CARABOBO 1821, Caminos A la Gloria

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA

UNIVERSIDAD MILITAR BOLIVARIANA DE VENEZUELA

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REPÚBLICA B O L I VA R I A N A DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PA R A L A D E F E N S A

U N I V E R S I DA D M I L I TA R B O L I VA R I A N A DE VENEZUELA


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COMISIÓN PRESIDENCIAL BICENTENARIA DE LA BATALLA Y LA VICTORIA EN CARABOBO

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA

DELC Y ELOÍ NA RODR ÍG U E Z GÓM E Z

Editor en Jefe GJ Vladimir Padrino López.

VL ADI M I R PADR I NO LÓPE Z AR I S TÓB U LO IZ T Ú R IZ AL M EI DA JORG E RODR ÍG U E Z GÓM E Z FR EDDY ÑÁÑ E Z CONTR ER A S ER N ES TO VI LLEG A S POLJ AK JORG E MÁRQU E Z MON SALVE R AFAEL L AC AVA E VANG EL I S TA J ESÚ S R AFAEL SUÁR E Z CHOU R IO FÉL I X OSOR IO G U Z M Á N PEDRO EN R IQU E C AL Z ADI LL A

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Coordinador editorial MG Félix Osorio Guzmán. UNIVERSIDAD MILITAR BOLIVARIANA DE VENEZUELA Autoridades MG Félix Osorio Guzmán. R E C TO R

GD José Gonzalo Bonilla Camacho. SECRE TAR IO

Fotografía Franklym Araujo Flores. Enrique Hernández (página 70). Jorge Márquez (páginas 132 a 134). Ángel Palacios (páginas 88, 105, 106 y 185). Diseño y diagramación Al Mar tin. Revisión de textos Maricanchi Jaimes Mazur. Infografías Primer Teniente Vicente Marchena. Tiraje 500 ejemplares.

C AR ABOBO 1821. C AMINOS A L A G LOR IA Primera edición: Ministerio del Poder Popular para la Defensa, Caracas, 2021. Hecho el depósito de ley. Depósito legal: DC2020000060. ISBN: 978-980-224-086-9. Impreso en la República Bolivariana de Venezuela.

Portada La Pica de la Mona, Sabana del Chaparral. Estado Carabobo. Contraportada Cerro Buenavista. Serranía de Las Hermanas. Estado Carabobo. Guarda portada A. Malavolti, Altar de la Patria. Relieve en bronce, 1931. Colección Campo de Carabobo. Guarda contraportada Copa de un Samán. Quebrada de Las Hermanas. Estado Carabobo.


REPÚBLICA B O L I VA R I A N A DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PA R A L A D E F E N S A

U N I V E R S I DA D M I L I TA R B O L I VA R I A N A DE VENEZUELA


A la memoria de todos los hombres y mujeres de la Patria, quienes aquel 24 de Junio de 1821 hicieron posible la hazaña gloriosa de Carabobo. A ellos nuestro más profundo respeto y admiración.

Brazalete concedido por el Congreso de Colombia el 20 de julio de 1821 a todos los miembros del Ejército Liber tador, vencedor en la Batalla de Carabobo del 24 de Junio de 1821. La insignia “Vencedor en Carabobo Año XI” de la imagen per teneció al General Miguel Zárraga, ahora Colección del Museo Bolivariano.

A. Malavolti. Altar de la Patria, 1931. Relieve en bronce. Detalle. Colección Campo de Carabobo.



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Agradecimiento A Dios. Su existencia nos hace humildes. A nuestra familia, porque allí se construyó el andamiaje que hizo posible la realización de este sueño. A Millie Zurita, su espíritu, protección y buenas sensaciones, siempre estuvieron presentes en cada paso de esta aventura. 10

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El Barníz, Serranía de Las Hermanas.

A la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, su creación permite que nuestro trabajo se difunda por toda la Patria. A Félix, Sara, Nereira, Ángel, Glenda, Oliver y Cecilio por su insistencia y apoyo para la publicación de este libro; y a todas las personas que, con su aliento y colaboración directa o indirecta, lo materializaron. Muchísimas gracias. 11


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Índice 10

COLECCIÓN B ICENTENAR IO C AR ABOBO

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PR ESENTACIÓN

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PRÓLOGO: TODOS LOS C AMINOS CONDUCEN A C AR ABOBO

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LOS ALBOR ES

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L A CONSOLIDACIÓN

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LOS ESTADOS C AR ABOBO Y COJEDES

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BAUTISMO DE FU EGO

50

MIS PR IMEROS CONTAC TOS CON EL C AMPO DE C AR ABOBO

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INICIOS SOB R E INFOR MACIÓN ER R ADA

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L AS PR EGU NTAS COMIENZ AN A SER R ESPONDIDAS

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L AS C ABALGATAS

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DESVEL ANDO U NA N U E VA HISTOR IA

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DESAR ROLLO DE L A INVESTIGACIÓN

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PASO A PASO: D EL C A M PA M EN TO D E TAG UA N E S A L A G LO R I A D E C A R A BO BO

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EL LIB ERTADOR “ NO TODO LO VIO DE LEJOS” EL NAIPE, EL ABR A , L A ARTILLER Í A R E ALISTA Y L A PIC A DEL LIBERTADOR

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L A PIC A DE L A MONA Y L A QU EB R ADA DE AGUA DU LCE

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CER RO DE L A CENTELL A Y EL CER RO BOLÍVAR

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EL LIB RO QU E PUSO FIN A L AS CONTROVER SIAS

Z ANJÓN DE L A MADER A

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HACIENDA L AS AB EJAS Y EL R ÍO CHIRGUA

QU EB R ADA DE BAR R ER A

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EL ANTIGUO C ASER ÍO DE TAGUANES VIEJO

PR IMEROS MON U MENTOS , LOS N U E VOS MONOLITOS E HITOS

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QU EB R ADA DE L AS HER MANAS , EL CER RO BU ENAVISTA Y EL HOYO DE BU ENAVISTA

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TR ES QU EB R ADAS: HONDA , EL LOR ITO Y EL LORO

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L A PIC A DE PIEDR AS NEGR AS

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OB ELISCO B ICENTENAR IO

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PATR IMONIO CU LTU R AL DE L A NACIÓN

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R EFLE XIÓN FINAL

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R EFER ENCIAS

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Colección Bicentenario Carabobo El 24 de Junio de 1821 E L P U E B L O V E N E Z O L A N O, en unión cívico militar y congregado alrededor del liderazgo del Liber tador Simón Bolívar, enarboló el proyecto republicano de igualdad e “independencia o nada”. Puso fin al dominio colonial español en estas tierras y marcó el inicio de una nueva etapa en la historia de la Patria. Ese día se libró la Batalla de Carabobo. La conmemoración de los 200 años de ese acontecimiento es propicia para inventariar el recorrido intelectual de estos dos siglos de esfuerzos, luchas y realizaciones. Es por ello que la Colección Bicentenario Carabobo reúne obras primordiales del ser y el quehacer venezolanos, forjadas a lo largo de ese tiempo. La lectura de estos libros permite apreciar el valor y la dimensión de la contribución que han hecho ar tistas, creadores, pensadores y científicos en la faena de construir la república. La Comisión Presidencial Bicentenaria de la Batalla y la Victoria de Carabobo ofrece ese acer vo reunido en esta colección como tributo al esfuerzo liber tario del pueblo venezolano, siempre insurgente. Revisitar nuestro patrimonio cultural, científico y social es una acción celebratoria de la venezolanidad, de nuestra identidad. Hoy, como hace 200 años en Carabobo, el pueblo venezolano continúa librando batallas contra los nuevos imperios bajo la guía del pensamiento bolivariano. Y celebra con gran orgullo lo que fuimos, somos y, especialmente, lo que seremos en los siglos venideros: un pueblo libre, soberano e independiente.

Nicolás Maduro Moros Presidente de la República Bolivariana de Venezuela

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Marcha de Carabobo, 19 de junio de 2021. Mil doscientos cadetes de las diferentes academias per tenecientes a la Universidad Militar Bolivariana recorren cada año la ruta que siguió el Ejército Liber tador el 24 de junio de 1821. En esta edición lo hicieron acompañados por el ciudadano Ministro del Poder Popular para la Defensa y por los Comandantes de los Componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

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Presentación

La gesta emancipadora de nuestra amada Patria Y D E B U E N A PA RT E D E S U R A M É R I C A , compor tó una larga y cruenta guerra que se prolongó por más de diez años, en la que fue inevitable asumir enormes sacrificios, pues debimos enfrentar al poderoso imperio español que vendió cara su derrota. No obstante, el genio del Liber tador Simón Bolívar y su infinita capacidad para sobreponerse a las adversidades, finalmenVladimir Padrino López General en Jefe. Vicepresidente Sectorial de Soberanía Política, Seguridad y Paz. Ministro del Poder Popular para la Defensa.

te nos condujeron, mediante una magistral campaña al campo inmor tal de Carabobo, en el que un 24 de Junio de 1821, libró la batalla que selló definitivamente la independencia de la Provincia de Venezuela, como par te de la República de Colombia, creada en Angostura en 1819, alcanzando su cenit la gigantesca proeza liber tadora. Necesario es recordar que el 28 de mayo de 1814 ya habíamos resultado victoriosos en una primera y muy dura batalla de Carabobo, inscrita en la Campaña emprendida ese año, sobre la cual, el propio Bolívar ordenó que sus detalles fuesen escritos por oficiales que hubiesen par ticipado en ella, para así asegurar la memoria sempiterna de tan heroicas acciones, en las que, a su parecer, y a pesar de las victorias alcanzadas, “todo se perdió, menos el honor militar”. Pero la jornada de 1821, sin duda alguna, se constituyó en el hecho de armas de mayor connotación y trascendencia; corolario que desde entonces dejó una indeleble impronta en la identidad de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

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Por ello, al cumplir doscientos años de tan magna fecha, nos invade un insondable orgullo castrense y nacionalista; continuamos transitando altivos lo que el Comandante Supremo Hugo Chávez denominó “Ciclo Bicentenario”, que comenzó el 24 de julio de 1983 y se extiende hasta el 17 de diciembre de 2030. En este contexto, el ciudadano Nicolás Maduro Moros, Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, nuestro Comandante en Jefe, ha ordenado, como eje transversal para la reflexión y guía del accionar del Estado, la permanente exaltación de ese inmenso caudal de eventos políticos y militares que definieron la nacionalidad y conciencia patriótica de la sociedad venezolana en ese momento liber tario. Al respecto, en el año 2014, el entonces Rector de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, para el momento General de Brigada Alexis Rodríguez Cabello, propuso la designación de una comisión que realizara el estudio minucioso y conclusivo sobre las rutas transitadas por las tres Divisiones del Ejército Liber tador que, luego confluyeron en el escenario de la gloriosa batalla. Aquella solicitud formaba par te de un ambicioso proyecto que recién nacía y llevaría por nombre “Aprender la historia siendo protagonista”. Una vez efectuada la designación, se asumió sin demoras el propósito establecido, y hoy, con gran satisfacción, me corresponde el privilegio de presentar el producto de un acucioso trabajo investigativo, elaborado por dos integrantes de la precitada comisión, a saber, el Dr. Francisco Zurita B. y su hijo, el General de División Frank A. Zurita Hernández; ambos de una aquilatada trayectoria profesional, destacados docentes con méritos y suficiencias sobre lo que resultaría fácil ahondar. Al leer el informe resaltaron los relevantes hallazgos de infalible comprobación; se había esparcido la luz de la verdad sobre el tránsito de la prominente y memorable contienda. La épica de tan extraordinarios acontecimientos no podía limitarse a los alcances de un informe; en consecuencia, sugerí a los comisionados conver tirlo en un libro que gozara de la proyección propia de una publicación de divulgación y acceso universal. Luego de siete años de mesurada cocción, me es placentero dar a conocer la realización de estos insignes venezolanos, la cual han titulado con el apasionado nombre de “Carabobo 1821, Caminos a la Gloria”. La obra emerge en una coyuntura sumamente difícil para la nación, que desde hace poco más de dos décadas, en lo que pudiera calificarse como una nueva “Campaña de Carabobo”, viene enfrentando con estoicismo y dignidad la feroz arremetida de otro imperio, el nor teamericano, ahora con nuevos métodos de dominación.

