Ser joven de paz en Caquetá, Colombia. La historia de Asojorio: Asociación de Jóvenes por Rionegro


¿Qué hacen hoy en día los jóvenes de Rionegro, Caquetá, ahora que la mayoría de los cultivos de coca y amapola se han erradicado en su territorio? En pocos años, su forma de vida y la de la comunidad ha cambiado. Podría decirse que hay tres Rionegro: uno antes, uno durante y uno después de los cultivos de uso ilícito. Este artículo hace parte del especial Ser joven de paz en Caquetá. Sus proyectos para construir paz en su territorio muestran que en Colombia los más jóvenes también son agentes de cambio y tienen una historia que contarle al país y al mundo.

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Por: Koleia Bungard y Lina Ceballos

Durante los últimos cinco años, los jóvenes de Rionegro, Caquetá, se han empeñado en reconstruir la historia de su pueblo y en crear proyectos que traigan oportunidades a cientos de niños en su territorio. Para ellos, el fin de la guerra en su región ha sido la oportunidad de transformar su realidad y ser agentes activos de paz.

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A continuación compartimos ocho puntos que muestran cómo los jóvenes de Asojorio han logrado participar en la construcción de paz de su territorio:

1. Conocer su historia a través de los abuelos fundadores

En el ejercicio de conocer su historia, estos jóvenes se organizaron en una asociación y han entrevistado a abuelos fundadores, recogido testimonios, leído monografías y explorado en profundidad su municipio. Ahora saben cómo fue que el pueblo, «la puerta de oro del Amazonas», pasó de vivir de los cultivos de pancoger, la caza y la pesca en el río Guayas, a ser, desde la década de los años ochenta, epicentro de la producción de hoja de coca y amapola.

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Hablando con los abuelos del pueblo, los chicos han comprendido cómo fue la transición de la armonía y cooperación comunitaria que construyó escuelas, iglesia, centro de salud y caminos, a la desconfianza que trajo consigo la guerra y la violencia. Las historias que han recopilado las han ido difundiendo entre la misma comunidad y con el mundo, a través de documentales hechos por ellos mismos y publicados en su canal de YouTube.

2. Crear una asociación de niños y jóvenes

Un día del año 2012, aún en medio del conflicto armado, varios jóvenes estaban sentados en una playa del río Guayas hablando. Decían: «‘Queremos algo nuevo en este pueblo’, ¿por qué no podemos estar tranquilos con los otros?, ¿por qué no tenemos algo qué hacer?, ¿por qué siempre son los mismos planes? Necesitamos un cambio”, cuenta Gisela Franco en uno de los vídeos de Asojorio. 

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Para ellos, la idea que tuvieron los adultos fundadores del pueblo de construir un territorio de paz, se truncó cuando llegó la guerra: tomas guerrilleras, cultivo y venta de hoja de coca y amapola, violencia al interior de las familias. Por eso, lo que surgió a partir de aquel día en el río ha sido un proceso imparable de construcción real de paz.

En los cinco años que tiene de creada la Asociación de Jóvenes por Rionegro, sus integrantes han logrado que su voz de resistencia y esperanza atraviese ríos y montañas. Abrieron un sitio web, un canal en Youtube, cuentas en Twitter y Facebook, y empezaron a contarle a Colombia y al mundo por qué su voz y su historia importan y por qué creen que es un orgullo haber nacido y vivido a orillas del río Guayas, en Rionegro, Caquetá.

Uno de los fundadores de Asojorio, Javier Sánchez -actualmente estudiante becado de trabajo social en Bogotá-, afirma que:

Lo que nos llevó a crear la asociación fue la necesidad, la urgencia y la esencial importancia de poder procurar soluciones a las problemáticas de los niños, jóvenes y adolescentes en nuestro territorio. Sabíamos que podíamos intentarlo pero para ello era esencial organizarnos y empezar a trabajar».

3. Ser líderes de paz y transformación social

Rodeados por las selvas del piedemonte amazónico, a doce horas de distancia de Bogotá, esta región y la vida de sus habitantes está marcada por el conflicto armado colombiano, tema que ampliaremos en un siguiente contenido de este especial.

