Categorías
Crónicas

En lancha por la bahía de Valparaíso: El más clásico de los paseos porteños

El paseo en lancha por la bahía de Valparaíso comienza en el Muelle Prat, a pasos de Plaza Sotomayor.

Parafraseando la viejísima “Si vas para Chile”, pues, “si vas para Valpo”, un imperdible es el puerto. Mirar el quehacer de las faenas portuarias desde el paseo 21 de Mayo en el cerro Artillería puede ser una experiencia mágica, en la que puedes pasar horas viendo el ir de venir de naves, camiones, grúas y gente… mucha gente que trabaja en esa actividad. Un jueguito que tenía de niño era ver las banderas de los barcos que entraban y salían. Por cierto, en aquella época las desconocidas había que memorizarlas y llegar a casa a verlas en el “Atlas Universal”. Ahí supe que existían países como Liberia, Surinam o Angola. ¡Y sin Google ni Wikipedia! Y si quería ir más allá, siempre estaba la posibilidad de pasear en lancha por la bahía de Valparaíso.

En lancha por la bahía de Valparaíso

Como en la experiencia está la aventura, conocer el puerto es aún más mágico en el terreno mismo. Es decir, desde el mar. Tu punto de partida, entonces, está en el muelle Prat, a pasos de plaza Sotomayor. En este caso, casi cualquier micro te sirve. Con que diga “Aduana-Puerto”, basta.

Punto de partida: El Muelle Prat

En el embarcadero podrás encontrar botes de los más variados colores, tamaños y lujos; la mayoría de ellos, con nombres de mujer, recordando a alguna abuela o madre fallecida o a un amor no correspondido. Igual que en las micros, el mono relojero te indicará cuál bote va saliendo. Por la módica suma de unos cuatro mil pesos en promedio, tomas el recorrido que dura poco más de media hora (si andas con plata puedes pasar a comer al Bote Salvavidas, aunque es medio carito, vale la pena) y te embarcas hacia la bahía. También puedes contratar una lancha privada para tu grupo familiar, a cambio de un billetito naranja con la cara de Andrés Bello. 

Después de ponerte tu salvavidas flúor, tu aventura comenzará de inmediato, cuando los capitanes sacan sus botes/barcazas del muelle casi sin tocarse unos con otros. Es como cuando las micros de los cerros se encuentran frente a frente en una curva y ambas pasan sin siquiera rozarse (!).

Navegando en lancha por la bahía de Valparaíso

Una vez comenzado el paseo en lancha por la bahía de Valparaíso, lo primero que encuentras es el dique Valparaíso III (el sobreviviente de su abuelo Valparaíso I y su padre Valparaíso II, ya hundidos). Si tienes suerte, habrá alguna nave en reparaciones, tarea que, a ras de mar, se ve sorprendente. Un poco más allá, podrás encontrar las naves de guerra atracadas en el sector del molo de abrigo y, si tienes suerte, podrás ver La Esmeralda o las faenas en alguna de las rarezas visitantes que cada cierto tiempo se dejan caer por estos lares, como yates de lujo, enormes cruceros, buques científicos, representantes de armadas extranjeras, embarcaciones de organizaciones de defensa del medio ambiente o barcos-biblioteca.

Cada una de las lanchas que da vueltas por la bahía, cuenta con capataces que son verdaderos guías turísticos. Con lujo de detalles te contarán las historias de cada cosa que se ve en y desde “la mar”. Relatos sobre buques hundidos, los itinerarios de las embarcaciones que salen permanentemente con suministros a Isla de Pascua o al archipiélago de Juan Fernández (como el “Antonio”, que realiza este viaje dos veces al mes), o los vestigios de boyas abandonadas, que hoy son excelentes reposeras para los lobos marinos, a lo que puedes casi tocar cuando te detienes a su lado (¡No lo hagas, es una pésima idea!).

Hasta acá llega el viaje. La lancha retorna al muelle Prat. La tradición popular dice que Valparaíso se conoce como “la Joya del Pacífico” justamente por la vista nocturna que tienen los marinos que llegan al Puerto en horas de la noche. Ver el anfiteatro natural iluminado, es un ir y venir de luces que se extienden al infinito, como si fueran zafiros, rubíes, esmeraldas, diamantes y miles de piedras preciosas de los más diversos colores. De día, son las casas las que pintan el paisaje. Si tienes la oportunidad de hacer el viaje de noche, no la vayas a desperdiciar.

Algunas sugerencias antes de navegar

Un detalle: si te mareas con facilidad, piénsalo dos veces. El Pacífico, de pacífico, tiene solo el nombre. Otras consideraciones: un buen chaleco o cortavientos, gorro (para el frío) y protector solar, nunca estarán de más en el bolsillo del caballero o la cartera de la dama…

Por Claudio Domínguez

Deja un comentario