Está en la página 1de 101

HISTORICISMOS DE LA ARQUITECTURA

BARROCA NOVOHISPANA
UNIVERSIDAD
IBEROAMERICANA

Mtro. Enrique González Torres


RECTOR HISTORICISMOS DE LA ARQUITECTURA
Mtro. Enrique Beascoechea Aranda
BARROCA NOVOHISPANA
DIRECTOR GENERAL ACADÉMICO
e

Arq. Jorge Ballina Garza-Galindo


DIRECTOR DE LA DIVISIÓN DE ARTE Javier Gómez Martínez
Mtra. Ma. Estela Eguiarte Sakar
DIRECTORA DEL DEPARTAMENTO DE ARTE

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
DEPARTAMENTO DE ARTE
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA Índice
BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO
CENTRO DE INFORMACION ACADEMICA

Gómez Martínez, Javier


Historicismos de la arquitectura barroca novohispana 1

1. Arquitectura barroca -México. 2. Arquitectura -


México- Historia. l.t.
INTRODUCCIÓN
NA 753 G65.1997

ENFOQUES TEMÁTICOS EN LA HISTORIOGRAFÍA RECIENTE

13 El americanismo de la arquitectura barroca


23 Los estudios taxonómicos
30 Espacio y decoración
35 Balance provisional
38 Los historicismos novohispanos en la historiografía

KIRCHERIZANDO EN LA NUEVA ESPAÑA

46 Hacia una sociedad criolla


50 La Sophia universalis en Europa: Atanasio Kircher
52 Culteranismo universalista novohispano
60 El arquitecto omnisciente y el enciclopedismo
arquitectónico: Juan Caramuel
71 Itinerario historicista

1a. Edición, 1997 LAS PARÁFRASIS VITRUVIANAS


D.R. © Universidad Iberoamericana
Prol. Paseo de la Reforma 880 83 El neomanierismo
Col. Lomas de Santa Fe 100 El neoplateresco
Deleg. Alvaro Obregón
01210 México, D.F.
LA INAGOTABLE RIQUEZA DE LA TRADICIÓN GÓTICA
ISBN 968-859-314-1 116 El orden gótico
139 La arquitectura poligonal
Impreso y hecho en México 150 La arquitectura oblicua
Printed and made in Mexico
ENTRE AMÉRICA Y EUROPA: EL DILEMA CRIOLLO INTRODUCCIÓN
163 El arte "neotequitqui"
174 Monumentos guadalupanos
180 El arte "neomudéjar"
183 Orgullo criollo y orgullo arquitectónico

Cuando realicé la tesis doctoral (La bóveda de crucería en la arqui-


tectura española de la Edad Moderna -siglos XV-XVIII, tuve ocasión
de comprobar cómo, desde las últimas décadas del siglo XVII y a
lo largo de la mayor parte de la centuria siguiente, proliferaron
en la arquitectura española las referencias a estilos hasta enton-
ces caducos. Se trataba de citas góticas, sobre todo, pero no ex-
clusivamente. Y no respondía a un estímulo particularmente ar-
quitectónico, sino que afectaba a la cultura en todos sus ámbitos.
Tampoco era algo específicamente hispano, sino globalmente
europeo y característicamente moderno. Entonces identifiqué
como principal responsable de la aparición de esa serie de re-
currencias (revivals) al tratadista Juan Caramuel, un auténtico
polígrafo vinculado con la élite intelectual europea, con el mo-
vimiento novator, con Atanasio Kircher especialmente. Él esti-
muló y animó la actitud retrospectiva del arquitecto, que tenía
que prestar atención no sólo a Antigüedad Clásica vitruvia-
namente entendida, sino a otros tipos de antigüedad hasta en-
tonces minusvalorados o despreciados.
El ensayo que ahora presento puede ser considerado una
extensión de aquel punto concreto de aquella tesis al contexto
novohispano, ampliándolo. De este modo, el estudio se enri-
quece por el nivel comparativo referido al contexto europeo y,
recíprocamente, lo que conocíamos respecto a Europa y a Espa-
ña adquiere una dimensión más amplia y compleja a la luz de lo
descubierto en la Nueva España.
Lo que se va a encontrar en la arquitectura barroca novo-
hispana son historicismos como los europeos, y, además, otros

9
nuevos, motivados por intereses específicos de la sociedad hiperbólica porque pretende, una vez asumidos esos dos adjeti-
novohispana. En cualquier caso, se trata de historicismos que vos compartidos con Europa, superarlos por medio de la exage-
deberían ir entrecomillados, para diferenciarlos de lo que habi- ración; si la decoración, respecto a los modelos europeos, se mul-
tualmente se entiende por tales. No son citas miméticas y ar- tiplica, los historicismos se multiplican y diversifican. Y es criolla,
queológicas, como ocurrirá con los verdaderos historicismos, los en última instancia, porque criolla es la élite intelectual que prac-
del siglo XIX, sino de alusiones más o menos literales y parciales tica los juegos de ingenio barrocos, la que se esfuerza por equi-
a estilos del pasado. Son historicismos avant la lettre, rabiosa- pararse a Europa, primero, para poder diferenciarse de ella, des-
mente y con todo derecho modernos. Son signos de una moder- pués, por la vía de la hiperbolización. Precisamente, en ese afán
nidad sabiamente entendida como suma de lo mejor del pre- de superación, la arquitectura desempeñará un papel propagan-
sente y lo mejor de los pasados, en plural, pues el concepto de dístico de primer orden.
pasado adquiere una dimensión de amplitudes hasta entonces Deliberadamente, este trabajo carece de conclusiones o,
desconocidas. Son citas libres y mezcladas entre sí, que satisfa- para ser más exactos, de un epígrafe dedicado específicamente
cen, en términos exclusivamente estéticos, el gusto por la varie- a ellas. En realidad, el último capítulo, además de continuar las
dad y por el contraste genuinamente barroco, y que miran por investigaciones desarrolladas en los antecedentes, las cierra a
encima del hombro el estrecho culto a la unidad establecido por manera de corolario, con un matiz conclusivo pero, a la vez,
la tradición clásica. Los historicismos se imponen en la cultura abierto a la reflexión y a la proposición.
artística de los siglos XVII y XVIII como cargas de profundidad No podemos cerrar estas páginas introductorias sin agra-
lanzadas contra la tiranía dogmática y monofocal de la cultura decer la confianza, el estímulo y los valiosos comentarios apor-
artística clásica. Son armas preciosas, ingeniosas y hasta tados a este libro por la Mtra. María Estela Eguiarte, Directora y
pretenciosas al servicio del movimiento subversivo que califi- alma mater del Departamento de Arte de la UIA, por la Mtra.
camos como Barroco. Eloisa Oribe y la Lic. Mónica Martí, profesoras en el mismo, y
Las implicaciones culturales del fenómeno son mucho más por la Dra. Solange Alberro, profesora del Colegio de México.
profundas que las meramente artísticas, y en ellas iremos vien- En la vertiente española, la deuda de gratitud va referida a la
do los problemas planteados por un proceso que pretende equi- Universidad de Cantabria (mi universidad de origen) y a la
parar a la Nueva España con Europa, en primera instancia, y Agencia Española de Cooperación Internacional, responsables,
superar a ésta última, en segunda. Se trata de un poceso dramá- junto con la UIA, de mi aventura mexicana.
tico que, en buena medida, ayuda a comprender los problemas
culturales de hoy en día. El México contemporáneo aparece re-
flejado en la Nueva España barroca en mayor medida de lo que
pudiera parecer a simple vista.
La arquitectura barroca novohispana puede ser definida,
a mi juicio, con cuatro adjetivos: historicista, lúdica, hiperbólica
y criolla. Es historicista porque participa del talante retrospecti-
vo, con miras universalistas, que caracteriza a la cultura barroca
europea. Es lúdica porque, al igual que la europea, gusta de los
juegos de ingenio, de los guiños cómplices, condicionados por
la pertenencia del espectador a la cultura que los alimenta; las
propias referencias historicistas son, en parte, eso mismo. Es

10 11
Enfoques temáticos
en la historiografía reciente

La historiografía ha abordado el estudio del arte barroco


novohispano enfocándolo hacia cuestiones muy precisas. Son
esos temas cardinales los que se pretende discernir aquí, hacien-
do un repaso crítico a los mismos y a los principales autores que
los han defendido. Por esta razón, porque el fin es identificar
líneas temáticas, las referencias bibliográficas no serán exhaus-
tivas.

EL AMERICANISMO DE LA ARQUITECTURA BARROCA

El historiador mexicano Justino Femández realizó, en 1959, una


revisión de la historiografía del arte referida al Barroco en la
Nueva España, con la intención de registrar todos los juicios
estéticos vertidos al respecto durante el siglo XIX y lo que lleva-
ba consumido el XX1 . Un rápido repaso a las páginas revela el
tono de las. mismas: las citas corresponden a arquitectura y, en
su inmensa mayoría, a la arquitectura barroca. Puesto que la
finalidad de la obra, tal y como declara el autor, es realizar un
ensayo sobre la estética del arte mexicano en sus tres fases fun-
damentales (prehispánica, colonial y contemporánea)_, cabe pre-
guntarse en qué medida es lícito u objetivo reducir la estética de
la segunda, la novohispana, a la barroca.

1
FERNÁNDEZ: 1959. La obra de arte que compendia la estética colonial, la que da
título al estudio, es el Retablo de los Reyes (1718-1735) de la Catedral de México,
entendida como obra de arquitectura !ígnea.

13
En principio, la elección de la arquitectura viene motiva- gena en una catedral es mucho más comprometido que hacerlo
da por la concepción global de la obra en la que se inserta el a propósito de una parroquial, menos condicionada por valores
estudio, que fuerza artificiosamente la realidad histórica para y controles de índole referencial.
obtener una visión perfectamente cerrada en su idealizada El punto de vista de Toussaint, secundado por Fernández,
homogeneidad. De ese modo, la fase prehispánica atiende a la adquirió su formulación canónica bastantes años después, en
escultura, la colonial a la arquitectura, y la contemporánea a la 1948. Es el que concibe la historia del arte novohispano como
pintura. Supuestamente, la arquitectura colonial es más "mexi- una línea evolutiva con carácter progresivo, tendente a conse-
cana" que la escultura y la pintura que la acompañan, lo cual guir la emancipación respecto a las pautas estilísticas europeas;
resulta, cuando menos, paradógico, puesto que las tres mani- el proceso culmina durante los siglos XVII y XVIII, los siglos del
festaciones pertenecen a un mismo proceso. Barroco (expresado en términos arquitectónicos), a instancias
Respecto a la decantación hacia la arquitectura específi- de la población criolla, como antesala de la Independencia polí-
camente barroca, ese camino aparece marcado desde el comien- tica obtenida a principios de la centuria siguiente:
zo del discurso, en tanto que el primer capítulo, encabezado
como "revalorización del arte de Nueva España", recoge testi- El siglo XVII es ya diverso: los colonos han arraigado en el nue-
monios decimonónicos producidos tras la crisis del academi- vo país( ... ). El criollo va adquiriendo noción de su nacionali-
cismo neoclásicd. Puesto que la furia crítica academicista tuvo dad diferente de la del gachupín( ... ). Entonces se va formando
por blanco el arte Barroco, es lógico que las críticas postacade- un nuevo estilo artístico: el barroco. El barroco imita su modelo
micistas redimieran lo anteriormente denigrado. Pero, en cual- español, todavía mesurado, pero poco a poco va diferencián-
quier caso, se trata de una parcela del arte novohispano, y no dose y, al finalizar el siglo y en los primeros años del XVIII, es
justifica el sentido totalizador que les adjudica el historiador totalmente diverso de su arquetipo; es ya el barroco mexicano
actual. como muestra viviente y a la vez eterna, del nuevo país que ha
La línea así definida es la precisada y corroborada a lo adquirido personalidad propia 4 •
largo del trabajo. De este modo, Fernández señala como culmen
de esa revalorización a Manuel Toussaint, al que dedica un Toussaint es, por tanto, el definidor por excelencia de la
tratatamiento particularizado, bajo el significativo epígrafe" afir- lectura prenacionalista del Barroco novohispano, cimentada so-
mación definitiva del arte de la Nueva España", y al que cita en bre la peligrosa identificación de los componentes criollo e indí-
un temprano pasaje (1924) donde lo distintivo del arte gena, que son diferentes en todos los sentidos. La introducción
novohispano (barroco) son las connotaciones indígenas. El tex- de un sesgo nacionalista (por la intención del historiador con-
to en cuestión corresponde a la Catedral de México, que "tiene temporáneo) en la lectura del arte barroco es comprensible, aun-
un no sé qué distinto, de peculiar, de indígena, sin duda" 3 • La que no por ello más correcta, en el contexto que les tocó vivir a
elección es curiosa teniendo en cuenta que la tipología arqui- Justino Fernández, Tossaint y sus predecesores. Lo que ya no
tectónica catedralicia es la más estrechamente ligada a los usos admite disculpa alguna es que esa misma lectura siga siendo
y modelos europeos, hasta en los menores detalles, a causa de alimentada hoy en día, como veremos después.
su elevado contenido representativo. Hablar de influencia indí- En sus conclusiones, Justino Fernández, aparte de subra-
yar la importancia del Barroco como expresión de la nacionali-
2
Id, pp. 220-237. Los restantes bloques están dedicados a los historiadores del
siglo XX, separando a los mexicanos (pp. 237-294) de los extranjeros (pp. 295-327).
4
3
Id, p. 267. TOUSSAINT RITTER: 1948, p. XXIV.

14 15
dad mexicana 5, denuncia la abundancia de estudios formalistas
Lo que propongo, frente al 'esquema tradicional' es que el ba-
y la escasez de interpretaciones generales6, tónica que, como
rroco americano -lo que llamamos barroco americano- surge
vamos a ver, continuó tras él y llega hasta nuestros días.
en América, se forja en América, aunque de ninguna manera
En efecto, los estudios sobre arquitectura barroca novo-
desligado del europeo como la realidad social y cultural ameri-
hispana con posterioridad a la revisión de Justino Femández,
cana tampoco lo estaban( ... ). De tal manera que, el barroco se
ha:r: seguido, con excesiva insistencia, líneas muy definidas,
crea en América simultáneamente en cierta forma a su configu-
emrnentemente formalistas y marcadas por un fuerte acento
ración europea -aunque sí con algún retraso temporaF.
taxonó~ico_. A gr~ndes rasgos, los ejes temáticos que han guia-
do la histonografla de la arquitectura barroca en la Nueva Es-
Según eso, la estrategia barroca para definirse y afirmar-
paña, a menudo imbricados unos con otros y recíprocamente
se frente a Europa estaría conformada por dos actitudes absolu-
condicionados, han sido los siguientes: las particularidades na-
tamente contradictorias: la tendencia conservadora, que repite
cionalistas, la periodización, la clasificación tipológica a partir
fórmulas pasadas y asumidas como señas propias de identidad,
de caracteres formales y la relación entre espacio y decoración.
y la que convierte a Europa en el modelo ideal, fuente de nove-
El tema que nos interesa, la presencia de notas historicistas ha
dades imitables. Reconoce una
sido señalado de manera tangencial y puntual. '
En primer lugar, la reivindicación del significado nacio-
fuerte tendencia conservadora, que lo mismo se muestra en la
nalis:a de la arq~litectura barroca, guía del análisis del profesor
persistencia de ciertas estructuras fijadas en época manierista,
Fema:r:dez, ha sido una constante en la historiografía del arte
que en la resistencia americana a aceptar modelos ajenos( ... ).
novohispano escrita desde México, de tal manera que la idea
La información es siempre escasa, siempre insuficiente. Esto
subyace apriorísticamente o como fin sobreentendido en aproxi-
provoca que las fuentes utilizadas en América resulten poco
maciones hacia aspectos concretos del tema barroco.
coherentes, y que se acuda indistintamente a fuentes de diver-
La ~efen~a del carácter autóctono de la arquitectura ba-
sas épocas y lugares. Baste recordar una vez más a Serlio como
rroca ha discurndo por diferentes caminos, de los que señalare-
fuente constante del barroco americano 8•
~os sólo.l?s más significativos. Frente a la interpretación evolu-
tiva codificada por Toussaint, que fue y sigue siendo la más
A nuestro juicio, la contradicción reside más en la com-
comúr:mente aceptada, Jorge Alberto Manrique lanzó otra, al-
plicada explicación propuesta por el autor que en la realidad
ternativa, que no ha llegado a cuajar: el Barroco novohispano
histórica. El fenómeno de la arquitectura barroca novohispana
no comenzó siendo réplica del europeo para avanzar hacia la
es recorrido por un signo contradictorio, efectivamente, pero
diferenciación, sino que habría nacido en América, paralelamente
definido en unos términos diferentes. Lejos de acusar una ré-
al fenómeno del Viejo Continente, y con una naturaleza diferen-
mora conservadora, sus agentes se desviven por actualizarse de
te desde un primer momento, puesto que sus raíces se hundían
acuerdo con las tendencias europeas, intentando superarlas a
en un "Manierismo" americano que ya era diferente del euro-
través de todos los medios disponibles. Que Serlio sea una refe-
peo. Expresado literalmente:
rencia constante en el Barroco americano no es un signo reaccio-
nario, como cree Manrique, sino uno de los síntomas de una
5
"Que sea ~n arte mes.tizo, como se ha dicho con plena conciencia y cabal orgullo; que
sea expreszon de la naczonalldad, no le resta, sino antes le agranda su indudable calidad actitud muy difundida en América y gestada en Europa: la a pe-
estética y sus originalidades" (FERNÁNDEZ: 1959, p. 339).
6
"Los estudiosos formalistas no han ido más allá de las finas distinciones de relaciones y
nomenclaturas, szn alcanzar la madurez de interpretaciones generales" (Id, p. 340).
7 MANRIQUE: 1980, p. 8.
8 Id, p.l3.

16
17
ladón a elementos estilísticos del pasado, clásico y no clásico, mal directa, que es como en la mayoría de los casos se la ha
dando lugar a una recurrencia (revíval) absolutamente moder- buscado, sino que se vea desde el otro lado de la lente como
na, que nada tiene que ver con una reaccionaria pervivencia indirecta por selección (... ). Se siente vagamente, es casi ina-
(survíval). Curiosamente, ya lo veremos, Serlio será más correc- prensible( ... ). La influencia selectiva es propia de pueblos con-
tamente interpretado en el siglo XVIII que en el siglo XVI. quistados o que por alguna circunstancia política, militar o eco-
Por otra parte, algo que no precisa Manrique y que sería nómica, padecen sojuzgamiento, pero que como pueblos, se
fundamental para el grado de credibilidad aplicable a su teoría, distinguen por una vigorosa raíz cultural( ... ). Dicha influencia
es la identidad de los agentes de ese peculiar Barroco americano: produce una reciprocidad que acaba por re-crear o 'contra-
aquello que, supuestamente, pervive porque se considera propio hacer' el objeto cultural intermedio, lo que le hace distinto así a
¿lo es por consideración del indígena o por la del criollo? Dada la la pureza de intención del productor dominante, sin que tam-
índole del texto, que alude a una realidad social y cultural ameri- poco se identifique como creación propia del receptor9 •
cana afín a la europea y conectada con ella, podría sobreenten-
derse que el autor piensa en la clase criolla pero, en tal caso, ¿qué Los términos empleados en la exposición de González
argumentos o elementos podría esgrimir el criollo para diferen- Galván son decididamente sociales y, en la misma medida, con-
ciarse del europeo? Únicamente los vinculados con el pasado in- fusos y contradictorios. Por un lado alude a "un hombre ameri-
dígena, del que se apropiará sin ser el suyo so pretexto de haber cano", en sentido global, que abarca a toda la masa poblacional
nacido en el Nuevo Mundo. En esta apropiación, de connotacio- americana, identificada en una empresa común tendente a im-
nes puramente historicistas, en tanto que fruto de la retrospección, poner su propio criterio frente al del opresor:
reside la contradicción de la arquitectura barroca novohispana a
la que aludíamos anteriormente. Finalmente, aunque el autor se Queda claro que hay un hombre americano, sea indio, mestizo,
refiere siempre al Barroco en general o en abstracto, sólo emplea criollo o mulato, que vive, sufre, goza, espera y labora en estas
ejemplos arquitectónicos para ilustrar la originalidad americana, tierras y que al contacto con la tradición artística, tiene que ex-
como si las manifestaciones plásticas no encajaran en su esquema. presarse, por obvia razón, dentro de sus limitaciones, pero que
El investigador que con mayor insistencia y especificidad a la vez las condiciona, pues puede haber esclavitud socioeco-
ha defendido esta tesis "americanista" es Manuel González nómica pero es imposible el total dominio estético-espiritual
Galván, con otro tipo de argumentos, que apelan a la un tanto (... ). De tal manera el hombre americano pudo haber sido sujeto
desfasada epistemología de W. Worringer y F. Chueca Goitia. de explotación al máximo y en todos los aspectos que se quiera
Los suyos, expuestos por vez primera en 1982 y luego repetidos pero como hombre al fin, se expresó, y esto dio lugar quizá a
en otros lugares, giran en torno al principio de "influencia por ese vigoroso barroco, compulsivo, desaforado, excéntrico; vál-
selección". La originalidad del Barroco americano (de nuevo ilus- vula de escape para las tensiones 'coloniales' 10•
trado exclusivamente con referencias arquitectónicas) no radi-
caría en una influencia formal directa (introducción de motivos El autor no tiene en cuenta, a la luz de este pasaje, la enor-
indígenas), sino indirecta, en 1ma actitud de repulsa y protesta me heterogeneidad de la sociedad americana, tanto por lo que
que impregna a la obra de arte y la transforma subrepticiamente, respecta a su naturaleza como a sus intereses. No creemos que
pese a responder a modelos europeos: el criollo y el indio o el mestizo puedan ser equiparados en este

Para mejor entender la influencia americana en su arte colo- 9 GONZÁLEZ GALV ÁN: 1982, p. 51; id.: 1991, p. 91.
niat es conveniente considerarla no como una influencia for- 10 GONZÁLEZ GALV ÁN: 1982, p. 49.

18 19
mente, durante los siglos XVII y XVIII aún se mantenía la idea de
ni en ningún otro sentido. A decir verdad, tampoco él lo cree, a los "dominadores españoles", pero era una dominación de es-
pesar de lo enunciado anteriormente. pañoles hacia criollos, pues aquéllos negaban codiciados privi-
Más adelante, llega a precisar que el agente de esa influen- legios a éstos.
cia selectiva es el indígena y que, si esa misma está presente Para intentar enmendar este cúmulo de antinomias, o
entre las realizaciones de los españoles, se debió a la intención encubrirlas con una complejización mayor, introduce la distin-
de facilitar a los "naturales" la lectura de la obra de arte, por ción entre lo culto y lo popular, a la que se venía apelando desde
efecto analógico: hacía tiempo y sin conclusiones tangibles12 • Si el historiador, en
los puntos anteriores, había explicado la presencia de notas in-
El productor del arte colonial, el indígena, selecciona de tal dígenas en obras de patrocinio hispano y urbano (cultas) por el
manera la lluvia de valores y conceptos culturales impuestos, efecto de analogía, ahora explicará la presencia de notas hispa-
tanto estéticos como ideológicos, que acaba, por instintiva de- nas en obras rurales para indios (populares) como expresión de
cantación, en acumular únicamente los que le son afines( ... ). Es la nostalgia del clero hispano hacia su tierra de origen:
más, consideramos que la obra de los dominadores españoles,
constructores o simples artesanos, qué para nuestro caso mues- Las diferencias del clero también influyen, pues uno era el de
tran una aparente influencia indígena, ésta se deberá de una u los pueblos indígenas y otro el de las catedrales, uno el del alarife
otra manera a que su creatividad se doblegó al gusto de quie- popular y otro el del maestro mayor y así el problema se com-
nes estaba destinada para cumplir así su función efectiva por plica, porque el clero español, soterrado en un pueblo indíge-
analogía 11 • na, también debió seleccionar lo más hispánico y afin a él, para
sentirse en refugio, como ínsula de su terruño, en medio de la
Ciertamente, desde su punto de vista, resulta difícil ex- vastedad americana 13 •
plicar la presencia de notas indígenas en obras cuya ejecución
se les puede atribuir pero en las que los indios no han tenido Finalmente, el complejo discurso elaborado por González
capacidad decisoria por lo que respecta a la concepción. El ex- Galván para defender la originalidad del Barroco americano
pediente del aprovechamiento analógico por parte de los espa- anula cualquier posibilidad de objetivizar la influencia indíge-
ñoles es el esgrimido habitualmente para las obras del siglo XVI, na sobre el arte Barroco americano. Al no tratarse de una inci-
pero, si ahí resulta ficticio, mayor es la ficción al referirlo a los dencia formal directa, sino de una "influencia por selección",
siglos del Barroco. Una catedral o un colegio de la Compañía, indirecta, vaga y casi inaprensible, su apreciación pasa al cam-
concebidos por y para la población de origen europeo -españo- po de la subjetividad, se convierte en "ese 'algo' que sólo dan las
la fundamentalmente-, ¿necesitaban incorporar notas de tradi- raíces que profundamente penetran en la tierra" 14, equivalente
ción prehispánica para ser más "familiares" a los ojos de lascas- al" no sé qué" señalado por Toussaint más de medio siglo antes.
tas herederas de aquel pasado? Además, ¿quiénes son esos De este modo, se cierra cualquier puerta al diálogo, al debate, a
"dominadores españoles" de los que habla el autor? En el siglo XVI, la discusión.
serían los conquistadores y los colonos; a partir de entonces,
hablando de dominación hacia el grupo indígena, deberían ser
los criollos, pues es bien sabido que ellos promovieron las más
12
Vid. APORTACIÓN indígena: 1966; La DICOTOMÍA: 1979.
características expresiones del Barroco novohispano. Curiosa- 13
GONZÁLEZGALVÁN: 1982, p. 52.
14
Id, pie a la fig. 20.
11
Id, pp. 51-52.
21
20
El talante de esta línea interpretativa encuentra el broche hispánica, en tanto que las demás manifestaciones (romá_nicas,
adecuado en las palabras vertidas recientemente por Carlos góticas, renacentistas) eran el fruto de una poco honrosa nnpo-
Chanfón Olmos en la introducción a El Barroco en México: sición foránea. Por suerte, semejante planteamiento apenas en-
cuentra eco ya entre las nuevas generaciones de historiadores
Este libro pretende una visión del Barroco Mexicano desde el españoles, atentos a subrayar las conexiones europeas del arte
punto de vista mexicano, es decir, una visión de América, con español para, así, revalorado. En México, todavía, sigue gozan-
nuestros intereses y nuestros argumentos( ... ). Durante el pe- do de una inmejorable salud.
riodo barroco, una tendencia común, aunque con diversas ex-
presiones, destaca como distintivo general. Se trata de la carac-
terística identificada inicialmente en el estilo gótico y LOS ESTUDIOS TAXONÓMICOS
denominada horror vacui, pero con amplios antecedentes en
Mesoamérica (... ).Este antecedente local debe tomarse en cuen- Una buena parte de la producción historiográfica dedicada a la
ta para explicarse las diferencias entre las manifestaciones ba- arquitectura barroca novohispana se ha centrado en la clasifica-
rrocas europeas y mexicanas. Si algún factor -de presencia in- ción formal de ese tipo de manifestaciones artísticas, etiquetán-
discutible- es suficiente para explicar diferencias, es sin duda dolas en el tiempo (fases evolutivas), en el espacio (modalida-
el indígena 15 • des regionales) y en el detalle (elementos arquitectónicos a~lados
-soportes- que caracterizan a una totalidad). Son estudios que
La cita es sobradamente elocuente a propósito del pro- se agotan en sí mismos y que perpetúan aquel exceso de forma-
fundo endogenismo por él proyectado, con insistencia, sobre la lismo que ya denunciara Justino Femández. En la raíz, se en-
arquitectura del siglo XVI y que ahora extiende a la de los dos cuentra una falta absoluta de comprensión de la obra arquitec-
siglos siguientes. Se trata de la expresión más abrupta de un tónica, que es reducida a una fachada o, incluso, a elementos
criterio interpretativo obsesivamente monofocal y, por lo tanto, concretos de la fachada; se trata de una visión pictórica de la
empobrecedor respecto de las propias manifestaciones artísti- arquitectura y, además de pictórica, deformada, pues asume la
cas novohispanas. parcialidad como totalidad. Parece como si el investigador, con-
El afán por encontrar y destacar lo propio, aun a costa de vencido por el tópico de la particular e indiscutible idiosincrasia
inventarlo, lleva a negar el espíritu europeo que recorre al arte artística de la Nueva España durante el Barroco, juzgara inútil o
novohispano en general y a su fase barroca en particular, sin imposible ir más allá del mero y complaciente análisis de las
darse cuenta de que ese europeísmo, fruto de un constante afán formas. El cúmulo de etiquetas "inven~adas" tiene por objeto
de modernización, es el que enriquece y revaloriza a las obras enfatizar el carácter autóctono de la arquitectura barroca, para
que lo manifiestan. En demasiados aspectos, se trata de una regalo de propios y confusión de extraños.
postura equiparable a la mantenida por la historiografía espa- Gerardo Murillo, más conocido por el indicativo pseu-
ñola de principios de siglo (Vicente Lampérez, Leopoldo Torres dónimo de Doctor Atl, fue el creador del primero de la larga
Balbás), obsesionada con la búsqueda de mudejarismos en todo serie de neologismos acuñados en México para ponderar al arte
el arte español, incluso donde no los había, por la convicción de Barroco en su apogeo: el "ultra-barroco":
que el hispanomusulmán era el único arte propio de la "raza"
El ultra-barroco no es ni el producto híbrido de la mezcla de
estilos europeos, ni puede ser clasificado bajo las denominacio-
15 nes establecidas de Barroco, Churrigueresco o Plateresco (... ).
CHANFÓN OLMOS: 1991, PP· 13 y 27.

22 23
Es el Ultra-barroco, la primera expresión concreta de la nueva Manuel Toussaint, dentro de su evolutiva lectura del Ba-
raza -ni española, ni azteca: mexicana 16• rroco novohispano, distingue cuatro etapas arquitectónicas, aten-
diendo al paulatino incremento de la decoración: barroco so-
Las connotaciones raciales del término quedaron suficien- brio (reproducción del Barroco español), barroco rico (mayor
temente clarificadas por el autor. Conviene precisar, por lo que profusión decorativa), barroco exuberante (la decoración aumen-
le cabe como antecedente, que el término en cuestión nace con ta sin llegar a alterar la estructura arquitectónica) y arte churri-
la ejemplificación exclusiva de obras arquitectónicas, clasifica- gueresco (estilo independiente, manifestación culminante del
das, además, de acuerdo con tipologías formales (cúpulas, to- "orgullo y riqueza" de la Nueva España):
rres, portadas, retablos -sólo su mazonería- y fachadas). ¿Dón-
de queda el"ultrabarroco" en pintura, escultura y las restantes Comienza siendo sobrio, como importado directamente de Es-
manifestaciones plásticas?. paña; luego se torna rico, al adquirir mayor preponderancia el
El calificativo que se manejaba en ese momento para ca- ornato, y a fines del siglo XVIII alcanza tal lujo en ciertas regio-
racterizar a la arquitectura española del siglo XVIII en su faceta nes, que puede calificarse de exuberante18•
más exaltada, era "churrigueresco", acuñado despectivamente
y difundido por los críticos ilustrados españoles de finales del Aparte de la consideración del churrigueresco (no acepta
siglo XVIII (Ponz, Basarte, Llaguno). A pesar de la poca precisión el término "ultrabarroco") como estilo artístico, independiente
y objetividad que revistió el nacimiento del término dieciochesco, del Barroco y exclusivo de la Nueva España, la posibilidad de
su uso se mantiene en la historiografía del arte español, pero establecer una definición precisa de las tres primeras modalida-
restringido en su aplicación a aquellas obras coetáneas de la ac- des (barrocas) es inexistente. La clasificación de una obra den-
tividad de José Benito Churriguera, caracterizadas por el em- tro de la fase sobria, rica o exuberante depende de la aprecia-
pleo de la columna salomónica. En México, su utilización no ha ción subjetiva del espectador: no existe una sucesión diacrónica
sido totalmente desplazada ni por el"ultrabarroco" ni por otros porque "su desarrollo parece obedecer al capricho y la fanta-
términos inventados después (referidos a obras en las que la sía"19. El único estilo perfectamente localizado en el tiempo es el
columna salomónica ha sido reemplazada por el estípite). Como churrigueresco, comprendido entre la terminación del ya citado
veremos, sí se ha tendido a desplazarlo por sus sinónimos, al Retablo de los Reyes para la Catedral de México (1730) y la fun-
tiempo que se le ha privado de la categoría de estilo que le fue dación de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos (1781),
asignada originalmente para pasar a engrosar la nómina de arbitrariedades aparte 20 • Finalmente, la ausencia de una secuen-
"modalidades" del Barroco novohispand 7 • cia cronológica coherente es la que hace factible que se sigan

18
TOUSSAINTRITIER: 1948, p. 199.
19
Id, p. 203.
16
MUR1LLO: 1927, p. 147. 20
El inicio del Retablo de los Reyes se remonta a 1718 y, aún antes de esta fecha,
17
En el contexto mexicano, Manuel G. Revilla fue quien rescató el término chu- Balbás ya había empleado el estípite en otro retablo catedralicio. Además, la
rrigueresco, valorándolo positivamente, otorgándole rango de estilo, sucesor petrificación de los retablos dotados de estípites, es decir, su conversión en por-
del Barroco, pues "propiamente éste es el estilo del virreinato", y caracterizándolo tadas, todavía tuvo que esperar a que el proyeco de Lorenzo Rodríguez para el
en los términos que iban a perdur:Y., como asociado al empleo del estípite: "la Sagrario Metropolitano recibiera la aprobación. Por otra parte, la fundación de
columna y el anta se truecan en pilares cubiertos de profundos adornos (estípites), los la Academia, al igual que en España, no supuso el inicio del neoclasicismo sino,
entrepaños todos se decoran, las líneas se rompen hasta lo infinito, y la escultura, en fin, en el mejor de los casos, el de un tardobarroco que se vale de plantas más barro-
pasa a ser porción integrante del edificio como miembro decorativo. Tal es, propiamente, cas que las hasta entonces vigentes y de superficies depuradas de excesos deco-
el estilo churrigueresco" (REVILLA: 1893, pp. 55 y 59-60). rativos.

24 25
construyendo obras barrocas dentro del periodo correspondiente barroco ecléctico (barroco oaxaqueño y barroco poblano -con
al churrigueresco, de manera "que la mayor parte de los edifi- portadas de cantera o con portadas talaverescas-), barroco
cios civiles del siglo XVIII son barrocos y no churriguerescos" 2\ jaliscense, barroco metropolitano, barroco estípite metropolita-
porque carecen de estípites en sus muros, suponemos. no, barroco guanajuatense, ultrabarroco guanajuatense, barro-
Manuel González Galván, por su parte, viene plantean- co tlaxcalteca, barroco queretano y barroco potosino y zaca-
do una clasificación más detallada sobre la misma base formal. tecano25. Si la historia del arte es una disciplina científica y si la
Atendiendo siempre a criterios ornamentales (según materiales ciencia se caracteriza por buscar leyes generales, la clasificación
y soportes), establece las siguientes "modalidades formales": precedente, prolija casi hasta la individualización, es la mejor
barroco estucado (constituido por estuco y carente de soportes), prueba de la falta de rigor científico que sufre este tipo de
barroco talaveresco (empleo de cerámica vidriada), barroco historiografía.
purista (columnas y pilastras con estrías rectas), barroco de es- Tan peculiar diccionario vino a completarse cuando Jor-
trías móviles (columnas y pilastras con estrías total o parcial- ge Alberto Mamique acuñó el neologismo "neóstilo" para de-
mente onduladas o quebradas), barroco tablerado (pilastras con signar a un grupo de obras en las que, pasada la euforia del
placas en lugar de estrías), barroco "tritóstilo" (columnas con el estípite, recuperaron el apoyo columnario, dando lugar a "una
tercio inferior del fuste resaltado), barroco salomónico (colum- nueva época de la columna o la época de la nueva columna" 26 •
na salomónica), barroco estípite (estípite), barroco de fustes De este modo, al establecido barroco churrigueresco o barroco
losángicos (estípites contrapuestos) y ultrabarroco (desplaza- estípite, le sucede el ultrabarroco, que se ramifica en dos moda-
miento del estípite por los interestípites, que devienen en lidades coetáneas: una que carece de elementos de apoyo (ba-
pilastras nicho) 22 • rroco anástilo o disolvente), por la disolución del estípite ama-
Francisco de la Maza distinguió, únicamente, un barroco nos de la pilastra nicho, y otra que recupera la columna (barroco
salomónico (columna salomónica) y un barroco churrigueresco neóstilo )27.
(estípite) 23 • Al parecer, "a través de sus escritos y de su cátedra", Este punto nos interesa especialmente porque la recupe-
propició la definición del barroco estípite, como sinónimo del ración de la columna en las postrimerías del siglo XVIII constitu-
segundo, y del barroco anástilo, como su sucesor24 • ye una manifestación más, la última, del carácter historicista
Elisa Vargas Lugo realizó una recapitulación de la termi- presente en toda la arquitectura barroca de la Nueva España,
nología asociada, hasta la fecha, a la arquitectura barroca que es el objeto de nuestro estudio. Recientemente, Martha
novohispana, enfatizando la necesidad de restringir el apelativo Fernández ha considerado al "neóstilo" como "la primera carta
de barroco churrigueresco o barroco estípite a aquellas compo- del neoclasicismo ( ... ), la manera local en que los artistas
siciones en las que aparezca el apoyo estípite; cuando éste des- novohispanos interpretaron las ideas ilustradas procedentes del
aparezca, nos encontraremos ante el ultrabarroco. Además, exterior" 28 • Como tendremos ocasión de ver, la cultura barroca
sistematizó una larga serie de "variantes regionales", unas usa- (europea y americana) fue enciclopedista, pero no en el sentido
das desde antiguo y otras definidas por ella misma: barroco ilustrado sino en el escolástico. Ese neoescolasticismo, causa y
chiapaneco, barroco popular de argamasa, barroco moreliano,
25
Id, pp. 311-327.
26
MANRIQUE: 1971, p. 345.
27
21
Id, p. 198. Id, p. 363. La expresión "barroco disolvente" también fue "dictada" por Fran-
22 GONZÁLEZ GALVÁN: 1961, pp. 39-68; id.: 1982. pp. 817-830. cisco de la Maza (p. 344). Precisiones sobre la relación entre ultrabarroco, barro-
23 MAZA Y CUADRA: 1968, pp. 190 y 1194; id.: 1969. co anástilo y barroco neóstilo, en VARGAS LUGO: 1974, pp. 83-86.
28
24 VARGAS LUGO: 1969, p. 313. FERNÁNDEZGARCÍA: 1993, pp. 44-45.

26 27
efecto, a la vez, de la actitud retrospectiva responsable de los
historicismos barrocos, será el que desencadene el enciclope- Vargas Lugo, es una de las "variantes"33 o "etapas diferenciadas
dismo ilustrado, no a la inversa. del barroco mexicano" 34 •
Cabría, por último, precisar la suerte corrida por el térmi- De todo esto, lo único que se puede deducir es la tenden-
no churrigueresco, pues ha sido criticado, transformado, aban- cia a reemplazar la expresión barroco churrigueresco por barro-
donado o mantenido en función de cada historiador, sin justifi- co estípite. Mejor dicho, ante las incongruencias detectadas en
car suficientemente su particular opción. Elisa Vargas Lugo lo las citas inmediatas, esa deducción encuentra mayor respaldo
seguía utilizando en 1986, al publicar las Portadas churrigueres- en el sllencio de otros historiadores mexicanos (Martha Fer-
cas de la ciudad de México, citando un trabajo inédito de la norte- nández) que directamente emplean la segunda expresión y omi-
americana Aline Loucheim (1941) en el que "identifica el barro- ten la primera. En cualquier caso, la historiografía no ha emiti-
co estípite con el término churrigueresco, terminología que do una justificación específica, rigurosa y coherente al respecto,
después se seguirá empleando definitivamente" 29 • En esta obra, del mismo modo que no ha explicado cómo ni por qué lo que
curiosamente, colabora Manuel González Galván con un epí- Toussaint aún consideraba estilo se convierte en modalidad,
grafe dedicado a la simbología del estípite, sin comentar na~a ~1 variedad o etapa estilística.
hilo del contundente comentario vertido por la autora prmCl- La exageradamente extensa nómina de calificativos con
pal. Este hecho es llamativo teniendo en cuenta que González los que se ha pretendido individualizar a la arquitectura barro-
Galván, en 1982, había escrito que "el calificativo de 'churrigue- ca novohispana es el fruto de una metodología formalista que
resco' honra al conformador de la pilastra, pero no puede apli- aborda al objeto de estudio desde la superficie y que no permite
carse de manera arbitraria ni general a obras de otros arquitec- ir más allá de la clasificación. La debida a Vargas Lugo obedecía
tos que la emplearon y la popularizaron"30 , prefiriendo la al estudio de las fachadas religiosas, la de Manrique se apoyó
expresión barroco estípite. Sin embargo, dentro de la misma obra en la sistematización tipológica de los soportes, a la que ha de-
colectiva en la que escribe este autor, en el capítulo siguiente, dicado estudios específicos35 • En este mismo orden de cosas,
otra historiadora continúa refiriéndose a "la modalidad del ba- Pedro Rojas aplicó ese principio al repertorio decorativo, sopor-
rroco estípite, también llamado churrigueresco"31 • Y aún el pro- tes aparte: pinjantes en guardamalleta, marcos con acodos, etc. 36
pio González Galván, en un texto más tardío (1988), vuelve a Por fortuna, su sistematización no desembocó en la definición
32
tratar el barroco estípite, "también llamado churrigueresco" , de nuevas modalidades barrocas; al contrario, se esforzó por
haciendo caso omiso a su anterior censura y aceptando la rastrear los antecedentes andaluces de cada uno de los elemen-
sinonimia terminológica. Para este último autor, el barroco chu- tos ornamentales identificados.
rrigueresco o barroco estípite ha dejado de ser un estilo para La atención a los historicismos de la arquitectura barroca
convertirse en una "modalidad del barroco mexicano". Para hará innecesaria toda esta serie de etiquetas que establecen va-
riantes en el tiempo y en el espacio, proporcionará una visión
mucho más articulada y homogénea. A cambio, requerirá el

29 VARGAS LUGO: 1986, p. 14. Su criterio se mantiene invariable en las reediciones 33


VARGAS LUGO: 1969, p. 319.
de textos anteriores. 34 Id: 1989. p. 86.
30GONZÁLEZGALV ÁN: 1982, p. 827. La misma opinión la había manifestado tiem- 35
GONZÁLEZ GALV ÁN: 1977, pp. 75-81 (identifica el fuste losángico (apoyo
po atrás (id.: 1961. pp. 54-55). romboidal formado por la contraposición de dos estípites, presente en Andalu-
3! MONTOYA RlVERO: 1982, p. 844. cía); id: 1988, pp. 191-209 (suma otros como los fustes fusiformes, panzudos,
32 GONZÁLEZ GALV ÁN: 1988, p. 197. zunchados, anillados, etc.).
36
ROJAS: 1967, pp. 25-38.

