Más de una razón para enfrentar el cambio climático…

PNUD Colombia
5 min readSep 10, 2018

“Cuando fue la creciente en 2010, decidimos que de aquí no nos íbamos, que íbamos a resistir y no nos fuimos,” José Avila.

Ocho años despúes de las inundaciones en la Mojana, la región de Colombia donde se encuentran los ríos Cauca y Magdalena, los esqueletos de los árboles muertos continúan adornando el paisaje. No obstante, se ven los nuevos bosques que las comunidades sembraron para poder seguir viviendo en su ciénaga.

Ciénaga de Ayapel, Córdoba. Colombia.

“En 1984 fue la primera inundación grande que nos tocó aquí. Esa vez nos llenamos de nervios, nos angustiamos y nos unimos para apoyarnos entre nosotros. Al final, nos fuimos todos para el municipio de Ayapel. Eramos 110 familias. Cuando llegamos allá sufrimos mucho, nos fue muy mal, y yo fui el primero en renunciar a eso, me prometí que si nos volvía a pasar, nos quedaríamos para afrontar la situación porque esta es nuestra tierra,” explica José Avila.

En esta región de agua, las comunidades encontraron formas de adaptarse. Hace 9 mil años los indígenas Zenúes crearon uno de los sistemas hidráulicos de canales y drenajes más grandes del mundo, los cuales podrían haber evitado las inundaciones que hoy padecen los cerca de 400 mil habitantes de la Mojana durante la época de lluvias.

Hoy, los descendientes de los Zenúes honran su memoria y buscan cómo adaptarse a su territorio haciendo frente al cambio climático.

Imágenes áereas de los canales Zenués. Foto: Banco de la República.

José Avila, Candelaria y su familia -7 hijos y una nieta- son ejemplo del aprendizaje de la población de la Mojana y las acciones emprendidas para conectarse con su territorio. Ellos viven en Sincelejito, una pequeña población a la que se llega despúes de un viaje de una hora en lancha por la Ciénaga de Ayapel, hoy reconocida como humedal Ramsar.

José y Candelaria Avila, en su casa en Sincelejito.

“No fue fácil. Tras la inundación hicimos tambos (plataformas de madera), uno para nosotros, otra para las gallinas. Los que tenían ganado se lo llevaron para las tierras altas. Pasaron tres años así, pero logramos resistir”, afirma José Ávila.

José y la comunidad de Sincelejito participan en el Proyecto “Reducción del riesgo y de la vulnerabilidad frente al cambio climático en la región de La Depresión Momposina”, liderado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el PNUD, el cual busca proteger a las comunidades y los ecosistemas de los riesgos causados por las inundaciones y sequías asociados con el cambio y variabilidad climática.

Taller y capacitaciones promovidas por el proyecto.

“Recibimos mucha capacitación y aprendimos que la naturaleza nos golpea pero que podemos adaptarnos, aprendiendo a vivir con sus cambios”, José Ávila.

Uno de los primeros pasos apoyados por el proyecto fue la recuperación de los bosques que quedaron bajo el agua, y que con el tiempo se pudrieron. El paisaje quedó vacío, no había sombra ni comida para los animales ni tierra seca para los pobladores. José y su comunidad empezaron el proceso de recoger las semillas de los árboles nativos y emprendieron el duro trabajo de reproducirlas.

Vivero comunitario en Sincelejito.

“De pronto nosotros no teníamos la capacidad de devolver los árboles a la vida, pero mi Dios nos envío a unas personas que nos enseñaron, con profesores y maestros y nos han enseñado cómo se maneja el tema”, comenta José.

Jose Avila, un verdadero Mojanero.

“Hay que tener una parte adecuada para sembrar. En el verano le echo agua, lo empiezo a acariciar como a un miembro de la familia y luego lo arranco de la bolsa con cuidado para no estropear las raices, y lo siembro. Eso es especial para nosotros: la fauna, la flora y la familia”, cuenta José Ávila al frente de su vivero.

El proyecto definió como una de sus estrategias principales el fortalecimiento de las capacidades locales para implementar las medidas de adaptación. Con capacitaciones y acompañamiento técnico, José y su comunidad establecieron dos viveros y rescataron más de 40 especies de semillas nativas.

Las aves han vuelto a estos bosques para el disfrute de Jose y su comunidad.

Hoy José disfruta de sus bosques, ya sale con binóculos en mano a ver los pájaros que regresaron a los bosques. A la fecha, se han recuperado 80 hectáreas de humedales.

“Ya nosotros con la capacitación que tenemos nos hemos dispuesto a poblar nuevamente los bosques. Mi idea hacia el futuro es que mis hijos y nietos vean lo que yo vi cuando era niño: miles de pájaros volando, tortugas en los humedales, babillas y árboles grandes que nos protejan de la inundación y nos den agua y sombra en la sequía.”

Atardecer el Sincelejito.

El sol ya se oculta en Sincelejito, los rayos de luz se cuelan hasta la cocina de la casa de José y Candelaria. Hoy se duerme con tranquilidad, hay comida, agua y una comunidad comprometida con la conservación de sus humedales.

Otro atardecer en #MojanaLaTierraPrometida, el lugar donde Colombia empezó a cambiar gracias al trabajo y tezón de personas como José Avila.

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