en 1860. De 91 TRB, 25’20 x 7’07 x 3’96 metros y 7’5 nudos de velocidad máxima.

( 336 ) Motovelero propiedad de Juan Cañada Moreno (Ceuta), construido en Muros en 1868. De 338 TRB,36’74 x 8’94 x 3’10 metros. Daba hasta 8 nudos de velocidad. Iba armado con un fusil ametrallador.

( 337 ) Motovelero propiedad de la Naviera Mallorquina, S.A. (Palma de Mallorca). Construido en Palma en 1918, de 194 TRB, 27’27 x 7’52 x ? metros, 10 tripulantes y 6,5 nudos de velocidad. Su tripulación embarco inicialmente en el Cala Fornells, pero el barco fue hundido en un ataque aéreo en Gandia (7-6-38) después de su primer viaje y la tripulación pasó en bloque al Cala Castell.

( 338 ) Yate a motor propiedad de Pedro Estrany Rotger (Palma de Mallorca), construido en Inglaterra en 1921. De 52 TRB, 23’55 x 4’75 x 1’80 metros, 4 tripulantes y 11 nudos de velocidad.

( 339 ) Así, el Nere Ametza era el MHF-601, la I-1 era el MHF-525, los motoveleros pertenecían a la serie “7”: el Cala Castell era le MHF-707, el Margarita Taberner el MHF-713, el Cala Fornells el MHF-720,...

( 340 ) En 1941, el Nere Ametza se convirtió en el vapor Ellen, de Comercial Marítima de Transportes, S.A., Transcomar (Madrid), empresa de propiedad alemana que lo envió en 1942 con suministros para las fuerzas alemanas en Italia y Africa. Cambió luego su nombre por el de Ostia y fue hundido por la aviación aliada en Tobruk (1-11-42).


 

 

 

 

 

 

 

 

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VITORIA-GASTEIZ 2011