28
29
empleo de términos tales como neomanierismo, neoplateresco, el mayor acento otorgado al principio ornamental, rasgo que
neogótico, etc. Recurriremos a ellos con un espíritu práctico, en podría achacarse a la sensibilidad indígena (a través de la mano
tanto que créditos para agrupar discriminadamente los diferen- de obra) pero sólo relativamente, habida cuenta la propensión
tes tipos de citas historicistas. Teniendo en cuenta que el prefijo española al ornato exagerado. Desde este punto de vista, no pien-
"neo" ha estado siempre asociado a las manifestaciones arqui- sa necesario justificar la calidad barroca de la arquitectura al
tectónicas de los siglos XIX y XX, podría parecer inapropiado su margen de los valores espaciales:
aplicación al contexto barroco. Sin embargo, hemos juzgado más
conveniente mantener ese criterio (matizando las diferencias que El barroco mexicano, como el de esas escuelas (española e hispa-
separan a ambos tipos de historicismos) antes que ensayar la noamericanas), es esencialmente decorativo (... ). No gusta de mo-
formulación de otras denominaciones. ver los muros del edificio para ofrecemos planos que, con su
oblicuidad, confundan nuestro sentido de la orientación en el
espacio, y por eso procura que los muros se ajusten a la clara y
ESPACIO Y DECORACIÓN sencilla trama de la cuadrícula (... ).Atribuir esta supervaloración
de lo decorativo a la sensibilidad indígena parece, sin duda,
Si alguna disculpa le cabe a la vocación eminentemente forma- acertado( ... ). Ahora bien, creer esta abundancia decorativa ex-
lista de la historiografía producida desde México, es la calidad clusivo reflejo de la sensibilidad indígena tal vez no sería justo.
esencialmente decorativa de la arquitectura barroca. Que los Existen, sin duda, otros factores que precisa no olvidar. El espa-
criterios decorativos se impusieron sobre los espaciales es una ñol es también propenso al lujo exagerado, al desequilibrio 38 •
evidencia que ya Moreno Villa hizo notar al definir su concepto
de churrigueresco en la Nueva España 37 • Toda la crítica la ha Joseph A. Baird, al estudiar la arquitectura barroca
aceptado, a uno y otro lado del Atlántico, pues es en este punto novohispana, lo hizo en función de los elementos decorativos,
donde los historiadores no mexicanos han mostrado mayor in- dando por supuesta la natural despreocupación hispana y
terés y tomado mayor partido, pero difiriendo a propósito de novohispana por enfatizar o integrar la totalidad espacial: "si el
sus implicaciones. En primer lugar, se da por sentado que la interés por el uso de todas las implicaciones planimétricas del
supravaloración decorativa y la minusvaloración espacial es una Barroco tardío fue esporádico e inconsistente en España, menos
nota propia y específica de la Nueva España, enraizada en la común fue todavía en México". Remontaba esta tónica a la Es-
tradición prehispánica. En segundo lugar, se debate la posibili- paña visigoda, delegaba peligrosas responsabilidades en el pa-
dad de calificar como barroca a una arquitectura sólo en térmi- sado hispanomusulmán y la continuaba en los periodos romá-
nos decorativos, obviando los espaciales. nico y gótico, recordando demasiado a los "invariantes castizos"
Diego Angulo, haciendo gala de su habitual ecuanimidad, definidos por Fernando Chueca Goitia 39 •
planteó el problema en todos sus términos. Para él, la prepon- Graziano Gasparini sí puso en duda esa última cuestión,
derancia de lo decorativo sobre lo espacial no es algo específico denunciando el falseamiento en el que incurrió toda la arqui-
de la Nueva España, sino común a las escuelas barrocas españo- tectura barroca iberoamericana: no es verdadera porque, atenta
la e hispanoamericanas. Lo que sí distingue a la novo hispana es a valores exclusivamente plásticos, no innovó el concepto es-
pacial40.
37
Reconoce, con naturalidad, "que no trajo ningún elemento nuevo a la cons- 38
ANGULO ÍÑIGUEZ: 1950, T. JI. pp. 495-496 y 499.
39
trucción, como otros estilos y que sólo se limitó a servir de ornato; fue, pues, no BAIRD: 1962, pp. 8-9.
40
constructivo sino decorativo" (REVILLA: 1893, p. 61). La negrilla es nuestra. GASPARINI: 1965, PP· 45-50.

30
31
Frente a este último tipo de opiniones, Manuel González no de ser tomado en cuenta, y otra, difícilmente aceptable, creer
Galván argumentó que la ausencia de plantas movidas en el que ese urbanismo proviene del fondo mesoamericano.
contexto novohispano fue intencional y consciente, que respon- Considera, además, que esa rígida concepción arquitec-
dió a un gusto por el orden espacial, de raíz prehispánica, trans- tónica, presidida por las fachadas "incita más a la meditación
mitido por el urbanismo y por la arquitectura conventual del que a la sola contemplación, busca tanto enseñar como agradar;
siglo XVI: es más religiosa que artística" 43 • Dicho con otras palabras: la
frontalidad y la planitud arquitectónicas fueron así buscadas
Así como una movida planta europea se acomoda perfectamente porque lo que se perseguía era un fin doctrinal v místico antes
en un terreno asimétrico o responde con su masa pintoresca a que un efecto formal y visual. Deja a un lado, ~n este caso, el
las sorpresivas perspectivas callejeras, las iglesias novohispanas fuerte sentido crematístico, el gusto por lo aparente, de la socie-
son, con sus volúmenes cúbicos y rígidos, la respuesta lógica dad novohispana del Barroco, orgullosa y ostentosa como ella
perfecta a un tradicional orden espacial, manifiesto desde la sola, tal y como se señala frecuentemente desde esta misma lí-
época prehispánica en la planimetría y regularidad de las pla- nea interpretativa.
zas y centros ceremoniales, y en el virreinato, en los retícula dos Esta réplica puede ajustarse a la interpretación de Elisa
trazos urbanos y en los atrios del siglo XVI donde lo rectilíneo Vargas Lugo, que coincide con la de González Galván: no es
domina soberanoY posible poyectar sobre la arquitectura barroca novohispana un
enfoque espacial"que durante los siglos virreinales no interesa-
De este modo, es consecuente con su interpretración del ba, porque el arte estaba regido por valores más trascendentes
Barroco en general, analizada anteriormente. Apoyándose de que los valores artísticos puros" 44 , entendiendo trascendente
nuevo en las tesis de Worringer y Chueca Goitia, convierte la como simbólico. En otro lugar precisó la misma idea en mayor
simplificada concepción espacial barroca en una especie de "in- medida:
variante" (por emplear un término asociado a Chueca) novo-
hispano anclado en el sustrato cultural indígena o, por emplear Esta conservadora preferencia -que no ignorancia- se explica,
una expresión cara al mismo autor, en una seña de identidad o en parte, porque al católico pueblo de la Nueva España y a sus
mismicidad que refleja el rechazo rebelde de la población alarifes barrocos les interesaba primordialmente lo simbólico,
novohispana hacia las imposiciones europeas. Pasa por alto, sin antes que lo estructural. Los templos eran conjuntos simbólicos
embargo, que esa misma concepción espacial impera en el Ba- y ese simbolismo se lograba con facilidad y elocuencia median-
rroco español, como ya hizo notar Angula, y que el urbanismo te las formas omamentales45 •
del siglo XVI bebió en fuentes europeas (medievales y renacen-
tistas), al igual que los primeros conventos, con sus atrios; res- Para entonces, Paolo Portoghesi había planteado la cues-
pecto a estos últimos, lo que menos pretendieron sus creadores tión -y volvería a hacerlo- en términos de fondo (caja muraría)
fue recordar, siquiera mínimamente, manifestaciones prehispá- y figura (decoración), clarificando, en buena medida, la polémi-
nicas42. Una cosa es defender el condicionamiento urbano, dig- ca. Según él, el Barroco contempla una pluralidad de modelos
propiciados por la interpretación antidogmática del repertorio

43
GONZÁLEZ GALV ÁN: 1966, p. 85; id: 1991, p. 91.
41
GONZÁLEZGALVÁN: 1966, p. 90.
44
De éste y otros aspectos de la temprana arquitectura conventual en la Nueva
42
VARGAS LUGO: 1969, p. 309.
45
España nos hemos ocupado en otro lugar (GÓMEZ MARTÍNEZ: 1997). [d: 1993, p. 83.

32 33
clásico: el "continuum spaziale" borrominesco es una, pero no la cordar dos cuestiones: una obvia y otra sobradamente conoci-
única; la decoración también implica valores espaciales. Gra- da. La primera es que cualquier plano arquitectónico, incluidos
cias a la contraposición entre la figura y el fondo, se crea una los del más movido y sinuososo Barroco europeo, está presidi-
espacialidad pulsante u oscilante, que contrapone el vacío y el do por un principio de simetría y, por ende, muros paralelos; la
lleno, lo simple y lo complejo (entre la fachada y la portada, por segunda consiste en la inspiración serliana de la capilla guada-
ejemplo). Advierte lupana.

Una espacialidad derivada de la relación de oposición entre la


figura y el fondo, una espacialidad discontinua y dialéctica que BALANCE PROVISIONAL
podría ser definida como manierista si no revelase, por la ana-
logía de los procedimientos compositivos, una actitud mental Independientemente de la capacidad de la decoración para de-
profundamente dispareja de aquélla que la crítica ha conside- finir un espacio arquitectónicamente barroco, que juzgamos en
rado consustancial al manierismo (... ). Permite recuperar la fun- términos positivos, sigue en pie la duda acerca de si se trató de
ción comunicativa de las portadas románicas y góticas que ser- una preferencia o de una imposición. No conocemos ningún
vían de tránsito entre el espacio de la iglesia y el espacio de la documento de época en el que los agentes de la arquitectura
ciudad 46 . barroca novohispana respondan a esta disyuntiva. La respues-
ta, si la hay, debe ser deducida a partir de las propias obras y del
Que esa calidad espacial esté muy próxima a fórmulas escenario en el que se enmarcaron, y debe satisfacer a la reali-
manieristas y, en última instancia, recupere el papel docente vis- dad de toda las obras iberoamericanas, incluidas las peninsula-
lumbrado en las portadas románicas y góticas nos interesa sin- res, pues, como decía Angulo, todas ellas comparten la misma
gularmente en tanto que síntoma historicista, muy relacionable inmobilidad espacial.
con la tradición hispana de las portadas-retablo. Personalmente y cuando menos, me resultan altamente
Este tipo de consideraciones no han llegado a calar en la contradictorias una serie de evidencias empíricas. La primera
historiografía mexicana, inamovible en su visión endogenética es la inconmensurable capacidad consumidora de la sociedad
a ultranza. Buena prueba de ello pueden ser las recientes afir- barroca, especialmente de la novohispana. La desaforada avi-
maciones de Carlos Chanfón. Identifica una tradición espacial dez de novedades que sobrepasaran lo inmediatamente experi-
mexicana, de origen precolombino, que se caracteriza "por pre- mentado sí le fue propia en mayor medida que al resto de los
ferir muros de paramentos paralelos" y "la simplicidad geomé- contextos hispanos y, por lo mismo, debió haber propiciado, más
trica de los diseños". La raíz de esta preferencia "se oculta tras que en ninguna otra parte, la adopción de soluciones espaciales
la cosmovisión mesoamericana y sus cinco regiones", aflora en que incrementaran el efectismo tan clara y clamorosamente de-
el urbanismo y la arquitectura del siglo XVI y continúa presi- seado.
diendo la arquitectura barroca, aun en los escasos ejemplos de La segunda es que las soluciones espaciales genuinamente
plantas curvilíneas, tales como la de la Capilla del Pocito47 • Val- barrocas (espacios dinámicos) fueran aceptadas (o viables) a úl-
gan aquí, de nuevo, los comentarios vertidos a propósito de la tima hora. Así lo demuestran las iglesias mineras de Brasil o, en
tesis de González Galván. Adicionalmente, sólo queremos re- el caso de Nueva España, la iglesia de la Enseflanza, la Capilla
del Pocito y otros edificios tardobarrocos que se adentran en el
46
siglo XIX con análogo tratamiento estructural y desposeídos de
PORTOGHESI: 1968, pp. 143-144; id: 1980, PP· 6-7.
47
CHANFÁN OLMOS: 1991, pp. 22 y 24. todo exceso decorativo por la incidencia del academicismo. Por

34 35
cierto, esto mismo es lo que delatan, en España, ciertas obras de notas "oblicuas" se encuentran restringidas al nivel del detalle
arquiterctos como Ventura Rodríguez y Francisco Sabattini. "ornamental" (al igual que ocurre en España), sin alcanzar im-
¿Acaso la arquitectura barroca hispánica, en su conjunto, plicaciones integrales, salvo los tardíos ejemplos señalados an-
fue víctima de un desfase entre las demandas de la sociedad y la teriormente. Precisamente, Juan Caramuel (1678), el teórico de la
capacitación o capacidad de asimilación de los arquitectos? arquitectura oblicua, enseña a materializarla en detalles, pero no
Por otra parte, tampoco parece convincente justificar los enseña a trazar espacios oblicuos ni, menos aún, a construirlos.
excesos decorativos del Barroco americano en general y del no- Los historicismos barrocos que se verán a ver no preten-
vohispano en particular apelando a una pervivencia de la sensi- den alterar el concepto espaciat que sigue siendo estático y tra-
bilidad indígena. ¿Qué antecedentes en la arquitectura incaica, dicional. Son citas eminentemente decorativas. Podría argüirse
absolutamente desnuda, podrían justificar el decorativismo del que el carácter tradicional del espacio es otra manifestación
Barroco peruano? Además, ¿qué sensibilidad indígena pudo tras- historicista, pero tal consideración no ha lugar desde el momen-
cender a las obras capitales del Barroco novohispano, patroci- to en que nos encontramos a ante una pervivencia, no una
nadas y concebidas por el estamento criollo, por más que la mano recurrencia. A lo sumo, se podría apelar a conceptos espaciales
de obra pudiera haber sido indígena? resucitados a propósito de las relativamente numerosas iglesias
Las respuestas a todos estos interrogantes o, al menos, basilicales construidas en el siglo XVIII. La iglesia de tres naves
luces nuevas que contribuyan a clarificarlos, las iremos encon- cubiertas a la misma altura, frecuente en la arquitectura del si-
trando a través del análisis de las citas de estilos pasados en la glo XVI (catedrales y algunas conventuales), desapareció con esa
arquitectura barroca novohispana, fruto de una mentalidad centuria, en favor de la iglesia cruciforme con nave única. Su
historicista, privativa de la clase criolla en América y transmiti- reaparición dieciochesca vendrá acompañada por la recupera-
da desde Europa. Se trata de "historicismos" avant la lettre, ción d~ soportes góticos y renacentistas (siloescos).
entrecomillados para diferenciarlos de los habitualmente consi- Estas son, someramente, las razones que me llevan a cues-
derados, es decir, los propios de la arquitectura del siglo XIX. tionar el estatismo espacial de la arquitectura barroca hispánica
Fueron incorporados a la sintaxis y al léxico barrocos con la in- como una opción voluntaria y conscientemente asumida y a
tención de quebrantar, en la mayor medida posible, la norma verla, más bien, como una imposición derivada de carencias de
clásica, proporcionando una gama de contrastes adicional a la tipo formativo.
que le es consustancial al lenguaje barroco y saciando, en buena Finalmente, dentro de la gama de historicismos presen-
medida, la sed de novedades impactantes padecida por la so- tes en el contexto novohispano, mayor, en efecto, que en cual-
ciedad (eminentemente criolla) de la Nueva España. quiera de los restantes ámbitos hispánicos, hay un tipo muy pe-
Adicionalmente, la base epistemológica sobre la que se culiar. Se trata de referencias a una manera de entender la plástica
asienta el proceso, la teoría que lo justifica, posee significativos a través de la sensibilidad indígena. Pero, atención, no consiste
vínculos centroeuropeos, razón extraordinaria que haría espe- en una pervivencia sino en una recurrencia, promovida no por
rar la presencia de plantas y alzados especialmente dinámicos. las castas de ascendencia indígena sino por los mismos criollos.
Habría sido el corolario perfecto para agotar la fuente de la que La sociedad criolla de la Nueva España, por supuesto,
surgieron esos historicismos. Tanto más habría tenido que ser pugnaba por diferenciarse de la europea en general y de la es-
así cuanto que sí aparecen abundantes referencias a la "arqui- pañola en particular. Carente de señas culturales propias y dife-
tectura oblicua", difundida desde los mismos foros que propi- rentes respecto de las de ultramar, sólo tuvo dos medios para
ciaron el recurso a los historicismos y alma de los movidos es- alcanzar ese fin. Uno consistió en acrecentar o hiperbolizar, so-
pacios barrocos centroeuropeos. Ocurre, sin embargo, que esas bre una base cuantitativa que se tradujo en términos cualita-

36 37
tivos, los recursos formales europeos, dando lugar a la innega- notas estilísticas pasadas en la arquitectura barroca fuera mexi-
ble y suntuosísirr¡.a superabundancia decorativa que todos reco- cano: me refiero a Francisco Díez Barroso y a su monografía so-
nocemos en la arquitectura barroca novohispana. El otro, en la bre el arte en Nueva España, aparecida en 1921. La paradoja no
apropiación de unas señas de identidad indígena que, a priori, es tal teniendo en cuenta que fue el primero y, además, el últi-
no le pertenecían. En términos arquitectónicos, esto último no mo, por lo que respecta a sus compatriotas. La tesis de Díez Ba-
se tradujo en la resurrección de un estilo "neoazteca", como iba rroso fue condenada de entrada y omitida en casi todas las bi-
a ocurrir a finales del siglo siguiente, sino en la absorción de bliografías sobre arte novohispano escritas en México porque
una manera peculiar de concebir la escultura monumental ca- él mismo, también de entrada, afirmó que la cultura y el arte
racterística del trabajo de los indios del siglo XVI, lo que se ha novohispanos fueron traslaciones puras y absolutas a partir de
dado en llamar "arte tequitqui" o "arte indocristiano". La iden- los modelos españoles, salvo muy limitadas excepciones orna-
tificación de ese arte como característico de la sensibilidad indí- mentales:
gena, primero, y su apropiación, después, fueron factibles gra-
cias a la mentalidad historicista que propició la recuperación de La formación del mundo colonial se hizo importando todo ab-
otras notas estilísticas caducas y que convirtió a ésta en una más solutamente del continente( ... ). El arte fue importado también
y, eso sí, específicamente criolla. de España, y también implantado de manera absoluta, sin que
La cruel crontradicción implícita en este fenómeno es la haya habido la menor mezcla con las manifestaciones artísticas
que recorre la arquitectura barroca de la Nueva España. Y es la indígenas (... ). Así pues, el carácter fundamental del arte en
misma que perdura hoy en día y la que, por no reconocida, si- Nueva España fue su españolismo, esencial y exclusivo48 •
gue enturbiando la visión historiográfica en las interpretacio-
nes que he venido criticando. Los historiadores mexicanos de El único o uno de los pocos historiadores mexicanos que
hoy siguen apelando al peso de la tradición prehispánica como citan el texto de Díez Barroso es Justino Fernández, dado el tono
elemento singularizante de la arquitectura barroca, señalándo- recopila torio de su estudio, y lo hace para subrayar los errores y
lo donde no lo hay y creyéndolo fruto de la voluntad rebelde de justificar su ostracismo. Lo que se le criticó a Díez Barroso fue la
la población indígena. total españolización del arte novohispano y la falta de espíritu
analítico y de apoyo documental, defectos que reconoce Justino
Fernández y que intenta suavizar apelando a cierta actitud de-
LOS HISTORICISMOS NOVOHISPANOS EN LA HISTORIOGRAFÍA masiado moderna en la obra criticada:

No obstante lo dicho, la presencia de historicismos es tan abru- El libro de Díez Barroso se adelantó a su tiempo, si cabe, o más
madora que no ha pasado inadvertida para ciertos investigado- bien, no coincidió con los intereses de los estudiosos de su tiem-
res, aunque no hayan pocl.ido explicarla. De manera significati- po, ni con los nacionalistas, ni con los documentalistas, y por
va, se trata de historiadores extranjeros, pues para los mexicanos eso no fue estimado( ... ). Su visión de que todo arte de Nueva
no ha merecido atención o ha pasado desapercibida. Lo que se España es español, en lo absoluto, es tan a priori que dista total-
ha hecho es constatar positivamente la existencia de los más mente de ser resultado de una actitud analítica( ... ), correspon-
evidentes, enfatizando su existencia en otros contextos ameri- de a su actitud que subraya todo lo semejante y no distingue lo
canos y europeos. diferente( ... ). Como historiador del arte, su debilidad es gran-
Después de lo que acabo de expresar puede parecer para-
dójico que el primer historiador que percibió la presencia de 48
DÍEZ BARROSO: 1921, p. 25.

38 39
de, y en verdad, hizo un tutti revolutti con los estilos, sacando Condenada la tesis de Díez Barroso por los historiadores
de quicio un estilo tan definido como es el plateresco español49 • mexicanos, habrá que esperar a que los investigadores europeos
y norteamericanos perciban esos y otros historicismos, sin repa-
En efecto, la metodología de Francisco Díez fue demasia- rar en los postulados del denostado colega.
do novedosa para su tiempo, tanto que ni siquiera Justino Erwin Walter Palm fue uno de los primeros en dar cuenta
Femández llegó a comprenderla. El de aquél fue estudio de sín- del fenómeno, que considera iberoamericano en general, aun-
tesis, interpretativo, no analítico sino sintético, no deductivo sino que sólo estudie la cuenca caribeña. A partir de ahí, erró al valo-
intuitivo, pensado con una persectiva más amplia que la que rarlo en términos de "supervivencias ornamentales" de "los tres
permite el trabajo puramente documental. Dada la fecha, tem- estilos decorativos del momento de la Conquista, el gótico
prana, su metodología resultó moderna y, quizá, prematura, pues isabelino, el mudéjar y el plateresco", y justificarlo como el re-
un trabajo de esa índole necesitaba un soporte documental que cuerdo nostálgico hacia una "España ideal" comprensible des-
la historiografía al uso aún no había suministrado. Pero, a mi de un punto de vista periférico (no estrictamente popular)51 • El
juicio, las intuiciones del autor compensaron sobradamente ese fenómeno posee, en efecto, una dimensión iberoamericana (tam-
tipo de carencias, propiciaron una lectura de la arquitectura ba- bién europea), pero abarca un repertorio formal más variado y
rroca correcta en sus puntos generales y demasiado desagrada- no se trata de una pervivencia sino de una recurrencia, culta y
ble para la línea dominante en México, más cercana que ésta a la moderna donde las haya, y en absoluto empañada por la som-
realidad, por la vocación europeísta. Cuando Justino Femández bra de la nostalgia.
lo acusaba de sacar "de quicio un estilo tan definido como es el Diego Angulo, al analizar la arquitectura barroca de la
plateresco español", estaba cerrando los ojos a lo que Díez Ba- Nueva España, hizo notar "el interés por la arquitectura medie-
rroso percibió como un historicismo dieciochesco, aunque aún val de los maestros dieciochescos", como atestiguan los arcos
no lo identificara con esa literalidad. mixtilíneos, las bóvedas de crucería del proyecto para la basíli-
Diez Barroso consideró dos corrientes principales en la ca de Nuestra Señora de Guadalupe o el resurgimiento de la
arquitectuta barroca novohispana: una beminesca y otra borro- "lacería morisca". Sin embargo, reconoció que" el origen de esta
minesca, más evolucionada o complicada la primera que la se- actitud retrospectiva de los arquitectos mexicanos del siglo XVIII
gunda. Ninguna de las dos se dio en estado puro, sino que se es difícil de precisar todavía" y sólo cabe recordar el interés del
vieron contaminadas por ciertas influencias que dieron lugar a tratadista napolitano Guarino Guarini (m.1683) por las formas
tres tipos de construcciones barrocas: uno, con influencia hispanomusulmanas52 •
plateresca; otro, con influencia mudéjar; y el tercero, con mezcla
de las dos anteriores. Dentro de esas notas platerescas, incluye
la decoración abundante y menuda de muchas obras del XVIII,
así como el recurso al estípite, llegando, incluso, a emplear el Así, en las colonias quedan abiertos los canales a través de los cuales siguen
51 "

término "neoplateresco" 50 • En la presencia de notas de tradición subiendo a la superficie los vocablos isabelinos, mudéjares y platerescos, identi-
ficados con una España ideal. Y si durante algún tiempo, en el apogeo del estilo
hispanomusulmana y en el carácter neoplateresco de la orna- herreriano, quedan casi relegados, surgen otra vez al aflojarse la voluntad cen-
mentación arquitectónica dieciochesca, como veremos, no le faltó tralista de la madre patria" (PALM: 1949. pp.7-8). Alude a un artículo publicado
razón; ni en eso, ni en las connotaciones hispanas del fenómeno. por A. Nemeyer el año anterior, donde "quiso vincular tal reincidencia a las mani-
festaciones del artesanado indio que las compenetra con su sensibilidad hasta transfor-
mar los modelos españoles en el arte mestizo del siglo XVIII de México y de los países
49
FERNÁNDEZ: 1959, PP· 252 y 255. andinos" (Id, pp.S-9; Vid. Bibliografía).
50 DÍEZ 52 ANGULO ÍÑIGUEZ: 1950, T. Il. p. 557.
BARROSO: 1921, pp. 175-196.

40 41
Paolo Portoghesi ha venido señalando la fuerza con que Órdenes religiosas, muy en particular la jesuita, arquitectos y,
este tipo de notas aparecen en toda América, comparándolas sobre todo, ricos patronos criollos, aparecen con frecuencia
con otras constatadas en España, Italia, Inglaterra y Centroeu- mancomunados en empresas arquitectónicas que tienen ese
ropa; circunstancia interesante, entre los detalles registrados, peculiar sello de modernidad artística basado en las matemáti-
junto con los mudéjares y góticos, incluye los precolombinos, cas y en las que se quiere evidenciar este sentimiento de afir-
los hindúes y los chinos: mación mexicana, de peculiar criollismo cultural54 •

Otro aspecto característico del barroco americano es la extraor- Son conceptos relacionados entre sí, aunque no llega a
dinaria capacidad sintética de los arquitectos de la civilización explicitar cabalmente los nexos y claves mayúsculas para com-
colonial. La cultura arquitectónica barroca busca con gran inte- prender la materia debatida. Por estas razones haré referencia a
rés la recuperación histórica: en Bohemia, la recuperación de la él positiva y frecuentemente a lo largo de este discurso.
tradición gótica llegó hasta el límite del revival. Borromini y La crítica merecida por el libro de Bérchez ha sido
Guarini, más sutilmente, estudiaron una reintegración de los despiadada, excepcionalmente prolija y minuciosa, y ha corrido
métodos compositivos góticos. En Inglaterra, Wreu recuperó el a cargo de Martha Femández55 . A mi juicio, esta historiadora
lenguaje 'perpendicular' y Vanbrug la tradición del castillo mexicana, en calidad de especialista en arquitectura barroca
tardomedieval. América y España recuperaron en la época ba- novohispana, se ha acercado al texto con ojos equivocados. Ha
rroca elementos y métodos del Mudéjar, del Gótico, de la tradi- proyectado sobre él una visión analítica, denunciando numero-
ción precolombiana e incluso de la arquitectura hindú y china, sas imprecisiones de carácter documental, y, a partir de ahí, lo
con un experimentalismo que no rechaza la contaminación y ha condenado globalmente (sólo salva la bibliografía). En defi-
alcanza frecuentemente síntesis asombrosas53 • nitiva, considera que todos esos errores son la consecuencia de
estudiar el Barroco mexicano "a distancia" o, lo que es lo mis-
Este ciclo puede ser cerrado con el reciente trabajo del mo, que al Barroco novohispano sólo lo pueden comprender los
español Joaquín Bérchez. La suya ha sido una aproximación a la mexicanos. Personalmente, creo que los fallos denunciados por
arquitectura barroca novohispana en sintonía con la que reali- Martha Femández son relativos, no absolutos; son ramas que
zara, más de medio siglo atrás, Díez Barroso, cuya cita biblio- no deben impedir ver el bosque, que es lo que le ha ocurrido a
gráfica le honra. Tal afinidad se debe a que nos encontramos ella. Ese bosque es el de la arquitectura barroca novohispana, y
ante un trabajo de síntesis, interpretativo e intuitivo y a que, la panorámica presentada por Bérchez cuenta entre las más agu-
también, ha sido severamente condenado en el ámbito mexica- das y clarificadoras que conocemos. Si es verdad que la historia
no. Lo que propone Bérchez es una visión del tema más rica y se repite, la suerte pareja de Francisco Díez Barroso y de Joa-
compleja que la hasta ahora acostumbrada. La riqueza y la com- quín Bérchez constituye un paradigma sin igual.
plejidad residen en las implicaciones europeistas que felizmen-
te sabe reconocer, e incluyen la identificación de numerosas re-
creaciones de estilos del pasado y la caracterización de la cultura
barroca novohispana como matemática, jesuítica y criolla:

54 BÉRCHEZ: 1992, p. 113.


53
PORTOGHESI: 1968, PP· 145-146; id: 1980, p. 9. 55 FERNÁNDEZ GARCÍA: 1994, pp. 201-213.

42 43
Kircherizando en la Nueva España

La presencia de historicismos en la aquitectura barroca de la


Nueva España responde a mecanismos muy precisos y relativa-
mente complejos. Los factores espaciales, temporales, promo-
cionales y argumentales que los justifican están tan íntimamen-
te relacionados que resulta harto difícil desglosarlos para hacer
un análisis individualizado.
A grandes rasgos, en el orden espacial serán claves las
ciudades de Puebla y Querétaro, con sus respectivas derivacio-
nes hacia el Sur (Oaxaca) y el Norte (Guanajuato, San Miguel de
Allende y San Luis Potosí principalmente). La ciudad de Méxi-
co, tradicional laboratorio experimental de las novedades artís-
ticas, desempeñará un papel secundario, supeditado al de Pue-
bla. En el temporal, el detonante será el último tercio del siglo
XVII, y recorrerá toda la centuria siguiente: los historicismos
acompañarán a la arquitectura barroca novohispana hasta el fi-
nal de sus días. El ya comentado "neóstilo" de la segunda mitad
del siglo XVIII será, en este sentido, la última vuelta de tuerca
provocada por la actitud restrospectiva: recuperará todos los
soportes derivados de la tradición clásica anteriores a la apari-
ción del estípite, desde las columnas con tercio de talla hasta las
mucho más recientes columnas salomónicas.
Por lo que respecta a los promotores, a la Compañía de
Jesús le corresponde la responsabilidad de la introducción y del
desarrollo de una mentalidad historicista en general, y de sus
manifestaciones arquitectónicas en particular. Inmediatamente,
el sector criollo asumirá como propia esa misma actitud.
En cuanto a los aspectos argumentales, éstos provendrán

45
de un movimiento renovador o novator, abanderado de la más Felipe II asumió la Reforma católica como una empresa
candente modernidad, que había cristalizado en Europa al me- personal, y no dudó en normalizar la distribución de papeles
diar el siglo xvn. Su gestación novohispana tuvo lugar en la ciu- entre los diferentes sectores eclesiásticos establecidos en la Nueva
dad de Puebla a partir de la década de 1660, en torno a un círcu- España. Los regulares mendicantes tuvieron que replegarse a
lo de intelectuales jesuíticos admiradores de la obra literaria del su vida estrictamente conventual, cediendo sus prerrogativas al
también jesuita Atanasio Kircher (1602-1680). Al demandar y clero secular y, en definitiva, ciñéndose a la tradicional vida
devorar los textos del polígrafo alemán, también reclamaban los claustral.
de Caramuel (1606-1682), su compañero en el mismo empeño La hegemonía mendicante había abogado por una reva-
novator. Kircher buscaba la globalización del saber, con indirec- loración de los indios, de los "naturales", frente a la prepotencia
tas implicaciones arquitectónicas; Caramuel buscaba lo mismo de los españoles. A partir de ahora, la hegemonía de los secula-
pero concediendo un tratamiento específico a la arquitectura. res alimentará la prepotencia de los españoles en detrimento de
los indios. Dicho con otras palabras, la sociedad novohispana
de finales del siglo XVI abría una nueva y definitoria fase, ten-
HACIA UNA SOCIEDAD CRIOLLA dente a acentuar la depreciación de la población indígena (pri-
vada de sus abogados regulares) y la apreciación de la pobla-
Al caer el último tercio del siglo XVI, la Nueva España comenzó ción hispana (amparada por los seculares).
a experimentar profundos cambios estructurales a todos los ni- Más aún, en su afán por mantener aunque sólo fuera una
veles y se preparaba para organizar un nuevo orden sociaP. El mínima parte del protagonismo social que habían ostentado, las
detonante de todos los cambios fue el giro radical introducido órdenes mendicantes (o una de ellas en particular) comenzaron
por la Corona en las estrategias de evangelización. La hegemo- a imprimir un giro radical a sus estrategias. Frustrado su pecu-
nía de franciscanos, dominicos y agustinos tocaba a su fin, como liar proyecto evangelizador entre los indios y forzados a ajus-
consecuencia de una tácita alianza establecida entre el clero se- tarse al modelo conventual ortodoxo, optaron por renunciar a
cular y la monarquía española. un viejo y sólido prejuicio para restituir parcialmente el terreno
Las órdenes mendicantes, abanderadas de un movimien- perdido. Franciscanos, dominicos y agustinos se habían negado
to de reforma que pretendía redimir a la totalidad del estamento siempre a otorgar el hábito a cualquier aspirante nacido en Nueva
eclesiástico y que, por ello, las validaba como interlocutoras ex- España, ya fuera indio, mestizo o criollo, por considerarlo "na-
clusivas de cara a la sociedad laica, habían perdido su argumen- turalmente" corrupto. A partir de finales del siglo XVI, en cam-
to fundamental: los frailes mendicantes ya no eran el único re- bio, se observa una tendencia creciente a admitir a los criollos
ducto de corrección en el seno de la Iglesia Católica, Apostólica en ciertas filas mendicantes. Quizás no sea justo atribuir esta
y Romana. El clero secular, estigmatizado por la corrupción y práctica a las tres órdenes o hacerlo en la misma medida para
denostado en los círculos pensantes de la Europa del siglo xv y todas. Lo cierto es que el proceso de "criollización" está perfec-
en los de la Nueva España del siglo XVI, había preparado su tamente estudiado para el caso concreto de la Orden de San
propia vía de redención: Trento. el Concilio trentino supuso la Agustín y que, de las tres, ésta fue la más "criollizada". En estos
regeneración del clero secular y el arrinconamiento de lo.s momentos, los agustinos comienzan a desatender los conventos
mendicantes allí donde habían gozado de facultades extraordi- radicados en pueblos de indios y a concentrar su atención en los
narias, es decir, en la Nueva España. de las villas y ciudades de españoles, al tiempo que van dando
cabida a cada vez más frailes criollos. De este modo, la provin-
1 De estas cuestiones nos hemos ocupado en GÓMEZ MARTÍNEZ: 1997. cia agustina de la Nueva España se escindió en dos, irreconci-

46 47
Hables, en 1603: la provincia de Michoacán, a duras penas con- Los intereses de los criollos novohispanos y los de la Com-
trolada por frailes peninsulares, y la cada vez más poderosa pro- pañía de Jesús estaban llamados a confluir. La actividad misio-
vincia de México, copada y dirigida por frailes criollos2 • nera de los jesuítas había puesto en contacto a la Compañía con
Ésta era la tesitura que estaba siendo definida en 1572, las antiguas religiones de Egipto, India, China, y México. Lejos
cuando la Compañía de Jesús puso sus pies sobre la médula del de rechazarlas abruptamente, los jesuitas se dedicaron a estu-
antiguo Anáhuac. En su calidad eclesiástica regular, la Compa- diarlas con un talante absolutamente sincrético o universalizador,
ñía estaba llamada a continuar una actividad evangelizadora buscando en ellas prefiguraciones parciales de lo que nunca
desarrollada, hasta entonces, por los mendicantes y que, gracias dudaron era la verdad universal: el Cristianismo. Por lo que a
a la creciente reglamentación introducida por la Corona, iba México atañía, procedieron a desenterrar las formas de culto
transformándose en actividad misional. En su calidad de brazo prehispánico que tan laboriosamente habían intentado borrar
armado de la Reforma trentina (aunque ocasionalmente faltó a los mendicantes del siglo XVI4, no para restaurarlas, por supues-
la norma), la Compañía estaba llamada a sancionar y defender to, sino para estudiarlas científicamente.
los decretos postconciliares, lo que, en el marco novohispano, Los criollos novohispanos reivindicaban su derecho a
equivalía a respaldar la hegemonía del clero secular y de la po- puestos de mando y a privilegios que, sistemáticamene, la Co-
blación hispana. rona les negaba y ponía en manos de peninsulares enviados ex
Al mediar el siglo XVII, la comunidad hispana que pobla- profeso, alegando que América provocaba una mala crianza en
ba la Nueva España no estaba igualmente satisfecha con el la calidad humana de los nacidos bajo su cielo5• Tal reivindica-
protagonismo que había ganado. En su seno, dejaba de ser la- ción pasaba por enfatizar y revalorar sus diferencias respecto
tente, para pasar a hacerse cada vez más evidente, una profun- de los españoles, a los que despectivamente se referían como
da escisión: los hispanos nacidos en España, que seguían siendo gachupines, y discurría por dos vías que acababan convergiendo
españoles aunque con calidad de residentes novohispanos; y los en la senda trazada por la Compañía. Una vía implicaba actua-
hispanos nacidos en Nueva España, que dejaban de considerar- lizarse constantemente, absorbiendo todas las novedades inte-
se y ser considerados españoles y pasaban a diferenciarse y ser lectuales gestadas en Europa, con la intención de no ser menos
diferenciados como criollos. que los europeos y, en la medida de lo posible, superarlos; pues-
También al mediar el siglo XVII, la Compañía de Jesús se to que la Compañía se encontraba en la vanguardia intelectual,
había convertido en la congregación eclesiástica regular más acercarse a ella era la mejor garantía para rentabilizar al máxi-
influyente en la cristiandad, y los dominios españoles no eran mo esta alternativa. La otra consistía en buscar algún tipo de
una excepción. La medida de esa influencia en el contexto no- pasado histórico con el que no se contara en Europa; el único
vohispano puede darla el enfrentamiento que protagonizó esta disponible era el prehispano, y de él se iban a apropiar, aunque
institución con el obispo-virrey Juan de Palafox y Mendoza (1639- no les perteneciese a ellos sino a los indios y a las castas de éstos
1649), titular de la diócesis de Puebla, que se saldó con el "des- derivadas. Los criollos, pues, pondrán manos a la obra para in-
tierro" del poderoso eclesiástico a la diócesis peninsular de Burgo vestigar el pasado histórico prehispánico y exhibirlo como seña
de Osma (Soria) 3. Su trascendencia, más allá de la esfera puramen- de identidad frente a Europa en general y España en particular.
te eclesiástica, se extendía en un radio más amplio y, en términos
genéricamente culturales, su peso específico era mayúsculo. 4
PAZ: 1982, p. 56.
5
No es nuestra intención profundizar en el complejo mundo del criollismo. Como
2 RUBIAL GARCÍA: 1990, p. 25.
texto reciente sobre el tema, bien documentado y relacionado con los aspectos
3 ALEGRE: 1766, T. Il. p. 429.
artísticos, vid. PASTOR LLANEZA: 1994, pp. 171-198.

