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Peñaranda
Leyendas de la Gran Familia Peñaranda Yánez Ordóñez
Segunda Edición
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Dedicado a todos los parientes:
A los antiguos, en reconocimiento por la gran familia que formaron.
A los actuales, por apreciar nuestro parentesco.
Y a los futuros Peñarandas porque también ellos se sentirán orgullosos de
pertenecer a esta antigua familia.
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Escudo de Armas del Apellido Peñaranda
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PRÓLOGO
JAIME PÉREZ LÓPEZ
Cuando el rey de España expulsó a los judíos de su territorio, don Baltasar debió
navegar el mar océano, en algún barco de vela, en un bergantÍn, escondido en la quilla,
seguramente disfrazado de hijo de virrey español. No debió traer documentos. El único,
el rasgo de judío converso: blanco, ojizarco, catire, a veces rechoncho. Cuando llega a
los cuarenta, pierde el cuero cabelludo pero conserva el del pecho y la espalda. Se ríe
con los ojos, no con la boca. Es taimado, calculador, madrugador, trabajador. Ahorra el
centavo hasta completar el peso. Amigo de sus amigos, enemigo hasta morir de sus
enemigos. Es católico, apostólico y romano. Va a misa los domingos y fiestas de
guardar. Se confiesa con el cura amigo y sale a pecar, porque el que peca y reza
empata, y de esta manera resuelve sus problemas de conciencia.
Unos son godos y otros liberales, pero casi todos intemperantes, pretenden tener la
verdad revelada. El pariente Peñaranda se multiplica como las hormigas, como las
abejas, funda su propio panal, deja la abeja reina y sale a conquistar tierras, a realizar
negocios a producir riqueza. Hasta las primeras décadas del siglo XX, fue una sociedad
cerrada, con casamientos entre parientes; seguramente con el propósito de que la
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riqueza producto de su trabajo no saliera de la familia; más adelante la sociedad
Peñaranda se fue haciendo más flexible, al punto que no hay familia
nortesantandereana con más de tres generaciones que no tenga un barniz Peñaranda.
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INTRODUCCIÓN
Algo tiene esta familia. Algo diferente a todas las demás. Algo que se parece a una personalidad
única de todos sus miembros. Algo que un amigo describió claramente cuando dijo que no
éramos una “familia” sino una “raza”.
Efectivamente, la Identidad es manifiesta cuando dos parientes Peñarandas se saludan así sea
con una sola palabra o una seña con el brazo, desde el otro lado de la calle. Hay una
manifestación mutua de familiaridad que no se presenta en otras familias y en otras regiones en
las que sólo reconocen como propios a sus más cercanos, mientras que los Peñarandas se
reconocen como parientes, todos, los cercanos y los lejanos, conformando así LA FAMILIA MAS
GRANDE DEL MUNDO. Algo tiene esta familia diferente y es ese sentido de fraternidad que nos
inculcaron nuestros padres y abuelos, notoria a pesar de las múltiples diferencias que se
presentaron antiguamente por conflictos intrafamiliares muy serios, los que no alcanzaron a
reducirla y las ya superadas divisiones políticas no lograron borrarla. Algo tiene esta familia, no
sólo por sus rasgos físicos reconocibles sino por algo más abstracto, y a la vez más arraigado y
profundo.
He recopilado las historias y anécdotas que hemos oído muchas veces y he conocido familiares
para ubicarlos dentro de este “Directorio Genealógico”. He escrito los miles de nombres y toda
la información que me han dado, incluyéndola en un contexto de lugar y época, y sobre todo
tratando de que las leyendas que cuentan el origen de la familia sean el esbozo de una
investigación más profunda que alguien haga posteriormente. He tomado nota de las historias
que relatan los ancianos aprovechando otra de las características de los Peñaranda pues son
dados a contar historias de la familia y siempre que se encuentran dos familiares sale a colación
alguna anécdota de los antepasados.
Desde antes pido comprensión por los nombres y apreciaciones que no sean acertadas, algunos
de los cuales errores no son de mi culpa sino de los parientes que me han suministrado con
generosidad la información. Este recuento de Historia, leyendas, anécdotas y sobre todo este
“Directorio Genealógico” recopilado durante unos 15 años, trata de sostener con hechos,
nombres y fechas el parentesco con el que nos reconocemos de entrada, pero que a veces no
sabemos ubicar. Saber quién es el tatarabuelo que tenemos en común nuestro pariente y yo, nos
hará afianzar este sentimiento de Identidad Familiar.
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Cuadro # 1
1750-1850 Jacinto Urbano José Ma. Januario Juan Bta. Tomas Simón Barbara Inocencio Valeriano Andrés Carlos ¿
Francisco Marcos Francisco Matea Belén Nicolás Basilia Francisco Camilo Concho Rita Ma. Reyes Concho
1800-1900 Roque Cecilia Genara Vidal Ana Josefa Santos Froilán Juana Alberto Bernardina Isidro Ramón
Benigno Baldomero Alberto Raimundo Ana María Bartolomé Antonio Ramón Ricardo Ambrosio Teresa
Ramón Cayetano Marcos Julián Agustín Estanislao Temístocles Saturnino Urbano
Eustaquio Ezequiel Concha Eduardo Justa Leopoldo
Vicenta Sergia Felipe Fidelia Dominga Victoria
Ascensión Dolores Ramona Carmelo Eusebia
Viviana Gregorio Epifanía Francisco Leona
Patricia Braulia Ramón Alberto
Dolores Sebastián
Estos son los más antiguos Peñaranda conocidos que vivieron en 1.700 y 1.800. De ellos desciende prácticamente toda la familia.
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PRIMERA PARTE
RAMA DE BARTOLOMÉ.
Árbol # 11-. CUADRO DE DON JANUARIO PEÑARANDA MOLINA.
Árbol # 12-. CUADRO DE DOÑA BELEN PEÑARANDA ORDÓÑEZ.
Árbol # 13-. CUADRO DE DOÑA ANA JOSEFA PEÑARANDA ORDÓÑEZ.
Árbol # 14-. CUADRO DE DON JULIAN PEÑARANDA ORDÓÑEZ.
Árbol # 15-. CUADRO DE DOÑA CONCEPCIÓN PEÑARANDA ORDÓÑEZ.
Árbol # 16-. CUADRO DE DON FELIPE PEÑARANDA ORDÓÑEZ.
Árbol # 17-. CUADRO DE DOÑA RAMONA PEÑARANDA ORDÓÑEZ.
Árbol # 18-. CUADRO DE DOÑA EPIFANÍA PEÑARANDA ORDÓÑEZ.
OTRAS RAMAS.
Árbol # 19-. CUADRO DE DON TOMAS PEÑARANDA MOLINA.
Árbol # 20-. CUADRO DE DON SIMON PEÑARANDA MORENO.
Árbol # 21-. CUADRO DE DON INOCENCIO PEÑARANDA MORENO.
Árbol # 22-. CUADRO DE DON VALERIANO PEÑARANDA MORENO.
Árbol # 23-. CUADRO DE DON ANDRES PEÑARANDA
Árbol # 24-. CUADRO DE DON CARLOS SALOME PEÑARANDA.
Árbol # 25-. CUADRO DE DOÑA ANTONIA PEÑARANDA.
Árboles # 26-34-. CUADROS DE OTROS NIETOS DEL PRIMER PEÑARANDA
.
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Para encontrar su familia busque su abuelo o abuela
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JOSE DE LOS ANG. PEÑARANDA Árbol # 4 PEDRO PEÑARANDA Árbol # 19
JOSE M. AYALA Árbol # 12 PEDRO PEÑARANDA Árbol # 6
JOSÉ ORDÓÑEZ Árbol # 38 PETRA PEÑARANDA Árbol # 31
JOSE RAMÓN PEÑARANDA Árbol # 20 PRAXEDIS PEÑARANDA Árbol # 3
JOSEFA ANTONIA YÁÑEZ Árbol # 24 PRAXEDIS YÁÑEZ Árbol # 12
JOSEFA HERNÁNDEZ Árbol # 12 PRAXEDIS YÁÑEZ Árbol # 36
JOSEFA ORDÓÑEZ Árbol # 37 PRIMITIVO PEÑARANDA Árbol # 11
JOSEFINA PEÑARANDA Árbol # 13 PURIFICACIÓN PEÑARANDA Árbol # 6
JUAN DE DIOS PEÑARANDA Árbol # 3 RAFAELA BALLESTEROS Árbol # 15
JUAN PEÑARANDA Árbol # 4 RAIMUNDO PEÑARANDA Árbol # 27
JUAN YÁÑEZ Árbol # 35 RAIMUNDO PEÑARANDA Árbol # 11
JUANA DE DIOS YÁÑEZ Árbol # 36 RAMÓN PEÑARANDA Árbol # 11
JUANA EUSEBIA ORDÓÑEZ Árbol # 37 RAMÓN PEÑARANDA Árbol # 4
JUANA NEPOMUCENA ORDÓÑEZ Árbol # 37 RAMONA OMAÑA Árbol # 7
JUANA PEÑARANDA Árbol # 23 RAMONA ORDÓÑEZ Árbol # 38
JUANA PEÑARANDA Árbol # 9 RAMONA PEÑARANDA Árbol # 9
JUANITA PEÑARANDA Árbol # 4 RAMONA PEÑARANDA Árbol # 17
JULIA SUAREZ Árbol # 23 RAMONA YÁNEZ Árbol # 34
JULIÁN PEÑARANDA Árbol # 23 REBECA PEÑARANDA Árbol # 13
JULIAN PEÑARANDA Árbol # 4 REBECA PEÑARANDA Arbol # 26
JULIANA YÁÑEZ Árbol # 24 RESFA PEÑARANDA Árbol # 3
JULIO YÁNEZ Árbol # 36 RITA PEÑARANDA Árbol # 13
JUSTA BALLESTEROS Árbol # 15 ROBERTO PEÑARANDA Árbol # 21
LAZARO PEÑARANDA Árbol # 20 ROQUE PEÑARANDA Árbol # 3
LEANDRO PEÑARANDA Árbol # 9 ROQUE YÁÑEZ Árbol # 36
LEOCADIA PEÑARANDA Árbol # 5 ROSA PEÑARANDA Árbol # 3
LEONA PEÑARANDA Árbol # 20 ROSARIO PEÑARANDA Árbol # 6
LEONARDO LATORRE Árbol # 12 ROSAURA PEÑARANDA Árbol # 3
LEONARDO PEÑARANDA Árbol # 13 RUFINO PEÑARANDA Árbol # 28
LEOPOLDO PEÑARANDA Árbol # 21 SANTIAGO YÁÑEZ Árbol # 34
LIBERIA RAMÍREZ Árbol # 5 SANTOS PEÑARANDA Árbol # 19
LOLA LINEROS Árbol # 4 SANTOS YÁÑEZ Árbol # 36
LOPE PEÑARANDA Árbol # 10 SATURNINO PEÑARANDA Árbol # 22
LORENZO RAMÍREZ Árbol # 20 SEBASTIÁN PEÑARANDA Árbol # 19
LORETO ORDÓÑEZ Arbol # 38 SEBASTIÁN YÁNEZ Árbol # 34
LUCIA PEÑARANDA Árbol # 23 SECUNDINO YÁÑEZ Árbol # 24
LUIS JESÚS PEÑARANDA Árbol # 4 SEFORA PEÑARANDA Árbol # 2
LUPERIA PEÑARANDA Árbol # 16 SERGIA PEÑARANDA Árbol # 11
MACARIA PEÑARANDA Árbol # 9 SILVERIO YÁNEZ Árbol # 12
MANUEL PEÑARANDA Árbol # 11 SILVERIO YÁÑEZ Árbol # 24
MARCELIANA PEÑARANDA Árbol # 20 SINFOROSO YÁÑEZ Árbol # 24
MARCOS PEÑARANDA Árbol # 11 SOCORRO PEÑARANDA Árbol # 4
MARCOS PEÑARANDA Árbol # 23 SOTERO YÁÑEZ Árbol # 24
MARCOS PEÑARANDA Árbol # 5 SUSANA PEÑARANDA Árbol # 30
MARGARITA PEÑARANDA Árbol # 3 TELÉSFORO PEÑARANDA Árbol # 14
MARÍA YÁÑEZ Árbol # 12 TEODORO OMAÑA Árbol # 7
MARTINA YÁÑEZ Árbol # 24 TEODOSIO PEÑARANDA Árbol # 4
MATEA PEÑARANDA Árbol # 11 TOBIAS PEÑARANDA Árbol # 9
MAXIMINA PEÑARANDA Árbol # 9 TOMAS YÁÑEZ Árbol # 24
MERCEDES PEÑARANDA Árbol # 27 VALENTÍN PEÑARANDA Árbol # 26
MERCEDES PEÑARANDA Árbol # 2 VALENTÍN PEÑARANDA Árbol # 9
MERCEDES PEÑARANDA Árbol # 4 VENANCIA YÁÑEZ Árbol # 12
MERCEDES YÁNEZ Árbol # 12 VENTURA YÁNEZ Árbol # 19
MODESTA YÁNEZ Árbol # 19 VERÓNICA PEÑARANDA Árbol # 27
MONGUÍ PEÑARANDA Árbol # 27 VICENTA OMAÑA Árbol # 7
NATIALIA PEÑARANDA Árbol # 5 VICENTA PEÑARANDA Árbol # 10
NATIVIDAD PEÑARANDA Árbol # 14 VICENTE OMAÑA Árbol # 7
NATIVIDAD PEÑARANDA Árbol # 23 VICENTE YÁÑEZ Árbol # 34
NICASIO ORDOÑEZ Arbol # 38 VICTOR PEÑARANDA Árbol # 9
NICODEMUS PEÑARANDA Árbol # 11 VICTORIA PEÑARANDA Árbol # 23
NICODEMUS YÁNEZ Árbol # 5 VICTORIA PEÑARANDA Árbol # 21
NICOLÁS PEÑARANDA Árbol # 19 VICTORINO YÁÑEZ Árbol # 24
NINFA ROSA RAMÍREZ Árbol # 5 VIDAL ARSENIO PEÑARANDA Árbol # 4
OTONIEL YÁNEZ Árbol # 8 VIDAL PEÑARANDA Árbol # 11
PABLO PEÑARANDA Árbol # 4 VITALIA PEÑARANDA Árbol # 2
PASTOR PEÑARANDA Árbol # 13 WENCESLAA YÁÑEZ Árbol # 36
PASTORA PEÑARANDA Árbol # 5 WENCESLAO PEÑARANDA Árbol # 25
PATRICIA PEÑARANDA Árbol # 4
PAULA LINEROS Árbol # 4
12
Don Francisco Peñaranda Ordóñez
y
Doña Dominga Yáñez Ordóñez
13
ÁRBOL # 2
RAMA DE DON FRANCISCO PEÑARANDA ORDÓÑEZ
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
PEDRO JOSE PEÑARANDA
Padre de:
JACINTO PEÑARANDA LOPEZ
Padre de:
FRANCISCO PEÑARANDA ORDOÑEZ….............................Casado con..................................DOMINGA YAÑEZ ORDÓÑEZ
14
Don Roque Peñaranda Ordóñez
Y Doña Matea Peñaranda Leal
(1.830-1890 aproximadamente)
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ÁRBOL # 3
RAMA DE DON ROQUE PEÑARANDA ORDÓÑEZ
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
PEDRO JOSE PEÑARANDA
Padre de:
JACINTO PEÑARANDA LOPEZ
Padre de:
ROQUE PEÑARANDA ORDÓÑEZ.................................Casado con………….......................MATEA PEÑARANDA LEAL
16
Origen del Árbol Genealógico # 2
Familia de Don Francisco Peñaranda Ordóñez y Doña Dominga Ordóñez Yánez - 1.895
Al parecer de luto por la muerte de Don Francisco, cuya foto es sostenida por Jerónimo y Medardo.
Sentadas: Concha, Betzabé, Francisca, Doña Dominga, Praxedis y Ramona,
Estas trés últimas no son hijas sino sobrinas de Doña Dominga.
De pie: Sebastián Yáñez (yerno), Jacinto, Alejo, Jerônimo, Medardo, Belisario y Juan de Dios.
Los dos últimos son sobrinos de Doña Dominga.
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ÁRBOL # 4
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ÁRBOL # 5
RAMA DE DON RAMON PEÑARANDA ORDÓÑEZ
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
PEDRO JOSE PEÑARANDA
Padre de:
JACINTO PEÑARANDA LOPEZ
Padre de:
RAMON PEÑARANDA ORDOÑEZ….....................Casado con…..................CONCEPCION OMAÑA
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ÁRBOL # 6
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
PEDRO JOSE PEÑARANDA
Padre de:
JACINTO PEÑARANDA LOPEZ
Padre de:
EUSTAQUIO PEÑARANDA ORDÓÑEZ ---------- casado con-------------- VICENTA PEÑARANDA
20
ÁRBOL # 7
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
PEDRO JOSE PEÑARANDA
Padre de:
JACINTO PEÑARANDA LOPEZ
Padre de:
VICENTA PEÑARANDA ORDOÑEZ DE OMAÑA
21
ÁRBOL # 8
RAMA DE DOÑA ASCENSIÓN PEÑARANDA ORDÓÑEZ
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
PEDRO JOSE PEÑARANDA
Padre de:
JACINTO PEÑARANDA LOPEZ
Padre de:
ASCENSIÓN PEÑARANDA ORDOÑEZ…...................Casada con .................... PABLO YÁNEZ
HIJOS NIETOS BISNIETOS TATARANIETOS
AGAPITO YÁNEZ P. CLEMENTE ISAI
Esp. de: YAÑEZ CARMEN JOSEFA Margarita Alfonso Antonio Miguel
Dorotea Peñaranda Carmen Sergio
NICODEMUS CARMEN CELINA YÁÑEZ
YAÑZ AMELIA YAÑEZ Enrique Adolfo LuisF. Martha Fabiola
Abel Rafael Carlos Miguel León Isabel
Amelia
ISABEL YÁNEZ ALEJO PEÑARANDA YÁNEZ
CONCHITA YAÑEZ
ASCENSION YAÑZ
REBECA YÁNEZ
TEOFILA YÁNEZ
ANGELINA YAÑEZ
JOAQUIN YÁNEZ OTONIEL YÁNEZ MERCEDES YAÑEZ VARELA
Esp. de: ANA FRANCISCA YAÑEZ V
Ana Fca. Villamizar. JOAQUÍN YÁÑEZ VARELA.
CARMEN SOFIA YÁÑEZ V.
MARGARITA YÁÑEZ V.
JULIA YAÑEZ VARELA
NELLY CECILIA
APOLONIA YÁÑEZ VARELA
OTTO EDO. YÁÑEZ VARELA
TEOFILO YÁNEZ DARIO
PABLO YÁNEZ
JOAQUIN YÁNEZ RAFAEL GLADYS NELLY
SAID DORIS ORLANDO
MARIO FANNY MYRIAM
HUMBERTO YÁÑEZ BUSTOS
MERCEDES YÑEZ
EUDOSIA YÁNEZ
LUCRECIA YÁNEZ CELINA ORDÓÑEZ YÁÑEZ
JOAQUIN ORDÓÑEZ YÁÑEZ
TEÓFILO ORDÓÑEZ YÁÑEZ
CARMEN JULIA ORDÓÑEZ Y
MARIA ESTHER ORDÓÑEZ Y
ADELAIDA YAÑEZ FRANCISCO MARQUEZ Y.
ALFONSO MARQUEZ Y.
CECILIA MARQUEZ Y.
IDA MARQUEZ Y.
LOLA MARQUEZ Y.
TRINO MARQUEZ Y.
ANA FCA. MARQUEZ Y.
CHEPE MARQUEZ Y.
ANTONIA MÁRQUEZ Y.
ALBERTO MÁRQUEZ Y.
JOSEFA MARQUEZ Y.
CONCHITA YAÑEZ ALEJANDO YÁNEZ Y. Alirio Yañez
LUIS YÁNEZ Y.
ROSITA YÁNEZ Y. Guillermo Bertha Oscar Martha
VICTORIA YÁNEZ Y.
AURA ISABEL YÁNEZ Y. Samuel Mary Jairo Cesar Carlos Mora
ISMAEL YÁNEZ Y. Ismael Fabiola Roció Marisol Yañez
Rommel Judith Yañez
VÍCTOR YÁNEZ Y. Víctor Álvaro Rosa Esperanza Amanda
Oscar Jesús Germán Ricardo Yañez
22
ÁRBOL # 9
RAMA DE DON URBANO PEÑARANDA LOPEZ
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
PEDRO JOSE PEÑARANDA
Padre de:
URBANO PEÑARANDA LOPEZ…................ casado con ..............MARIA DE LOS ANGELES ORTEGA
23
Continuación RAMA DE DON URBANO PEÑARANDA LOPEZ
DEMETRIO Ramón Tulia Yolanda
BALDOMERO ISIDRO DOLORES Pablo Vicente
(Cont.) (Cont.) JACINTO
NEFTALI
FLORENTINO
MARIA
ELEAZAR
MACARIO BALDOMERO LAZARO
RAMONA PABLO Josefa de Ramírez
FRANCISCO
SANTIAGO
PASTOR
PIO
VICENTA JUANA Librada
24
ÁRBOL # 10
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
PEDRO JOSE PEÑARANDA
Padre de:
JOSE MARIA PEÑARANDA LOPEZ .............Casado con…........JOSEFA ORDÓÑEZ SERRANO
Silverio Juan
Vicente Eustaquio Jerónimo
Florentino Irene
Rosario Tadeo Clodomiro
Roque Liciniano
Gonzalo Timoleón
Pedro Herminia Ana Celi
Baltasar Ernesto
25
ALFREDO Alfredo Emilio Victoria
PEÑARANDA Elena Daniel Genara Josefa
LOWLESS
GUILLERMO Guillermo Peñaranda Arenas
PEÑARANDA Anita Bertha Sara
LOWLESS
Alicia Peñaranda Arenas
Francisco Peñaranda Arenas Graciela PeñarandaCanal Carlos Victoria
Alberto Nieto Pñ.
Alberto Peñaranda Canal Juanita Pñ. Hdez.
Francisco Peñ. Canal Francisco Mariana
Alejandro
Germán Peñaranda Canal
Fernando Peñ. Canal
CLARA PEÑ.
LOWLESS
ELENA PEÑ. Elisa Ana Francisca Ana
LOWLESS María Manuel Jorge Clara
Sofía Dolores Ernesto
FRANCISCO
PEÑARANDA
LOWLESS
OFELIA
GENARA GENARA Alfredo Plata
ISABEL Clemente Sara Rebeca José
María
FRANCISCA
ALBERTO CARMELO Carmelo Vicente
Maria
Isabel Blanca Carmen Ilia
Rubén Zafra Peñ.
(Jorge Adriano Fco
Isabel Cecilia Julia)
Herminia María
GENOVEVA Rosa
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ARBOL # 11
27
ÁRBOL # 12
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
BARTOLOMEO PEÑARANDA
Padre de:
JUAN BAUTISTA PEÑARANDA MOLINA
Padre de:
BELEN PEÑARANDA ORDÓÑEZ ...............Casada con...............SILVERIO YAÑEZ PEÑARANDA
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ÁRBOL # 13
RAMA DE DONA ANA JOSEFA PEÑARANDA ORDÓÑEZ
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
BARTOLOMEO PEÑARANDA
Padre de:
JUAN BAUTISTA PEÑARANDA MOLINA
Padre de:
ANA JOSEFA PEÑARANDA O ..............Casada con.............…..IGNACIO PEÑARANDA PEÑARANDA
GUSTAVO SANTAELLA
RICARDO SANTAELLA
OFELIA SANTAELLA Guillermina Luis Evaristo Raimundo Joaquín Saúl Humberto Josefina
Mercedes Myriam Ordóñez
REBECA SANTAELLA Carvajales Santaella
ANTONIO SANTAELLA JoséAntonio Tomás Eusebio German Rocío Alejandra Zulima
CECILIA SANTAELLA
REBECA LUIS SANTAELLA Graciela Efraín LuisFco. Antonio Nestor Álvaro Myriam Germán (Hijos:
Santiago y AnaMaría Santaella Ruiz) Cristina Nelly Fany Leonor Marina
Héctor Nhora Cayetano – Santaellas Pérez.
