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CENTRO EDITOR DE AMERICA LATINA S. A.


Cangallo 1228 - Buenos Aires
Sección Ventas:
Rincón 87 - Buenos Aires
Hecho el depósito de ley
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina
E: bosque valor económico y social de la se:-�c
y saber, también, que por mucho em­
e: bosque, por lo perfecto y grandio­ peño que el hombre ponga en la obra
so. no es obra del hombre y, sin no podrá nunca superar, ni siquiera
e!nbargo, él lo destruye", ha escrito igualar, la deeisión y potencia de la
·nelancólicamente Orestes Di Lullo. naturaleza. Pero al hombre lo ciega
'.adíe sabe lo que cuesta a la natu­ la impaciencia. Si fuera como la natu­
·aleza hacer el bosque, en años, o en raleza, el bosque sería eterno. Día
cientos de años de trabajo paciente, a día germinan las semillas, nacen
metódico y organizado. Una infinita nuevas plantas, se endurecen nuevos
sabiduría, una difícil conjunción de tallos y maduran nuevos troncos.
elemento·s dados en forma armónica Porque la creación es la organización
con el acariciante calor de los soles de lo eterno, o mejor, perpetuación
en su caída vertical sobre la tierra, de la vida que se suplanta a sí misma.
y la proficua maternidad del suelo constantemente, de modo a ofre:eer
atesorando durante siglos sus gérme­ una sola fisonomía, indeformable, a
nes benéficos. través de los tiempos. Hay que apren­
Por eso, el mismo autQr ha dicho der pues, a considerar el bosque, no
también que los bosques constituyen como un lugar de leyendas y encan­
la imagen más viva y más be,lla de tamientos, sino con criterio econó­
la naturaleza ofrecida al aprovecha­ mico, como una riqueza, como un oro
miento del hombre, quien ignora en verde de los pueb'los ... " (Di Lullo
su avaricia las condiciones necesa­ Orestes: El bosque sin leyenda).
rias a la vida del árbol. "simiente La suntuosidad del escenario, la
enternecida de calor que lanza la raíz grandeza inmensurable de esas altas
y el brote". Y sin embargo, después copas erguidas majestuosamente
de arrancar los bosques con incle-_ para dialogar mano a mano con Dios
rnencia, el hombre se empeña en a' lí arriba, donde se Juntan las hojas
repoblarlos para servirse de ellos en un roce acariciante movido por
con nueva avidez. "Para una tal em­ la brisa, sirve de marco al obraje.
presa -otra vez con Di Lullo- es El bosque, mientras más inasible e
preciso tener antes el concepto del impenetrable más codiciado, es su

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razón de ser. Sin bosque no habría el obraje es consecuencia del bosque,
obraje, ni ruidos sonoros turbando de la existencia de esa mítica tierra
la quietud de la selva, ni hachas de nadie que el poeta llamara País
filosas alzándose en la amenaza de de la Selva, a la vista de su ilimitada
la destrucción. extensión antropogeográfica y cuya
Es cierto que todo ello se hace en realidad intentaremos diseñar. El bos•
nombre del progreso. Que el hombre que dio vida al obraje, despel"l:ó la
se sirve de la naturaleza, la domina ambición del empresario, justificó
o la destruye, para reemplazarla en las inversiones del capitalista y atrajo
la construcción de .nuevos elementos al obrero campesino tras el espejismo
y bienes útiles a la sociedad. Pero de la fácil riqueza hasta dejarlo exte­
el bosque no se reemplaza, el árbol nuado y tísico convertido en una nue­
caído no se sustituye de un día· para va entidad de explotación: el hachero.
otro, las vidas segadas no se renue Este es el teatro ·de nuestra historia,
van con la misma rapidez de la má­ increíble y cierta, que pertenece a la
quina que produce en serie, ininte­ realidad no lejana de un país distor
rrumpidamente. sionado en su desarrollo como para
El bosque y el árbol. el trabajo del ofrecer un espectáculo de tal magni­
hombre esclavizado en el confín sel­ tud. Situación propia de una economía
vático del norte, todo ello constituye dependiente, condicionada por facto­
el objeto de este libro. Por eso hemos res externos y por intereses mera•
querido situarlo en su medio, en mente extractivos de sus riquezas,
aquellos lejanos silencios creados que en las provincias del norte halló
por la naturaleza, como ofrendas pró fácil camino a la depradación en el
digas que los seres humanos no seno de estos establecimientos de
supieron conservar ni valorar. Rique­ explotación económica.
zas malgastadas donde hoy solo Y así, con ese drama incruento de la
quedan largos desiertos, vacíos vege­ extinción de los bosques se concreta
tales y animales en testimonio de los en síntesis el despojo cometido con
saldos que el obraje como institución los bienes naturales del país -tanto
económica y social nos ha dejado. en lo que hace al suelo como al sub­
Queda dicho con ello, y repetido, que suelo nacional- hasta arrasarlos