48 49
Esta actitud resurreccional, claro está, entroncaba con la desa- novator. Todos ellos serán autores polígrafos y estarán relaciona-
rrollada por los jesuitas. Por todo esto se ha podido decir que dos más o menos directamente con la Compañía de Jesús.
"los jesuitas no sólo fueron los maestros de los criollos; fueron La primera personalidad novatora, por su relativa prela-
sus voceros y su conciencia" 6 . ción cronológica y por la absoluta trascendencia de su obra, fue
En esta actitud retrospectiva y con vocación universalista, la del jesuita alemán Atanasia Kircher. La extensión de su curio-
absolutamente moderna, que mira hacia un pasado genérico con sidad a todos los campos de las ciencias, incluida la arquitectu-
cabida para el mexicano y que hace coincidir los esfuerzos e in- ra, habla de su interés por una suerte totalizadora de saber. Su
tereses de la Compañía de Jesús y de los criollos novohispanos, pasión hacia el hermetismo legado por el Renacimiento, así como
tenemos los ingredientes fundamentales y necesarios para ex- hacia sus oscuras y antiguas raíces, pregona su convencimiento
plicar la génesis de los historicismos detectables en la arquitec- acerca de la existencia de un método por el cual el hombre pu-
tura barroca novohispana. Al fin y al cabo, son el fruto de la diera asimilar la totalidad del saber. Todos los esfuerzos de
misma mirada que se dirige al pasado y que aspira a construir Kircher estuvieron volcados en la ampliación de los campos del
síntesis universales. Lo que procede en estos momentos, pues, conocimiento y en la búsqueda de aquella panacea sapiencial,
es precisar dónde, cuándo y cómo arraiga y se desarrolla esa universal y totalizadora. De este modo, continuaba y culmina-
nueva y globalizadora percepción de la cultura en la Nueva Es- ba una tradición especulativa ya arraigada en el seno de la Com-
paña. De la manera más consecuente, la precisión de esos pará- pañía de Jesús desde el siglo anterior, tendente a universalizar
metros estará siempre jalonada por la presencia de claras refe- conceptos con el auxilio de ocultismos más o menos ortodoxos;
rencias historicistas en los detalles arquitectónicos. en esa línea se sitúan los eruditos estudios de Juan Bautista
Villalpando, Jerónimo Prado, Diego Laínez o Jerónimo Nadal,
jesuitas españoles todos ellos7 •
LA SOPHIA UNIVERSALIS EN EUROPA: ATANASIO KIRCHER La dispersión de la Compañía por todos los confines del
mundo conocido proporcionó a Kircher el suficiente cúmulo de
Europa despertó al siglo XVII con hambre de saber. La cultura informantes como para elaborar sus asombrosas síntesis. Para
humánistica había abierto nuevas espectativas y el mundo se 1652, fecha en que publicó su Oedipus aegiptiacus, ya tenía cono-
desvelaba ante sus ojos con creciente generosidad. El legado de cimiento de la religión azteca, pues la comparaba con la egipcia;
los clásicos se había quedado pequeño y exigía matices, amplia- decía ser una religión " ... cuya interpretación recibí de nuestros
ciones y actualizaciones. Era necesario, en primer lugar, enri- padres mexicanos ... " 8 . Así le había llegado la información sobre
quecer esos pincipios fundamentales de la cultura occidental con el pasado egipcio y sobre otras culturas remotas, como la hindú
la introspección hacia sus raíces y orígenes, es decir, hacia su y la china. Ciertamente, el interés de Kircher por las antiguas
pasado, y con la exploración hacia los nuevos horizontes del mitologías orientales enlazaba con una práctica medieval que
conocimiento. Y, en segundo lugar, era preciso sistematizar esa se había interrumpido con el estudio unívoco del panteón
suma de presente, pasado y propuesta de futuro en un corpus grecorromano durante el Renacimiento: constituyó, pues, todo
sapiencial de carácter enciclopédico y pretensiones universalis- un revival 9 •
tas. Tal iba a ser la propuesta renovadora de un círculo de inte-
lectuales integrantes del movimiento por ello conocido como

• 6
Id, p. 57.
7

9
TAYLOR: 1992, PP· 52-67.
Cit. OSORIO ROMERO: 1993, p. XVII.
MITTER: 1977, P· 27.

50 51
La actitud retrospectiva de Kircher es evidente en el con- merosos religiosos extranjeros, italianos y centroeuropeos fun-
tenido de sus obras, pero también lo es en la metodología y has- damentalmente. Los jesuitas debieron ser los inductores del ca-
ta en la expresión. Por lo que respecta a la primera, el carácter lado de tales propuestas entre otros círculos religiosos, tanto
enciclopédico puede parecer un avance de lo que iba a ser, un seculares (episcopales) como regulares (agustinos).
siglo más tarde, el movimiento ilustrado. Sin embargo, el espejo La ya aludida vocación universalista de la Compañía se
en el cual se mira es el de las summae escolásticas de la Baja Edad manifestó, entre otras cosas, en el reclutamiento de sus miem-
Media. En cuanto a la expresión, no deja de ser sintomático el bros en cualquier punto de Europa, estrategia que chocó con la
hecho de que una de sus obras más representativas, el Iter fluctuante política exterior de la Corona española. Ya Carlos v
exstatícum coeleste (1656-1657), estuviera concebida a manera de había comenzado a mostrarse reacio hacia el paso indiscriminado
diálogo. Se trata de una modalidad expresiva restaurada en la de religiosos extranjeros a América, relativamente moderado
Italia del siglo XV a partir de los Clásicos, que se agotó esa mis- durante la hegemonía mendicante pero con una fuerte tenden-
ma centuria en la literatura italiana. La hispana lo adoptó en el cia al incremento con la entrada en escena de la Compañía. A
siglo XVI (Diego de Sagredo, 1526), al igual que la novohispana este respecto,los monarcas españoles continuaron emitiendo una
(Francisco Cervantes de Salazar, 1554), estando ya entonces en larga serie de decretos que restringían, en mayor o menor gra-
vías de desaparición. El movimiento novator, con Kircher a la do, el acceso de extranjeros a sus colonias.
cabeza, propició la recurrencia del género, que aflorará en la De este modo, con anterioridad a 1616, todos los jesuitas
Nueva España del siglo XVIII, por ejemplo, en el Diálogo de Abril, extranjeros registrados en Nueva España eran italianos. A par-
un texto laudatorio sobre el ingenio de los criollos novohispanos, tir de esa fecha, comenzaron a incorporarse, tímidamente, fla-
escrito por el jesuita Vicente López antes de 1757. mencos y, sobre todo, germanos. En 1654 fue prohibida tajante-
La aceptación de los textos de Kircher, tremendamente mente la entrada de cualquier religioso extranjero, marcando el
novedosos y mod.os pese a la tradición que los alimentó, fue periodo más intransigente; en 1664 Felipe IV permitió que la cuar-
grande en Europa, como veremos más adelante, en la persona ta parte de cada expedición estuviera compuesta por elementos
de alguno de sus más conspicuos seguidores. En la Nueva Es- no hispanos (franceses, flamencos, alemanes, austriacos y bohe-
paña, más que grande, la aceptación fue superlativa, al menos mios); en 1674 esa proporción fue reducida a la tercera parte; en
en los círculos intelectuales vanguardistas, unos círculos, cómo 1702los Barbones reinstauraron la prohibición total; a partir de
no, relacionados con la Compañía de Jesús. 1707 se permitió que las dos terceras partes de los religiosos
emigrados fueran extranjeros, proporción que fue ampliada en
1715 para vetar únicamente a milaneses y napolitanos; en 1734
CULTERANISMO UNIVERSALISTA NOVOHISPANO se acordó que la cuarta parte de cada expedición de religiosos
pudieran ser alemanes; en 1760, por último, regresó la prohibi-
Kircher era jesuita y centroeuropeo. La renovación cultural de ción absoluta10 •
la Nueva España va a ser cimentada con la aceptación, por par- Lógicamente, la Compañía era la congregación más afec-
te de los criollos (eclesiásticos muchos de ellos), de las propues- tada por este tipo de medidas gubernamentales y la que con
tas novatoras. La transmisión de la nueva propuesta cultural se mayor insistencia demandaba la eliminación de las censuras.
va a producir por cauces eclesiásticos, y, dentro de ellos, a tra- Así, por ejemplo, en 1649, un jesuita solicitaba al Rey dejase pa-
vés de la Compañía de Jesus, que destaca en solitario muy por
encima de cualquier otra institución. La ventaja de la Compañía 10
GALÁN GARCÍA: 1993, pp. 87-94; documentos y relación detallada de cada uno de
reposaba, entre otras cosas, en que integraba en sus filas a nu- los jesuitas pasados a las colonias, en ASPRUZ: 1946, pp. 168 passím y Apéndice l.

52 53
sar extranjeros, " ... como sean de algunas provincias obedientes los encargos de obras para el Palacio Real y para la Catedral de
a Su Magestad (... ),y, hecha la paz con Holanda, no hay qué México. Reanudó su camino hacia las islas orientales en 1697 y
recelar... "; lo que le interesaba, en concreto, era que pudieran murió en el trayecto14 .
pasar a Chile " ... dos religiosos carpinteros y arquitectos ... " 11 • Consta, en general, la existencia de nutrida corresponden-
La veleidosa legislación no evitó el paulatino acceso de cia de los jesuitas novo hispanos con sus hermanos residentes en
jesuitas europeos a América y Filipinas, con el aliciente de que Bélgica, Alemania y Austria, no estudiada por hallarse aún dis-
todos los que tenían por destino las islas orientales hacían esca-
la en México. Los más significativos, en cantidad y en implica-
ciones artísticas, fueron los flamencos y los germanos. Los dos
religiosos referidos en la cita antecedente, debían ser flamencos
• persa15. Contactos de este tipo, sin duda, contribuyeron a la di-
fusión de conocimientos arquitectónicos como los anteriormen-
te comentados, independientemente de la visita personal de los
religiosos. Por otra parte, estudios más recientes no han podido
con toda probabilidad, y flamenco fue Philippe Lemaire, el je- ser más clarificadores sobre al menos uno de los intereses que
suita que, en 1650, abovedó con madera la iglesia de la Compa- guiaron ese intercambio epistolar entre los jesuitas novohispanos
ñía en Córdoba (Argentina), introduciendo en América lacar- y los centroeuropeos: la consecución de los libros de Atanasio
pintería apetits bois. En obras sudamericanas patrocinadas por Kircher. Él no cruzó el Atlántico, pero sí lo hicieron, y mucho,
la Compañía, igualmente, son notorias las citas arquitectónicas sus textos.
extraídas de la Perspectiva pictorum et architectorum (1693-1700), La recepción de las obras de Kircher en la Nueva España
del jesuita Andrea Pozzo (nacido en Trento y fallecido en Viena) 12 . tuvo por escenario original la ciudad de la Puebla de los Ánge-
Más adelante, en SudaÍnérica y en Nueva España, serán paten- les. Existían en Puebla ciertos antecedentes que habían propi-
tes las huellas de los diseños rococós difundidos por los herma- ciado el cultivo de la moderna intelectualidad. El episcopado
nos Joseph Sebastian y Johann Baptist Klauber, grabadores de la de Don Juan de Palafox y Mendoza (1639-1649) constituyó un
escuela de Augsburgo 13 • excelente punto de partida. Prueba de ello es que, entre la litera-
Un último ejemplo, más cercano en el tiempo y en el es- tura manuscrita por el obispo-virrey, se encontraba " ... una his-
pacio al contexto que venimos tratando, lo constituye el caso toria de las guerras civiles de la China y de la conquista de aquel
del jesuita checoslovaco Simon Boruhradsky, españolizado como dilatado imperio por el tártaro ... " 16, tema agradable a la nueva
Simón de Castro. Llegó a México en 1680, formando parte de la cultura barroca y, por, supuesto, a Kircher.
primera expedición de jesuitas salida desde Bohemia con desti- Pese a esto, Palafox fue un enemigo declarado de la Com-
no a Filipinas. Simón de Castro, sin embargo, se quedó en la pañía de Jesús, y esto le costó sus títulos, como ya vimos. Sin
ciudad de México, " ... para el fin de enseñar a los indios a los embargo, Don Manuel Femández de Santa Cruz, posesionado
oficios de carpinteros, labradores y alarifes, y también el cate- del obispado de Puebla en 1677, " ... pretendiendo reducir a una
cismo, las oraciones y la música ... ", pues, entre sus habilidades, cristiana reforma a toda la Puebla( ... ), le pidió al reverendo pa-
contaba " ... el ser carrintero, labrador, músico, pintor e indus- dre provincial de la más sagrada Compañía le remitiese algu-
trioso en lo mecánico ... ". Su amistad con los sucesivos virreyes nos campeones de sus más veteranos soldados para emprender
le permitió ejercer como " ... maestro examinador de arquitectu- la útil milicia que intentaba, y, habiéndolo concedido dicho re-
ra ... " en la ciudad de Puebla, pues así consta en 1689, y le valió verendo Padre, se comenzó una misión para provecho de los

14
11 Cit. ASPRUZ: 1946, p. 204. STÉPANEK: 1987, PP· 19-36; p. 27.
15
12
BONETCORREA: 1970, pp. 28-35. DECORME: 1941, T. l. p. 199.
13
SEBASTIÁN LÓPEZ: 1974, PP· 61-74. "'BERMÚDEZ DE CASTRO: 1746, p. 139.

54 55
poblanos ... " 17• Con la derrota infringida a Palafox y las gracias fueron presas de la revolución cultural. El corazón de la Nueva
especiales regaladas por Fernández de Santa Cruz, la Compa- España se prestaba a conjugar el verbo kircherizar, neologismo
ñía reinaba en torno a Puebla. transmitido por la religiosa literata para significar la práctica de
De manera más concreta, residía en Puebla, desde 1635, juegos de ingenio científico-matemático basados en las teorías
Fran<;ois Guillot, españolizado como Francisco Jiménez, un je- de Kircher20 •
suita que había conocido personalmente a Kircher en Francia Nos encontramos, pues, ante una élite intelectual novo-
un año antes, cuando aún no era el renombrado erudito que hispana compuesta por eclesiásticos europeos, peninsulares y,
llegaría a ser. A partir de 1655, desarrolló un intercambio episto- sobre todo, criollos. Todos ellos, más o menos próximos a los
lar con el polígrafo alemán, alabando y demandando sus obras. círculos jesuíticos, ansían una modernidad que proviene de Eu-
Al mismo tiempo, Jiménez puso en contacto con Kircher a Ale-
jandro Favián, un criollo poblano educado en el colegio de la
Compañía. Favián, asimismo, solicitaba epistolarmente a Kircher
• ropa y tiene un nombre propio: Atanasio Kircher. Los textos del
jesuita alemán, eclécticos dentro de su cientificismo, implicaron
el interés por todas las ramas científicas, especialmente por la
ejemplares de sus obras, y éste llegó a dedicarle el Magneticum astronomía, las matemáticas y la música, disciplinas que encon-
naturae regnum, aparecido en 166718 • A esto habría que sumar las traban su materialización física en la arquitectura. Muchos de
obras de Kircher ue debieron de ser traídas por los jesuitas que estos clérigos y criollos fueron arquitectos diletantes. Los histo-
venían destinados a Nueva España y por los que hacían escala ricismos arquitectónicos, en este contexto, no dejan de ser lúdicos
en ella previo paso a los confines orientales. y eruditos guiños que prolongan el sentido del verbo kircherizar,
Los admiradores poblanos de Kircher no tardaron en ex- poniendo a prueba el ingenio y la complicidad de las élites inte-
tender esa devoción a la capital del virreinato de la Nueva Es- lectuales novohispanas.
paña. Por un lado, consta que Alejandro Favián distribuyó al- La personalidad del criollo mexicano Carlos de Sigüenza
gunos de los libros recibidos entre el obispo de Puebla y el y Góngora interesa especialmente, porque será el principal por-
arzobispo de México. Por otro, Francisco Jiménez pasó a ser con- tavoz de la conciencia criolla y porque tendrá mucho qué decir
fesor de Diego Osorio de Escobar y Llamas, obispo de Puebla, a propósito de la configuración de la mentalidad historicista y
en 1663, inmediantamente antes de que éste fuera nombrado sus resonancias arquitectónicas 21 • Sus datos biográficos más co-
virrey y arzobispo de México. Ambos se trasladaron a la capital. nocidos son los siguientes: había ingresado como novicio jesui-
Diego Osorio renunció a sus nuevos cargos y regresó a Puebla, ta en el Colegio de Tepotzotlán (Méx.) en 1660, y había sido ex-
pero Francisco Jiménez, no: se quedó en México, como prefecto pulsado del Colegio del Espíritu Santo de Puebla en 1668, como
del Colegio Máximo de la Compañía y, a renglón seguido, como consecuencia de ciertas faltas cometidas contra la moral. Ése fue
confesor del nuevo virrey, el marqués de Mancera, y de su espo- un trauma del que nunca se recuperó, intentando, aun en su
sa, llegados en 166419 • Gracias a tales circunstancias, las nove- lecho de muerte, ser readmitido en la Compañía. Ocupó la cáte-
dosas teorías de Kircher encontraron eco en la Corte. Intelectua- dra de matemáticas de la Universidad de México en 1672 y des-
les de primera fila vinculados con la pareja virreina!, como Carlos de ahí accedió al círculo intelectual de la Corte del virrey, donde
de Sigüenza y Góngora y Sor Juana Inés de la Cruz (protegida ya brillaba Sor Juana Inés de la Cruz.
del obispo de Puebla Don Manuel Fernández de Santa Cruz), Logró ganarse la amistad del jesuita austriaco Eusebio
Kino, que había llegado a México en 1681 para misionar en
17
Id, p. 167.
20
18
OSORIO ROMERO: 1992, pp. XVI-XXIII. PAZ: 1982, p. 485; BENASSY-BERLING: 1983, p. 140.
21
19 Id, p. XXXI. Estudio biográfico, en LEONARD: 1929, passim.

56 57
California. Sin embargo, ambos se enfrentaron por motivos pu- rable de mi hacienda, he conseguido diferentes libros o mapas
ramente científicos, de índole astronómica. Dolido por la acti- de los antiguos indios mexicanos ... " 24 •
tud del jesuita, Sigüenza escribió, ese mismo año, su Libra Por añadidura, existió en Don Carlos otra faceta discipli-
astronómica (publicada en 1690). En ella refuta la tesis de Kino, nar que suele pasar inadvertida en su currículum vitae: la arqui-
amparándose en la autoridad de "Atanasia Kirchero", al que tectónica. No practicó la arquitectura profesional, pero poseía
cita constantemente y siempre en términos superlativos (Kino sobrados conocimientos al respecto, en tanto que matemático.
también lo citaba). No obstante la disputa, Sigüenza se guardó En su momento,lo veremos describir el templo de la la Congre-
mucho de enemistarse con la admirada Compañía: " ... me pro- gación de Nuestra Señora de Guadalupe en Querétaro, con un
meto el que los muy reverendos y doctísimos padres de la Com- rigor y una precisión tales que han llevado a sospechar que lo
pañía de Jesús, como tan patrocinadores de la verdad, no ten- que hacía era transcribir las palabras dictadas por el arquitecto
drán a mal esta disputa, que sólo es de persona a persona ... " 22 • de la obra. Lejos de eso, el polígrafo criollo estaba sobradamente
La astronomía era sólo uno de los campos científicos abor- capacitado para desenvolverse con fluidez en la arquitectura
dados por Sigüenza, en tanto que catedrático de matemáticas, teórica, constituyendo un ejemplo excelente de la incardinación
con lo que también entroncaba su labor como topógrafo. Su cu- de la arquitectura en el totalizador diagrama científico diseña-
riosidad y sus intereses iban más allá: eran tan heterogéneos do por los novatores.
como cabría esperar en esos momentos e incluían un inusitado Si su formación matemática fuera poca justificación para
interés por la historia del México prehispano y por la hagiografía ello, existen varias pruebas e indicios adicionales al respecto. En
guadalupana; de ello nos ocuparemos más adelante. El Colegio 1690 publicó los Infortunios que Alonso Ramírez, natural de la ciu-
Máximo de San Pedro y San Pablo fue el destinatario de su ex- dad de San Juan de Puerto Rico, padeció. Se trata de una narración
cepcionalmente rico legado intelectual. Su testamento, dictado realizada en primera persona, una especie de autobiografía dic-
en 1700, legó a los jesuitas de la ciudad de México sus libros de tada por Alonso Ramírez y redactada por Sigüenza y Góngora.
matemáticas, sus antigüedades mexicanas, una colección de Pues bien, el aventurero portorriqueño era un carpintero de ri-
manuscritos en castellano (algunos escritos por él mismo) y bera llegado en 1675 a la ciudad de México, donde trabajó al
náhuatl y" ... el juego de obras del Padre Atanasia Kirchero, para servicio de Cristóbal de Medina Vargas, maestro mayor de la
que, con cuatro que a mí me faltan, que hay en dicha librería de Catedral: " ... ocupome Cristóbal de Medina, maestro de alarife y
San Pedro y san Pablo, quede cabal dicho juego ... " 23 . de arquitectura, con competente salario, en las obras que le ocu-
Sigüenza estaba justamente orgulloso de su biblioteca, y rrían, y se gastaría en ello cosa de un año ... " 25 . Que el propio
los cuidados con que se la encomendó a los jesuitas hablan bien Sigüenza tuviera contacto con los principales arquitectos de la
a las claras de la cotización del libro y de las antigüedades mexi- ciudad es un hecho harto probable, no sólo por lo que va apun-
canas en la Nueva España de esos momentos. La colección bi- tado sino, también, porque él mismo llegó a redactar un parecer
bliográfica y arqueológica, decía, " ... me ha costado sumo des- sobre el drenaje de la ciudad de México en 1692. Tres años más
velo y cuidado, y suma muy considerable de dinero, no siendo tarde, además, realizó una inspección ocular al castillo de San
fácil conseguir otro pedazo de librería de esta línea en todas las Juan de Ulúa (Veracruz), seguida de un informe profuso en tec-
Indias( ... ). Con mayor desvelo y solicitud y gasto muy conside- nicismos tales como baluartes, líneas radentes y fijantes, corti-

22
SIGÜENZA Y GÓNGORA: 1690, Punto 9. p. 7. 24
Cit. TRABULSE: 1988, pp. 18-19.
23
Cit. PAZ: 1982, p. 239. 25
SIGÜENZA Y GÓNGORA: 1690, p. 19.

58 59
nas, etc., prueba de que, efectivamente, había leído a " .. .los au- de origen español y ascendencia polaca, llamado Juan Caramuel
tores de la moderna fortificación ... " 26 • de Lobkowitz (1606-1682). Como su amigo Kircher, fue un via-
Como prueba incidental, por último, cabe señalar su pro- jero incansable, especialmente dentro del ámbito centroeuopeo:
bable parentesco con un arquitecto profesional, si bien de la si- gracias a su amistad con Felipe IV y con el emperador Fernando
guiente generación. Por un lado, se sabe que Carlos de Sigüenza III, los Países Bajos, Austria, Bohemia, etc. no tenían secretos para
y Góngora tuvo un hermano llamado Francisco, colaborador del él. Y como Kircher, fue otro polígrafo novator, fascinado por la
virrey tras el motín de 169227 • Y, por otro, que la iglesia de Santa multi{acialidad científica: gramático, lógico, metafísico, mate-
Prisca, en Taxco (1751-1758), fue trazada por Cayetano José de mático, teólogo, jurista, poeta, musicólogo ... Pero a diferencia
Sigüenza y Góngora, hijo de Francisco de Sigüenza y María Se- de Kircher, practicó la pintura, según llegó a declarar en alguno
rrano, nacido hacia 171428 • La coincidencia es demasiado gran- de ses escritos, y escribió sobre arquitectura específicamente.
de como para no creer que el arquitecto Cayetano de Sigüenza Otro jesuita importante en la carrera intelectual de Cara-
(así firmó normalmente) fuera sobrino del polígrafo Carlos de mue! hubo de ser Jean-Charles de la Faille, llegado a España en
Sigüenza y que, en consecuencia, aquél pudiera haberse benefi- 1629 para ocupar la cátedra de Matemáticas del Colegio Impe-
ciado de la biblioteca y de los conocimientos arquitectónicos de rial y nombrado cosmógrafo mayor del Consejo de Indias en
éste. 1638. Dos años antes del nombramiento, en 1636, escribió un
Personalidades como la de Sigüenza hay que buscarlas, breve "Tratado de Arquitectura" que jamás llegó a ser publica-
en España, en círculos intelectuales como el valenciano (Tosca, do, pues formaba parte de sus lecciones matemáticas. En ape-
Corachán) y el gallego (Vega y Verdugo, Andrade). A caballo nas 20 páginas están condensadas las ideas que luego desarro-
entre los dos siglos barrocos, todos ellos tienen en común su llaría y divulgaría el cisterciense, desde el antivitruvianismo
pertenencia a diferentes estados eclesiásticos y su curiosidad hasta el filogoticismo, oblicuidades varias incluidas.
científico-matemática de amplio espectro, que les lleva a intere- La Arquitectura civil recta y oblicua de Caramuel (1673), con
sarse en diferente medida por la arquitectura y a reverenciar a ser monumental, apareció incluida dentro de una obra científi-
"Kirkesqui". Les falta, claro está, el estímulo reivindicativo adi- ca claramente totalizadora, la Encyclopaediae scholasticae in triginta
cional de los criollos novohispanos. tomos distributae, una especie de summa neoescolástica que acla-
Hasta ahora hemos ido vislumbrando hilos más o menos ra aún más las afinidades entre los dos eruditos centroeuropeos.
sutiles que entrelazan la nueva cultura con la arquitectura ba- Por otra parte, el texto correspondiente a la arquitectura civil es
rroca. Falta referirse al más definido de todos ellos: el encarna- el único escrito en lengua vulgar (castellano), no en latín como
do por Juan Caramuel. el resto, con la explícita intención de divulgar su contenido en
mayor medida: la arquitectura, en efecto, era objeto de una aten-
ción singular dentro de los variopintos intereses científicos de
EL ARQUITECTO OMNISCIENTE Y EL ENCICLOPEDISMO la sociedad barroca. Asumido su carácter abstracto, lo era me-
ARQUITECTÓNICO: JUAN CARAMUEL nos que la música o las matemáticas, disciplinas afines a la ar-
quitectura y susceptibles de ser registradas en el plano arquitec-
Las inquietudes intelectuales de Atanasio Kircher fueron segui- tónico. La arquitectura poseía una presencia más viva que
das, muy de cerca y paralelamente, por un monje cisterciense, aquéllas e, incluso, que las artes plásticas, y eso la convertía en
un excelente vehículo de comunicación social.
26 Cit. DECORME: 1941, p. 198.
27
LEONARD: 1929, PP· 21-22.
La madurez intelectual de Caramuel se desarrolló en
28
CASTRO MORALES: 1990, p. 132. Centroeuropa, crisol de muchas propuestas novedosas, como

60 61
hemos ido viendo. Su tratado de arquitectura lo escribió y pu- ció cuando, en 1769, fueron expurgados los libros de los Cole-
blicó desde su asentamiento episcopal de Vigevano, que había gios jesuíticos del Espíritu Santo y San Francisco Javier de Pue-
venido a coronar su trayectoria profesional. Allí, en el norte de bla, tras la expulsión de la Orden. La relación, que sólo consigna
Italia, tuvo ocasión de conocer e influir sobre Guarino Guarini las obras censuradas, deja constancia de 8 volúmenes de las obras
(1624-1683), cuya Architettura civile, publicada póstumamente en rr:o~ales de Caramuel, autor, se recuerda, que ya había sido pro-
1737, fue deudora de la de Caramuel. Téngase en cuenta que hibido en 1655 por el arzobispo de Malinas, tachándolo de
Guarino, como Caramuel, fue un personaje singularmente difusor de " ... doctrinas laxas ... "34.
filogótico, arquitectónicamente hablando 29 • . El seguimiento de la difusión alcanzada por el tratado de
Las ideas arquitectónicas de Caramuel fueron, como to- arqu;tectura de Caramuel en Nueva España, se realiza mejor a
das las suyas, heterodoxas. Esa nota, en un tiempo marcado por traves de sus ecos en el campo de la creación arquitectónica. Los
la curiosidad y el ansia de saber, sólo pudo estimular su lectura. i~ventarios de bibliotecas y librerías, como los que acabamos de
Criticado positiva y negativamente, su éxito fue indiscutible en citar, son escasos, fragmentarios y, en muchas ocasiones,
España; no era un autor susceptible de provocar indiferencia30 • sesgados, pues las expurgaciones inquisitoriales fueron el mo-
En la Nueva España ocurrió otro tanto, dada la premisa de que tor habitual. Las sospechas despertadas por los contenidos mo-
los admiradores de Kircher lo eran también suyos. rales y teológicos son comprensibles, máxime teniendo en cuenta
Alejandro Favián, el orgulloso criollo poblano que había los víncul?s centroeuropeos del autor. El texto arquitectónico,
logrado contactar epistolarmente con Kircher, elogiaba y deman- aunque leJOS de la ortodoxia, era materia más "divulgada" y no
daba los textos científicos de Caramuel (de los que ya tenía va- afectaba a los censores eclesiásticos.
rios ejemplares) cuando se dirigía al jesuita alemán, como deno- . ~1 manifiesto novator que Caramuel traslada al específico
tan, al menos, sendas cartas fechadas en 1665 y 167231 . Para domlllio de la arquitectura es el primer signo distintivo de su
entonces, Caramuel era sobradamente conocido en los círculos tratado. Contagia a la arquitectura el afán por ampliar e inte-
novohispanos. Al menos, su Respuesta del Manifiesto de Portugal grar los horizontes científicos, tal y como habíamos visto en Kir-
(Amberes, 1642) estaba a la venta en las librerías de la ciudad de cher. El polígrafo hispano-polaco parte de la siguiente premisa:
México en 165532 • " ... s~n hermanas las ciencias y se dan de las manos, y es im-
Además, en 1663, el Tribunal de la Inquisición de México possible saber una con perfección sin tener de las otras sufficiente
había recibido una denuncia contra sus obras teológicas desde noticia ... "35 •
el otro lado del Atlántico, pero lejos de aceptarla, el censor dic- En consonancia con tal aserto, el arquitecto ha de tener
taminó que " .. .las obras del eruditísimo Caramuel han conse- conocimiento de todas las ciencias, si bien la profundidad de las
guido tanta estimación y aplauso de los mayores hombres de la nociones que ~e.cada una de ellas tenga dependerá de su mayor
Europa, y a mí me parecen tan justa y debidamente que siento ~ ~enor pro~Im1dad a la arquitectura dentro del diagrama cien-
merecen más alabanza que censura ... " 33 • Algo semejante aconte- hf!co. Es decir, debe dominar las más cercanas y tener nociones
generales de las restantes:
29
De la responsabilidad de Caramuel en la recuperación de la arquitectura góti-
ca y de sus concomitancias con Guarini, nos hemos ocupado en GOMEZ ... Otras (ciencias) que concurren con la architectura, un maes-
MARTÍNEZ: 1996, pp. 465-468. tro de obras las ha de saber perfectamente. Porque, para edifi-
30 Vid. BONET CORREA: 1984, T. I, pp. XXXIV-XXXVII.
31
OSORIO ROMERO: 1993, p. XXVII.
32 0'GORMAN: 1939, pp. 762,849,877. 34
JIMÉNEZ RUEDA; O'GORMAN: 1947, pp. 103-104.
33 35
0SORIO ROMERO: 1993, p. XXVI. CARAMUEL DE LOBKOWITZ: 1673, T. I, Pte. I, Trat. I, Art. III (" Pruébase que todas

62 63
car un palacio o ciudad, ha de elegir un lugar saludable, y esto do que formaba parte de la misma Encyclopaediae escholastícae.
se lo enseña la medicina( ... ). Luego, ha de saber bien los puntos Un personaje como Carlos de Sigüenza y Góngora, matemático
cardinales del mundo, que distinguen y enseñan la cosmogra- y astrónomo con inquietudes y atribuciones arquitectónicas, es
phía y astronomía( ... ). No ha menester el architecto de conocer la encarnación perfecta de este perfil intelectual.
todas las propiedades que, en la quantidad continua y discreta, No acaba ahí la relación de conocimientos exigibles al buen
considera el geómetra y el arithmético, pero las líneas y núme- arquitecto: también debe saber poesía, historia y esteganographía.
ros de que se aprobecha, los ha de conocer exactamente ... 36• Por lo que respecta a la poesía y la historia, de nuevo, Carlos de
Sigüenz~ y Góngora puede suministrar el perfil para-digmático.
Se adivina la doctrina de Vitruvio, perfectamente conoci- Su refleJo especular, en tanto que arquitecto interesado en la
da por Caramuel, "traducida" a (perfeccionada por) la expresion variedad científica (perfil inverso), sería alguien como Melchor
lingüística novatora. De las ciencias citadas, en las que más enca- Pérez de Soto, arquitecto mayor de la Catedral de Puebla, natu-
recidamente incide son la geometría y la aritmética, las ciencias ral de la vecina Cholula. En 1655 murió encarcelado, acusado
matemáticas en definiva, tan del gusto de la cultura barroca en de estudiar los astros para practicar la adivinación. Su bibliote-
general y de la arquitectura en particular, y que puede ser pa- ca constaba de 1500 volúmenes, entre los que abundaban, en
rangonada con la devoción de Kircher hacia las conceptualiza- efecto, ~os d~ astrolog~a y astronomía, al lado de los de arquitec-
ciones medievales de Raimundo Lulio. Las ciencias matemáti- tura (VItruvw, Albertl, Sagredo, Filandro, Serlio, etc.), fortifica-
cas, por otra parte y entre otras cosas, son la clave para acceder ción, matemáticas, filosofía y otras materias más heterogéneas,
a las complejas y dinámicas planimetrías generalmente consi- como el manuscrito "Derrotero de la China a la Nueva España y
deradas características del Barroco. otras partes de la gran China" y una "Historia de la China cris-
El arquitecto, además, debe conocer " ... algunas ciencias tiana empresa por la Compañía" 38 .Por cierto, entre los volúme-
que acompañan y adornan la arquitectura( ... ). Ellas son l'arte nes filosóficos, destacaban " ... tres libros de Marsilio Ficino ... ",
pictoria, la escultura, la perspectiva, la música y la astrono- autor reverenciado por Kircher y clave para comprender las
mía ... "37. A cada una de estas cinco ciencias le dedica un artículo crípticas y herméticas inclinaciones del jesuita alemán.
independiente, con lo cual queda subrayada su importancia. El El interés que, de cara a nuestros fines, implica la inclu-
arquitecto debe saber perspectiva, pintura, escultura, música y sió:' de la Hist.oria dentro de los conocimientos exigibles al ar-
astronomía. A la inversa, el pintor, el escultor, el músico y el qmtecto, es evidente. Caramuel asegura que, " ... más que otros
astónomo deben tener nociones de arquitectura y perspectiva. (hombres), tiene necesidad de ella el architecto ... " 39 • Como auto-
Queremos llamar la atención sobre el especial tratamien- ridad, cita a Vitruvio, pero el romano se está refiriendo a "histo-
to concedido a la astronomía, que ya había sido reseñada como rias", con en plural, como fuentes iconográficas para la decora-
ciencia aledaña a la arquitectura con anterioridad. Los princi- ción arquitectónica. A lo que se refiere el tratadista barroco es a
pios matemáticos, también destacados previamente como con- la Histori~ con mayúscula, pues dice, también que " ... ninguna
sustanciales a la arquitectura, habían recibido un tratamiento cosa es mas provechosa a los hombres que la historia ... " 40 • Está
protagonista no en el tratado de arquitectura, sino en otro trata- citando literalmente, y así lo reconoce, un pasaje de la Corona
góthica castellana y austríaca (Munster, 1646), del diplomático es-
pañol Diego de Saavedra Fajardo.
las ciencias se dan de las manos entre sí. Explícase si las ha de saber todas con perfección
38
un architecto"). p. 4/118. Cit. JIMÉNEZ RUEDA; O'GORMAN: 1947, pp. 91-92.
36 39
Id, p. 5/119. CARAMUELDE LOBKOWITZ: 1673, T. I, Trat. l, Art. X, pp. 27-28/141-142.
37
Id, T. U, Pte. U, Trat. VII, p. 40/132. .¡o lb.

64 65
La obra de Saavedra tenía por objeto filiar a la Casa Real a manos de personas indoctas ni, por haberse dexado de escri-
de los Habsburgo, en sus ramas castellana y austríaca, con los bir, hubieran perecido( ... ). Luego, para que no le suceda almo-
reyes visigodos o, lo que es lo mismo, extender a los Austria el derno architecto lo que le sucedió a Vitruvio por no ha ver sabi-
prestigioso brillo que los godos habían conservado en España y do esteganographía, es necessario que la estudie y, quando se
en los territorios germanos. A despecho de las recriminaciones offreciere la occasión, la exercite ...41 •
vertidas por los teóricos renacentistas italianos contra los godos,
como asesinos de la Antigüedad Clásica, Centroeuropa y Espa- Cabe preguntarse, a continuación, de dónde procede el
ña estaban orgullosas de su Antigüedad Gótica: la primera, como instrumento que permite superar la lección de los antiguos. El
cuna de los godos; la segunda, como sede de un reino hispano- hecho de que el inventor del lenguaje cifrado fuera alemán y
visigodo, catolicísimo, que había sucumbido a manos del Islam, que Caramuel pretenda envolver con él la ciencia arquitectóni-
verdadero verdugo en la interpretación histórica hispana. ca, para protegerla con un halo de secretismo, apunta a un ori-
Subrepticiamente, a propósito del concepto de Historia, gen muy preciso. Nos referimos a los usos crípticos vigentes en
Caramuel se burla de Vitruvio, juega con él o, mejor dicho, está las logias germanas del periodo gótico (Estrasburgo, Viena, Pra-
yendo más allá de los límites marcados por él: lo está enmen- ga), que prescribían la práctica del secreto profesional entre los
dando. Además, por cualquiera de sus dos raíces familiares (es- arquitectos. Además, que sepamos, Vitruvio nunca pretendió
pañola y germana), simpatizaba naturalmente con la Antigüe- ocultar las Reglas de la arquitectura; más bien, al contrario. Si
dad Gótica. Pronto veremos cómo la actitud correctora para con su texto planteó tantos problemas interpretativos a los arquitec-
la teoría arquitectónica·clásica y el filogoticismo son dos cons- tos renacentistas y posteriores, no fue por voluntad del autor,
tantes en la teoría arquitectónica de Caramuel. sino consecuencia de las confusas y no ilustradas copias medie-
Sus comentarios a propósito de la esteganografia, nos lle- vales que-lo salvaron del olvido.
van por el mismo camino. Entiende por tal" ... el arte de escribir Esta serie de pequeños d~talles va definiendo la actitud
en ciphra ... ", cuyo inventor había sido el abad benedictino ale- crítica y subversiva (barroca) de Caramuel frente a la autoridad
mán Juan Tritemio (1462-1518), censurado por la Inquisición. de Vitruvio, en tanto que alma del punto de vista de los anti-
La suerte corrida por los libros de Tritemio le sirve de excusa guos. Caramuel imprimió un giro revolucionario a la vieja polé-
para desarrollar una digresión sobre la licitud de las censuras mica entablada entre antiguos y modernos. El origen de la mis-
inquisitoriales: la conclusión de que " ... fueron injustamente ve- ma se remonta a la Italia del siglo xv, cuando los teóricos del
dados ... " tenía, sin duda, connotaciones personales. Con toda Renacimiento recuperaron el modo de hacer de los arquitectos
seguridad, igualmente, ese código lingüístico de naturaleza antiguos (encamados en Vitruvio) y condenaron el de los mo-
críptica, encajaba a la perfección entre los juegos de ingenio que dernos de entonces (los tardogóticos). Para cuando escribe
hacían las delicias de todos los aficionados a kircherizar. Caramuel, los antiguos son los arquitectos que siguen literal-
Pero lo que más nos interesa ahora es que la esteganografia mente la teoría italiana del Renacimiento y, por extensión, los
es un invento "moderno", que no conocieron Vitruvio ni los res- dictados de Vitruvio; los modernos son los arquitectos actuales,
tantes autores "antiguos". De nuevo, la modernidad sobrepasa indecisos entre el respeto o la transgresión de aquellos mismos
a la antigüedad: principios. Lo que hizo Caramuel fue romper con esa vacila-
ción, aportando, para ello, sólidas razones .
...Vitruvio, si huviera sabido esteganographía, con sólo escribir
en cipra las Reglas que quería reservar para sí y sus amigos,
huviera conseguido su intento y, assí, no hubieran ellas venido 41
Id, T. I, Trat. I, Art. VII, Punto IV, p. 21/135.

66 67
El tratado está salpicado de comentarios tales corno " .. .la
observación de los antiguos es impertinencia, por no decir su- ... Como es prejuicio pensar que lo supieron todo los antiguos y
perstición ... ", refiriéndose a la recomendación de que fuera im- que no han dexado nada que hallar o decir de nuevo a los mo-
par el número de peldaños de una escalera; o " ... es error de d:mos, assí también tengo por error manifiesto el suponer que
muchos y expressarnente la tiene Vitruvio ... " 42 • Expresiones de solo lo nuevo es lo mejor. Ha habido en toda edad ingenios cor-
esa índole proporcionan motivos suficientes para considerarlo tos y arrojados ... 4s.
heresiarca, y cualquier "antiguo" así lo creía. Pero él era decidi-
damente moderno, y era por la modernidad por lo que abogaba Al negar que " ... sólo lo nuevo es lo rnejor... está restan-
11
,

con decisión. Estaba absolutamente convencido de que " ... en la do validez al argumento de los modernos, pero no por eso co-
architectura ha habido y haurá siempre notable variedad de opi- bra mayor peso el de los antiguos. Lo que pretende Cararnuel es
niones ... "431 debiendo el buen arquitecto atender a todas y cada ~ _reno:rado~ tipo de-~odernidad: aquél que parte de los prin-
una ellas, sin rechazarlas a priori. Rompe de entrada, con el 1
cip~os vltruvianos/ cnt:carnente analizados, y los perfecciona y
dogmatismo clasicista. enriquece ~on las lecciOnes de otros antiguos/ los no-clásicos.
Los puntos clave de la argumentación de Cararnuel se Tal es la via. de _prog~eso propuesta al afirmar que en toda 11
•••

encuentran en el artículo titulado si los architectos modernos tie- edad ha habido mgeruos cortos y arrojados ... ", está reivindican-
nen obligación de seguir a los antiguos. Esta parte del tratado no do la exploracion histórica del arquitecto para buscar/ fuera de
tiene desperdicio. Se erige corno manifiesto del talante subver- la tradición clásica/ instrumentos con los cuales corregir y supe-
sivo que caracteriza al Barroco y/ más específicamente, aboga rar los logros de los antiguos clásicos. Corno vernos se trata de
por la recuperación de elementos arquitectónicos provenientes la p~oy:cción arquitectónica del mismo plantearni~nto que el
de momentos históricos y de sustratos culturales diferentes de rnovumento novator, con Kircher a la cabeza, aplicaba al ámbito
los vinculados canónicamente con la Antigüedad Clásica. Estas global del conocimiento.
razones justifican sobradamente que sea citado por extenso. Por si todo esto fuera poco/ llega a señalar, con precisión
dos de esas edades dignas de ser tornadas en consideración~
11 11

Para el polígrafo, son dignos de encomio y ejemplo todos


aquellos arquitectos que cuestionaron la integridad de la tradi- Una es la de los godos/ la Antigüedad Gótica/ especialmente
ción clásica/ comenzando por los vanguardistas del Manierisrno cercana al autor/ corno ya hemos visto. La otra es la de la Améri-
italiano, entendiendo por talla transgresión consciente de unos ca prehisp~~ca, la que podríamos llamar Antigüedad Indiana
cánones vitruvianos que ya habían sido perfectamente asimila- menos familiar pero objeto de estudio privilegiado para todos
dos. De ese modo/ le parece evidente que Miguel Ángel y Serlio l~s nov~,tores; aunque descubierta hacía casi dos siglos, seguía
fueron conspicuos estudiosos de los antiguos y que con todo 1 " •••
s~endo nueva" para Europa, y más a través de la mirada insa-
esto, corno estos y otros autores no quissieron seguir en todo a Ciable de la nueva ciencia:
los antiguos/ assí no tuvieron derecho para obligar a los moder-
nos que en todo observemos sus leyes ... 44 • Pero Cararnuel no es
1
'
... Se debe a los antiguos mucho. Ellos rompieron el yelo y abrie-
manierista. Es barroco y/ por ende, le corresponde ir más allá: ron camino a los modernos, pero no llegaron al fin de la
architectura (... ).Y, assí como no permitiré que, sin rar;:ón, se le
pi~r~a el respeto a Vitruvio, assí tampoco alabaré a los que no
qms1eren discurrir más allá de lo que corrió con su ingenio este
42
Id, T. II, Pte. II, Trat. VI, Art. VI, pp. 17/109 y 22/114. autor. Porque, como él en Italia escribió muchas cosas que nun-
43
Id, T. II, Pte. II, Art. XVI, p. 80/84.
44 Id, T. I, Trat. V, Pte. I, Art. IV, p. 10.
45 Ib.