Luz Luis Julio Iván Clara – Santaellas Bedoya
HECTOR SANTAELLA Rebeca Ana Rosa Mery Gilberto Ulises Juan Darío Héctor Margarita Lucero
Miguel – Santaellas Gutiérrez
HERNAN RAMIREZ P. Augusto Hernán Estela Iván
ANA JOSEFA RAMÍREZ P. Daniel Gilberto Pablo Mercedes Aura Socorro Vilma
ANA MIGUEL JERÓNIMO H/NDEZ Gilberto Eduardo Carlos Gustavo Belén Nora Laura Yamile Gloria
DOLORES RAFAEL HERNÁNDEZ
EFRAIN HERNÁNDEZ
CARLOS HERNÁNDEZ Carlos Alberto Jaime Mercedes Martha
JOSEFA HERNÁNDEZ Edmudo PedroE. Samuel Carmen Trina Zoraida Mery Betty Darío Mora
ANTONIO HERNÁNDEZ
ISMENIA HERNÁNDEZ
ANA MARIA HERNÁNDEZ Edgar Nelly Alicia Beatriz Cecilia Isbelia Belén CarmenRosa Alfredo Rafael
Tulio Emilio
LEONARDO ANIBAL
MEDARDO Aníbal Merceditas Leonardo
IGNACIO Fabio
29
ÁRBOL # 14
RAMA DE DON JULIAN PEÑARANDA ORDÓÑEZ
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
BARTOLOMEO PEÑARANDA
Padre de:
JUAN BAUTISTA PEÑARANDA MOLINA
Padre de:
JULIAN PEÑARANDA ORDOÑEZ
ÁRBOL # 15
RAMA DE DOÑA CONCEPCION PEÑARANDA ORDÓÑEZ
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
BARTOLOMEO PEÑARANDA
Padre de:
JUAN BAUTISTA PEÑARANDA MOLINA
Padre de:
CONCEPCION PEÑARANDA ORDÓÑEZ
HIJOS NIETOS BISNIETOS
FLORENCIO BALLESTEROS JOSE M. BALLESTEROS David Ballesteros Ciro Ballesteros
ANTOLINO BALLESTEROS José Ma. Rubén Belén Rita Regulo Ballesteros
MARIA BALLESTEROS
JUAN BALLESTEROS
RAFAEL BALLESTEROS Jacinto Rafael Luis Ramiro Ballesteros
CONCEPCION BALLESTEROS Florencio Julio Rafael Jesús Ma. Mercedes Lourdes Rufina Rosa Belén Julián Pñda
MIGUEL BALLESTEROS
DIONISIO BALLESTEROS AMADOR BALLESTEROS
LORENZO BALLESTEROS
JEREMIAS BALLESTEROS Isidro Ballesteros
JUSTA BALLESTEROS PACHITA
BELEN BALLESTEROS
CUSTODIA BALLESTEROS BENICIO
(Esp. de Víctor Peñaranda) ANANIAS
JERÓNIMO Víctor Alcira Delia Pablo Jorge Eustaquio Benjamín Felipe Leopoldo Raúl
ANA MARIA Custodia
BENILDA Cleotilde Norberto Sergio Ignacio Joaquín Heli Alirio Jacinto Benilda Ana Ma. Belén
Peñaranda Peñaranda.
ROBERTO
ELEUTERIO
RAFAELA BALLESTEROS ELEAZAR
Esposa Abrahan Peñaranda LUCRECIA
CARMELA
ANGELINA
CAYETANO Ramón Zacarías Ana Rosa Jacob
ISAAC
JOAQUIN Joaquín Rafael Graciela Felipe
CECILIO Emperatriz Ana María Mercedes Rafael Trinidad Rita Cecilia Secundino Gloria
30
ÁRBOL # 16
RAMA DE DON FELIPE PEÑARANDA ORDÓÑEZ
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
BARTOLOMEO PEÑARANDA
Padre de:
JUAN BAUTISTA PEÑARANDA MOLINA
Padre de
FELIPE PEÑARANDA ORDOÑEZ………..Casado con….........BRAULIA PEÑARANDA
HIJOS NIETOS BISNIETOS
MATILDE ALCIDES CONTRERAS Martha Contreras Rozo Rosalía Juan Carlos Luis Alcides Alvaro Contreras Rozo
EUSTACIO LEOPOLDO
VICTOR Adolfo Roberto Casilda Nelly Anita Matilde Socorro
ALCIRA Ramiro Jorge Ángel Euclides Jerónimo Checira Alcira Argelia Hernández Peñaranda
DELIA Félix Julio Ernesto Alfonso Rubén Antonio Peñaranda Peñaranda
BENJAMIN Ofelia Josué Peñaranda Yaruro
RAUL Eustacio Pedro Raúl Gloria Peñaranda Peñaranda
EUSTACIO
EFRAIM Alirio Rosalía PeñarandaPeñaranda – Alfonso Belén Edgar Enoc Peñaranda Archila
PABLO Leopoldo
JORGE Ramiro Estela Yordi Peñaranda Bacca
FELIPE Félix Maximino Ananas Ofelia Esther Clotilde Jerónima Delia Eloina Roque Antonio José Fanny Isabel
LUPERIA LUIS FELIPE
VICTOR
ÁRBOL # 17
RAMA DE DOÑA RAMONA PEÑARANDA ORDÓÑEZ
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
BARTOLOMEO PEÑARANDA
Padre de
JUAN BAUTISTA PEÑARANDA MOLINA
Padre de::
RAMONA PEÑARANDA ORDOÑEZ
HIJOS NIETOS BISNIETOS
JERONINO
ESTANISLAO
SUSANA
CARLOS
PEDRO
ESTEBAN
ÁRBOL # 18
RAMA DE DOÑA EPIFANIA PEÑARANDA ORDÓÑEZ
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
BARTOLOMEO PEÑARANDA
Padre de:
JUAN BAUTISTA PEÑARADA MOLINA
Padre de :
EPIFANÍA PEÑARANDA ORDÓÑEZ
HIJOS NIETOS BISNIETOS
ROMAN Pedro Rafael Emilio Batzabe
TERESA
LUIS
31
ÁRBOL # 19
RAMA DE DON TOMAS PEÑARANDA MOLINA
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
BARTOLOMEO PEÑARANDA
Padre de:
TOMAS PEÑARANDA MOLINA…........Casado con...............CONCEPCION DAZA
32
ÁRBOL # 20
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
DON ESTEBAN PEÑARANDA
Padre de:
SIMON PEÑARANDA MORENO…...................Casado con.....................ANACLETA CARVAJAL
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ÁRBOL # 21
RAMA DE DON INOCENCIO PEÑARANDA MORENO
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
DON ESTEBAN PEÑARANDA
Padre de:
INOCENCIO PEÑARANDA MORENO..................Casado con….................... RAIMUNDA YÁÑEZ
34
ÁRBOL # 22
RAMA DE DON VALERIANO PEÑARANDA RAMÍREZ
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
XXX PEÑARANDA
Padre de:
DON ESTEBAN PEÑARANDA.................................... casado con........................................ Doña Teresa Ramírez
Padres de:
VALERIANO PEÑARANDA RAMÍREZ….......Casado con….......…MARIA JOSEFA TORRADO
35
ÁRBOL # 23
ÁRBOL #24
36
RAMA DE DON CARLOS SALOME PEÑARANDA
BALTASAR PEÑARANDA
Padre de:
JUAN ANDRES PEÑARANDA
Padre de:
CARLOS SALOME PEÑARANDA ------------------ casado con ----------------------JOSEFA OMAÑA
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JULIANA IGNACIA ORDÑZ Patricio Epitafio Teodosio Rosalia Nicolasaa Socorro
Peñaranda
VERONICA Antonio Elisa Amelia Rita Miguel Lola Guadalupe
ORDOÑEZ Nepomuceno Candida Fidelia Clara Socorro Ramón Tobias
NICASIO ODÑEZ Raimundo Nicasio Sofia
ALBERTO ORD. Alberto Virginia Margarita Elia
RAMON ORDÑZ Oliva Efraín Julio Juan Alfredo Otilia Rosa Mercedes
Demetrio Ofelia.
JOSEFITA ORD. Esther Teofila Celina Resfa
ISMAEL ORD. Antonia
MARGARITA O.
JULIO ORDOÑEZ Saúl Evangelina Carmen Miguel Prospero Carlos Claudina
Gregorio
CLIMACO ORD. Elpidio Modesta Celmira Julio Humberto Irma Mercedes
JAVIER ORD.
MONGUI ORD.
CLARA ORD.
MARTINA DANIEL Epifanía Carmelita
RAMÓN Sara Gregoria Miguel José
PETRA Ricardo Nicolas Marcelino Dominga
CAROLINA Josefito Blas Francisco Apolinar Bernarda Gregoria
Evangelina Nicodemus
RAIMUNDA SANTOS
JOAQUIN
MARIANA Alfonso Lourdes Cristóbal Natividad Zoila Elena Crisanto
Adriano
SOTERO ELEUTERIO Y.
Esp. de ISAIAS YAÑEZ
Rafaela RAFAEL YAÑEZ
Peñaranda
RAMON YAÑEZ
EDUARDO YAÑZ
EFRAIN YAÑEZ
LOURDES YAÑZ
LIBRADA Y.
ELPIDIA YAÑEZ
CARMELA Y.
SOCORRO Y.
VICTORINO VICENTA
TOMAS ANTONIA Y.Pñ.
ALEJANDRINA GUMERSINDO Alirio Gilberto Rodolfo Delia Hilda
VICENTA
CRISTINA Samuel
NICANOR
JANUARIO
JORGE
CALIXTA ANTONIA (Esposa de Isidro Peñaranda – arbol de Urbano) Ramona
ESCALANTE Dolores Lucinda Torcoroma Florentino Hermogenes
Neftali José Demetrio Eleazar Baldomero Jesús María.
RAMÓN ESC. Agustin Felix Guillermo Estafanía Teresa Sara Bonifacia
FELIX ESCALAN Pedro Elias Escalante
URBANO LEANDRO CARMEN
RAMON
FRANCISCO
MIGUEL Rosa L. Ramón L. Olga R. Débora E. Vitelio
MATILDE Luis Crucelina Matilde
38
ÁRBOL # 25
39
RAMAS DE OTROS NIETOS DE DON BALTASAR
ÁRBOL # 26
RAMA DE DOÑA MAGDALENA PEÑARANDA
HIJOS NIETOS BISNIETOS TATARANIETOS
IGNACIO Pastor Leonidas Hernando Mariela
40
Cont. Arbol
Dña. Magdalena
BARTOLOME
SERGIO
JOAQUIN Roque Jacinto Sergio Peñaranda P
Roberto
Víctor
Custodia Agustín
Lucrecia Clotilde
Ignacio Helí
Alirio
Jacinto Benilda
AnaMa. Belén
Joaquín Peñaranda P
VALENTIN Lucrecia
Major
Federico
Mercedes
Valentín
Magdalena
ÁRBOL # 27
RAMA DE DON BUENAVENTURA PEÑARANDA
(Esp. de Viviana Peñaranda Ordóñez - Rama de Don Pedro José)
HIJOS NIETOS BISNIETOS
JUAN PRESBITERO Cristóbal
Domingo
Fidelia
Abel
Daniel
Mercedes
Monguí
Verónica
ÁRBOL # 28
RAMA DE DON ANSELMO PEÑARANDA
HIJOS NIETOS BISNIETOS
ASUNCION Justina
Ramona
Santiago
RUFINO Diego
Jesús
ERASMO Julio
Herminia
Anselmo
Domingo
Claudina
Zoila
Pablo
Luz
José
41
ÁRBOL # 29
RAMA DE DOÑA DIONISIA PEÑARANDA
HIJOS NIETOS BISNIETOS
RAIMUNDO Raimundo Séfora Fidelina Rosa Francisco
Sara Francisco Luis Asdrúbal Pablo Sara Celina Dionisia
Antonia Hernando Isabel Rafaela Norberto
ÁRBOL # 30
RAMA DE DOÑA ROSA PEÑARANDA
ÁRBOL # 31
RAMA DE DON ANTONIO PEÑARANDA
42
ÁRBOL # 32
RAMA DE DOÑA ROSALÍA PEÑARANDA
HIJOS NIETOS BISNIETOS
PEDRO
JOSE MARIA
ISABEL
MATILDE
MANUEL
ÁRBOL # 33
RAMA DE DOÑA JUANA PEÑARANDA
43
OTRAS ANTIGUAS RAMAS PEÑARANDA-YAÑEZ
ÁRBOL # 34
RAMA DE DON PEDRO YAÑEZ SOTO
HIJOS NIETOS BISNIETOS TATARANIETOS
SEBASTIAN CRISTOBAL Margarita Graciela
Casado con Doña Rodolfo Mery Eduardo Mariela Rodolfo Alvaro Fanny
Francisca Rosa Yánez Ortega
Peñaranda Eleázar Emperatriz Cristóbal CarlosEdo Alix Germán
Luis Myriam Otto Cristina Mario Yaneth
Yánez Ayala
Gustavo Gustavo Ester Vidal Jesús Nidia Lidia Yñz.
Gutiérrez
Marco Aurelio César Jairo Margarita Yánez Rodríguez
Celmira Miguel Carlos CarmenA. Emperatriz Alvaro
Jorge Jairo Jaimes Yáñez
Carmen Cecilia Juan Fanny Gilberto Alix CarmenD. Jairo
Segundo Nelly Jaime Gutiérrez Yáñez
Matrimonio con: BERTHA Alicia Rafael Maruja Cecilia Teresa Beatriz Hernando
Apolonia Ordóñez
Peñaranda
FRANCISCO Antonio Sebastián Marco Tulio Trinidad
RAMONA Carlos Julio Rodrigo Ananías Miguel Efraín Pacha
Abigail Herlinda Peñaranda
CARLOS Humberto
ARSELIA
ISMENIA
LUIS
MARCO César
ANTONIO
LUISA
ANANIAS
JULIO Angelina Carlos Gonzalo Julio Cesar Alfonso Alicia
Rafael Fabio Amparo Alonso Salomón Pedro León
Daria
PEDRO
GUSTAVO
ROBERTO
GONZALO
DARIA Margarita Ramírez
ANGELINA
VICENTE PEDRO Romelia Vicente Luis
Esposa Peñaranda NOLASCO
Esp. Ma. Reyes
Yáñez
Josué Marina Isabel Belén Helena Eduardo Ignacio
Darío Ciro Alvaro Alicia
JUSTO
SARA Javier (Casado con Esther Peñaranda)
Esp. Carmelo
Yáñez
JAVIER
DELFIN
TERESA
RAFAELA Efraín Silenia Licinia Virginia Manuel Hermes
Esp Vicente Donaldo Laura
Peñaranda
AMALIA
ANTONIO RITO SEBASTIAN María Anibal Ramón Ant. Sebastián
(Esp. Betzabé ANGELA Luis
Ordóñez) MARIA
ANIBAL
RAMON Francisca Miguel Lola Adela de Jácome María
GUILLERMINA Luis Joaquín Humberto Pablo Raimundo Sor María
Leticia Cecilia Aura Betzabe Mercedes Teresa
Ordóñez
SANTIAGO JOSE ISIDRO
ROSA
FERNANDO ELISEO Daniel Carlos Enrique Rosalía Juan Josefa Pacho
Delfina Fernando Rodrigo Abigail Ramón
DOMICIANO Ofelia Isbelia Laura Inés Ernesto Celia Raul Humberto
Rebeca Gregorio
MATILDE Praxedis Filomena
SOFIA Jesús Araceli
ROSA Ofelia Ciro Blanca Manuel Alfonso Elio Fidel
LUIS Irma Argelia Diomira Rita Otilia Rosaura
LUCINDA
ELISA
44
ÁRBOL # 35
RAMA DE DON VICENTE YAÑEZ SOTO
Esposo de Concepción Ordóñez Serrano (hija de Ignacio Ordóñez Valdez y Antonia Serrano)
ÁRBOL # 36
RAMA DE DON JOSE MARIA YAÑEZ SOTO
Esposo de Doña Nepomucena Ordóñez Serrano (Hija de Ignacio Ordóñez Valdez y Antonia Serrano)
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OTRAS ANTIGUAS RAMAS
ORDÓÑEZ-PEÑARANDA-YÁÑEZ
ÁRBOL #37
RAMA DE DON LUIS ORDÓÑEZ VALDEZ
Olaya
Cipriano
Carmela
Betzabé Sebastián Angela María Ramón
Guillermo
CLIMACO Ignacia Patricio Epitafio Teodosio Rosalía
Esp. Juliana Yánez Peñaranda Nicolasa Socorro Peñaranda
Verónica Antonio Elisa Amelia Rita
Miguel Lola
Nicasio Raimundo Nicasio Sofía
Alberto Alberto Elia Margarita Virginia
Ramón Oliva Efraín Julio Juan Alfredo
Otilia Rosa
Luis Guadalupe Nepomuceno Fidelia
Cándida Clara Socorro Tobías
Ramón José Víctor Rodolfo Pacho
Julián Claudina Adonías Gregorio Saúl
Evangelina Carmen Miguel
Próspero CarlosJulio
Ismael Antonia
Clímaco Elpidio Modesta Celmira Julia
Humberto Irma Mercedes
Josefito Esther Teófila Josefina Resfa
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ÁRBOL # 38
RAMA DE DON IGNACIO ORDÓÑEZ VALDEZ
HIJOS NIETOS BISNIETOS
CONCHA Jerónima Belén Pío Arenas
Esp. de Vicente Yánez Soto Dominga Jacinto, Vitalia, Betzabé, Céfora, Felina, Pacha, Jerónimo,
Mercedes, Débora, Alejo, Concha, Medardo.
Juan Sofonías, Ma. Reyes Presentación Isaías
Mauricio
Víctor
Isaías
Sofía
Francisco Javier Rufo de los
Dolores Yáñez Ordóñez
JUANA Francisco Jacinto Vitalia Betzabé Céfora Felina Pacha Jerónimo
Esp. de Jacinto Peñaranda Mercedes Débora Alejo Concha Medardo
López Roque Ana Francisca Mercedes Resfa Roque Belisario Juan Rosa
Rosaura Praxedis.
Benigno Pablo Juan Epitacio Julián Fco. Juanita Faustina José de los
Ang.
Ramón Marcos Eulogia Dorotea Leocadia Natalia
Vicenta Vicente Vicenta Teodoro Andrea Ascensión Ramona
Omañas
Eustaquio Pedro Eustasio Rosario Baltasar Pura Jesusa
Josefita Carmelo Dominga
Ascensión Agapito Joaquín Yáñez
Patricia Francisca
Viviana Juan Presbítero
EUSEBIA Belén Silverio Brunequilde Venancia Mercedes Dolores María
Esp. Juan Bta. Peñaranda Praxedis Carmela Teresa
Molina Felipe Eustasio Luperia
Ana Josefa Pastor Rebeca Rita Josefina Ana Dolores Leonardo
Ana María David Abraham Juana Apolonia Victoriana Víctor Máximo
Urbano Chiquinquirá
Concepción Florencio Miguel Dionisio Belén Justa Custodia Rafaela
Ballesteros
Epifania Román Teresa Luis.
Julian Natividad Lourdes Cristóbal Alfonso Adriano Crisanto
Elena
Ramona Ramón Dolores
JUANA NEPOMUCENA Wenceslaa Yáñez Guillermo Isaac Isabel de Moncada Lucía Primitivo
Esp. de José María Yañez Domingo Clemente Nicomedes Gervasio Rita Corina
Chiquinquirá Raquel.
Antonia Yáñez Loreteo Raimundo Carmen Isidro Jesús Cipriano Rafael
Olaya María Betzabé (María Ramón Angela)
Santos Yáñez Bárbara Vergel
Roque Yañez Pedro Elías Efigenia Yáñez Francisca Yáñez de Gutierrez
Praxedis Yañez Antonio Guadalupe Concha Teodosia Praxedis Nepomuceno
Modesta Páez
Gregorio Yañez Mauricio Pedro Juan Pablo Pío Anselma Nicolasa
Alvaro Yañez Antonio Ramon Francisca
Ma. Francisca de los Dolores
Juana de Dios
Juana Bautista Víctor Santos
CARMEN Maximina Carmela Epifania
Esp. de Baldomero Peñaranda Tobías Inés Pedro Petra Carolina Sixto
Valentín Mercedes Colema Pedro Ventura Ana Celia
Isidro Jesús Baldomero José Torcoroma Hermógenes Ramona
Demetrio Dolores Lucinda Neftali Floro Eleazar María
Macaria Baldomero Lazaro
Ramona Pablo Rita Francisco Santiago Pastor Pío
Vicenta Juana
JOSEFA Juana María Florencia
Esp. de José Ma. Peñaranda L. Cayetano José Ma. Mónica María Guillermo
Francisco Clemete Carlos J. Elena Mercedes
Lope Eudoro Lino Rosa Ninfa
Aniceta Ramona Silverio Juan
Vicenta Esp. De Eustacio Peñaranda Ordoñez Eustaquio Rosario
Pedro Baltasar Pura Jesusa Dominga Carmela
Vicente de los Dolores
Joaquín Raimunda Nemesio Carmela Francisca Dorotea Teresa Pura
47
Silverio Yánez Peñaranda el más antiguo, y su esposa Doña Belén Peñaranda
Su hijo Don Silverio Yáñez Peñaranda con su esposa Doña Ana Ramírez
48
SEGUNDA PARTE
49
INDICE DE LA SEGUNDA PARTE
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CAPITULO 1
Se sabía que era varón porque las pruebas de las tijeras, la del cuchillo y la
cuchara, la forma de su barriga, la luna en menguante y hasta el brillo de
Marte como un diamante sobre el cerro, lo confirmaban. Sería varón. Ya
llegaría la comadrona de Salazar quien desde el tiempo que duró el
embarazo le dio lo mejor de su empirismo, sus recomendaciones, fórmulas
de yerbas, dietas y sobijos y todo el proceso había culminado hoy con
éxito cuando se cumplían las nueve lunas llenas que ella calculó para que
naciera el niño.
Eran las cinco de la tarde, la comadrona dejó sus propios hijos, gajes del
oficio, para atender el hijo de otra mujer, y salió de afán para llegar antes
de que oscureciera. Al llegar encontró a la joven matrona acompañada de
su esposo y las empleadas domésticas, muy tranquila y fuerte porque la
dura vida del campo en España y desde hacía algunos años en su nueva
finca del trópico, le habían moldeado su carácter para sortear momentos
trascendentales como el de esa noche. Era la matrona, o la “patrona” como
le decía la gente de la finca y en verdad que asumía muy a cabalidad sus
funciones de dirección de los aspectos domésticos de la finca. El patrón
salió de la habitación cuando llegó la partera y disimuló su ansiedad
sentándose apoltronado en una mecedora de mimbre en el corredor,
golpeando los talones de sus botas de cuero contra el piso, fumando su
51
pipa, nervioso por el acontecimiento familiar que se acercaba, pero
orgulloso de la familia que había formado, de su propiedad que había
ampliado y mejorado con su esfuerzo, y satisfecho por la vida que había
llevado cuando decidió abandonar su tierra para disfrutar los paisajes
andinos. Soñaba con su juventud, recordaba su larga travesía por el
Atlántico, su difícil ascenso por el río Magdalena en busca de su futuro, las
lentas cabalgadas por trochas indígenas en medio de la selva, y la escalada
de la cordillera para llegar finalmente al destino que imaginó. El vaivén de
la mecedora en el silencio de su hacienda le recordaba el suave bamboleo
del barco y sentía el monótono ruido de las maderas, de las velas y de los
mástiles que traqueaban, rugían y chirriaban, segundo a segundo durante
los tres meses del viaje por el océano, produciendo un sonido, como una
especie de frase cuando se movían hacia un lado y otra frase que contestaba
a la anterior, cuando volvían hacia el lado opuesto, acompañados por el
ruido que producía el choque del agua contra la proa. Estos sonidos en el
silencio de la noche, en la mitad del mar, en esos días interminables y
aburridos cuando creyó que el viaje nunca se acabaría, le producían la
terrorífica alucinación de que estaba solo, prisionero en un castillo, y que lo
que oía no eran las maderas, sino unas letanías recitadas en coro, por las
voces graves de unos monjes encerrados hasta la muerte dentro de sus
muros. La tranquilidad que disfrutaba ahora en los campos de la ribera del
río Peralonso era lo que había soñado; rumiaba la idea de que ésta era la
vida que él se merecía y que sus laderas y montes que durante muchos años
cultivó, amplió y mejoró, le habían significado su razón de vivir.
52
pastos se llegaron a alimentar en años de buenas lluvias hasta 500 reses. La
casa era grande, construida en la parte más alta del inclinado valle, con
varias piezas, un corredor amplio que daba a un jardín con flores y frutales.
Por fuera, casi en el potrero de atrás de la casa, una toma de abundante
agua pasaba por debajo de la letrina y al lado, una canaleta de media caña
de guadua dejaba caer un delicioso chorro frío para la ducha. La cocina era
una oscura pieza aparte, construida de bahareque y techo de paja. El patio
empedrado sembrado de rosas, rodeaba el comedor hecho de guadua en
forma de kiosko circular, casi separado de la casa pues quedaba al otro lado
del corredor. Posteriormente le construyeron tres piezas más en un segundo
piso con corredor y baranda, desde donde se veían las montañas lejanas,
una linda vista del jardín y al fondo, el corral para el ganado con una ceiba
inmensa al lado de un gran tronco que servía de centro y botalón. Ya se
habían formado varias fincas como esta en la región y más arriba, junto a la
quebrada La Calderera había una pequeña concentración de casas de
colonos pobres.
53
crecieron en trabajo y costos para atender el nuevo trabajo: importaron de
Inglaterra las máquinas desbabadoras, ampliaron los patios que tenían para
secar el cacao y ahora secaban el café, luego pasaban el grano a la máquina
piladora y finalmente a grandes arneros en los que una veintena de mujeres
retiraba la pasilla; y se multiplicó el cultivo del fique para empacar el café
beneficiado, en grandes bultos. No podía imaginarse Don Balthasar el
español que vivió en la época de la Colonia, sentado en el corredor de su
casa en el Peralonso, que sus descendientes seguirían siendo, igual que él,
agricultores y ganaderos hasta hoy, tres siglos después. Miraba distraído el
camino real que, saliendo de Salazar pasaba por Caldereros, atravesaba una
cordillera y luego descendía a la región de Villacaro. Era el camino por el
cual llegó la comadrona de Salazar, el mismo que, desde el otro extremo,
había recorrido unos años antes este primer Peñaranda cuando encontró su
paraíso.