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El libro es fresco en toda su estructura, profundo en sus análisis e inédito en sus descubrimientos; un lenguaje sencillo para la comprensión de cualquier lector que puede abordarse por capítulos y, aunque establecidos en secuencia, también permiten ser leídos al detal; cada uno repleto de información y detalles sobre tan complejas maniobras y operaciones militares, acompañados de curiosas anécdotas, por demás interesantes y narradas de forma amena, sin perder el rigor científico. Contribuirá, seguro estoy, a la mejor comprensión de tan relevante hecho histórico, al for talecimiento de los principios de la liber tad, la justicia social, la igualdad, el humanismo y al ideal antiimperialista, severamente atacados por las acciones desestabilizadoras de nuestros enemigos. No se disimula en él una ferviente exhor tación a los hijos e hijas de Bolívar y Chávez por la unidad nacional. Podría ex tenderme mucho más, pero prefiero dejar que sean ustedes quienes vayan descubriendo junto a la conducción de los autores, el relato de la investigación que nos permite transitar, lo más cercano posible, los lugares por donde se desplazó el Ejército Liber tador para alcanzar el éxito del nacimiento militar y territorial de la patria de todos. ¡Disfrútenlo! Bolivarianamente,

Vladimir Padrino López General en Jefe Vicepresidente Sectorial de Soberanía Política, Seguridad y Paz. Ministro del Poder Popular para la Defensa.

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PRÓLOGO

Todos los caminos conducen a Carabobo

Dr. Germán Fleitas Núñez.

En la antigüedad, todos los caminos conducían a Roma Y D E S D E H AC E S I G LO S , todos conducen a la Catedral Compostelana, donde está sepultado el Apóstol Santiago. Los hombres siempre buscaron toparse con los Dioses del Olimpo para alcanzar la inmor talidad y, en esa búsqueda, en todos los tiempos y desde todos los lugares, se cruzaron en un camino y echaron a andar. En nuestros días, el Camino de Santiago se extiende como los afluentes de un gran río por toda la vasta geografía del mundo occidental. En Venezuela, todos los caminos condujeron ayer, conducen hoy y conducirán mañana, hacia el Campo Inmor tal de Carabobo, donde se encuentran enclavados, en el más empinado Altar de la Patria, nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Por ello, para comprender en su verdadera dimensión los alcances de lo que pasó en el Campo Inmor tal de Carabobo, es necesario ir en búsqueda de los hechos y sus protagonistas, para trazar imaginariamente una línea del tiempo. Así pues, siete años antes, finalizando el año terrible de 1814, en la sabana de Urica se perdió la Segunda República, la cual ya había comenA. Malavolti, Altar de la Patria, 1931. El Libertador en el Cerro Buenavista, detalle. Relieve en bronce. Colección Campo de Carabobo.

zado a desaparecer desde hacía mucho tiempo. Para mediados de 1821 en Carabobo, fue cuando se consolidó una Patria, cuyo triunfo definitivo también había comenzado a gestarse, a apuntalarse desde una concatenación de eventos anteriores.

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La historia no es más que la geografía en el tiempo, así como la geografía no es más que la historia en el espacio. Para entender bien lo que pasó es necesario visitar sus escenarios, ya que conociendo bien su territorio podremos imaginar cómo se desarrollaron los acontecimientos, de tal manera que las suposiciones de resultados predeterminados de la batalla quedan fuera de lugar. La Batalla de Carabobo abarca varios capítulos que transcurren desde la toma del Cerro Buenavista hasta su epílogo en la persecución hacia Valencia. Cada uno de estos capítulos constituyen el testimonio inequívoco de un genuino combate en el que sus contendores, Bolívar y La Torre, procuraron la victoria y la dominación del adversario. Pero, aún hoy, no conocemos con exactitud muchos de sus misterios, porque los hechos históricos no se dan por azar, sino como consecuencia de otros eventos que es necesario conocer y comprender. Los triunfos y las derrotas siempre vienen de lejos. Por ello, es que consideramos que la Segunda República se comenzó a perder dos años antes, con la Capitulación de Miranda en 1812, quien después de vencer dos veces a Monteverde en La Victoria le entrega la República que tanto había costado construir. Otro hecho clave es la aparición de Boves “El Taita”, nuestro primer caudillo popular, quien logró reunir, en las llanuras de Calabozo, un ejército de veinte mil hombres lo que provocó los desastres de La Puer ta y la espantosa huida hacia Oriente. Todo esto en los tiempos cuando Bolívar llegaba triunfante después de la más admirable de sus Campañas. En cambio, Carabobo se comienza a ganar cuando el Liber tador, siete meses antes, asiste en Santa Ana de Trujillo a la entrevista con el Jefe Supremo del Ejército del Rey. En ese momento Carabobo comienza a ganarse, incluso antes de dispararse el primer tiro. Cuando el Liber tador llega a la cita, lo hace casi solo, acompañado con no más de diez hombres, jineteando una mula y vestido de casaca azul con una gorra de soldado. “El Pacificador”, Pablo Morillo, quien lo espera con un ejército de ochocientos húsares, vestido con sus mejores galas, todas sus doradas charreteras y áureas condecoraciones, sorprendido por el atuendo de su rival, tiene que ordenar un inmediato cambio de uniformes de su numeroso séquito y la ausencia pronta de los hombres que fueran desafectos al Liber tador. Ante este escenario el Presidente de Colombia, frente al peor enemigo de la nueva República, quien la ha sometido ferozmente durante más tiempo del que duraron la Primera y la Segunda República juntas, el hombre que más daño le causó a nuestra lucha por la Independencia, magistralmente se

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baja de la mula y lo abraza. Ambos deciden quedarse conversando toda la noche para sellar al amanecer, con una piedra fundacional, el lugar donde habría de erigirse un monumento conmemorativo. Por todo ello, Carabobo comienza a ganarse antes de dispararse el primer tiro. Otra de las escenas previas a Carabobo llena de simbolismos, que debió debilitar la moral del Ejército del Rey, fue cuando el Liber tador propone como árbitro, por los sucesos acaecidos en enero de 1821 en Marcaibo, al General Ramón Correa de Guevara Vasconcelos, Segundo Jefe del Ejército Realista y Capitán General de la Provincia de Venezuela, como Representante del Ejército de Colombia. Adicionalmente, el inicio de la victoria en Carabobo comienza cuando Bolívar, como buen conocedor de los clásicos militares, sabe que la mejor manera de garantizar la paz es preparándose para la guerra y consciente como lo estaba, de que España no concedería voluntariamente la Independencia y que era necesario conquistarla por las armas. Apenas firma el Armisticio, reúne un Consejo de Guerra, para elaborar el Plan de Ataque que se pondrá en marcha tan pronto como se cumplan los seis meses de la tregua. El Plan de Ataque lo elabora principalmente, el General Antonio José de Sucre. Sus puntos esenciales son: concentrar todas las fuerzas posibles para atacar masivamente y dividir al enemigo para debilitarlo. La concentración se hará hacia San Carlos de Austria, actual capital del estado Cojedes, siguiendo estas disposiciones: el General José Antonio Páez, subirá hacia el centro con todas las tropas llaneras; el General Rafael Urdaneta, se vendrá con el ejército de Occidente y el General José Francisco Bermúdez, avanzará con el ejército de Oriente, con la misión específica de ocupar Caracas para principios de junio. Juntamente con esta maniobra de concentración, se planifican tres distracciones, que han pasado a la historia con el extraño nombre de “Diversiones”. La Diversión de Cruz Carrillo hacia Occidente; la Diversión de Bermúdez hacia Oriente y la Diversión de Pedro Zaraza hacia los Llanos. Sabemos que las “Diversiones” son ataques dentro del territorio enemigo, que atraen sus fuerzas, lejos del punto principal. No se busca en ellas la posesión del objeto atacado ni siquiera obtener la victoria, sino distraer al enemigo. Dicen los clásicos que, muchas veces, es preferible sufrir pequeñas derrotas que estimulen al enemigo a la persecusión, en lugar de victorias que lo obliguen a huir hacia donde están concentrados sus compañeros. Los grandes estrategas patriotas y realistas vieron en Carabobo un cruce de caminos en el cual se encontrarían el pasado con el futuro; la vieja España y la joven América.

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El Libertador comunica las instrucciones que han de cumplirse en la Diversión de Bermúdez, mediante Oficio dirigido al Vicepresidente de Venezuela, General Carlos Soublette: No es nuestro ejército superior en número al del enemigo y sería muy aventurado presentarle abiertamente una batalla contra todas sus fuerzas reunidas. (…) Las operaciones del ejército de Oriente tienen como único objeto la ocupación de Caracas, por la espalda del ejército español (…) molestar al enemigo y distraerlo vivamente, sin comprometerse en función de guerra con fuerzas superiores. (…) fatigar e inquietar al enemigo, obligándolo a que destaque sobre esa parte, una fuerte división que deje expuesto al cuerpo principal del ejército español, a ser destruido inmediatamente… Luego, el Libertador, revela la verdadera impor tancia de la acción cuando dice: Si V.E. logra atraer sobre el ejército de Oriente en Caracas o en los Valles de Aragua (…) y entretener por algún tiempo, alguna división respetable del enemigo, la campaña está decidida a nuestro favor, porque el resto del ejército español, no puede resistirnos. Estaba tan claro el Libertador, en que lo importante de esta “Diversión” no era ganar batallas ni derrotar al enemigo, sino distraerlo, pues, ya en un inusual oficio fechado en Barinas el 24 de abril de 1821, dice que: “… exime al General Bermúdez (…) de toda responsabilidad por el buen o mal suceso que tenga en la empresa, con tal que acredite haberla conducido y ejecutado con audacia y valor.” Aquí se destaca nuevamente el genio militar de Bolívar: gane o pierda, el objetivo, no es derrotar al enemigo, sino distraerlo. En La Blanquera, antigua mansión ubicada en San Carlos, reparten los caminos que conducen a Carabobo entre sus mejores hombres, para que, por cada uno de ellos, avancen ejecutando las llamadas “Diversiones” y se cubran de gloria. José Francisco Bermúdez vendrá por el Oriente; Cruz Carrillo por Barquisimeto; Rafael Urdaneta por el Occidente; Pedro Zaraza, por los muchos caminos de los Llanos; pero a Carabobo también se llega por un camino de agua salada que ha sido poco estudiado. Se le ordena al mismo Bermúdez una acción naval que deberá ejecutar por el camino del mar “con dos o más buques, sean de Margarita o sean del infierno”.