68
69
ca havían visto las provincias australes y septentrionales, assí Los arquitectos novohispanos tomaron buena cuenta de
los indios y los godos cortaron o dibuxaron muchas piedras sin los dictados de Caramuel. En el dominio teórico, la mejor expre-
haver visto semexantes ideas en griegos o romanos alcázares. sión de los mismos fue pronunciada por Mateo Pinos, arquitec-
Assí también nosotros, aun pasando adelante, delinearemos to ensamblador que, en 1709, defendió su proyecto en el con-
también otras de que ni los pelasgos ni latinos ni los indios ni curso para construir el Retablo de los Reyes de la Catedral de
tudescos tuvieron noticia ninguna ... 46 • México: " .. .los primeros maestros nos dieron normas, mas no
limitaron, sino que antes aconsejan que por ellas se adelanta-
Vitruvio y los antiguos clásicos son una autoridad respe- rá ... "48. En el ámbito de la práctica, las pruebas más contunden-
table, aunque corregible; los arquitectos indios y godos, tam- tes provendrán del variado repertorio de citas estilísticas pasa-
bién. Lo que le corresponde al arquitecto moderno no es seguir das constatables en la arquitectura barroca novohispana.
miméticamente a unos o a otros, sino aprovechar lo mejor de
cada una de esas vetas para crear algo nuevo, que será barroco
por el sólo contraste derivado de la yuxtaposición de tradicio- ITINERARIO HISTORICISTA
nes heterogéneas.
A diferencia de los historicismos decimonónicos, los ba- Al analizar la bibliografía reciente sobre arquitectura barroca
rrocos no buscaban mímesis arqueológica respecto a los estilos novohispana, tuvimos ocasión de comprobar la multiplicidad
del pasado. Las miras del siglo XVII eran mucho más amplias y de "modalidades" que habían tenido cabida en su conjunto, fun-
ambiciosas. Ningún estilo del pasado era perfecto en sí mismo, dadas muchas de ellas en criterios geográficos. El seguimiento
ni clásico ni no-clásico. Esa perfección debía hallarla el arquitec- del fenómeno cultural que originó los historicismos definirá un
to fundiendo elementos de unos y de otros o desarrollando prin- mapa mucho más articulado, fruto de la globalización del pro-
cipios sólo esbozados en la definición original del estilo (la ceso arquitectónico implícita en el cultural. La simplificación
diagonalidad y poligonalidad del Gótico, por ejemplo). La fe geográfica será notable, pero tampoco llegará al extremo esta-
ciega en la validez de este método aditivo o perfectivo para lle- blecido por George Kubler. Éste, para el periodo comprendido
gar a la modernidad es la responsable del optimismo que rebo- entre 1650 y 1730, distingue dos bloques: el "estilo septentrio-
sa el tratado de Caramuel y lo que respalda a "ingenios arroja- nal", centrado en la ciudad de México, conservador en tanto que
dos" como el suyo propio o el de su amigo Kircher. afecto al clasicismo y a las fachadas didácticas; y el"estilo meri-
El corolario de este artículo añade el último punto de in- dional", más avanzado en términos decorativos y centrado en
terés respecto a la postura de Caramuel. Respalda su heterodoxa la ciudad de Puebla, con una prolongación hacia Sudamérica
propuesta con la que acababa de realizar el jesuita francés Claude vía Oaxaca 49 •
Millet Dechales: " ... ésta es la resolución de Chales, que, por ser La modernidad cultural, que traía consigo la moderni-
muy prudente y útil, la admito ... " 47 • Lo que aconsejaba Millet dad artística, se había instalado en la Puebla de los Ángeles, y
era seguir a los antiguos en lo esencial e innovar en lo acciden- desde ahí se iría expandiendo al resto de la Nueva España, pero
tal. Lo que nos interesa subrayar es el hecho, nada fortuito, de no de manera arbitraria sino claramente selectiva, en relación
que fuera un miembro de la Compañía de Jesús el abogado pre-
vio del"liberalismo" arquitectónico preconizado por Caramuel.
48
Cit. TOVAR DE TERESA: 1990, p. 73.
49
KUBLER; SORIA: 1959, pp. 76-77. Esta clasificación es la que asume Martha
46
Id, p. 11. Femández en su estudio de la arquitectura barroca en México y Puebla durante
47 lb. el siglo XVII (FERNÁNDEZ GARCÍA: 1990, pp. 13-14).

70 71
con la potencia criolla de cada una de las ciudades. Se evidencia ción que acabó por devolverle el protagonismo de antaño. Pero
un centralismo artístico que, partiendo de Puebla, se irá exten- ha de quedar bien claro que la actualización cultural y arquitec-
diendo a las principales ciudades de españoles, ya de por sí con- tónica partió de Puebla y fue recibida por México. No es casua-
centradas en el área central de la colonia y con tendencia a desa- lidad que las más tempranas citas historicistas se encuentren en
rrollarse hacia el norte minero. edificios poblanos. Hay que tener en cuenta que Puebla se en-
La rivalidad entre México y Puebla era tan antigua como contraba a medio camino entre el puerto de Veracruz y la capi-
la fundación de esta última ciudad, en 1531. El siglo XVII había tal del virreinato (escala previa) y que carecía de la tradición
proporcionado una considerable ventaja a Puebla, pues mien- histórica asociada a la ciudad de México; esto último pudo fa-
tras ella continuaba su carrera ascendente, singularmente im- vorecer la falta de mayores prejuicios y el afán por compensar la
pulsada por el obispo-virrey Juan de Palafox y Mendoza (1639- carencia de pasado a través de una más acuciosa apelación al
1649), México padecía las peores inundaciones de su historia, futuro, a la modernidad.
desde las acontecidas entre 1629 y 1639, que llevaron a plantear Redundando en el ejemplo, las inquietudes intelectuales
la refundación de la capital fuera del suelo lacustre, hasta la que de Puebla no se circunscribieron al reducido círculo jesuita an-
culminó con el motín y el incendio del Palacio del virrey en 1692. teriormente indicado. A su paso por la ciudad de los Ángeles en
Alonso Ramírez, el aventurero portorriqueño ya citado, estuvo 1697, Juan Francisco Gemelli Carreri lo pudo constatar, dejando
en Puebla en 1675, declarando que " ... dicen los que la habitan testimonio preciso de la universal, por ecléctica, erudición pro-
ser aquella ciudad inmediata (equiparable, pareja) a México en fesada por ciertos clérigos de esa ciudad:
la· amplitud que coge, en el desembarazo de sus calles, en la
magnificencia de sus templos y en cuantas otras cosas hay que ... Don Nicolás Álvarez, maestro de ceremonias de la Catedral,
la asemejen a aquélla ... " 50 • No obstante, seis meses más tarde, me hizo ver en la tarde, en su casa, una piedra imán del tamaño
llegó a México y no pudo dejar de exclamar: de una manzana común, que sostenía doce libras españolas de
hierro. Me mostró, además, una costilla de gigante, tan gruesa
.. .lástima es grande el que no corran por el mundo, grabadas a como un brazo humano y de diez palmos de largo( ... ). El jue-
punta de diamante en láminas de oro, las grandezas magnífi- ves 17, fui a ver a Don Cristóbal de Guadalajara, sacerdote muy
cas de tan soberbia ciudad. Borrose de mi memoria lo que de la instruido, el cual me mostró muchas curiosidades, especialmen-
Puebla aprendí como grande desde que pisé la calzada en que, te de matemáticas ... 52 •
por la parte de mediodía (a pesar de la gran laguna sobre que
está fundada), se franquea a los forasteros ...51 • Si ese sector del clero poblano tenía nociones arquitectó-
nicas, como parece probable, Gemelli no lo detalló. Sin embar-
Ciertamente, México seguía siendo la ciudad capital, pero go, sí conocemos la existencia esas mismas inquietudes en el
hay que tener en cuenta que Alonso Ramirez, aunque en prime- ámbito poblano de la arquitectura profesional. Es preciso vol-
ra persona, está hablando por boca de Carlos de Sigüenza y ver a citar a Melchor Pérez de Soto, aquel maestro mayor de la
. Góngora, un criollo capitalino. Tampoco es menos cierto que, Catedral de Puebla que fue presa de la Inquisición en 1655 por
pasada la crisis de 1692, la capital inició el proceso de recupera- consultar los astros para practicar la adivinación. Recordemos
que la riquísima biblioteca del arquitecto contaba, junto con los
tratados de arquitectura y fortificación, con numerosos textos
50 SIGÜENZA YGÓNGORA: 1690, p. 18.
51 Id. p, 19. 52
GEMELLI CARRERI: 1697, pp. 161-162.

72 73
sobre matemáticas en general y geometría en particular, astro- Compañía fueron fundados en el mismo año, 1625, con una li-
nomía, música y descripciones del lejano Oriente53 . A juzgar por gera ventaja cronológica para Querétaro en el inicio de las ges-
el variopinto perfil de su contenido, esta biblioteca podía equi- tiones56.
pararse a la de Carlos de Sigüenza y Góngora, siendo ambas el Querétaro buscó en Puebla su espejo legal y, también,
espejo de sendas almas kircherianas. cultural y artístico. José de Bayas Delgado, el arquitecto criollo
Por vez primera, en suma, Puebla marcaba las pautas que trazó el templo de la Congregación de Nuestra Señora de
culturales, por delante de México. El itinerario bibliográfico kir- Guadalupe (1674-1680), aquel que alabara por escrito Sigüenza
cheriano es sobradamente indicativo, y lo mismo sucederá con y Góngora, era poblano, y ya estaba establecido en Querétaro
las referencias historicistas en la arquitectura, dos fenómenos en 165857 • Sintomáticamente, los historicismos harán su apari-
íntimamente relacionados. La aplicación ornamental de yeserías ción en Querétaro de la mano de ese arquitecto. Además, el
y cerámica vidriada, aunque queda al márgen de nuestro estu- patrocinador del templo guadalupano fue el criollo Juan Caba-
dio, es también indicio de la prelación artística de Puebla en el llero de Ocio, muerto en 1707, que también fundó una "Acade-
siglo XVII, pues en Angelópolis fueron recibidas y asimiladas las mia de Dibujo de San Fernando" en los altos, precisamente, del
nuevas técnicas para, a continuación, difundirlas a lo largo y Colegio de la Compañía58 .
ancho de la Nueva España. En general, numerosos artistas El clima intelectual gestado en Querétaro a raíz de su con-
poblanos salen de su comarca, al mediar la decimosexta centu- versión en ciudad fue en aumento en el siglo XVIII. En 1720 vio
ria, para difundir las novedades allí gestadas. Las principales nacer a Ignacio Casas, un personaje singular y polifacético, del
ciudades de peninsulares, cada vez más ciudades de criollos, que se dice que, a los ocho años, ya trazaba edificios y que, a los
serán "colonizadas" artísticamente por Puebla, no por México. quince, escribió un libro de apuntes arquitectónicos. Aparte de
Hacia el norte, pasada la ciudad de México, el más im- la exactitud de tales atribuciones, la actividad documentada de
portante y temprano ecualizador de las propuestas poblanas Casas abarca la década de 1750, cuando está registrado como
estará en Santiago de Querétaro. Se trata de un pueblo de indios arquitecto, topógrafo, maestro de órganos y relojero 59, indicios
fundado en el siglo XVI y reconvertido en ciudad de españoles suficientes para ver en él un espíritu inquieto, en la línea de
como consecuencia del auge de la minería. La categoría de Muy Sigüenza y Góngora.
Noble y Muy Leal Ciudad le fue despachada por el virrey el 25 Aún en 1796, Francisco Tresguerras, arquitecto y pintor
de Enero de 1656, tomando como modelo ejemplar a la ciudad autodidacta, se burlaba de los " ... extraños lucimientos ... " inte-
de Puebla por lo que se refería a los privilegios54 • En 1733, el Rey lectuales o pseudocientíficos que ocupaban y ofuscaban a los
confirmó el título y sancionó las primeras ordenanzas, recalcan- queretanos. Éstos, como réplica, continmuon vanagloriándose
do " ... que esta ciudad ha de gozar el título y renombre de Muy de su propio " ... talento y omniscibilidad ... ", virtuosismo que
Noble y Muy Leal Ciudad de Santiago de Querétaro (... ),y que ejemplificaron exhibiendo un breve discurso sobre las leyes óp-
assimesmo aya de gozar y goze las honras y privilegios que tie- ticas60.
ne la ciudad de la Puebla de los Ángeles ... " 55 . Por si este hecho
fuera poco indicativo acerca de las concomitancias que vincula-
ron a las dos ciudades, resulta que sus respectivos colegios de la
56
DECORME: 1941, T. I, pp. 82-83.
57
BARGELLINI: 1988, p. 112.
53 JIMÉNEZ RUEDA; O'GORMAN: 1947, pp. 3-94. 58
PEÑAFIEL: 1911, p. 46.
54
PRIMERAS Ordenanzas: 1733, fol. 18v0 • 59
CABRERA: 1920, PP· XI-XVIII.
55 60 TRESGUERRAS: 1796, p. 48.
Id, fol. 2.

74 75
Por último, que en todo el desarrollo artístico queretano
jugaron un papel importante los jesuitas o, cuando menos, las
ideas centroeuropeas, se deduce de la inusitada y prolija pre-
sencia de detalles ornamentales derivados de estampas de los
austriacos hermanos Klauber. Como tales, han sido señaladas la
presencia de telas fingidas en la arquitectura (reja del coro del
convento de Santa Clara) 61 y numerosos detalles de la conventual
de Santa Rosa Viterbo (los extraños botareles, el remate bulboso
de la torre y el abanico que remata la reja del coro) 62 (Fig. 1).
Tresguerras aseguraba que la conventual de Santa Rosa ( -1752)
fue trazada por Ignacio Casas y que Francisco Martínez Gudiño,
arquitecto, ensamblador y agrimensor local, le añadió los arbo-
tantes63. Indicaba, igualmente, que el mentado Gudiño, " ... en la
arquitectura de los altares, siguió la desarreglada [idea] de
Klauber... " 64 . La presencia de esas notas atípicas dentro del pa- l. Querétaro. Conventual de Santa Rosa Viterbo. Reja del coro.
norama arquitectónico novohispano, y en tal número, quizás se
expliquen por el hecho de que arbotantes tan singulares como
los de Santa Rosa aparecen en la iglesia de la Compañía (Fig. 2).
Las ampulosas telas vistas en Querétaro reaparecen en la
fachada de la iglesia del Carmen de San Luis Potosí, más al Norte
(Fig. 3). Para ese edificio, daba trazas, en 174t Bartolomé de
Rojas 65 • Se trata del " ... maestro Roxas, de Querétaro ... ", que tra-
bajaba como retablista en la misma iglesia en 176266 • San Luis
Potosí, también plagado de historicismos arquitectónicos, era
un Real de Minas fundado en 1592 como pueblo, elevado a ciu-
dad en 1656, el mismo año que Querétaro obtenía la misma gra-
cia. Querétaro fue su punto de referencia a todos los niveles, del
mismo modo que el de ésta fue Puebla.
En Valladolid (actual Morelia), vuelven a apararecer maes-
tros con procedencias ya conocidas. Las torres y las portadas de
la Catedral las contrató, en 1741, José de Medina y Vargas, ar-

61
ANGULO ÍÑIGUEZ: 1950, T. U, p. 498. 2. Querétaro. Iglesia de la Cornpaúía. Arbotante.
62
SEBASTIÁN LÓPEZ: 1974, p. 73.
63
CABRERA: 1920, p. XXI.
64
Cit. SEBASTIÁN LÓPEZ: 1974, p. 61.
65
MARTÍNEZ ROSALES: 1986, p. 57.
66
Cit. MAZA Y CUADRA: 1969, p. 82.

76 77
quitecto vecino de Puebla; y Francisco Martínez Gudiño, el ya
conocido artista queretano, culminó la segunda de esas torres
en 176667 •
En Guadalajara, otra de las ciudades de españoles ubica-
das al norte de Puebla, también veremos numerosos historicis-
mos. Probablemente también subyazcan intervenciones de ar-
quitectos poblanos y queretanos, hasta ahora desconocidos. De
lo que no cabe duda es de que esas citas están íntimamente liga-
das a edificios vinculados con la Compañía de Jesús, al igual
que ocurre en Zacatecas, otra ciudad minera e historicista del
norte.
Por encima de Zacatecas, las empresas arquitectónicas
eran especialmente difíciles, como consecuencia del centralis-
mo constatado en la Nueva España. No obstante, seguiremos
encontrando maestros poblanos por aquellas latitudes. La pri-
mera iglesia levantada por la Compañía en Durango se hundió
3. San Luis Potosí. Conventual del Carmen. Remate de la fachada. en 1616, como consecuencia de su mala fábrica, pues se constru-
yó " ... donde había pocos maestros inteligentes en architectu-
ra ... "68. En 1695, cuando el Cabildo eclesiástico de la misma ciu-
dad de Durango quiso reconstruir su Catedrat hizo llamar al
maestro Mateo Núñez, vecino de Guadalajara, para que decla-
rase cómo tuvo que recorrer más de 100 leguas para llegar hasta
allá y cómo " ... en esta ciudad no ay, ni en muchas leguas en
contorno, maestros architectos ... " 69 • En noviembre del mismo año
acudió también Francisco de la Cruz, " ... natural de la Puebla de
los Ángeles, oficial de cantería ... ", quien declaró que la obra de
cantería labrada, " ... aunque es obra llana, es muy costosa en esta
tierra ... ". Él llevaba cinco meses trabajando para la Catedral de
Durango, en compañía de dos oficiales de albañilería y diez de
cantería, " ... y dize este declarante que, en México y Puebla,
ganaua por ofizial sinco reales, por ser tierra barata, y en esta
ciudad, gana cada día 14 reales, por ser tierra más cara y hauer
de distancia como ciento y sessenta leguas de México a aquí..." 70 •

67
RAMÍREZ MONTES: 1987, pp. 157 y 162,
68
ALEGRE: 1766, T. III, Lib. VII, Cap. VII, p. 64.
69
MARCODORTA: 1951, T. I, Doc. 29, p. 223.
4. Campeche. Iglesia de 70
Id, Doc. 30, pp. 228-230.
la Compañía.

79
78
De Puebla hacia el sur, esta situación era mucho más acu- La última cita recuerda, una vez más, el fondo sobre el
sada. La ausencia de minas hizo que no se desarrollaran impor- que se recortarán los historicismos de los siglos del Barroco: una
tantes ciudades de españoles por debajo de Oaxaca. Campeche, práctica arquitectónica envuelta en un medio erudito e ínter-
Mérida y Valladolid, fundadas en el siglo XVI dentro de la pe- disciplinar controlado prioritariamente por jesuitas, clérigos y 1
nínsula de Yucatán, fueron víctimas de su ubicación excéntrica o criollos.
a partir de entonces. San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, sumó
los inconvenientes de un mayor índice de pobreza material. La
arquitectura barroca de la Nueva España más meridional fue
mucho menos significativa que la de la zona central.
La excepción más notable que conocemos es la iglesia de
San José, en la ciudad de Campeche ( -1756), y reviste un interés
especial de cara a nuestros fines, comenzando por el hecho de
responder al servicio de la Compañía de Jesús. De acuerdo con
esa circunstancia, los detalles de su fachada principal ilustran
perfectamente lo dicho hasta ahora y lo que vendrá a continua-
ción (Fig. 4). El empleo de cerámica vidriada delata la deuda
con la ciudad de Puebla, el estípite forzadamente introducido
en el frontón es un rasgo neomanierista, el entablamento que lo
rodea sirve de pretexto para un ejercicio de arquitectura oblicua
a la manera del tratadista Juan Caramuel y el óculo octogonal es
el fruto del filogoticismo propugnado por el mismo teórico.
Salvo esa puntualísima excepción, la ciudad de Antequera
(actual Oaxaca) fue el exclusivo reducto meridional "coloniza-
do" artísticamente desde Puebla, evidencia más legítima o na-
tural que lo ocurrido con las ciudades ubicadas al norte de la
misma Puebla, con la ciudad de México en medio. Allí, en
Antequera, el poblano Esteban Gutiérrez era maestro mayor de
la Catedral en 1661-1663. Además, respecto a su iglesia de la
Compañía, " ... el chantre Doctor Don Enrico Angulo la dejó en
un papel trazado y delineado, el cual sirvió de regla para esta
fábrica ... " 71 • Incidentalmente, nos encontramos ante la persona-
lidad de otro clérigo erudito y perito en arquitectura, pues ese
Enrico Angulo, muerto en 1730, antes de trazar la iglesia jesuítica,
trazó su propia casa y " ... personalmente asistió a la obra, dispo-
niendo y trazando como maestro ... " 72 •

71
BERLIN: 1983, pp. 54 y 48.
72
Id, p. 50.

80 81
Las paráfrasis vitruvianas

Caramuel, como buen pensador barroco, yq.lo hemos visto, pro-


pugnaba una postura crítica ante la tradición clásica transmiti-
da por Vitruvio, fruto de una visión histórica de amplias miras.
La proyección de la misma actitud historicista sobre el legado
vitruviano traerá aparejada una revisión de las diferentes lectu-
ras que del mismo fueron realizadas a lo largo del siglo XVI, eli-
giendo aquéllas más heterodoxas. Por supuesto, aquí se inclu-
yen los desacatos protagonizados por Miguel Ángel, Serlio
(admirados por Caramuel) y otros arquitectos catalogados como
manieristas, especial y significativamente los de la Europa cen-
tral y septentrional. También tendrán cabida las primeras inter-
pretaciones del legado clásico, las etiquetadas como proto-
renacentistas o platerescas. Cualquiera de las dos variantes
representa una visión de la arquitectura a la antigua diferente
de la ortodoxa. La primera, la manierista, supuso un desacato
consciente a una teoría arquitectónica previa y perfectamente
asimilada. La segunda, la protorrenacentista, había sido un en-
sayo reconstructivo de la misma teoría cuando aún no se cono-
cía suficientemente el legado de Vitruvio.

EL NEOMANIERISMO

La amplia presencia de Vitruvio y sus comentaristas en las biblio-


tecas novo hispanas del siglo XVI es sobradamente conocida 1 . Sin

1
Vid. GARCÍAMELERO: 1992, pp. 183-186.

83
embargo, en el contexto barroco, donde cabría esperar el des-
plazamiento de esas autoridades por otras más actualizadas, la
tónica se repite. Ya hemos aludido al inventario de la biblioteca
del arquitecto poblano Melchor Pérez de Soto (1655), alimenta-
da con los principales comentaristas de Vitruvio, desde Diego
de Sagredo hasta Sebastiano Serlio2 • Un siglo más tarde, en 1758,
el testamento realizado por el arquitecto José Eduardo de He-
rrera, en la ciudad de México, incluía la primera traducción de
Vituvio publicada en España (Miguel de Urrea), seis volúmenes
de Sebastiano Serlio (én español e italiano), dos ejemplares de
Andrea Palladio, otro de Jacome Vignola, otro de Cataneo y el
Sumario y breve declaración de los diseños y estampas de la fábrica de
San Lorenzo el Real de El Escorial de Juan de Herrera; los restantes
textos artísticos eran el Libro de la perspectiva del pintor francés
J.C. Cousin (1560), el Breve tratado de todo género de bóvedas de
Juan de Torija (1661) y el Breve compendio de carpintería de lo blan-
5. Puebla. Parroquial de San José. Aparejo rústico y perspectivas oblicuas
co de Diego López de Arenas, amén de los inexcusables tratados en la Capilla de Jesús Nazareno.
sobre fortificación y las ciencias físico-matemáticas 3 .
Este inventario, tomado a título ilustrativo, refleja un
marcado interés por la tradición clásica. Las realizaciones ar-
quitectónicas, por su parte, precisarán cómo, de ese legado, fue-
ron elegidas las lecturas más alejadas de la ortodoxia. De esa
manera, podremos comprobar, por ejemplo, cómo los arquitec-
tos del siglo XVIII supieron declinar los postulados de Serlio con
mayor exactitud y frecuencia que los del siglo XVI.
A Serlio remite el aparejo rústico presente en el basamen-
to de la capilla de Jesús Nazareno (c.1693-1706), adosada a la
iglesia poblana de San José (Fig. 5), y en el de la casa del Mar-
qués del Villar del Águila (c.1780), en Querétaro. Esta última
ciudad cuenta, además, con un orden rústico ciñendo la cúpula
de la iglesia de Santa Rosa Viterbo (1752) (Fig. 6). En la ciudad
de México, el ejemplo más conspicuo se localiza en el claustro
del Oratorio de San Felipe Neri (Fig. 7), de cronología cierta-
mente precoz (1696-1705), probablemente a causa de que su
tracista, Diego Rodríguez, fue un buen discípulo del arquitecto
6. Querétaro. Conven-
tual de Santa Rosa
2
JIMÉNEZ RUEDA; O'GORMAN: 1947, p. XI. Viterbo. Orden rústico
3
0LVERA: 1981, p. 35. en la cúpula.

84 85
jesuita Simón Boruhradsky, conocido en México como Simón
de Castro, según vimos.
Serliana puede ser considerada, también, la concepción
de las fachadas anichadas y aveneradas, frecuentes en el Barro-
co novohispano. En España, aparecieron en el siglo XVI (parro-
quial de Viana, Navarra). En la Nueva España lo hicieron en el
siglo XVIII, con evidente fortuna, a partir de su codificación en la
iglesia de San Juan de Dios, en la ciudad de México (Miguel
Custodio Durán, 1729), donde sirve de abrigo a un guariniano
orden salomónico entero4 (Fig. 8). A partir de ahí, citando única-
mente los principales hitos, el modelo fue repetido en la facha-
da lateral de la capilla de la Tercera Orden, sita en el convento
7. Ciudad de México. franciscano de Cuemavaca (Morelos); en la iglesia de Nuestra
Oratorio de San Felipe Señora de la Salud, en San Miguel de Allende (Guanajuato) (Fig.
el Nuevo. Claustro.
9), y en la de la parroquial de San Cristóbat en Mérida (Yucatán,
1755-1799) (Fig. 10).
8. Ciudad de México. Este tipo de fachada ha sido interpretado como un "in-
Iglesia hospitalaria de variante" mexicano, en tanto que "versión barroca y diecioches-
San Juan de Dios. ca de las capillas abiertas del siglo XVI" 5 • A nuestro juicio, en
cambio, se trata de una solución mucho menos endogenética.
Aparte de los antecedentes hispanos, es forzoso apelar a un mo-
delo de más fácil transmisión: el Belvedere diseñado por Braman-
te para los jardines vaticanos, estampado por Sebastiano Serlio
(Fig. 11).
Conviene precisar, además, una particularidad. Los dos
ejemplos extremos citados (San Juan de Dios y San Cristóbal)
mantienen la exedra de perímetro prácticamente semicircular.
En Cuerna vaca y, sobre todo, en San Miguel de Allende, se optó
por transformar el hemiciclo en un semihexágono, dando lugar
a un nicho semihexagonal. La poligonalización del círculo, ya lo
veremos, fue una consecuencia del redescubrimiento de la ar-
quitectura gótica.
En este orden de ejemplos, la réplica serliana más espec-
tacular y, a la vez, más conocida, es la llevada ét cabo por Fran-
cisco Antonio Guerrero y Torres en la Capilla del Pocito (1777-

4
BÉRCHEZ: 1992, PP· 166-167.
5
GONZÁLEZ GALVÁN: 1966, p. 91.

87
1791), en las inmediaciones de la ciudad de México. Su traza es
una copia casi literal de la estampa de un templo tardorromano
reproducida por el tratadista del siglo XVI6• El juego de elipses
que configura la planta de las dos obras, por añadidura, consti-
tuye un excelente ejemplo de la arquitectura oblicua estudiada
por Caramuel.
En relación con esta serie de citas serlianas, se encuentra
una muy particular, por cuanto ha sido considerada estandarte
del Barroco novohispano. Nos referimos, claro está, al estípite.
En este caso concreto, Serlio es sólo uno de los eslabones de una
larga cadena transmisora que generó más variadas vías de difu-
sión. Y en este caso concreto, también, han sido ampliamente
reconocidas las connotaciones neomanieristas del éxito barroco
alcanzado por tal soporte7 •
Como es de sobra sabido, el primer estípite del Barroco
español lo empleó José Benito Churriguera en 1689, en la pira
funeraria (obra mueble y efímera) de María Luisa de Orleans,
consorte de Carlos II; Jerónimo Balbás, conocedor castellano de
las obras de Churriguera, lo trasladó a Andalucía y, finalmente,
9. San Miguel de Allende. Iglesia 10. Mérida. Parroquial de San Cristóbal.
lo llevó consigo a México, pues lo empleó en el Retablo del Per-
de Nuestra Señora de la Salud.
dón (1718), obra previa al comienzo del Retablo de los Reyes
para la misma Catedral metropolitana8 • Respecto a su remoto
origen, es evidente su derivación a partir de los herma romanos'{
recuperados por el Renacimiento italiano, especialmente en su
fase tardía (Serlio, Miguel Ángel) y adoptados, con gran fortu-
na, en el centro y norte de Europa a finales del siglo XVI, con la
mediación de Francia. Los eslabones de esta cadena, que con-
duce desde la Antigüedad Clásica hasta la Nueva España, fue-

6
ANGULO ÍÑIGUEZ: 1936, p. 164.
7
"Esta extraña forma, de complejos antecedentes, llegó a ser un verdadero or-
den neomanierista en el México del siglo XVIII" (BAIRD: 1962. p. 37). "La presen-
cia del estípite en la península en los últimos años del siglo XVII y primeros del
siglo XVIII, significa la reacción neomanierista frente al barroco salomónico, es
decir, el triunfo de la línea quebrada sobre la línea sinuosa" (TOVAR DE TERESA:
1987, p. 122). "El barroco estípite representa esencialmente una regresión al pa-
sado. Sus raíces están en el plateresco español y en el manierismo internacio-
11. El Belvedere de Bramante según nal" (TAYLOR: 1990, p. 55, n. 118).
8
Sebastiano Serlio. TOVAR DE TERESA: 1987, pp. 122-124.

88 89
ron definidos por Manuel Villegas, aunque considerando estí- del siglo XVI (términos en el retablo mayor de la conventual
pites y soportes antropomorfos indistintamente y dejando fue- franciscana de Xochimilco; cariátides en un colateral de la
ra algunos de los hitos más significativos dentro del proceso9 . conventual franciscana de Maní, Yucatán) (Fig. 12). Una pareja
Por otra parte,la búsqueda de elementos decorativos pro- de minúsculos términos en bajorrelieve flanquean el sepulcro
cedentes del Manierismo nórdico dentro de la arquitectura novo- de don Alonso de Villaseca (c.1572-1580), colocado inicialmente
hispana, ha proporcionado un repertorio impresionante por su en la iglesia jesuítica de San Pedro y San Pablo, en la Ciudad de
cantidad y variedad. Innumerables motivos fueron extraídos de México, y reacomodado en la parroquial de San Miguel tras la
los álbumes publicados por arquitectos decoradores flamencos expulsión de la Compañía 12 (Fig. 13). Sendos órdenes de putti
y alemanes durante el último tercio del siglo XVI y los primeros tenantes y términos componían el conocido como Balcón de la
años del siglo XVII, como Dietterlin, Sales Meyer, Bos, Voghtherr, Virreina (1640), en el antiguo Palacio de los Virreyes de la ciu-
Floris y, muy especialmente, Hans Vredeman de Vries; éste de- dad de México 13 . Por último, el Retablo de los Reyes de la Cate-
dicó atención particular a los soportes antropomorfos en Variae dral de Puebla (1646-1649), patrocinado por Palafox, contó con
architecturae formae (1563, 1601) y en Caryatidum (vulgus termas p_arejas de pseudoherma (columnas corintias con cabezas propor-
vocat) (c.1555-1577). La libertad imaginativa permitida por este ciOnales de querubines bajo el capitel) antes de su remodelación
tipo de soportes fue muy amplia, admitiendo a la figura huma- neoclásica.
na tanto en estado puro como hibridada con elementos orgáni- Acaso los dos últimos ejemplos reseñados sean ya mues-
cos (fitomorfos) e inorgánicos 10 . Resulta altamente significativo tra precoz de lo que iba a ser la afición barroca por los soportes
que el ingente catálogo de repercusiones novo hispanas esté com- a_n:ropomorfos, más que una rémora que continuaba el gusto
puesto por obras de los siglos XVII y xvm11 • flrusecular de la centuria anterior. Lo cierto es que la detonación
Nuestro propósito es intentar explicar el por qué de la del nuevo gusto se produjo en la década de 1660, coincidiendo
amplia aceptación del estípite dentro del marco barroco general con la llegada a la Nueva España del pensamiento novator.
y del novohispano en particular. La clave, para ello, radica en Rodrigo Díaz de Aguilera, maestro mayor de la Catedral de
sus antecedentes antropomorfos, es decir, en los telamones, México en 1668, poseyó un ejemplar latino del texto de Vitruvio
cariátides y herma o términos. (Estrasburgo, 1550), conservado con anotaciones de su puño y
Francamente, se trata de un elemento extraño a la arquitec- letra. Una de las notas glosa el parecer del arquitecto romano
tura novohispana con anterioridad a la eclosión barroca. Había sobre los soportes antropomorfos: " ... cariátides llama a unas
tenido un uso muy restringido y siempre en obras accesorias, est~t~as de mujeres en lugar de columnas, sobre sus plintos y
frontispicios librarios aparte. Aparecieron en algunos retablos recibiendo sus capiteles ... " 14 • La coincidencia no puede ser tal
sino la manifestación de un interés singular rastreable a escala
internacional, habida cuenta que Atanasia Kircher y Juan Cara-
9
VILLEGAS: 1956, passim. muel acababan de hacerse eco de la misma cuestión en sus res-
10
HELLENDOORN: 1980, pp. 20-29. pectivos ensayos.
11 En relación con la incidencia gráfica del Manierismo nórdico en el Barroco
En el universo cognoscitivo de Kircher, el antiguo Egipto
novohispano, ha de añadirse una obra de arquitectura lígnea, singular y espe-
cialmente comprometida con los puntos que venimos tratando. Se trata de la
cumplía un papel umbilical, como cuna de todas las ciencias y
sillería de la Catedral de Puebla, tallada entre 1719 y 1722 por Pedro Muñoz,
quien se inspiró en estampas centroeuropeas de finales del siglo XVI, sobre todo 12
las de Vredeman de Vries. Además, la obra ha sido puesta en relación con el 0BREGÓN: 1964, PP· 45-50.
13
clima intelectual poblano afecto a las ideas de Kircher (DÍAZ CAYEROS: 1995, pp. CÓMEZ: 1991, pp. 69-72.
14
12-14 y 73-78). Cit. TOUSSAINTRIITER: 1950, p. 87.

90 91
de todas las lenguas, emanadas unas y otras del inagotable y
primigenio Hermes Trimegisto, Hermes tres veces grande, que
era la fuente, asimismo, del sincretismo jesuítico en general. Los
tres volúmenes de su Oedípus aegyptíacus (1652) están consagra-
dos a descifrar los jeroglíficos egipcios, considerados la versión
escrita y críptica de la lengua utilizada por Hermes para trans-
mitir el conocimiento que, por ello, se denomina hermético.
Descifrar los jeroglíficos permitiría leer el legado hermético y
proporcionaría la clave para interpretar todas las restantes len-
guas antiguas; todas las lenguas del mundo podrían ser reduci-
das a una sola y se garantizaría el mantenimiento en secreto de
todo mensaje transmitido 15. Se comprende mejor, ahora, el inte-
rés de Caramuel por inculcar en el arquitecto la esteganografía.
Kircher asoció al Hermes Trimegisto egipcio con el Her-
mes y el Mercurio romanos, representados como término, es de-
cir, como una figura antropomorfa con los dos tercios inferiores
de su cuerpo reemplazados por un tronco de pirámide inverti-
do (Fig. 14). Las representaciones de Hermes y Mercurio como
términos en los caminos romanos eran relacionables con el
Trimegisto por el tema y, también, por la morfología. Al jesuita, 12. Maní. Conventual franciscana. 13. Ciudad de Méxi-
además, no le pudo pasar por alto la analogía de las estatuas Cariátides en retablo colateral (s.XVI). co. Parroquial de San
romanas con las estatuas canópicas egipcias: ampliamente re- Miguel. Término en
el sepulcro de don
producidas en su libro (algunas copiadas de colecciones priva- Alonso de Villaseca
das europeas), se trata de figuras antropomorfas cuyos dos ter- (s.XVI).
cios inferiores adoptan la forma del cánope, oblonga y estrechada
hacia la base (Fig. 15). Del mismo modo, redondeando las afini-
dades entre las inquietudes científicas de Kircher y el estípite
arquitectónico, cabría señalar otro principio del hermetismo
egipcio, la representación gráfica de las pirámides de luz y de
sombra, unidas por la base, como equivalente a la estructura de
ese soporte en su máximo grado de abstracción (Fig. 16).
Caramuel, por su parte, toma en consideración los sopor-
tes antropomorfos dentro de su amplia sistematización de los
órdenes arquitectónicos. La suya es una clasificación amplia y,
lo que es más importante, abierta. A los tres órdenes griegos
(dórico, jónico y corintio), suma los dos latinos (toscano y com-

15
GÓMEZ DE LIAÑO: 1990, p. 30.
14. Término según Atanasia Kircher.

92
93
puesto). A esos cinco órdenes consagrados por el Renacimien-
to, les suma el ierosolimitano, el ático, el mosaico, el gótico, el
atlántico y el paranínfico, resultando un total de once que no es
-precisa el autor- absoluto. Por eso critica a los autores que
suman los órdenes latinos a los griegos y, en cambio, omiten
otros anteriores y posteriores: " ... dexan de contar otros muchos,
no por ra<;on que para ello tengan sino por falta de noticia, que,
si la tuvieran, también los contarían; yo pongo [sólo] onze ... " 16 •
La nómina, para Caramuel, podría ser mucho más larga y ten-
dría un lugar apropiado, qué duda cabe, para las múltiples "mo-
dalidades" del barroco novohispano.
Del orden gótico nos ocuparemos más adelante; ahora
interesan los dos últimos de la relación caramuelesca. El orden
atlántico, del que ya habló Vitruvio y del que más recientemen-
te se había hecho eco el jesuita galo Millet Dechales, se caracteri-
za por utilizar un soporte totalmente antropomorfo y masculi-
no o un término con la parte antropomorfa masculina o femenina
(Fig. 17):

... Es muy frequente el uso de los atlantes en la architectura. Es


muy simple la delineación común que pinta un hombre o muger
desnudo hasta la cintura, que con la cabe<;:a sustenta el archi-
trabe, de medio a los pies, una pyrámide inversa, con la punta
15. Figura canópica según hazia abaxo (... ).Y hoy, en muchas iglesias (aun en edificios de
Atanasio Kircher. seglares) se ponen ángeles que sustenten el peso de las comixas
• 17
supenores ....

17. Soportes antropomorfos según Juan


Caramuel no distingue entre atlante y término (masculi-
Caramuel.
no o femenino), pero sí separa a las cariátides (soportes femeni-
nos de cuerpo entero) que dan lugar al orden "paranymphico".
Por otra parte, aprueba el uso de querubines y putti como soste-
nes de las cornisas, aun en obras civiles, no sin antes señalar que
autores como Millet Dechales lo hayan reprobado ampliamente
por considerarlo una irreverencia. Esta singular utilización de
niños atlantes y niños términos aparece en numerosas residen-

16
CARAMUEL DE LOBKOWITZ: 1673, T. ll, Pte. II, Art. IV, p. 42/46.
16 . Pirámide de luz y sombra según 17
Jd, Art. XIV, p. 77/81.
Atanasio Kircher.

95
94
cias urbanas y suburbanas patrocinadas por criollos novohis-
panos en la segunda mitad del siglo XVIII!, como la casa de los
Mascarones, del Conde del Valle de Orizaba, en las afueras de la
ciudad de México (Fig. 18); el palacio del conde de Heras Soto,
en el centro de la misma ciudad (Fig. 19); o la casa de los Muñe-
cos, para el regidor don Agustín de Ovando, en la ciudad de
Puebla.
Si Sor Juana y los restantes intelectuales novohispanos
del último tercio del siglo XVII, ávidos lectores de Kircher, fue-
ron presas de una suerte de egiptomanía18, el filohermetismo
que ésta llevaba aparejado podríamos referirlo tanto al Corpus
hermeticum como al término o hermes arquitectónico. Esto no
significa que haya que buscar significados crípticos, ni de nin-
guna otra índole, en los estípites 19 • Lo que proponemos es, sen-
cillamente, la simpatía hacia el estípite que pudieron alimentar
los juegos de ingenio kircherizantes a que tan dada fue la erudi-
ción barroca novohispana.
La principal apoyatura de lo que acabamos de expresar
procede de los significativos contextos en que aparecen los pri-
meros soportes antropomorfos vinculables con la nueva cultura 18. Ciudad de México. So-
del Barroco. En primer lugar, por ser los más tempranos, hay porte antropomorfo en la
casa de los Mascarones.
que citar los que rematan la fachada de la iglesia de la Compa-
ñía en Morelia (Michoacán), aunque son elementos puramente
decorativos en los que predomina lo inorgánico (cintas muy ca-
ras a los decoradores flamencos y alemanes de finales del siglo
XVI) sobre lo humano (cabezas) (Fig. 20). El arquitecto responsa-
ble fue Vicencio Varrocio Escallola, más conocido como "el Ro-
19. Ciudad de México.
mano", quien contrató la construcción de la iglesia en 1660, " ... se- Soportes antropomorfos
gún como se contiene en la planta y montea hecha por mí...." 20 • en el palacio del Conde de
HerasSoto.

18
"Sor Juana es un ejemplo más de una de las enfermedades intelectuales de su
siglo: la egiptomanía" (PAZ: 1982, p. 236). "El ministerio de San José" pintado
por José de Alcíbar (1751-1803) y guardado en el M UN AL, incluye un obelisco al
lado de varios jesuitas
19
GONZÁLEZ GALV ÁN: 1980, pp. 95-107, ha querido ver una alusión emblemática
al Apostolado en la costumbre de emplear los estípites en torno a las portadas y
en número de cuatro (cuatro Evangelistas que, multiplicados por las tres caras 20. Morelia. Iglesia de la
de cada apoyo se convierten en los doce Apóstoles). Compañía. Términos en el
20
Cit. BERLIN: 1954, p. 151. remate de la fachada.

96 97
Ahí tenemos ya a la Compañía de Jesús abriendo fuego,
aunque no se trate de términos ad hoc. Pero es que, además, los
herma (canónicos) más antiguos que han sido inventariados en
el Barroco novohispano se encuentran en las ciudades de Pue-
bla y Querétaro21 • Los primeros se encuentran en la fachada de
la iglesia de San Pedro, al pie de una inscripción que marca el
año 1679 como fecha de consagración, reinando Carlos II (Fig.
21); la parte antropomorfa es femenina, y sus pechos marcados
en espiral remiten directamente a las Karyatiden de Vredeman
de Vries 22 •
Los segundos se encuentran en la fachada de la iglesia de
la Congregación de Nuestra Señora de Guadalupe, en Querétaro
(Fig. 22), trazada y construida por el poblano José de Bayas Del-
gado y consagrada en 1680, dando pie a la impresión de un tex-
to panegírico rubricado por el mismísimo Carlos de Sigüenza y
Góngora 23 • Estos términos pudieron ser anteriores a los poblanos,
pues Bayas había suministrado la traza en 1673. Más aún, pu- 21. Puebla. Iglesia hospitalaria de San Pedro. Términos en el ático
dieron venir inspirados por los que aparecen en la iglesia de la de la fachada.
Compañía de la misma ciudad de Querétaro, pues, aunque fun-
dada en 1625, " ... al presente se ha comenzado a edificar iglesia y
templo más lucido y de propósito ... ", según consta en la crónica
manuscrita por el padre Andrés Pérez deRivas en 165424 •
A partir de estos hitos, y por esta vía, la enumeración de
ejemplares sería tremendamente prolija. Únicamente deseamos
señalar dos casos. Uno se encuentra flanqueando los balcones
de una mansión urbana y dieciochesca de la ciudad de San Luis
Potosí (Fig. 23): son otras Karyatiden, esta vez con el extremo de
la pirámide cerrado por una garra felina y única, copiadas de la
estampa usada por Serlio para ilustrar un tipo de chimeneas25 •
El otro flanquea la portada principal del colegio-seminario de
San Ildefonso (hospedería de los colegiales jesuíticos), en la ciu-
dad de México, fechada en 1740 (Fig. 24). Son parejas de pilastras
estípites en los que el capitel corintio ha sido reemplazado por

21
VILLEGAS: 1956, PP· 149-150. 22. Querétaro. Iglesia de la Congregación de Nuestra Señora de Guadalupe.
22
HELLENDOORN: 1980, p. 29. Términos.
23
SIGÜENZA YGÓNGORA: 1680, pp. 23-24.
24
CRÓNICAS. p. 162.
25
MAZA Y CUADRA: 1969, p. 25.

