Qué hacer y qué visitar en Navarro. Una recorrida por la ciudad.

Ubicada a unos 125 kilómetros del centro porteño la ciudad de Navarro presenta muchas cosas para hacer y descubrir. Dependiendo de los intereses personales de cada uno hay un gran abanico de opciones para aprovechar. Tanto que en nuestro caso ameritó dos visitas para conocerla un poco más a fondo.

Al nombrar esta localidad de la pampa bonaerense uno piensa casi instantáneamente en su laguna. Este enorme espejo de agua casi que define a la ciudad y le da vida, tanto en la actualidad como a lo largo de la historia. De hecho, la Guardia San Lorenzo, primer asentamiento militar del cual luego derivó el pueblo, se estableció en las márgenes de la laguna que era la fuente de agua, tanto para ellos como para el pastoreo de los animales. Hoy en día en sus orillas se encuentra el camping municipal que, como pudimos comprobar durante nuestra visita, es el centro de la vida navarrense en los meses de verano.

Pero a diferencia de otros lugares por Navarro además pasó la historia y dejó huellas importantes que, para bien o para mal, hasta definieron a la Argentina como país. Sin dudas, en este aspecto resalta el Parque Dorrego, sitio histórico en donde el gobernador de Buenos Aires fue fusilado por orden del general Juan Lavalle, luego de derrocarlo y vencerlo en batalla. Navarro aún llora esta desgracia y homenajea a Dorrego con esculturas en la plaza central que, por supuesto, lleva también su nombre.

Ya no tan oficial, pero igualmente histórica, es la vida del gaucho Juan Moreira, vecino del pueblo que tuvo un pasar trágico, entremezclado con amores disputados por un acérrimo y poderoso enemigo y su carrera como guardaespaldas de personalidades políticas. Todo ello rodeado de un halo de muerte y asesinatos. En Navarro aún puede visitarse la pulpería que Moreira frecuentaba en aquellos años.

Los espacios verdes están bien cuidados y son ideales para disfrutar en días de sol. El Prado Español cuenta con juegos para niños y mesas bajo la sombra de los árboles, todo en un ambiente cerrado que da una seguridad extra a los que quieran ir con chicos y relajarse. La Plaza Dorrego está muy linda también, y con algo de suerte al caminar por ella te podés encontrar con alguna banda ensayando para su próxima presentación.

Por supuesto que el centro de la ciudad cuenta también con sus atractivos. Allí frente a la plaza, justo al lado del Palacio Municipal puede conocerse la iglesia San Lorenzo Mártir, inaugurada en 1870 y en cuyo interior hay un cristo con más de 400 años de antigüedad. Un poco más allá se encuentra la réplica del Fortín San Lorenzo, en cuyo predio está también la antigua estación de ferrocarril, hoy convertida en pulpería – museo.

Si de trenes hablamos, Navarro tiene el privilegio de contar con dos estaciones en lugar de una, con la particularidad de que ninguna de ellas está en funcionamiento. La perteneciente al Ferrocarril Belgrano estuvo en actividad hasta el año 1993 en que el gobierno nacional decidió el cierre del ramal, pero a pesar de eso se encuentra en muy buen estado y alberga al Museo Ferroviario a cargo de Tito Martino, un imperdible para todo amante de los rieles que esté paseando por estos pagos.

Caminando las calles de la ciudad uno se encontrará también con distintivas esculturas de hojalata, como la que ya mencionamos del Coronel Dorrego en la plaza homónima. Juntas conforman el denominado «Camino de las Esculturas», y a la del prócer se agregan las del Gaucho Fierro, la del bombero frente al cuartel, y la del Indio Pampa entre otras. Aunque oficialmente no forma parte de tal circuito, apenas uno ingresa a Navarro será imposible no reparar en la enorme escultura «El Tambero» ubicada en la rotonda de acceso.

Si uno lo piensa es algo lógico ya que las principales actividades económicas de esta localidad son la producción lechera y la cría de porcinos. Sin embargo, como buena excusa para visitar la ciudad en fechas específicas, entre las fiestas populares de índole gastronómico que se celebran se destacan la «Fiesta del Buñuelo Navarrense» en octubre y la «Fiesta del Asador Navarrense» en noviembre y que había acontecido pocos días antes de nuestra primer visita.

Igualmente, aunque no haya fiesta popular agendada, pasar el día en Navarro no reviste ningún inconveniente. Por supuesto que uno puede llevarse la vianda de casa para disfrutarla al aire libre en uno de los tantos espacios verdes de la ciudad, pero la oferta gastronómica también es amplia y variada. En nuestro caso optamos por hacer un mix cultural, almorzando en el restaurante Almacén Museo La Protegida. Muy recomendable el lugar, la comida, y la charla con su dueño que es un gran conocedor de la ciudad y su historia.

A menos de dos horas de auto desde el centro porteño, Navarro es una excelente opción para cambiar de aire y pasar un día diferente, empapándose de historia o disfrutando el aire libre.

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