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Carabobo se ganó meses antes, cuando el Conde de Cartagena, “El Pacificador” Pablo Morillo, se marcha de la escena, a 23 días apenas de haberse entrevistado con Bolívar. Se retira o lo retiran huyéndole a la Gloria. Por ello nos preguntamos: ¿Motivado por la admiración que han producido en él las figuras de Bolívar, de Sucre, de Briceño Méndez, de O’Leary o de Páez, quien no estuvo en la entrevista? ¿Acaso irá huyéndole a dos destinos que debieron presentársele como dolorosos? Uno, que en la batalla que se ve venir como la definitiva, Bolívar lo derrote; y otro, tal vez más doloroso: que él derrote a Bolívar. Ambos se despiden el 27 de noviembre y Morillo se embarca el 17 de diciembre con rumbo a España. Previamente, el Teniente General realista le ha escrito car tas al Liber tador desde Carache, el mismo 27 de noviembre; desde Valencia y desde Puer to Cabello, a bordo de la corbeta de guerra “Descubier ta”, que lo lleva a Cuba y, por último, desde La Habana donde ha conocido a su hermana María Antonia, el 16 de enero de 1821. Al siguiente día, se embarca para la península y se despide para siempre del continente americano; donde a sangre y fuego, ha prestado tan invalorables ser vicios a su Rey; pero desde allá seguirá interesado en la felicidad de “los españoles de aquí y de allá”. Por ello dice a Bolívar: …tanta mayor es la sinceridad con que mi corazón ofrece a Usted la pureza de mis sentimientos y el cordial afecto que supo inspirarme la entrevista que tuvimos en Santa Ana. Por él, deseo que en cualquier par te del mundo donde me halle, cuente Usted con mi fina correspondencia, y con la fraternidad eterna de su antiguo rival que tanto le aprecia desde el momento en que juntos empezamos a trabajar por la felicidad y unión de los españoles de ambos hemisferios. Y así lo demuestra cuando como Capitán General de Galicia, recibe, honra y ayuda a los ilustres comisionados que van a España a gestionar el reconocimiento de nuestra Independencia. Antes de irse le escribe una car ta donde lo llama: “Querido y apreciado amigo” y, por último, le regala su caballo. En alguna par te del escrito dice: Por conducto del coronel Tello remito a Usted mi caballo, que es de buena talla y excelente para la fatiga, Álvarez lo conoce porque lo tuvo algún tiempo el Brigadier Francisco Tomás Morales: es fogoso y necesita, antes de montarse, que un ordenanza le dé tres o cuatro vueltas: Deseo que lo acepte Usted como memoria de mi par ticular estimación.

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Aquí también se está ganando Carabobo. Conociendo como conocemos el amor del Libertador por los caballos, podríamos echar a volar la imaginación y figurarnos a un Simón Bolívar dirigiendo la batalla definitiva, desde los lomos de un caballo que había per tenecido a dos Capitanes Generales de Venezuela; un cambio de jinetes de ese caballo, pudo haber simbolizado un cambio de rumbo que antes de Carabobo venía del pasado colonial y que de allí en adelante recorrería a galope un glorioso futuro republicano. Carabobo se viene ganando desde que don Ramón Correa es alcanzado por Bermúdez, en El Consejo, de quien logra escapar se; pero atrapa al cr uel y criminal Brigadier Tomás de Cires, a quien fusila incontinenti y venga las afrentas que había infringido en el Oriente cuando siendo Capitán General de Cumaná. Cuando el General Urdaneta y Cruz Carrillo cumplen al pie de la letra las órdenes; Zaraza “divier te” al Brigadier Morales en las sabanas guariqueñas y, sobre todo, cuando el centauro José Antonio Páez atraviesa el paso de Santa Catalina con cuatro mil lanceros, dos mil caballos de remonta y cuatro mil reses. “Los ejércitos marchan sobre sus estómagos”, decía Napoleón; es la “munición de boca” que trae del llano apureño para alimentar al ejército. Es la logística. Carabobo está lleno de curiosidades y misterios que deben ser estudiados en profundidad. Este interesante trabajo que hoy tenemos el honor de prologar, no debe ser recibido como un folleto entretenido ni como una guía

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Vista desde el Cerro La Centella hacia las alturas de la Sabana del Chaparral y al Arco de Caraobo.

turística, sino como una invitación a la investigación, al cuestionamiento, a estimular la curiosidad, a explorar nuevas verdades o a ratificar las viejas, sin irreverencia, pero sin temor. Uno de ellos es la idea, mil veces repetida en Venezuela, según la cual, en Carabobo nació nuestra República Soberana e Independiente, lo cual no es cier to, porque desde hacía dos años Venezuela per tenecía a una República mayor, creada por el Liber tador en Angostura con la unión del territorio de la antigua Capitanía General de Venezuela y el Virreinato del Nuevo Reino de Granada, a la que posteriormente se anexarían Quito, Guayaquil y Cuenca. En Carabobo, Venezuela se independizó de España, pero siguió siendo Colombia. Decía un viejo historiador que, con el triunfo de Carabobo, Bolívar trajo la capital de Madrid a Bogotá para que Páez la trajera de Bogotá a Caracas. Otro punto no suficientemente estudiado es la par ticipación del Jefe de la Primera División General José Antonio Páez, en el desarrollo de la acción durante la cual sufrió un ataque que le impidió par ticipar activamente y que desmiente la escena inventada por el insigne historiador Eduardo Blanco, sobre la despedida de Pedro Camejo, cuya muer te describe el propio General en su Autobiografía, como consecuencia de balazos recibidos al comenzar la batalla. Contaban Don Cristóbal Lorenzo Mendoza, Director de la Academia de la Historia y el ilustre académico Don José María Núñez de Cáceres,

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que leía Don Eduardo Blanco en una biografía de Napoleón, la escena en la cual un Mariscal de Francia se aleja del sitio de la acción y se dirige hacia el emperador y ante su pregunta de si tiene miedo o de si se acabaron los enemigos, le responde: “No huyo Majestad, vengo a decirle adiós porque estoy muer to” y al abrir su casaca le muestra la herida y cae a sus pies. Le pareció tan bella la historia que Eduardo Blanco la incluyó en la descripción de Carabobo. Hay que aclarar, que la gran impor tancia de Pedro Camejo, no deriva de esas expresiones que nunca pronunció, sino porque él simboliza la presencia del elemento negro en la formación del pueblo venezolano, en la cual “todos somos café con leche, unos, más leche y, otros más café”. El Liber tador decía que éramos el punto equidistante entre América, África y España y, hoy en día, para hacerle honor a esa definición del Padre de la Patria, debemos incluir en nuestro escudo de Armas, una alegoría que simbolice a nuestros abuelos negros y a nuestros abuelos españoles, tal como ya hemos incluido a la que simboliza a nuestros abuelos indios. También es necesario estudiar la posibilidad de que el “Negro Primero” no fuera apureño sino costeño colombiano o antillano, según afirman tradiciones familiares. De ser cier to, el primero en referirlo hubiera sido el General Páez. Otra curiosidad que nos despier ta Carabobo es el origen del General Manuel Sedeño1, Jefe de la Segunda División y su fecha de fallecimiento. Puesto que siempre se lo ha tenido como llanero de Apure, y que murió el mismo día de la batalla, así lo afirma el propio Liber tador; sin embargo, muchas fuentes lo dan como nacido en la ciudad de Bayamo (Cuba) desde donde pasó a Haití y de allá a Venezuela y, se da como fecha de su muer te el 17 de julio (23 días después de la batalla), en el Hospital de Sangre de Valencia ubicado en la antigua Casa de la Compañía Guipuzcoana. Actualmente conocida como “La Casa de los Celis”, sede del Museo de Antropología e Historia del estado Carabobo. Visitamos la ciudad de Bayamo, cuna también de “La Bayamesa” Himno Nacional de Cuba y en una plaza situada al frente de su Casa Natal, está enclavada una Estatua de Simón Bolívar, regalo del pueblo de Venezuela a la Cuna del Prócer de la Independencia Venezolana Manuel Sedeño, Héroe de Carabobo, enviada por el General Marcos Pérez Jiménez, Presidente de Venezuela en 1954. De ser cier to, “El Bravo de los Bravos de Colombia” se habría adelantado con su acción, al pensamiento del apóstol José Mar tí, quien decía que: “Para nosotros, la Patria es América” y que debemos decir “Pueblo y no pueblos”. El tema es apasionante y alguien deberá esclarecerlo.

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1 Manuel Sedeño o Cedeño es el apellido del prócer de la Independencia. Nótese que puede encontrarse escrito indistintamente con ambas grafías. Cabe destacar que en cualquier caso se refiere o se trata de la misma persona. N del A.


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Los grandes estrategas patriotas y realistas vieron en Carabobo a un cruce de caminos y durante dos siglos lo hemos seguido reinventando porque su impor tancia, más que en el pasado, está en el futuro. Carabobo es el final y el comienzo porque allí el pueblo venezolano se enfrenta a su destino y escoge entre seguir siendo súbdito de un rey o ciudadano de una Patria y escoge lo segundo. Vista en perspectiva, la guerra por la Independencia, a pesar del Decreto de Trujillo de 1813, no fue entre Venezuela y España ni entre venezolanos y españoles, sino entre patriotas y realistas. Hubo muchos venezolanos realistas como el feroz médico panfletario José Domingo Díaz y muchos españoles patriotas como el salvador de la Batalla de La Victoria, Vicente Campo Elías, nacido en Valladolid. Fue una guerra entre hijos de una misma madre. En el Ejército Realista había más venezolanos que españoles. Después de la derrota, los realistas no se fueron. Apenas se regresaron los jefes, los cuales habían venido de la península; pero los soldados, los hijos del pueblo, se quedaron. No cabe duda que, el nuestro ha sido un país de integración; formado en el principio por aborígenes mestizados con españoles y africanos en mezcla enriquecedora de más de tres siglos; mezcla de mezclas en la que cada elemento tiene en sus espaldas más de 1000 años de mestizaje. Mostrados ante el mundo por, un italiano2 y un alemán3 ; nuestra Acta de Independencia la redactó un italiano, nuestro Escudo de Armas lo pintó un británico y en nuestra principal batalla, la de Carabobo, combatieron más británicos que carabobeños. Hoy todos somos los descendientes de abuelos patriotas y abuelos realistas y Venezuela somos todos. Este libro que prologamos, trata sobre un trecho más cor to, pero que recorre una mayor distancia entre el pasado y el futuro: el camino de Taguanes a la Sabana de Carabobo. Los soldados patriotas tuvieron que re2 Me refiero al Almirante Cristóbal Colón. 3 Se trata del científico, astrónomo, naturalista y explorador Alejandro Humboldt quien mantuvo una gran amistad con Simón Bolívar. Considerado como el Padre de la Geografía Moderna Mundial. Visitó a Venezuela en 1800 y la dio a conocer al mundo ilustrado de Europa con su obra Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente (1985).

correr veinte kilómetros casi sin descanso, abriendo picas por una ruta que casi no existía, para llegar directamente al campo de batalla y comenzar a combatir. Cuando se hace un camino, lo impor tante no es la distancia que se recorre, sino la dirección hacia la cual apunta. Este camino intrincado entre Los Taguanes y la Sabana de Carabobo no existía. Como lo merecía la causa de la Independencia y como eran capaces de hacerlo los soldados del pueblo, fue un camino que se hizo al andar. Todos, desde todos los confines de la Patria, estamos en la obligación, como lo están los compostelanos, quienes desde cualquier lugar del mundo hacen

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“El Camino de Santiago”, de recorrer cualquiera de los caminos que nos permitan llegar a Carabobo. Se avanzó por los caminos que desde hacía siglos habían hecho nuestros antepasados indios, de tanto andar por ellos para arriba y para abajo y que después sedimentaron nuestros abuelos blancos con los cascos de sus caballos y nuestros abuelos negros con sus cantos y sus sudores; pero también por caminos y trochas inventados para que pasara por primera vez el hombre. Al final de todos, estaba Carabobo, que terminó siendo simultáneamente lugar de llegada y punto de par tida. La Campaña se cumple tal como se ha planificado. El 11 de mayo, el General Páez deja atrás sus sabanas. Sale de Achaguas, atraviesa el Apure por Santa Catalina, sube doscientos cincuenta kilómetros hasta Tucupido cerca de Guanare (existe otro Tucupido en el estado Guárico) y allí une su ejército al de Simón Bolívar, quien viene de Barinas. Siguen juntos a Guanare, Ospino, Aparición, Araure, San Carlos, Tinaco, Tinaquillo y desde allí, a la Sabana de Carabobo. Páez ha recorrido cuatrocientos sesenta kilómetros junto con sus tropas, sus dos mil caballos de reserva y sus cuatro mil reses. El ejército de Rafael Urdaneta sale de Maracaibo, va a Coro, baja hacia Carora y Barquisimeto y, después de recorrer seiscientos kilómetros, se une al ejército del Liber tador en San Carlos. Llegan sin su bravo General, quien se quedó enfermo en Barquisimeto, motivo por el cual no asiste a la Batalla de Carabobo. De estas jornadas, existe un relato de Braulio Fernández, un soldado del contingente de Bermúdez, el cual vale la pena contar por su frescura. Esto ocurrió durante la Diversión de Bermúdez, en la Cuesta de las Cocuizas, inmediata a Buen Paso, El Consejo, Estado Aragua. A las seis de la tarde, cuenta Fernández que: …las milicias tocaron silencio; se apareció como a veinte varas distantes de nosotros el General Tomás Morales, en un caballo rucio palomo, con un pantalón negro del ancho del ala de la coraza y un garrote en la mano y preguntó: ¿Quién es el Jefe de ese Ejército? El mismo Bermúdez contestó: –Francisco Bermúdez. Le dice Morales: –Le prometo que a las ocho de la mañana ha de ser cogido por mis cazadores y mis granaderos. Le contestó Bermúdez: Me parece tarde, cójame ahora mismo. Le dice Morales: No, no, mi ejército

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está muy estropeado. Yo estaba a pie, sirviendo mi caballo de mampuesto le apunté con mi carabina al cuadril y le dije a Torrealba: – ¿Le tiro? Me contestó: –No, no, ya tocaron silencio. Entonces, Morales, se quitó el sombrero y nos hizo la venia; acá se hizo lo mismo. Eran otros soldados y era otra guerra. Dos fallas le fueron imputadas a Francisco Bermúdez: 1) No haber establecido comunicaciones con el Cuar tel General y 2) haber comprometido en El Consejo y en Caracas, combates con fuerzas superiores, contraviniendo expresas órdenes del Liber tador. De esta última, se defendió, alegando que él “nunca había contado a los enemigos.” El 23 de junio de 1821, el Liber tador, sitúa todas sus fuerzas en la Sabana de Tinaquillo, les pasa la última revista y le cambia los nombres. El Ejército de Apure será la Primera División, asumirá la vanguardia y tendrá el honor de entrar de primero a la batalla, al mando de su General José Antonio Páez. La Segunda División irá bajo el mando del General Manuel Sedeño y la Tercera División, al mando del Coronel Ambrosio Plaza, cuyo ascenso a General ya había sido aprobado en el Congreso de Colombia. Están todos. El Presidente de Colombia Simón Bolívar; el Ministro de Guerra, Pedro Briceño Méndez; el Jefe de Estado Mayor, Santiago Mariño y, los brillantes oficiales, Bar tolomé Salom, Diego Ibarra, Daniel Florencio O’Leary, Pedro Camejo, Cornelio Muñoz, José Laurencio Silva, Juan Guillermo Iribarren, Juan José Flores, Juan José Rondón y, un alemán, Primer Jefe del Batallón Vencedores de Boyacá, el Coronel Juan Uslar. El Jefe del Escuadrón de Dragones, Julián Mellado, del Guárico el hombre que decía que “delante de Mellado, la punta de su lanza y la cabeza de su caballo”, le dijo la noche anterior a Rondón: El que quiera alcanzar mañana la gloria de que en el Parte de la Batalla se haga mención honorífica de su nombre, debe hacerse matar, porque hay mucho valiente reunido. Y además es la última batalla, y el que quede vivo, queda condenado a morir de viejo o de enfermedad; y esas muer tes son muy tristes, no quiero morir de ninguna de las dos. Al siguiente día en el campo de batalla, murió cubier to de gloria. Carabobo se sigue ganando después de la batalla, cuando el 24 de julio de 1823, se libra la Batalla Naval del Lago de Maracaibo y cuando el 8 de noviembre de 1823, el General realista, Sebastián de la Calzada, le entrega su espada al General José Antonio Páez, en señal de rendición incondicional. Ese día se pone fin a

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la Guerra de Independencia y España deja de ser la Madre Patria, para conver tirse hasta hoy en la Patria Hermana. Le tocó a La Torre, el derrotado por Piar en la Batalla de San Félix dirigir la batalla final. El Mariscal y el Liber tador se conocían y, por esas ex trañas carambolas del destino, la primera vez que se izó la bandera de Venezuela en España, fue en Madrid, precisamente en el palacio del Mariscal La Torre, el “derrotado de Carabobo” y la invitada de honor era la mismísima Reina Regente de España María Cristina de Borbón, la viuda de Fernando VII. Asimismo, la nieta del Segundo Marqués del Toro fue Doña María Teresa Josefa Antonia Joaquina Rodríguez del Toro y Alayza (hija de Don Bernardo Nicolás Rodríguez del Toro y Ascanio) quien se casó el miércoles 26 de mayo de 1802 en la iglesia de San José en Madrid con Simón Bolívar Palacios “El Liber tador”. Su prima María de la Concepción Vegas Rodríguez del Toro, se casó con Miguel Luciano de la Torre y Pando en la Catedral de Caracas, el 24 de julio de 1819, el día en que el Liber tador cumplía 36 años. Después de Carabobo Don Miguel de la Torre fue nombrado por el Rey, Capitán General de Puerto Rico y luego de Castilla la Nueva, en España. Recibió el título de Marqués de Torrepando y murió en 1853 a los 67 años de edad. Cuando a mediados del siglo XIX fueron las comisiones de venezolanos a gestionar el reconocimiento de España a nuestra Independencia y demás asuntos legales, entre los más ilustres comisionados estuvo Don José Fermín Rodríguez del Toro y Blanco, conocido entre nosotros simplemente como Don Fermín Toro y se hospedó en el Palacio de Torre Pando cuya propietaria era su prima “Concha”, viuda del Mariscal y Marquesa de Torrepando. Culminadas las gestiones y alcanzado el mayor de los éxitos para nuestra naciente República, Don Fermín Toro solicitó permiso a la Reina para izar en su casa madrileña, la Bandera de Venezuela. Ella convino y así se hizo. A esa Bandera, adornada por siete estrellas en su franja azul, representativas de las siete provincias que inicialmente abrazaron la causa de la Independencia, a la que el Liber tador en 1817 ordenó añadirle una octava, en representación de la Provincia de Guayana, hay que añadirle dos más que representen a Coro y a Maracaibo, las cuales fueron las últimas en incorporarse. Se hace necesario explorar en el alma de nuestros enemigos como en la de nuestros amigos y, tal vez, lleguemos a la conclusión de que ni los buenos eran tan buenos ni los malos eran tan malos.

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Hemos estudiado los hechos y sus consecuencias, pero es necesario que sepamos también algo de sus motivaciones. Por ello, nos preguntamos: ¿Qué estaría pensando Pablo Morillo cuando su peor enemigo desmontó de la mula y lo abrazó? ¿Por qué pidió que le colgaran su chinchorro en la misma habitación donde dormía el Liber tador, con el propósito de quedarse conversando con él toda la noche? ¿Por qué razón, antes de par tir de Venezuela para siempre, lo último que hizo fue regalarle su caballo cuando se disponía a enviar Diputados al Congreso de Angostura? ¿Qué estaban sintiendo los soldados realistas cuando, en plena batalla, al ver que el General Páez se caía del caballo con un ataque epiléptico, en lugar de matarlo, se lo llevaron al campo patriota y se lo entregaron a sus soldados? ¿Imaginaría Fermín Toro, quien apenas tenía 14 años, que 22 años después estaría en Madrid, izando en la casa “del Derrotado de Carabobo”, la Bandera Tricolor “del Vencedor”? El Camino hacia Carabobo comenzó desde la misma mañana cuando desembarcaron los españoles a nuestras tierras, cuando vinieron con ellos también las injusticias y las contradicciones que, cinco siglos después, todavía no se han resuelto. Ahora bien, para nosotros los venezolanos del siglo XXI, la pregunta urgente y necesaria es: ¿Dónde empieza y dónde termina el camino hacia Carabobo? Muy cerca; desde la puer ta de la remota escuelita del rincón más apar tado de la Patria hasta la plaza del pueblo, existe un cor to trecho que podrán recorrer nuestros niños de preescolar, tomados de la mano de sus mayores, a oír la palabra orientadora de sus maestros, quienes les explicarán que ya han emprendido una marcha que los conducirá a Carabobo. Desde la plaza del pueblo hasta la entrada, marcharán los mayores en jornadas que los lleven hasta las carreteras y de allí, con el pueblo seguirán el camino que los conducirá hasta las grandes rutas que señaló nuestro Libertador, como los caminos que van a dar a Carabobo. Desde todos los puntos de nuestra variada geografía, desde los más apar tados rincones, desde las altas montañas andinas, desde la inmensa llanura con su horizonte, como la esperanza y todo camino como la voluntad, desde las intrincadas selvas de Guayana, desde la Costa del Mar, desde el Oriente y el Occidente, desde los territorios insulares y desde todas par tes, cada venezolano caminará hacia el amanecer, a encontrarse con sus raíces en el Campo Inmor tal de Carabobo. Creemos que es propicio el momento para planificar una gran marcha desde ahora y, cuando nos aproximemos al Bicentenario de la Gran Batalla de 1821, salgamos desde cada rincón de Venezuela.