54
CAPITULO 2
56
Se relata en la Historia que, en la Edad Media acampó en Peñaranda con
sus huestes el Cid Campeador procedente de Santo Domingo de Silos,
cuando fue desterrado por el Rey Alfonso VI. Los antiguos Condes de
Miranda, construyeron en sus feudos sobre una peña a la orilla del Duero,
el “Castillo de los Condes de la peña de Miranda del Duero”, largo nombre
que se redujo a “Castillo de la peña Miranda” y luego lo apocoparon a
“Castillo de la peña-randa”. Peñaranda del Duero fue muy importante
durante la dominación Árabe, cuando finalmente nuestros antepasados los
expulsaron y tomaron sus tierras y sus 5 castillos en la época de la
Reconquista Cristiana. En las lecturas de la Historia del apellido Peñaranda
se encuentra que “...Don Juan Baños de Velasco, cronista general de
Castilla y del Señor Rey Don Carlos II... (quienes) tomaron el apellido
Peñaranda por haber conquistado de los Árabes sus cinco castillos...”
Tiempo después, en el año 1.680, el Rey Don Carlos II recompensó esta
hazaña reconociendo el apellido como propio de los descendientes de esta
región y nombrando a Don Gómez Sánchez de Peñaranda, “caballero muy
principal y de real sangre”, Alcaide y Gobernador de su castillo. Es por eso
que el escudo de armas de los Peñaranda tiene un fondo rojo que representa
la sangre derramada por los Moros y 5 anillos que son los 5 castillos
conquistados.
El Peñaranda que vino de España y que dio origen a esta inmensa familia a
finales del siglo XVII vino, como lo hicieron muchos emigrantes de la
época, como consecuencia de la crítica situación social que sufría España
desencadenada por el ya mencionado Rey Don Carlos II, el que reconoció
en una Real Carta nuestro apellido. El gobierno de este Rey fue un desastre
para España, quien finalmente, al no tener un hijo heredero al trono facilitó
el ingreso de los Borbones nombrando como su sucesor al Duque Felipe de
Anjou, de origen francés, futuro Felipe V, de la misma dinastía del Rey
Don Juan Carlos, actual gobernante del Reino de España. El nombramiento
del Conde de Anjou precipitó la Guerra de Sucesión, que asoló España
durante 16 años, y dejó el reino en la miseria, causa de la venida de muchos
españoles a América en esa época.
57
ancestro aventurero sentados en amplias sillas de cuero y tosca madera
frente a una gran chimenea. Lloraron la partida del hijo y discutieron la
situación del Reino y su locura de querer viajar al Nuevo Mundo “a hacer
las Américas” como se decía entonces. El este momento, en medio de
lágrimas, su padre le dijo: ¿Pensáis ir a esas lejanas tierras llenas de
zancudos y plagas? - ¿Queréis cambiar este hermoso Reyno bendecido por
Dios por una selva inhóspita? - ¿Habéis pensado gallardo hijo mío, que allá
tendríais que convivir con seres silvestres desnudos, infieles aún no
evangelizados?
58
La tradición Peñaranda habla de la venida a América de un noble
arruinado, pero podemos imaginarnos la misma despedida en una humilde
cabaña en el campo, donde esa noche un padre pobre sin alcurnia sólo le
podía dar a su hijo su devota bendición. O pudo ser hasta un asesino
convicto de los que expulsaban a América, como hicieron en épocas
posteriores los Ingleses enviándolos a Australia, o un Judío Español como
se dice con frecuencia. Quienes vinieron de España no eran los que tenían
fortuna sino los pobres que querían hacerla aquí, por lo que seguramente -
¡olvidáte pariente! - no tenemos un ancestro noble.
Finalmente avistó a Cartagena, la última escala del barco. Pasó frente a los
baluartes de Santa Bárbara, Santa Clara, Santa Catalina y San Lucas por los
que emergían grandes cañones; entró por el estrecho de Boca Chica para
llegar a fondear en el muelle de Los Pegasos donde desembarcaron. En la
Plaza de la Aduana se apilaron las mercaderías que venían para todas las
ciudades del interior, telas, vajillas de losa y otros artículos de porcelana,
joyas, objetos de vidrio, armas y herramientas de hierro producidas en
Toledo, azadones, etc. Muebles, productos manufacturados y hasta
productos traídos de Asia y reembarcados en Europa, como sedas de
Damasco, alfombras persas, incienso y pimienta. Mezclados en este ajetreo
bajaron los últimos esclavos que quedaban. A algunos los habían vendido
en Curazao, Barlovento, Maracaibo y Santa Marta, y otros habían muerto
en la travesía y arrojados al océano. Los bajaron amarrados en fila, llevados
por los negreros, látigo en mano, a la vecina calle de Los Lamentos, donde
los tendrían hasta la subasta del día siguiente en la Plaza de la Aduana.
59
“Os escribo amados padres míos para contaros que hemos llegado
felizmente a Cartagena de Indias. Ha sido un largo pero calmo viaje pues
gracias a Dios no hemos sufrido las tormentas ni hemos sido atacados por
los piratas, cosas ambas que, según me cuentan, son muy comunes en estos
mares. Mi amada Catalina y nuestros hijos han disfrutado el viaje. Sentado
en mi habitación escribiéndoles, siento todavía el vaivén del barco como si
estuviera a bordo. Por doquier que hemos atracado en nuestra ruta por estos
mares de Dios, hemos admirado las hermosas playas y los parajes silvestres
adornados siempre con las palmeras de cocoteros y las primitivas cabañas
de los nativos. Las ciudades que los conquistadores han construido son
similares a las nuestras mediterráneas y ésta de Cartagena de Indias es una
gran ciudad de retorcidas calles y hermosas casas con balcones, patios
andaluces como en ésta donde nos hospedaremos unos días. Me ha
impresionado el comercio de los negros, hombres y mujeres a quienes sus
dueños llevan amarrados y cifran su piel con marca de fuego candente
como a los animales. Cartagena es una ciudad muy peligrosa porque
frecuentemente es asaltada y saqueada por los piratas Ingleses y
Holandeses. Es recordado con espanto aquí el pirata Francis Drake que
saqueó varias veces la ciudad y robó sus mujeres, el oro y los esclavos,
dejando destrucción y cenizas; Dios ya lo ha llevado de este mundo pero
otros corsarios de su misma crueldad y codicia aún atacan nuestros barcos;
por esto están construyendo para su defensa un gran muro de 10 metros de
alto por 25 de ancho, con baluartes y cañones a todo lo largo, similar a los
que han construido en épocas remotas los Griegos, los Venecianos y los
Cruzados sucesivamente, en las ciudades del Mediterráneo. El calor en esta
ciudad es insoportable pero estamos muy confortables aquí porque la
familia salmantina que nos ha dado hospicio ha sido muy noble con
nosotros. Estaré aquí unos días antes de continuar nuestro viaje al interior
de la Nueva Granada”.
Días después estaba metido en una expedición, con otros españoles recién
llegados, navegando en un rudimentario champán por el Canal del Dique,
hasta encontrar el Río Grande de La Magdalena, el cual recorrieron en
penosa travesía río arriba inicialmente hasta Mompox, El Banco y luego
hasta Puerto Real, antiguo nombre de Gamarra.
Un día, abrumado por el calor de Gamarra, escaló las montañas por donde
sale el sol en busca de su destino, inicialmente hasta las veredas de La
Morena y Soledad, y luego resolvió atravesar las cumbres de 3.000 metros
para descender a Ábrego, y definitivamente dejar de vagar para ir a fundar
su propiedad en las cercanías del río Peralonso. Seguramente entró por
Gamarra porque si lo hubiera hecho antes, más al Norte, hubiera llegado a
la selva del Catatumbo, y no más al sur porque se hubiera encontrado con
60
el infranqueable Páramo de Guerrero por lo que la única llegada de la Costa
a Gramalote tuvo que ser por Abrego y Villacaro. Para Baltasar y para
cualquier europeo, el clima, el paisaje, el pequeño río con sus pozos donde
se bañaba desnudo los días calurosos, las montañas al fondo y la riqueza
del suelo, “la tierra prometida” no podía ser otra que esta montaña
perteneciente al cantón de Salazar de las Palmas. “De aquí no me voy” dijo
el caballero castellano, no sin antes haber dejado su huella genética
sembrando su castizo apellido en las mulatas que conquistó en su largo
recorrido desde la Costa hasta Salazar, antes de disfrutar los frescos vientos
de su nueva y definitiva residencia en una falda de exuberante vegetación
de clima medio, de la rama oriental de los Andes, donde nunca volvió a
sufrir los helados inviernos ni los crueles veranos de su tierra, sino siempre
la agradable primavera que apreció intensamente el resto de su vida.
“Don Peñaranda”, como le decía la gente al español que fundó esta gran
familia, había llegado, según los cuentos de los ancianos al final de siglo
XVII. Todavía conservaba su vestimenta europea para asistir a misa los
domingos con su esposa y sus hijos, mandaba ensillar y ponerle los arreos
de lujo muy temprano a los caballos, se fijaba su peluca y su coleta, vestía
su casaca con bordados de plata y oro, pantalón corto de terciopelo, medias
largas y zapatos de hebilla, resaltando en medio de los lugareños quienes
vestían de manta, alpargatas de tela gruesa, suela de cuero, y sombrero de
paja, y la indumentaria más primitiva de un grupo de indios chitareros ya
61
cristianizados que se ubicaban en la parte de atrás de la iglesia, formando
un corrillo alrededor de su cura doctrinero que les enseñaba indistintamente
oraciones en castellano o en latín, lo mismo que algunos motilones con
taparrabos, más reacios y más ariscos que apenas asomaban a la puerta.
Don Peñaranda se reacomodaba orgulloso en su puesto de primera fila de la
Iglesia cuando el cura desde el púlpito le enaltecía sus valores cristianos,
sólo por el hecho de que daba más limosna que los demás feligreses. A los
pobladores les gustaba oírle silbar sus eses, sonreían cuando sacaba la
lengua para pronunciar la ce y por su elegante manera de decir Salazzzar.
La jota era fuerte y sonora casi como una ge, al contrario de nuestra jota
suave pronunciada casi con desgano. Era orgulloso de su aspecto elegante,
blanco, alto y todavía conservaba costumbres españolas, como la de
levantarse tarde y volverse a acostar pocas horas después para dormir la
siesta, o la costumbre del baño los domingos, mientras que entre semana
sólo se limpiaba la cara, el cuello y las axilas con el consabido “baño de
toalla”.
62
CAPITULO 3
64
Si nos retiramos un poco más, la historia del origen del primer Peñaranda
se complica: se dice que no fue uno sino tres hermanos Peñaranda que
vinieron de España y que se residenciaron, uno en Salazar, uno en
Gramalote y uno en Ocaña. Los numerosos Peñarandas de la región de
Ocaña son seguramente parientes muy cercanos, pero nos preguntamos si
son anteriores o posteriores a los de Salazar. Los Peñarandas Ocañeros
refieren que sus abuelos provenían de Gramalote, Lourdes y Sardinata y en
el antiguo libro de Don Gonzalo aparece la anotación “en Ocaña” frente al
nombre de alguno de los ancianos de quienes sólo se sabía que sus
descendientes están en esa ciudad. Además tenemos unas fechas
importantes sobre los Peñaranda Ocañeros: El matrimonio de Don Esteban,
de la primera generación de Peñarandas gramaloteros, celebrado en Ocaña,
el 30 de Noviembre de 1.798 con la señora Isabel Moreno; la existencia de
unos señores Peñaranda en Hacarí Juan Blas, Sebastián y Francisco nacidos
entre 1.830 y 1.850, todos posteriores a los bautizados en Salazar. En Río
de Oro, población de muy antigua fundación, aparecen los más antiguos
Peñaranda, Dolores, María Bárbara de los Santos y María del Rosario de
los Santos en 1.797-99, muy antiguos, pero también posteriores a los de
Salazar y seguramente descendientes de ellos. También los de Ábrego son
posteriores: el más antiguo era Don Justiniano Peñaranda Vergel, padre de
Ciro Alfonso, Helí y Humberto.
65
otras personalidades que ahora viven en las ciudades de la costa, me cuenta
el profesor Pisciotti de El Banco.
66
antiguos que nacieron en Ocaña, Hacarí, etc. son Juan Bautista, Juan Blas y
Vicenta de alrededor de 1.820 y Toribio, Indalecio y Sebastián por los años
1.850 por lo que podemos asegurar que todos los Peñaranda del Norte de
Santander, son posteriores a Don Balthasar y con alta posibilidad de certeza
pensar que todos descendientes de él.
67
las regiones de Colombia y Venezuela y el resto de América y Europa
desde diversas épocas del siglo XX.
Todas las versiones que se cuentan sobre la llegada del primer Peñaranda a
Salazar se deben aceptar como probables puesto que no tenemos una
historia probada. Don Fernando de Peñaranda, el padre que organizó el
viaje de sus tres hijos conquistadores, podría ser descendiente del Obispo
de Cartagena España, y si esto es así, pariente, - aunque usted no lo crea -
los Peñarandas podríamos descender de un Obispo.
68
Peñaranda, de Sucre Bolivia, me cuenta que su abuelo Peñaranda es el
poeta y cantor de su país, tan reconocido y apreciado que las calles
tradicionales de su ciudad tienen en las esquinas escritos en mármol
algunos versos de su anciano escritor.
Dice la tradición, que a Salazar llegó uno de los tres Peñarandas como ya
relatamos y que uno de sus descendientes viajó a Bolivia por encargo del
Rey de España con la comisión de explotar unas minas de plata en ese país.
Otra versión, la versión perversa sobre el Boliviano de nuestro apellido que
se escuchó siempre dentro de nuestra familia, relata el viaje de nuestro
pariente en forma un poco distinta, pues decían los abuelos que fue un
hermano de Don Tomás, o sea un hijo de Don Bartolomé Peñaranda y
Doña Estefanía Molina, quien “acumuló secretamente, mediante negocios
lícitos e ilícitos, todo el dinero que pudo, propio y ajeno, inclusive el de sus
hermanos, y una madrugada aperó sigilosamente dos mulas y - se voló de
Gramalote - lleno de morrocotas”. Y que atravesó medio continente para
residenciarse en la remota Bolivia, y sería el abuelo del famoso General
Boliviano. Hubo quien aseguró que el General era mono ojizarco igualito a
los que “el Caín Peñaranda” dejó boquiabiertos y arruinados en sus fincas
en Gramalote, cuando amaneció muy lejos, muchas leguas al sur. Este
cuento podría tener tanto de verdad como de calumnia, pero es una historia
nunca olvidada, transmitida de generación en generación, sobre todo por
aquellos a quienes nuestro pariente tumbó. La historia es discutible puesto
que los Peñarandas Peruano-Bolivianos son tanto o más antiguos que los
nuestros, por lo que no se descarta la idea de que somos nosotros los
descendientes de la oveja negra de la familia, un timador Boliviano de
apellido Peñaranda que “acumuló secretamente, mediante negocios lícitos e
ilícitos, todo el dinero que pudo, propio y ajeno, inclusive de sus hermanos,
y una madrugada aperó sigilosamente dos mulas y - se voló para Salazar -
lleno de morrocotas”.
69
Dicen que en las antiguas familias Peñarandas se comunicaban entre ellos
con un idioma incomprensible para los demás, lo que les daba cierto aire de
intriga y de misteriosa distinción. ¿Qué idioma era? Era su idioma
vernáculo, el gallego que hablaban los Peñaranda españoles que enseñaron
a sus hijos en las primeras generaciones, y su similar portugués que trajeron
los Yánez, su lengua materna puesto que Don Silverio Yáñez el antiguo, el
padre de los conocidos Javier, Pedro Nolasco y Vicente era de origen
Portugués. En generaciones relativamente recientes todavía se conservaban
algunas frases de ese idioma pues relatan los ancianos que en las familias
de Don Silverio o Don Sebastián, los abuelos por ejemplo, para reprimir a
sus hijos les decían: “¡¡que no tenga que volverte a cantar este fado!!”, o
hablaban de que Wenceslaa era “la mia filia maior”, y que, cuando se iban
para su finca decían: “me marcho a travallhar en la mia terra”. Nada de raro
tiene esta historia y es posible que las primeras familias Peñaranda no
hablaron nunca castellano sino sus idiomas nativos de norte de España,
pues durante la colonia se hablaban los idiomas de las diversas regiones de
la Península y los de las tribus indígenas distintas en cada región, hasta que
se afianzó el Castellano con las diferentes tonalidades influenciado por los
africanos, indígenas y españoles, resultando un castellano costeño, paisa, o
nuestro rudo castellano santandereano. Muchas palabras no castellanas eran
de uso corriente y en los libros parroquiales, el escribano anotaba en las
partidas de “baptismo” palabras muy diferentes a las del castellano nuestro:
“hijo lexítimo” y nombres escritos Kriptobal, Criptophal, Xiptophal,
Joseph, Jertrudi, Thadeo, Joachim, Joachina o Xavier.
70
Otro indicio Judío: La historia del “Secreto de los Peñaranda” en la Baja
Extremadura se refiere a un ejemplar único de una edición de “El Lazarillo
de Tormes” de 1.554, descubierto recientemente, guardado por un médico
bibliófilo Francisco de Peñaranda, libro que duró cinco siglos enterrado
dentro de una pared. El hecho de que alguien hubiera guardado en esta
forma el libro perseguido por la Inquisición en vez de entregarlo a la
autoridad eclesiástica para que lo echaran a la hoguera, se atribuye a que el
librero Peñaranda era Crítico de la Iglesia, Reformista, y Judío. La historia
confirma que sí había Peñarandas Judíos; es posible que el nuestro también
lo fuera. Nadie sabe quién era Balthasar antes de su venida a América:
pudo un judío “tapado” como su pariente médico bibliófilo.
La aseveración del ancestro judío de los Peñaranda tal vez sea cierta, pero
también pudo haberse inventado al observar los dibujos que existen de
nuestros antepasados que usaban larga barba como de anciano rabino, con
la que buscaban compensar su frente amplia y su calvicie pronunciada,
retratados muy serios con su nariz aguileña y su mirada escudriñadora. La
versión del origen judío se basa también en la sagacidad para los negocios
y la habilidad de algunos parientes para acumular riqueza, concordante esta
observación con otro de los significados de la palabra peña-aranda que se
traduce como casa de empeño, de usura, lo que concuerda con la fama de
los nuestros de ser extremadamente cautelosos, prudentes, cuidadosos,
previsivos, discretos, mesurados, ahorradores, sensatos y parcos a la hora
de gastar el billete. Cualquier parecido con la tacañería de los judíos no
sería pura coincidencia. El prototipo de esta forma metódica de guardar sus
tesoros se llamaba Don Cayetano Peñaranda, quien los domingos sacaba al
patio cuando nadie estaba en la casa, sus morrocotas para contarlas,
asolearlas y brillarlas, y que cuando se fue a vivir a Salazar, su carga de
morrocotas la llevó en dos mulas; murió de un infarto cuando el gobierno le
obligó a cambiar sus monedas de oro por papel moneda para financiar la
guerra conta Perú. A propósito de las largas barbas de patriarca que usaban
nuestros abuelos como los judíos, uno de estos viejos la llevaba tan larga
que su esposa y sus hijos le rogaban que se la quitara, o que por lo menos
se la recortara un poco. Varios meses de insistencia no lograron
convencerlo hasta que la esposa le lanzó su último, definitivo y poderoso
argumento: Mijo, es que... como usted es tan turro, ¡se la orina!
71
Ayala, hasta llegar a la Era Romana y más atrás, a los Celtas, para que
finalmente un Antropólogo deduzca de dónde vino el primer Peñaranda a la
Península Ibérica, y quienes eran los ancestros lejanos de éste, las tribus
primitivas que vivían en cuevas, llegando finalmente a estudiar los millones
de años anteriores para que nos demuestre que encontró un espécimen
llamado AUSTRALOPITECUS PEÑARANDENSIS muy similar a los
catires que están sentados hoy en los escaños del parque de Gramalote.
Son muchas las versiones sobre el origen del primer Peñaranda salazareño,
pero todas parecen coincidir con la versión transmitida a través de las
generaciones dentro de la familia, según la cual Don Baltasar Peñaranda, el
hijo del Conde, es el padre de todos los Peñarandas Nortesantandereanos,
versión que no se contradice con lo que hemos encontrado en los libros
parroquiales.
72
CAPITULO 4
Sabemos que “Don Peñaranda” tuvo varios hijos, algunos conocidos con
nombre propio. Siendo que los antiguos eran prolíficos y les tenía sin
cuidado el número de hijos que Dios les quisiera mandar, antes de la
píldora de planificar, podemos imaginar que hubo varios hijos más de
Baltasar que no conocemos. Entonces, en la época de la Independencia
debió haber una docena de familias Peñaranda regadas en las montañas y
caseríos del antiguo extenso municipio de Salazar, en lo que hoy es el
occidente de Norte de Santander. Si descontamos los solteros, los curas y
las monjas, y descontamos también un porcentaje causado por la altísima
tasa de Mortalidad Infantil por falta de vacunas y otros servicios médicos,
fácilmente la población de Peñarandas se multiplicaba por 8 o 10 en cada
generación, pirámide poblacional de familiares que fue multiplicándose
como una plaga hasta llegar a lo que es actualmente, una cifra inmensa de
parientes al cabo de 9 generaciones, sobre todo si tenían hijos con varias
esposas como se aprecia en el libro 1 de bautizos de Salazar, en el que
después del bautizo de Julián, hijo de Baltasar y Catalina de Palencia, se
presenta el mismo Don Baltasar, ahora con Catalina Guerra, para bautizar
un nuevo hijo, y luego a su hija Antonia quien tuvo con su nueva esposa
Juana Pérez. Si a algún Peñaranda le gustan dos o tres mujeres a la vez, no
se preocupe, es por legado hereditario de nuestro primer padre Peñaranda.
Tener una familia numerosa es un lujo que muy pocos se pueden dar en las
épocas modernas. Qué lujo el que se daban los antiguos teniendo 10 o más
hijos. Había espacio en la finca para todos, y comida y trabajo. Los padres
tenían el placer de alzar a sus niños pequeños y sus nietos, mientras
disfrutaban simultáneamente los hijos que se iban volviendo adultos y los
mayores que ya trabajaban, se casaban y tenían hijos. Era frecuente que en
una familia hubiera niños mayores que sus tíos, porque las matronas se
casaban de 15 años y seguían teniendo hijos hasta los 50, cuando ya los
hijos mayores tenían al mismo tiempo sus propios hijos. Una sola familia
podía ser de unos 40 miembros. La endogamia tan frecuente en las
generaciones del siglo diecinueve, además de haber reforzado las
cualidades transmitidas genéticamente, ha creado LA FAMILIA MÁS
NUMEROSA DEL MUNDO, al cabo de 300 años de ocupación de este
territorio. Es el lujo que nos damos: detrás de cada escritorio, en los cargos
importantes o modestos, hay un pariente dispuesto a colaborarnos tan
pronto identifique el vínculo familiar. Por ser miembros de esta familia tan
numerosa, tenemos más amigos que cualquiera porque además de las
73
amistades que se forman normalmente en el curso de vida, nosotros
tenemos miles de parientes que son nuestros amigos naturales.
¿Por qué es más unida esta familia que las otras? ¿Por qué es más
interesante el árbol genealógico de los Peñarandas que el de otras familias?
Por los hechos que forman la historia común a todos los Peñarandas, por
los rasgos que los identifican, y porque todos vienen de la misma región,
GRAMALOTE, LOURDES Y SARDINATA, y por esto mismo pueden
hablar de las mismas historias, los mismos sitios y los mismos personajes;
porque son como miembros de una misma tribu. Porque imaginan a sus
abuelos compartiendo su vida tranquila y primitiva con los parientes de las
fincas vecinas. Porque hay una identidad característica e inconfundible que
los parientes reconocen con orgullo. Porque los múltiples matrimonios
entre parientes han reforzado los genes hasta el punto de que todos son
genes dominantes, lo que les da una afinidad a pesar de la diversidad de
grupos familiares, diferencias políticas y económicas. Porque hay una
especial identidad que no se ve pero que ellos captan inmediatamente
cuando se reconocen. Porque hasta por los rasgos físicos los parientes se
identifican en cualquier parte del mundo y nunca se equivocan: “Sí, mi
abuelo era Fulano Peñaranda de Gramalote”. Hasta hace una generación los
parientes eran una sola familia; más que una familia, pontificó el paisa
Alfonso Zapata subiéndole todo el volumen a su voz, cuando vio que todos
eran igualitos: ¡SON UNA RAZA!. - Al cabo del tiempo cuando conoció
más este departamento y encontraba Peñarandas que salían hasta debajo de
las piedras corrigió: “No son una raza, ¡SON UNA EPIDEMIA!”
Todos los descendientes de Don Baltasar con los mismos genes, que valga
la pena decirlo, son genes muy saludables, porque a pesar de tantos
matrimonios entre parientes no hay enfermedades congénitas y las
patologías de los descendientes son iguales a los de la población general;
inclusive más saludables si contamos los muchos abuelos centenarios como
Doña Ninfa Rosa, Don Secundino, Don Nicomedes y Don Pedro. Son más
parientes entre sí, cuantas más veces tenga el apellido Peñaranda en su
partida de bautismo, pero todos se reconocen, así tengan el “Peñaranda”
después de otros apellidos, cuando se saludan “¡Hola pariente!”,
espichando los ojos para esbozar su exclusiva sonrisa suave pero franca,
que es uno de sus rasgos característicos.
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hasta hoy trescientos años después, la última, Irene Sofía, parientica con
sangre gramalotera, lourdense, sardinatera, alemana, boyacense y belga.
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Dos abuelos centenarios
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CAPITULO 5
78
Algunas fechas conocidas de nuestros antepasados:
NOMBRE DEL ABUELO Nacimiento Matrimonio Fallecimiento
María Catalina de Palencia Sept/ 1.730
79
Roque, Don Pacho, Doña Matea, Don Vidal, Don Santos, Doña Wenceslaa,
y muchos más, son la tercera generación de Peñarandas. La cuarta
generación es la de Ana Francisca, Resfa, Betzabé, Jerónimo, Pablo, Juan,
Anita, Marcos, Eulogia, Pedro, Eustaquio, Joaquín, Brunequilde,
Venancia, Silverio, Rebeca, Pastor, Isaac, Primitivo, Raimundo y otros
muchos. Ahora estamos viviendo las generaciones 6, 7 y 8 y nuestros hijos
son las generaciones # 9 o 10 de Peñarandas Colombianos.
Habría que agregar una generación más hacia atrás si aceptamos, como es
también probable, que el Peñaranda Español ya vivía en la zona de Abrego
o de Ocaña y que el español no era Don Baltasar sino su padre. Es una
posibilidad porque hay familias Peñaranda muy antiguas en la región del
bajo Magdalena, pero no hay pruebas de que sean anteriores a los de la
tierra gramalotera. Las familias Peñaranda de Barranquilla y Santa Marta
provienen de los pueblos del Magdalena y los de estos pueblos aseguran
que provienen de Norte de Santander. Si el primer progenitor Peñaranda
vivió en Abrego, u Ocaña, o una población del Río Magdalena, no era
español, entonces su padre sí sería el español nacido en las llanuras del
Duero, al que buscamos para conectarnos con nuestro ancestro europeo.
Entonces tendríamos que ubicar a este europeo en el siglo XVI, o sea que
ése, el Peñaranda que vino a América no sería el supuesto Conde arruinado
ni el descendiente del Gobernador del castillo de Salamanca, Don Gómez
Sánchez de Peñaranda, ni un contemporáneo suyo, sino alguien anterior a
ellos, y aceptar como única verdad la llegada de los Peñaranda en plena
época de la Conquista Americana por Méjico y Costa Rica antes de arribar
a la Nueva Granada.
80
La creencia del origen noble se especula porque en Europa hay nobles de
apellido Peñaranda. Una familia de la nobeza muy conocida es la de los
descendientes de Don Francisco Peñaranda Valdenebro Sotomayor
propietarios de todas las tierras de Valencia de Alcántara en Extremedura,
familia originaria de Soria como parece ser también la nuestra. Inclusive
fuera de España hay nobles de este apellido, como la familia aristocrática
Peñaranda de Franchimont, familia belga que se formó de los descendientes
del Cadete Luis de Peñaranda enviado por Felipe II para que prestara sus
servicios a su hermana, la gobernante de Flandes, Margarita de Parma. Los
Peñarandas Venezolanos parecen ser de Gramalote, recientes, pues el
primer Peñaranda que aparece viviendo en Venezuela es Don Evangelista
nacido a final del siglo diecinueve; sinembargo, en una barriada pobre de
Caracas encontraron una humilde familia Peñaranda que vendía un baúl
con documentos antiguos, y el periodista que la encontró descubrió que
estos catires tenían en sus ancestros nada menos que una rama de la familia
real de Austria, es decir que eran primos de la princesa de la película Sisí
Emperatriz. Este descubrimiento del periodista se lo trasmito a ustedes,
queridos parientes, sin comprometer a la familia con el parentesco de la
Princesa sino porque cada uno está en el derecho de decir las mentiras que
le cuentan; lo que uno nunca debe hacer, es, inventarlas.
Finalmente, para cerrar este frívolo tema, se decía que nuestras familias
cercanas, los Ordóñez y los Yánez, no se quedaban atrás en cuanto a
honorables ancestros.
LAS ORDÓÑEZ, además de que eran muy bonitas, puesto que todos los
Peñarandas les echaron el ojo, parecen provenir de un antepasado muy
importante en la región. Se sabe que los Ordóñez, provenientes de Méjico,
se asentaron inicialmente en Cuenca, Ecuador, y de allí vinieron a Girón,
Santander. Don Ignacio Ordóñez de Lara dejó dos descendientes Ordóñez
Valdez, uno en Girón Santander y el otro en Salazar, mientras que él
regresó a España con el oro que obtuvo de sus actividades comerciales. El
Ordóñez salazareño es el padre de Don Ignacio Ordóñez Valdez, padre de
Juana, Eusebia, Concepción, Carmen, Nepomucena y Josefa, mientras que
su hermano es el padre de otra rama numerosa formada por los
descendientes de José, Clímaco, Ramona y otros Ordóñez casados todos
con Peñarandas y con Yánez.
82
CAPITULO 6
83
Los apacibles días en estos silenciosos pueblos durante la época de la
Colonia, empezaban con la misa de gallos en la que el sacerdote no sólo
enseñaba su doctrina que era su función principal, sino que regía el
ordenamiento de la comunidad y dictaba las normas sociales para la
armónica convivencia de los ciudadanos. Era el director de todos los
aspectos sociales, juez en los conflictos, conciliador en las desavenencias,
consejero, modelo de conducta y de abstinencia sexual y líder de la
sociedad, para lo cual tenía además de unas capacidades innatas, una
educación superior a la de sus feligreses. Su condición de juez la asumía a
cabalidad tanto que después de dar su veredicto aplicaba la justa pena en el
confesionario. La autoridad civil y la policía también cumplían su parte de
obligación cuando la justicia del sacerdote no era suficiente; encarcelaba y
aconductaba a bolillazos a quienes se descarrilaban de las normas, y los
recaudadores de impuestos hacían lo suyo llevándose para la capital “otro
diezmo” de las ganancias que producía esta gente trabajadora. Para eso y
para reclutar combatientes para sus guerras era que los dirigentes de
Santafé se acordaban de los habitantes de estas montañas, porque por lo
demás estaban desconectados y abandonados por la capital. Lo refiere
nuestro pariente Jaime Pérez López en su libro Venezuela-Colombia, sobre
los episodios de integración y desintegración de la región fronteriza, y
explica cómo estos pueblos y ciudades formaron virtualmente, y casi
formalizaron, una república que tenía por capital Maracaibo, que era la
ciudad más importante y su puerta al Caribe y al mundo gracias a su
intenso comercio por los ríos Zulia y Catatumbo. Pero no todo fue
integración Colombo-Venezolana: el Concejo de Gramalote trató de
torpedear la hermandad de nuestros países cuando le declaró la guerra al
vecino país, afortunadamente sin consecuencias graves porque Caracas no
quiso aceptarle a Gramalote la belicosa carta.
84
las angarillas de lentos burros. En las casas los inmensos solares parecían
potreros en los se achicaban por las noches las vacas del ordeño y los
caballos de la familia. Las amistades, las enemistades, los juegos y los
deportes, las reuniones todas las noches de las treinta o cuarenta personas
que componían la familia. Los amores y los matrimonios y otros aspectos
de la vida colonial los podemos ver hoy en las zonas rurales donde las
costumbres no han cambiado sustancialmente. Nuestra antigua familia
encerrada en unas cuantas montañas se mantuvo antiguamente aislada del
resto del mundo, situación que cambió cuando sus recursos económicos les
dieron la oportunidad de enviar a sus hijos a estudiar a sitios distantes y
luego cuando emigraron a las ciudades.
85
malabaristas y titiriteros, o compañías de teatro, o troveros y vendedores
ambulantes que viajaban por todo el país como en los pueblos Europeos de
la Edad Media.
Eran los Peñaranda quienes hacían las fiestas, donando los toros,
ofreciendo los premios para los disfrazados y haciendo cabalgatas
arrojando confites a los niños y aguardiente a los hombres, costumbre que
conservaron hasta épocas recientes como se recuerda en las últimas fiestas
populares con motivo del bautizo de Efraim, el hijo menor de Don
Belisario, o la celebración del Diploma de Bachiller de su hermano que se
efectuó varios días seguidos en Lourdes, Gramalote y Sardinata con una
provisión de 6 novillos que asaron “a la llanera” para todos los invitados en
cada uno de los tres pueblos, y la fiesta de tres días en la finca “Los
Dardanelos” para celebrar el Título de Médico de Carlos Luis. También fue
recordada en el siglo pasado la fiesta del 6 de enero que celebraban todos
los años en San Roque: todos los Peñaranda de Lourdes “bajaban” y los de
Sardinata “subían” disfrazados a comer, beber, bailar y dormir hasta el día
siguiente.
86
no se la prendieron nuestras indias querendonas a los conquistadores, sino
ellos a ellas.
Una parte de la música era de los indígenas pero la mayoría era proveniente
de España e interpretada con instrumentos más rudimentarios. Luego
llegaron violines italianos que producían suaves y alegres frases musicales,
a las que contestaban las trompetas y acompañaban los tambores y las
guitarras. En qué fechas fueron llegando a nuestros pueblos otros
instrumentos musicales, el acordeón, las pianolas y cuándo llegó a
Gramalote el primer piano o el primer órgano para la iglesia? – Se
recuerda, en época más reciente, la traída de Europa por el padre Ordóñez
de un gran armonio para la Iglesia de Lourdes, cuyo recorrido final desde
Gramalote fue una odisea en la que participaron todos los devotos varones
Lourdenses.
¿Nos hemos alguna vez formado una imagen de los antiguos viejos cuando
eran jóvenes? Nos hemos imaginado a Don Juan Bautista o Don Januario
en su vida diaria? - ¿Tocaban alegremente guitarra violín o flauta nuestros
abuelos o eran tan serios y secos como se ven en los dibujos? Se sabe que
los hermanos Don Vidal y Don Ezequiel eran los músicos de la antigua
Sardinata, herencia que recibieron varios de sus hijos como Don Martín y
Don Domingo y sucesivamente hasta las generaciones actuales, como Luz
Helena, soprano de presentaciones líricas de primerísima calidad en
Bucaramanga, y directora de los Coros de Comfenalco. Las veladas de los
días festivos o en los cumpleaños empezaban temprano en la tarde con unas
onces que terminaban con un plato de buñuelos de yuca empapados en miel
de panela o con “dulce de platico” – la mitad de arequipe y la otra mitad de
mora, higo, durazno o albaricoque. Después pasaban a la sala para
conversar, oír música y bailar, y empujaban al centro de la sala al que sabía
tocar algún instrumento o a la jovencita que sabía cantar o recitar, hasta que
el ambiente se acaloraba y todos se volvían expertos bailarines. Me
imagino a Estefanía Molina muy joven y muy bonita y a su novio Bartolo,
por allá en 1.750, bailando al estilo europeo un vals donde las parejas, en
dos filas, los hombres a un lado tomando la mano enguantada de la dama
de la otra fila formaban un arco por debajo del cual pasaban correteando las
otras parejas, o una polka girando a toda velocidad enganchados de sus
brazos, o haciendo brincos elegantes y zapateados el uno frente al otro al
son de una contradanza, o a Doña Nepomucena amacizada con Don José
María en plena fiesta a la vista de todos, embelesados con su amor y
desinhibidos por el alcohol. A medianoche, después de la cena de tamal de
cerdo, pan y chocolate, se iban a dormir las damas, los ancianos, los niños
y los hombres puritanos, mientras que los más díscolos se quedaban
bebiendo hasta el amanecer.
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Todos nacían, vivían y morían sin haber conocido más allá del río o la
montaña que limitaba su finca; la única salida era para ir al pueblo los
domingos, por razones comerciales y sociales. Pero salir a otra ciudad,
talvez Pamplona, la ciudad más importante de la región, sería algo tan
difícil, costoso y lejano como sería para los actuales Peñaranda conocer
París. Baste con decir que tres siglos después, todavía no existía una
carretera que conectara al Norte de Santander con Bogotá; primero se
comunicó el Táchira con Caracas. La carretera a Bucaramanga se hizo
ahora en 1.948 con el trazado a pico y pala que a pesar de estar
pavimentada parece un camino del siglo diecinueve; la carretera
Gramalote-Lourdes sólo se hizo en 1.935; un poco antes habían hecho las
carreteras a Salazar y a Gramalote; la carretera Cúcuta-Sardinata se terminó
después de los años sesenta del siglo XX, y la carretera a Ocaña todavía en
el siglo XXI la están haciendo. Esto explica por qué la tierra de nuestros
abuelos se mantuvo aislada del resto de Colombia pero muy activamente
integrada a Maracaibo y al Caribe por la vía fluvial del Zulia y el
Catatumbo. Era común que los Nortesantandereanos en épocas más
recientes, enviaran a sus hijos a estudiar a las islas del Caribe; Tona
Peñaranda fue una de las alumnas que estudió en Trinidad-Tobago; sus
estudios fueron el Piano y el Inglés. Llegó hecha una pianista consumada y
hablando un “perfecto inglés” creían sus parientes, pero cuando le pusieron
en una visita una partitura para que los deleitara con su virtuosismo, se
excusó diciendo que ella había aprendido a tocar piano “pero en Inglés”.
La rutina diaria se interrumpía sólo dos veces cada semana: el viernes era
un día distinto porque, en las mañanas se llenaban las calles de pordioseros
pidiendo en cada casa una limosnita que todos daban con gusto, y por la
tarde el espectáculo de la llevada del novillo al matadero atravesando las
calles del pueblo, lo que se convertía en un espectáculo en el que
participaban todos los muchachos, armando un espantapájaros en la mitad
de la calle para que el toro lo desbaratara de una embestida; una docena de
hombres corría adelante con una soga de 20 metros tirando del animal y
otro grupo igual con otra soga detrás, frenándolo. Los mayores recuerdan la
vez que el toro asustado corriendo calle abajo quedó encaramado en el
techo de la casa cural.
El otro día diferente para salir de la monotonía era, claro está, era el
domingo, el día de la misa y del mercado. Los indios provenientes de las
montañas cercanas o de las Encomiendas y Reducciones de Arboledas,
llenaban de tiendas o ventas la plaza central de piso de tierra debajo del
árbol grande del centro, piso que era barrial o tierrero polvoriento según
lloviera o hiciera sol, y en una de las esquinas dejaban sedientas y
hambrientas las bestias amarradas todo el día. Las tiendas eran una mesa
88
cubierta de un toldo de lienzo blanco a “dos aguas”. Sobre la mesa, los
productos agrícolas que estaban a la venta, mantas, sal, cueros, coca,
pájaros, guacamayas y loros. Toda clase de alimentos, huevos, gallinas
gordas, cerdos, conejos, aguacates, etc. Los campesinos elaboraban para
vender los domingos canastos y petacas de paja, mochilas y alpargatas de
fique, múcuras y otros chorotes de barro y los sombreros que se hicieron
famosos en el mundo con el nombre de sombrero de Panamá, pero que,
(refiere Susana Valdivieso en su libro sobre Bucaramanga), no eran
Panameños sino eran hechos por los campesinos santandereanos con el
nombre de sombreros de jipijapa. Detrás de la mesa, la campesina a la vez
que vendía sus productos, comadreaba con las otras señoras de las tiendas
vecinas, mientras que el hombre departía con sus amigos a quienes sólo
veía los domingos, al calor de la chicha de maíz o el mazato de arroz, o
jugaban 21 palos de bolo hasta que el mareo del alcohol y la oscuridad de
la tarde les indicaba que debían volver a sus campos, cuesta arriba, él,
borracho casi acostado en la mula y ella y los hijos colgados de la cola del
animal.
Por lo menos tenemos informe de que uno de estos antiguos finqueros fue
esclavista: En el libro 5 de las partidas de bautismo de la casa cural de
Salazar, en su folio 134 deteriorado y manchado se lee: “Salazar diez y
ocho de febrero de ochocientos treinta y tres. Yo el cura párroco bauticé,
olié y crismé a ..., hijo legítimo de Benigno Sánchez y Eusebia Díaz,
esclavos del señor Don Alberto Peñaranda, de esta feligresía...”. En el
mismo archivo, seis años después encontré el bautizo de otro esclavo de
Don Alberto: “Salazar 23 de Julio mil och/tos treinta y nueve. Yo el cura
párroco B/cé. Solemne/te una párvula a q/n llamé Fca. de la Encarnación hija
natural (libre) de Bernardino Peñaranda, esclavo de Don Alberto Peñaranda
y de Graciela Bermón (libre)...”. Inicialmente creí que nuestro antepasado
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Alberto tenía trabajando como esclavo a su pariente Bernardino. ¿Sería
capaz Don Alberto, cuya nobleza de alma quedaría en entredicho, de tener
como esclavos a sus primos pobres? Tuve que acudir al pariente erudito
que me acompañaba ese día en la investigación genealógica, para que me
explicara si era posible que un Peñaranda hiciera gala de tanta bajeza de
sentimientos: No. – Bernardino no era primo de Don Alberto, me explicó,
sino que los amos les daban a veces a sus esclavos su propio apellido y por
eso el esclavo se llamaba Bernardino Peñaranda. Qué tan nutrida era la
explotación de esclavos en estas regiones no lo sé, pero las partidas de
bautismo son la constancia de que hubo abuelos esclavistas, cuando ya la
esclavitud había desaparecido en gran parte del mundo veinte años antes.
Entiendo que Francisca de la Encarnación, la hija del esclavo de Don
Alberto, nació libre porque su madre era libre, pero no sé si llevaría el
apellido Peñaranda que el patrón le había otorgado a su padre como
muestra de generosidad. La partida de bautismo no lo registra, pero si es
así, ¿algunos Peñarandas descienden de esclavos libertos?. Los libros
parroquiales antiguos son muy explícitos para la identificación de las
personas en cuanto a su raza y su posición social: el libro de defunciones
refiere si son sirvientes, esclavos, vagos o limosneros, o si son negros,
indios, mulatos, o de “color pardo” (?) - como identifica el párroco en el
libro # 1 de Defunciones a un tal Salvador Peña al depositarlo en su última
morada.
90
estas familias Ordóñez, Yánez, Peñarandas, Omañas, etc. transportaban el
café por Salazar y Durania hasta La Donjuana, donde lo embarcaban en
ferrocarril para exportarlo a Estados Unidos y Europa.
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clandestinamente hirviendo el guarapo enfuertado y condensando el vapor
después de haberlo saborizado con anís, díctamo real y anamú.
Ocasionalmente, cuando quería atender a sus amigos por un motivo
especial, sacaba de la alacena del comedor, la damajuana que contenía una
mistela que preparaba mezclándole al vino Italiano unas onzas del
aguardiente de la casa. A veces, en vez de sus padres o en vez del
mandadero, venían los jóvenes Jacinto, Juan Bautista, Baldomero y José
María, quienes a la vez que hacían sus compras aprovechaban para echarle
el ojo a las hijas de Don Nacho. Y se gustaron mutuamente porque a las
Ordóñez no les gustaban sino los Peñitas, mientras que las antiguas
muchachas Peñaranda preferían a los Yáñez como se ve en los cuadros del
final de este capítulo, formando antiguamente muchas familias Peñaranda-
Ordóñez y Yáñez-Peñaranda.
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movimientos y bloqueos que fueron importantes porque interrumpían las
comunicaciones de la Nueva Granada con el Río Magdalena, el Lago de
Maracaibo y Caracas. Puesto que tocaron los pueblos de nuestros
antepasados, ellos debieron participar pero posiblemente no hubo líderes
Peñarandas ni activistas de importancia porque en esa época la familia era
muy pequeña, apenas vivía la segunda generación de Peñarandas
colombianos, es decir unas pocas familias, seguramente aún no muy
influyentes.
93
en cuatro partes y pasado el resto por las llamas para lo que se encenderá
una hoguera delante del patíbulo; su cabeza será conducida a Guaduas, la
mano derecha será expuesta en la plaza del Socorro, la mano izquierda en
San Gil, el pie derecho en Charalá y el pie izquierdo en Mogotes, declarada
por infame su descendencia, asolada su casa y sembrada de sal para que de
esta manera se dé al olvido su infame nombre”. Nuestros parientes
revolucionarios, si los hubo, debieron volver aterrorizados a los potreros
cercanos de la quebrada La Calderera, con cara de “yo no fui”, y con la
promesa de volverse mudos y sumisos para nunca en la vida volver a
enfrentarse al gobierno, así se murieran de hambre.
94
como se acordó en el Congreso de Cúcuta de 1.821. Recordarían algunos
antiguos de los nuestros, el escarmiento sufrido por la revuelta anterior de
Los Comuneros, y como a los perros no los operan dos veces,
permanecieron pacíficos en sus tierras ajenos muchos de ellos a la gesta
patriótica que se llevaba a cabo en el resto del Continente. También es
cierto que, en la comarca de los antiguos Peñaranda, la guerra de la
Independencia tuvo momentos álgidos como la reconquista de los Realistas
de Salazar y San Cayetano, y parte importantísima de la “Campaña
Admirable”, la batalla del “Alto de La Aguada” en Gramalote, con la que
expulsaron a los Realistas quienes tuvieron que correr a refugiarse en
Cúcuta. Finalmente, consolidada la Independencia, todos los Peñaranda, los
que habían apoyado a Bolívar y los que lo habían rechazado, aclamaron al
que ya se reconocía mundialmente como “El Libertador”, cuando visitó
nuevamente Salazar en 1.820. Como estas guerras tocaron las regiones del
occidente del departamento, nuestros antepasados no pudieron evitar que
tuvieran que involucrarse de alguna manera en ella. Aunque no se relata en
la Historia ningún líder o comandante importante, hay registro de varios
Peñarandas de los nuestros que murieron en la guerra emancipadora:
CELSO PEÑARANDA muerto en la batalla de Cachirí, CLEMENTE
PEÑARANDA de San Cayetano, e INES PEÑARANDA, fusilada en la
plaza de Salazar, en marzo de 1.816 por orden del Coronel Sebastián de la
Calzada, por el delito de ser amiga de Bolívar.
95
Marco Tulio, Eleázar, Gonzalo. – La Aurora 1935
96
A LAS ORDOÑEZ LES GUSTABAN LOS PEÑARANDAS
JOSEFA ORDÓÑEZ
Esposa de
JOSE MARÍA PEÑARANDA LOPEZ
Padres de:
Juana María PEÑARANDA ORDÓÑEZ
Cayetano PEÑARANDA ORDÓÑEZ
Francisco PEÑARANDA ORDÓÑEZ
Lope PEÑARANDA ORDÓÑEZ
Aniceta PEÑARANDA ORDÓÑEZ
Vicenta PEÑARANDA ORDÓÑEZ
Vicente PEÑARANDA ORDÓÑEZ
Joaquín PEÑARANDA ORDÓÑEZ
97
A LAS PEÑARANDAS LES GUSTABAN LOS YÁÑEZ
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SEBASTIÁN YAÑEZ
Primer Matrimonio esposa
FRANCISCA PEÑARANDA YÁÑEZ
Padres de:
Cristóbal YÁÑEZ PEÑARANDA
Berta YÁÑEZ PEÑARANDA
Francisco YÁÑEZ PEÑARANDA
Ramona YÁÑEZ PEÑARANDA
Carlos YÁÑEZ PEÑARANDA
Arcelia YÁÑEZ PEÑARANDA
Ismenia YÁÑEZ PEÑARANDA
Luis YÁÑEZ PEÑARANDA
Marco Antonio YÁÑEZ PEÑARANDA
Luisa YÁÑEZ PEÑARANDA
Ananías YÁÑEZ PEÑARANDA
SEBASTIÁN YÁÑEZ
Segundo Matrimonio, esposa
APOLONIA PEÑARANDA PEÑARANDA
Padres de:
Julio YÁÑEZ PEÑARANDA
Pedro YÁÑEZ PEÑARANDA
Roberto YÁÑEZ PEÑARANDA
Gonzalo YÁÑEZ PEÑARANDA
Daría YÁÑEZ PEÑARANDA
Angelina YÁÑEZ PEÑARANDA
99
Doña Margarita Peñaranda de Yánez y varios de sus sobrinos
Sentados: Gotardo Pérez, Alfonso Sanjuán, Doña Margarita, Laura Sanjuán.