98 99
un rostro humano, como las que había diseñado Leonardo de
Figueroa para el claustro conventual de San Acasio (c.1690), en
Sevilla. El guiño lúdico revela la clave que relaciona al estípite
absolutamente geometrizado con su parentela antropomorfa.

EL NEOPLATERESCO

Existe, no obstante, otra vía que difundió los soportes antropo-


morfos y que ha pasado inadvertida. Se trata de la suministrada
por el primer Renacimiento francés, con anterioridad a la codi-
ficación del Manierismo internacional. Las campañas militares
francesas en Italia, entre 1494 y 1525, habían puesto en contacto
a Francia con las novedades renacentistas, en especial con las
desarrolladas en el Milanesado, es decir, con una imagen de la
Antigüedad Clásica eminentemente decorativa y hermanada,
por tanto, con lo que en España se ha conocido como Plateresco.
Después llegaría una serie de decoradores y arquitectos italia-
nos para trabajar en los palacios de Francisco I, introduciendo
una imagen más profunda del fenómeno clásico: Girolamo della 23. San Luis Potosí. Términos en casa 24. Ciudad de México. Colegio
particular. jesuita de San Ildefonso.
Robbia, Il Rosso, Primaticcio y, por último, Sebastiano Serlio, Estípites en la portada principal.
que arribó a la Corte gala en 1541 y permaneció en ella hasta
1551. Este cúmulo de aportaciones italianas sobre suelo francés
fueron las que configuraron el Manierismo flamenco y alemán,
del cual ya hemos tratado.
Lo que nos interesa, en estos momentos, es la fase inicial
del Renacimiento francés. Su calidad decorativa incluye un re-
pertorio de motivos ornamentales muy característicos y gene-
ralmente asociados entre sí: sartas de cabezas de querubines,
roleos planos y "ces" rematados en volutas jónicas, columnas
abalaustradas, columnas con talla en el tercio inferior de su fuste
y soportes completamente antropomorfos (atlantes, cariátides,
canéforos y canéforas). El cierre de los coros de Saint-Eustache
de París (1532) y de la Catedral de Limoges (1533), así como la
tumba de Louis de Brézé (c.1540), en la Catedral de Poitiers,
contienen pruebas fidedignas de todo ello.
En España todos esos detalles pasaron a alimentar el Pro-
torrenacimiento (Plateresco), de la mano de un nutrido caudal
25. Yuririapúndaro. Conventual agustina. Canéforos en la fachada (s.XVI).

100 101
de canteros y entalladores franceses que invadieron la Penínsu-
la durante todo el primer tercio del siglo XVI, el más conocido de
los cuales fue Esteban Jamete, natural de Orleans. No por ca-
sualidad, el tratado paradigmático de esta versión renacentista
en España, las Medidas del romano, de Diego de Sagredo (Toledo,
1526), gozó de una inmediata e inusitada aceptación en el país
vecino (edición en 1539 y reediciones en 1550, 1555 y 1608).
Sagredo se movió en algunos de los círculos artísticos más afran-
cesados del momento. Diego de Siloe y Andrés de Vandelvira,
también: véase, si no, la iglesia de El Salvador, en Úbeda (1536-
1543), trazada por el primero y levantada por el segundo, con la
colaboración de Jamete en las tareas finales.
En la Nueva España del siglo XVI, la decoración renacen-
tista a la francesa fue empleada sistemáticamente en las facha-
das conventuales de la Orden de San Agustín. En ellas aparecen
reunidos todos y cada uno de los motivos reseñados anterior-
mente. Excelentes canéforos, en concreto, exhiben las de A colman
(México, 1560) yYuririapúndaro (Guanajuato, c.1560-1570) (Fig.
25). Este tipo de soportes puede ser la referencia para los atlantes 26. Querétaro. Convento agustino. Tér- 28. Oaxaca. Iglesia de la Compa-
de la fuente de la Tlaxpana, en la ciudad de México, erigida du- mino en el claustro. ñía. Pilastras abalaustradas y
rante la segunda mitad del siglo XVIII y sólo conocida a través de jamba con baquetones.
fotografías.
De manera más directa,los soportes antropomorfos agus-
tinos del siglo XVI pueden contribuir a explicar la existencia de
un claustro tan controvertido como el del convento de San
Agustín de Querétaro (1731-1745). Los herma son los protago-
nistas absolutos (Fig. 26) y, a pesar de estar inspirados en una
estampa vignolesca 26 y de contar con amplios antecedentes en
la propia ciudad de Querétaro, los usos quinientistas de la mis-
ma Orden también debieron contribuir a la configuración de este
espectáculo barroco. De hecho, análoga mirada retrospectiva
evidencia el friso que recorre el interior de la iglesia de San
Agustín en la ciudad de México (1677-1692), repleto de cabezas
de querubines que resultan ser una versión geometrizada de las
empleadas en los complejos agustinianos de la centuria anterior
(Fig. 27). Quizá debería sumarse como incentivo, en el caso con-

26
BÉRCHEZ: 1992, p. 206. 27. Ciudad de México. Conventual agustina. Querubines en el friso interior.

102 103
creto de las obras agustinas, el peso espe- talla fueron comunes en todo el Barroco novohispano (dan nom-
cífico que los criollos tuvieron en esa or- bre a la modalidad "tritóstila"), con especial incidencia en la fase
den religiosa, pues la afición historicista "neóstila", en las postrimerías del siglo XVIII. Por lo que respec-
entre los agustinos se perfila con gran cla- ta al siglo XVI, habían copado la arquitectura lígnea, como en
ridad, algo que no ocurre entre francisca- España 29 • En la Francia de principios del siglo XVI, habían obte-
nos y dominicos. nido carta de naturaleza, empleándolas hasta Philibert Delorme,
Las columnas abalaustradas, pre- y de ahí habían pasado al repertorio decorativo de Vredeman
sentes en las mismas fachadas agustinas, de Vries y sus colegas centroeuropeos.
tuvieron mayor predicamento en el siglo Otros dos motivos decorativos característicos del Froto-
XVI, apareciendo en la mayoría de los reta- renacimiento aparecen aún en la arquitectura barroca novohis-
blos que de ese tiempo se conservan. Ex- pana. Se trata de las cabezas humanas colocadas de frente o per-
celentes ejemplares barrocos existen en la fil e inscritas en tondos, a la manera de las imagines clipeatae
ciudad de Oaxaca. La iglesia de la Compa- romanas, y la decoración menuda, que no necesariamente se ar-
ñía, que había dejado trazada el chantre ticula a candelieri, con putti intercalados.
doctor don Enrico Angulo antes de morir En España, citas de este tipo (tondos androcéfalos en la
en 173027, las lleva en su fachada (Fig. 28), Plaza Mayor de Salamanca, por Alberto Churriguera, a partir
al igual que la de la iglesia de San Felipe de 1729) dieron pie a G.Kubler para hablar de una "nostálgica
Neri (1733-1736). Para los ejemplos reviviscencia del más espléndido periodo de España", debido,
oaxaqueños, además, existía un anteceden- "en parte, al temple emocional de las primeras d~cadas del si-
te quinientista muy cercano: la portada la- glo XVIII como expresión de carácter nacionalista, y en reacción
teral de la conventual dominica de al gusto francés importado por el monarca borbón, Felipe v, nie-
Yanhuitlán (Fig. 29). to de Luis XIv" 30 • El diagnóstico es acertado, pero son malin-
Las rígidas fachadas de la ciudad de terpretados los síntomas. Lo nacionalista es europeísta, y el su-
Oaxaca son también pródigas en el empleo puesto antiafrancesamiento no tiene mayor lugar, porque los
de columnas clásicas con el tercio inferior motivos de ese "plateresco" revivido eran franceses en origen y
de su fuste tallado. Entre las más tempra- porque el mismo Luis XIV (1661-1715) había participado en el
nas deberían contarse las de la fachada de juego revivalista. Para la Nueva España hemos de recordar la
la conventual de monjas agustinas (Nues- opinión de Díez Barroso, contradicha por Patton en el sentido
tra Señora de la Soledad, 1687-1690), reple- de que "no hubo revival del plateresco", sino que "la fuente del
ta de otros muchos "historicismos" pero de estilo ha de ser buscada en la arquitectura sevillana y del Sur de
signo gótico28 • Las columnas con tercio de España de finales del siglo xvn y principios del siglo xvm" 31 .

27
BERLIN: 1983, p. 48. La iglesia fue remodelada cons- 29. Yanhuitlán. 29 Cuando Luis de Arciniega contrató el monumento de Cuaresma para la Cate-

tantemente y, según el autor, el edificio actual fue le- Conventual dominica. dral de Puebla, en 1595, el documento estipulaba que " .. .las columnas principa-
vantado entre 1754 y 1759 (p. 54). Columna abalaustrada les de aqueste primer cuerpo han de tener de alto diez pies y medio, han de ser
28
Ésa es la cronología manejada habitualmente, pero en portada !ah. ral disminuidas, y un tercio de talla en lo bajo y en el cuello de las columnas por la
hay numerosos detalles en esta fachada que remiten (s. XVI). parte de arriba, y astriadas ... " (CASTRO MORALES: 1958, p. 25).
a un momento avanzado del siglo XVIII. Volveremos 30 KUBLER: 1957, p. 148.
más adelante sobre este particular. 31
PATTON: 1958, p. 35.

104 105
30. Mérida. Tondos
Efectivamente, Leonardo de Figueroa y sus contemporáneos an-
androcéfalos en la
daluces tendrían mucho qué decir sobre el particular, pero pre- casa de Montejo
cisamente porque ellos mismos habían recurrido a soluciones (s. XVI).
del siglo xvr.
Los tondos androcéfalos del siglo XVI ocuparon siempre
las enjutas de los arcos. La fachada de la casa de Montejo, en
Mérida (Yucatán, 1549) (Fig. 30), o la conocida como casa de las
Cabecitas, en la Puebla de los Ángeles, constituyen referencias
novohispanas de ese periodo para las de la generación barroca.
A ésta pertenecen los tondos que van rimando las arquerías la-
terales de la conventual franciscana de Gua dalajara (Jalise o, 1692)
(Fig. 31) y las del patio del palacio de Pedro de Moneada (casa-
do con la Marquesa de Jaral del Berrio), en la ciudad de Méxi~o
(1779), debido a Francisco Guerrero y Torres (Fig. 32) 32 •
31. Guadalajara.
La profusa decoración vegetal salpicada por putti pode- Tondos androcéfalos
mos encontrarla en el friso que bordea las galerías del patio del en el interior de la
Palacio del Conde del Valle de Orizaba, más conocida como Casa conventual
franciscana.
de los Azulejos (d.1751), en la ciudad de México; se trata de una
obra anónima, pero con muchos detalles que la emparentan con
realizaciones del mismísimo Guerrero y Torres, entre los que
destacan los guiños historicistas de naturaleza renacentista y
gótica. El friso en cuestión podría pasar por una obra del siglo
XVI (como el patio del Palacio de Moneada) si no fuera por la
carnosidad de la labra (Fig. 33). Para encontrar citas barrocas
más literales de la decoración plateresca, hemos de acudir a las
orlas que enaltecen ciertos documentos notariales: se trata de 32. Ciudad de
auténticos grutescos, compuestos a candelieri, con putti, seres México. Palacio de
híbridos zoo-fitomorfos, cornucopias y cualesquiera de los de- Moneada. Tondos
más ingredientes de aquella temprana forma de entender la androcéfalos en el
patio.
romanidad33 .
Motivos decorativos sometidos a la rígida simetría de los
candelieri enmarcan los relieves alusivos a los Misterios del Ro-

32
MAZA Y CUADRA: 1969, p. 13, aún hace caso a la tradición oral, según la cual
Guerrero y Torres no pudo ser el autor de un patio tan italiano: "se debe a
Moneada, quien quiso se hiciera parecido a su palacio de Sicilia".
33
Véase, por ejemplo, la certificación de venta del oficio de alguacil mayor de la
provincia de Guachinango, extendida en 1723 (Archivo General de la Nación,
"Oficios Vendibles", Vol. 9, Exp. 8, fol. 161).

106 107
sario, en las estaciones que dan nombre a la Calzada que comu- yor implicación espacial de las citas historicistas barrocas, pues
nica la ciudad de México con el cerro de Tepeyac, sede de la estos soportes vienen asociados a la resurrección de la ialesia0

mariofanía guadalupana (Fig. 34). En la gestación del proyecto basilical (estática y tradicional), que había desaparecido en el
intervino el clérigo Isidro de Sariñana ("historiador" de la Cate- siglo xvr.
dral de México) y la primera la proyectó el arquitecto Cristóbal Las versiones barrocas de la fórmula siloesca fueron nu-
de Medina Vargas en 167534 • merosas. Toussaint cita la iglesia de la Compañía en la ciudad
Entre el Protorrenacimiento de un Sagredo, que superpu- de P~ebla (c.1746-1767) (Fig. 35), aunque considerando pervi-
so decoración "a la antigua" sobre estructuras góticas, y el vencla lo que es una recurrencia35 • La iglesia de la Compañía en
Clasicismo de un Juan de Herrera, que se valió de estructuras la ciudad de Zacatecas (1746-1749) se ubica inmediatamente des-
clásicas desnudas, el siglo XVI hispano dio cabida a un Renaci- pués, con unos pilares que u •. . suben laboreados de estrías gran-
miento que cubrió estructuras clásicas con aquella decoración des, en forma ochava da, hasta el capitel, de donde nacen, como
plateresca. A esta categoría perteneció Diego de Siloe. De entre ramas del tronco, los arcos, que, guardando las mismas estrías
sus fórmulas, la que más exito tuvo durante el primer siglo de que los pilares, forman unos agraciadísimos aunque no cabales
vida novohispana fue la de sus pilares compuestos mediante la cylindros ... u 36 (Fig. 36). La ciudad de Querétaro no podía estar
adición de medias columnas clásicas a las caras del núcleo (Ca- ausente en esta relación: la tardía iglesia de San Felipe Neri (1786-
tedrales de México, Puebla, etc.). Nos encontramos ante lama- 1804) adaptó el modelo a la estructura de nave única (Fig. 37).
En la ciudad de México, la Catedral dio pie a dos recrea-
ciones. Una es la parroquial de Nuestra Señora de la Soledad y
de la Santa Cruz, que repite hasta las estrías de los arcos torales
(Fig. 38): en 1781 cambió la dirección de la obra por muerte de
Ildefonso de Iniesta Vejarano Durán, comprometiéndose el su-
cesor a respetar u .. .los planos que el difunto arquitecto había
. d o... "37. p ero aqm,' en e1corazon
d.eJa ' de la Nueva España, hacía
tiempo que había sido erigido un exponente más significativo:
e~ Sagrario de la Cate_dral de México (1749-1768), por obra y gra-
33. Ciudad de México. Cia de Lorenzo Rodnguez (Fig. 39).
Casa de los Azulejos. Lo acontecido con el Sagrario Metropolitano merece ser
Friso en el patio. comentado en detalle. Durante el concurso celebrado en 1749
34. Ciudad de México.
para elegir traza, fue desechado el proyecto de Ildefonso Iniesta
Decoración a candelieri Vejarano: a los capitulares les pareció demasiado clasicista por-
en un Misterio del que pretendía armonizar con el edificio catedralicio38 • La de
Rosario. lniesta fue una consciente aplicación de la concinnitas vitruviana,

35
TOUSSAINTRIITER: 1953, P· 13.
36 BREVE descripción. 1750, p. 3.
37
Cit. GONZÁLEZ FRANCO: 1990, p. 7. Trazas iniciales, luego abandonadas, fue-
ron las suministradas en 1773 por Cayetano de Sigüenza, el sobrino de Carlos
de Sigüenza y Góngora, quien tuvo a su cargo la obra hasta 1777.
38
MARCO DORTA: 1935, pp. 91-93.
34
FERNÁNDEZGARCÍA: 1990, PP· 62-63.

109
108
39. Ciudad de México.
Interior del Sagrario
Metropolitano.

38. Ciudad de México.


Soportes siloescos en
la parroquial de Nues-
tra señora de la Sole-
dad de la Santa Cruz.

35. Puebla. Soportes siloescos en la iglesia


de la Compañía.
repitiendo en el Sagrario el interior (como luego hizo en la igle-
sia de la Soledad) y el exterior de la Catedral. El proyecto de
Lorenzo Rodrígez también se atuvo al principio vitruviano de
conformidad, pero sólo en lo referente al interior, que repite los
soportes siloescos de la Catedral, incluidos los arcos estriados.
El exterior, en cambio, era algo novedoso que contrastaba ba-
rrocamente con el interior (Fig. 40).
Pá.ra ser más exactos, habría que decir que el exterior cons-
tituía algo nuevo, barroco, a partir de halh:;¿gos históricos. No
nos referimos al neomanierismo implícito en los estípites sino al
37. Querétaro. Adaptación efecto neoplateresco proporcionado por la acumulación deco-
de los soportes siloescos en rativa, de la que los estípites son piezas fundamentales. Las fa-
36. Zacatecas. Soportes siloescos la iglesia del Oratorio de
San Felipe Neri.
chadas del Sagrario Metropolitano, al igual que su larguísima
en la iglesia de la Compañía.

111
110
uno de los padres del Barroco historicista. Nos encontramos,
pues, ante la alegoría del drama de la sociedad y de la arquitec-
tura novohispanas, tal y como veremos más tarde: el esfuerzo
titánico por actualizarse respecto a Europa y España y el irre-
conciliable afán por diferenciarse de ellas.
De momento, como cierre del presente epígrafe, es preci-
so advertir que el efecto plateresco derivado de muchas facha-
das barrocas fue el que movió a Díez Barroso a ver ese tipo de
influencias en los más señeros edificios novohispanos, introdu-
ciendo el concepto de "neoplateresco" como sinónimo de "chu-
rrigueresco"41. Para que resulte esa impresión de conjunto, no
son imprescindibles los estípites. El requisito indispensable es
la aplicación extensiva de la decoración, mejor cuanto más me-
nuda. El Palacio del Conde de Heras Soto, integrado en la ciu-
dad de México del último cuarto del siglo XVIII, es buena prueba
de ello, sin que falte siquiera una monumentalizada versión del
ya conocido canéforo (Fig. 41).

40. Fachada del Sagrario 41. Ciudad de México. Esquina


Metropolitano. del palacio del Conde de Heras
Soto.

progenie, miran retrospectivamente a las fachadas retablo espa-


ñolas del primer tercio del siglo XVI, tapizadas por la labor "al
romano" (Universidad de Salamanca), las cuales, a su vez, eran
una réplica (romanizada) de las fachadas retablo del Tardogótico
(conventual de San Pablo en Valladolid).
Por cierto, Lorenzo Rodríguez era español y había repli-
cado en 1742 que " .. .la ciencia arquitectónica la traje muy am-
plia desde los reinos de España ... " 39, para hacer frente a ciertas
acusaciones vertidas contra él por Miguel Custodio Durán, tío
de Iniesta y, como éste, arquitecto criollo. Además Custodio
Durán había introducido en la Nueva España el"orden salo-
mónico entero", tomándolo de los Disegni de Guarino Guarini40,

39 Cit. RAMÍREZ MONTES: 1990, p. 239.


40
BÉRCHEZ: 1992, P· 165. 41
DÍEZ BARROSO: 1921, p. 92.

112 113
La inagotable riqueza
de la tradición gótica

La superación de los antiguos se podía lograr con sus propios


instrumentos, atendiendo a las diferentes lecturas que de su le-
gado habían sido propuestas a lo largo del siglo XVI, mejor cuanto
menos ortodoxas fueran. Pero eso no era suficiente. El libérrimo
e integrador punto de vista manifestado por Caramuel, armado
sobre una fuerte consciencia de la Historia, obligaba a ir más
allá, a repasar la historia del arte para rescatar conceptos gestados
al margen de la tradición clásica y reprobados por el dogmatismo
de quienes la habían resucitado.
En este orden de cosas, la otra gran tradición artística del
Occidente europeo era la gótica, secularmente enfrentada con el
clasicismo ortodoxo pero protegida con un halo reverencial, más
o menos potente en función del alejamiento de la Roma itálica.
Aun en el Norte de Italia, lo clásico nunca logró aniquilar a lo
gótico, alimentando el Barroco goticista de Borromini, Guarino
Guarini o Bernardo Vittone.
La fuerza centroeuropea del movimiento novator propi-
ció, inevitablemente, la mirada retrospectiva sobre esa Antigüe-
dad Gótica. Esta circunstancia pesó sobre Caramuel con total
legitimidad, dada su ascendencia hispanopolaca. Además, en
este caso, era consciente del prestigio conservado por lo gótico
en España, merced al ya entonces mítico reino católico
hispanovisigodo, conservado en los anales históricos naciona-
les como mártir, víctima de la cimitarra sarracena.
Lo gótico tenía, en ese tipo de contextos, un significado
más amplio que el actual. Desde que el Humanismo renacentista
se descubriera a sí mismo como diferente respecto de la cultura

115
predecesora, y hasta que el positivismo decimonónico estable- ojos con una proporcionada variedad (... ). Las principales
ciera las edades históricas que aún manejamos, gótico fue sinó- colunas que sustentan las bóvedas carecen de convinientes cha-
nimo de no-clásico en Occidente, es decir, poseía unas coorde- piteles, porque se forman de un concurso de colunas delgadas,
nadas temporales extremadamente amplias. Respecto a los y es casi nada el chapitel que corona cada una ... 1•
contenidos, en el ámbito de la arquitectura, el Gótico no signifi-
caba, como efectivamente no significa, sólo bóvedas de crucería, La tendencia a reducir la arquitectura al tipo de soporte,
pilares fasciculados y arbotantes. Era y es algo mucho más am- tan acusada entre los historiadores contemporáneos, es una parte
plio, profundo y complejo. del legado del "padre de la arquitectura" de la que ni siquiera el
Los maestros de la arquitectura gótica lo fueron de una contestatario Caramuel fue capaz de liberarse. Está definiendo
scíentia (especulación teórica) y un ars (capacitación técnica) des- un pilar compuesto por un núcleo cuadrado al que se superpo-
conocidos para los antiguos clásicos. Los elaboradísimos ejerci- nen haces de columnillas o baquetones, con mínimos capiteles
cios geométricos exigidos por la arquitectura gótica sobrepasan, y altura desigual, pues toma por modelo un pilar toral de un
con creces, la teoría vitruviana de las proporciones. Y la ciencia edificio basilical (cualquier catedral gótica), en el que los
estereotómica (arte de la traza de cortes de piedras) del Gótico, baquetones que reciben los arcos y bóvedas de la nave central
la que permite el despiece matemático de las dovelas para cons- suben más que los dirigidos a las colaterales.
truir arcos y bóvedas, se eleva sobre las rudimentarias nociones La Nueva España conserva dos verdaderas obras maes-
para levantar estructuras masivas que transmitió Vitruvio. tras del orden gótico establecido por Caramuel: la iglesia de la
Caramuel, como el resto de los novatores, se dio perfecta cuenta Casa Profesa de la Compañía de Jesús, en la ciudad de México,
de ello, y semejante constatación no pudo por menos que col- y el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en la ciudad de
mar las espectativas de su cultura científico-matemática. San Luis Potosí.
La actual iglesia Profesa, construida por Pedro de Arrieta
entre 1714 y 1720, vino a reemplazar a un edificio levantado en
EL ORDEN GÓTICO 1597-1610. Ante los evidentes arcaísmos que manifiesta el con-
junto, especialmente en los soportes internos, la opinión gene-
Juan Caramuel fue el primer tratadista que reivindicó la validez ralizada es que Arrieta se limitó a reemplazar las cubiertas lígneas
de la arquitectura gótica en letra impresa. Y no sólo eso, sino de la antigua basílica por otras de bóveda sólida y a labrar nue-
que la elevó a la categoría de orden. En la relación de once órde- vas fachadas 2 • Sólo Joaquín Bérchez ha intuido la naturaleza del
nes arquitectónicos por él establecida, el gótico ocupa el octavo fenómeno encamado por el templo jesuítico, advirtiendo en él
lugar, inmediatamente antes del mosaico (salomónico), del at- "un auténtico orden gótico entero" en el sistema de soportes,
lántico y del paranínfico. Siguiendo el criterio vitruviano, la ca-
racterización del orden gótico la realiza a partir del tipo de so-
porte: 1 CARAMUEL DE LOBKOWITZ: 1673, T. II, Pte. II, Art. XII, pp. 74-75/78-79.
2"Los detalles arcaizantes que nos muestra nos inclinan a pensar que Arrieta
sólo sustituyó las cubiertas y labró la portada principal y el segundo cuerpo de
... Supone que algunas colunas, unas redondas y otras quadradas la lateral(... ). Las basas y capiteles, como en la descripción del siglo XVII, son de
o de otras regulares figuras, en parte se hayan penetrado entre orden dórico y muy distintas de las utilizadas por Arrieta en la basílica de
sí, de donde resulta necessariamente que se descubran unos Guadalupe ya que presentan un marcado acento arcaizante" (DÍAZ: 1974, pp. 8-
9; Id.: 1982, pp. 81-82). ANGULO ÍÑIGUEZ: 1950, T. II, p. 532, ya había interpreta-
peda¡;:os de ellas y otros queden occultos, y, como en unas se
do los pilares de la Profesa como derivaciones de los de la Catedral de México,
vee el mástil donde otras tienen sus chapiteles,, se divierten los dóricos por tanto.

116 117
remitiéndolo a los Disegni de Guarini (1686) y a la tradición gó-
tica mexicana, y complementado con los baquetones y el arco
conopial que componen el vano principal de ingreso3 .
En verdad, los pilares compuestos de la Profesa no tienen
nada de dóricos (Fig. 42). Lejos de eso, son una réplica de la
definición dictada por Caramuel, que se les puede aplicar pun-
to por punto. El núcleo ha sido ocultado por haces de columnillas
o baquetones dotados de un capitel minúsculo, y alcanzan dife-
rentes alturas, gracias a la estructura basilical del edificio. Por si
esto fuera poco, la disposición de los baquetones es tal que la
sección resultante de los pilares, más que cruciforme, es
romboidal u oblicuo: el núcleo cuadrado ha quedado inscrito en
otro, sometido a un ángulo rotacional de 45°, de acuerdo con un
ejercicio geométrico de la más pura raigambre gótica.
Queda claro que Arrieta poseía unos conocimientos de la
arquitectura gótica nada superficiales y que iban más allá de lo
que Caramuel enseñaba. Para corroborarlo, podemos prestar 43. Ciudad de México. Iglesia de la Casa Profesa de la Compañía. Exterior.
atención a la composición externa de la Profesa. La impresión
global es de una verticalidad supina (Fig. 43). El intencionado y
gótico distorsionamiento de las proporciones vitruvianas fue
logrado de una manera tan simple como audaz: le bastó a Arrieta
con aminorar las cesuras horizontales e impedir que los
entablamentos interrumpieran las pilastras angulares y las que
flanquean las portadas; asciencen desde el suelo hasta el remate
de las torres y el nivel de cubiertas sin solución alguna de conti-
nuidad.
Con razón pudo decir el cronista Viera, en 1777, que " ... es 44. Ciudad de México. Iglesia de la Casa
de tres naves, y su perspectiva, la de una cathedral completa en Profesa de la Compañía.
su architectura, riqueza y adorno ... " 4 • Arrieta había regalado a Fachada principal.
la Compañía de Jesús una catedral para su Casa Profesa, porque

... casas profesas de la Compañía se llaman aquellas que están


dedicadas para los ministerios que generalmente profesa la

42. Ciudad de México. Iglesia


3 de la Casa Profesa de la
BÉRCHEZ: 1992, p. 154. Previamente, MARCO DORTA: 1973, p. 138, había señala-
Compañía. Pilares.
do una "vuelta hacia el gótico" porque "las jambas parecen baquetones góticos
y el arco termina en forma conopial".
4
VIERA: 1777, p. 233.

118 119
Compañía, fuera de las letras, que este ministerio pertenece a inconfundible aparejo almohadillado que rodea a los mismos
los colegiales. Y los que en las casas profesas viven ordinaria- nichos (pequeño, liso y con dos planos de profundidad) fue des-
mente son profesos de cuatro votos, que se emplean en predi- conocido hasta mediados del siglo XVIII, cuando apareció aso-
car, confesar, responder a casos, acudir a confesiones de ciado a las fachadas con estípites del Barroco citadino (Sagrario
enferemos, visitar cárceles y hospitales, con todos los demás Metropoitano, iglesia jesuítica de Tepotzotlán) y posteriores (igle-
ejercicios que pueden ser de provecho espiritual de las almas sia de la Enseñanza).
(... ),razón por la cual la profesa no se suele fundar sino en ciu- La otra joya del Barroco gótico novohispano es el santua-
dades populosas ... 5 • rio de Nuestra Señora de Guadalupe, en las afueras de la ciu-
dad de San Luis Potosí. Fue trazado y comenzado en 1772 por
Eso es realmente la Profesa: una catedral del siglo XVIII. El Felipe Cleere, tesorero de la Real Caja; en 1777, cuando Cleere
orden gótico se inscribe en el marco espacial característico de se trasladó a México y fue reemplazado por Francisco de Sales
las grandes catedrales góticas: la basílica. Arrieta recuperó la Carrillo, la obra se encontraba ya encapitelada; el interior se dio
iglesia basilical como tipología espacial y estructural gótica y por concluido en 1799 y las torres fueron rematadas en 18067 •
catedralicia. Esta iglesia, de nave única, no daba lugar a pilares torales en el
Respecto a la portada principal (Fig. 44), las jambas ba- interior. El orden gótico entero pasó a la fachada principat y lo
quetonadas constituyen una versión reducida del orden gótico hizo con rasgos verdaderamente grandilocuentes. La calle cen-
interior. El éxito de este detalle fue enorme, especialmente en tral se encuentra flanqueada por sendos pilares cilíndricos, cada
otras iglesias de la Compañía: ya lo hemos visto en la de Oaxa- cual con su cohorte de baquetoncillos. Unos y otros se elevan
ca, y aún lo veremos en las de Gua dalajara y en la de Tepotzotlán. vertiginosamente sin la menor pausa, imprimiendo a la fachada
El arco conopiat que aquí delata su carácter primigenio un ímpetu ascensional que se prolonga en unos campanarios
por la tímida apertura del conopio, obtuvo el mismo éxito, tan- inusitadamente estilizados (Figs. 46-47). Los vanos poligonales
to en retablos como en fachadas. Entre éstas, la que con mayor y los pilares octogonales que ocupan los flancos de las torres
orgullo los ostenta es la iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, completan el léxico gótico del magnífico programa (Fig. 48), jun-
en la ciudad de Oaxaca (Fig. 45). Ocurre, sin embargo, que la tamente con el remate semihexagonal. Y en el interior de las de-
cronología asignada a la misma la hace anterior a la Profesa: la pendencias administrativas, todavía, es posible encontrar un arco
iglesia fue comenzada en 1682; la fachada se concluyó, "supues- conopial con muescas mixtilíneas, volteado sobre unas colum-
tamente", en 1689; las yeserías del presbiterio fueron rematadas nas cuyos fustes se hallan a medio camino entre las estrías
en 1696 y las monjas agustinas pudieron trasladarse a su nuevo helicoidales tardogóticas y las torsiones salomónicas barrocas
convento en 16976 • No creemos que la fachada actuat claramen- (Fig. 49).
te sobrepuesta al edificio documentado, sea la original. Dema- A estos dos edificios señeros les faltó un detalle para com-
siados detalles la ubican en un momento avanzado del siglo XVIII. pletar la recurrencia gótica: el empleo de bóvedas de crucería
las hornacinas conopiales, al igual que las jambas baquetonadas estrellada. No obstante, se trata de un elemento abundantísimo
del vano principat remiten a la Profesa. Las hornacinas poligo- en el Barroco novohispano.
nales que alternan con las conopiales pertenecen a la genera- Las bóvedas más antiguas de este tipo se encuentran en
ción barroca de Arrieta en la ciudad de México. Y el pulcro e la ya citada iglesia de la Congregación de Nuestra Señora de
Guadalupe, en la ciudad de Querétaro (José de Bayas Delgado,
5
Crónica de Andrés Pérez deRivas (S.J., 1654). En CRÓNICAS: 1979, pp. 124-125.
6
MULLEN: 1992, T. I, pp. 107-110. 7
MAZA Y CUADRA: 1969, p. 70.

120 121
1673-1680). Los tramos de la nave única y los brazos del transepto
se cubren con crucería estrellada de terceletes y cinco claves,
que dan lugar a un fuerte y barroco contraste por la presencia de
una cúpula de formas clásicas sobre el tramo crucero (Fig. 50).
El siguiente exponente podría ser la bóveda análoga que
cubre una capilla hornacina en el lado de la Epístola de la iglesia
de San Agustín de la ciudad de México (Fig. 51). Si corresponde
a la homogénea campaña constructiva que dio lugar a todo el
templo actual, habría que fecharla entre 1677 (inicio tras el in-
cendio de la iglesia vieja) y 1692 (consagración) 8 • Entre estas fe-
chas, el único arquitecto profesional documentado en la fábrica
fue Cristóbal de Medina Vargas, que lo era de la catedral Metro-
politana y que, en 1681, demolía la fachada de la vieja conventual
agustiniana 9•
Sin embargo, aquella bóveda es la única que rompe la re-
gularidad clasicista imperante en los abovedamientos (arista y
medio cañón con lunetas), dando la impresión de haber sido
45. Oaxaca. Frachada de la conven- 46. San Luis Potosí. Santuario de añadida después. Aun si fue así, su responsable mejor pudo
tual de Nuestra Señora de la Soledad. Nuestra Señora de Guadalupe.
haber sido Diego de Valverde, fraile agustino que se había apli-
cado al estudio de la arquitectura y que había sido nombrado
superintendente de la nueva fábrica tras el incendio de la ante-
rior. Según un informe de méritos presentado en 1695, él " .. .la
mastreó y dispuso ... ", previa consulta con varios maestros ar-
quitectos de la ciudad 10 • Medina Vargas tenía modelos de
cerramientos góticos en la catedral, pero no consta que los imi-
tara en ninguna de sus obras. Valverde, aparte de que pudo per-
manecer en el seno de la comunidad agustina de México, había
participado, en 1693, en la reconstrucción del Palacio de los Vi-
rreyes, con trazas de Diego Rodríguez y cerca, por tanto, del
jesuita checoslovaco Simón Boruhradsky, al que ya conocemos
españolizado como Simón de Castro.
Seguidamente, habría que colocar el diseño de José Durán
para la Basílica de Guadalupe, en las afueras de la ciudad de
México. Carece de fecha, pero ha de haber sido realizado inme-

47. San Luis Potosí. Santuario de 48. San Luis Potosí. Santuario de 8
ROMERO DE TERREROS: 1951, pp. 10-13; BÁEZ Y MACÍAS: 1992, pp. 35-76.
Nuestra Señora de Guadalupe. Deta- Nuestra Señora de Guadalupe. Pilares 9
FERNÁNDEZGARCÍA: 1981, p. 305.
lle de los pilares baquetonados. octogonales en una de las torres. 10 MARCODORTA: 1935, pp. 113-117.

122 123
51. Ciudad de México. Conventual agustina. Crucería estrellada en una de las
capillas hornacinas.

49. San Luis Potosí. Santuario 50. Querétaro. Interior de la iglesia de la


de Nuestra Señora de Congregación de Nuestra Señora de Como estaba a punto de hacer en la Profesa, Arrieta evitó las
Guadalupe. Portada interior. Guadalupe. crucerías, usando en lugar bóvedas de arista.
Los siguientes hitos se encuentran en la ciudad de
diatamente antes de 1695, fecha en que el propio Durán comen- Gua dalajara, donde la Compañía de Jesús auspició su actual tem-
zó las obras 11 • Sobre un esquema centralizado de fuertes remi- plo entre 1732 y 1741. La crucería estrellada reaparece aquí en
niscencias bramantescas, juega con el contraste establecido a ni- todo su esplendor (Fig. 53), acompañada de un excelente traba-
vel de cubiertas entre cuatro medias naranjas y cuatro bóvedas jo de la piedra. Se encuentra precedida por una fachada en la
de crucería estrellada, las únicas con nervios curvos (combados) que hace tiempo fue advertido un fuerte sabor renacentista o
conocidas en el Barroco novohispano; a medio camino, como en plateresco, por la decoración13, y que incorpora los baquetones
Querétaro, se encuentra la cúpula del tramo crucero, de planta de la Profesa en las jambas de la portada.
octogonal (Fig. 52). El proyecto de Durán no fue llevado a efecto En la misma capital tapatía, se encuentran otras iglesias
íntegramente. La planta quedó establecida por el maestro, pero que repiten el sistema de cubrición por nervadura. La principal
los alzados fueron alterados por Pedro de Arrieta, quien fue ele- es la de Santa Mónica (Fig. 54), conventual de agustinas recoletas
gido para trabajar " ... por aclamación popular en la mayor [fá- fundada en 1720 a instancias, quizá no por azar, del Padre Fe-
brica] que en este tiempo se ha ofrecido y que es la iglesia de liciano Pimentel (S.J.) y de Manuel Fernández de Santa Cruz,
Nuestra Señora de Guadalupe ... " 12 , y quien la concluyó en 1709. Obispo de Puebla que lo había sido, anteriormente, de Guada-

11
ANGULO ÍÑIGUEZ: 1950, T. Il, pp. 528-530.
13
12
Cit. BERLIN: 1947, p. 376, MURILLO: 1927, p. 101.

124 125
lajara 14 • Bastante más tardía es la conventual de capuchinas, que
fue abovedada con el mismo criterio.
Al abrigo de los antecedentes queretanos y jaliscenses, las
bóvedas de crucería estrellada se extendieron hacia el Norte de
la Nueva España, avanzado el siglo XVIII. En la ciudad de Gua-
najuato, aparecen en la iglesia de San Diego Alcalá (1780-1784)
(Fig. 55) y en la iglesia de La Valenciana (1765-1788), si bien, en
la segunda, se trata de bóvedas de arista que fingen el diseño
estrellado mediante quebradísimas yeserías (Fig. 56). Contem-
poráneas de las anteriores son las de la parroquial de Lagos de
Moreno (Jalisco) y las del santuario de Nuestra Señora de Gua-
dalupe en Aguascalientes, entre otras muchas. La última iglesia
acaba por ponemos sobre el aviso, si aún no habíamos caído en
la cuenta, acerca de la insistente asociación establecida entre los
historicismos (preferentemente góticos) y los templos consagra-
dos a la Virgen Morena.
Más puntualmente, ha de ser incluido dentro del cuadro
goticista un tipo de ventana muy peculiar: el geminado o bíforo.
Los ejemplos novohispanos del siglo XVI son varios. Dos ejem-
53. Guadalajara. Interior de la iglesia de 54. Guadalajara. Interior de la
plos alumbran las torres de la conventual dominica de la ciudad la Compañía. iglesia de Santa Mónica.
de Oaxaca, aunque vestidas
ya a la clásica (Fig. 57). La
ventana geminada abierta en
lo alto de la fachada posterior
del Colegio jesuítico de San
Ildefonso, en la ciudad de
México, es una rara avis de su
recuperación barroca (Fig.
58). El edificio actual fue
construido entre 1712 y 1740,
con participación de Pedro
de Arrieta documentada en
173715 . En el interior del mis-
mo colegio, además, se en-
cuentra un detalle habitual
14
ALEGRE: 1766, T. IV, Lib. X, Cap. X, 52. Ciudad de México. Proyecto origi-
pp. 267-268. nal para el santuario de Nuestra Seño- 55. Guanajuato. Interior de la iglesia de San Diego Alcalá.
lSDÍAZ: 1982, PP· 86-87. ra de Guadalupe. (D. Angulo).

126 127
en la arquitectura civil del tardogótico hispano (Palacio del Du-
que del Infantado en Guadalajara, por Juan Guas): las cornisas
interrumpidas por saledizos semicir-culares exornados con se-
ries de arquillos.
El Tardogótico europeo había alcanzado una calidad
inigualable en la configuración de los vanos, siendo éste uno de
los aspectos en los que su inagotable capacidad imaginativa al-
canzó más altas cotas. En España, las portadas y las fachadas
retablo surgidas en torno a Juan Guas y Simón de Colonia cons-
tituyen muestras primorosas. De las fachadas, ya hablamos an-
teriormente. Interesan ahora las portadas, coronadas general-
mente con arcuaciones mixtilíneas que sirven de sinuoso marco
a los motivos relivarios. Entre éstas, carecen de rival las ideadas
por el bretón Juan Guas para sus numerosas obras segovianas,
especialmente la de la sacristía del monasterio de El Parral
(c.1472-1482) (Fig. 59).
56. Guanajuato. Interior de la iglesia de La Valenciana. Esta clase de portadas apenas repercutió en el siglo XVI
novohispano. A lo sumo, se llegó a ecualizar el remate sinuoso
de las mismas, pero simplificando las líneas y eliminendo la
decoración. Eso es lo que se aprecia en la portada de la sacristía
de la conventual dominicana de Coixtlahuaca (Oaxaca, 1576)
(Fig. 60).
Análoga simplificación es la que se aprecia en las relati-
vamente numerosas recreaciones barrocas del motivo, diecio-
chescas todas ellas. Por otra parte, el concepto decorativo de
esta serie de portadas tardobarrocas se emparenta con los vanos
apenachados que difundió por toda Europa el tratado del jesui-
ta Andrea Pozzo (1693-1700). No está de más recordar que el
tratado en cuestión se gestó en Centroeuropa, alimentado por
antecedentes manieristas, sí, pero también al contacto con el más
suntuoso Tardogótico.
57. Oaxaca. Conventual Los ejercicios más tempranos se encuentran en la ciudad
dominica. Ventana bífora en una de San Luis Potosí, aunque con unas más que probables refe-
de las torres (s.XVI). rencias previas a Querétaro y a las empresas arquitectónicas de
58. Ciudad de México. Colegio jesuita de
San Ildefonso. Ventana bífora. la Compañía de Jesús. La iglesia de los carmelitas, trazada en
1741 por el queretano Bartolomé de Rojas, quien ya se ocupaba
de los retablos en 176216, posee una portada de esas característi-
16 MAZA Y CUADRA: 1969, p. 82; MARTÍNEZ ROSALES: 1986, p. 57.