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Proponemos que la marcha esté conformada inicialmente por niños y niñas, quienes irán aumentando en edad y en distancias, por las rutas de Urdaneta, de Bermúdez, de Zaraza, de Cruz Carrillo y las demás trazadas desde La Blanquera por el Liber tador y su comando; y cuando ya nos acerquemos a tan significativa fecha, los finalistas, los mayores, quienes hayan acumulado los méritos serán los que obtendrán el honor de caminar por el tramo final. Así como también quienes hayan culminado sus estudios con honores, logrando para Venezuela laureles en hazañas depor tivas, ar tísticas, científicas o de cualquiera otra índole serán los que transitarán el final del camino, el cual conduce de Taguanes al Campo de Carabobo, estable-

El documentalista Ángel Palacios.

cido definitivamente por el equipo designado por la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela. El tramo final de Taguanes a Carabobo, a pesar de ser un recorrido cor to es el más impor tante que existe entre nuestro pasado y nuestro futuro. Fue fijado definitivamente por una Comisión designada por el Rectorado de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela en 2014; integrada por los historiadores militares Coroneles Andrés Vizcarrondo Pulgar y Frank Zurita Hernández; los asesores históricos, Doctores Francisco Zurita Barrada y Germán Fleitas Núñez; el documentalista Ángel Palacios; los prácticos de ruta, Licenciada Glenda Victoria Ygarza y los profesores Oliver Betancour t Mendoza y Cecilio Parra Chirinos. La Comisión, a la cual nos enorgulleció per tenecer, respetuosamente puso todo en revisión y elaboró un Plan de Acción, consistente en identificar en el terreno y en la historiografía aquellos elementos que no guardaran concordancia con los hechos, debido a la falta de pruebas documentales o carentes de lógica y que hubieran sido generadores de controversias, dudas, inexactitudes, tradiciones sin fundamento y medias verdades. Los objetivos a identificar fueron el lugar donde acampó la noche del 23 de junio de 1821 el “Ejército Liber tador”, el Camino del “Ejército Liber tador”, la “Pica de Piedras Negras”, la “Pica de La Mona”, La “Pica del Liber tador”, el sitio desde donde disparó la ar tillería realista, el lugar exacto donde recibieron fuego de ar tillería las Unidades Patriotas, el camino recorrido por la Segunda División desde La Cayetana hasta el Zanjón de Guayabal, el despliegue de la caballería y los sitios de ascenso a la sabana de Carabobo. La Comisión revisó los libros, estudios, ensayos y tesis sobre la Batalla de Carabobo, especialmente los tex tos de Vicente Lecuna, Felipe Larrazábal, Lamber t, el Hermano Nectario María Pralón, Ar turo Santana, Eleazar

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El Profesor Oliver Betancour t Mendoza y el GD Frank Zurita.


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López Contreras, Landaeta Rosales, Manrique Tenreiro, Soto Tamayo, Bencomo Barrios, Jacinto Pérez Arcay, Pulido Ramírez y Emigdio Briceño entre otros autores. Merece la pena señalarse el apor te legado por las publicaciones de car tas y relatos en los periódicos de Inglaterra e Irlanda de los Oficiales quienes habían llegado a Venezuela en 1818 como miembros de la “Legión Británica”. Ellos en 1821 se habían transformado en el Batallón de “Cazadores Británicos”. El estudio de este abundante material, deja pocas dudas respecto a la esEl Dr. Francisco Zurita y la Licenciada Glenda Ygarza.

tructura y conformación de los ejércitos, planes de batalla, número de combatientes, logística, armamentos par ticulares y colectivos, municiones, campo de batalla, uniformes, duración de la batalla, maniobras en el campo y fuera de él, personalidad de los jefes, número de muer tos y heridos, anécdotas y curiosidades. Sin embargo, en lo referente al desplazamiento desde Taguanes al “Campo de Carabobo”, par ticularmente en los segmentos Taguanes - Buenavista y Buenavista - Gualembe, las descripciones han sido deficientes, confusas y equivocadas. No hubo profundidad en el estudio, se han adaptado versiones y tradiciones no comprendidas, pero que se han consolidado por la realización de eventos recordatorios de la batalla, como caminatas, cabalgatas y otros acontecimientos. Así, el hecho histórico y la verdad pierden vigencia y pasan a planos de olvido y desconocimiento que

El Profesor Cecilio Parra Chirinos, el GD Frank Zurita y el Dr. Francisco Zurita.

deben ser corregidos. Es así como en la prueba del maratón, de las competencias olímpicas, después de recorrer muchos kilómetros al aire libre, los finalistas entran en los espacios de un estadio donde coronan sus esfuerzos frente al público que los recibe y aplaude; los mejores de entre nosotros, recorrerán la misma ruta que entre Taguanes y Carabobo, recorrieron en el amanecer del 24 de Junio de 1821 los soldados patriotas para, después de recorrer veinte kilómetros, comenzar inmediatamente a combatir por la liber tad, bajo el mando supremo de El Liber tador. Culminará así, una marcha que comenzada, en las puer tas de las escuelas de la Patria, habrá llegado hasta su Altar más empinado, nuestro Olimpo, siguiendo las diferentes rutas, que, desde todas par tes, desembocan en el Camino de Carabobo. Es para mí motivo de mucha satisfacción prologar esta obra, escrita por un joven militar y su padre, a quienes conozco, aprecio y admiro por su cultura, su inteligencia y su calidad profesional y humana. El General de Brigada Frank Zurita Hernández, además de cumplir cabalmente con el mandato expreso asignado a la Comisión, ante el temor de que el informe corriera la suer te

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de casi todos los informes y que encontrara su descanso eterno en cualquier depósito, biblioteca, estante o archivador que son la antesala del olvido; logró junto a su padre el Doctor Francisco Zurita, conver tirlo en un libro ameno, de invalorable contenido, que a sus méritos pedagógicos, formativos e informativos, suma la posibilidad de conver tirse en invitación, inspiración y estímulo para trabajos posteriores. El General de Brigada Frank Zurita Hernández y el Doctor Francisco Zurita asumieron el reto de escribir para un público mayor y más heterogéneo que el que puebla las aulas de nuestra Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y lo han superado con éxito. Ahora deberán afrontar la crítica que despier ta toda obra, especialmente cuando plantean verdades nuevas y el veredicto del tiempo, dirá cuán valioso ha sido el apor te de la investigación y el lugar donde la obra deberá ubicarse. Seguro estoy que alguien se inspirará en este trabajo, continuará la indagación de alguno de los aspectos tratados, lo completará y lo superará. Esa será la mayor satisfacción del General Zurita Hernández y su padre, porque significará que su semilla ha germinado. Por ahora, siéntanse orgullosos de haber vencido a la desidia y a la desmemoria que habían mantenido en el terreno de los mitos y las leyendas, aspectos históricos y, sobre todo, geográficos de nuestra marcha mayor. Es necesario destacar el entusiasmo que en esta empresa tuvo el Mayor General Alexis Rodríguez Cabello, Rector Magnífico de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y hoy Comandante General del Ejército Bolivariano, así como el General Andrés Vizcarrondo Pulgar, juntamente con sus equipos de colaboradores, por haber fijado de manera científica, la recta final de nuestra ruta hacia la Gloria, que todos deberemos transitar algún día y, que por cier to, ni es recta, ni es final, ya que en Carabobo termina un camino, pero comienza otro. Germán Fleitas Núñez

Monolito que señala el lugar de la reorganización de los Batallones de la Primera División, a cargo del General Páez. Pica de la Mona.

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Amanecer en el Monolito del Chaparral. Señala el ascenso del Batallón Cazadores Británicos para acceder a la llanura de Carabobo.

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lugares de acceso a la Sabana de Carabobo del General Páez


Los Albores

MUCHO ANTES Mucho antes de la llegada DE LA LLEGADA DE de Cristóbal Colón, CRISTÓBAL COLÓN E N 1 4 9 8 , A L O Q U E S E R Í A V E N E Z U E L A , los territorios que hoy conocemos como estados Carabobo y Cojedes, estaban habitados por diferentes etnias indígenas, siendo la mayoría Caribes, que estaban ubicados básicamente cerca del lago de los Tacarigua, hoy nombrado Lago de Valencia, de sus ríos afluentes, y en los alrededores del río Cojedes. Esta raza había desplazado a los antiguos Arawacos, etnia de las más antiguas que poblaron el territorio del Nor te de Sur América, no está plenamente establecido el origen de este grupo étnico, se sabe que procedían de la selva amazónica, no tenía escritura, ni fue fabricante de cerámica, los Caribes, que tampoco tenían escritura, los absorbieron y tomaron palabras de aquella lengua, esto se deduce de los arreglos entre Francisco Fajardo, mestizo conquistador quien por su línea materna era caribe y el cacique Terepaima, descendiente arawaco, para el libre tránsito de Fajardo quien venía de Margarita hacia Valencia y el Tocuyo, que era su destino, por encontrar se allí el Gobernador de la Provincia, este trato, por supuesto verbal, se produce en 1560. Iniciado el proceso de conquista y población en 1499, los primeros en acercarse a estos territorios fueron Nicolás Federman 4 en 1532 y Juan de 4 En 1548 Nicolás Federman funda Borburata cerca de la gran salina de lo que después será Puerto Cabello. Todavía se discute si Federman pudo haber llegado a la laguna de Los Tacaricguas, así como también si lo hizo Villegas.

Villegas en 1548. Valencia fue fundada en 1555, como “Nueva Valencia del Rey”, por Alonso Rodríguez de Villacinda o Alonzo Díaz Moreno, este hecho debe ser considerado con reser va, ya que aún hoy existen dudas razonables respecto al fundador y a la exactitud de la fecha. Barquisimeto había sido fundada en 1552

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por Juan de Villegas. La Conquista de la Región Nor te Costera del Centro concluye prácticamente con la fundación de Caracas en 1567 por Diego de Losada, luego de doblegar a las tribus caribes; esto significa que los conquistadores y fundadores se desplazaron inicialmente por caminos indígenas, que con el pasar del tiempo se convir tieron en los Caminos Reales; así tenemos que, durante el siglo XVII, queda conformado el Camino Real que nace en Valencia. Este antiguo camino, lo ocupan hoy las avenidas Lara y Santos Michelena, las cuales confluyen en la Avenida Lisandro Alvarado, que, desde el casco histórico va al antiguo cementerio y al Hospital Central. Desde allí se accedía a San Luis y a Tocuyito. En este trayecto existieron pequeños caseríos, cuyos nombres han sobrevivido, convir tiéndose en barriadas y urbanizaciones. Uno de los nombres que aún existe es el de Mamanitas. Este se hizo célebre a comienzos del siglo XX por la presencia de un tipo de león llamado barreteado. Esta referencia la hizo Luis Ramón Biggot, propietario de la gran hacienda 5

San Luis, hoy en día, San Luis Countr y Club. Seguimos en dirección Oeste, hacia San Carlos de Austria, fundada en 1678, pasando por Tocuyito, Sabana

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5 La presencia del león barreteado dio origen a muchísimos cuentos de cazadores que aún hoy, gente de mediana edad comenta con asombro.