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llaje, y el silencio se hizo espanto je, como Saturno, sobrevive devorán­
tras la caída de los árboles al dejar dose a sus hijos. aunque a diferencia
abandonados los campos yermos. El del dios pagano, nunca haya sentido
bosque va hoy en camino a su desapa­ el temor de su propia destrucción,
rición. Lenta, pesadamente, los hom­ tan seguro estaba de su fuerza sobre
bres se vuelv.en para evocarlo en su los hombres y el poderío de su capi­
majestuosidad inicial. Ya es tarde, el tal sobre la justicia.
bosque ha sido tumbado. El hachero es más que un hombre
de carne y hueso, es una institución,
una categoría social dentro de la esca­
El hachero la de los parias del trabajo. La figura
del hombre ha quedado ésfumada en
Así como el bosque es el asiento la leyenda de un cercano pasado, pero
natural del obraje, y su explotación, el trabajador del bosque como una
la causa motivadora de su existencia. entidad histórica pertenece para
el hachero es el personaje humano siempre al simbo-lismo de las luchas
que mueve con su músculo las ener sociales. Y su inscripción universal
gías nutricias de esta industria. Es ha de resaltar ante el fatalismo sin
más, el hachero constituye el centro remedio de su injusticia, ante lo irre­
de la vida del obraje, es el factor parable de su destino en la tierra
principal del mismo y quien agita la nuestra, nacido muerto para toda rei­
dinámica de este proceso a veces vindicación legal. El hachero se con­
sin saberlo. El conoce la selva y los vierte así, en un resabio supérstite
caminos secretos que conducen al de los siervos de la gleba cual si
buen árbol, solo su vieja, innata, y resucitara un fantasma de tiempos
espontánea sabiduría le lleva a tra­ pretéritos y la servidumbre feudal
segar todos los senderos de la mara­ volviera a imponerse en nuestra
ña desde que despunta el día hasta época.
ponerse el sol para traer al obraje ¿No resulta acaso de esta manera
la materia prima necesaria como el un insulto a todas las conquistas de
alimento cotidiano a las fauces insa­ . la humanidad contemporánea. la mo­
ciables del monstruo. Porque el obra dalidad de trabajo impuesta a estos

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seres cuyas v,idas están uncidas al to de huesos. l:i hachero se curva
yugo del obraje permanentemente? y el hacha traza su círculo terrible.
Y si el siervo de la gleba pertenecía Los golpes se sticeden con precisión
a ,Ja tierra como un objeto más, matemática y en cada u:no, el aire,
suscept:ible de comprar y venderse expelido por el fuelle de los pulmo­
con ,ella, el hachero es también una nes, silba en la g , arganta del hombre.
pertenencia del obraje. Un esclavo EI árbo I, poco a poco va perdiendo
pada y nómade que corre :incesan­ sus gajos, y el hache_ro fortaleza. De
temente tras del bosque por , explotar repente al agresor' se le oscurece la
y a quien la maléf,ica atracción del vista. Turbado el sentido cae, y un
obraje ha encadenado paira siempre vómito de sarigre epiloga la faena
su existencia. ·Como un gigantesco del día. A pesar de todo ha triunfado
campo de co.r11ce111tración ,instalado en porque el árbol ha muerto, y él, vuel­
el corazón verd,e de !a Améri·ca mo­ to en sí luego, retorna a la pocilga
rena dond,e trabajan, sufr,en y se pu­ que le sirve de vivienda con el hacha
dren los hombres, rodeados de selva homicida al hombro, .los miembros
y distancia, sin poder escapar nun­ f;lá1ccidos, la cab:eza abirasada, las pu­
ca de él. pilas briHantes. Vuelve triste, no por
�a epopeya real y cotidiana de estos los pedazos de entraña que ha dejado
seres no ha merecido el halago del en el combate sino porque su vic­
artista, ni siquiera la caritativa bene­ toria no ha sido completa a1l no haber
ficencia de los cenáculos metropo­ allcanzado a I sustento cotidiano ...
litanos. .Por eso no resistimos el "La tolvanera plúmbea que a lo lejos
describirla como la vio un maestro­ se eleva como una aspiración, es el
escritor de tierra adentro, quie:n ade­ alma del bosque herido por el hom­
más ,es un espíritu sensible 3nte llas bre. luego se combará agonizante en
ililjusticias y un rebelde impenitente. las alturas para descender conver­
La pluma de Carlos B,ernabé Gómez tida ern sudario sobre el cuerpo del
dejó este retrato del hachero'. gigante vencido. En el interior de
"Los fuertes quebrachos que huraca­ ,ese cadáver monstruoso mi'les de gu­
nes nl rayos lograron doble:gar se sanos-hombres se ag:itan devorándolo
abaten ahora en un resquebrajamien- y devorándose. El bosque absorbe en

