Rebeca Jiménez: «Me gustaría irme a grabar a EEUU»

CHEMA5Cuando tenía seis años, Rebeca Jiménez paseaba una tarde de la mano de su padre por la Plaza Mayor de Segovia, su ciudad natal. Se encontraron con una mujer y, al pararse a saludar, él se dirigió a la pequeña y le dijo: «Mira Rebeca, te presento a tu profesora de piano». En ese preciso momento sitúa ella el inicio de su historia de amor con la música. La voluntad de su padre llevaría a la niña Rebeca a estudiar solfeo y piano en el conservatorio y a adentrarse en un mundo que ya no abandonaría. Después vinieron los estudios de física y los de interpretación y los coqueteos con el cine y con la música electrónica. Hasta que un día, sentada ante el piano, decidió enfilar el camino que le marcaban los latidos del corazón.

Texto: Chema Doménech  Fotos y vídeo: JSMatilla

El mismo corazón que muestra desnudo en las canciones que escribe, descargas emocionales revestidas de los sonidos que Rebeca adora desde que comenzó a escucharlos de adolescente en los discos que guardaba su padre en casa, en cuyas portadas podían leerse nombres como Van Morrison, The Beatles o Tom Waits. Y, como tema recurrente, el amor, «el motor de todo», según dice esta artista nacida en Segovia que confiesa haber vivido una infancia bonita y feliz.

Con dos discos a sus espaldas, Todo llegará y Valiente, Rebeca se dispone a dedicar el verano a terminar las canciones del que será su tercer trabajo, ya muy avanzadas. Pero antes cerrará la temporada haciendo lo que más le gusta hacer en la vida, cantar y tocar sobre un escenario. Será en el de la madrileña sala Búho Real este próximo jueves 18.

Llegados a este cierre de temporada y del ciclo de Valiente, ¿cuál es tu balance?

Valiente representa una etapa más de mi vida y el balance es positivo. Me ha servido para crecer y estoy contenta porque la acogida del público ha sido buena, los conciertos han ido muy bien y puedo seguir girando. La pena tal vez es que ésta ha sido la etapa en la que más he tocado sola. Antes siempre iba con los músicos, tanto en banda eléctrica como en acústico, y eso sí ha cambiado, ahora hago muchos conciertos sola.

Son las normas que imponen las circunstancias, ¿no?

Claro, es así. Ocurre igual con las ventas de discos, cada vez se venden menos, pero yo no pienso en eso. Creo que ya nadie hace discos pensando en vender. Los discos los haces porque quieres hacer canciones, recopilarlas en algún formato y cantárselas a la gente y, en ese sentido, me siento afortunada.

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Las letras de tus canciones giran muy frecuentemente en torno al amor o, más bien, al desamor. ¿Es un sentimiento que tienes muy presente?

Sí, es que es lo que más me sale. No sólo hablo de amor, sino de sentimientos, de sensaciones… Se trata más de contar historias que, o bien me han pasado a mí o creo que le ocurren a mucha gente. Y el amor es un sentimiento universal, es el motor. La mayoría de las grandes canciones de la historia hablan de amor.

Como otros autores, ¿escribes mejor cuando estás de bajón, cuando atraviesas un momento difícil?

Sí, totalmente. Sin duda esos son los momentos de mayor inspiración. Cuando estoy muy alegre no me dan ganas de escribir, no sé por qué. Hombre, yo no soy triste ni vivo siempre tan hecha polvo por el amor, qué va. Lo que pasa es que no me sale escribir de temas más festivos, aunque también tengo canciones de celebración. A veces hago un ejercicio, que consiste en que después de escribir cosas tristes me obligo a darles la vuelta. Entonces, en algunas de las canciones sí he hecho ese cambio de enfoque. Pero el drama tira mucho, sí (risas).

¿Siempre compones al piano?

Casi siempre, aunque ahora también estoy escribiendo con la guitarra. Ayer mismo terminé un tema con ella y me hace mucha ilusión. En este próximo disco habrá varias canciones hechas con la guitarra, instrumento con el que cada vez me siento más cómoda.

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Has recorrido un camino largo desde que empezaste con tu primera banda de versiones.

