El convento de San Agustín quedó construido en 1603, gracias al Rey en 1549. Suprimido el convento como menor en 1822, en 1863 lo destino el Gobierno para hospital, bajo la dirección de los religiosos de San Juan de Dios, y después se trasladó éste al antiguo convento de clarisas, donde está hoy.En la época Colonial; se fundó el Colegio de Boyacá y funcionó la Universidad de Boyacá; luego se convirtió en Penitenciaria o Panóptico de Tunja, hasta cuando fue restaurado por la Fundación para la Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural Colombiano. recuerdan esas celdas con goteo.

Esta bella mansión ubicada en el centro de Tunja, cuya planta es utilizada como sede del Museo Colonial, atrae una gran parte del turismo Internacional que visita la Capital. Pero remontemonos a la historia y veamos quien era Don Juan de Vargas.
Don Juan de Vargas capitán de la conquista e ilustre caballero español, llegó con su progenitor al Nuevo Reino de Granada el año 1585 inició su oficio de Escribano en Tunja, hasta sus últimos días en el año 1620 y quien fue reemplazado por su hijo Don Alonso Vargas y posteriormente por su nieto Don Juan Delgado de Vargas.

Esta bella mansión ubicada en el centro de Tunja, cuya planta es utilizada como sede del Museo Colonial, atrae una gran parte del turismo Internacional que visita la Capital. Pero remontemonos a la historia y veamos quien era Don Juan de Vargas.
Don Juan de Vargas capitán de la conquista e ilustre caballero español, llegó con su progenitor al Nuevo Reino de Granada el año 1585 inició su oficio de Escribano en Tunja, hasta sus últimos días en el año 1620 y quien fue reemplazado por su hijo Don Alonso Vargas y posteriormente por su nieto Don Juan Delgado de Vargas.

El Señor Fotografo Teófilo Puerto, activo en Tunja en 1887, a quien se le deben las magníficas fotos tunjanas de la segunda mitad del Siglo XIX y Primeras décadas e S. XX - Copia en Albúmina de Eulogio Rodriguez.

DON CAYETANO VASQUEZ ELIZALDE, FUNDADOR Y PRESIDENTE DEL CENTRO DE HISTORIA DE TUNJA HOY ACADEMIA BOYACENSE DE HISTORIA- DESCENDIENTE DEL MARTIR DE LA INDEPENDENCIA DR. JOSE CAYETANO VASQUEZ

La ciudad de Hunza: un monumento de identidad y memoria

Cuando se habla de Tunja, se piensa en el frío, en la ruana, en los tesoros que esconde la ciudad y en la tradición que envuelve a la gente de esta tierra: gente amable, conservadora, religiosa y la vez creativa y echada pa’lante.

Históricamente esta ciudad tiene mucho por contar, como dice el historiador Eutimio Reyes. En la época de la Colonia fue la más importante de la Nueva Granada después de Santa Fe de Bogotá, además es la única capital de América que posee la casa donde vivió su fundador y el balcón colonial más largo en su plaza principal.

Y es eso lo que hace tan valiosa a la capital boyacense. Cada pared, cada lugar, cada espacio guarda entre sí la historia de un pueblo que quiso luchar por la libertad, que se apoderó de sus ganas de salir adelante sin la atadura a unos cuantos que los hacían sus esclavos.

En lugares tan famosos se regocija esas costumbres que se inmortalizan en el tiempo, que aún con el paso de los años no queremos olvidar, porque representan lo que fuimos, lo que somos y lo que buscamos ser.

El historiador Reyes recuerda con emoción esa leyenda que existe alrededor del conocido Pozo de Donato, cuando dos hermanos enamorados desatan la furia de su madre Faravita. Hunzahua y Noncetá fueron descubiertos y la joven rompe una tutuma de chicha que su madre preparaba, y es ahí, en la magia de esa anécdota, que nace un pozo que dicen no tiene fondo y que nunca se ha visto sin el agua al tope.

Fotos | Hisrael Garzonroa y Carlo Fidel Gómez / EL DIARIO
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Arte educativo, una estrategia que refuerza la identidad

Hacia 1655 existió la primera universidad, fundada por los Dominicos, afirma Reyes. Así la educación ha estado ligada a las buenas costumbres, aunque todo con el tiempo va cambiando, replica el historiador; por eso hoy Tunja es reconocida nacionalmente como la ciudad universitaria, que alberga a estudiantes de todas las zonas del país.

Y sí, como dice Reyes, todo va cambiando y la razón la da artistas como Carcor, que con su ingenio construyó un discurso con una mezcla de sonidos que para algunos es desconocido y él define Rap Alternativo, pero que une a una modernidad que se está tomando a la ciudad, con una tradición que llevamos en las venas.