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Desde Las Taparitas. Vista del Monolito que identifica al Cerro la Cayetana.

de Carabobo, Chirgua Abajo, Tinaquillo y Tinaco. En ese mismo siglo XVII, se tiene noticia de una vía muy accidentada que, a través de la Serranía de Acercamiento al Monolito del Cerro la Cayetana.

Las Hermanas, permitía ir a Tinaquillo, desde el sitio Campo Carabobo, sin tener que ir a Chirgua Abajo. Éste camino, llamado de “Recuas” pasaba por puntos que hoy en día existen conver tidos en poblaciones; y en sentido Este - Oeste desde Campo Carabobo, en la ruta a San Carlos de Austria, encontramos El Naipe, La Cayetana, El Barniz y Taguanes; desde y hacia esta primitiva vereda indígena, f luían otras que conectaban con poblaciones al Nor te como Montalbán y Nirgua, así como al Sur a otras como El Pao de San Juan Bautista, Pegones, Aguirre y más distantes como El Baúl y Guadarrama. Así pues, este antiguo “Camino de Recuas” y las llamadas “Picas” fueron de uso por el Liber tador Simón Bolívar y su ejército, el 24 de Junio de 1821, luego de recorrerlo, entre diecisiete y veintiún kilómetros, según la ruta usada por cada una de las divisiones del ejército para librar la Segunda Batalla de Carabobo. La primera Batalla de Carabobo se desarrolló el 28 de mayo de 1814.

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La Consolidación: Vista desde el Cerro La Centella hacia el Monolito del Negro Primero. Detalle del camino que recorrió la infantería de la Primera División.

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La Consolidación En la medida que se iban desarrollando las poblaciones, S E I N C R EM EN TA B A L A I N T ER ACC I Ó N y el comercio entre sus habitantes; el uso de carruajes estaba reducido exclusivamente a las principales ciudades: Caracas, Valencia, Barquisimeto, San Carlos y Coro. Las carretas, vehículos de transporte terrestre conformadas por ejes de ruedas no existían Camino que emprendió el Ejército Liber tador, cerca de la desembocadura de la quebrada de Taguanes, en el río Chirgua, vía el Barniz. Las movilizaciones de personas y mercancías era a pie y a lomo de bestia (asnal, mular y caballar). 6 Tanto me había insistido mi papá en esta cualidad de los caballos sobre las mulas, que yo quise ponerlo a prueba. Así fue como en 1995, siendo plaza del 5102 Escuadrón de Caballería Motorizada Coronel Hermenegildo Mujica Ramos, ubicado en Santa Elena de Uairén, estado Bolívar, le comencé a hablar a un buen amigo, el hoy Coronel Luis Eduardo Sosa González de esta habilidad de los caballos y casualmente un día en que nos encontrábamos pasando revista a los límites del Fuerte a caballo, pasamos por el polígono donde se encontraba una unidad en entrenamiento, le propuse que tomáramos cada uno un fusil y efectuáramos un disparo desde la montura a una silueta en el campo de tiro. Si toda esa teoría contada por mi papá referente a que los caballos no rehúyen al combate y más bien se excitan al escuchar el tronar de los cañones, el fuego de los fusiles, el choque de las espadas y las lanzas, era cierta, entonces no se corría ningún riesgo en disparar montado sobre el caballo, y que este saliera huyendo despavorido como las mulas. Convencido mi compañero de aquella teoría, disparó su fusil y el caballo se puso en alerta, miró hacia el frente

en el continente antes de la llegada de los conquistadores europeos. Durante la colonia estaban en todos los lugares donde el terreno lo permitía. El resto de las movilizaciones de la gente y mercancías era a pie y a lomo de bestia (asnal, mular y caballar). Cuando un grupo de estos animales de carga alcanzaba a más de cinco, se le llamaba “Recuas”. El ganado bovino es completamente ineficiente para cargar, por ello, básicamente se le utiliza para arrastrar. De todos estos, el más eficiente por su capacidad de carga es la mula, que puede llevar entre 90 y 100 kilos por jornada, algunas pueden sopor tar más; el burro puede cargar también ese mismo peso, pero en jornada mucho más cor ta que la programada para la mula, lo que obliga a cargar y descargar, varias veces en un trayecto largo y esto implica retardos y contratiempos. El caballo, originario de América, migró a Asia por el estrecho de Bering, y regresa al continente con Colón después de más de cincuenta millones de años. Fundamentalmente se usaba el caballo para transpor tar gente, en ciudades topográficamente planas, con declives o cerros medianos, evitando los terrenos exageradamente quebrados y pantanosos; eventualmente podía llevar alguna carga, tirar de carruajes y carretas. La mula y el burro pueden montarse, tirar de carruajes y carretas, pero la mula es insuperable para llevar carga, sobre todo en lugares quebrados y extremadamente difíciles; también resulta excelente, al ser ensillada, aunque en la velocidad y el brío está muy por debajo de la del caballo. El caballo es insuperable para las batallas y la mula por su imprevisibilidad pocas veces fue usada en combate. 6 De esta última afirmación, les presento lo ocurrido al General Joaquín Crespo en la Batalla de la Mata Carmelera, estado Cojedes, cuando se desplazaba en una mula y no en su caballo de guerra. El Dr. Germán Fleitas Núñez en su obra Palabras al Viento (1995, p. 19) relata lo siguiente:

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“El general entra al campo de batalla jineteando una mula.

ramado encima de unos árboles y ordena avanzar al flanco

y levantó sus orejas como buscando ubicar donde había impactado el proyectil y como si fuera un rayo, salió disparado en veloz carrera. Sin embargo, no corrió en sentido contrario del objetivo, es decir, en franca huida, no, el animal corrió como una locomotora sin frenos hacia donde estaba la silueta a unos 200 metros, mi compañero soltó el fusil y agarró las riendas pero el caballo no frenó, sobrepasó la línea de blancos y se perdió tras una colina. Cinco minutos después, regresó al trote pero sin su jinete, con los estribos bamboleándose en el aire. Detrás de él, a unos diez minutos, apareció mi amigo caminando renco y con una mano en la espalda, lleno de barro su uniforme, porque el caballo lo había tumbado. De esta manera, comprobé que todo lo dicho por mi papá y demás anécdotas y

izquierdo, en el cual Wieddemann comandaba la Caballe-

relatos sobre la valentía del caballo en combate, era cierto.

Viste camisa blanca, chaleco, capa al aire y sombrero blanco de Panamá. Un “blanco” demasiado vistoso para sus enemigos. Su caballo más famoso se llamaba “Grageas”, pero esta vez llevaba consigo de remonta a un hermoso ejemplar puer torriqueño llamado “Gato Andaluz” lo trae un soldado. Viene Crespo adelante. Es un hombre imponente; su estatura es mayor a 1.70 metros; pesa 80 kilos, hermosa barba, gallardo por te, es el nuevo centauro. A su lado su compadre, el Dr. José Ramón Núñez, de la población de Or tiz, y su yerno el Dr. Isaac Capriles, médico, detrás sus edecanes y ayudantes. Descubre al enemigo enca-

ría, comienzan los disparos. La mula se encabrita con los primeros fogonazos y los francotiradores le disparan, dándole muer te.” Así pues, montar una mula en batalla, visto lo que le ocurrió al General Crespo no es muy aconsejable. Una jornada es el recorrido que se estimaba posible en condiciones normales en un día y se calculaba con base entre nueve y diez leguas; una legua equivale a cinco mil quinientos metros (5,5 kilómetros). Los venezolanos de aquella época y los de ahora, nos hemos acostumbrado a conver tir la legua en cinco kilómetros. En los terrenos difíciles la jornada se reducía de ocho a siete leguas, aunque muchas veces, se establecieron y existieron jornadas de quince y más leguas, sin embargo estas eran raras y excepcionales, la jornada de entre nueve y diez leguas era casi la norma y de esta manera se prolongaba la vida útil de estos animales, los cuales gozaban de gran valor y aprecio en aquella epoca. Un ejemplo de jornada excepcional, lo constituye el trayecto recorrido por el Marqués de Casa León (julio de 1812) quien saliendo de Caracas en la madrugada llegó a La Victoria, para entrevistarse con el Generalísimo Francisco de Miranda, entre cinco y seis de la tarde del mismo día, haciendo un recorrido de ochenta y cinco kilómetros o lo que es igual a diecisiete leguas en un día. No se ha podido determinar, si hubo remonta en San Pedro de Los Altos, sitio más o menos intermedio entre Caracas y La Victoria. Era una jornada muy exigente.

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7 Refiere el Dr. Germán Fleitas que el día en el que Don José Giacopini Zárraga cumplió ochenta años, su amigo el Dr. Alberto José Vollmer Herrera le ofreció un almuerzo en la hacienda Santa Teresa, en El Consejo. El ilustre historiador y político estuvo rodeado de sus alumnos y admiradores y la jornada se prolongó hasta entradas las horas de la noche. Fue punto central de la celebración el tema de las mulas. Don José, experto petrolero, historiador, especialista en equitación y, sin duda alguna, el último juglar nuestro. Fue el venezolano que más conoció de caballos, desde su genética hasta saber de dónde salieron los de la Independencia. Tanto era su sabiduría que tenía un sillón con su nombre en la célebre Escuela Española de Viena, formada con los caballos que el Rey Carlos IV le regaló al Emperador Austro Húngaro, de cuyo Consejo Consultivo fue Miembro de Honor. Aquella memorable tarde, Don José pidió que le ensillaran una mula de la cría que existía en la hacienda y, al cabo de un rato, estaba frente a nosotros la briosa acémila, enjaezada con hermosos arreos. Lo primero que hizo Don José fue hincarse de rodillas, tocar el suelo con la mano derecha, persignarse, rezar una oración en el más absoluto silencio, pararse, montarse en la mula y, buen jinete como era, dio un


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Ruta de la Tercera División. Camino de Recuas, sector quebrada El Loro. verdadero recital de equitación que incluyó trotes, galopes, paradas de mano, reverencias y todas las demás demostraciones de su habilidad de caballero. Después de dos horas se bajó de la mula, se arrodilló nuevamente, volvió a rezar y se vino hacia su extasiado público a recibir las felicitaciones. La primera pregunta se la formuló el Dr. Alberto José Vollmer Herrera interesado en saber cuál oración había rezado para que la mula no lo tumbara. El Dr. Giacopini aclaró: “Yo no recé para que la mula no me tumbara sino para cumplir mi penitencia”. Al observar la curiosidad de todos aclaró: ”La mula es un animal maldito porque no cumple con el sagrado deber de la reproducción y como tal, no puede ser montada, sino por damas o por clérigos. Quienes no somos ninguno de los dos, necesitamos una Dispensa Episcopal que solo pueden conceder los Obispos previa la imposición de una penitencia, que, en mi caso, es rezar de rodillas un Padre Nuestro antes de montarme y otro al bajarme”. Seguidamente, nos mostró una copia plastificada en miniatura de la suya, firmada por el cardenal José Humberto Quintero y sellada con los sellos del Arzobispado de Caracas. Por supuesto que, al siguiente día todos estábamos solicitando al Obispo de Maracay nuestras Dispensas, al llevar todos los requisitos que establece el Derecho Canónico.