Sí, comencé con 19 años haciendo versiones de rock y blues. Luego me fui a vivir a Viena, y allí hay una escena enorme de música electrónica, de hecho no hay apenas rock’n’roll. Conocí a David Kano y formamos un proyecto que se llamaba Soulsugar e incluso grabamos un disco que no se llegó a editar. Tras muchos conciertos, me di cuenta de que al final estaba harta de depender de un ordenador, aunque te hablo de conciertos en los que había un ordenador pero también nueve músicos sobre el escenario. Pero bueno, la etapa se terminó y me quedé un poco vacía. Fue entonces cuando llegó Quique González y, básicamente, me dijo: ‘Coge el piano y toca, escribe tus canciones y no dependas de nadie para hacerlo’. Así retomé mis raíces, que habían sido la música americana y el rock. De hecho, cuando tocaba música electrónica, los músicos pensaban que era demasiado ‘rock’ para la electrónica. ‘Tienes que ser muy cool, muy fría’, me decían, y yo pensaba: ‘¡qué coñazo!’.

En todas las entrevistas te nombran a Quique González y pensaba preguntarte si te incomoda, pero veo que no.

Ya has visto que lo he nombrado yo. ¿Cómo me va a incomodar? No me molesta en absoluto porque es una parte importante de toda esta historia, claro que sí. Quique me animó mucho y me dio fuerza. Me imagino que sin él también hubiera acabado haciéndolo, pero fue una gran ayuda. Además compartí muchas cosas con Quique y aprendí muchísimo a su lado.

Después de vivir de cerca una parte de su carrera, ¿te sorprende el éxito cosechado con Delantera Mítica?

Claro que no, me parece absolutamente natural. Él es un ejemplo de carrera que además da mucho ánimo a los que ahora estamos metiendo a 40 o 60 personas en una sala fuera de Madrid. Yo he girado mucho con él en la época más dura, luchándolo mucho. Cogíamos el coche y nos íbamos a tocar a cualquier parte, en salas muy pequeñas. Me parece genial que ahora esté triunfando y además es síntoma de que la gente tiene muy buen gusto. Porque, para mí, Quique es el mejor músico que ha dado este país.

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También te has declarado muchas veces fan de Antonio Vega. ¿Llegaste a tocar con él?

Lo hice en la ficción, porque en una de las pelis en las que participé, Shacky Carmine, también colaboró él. Era la historia de una chica que monta una banda de versiones y entre ellas hacen La chica de ayer. Tuvimos la suerte de que Antonio quiso participar en la peli y hacía de músico de mi banda, era el bajista. Estuvimos tres días juntos de rodaje y fue maravilloso. Yo estudiaba física en la universidad y, como sabía que a él le encantaba, hablábamos mucho de eso, y bueno, fue muy emocionante cantar La chica de ayer con él allí. Yo lo miraba y le decía: ‘Antonio, es que me dan ganas de llorar’, y él contestaba: ‘¿Tan feo soy?’. Tenía un humor genial, como era él.

Tu figura se asemeja a la de la songwriter norteamericana, a esa mujer dura en apariencia pero frágil por dentro, al estilo de Lucinda Williams. ¿Te identificas con ese modelo?

Para mí es un honor que alguien pueda pensar que puedo representar eso. Y estaría encantada de ser un poquito parecida a Lucinda Williams porque es una artista a la que admiro profundamente.

Tradicionalmente el rock en este país ha sido cosa de hombres. ¿Alguna vez has sentido algún tipo de discriminación por ser mujer?

No, yo me he sentido bien con todos los hombres que se dedican al rock. Lo que pasa es que como no hay tantas chicas, cuando se organizan cosas entre ellos parece que les cuesta introducir a una mujer, eso sí que lo he notado. Pero una vez que haces algo con ellos te sientes muy bien. Recuerdo cuando toqué con Miguel Ríos en Hoyos del Espino, en la inauguración de su gira. De repente me di cuenta de que todos los invitados que había allí eran tíos, excepto Ana Belén y yo. Pero bueno, me trataron genial todos (risas).