129
128
cas para comunicar el brazo sur del transepto con las depen- A la ciudad de México, estas portadas llegaron con la
dencias conventuales (Fig. 61). En la misma ciudad y por las maestría de Ildefonso Iniesta Vejarano Durán en la parroquial
mismas fechas, se estaba construyendo la mejor y más rica pie- de Nuestra Señora de la Soledad y de la Santa Vera Cruz (1776-
za de toda la serie. Se trata de la ventana posterior de la capilla 1781). Las portadas gemelas abiertas en los frentes de los brazos
de Aránzazu, incluida en el complejo franciscano (Fig. 62). No del transepto, en lugar de penachos, están recorridas por un
P uede neo-ar
o
su naturaleza dieciochesca (estípites), pero el re-
1 . baquetón exageradamente remarcado que emerge de ménsulas
mate, conopial y colmado de decoración, compite con cua qme- tubulares, fórmula característica de la arquitectura española de
ra de las más conspicuas realizaciones tardogóticas. en torno a 1500. No obstante, estas portadas citadinas corren el
En la ciudad de Zacatecas, los jesuitas dejaron dos bue- riesgo de palidecer ante las también gemelas portadas que Fran-
nas muestras en el colegio e iglesia de San Luis Gonzaga (1746- cisco Antonio Guerrero y Torres colocó a los lados del presbiterio
1749). La principal del colegio es una descarada reinterpretación de la Capilla del Pocito (1777-1791), magnífico cierre de la serie
de la fórmula tardogótica (Fig. 63). Las que se abren en los fren- (Fig. 65).
tes del transepto, gemelas, poseen un penacho más discreto, pero Asociados a esta singular categoría de portadas, suelen
el arco que lo precede posee un perfil mixtilíneo muy caracterís- aparecer unos arcos no menos particulares, caracterizados por
tico y sobre el que volveremos después en detalle (Fig. 64). su perfil mixtilíneo, tal y como vimos en la iglesia zacatecana de

59. Segovia (España). Monas- 60. Coixtlahuaca. Conventual dominica. 61. San Luis Potosí. Conventual del 62. San Luis Potosí. Conventual
terio de El Parral. Portada de Portada de la sacristía (s. XVI). Carmen. Portada de la sacristía. franciscana. Ventana en la Capi-
la sacristía (s. XV). lla de Aránzazu.

130 131
la Compañía. Esa modalidad, consistente en tres semicírculos
con sendas escuadras intercaladas, no es la única, pero sí la más
frecuente, hallándose los mejores y más variados ejemplos en la
ciudad de Querétaro. Todas ellas han dado pie a numerosos co-
mentarios, intentando explicar su origen por vía hispanomu-
sulmana y tardogótica simultáneamente17, o por vía oriental es-
pecíficamente china 18 •
La ascendencia hispanomusulmana se justificaría por la
génesis del tipo de arco descrito durante el periodo taifal (s. XI),
pero nos parece un antecedente demasiado remoto, puntual y,
en cualquier caso, nunca exclusivo. El origen chino nos merece
el mismo comentario, aun a pesar de haber sido los jesuitas, pre-
cisamente, los descubridores de los exotismos extremoorientales
para los curiosos ojos de europeos y americanos. En mi opinión,
se trata de un motivo hermanado con los arcos conopiales (apa-
recidos inmediatamente antes, como paso previo) y con las por-
tadas que acabamos de ver: tienen en común el gusto por las
sinuosidades alambicadas del Tardogótico. Si en algo se sepa- 63. Zacatecas. Portada del colegio de 64. Zacatecas. Iglesia de la Compa-
ran de aquellos brillantes precedentes, se debe al propio espíri- la Compañía. ñía. Portada de la sacristía.
tu que mueve los resortes historicistas de la cultura barroca, es
decir, al afan de los modernos por ir más allá que los antiguos
pero aprovechando los mejores logros de éstos. Más aún, en los

17
ANGULO ÍÑIGUEZ: 1950,T. Il, p. 554; BAIRD: 1962, p. 33; MAZA Y CUADRA:
1969, p. 64; MARCO DORTA: 1973, p. 153.
18
"Elementos constructivos mudéjares son ciertos arcos que afectan la forma
oriental. Problema es éste de difícil solución y críticos tan seguros como Angulo
prefieren dejar el problema al margen, diciendo que son acaso coincidencia en
las formas más bien que imitación directa o influencia. Sin embargo, no en to-
dos los casos puede desecharse de plano la idea de una influencia morisca. El
caso de los arcos de Querétaro en los cuales se ha visto influencia mudéjar, pare-
ce ser aquel en que menos debe hablarse de esa influencia, puesto que, salvo en
los tres arcos del Museo de Pinturas, antes convento de San Francisco,, en que sí
hay cierto remedo en la forma de los arcos contiguos y cruzados, los demás
parecen recordar más bien los edificios chinos como aquellas pagodas de porce-
lana en que la visión de algo completamente fantástico, cubre un gran espacio.
De manera que esos arcos de Querétaro más bien son arcos barrocos con in-
fluencia asiática" (TOUSSAINT RITTER: 1946, p. 30). Mucho más recientemente,
CHANFÓN OLMOS: 1991, p. 27, ha subrayado el importante papel desempeñado
por el contacto comercial con China, como fuente de influencias artísticas, aun-
que sólo señala como tales sedas, marfiles y lacas. 65. Ciudad de México. Capilla del 66. Querétaro. Colegio de la Compa-
Pocito. Portada de la sacristía. ñía. Arcos mixtilíneos.
132
133
casos donde se combinan segmentos curvos y rectos, puede ser
apelado, también, el gusto por las matemáticas y los juegos
geométricos.
Los arcos mixtilíneos fueron característicos del Barroco
del siglo XVIII, y llegaron a convertirse en un leitmotiv del novo-
hispano, pero eso no debe diluir los puntos clave de su génesis
y de su desarrollo, que se encuentran, una vez más, en el ámbito
de la Societas Jesus. Los más antiguos fechados son los de los
colegios jesuíticos de la ciudad de Querétaro, que son, igual-
mente, los más ricos y variados no sólo ahí sino en toda la Nue-
va España. Ya vimos cómo la iglesia queretana de la Compañía
se estaba obrando en 1654, con unos pioneros herma barrocos en
su fachada. En vida del mecenas Don Juan Caballero de Ocio
(m.1707), el mismo que costeó la vecina iglesia guadalupana
(1673-1680), los jesuitas comenzaron a reconstruir el colegio (de
San Ignacio) y a ampliarlo con otro más (de San Francisco Ja-
69. Ciudad de México. Merlones en el palacio de la Inquisición
y en la Aduana.

vier), obras que dieron por concluidas en


1755 19 • Ahí aparecen arcos mixtilíneos
como el más común descrito, pero en ver-
sión más rica (Fig. 66), acompañados por
otras variaciones (Figs. 67-68). Los más
cercanos en el tiempo a los arcos de
Querétaro se encuentran en los patios del
colegio jesuítico de San Ildefonso, en la
ciudad de México (1712-1740).
Otro elemento compartido por la
tradición cristiana occidental y por la
hispanomusulrnana y, también, recupe-
rado por la arquitectura barroca novo-
hispana, son los merlones. Los asumidos
por la arquitectura doméstica y conven-
tual desarrollada en la Nueva España del
67. Querétaro. Colegio de la 68. Querétaro. Colegio de la Compa- siglo XVI, aunque comparables a algunos
70. Huejotzingo. Conven-
Compañía. Arco mixtilíneo. ñía. Arco mixtilíneo.
tual franciscana. Cadena
19
ZELAA E HIDALGO: 1803, pp. 46-47. en la portería (s. XVI).

134 135
exponentes prehispánicos, procedían de la arquitectura cristia- Por último, habría que añadir dos motivos decorativos
na bajomedieval, que los había tomado prestados, en última ins- pertenecientes al repertorio tardogótico, también con modelos
tancia, de las fortificaciones hispanomusulmanas del periodo hispanos en las obras de los círculos arquitectónicos encabeza-
almohade. Se trata, en todos los casos, de merlones compuestos dos por Simón de Colonia y Juan Guas, a finales del siglo XV.
por un prisma cuadrangular y un remate piramidal. Numero- Son los eslabones de cadenas y la figura del salvaje.
sos edificios civiles, todos del siglo XVIII y, sobre todo, en la ciu- Las cadenas ciñen los muros españoles de la capilla del
dad de México, recuperan el motivo observado en la primera Marqués de Vélez en la catedral de Murcia y en el Colegio de
arquitectura local. Los merlones barrocos más tempranos de- San Gregario de Valladolid, así como en el cimborrio de la cate-
ben de ser los que coronan los paramentos del Palacio de la dral de Orense, obras todas de la década de 1490. En la Nueva
Inquisición (Pedro de Arrieta (1732-1737) y la sede de la Adua- España, recorren la rosca de uno de los arcos de la portería
na, frontera al anterior (Fig. 69). El edificio de la Aduana data de conventual de Huejotzingo (Puebla, 1544-1571) (Fig. 70). La ver-
1731, pero fue ampliado y modificado en 1781 por José Eligio sión barroca de este motivo, realizada en 1780 por el arquitecto
Delgadillo, sin saberse a ciencia cierta en qué medida este ar- José Eligio Delgadillo, se encuentra en la cornisa del Palacio del
quitecto, que por las mismas fechas recreaba cadenas decorati- conde de la Torre Cosío, en la ciudad de México (Fig. 71).
vas tardogóticas en otro edificio civil de la ciudad de México, se El tema del salvaje es característico del Tardogótico
ciñó a la obra antigua. centroeuropeo, de donde pasó al español, sobre todo a partir de

71. Ciudad de Mé-


xico. Cadena en el
palacio del conde
de la Torre Cosío.

72. Mérida. Salvaje


en la portada de la
casa de Montejo.

73. Ciudad de México. Hércules salvajes en el palacio de Moneada.

136 137
su empleo por parte de Simón de Colonia en la capilla del Con- LA ARQUITECTURA POLIGONAL
destable, en la catedral de Burgos (1482-1492), flanqueando al
blasón del titular. La única pareja de salvajes que nos ha legado Las especulaciones geométricas son consustanciales a la arqui-
el siglo XVI novohispano flanquea la portada de la casa de Mon- tectura gótica: toda su scientia se resuelve en términos preferen-
tejo, en Mérída (Yucatán, -1549) (Fig. 72). La réplica barroca co- temente_ geométricos, complementarios de los aritméticos que
rresponde al palacio de Moneada, en la ciudad de México, tra- caractenzan a la arquitectura clásica. Al fin y al cabo, la obra
zado por Francisco Guerrero y Torres, quien trabajaba en él en que reveló el secreto mejor guardado de las logias germanas fue
1779; en ese momento, el maestro fue despido por el propieta- un opúsculo publicado por Matthieu Roriczer (Ratisbona, 1486),
rio, hallándose la obra levantada hasta el primer piso 20 • Inmedia- en cual enseñaba a extraer el alzado de un pináculo a partir de
tamente debajo de ese nivet campean dos soberbios salvajes, en su planta. La solución de detalle, igualmente válida para cues-
idéntica actitud que sus predecesores tardogóticos (Fig. 73). tiones de conjunto, no era otra más que la multiplicación de cua-
No obstante, la iconografía del salvaje en el palacio cita- drados decrecientes inscritos en sí mismos y girados 45°.
dino se encuentra hibridada con la de Hércules, que fue su su- Por otra parte, el empleo de bóvedas de crucería concen-
cesor renacentista. Lo mismo ocurre con las dos representacio- tra los empujes de la estructura y los dirige hacia los ángulos
nes hercúleas que participan en la decoración de la casa de los del cuadrángulo que forma su planta. Para contrarrestar esas
Muñecos, en la ciudad de Puebla (1769-1773) (Fig. 74), donde, fuerzas diagonales, existen dos soluciones. Una consiste en dis-
por cierto, los restantes 1notivos proceden del repertorio figura- poner los contrafuertes en la misma línea diagonal. Otra, en cor-
tivo de finales del siglo xvr21• tar esa línea perpendicularmente, es decir, achatar los ángulos
Hubo, no obstante, un aspecto del orden gótico barroca- del-cuadrado y transformarlo en un octógono, que es el resulta-
mente concebido cuyo desarrollo fue materialmente inviable en do, en suma de superponer dos cuadrados iguales girados 45°.
la Nueva España. Se trata de la intervención arquitectónica so- De ahí los ábsides semihexagonales y semioctogonales y las nu-
bre edificios medievales, no tanto para restaurarlos en el senti- merosas estructuras entera-
do actual como para "perfeccionarlos" mediante la adición de mente octogonales (pilares,
elementos ajenos al contexto originat en consonancia con la idea torres, cimborrios) caracte-
de modernidad anteriormente analizada. A esta mecánica obe- rísticos de la arquitectura
decen las numerosas "restauraciones" operadas por Giovanni gótica. Éstas iban a ser, pre-
Santini en Bohemia, paralelas, por ejemplo, a la intervención de cisamente, las formas predi-
Narciso Tomé en la Catedral de Toledo para abrir el celebrado lectas de la arquitectura ba-
Transparente (1729). La personalidad "historicista" del decora- rroca novohispana.
dor español venía avalada por su participación en la obra de la El elemento más sencillo
fachada de la Universidad de Valladolid (1714), donde se preten- de este vocabulario es el pi-
dió representar a los reyes de la Reconquista con las prendas lar octogonal, especialmen-
correspondientes a su contexto medieval. te caro al Tardogótico. Para
el siglo XVI novohispano,
puede ser apelado como
20BERLIN: 1947, p. 381.
21PALM: 1978, pp. 36-37. Constan representaciones novohispanas barrocas de
Hércules en 1650, 1696, 1709 y 1761 (MAZA Y CUADRA: 1968, pp. 75, 137, 142 y 74. Puebla. Hércules en la casa de
206). los Muñecos.

138 139
ejemplo el patio de servicio del convento franciscano de Puebla
(c.1550). Las versiones barrocas de este soporte fueron más pró-
digas que las originales, repitiendo exactamente las mismas
molduraciones. Basten para ilustrarlo los pilares octogonales que
forman la lonja aneja a la iglesia de la Valenciana, en las afueras
de la ciudad de Guanajuato (1765-1788) (Fig. 75), o los que deli-
mitan el patio de una casa levantada por esas mismas fechas en
las afueras de la ciudad de México: la que alberga actualmente
al Bazar del sábado, en San Ángel (Fig. 76).
Existen, empero, unos pilares barroco-góticos sin compa-
ración en toda Nueva España. Son los que delimitan el patio del
palacio del conde del Valle de Orizaba (Casa de los Azulejos) en
la ciudad de México (d.1751). Dos son las notas que los colocan
por encima de los restantes ejemplos: sus estilizadísimas pro-
porciones, inconfundiblemente góticas, y la menuda decoración
que recorre cada una de sus ocho caras, de alto a bajo (Fig. 77).
Estas características son tan singulares como las de la única obra 75. Guanajuato. Pilares octogonales
del Tardogótico europeo que se le puede comparar: los pilares en la lonja de la iglesia de
que separan las naves de la iglesia jerónima de Belem (Lisboa, La Valenciana.
Portugal, 1498). Al patio capitalino, además, se abren ventanas
conopiales.
El gusto por este tipo de soportes entre los arquitectos
novohispanos fue más allá de la cita estrictamente gótica, em-
pleándolos bajo una sintaxis desconocida entre los anteceden-
tes originales, superándolos, como pretendía Caramuel. Son
varias las portadas y fachadas barrocas de la Nueva España que
se valieron de un orden poligonal, transformando los pilares en
pilastras. En la portada lateral de la iglesia de San Cristóbal, en
la ciudad de Puebla (Carlos García Durango, 1666-1687), se en-
cuentra lo que Joaquín Bérchez ha calificado como un "tempra-
no y aún algo tosco orden poligonal "entero'", por comparación
con lo que habría de ser la versión más acabada del mismo, apre-
ciable en la fachada de la conventual agustiniana de la ciudad 77. Ciudad de México. Pilar octo-
gonal en la casa de los Azulejos.
de Querétaro (1731-1736) 22 (Figs. 78-79).

76. San Ángel (Ciudad de México). Pi-


lar octogonal en el Bazar del Sábado.
22
BÉRCHEZ: 1992, p. 101.

140 141
Si el pilar octogonal puede ser considerado la manifesta-
ción más elemental de la poligonalidad gótica, la conversión de
las cúpulas circulares de la tradición clásica en cimborrios
octogonales puede ser el extremo complejo. El paisaje barroco
de la Nueva España es un paisaje cupulado, pero, salvo raras
excepciones (localizadas en los extremos del periodo cronoló-
gico), las estructuras que coronan los tramos cruceros ochavan
la estructura clásica, quebrando drásticamente uno de los dog-
mas vitruvianos y aproximándose a la práctica gótica. La taxativa
regla de Vitruvio era la que glosaba Diego de Sagredo en 1526:

... Hizieron los maestros antiguos estatuto: que todo lo que


labrassen y edificassen se formasse sobre el redondo o sobre el
quadrado, y todo lo que fuera de estas dos figuras se hallare
sea tenido por falso y no natural...

Las cúpulas del barroco novohispano, pues, no corres-


ponden con la definición precisa de esta estructura de raigam-
bre clásica. Los antecedentes podrían encontrarse en la arqui- 78. Puebla. Portada lateral de la iglesia 79. Querétaro. Fachada de la
de San Cristóbal. conventual agustina.
tectura madrileña de la primera mitad del siglo XVII, donde el
tratadista agustino Fray Lorenzo de San Nicolás (1630) enseña-
ba a construir cúpulas encamonadas con tambor y bóbeda cir-
culares al interior pero octogonales al exterior23 • Tal ambigüe- La primera cúpula novohispana que violó el precepto de
dad es la que todavía manifiesta, por ejemplo, la que cubre el Vitruvio fue la de la catedral de Puebla, terminada en 1649, con
tramo crucero de la iglesia de la Congregación guadalupana en los impulsos del obispo-virrey Palafox y la traza de su brazo
la ciudad de Querétaro (1673-1680), circular interiormente y constructivo, el Licenciado español Pedro García Ferrer, otro clé-
poligonal al exterior. El Profesor Angulo caracterizó las cúpulas rigo más que interesado por la arquitectura. En el panegírico
barrocas novohispanas por su configuración a través de un "tam- publicado un año más tarde, Tamariz Carmona comenta que
bor y bóveda esquifada octogonales" y la utilización de un "trián- " ... el pináculo, con su media naranja y cúpula [... tiene ... ] en el
gulo alabeado" en lugar de la pechina24 . En realidad, más que cuerpo ocho ventanas ... ", parejas con las ocho pilastras de la lin-
de cúpulas (media esfera armada sobre un tambor cilíndrico), terna25.
habría que hablar de cimborrios, en tanto que versiones cuadra- La siguiente hubo de ser la de la catedral de Morelia
das u octogonales de la estructura clásica, gestadas en el contex- (Michoacán). Las trazas las realizó Vicencio Varoccio Escallola
to medieval. El hecho de que los triángulos alabeados de las en 1660, dos años después de haber sido nombrado maestro
cúpulas novohispanas sean, stricto sensu, trompas, las identifica mayor de la catedral que iba a ser comenzada. En aquellos mo-
aún más con los precedentes bajomedievales. mentos, los principales maestros de la ciudad de México exami-
23 ANGULO ÍÑIGUEZ: 1950, T. II, p. 513. 25
24
Id. p. 512. TAMARIZ CARMONA: 1650, pp. 21-22.

142 143
naron las trazas de Varoccio y centraron todas sus objeciones en La poligonalización de la cúpula inicialmente prevista
el" cimborrio"; entre aquellos arquitectos figuraron Luis Gómez para la catedral de México, en efecto, no parece debida al maes-
de Trasmonte y Rodrigo Díaz de Aguilera, maestro mayor y tro mayor ni al aparejador. Más bien se revela como el fruto de
aparejador, respectivamente, de la catedr.al de M~~co. Ante esto, la emulación del cambio obrado en la catedral de Puebla, por
el Virrey dio el visto bueno a la traza, sm modificarla pero ad- voluntad de las autoridades episcopales. Ha de tenerse en cuenta
virtiendo que sería realizada una nueva consulta cuando la obra que la modificación, en el caso metropolitano, se produjo en unos
llegase al punto de cerrar el susodicho cimborrio. Ahí se llegó momentos comprendidos entre el fugaz y polémico traslado a
en 1699, cuando el romano llevaba siete años muerto. Los nue- México, desde Puebla, del ya arzobispo-virrey Palafox y Men-
vos maestros convocados ratificaron el proyecto original, que doza, por un lado; y la llegada, procedente de la misma sede y
sólo fue modificado en escala y pequeños detalles en 1702, con los mismos títulos, de don Diego Osorio de Escobar y Lla-
cuando Antonio de la Cruz, enviado como inspector por el Vi- mas. Este último arribó a la capital del Virreinato unos meses
rrey: aconsejó transformar las ventanas ovaladas en rectangula- antes de que fuera construida la cúpula.
res; reducir la altura del tambor y de la linterna26 • ~ntonio de la Una vez aceptada la octogonalización de la cúpula en las
Cruz nunca criticó la planta octogonal, que ya debla estar esta- sedes episcopales, pasó a coronar los tramos cruceros de las res-
blecida cuando él giró su visita, de manera que ha de corres- tantes categoría eclesiales ordinarias (parroquiales, conventuales)
ponder a la idea de Varoccio (Fig. 80). . , . y extraordinarias (santuarios, capillas). La Nueva España no
Las críticas desoídas en 1660, en cambio, s1 debieron refe- volvería a contar con una cúpula ortodoxa hasta principios del
rirse a la osadía de ochavar la cúpula. No deja de resultar extra- siglo XIX, salvo contadas excepciones (Capilla de Aránzazu en e~
ño que, pese a las reticencias manifestadas en Morelia po~ Juan convento franciscano de San Luis Potosí) entre las que destaca
Gómez de Trasmonte y Rodrigo Díaz de Aguilera, ellos mismos la Capilla del Pocito (1777-1791), de Guerrero y Torres. Una cú-
introdujeran este cambio en la cúpula de la catedral de M~xico. pula, de las que pueden ser consideradas cánonicas por su es-
Recordemos, además, que Díaz de Aguilera fue un arqmtecto tructura, se hace acompañar por otra octogonal y otra oblicua
sigularmente vitruvianista, que anotó un ejemplar del tratado (Fig. 81).
de Vitruvio para clarificarlo, no para criticarld7 • Isidro Sariñana Por último, a medio camino entre los pilares y las cúpu-
describió la cúpula obrada en la catedral de _Mé~ico en 166~, las octogonales, se encuentran otras dos formas arquitectónicas
casi totalmente reconstruida por Manuel Tolsa a fmales del SI- poligonalizadas que, aunque conocidas de antemano en la ar-
glo XVIII: quitectura europea, alcanzaron tanto éxito en la Nueva España
que obtuvieron carta de naturaleza en ella. Se trata de los arcos
... cerrose el círculo de cantería, en que se mueve el fanal de la poligonales y de los edificios con una esquina en chaflán. En
cúpula, en diez de junio de 1664 (... ). En los cuatro ángulos, anbos casos, se trata de desacatos a la autoridad clásica inspira-
donde mueven los arcos, se levantan cuatro pechinas que, si- dos en la poligonalidad del Gótico y que, además, satisfacían el
guiendo el balance y movimiento de los arcos, cierran a la mis- culteranismo geométrico-matemático de los intelectuales
ma altura de sus claves en triángulos equiláteros, haciendo en novohispanos.
su eminencia figura ochavada (... ).El cerramiento de la cúpula La Porta Pía (labrada por Miguel Ángel en Roma y lite-
- 1gua
es terciado y sigue la figura del banco en och o panos . 1es ...28
ralmente reproducida en la capilla de la Tercera Orden de Atlixco
26BERLIN: 1954, PP· 148-154.
27 TOUSSAINT RITTER: 1950, pp. 85-88. en el grabado del interior de la Catedral que muestra la pira funeraria dedicada
zssARIÑANA: 1668, pp. 24 y 31-32. El interior de esta primera cúpula es visible a Felipe IV, publicado por el mismo autor.

144 145
(Fig. 83), semidecagonaP0 • No obstante, la versión que cristalizó
en mayor medida, la más estandarizada, fue la semioctogonat
especialmente grata a Pedro de Arrieta.
La identificación de todas estas arcuaciones poligonales
con la tradición gótica se evidencia en un juicio del arquitecto
italiano Antonio Bernasconi, quien, en un informe sobre las rui-
nas mayas de Palenque realizado en 1785 para remitirlo aMa-
drid, concluyó que " .. .las bóvedas están cerradas a lo gótico ... " 31 •
Puesto que las falsas bóvedas mayas carecen de las nervaduras
características de las góticas, tal asociación sólo pudo deberse a
la sección triangular (con la cúspide aplanada pero sin formar
un semihexagono) resultante por la aproximación de hiladas en

80. Morelia. Cúpula de la 81. Ciudad de México. Exterior de la Ca-


Catedral. pilla del Pocito.

(Puebla) a finales del siglo XVII) se considera el antecedente más


remoto de los arcos poligonales del Barroco novohispano, se-
guida por numerosas obras siscentistas europeas (Borromini,
Rubens) y españolas (portada de las Agustinas de Salamanca;
1635; Capilla de San Isidro de Madrid, 1643) 29 • En España, pron-
to pasó la moda del arco poligonat reapareciendo sólo en espo-
rádicas aplicaciones (fachada de la Universidad de Valladolid,
1715, Narciso Tomé).
Los primeros arcos poligonales fechados en la Nueva Es-
paña forman las portadas de la conventual de la Concepción, en
la ciudad de México (1655) (Fig. 82), con el intradós semihexa- 82. Ciudad de México. Arco poligonal 83. Querétaro. Arco poligonal en
gonal y el trasdós aún semicircular. El siguente se encuentra en en la conventual de la Concepción. la fachada de la iglesia de la
la portada del templo de la Congregación de Nuestra Señora de . Congregación de Nuestra Seño-
Guadalupe, en la ciudad de Querétaro (José de Bayas, 1673-1680) ra de Guadalupe.

30
Id. pp.122-123.
31
29BÉRCHEZ: 1992, PP· 123-124. Cit. ANGULO ÍÑIGUEZ: 1939, T. II, p. 711.

146 147
aquéllos arcos y bóvedas prehispánicos (Fig. 84). Más adelante,
veremos cómo los criollos novo hispanos investigaron el pasado
histórico prehispánico, rescatando ciertas particularidades ar-
tísticas. Pero no nos consta que estableciesen la más mínima re-
lación entre los arcos poligonales barrocos y los falsos arcos
mayas. Además, como hemos visto, tampoco fue necesaria para
explicar la aparición y desarrollo de aquéllos.
Respecto a las fachadas ochavadas, la primera fue la con-
cebida por Pedro de Arrieta en el Palacio de la Inquisición (1732-
1737). En 1732, cuando el propio Arrieta defendió su proyecto,
hizo notar cómo para " ... el mayor lucimiento de decencia, he
discurrido ochavar la esquina de hacia la plazuela de Santo
Domingo y dar en ella la puerta principal, en que podía ostentar
y ser cosa notable su arquitectura ... "32 • Los arquitectos que lo
ratificaron dejaron constancia, asimismo, de la primicia y el in-
genio contenidos en la invención de Arrieta: la portada en la
esquina " ... quedará con notable hermosura y con la novedad de
singularizarse por única en este reino ... "33 •
84. Campeche. Bóveda maya en el 85. Ciudad de México. Fachada del
La fachada inquisitorial habría provocado las iras de palacio de Edzná. palacio de la Inquisición.
Vitruvio, pero era la obra de un arquitecto barroco con profun-
dos conocimientos de la arquitectura gótica, como ya vimos a
propósito de la Profesa. Para que nada faltase en el juego
poligonal, los vanos de la fachada son semioctogonales. Y, para
completar el enorme guiño goticista, las jambas de los mismos
vanos están formadas por los consabidos haces de baquetones,
y el remate de todos los muros corre rimado por los merlones
que habían sido tan habituales en los conventos novohispanos
del siglo XVI (Fig. 85).
Los ecos de la creación inquisitorial de Arrieta fueron
numerosos: la Casa de Moneda de la ciudad de San Luis Potosí
(1764, atribuida a Felipe Cleere), la casas del Conde de Súchil en
87. San Luis Potosí. Patio de la Casa
la ciudad de Durango (1770) y las finiseculares Casa Chata de de Moneda.
Tlalpan (México) y el colegio de San Nicolás de Pátzcuaro
(Michoacán)34 • La potosina Casa de Moneda (o Real Caja), trans-

32
Cit. BERLIN: 1945, p. 87.
33
Id. p. 90.
34
MAZA Y CUADRA: 1969, pp. 21-22. 86. San Luis Potosí. Fachada de la
Casa de Moneda.

148
149
mite el ochavamiento al patio, que había permanecido cuadra- vertir los cán?nes de la tradición clásica, y para hacerlo, nueva-
do en la obra de Arrieta (Figs. 86-87). El patio de la casa Chata, mente, a partir de las experiencias góticas.
por su parte, incorpora pilares octogonales. . Los arquitect~s barrocos novohispanos se dejaron sedu-
Cir por la manera oblicua de edificar, y son muchos los ejemplos
que se podrían citar aquí. Uno de los recursos más frecuentes
LA ARQUITECTURA OBLICUA par~ introduc!r la oblicuidad consistió en utilizar pilastras so-
metidas a un angu~o rota~ional de 45° con respecto al paramen-
El rasgo más novedoso del tratado de Caramuel es, en cierto to. Se trata de la misma formula, consustancial a la ciencia góti-
modo, el tratamiento de la arquitectura oblicua. No es que la ca, que transformaba al cuadrado en un octógono.
arquitectura oblicua fuera materia novedosa, pues la construc- , . Entre las más tempranas, se cuentan las que forman el
ción armónica con ángulos oblicuos era conocida desde antiguo ultrmo cuerpo de las portadas del convento de San Bernardo
y fue magistralmente desempeñada por los arquitectos góticos. (1685-1690), en la ciudad de México, una de las muchas obras
Lo novedoso, y así lo declara el autor, es que se le conceda un que Pedro de Arrieta afirmó haber " ... maestreado y dirigido ... "
tratamiento individualizado y amplio: cuando fue nombrado maestro mayor de la catedral de México
Y del Palacio de los Virreyes (Fig. 88). Incidentalmente las es-
... Aedificare obliqua es edificar muros que, con otros con quie- trías quebradas que recorren las columnas del cuerpo Werior
nes hazen ángulo obliquo, tengan buena correspondencia( ... ). P~?ceden del léxico manierista nórdico (Blum, Dietterlin) 37, taro-
Estas obras obliquas, que, como havemos visto, fueron raras y bien usadas por Leonardo Figueroa en el
poco conocidas de la Antigüedad, en nuestro siglo han sido fe- sevillano Colegio de San Telmo (1724-
lizmente executadas por algunos, pero, explicadas dignamen- 1734).
te, de nadie... 35 • De 1692 datan las pilastras que
flanquean la fachada de conventual
Tradicionalmente, los tratados de arquitectura que seguían franciscana de Guadalajara Galisco). Aná-
la tradición vitruviana se habían limitado a estudiar la arquitec- logas son las que enmarcan la portada de
tura recta, es decir, la basada en el empleo del ángulo recto (cua- la Capilla de Loreto, aneja a la iglesia de
drado y rectángulo) y del círculo. Las versiones oblicuas de esas la Compañía de San Luis Potosí y reali-
dos figuras serán el paralelogramo (respecto del cuadrángulo) z~da a principios del siglo XVIII; aquí, esas
y la elipse (respecto al círculo) 36 • Una generación de intelectua- pilastras van acompañadas por unas co-
les como Caramuel, obsesionada por la totalización del saber, lumnas salomónicas absolutamente ca-
no podía dejar de integrar la oblicuidad en la teoría arquitectó- nónicas, como las que alabó y definió
nica. Y tampoco podía dejar de hacerlo porque, al mismo tiem- Caramuel en su tratado (Fig. 89).
po, esa integración constituía un ataque contra la tiranía del cír- Más notorio es el ejemplo de la
culo y del cuadrado, en estado puro, dictada por Vitruvio. La Capilla de Jesús Nazareno (c.1693-1706)
arquitectura oblicua, en suma, se convertía en un arma para sub- adosada a la iglesia de San José, en Pue-
bla. Las disposiciones oblicuas de los
machones esquineros se hacen acompa-
35 88. Ciudad de México.
CARAMUEL DE LOBKOWITZ: 1673, T. Il, Pte. Il, Trat. IV, Art. l, pp.2/94 y 4/96.
37 Portada de la conven-
36
Id. Art. III, p. 5/97. BÉRCHEZ: 1992, p. 93.
tual de San Bernardo.

150
151
sino con la línea diagonal ubicada entre ambos. Las torres de la
fachada de la iglesia de San Hipó lito y los Santos Mártires, en la
ciudad de México, con su giro de 45°, se hacen eco de una prác-
tica extendida durante la década de 1720 en Centroeuropa (San
Juan de la Roca en Prapa) y en España (Catedral de Cádiz).
Llega un punto en que la arquitectura oblicua requiere
un especial dominio del arte de la cantería, de la estereotomía.
Según Caramuel:

... Has menester saber cómo se han de deliniar y labrar pedes-


tales, bases, col unas, chapiteles y cornixones para que, con gra-
cia y sin deformidad ninguna, se coloquen en una superficie
inclinada ...39 •

Es precisamente aquí donde Caramuel concede mayor


protagonismo a la arquitectura gótica (en sentido lato). Le ad-
89. San Luis Potosí. Iglesia de la,Compañía. Fachada de la Capilla de Loreto. mira que, " ...para ser bien executada, pide que con gran ingenio
y no sin gran cuydado y advertencia se proceda en sus cortes ... " 40 •
ñar por unos balaustres que adquieren oblicuidad para adap- Caramuel ya intuía que los arquitectos "godos" habían sido los
tarse a la curvatura del remate superior en el que se insertan. inventores del arte de la montea, una idea que se vislumbraba
Por añadidura, el basamento consiste en hiladas de aparejo rús- entre los críticos clasicistas del siglo XVI y que sería completa-
tico, a la manera de Serlio38 • mente explicitada en el siglo XVIII. En cierto modo, no les faltó
El estípite, en su modalidades adosada y exenta, interrum- razón.
pió los juegos rotacionales. Cuando, pasada aquella moda fe- La tradición clásica transmitida por Vitruvio no enseña-
bril, las fachadas novohispanas recuperaron el uso de la colum- ba a cortar piedras, porque su arquitectura era eminentemente
na, la oblicuidad,se hizo notar girando alternativamente los masiva y arquitravada. El despiece correcto de las dovelas que
basamentos de las mismas, de modo que unos fueran paralelos componen arcos y bóvedas fue desarrollado por la arquitectura
al muro de la fachada y otros manifestaran un giro de 45°. Así , gótica, francesa inicialmente. Fue en la Francia del siglo XVI don-
ocurre en la parroquial de Santiago Tianguistenco (1755-1770) y de esa ars gótica fue aplicada a la scientia clásica, tal y como evi-
en la iglesia del Oratorio de San Felipe Neri, en la ciudad de dencian los libros de montea de Philibert Delorme y de Andrés
Querétaro (1786-1804). En esta última, el carácter marcadamente y Alonso de Vandelvira, escritos en la década de 1560 en Fran-
exento de pedestales y columnas hace más acusado el ejercicio cia, el primero, y en España (en un contexto afrancesado), el se-
matemático (Fig. 90). gundo.
El mismo ejercicio rotacional fue aplicado, con mayor Los tratadistas novatores se esforzaron por insuflar nueva
efectismo, a las torres en fachada, de tal manra que no guarda- vida al arte de la montea. Ahí está el caso de Caramuel. En Es-
ran paralelismo ninguno con los ejes longitudinal y transversal
39
CARAMUELDE LOBKOWITZ: 1673, T. II, Pte. II, Trat. VI, Art. IX, p. 13/105,
40
38 Id. p. 142. Id. Trat. V, Art. XII, p. 74.

152 153
paña, su admirador Tomás Vicente Tosca (1707) hizo lo mismo.
Y menos casual resulta que, en Italia, el primer estudio estereo-
tómico se encuentre en el tratado de Guarino Guarini, filo gótico
confeso.
Los mejores arquitectos novohispanos del siglo XVIII fue-
ron consumados maestros en el arte de la montea, siendo algu-
nas de sus obras, además de oblicuas, verdaderos homenajes a
cortes antológicos del siglo XVI. Algunas de aquellas obras maes-
tras quinientistas se conservaban en la Nueva España. Ésas y
otras tenían seguros antecedentes en la escuela de cantería an-
daluza, cuyo repertorio puede seguirse a través del manuscrito
Libro de trai¡aS de cortes de piedras de Andrés y Alonso de
Vandelvira. No en vano, la arquitectura barroca andaluza tam-
bién es pródiga en cortes oblicuos (catedral de Cádiz, 1720, por
Vicente Acero).
La arquitectura oblicua de inclinación es indispensable
cuando se quiere cerrar un orden arquitectónico con un remate
poligonal. El ejemplo más acabado lo tenemos en la fachada del
santuario de Nuestra Señora de Guadalupe construido por Feli-
90. Querétaro. Fachada de la 91. San Luis Potosí. Remate oblicuo en la
fachada del santuario de Nuestra Señora
pe Cleere en la ciudad de San Luis Potosí. Los soportes góticos
iglesia del Oratorio de San
Felipe Neri. de Guadalupe. que ascienden vertiginosamente desde el suelo chocan contra el
plano inclinado (oblicuo) del remate semihexagonal, dando lu-
gar a unos magníficos capiteles oblicuos (Fig. 91). Entre los cor-
tes novohlspanos del siglo XVl, éste sólo encuentra punto de com-
paración en la portada de la conventual de Cuilapan (Oaxaca,
c.1559-1575) (Fig. 92). No obstante, si, como parece, Cleere era
francés, lo que le sobraban eran modelos.
Con todo, el propio Caramuel asegura que " ... el mayor
uso que puede tener la obliquidad de inclinación es en las esca-
leras ... ". Si una escalera se diseña con columnas o balaustres rec-
tos, " ...hazen aquellos chapines triangulares (<;oquetes se llaman)
mala vista, y peor los chapiteles rectos, que no concuerdan con
92. Cuilapan. Conventual dominica. Portada con remates oblicuos (s. XVI).
la cornixa obliqua, sino que se unen por violencia y sin gracia
con otros <;oquetes triangulares ... " 41 .
Efectivamente, cuando los capiteles o balaustres no se
adaptan a la inclinación de la escalera, la diferencia de ángulo

41
Id. Trat. VI,Art. I,p.l9/lll.

154 155
obliga a introducir una cuña triangular de pésimo efecto. Eso es
lo que remedian las leyes de la arquitectura oblicua. La Casa de
Moneda potosina (1764) contiene una escalera con pilares
toscanos de sección cuadrangular y capitel oblicuo, con lo que
la atribución de esta obra a Felipe Cleere cobra mayor verosimi-
litud (Fig. 93).
Pero la obra maestra en este género es la escalera diseña-
da por Francisco Antonio Guerrero y Torres para el palacio del
conde de San Mateo de Valparaíso (1769-1762). Las columnas
toscanas inclinan su capitel de acuerdo con la marcha de la ram-
pa (Fig. 94), tal y como enseña Caramuel. Además, esta escalera
es un caracol con doble rampa, una para subir y otra para bajar,
que debe ser forzosamente referida a la que Toribio de Alcaraz
construyó en el siglo XVI en la catedral de Pátzcuaro (Michoacán).
El caracol michoacano desapareció en el siglo XIX, pero, hasta
entonces, gozó de enorme reputación, siendo descrito y alaba-
do por la mayoría de los cronistas que de aquellas tierras trata-
ron. En última instancia, la fuente se encuentra en la grande vis
del castillo de Chambord (1519-1537).
93. San Luis Potosí. Escalera 94. Ciudad de México. Escalera Por otra parte, Toribio de Alcaraz nació en el lugar de su
de la Casa de Moneda. del palacio del Conde de San Mateo apellido, que fue el mismo que el de Andrés de Vandel vira, pa-
de Valparaíso. dre virtual, como hemos dicho, de la estereotomía moderna es-
pañola. En su manuscrito Libro de trazas de cortes de piedras,
Vandelvira ejemplificó un corte titulado "patio sin colunas
quadrado", es decir, un patio volado sobre cuatro arcos que se
cortan en ángulo recto. Es, exactamente, la solución que adoptó
Guerrero y Torres para el patio del Palacio que acabamos de
señalar, como si el caracol fuese poca muestra de su capacita-
ción (Fig. 95). Significativante, el patio lleva grabadas la fecha y
la firma del autor.
La oblicuidad también afecta a los arcos (en biaje o doble
eje) y a las bóbedas. Entre los primeros, aunque no se ajuste exac-
tamente al concepto habitial de arco en biaje, ha de ser citado la
excepcional"ventana torcida" de la parroquial de Zimapán (Hi-
dalgo, c.1750), cercana a Querétaro: es equiparable al "ronbo
desigual" descrito en el manuscrito de los Vandelvira. Entre las
bóvedas, Caramuel enseña a trazar una en particular:

95. Ciudad de México. Patio del palacio del Conde de San Mateo de Valparaíso.
157
156
...La bóveda de media naranxa (o, por mejor decir, de media Y. a~tesacristía en Sa~to Domingo ... " 43 • Eran los años en que di-
ellipse, que la perspectiva siempre pide que el semidiámetro ngia la obra del vecmo Palacio de la Inquisición. Ya hemos co-
perpendicular AB sea mayor que BC, semidiámetro de travie- mentado la fachada de la sede inquisitorial. Ahora, no estaría
sa) es hermosa, y de poca arte si se haze de ladrillo y se cubre de más recordar la audaz solución estereotómica que forma los
de estuque. Pide cuydado y diligencia quando se haze de pie- ángulos de su patio. La ausencia de columna provoca una im-
dra y cada piedra queda descubierta, con su orla y adorno, por- presión de inestabilidad que no es tal, pues lo que hizo Arrieta
que entonces los cortes los cortes de las piedras han de ser cir- fue fundir en uno solo los dos arcos que confluyen en cada rin-
culares y concurrir en el punto A., donde se podrá poner algún cón, aunque flexionado: el despiece de las dovelas es el de un
solo arco. En esos momentos, la media naranja aovada de Santo
florón para mayor gracia .. Y.
Domingo no pudo salir de otra mente salvo la de Arrieta.
Para admirar un cerramiento ajustado a tales característi- Las notas oblicuas son frecuentes en la arquitectura ba-
cas, hemos de acudir a la iglesia de Santo Domingo, en la ciu- rroca novohispana, pero sólo a nivel de detalle, faltando las im-
dad de México. Allí, en una capilla hornacina del lado del Evan- plicaciones integrales. Se aova una bóveda, pero no un edificio
gelio, campea una media naranja aovada, con sus corte~ de completo. Una de las pocas excepciones a esta regla es la ya cita-
tezontle a la vista de todos, para admiración de extraños e ilus- da Capilla del Pocito (1777-1791), donde Francisco Antonio Gue-
rre~o y Torres rescató una de las pocas muestras de arquitectura
tración de propios (Fig. 96). El responsable de este magnífico
corte tuvo que ser Pedro de Arrieta, quien afirmó, en 1720, ha- oblicua legadas por los antiguos clásicos, no por los antiguos
ber " ... maestreado y dirigido (... ) la iglesia que hoy sirve, sacristía góticos.