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su exterminio la existencia de sus del obraje refléjase en las pupilas
exterminadores. Riqueza que destru­ fatigadas de llanto de los hombres
ye a otra riqueza. destruyéndose a sin alma que se mueven en las entra­
sí misma... ñas de la selva con un simiesco vai­
"Los retoños de los hombres que vén de marionetas. Ni una rebeldía,
arras1:1ron la selva. apenas si tienen ni una protesta. Mansa y dolorosa­
figuras humanas. Débiles, encorva­ mente van cumpliendo su destino
dos, abatidos, impotentes para la lu­ aciago en un silencio que crispa...
cha por la vida luchan desesperada­ ''¡Pobres hermanos! Desde el princi­
mente con la muerte. Generaciones pio al fin tienen un solo camino empi­
tras generaciones, empujándose las nado y abrupto: la miseria y el ham­
unas a las otras. van rodando a ese bre; un solo manantial: el sudor y las
iibismo que abrieron los hábitos bár­ lágrimas: un solo refugio: la tuber­
baros de antaño y que perduran ho· culosis, y una sola esperanza salva­
gaño sin que jamás la vara de la dora: la muerte prematura. Amarga
justicia se haya extendido sobre obligación la del paria que tiene que
la boca del antro para servir de amasar con su sangre y subrayar con
puente. Después de pestes o revolu­ su existencia la felicidad ajena...
ciones. todavía los parias tienen áni­ "El bosque ha desaparecido lleván­
mos para arrancar a sus vihuelas que­ dose centenares de existencias hu­
jumbrosos lamentos, empapados a manas en su caída. Hay como un
veces de ensueños y esperanzas. hedor de cadáveres en la selva explo­
Pero al obraje no se canta. Y es lógico tada. Cada tronco hachado indica un
que así sea, porque en el obraje se trozo de vida malogrado en un afán
ha extinguido la alegría y se ha des­ que no se justificará nunca, nunca.
vanecido la esperanza de una vida Los millares de troncos semejan mu­
mejor. Una mano grande, nervuda y ñones comidos por la lepra o puños
odiosa, presionando con implacable que se crispan en la aguda majestad
saña, ha callado toda manifestación de un símbolo. Inútiles restos de
grata del espíritu. Las cuerdas voca­ feroz batalla (donde solo los genera­
les solo pueden borbotar un largo y les se salvaron cargados con el oro
doliente sollozo monocorde. El alma del pillaje y la fortuna de la impu·

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:1idad) quedan blanqueando como tor­ advertido en sus travesías por las
vos esqueletos para decir con elo zonas donde otrora alzábase la vege­
cuencia muda, esta paradoja bárbara: tación impenetrable y hoy solamente
'.a civilización ha pasado por aquí. .. pueden advertirse los matorrales da
"¿Dónde está el beneficio de la explo­ ñinos del fachinal.
tación forestal? ¿Se ha cultivado la En cuanto al potencial demográfico
tierra donde se destruyó el bosque? del norte y noroeste argentino, baste
¿Se mejoró por ventura la vida del estudiar las estadísticas de todos los
obrero? Nada de eso ha sucedido. censos levantados en el presente
Por el contrario; la tierra se pobló s[glo para advertir la tasa negativa
de arbustos dañinos y el capital hu­ del crecimiento que registran, del
mano aniquilóse a trueque de ínfima estancamiento en su · población y la
ganancia del erario público. Las hor­ secuela de problemas consecuentes
das de Atila no hicieron tanto daño a ello: desgranamiento y deserción
como la explotación de bosques en escolar, altos porcentuales endémi­
la forma como se ha practicado y cos, criminalidad y alcoholismo, mi­
practica en Santisgo del Estero ... " graciones internas y externas, etc. En
(Carlos B. Gómez: Hurgando la vida.) la mayoría de casos, y especialmente
El relato del escritor santiagueño a en el hecho concreto de Santiago del
treinta años de distancia no ha per­ Estero, centro principal de las expfo­
dido vigencia ni actualidad. El pro­ taciones forestales, una responsabili­
ceso de exterminio del bosque a ma­ dad primordial cabe a las caracterís­
nos del hachero, con el exterminio ticas primitivas de esta industria, y
implícito del propio trabajador fores­ al rudimentario tipo de trabajo des­
tal. no ha concluido en varias genera­ arrollado en ella.
ciones de abusos que han desposeído Por eso, víctima y victimario del
a la tierra de su principal riqueza natu­ bosque, el hachero es una presencia
ral y han aniquilado físicamente el tangible que denuncia reminiscencias
capital humano de importantes regio­ olvidadas pudorosamente en el fondo
nes del país interior. Lo primero es anímico de nuestra civilización. Y
un hecho a la vista, demostrable al hasta en el ademán del esfuerzo en
simple tránsito del turista menos el trabajo, cuando se encorva para

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tomar alientos y blandir el hacha al El obraje ayer y hoy
sangrante corazón del árbol, pare
ciera verse simbolizada la larga lucha Hemos hablado del bosque, el ha­
del hombre para levantarse de sus chero y el obraje. Los dos primeros
cadenas y erguirse amenazante en términos de esta trilogía inseparable
desafío a sus opresores seculares. dentro del estilo de explotación eco­
De ahí estas páginas nutridas con su nómico-social de nuestro siglo, nos
epopeya anónima. Porque las vidas son conocidos. Pero el obraje, ¿qué
de miles y miles de hacheros provin­ es el obraje? Si alguien nos formu­
cianos que levántaron fortunas tan lara esta pregunta en concreto, debié­
elevadas como las altas parvas de ramos remitirlo a la antigua acepción
<?arbón y leña apiladas en sus peno­ hispana del vocablo, la cual, según
sas faenas de cientos de días sin veremos más adelante, difiere del
descanso, no merecieron la menor sentido común con que el término se
conmiseración de sus explotadores o ha incorporado al habla popular con
de nuestros gobernantes. No hubo temporánea. Pues de diez personas.
para ellos cruces ni monumentos en tomadas al azar. no hay duda de que
los caminos de la selva, en las ciuda­ nueve nos responderían al unísono
des florecientes de hoy, en las me­ denotando un claro y común conoci­
morias oficiales no se los menciona, miento sobre lo que es un obraje.
o si no _son simples estadísticas del En el sentido económico del con
desarrollo de una producción.• cepto, el obraje es en el siglo XX una
Solo un gran silencio los cobija. El institución destinada a la explotación
silencio con que vemos pasar a nues­ forestal, y en algunos casos. también
tro lado un fúnebre cortejo con la a la transformación de la madera
lógica irreparable de la normalidad extraída de los bosques próximos para
cotidiana. Sin embargo queremos opo­ su aprovechamiento .por el hombre.
nerle al mismo, al menos en los terri­ Va de suyo entonces, que el obraje
torios del recuerdo y la historia, el se instala como un establecimiento
testimonio de esta crónica que pre con fines económicos en las regiones
':ende ser a la vez. homenaje y de­ boscosas donde existe materia prima
!lunc:a. vegeta!. sin otra inversión que el capi-

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:al necesario para la compra o el Si bien compartimos con Dorfman su
arriendo de esa tierra, la instalación concepto de que, "por industria en
de una proveeduría para su personal. tendemos toda actividad o labor pro­
y algunos elementos mecánicos para ductiva que transforma materias, que
el aserrado y troceado de las made­ modifica sus propiedades de manera
�as. lo demás, que es al mismo tiem tal que las hace aptas para el consu­
po lo fundamental, la hachada y tala mo bajo una forma distinta a la que
de árboles es obra del hachero. El tenían antes de entrar en proceso de
trabajador forestal constituye con su elaboración" (Adolfo Dorfman, His­
esfuerzo el verdadero capital que toria de la Industria Argentina), la
aprovisiona al obraje y enriquece al llamada industria forestal no participa
obrajero con ese aporte constante de de tales enunciados. Pues si partimos
materia virgen para la transformación del obraje como· centro de la misma.
o el embarque. no se opera en él una verdadera
Estas características esnciales que transformación de la materia prima, .
asumen los obrajes instalados en la sino solamente extracción del medio
República Argentina para fa explota­ natural y con ligeras variantes de
ción forestal desde fines de la centu­ forma, su envío a los centros de apro
ria anterior y comienzos de la pre­ vecham+ento y consymo.
sente, hasta la actualidad, resumen Además es bueno señalar las dife­
en su cruel realidad el escaso cono­ rencias entre ei obraje como esta­
cimiento de una verdadera actividad blecimiento industrial, y un ingenjo
industrial con que fueron estableci­ azucarero o un molino por ejemplo,
dos. A ellos no llegan los progresos también afincados en la misma re­
de la técnica moderna, y el estanca­ gión. Mientras estos últimos desarro
miento rutinario de las formas de llan una actividad de tipo fabril aun
trabajo humano, casi sin modificacio­ aprovechando la materia prima cir­
nes a lo largo de 70 años de actividad cunvecina, el obraje solo se preocupa
en esas zonas, los convierte en com­ de extraerla y labrarla con_ el menor
partimentos separados y distintos de trabajo técnico posible. los postes,
las industrias, o establecimientos varillas, durmientes, carbón y leña,
industriales existentes en el país. eomo productos típicos del obraje