Aquí se conjuga todo lo que somos con lo que queremos ser, dice Carcor, un boyacense, comunicador social y artista de hip hop, que lo mezcla todo para representar ante un pueblo, la cultura que posee y no puede dejar ir. Éste joven empezó desde la academia a trabajar por un proyecto que requirió más de un año de estudio, para hoy poder cantarle al patrimonio de la ciudad.


Lo que empezó como un proyecto de clase, se ha convertido en toda una campaña de sensibilización y divulgación para la apropiación de los monumentos más representativos de Tunja. Su canción “La huella de nuestra tierra”, sólo busca recordar a los que aquí conviven, que no es cuestión de rayar por rayar, porque más allá de una estatua, hay una historia y se tiene que valorar.

Los sabores de la tierrita

Y dentro de la tanta tradición histórica que alberga Tunja, hay una que no se puede dejar escapar: las arepas, la chicha, la fritanga y demás delicias que se saben preparar en éste lugar, son la forma que tiene éste pueblo de consentir y conservar en su sabor, una herencia del pueblo chibcha que hace años vivió.

No es difícil encontrar en cada esquina de la ciudad un puesto de arepas para disfrutar, o como dice la directora de la Escuela Taller de Boyacá, Nancy Camacho, cada jueves Runta se convierte en un ritual. Esta vereda de la ciudad, recibe a cientos de tunjanos que disfrutan de un buen almuerzo con fritanga.

Aunque también se lamenta que en el afán de la vida moderna, algunos dejen quemar en la puerta del horno las recetas y secretos de la abuela. Se ha podido comprobar que hace años las mujeres usaban la harina de los siete granos para hacer unas golosinas para los niños, golosinas que ya no existen porque las mujeres que las preparaban han ido desapareciendo sin dejar su legado en las nuevas generaciones.

Sin embargo, aún se conserva ese valor por las semillas como el maíz del que se realizan los famosos envueltos, la mazamorra chiquita y la chicha. Además de tubérculos propios de la región como los cubios, o platos propios como los indios.

Y por qué no hablar también de la aguapanela, a la que se le ha atribuido la fuente de energía en atletas como Nairo Quintana, quien sacó la casta en las montañas francesas sobre su caballito de acero; y en medio de la fría Tunja, esta bebida también alienta a los propios y visitantes.

El frío se ampara con ruana

Pero la aguapanela no es la única que ampara el característico frío tunjano. Para eso se encuentra la ruana, tejido invaluable de la cultura de esta gente y a la que se han dedicado personas como Blanca Achury, cundinamarquesa enamorada de esta ciudad, quien llego a Tunja hace años porque vio en la capital boyacense el lugar ideal para la educación de sus hijos, aquí los sacó adelante gracias a sus tejidos en lana.

Con sus manos elabora desde vestidos de baño en hilo, hasta chalinas y bufandas de lana  que vende en un local en el centro de la ciudad. Aunque existen épocas difíciles para la venta, hay momentos en los que se puede  aprovechar y sacar de todos los productos, como en diciembre que la gente disfruta del alumbrado navideño y de visitas como al Puente de Boyacá, donde típicamente se lleva una ruana y guantes de lana para resguardar el frio de la ciudad.

El templo, herencia de época con toque indígena

Tejido también podemos llamar al arraigo religioso de los propios, por eso su gran número de iglesias que conservan un enorme valor arquitectónico, entre ellas la primera catedral construida en Colombia, la Catedral Basílica Metropolitana ubicada en la Plaza de Bolívar.

Recuerda el historiador Reyes, que las iglesias las construyeron los indígenas de la zona por orden de los españoles y fueron los nativos los que plasmaron su arte por medio de dibujos, que aún se conservan en techos y paredes de estas edificaciones.

La gente de esta ciudad mantiene la tradición católica enseñada en esa época, la conserva en las celebraciones religiosas y de gran magnitud, como la Fiesta a la Virgen del Milagro, patrona de la ciudad y de la Fuerza Aérea o la Semana Santa, donde los fieles se reúnen para dar vida a la historia bíblica y representar los últimos días de Jesús en la tierra.

Esto construye la identidad de un pueblo donde existe una delgada línea en la que se desenvuelve un ambiente moderno, con un pasado legible y digno de conservar, la ciudad de los tesoros escondidos o la ciudad universitaria o de los templos o la ciudad histórica, como la quieran llamar, porque es un lienzo en el que se plasma y seguirá plasmando toda la cultura que conserva su memoria.