El llamado ganado mular, machos y hembras, son animales híbridos (cruce de dos especies diferentes) en este caso es el resultado del cruce de burro con yegua, el cruce de caballo con burra, poco se practica porque se obtiene un animal conocido como “Burdégano” con más parecido al ganado caballar que no es eficiente para cargar, ni para ser ensillado. Todo el ganado mular es estéril, esto se debe a que el ganado caballar tiene 64 cromosomas y el asnar 62, el producto tendría 32 cromosomas de la yegua y 31 del burro lo que da un total de 63 cromosomas, número indivisible entre dos, y de esto resulta la esterilidad. Tanto la mula como el mulo, que es mejor conocido como “Macho” son incapaces de reproducirse. Las hembras de estos animales, son anatómicamente aptas para sostener una preñez, siempre y cuando, sea producto de un trasplante de embrión. Esta situación de esterilidad llevó a que, de acuerdo con lo establecido por la Iglesia Católica, se le aplique el calificativo de animal “maldito” que solo podía ser montado por curas o mujeres y los hombres requerían de una Dispensa para poder hacerlo. 7 Afor tunadamente esto no se cumplió en América al pie de la letra. Así, pues tenemos, que la comunicación entre Valencia, El Pao y San Carlos se hacía por el Camino Real y el primitivo Camino de Recuas que atravesaba las montañas; no significa esto que no transitaran ganado y bestias por el Camino Real, sólo que por el Camino de Recuas era más rápido, pero también más peligroso por las características del terreno, así como por la presencia de bandidos y ladrones, quienes hacían vida en aquellos montes; el Camino Real ofrecía más seguridad y más lugares para el aprovisionamiento y descanso.

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El Río Chirgua, en el sector Taguanes Viejo, señala el límite entre los estados Carabobo y Cojedes. Nótese al fondo el camino que sube al caserío de Taguanes Viejo señalado por el Hito que indica la ruta que siguió el Ejército Liber tador.

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Los estados Carabobo y Cojedes El estado Carabobo, debe su nombre A UN VOC ABLO, POSIBLEMENTE ARAWACO, que significaba lugar de mucha agua. También se asocia a una especie de palma pequeña, cuyas hojas se usaban para techar casas, otros lo asocian con una lluvia per tinaz que llamaban “Calabobos” y aunque hay otras opiniones, me quedaré con estas, par ticularmente con la primera. Cier tamente hay muchas quebradas y llueve bastante, pero cuando se comenzó a levantar el monumento se hizo necesario la construcción de un dique en la quebrada Carabobo, a más de tres kilómetros al noreste, con el respectivo acueducto para traer el agua necesaria. Así que lo de “Lugar con mucha agua” podría no estar lejos de la verdad, aunque debió ser mucho tiempo atrás, cuando corría agua por muchos cauces que ahora están secos. Los restos del dique aún bien conser vados, pueden ser visitados a esta fecha, bien siguiendo el curso de la quebrada, o por lo que queda de la antigua vía, construida para llevar materiales. Todavía quedan algunos de los pilares que sir vieron de sopor te al sistema de canalización del agua y pueden verse perfectamente desde El Mirador y desde La Plazoleta donde se erigió El Monolito del Chaparral, lugares de acceso a la Sabana de Carabobo del General Páez y el batallón de Cazadores Británicos. Cojedes, lo debe al Río Cojedes, descrito por Nicolás Federmann en 1532. 8 En Borburata se encontraban muchos indigenas por el asunto de la salina, pero no podían entenderse entre ellos; los Caracas (Caribes) no entendían el idioma Taguano, o Taguane, esto puede encontrase en “Los Juicios de Residencia” y debemos recordar que, contrario a Caracas que tuvo puerto posterior a su fundación,Valencia es posterior a su puerto.

No está muy claro, cómo era el sonido original, que también se atribuye a los arawacos, dado que pudo haber una germanización del sonido, que luego fue españolizado, tal como ocurrió con muchos otros nombres. Es prudente recordar que el primitivo puer to que brindó ser vicios a la Nueva Valencia del Rey fue conocido como Borburata o Burburata, 8 escenario de muchos asaltos de piratas, posteriormente fue substituido por Puer to Cabello. El antiguo lugar de asentamiento de Borburata, es hoy ocupado por los Astilleros Nacionales DIANCA.

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Existe la creencia de que los restos de Diego de Losada fueron enterrados en la antigua Borburata y no en los alrededores de la carretera que actualmente conduce a la población de Cubiro en el estado Lara, donde se ha hecho un señalamiento. La actual Borburata es la reubicación por las obras del astillero. Los territorios que hoy conforman estos estados, en principio formaron parte de la Provincia de Caracas, que era la más grande y poblada de la Capitanía General de Venezuela. Para 1840, estaba conformada una entidad única llamada Provincia de Carabobo, y para finales de ese siglo XIX, formaban par te de lo que se conoció como estado Zamora. Desde la primera mitad del siglo XX están separados y sus perfiles geográficos y límites se establecen bajo la administración de los Generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. La Sabana de Carabobo pasó a la lengua de los conquistadores, seguramente con deformaciones fonéticas; también fue conocida con el nombre de “Cerro de La Mona”, ya que tiene un declive al sur, y lo que se llamó “Cerro de La Mona” corresponde a la par te más elevada, donde están los nacientes de los Zanjones de La Madera y Bravos de Apure. El célebre realista José Domingo Díaz se refiere a la Segunda Batalla de Carabobo como “Batalla del Cerro de La Mona”. Respecto a la Sabana de Taguanes, es un vocablo español, “Taguan” y su plural “Taguanes” que significa Escondite y Escondites respectivamente. Resulta un tanto fácil de entender que se pueda esconder algo enterrándolo en aquellas inmensas soledades y tal vez se explica mejor, tomando como referencia el antiguo caserío de Taguanes (viejo) donde hay muchísimos lugares para esconderse o esconder algo, dada su ubicación cercana a la montaña. La presencia en Borburata de indios Taguanos ha generado una confusióna que aún no se ha resuelto. El río Chirgua tiene sus nacientes más al nor te de Cariaprima, en las montañas conocidas como fila de Las Aguadas. Su nombre es de origen arawaco, así como la etnia que ahí habitaba, llamados “Chirguas”. Es uno de los límites entre estos estados. Da nombre a dos pueblos: el primero, Chirgua Arriba, situado al Nor te, cerca de un sitio nombrado “La Mona”. Este territorio fue explorado por Juan de Villegas, fundador de Barquisimeto y ascendiente del Liber tador. Aquí encontró oro, lo que dio impor tancia económica al lugar. Más al Nor te, existe una hacienda cafetalera llamada “Cariaprima”, propiedad de Bolívar para 1821. Era pasaje obligado en la ruta que se usaba para ir a Puer to Cabello, pasando por Trincheras. El segundo pueblo, Chirgua Abajo, estaba en la margen izquierda del río, Camino Real al Pao y San Carlos.

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CAMPO DE CARABOBO

VIVAC

TINAQUILLO

AGUIRRE

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EMBALSE DE CACHINCHE

Imagen 01

En color rojo se muestra el trayecto del Camino Real Tinaquillo - Chirgua - Campo

CAMINO RE AL

de Carabobo. Esta era la ruta de uso común durante los siglos XVIII y XIX debido a su

TINAQUILLO - CHIRGUA - CAMPO DE CAR ABOBO.

comodidad y servicios para el tránsito. El pueblo de Chirgua Abajo, quedó sumergido

CAMINO EMPRENDIDO POR EL

en las aguas del embalse de Cachinche en la década de los años 70 del siglo XX. En este

EJÉRCITO LIBERTADOR .

pueblo era donde se cruzaba el río Chirgua. Nótese lo alejado que se encontraba del camino emprendido por el Ejército Libertador señalado con el color amarillo. El Vivac es un campamento, especialmente militar, instalado de manera provisional para pasar la noche al raso. Acampada al aire libre.

En Chirgua Abajo, se vadeaba el río y continuaba el camino, que pasando por Aguirre, iba a Tinaquillo, Tinaco y San Carlos. Existe una carretera que fue trazada sobre una antigua pica, que, saliendo del camino de Recuas, terminaba en la carretera llamada Gomera, hoy concluye en la Autopista José Antonio Páez, aquí a la orilla de la autopista, ha surgido un pequeño pueblo llamado Chirgüita. Desde el Camino Real antes de llegar a Aguirre, ubicado en él, salen unas picas: al Nor te que conducen a Taguanes y otras al Sur que van a El Baúl y otros pueblos. Chirgua Abajo, desapareció al quedar sumergido en las aguas del embalse de Cachinche. Imagen 01.

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Monumento a la Batalla de Taguanes (1813), librada por el Liber tador Simón Bolívar, en el marco de su Campaña Admirable. Sabana de Taguanes, estado Cojedes.

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Bautismo de fuego

No existen registros historiográficos D E LU C H A S I M P O RTA N T E S entre conquistadores e indígenas en esta área (eje Valencia - San Carlos). Las más reñidas y significativas, cercanas a estas antiguas rutas, me refiero al Camino Real y al Camino de Recuas, se dan en lo que hoy es Nirgua con la larguísima resistencia de los Jirajaras, quienes enfrentaron una estrategia, que citaré por curiosa. Fue el uso de negros libres que lucharon a favor de los conquistadores. Al final de esta contienda se generó una situación sin precedentes, donde los negros, una vez derrotados los indígenas, amenazaron al Gobernador, y solicitaron la posesión de una extensa región que alcanzaba hasta la costa y sobre este par ticular, Alejandro Humboldt, deja un testimonio muy impor tante y preciso en su obra Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Mundo (1985): “Pocas familias de blancos, quieren habitar un país donde predomina un régimen tan contrario a sus pretensiones, y la pequeña ciudad (Nirgua) es llamada por mofa la Republica de los zambos y mulatos. Tanta imprudencia es para el gobierno favorecer a una sola casta, como aislarla privándola de sus derechos naturales.” (p. 184). Este fue el resultado de aquella lucha que ex terminó a los Jirajaras, cuyo nombre quedó reducido al de una hormiga que aún habita en la región y tiene aguda ponzoña. Aunque el Gobernador contraatacó y derrotó las pretensiones de los negros, estos se dispersaron pero no abandonaron la zona, y tiempo después se instalaron en los restos de Nirgua, llegando a ser una mayoría casi absoluta respecto a los blancos. El uso de negros libres como combatientes en Caracas y otros lugares, fue una recomendación de

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Garci González de Silva, quien ya lo había puesto en práctica para combatir a los Cumanagotos en las cercanías del río Unare. Pues bien, el bautismo de fuego, se da en julio de 1813, en el inicio del Camino de Recuas en su salida de Tinaquillo, me refiero a la Batalla de Taguanes, librada por el Liber tador, en el marco de su Campaña Admirable, hoy un monumento nos recuerda el lugar. Luego vendría mayo de 1814 con la Primera Batalla de Carabobo, donde el Liber tador triunfa sobre el General español Juan Manuel Cajigal, es el mismo escenario donde se producirá la segunda Batalla de Carabobo en 1821. La Primera Batalla de Carabobo se realizó en sentido Este - Oeste, es decir, Campo de Carabobo a Taguanes y la segunda, en sentido contrario. El eje es el antiguo Camino de Recuas. Tres veces tríunfaron la Patria y el Liber tador en este lugar y tres derrotas, sufrió la Patria en el sitio de la Puer ta en San Juan de los Morros, incluyendo dos de ellas del Liber tador. Luego de 1821 sobre esta misma ruta, hubo grandes movilizaciones militares en la llamada Guerra Federal, las mismas no pasaron de eso, por la repentina muer te del General Ezequiel Zamora en San Carlos, que cambió el curso de la historia. Los últimos sucesos más o menos impor tantes del siglo

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Vista panorámica de la Sabana de Taguanes, estado Cojedes. Escenario de la batalla en 1813.