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son un resultado del primitivismo simp1e. Más que de tr.ansformación
industrial. o materiales accesorios a se trata de sub-e1aboraci,ón. Con este
las industrias de transformación como sist,erna solo cu.ando en el mercado
en el caso de la energía que pueden hay gran demanda, como sucedió du­
dar, pero no productos industriales rante la gue-rra o al iniciar los ferroca­
en sí. rri les la restauraclón de sus líneas,
El equívoco es propio de las condi­ el precio puede sobrepasar su costo.
ciones del desarrollo económico na­ no sucediendo tal eosa en épocas
cional como apéndice proveedor de normales en rque el obrajero, para
las naciones industrializadas, e11 la ·vivir, debe transformarse en comer­
etapa de su actividad agroganadera. ciante y lucrar, no ya sobre el pro­
A este período corresponden las 'pro­ ducto, sino :sobre eI trabajo y la vida
ducciones extractivas que implican del que Jo produce. De este modo, el
en cierto estadio de las necesidades horno de leña deI bosque y el aserra­
&premiantes de la vida del país, un dero de la madera .rno son más que
suplemento de economía capitalista pretextos para erigir la horca del
siempre condicionada a los fact,ores negocio de la proveeduría." He ahí
externos. Y por eso mismo, el auge una demostracl-ón más del tipo de fun­
o descenso del obraje se opera al ción cumplida por el obraje en nues­
compás de problemas internaciona• tro desenvoh1lmi,ento socioeconómico.
les: guerras o crisis en el mundo, También por las mismas razones
que influyen en la demanda de sus Bernardo Canal-Feijóo ha caracteri­
productos tanto como en la economía zado con gra'íl enjundia al obraje como
general de la nación. un suburbio periódico y ·momentáneo
Con sobrada razón ha escrito al res- · de focos industriales. "Solo por un
pecto Di Lullo que "la naturaleza de exceso ecolállco se puede hablar de
la actividad del bosque participa más industria fore,staf", agrega. "Se trata
del comercio que de la industria simplemente y a lo sumo, de una
propiamente dicha. Es cierto que en pseudo-industria ; carece de perma•
el obraje los productos naturales ner:cia; se establec,e,. cumple su obje­
extraídos de la selva sufren una trans­ to local, se levanta y desaparece sin
formación, pero esta es primari.a y dejar rastrq en sentido positivo,

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abriendo una profunda huella en sen­ los bosques y una vez curnp,1oa s_
tido negativo, todo ello en un ciclo función exterminadora, aléjase e:-:
fulminante; no se ajusta a ninguna busca de nuevos predios.
condición técnico-científica; a título Por eso, el obraje no lleva consigo
de extractiva es directamente des­ el progreso de toda sociedad indus­
tructora e incompensada; por mucho trial. Porque no se afinca, ni trae ma­
que pueda enriquecer individualmente teriales mecánicos susceptibles de
a alguien y dar buenos impuestos al perfeccionarse. Le bastan unos pocos
fisco, no crea riqueza en el lugar, no elementos, dos o tres casuchas, y las
deja riqueza: deja desierto, botánico chozas donde viven "durando" los
y zoológico; deja desolación; provoca hacheros con su familia, alrededor
desequilibrio atmosférico, irregulari­ del centro de explotación y la provee­
dad climática, sequía, erosión, muer­ duría, único núcleo de convivencia
te." (B. Canal-Feijóo: De la estructura social y anexo al boliche, en ese mar
mediterránea argentina). umbroso de verdor.
Tan aguda caracterización es dema­ Esa momentaneidad perecedera del
siado elocuente para insistir en el obraje acusa una imprevisión funda-_
valor industrial del obraje como cen­ mental. Pareciera que ·los capitalistas
tro de producción de riqueza para los forestales hubieran pensado como
pueblos donde ellos han operado Luis XV, aunque después de ellos se
ingentes transformaciones en su tipo­ presentara el diluvio en• forma de
logía económica, humana y vegetal. soledad inhabitable y árida. Al bosque
Pero el párrafo precedente apunta a ha sucedido el fachinal, a la devas­
otra original prerrogativa del obraje, tación el desierto. Las explotaciones
que también invalida su pretensión irracionales efectuadas por los obra­
de industria, y es el tipo momentáneo jes marcan hoy el crepúsculo de la
de actividad que cumple. El obraje actividad forestal en el noroeste ar­
aparece allí donde existe un bosque gentino, y esta realidad de nuestros
virgen para talar; el hachero lo abate, días constituye uno de los. déficit
el bosque desaparece y el obraje tam­ más serios en la economía de Santia­
bién. Es casi un establecimiento mó­ go del Estero, afectada gravemente
vil, se corre hacia donde sobreviven por la reducción en el último lustro