Uno de los primeros grupos del colectivo.

Ahora, cuando el acuerdo de paz entre la guerrilla de las Farc y el gobierno colombiano ha establecido específicamente el fin de los cultivos de uso ilegal, en las 33 veredas del corregimiento de Rionegro los campesinos se han acogido a la erradicación voluntaria y se empieza a escribir un nuevo capítulo de la historia en el que los niños y jóvenes son protagonistas.

En medio del impacto que ha generado un drástico cambio en la economía, ellos creen que sí es posible trabajar por la paz en su territorio, tener oportunidades y recuperar las raíces comunitarias que dieron origen a Rionegro, anteriormente Puerto Ariel. Sobre esto, comenta Javier Sánchez:

Después del ‘boom de la coca’, en Rionegro quedamos los que somos. De los 7 mil habitantes que llegó a tener el pueblo durante las bonanzas cocaleras, hoy quedan unos 1.500.

El conocimiento que han adquirido estos jóvenes de su territorio y de las herramientas para contar historias en video, los ha llevado a realizar producciones documentales que son el punto de partida para gestionar y ofrecer soluciones a los problemas de su comunidad. También, son una invitación para que sus propios pobladores redescubran su territorio, y para que los colombianos y extranjeros reconozcan el valor de las historias de quienes añoraron tener una vida en paz y que ahora, después de la guerra, apenas lo están logrando.

Su compromiso social se refleja, por ejemplo, en campañas solidarias. Desde el año 2016 gestionan y distribuyen kits escolares para estudiantes rurales que, en muchísimos casos, no tienen recursos para empezar a estudiar. Además, con sus propias manos y logrando contactos y alianzas en la red, han comenzado a construir parques infantiles en las veredas y una escuela para la comunidad indígena Nasa Luux.

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Arriba: niños de escuela veredal reciben sus kits escolares. Abajo: jóvenes de Asojorio ayudan a construir un parque infantil en su pueblo. Cortesía Asojorio.

4. Ofrecer oportunidades para los niños y jóvenes

Yeison Hernández tiene 17 años y es el actual representante de Asojorio. Apasionado por el lenguaje audiovisual, el deporte y el arte, este joven es líder de un grupo de quince chicos entre los 7 los 17 años. Según Yeison:

Asojorio busca unir a niños y jóvenes a través de actividades que cultiven y enriquezcan su espíritu solidario. Desarrollamos talentos para unir a las comunidades, para construir un mejor territorio, fortalecer la capacidad de gestión y hacer que nuestras voces, pensamientos y sentires sean más escuchados y tenidos en cuenta en nuestro corregimiento».

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Yeison habla con mucha pasión y seguridad en su voz. En el siguiente audio resume algunas de las actividades que realizan después del colegio, los fines de semana y en vacaciones:

Para impulsar valores como el trabajo en equipo, el respeto, la esperanza, la solidaridad, la conciencia colectiva y una cultura de cuidado entre niños y jóvenes, estos chicos se han creado varias estrategias, como festivales artísticos y culturales, encuentros de tradición oral -ellos los llaman “La noche de los candiles”- y encuentros deportivos.

Poco a poco, ante la mirada sorprendida de muchos adultos y adultos mayores de la comunidad, ellos se han ido empoderando, a través de expresiones como la danza, el teatro, el cine, la pintura de murales, el deporte y acciones de cuidado del medio ambiente. En esta galería de imágenes se nota que la pasan muy bien.

 

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5. Gestionar un espacio para crear

Cuando comenzaron a organizar su Club Juvenil y Comunitario, los jóvenes de Asojorio gestionaron con la Junta de Acción Comunal espacios para reunirse y empezar a hacer proyectos o, en sus palabras «a realizar sueños». Primero se reunían en la antigua casa del corregidor, luego, en la que fue la sede de la emisora comunitaria. La sede actual es una bodega conseguida en comodato, ubicada a la entrada del pueblo, detrás de la escuela. Entre todos la adecuaron y la pintaron.

