Cuando de Jujuy se trata, visitar la ciudad de Humahuaca suele ser un destino obligado. Pero hoy el viajero debe saber que “la onda” humahuaqueña sigue más allá de las callejuelas de la ciudad. Cruzando el río Grande, encarando hacia el sureste lo espera la serranía del Hornocal, que marca el límite con Valle Grande. Bautizada por los agentes de turismo como el “Cerro de los 14 Colores” (quizás en un intento por destronar al ya famoso “Cerro de los Siete Colores” purmamarqueño), esta formación geológica que semeja una gigantesca guarda textil, regala a los ojos una paleta de infinitos matices en amarillos y rosados.
Para llegar al mirador del Hornocal desde Humahuaca una opción es la Ruta Provincial 73, una cinta de ripio que zigzaguea por varios kilómetros en subida. Ya en el camino, un alto para mirar hacia atrás puede ofrecer una hermosa panorámica de las cadenas montañosas al oeste de la Quebrada de Humahuaca. Si el día es diáfano, podrá llegar a verse el nevado de Chañi, pico más alto de la región. Finalmente, tras casi una hora de viaje, se llega a lo alto donde un cruce de caminos exige detenerse y atender a los carteles. El camino con dirección sur, desemboca en una lengua de tierra que, a 4350 metros sobre el nivel del mar, constituye el mirador.
Pero para acceder al lugar hay que atravesar un “puesto de control” designado por una comunidad lugareña, que cobra un bono contribución por cada vehículo que ingresa. Esta decisión puede resultar un tanto arbitraria, pero en el lugar se ofrece un servicio de baños químicos y el mantenimiento de los senderos.
Para quienes se «apunan» y las hojas de “coca” no son de su agrado, un termo con té de manzanilla y “pupusa” –planta medicinal local–, endulzado con miel, puede ser una opción salvadora para disfrutarar del paseo sin los síntomas de apunamiento.
Para el regreso a Huamahuaca hay dos opciones: volver por el mismo camino de subida, ahora en bajada, o seguir hacia el este, aventurándose hacia los paisajes de Cianzo, Palca de Aparzo y Aparzo.
Si la segunda es la opción elegida, el viajero se encontrará con un camino hermoso que, sin embargo, en su primer tramo llama a la precaución dada la fuerte pendiente y su superficie de ripio (el descenso en “primera” suele ser lo conveniente). Pero bajar la velocidad posibilita admirar la panorámica sobre Cianzo, un pequeño poblado enmarcado por verdes vegas y cerros colorados que se presenta como siguiente destino.
Cianzo podría recorrerse rápidamente pues se erige a ambas manos del camino, pero invita a hacer constantes pausas admirando los sembradíos de habas, de flores, la capilla, el río homónimo.
Descendiendo hacia Cianzo (veromendo, 2018)
Capillita de Cianzo (veromendo, 2018)
Cianzo, Cianzo, Cianzo…(veromendo, 2018)
El verdor de Cianzo (veromendo, 2018)
De allí en más, el camino cruza varias veces el cauce o los brazos del río, por lo que es importante tener en cuenta el vehículo con el que se encarará la travesía: una pick up o camioneta de cierta altura es lo más aconsejable. Además, en verano el camino puede estar cortado si el caudal aumenta por las lluvias.
En el siguiente cruce de caminos se vislumbran hacia el Este unos paisajes de ensueño. La posibilidad de acercarse al Abra de Zenta es una tentación. Sin embargo, este es un recorrido bastante largo y en subida, que se recomienda realizar como parte de otra aventura hacia destinos como Santa Ana y Caspalá, ya de camino a los Valles Orientales.
Peñas blancas camino a Zenta (veromendo, 2018)
RP 73 hacia Santa Ana y Caspalá (veromendo)
Los burros de María Hurtado (veromendo, 2018)
Retomando curso hacia Palca de Aparzo antes de que caiga la noche, cerros de terciopelo esperan al viajero pues pastizales de altura tapizan las ondulaciones a esa altitud.
rumbo a la Palca por RP73 (veromendo, 2018)
Cruce de caminos (veromendo, 2018)
El circuito va dando la vuelta, cruza nuevos ríos y se enfrenta al sol en el poniente. Se deja atrás Aparzo, con sus preciosos prados amarillos por los «sunchos» en flor y enormes «cortaderas» que custodian el camino.
La Palca (veromendo 2018)
Mientras tanto, una majada en rauda bajada y una preciosa laguna en altura serán los últimos regalos de la luz.
Finalmente cae la noche. No es lo recomendable para encarar el pronunciado descenso hacia Humahuaca. Sin embargo una charla ligera y bastante atención al camino son suficientes para depositar al viajero sano y salvo en algún lugar del centro de la ciudad, donde unas buenas empanadas de queso y un vino rojo podrán coronar esta jornada de viaje y paisajes.
Recomendaciones
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- Para disfrutar de Hornocal en todo su esplendor, se sugiere ir por la tarde, que es cuando recibe el sol de frente.
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- Siempre llevar abrigo, ya que en las zonas altas suele soplar bastante viento y hace frío. Hasta Cianzo se llega bien en vehículo normal. Para aventurarse más allá, ir en camioneta o 4×4, pues el camino exige el cruce de varios ríos. Tener en cuenta que en verano las lluvias pueden cortar el camino y, que en invierno puede estar escarchado. En verano puede repentinamente granizar.
- Este fantástico recorrido puede tomar hasta seis horas en total desde la salida de Humahuaca, pues cada recodo, cada pueblo, cada río, cada pieza de fauna y flora puede confirmarse como un nuevo alto en el camino. Se puede realizar con Luis Lamas, baqueano de Cianzo, a quien conocimos en este viaje. También contratando otros servicios de camionetas que tienen su habitual “parada” en el puente que cruza el río Grande, en Humahuaca. La mayoría está en muy buenas condiciones y cuenta con la habilitación municipal para paseos turísticos.
Otros circuitos turísticos en Humahuaca
Agradecimientos
- Nuevamente a la Profe Faltracco, quien le puso el cuerpo a la Toyota ’99!
- A AR, por la edición de estas aventuras.
Referencias
Mapa de Google maps: