HISTORIA DE ESPAÑA A TRAVÉS DE SUS PLAZAS DE TOROS. RASINES( CANTABRIA)

Texto y fotografía. Juan Salazar

“De las dos plazas de toros “cuadradas” que aún se conservan en España, una se localiza en Rasines, concretamente junto a la ermita de los Santos Mártires, a la salida del municipio, junto a la carretera hacia Ramales”.

Es lo que leo en una página web.

Plazas de toros cuadradas o cuadrangulares en España, hay varias, algunas de las cuales aparecen en este blog; desconozco cual es la segunda a la que se refiere en el texto anterior. De cualquier forma, desde luego, Rasines es una plaza cuadrada y de las más antiguas y bonitas que gozamos. Una plaza de toros con este trazado y próxima a un santuario habla de un coso con solera y años de historia.

Según consta en los documentos del Archivo de Cuentas de la vecina ermita de los Santos Mártires de San Cosme y San Damián, la plaza fue erigida en 1758, estando acreditado documentalmente que en 1769 se pagaron 4 reales y 8 maravedíes por “poner el toro en la Plaza y Coso” así como otro pago adicional a los “comediantes y danzantes”, actuantes en el festejo.

El palenque se sitúa en un lugar llamado “el cerro” y a ciencia cierta que lo es, sólo hay que fijarse en la puerta de acceso, que se encuentra en una cuesta. Mi amigo y buen aficionado Gerardo, al que conocí una tarde en la plaza de Las Ventas, tuvo la amabilidad de mostrármelo.

En la entrada al coso una cabeza de toro desmochado nos da la bienvenida y anuncia que vamos a entrar en un recinto mágico. Una vez en el interior, la piedra de mampostería y sillería caracteriza toda la construcción; al norte se sitúa el palco principal en donde la madera acoge a las autoridades.

Los tendidos ofrecen un aforo inferior al millar pero el monte vecino se ofrece como “tendido de los sastres”, término muy taurino que hace referencia a aquellas localidades en las que se acomodan los espectadores que sin pagar un real, presencian los festejos, ya se trate de balcones, altillos o laderas del promontorio, como es el caso.

Además, como particularidad, para evitar las querencias de las reses, problema habitual en este tipo de plazas esquinadas, se han colocado burladeros modernos en los esquinales.

Víctima del paso del tiempo y los rigores climatológicos de la zona, el coso fue cerrado en 1962 y rehabilitado en 1995; no podía perderse la plaza de toros más antigua de Cantabria, que, además, forma parte de la Unión de Plazas Históricas.

Cantabria a semejanza del resto de regiones de nuestra piel de toro, ha sido siempre pródiga en fiestas taurinas. La mejor demostración de esta centenaria afición del pueblo montañés la podemos encontrar a la llegada de Carlos I a España.

En 1506, había fallecido Felipe El Hermoso, rey consorte, según la tradición por haber bebido un vaso de agua fría después de un partido de pelota en Burgos, otras fuentes hablan de una mano anónima que vertió una sustancia en el recipiente. La reina Juana no gozaba de buena salud mental y aquello había que solucionarlo. Las dos alternativas para ocupar el trono eran los hijos varones de Juana y Felipe, es decir, Carlos o Fernando. Carlos era considerado como “extranjero” por muchos, al haber nacido en Gante y ser criado en Malinas, mientras que su hermano Fernando, menor en edad, resultaba preferido por los nobles castellanos al haber recibido educación en Alcalá de Henares. Al final el elegido fue Carlos, que embarcó en Flesinga el 7 de septiembre de 1517. Tras doce jornadas de travesía llegó a Tazones; el puerto en el que se le esperaba era Laredo, pero los vientos hicieron imposible llegar a ese destino.

Desconocedor de la lengua y costumbres arribó a Tazones el que llegaría a ser Emperador y uno de los mejores reyes que ha tenido la corona española. ¡Quién le iba a decir que cuarenta años después, cansado y envejecido, tras renunciar al trono en favor de su hijo Felipe, escogería como lugar para pasar sus últimos días una población extremeña integrada en la corona de Castilla!

Tal y como los libros de Historia han dejado constancia, en Tazones no tuvo buen recibimiento. Los vecinos, desconocedores de la llegada de la comitiva real, pensaron que eran invadidos por tropas extranjeras y sacaron a relucir sus palos, rastrillos y mazas. No duró mucho la confusión y una vez percatados de la verdadera identidad del visitante optaron por agasajarlo, ¡y qué mejor que un festejo taurino para celebrarlo! Así pues, en Villaviciosa, a los dos días de pisar suelo patrio, nuestro futuro emperador presenció, por primera ocasión, los quiebros, recortes y habilidades propias de los pueblos hispanos.

Si fueron capaces de improvisar un festejo taurino en Villaviciosa, ¡que no tendrían organizado para recibirle en Laredo, ubicado a 19 kilómetros de Rasines!

Asturias y Cantabria, regiones taurinas, ya que el toreo no es sólo algo andaluz, o salmantino, o extremeño, o levantino o portugués, o francés, o mejicano o peruano o …

Los burladeros situados en las esquinas para impedir el refugio del animal

 

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