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del producto bruto, en más de 350.000 bos a su plenitud material. a la
toneladas. �ecuperación de sus bienes, a la resti­
Esto es consecuencia de la reduc­ tución de los valores humanos expo­
ción del área forestal. de la falta de liados por un sistema económico
reservas renovables y del carácter injusto, a una mejor distribución d-e
meramente extractivo del obraje. la riqueza nacional. Ello es tarea de
Nunca existió preocupación por la días, años y lustros de brega incan­
reforestación en la selva abatida, sable. Pero para entonces. el obraje
nadie se acordó que un ejemplar será solo un recuerdo aberrante de
de quebracho necesita más de 70 lo que no debe volver a repetirse.
años para crecer, y así se produjo Y el diluvio terroso, languidecente,
un acelerado proceso de declinación pálido, del bosque sin leyenda, docu­
hasta llegar al diluvio de hoy. Diluvio mentará la impiedad del obraje.
de expiaciones en el espacio vacío
de árboles, diluvio de matorrales
Los orígenes del obraje
inservibles donde pastan pocas espe­
cies de ganado menor, consecuencia Para la Real Academia Española el
de la rapiña del obraje sobre la tierra sustantivo obraje se define como
yerma. "manufactura, oficina o lugar donde
El obraje de hoy es hijo directo del se labran paños". El término deriva
obraje de ayer. Es consecuencia de la del verbo obrar y etimológicamente
forma en que acometióse antaño la del latín operare, en el sentido de
conquista del bosque, y como tal, no hacer obra, realizar una tarea como
puede renegar de su progenitor sin es la función primordial del obraje
negarse a sí mismo. Por eso conviene y de cuantos allí trabajan.
conocerlo, hasta en sus raíces semán­ Otra significación lo define diciendo
ticas más antiguas, para ubicar con que es la "prestación de trabajo que
exactitud la función que ha cumplido se imponía a los indios americanos",
en nuestro desarrollo económico y y por último, convertido en argenti­
deslindar las responsabilidades de nismo, es contemporáneamente para
cada uno en ese proceso. nosotros el "establecimiento de ex­
El país marcha con cicatrices y tum- plotación de bosques".

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Con esa magnífica fuerza de atrae• versidades naturales y su falta de
ción del alma americana. apropiada actividades industriales. fueron el
de la terminología, la técnica y las acicate que movió siempre la codicia
cesas del Viejo Mundo hasta conquis• sustentadora del obraje. Riquezas cul·
tar muchas veces -las vidas de sus tivadas en forma compulsiva por la
conquistadores y transformarlo todo mano del hombre antaño, riquezas
�I impulso telúrico en hechos y reali· extraídas del parque arbóreo natural
dades distintas, solo asociamos ahora hogaño, riquezas siempre que signan
la palabra obraje con los bosques la desventura de un pueblo. Solo han
inmensos del interior argentino. Y de servido para el aprovechamiento de
tal modo ha tomado el término carta extraños, y dejaron como único saldo
de ciudadanía nacional. que para mu• la devastación, los trastornos clirná·
chos será novedoso conocer los orí· ticos, y la corrupción de un sistema
genes del obraje en nuestra patria, que necesitó mantenerse por medio
cuando encuadraba perfectamente en de la violencia o el peculado.
la definición más castiza del vocablo,
Una misma continuidad socioeconó·
sin perder por ello el tétrico con·
mica inspira y sostiene el obraje a
tenido de un lugar de expoliación
través de los tiempos, pues no se
humana donde el trabajo forzado, la
trata de un fenómeno moderno sino
desnutrición y el castigo, fueron la
de una verdadera institución indiana
tumba de generaciones enteras.
en sus orígenes, consecuencia de la
Pero antes y después, en 1500 y en
conquista. Porque el obraje vino
1900, hace cuatro siglos o cincuenta
detrás del conquistador, en sus cos·
años, el centro geográfico de ubica•
tumbres y en sus organismos socia·
ción del obraje fue la región noroeste
les, y se aposentó allí donde encontró
del país, y dentro de ella, su corazón
abundante y barata mano de obra,
político y boreal estuvo preferente•
fértiles campos, y climas aptos para
mente ubicado en Santiago del Estero.
la producción de alimentos y bienes
Las riqu"ezas de esta tierra. por trá·
de uso.
gica paradoja catalogada entre las
provincias subdesarrolladas debido Hoy nos costaría reconocer la riqueza
al empobrecimiento derivado de ad· que hubo en aquella región mediterrá·

21
nea, tan cruenta fue su explotación bajo algunos aspectos. un enorme
en todo sentido. Tampoco nadie se retroceso." (Op. cit.)
atrevería a considerarla como una Al subsistir a todos los planes el
de las metas encantadas de Trapa­ obraje demostró su capacidad de
landa, inspirando la aventura y la poe­ adaptación al cambio, y como el ca­
sía de capitanes afiebrados por la maleón, pudo sobrevivir a los distin­
ilusión. Y son pocos los que se hacen tos estadios de nuestra organización
a la idea de ubicar geowáficamente económico-social despertando con vi­
la prosperidad del país histórico. leza el es·píritu de lucro prendido a
según la medida del progreso alcan­ los hombres de todas las épocas.
zado por el país actual en la distorsio­ Y esa subsistencia del término en
nada configuración del crecimiento modo secular, siempre igual a sí
posterior. mismo ,¡ a sus finalidades explotado­
Por eso debemos volver a aquel pa­ ras, aunque distintas hayan sido las
sado, adentrarnos en los orígenes formas asumidas en cada tiempo, le
históricos del obraje y conocer la confieren una inmortalidad necesitada
verdadera significación colonial del de explicarse en su más profunda
mismo, más allá de su asignación dimensión histórica y económica.
semántica, en su dolorosa realidad
vital. Pues hubo entonces un verda­
dero plan vegetativo o histórico, como
lo llama Canal-Feijóo, enraizado en
los hontanares de una tipología social
ajustada a la veracidad de nuestros
pueblos y que luego se perdiera al
darse "desdichada casualidad de que
el orden del progreso se superponía
insensatamente -pero de un modo
muy deliberado- al plan histórico
de la provincia, trayendo en varias
zonas una destrucción material y
social que importaba realmente,