De pie: Víctor Pérez, Luis Felipe Peñaranda, Hercilia Peñaranda, Rafael Sanjuán, Adelina Yáñez
100
CAPITULO 7
Los Peñarandas tuvieron una elegante manera de llamar sus fincas, con
nombres ingeniosos y muy sonoros con los que manifestaban el aprecio que
tenían por sus tierras y la inmensa valoración que hacían de ellas, porque
ellas eran su vida misma. Algunas veces usaban nombres muy comunes o
que describían la belleza del paraje como La Esperanza, La Aurora,
Bellavista o Miraflores la finca de los Ballesteros Peñaranda descendientes
de Don Abraham. Algunos se inspiraron en sitios famosos o trajeron
nombres de sus viajes: El Bosque de Bologna, Venecia, La Argentina, La
Italia, Palmira y otros con los que querían perpetuar la imagen de los
lugares que conocieron lejos de su terruño. Otras fincas muy conocidas,
que fueron la cuna de muchos familiares, se llamaban La Alianza de Don
Belisario, Campo Alegre de Don Secundino, Los Orumos de Don Sebastián
Yánez y Doña Francisca Peñaranda Yánez, cercana a Zarzales, la de sus
primos, la rama de Don Pedro Nolasco Yáñez. Algunos nombres por sí
solos describían una característica de la finca como Naranjal o La Granja,
la Vega de los Cocos, El Canoero, El Ojo de Agua o Peña Blanca la finca
de Don Vicente. Adelante de Santiago están la Argentina y La Estación, y
de Puente Gómez para arriba está el origen de muchos familiares en El
Mosquito de los Ibarra Yánez y Peña Viva de los Peñaranda Moreno. En
una de estas casa de campo a la orilla del río, una anciana parienta había
heredado de sus padres un puente cubierto con renta propia, Puente Bonilla,
colindante con su casa, con portones en cada entrada que sólo abría de seis
a seis y que para pasarlo, los transeúntes debían cancelarle un peaje con el
que ella se mantenía. Después de Gramalote están: El Curito de Don
Gotardo Peñaranda en la salida hacia Lourdes, nombre que los Peñarandas
con moderada disartria pronunciaban El Culito. Campoalegre, y Boyacá de
Don Joaquín, Alcalde de Gramalote, quien, cuando bajaba al pueblo con
toda su familia hacía una espectacular cabalgata conformada por él, su
esposa y sus diez hijos, cada uno con su mejor cabalgadura adornada con
lujosos aperos. Más adelante El Hoyo, La Esperanza, El Edén, El Ruchical
de Don David, fundada por su abuelo Don Urbano Peñaranda López,
familia que llamaban “Los Peñarandas Ruchicaleros”. Más adelante
Villanueva y San Roque de los Sanjuán Peñaranda y finalmente las casas y
los potreros de otros Peñarandas entrando a Sardinata.
101
En Sardinata las fincas grandes de los Peñarandas eran Betania, La Zarza y
Lagunitas, La Banquiada, Caldacia, La Ceiba, La Tora, San Jerónimo, el
Vado, varias de ellas herencia de Doña Matea, Don Vidal y demás
hermanos, quienes a su vez las habían heredado de su padre Don Januario
Peñaranda Molina, uno de los co-fundadores de Sardinata. Muy conocida
era “Casa de Zinc” donde desde las tres de la madrugada Doña Natalia
vendía el café a los viajeros que iban de Lourdes a Sardinata. Más abajo
quedaba “La Garza” de los “Peñaranda Garceros”, sobrenombre que los
diferenciaba de los “Peñaranda Santanitas” de la fina “Santa Ana”, o los
“Banqueros” de la finca “El Banco”. - Los “Cuchilleros” se llamaban los
Peñarandas de la finca “La Cuchilla” que nada tenían que ver con cuchillos
ni otras armas pues eran gente sana y pacífica, la familia de Don Pedro y
Doña Pastora. Era un segundo apellido que llevaban toda la vida, pues su
verdadero segundo apellido, el materno, posiblemente no diría algo que los
distinguiera, porque seguramente era también “Peñaranda”; más
significativo era el nombre que identificaba la finca como Bertilda La
Pedregosera, para distinguirla de su tocaya también Peñaranda y también
sardinatera. Don Januario fundó una de sus fincas con el nombre de
Caldacia, talvez queriendo significar “tierra de los Caldeos”, habitantes de
Mesopotamia que menciona La Biblia. Tantos sitios con nombres judíos,
Betania, Caldacia, y nombres bíblicos en la antigua familia, Abraham,
Ezequiel, Betzabé, Josué, Helí, Elías, Isaías, Jesús, María y José, David y
Betsabé, podrían aportar otro indicio al origen Judío de los Peñaranda. (El
astuto Rey David cuando vió a Betsabé bañándose desnuda con todos sus
atributos al aire, envió a su manso marido a la guerra para que lo mataran y
poder disfrutar de la viuda. Algunos Peñaranda heredaron los rasgos
maléficos del Rey de los Judíos). “Sí, somos judíos, descendientes del
Judío Errante” aseguraba Don Pacho.
102
No tuvieron nuestros abuelos el mismo gusto a la hora de ponerles nombres
a sus hijos, momento en el que los lindos nombres se les olvidaban. En el
siglo dieciocho los nuestros se llamaban Nolasco, Dorotea, Matea,
Epitacio, Eustaquio, Agapito, (Haga Pito?), Pantaleona, Temístocles,
Leocadia, Eusebia, Nicasio, Macaria, Maximina, Aniceta, Leona,
Estanislaa, Estanislao, Wenceslaa y Wenceslao. Don Joaquín profanó el
sagrado sacramento del bautismo nombrando a sus hijas, Dorotea,
Raimunda y Ciriaca. Otras lindas mujeres se llamaron Patrocinia, Erasma,
Genara, Elodia, Apolonia, Madroña, Faustina, Modesta, Petrona, Anacleta,
Toribia, Nemesia y Calixta. - Purificación, Presentación, Encarnación,
Ascensión, Asunción, Concepción y Circuncisión. ¿Qué tan pura era Doña
Pura, qué tan inocente era Doña Inocencia, qué tan prudente Doña
Prudencia y qué tan modesta Doña Modesta? – Los muchachos se llamaron
Rufino, Valeriano, Sinforoso, Sotero, Críspulo, Mamerto y Gandencio,
nombres tomados del Almanaque La Cabaña y por la muy cristiana
costumbre de encomendarlos a todo el santoral Cristiano.
Vicente y Vicenta: ¡Qué nombre pa’ gustarles!: Doña Basilia, su hijo Don
Vidal y su sobrina Doña Vicenta, pusieron todos a un hijo Vicente y a una
hija Vicenta, por lo que antiguamente había más de diez Vicentes y
Vicentas Peñaranda. Para distinguirlo de tantos tocayos, Don José María
Peñaranda puso al suyo “Vicente de los Dolores” - y su tocayo José María
Yánez también sufría por los dolores y puso a su hija “María Francisca de
103
los Dolores”, mientras que su hermano Vicente Yánez también se acordó
de la Virgen de los Dolores, le gustó el nombre Rufino y le agregó el
nombre de su otro hermano Francisco Javier: en su Partida de Bautismo de
la parroquia de Salazar figura su nombre completo para que nadie lo
confunda: Francisco–Javier-Rufo-de los Dolores–Yánez-Ordóñez. Pero los
dolores no desaparecían: en una misma familia un niño se llamaba José
Dolores y su hermanita María Dolores. Había familias con hijos e hijas que
se llamaban igual: Raimundo y Raimunda, Francisco y Francisca, Nemesio
y Nemesia, Dionisio y Dionisia, Teodosio y Teodosia, Anacleto y
Anacleta, Estanislao y Estanislaa, o los nombres Nicomedes, Santos o
Concepción que ponían indistintamente a niños o niñas. Don Víctor corrió
a bautizar a su hijo Iganacio-Pastor (los nombres de sus abuelos), en
desacuerdo con su esposa, antes de que ella lo bautizara con el nombre de
los abuelos de ella. La esposa disgustada por el nombre con que quedó
cifrado irremediablemente el muchachito le recriminó: “Antes no lo puso
Felino” (el nombre de la madre de él).
María Josefa Antonia Cirila no se llamaban cuatro viejas distintas sino una
sola: la hija de Don Javier Yánez y Doña Teresa Peñaranda, quienes
repasaron el almanaque para bautizar a otros de los hijos: José-Sinforoso-
Santiago y Raimunda-Calixta. Los nombres compuestos eran comunes y
muy sonoros: Apolonio-Ramón, Asunción de la Trinidad, Carlos-Salomé,
Josefa-Seferina, María Martina del Patrocinio, Matea de Jesús Cayetana,
María-Toribia, María Bárbara de los Santos, María del Rosario de los
Santos, Doroteo-Temístocles, el tío de Doña Obdulia, o Leandro-David-de-
Belén, el papá de Don Angel y Doña Clementina; etc. - Doña Rosa era
hermana de Doña Rosa Aura y esposa de Don Roso. La repetición de
nombres es increíble: en homenaje a la antigua matrona Doña Juana
Ordóñez Serrano por allá en mil ochocientos, bautizaron unas sobrinas
suyas, Juana de Dios Yáñez, Juana Bautista Yánez y Juana María Florencia
Peñaranda, además de que la hermana de Doña Juana se llamaba Juana
Nepomucena. Siempre se cumplía la norma de heredar el nombre de los
padres: Doña Apolonia bautizó a su hijo Apolinar (o Apolo, el dios que
enloquecía a las diosas). A veces le ponían el nombre según el orden de
aparición: Primitivo, Segundo, Quintín, Sixto y Octavio. (Sixto es el sexto
de Don Tobías). O los nombres de todos los emperadores romanos:
Augusto, Julio César, Marco Antonio, Claudio, Adriano y Tiberio. Todos
los césares augustos excepto claro está, Nerón, nombre que se reservaba
para el perro en venganza por lo que les hizo a los Cristianos. Otro caso
distinto, este sí con un lindo nombre de mujer, pero que demuestra el
carácter repetitivo de los nombres de la familia, es el de nuestro pariente a
quien sólo le gustaba el nombre Ana. Sus 5 hijas se llamaron Ana Josefa,
Ana Mercedes, Ana Cristina, Ana María y Ana Teresa. Ahora sí te jodiste
104
pariente: ¡No se te ocurrirá ponerle el nombre de “Ana” al que nació ayer
porque te tirás el muchachito!. No se dejó joder: lo puso Ana Nías. Todas
las clases de Anas hay en la familia y todas las clases de Anos:
Maximiliano, Valeriano, Gratiniano el hijo de Doña Aminta, Mariano,
Laureano, Victoriano, Cipriano, Liciniano, Luciano, y - como llamaban al
pariente curandero de Gramalote - “el ano que suena con las notas
musicales” “Do-Mi-Si-Ano”. Fueron los nombres de moda, pero
precisamente por ser moda, pasaron. Luego tuvimos ramilletes de
Margaritas, Yolandas, Rosas, Azucenas, Hortensias, Cecilias, Jacintos y
Magnolias, y los nombres de todas las vírgenes de la región, Virgen del
Carmen, Virgen de Torcoroma, de Coromoto, de las Angustias, de las
Mercedes, de los Dolores, del Pilar, etc. Fanny se cambió en la siguiente
generación por Estefanny y María se volvió Mary, Hermenegildo se redujo
a Hermes; desaparecieron las Guillerminas pero persisten los Guillermos;
ya ninguna parienta se llama Ramona ni Leona pero sí hay muchos
Ramones y Leones. Francia, Bolivia, Irlanda, Grecia, no son los partidos
del mundial de fútbol sino unas primitas nuestras.
105
Lourdes
Sardinata
106
CAPITULO 8
Hasta los años 1.750 los antiguos Peñaranda conocidos se habían casado con personas
distantes de la familia. Conocemos los antiguos Peñaranda, troncos primarios de la
familia:
Don Pedro
Don José
PedroPeñaranda casado
José Peñaranda casadocon DoñaIsabel
con Doña Isabel López.
López
Don Bartolomé Peñaranda casado con Doña Estefanía Molina.
Don Bartolomé Peñaranda casado con Doña Estefanía Molina
Don Esteban Peñaranda casado con Doña Isabel Serrano
Don Esteban Peñaranda casado con Doña Isabel SerranoDon.
Don Juan Andrés Peñaranda casado con Doña Verónica Flórez
Don Juan Andrés Peñaranda casado con Doña Verónica Flórez.
Llegamos al final de los mil setecientos cuando encontramos ya a los ancianos más
cercanos, los Tatarabuelos de los Peñaranda que viven hoy. Se casaron con sus
relacionados naturales quienes no podían ser otros sino las jóvenes y los jóvenes
vecinos de sus fincas de Gramalote. Ellos eran los Ordóñez:
Estamos por allá en 1.790 y sólo encuentro en los libros de matrimonios algunos casos
aislados de matrimonios entre Peñarandas, a diferencia de los múltiples casos que se
iban a presentar en las siguientes generaciones.
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Don Jacinto, Doña Ana Francisca y sus hijos: Eleázar, sentados: Gonzalo, Marco Tulio,
Bertilda, Celmira, Ana Luisa, Albertina.
El Coronel Alberto Ordóñez Yánez, su esposa Raquel Yánez Peñaranda y sus hijos Virginia,
Luis Alberto, Margarita y Elia
108
CAPITULO 9
Los matrimonios entre primos son frecuentes hasta en las mejores familias:
personajes importantes de la Historia han tenido matrimonios con
109
familiares cercanos como Franklin Delano Roosvelt y Eleanor. Los Judíos,
igual que los Peñaranda y por razones similares de conservación del clan,
también se casan con sus primas, lo que supone otro indicio del origen
Judío de la familia. El Príncipe Felipe de España rompió la costumbre que
tenían los Borbones y los Peñarandas de casarse con sus primas, pues lo
hizo con una persona distante de su familia. Su padre Juan Carlos y su
abuelo Juan tampoco se casaron con sus primas, como sí lo hizo el abuelo
de éste último, el Rey Alfonso XII quien se casó con su prima hermana
María de las Mercedes, siguiendo la moda de su familia pues sus padres
Isabel II y su esposo Francisco de Asís de Borbón y Borbón, también eran
primos. Su abuelo Fernando VII quien restauró la Monarquía interrumpida
por la invasión Napoleónica, no se casó con una prima sino con tres
primas: María Antonia de Borbón, María Isabel de Braganza y María
Cristina de Borbón y Borbón, y no pudo “ejecutar” a sus otras primas
gracias a que murió muy joven a los 25 años. Su madre María Luisa de
Parma también era prima de su esposo el Rey Carlos IV y así las
generaciones anteriores. No sólo en los matrimonios con sus primos se
parecen los “Borbón y Borbón” a los “Peñaranda y Peñaranda”: ellos
también son de nariz aguileña, calvos y de sangre azul.
110
ingresando al clan. Engrosaron la familia apellidos que hicieron familias
muy numerosas: Omaña, Arenas, Soto, Leal, Ayala, Ibarra, Ramírez,
Gutiérrez, Ortega, Ballesteros, Escalante, Latorre, Santaella, Moreli, Pérez,
Sanjuán, etc. que son los parentescos más antiguos que tenemos.
111
Santandereanos del Sur eran artesanos de las más altas calidades humanas y
profesionales que trajo el padre Ordóñez para la construcción del su recién
fundada Lourdes, hace exactamente 100 años.
112
modas, y todo lo que la Belle Epoque les ofrecía, mientras sus padres
trabajaban a pleno sol en los potreros para enviarles dólares que
afortunadamente sólo costaban un peso cada uno. Gonzalo era el mayor, el
erudito del grupo, y trataba a los otros como niños de escuela primaria: En
la Bastilla les relató en dos frases su admiración por la Revolución
Francesa: “Es el acontecimiento más importante para la historia de la
sociedad desde que un simio resolvió caminar en dos patas” – les explicó.
Arturo recordaba que fue el primero que se atrevió a soltar su francés
aprendido en el Colegio Provincial: en un restaurante se enderezó en la
silla, se acomodó la solapa del abrigo, carraspeó, y en voz alta exclamó
para descrestar a sus primos: “!Garsón!” – an ver de o – s’il vous plait” . El
mesero parisino no le entendió su francés con acento Sardinatero. Diez
veces le cambió la sintaxis, la entonación y la pronunciación, hasta que al
fin el camarero le entendió, cuando le explicó casi suplicándole con la
mirada: “an ver de l’o – liquíd – l’aguá – mesié”, mientras abría la boca y
hacía el ademán de tomar un vaso de agua. El mismo día que llegaron
averiguaron por el Moulin Rouge y se fueron dos horas antes de la función
para quedar en la primera fila: “Que hembrotas tan buenotas las del Can-
Can – que bailaban igualitas en una fila, tomadas de sus hombros,
levantando sus largas piernas todas al mismo tiempo” - recordaban -
cuando ya estaban viejos y habían trasladado la tertulia a la tranquilidad y
frescura del Parque Colón, todas las tardes en el mismo escaño debajo de
los mangos.
113
idea de que su hija viajara a la remota y atrasada Sudamérica. Todos se
opusieron. Hasta el médico de la familia la regañó cuando fue a pedirle el
certificado para el pasaporte: “Es que aquí no hay hombres? Le dijo
mirándole a los ojos con la autoridad que le confería ser el médico de la
familia desde la infancia. Sí, contestó ella mentalmente, pero yo quiero al
colombiano con el que me voy a casar y quiero vivir en Colombia.
Qué cambio tan brusco, dejar uno de los países más cultos de Europa, dejar
las llanuras de Flandes, la tierra de Genoveva de Brabante, de los pintores
flamencos que los siglos no han igualado, la tierra que no pudo traspasar
Napoleón, ni la revolución protestante, pero por donde sí pasaron como una
tromba las tropas Alemanas en las dos guerras. En Gante todavía existe la
casa de la Nona Irene aunque quedó parcialmente destruida por un cohete
V-2 durante la segunda Guerra Mundial. El lugar parece un dibujo para una
postal. La casa está frente a la puerta del Rabot que abre una muralla
medioeval, al costado del canal del mismo nombre, rodeado de barandas, al
lado de un puente de madera que une las dos calles que van paralelas al
canal. A pocos metros, por la misma acera de la casa hay otro castillo de la
Edad Media, que pasa casi desapercibido para los turistas por su tamaño
pequeño, pero grandísimo para la Historia pues en ese castillo de los
Habsburgos nació Carlos V, Rey de España, Emperador de Alemania, pero
que nació en Bélgica, cosa que a los belgas les importa un pepino. Allí en
ese castillo, cuando la Nona Irene era niña, un Conde cenaba acompañado
por la música de un violinista, concierto que la familia Vermeire disfrutaba
gracias a la vecindad de su casa. Desde la ventana veía venir al Nono
Eleázar cuando iba a visitarla con unas flores en la mano y vestido con sus
mejores galas: el traje negro y el abrigo gris que había comprado el primer
día en París cuando los primos Peñarandas fueron a la Rue de la Paix en
busca de los famosos sastres para vestirse como europeos, el sombrero de
hongo, los zapatos finos, paraguas y guantes. En nada se parecía al de
Sardinata montado en un caballo, con botas, camisa de lino, poncho,
sombrero de paja y machete al cinto, achicando el ganado por las tardes en
“La Banquiada”.
114
Bélgica es el país de la famosa Universidad de Lovaina, de los molinos de
viento, de los caballos percherones más grandes del mundo que se ven
llevando carretas y carrozas por los caminos enmarcados con filas de
árboles increíblemente exactos, de la misma altura. Flandes, la parte norte
de Bélgica, es una tierra como de cuentos de fantasías donde mil canales
atraviesan las calles de las ciudades, y todas las campiñas, por los que
navegan permanentemente pequeñas embarcaciones y barcazas grandes con
mercaderías. El único país con todas sus carreteras iluminadas cuya trama
forma una luminosidad única que ven los astronautas desde el espacio. Es
la tierra donde se degustan los mejores postres, los mejores chocolates, los
wafles, el arenque que se come crudo, entero, tomándolo por la cola y
dejándolo bajar suavemente en la boca, y donde preparan las más grandes y
más ricas almejas que comen por cantidades. Al almuerzo le sirven a cada
comensal una inmensa palangana de esas de acero inoxidable, llena de
estas almejas, que se disfrutan con papas fritas y un jarrón de un litro de
una de las mil marcas de cerveza belga, la mejor cerveza del mundo. Los
antiguos pintores flamencos se aprecian por todas partes: hasta en los
restaurantes, las servilletas y los manteles individuales de papel son
litografías de los grandes maestros. La Nona trajo y enmarcó una servilleta
con el dibujo del famoso cuadro de Bruegel que muestra dos hombres
llevando en un andamio los quesos gigantes característicos de allá, y
contaba que su padre viajaba en invierno a la cercana Blakenberg,
patinando por los canales congelados.
Todo lo cambió Irene por Chinácota gracias al amor. Viajó 22 días desde
Amberes hasta Puerto Colombia. El abuelo y el novio simultáneamente
estaban viajando de Chinácota a Barranquilla, sitio de encuentro donde los
casó el padre Italiano Alfredo di Totana en la Iglesia del Rosario. El viaje
de varios días por el Río Magdalena, como una aventura por la selva,
cuando todavía se veían desde el barco los caimanes con la boca abierta en
una sombra a la orilla, parando en todos los pueblos para entregar
mercancías, aprovisionarse de leña para la caldera y esperar que pasara la
noche porque en la oscuridad, cuando no había luna llena, los barcos no
podían viajar por temor a un accidente. Los pasajeros bajaban en los
pueblos ribereños porque el calor dentro del barco era “in-suportable” -
recordaba Doña Irene toda la vida - y por los mosquitos, porque en el
primer piso el barco llevaba ganado mientras que los camarotes y demás
instalaciones de los pasajeros estaban en el segundo piso. A medida que
pasaban los días de la travesía río arriba, el paisaje cambiaba: las
interminables llanuras comenzaban a tener un límite de inmensas
cordilleras que Irene maravillada pasaba horas mirando apoyada en las
barandas del barco. ¿Qué mira la señora que yo no veo nada?, le preguntó
un pasajero a Eleázar. - Es que en su tierra no hay montañas. - Y ¿Para
115
dónde van? - Para Norte de Santander – Ah! Dígale que allá se va a cansar
de ver montañas toda la vida. Y así fue. Vivió entre las montañas de La
Aurora, San Lorenzo y finalmente 50 años en Pamplona. “Desde hoy
llámeme Papá” le dijo a la llegada su suegro. ¿Habría alguna mejor manera
de acogerla en la nueva familia?. Les tenían músicos, fiesta y regalos. Unos
500 parientes fueron a conocerla porque era el primer europeo que llegaba
a Chinácota después de Ambrosio Alfinger.
116
de carreta de madera y una de repuesto parada sobre el estribo del lado
derecho. Más o menos una carreta, pero sin caballos.
Por diversas razones en las últimas décadas, ahora sí, los Peñaranda han
abandonado sus tierras de origen y han ido a vivir a otros sitios, casándose
en lugares lejanos, por lo que ya hay Peñarandas Costeños, Bogotanos,
Antioqueños, Argentinos, Venezolanos, Gringos, Europeos y hasta
Asiáticos. No sería raro que en una calle de Caracas o una ciudad de
Estados Unidos se encontraran dos parientes nacidos allá y que pudieran
identificarse como tataranietos de Don Baltasar Peñaranda, el que primero
llegó al Cantón de Salazar.
117
MATRIMONIOS ENTRE PEÑARANDAS
A MEDIADOS DEL SIGLO XIX
Roque Peñaranda Ordóñez CASADO CON Matea Peñaranda Monroy
Marcos Peñaranda Ortega Ana Ma. Peñaranda Ordóñez
Vidal Peñaranda Monroy Basilia Peñaranda
Ignacio Peñaranda Peñaranda Josefa Peñaranda Ordóñez
Juan Presbítero Peñaranda Viviana Peñaranda Ordóñez
Silverio Yánez Peñaranda Belén Peñaranda Ordóñez
118
Entre más apellidos Peñaranda tenga en su ascendencia,
más rasgos Peñaranda tendrá.
Compruébelo con el siguiente cuestionario:
119
Don Javier Ordóñez y su esposa Don Ananías Peñaranda
120
CAPITULO 10
SALAZAR:
Desde que aparta la carretera, se inicia una suave trepada que se aprecia en
el aire porque se va haciendo cada minuto más fresco; las llanuras se
cambian por lindas laderas pobladas de ganado, y la vista se va extendiendo
hasta cordilleras azules; subimos para coronar la cima en La Laguna y al
poco rato estamos llegando a Salazar, cosa que reconocemos inicialmente
porque se aprecia el agua cristalina por todas partes. Un pozo al lado del
puente, siempre lleno de bañistas, nos indica que el pueblo está cerca, pues
Salazar está rodeada de agua por todas partes: esta quebrada al llegar y el
lindísimo río por el otro extremo del pueblo. Faltan algunas curvas para
llegar en las que los avisos de tránsito, “Curva peligrosa” o “Puente
angosto”, se han reemplazado a lo largo de la carretera por nueve de los
Diez Mandamientos de Moisés: “No matar” - “No hurtar” - Falta “no
desear la mujer del prójimo” que lo quitaron en vista de que este arbitrario
mandamiento nadie lo cumplía. Entrando por la “Puerta del Sol” llegamos
al hemiciclo de la Plaza de Toros, pues los salazareños se conformaron con
media y no plaza completa, y tomamos las antiguas calles trazadas antes
del siglo XVII por las que subimos unas cuatro cuadras para ver las
imponentes palmeras del parque que le dan el apellido al pueblo. Frente a
la iglesia parroquial está la capilla en el sitio en que dizque se apareció la
Virgen, donde se expone como un trofeo la gigante campana que trajo un
marinero italiano en épocas antiguas y que se cayó de la torre el día del más
reciente terremoto en 1.950. A un lado de la capilla está la estatua del padre
Francisco Romero con la que los cafeteros le reconocen haber sido
propulsor del cultivo que les dio la riqueza, el mismo cura que los
bumangueses homenajearon llamando con su nombre el parque del centro
histórico de la ciudad.