96. Ciudad de México. Conventual de Santo Domingo. Media naranja aovada.

43
Cit. BERLIN: 1947, p. 376.
42 Id. Trat. VI, Art. XIII, p. 22/114.

159
158
Entre América y Europa.
dilema criollo

En el contexto de la cultura barroca, Europa estaba interesada


en América y América estaba interesada en Europa. Los erudi-
tos europeos miraban con ojos curiosos y admirados las cosas
del Nuevo Mundo. Los eruditos novohispanos, en concreto y
por su parte, eran conscientes de que alimentar su mentalidad
moderna requería mantenerse en estrecho contacto con las no-
vedades provinientes del Viejo Mundo, como condición
apriorística sine quae non para ir más allá, para emularlas y, en
un plano de igualdad de condiciones, superarlas.
Al mismo tiempo, la atención prestada en Europa al pa-
sado prehispánico de América avivó el interés de las élites
novohispanas por la historia previa al momento de la Conquis-
ta, encontrando en ella una seña de identidad que asumieron
como propia, para diferenciarse de Europa y desafiada. La
antinomia reside en que aquella historia previa y el universo a
ella asociado no pertenecía a la élite intelectual, criolla en su in-
mensa mayoría, sino al indio. Los criollos, hijos de conquistado-
res y colonos, tampoco fueron víctimas de la conquista. En este
punto,también usurparon el punto de vista de una comunidad
indígena a la que, paradógicamente, miraban con desprecio.
Octavio Paz ha expresado con claridad la contradicción
interna que padecía la sociedad criolla novohispana al entender
que, "confusamente, el criollo se sentía heredero de dos Impe-
rios: el español y el indio. Con el mismo fervor contradictorio
con que exaltaba al Imperio hispánico y aborrecía a los españo-
les, glorificaba el pasado indio y despreciaba a los indios" 1.
1
PAZ: 1982, p. 57.

161
De la curiosidad admirativa provocada en Europa por las ser catedrático de matemáticas en la Universidad Mexicana, no
culturas americanas, son fieles testigos Atanasia Kircher y Juan quiero que en algún tiempo se piense que el reverendo Padre
Caramuel. Éste cuenta cómo" ...vi en Anveres, año de 1636, una (Kino) vino desde su provincia de Baviera a corregirme la pla-
hamaca muy bella en casa del señor lacobo Edelheer, syndico na ... 5
de aquella ciudad, caballero muy rico, erudito y curioso, que se
2
preciava de tener las cosas más raras de entrambas Indias ... " • No sin sarcasmo, Sigüenza arremete contra la cultura
A la inversa, resulta altamente instructivo comprobar novatora de la Europa septentrionat que tanto admiraba, en unos
cómo Alejandro Favián, aquel criollo poblano del último tercio términos que permiten deducir qué suerte de tópicos circula-
del siglo XVII, no sólo cruzó correspondencia con Atanasia ban en aquellos ambientes barrocos a propósito de América. Si
Kircher. También lo hizo con el cardenal Chisi (sobrino de Ale- atendemos al polígrafo, los europeos tendían a minusvalorar la
jandro VII), el rector del Colegio Romano, Juan Federico (c.ond~ calidad intelectual de los criollos, por residir en la periferia, y a
de Waldstein) y Giovanni Paolo (Superior General de los JeSUI- apreciar sólo lo relacionado con el mundo indígena, en tanto
tas )3. El polígrafo Carlos de Sigüenza y Góngora, análogamente, que exótico. A la hora de personalizar, no duda en extractar su
presumía de mantener correspondencia con Atanasia Kircher, propio currículum vitae para rebatir al jesuita austriaco con ma-
Juan Caramuel y un largo etcétera de personalides europeas, yor autoridad.
según se contiene en la carta que remitió, en 1699, al conde de Para crecerse ante los ojos de Europa, los criollos de la
Moctezuma4 • Nueva España sólo tenían una alternativa: ensalzar lo propio,
Pero, a la vez, Carlos de Sigüenza y Góngora se erige en que es mostrado como el logro prodigioso resultante de la supe-
paradigma del doble y antagónico posicionamiento criollo ante ración de las aportaciones europeas. En esa superación, ya lo
Europa. Pese a las presunciones europeizantes de su epistolario, hemos dicho, tuvo mucho qué ver la adición de elementos con-
sus escritos respiran un aire de resentimiento hacia los intelec- siderados autóctonos.
tuales europeos y un afán por demostrarles a aquellos colegas
ultramarinos que la intelectualidad criolla era igualmente ca-
paz, si no más, que la suya. La Libra astronómica está salpicada EL ARTE "NEOTEQUITQUI"
de alusiones resarcidoras en tal sentido:
La mirada de Europa hacia América no estaba sólo teñida por el
...Piensan en algunas partes de Europa, y con especial en las exotismo que implícitamente denunciaba Sigüenza y Góngora.
septentrionales, por más remotas, que no sólo los indios, habi- El mismo Caramuel, en su tratado de arquitectura, prestó una
tantes originales de estos países, sino que los que de padres amplia atención a las formas de construir y de urbanizar regis-
españoles casualmente nacimos en ellos, o andamos en dos pies tradas en el Nuevo Mundo, especialmente a la arquitectura
por divina dispensación o que aun valiéndose de microscopios lígnea. En este sentido, dedicó un artículo a describir " .. .la
ingleses apenas si se descubre en nosotros lo racional( ... ). Ha- magestad rústica del palacio del cacique Comogno en la Isla
llándome yo en mi patria con los créditos tales cuales que me Española ... " 6 y otro a las características " ... de las ciudades de la
ha granjeado mi estudio con salario del rey nuestro señor, por América y en particular de la que llaman Hochelaga, una de las
mejores que hay en la Nueva Francia ... "7• Los asuntos domini-

2CARAMUELDE LOBKOWITZ: 1673, T. II, Trat. V,Art. VII, p. 23/27. 5 SIGÜENZA Y GÓNGORA: 1690, pp. 6-7 y 76.
30SORIO ROMERO: 1993, P· XXXV.
6
CARAMUEL DE LOBKOWITZ: 1673, T. II, Trat. V, Art. VI, p. 19/23.
7
4DECORME: 1941, P· 198. ld. Art.VII, p. 22/26.

162 163
canos y canadienses pudieron interesar poco a los criollos de la ca ... ", y el" ... Fénix del Occidente, Santo Tomás Apóstol hallado
Nueva España, pero, sin lugar a dudas, sus párpados se dilata- con el nombre de Quetzalcóatl entre las cenizas de antiguas tra-
ron al leer, en el mismo tratadista, laudas como ésta: diciones conservadas en piedras, en teoamoxtles tultecos y en
cantares teochichimecos y mexicanos ... " 9•
...La América (que con justa razón se llama Nuevo Mundo), an- La actitud de don Carlos hacia las culturas prehispánicas
tes de que los españoles se señorearon de ella, tenía grandes de la Nueva España es equiparable a la de Atanasio Kircher res-
monarchas que residían en ciudades y alcázares no mal edifica- pecto al antiguo Egipto, y, como a ése y a todos los jesuitas, le
das, y tales eran Montezuma, Rey de México, y Atabaliba, Rey interesaba el sincretismo religioso (Santo Tomás-Quetzalcóatl).
del Perú, y algunos otros ... 8• Pero el criollo iba más allá. Dejó inconcluso un " ... Teatro de las
grandezas de México ... ", es decir, un tratado sobre " .. .las gran-
La restauración nemorosa del Imperio Azteca, "antes de dezas que tuvo en tiempo de la gentilidad desde su fundación ... "
que los españoles se señorearan" de él, estaba llamada a abonar hasta la actualidad 10 • Su intención, pues, era ligar la historia del
las investigaciones criollas en torno al pasado prehispánico y a Ánahuac con la historia de la Nueva España, que era criolla para
justificar su resentimiento hacia los gachupines, lo segundo con Sigüenza. Por eso pudo idear, con motivo de la llegada del Vi-
el auxilio de lo primero y en tono nada nostálgico. La interdis- rrey Antonio de la Cerda, en 1680, un arco triunfal cuyo folleto
ciplinaria cultura de la Europa barroca poseía un amplio carác- explicativo rezaba: "Theatro de virtudes políticas que constitu-
ter retrospectivo que salía de sus propios límites geográficos para yen a un príncipe, advertidas en los monarcas antiguos del Mexi-
ampliarse con los del restante mundo conocido. Los criollos cano Imperio" 11 •
novohispanos proyectaron la misma metodología sobre su sue- ¿Dónde quedaban los indios en esta reconstrucción his-
lo y la convirtieron en un arma arrojadiza respecto a Europa. tórica? José Joaquín Granados (O.F.M.), en Tardes americanas (1778),
Puestos a valorar antiguas tradiciones, ellos tenían la prehispá- pone los reproches de los criollos en boca de un indio, como si
nica americana más cerca que los europeos, y nadie tenía más ambos coincidieran:
derecho que ellos (salvo los indios) a estudiarla y reivindicarla.
De Carlos de Sigüenza y Góngora, por ejemplo, se sabe ... Cosa vergonzosa es para nuestra nación que no sean conoci-
que heredó la colección de manuscritos perteneciente a Fernan- dos en ella aquellos hijos suyos, esto es, los criollos (... ). Éstos
do de Alva Ixtlilxóchitl,. la cual pasó a engrosar su acervo de son los ingenios y habilidades de mis compatriotas los señores
antigüedades mexicanas. Ellas formaron la materia prima para españoles americanos. Ésta es la conciencia ignorada del mun-
componer numerosos textos sobre las culturas mesoamericanas. do, porque faltó mano que formara un breve catálogo .. Y.
La mayoría quedó manuscrita, pero no es conocida por la rela-
ción que de tal producción hizo su amigo Sebastián de Guzmán Los indios drama escenificado por los
en el prólogo a la Libra astronómica. Para ilustrar " .. .la nimia apli- ían como propias las se-
cación que desde el año 1668 (según me ha dicho) ha puesto en teria arquitectónica, resul-
saber las cosas de los antiguos indios ... ", cita un ensayo históri- ómo obras documentalmen-
co sobre el" .. .Imperio Chichimeco ... ", el " ... Año mexicano: esto
es,la forma que tenía el que usaban los de esta nación y general-
mente los más políticos que habitaron la septentrional Améri-

8 lb.

164 165
te concebidas y realizadas por indios carecen de cualquiera de te, lo considera una pervivencia y lo cataloga como "arte barro-
los rasgos tradicionalmene asociados con el indigenismo. En co de influencia indígena" o "barroco de pueblos de indios",
cambio, esos rasgos se encuentran en numerosas obras de pa- modalidad paralela al "arte sabio o erudito de las ciudades"I9.
trocinio y construcción criolla. En cualquiera de los casos citados, se está pensando en la
El hagiógrafo Manuel Loayzaga, en 1750, afirmaba que interferencia de la voluntad indígena en la concepción de la obra
" ... un oficial tlaxcalteco, indio pobre sin más cultura que la que de arte. Este punto podría defenderse si, en efecto, tales huellas
le dio la naturaleza( ... ), fue el artífice primero y único de todo lo indígenas aparecieran en obras localizadas en pueblos de indios.
que hoy se mira en el santuario de Ocotlán (Puebla) ... " 13 . Nada Pero ¿qué pensar cuando las encontramos en obras construidas
hay, en cambio, que singularice formalmente a este edificio como dentro de las ciudades de españoles y, además, patrocinadas por
afectado por un estilo particularmente indígena a manos de Fran- las élites intelectuales criollas?.
cisco Miguel; al contrario, se alinea dentro de la serie de iglesias Las investigaciones históricas de los criollos en el pasado
con fachada-nicho iniciada por la capitalina de San Juan de Dios prehispánico no fueron gratuitas ni cayeron en el vacío. Antes
(Fig. 97). Lo mismo ocurre con la arquitectura dieciochesca de la que a los historiadores del siglo XX, les permitieron identificar,
ciudad de San Luis Potosí, donde dos de los artistas más activos dentro de la arquitectura novohispana del siglo XVI, una mane-
fueron José Lorenzo, " ... indio principal, gobernador que ha sido ra de trabajar la piedra y abstraer las formas que relacionaron,
del pueblo de San Sebastián, extramuros de esta ciudad y maes- correctamente, con la tradición indígena. Eso es lo que incorpo-
tro de arquitectura ... ", nacido en 1713; y José Joaquín, también raron a muchas de las empresas arquitectónicas, generalmente
indio potosino, muerto en 178514 . acompañado con otros detalles plásticamente occidentales y
Los rasgos estilísticos identificados con la concepción es- otras notas historicistas.
tética de los indios constituyen lo que José Moreno Villa deno- Con toda probalidad, la
minó "arte 'tequitqui"', en tanto que tributario (hecho por los 97. Tlaxcala. Santuario de Ocotlán. mano de obra india estuvo
indios para los conquistadores españoles en calidad de tribu- presente en todas estas reali-
to)15, y lo que, más recientemente, Reyes Valerio ha preferido zaciones, pero nunca en con-
calificar como "arte indocristiano" 16 . Ambos términos se refie- dición causal. El rescate de la
ren, fundamentalmente, a la escultura monumental realizada estética indígena del siglo XVI
por los indios del siglo XVI de acuerdo con la concepción técni- obedece a la voluntad de los
co-estética prehispánica, es decir, con un relieve trabajado a bi- comitentes o de los arquitec-
sel, planiforme y no naturalista 17. tos tracistas, y se habría pro-
Con demasiada frecu,encia, sej>lvida que esos mismos ducido igualmente con o sin
rasgos aparecen en numerosos edificiOs barrocos. Entre los au- la participación de las castas
tores que lo han advertid0¡:Artgulo ld catalogó ya como recu- autóctonas. Esto es así de la
rrencia, pues habla de "reapaddón"1§.1vfarco Dorta, por su misma manera en que la pre-
sencia de referencias proto-
13
Cit. TOVARDETERESA: 1981,p.142. rrenacentistas o tardo góticas
14
MARTÍNEZ ROSALES: 1986, p. 60.
15
MORENOVILLA: 1942, p. 10.
16
REYES VALERIO: 1978, p. 137.
19
17
Sobre la polémica terminológica, vid. FERNÁNDEZ GARCÍA: 1976, pp. 47-50: MARCO DORTA: 1973, p. 172; Id.:
18
ANGULO ÍÑIGUEZ: 1945, T. I, p. 137 y 1950, T. 11, p. 501. 1979, pp. 137-157.

166 167
no requirió, obviamente, la participación de artistas del siglo turalistas que el relieve de Querétaro, pudiendo pasar, con total
XVI. legitimidad, por obra del siglo XVI. Tanto más si se los compara
Las muestras más tempranas de lo que podemos deno- con los dos putti que ocupan las enjutas del arco, mucho más
minar "neotequitqui" se encuentran en las ciudades de Puebla carnosos y hasta, si se quiere, neoplaterescos por su morfología
y de Querétaro, preferentemente relacionadas con la promoción y su ubicación (Fig. 78).
de la Compañía de Jesús. Se evidencia, así, la relación del fenó- Pero el"neotequitqui" más delicioso de la ciudad de Pue-
meno con la incidencia de las ideas novatoras, vínculo cultural bla se encuentra en la conocida como Casa de las Cigüeñas (Fig.
entre jesuitas y criollos. 98). En primer lugar, ostenta una inscripción con la fecha 1687.
Atendiendo a un criterio estrictamente cronológico, la En segundo, esa fecha acompaña a un escudo de la Compañía
primera obra estaría en la conventual franciscana de la ciudad de Jesús, flanqueado por sendas cigüeñas. Esta parte constituye
de Querétaro, cuya finalización contrataba José de Bayas Delga- el remate de la portada, tratado con la planitud y el esquema-
do en 165820 • El ático (cerrado en semihexágono) de la fachada tismo característicos de las obras de indios del siglo XVI. Y, en
está presidido por un relieve de Santiago (patrono de la ciudad) tercer lugar, el vano de ingreso está enmarcado por unos magní-
en calidad de Matamoros, trabajado en un relieve plano que nada ficos baquetones góticos. La eficacia del juego es tal que el histo-
tiene que ver con la plasticidad barroca. Sabemos, no obstante, riador Pablo de Gante, cuando estudió la arquitectura del siglo
que la ciudad de Querétero tomó a la de Puebla como modelo XVI, incluyó esta portada en su catálogo, atendiendo al goticismo
institucional, y que José de Bayas era poblano (el seco clasicismo de la parte inferior; la parte superior, a pesar de sus rasgos
de toda la fachada remite a
aquella ciudad). En última 98. Puebla. Portada de la Casa de las
instancia, en la Puebla de los Cigüeñas.
Ángeles se encuentran los ljlj~~~~~
ejemplares más representati-
vos de esta recurrencia indi-
genista, muy cercanos en el
tiempo al ejemplo queretano.
A la portada lateral de
la iglesia de San Cristóbal
(Carlos García Durango,
1666-1687), en Puebla, ya nos
hemos referido como precoz
exponente del orden gótico
(pilares octogonales). Ahora,
hemos de llamar la atención
sobre los dos ángeles que
flanquean al ático. Son aún
mucho más planos y antina- 99. Guadalajara. Fachada de la conventual de Santa Mónica.

20
BARGELLINI: 1988, p. 112.

168 169
análogamente arcaizantes, la consideró barroca, por la eviden-
cia de la fecha 21 •
En Gua dalajara radica otro ejemplo señero, vinculado con
Puebla y con la Compañía de Jesús. Se trata de la iglesia de San-
ta Mónica, conventual de agustinas recoletas fundada en 1720
por el jesuita Feliciano Pimentel y por Manuel Fernández de
Santa Cruz, obispo de Puebla. Ya vimos cómo el interior fue cu-
bierto con unas primorosas crucerías estrelladas. La doble por-
tada, por la planitud, el esquematismo y el abigarramiento de la
decoración, remite a la estética indocristiana del siglo XVI, si bien,
en aquellas obras, nunca encontraremos los herma que figuran
en ésta (Fig. 99).
Esta relación, que no pretende ser exhaustiva, se cierra
con la fachada de la iglesia del Oratorio de San Felipe Neri, en
San Miguel de Allende (1674), repleto de iconografías jesuíticas
al interior del templo. Labrada íntegramente en cantería, está
tapizada por la menuda, prolija, plana y estilizada decoración 100. San Miguel de Allende. Fachada de la iglesia del Oratorio de San
FelipeNeri.
señalada en las obras anteriores (Fig. 100). Ésta no es más indí-
gena o menos criolla que aquéllas: la Casa de Loreto que la acom-
paña es una creación netamente jesuítica, como veremos luego,
y posee un patio neogótico (pilares octogonales) y una capilla
"neomudéjar" (cúpula sobre arcos cruzados).
Hasta ahora, nos hemos venido refiriendo a una concep-
ción estética identificada y apropiada por los criollos en tanto
que indígena. En materia iconográfica, se ha discutido mucho
acerca de la validez indigenista de la representación del sol y de
la luna en el arte americano22 • Desde nuestro punto de vista, los
argumentos que lo defienden y los que lo niegan tienen una parte
de razón, pero no han planteado el problema en los términos
apropiados.

21
GANTE: 1947, p. 144.
22
PALM: 1957, p. 164, niega este tipo de connotaciones, afirmando que se trata de
una "consecuencia directa de una marcada afinidad del Barroco a lo exótico, en
cuanto sirve a estimular la invención y a evitar los patrones del repertorio clási- 101. Cempoala. Cruz atrial de la conventual franciscana (s.XVI).
co( ... ). La representación del sol y la luna fue frecuentísima en el arte de toda la
América india; reclamada como una rebelión espiritual autóctona, constituye a
lo más una adaptación de los antiguos símbolos paganos a las vetustas alego-
rías".

170 171
Ambos motivos, siempre asociados, pueden ser referidos tanto agradaba a esta cultura barroca, valoraron en ello las im-
al pasado cristiano y al prehispánico americano indistintamen- plic~ciones aut~cto~as, en ~anto que indígenas, y lo sumaron a su
te, pero, en el segundo supuesto, no deben ser asociados con particular bagaJe diferenCiador frente a España y los españoles.
una reivindicación indígena, sino con otro de los componentes De entre los numerosísimos ejemplos que podrían ser adu-
autóctonos apropiados por los criollos como seña de identidad, cidos, res~lta singularmente ilustrativo el que figura en la capi-
que es algo muy diferente. lla patrocmada por los Medina Picazo dentro de la conventual
La iconografía cristiana medieval había hecho uso frecuen- de ~egina ~o;Zi~ en la ciudad de México (1733). Su portada lleva
te de los dos astros como alegorías de conceptos complementa- la firma estilishca del arquitecto criollo Miguel Custodio Durán
rios o antagónicos: el sol, masculino, referido a Cristo, el día, la (or~e~ on~ato) y los ~omiten tes forman parte de una importante
Nueva Ley o Nuevo Testamento, la Nueva Iglesia; la luna, fe- · fa~uha cnolla especialmente afecta a la Compañía de Jesús (cos-
menina, referida a la Virgen, la noche, la Vieja Ley o Viejo Testa- te~ un~ buena parte de los ,historicismos que luego veremos en
mento, la Vieja Iglesia (Sinagoga). Más tardíamente, se estanda- la Iglesia de Tepotzotlán). Estas son las circunstancias que ayu-
rizó la representación del Calvario con el sol y la luna colocados dan. a comprender la verdadera dimensión de los aparentemen-
a los lados de la Cruz. Esta última es la modalidad que pasó a la te discretos sol y luna que se balancean sobre los pináculos que
Nueva España del siglo XVI, conservándose en numerosas cru- rematan la portada de la capilla (Fig. 103).
ces atriales, como la del convento de Cempoala (Hidalgo, O.F.M.)
(Fig. 101). Quizá, los indios que labraron esta cruz, formal y téc-
nicamente "tequitqui", fueron conscientes de las analogías con
sus antiguos cultos. Sin duda, los frailes pensaban únicamente
en la iconografía tradicional del Calvario cristiano, pues todos
sus esfuerzos se enfocaron a borrar cualquier sombra de la ido-
latría pagana.
Ocurre, sin embargo, que las representaciones del sol y la
luna se multiplican en el periodo barroco, y no precisamente en
obras y pueblos de indios sino en obras y ciudades de peninsu-
lares que habían pasado a ser criollas. Ambas evidencias no de-
jan de resultar altamente sospechosas.
Tales sospechas comienzan a confirmarse al comprobar
que el jesuita Atanasio Kircher, en el breve espacio que dedica a
la religión del México prehispánico dentro de su Oedipus
aegyptiacus (1652), incluye la estampa de un teocalli a cuyos la-
dos reciben adoración cada uno de los dos astros (Fig. 102). El
sincretismo religioso buscado por la Compañía en general y por
Kircher en particular encontraba, en este detalle, un buen punto
de apoyo.
En la Nueva España, la erudición de los intelectuales crio-
llos no pudo pasar por alto algo de tal calibre. Además del ejer-
cicio sincrético, no exento del guiño ingeniosamente lúdico que 102. El culto prehispánico según Atanasia Kircher.

172 173
Por supuesto y merced al sincretismo, el sentido cristiano
de los dos astros seguía siendo igualmente válido. En uno de los
sermones predicados con motivo de la consagración de la Capi-
lla del Rosario, aneja a la iglesia dominica de la ciudad de Pue-
bla (1690), se aludía a que " .. .las ansias declaradas en impacien-
cia pública hacían insufribles las horas, que no meditaban el día
en que el Sol y la Luna se habían de colocar en aquel Cielo,
habitáculo de glorias ... "; para el manto de la Virgen, tomaron
prestadas " ... sus hebras al Sol (... ),y, por no dejar quejosa a la
Luna ... ", añadieron una buena cantidad de plata23 . Bastante más
tarde, en 1749, fue consagrada la iglesia de la Compañía en la
ciudad de Zacatecas, dedicada a " .. .la hermosísima Luna, llena
de gracia, María Santísima en su Purísima Concepción ... " 24 .

MONUMENTOS GUADALUPANOS
103. Ciudad de México. Capilla de Medina Picazo.
En la mayoría de las ocasiones, los soles y lunas del Barroco
novohispano aparecen asociados a imágenes de la Virgen Ma-
ría. Aquí, en el ámbito mariano, reside la mayor presea del sen- La Virgen de Guadalupe se hace criolla en el Barroco (es-
timiento criollo, que es, a su vez, la mayor usurpación del patri- pecialmente entre los años 1660 y 1770), y es entonces cuando se
monio cultural indígena. Se trata de la Virgen de Guadalupe, le dedican los principales santuarios y monumentos, recorrida
"este milagro de origen netamente indígena, pero de floración su arquitectura por referencias historicistas sobresalientes. Ha-
absolutamente criolla, nueva y sin raíces europeas, de México gamos un repaso a todos los hitos guadalupanos con los que
sólamente", como la calificó Francisco de la Maza 25 . nos hemos topado a lo largo de nuestro discurso, así como a los
El fenómeno nos interesa porque culmina la serie de apro- principales hechos históricos con ellos realcionados.
piaciones de la herencia indígena a manos de los criollos, para El primero lo constituye el Santuario de la Congregación
manifestarse diferentes respecto a Europa, y porque, en conse- de Guadalupe en la ciudad de Querétaro (1673-1680), patroci-
cuencia, está estrechamente ligado a la incidencia del pensamien- nado por Juan Caballero de Ocio e "historificado" por Carlos de
to novator en la Nueva España y su calado entre jesuitas y crio- Sigüenza y Góngora, criollos ambos. El arquitecto poblano José
llos26. de Bayas Delgado, igualmente criollo, cubrió la iglesia con
crucerías estrelladas y colocó en la fachada una pareja de herma
23 OCTAVA maravilla. 1690, pp. 29 y 33.
y un arco poligonaL
24
Cit. DÍAZ: 1982, p. 98. Sigüenza y Góngora había publicado, en 1668, la "Prima-
25
MAZA Y CUADRA: 1953, p. 40. vera indiana, poema sacro-histórico, idea de María Santíssima
26
Tras la aparición del primer texto impreso sobre la Virgen de Guadalupe (1648),
la élite del Cabildo y de la Universidad de México promovieron el culto a través
de tratados, sermones y poemas. "Sin embargo, sus esfuerzos fueron rápida- importantes fueron los responsables del surgimiento de una verídica teofanía
mente rivalizados por los de la Compañía de Jesús, cuyos predicadores más guadalupana" (BRADING: 1994, p. 31).

174 175
de Guadalupe", aunque lo había escrito en 1622. En aquel mis- El quinto y último, ubicado al pie del mismo Tepeyac, es
mo año de 1668 fue expulsado del noviciado de la Compañía, la Capilla del Pocito (1777-1791), trazada y construida por el ar-
no sin antes haber prestado al jesuita Francisco de Florencia va- quitecto Francisco Antonio Guerrero y Torres, que había nacido
rios textos náhuatls con los que éste compuso "La Estrella del en las inmediaciones del lugar. La estructura general parte de
27
Norte de México", aparecida también en 1668 • una estampa serliana (manierismo), aprovechando las implica-
El segundo son las ocho estaciones conservadas del con- ciones oblicuas (goticistas) de la planta elíptica. Las portadas
junto de los 15 Misterios del Rosario, en la Calzada ~ue enlaza interiores que flanquean al ábside son dos perfectas muestras
la ciudad de México con el cerro de Tepeyac, concebidas por el de composición tardogótica.
clérigo e "historiador" Isidro de Sariñana y el arquitecto mexi- En 1746 se habían reunido en junta todos los delegados
cano Cristóbal de Medina en 1675. Los relieves temáticos están de todas las diócesis novohispanas para elevar a la Virgen de
enmarcados por decoración a candelíeri. Guadalupe al rango de patrona de la Nueva España31 •
En 1671, había sido dedicada al culto guadalupano una La criollización de la Virgen de Guadalupe tuvo como uno
capilla en la catedral de México. La ceremonia se acompañó con de los pilares la oposición a las devociones marianas españolas.
8
un sermón predicado por el jesuita Juan de San MigueF • El jesuita Mateo de la Cruz, en 1660, realizó una versión simpli-
El tercero se encuentra en el mismo cerro de Tepeyac, ficada de la mariofanía del Tepeyac, contraponiendo a la Virgen
donde se produjo la mariofanía guadalupana. El proyecto pre- de los Remedios con la Virgen de Guadalupe, " ... llamando a
sentado por el criollo José Durán para reconstruir el santuario aquella imagen la Conquistadora y· la ,Cachupina, porque vino
principal, hacia 1695, contemplaba la combinación de bóvedas con los conquistadores de España, y aquesta la Criolla, porque
a la romana con suntuosas crucerías góticas. milagrosamente se apareció en estalierra ... " 32 •
Hacia 1694-1700, Sigüenza y Góngora volvió sobre el mis- Los términos del jesuita son sobradamente elocuentes
mo tema, cuando publicó la "Piedad heroyca de don Fernando acerca del sentimiento que encierran. En esta antinómica carac-
Cortés", que incluía varias páginas en las que especulaba sobre terización de gachupines y criollos, los segundos habían olvida-
la fuente original de la revelación guadalupana 29 • do -o no querían recordar- que, cuando apareció esta Virgen,
El cuarto es el santuario de Guadalupe en las afueras de poco después del momento de la Conquista, lo hizo como devo-
la ciudad de San Luis Potosí (1772-1806), repitiendo analógica- ción para los indios, " ... y pusieron nombre a la imagen Nuestra
mente la distancia que media entre el santuario del Tepeyac y la Señora de Guadalupe, por dezir que se parecía a la de Guadalupe
ciudad de México. El arquitecto Felipe Cleere, posiblemente fran- de España ... "33 •
cés, concibió un incomparable orden gótico para componer la No sólo se borró cualquier sombra hispana en la Virgen
fachada y algunos detalles del interior. de Guadalupe. De ahí se pasó a afirmar que había nacido en
En la ciudad de San Luis Potosí, existía una de las repre- México. Eso es lo que pretendía argumentar el bachiller Anto-
sentaciones de la Virgen de Guadalupe más antiguas. Se trata nio Flores en 1749, en la ciudad de San Luis Potosí, con su ser-
de un lienzo fechado en 1625, para el que no se conoce otro an- món sobre "La celestial concepción y nacimiento mexicano de
tecedente más que un grabado alemán estampado cinco años la imagen de Guadalupe":
antes30 •
27 NOGUEZ: 1993, p. 137.
31
BRANDING: 1994, p. 32.
32
28 MAZA Y CUADRA: 1953, p. 128. ld. p. 29.
29 TRABULSE: 1988. p. 43; NOGUEZ: 1993, p. 144.
33
Carta remitida por el Virrey Martín Enríquez a Felipe II en 1575 (CARTAS de
30 MAZA Y CUADRA: 1953, p. 47. Indias, 1877, T. II, p. 310).

176 177
...El hombre es de donde nace, no de donde se concibe. El hom-
bre es de donde habita permanentemente, no de done está de
paso. Ergo, si María nació en México y en él permanece, le gana
al Cielo, donde fue concebida en la mente del Padre ... 34 •

Pretender que la Virgen María (desprovista de sobrenom-


bre específico) nació en México es una manifestación hiperbólica
de las ínfulas criollas, como hiperbólica y criolla es la arquitec-
tura barroca de la Nueva España. La más clara expresión de la
fuerza cobrada por esta idea se encuentra en la proliferación de
capillas de la Casa de Loreto durante el siglo XVIII. Si María vino
al mundo en México, ahí había de estar la casa donde lo hizo.
Esta serie de capillas conforma el corolario perfecto de los mo-
numentos guadalupanos enumerados hasta ahora. Como
cabría esperar, se encuentran significativamente asociadas a igle-
sias de la Compañía.
Corría el año 1670 cuando, en Tepotzotlán (México), se 104. Tepotzotlán. Iglesia de la Compañía. Cúpula del camarín de la Capilla
de Loreto.
dio comienzo al templo de San Francisco Javier, para el servicio
de los colegiales jesuitas, " ... en que resplandece, hasta hoy, la
cristiana piedad y magnificencia de la nobilísima Señora Doña la ciudad de México. La de San Gregrio fue reconstruida en 1728
Isabel Picazo y de su hijo, el Padre Pedro de Medina ... " 35 . En la y ha desaparecido; la de San Francisco Javier, conservada, fue
misma iglesia, ocho años más tarde, pudo ser dedicada la Capi- remodelada en 1733. La terminación de la iglesia de Tepotzotlán
lla de la Casa de Loreto36 . Por entonces, Juan Rodríguez Juárez (1680-1682) corrió a cargo del arquitecto criollo José Durán, agra-
(1675-1728) pintaba una serie de lienzos sobre la Vida de la Vir- ciado con la dilección de los Medina Picazo. La nueva Capilla
gen con destino al colegio. Y el sermón de la dedicación del tem- de Lo reto debió ser obra de su hijo Miguel Custodio Durán, quien
plo, dado a la imprenta en 1682, corrió a cargo del padre Fran- ultimaba, en las mismas fechas, la capilla de los Medina Picazo
cisco de Florencia, que aún no había publicado su ensayo en el convento de Regina Coeli de la ciudad de México. Además,
histórico sobre la Virgen de Guadalupe. Florencia enfatizaba que aún en 1760-1762, Ildefonso Iniesta Vejarano Durán, sobrino de
" .. .la Santa Casa de Nazareth, que oyes de Loreto, es la casa Miguel Custodio, reconstruyó la fachada y la torre de la igle-
solariega de Cristo ... " 37 . sia38.
La capilla lauretana que costeara, igualmente, la cristiana De la capilla de Loreto de Tepotzotlán, lo que más nos
piedad de los Medina Picazo, debió estar precedida por la ho- interesa es la cubierta del camarín, en cuyo cielo, por cierto, no
mónima construida en el Colegio jesuítico de San Gregorio, en faltan el sol y la luna. Se trata de una cúpula que finge estar
soportada por cuatro arcos que se cruzan creando un vacío
poligonal en el centro (Fig. 104). Esta solución, imitada en la
34 Cit. MAZA Y CUADRA: 1953, p. 159. obra homónima de la ciudad de San Miguel de Allende y en el
35 ALEGRE: 1766, T. III, Lib.VIII, Cap. IX, p. 302.
36 Id. T. IV, Lib. IX, Cap. II, p. 28.
38
37 FLORENCIA: 1682, fol. 9. TOVAR DE TERESA: 1990, pp. 31-41; BÉRCHEZ: 1992, p. 171.

178 179
lavabo del convento del Carmen de San Ángel (México), nos pectiva que, al mismo tiempo, estaban proyectando sobre el
introduce en un tipo de citas historicistas a las que aún no he- pasado indígena pre y postcortesiano. Al hilo de esa indaga-
mos aludido: las referidas a la tradición hi?panomusulmana. ción, tuvieron que ser conscientes de las sospechas que los espa-
ñoles del siglo XVI, especialmente los civiles, manifestaron acer-
ca del convencimiento con que los indios abrazaban la nueva fe
EL ARTE "NEOMUDÉJAR" y las nuevas costumbres. En aquel contexto, tal y como repiten
numerosos documentos, se desconfiaba de los naturales " ... por-
Ya vimos cómo el historiador mexicano Díez Barroso caracteri- que alegaban con la ra<;ón del moro, que dicen: 'mi padre moro,
zó tempranamente a la arquitectura barroca novohispana por yo moro' ... " 42
sus enormes referencias platerescas y mudéjares 39 • Angulo En otras palabras, los criollos habrían alcanzado a com-
Íñiguez llamó la atención sobre lo mismo, creyéndolo una prender la condición que hermanaba a hispanomusulmanes (mu-
pervivencia del siglo XVI 40• No nos detendremos a precisar los déjares y moriscos en el contexto político cristiano) e indios, en
numerosos problemas asociados a lo que se ha dado en llamar tanto que "conquistados y sometidos" a la autoridad de los es-
"Mudéjar" novohispano, pues de ellos nos hemos ocupado en pañoles. Tal era, al fin y al cabo, el razonamiento que alimenta-
otro lugar41 • El siglo XVI novohispano se sirvió de puntuales ele- ba su hispanofobia y su peculiar amor al pasado indígena. Qui-
mentos de la tradición artística hispanomusulmana, heredados zá no fuera casual que, "todavía", el historiador Moreno Villa,
a través del Mudéjar pero sin llegar nunca a producir la síntesis cuando acuñó el concepto de "arte 'tequitqui"' (1942), lo defi-
característicamente mudéjar. Coincidiendo con la floración de niera como el"mudéjar mexicano" 43 .
la intelectualidad novatora criolla, la arquitectura barroca Cúpulas como la del camarín de Tepotzotlán no constan
novohispana, señaladamente la de vertiente jesuítica, fue vícti- en la arquitectura novohispana del siglo XVI y, a pesar de los
ma de una acusada mudejarización que plantea nuevos proble- experimentos seiscentistas de Guarino Guarini, remiten a la
mas e interrogantes. Córdoba califal del siglo X, al mihrab de la Mezquita Alhama. Al
Lo ocurrido en el siglo XVI puede ser considerado una mismo monumento hispanomusulmán parece aludir la cubier-
pervivencia. El fenómeno barroco, en cambio, es una seria re- ta volteada sobre la escalera del colegio jesuítico de la ciudad de
currencia. Más aún, se recuperan citas que no se encontraban en Querétaro, terminado en 1755. Está formada por tres tramos de
la Nueva españa del siglo XVI y que evidencian, consecuente- bóveda, el central cupulado, con el centro decorado por gallones
mente, la investigación en el pasado hispanomusulmán. Las (Fig. 105). La imagen más inmediatamente evocada es la serie
sorpresas no acaban aquí. Si, como hemos venido viendo, los triple de cúpulas cordobesas, con bovedillas gallonadas ocupan-
historicismos vitruvianos y goticistas cuentan con antecedentes do el espacio vacío central definido por los arcos.
en España, el Barroco español no cuenta con referencias hispa- Tampoco se encuentra, en el siglo XVI novohispano, la
nomusulmanas ni siquiera equiparables. decoración de fachadas a base de ajaracas, con motivos geomé-
Todo esto nos lleva a pensar, de nuevo, que a los criollos tricos realizados en argamasa. Su fuente ha de ser buscada en la
novohispanos les interesó especialmente aquel capítulo de la decoración "ancha" almohade de los siglos XII y XIII. El primer
historia de España y que proyectaron sobre él la mirada retros- ejemplo novohispano remata los muros laterales de la misma
iglesia de San Francisco Javier de Tepotzotlán (Fig. 106). La ero-
39
DÍEZ BARROSO: 1921, pp. 334-341.
42
40
ANGULO ÍÑIGUEZ: 1945, T. l, p. 141. HERRERA Y TORDESILLAS: 1601, T. VI, Lib. VI, Cap. IX, p. 354.
43
41
GÓMEZ MARTÍNEZ: 1996 (bis). MORENO VILLA: 1942, p. 10.

180 181
nología de esta decoración ha sido puesta en duda o asignada al
momento en que Ildefonso lniesta reconstruyó la fachada y la
torre (1760-1762) 44 • Sin embargo, la brusquedad con que se ve
cortada por la nueva fachada no deja lugar a dudas acerca de su
pertenencia a la obra previa, es decir, a la iglesia terminada por
José Durán en 1680-1682.
En la arquitectura religiosa y, sobre todo, civil de la ciu-
dad de México, ese tipo de decoración tuvo especial predica-
mento, pero fechándose todas las obras en la segunda mitad del
siglo XVIII. El nombre de Ildefonso Iniesta (m.1781) es el que con
mayor asiduidad aparece relacionado con la documentación de
la iglesia hospitalaria de San Hipólito45, de manera que resulta
fácil relacionar con él la decoración de las torres, que sería pos-
terior a su paso por Tepotzotlán. Cayetano de Sigüenza pudo
ser el responsable de la aparición del mismo motivo en la que
por ello se conoce como casa de las Ajaracas, donde está docu-
105. Querétaro. Colegio de la Compañía. Cubierta de la caja de la escalera. mentado en 1761-176446 (Fig. 107). La serie se prolonga con las
capillas de Magdalena Contreras y de la Concepción; ésta últi-
ma se ubica en Coyoacán, junto a algunos edificios domésticos
con análogo tratamiento mural, y su fachada lleva la fecha 1760,
además de las ineludibles representaciones del sol y la luna (Fig.
108). El convento de Jesús María y la casa localizada junto a la
Profesa completan los ejemplos conservados en la ciudad de
México. Entre los desaparecidos, se encuentran la casa del Judío
y la antigua alhóndiga. Fuera de la capital, sólo nos consta la
presencia del mismo tipo de decoración en la Casa Humboldt
de Taxco (Guerrero).

ORGULLO CRIOLLO Y ORGULLO ARQUITECTÓNICO

Lo que ha dado en llamarse "sentimiento de grandeza mexica-


na" es una construcción apologética definida al ritmo en que
106. Tepotzotlán. Iglesia de la Compañía. Ajaracas en el exterior.
crecía la calidad criolla de la población novohispana. Se comienza
a registrar a mediados del siglo XVI y recorre toda la vida de la
44
TOVAR DE TERESA: 1990, p. 40.
45
PATTON:1958, p. 154.
46
CASTRO MORALES: 1990, p. 136.