 

Desde tu primer disco te has rodeado de los mismos músicos. Por ejemplo, Mario Raya siempre ha estado haciendo las guitarras y firmas muchos temas con él. ¿Para ti es importante confiar en una banda más o menos estable?

Sí, siempre he considerado que ellos son mi banda, lo que pasa es que bueno, a veces tengo la sensación de que hay etapas y que en un momento dado también me gustaría tocar con otros músicos. Sobre Mario, siempre solía enseñarle las canciones porque él, aparte de muy buen guitarrista, también es autor y las entiende muy bien. Y cuando hemos firmado juntos es porque él ha hecho alguna aportación muy buena a mis canciones. Hasta ahora por supuesto, ellos han sido mi banda y me he sentido muy arropada.

¿Qué músicos españoles te gustan?

Tengo la suerte de ser una gran amiga de la mejor escritora de canciones, que es Vicky Gastelo. Aparte de que la quiero mucho, creo que tiene una sensibilidad increíble y una enorme facilidad para contar las cosas de una forma preciosa. La vida nos juntó y no hemos parado de tocar juntas. También me gusta muchísimo Jorge Marazu. Es un talentazo. Lo conocí a través de los músicos de Antonio, Toni Jurado, Basilio Martí… Me encantó una canción suya que es Miedo y la toqué un día. Jorge me envió un mensaje precioso y a partir de ahí pues la hemos cantado juntos algunas veces. Creo que aparte de escribir muy bien, canta muy bien y yo valoro muchísimo eso.

¿Qué puedes adelantar sobre tu nuevo disco? ¿Sigue la estela de los dos anteriores?

Tengo bastante canciones, pero no están terminadas. Soy muy caótica, antes de cerrar una me siento con otra, y al final tengo muchos frentes abiertos. Muchas siguen hablando de amor, y de desamor, y creo que va a ser un disco muy bonito. Voy a intentar que se acerque bastante a discos que admiro de artistas americanas como Lucinda o Patty Griffin. Y me gustaría mucho irme a grabarlo a EEUU, lo voy a intentar. Me apetece llevarme las canciones en crudo a otro sitio y ver qué pasa con ellas. Pero ahora mismo no te podría contar cómo será el disco. Porque de repente tengo un tema como muy inglés, más cerca de Queen o Coldplay, y luego a lo mejor lo llevo a un sitio más country. También estoy escribiendo una ranchera, un tema fronterizo porque otra de mis ilusiones es girar con este disco en México.

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Vamos a terminar con una serie de preguntas rápidas y de difícil respuesta. Por ejemplo, ¿cuáles son tus tres discos imprescindibles?

Back to black, de Amy Winehouse. O, de Damian Rice, y el que más escucho ahora con gran pasión: Where the ligth is, de John Mayer.

Tres músicos…

John Mayer, Van Morrison y John Lennon.

Una canción que te hubiera gustado componer.

Lucha de gigantes, de Antonio.

¿Con quien te gustaría compartir escenario?

Con John Mayer (risas). Lo siento, es que es mi favorito.

¿Qué tipo de recinto prefieres para tocar?

Me encantan los pequeños, pero no te niego que algún día me gustaría tocar en alguno muy grande. Pero aunque eso ocurriera y llegara a llenar salas grandes, nunca dejaría de tocar en las pequeñas porque me gusta mucho esa cercanía, ese contacto tan directo con la gente.

¿Quién o qué te hizo músico?

Creo que aquel momento en que mi padre me presentó a la que sería mi profesora de piano. Eso fue determinante.

El recuerdo más especial relacionado con la música.

Cantar con Miguel Ríos Reina de la Noche en Gredos. Nunca me había sentido así. Fue muy emocionante, fue brutal, me sentía muy privilegiada de cantar con alguien como Miguel, que cuando yo era niña él ya estaba de gira. Y él es tan guay, tan generoso, y se portó tan bien conmigo, que cuando salí del escenario estaba en un estado en el que nunca había estado antes. Como con ganas de llorar, con subidón de alegría, nerviosismo… Fue muy fuerte.

Nota del autor: Esa canción me suena agradece a Susana y Jose, de Tormenta y Marea, haber facilitado de nuevo un entorno precioso para celebrar esta entrevista. ¡Muchas gracias chicos!

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