122
defunciones, que documentan las fechas y los parentescos de los más
antiguos abuelos. En sus folios a veces indescifrables, desteñidos,
manchados, con una caligrafía ilegible, como papiros que se desgarran sólo
como tocarlos y en las que el gorgojo se ha comido frases completas, están
los primeros Peñarandas. Quiénes eran ellos, quiénes eran sus padres y
hermanos y hasta su oficio y su condición social se pueden descifrar en
esos antiguos manuscritos. En algunas partidas los párrocos anotaron la
palabra “Don” antes del nombre, para referirse respetuosamente a un señor
importante, mientras que para otros dice despectivamente “vivientes” de la
finca de Don Fulano y en algunos encontramos la explicación “esclavos”
de Don Sutano. En la partida de bautismo del niño José Lizcano, el
escribano parroquial identifica a su madre como “María Paula Tuta india de
jungla”. A veces en este documento oficial del bautismo, identificaban al
padre con su apellido y su sobrenombre, porque el segundo apellido no se
necesitaba, excepto cuando lo escribía como si fueran dos apellidos
diferentes Peña Aranda. Un antiguo de estos Peñarandas, Don José María,
nieto de Don Baltasar, se casó con una dama inglesa de donde descienden
las ramas de Helena, Alfredo, Francisco y Guillermo, todos Salazareños,
los antiguos Peñaranda Lowles, (“todos de azúcar”), padres de parientes
muy conocidos e importantes, uno, Presidente de la Federación Nacional de
Cafeteros, otro, Consejero de Estado, un Senador, un Presidente de la
Federación de Ciclismo, uno Director de la Campaña a la Presidencia de
Gabriel Turbay, un conocido cofundador de la televisión colombiana,
empresarios, banqueros, etc.
GRAMALOTE:
123
primeras generaciones de colonizadores de estas regiones lucharon contra
las fieras, las serpientes, las endemias como paludismo y fiebre amarilla,
contra los indios Chimilas por el occidente, los Tunebos por el sur, y por el
norte contra los guerreros Motilones que defendían sus tierras, sus propias
tierras que habitaban desde hacía diez mil años. Tuvieron fama de ser
feroces guerreros, pero, ¿cuál es el pueblo que se somete a una invasión sin
pelear, así el invasor sea más poderoso? A la llegada de los colonizadores,
los Motilones tenían una sociedad organizada, pero finalmente fueron
derrotados, desterrados hasta lo profundo de la selva del Catatumbo donde
viven hoy, o asimilados como esclavos y obreros. En época muy reciente,
en pleno siglo veinte, en la región de Las Mercedes todavía luchaban los
indios contra los colonos.
124
Majagual, Sucre, afluente del río Cauca, un caserío de Simití, Bolívar, una
montaña de Betulia, Santander y un caserío de Molagavita, Santander.
¿Algunos Gramaloteros fundaron fincas en estos sitios y les pusieron ese
nombre? - ¿y la vereda llamada Peñaranda cerca de Ibagué sería colonizada
por algún Peñaranda de los nuestros?.
En un artículo, sin nombre del autor, que llegó a mis manos leo lo
siguiente:
“...vinieron habitantes de otras partes a descumbrar a sus anchas y antojo
todo lo que alcanzaban a ver, de acuerdo con su fortuna y sus fuerzas, y
después de que hacían una finca, el Gobierno les aseguraba la posesión
gratuitamente con Escritura Pública como colonos descubridores de tierras
baldías como José Ordóñez, Clímaco Ordóñez, Marcos Peñaranda, Januario
Peñaranda, Hermenegildo Peñaranda, Vidal Peñaranda, Pedro León Canal
y otros entre ellos Gregorio Montes fundador de Gramalote. En el año
1.865, continúa el relato, se principió a hacer el pueblo y se terminó en 3
años cuando vino el padre Jácome y nombraron corregidor para 3 años a
Juan Andrés Peñaranda y luego Jesús Peñaranda (el sordo)” - (Perfecto
funcionario para manejar el pueblo a su antojo y para atender las quejas de
los agrios y complicados conflictos entre los Peñarandas, los Yánez y los
Ordóñez: ¡Era sordo!.)
127
la zona, donde se encuentran los libros de bautizos, defunciones y
matrimonios
LOURDES:
129
liberal-conservador, inclusive en la propia guerra de los Mil Días,
comandante de su propio ejército y hasta recibió una herida en combate en
una pierna en la batalla del Peralonso. Cuando se sintió herido le prometió
a la Virgen que si lo sacaba vivo de la batalla le construiría una iglesia en
Lourdes, como efectivamente lo hizo. Fue párroco de Enciso, Málaga,
Silos, Mutiscua, Cácota, Toledo, Piedecuesta, Arboledas y autoridad nata
dentro de la familia y la región. No le tenía miedo ni al tigre que apareció
en la finca de su hermana Betzabé, la cual lindaba con las selvas de las
montañas cercanas a Cáchira; el tigre que llenó de terror a la región se
comió reses, caballos, perros y hasta un obrero se que dejó coger la noche
en el camino, pero no aterrorizó al cura ni a su cuñado Sebastián Yánez
quienes se fueron a la selva escopeta en mano y llegaron tres días después
con el trofeo, un majestuoso felino amarillo de rayas negras de seis
arrobas, colgando de una vara. Vivió el final de su vida con los Motilones
de la selva de Las Mercedes y luchó por sus derechos hasta en la Asamblea
Departamental donde lloró e hizo llorar a los Diputados cuando les relató
las penurias de estos seres humanos oprimidos que él trató siempre de
ayudar.
130
pozos petroleros, y a esa hora empezaba a tocar las campanas para la misa.
Su temperamento ciclotímico lo hacía un hombre impredecible, a veces
amable, y a veces, cuando traía su sombrero de paja caído sobre la oreja
izquierda, y exagerada la cojera causada por la herida que sufrió durante la
Batalla de Palonegro, no saludaba a nadie porque estaba emberracao. Ese
día todo el mundo cerraba los postigos de las ventanas cuando lo veían
venir y nadie se le cruzaba en la calle. Se dice que su mal genio se le
enraizó para siempre en su alma cuando en un pueblo de Santander, sus
enemigos políticos le cortaron la cola de su yegua; el sacristán le dio la
noticia del atropello en plena misa y tanta fue la ira que salió, dejando el
oficio religioso inconcluso, para ir en la búsqueda de los agresores. Hasta el
capitán del ejército a quien el cura pilló cuando estaba en la calle
remedando su cojera haciéndose el chistoso ante sus soldados, tuvo que
salir de Lourdes con su tropa porque el cura lo amenazó de que, al primer
toque de campana o al primer disparo que él hiciera, saldrían sus amigos
por todos los caminos y no quedaría vivo ni él, ni ninguno de sus soldados.
131
Escultor, y sus dos hijas Amparito y Margot, donde vivieron varios años;
los Lourdenses equiparon con sillas, mesas, platos, etc. el día de la llegada
la casa de los extranjeros como lo ordenó desde el púlpito el párroco y el
día siguiente empezaron a trabajar; mientras el uno hacía imágenes para el
templo, el otro decoraba hasta los capiteles de las columnas con pétalos y
querubines en hojilla de oro relucientemente bruñidas con piedra Agata.
132
Llegaron los Chapetones a Pamplona con sus cabezas brillantes y
relucientes porque el médico Darío Ordóñez les ordenó raparse para evitar
el contagio de la enfermedad por los piojos. Amparito fue la única
sobreviviente dentro de las alumnas que enfermaron en el colegio por la
epidemia, después de sufrir un mes de fiebre y vómitos de sangre. Nueve
de sus compañeras fallecieron.
Organizó entre otras muchas actividades una cruzada para traer el armonio
desde Cúcuta. La traída del pesado aparato la hicieron un centenar de
legionarios que se organizaron en brigadas de 25 hombres los cuales se
133
turnaban para halar los lazos y cargar sobre sus hombros la inmensa caja, lo
que les ocasionó un callo que llamaron lobanillo en el hombro que
mostraron toda su vida orgullosos. En esa epopeya que se llamó “La
Legión del Lobanillo” formaron parte cien abuelos Lourdenses de los que
se recuerdan a Nicasio y Clímaco Ordóñez, Arcadio Espitia e Ignacio
Yánez.
SARDINATA.
134
cuando la laguna que se encuentra en sus montañas cercanas se desborde el
día que alguien saque el cofre de oro que hay en el fondo de ella.
135
La Ceiba, Caldacia, La Banqueada, Canoero, La Tora y La Pedregosa son
famosas por su producción ganadera, pues eran fincas de hasta 1.000 reses.
En La Ceiba, Víctor Pérez construyó el primer bañadero de ganado,
novedad zootecnista que pronto los otros ganaderos aplicaron en sus hatos.
Caldacia es una de las mejores fincas y es famosa por la muerte en ese sitio
de personajes como Don Alejo Peñaranda y el padre Raimundo Ordóñez y
porque en ella un novillo poseído por el demonio descubrió un entierro de
oro, relato que haremos más adelante. En Sardinata se producía abundante
maiz, yuca, caña, arroz y cacao, y en las montañas vecinas el padre
Francisco Romero fomentó el cultivo del café, imponiendo como
penitencia, sembrar determinado número de matas dependiendo de la
gravedad del pecado.
Fue muy recordado el Padre Duarte, párroco durante muchos años, quien
gastó media vida buscando las cajas repletas de oro que se encuentran
enterradas en los alrededores de la “Piedra de los Españoles”. Nunca
encontró el tesoro pero vivió feliz en Sardinata y hasta rechazó varias veces
136
el traslado que le ofrecía el señor Obispo. Le pidió amablemente:
Monseñor déjeme aquí, que aquí vivo feliz. ¿Y que haces que te amañas
tanto en este pueblo? Le preguntó el Obispo de Pamplona en una visita que
le hizo a la parroquia. “Monseñor: después de la misa de la mañana, nada
más Rosario y tinto”. ¡Muy bien! Le iba a decir su superior cuando oyó al
párroco pidiéndole a la muchachona de la cocina que pasaba enfrente de
ellos luciendo unos lujuriosos pantaloncitos cortos: “Rosario, tráigame un
tinto”. Meses después cuando vió que su traslado era inminente le confesó
al Obispo la otra razón por la que quería quedarse en Sardinata: busco el
tesoro de La Piedra de los Españoles y cuando lo encuentre le daré la mitad
a Usted, Señor Obispo. – Monseñor murió esperando su media guaca y el
párroco vivió su vida en Sardinata sin más amenazas de traslado.
137
La Familia Peñaranda presente en la Construcción y la Inauguración
de la Carretera Gramalote-Lourdes 1938
138
CAPITULO 11
EL ANDARIEGO
Don Urbano es el tercero de los hijos de Don Pedro José Peñaranda; los
otros dos son Don Jacinto y Don Juan Bautista Peñaranda López. Don
Urbano se casó con Doña María de los Ángeles Ortega y de sus
descendientes conocemos a Doña María Cecilia, Don Baldomero y Don
Marcos Peñaranda Ortega casado con su prima-hermana Doña Ana María
Peñaranda Ordóñez, hija de Don Juan Bautista Peñaranda López.
139
Su hijo Marcos, 40 años más tarde, en 1.890, confirma la propiedad de esas
tierras con el siguiente documento: “República de Colombia. Departamento
de Santander. Notaría de Salazar. “El señor Marcos Peñaranda registra la
diligencia de mesura y demarcación de la posesión de los colonos que han
cultivado terrenos baldíos, verificada en el caserío de Sardinata por el
Alcalde de Gramalote Joaquín Peñaranda”. En otro documento valioso por
lo antiguo, Don Marcos manifestó su última voluntad a los 82 años ante el
notario de Gramalote, Municipio de Santander. El notario copió
textualmente: “Para mi esposa señora Ana María Peñaranda la suma de
diez mil ochocientos pesos, representada en la posesión de El Ruchical, en
la casa de la población y en un macho pardo”. Casa, finca y vehículo, todo
valía diez mil ochocientos pesos. “La finca El Ruchical está compuesta de
casas, sementeras de café, potrero y huertas, que estimo en diez mil pesos
de diez décimos, advirtiendo que al hablar de pesos en este testamento, es
de diez décimos, plata de ochocientos treinta y cinco milésimos”
Uno de los nietos del antiguo Urbano Peñaranda López, Urbano Peñaranda
Peñaranda “EL ANDARIEGO”, tiene su descendencia en todos los pueblos
y aldeas de la región. Viajaba por todo el departamento, trabajaba en una
finca un día, en otro pueblo la semana siguiente, se desaparecía hasta el
punto de nadie sabía de él, y “resucitaba” nuevamente años después para
sorpresa y felicidad de toda la familia.
140
campamento de los gitanos, y se ilusionó con llevar con ellos la vida
peregrina que ya le era conocida por sus múltiples andanzas cuando se iba a
trabajar largas temporadas en fincas lejanas.
141
142
CAPITULO 13
“... Cuando Doña Nicolasa, después de 3 años de vivir en Girón, se aprestaba a cerrar
su maleta, ya que al día siguiente se aprestaba a vivir en Santafé, su decisión de no
llorar se quedó en nada, porque al advertir la llegada de unas bestias, vio aparecer de
inmediato a José Ordóñez, hermano menor de Clímaco que llegaba desde las lejanas
tierras de Salazar a despedirse de los viajeros que al día siguiente partirían.”
Nuestro pariente DARIO ORDOÑEZ está escribiendo un bien documentado y muy ameno libro
del que me permito transcribir unos apartes de su capítulo LOS ORDÓÑEZ DE GIRÓN. Está
hablando Darío sobre la ocañera Doña Nicolasa Ibáñez, amante del General Santander, madre
de Don José Eusebio Caro, abuela del Presidente Miguel Antonio Caro. Don Clímaco Ordóñez,
era un importante político de la época, Presidente de la Cámara de Representantes, yerno de
Doña Nicolasa. Es el hermano de Don José Ordóñez el padre de los Gramaloteños de ese
apellido casados antiguamente con Peñarandas y Yáñez.
“... En las pocas, muy pocas oportunidades que había tenido Nicolasa de tratarlo, José
le había robado su corazón en el mejor de los sentidos. Era hombre callado, tímido y
reposado, lo que explicaba que no hubiera querido estudiar leyes en Santafé, como lo
había hecho Clímaco y en cambio se hubiera retirado al lejano Salazar, en vecindad
con sus parientes Ordóñez que allá vivían hace dos generaciones y que ponderaban en
demasía la fertilidad de esas tierras. Allí habían medrado sus parientes Ordóñez y
habían echado raíces al emparentarse en especial con los Peñarandas, los Yáñez y los
Omaña, como después lo harían con las familias más reconocidas de la región, como
los Santaella, los Forero y los Lineros entre otros”.
“Si. Clímaco era el mejor de los hombres, algo parecido debía decirse del discreto pero
cariñoso José, que sabía leer en los ojos de Nicolasa todas sus penas, sus desengaños y
profundas tristezas y hacerse solidario sin hablar, como sólo pueden hacerlo los seres
de exquisita sensibilidad y de pocas palabras. José era hombre prudente, bondadoso y
tierno. Qué buen padre y esposo sería, se decía Doña Nicolasa, también ahora
prudente y aserenada por el paso de los años, por las penas y por las desilusiones,
harta ya de salones, de miradas codiciadoras, de celos, de plumas y de festejos”.
“José que había hecho ese largo y difícil viaje para despedirse de su hermano Clímaco
a quien nunca volvería a ver. José, el hermano cariñoso que había puesto el nombre de
Clímaco al segundo de sus hijos, en recuerdo de su hermano mayor. José, hombre de
trabajo que rompiendo selva se había hecho dueño de un hermoso fundo en donde lo
esperaría con afán esa hermosa Salazareña de nombre extraño... sí: Petronila Ramírez,
así se llamaba”.
“Esa noche de despedidas desasosegadas fue larga y triste, como tan tristes son los
sentimientos de los seres queridos que saben que al día siguiente se despedirán tal vez
143
para siempre. Y así, al rayar el día de separaron estos entrañables hermanos para no
volverse a ver. Clímaco partiría para Santafé, acompañado de su mujer Manuela, de su
parejita de hijos y de Doña Nicolasa a quien José siempre recordaría por la profunda
tristeza de sus ojos bellos. José también partió de regreso a Salazar sin pasar por
Bucaramanga, donde se hallaban sus otros hermanos. Allí lo esperaban el trabajo, su
amada esposa Petronila y sus cuatro hijos, José, Clímaco, Ramona y Concho”. “...
Había que criar los hijos y había que resolver sobre la compra de esas tierras, en
cercanías de la quebrada Caldereros que tiempo después daría lugar a nuestro
Gramalote de hoy. ... Hasta que ya crecidos vio a sus dos mayores, José y Clímaco,
empezar a suspirar por dos primas Yáñez, Antonia y Juliana. Antonia era hija de José
María Yáñez y de Nepomucena Ordóñez, parienta suya, hija de Ignacio Ordóñez
Valdez, su primo de Salazar. Por su parte la hermosa Juliana Yáñez era hija de
Francisco Javier Yáñez y Teresa Peñaranda”.
“... El taita José empezó a llenarse de nietos: De su hijo llamado José como él mismo,
tendría a María, Olaya, Raimundo, Cipriano, Isidro, Loreto, Carmela y Betzabé. Por
parte de su hijo Clímaco, llamado así en recuerdo de su hermano el político y
expresidente de la Cámara de Representantes, le llegarían Ignacia, Verónica, Luis,
Julián, Nicasio, Javier, Ismael, José (en recuerdo de su padre y ahijado de su hermano
también José), y otro Clímaco – ya el tercero – cómo nó, pues era un nombre familiar.
Todos estos nietos eran ojiazules u ojiverdes como sus madres Yáñez. Su hijo Concho le
daría sólo una nieta, Francisca. Pero en cambio de Ramona tendría a Vicente,
Ramona, Antonia, Mercedes, Genara, Engracia y María Josefa. Veinticinco nietos que
taita José vería crecer vinculados estrechamente a su amor al trabajo, a la tierra y a
sus creencias religiosas, pues deberían ser no sólo hombres buenos, sino hombres de
bien, disciplinados y concientes del respeto que le debían a sus antepasados”.
“... Crecieron tan cercanos estos muchachos que terminarían varios de ellos casados
con sus primas, como sucedió con Loreto y la prima Verónica, o el primo Ismael con la
prima María, y fueron los Ordóñez familias muy unidas, tendrían metas comunes y
juntos compartirían duras y difíciles circunstancias”.
(El capítulo de Darío termina comentando la participación de los Ordóñez en la Guerra de los
Mil Días:)
144
de nuevos pueblos y la ampliación de las fronteras agrícolas del departamento, hasta
alcanzar las tierras del Catatumbo. En esta segunda generación los Ordóñez de Girón,
cercanamente emparentados con los Ordóñez de Salazar y con los siempre cercanos
Yáñez y Peñarandas, serían sacerdotes caudillos, hombres de guerra en la guerra y
hombres de paz en la paz, pero sobre todo, hombres que amaban la tierra como lo
habían aprendido de padres y abuelos. A veces en consonancia con los Peñaranda
nuestros eternos primos, a veces no, hoy tenemos superadas todas las viejas distancias
y nos reconocemos como lo que somos. Como personas unidas repetidamente por
continuos matrimonios y herederas de los mismos genes, e historia y afectos. Nos gusta
encontrarnos, recordar y compartir. Con los Yáñez hemos mantenido siempre lazos
muy cercanos de unión, el recuerdo de luchas comunes y las pequeñas o grandes
hazañas logradas en convivencia”.
(La participación de los abuelos Ordóñez en la guerra fue importante y relata cómo lo contaba
Don Luis Alberto: Doña Juliana Yáñez Peñaranda, mujer decidida y ferviente defensora del
gobierno, sorteó quiénes de sus hijos debían ir a la guerra.)
“... Y esa madre amorosa que era Mamá Juliana, reunió a sus hijos solteros que eran
seis y que ya conocían la situación y les habló como le había hablado a su padre. Les
dijo cómo, amándolos entrañablemente, debería su familia dar ejemplo en el pueblo. Y
ante la aquiescencia de ellos, Mamá Juliana los sorteó, entre un mar de lágrimas pero
con ánimo resuelto, para que tres de ellos fueran a la guerra y los otros tres se
quedaran con su padre al cuidado de la casa y de los asuntos familiares. Les
correspondió ir a la guerra a Alberto, Javier y José. Se quedaban en casa Clímaco, - el
tercero le decían – junto con Luis y Julio. A los que partían les tocaba ahora aperarlos,
financiarlos, hacerlos acompañar de algunos trabajadores y hacerlos ingresar al
batallón Albán Holguín.”
“Alberto, Javier y José, o Josefito como le decían, dejó sus clases de violín para partir
a la guerra con sus hermanos mayores, en la cual recibirían su bautismo de sangre, y
una vez curados, seguirían batallando en las varias y cambiantes situaciones de la
guerra, hasta, cuando triunfantes sus fuerzas en la feroz batalla de Palonegro, ya
Alberto con el título de Coronel y sus hermanos con el de Capitán y Teniente,
estuvieron presentes en la paz de Chinácota, que fue el final de las guerras partidistas
en Colombia.”
145
Capitán Cipriano Ordóñez Yánez
Muerto en la Batalla de Enciso durante la Guerra de los Mil Días.
De izquierda a derecha: General Víctor Rojas, Coronel Luis Jesús Serrano Araque
y Capitán José Eusebio Rojas Peñaranda
Sentadas: Leticia Rojas Peñaranda, Rosa María Rojas Peñaranda, Juana de Dios Peñaranda
Omaña de Rojas, Sara María Rojas Peñaranda de Rojas y Josefa Rojas Peñaranda.
Niños: Rosa María Rojas Peñaranda, Alfonso María Serrano Rojas,
Margarita del Carmen Serrano Rojas de Torres.
En brazos de Doña Sara: Aura María Serrano Rojas.
146
CAPITULO 13
LAS ANTIGUAS FAMILIAS YÁÑEZ-PEÑARANDA
La familia Yáñez fue otra de las familias que se mezcló íntimamente con
los Peñarandas, gracias a los múltiples matrimonios entre las dos familias.
Los Yáñez de Gramalote, y muchísimos de Lourdes, al parecer de origen
Portugués, llegaron a nuestras tierras por Venezuela procedentes de Brasil.
La página “Heráldica” de Internet dice que los Yáñez son de origen
gallego, por lo que Don Silverio Yáñez, quien se supone fue el tatarabuelo
de todos los Yánez, era del norte de España, versión no muy distante de la
que se decía antiguamente en Gramalote que le atribuían origen Portugués,
pues los Gallegos y los Portugueses del norte, son vecinos, con origen celta
común. Sea que viniera de España o de Portugal a través de Brasil, el
primer Yáñez de Gramalote es tan antiguo como el primer Peñaranda y el
primer Ordóñez.
147
Don Sebastián Yánez, tronco de una numerosa rama de Yánez-Peñarandas
148
CAPITULO 14
De la guerra que casi acaba con el país a comienzos del siglo pasado, hay
muchas referencias sobre la participación de la familia Peñaranda en ella.
Nuestros antepasados ingresaron a la lucha porque la zona donde vivían y
tenían sus tierras fue el epicentro de la revuelta. Para la época de la Guerra
de los Mil Días ya la familia era muy numerosa, con gran influencia local,
eran dirigentes como Alcaldes y otros cargos públicos y sobre todo porque
eran propietarios de tierras, lo que les facilitaba el reclutamiento de obreros
a quienes convertían en soldados de la noche a la mañana. A diferencia de
la revuelta de Los Comuneros y la Guerra de la Independencia, los
Peñaranda sí tenían muchos intereses en juego, eran una familia
terrateniente e influyente por lo que participaron activamente en la lucha.
La Guerra no comenzó súbitamente sino que fue una lucha que venía
fraguándose desde diez o más años antes, por el rechazo del partido liberal
a la Constitución de 1.886 y al no lograr modificarla por medios políticos
resolvieron tomarse el poder por medio de la guerra. La división
irreconciliable se remonta todavía más atrás a la Constitución Liberal de
Rionegro reemplazada por esta conservadora que duró hasta que el M-19
junto con liberales y conservadores la cambiaron ahora en 1.991.
150
de pretendidos cambios sociales, triunfaba simultáneamente la revolución
de Pancho Villa. El gobierno Venezolano, en represalia por el apoyo que
Bogotá dio a la contrarrevolución venezolana, cerró el tráfico de
mercancías por la parte venezolana del Catatumbo hasta que los buenos
oficios de la primera dama de Venezuela nacida en Gramalote, acabó con el
bloqueo.
151
nuestros abuelos, sin analizarlos desde el punto de vista político ni
pretender hacer la historia de los hechos en que ellos participaron.
152
supo que habían fallecido en la guerra porque nunca volvieron a
Gramalote. Nadie dio razón de ellos: décadas después alguien encontró que
en Ábrego existe un sitio llamado el “Alto de los Rojas” llamado así en
recuerdo de los tres Peñarandas de Gramalote muertos en combate.
Tampoco quería al cura otro de sus parientes: Las damas piadosas del
pueblo estaban recogiendo dinero para comprarle un regalo al sacerdote.
“Don Carlojulio, estamos pidiendo a cada pariente un billetico para
mandarle hacer una capa con motivo de su cumpleaños”. Se metió la mano
al bolsillo y sacó la navaja con la que capaba los marranos y se la frotó en
la palma de su mano por el lado afilado; tráiganmelo, les dijo, que yo sí “le
hago la capa”.
155
después con Don David Peñaranda a quien le negaron rotundamente todos
los milagros que devotamente les pedía ocho horas diarias de rodillas en la
iglesia, hasta que en la ancianidad se hizo famoso porque al terminar los
diarios rezos, salía peleando con ellos en voz alta y maldiciendo por la
indeferencia de los santos a sus súplicas.