182 183
colonia, siendo consustancial a la cultura del Barroco y culmi- por la historia evidencian que la arquitectura, muy en particu-
nando con el ensalzamiento de la Virgen de Guadalupe47 . lar, fue la manifestación preferida por los criollos para alimen-
Se trata de una construcción emininentemente criolla, pero tar y, al mismo tiempo, evidenciar su sentimiento de grandeza.
es preciso recalcar que la calidad intelectual de esa casta era obra, Interpretar la arquitectura barroca novohispana como la genui-
casi en su totalidad, de la Compañía de Jesús. Si los jesuitas lo- na expresión de la religiosidad criolla, tan fuerte como la espa-
graron instalarse en la ciudad de Querétaro (1625), fue gracias a ñola pero más profunda, idealista e ingenua50, equivale a empo-
que " .. .los vecinos españoles de este pueblo, y algunos de ellos brecer su significado ideológico, cerrando los ojos ante una faz
nobles, sí querían, antes que aquí fundara la Compañía, que sus mucho más prágmática e interesada de la realidad artística y
hijos aprendiesen letras, [y] se hallaban obligados a enviarlos a social.
los estudios de México ... " 48 • Recíprocamente, una vez educados Las antiguas ciudades de españoles, luego ciudades crio-
los criollos, la misma Compañía era su principal fuerza valedora llas barrocas, se sentían justamente orgullosas de su aspecto.
fuera de las fronteras novohispanas. En la misma ciudad de Respecto a la de Querétaro, le parecía a Sigüenza y Góngora
Querétaro, Carlos de Sigüenza y Góngora glorificaba al padre que " ... decir la magestad de sus fábricas, portadas y torres, cim-
Juan de Monroy, que había sido Rector del colegio jesuítico lo- borrios, altares, sagrarios, relicarios, ornamentos( ... ), fuera asun-
cat " ... sugeto de la mayor estimación y aprecio por sus raros to muy lleno para cualquiera pluma ... " 51 • Y luego, en 1733, la
talentos, por su gran literatura y por su singular política, por la misma ciudad ganó sus ordenanzas apelando a las mismas gra-
que le grangeó un buen nombre a toda la nación criolla en aque- cias, " ... atendiendo al lustre de la población, sus plazas, sus ca-
llas famosísimas cortes de la
Europa ... " 49 • 107. Ciudad de México. Casa
Inevitablemente, la de las Ajaracas. 108. Coyoacán (ciudad de México). Capilla de la Concepción.
trascendencia artística, espe-
cialmente arquitectónica, de
la Compañía había de influir
en las personas de sus pupi-
los. La élite intelectual novo-
hispana poseía sobrados co-
nocimientos de arquitectura,
en el plano teórico. Además,
a falta de estudios suficien-
temente críticos sobre las ar-
tes plásticas del Barroco en la
Nueva España, las eviden-
cias empíricas suministradas

47
FERNÁNDEZ: 1959, pp. 174-186.
48 Crónica de Andrés Pérez de la Riva
(1654), en CRÓNICAS. 1979, p. 154. 50
VARGAS LUGO: 1993, p. 10.
49
SIGÜENZA Y GÓNGORA: 16HO, p. 10. 51
SIGÜENZA Y GÓNGORA: 1680, p. 7.

184 185
lles y edificios, tener siete conventos de religiosos y religiosas y sumaron el número ni alcanzaron las cotas de hiperbólica gran-
todas las circunstancias que pide la authoridad ... " 52 . dilocuencia que caracterizan a la serie novohispana.
Atendiendo al sobresaliente papel propagandístico de la En 1650, con motivo de su consagración, la catedral de
arquitectura, se comprende la inusitada proliferación de libelos, Puebla mereció una obra histórico-descriptiva que dejase
poemas, sermones y textos de mayor enjundia que produjo la pormenorizada constancia del proceso constructivo y de los lo-
imprenta novohispana para difundir dentro y, en la medida de gros artísticos resultantes, " ...por ser esta majestuosa pompa
lo posible, fuera de sus fronteras, la calidad de sus realizaciones ornamento singular, no sólamente de aquel Obispado, sino de
arquitectónicas. Se trata de un fenómeno característicamente entrambas Américas ... "54 • Puede ser considerado el detonante
barroco, que llegó al extremo de dedicarle letra impresa a la des- para el febril concurso calamicurrente que vendría a continua-
cripción laudatoria de una iglesia parroquial, un claustro o una ción.
capilla53 • Paralelamente, fueron apareciendo las incidencias cons- La catedral de México no podía quedarse atrás. En 1656
tructivas de muchos edificios novohispanos, reseñadas en las fue consagrada apresuradamente y, para describir las ceremo-
gacetas que, con mayor o menor periodicidad comenzaron a cir- nias y el edificio, " ...había menester cuasi un justo volumen, como
cular en 1722. se formó, efectivamente, y corre entre las manos de todos ... ".
Todos estos textos comparten dos características. La pri- No en vano, se trataba del " ... más bello edificio del Reino y uno
mera, el afán por "historiar", por escribir la historia de los edifi- de los más hermosos templos de toda la monarquía de Espa-
cios a que se refieren, de manera análoga a cómo eran desarro- ña ... "55. La dedicación definitiva llegó en 1668, trayendo de la
lladas las investigaciones históricas reflejadas en la arquitectura. mano una documentadísima relación de la historia constructi-
La segunda, resaltar los detalles que hacen a esa obra novedosa va, a cargo del Bachiller Isidro Sariñana, la "Noticia breve de la
e ingeniosa, "peregrina", en una palabra. Las ansias de nove- solene, deseada y vltima dedicación del templo metropolitano
dad, el afán por sorprender y la imperiosa necesidad de supera- de México".
ción (interna y externa), de transgredir lo canónicamente per- En 1676, Ignacio de Santa Cruz publicó "Quintillas caste-
mitido y de ir más allá de lo conocido, no dejan tregua alguna llanas. Relación breve de la feliz renovación de la iglesia y con-
en ninguna de esas páginas, hiperbólicas como los edificios de vento del Señor San Lorenzo de esta Corte", edificio, por cierto
los que tratan. patrocinado por los Medina Picaza.
Este tipo de literatura se venía desarrollando en España En 1680, Sigüenza y Góngora publicó sus tantas veces ci-
desde principios del siglo XVII. Como cabeza de serie bien pue- tadas "Glorias de Querétaro", con motivo de la consagración
de figurar la descripción de El Escorial publicada por fray José del santuario guadalupano. Al edificio le dedica una descrip-
de Sigüenza (1605), pero ni ésta ni las que vendrían después ción digna de un arquitecto profesional, en la que detalla hasta
los diferentes tipos de trazas de montea empleados en el corte
52
PRIMERAS ordenanzas.1733, fol. 18v0 • de la cantería56 • En Sigüenza no es de extrañar, pero lo mismo
53Es el caso del "Sennón de la dedicación de la Capilla de Jesús Nazareno y cabe decir de cualquiera de los restantes cronistas, ninguno de
Sagrario en la Santa Vera Cruz de México", en 1680. Del "Sermón del claustro
los cuales ejerció la arquitectura práctica.
que en el convento de Nuestro Padre San Francisco de la ciudad de México hizo
el muy reverendo Padre Fray Luis Morote", en 1702. Del "Sermón de la dedica-
ción del segundo templo o renovación del primero que en el cerro de la Bufa
edificó la ciudad de Zacatecas", en 1795. O, en otro orden de cosas, del atípico
54
libro de fábrica manuscrito por el clérigo Gregorio Pérez Cando sobre la iglesia TAMARIZ CARMONA: 1650, p. 3.
55
de la Soledad y la Santa Cruz, en el que recoge, además del proceso constructivo ALEGRE: 1766, T. III, Lib. VIII, Cap. IV, p. 242.
56
desarrollado entre 1773 y 1784, el pasado histórico de la parroquia capitalina. SIGÜENZA Y GÓNGORA: 1680, pp. 39-45.

186 187
En 1690, la "Octava maravilla del Nuevo Mundo", publi- sura y perpetuidad. Pero, además, posee una finalidad condi-
cada con motivo de la dedicación de la Capilla del Rosario del cionada a la voluntad de los agentes, es decir, del operante y del
convento dominico de la ciudad de Puebla, cuenta cómo, aparte comitente:
de la " ... peregrina ... " composición arquitectónica," .. .lo más que
entretenía el gusto de los que tienen por acierto las adivinanzas ... Todo lo que hemos dicho pertenece al fin que tiene la obra
eran ciertos enigmas que se fiaron a la erudición de los de las por su naturaleza. Passemos adelante y digamos algo del fin
letras góticas, en tarjas de caracteres de gótica ... "57 . No cuesta que el operante se propone. Éste puede ser muy differente y
trabajo imaginar el lúdico deleite que supuso " .. .lo ingenioso en vario porque, según los affectos y prejuicios que suelen tener
las cifras y emblemas, la propiedad en los jeroglíficos y motes y los mortales, sus intentos suelen ser muy diversos( ... ). Dios es
todo el adjunto de perfecciones en la correspondencia de tantas el fin último de todas las cosas (... )y, assí, hauría de ser el fin
cosas y tan distintas ... " 58 para los distinguidos admiradores último de todos los actos humanos. Pero los peccadores, olvi-
poblanos de Atanasio Kircher. dados de Dios, ponen su último fin en sus vicios, y, rompiendo
Los edificios de la Compañía de Jesús ocuparon un pues- el orden de la naturale~a, se privan de la gloria para que Su
to de honor en esta casi interminable serie59 . En 1750, cuando Magestad Divina los crió. Si me dixeres que éstas son medita-
fue consagrada la sede de la ciudad de Zacatecas, se destacó ciones morales, muy fuera de los límites de la architectura, te
cómo, mientras el orden imperante era el dórico, " .. .los arcos y pediré licencia para decirte que te engañas, porque architectura,
medios arcos faltaron a esta regla en sus primorosas claves, en- philosophía moral y theulogía son las tres gracias escolásticas
galanándose con la compósita ... ", así como " .. .las seis peregri- que se dan de las manos( ... ). Nos enseña lo que hemos de hazer
nas aristas ... " de las bóvedas que coronan a los pilares60 • en las ciudades, que es alabar a Dios, y que, principalmente
Esta colección de referencias, que dista mucho de ser ex- para esto, nosotros hemos sido criados y que, también para esto,
haustiva, viene a corroborar el interés con que los criollos de la ellas han sido edificadas y erigidas ... 61 •
Nueva España vivieron la arquitectura. Incidentalmente, tam-
bién, puede contribuir a esclarecer por qué los historiadores El juicio, por muy moral que nos parezca hoy, está verti-
mexicanos contemporáneos, sin razón explícita, tienden a ca- do desde el mismo sistema cultural que alimentó a la sociedad
racterizar el arte Barroco novohispano en términos exclusiva- criolla y a la cultura barroca de la Nueva España. Por ello, con
mente arquitectónicos, tal y como hacíamos constar al comien- total legitimidad, podemos preguntamos en qué medida los fi-
zo de nuestro discurso. nes y los medios de la arquitectura correspondiente se enfrenta-
Para cerrar este recorrido por la arquitectura barroca rían a ese juicio. O, dicho de otro modo, dónde termina la reli-
novohispana, queremos citar, por última vez, al tratadista de giosidad y dónde comienza el orgullo de la arquitectura barroca
arquitectura más representativo del movimiento cultural novator, novohispana.
el que instigó, en buena medida, los historicismos señalados
hasta aquí. Considera Juan Caramuel que la finalidad natural
de la arquitectura, es triple: ha de perseguir comodidad, hermo-

57 OCTAVA maravilla. 1690. p. 46.


58
Id. p. 61. -· .
59 Numerosos textos descriptivos publicados por la Compama son citados por 60
BREVE descripción. 1750, p. 3.
DÍAZ: 1982, passim. 61
CARAMUELDE LOBKOWITZ: 1673, T. II, Trat. V, Art. Il, pp. 5-7/9-11.

188
189
Bibliografía

Bibliografía moderna
ALEGRE, Francisco Javier (S.J.): Historia de la Provincia de la Compañía de
Jesús de Nueva España [1766]. Roma, Institutum Historicu:in S.J.1959
(4 vols.).
ANGULO ÍÑIGUEZ, Diego: Planos de monumentos arquitectónicos de Amé-
rica y Filipinas. Sevilla, Laboratorio de Arte, 1933-1939 (7 vols.).
BERMÚDEZ DE CASTRO, Diego Antonio: Theatro angelopolitano [1746].
México, U.N.A.M.-Coordinación de Humanidades, 1991.
BREUE descripción de la fábrica y templo de la Compañía de Jesús de Zacatecas
con una sucinta relación de las fiestas con que solemnizó su dedicación.
México, Viuda de Joseph Bernardo del Hogal, 1750.
CARAMUEL DE LOBKOWITZ,Juan: Arquitectura civil recta y oblicua [1673].
Madrid, Turner, 1984 (3 vols.).
CARTAS de Indias [1877]. México, Porrúa, 1980 (5 vols.)
FERNÁNDEZ DE ECHEVERRÍA Y VEYTIA, Mariano: La fundación de la ciu-
dad de Puebla de los Ángeles en la Nueva España, su descripción y presen-
te estado [1780]. Puebla, Altiplano, 1962.
FLORENCIA, Francisco de (S.J.): Sermón en la solemne dedicación del tem-
plo que costeó y erigió el Padre Pedro de Medina Picaza de la Compañía de
Jesús en el Colegio y casa de probación del pueblo de Tepotzotlán a 9 de
Septiembre de este año de 1682. México, Francisco Rodríguez Lupercio,
1682.
HERRERA Y TORDESILLAS, Antonio de: Descripción de las Indias Occi-
dentales [1601]. México, Guaranía, 1944.
GEMELLI CARRERI, Juan Francisco: Las cosas más considerables vistas en
la Nueva España [1697]. México, Xóchitl, 1946.
MARCO DORTA, Enrique: Fuentes para la historia del arte hispanoamerica-
no. Estudios y documentos. Sevilla, Instituto de Estudios Hispano-
americanos, 1951 (2 vols.).
OCTAVA maravilla del Nuevo Mundo en la gran Capilla del Rosario. Dedica-
da y aplaudida en el convento de Nuestro Padre Santo Domingo de la
191
ciudad de los Ángeles el día 16 del mes de Abril de 1690 [1690]. Puebla, ASPURZ, Lázaro (O.F.M.): La aportacón extranjera a las misiones españolas
Junta del Mejoramiento Moral, Cívico y Material del Municipio, del patronato regio. Madrid, Consejo de la Hispanidad, 1946.
1985. BAIRD, Joseph A.: The Churches of Mexico (1530-1810). Berkeley, Univ. of
PÉREZ CANCIO, Gregario: La Santa Cruz y Soledad de Nuestra Señora. California Press, 1962.
Libro de Fábrica del templo parroquial [1773-1784]. México, INAH, 1970. BAIRD, Joseph A. Or.): Los retablos barrocos del siglo XVIII en el Sur de Es-
PRIMERAS ordenanzas de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santiago de paña, Portugal y México [1951]. México, UNAM-IIE, 1987.
Querétaro, aprobadas y confirmadas por el rey Felipe V el año de 1773 BARGELLINI, Clara: "Arquitectura religiosa barroca en Querétaro". En
[1773]. Querétaro, Gobierno del Estado, 1971. . . ., Querétaro, ciudad barroca. Querétaro, Gobierno del Estado, 1988, pp.
SARIÑANA, Isidro: Noticia breve de la solemne, deseada, vltzma dedzcacwn 105-153.
del templo metropolitano de México, Corte imperial de la Nueva España, BÉRCHEZ GÓMEZ, Joaquín: Arquitectura mexicana de los siglos XVII y XVIII.
edificado por la religiosa magnificencia de los Reyes Cathólicos de Esp~ña, México-Italia, Azabache-Mondadori, 1992.
nuestros señores, celebrada en 22 de Diziembre de 1667 [1668]. MéXIco, BERLIN, Enrique: "Artífices de la Catedral de México". Anales del Insti-
UNAM-IIE, 1968. tuto de Investigaciones Estéticas, XI (1944), pp. 19-39.
SIGÜENZA Y GÓNGORA, Carlos: Glorias de Querétaro en la nueva Congre- ID.: "El arquitecto Pedro de Arrieta. Documentos para la historia del
gación Eclesiástica de María Santísima de Guadalupe con que se ilustra Y arte en México". Boletín del Archivo General de la Nación, XVI-1 (Méxi-
en el suntuoso templo que le dedicó a su obsequio Don Juan Caballero del co, 1945), pp. 75-94.
Ocio, presbítero Comisario de la Corte del Santo Oficio de la Inquisición ID.: "Three Masters Architects in New Spain". The Spanic American
[1680]. Querétaro, Gobierno del Estado, 1985. Historical Review, XXVII-2 (Durham, 1947), pp. 375-383.
ID.: Infortunios que Alonso Ramírez, natural de la ciudad de San Juan de ID.: "La Catedral de Morelia y sus artistas". Anales de la Sociedad de Geo-
Puerto Rico, padeció [1690]. México, Premiá, 1978. grafía e Historia, XXVII (Guatemala, 1954), pp. 146-168.
ID.: Libra astronómica y filosófica [1690]. México, Centro de Estudios Filo- ID.: "Oaxaca, la iglesia de San Felipe Neri. Noticia de artífices". Archivo
sóficos, 1959. Español de Arte, 221 (Madrid, 1983), pp. 47-66.
TAMARIZ DE CAR1\10NA, Antonio: Relación y descripción del Templo Real BOILS MORALES, Guillermo: Arquitectura y sociedad en Querétaro (Siglo
de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles, en la Nueva España, y su Cate- XVIII). Querétaro, Gobierno del Estado, 1994
dral, que de orden de Su Majestad acabó y consagró, a 18 de Abril de 1649, BONET CORREA, Antonio: "Lo indígena y lo popular en la arquitectura
el Ilustríssimo y Reverendíssimo Señor Don Iuán Palafox y Mendoza mexicana". En APORTACIÓN indígena al arte hispanoamericano (Actas
[1650]. Puebla, Gobierno del Estado, 1991. y memorias del XXXVI Congreso Internacional de Americanistas,
TRESGUERRAS, Francisco: Ocios literarios [1796]. México, UNAM-IIE, 1962. IV). Sevilla, s/e, 1966, pp. 181-187.
VIERA, Juan de: "Breve compendiosa narración de la ciudad de Méxi- ID.: "El Padre Pozzo y la arquitectura argentina". Anales del Instituto de
co, Corte y cabeza de toda la América septentrional [1777]. En La Arte Americano e Investigaciones Estéticas, 23 (Buenos Aires, 1970),
ciudad de México en el siglo XVIII, 1690-1780. Tres crónicas. México, pp. 28-35.
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990. ID.: "Estudio preliminar. Juan Caramuel de Lobkowitz, polígrafo pa-
radigmático del Barroco". En CARAMUEL DE LOBKOWITZ, Juan:
Arquitectura civil recta y oblicua [1673]. Madrid, Turner, 1984, T. I, pp.
Bibliografía contemporánea vii-xxxiii.
BRADING, David A.: "Estudio introductorio: teofanía guadalupana".
AMERLINCK, Concepción; RAMOS MEDINA, Manuel: Conventos de mon- En Siete sermones guadalupanos (1709-1765). México, C.E.H.M. Con-
jas. Fundaciones en el México virrreinal. México, Condumex, 1995. dumex, 1994, pp. 13-50.
ANGULO ÍÑIGUEZ, Diego: "La capilla del Pocito de Guadalu pe". Arte BUSCHIAZZO, Mario J.: "El problema del arte mestizo. Contribución a
en América y Filipinas, 2 (Sevilla, 1936), pp. 161-165. su esclarecimiento". En Actas del XXXVI Congreso Internacional de
ID.: Historia del arte hispanoamericano. Barcelona, Salvat, 1945-1956 (3 vols.). Americanistas, IV. Sevilla, s/ e, 1966, pp. 239-244.
APORTACIÓN indígena al arte hispanoamericano (Actas y memorias del CABRERA, Heraclio: Querétaro colonial. Don Ignacio Casas (Un grande in-
XXXVI Congreso Internacional de Americanistas, IV). Sevilla, s/ e, genio olvidado. Notas para su estudio). Querétaro, Imp. del Gobierno,
1966. 1920.

192 193
CASTRO MORALES, Efraín: "Juan Montero, ensamblador y arquitecto GARCÍA BARRAGÁN, Elisa: "Supervivencias mudéjares y presencias
novohispano del siglo XVII". Boletín de Monumentos Históricos, 6 orientalistas en la arquitectura mexicana". Anales del Instituto de In-
(México, 1981), pp. 5-26. ve~tigaciones Estéticas, 45 (México, 1976), pp. 137-146.
ID.: "Cayetano de Sigüenza, un arquitecto novohispano del siglo XVIII". GARCIAMELERO, José Enrique (coord.): Influencias artísticas entre Espa-
En Santa Prisca restaurada. México, El Espejo de Obsidiana, 1990, ña y América. Madrid, Mapfre, 1992,
pp. 127-149. GASPARINI, Graziano: "Significado de la arquitectura barroca en His-
CÓMEZ RAMOS, Rafael: Andalucía y México en el Renacimiento y Barroco. panoamérica". Boletín del Centro de Investigaciones históricas y Estéti-
Estudios de arte y arquitectura. Sevilla, Guadalquivir, 1991. CHANFÓN cas, 3 (Caracas, 1965), pp. 45-50.
OLMOS, Carlos: "Introducción". En El Barroco de México. México, GÓMEZ MARTÍNEZ, Javier: La bóveda de crucería en la arquitectura españo-
Banco Nacional de Comercio Interior-Lunwerg Editores, 1991, pp. la de la Edad Moderna. Valladolid, Universidad, 1995 (microficha de
13-31. Tesis Doctoral).
DECORME, Gérard (S.J.): La obra de los jesuitas mexicanos durante la época ID.: Fortalezas mendicantes. Claves y procesos en los conventos novohispanos
colonial. 1572-1767. México, Porrúa, 1941 (2 vols.). del siglo XVI. México, UIA, 1997
DÍAZ, Marco: "El templo de la Casa Profesa". Artes de México, 172 (Mé- ID.: "Huellas hispanomusulmanas en la arquitectura novohispana". Bo-
xico, 1974), pp. 7-10. letí~ del Museo Nacional del Virreinato (México, 1996, bis) (en prensa).
ID.: La arquitectura de los jesuitas en Nueva España. Las instituciones de GONZALEZ FRANCO, Glorinela: "Un arquitecto novohispano. Ildefonso
apoyo, colegios y templos. México, UNAM-IIE, 1982. Iniesta Vejarano y Durán". Boletín de Monumentos Históricos,ll (Mé-
DÍAZ CAYEROS, Patricia: La sillería de coro de la Catedral de Puebla. Sus xico, 1990), pp. 2-9.
formas, sus sentidos celestiales y terrenales. México, UIA, 1995 (facs. GONZÁLEZ GALVÁN, Manuel: "Modalidades del Barroco mexicano".
Tesis de Licenciatura). Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, 30 (México, 1961), pp.
La DICOTOMiA entre arte culto y arte popular (Coloquio Internacional de 39-68.
Zacatecas). México, UNAM-IIE, 1979. ID.: "El espacio en la arquitectura religiosa virreinal de México". Anales
DÍEZ BARROSO, Francisco: El arte en la Nueva España. México, s/ e, 1921. del Instituto de Investigaciones Estéticas, 35 (México, 1966), pp. 69-102.
FERNÁNDEZ, Justino: Estética del arte mexicano. Coatlicue. El Retablo de ID.: "Modalidades del fuste barroco". En Del arte. Homenaje a Justino
los Reyes. El hombre [1959]. México, UNAM-IIE, 1972. Fernández. México, UNAM-IIE, 1977, pp. 75-81.
FERNÁNDEZ GARCÍA, Martha Raquel: Historia del concepto de arte "te- ID.: "El hombre como alegoría arquitectónica entre el Manierismo y el
quitqui". México, UNAM-IIE, 1976 (facs. Tesis de Licenciatura). Barroco". En La dispersión del Manierismo (Documentos de un colo-
ID.: Maestros mayores de arquitectura en la ciudad de México en el siglo XVII quio). México, UNAM-IIE, 1980, pp. 69-76. Seguido de un comenta-
(estudio documental). México, UNAM-IIE, 1981 (facs. Tesis de Maes- rio a cargo de Carlos Martínez Marín (pp. 107-112).
tría; hay ed.: Arquitectura y gobierno virreina!. México, 1985). ID.: "Génesis del barroco y su desarrollo formal en México". En Histo-
ID.: Artificios del Barroco. México y Puebla en el siglo XVII. México, UNAM- ria del arte mexicano, VI. Arte colonial, II [1982]. México, SEP-Salvat,
CH, 1990. 1986, pp. 809-831.
ID.: "El neóstilo y las primeras manifestaciones de la Ilustración en ID.: "Influencia por selección de América en su arte colonial". Anales
Nueva España". Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, XVI- del Instituto de Investigaciones Estéticas, 50 (México, 1982), pp. 43-54.
64 (México, 1993), pp. 31-45. ID.: "De los fustes barrocos latinoamericanos". En Simpatías y diferen-
ID.: "El Barroco mexicano visto a distancia". Anales del Instituto de In- cias. Relaciones del arte mexicano con el de América Latina (X Coloquio
vestigaciones Estéticas, 65 (México, 1994), pp. 201-213. Internacional de Arte). México, UNAM-IIE, 1988, pp. 191-209.
GALÁN GARCÍA, Agustín: "Jesuitas a Indias durante el siglo XVIII: la ID.: "Forma, espacio y contenido de la arquitectura barroca religiosa de
historia de un esfuerzo europeo". En Congreso Internacional de His- México". En El Barroco de México. México, Banco Nacional de Co-
toria de la Compañía de Jesús en América: evangelización y justicia. Si- mercio Interior-Lunwer_g Editores, 1991, pp. 86-145.
glos XVII y XVIII. Córdoba (Esp.), Imp. San Pablo, 1993, pp. 87-94. HELLENDOORN, Fabienne Emilie: Influencia del Manierismo nórdico en la
GANTE, Pablo C. de: La arquitectura en México en el siglo XVI. México, arquitectura virreina[ religiosa de México. México, UNAM-IIE, 1980.
Talleres Gráficos de la Nación, 1947. JIMÉNEZ RUEDA, Julio; O'GORMAN, Edmundo: Documentos para la histo-
ria de la cultura en México: una biblioteca del siglo XVII. Catálogo de

194 195
libros expurgados a los jesuitas en el siglo XVIII. México, Imprenta Uni- MITTER, Partha: Much Maligned Monsters. A History ofEuropean Reactions
versitaria, 1947. to Indian Art [1977]. Chicago, The University of Chicago Press, 1992.
KROPFINGER-VON KÜNGELGEN, Helga: "Exportación de libros euro- MOFFITT, John F.: "Tepotzotlán: ¿El Islam latente en América?. Obser-
peos de Sevilla a la Nueva España en el año 1586". En Libros euro- vaciones en torno a la portada esculpida hispánica". Anales del Ins-
peos en Nueva España. Weisbaden, Franz Steiner Verlag, 1973. pp. 5- tituto de Investigaciones estéticas, 57 (México, 1986). pp. 101-112.
105. MONTOYA RIVERO, María Cristina: "Variantes de la arquitectura ba-
KUBLER, George: Arquitectura de los siglos XVII y XVIII (Col. Ars Hispaniae, rroca religiosa en la metrópoli y en los estados de México, Hidalgo
XIV). Madrid, Plus-Ultra, 1957. y Guerrero". En Historia del arte mexicano, VI. Arte colonial, II [1982].
ID.; SORIA, Martín: Art and Architecture in Spain and Portugal and Their México, SEP-Salvat, 1986, pp. 833-859.
American Dominions: 1500-1800. Baltimore, Penguin Books, 1959. MORENO VILLA José: La escultura colonial mexicana. México, Colegio de
LEONARD, Irving A.: Don Carlos de Sigüenza y Góngora. Un sabio mexica- México, 1942.
no del siglo XVII [1929]. México, FCE, 1984. MULLEN, Robert J.: La arquitectura y la escultura de Oaxaca 1530's-1980's.
LOERA FERNÁNDEZ, Gabriel: "Francisco Guerrero y Torres, arquitecto México, Codex-Tula, 1992-1994 (2 vols.).
y empresario del siglo XVIII". Boletín de la Dirección de Monumentos MURILLO, Gerardo (Dr. Atl): "La arquitectura en el siglo XVIII. El ultra-
Históricos, 8 (México, 1982), pp. 61-84. Barroco". En TOUSSAINT RITTER, Manuel; BENÍTEZ, J.R.; ID.: Iglesias
MANRIQUE, Jorge Alberto: "El 'neóstilo': la última carta del Barroco de México, VI. México, Secretaría de Hacienda, 1927, pp. 87 y ss.
mexicano". Historia Mexicana, XX-3 (México, 1971), pp. 335-367. NEUMEYER, Alfred: "The Indian Contribution to Architectural Decora-
ID.: El Manierismo en la Nueva España: letras y arte". Anales del Institu- tion in Spanish Colonial America". The Art Bulletin, XXX (Nueva
to de Investigaciones Estéticas, 45 (México, 1976), pp. 107-116. York, 1948), pp. 104 y SS.
ID.: "La formación de la arquitectura barroca mexicana". En Symposium NOGUEZ, Xavier: Docuentos guadalupanos. Un estudio sobre las fuentes de
Internazionale sul Baraca Latino Americano. Roma, Istituto Halo-Lati- información tempranas en torno a las mariofanías en el Tepeyac. México,
no Americano, 1890, 14 pp. FCE, 1993.
MARCO DORTA, Enrique: "Proyecto de Iniesta para el Sagrario de Mé- OBREGÓN, Gonzalo: "Un sepulcro plateresco en México". Anales del
xico". Arte en América y Filipinas, 1 (Sevilla, 1935), pp. 91-93. Instituto de Investigaciones Estéticas, IX-33 (México, 1964), pp. 45-50.
ID.: "Consideraciones en torno al llamado 'estilo tequitqui"'. En O'GORMAN, Edmundo: "Bibliotecas y librerías coloniales, 1580-1698".
Dicotomía entre arte culto y arte popular (Coloquio Internacional de Boletín del Archivo General de la Nación, X-4 (México, 1939), pp. 663-
Zacatecas). México, UNAM-IIE, 1979, pp. 137-157. 1001.
MARTÍNEZ ROSALES, Alfonso: "La bonanza barroca dieciochesca de San OLIVERA, María del Carmen: "La biblioteca de un arquitecto de la épo-
Luis Potosí". Cuadernos de arquitectura Virreina!, 2 (México, 1986), ca virreinal". Boletín de la Dirección de Monumentos Históricos, 6 (Mé-
pp. 56-64. xico, 1981), pp. 33-40.
MAZA Y CUADRA, Francisco de la: "Una carta del arquitecto Ignacio de OSORIO ROMERO, Ignacio: La luz imaginaria. Epistolario de Atanasia Kircher
Castera". Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, III-10 (Mé- con los novohispanos. México, UNAM-IIB, 1993.
xico, 1943), pp. 82-83. PALM, Erwin Walter: "Estilo y época en el arte colonial". Anales del Ins-
ID.: "Las piras funerarias en la historia y en el arte de México". Anales tituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas, 2 (Caracas, 1949),
del Instituto de Investigaciones Estéticas, 13 (México, 1946), pp. 111- pp. 7-24.
113. ID.: "La fachada de la Casa de los Muñecos en Puebla. Un trabajo de
ID.: El guadalupanismo mexicano [1953]. México, FCE-SEP, 1981. Hércules en el Nuevo Mundo". Anales del Instituto de Investigaciones
ID.: "El arte colonial en México". En Enciclopedia del arte en América. Estéticas, XII (México, 1978), pp. 35-46.
Historia, II. Buenos Aires, Bibliográfica Omeba, 1968, pp. 176-203. PASTOR LLANEZA, María Alba: "Criollismo, religiosidad y Barroco".
ID.: La mitología clásica en el arte colonial. México, UNAM-IIE, 1968. En ECHEVERRÍA, Bolívar (ed.): Modernidad, mestizaje cultural, ethos
ID.: El churrigueresco en la ciudad de México. México, FCE, 1969. barroco. México, UNAM-El Equilibrista, 1994, pp. 171-198.
ID.: La ciudad de México en el siglo XVII [1968]. México, FCE-SEP, 1985. PATTON, Glenn Neil: Francisco Antonio Guerrero y Torres and the Baroque
ID.: El arte colonial en San Luis Potosí. México, UNAM-IIE, 1969. Architecture ofMexico City in the Eighteenth Century [1958]. Michigan,
ID.: El Barroco mexicano. México, INBA, 1979. University Microfilms Intemational, 1979 (facs. Tesis Doctoral).

196 197
PAZ, Octavio: Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. México, FCE, STÉPANEK, Pavel: "Simón de Castro -Simón Boruhradsky-, un arqui-
1982. tecto checo del siglo XVII en México". Cuadernos de Arte Colonial, 2
PORTOGHESI, Paolo: Dizionario enziclopedico di architettura e urbanística, (Madrid, 1987), pp. 19-36.
I. Roma, Istituto Editoriale Romano, 1968. TAYLOR, René: "Santa Prisca en el contexto del Barroco". En Santa Prisca
ID.: "Il contributo americano allo sviluppo dell'architettura baroca". restaurada. México, El Espejo de Obsidiana, 1990, pp. 15-59.
En Symposium Internazionale sul Baraca Latino Americano. Roma, ID.: "Ermetismo e architettura mistica nella Compagnia di Gesu". En
Istituto Halo-Latino Americano, 1890, 10 pp. WITTKOWER, Rudolf; JAFFE, Irma B. (eds.): Architettura e arte dei
RAMÍREZ MONTES, Mina: "José de Bayas Delgado, artífice de Querétaro, gesuiti. Milán, Electa, 1992, pp. 52-74.
siglo XVII". Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, XIV-56 TOUSSAINT RITTER, Manuel: El Mudéjar en América. México, Porrúa, 1946.
(México, 1986), pp. 77-90. ID.: Arte colonial en México [1948]. México, UNAM-IIE, 1983.
ID.: La escuadra y el cincel. Documentos sobre la construcción de la Catedral ID.: "Vitruvio interpretado por un arquitecto de la Nueva España en el
de Morelia. México, UNAM-IIE, 1987. siglo XVIII". Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, 18 (Méxi-
ID.: "Retablos". En Querétaro, ciudad barroca. Querétaro, Gobierno del co, 1950), pp. 85-88.
Estado, 1988, pp. 157-192. ID.: "Huellas de Diego de Siloe en México". Anales del Instituto de Inves-
ID.: "Miguel Custodio Durán". Anales del Instituto de Investigaciones Es- tigaciones Estéticas, VI-21 (México, 1953), pp. 11-18.
téticas, XVI-61 (México, 1990), pp. 231-243. TOVAR DE TERESA, Guillermo: México barroco. México, SAHOP, 1981.
REVILLA, Manuel G.: El arte en México [1893]. México, Porrúa, 1923. ID.: "Del Barroco salomónico al Barroco estípite. Consideraciones so-
REYES VALERIO, Constantino: Arte indocristiano. Escultura del siglo XVI. bre un documento relativo al gremio de arquitectos de la ciudad de
México, SEP-INAH, 1978. México en 1733". Cuadernos de Arte Colonial, 3 (Madrid, 1987), pp.
ID.: "El arte indocristiano o tequitqui". En Historia del arte mexicano, V. 122-128.
Arte colonial, I [1982]. México, SEP-Salvat, 1986, pp. 707-725. ID.: Gerónimo Balbás en la Catedral de México. México, El Espejo de
RODRÍGUEZ RUIZ, Delfín; '"Tratado de la architectura' por el Rvendo. Obsidiana, 1990.
Pe. Mo. Juan Carlos de la Falle de la Compañía IHS. En el Colegio ID.: "La iglesia de San Francisco Xavier de Tepotzotlán: eco de la vida
Imperial de Madrid. 1636". Avisos. Noticias de la Real Biblioteca, 2- artística de la Ciudad de México en los siglos XVII y XVIII". Cuader-
8 (Madrid, 1997), pp. 1-2. nos de arquitectura Virreina!, 9 (México, 1990), pp. 31-41.
ROJAS, Pedro: "Formas distintivas de la ornamentación barroca mexi- ID.: "Nuevas investigaciones sobre el barroco estípite". Boletín de Mo-
cana del siglo XVIII". Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, numentos Históricos, 10 (México, 1990), pp. 2-23.
IX-36 (México, 1967), pp. 25-38. TRABULSE, Elías: Los manuscritos perdidos de Sigüenza y Góngora. Méxi-
ROJAS GARCIDUEÑAS, José: El antiguo Colegio de San Ildefonso. México, co, El Colegio de México, 1988.
UNAM-IIE, 1951. VARGAS LUGO, Elisa: Las portadas religiosas de México. México, UNAM-
ROMERO DE TERREROS, Manuel: La iglesia y el convento de San Agustín. IIE, 1969.
México, IIE, 1951. ID.: Santa Prisca de Taxco. México, UNAM-IIE, 1974.
RUBIAL GARCÍA, Antonio: Una monarquía criolla (La provincia agustina ID.: México barroco. Vida y arte. México, Salvat-Hachette Latinoamérica,
en el siglo XVII) [1989]. México, Consejo Nacional para la Cultura y 1993.
las Artes, 1990. ID.; GUADALUPE VICTORIA, José: Un edificio que canta. San Agustín de
SEBASTIÁN LÓPEZ, Santiago: "Notas sobre la columna abalaustrada en Querétaro. Querétaro, Gobierno del Estado, 1989.
México". Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, IX-36 (Méxi- VILLEGAS, Víctor Manuel: El gran signo formal del Barroo. Ensayo históri-
co, 1967), pp. 59-62. co del apoyo estípite. México, UNAM, 1956.
ID.: "La influencia germánica de los Klauber en Hispanoamérica". Bo- ZELAA E HIDALGO, José María: Glorias de Querétaro (... )reescritas por( ... )
letín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, 14 (Caracas, [1803]. Querétaro, Gobierno del Estado, 1985.
1974), pp. 61-74.
SHON RAEBER, Ana Luisa: "Francisco Martínez Gudiño. Arquitecto-
ensamblador". Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, 65 (Mé-
xico, 1994), pp. 179-190.

198 199
PAZ, Octavio: Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. México, FCE, STÉPANEK, Pavel: "Simón de Castro -Simón Boruhradsky-, un arqui-
1982. tecto checo del siglo XVII en México". Cuadernos de Arte Colonial, 2
PORTOGHESI, Paolo: Dizionario enziclopedico di architettura e urbanística, (Madrid, 1987), pp. 19-36.
I. Roma, Istituto Editoriale Romano, 1968. . " TAYLOR, René: "Santa Prisca en el contexto del Barroco". En Santa Prisca
ID.: "Il contributo americano allo sviluppo dell'archltettura baroca · restaurada. México, El Espejo de Obsidiana, 1990, pp. 15-59.
En Symposium Internazionale sul Baraca Latino Americano. Roma, ID.: "Ermetismo e architettura mística nella Compagnia di Gesu". En
Istituto Halo-Latino Americano, 1890, 10 pp. WITTKOWER, Rudolf; JAFFE, Irma B. (eds.): Architettura e arte dei
RAMÍREZ MONTES, Mina: "José de Bayas Delgado, artífice de Querétaro, gesuiti. Milán, Electa, 1992, pp. 52-74.
siglo XVII". Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, XIV-56 TOUSSAINT RITTER, Manuel: El Mudéjar en América. México, Porrúa, 1946.
(México, 1986), pp. 77-90. ID.: Arte colonial en México [1948]. México, UNAM-IIE, 1983.
ID.: La escuadra y el cincel. Documentos sobre la construcción de la Catedral ID.: "Vitruvio interpretado por un arquitecto de la Nueva España en el
de Morelia. México, UNAM-IIE, 1987. siglo XVIII". Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, 18 (Méxi-
ID.: "Retablos". En Querétaro, ciudad barroca. Querétaro, Gobierno del co, 1950), pp. 85-88.
Estado, 1988, pp. 157-192. . . ID.: "Huellas de Diego de Siloe en México". Anales del Instituto de Inves-
ID.: "Miguel Custodio Durán". Anales del Instituto de Investzgaczones Es- tigaciones Estéticas, VI-21 (México, 1953), pp. 11-18.
téticas, XVI-61 (México, 1990), pp. 231-243. TOVAR DE TERESA, Guillermo: México barroco. México, SAHOP, 1981.
REVILLA, Manuel G.: El arte en México [1893]. México, Porrúa, 1923. ID.: "Del Barroco salomónico al Barroco estípite. Consideraciones so-
REYES VALERIO, Constantino: Arte indocristiano. Escultura del szglo XVI. bre un documento relativo al gremio de arquitectos de la ciudad de
México, SEP-INAH, 1978. . México en 1733". Cuadernos de Arte Colonial, 3 (Madrid, 1987), pp.
ID.: "El arte indocristiano o tequitqui". En Historia del arte mexzcano, V. 122-128.
Arte colonial, I [1982]. México, SEP-Salvat, 1986, pp. 707-725. ID.: Gerónimo Balbás en la Catedral de México. México, El Espejo de
RODRÍGUEZ RUIZ, Delfú1; '"Tratado de la architectura' por el Rvendo. Obsidiana, 1990.
Pe. Mo. Juan Carlos de la Falle de la Compañía IHS. En el Colegio ID.: "La iglesia de San Francisco Xavier de Tepotzotlán: eco de la vida
Imperial de Madrid. 1636". Avisos. Noticias de la Real Biblioteca, 2- artística de la Ciudad de México en los siglos XVII y XVIII". Cuader-
8 (Madrid, 1997), pp. 1-2. . nos de arquitectura Virreina/, 9 (México, 1990), pp. 31-41.
ROJAS, Pedro: "Formas distintivas de la ornamentación ?arroca ~eXI­ ID.: "Nuevas investigaciones sobre el barroco estípite". Boletín de Mo-
cana del siglo XVIII". Anales del Instituto de Investzgaczones Estetzcas, numentos Históricos, lO (México, 1990), pp. 2-23.
IX-36 (México, 1967), pp. 25-38. TRABULSE, Elías: Los manuscritos perdidos de Sigüenza y Góngora. Méxi-
ROJAS GARCIDUEÑAS, José: El antiguo Colegio de San Ildefonso. México, co, El Colegio de México, 1988.
UNAM-IIE, 1951. VARGAS LUGO, Elisa: Las portadas religiosas de México. México, UNAM-
ROMERO DE TERREROS, Manuel: La iglesia y el convento de San Agustín. IIE, 1969.
México, IIE, 1951. ID.: Santa Prisca de Taxco. México, UNAM-IIE, 1974.
RUBIAL GARCÍA, Antonio: Una monarquía criolla (La provincia agustina ID.: México barroco. Vida y arte. México, Salvat-Hachette Latinoamérica,
en el siglo XVII) [1989]. México, Consejo Nacional para la Cultura Y 1993.
las Artes, 1990. ID.; GUADALUPE VICTORIA, José: Un edificio que canta. San Agustín de
SEBASTIÁN LÓPEZ, Santiago: "Notas sobre la column,a .abalaustrad~ e~ Querétaro. Querétaro, Gobierno del Estado, 1989.
México". Anales del Instituto de Investigaciones Estetzcas, IX-36 (Mexi- VILLEGAS, Víctor Manuel: El gran signo formal del Barroo. Ensayo históri-
co, 1967), pp. 59-62. . , . " co del apoyo estípite. México, UNAM, 1956.
ID.: "La influencia germánica de los Klauber en H1spanoamenca . Bo- ZELAA E HIDALGO, José María: Glorias de Querétaro (... )reescritas por( ... )
letín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, 14 (Caracas, [1803]. Querétaro, Gobierno dél Estado, 1985.
1974),pp.61-74. ' ·- .
SHON RAEBER, Ana Luisa: "Francisco Martmez Gudmo. Arqmtecto-
ensamblador". Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, 65 (Mé-
xico, 1994), pp. 179-190.

198 199

También podría gustarte