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Para hacer sus primeros documentales, pedían prestadas cámaras fotográficas y de vídeo de uso casero a los vecinos y maestros del colegio. “Aprendimos a hacer documentales cacharriando y hasta dañamos tres equipos”, cuenta Javier. Esos videos y fotografías los fueron subiendo a sus redes sociales y difundiéndolos entre la misma comunidad, en noches de cine en sus calles con las fachadas de las casas como telón de proyección.

Muy pronto, los resultados de su trabajo llamaron la atención de organizaciones como ACNUR y Corpomanigua, quienes los apoyaron con la donación de equipos nuevos y mobiliarios para su club, su casa, «su parche». También recibieron donaciones de otras organizaciones como Fundación Mambe, RedCaquetáPaz y Pastoral Social.

6. Los jóvenes son los maestros de los niños

Laura Montoya tiene once años y está en sexto grado. Es hija del panadero del pueblo y es la última entre cuatro hermanos. Hace dos años, una de sus hermanas la invitó a hacer parte de Asojorio y desde entonces se convirtió en una integrante muy activa. “Hago dinámicas con los niños y talleres de arte. También cojo la cámara, grabo, tomo fotos. Me gusta colaborar y apoyar en todo lo que se pueda”, dice. Así describe Laura lo que pasa dentro del Club:

Laura dice que si no existiera Asojorio, en su pueblo no habrían planes culturales y ella, seguro, gastaría su tiempo libre frente al televisor o en la calle. Desde que se unió al club, sueña con estudiar actuación y conocer otras ciudades de Colombia.

Todo lo que tenemos es gracias a quienes se ponen la mano en el corazón y toman conciencia de que Asojorio es un proyecto bueno y nos colaboran”, dice Laura.

7. Alianzas y reconocimientos

El trabajo de estos jóvenes no sucede solamente al interior de la sede juvenil o en las calles de su corregimiento. A finales de 2015 crearon Aulas Río Paz, una campaña de solidaridad que, con el apoyo de #BrigadaDigital, ha distribuido kits escolares en más de 16 instituciones educativas rurales de la región.

Por sus iniciativas de paz, Asojorio fue reconocido en el 2016 con el  Primer Premio Nacional a la Movilización Social Digital en la categoría de Paz, reconocimiento de #BrigadaDigital y el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia. Mary Hengy Torres, una activista digital bogotana que lleva trabajando muchos años incentivando el uso responsable y solidario de los medio digitales, fue quien postuló a Asojorio:

Me llamó la atención que a pesar de las difíciles situaciones en las que han vivido por muchos años a causa de la guerra, estos jóvenes ahora le ponen el alma y trabajan fuertemente en fortalecer lazos para la construcción de paz, generan procesos propios partiendo de sus necesidades para general bienestar a la sociedad”, comenta Torres.

8. Ser un ejemplo de paz para Colombia y el mundo

Los jóvenes de la Asociación de Jóvenes por Rionegro quieren que sus experiencias de paz y empoderamiento social inspiren a otros jóvenes en todo el país y el mundo.

Para cerrar la primera entrega de esta serie, el líder Yeison Hernández les deja un mensaje de ánimo a todos los jóvenes que sueñan con aportar a la paz de sus comunidades y salir adelante:

Javier Sánchez, joven cofundador, está convencido de que la experiencia de organizarse y aprender mutuamente puede transformar muchas vidas, empezando por la propia:

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Tú también puedes apoyar los proyectos de Asojorio

Para que más personas conozcan y apoyen el trabajo social de esta asociación de jóvenes, puedes compartir este artículo en tus redes sociales. Si quieres aportar a los proyectos sociales que lidera Asojorio en el departamento del Caquetá, puedes seguirlos en sus redes sociales y comunicarte con ellos directamente: Sitio webYoutube, Flickr, Twitter y Facebook.

Este artículo fue posible gracias a la colaboración de los jóvenes de Asojorio. Fotos y videos: Cortesía Asojorio. Lee el especial completo: Ser joven de paz en Caquetá, Colombia. La historia de Asojorio: Asociación de Jóvenes por Rionegro.

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