156
La guerra dejó cien mil muertos y dos países en vez de uno, dice el escritor
Gonzalo España al referirse al tema en su libro sobre su pariente Manuel
Arenas Gómez de Los Santos. También dejó dos familias Peñaranda en vez
de una y la secuela del odio se hizo sentir hasta muchos años después. “La
guerra hace estúpidos a los vencedores y rencorosos a los vencidos” dice
Nietzsche en una placa que mandó poner Jaime Pérez en los jardines de la
Universidad Libre. Nunca se perdonaron unos a otros, y el odio como todo
en la familia, también se heredó; no perdonaron la humillación, las muertes
y el destierro los unos, y los otros lloraron sus propios muertos y no
olvidaron la posición anticlerical de los más revolucionarios.
157
Cuando viaja uno a los pueblos de los Peñarandas y conversa en cada casa
y en cada esquina con los parientes, todos hablan como si la historia
Peñaranda estuviera basada en violencias, guerras, muertes, epidemias de
tifo, viruela, fiebre amarilla y paludismo que llaman genéricamente “la
peste”, y hasta los flechazos de los indios, por lo que da la sensación de
estar hablando con unos pocos sobrevivientes. Desgraciadamente los
hechos violentos y las páginas negras también existieron; son una pequeña
parte de la historia de la familia, como hacen parte también los hechos
violentos de la historia todas las sociedades. Pero no. En nuestra familia la
historia no está hecha de muerte sino principalmente del trabajo honrado de
nuestros antiguos en sus fincas, de su inagotable voluntad y su incansable
fuerza para sacarle a estas fértiles tierras todos sus recursos. Es la historia
positiva de tres siglos de vida honrada en los que crearon fincas en los
rastrojos, tumbaron monte, demarcaron sus linderos, cuadricularon sus
extensos valles en pequeños potreros, desviaron las aguas por acequias para
que llegaran a sus casas y sus cultivos, trazaron caminos, construyeron
poblados y en sus confortables hogares vivieron sus hijos y diez
generaciones posteriores.
Pero no todos lucharon por sus partidos o grupos políticos: hubo parientes
en esas épocas de guerra a quienes no les interesaba el poder que existía ni
el que pudiera existir después de la guerra; no tomaron partido en los
distintos sectarismos sino se dedicaron a sus negocios y se enriquecieron
con la explotación de sus tierras, mientras sus vecinos iban a morir por sus
ideales.
158
“Que vayan a morir por sus ideas otros” - ¡Yo me quedo para atender a las
viudas!” dijo el único que no había perdido la razón en medio de la
esquizofrenia colectiva de la guerra. Se cree que todo se hereda, hasta la
filiación partidista, por lo que debe haber alguna razón innata, que hace a
unos hombres abrazar determinado paradigma político. Dicen que la
familia López de Salazar, emparentada antiguamente con Don Pedro José
eran liberales y que otras ramas de Yánez y Ordóñez eran conservadoras,
por lo que al mezclarse con ellos, los Peñarandas tuvieron descendientes de
distinto color político. Otra apreciación probablemente más acertada es que
no hubo transmisión familiar de este comportamiento, ni hubo siempre
familias liberales o conservadoras, sino que los intereses de cada familia en
particular en distintas épocas de la vida del país, hacían que tomaran
partido por una u otra situación en los momentos específicos en que se
forjaron estas divisiones; actualmente no hay esta diferenciación entre los
primos, y los unos y los otros se llevan estupendamente. Lo que sí se dice
comúnmente es que desde hace un siglo no ha nacido un liberal en
Gramalote y si nació, no se crió. En todo caso hubo Peñarandas
revolucionarios desde las primeras generaciones, como Celso y Clemente y
la heroína que hemos mencionado, Inés Peñaranda fusilada en la plaza de
Salazar por ser amiga de Bolívar. Es lógico que sus familiares, en rechazo a
este asesinato, debieron tomar partido por los libertadores y no por los
españoles, por lo que los rebeldes de nuestra familia deben provenir de las
ramas de estos mártires de la Independencia. Es una lástima que a la
parienta la hubieran fusilado poco tiempo después de su encuentro con
Simón porque, como este hombre dejó hijos en donde quiera que dice “Por
aquí pasó Bolívar”, Inés hubiera podido tener un hijo de él y tuviéramos en
la familia - ¡lo que nos faltaba! - unos parientes descendientes del
Libertador.
159
Don Juan de Dios Peñaranda Peñaranda
(Pintado por un Impresionita de Gramalote)
160
CAPITULO 15
Un legendario músico Peñaranda fue quien se tuvo que enfrentar hasta con
el mismo diablo, cuando atravesaba de noche una cañada oscura en las
llanuras de El Banco. Francisco Moscote se encontró con el diablo en
persona, gigantesco y peludo, con cara de lobo, cuernos, garras y unos ojos
incandescentes y aterrorizantes. Francisco el Hombre se salvó de ser
llevado ensartado en el tridente de Lucifer a los profundos infiernos,
gracias a que el diablo le aceptó el reto de jugarse la vida en un duelo de
acordeón que afortunadamente Francisco Moscote Peñaranda le ganó en
franca lid.
Cuando llegué a Medellín por primera vez, uno de mis amigos, al oir mi
apellido Peñaranda me preguntó: Peñaranda, familia del de los discos
vulgares? - Lo único que mi apellido evocaba en Medellín era la música de
José Ma. Peñaranda un cantante y compositor de los antiguos vallenatos,
autor de una famosa Ópera, “La Ópera del Mondongo”, un clásico de las
cantinas del barrio Guayaquil, canción de coplas irreverentes que las
rocolas lanzaban con el ánimo de ofender y profanar los valores y los
modales de la gente rica que vivía en otros sitios más decentes de la ciudad.
Fui a Guayaquil con mis amigos Pamploneses y Antioqueños y entendí por
qué mi amigo me preguntaba mi relación con este músico, parentesco que
inicialmente, cuando oí la letra vulgar de sus canciones no quise reconocer,
pero que ahora, sabiendo el ancestro gramalotero de los Peñarandas
Costeños, tengo que aceptarlo como pariente.
José María Peñaranda es famoso por grabar muchos discos con letras
picarescas y muy simpáticas. Tiene un clásico que estrenó en Caracas por
allá en mil novecientos cuarenta y pico: “Cuando yo llegué a Caracas -
dijeron los caraqueños – aquí está el pollo costeño – el que de un repelo
mata. -Yo no soy de por aquí, yo soy de Barquisimeto”. Cuando volvió a
Colombia lo cambió por “Yo soy muy Barranquillero”. Tal vez hubiera
querido cantar que era de Gramalote pero no le rimó el verso. Porque con
seguridad es Gramalotero hasta la médula; no tiene nada de costeño: el
instrumento que inicialmente tocaba era el tiple, o sea que es cachaco de
nacimiento pues ningún costeño conoce el tiple; es blanco, pelo lacio
peinado de para atrás, entradas de calvicie inconfundiblemente Peñarandas
y su cara, sus ojos, su mirada y su nariz tienen la Marca Registrada de la
familia.
161
Nuestro pariente compositor tiene varios éxitos de la música colombiana
costeña como en la que medita mirando a su vecina de enfrente... “Me
gusta el pan de Teresa – porque tiene buen aliño”. También son del
pariente el versito que dice “La cosecha de mujeres – nunca se acaba”, la
famosa “Llegó el Lechero” y muchas más, que los costeños interpretan
agarrando el acordeón con las dos manos y sacudiéndolo como si se les
hubiera caído entre el agua dijo KLIM.
Desde hace 40 años sabemos este otro estribillo: Vámonos de Fiesta – Esta
noche es de parranda – Esta noche hay una fiesta – En casa de Peñaranda –
¡Anda!. - Tan famoso como La Billos o Los Melódicos es Orlando y su
Combo. Orlando nació en Rubio pero es de familia Peñaranda Gramalotera,
pues es nieto de Don Manuel Peñaranda e hijo de Luis Peñaranda
considerado en su época el primer Trombón Colombiano, quien emigró a
Venezuela. Orlando, el del Combo, hizo famosa su Orquesta en Venezuela
interpretando las obras de su inspiración y con nuestros ritmos costeños
pues no olvidó su ancestro Colombiano. Orlando Peñaranda falleció en
2003 pero su Combo que sigue siendo tan popular como antes y seguirá
recordando a este famoso músico y compositor pariente nuestro y su hija
Astrid, música también, perpetuará la herencia musical de esta rama
Peñaranda.
162
Sólo relato a manera de anécdota a algunos músicos para no enumerar la
larga lista de los otros artistas de la familia, por temor a que se olvide
mencionar algunos. En la Orquesta del inolvidable salazareño Víctor M.
Guerrero había tres músicos Peñaranda salazareños. El Maestro era primo
de los Peñaranda Aguedo de Salazar, abuelos de los músicos Zafra
Peñaranda: Rubén Darío y todos sus hijos violinistas y guitarristas, Jorge,
Adriano, Francisco, Isabel, etc. Actualmente la vena artística no se ha
perdido: Oscar Santafé dirige el Grupo Instrumental Nueva Granada con el
que ha ganado varios galardones nacionales interpretando la música andina.
Son conocidas dentro de la familia las pianistas Fanny y Mónica. Raúl
Peñaranda de Santa Marta en el campo de la música tropical, con el mismo
nombre de su padre futbolista es el director de la famosa orquesta de las
“Chicas del Swing”. - Don Domingo Peñaranda, el padre de unas monas
muy bonitas, tuvo entre sus hijos a dos músicos de renombre en
Bucaramanga. Los famosísimos hijos de parientes de Sardinata Said
Ramírez y sus hermanos fueron los fundadores del “Grupo Clase” con la
que recorrieron no sólo Colombia sino el Caribe y Estados Unidos
disfrutando la herencia artística de su abuelo Ezequiel y de su tío-abuelo
Vidal, hermanos músicos de Sardinata, de la gran rama que originaron Don
Januario Peñaranda y Doña Josefa Leal en el siglo dieciocho. Muchos
artistas más: la familia completa de Peñarandas músicos: Demetrio, Neftalí,
Florentino, Jesús María y Eleázar. Los Peñaranda de Santiago también son
músicos: Juan es pianista-compositor y Benicio también muy apreciado en
el ambiente musical de Cúcuta, autor del bambuco “Chinita Gramalotera”
que todos cantan. En el campo de la lírica, la primerísima figura del oriente
colombiano es la soprano Luz Helena Peñaranda, de Bucaramanga, pero
de ancestro Sardinatero, de la misma estirpe de Don Ezequiel.
163
Medellín, Fanny Peñaranda Bono, poetiza sardinatera que ha editado varios
libros y que vive en León España. Francisco Peñaranda, Pacho Cañales el
poeta de Salazar es el autor de varias poesías jocosas y las llamadas
“ensaladillas” que eran unas críticas elegantes de la situación del país y
contra los políticos, y Otoniel Yánez en Gramalote escribía también
ensaladillas o en poesías serias sus consejos a sus hermanos, herencia que
tienen sus parientes Alvaro Yánez Peñaranda quien acaba de escribir “Solar
Gramalotero” libro en el que nos dibuja con exquisita finura y calidez a
nuestro pueblo, sus hermanos Darío y Ciro, a quienes les brotan los versos
con innata espontaneidad, lo mismo que a Alicia, su hermana menor, quien
escribió estos versos con motivo del libro de los Peñaranda:
Pecosos, culibajitos
Descienden de Balthasar
Tienen frente prolongada
Muy difícil de tapar.
Unos viajaron a Europa
Y adquirieron gran cultura
Otros andan de alpalgarta
Trabajan la agricultura.
Nacieron unos en Lourdes
Sardinata y Salazar
Pero los de Gramalote
Tienen donaire al andar.
Reconocen sus parientes,
Todos buscan el tesoro
Pues dicen, su bisabuelo
Tenía las mochilas de oro.
Con Ordóñez y con Yánez
Arreglaron matrimonios
Y hubo tal cual solterón
Que terminó en el manicomio.
Adivina el Apellido
Que en estas coplas te dejo
Si no sabes de quién hablo
Eres bruto o eres pendejo.
Su hermano Ciro Alfonso escribió “Soñador iluso” que comienza con este
verso:
Yo también soy soñador iluso
Como tantos que vagan por el mundo;
Buscando en mi dolor, triste y confuso
La ilusión que se esfuma en un segundo.
164
Allá en la lejanía y en lontananza,
Una pareja en su idilio sueña.
Caminando por espesos bosques
Van dialogando su futuro incierto;
Y como Moisés en el desierto
Su paso es firme ante el mañana ignoto.
La escena la contempla el San Lorenzo
Que a través de los campos se dilata
Y en su corriente de bruñida plata
Refleja la silueta de dos amantes.
Y desde León, España, Fanny Peñaranda Bueno, nuestra otra prima poetiza
escribe su tercer libro de poemas donde leo:
Silencio…Hoy no quiero escuchar el canto de las aves
Ni el rumor del río ni el frío de mis carnes.
Ni los rayos del sol como un suplicio
Ni el niño que llora en la distancia.
Sielncio… Hoy no quiero escuchar los ecos de la muerte,
Ni el albor de la montaña ni el dolor de mis huesos.
Ni el murmullo del pastor y su rebaño
Ni el graznido del cuervo en el robledal.
165
Antiguo Seminario de Pamplona donde estudiaron muchos antiguos Peñarandas, Yánez y Ordóñez.
Demolido para construir el Hotel Cariongo, a pesar de la oposición del Gobernador Rodrigo Peñaranda
quien opinaba, al igual que muchos pamploneses, que se debía conservar esta magnífica edificación
colonial y construir el hotel en un lote contiguo
166
CAPITULO 16
Los hijos, nietos, bisnietos y tataranietos del primer Peñaranda del Norte
de Santander, fueron disfrutando, a medida que avanzaban los siglos XVIII
y XIX, de las ventajas que les traía la civilización en sus pueblos y sus
campos aunque cambiaron muy poco su vida campesina y pueblerina; sus
comodidades no se diferenciaban mucho de las que tenía Don Baltasar en
1690. En cambio, de una generación a la siguiente en la época moderna
cambiaron tanto su modo de vida como no lo hicieron las diez generaciones
anteriores. Son los cambios de toda la sociedad colombiana en la que los
atractivos de la vida moderna están hechos para la ciudad; por eso todos se
han ido desplazando a las ciudades, por lo que los campesinos Peñaranda
en su mayoría ahora ya no montan a caballo, ni usan alpargatas, ni ceban
novillos, ni cultivan el campo. Además “la violencia” de antes y de ahora,
ha obligado a nuestra familia en los últimos 100 años a buscar refugio y
futuro en las ciudades, fenómeno agravado en las últimas décadas por la
baja productividad del campo, porque, hasta el café de cuyo cultivo
vivieron 5 millones de colombianos y todos los Peñaranda, se volvió mal
negocio.
Los Peñaranda, que ya eran unos cuantos miles, hijos de Don Balthasar de
Peñaranda y de Doña María Cathalina de Palencia, al salirse de sus pueblos
y montañas, abandonaron el hábitat que dominaban y perdieron la
167
supremacía que habían tenido las antiguas familias dueñas de la tierra, por
lo que tuvieron que competir con comerciantes ya establecidos en la ciudad
y de “igual a igual” en todas las profesiones donde ya no tenían ningún
handicap que los favoreciera, como sí lo tenían antiguamente como
propietarios de sus fincas. En ese momento los Peñaranda salieron
perdiendo.
Gracias a su privilegiada situación que limita con las tierras más ricas de
Venezuela, Cúcuta era una de las ciudades más importantes del país.
Nuestros parientes y otros emprendedores hombres de negocios cucuteños,
vinieron a competir con acaudalados comerciantes establecidos desde el
siglo anterior, como Tito Abbo y su Socio Riboli quienes ya tenían
almacenes en Cúcuta desde 1.854, lo mismo que otros paisanos suyos con
apellidos que nos son muy familiares: Berti, Fossi, Copello, Severini,
Faillace, Carradini, Santi, Morelli. Muchas cosas como éstas nos cuenta
Jaime Pérez López en su libro sobre la Integración Colombo-Venezolana.
(Algunos de estos Italianos se casaron con Peñarandas: Don Domingo
Moreli y Don Constantino Bono). Junto con los Italianos, otros extranjeros
que se volvieron cucuteños, los Alemanes Pacho Moller, Otto Faber,
quienes por no ser católicos tuvieron cementerio propio situado por los
lados de la Iglesia de San Antonio, como lo tuvieron también los Lengerke
y otros alemanes en Zapatoca. La otra colonia de extranjeros fueron los
Palestinos Elcure, Asaff, Asis, Sahieh, Seade, quienes no necesitaron
cementerio propio porque terminaron rezándole a nuestros mismos santos.
Las tumbas de los antiguos Peñarandas están todas en los cementerios de
sus pueblos, pero las de generaciones más recientes están en el cementerio
de la salida para Gramalote antes de que hicieran los modernos parques
cementerios; de los antiguos, solamente los restos de Don Juan de Dios
reposan en Cúcuta, en la Iglesia de San Antonio pues su hermana Doña
168
Resfa los trajo a Cúcuta para tenerlos cerca de su casa de la calle novena
diagonal a la Iglesia.
169
Ergotamina, se producía comúnmente rallando la espiga del centeno. De
Alemania se traían unas perlas para las lombrices producidas por el
laboratorio Boehringer en Mannheim a base de una especie de helecho.
Eran de uso corriente drogas para el corazón como la Tintura de Digital y
la Nitroglicerina, y otros medicamentos como la Aspirina, la Benzocaína y
la Antipirina. De Estados Unidos llegaba el Jarabe Roche y la Emulsión de
Scott que todas las mamás Peñaranda les daban a sus hijos para que
crecieran un poquito más. Adolf von Bayer, alemán pero profesor de la
Universidad de Gante Bélgica, produjo los primeros Barbitúricos y las
Sulfas eran de uso corriente como antibióticos, modificación del azufre que
la humanidad ha usado desde épocas inmemoriales para protegerse de las
infecciones.
170
resuelto a que, si no le solucionaban el problema de la luz, se cambiaría
para la recién fundada Compañía Eléctrica del Norte que funcionaba en la
calle 13 en la famosa Torre del Reloj, de sus primos Peñaranda Arenas.
Nuestro pariente, enjuto, jipato y entelerío, entró a la oficina
“arremangándose la camisa” mientras disparaba toda clase de insultos y
palabras soeces; al final de una agria discusión salió tirando un portazo
mientras le gritaba al gerente: “Instáleme la hijuemadre luz ahora mismo o
no respondo. - ¡Mis bigotes me huelen a tigre! - Hasta yo mismo me tengo
miedo”. Por esta rabieta los empleados le cambiaron para siempre su
nombre y su apellido. Don Augusto Duplat, alto y musculoso, fingió tiritar
del susto y gentilmente ordenó la reconexión del servicio ese mismo día a
“Don Bigote de Tigre”.
171
Rosario, por lo que Cúcuta tenía “Metro” a comienzos de siglo. Hasta
avanzado el siglo veinte existieron los rieles en algunas calles y aún queda
el recuerdo de lo que era la carrilera en la calle de arriba del parque de
Santander. En 1.924 ya circulaba el tren hasta La Donjuana, Bochalema, y
El Diamante; la meta del ferrocarril de Cúcuta era ambiciosa: llevarlo a
Pamplona, a Bucaramanga y conectarlo con el que se estaba haciendo
desde Bogotá, que alcanzó a llegar a Barbosa, pero la competencia de la
carretera hizo archivar el proyecto. Los hilos de nuestra economía
comenzaban en Detroit donde se producían los carros y en Texas donde los
magnates petroleros estaban interesados en estimular la construcción de
carreteras para vender su gasolina a costa de acabar por inanición a los
ferrocarriles.
Hoy una pareja de nuestros parientes sale del consultorio del Gineco-
Obstera felices porque “estamos embarazados”. De aquí directo donde el
Laboratorista con la lista de 20 exámenes de todos los fluidos. La siguiente
semana van donde el Ecografista quien les mostrará el bebé chupando
dedito y descubrirá que el nuevo parientico es un varón, y cada mes una
nueva Ecografía de manera que antes de nacer ya tiene su álbum de fotos.
La siguiente semana van donde el Genetista quien les mirará con cuántos
genes españoles y cuántos genes motilones saldrá el Peñarandita.
Finalmente todo listo, inclusive el número telefónico de la casa del
Ginecólogo, el número de su Consultorio, el de su celular y el del Club
donde juega Billar para sacarlo de allá cuando llegue el momento. Nuestros
ascendientes sólo necesitaron al papá y la mamá que lo fabricaban y un
solo médico, el Médico General que sabía de todo y que le atendía el parto
en la casa. Eran médicos especialistas en todas las ramas de la medicina
como el más antiguo médico de la familia, el Doctor Raimundo Peñaranda,
por allá en los milochocientos, Darío Yánez o Alfonso Sanjuán, y los
curanderos que les hacían competencia con más magia que conocimientos
172
como Domiciano Peñaranda el curandero de Gramalote, Leandro
Peñaranda que aplicaba la medicina aprendida de los Motilones y Heraclio
Zafra su colega culebrero de Sardinata.
Antiguamente la vida era más sencilla; los Especialistas no eran tales, sino
expertos en muchas cosas a la vez, como decía el aviso en la puerta de un
Optómetra: “Especialista en óptica, relojería y música”; - Como si estas
tres especialidades fueran pocas, el aviso proseguía: “artículos para
zapatería, depósito dental y fotográfico, etc. etc. Un pariente quiso
completarle eso de etc. etc. y le agregó: “se vende carbón y leña, se dan
clases de clarinete y se preparan niños para Primera Comunión”.
Poco a poco fue llegando el Siglo XX y en vez de una vida lenta, donde
cada actividad se sentía y se saboreaba, la vida se fue haciendo rápida sin
tiempo para digerir nada. Nos cambiaron el suculento mute o la
rampuchada a la orilla del Zulia por las comidas rápidas porque nunca
había tiempo. Llegaron las “wash´n wear” (unas modernas camisas semi-
transparentes para hombres, que no necesitaban plancharse; todos los
Peñarandas compraron una que lavaban en la noche y se ponían por la
mañana, sin gastar luz en la planchada). Aterrizaban Jets y en ellos los
Peñarandas pudieron ir a Bogotá por la mañana y volver en la tarde;
173
conocieron el mar y volvieron dos días después; y algunos “conocieron”
Europa en una semana, mientras que nadie volvió a montar en barco ni en
mula. Aparecieron las úlceras gástricas, el stress y las pastillas para dormir.
174
del avión dormido cuando regresaron al aeropuerto de Cúcuta y se despertó
plácidamente en su casa. El piloto Armando lógicamente nunca sintió
miedo a volar, ni a nada, pues había sido combatiente en el llano al lado del
legendario guerrillero Guadalupe Salcedo. Combatió contra el Coronel
Efraim, su primo, y éste contra él, sin que los dos lo supieran.
175
dejaron de hacerles a los hijos los engorrosos bucles en sus cabezas para
ondular sus rebeldes cabellos de fique, se evitaban la compra semanal del
frasco de Glostora para fijarlos y sobre todo porque la peluqueada les
duraba tres meses. Las ventajas de la peluqueda “a lo Miloc” fueron tan
poderosas que algunos la siguieron usando de por vida, hasta que nuestro
característico gen alopécico les tumbara el último pelo, dejando sólo una
franja canosa en la región occipital, y entraron en la moda muy Peñaranda
de la cachucha de paño que no se quitaban ni para bañarse por temor a que
alguien les viera su desnudo, colorado y resplandeciente cuero cabelludo.
Por las mismas razones de economía doméstica heredaban los niños
medianitos la ropa del mayorcito y éste la de su papá, y se impuso en la
familia la moda de los carramplones que les ponían a los zapatos - 8 o 10
de estas medialunas de acero, desde el tacón hasta la punta, invento muy
apetecido por los Peñaranda gracias al cual no volvieron a comprar zapatos,
hasta que el Alcalde les prohibió usarlos porque estaban dañando el
embaldosinado nuevo del parque.
Con los futbolistas del Río de la Plata llegó la fiebre del tango. Ya lo
cantaban los que habían estudiado en Europa y Argentina, quienes no se
perdían las películas de Gardel y tenían todos sus discos. Leticia
Peñaranda y otras dos primas por poco perecen cuando viajaron a Medellín
para asistir al concierto de Gardel en 1935; nuestras primas llegaron tarde
al Olaya Herrera por lo que el avión de SACO partió sin ellas un segundo
antes de estrellarse en tierra con el SCADTA en el que viajaba el famoso
zorzal criollo. Las primas lloraron por años a Gardel y en cada aniversario
de su muerte le mandaban rezar una misa. A unos metros del sitio del
accidente está “El Patio del Tango”, un restaurante cuyo dueño, Don
Aníbal viejo cantor y bailarín de tangos, no quiere olvidar a Gardel, y en
donde sus paredes son un museo de las fotos de sus propias actuaciones en
los escenarios de Colombia y de las actuaciones de Gardel en el mundo.
176
Desde su restaurante se ve el sitio del accidente y se disfruta el mejor
churrasco acompañado de arepa sin sal. En una pared está enmarcada, la
partida de nacimiento de Carlos Romualdo Gardés, el 11 de diciembre de
1892, nacido, no en Buenos Aires como creemos los profanos, sino en
Toulouse Francia, como sí sabe, y comprueba con este documento, el
cantante Aníbal Rey.