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derero de la Argentina, la eclosión del
fenómeno socio-económico obrajero
se inicia simultáneamente en varios
centros productores de la región.
Según la documentada obra Tres
cic/ps ch&queños, del erudito autor
Guido Miranda, próximos a las costas
fluviales de Corrtentes existían alre­
dedor de 1870 cerca de 15 obrajes
diseminados en zonas de fácil comu­
nicación. La abundancia de quebracho
colorado · en él distrito chaqueño
oriental hasta Formosa. llevó allí a
pequeños empresarios que utilizaban
el trabajo de las tribus sobrevivien­
tes de la región para el corte y ase­
La organización de los rrado de madera, proliferando junto
nuevos obrajes al quebracho colorado, el urunday y
el lapacho negro.
La organización del obraje forestal
es un hecho típico del período que En 1879 el gobierno del territorio re­
Aldo Ferrer ha llamado de la econo­ glamentó la forma adecuada "al corte
mía primaria exportadora en el país. de maderas y leña, la elaboración de
Por eso se dirige allí donde encuentra carbón de palo y la extracción. de
abundante y barata materia prima ve­ cáscaras curtientes y de materias pri­
getal, fácil acceso y rápidos medios mas tintóreas y textiles en. los bos­
de extracción de la misma. A esa cau­ ques de propiedad nacional". Pronto
sa débese el temprano florecimiento comenzaron las concesiones en frac­
de obrajes en algunas provincias veci­ ciones de 10.000 Ha. en torno a Resis­
nas. con relación a Santiago d�I Este­ tencia, convertida desde entonces en
ro, pues si bien esta última no tarda la puerta de acceso al bosque cha­
en constituirse en base y corazón ma- queño cuya explotación era facilitad3

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por el tráfico a través de los puertos suplantó con este rubro preferencial
del río Negro. de la producción encarada por sus
· Había que abrir picadas para ins­ obrajes, a las otras variedades del
talar el obraje en medio de la floresta bosque.
virgen" -narra Guido Miranda-. La nueva fisonomía del obraje no me­
"Los primeros obrajeros tenían a su jora �a condición social del trabaja­
disposición árboles centenarios de dor, y un informe elevado al gober­
troncos corpulentos, a· cuya caída re­ nador del territorio en 1885 ha de
sonaba el espacio con el estruendo referirse a los 12 obrajes existentes
de un meteoro, y no les interesaba con una producción anual de 20.000
nada más que éstos por una suerte piezas extraídas por 730 peones ma­
de relatividad que siempre preside nuales, cuya explotación llega al pun­
los cálculos del hombre." to que "los dueños de obrajes cuen­
Los últimos ejemplares humanos de tan entre sus mejores utilidades, el
la raza toba y guaraní son utilizados negocio que con ellos verifican".
en esa tarea: un poncho de paño y (Adolfo Dorfman, op. cit.)
una docena de frascos de ginebra son Había ya una motivación profunda y
suficiente incentivo o paga para su duradera para la explotación forestal.
trabajo. Tras ella vinieron las puntas de rie­
También se utilizan hacheros corren­ les. haciendo picadas en la selva, y
tinos y paraguayos pues en el Chaco pronto llegó el ferrocarril al Chaco
escasean los trabajadores blancos, y haciendo su entrada en La Sabana
se trata de labrar vigas para muelles, el año 1892, la línea del F. C. Santa
puentes, viviendas, postes, tirantes, u Fe. Casi en forma simultánea se .tra­
otros productos requeridos por los bajaba por el lado santiagueño, en el
adelantos de la zona, o los puertos trazado del Ferrocarril de San Cris­
de Rosario y Buenos Aires. El inge­ tóbal a Tucumán que había llegado
niero sueco Carlos Christiernsson ha a Añatuya en 1890 y dos años de�­
de ser quien abra, finalmente, nuevas pués inauguraba toda la obra, atrave­
perspectivas, pues llegado al Chaco sando en un corte transversal el terri­
en 1876 para comprar durmientes con torio santiagueño desde Fortín Inca en
destino al ferrocarril Oeste, pronto el sudeste, a lsca Yacu en el noroeste