177
moral, arrastrao, hecho un mendigo, y p’a más supe después que tenías otro
amor; miren si no es p´a suicidarse, que por ese cachivache sea lo que soy”.
179
Comentaban en sus corrillos que la violencia que ellos y sus ascendientes
habían protagonizado, había sido como un juego al lado de las matazones
que ocurrían por la guerra en la civilizada y cristiana Europa y las bombas
atómicas ensayadas en las ciudades japonesas. Analizaron en el “Café del
Palacio” la revolución cubana, la guerra de Vietnam y el asesinato de
Kennedy. Estrenaron las primeras neveras que les obsequiaba la KIST a sus
accionistas, y en los televisores en blanco y negro comprados en San
Antonio disfrutaron la televisión antes de que a Colombia llegara esta
novedad.
180
Sentados: Alicia, Doña María, Don Roque y el médico Francisco Jordán.
De pie: Celmira, Tona, Blanca López, Maruja, Leticia, Isaías, Luis Alfredo, Enrique, Doña
Antonia, Roquito, Gonzalo.
181
Los hermanitos Sanjuán-Peñaranda
182
Doña Mercedes Peñaranda y su hijo el Doctor Humberto Yánez Peñaranda
183
Carlos, Ananías y Cristóbal Yánez Isbelia y Elisa Ibarra Yáñez
184
CAPITULO 17
185
tenían ninguna capacidad de negociar con él optaban por asaltarlo en el río
y robarle sus productos.
Don Ramón Leandro viajaba a la selva que conocía como su propia casa,
pues en realidad fue su casa gran parte de su vida; dormía en algún espacio
186
al lado de una fogata, al lado de tigres, pumas y boas que merodeaban
alrededor y que sólo el temor al fuego impedía que lo atacaran, y donde
sentía que los espíritus de la selva lo llamaban por su nombre, pero que él
los ignoraba para poder conciliar el sueño. Era un hombre valeroso y recio:
lo recordaban por la vez que le propinó unos correazos en el sitio donde la
espalda pierde su casto nombre, al maestro que había hecho lo mismo con
su pequeño hijo Miguelito, “para que sepa que esa no es la forma de educar
a mis hijos”. Es un personaje inolvidable que no conoció el miedo, que
apelaba a la rudeza cuando era necesario, pero también con una ternura que
recuerdan sus nietos que conservan la carta de pésame llena de frases
enternecedoras que le envía a su hijo mayor informándole la muerte de su
esposa y madre. Don Leandro dormía en las chozas de los Motilones de
quienes aprendió sus artes médicas que aplicaba a las gentes de Sardinata
con brebajes a base de raíces y yerbas. Otras enfermedades las trataba (y
curaba?) con rezos, cerrando los ojos muy circunspecto y palpando la
fiebre de la frente del palúdico, o acomodando sus huesos rotos con
sobijos, o calmando sus dolores de cintura con una forma de acupuntura
inventada por él, como también inventó una cura para el carate con una
untura de miel de abejas y arsénico.
Carrero menciona entre los primeros cultivadores de este arbusto que dio
riqueza a nuestro país, a varios finqueros Peñarandas: En la Hacienda
Nápoles entre Chinácota y Bochalema, de los Peñaranda-Santaellas,
sembraron los primeros cultivos; refiere que tenían grandes cafetales en la
187
Hacienda Miraflores Don Bartolomé Peñaranda y Doña Anita Molina,
matrimonio que es el tronco de una rama grande de Peñarandas. Menciona
como otro de los pioneros del cultivo del café en las Haciendas Bellavista y
la Reforma a Don Pastor Peñaranda, patriarca muy conocido en Chinácota,
nieto de Don Juan Bautista, de la rama Peñaranda-López, abuelo de varias
familias Peñaranda y Mora. Una de las familias establecidas y con
propiedades rurales en Gramalote cuando llegaron los colonizadores
Peñarandas, era el próspero comerciante, ganadero y agricultor Don
Ignacio Ordóñez. En su Hacienda El Peñón tenía 7.000 matas de café en
época tan antigua como 1.820, es decir la época de Bolívar. Ya contamos la
historia de que el párroco Francisco Romero dosificaba la penitencia de sus
feligreses según la gravedad de sus pecados, haciéndoles sembrar
determinado número de matas de café. ¿Qué tantos pecados confesó don
Ignacio para que el cura le hiciera sembrar 7.000 matas?. - Como la plata
llama la plata, los señores que tenían buenas fincas, llamados
“acomodados”, “acomodaban” a sus hijas buscando mantener los
privilegios económicos y fue así como varias hijas de Don Ignacio Ordóñez
casaron con varios Peñarandas formando antiguas ramas muy numerosas y
conocidas de Peñaranda-Ordóñez.
188
esmero una excelente variedad de uvas y en sus barriles producía un vino
de gran calidad, según decían los primos que iban a visitarlo para degustar
su ya afamado producto con el que aspiraba competirle a los viñedos de los
Italianos cucuteños. Nunca pudo hacer próspero el negocio, para
convertirse en el gran productor que soñaba ser cuando andaba conociendo
los viñedos de Europa, porque su generosidad y su mala suerte se
interpusieron. Sus primos, que se autonombraron catadores de oficio,
terminaron yendo todos los días desde Cúcuta y cada vez necesitaban más
copas para poder dar su veredicto sobre el sabor, el aroma, el cuerpo y la
cremosidad de cada cosecha de vino, por lo que se bebían parte importante
de la producción y, aprovechando la bondad del vinicultor, se traían en
cajas las uvas para hacer pocicles y el salpicón del almuerzo en sus casas.
Iba y venía veloz por la carretera antigua de San Antonio en su moderno
jeep 52 hasta que un día casi deja sus ilusiones contra un árbol por exceso
de velocidad. El accidente lo dejó con fractura en una pierna, sin carro, sin
plata y el viñedo, que ahora sí, al fin, estaba progresando, decayó
nuevamente hasta que, una grave enfermedad se encargó de acabar con su
negocio y con su próspero futuro. Su viuda y sus dos hijas continuaron
muchos años con la viña pero sin el vino, porque el arte de la producción se
lo llevó Luis Alfredo a la tumba.
189
Otros pueblos fueron fundados por Peñarandas y muchas montañas
colonizadas por ellos durante los siglos precedentes. Varias familias al
mando de Don Raimundo Peñaranda, el hijo de Doña Dionisia, (la Manca
Dionisia) fueron los fundadores de Bucarasica con el bello nombre de
“Florida de la Barca”. Los Peñaranda también fueron los fundadores de
Villacaro a pesar de que figura el nombre de un señor Silva como fundador,
pero en realidad fueron ellos los que organizaron la expedición y la
colonización de esa región. Llevaron como escribiente de la
protocolización del acto a Silva, quien, ni corto ni perezoso..., firmó el acta.
190
CAPITULO 18
Y es que los cuentos de los antepasados están llenos de tesoros que dejaban
escondidos los antiguos y de espantos que les indicaban a quienes querían
creer, dónde estaban esos entierros, mientras que los muy machos que no
creían en esos cuentos se perdían la oportunidad de rescatar los tesoros y
hacerse ricos de la noche a la mañana. Los nietos de Doña Eulogia no
entendieron las señas que les daba el abuelo en el cuarto donde había
fallecido años antes; el anciano volvía ocasionalmente del más allá, y les
indicaba con el dedo índice el techo de la pieza para que sacaran la caja de
morrocotas que había guardado allí, pero los nietos no entendían que el
abuelo no los estaba asustando sino les estaba dando la oportunidad de
hacerse millonarios, y cuando llegaban de noche pasaban corriendo por
enfrente de la pieza donde aparecía el espanto sin atreverse a mirar hacia
adentro. Tiempo después un albañil que arregló el techo encontró la caja
con morrocotas y al día siguiente no volvió al trabajo, dejó el proletario
oficio de albañil y se compró una de las mejores fincas de la región.
192
También se relata cómo Don Arsenio en Caldacia, se volvió rico por arte
de magia el día que un novillo se enloqueció cuando vio un ánima volando
dentro del corral, una vaca vieja blanca como de algodón, difusa, con
cornamenta dorada gigante que disparaba rayos y que los obreros contaron
haber visto. El novillo aterrorizado por el espanto-vaca daba brincos y
mugidos de terror y saltó el corral de piedra ante lo cual, el patrón,
reconocido buen jinete, rozó el hijar de su caballo con la espuela y
encorvándose en su galápago saltó el cimiento en persecución del novillo
que trajo en minutos enlazado y sometido. Con una de sus patas el caballo
de Don Arsenio en el salto había tumbado una piedra del cimiento, la cual,
al colocarla nuevamente en su sitio notó que cubría una caja llena de oro,
que nada más tuvo que llevársela a su casa, con sus dos manos en alto
como si le hubieran otorgado un trofeo, y entró a su pieza, se trancó por
dentro y duró toda la tarde contando y besando las doradas y brillantes
monedas que lo convirtieron en uno de los hombres más ricos de Sardinata.
193
rescaten el tesoro de la laguna que está encima de Sardinata, momento en el
que el pueblo desaparecerá arrollado por las aguas que se desbordarán de
ella.
194
Todos trabajaron y atesoraron centavo a centavo como se cuenta de Don
Ramón Sepúlveda cargando sus mulas desde que despidió a su arriero
cuando él dejó de ser niño y tuvo la fuerza para hacerlo él mismo. De otro
se contaba una historia del mismo talante: vino un rico ganadero a Salazar
y le pidió al primer campesino que encontró en la entrada del pueblo que le
llevara su caballo a una pesebrera. “Quítele los aperos y las riendas, déle de
beber y báñelo porque venimos de muy lejos” – “Sí señor” – contestó
sumiso. “Y ahora lléveme donde Don Cayetano Peñaranda porque tengo un
importante negocio con él” El hombre que aparentaba ser un campesino
humilde le contestó: “Para servirle, yo soy Cayetano Peñaranda”. La
filosofía de parientes como ellos se resumía en este otro slogan: “No hay
que pagarle a otro por un trabajo que uno mismo pueda hacer”. Otras
tácticas desarrollaron los antiguos para hacer sus capitales que luego
defendieron hasta con su vida. Doña Matea, el Banco de Gramalote,
saludaba al cliente que llegaba, con el consabido cuento de que no tenía
plata, que la última persona que había llegado a buscar un préstamo le
había ofrecido pagarle el módico 5%. Y con su mirada le decía
mentalmente: ¡ni se le ocurra que a usted le voy a cobrar menos!
Y fama de obstinados. Tercos que no cedían, más necios que una puerta de
cuero, decían. Recordaban en la familia a una antigua pareja de esposos
ambos Peñaranda por allá de 1.800 que tenían este defecto - ¿o cualidad? -
195
de no dar su brazo a torcer así su equivocación fuera evidente: le regalaron
a la pareja un patico y obviamente Doña Braulia contradijo a su esposo: ¡Es
una patica hembra mijo! - Es un patico macho mija!. La discusión duró
hasta que el animalito creció y puso un huevo. No había más argumentos
pero Felipe lo encontró: Mija: a veces los patos también ponen.
196
ingresar a la casa de la solitaria parienta la encontró armada igual que él.
En la lucha la señora perdió la mano izquierda. La Manca Peñaranda es
famosa y su hijo Raimundo, también entró por la puerta que la Historia
abre a los hombres valiosos, pues es el fundador de Bucarasica.
Otro ejemplo de mujeres decididas y guapas fue Doña Débora, quien llegó
un día a la casa paterna llorando porque su marido le pegaba cada vez que
llegaba borracho. Su madre no la quiso recibir en la casa sino que la
devolvió donde su marido para que arreglara ella misma su problema. Y lo
arregló definitivamente sin ayuda de su madre ni de nadie: el siguiente
domingo cuando el marido llegó embriagado como siempre, ella ya tenía
todo preparado; lista la maleta y lista ella detrás del portón, la escoba
sostenida en las dos manos con la que le propinó un certero palazo en la
cabeza, dejándolo casi muerto, e inmediatamente por el mismo portón salió
para no volver nunca más, a pesar de que el hombre le demostró mil
arrepentimientos, mil muestras de amor y mil promesas de que no volvería
a golpearla ni con el pétalo de una rosa. El marido contaba después que la
rabia de su mujer se debió más que todo a que, como él la vió cuando entró
a la casa a las 5 de la mañana, en una batola blanca, larga hasta los pies, sin
la caja de dientes, toda “espelucada”, con los ojos vidriosos por la ira, y con
la escoba agarrada con las dos manos, en medio de la rasca le dijo:
“Mijita... ¿vas a barrer?... o vas a volar”.
Doña Ana Francisca, estando una noche sola cuidando su catorcera de hijos
en Sardinata, sintió ruido en el techo de la pieza, y sin mediar palabra le
vació el tambor de revólver que tenía siempre debajo de la almohada,
disparando en la dirección en que supuso que estaba el ladrón. El ruido
desapareció, durmió plácidamente toda la noche y al despertarse encontró
la mancha de sangre en el cielo raso por lo que comprobó que había dado
en el blanco; el ladrón herido huyó, o se fue a morir a su guarida como las
ratas envenenadas. Doña Basilia terminó su vida completamente ciega pero
aún así no dejó sus actividades del hogar, continuó yendo a la finca,
dirigía, mandaba y no abandonó su autoridad sobre sus peones. También
197
Doña Belén salía para su finca escopeta al hombro para no sentirse
indefensa después de la muerte de su esposo Don Silverio.
198
escogía, para lo cual invitaba a tomar onces a quienes ella consideraba
buenos partidos. El aire Peñaranda se notaba porque los pretendientes
debían llevar para las onces, el café, el azúcar, el queso y las colaciones.
Ella sólo ponía el agua y la agradable compañía de las lindas muchachas.
Sólo uno de los jóvenes Peñaranda que invitaba frecuentemente cumplió
los deseos de Doña Dorotea, casándose con Isabelita. Fue Alejo Peñaranda,
el que ya mencionamos, el que falleció en un combate en La Banquiada.
No hay descendientes de Doña Isabelita porque el único hijo murió muy
niño, el día de la Primera Comunión.
Por otro lado la característica menos común tal vez fue la santidad, pero sí
tenemos varios parientes que merecen elevarse a los altares: Sor Delina,
hija de Don Abraham Yánez, se fue a Santa Rosa de Osos, donde
Monseñor Builes la recibió como novicia en su monasterio. Un día
mientras descansaban y rezaban en el patio del convento, vió que le caía
encima un árbol a otra monja; corrió a salvarla y la salvó, pero el árbol la
mató a ella. Nuestra querida parienta, la poetiza de Medellín, Teresita
Yánez de Cuberos, encontró un día que el vendedor ambulante que le lleva
las legumbres a la puerta de su casa, tiene en su carreta un letrero que
manifiesta su devoción por Santa Delina; cuando indagó que el hombre
venía de Santa Rosa y que su devoción es por la santa de Lourdes, de
nuestra sangre, confirmó que su santidad no es reconocida únicamente
dentro de la familia, sino también en la lejana Antioquia, y sobre todo en
Santa Rosa, donde se venera su recuerdo y hasta se reconocen sus milagros.
En el sitio donde murió, el solar del convento, hay un altar
permanentemente adornado con flores, y conservan en una vitrina de la
sala, su hábito y sus objetos personales. Recuerdan allá que el famoso
Monseñor Builes, tan duro con algunos y tan bondadoso con otros, le tenía
un especial afecto, porque Delina, decía Monseñor, hasta en su cara
angelical reflejaba sus bellas virtudes y escribió un libro sobre su vida y su
muerte, que su comunidad, Las Hijas de la Misericordia, utiliza para captar
vocaciones religiosas.
199
milagros que le hicieron a Alvaro Peñaranda, a Estela Peñaranda, a
Herlinda y a la Abuela Ramona, a cambio simplemente de pagar una misa.
Inclusive se preocupaban de la santidad de los primos que no eran tan
santos como la anciana monjita; así se lee en una carta que le envió a dos
primos, de la que tomo los siguientes renglones: “... y que ahora en esta
Santa Misión vayan y se confiesen. Vienen unos sacerdotes de Bogotá que
no los conocen para que tengan más libertad de poderse confesar”. ¿Creía
la monjita que los pecados de sus primos no estaban incluídos en los Diez
Mandamientos por lo que necesitaban un confesor especial traído de
Bogotá? –Y otra monjita Peñaranda importante: la encargada en El
Vaticano de llevarle el desayuno al envenenado Papa Juan Pablo I.-
Además de santas monjas tenemos santos sacerdotes: Alcides Gutiérrez,
Raimundo Ordóñez, Eloy Mora, Gonzalo Canal, Antonio Páez, Juan J.
Latorre, los hermanos Onofre y Santos Peñaranda, el presbítero tocayo Helí
Peñaranda Celis, etc.
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Francisco que estaba enferma, le envió una muestra de orina al Doctor
Raimundo para que le diagnosticara “a distancia” - y el patrón, que no creía
las maravillas del pariente, le revolvió al frasco orina de una marrana y de
una cabra; el Doctor Raimundo le envió por escrito su diagnóstico: “La
marrana pare 4, la cabra pare 2 y el que pare la sirvienta es hijo tuyo”.
Todos los Peñarandas tienen el 99.% de sus genes iguales, a pesar de que
las hay con ojos verdes, grises, azules o marrones, los hay calvos y peludos,
de diferentes estaturas desde paticorticos-culibajitos hasta largos-
puyanubes, trigueñas, catiras y morenas, gorditas saporritas, o flacas con
dos cuartas de cogote. Mujeres fáciles, difíciles y las que se hacen las
difíciles, bonitas, más bonitas y hasta reinas de la belleza del
Departamento, alegres y aburridos, mujeriegos descarados y mujeriegos
prudentes, godos, liberales y comunistas, peleadores y pacíficos,
conflictivos y conciliadores, dóciles e indómitos. Los hay muy trabajadores
y poco trabajadores; deportistas, pianistas y otros artistas, profesionales en
todas las ciencias, políticos, curas, monjas y comerciantes. - Ganaderos y
agricultores como todos nuestros antepasados. Obreros, choferes, albañiles,
senadores, gobernadores y alcaldes. Ricos y pobres, llamados Peñarandas
los unos y Peñaranditas los otros, los peñarandas de azúcar y los
peñarandas de panela, con la que se evidenciaba pero a la vez se disimulaba
esta chocante diferenciación dentro de una misma familia. Las mujeres
todas muy dignas y todos los hombres meros machos; no sé de ningún caso
en la familia de que alguno haya renunciado a su condición varonil; ni
travestis ni bichos de esos que ahora hacen alarde de su defecto.
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No sólo los miembros de la raza Peñaranda aprecian esta identidad sino que
los amigos y emparentados de otras familias reconocen este vínculo y hasta
añoran en cierto modo, tener una familia así de grande y así de unida.
Refleja este aprecio de los amigos por nosotros, el conocido cuento del
gramalotero enamorado hasta la locura de una sardina Peñaranda en el siglo
diecinueve; cuando nuestra parienta le dio “el sí”, el novio del cuento salió
brincando de la dicha como flotando en el aire: “Ya casicito soy
Peñaranda”, les contó emocionado a sus amigos.
Pero hubo otro pariente no sólo más creyente sino más caminador: Me
cuenta Doña Teresita que su padre Don Silverio Yáñez, caminó hasta
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Chiquinquirá para cumplir la promesa que le hizo a la Virgen, en pago
porque lo salvó de la muerte segura durante la epidemia que asoló a
Gramalote. Nadie sabe cuántos días duró su travesía de quinientos
kilómetros, se le presentó a la Virgen, compró un caballo y regresó
inmediatamente a Gramalote.
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vajilla de ciento veinte piezas de porcelana italiana y un reloj inglés de
pared de esos grandes de péndulo. Todavía hay piezas de esa vajilla
lujosamente marcada “Antonia P. de Peñaranda 1905” y todavía funcionan
los relojes en las casas de sus sobrinos-nietos y bisnietos. Imagínense el
tamaño del equipaje en su viaje de regreso, doce grandes cajas con las
vajillas y doce con los relojes, cargadas en todos los medios de transporte
para que llegaran finalmente en mulas a Gramalote. Otro ejemplo fue
cuando los cien primos, nietos de Don Roque y Doña Matea, recogieron
entre todos una cuota para comprarle un lujosa “limonsina” color “café con
leche” a Alfonso Sanjuán como regalo el día de su grado de Médico, para
que fuera elegante y orgulloso a su consultorio de la Calle Diez en el que
atendió a sus pacientes hasta su temprana y sentida desaparición.
ENVIDIOSOS: Marcos le prendió candela a La Pedregosa de Sardinata,
muerto de la envidia porque el propietario, su hermano Vidal, era un
próspero hacendado. El incendio llegó casi hasta las casas de Lourdes.
RESPONSABLES: Don Silverio Yánez no asistió a las fiestas de
matrimonio de ninguna de sus 8 hijas. Cada vez se despedía amablemente
de los invitados, los dejaba en su casa bailando, comiendo y bebiendo,
mientras él se iba para la finca “a travallar en la mia terra”.
FORTACHOS: Como Don Secundino quien a sus setenta años (32 años
antes de morir), alzaba un taburete agarrándolo de una pata, con la persona
sentada en él, o al tío Pepe, el de Don Marcos, que era famoso por fortacho
y peleón, y al otro pariente que reemplazó por un momento uno de los
bueyes del arado, acomodándose la yunta en la nuca y jalando parejo con el
toro del otro lado.
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Europa donde fue atendido por los mejores médicos de Barcelona.
Posteriormente viajó a Rumania donde esperaba que las milagrosas aguas
termales curaran su enfermedad.
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exitosa, aunque corta administración del municipio, disertación reforzada
con hipérboles, frases de cajón, proverbios en latín y toda la prosopopeya
que aprendió en la Facultad de Derecho, oratoria con la que quería
demostrar su talla de estadista; pero al tener al frente la multitud de
enemigos, su mente quedó en blanco y su discurso se truncó en la segunda
frase. Sólo atinó a exclamar a todo pulmón antes de bajarse del podio:
“Vengo a deciros adiós – Amados hijos de Herrán– Que hasta hijueputas
serán”.
Recuerdan las historias contadas por los abuelos con interés y parece ser
congénita la curiosidad de hacer su Árbol Genealógico porque muchos lo
han hecho en cada una de las familias y hasta los Peñarandas Peruanos, me
cuenta una Socióloga Peñaranda de allá, escudriñan con interés sus
ancestros y tienen su Árbol Genealógico. Los que han leído estas páginas
han sentido la necesidad de saber algo de ellos mismos y han creído
interesante escudriñar qué tienen los Peñaranda dentro de su historia que
los identifica. Para ellos escribí estas páginas con la idea de aportar un
pequeño conocimiento de la historia con la que podrán conocerse más ellos
mismos y habrán disfrutado las historias y las leyendas cuando al leer algún
párrafo recordaron que “eso lo contaba mi abuelo”. Haber tenido hoy un
lector interesado en estos cuentos me llena de satisfacción y justifica el
empeño de haberlos recopilado. Faltan muchas historias y anécdotas
interesantes que podrían ejemplificar la identidad de los Peñarandas, y
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faltan muchos nombres y ramas en el Árbol Genealógico, a pesar de que
son miles los parientes ubicados dentro de él, entrecruzando los hijos de los
antiguos ancianos y ancianas como en un crucigrama en el que me he
pasado mis ratos de ocio desde hace 15 años, golpeando en las puertas de
las casas de todo el que lleva el apellido, donde siempre recibí aprecio y
manifiesta buena voluntad de ayudarme a completar el árbol y el cuento, y
tomando nombres del viejo y medio roto cuaderno en el que mi tío Gonzalo
desenterró las más profundas raíces del Árbol Genealógico de los
Peñaranda, interrogando a los ancianos de la época, y re-escribiendo las
anotaciones que, sobre los más antiguos había hecho su tío-abuelo, Don
Francisco Peñaranda Ordóñez. Con esto Don Gonzalo pudo determinar que
en sus ancestros había ocho apellidos Peñaranda, cinco Ordóñez y dos
Yánez. Los ancianos que han perdido la memoria reciente recuerdan con
facilidad los hechos antiguos: Doña Rosa un mes antes de morir me
resolvió amablemente las preguntas que le hice sobre sus abuelos, pero
pasados diez minutos, creyó que no iba a poder almorzar por culpa de mi
entrevista inoportuna porque se acercaban las 12 del mediodía y le dijo sin
recato a su hijo Álvaro, en voz alta para que yo me diera por enterado: “Yo
no sabía que la visita era de todo el día”. Las nubes que opacaron su mente
en la vejez la tenían un poco confundida pero no perdió su rasgo
Peñaranda: creyó que si yo no me iba, tendría que compartir conmigo su
almuerzo.
Muchas cosas faltaron, pero lo único que no faltó fue mi voluntad de dejar
escrita toda la historia contada, para que nuestros hijos sepan de la familia
lo que nuestros abuelos sabían. No es la historia de los hechos importantes
ni es la biografía de nadie, sino es la semblanza de una familia con base en
los hechos y los personajes que conocieron las generaciones anteriores, y el
relato de algunas situaciones en que los Peñaranda fueron protagonistas
recogidas de charlas con ancianos y algunas lecturas, sin ceñirme
estrictamente al rigor histórico.
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Segunda Edición
Impresa en LITOFLÓREZ Pamplona
Mayo /2008
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