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limítrofe con Tucumán. Estas dos propietarios alambran grandes exten­
líneas férreas estaban construidas siones de campos fértiles en la pam­
por la Compañía Francesa de Ferro­ pa húmeda, ese granero fecundo del
carriles, denominación final de suce­ mundo occidental. A tono con fas exi­
sivas empresas fusionadas de capital gencias de este nuevo país, que ha
francés iniciadas años antes por Por­ dejado atrás su antigua conformación
talis Freres y Carbonier y Cía. hispano-criolla, se va a moldear tam­
En forma paralela, el país se ha po­ bién el obraje del siglo XX.
blado entero de vías férreas. Argen­ Será un gigantesco ejército de hom­
tina tiene una de las redes ferrovia­ bres armados de hachas y dispues­
rias más extensas del mundo al co­ tos a conquistar la selva. Miles y mi­
menzar el siglo XX. La continua acti­ les de manos que van a llegar
vidad del ferrocarril exige postes y hacinadas y expectantes en los vago­
durmientes, que se colocan junto y nes repletos, blandiendo el filo de
bajo los rfeles en indisoluble símbolo estas nuevas armas para su mortífero
del progreso de ese entonces. ta leña combate. Y callos en las palmas. y
y el carbón alimentan crepitantes las heridas cortantes en el cuerpo mella­
calderas de pesadas locomotoras, do por el ramaje, y ojos perdidos de
cuya humareda se eleva al cielo de embriaguez y avaricia, como saldo
las pampas y los montes. Y ese ritmo de la conquista. Es el precio que se
indetenible se nutre de muchas in­ cobra el bosque sobre la avidez hu­
dustrias subsidiarias vinculadas a una mana.
maraña creciente de intereses y ne­ Contribuye a incentivar la explotación
cesidades. forestal la incorporación de ricas
Junto a las máquinas férreas, están zonas boscosas del norte santiagueño
las fabriles. Y los adoquines que el al patrimonio de esta provincia. Las _
tránsito de pesados carruajes o nue­ reclamaciones por el esclarecimiento
vos vehículos a motor requiere para de los límites interprovinciales fueron
las calles porteñas. El parquet para zanjadas al dictarse la ley nacional
el confort de los palacios levantados N9 4141 del 7 de noviembre de 1902,
en lujosos barrios residenciales de la que trazaba con modificaciones defi­
gran urbe. Y los postes, con que sus f!itivas los límites de Santiago del

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:stero y el Chaco. Con ella Santiago ques, en la que pomposamente va a
ganó más de 40.000 kilómetros cua­ ser llamada "industria forestal". De
drados para su territorio, 'el cual con­ ahí que a partir de ese momento, San­
.. igura desde entonces un rectángulo tiago pasa a ser la capital socio-eco­
de 145.670 kilómetros cuadrados de nómica del obraje. Del nuevo obraje,
superficie. Así se inc.orporan a la pro­ de explotación intensiva y grandes
vincia importantes extensiones de ·los masas humanas, que ocupa tan impor­
actuales departamentos Matará, Mo• tante papel en el desarrollo nacionaf.
reno, Copo y Alberdi, que formaban Y por no infrecuente paradoja, común
la más importe.rite reserva forestal del a 'las contradicciones del sistema
país por la inmensidad de sus bos­ capitalista, el auge de este obra}e y la
ques vírgenes, y la calidad hasta consiguiente industria forestal, entra­
entonces poco apreciada de sus ma­ ña una barbarie injustificable· paira
deras. con el medio que pretendídamente
Esta nueva circunstancia, añadida a vino a civilizar. "Lo bárbaro goza
las anteriores extensiones arbóreas siempre de cierta absolutoria conni­
que intermitentemente se hallan dis­ vencia con la naturaleza, y la industria
persas a lo largo de todo el territo­ forestal ha atentado directamente
rio provincial, permite sostener a contra ella". Es otra vez Canal-feijóo
Orestes Di Lullo que un 70 por ciento quien califica, en reivindicación de
de la provincia estaba cubierta de nuestra barbarie original: "Ha sido y
bosques, en una cifra calculada en sigue siendo elementalmente destruc­
107 .922 kilómetros cuadrados, o sean tora; ha destruido la natural:eza sin
10.792.200 hectáreas, lo que hacía, a sustituirle otra cosa. Ha tenido forma
principios de este siglo, la décima y conteni<lo de tala. Tras el obraje
parte de la superficie forestal de toda queda el baldío. el y-ermo total, terres­
la República Argentina, calculada en tre y celeste (disminución de J,a. hu­
106.888.400 hectáreas. medad atmosférica, desorden en el
Eso explica la euforia de contratistas régimen de las lluvias, mayores extre­
y obrajeros por radicarse en Santiago mos de calor en verano y de frío en
del Estero, donde empieza a montarse invierno), el desierto absoluto que
la gigantesca explotación de sus bos- ya ni las fieras pueden habitar ... "

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(Bernardo Canal-Feijóo. De la estruc
tura. . . cit.)
Tales las consecuencias y efectos de
una misma causa. Veamos ahora la
importancia y modos operativos asu
midos por el obraje para medir fa
razón de las palabras transcriptas.
y la sinrazón del despojo cometido
con esta explotación en sus múltiples
aspectos económicos, sociales y natu­
rales.

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