XIX los protagonizó el General Matías Salazar, cuando se alzó contra el gobierno del General Antonio Guzmán Blanco. Tocuyito fue el escenario de la batalla entre los par tidarios de la Revolución Restauradora y el gobierno del General Andrade en 1899. La tradición histórica oral, cuenta de unos cimientos, ubicados cerca de la margen derecha de la quebrada El Lorito en su cruce del Camino de Recuas que fueron de una de las casas que sirvió de Cuar tel General a Matías Salazar. Esta casa estaba en pie cuando el 9 General López Contreras, la señala en 1930. Para 1968 cuenta mi papá que al lado de esas ruinas habían hecho un rancho que tenía algunas tejas, muy probable de la antigua casa, hoy no quedan rastros visibles a simple vista. Después de estos encuentros militares, 9 Con la finalidad de evitar fatiga en el lector no castrense, omitiré la expresión “mi”, característica del lenguaje respetuoso que exige la educación militar, como gesto de subordinación, al referirme a militares más antiguos que son citados en el texto.

se registran acciones no muy impor tantes por par te del General José Manuel Hernández, a quien la historia recuerda más como “El Mocho Hernández”, responsable de la muer te del General Joaquín Crespo. Estos eventos ocurrieron lejos del camino, porque ya existía la carretera que construyó el General Antonio Guzmán Blanco. La historia militar del Camino de Recuas había quedado en el pasado.

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Mis primeros contactos con el Campo de Carabobo

SIENDO NIÑO Siendo niño

M I S PA D R E S M E L L E VA RO N a muchos lugares históricos como: la Casa Natal del Liber tador, el Panteón Nacional, la Casa Amarilla, la Quinta Anauco y la Iglesia de San Francisco, lugar donde se reconoció a Simón Bolívar como “El Liber tador”. Recuerdo que durante la visita a la Casa de San Mateo, mi mamá nos narraba sobre el heroísmo de Antonio Ricaur te. Su historia evocaba aquel año de 1814, imaginándonos cómo sería la vida en esa hacienda; la breve estadía de Simón Bolívar al lado de su amada esposa María Teresa Rodríguez del Toro y su andar por aquellos corredores que recuerdo mucho. Mi mamá se llama Juana Josefina y casualmente nació un 24 de Junio de 1944. Ciento veintitrés años después de la batalla a la que dedicamos este libro. Es una mujer hermosa por fuera y por dentro y, a par te de su bondad que es infinita, posee la cualidad de hacer te amar las cosas de tu patria como nadie sabe hacerlo. Lo que te describe y te hace admirar, queda en tu mente y corazón para siempre por más insignificante que sea.Yo la relaciono mucho con el alma y espíritu de ese gran cantautor venezolano, como lo fue Luis Ma-

Arco de Triunfo en el Campo de Carabobo, inaugurado en 1921. Fachada Este y busto del Teniente Pedro Camejo.

riano Rivera. Son personas capaces de hablar con tanta sensibilidad y amor de los temas más sencillos de la naturaleza, que sus relatos, son un viaje a lo profundo de esa sabiduría popular ancestral. Escuchen una canción de

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Luis Mariano Rivera como Canchunchú Florido, La Guacara o Cerecita y entenderán lo que les digo. Así fue como ella me enseñó a querer a mi patria y es a ella, a quien en primer lugar, le debo todo lo que soy. Mi papá siempre comparó esa casa de San Mateo, por su forma y por los característicos áticos, con una casa de Los Teques, donde funcionaba el Colegio María Auxiliadora, la cual a principios del siglo XX, fue la casa de campo del Dr. Adolfo Bueno, médico personal del General Juan Vicente Gómez, y luego del Dr. Laureano Vallenilla Planchar t, hijo del historiador y sociólogo Laureano Vallenilla Lanz. Para mediados de 1975, mi papá ejercía su profesión como Médico Veterinario en vaqueras y haras (palabra de origen galo), que se usa en Venezuela para designar los establecimientos pecuarios, que producen Caballos Pura Sangre de Carreras (PSC); su actividad lo llevaba por casi todo el país. Quisiera antes de continuar adentrándonos en la historia, darles una breve descripción del Doctor Francisco Zurita Barrada a quien algunos buenos amigos y yo denominamos el “Hombrecito”. Se trata de un personaje de los que ya no se ven por allí. Es el hombre de las mil anécdotas, un venezolano patriota hasta los tuétanos, poseedor de una vasta cultura, su profesión de médico veterinario le llevó por toda Venezuela y es el único venezolano que conozco que en el año 1973, hizo la travesía de la Campaña Liber tadora de la Nueva Granada desde Mantecal, pasando por la región del Casanare hasta llegar a la cordillera de los Andes, para luego tramontar el Páramo de Pisba y caer el en Valle del Sogamoso en la actual Colombia, todo esto siguiendo las huellas del Liber tador. Esta circunstancia (ser un veterinario recorriendo campos) sumado a un amor infinito por su tierra, dotado de un espíritu aventurero y de unas condiciones físicas excepcionales, lo convir tieron en uno de los hombres que más conoce sobre caminos Precolombinos, de la Colonia y de la Independencia de Venezuela. Yo lo llamo la “Autoridad Única” en esa materia. Para ilustrar mejor en el lector ese espíritu de sacrificio ante la fatiga, característico del Doctor Zurita, les voy a narrar una anécdota que a mi parecer, describe al personaje y le da ese toque de carisma o fuego sagrado que pocos seres humanos logran poseer. Siendo él estudiante del primer año de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Central de Venezuela (1964) ubicada en Maracay Estado Aragua, se destacó por su excelente rendimiento académico, al punto de ganar una beca otorgada por el Instituto Nacional de Hipódromos, al obtener una sobresaliente nota (19 puntos) en la materia de Anatomía I.

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Tal rendimiento llamó la atención del prestigioso y brillante médico veterinario Dr. Guillermo Quintero †, que para esa época y hasta su retiro, fue un afamado profesor universitario, especialista en Reproducción Animal. El Doctor Quintero le preguntó después de felicitarlo por sus logros académicos en Anatomía si quería acompañarlo en algunas de sus prácticas de campo, ya que Eduardo Eugenio Pacanins Niño, compañero de estudios de mi papá y propietario de la Hacienda La Quinta, donde el Doctor Quintero era veterinario, se lo había pedido. Evidentemente era una opor tunidad única la que se le estaba presentando al joven Zurita, quien dijo que sí. A pesar de ello, había un inconveniente. Para ir a la práctica, el Doctor Quintero fijó como punto de reunión la Encrucijada de Cagua. El lugar exacto todavía existe y se trata de una estación de ser vicio. La cita era dos veces a la semana a las 4 am. El problema era que mi papá no tenía carro y esto no se atrevió a decírselo al profesor, simplemente estuvo de acuerdo y comenzó la odisea. Me cuenta mi papá que él vivía en una residencia cerca del estadium de Los Tigres de Aragua, en la calle Ayacucho, que estaba a unos veinte kilómetros de la Encrucijada de Cagua. Para la época el horario del transpor te público no permitiría cumplir con el compromiso cabalmente. Así, con ese espíritu resuelto que lo caracteriza, se trazó el plan de irse caminando desde la residencia hasta el lugar convenido en Cagua. Es decir, caminar durante siete horas, a un promedio de tres y medio kilómetros por hora, para lograr hacer el largo recorrido y estar a las 4 am en el punto de encuentro. De esta manera, comenzó a caminar los días que había práctica (dos veces a la semana) desde Maracay, vía Autopista Regional del Centro hasta la Encrucijada. Salía entre 8 y 9 pm y llegaba a eso de las 2:30 o 3:30 am, para luego esperar hasta las 4 am que llegara a buscarlo su profesor. Esta situación se sostuvo así durante un año, hasta que el Dr. Quintero en una conversación, se enteró de este sacrificio y luego del asombro, comenzó a buscarlo en la residencia. Según mi papá este sacrificio no tenía nada de extraordinario ya que en esa época, no todos tenían carro y los pobres desde chiquitos, estaban acostumbrados a caminar largas distancias. Mi abuela, por ejemplo, que quedó huérfana siendo muy joven, por allá en uno de esos campos calurosos y desér ticos a las afueras de Barquisimeto, vía Quibor, se vio obligada a caminar todos los días un promedio de casi veinte kilómetros, para vender en el centro de la ciudad el Pan de Horno que les daba el sustento a ella y sus hermanas. Mi papá y mis tíos, siendo niños y viviendo en Caracas, estudiaban en Los Teques y tenían como rutina, ir a pie de Los Teques hasta las Adjuntas cerca de Macarao, utilizando como

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camino la línea del tren, un trayecto que tiene aproximadamente doce kilómetros. Todo esto para ahorrase un real de pasaje. Así se formó el Doctor Zurita y de allí la explicación que hoy a sus 76 años, continúe dando el ejemplo a miles de cadetes, en cada una de las marchas histórico-militares que realiza la Universidad Militar. Ahora sí, continuemos con el relato de mis primeros pasos por el Campo de Carabobo. Un día, mi papá me llevó al “Parque Safari Carabobo”, ubicado en la carretera que va a Bejuma, cerca de su inicio en la llamada “Encrucijada de Carabobo”. Era un paisaje muy parecido a la sabana africana, recuerdo perfectamente los leones, acostados a la orilla de la vía por donde iba el carro, no había jaulas, vi cebras, avestruces, era algo asombroso. Este parque dejó de funcionar después de un gran escándalo que conoció todo el país. No se llegó a saber exactamente la causa y al respecto se dijeron muchas cosas, tales como fraude financiero, delitos aduanales y sanitarios en la impor tación de fauna exótica etc., pero el problema que trascendió al público, fue la desaparición de los burros en casi toda Venezuela, a lo que siguió la de los chivos, y en lo que a mí respecta, oía decir que se estaban desapareciendo los perros, de los cuales yo era doliente. Las denuncias apuntaron en contra del “Safari”, en cuanto a que los burros y otros animales, eran usados para alimentar a los leones. finalmente, debido a la opinión pública y por diversas razones poco conocidas, se puso punto final al “Parque Safari Carabobo”, mi papá me dijo que todos los animales del parque habían muer to de hambre. Pero como todo en Venezuela tiene su toque de fantasía, se especuló que el abandono de las instalaciones, había permitido que dos leones se escaparan sembrando pánico en las montañas cercanas, naciendo un sinfín de historias de valientes cazadores, de desaparecidos y desaparecidas víctimas de las fieras escapadas. Cada quien inventó una historia para aparecer o desaparecer, de acuerdo a las circunstancias. El mismo día que visité el “Safari”, mi papá también me llevó a conocer el Campo de Carabobo y quedé fascinado, la Avenida era inmensa, también el Arco de Triunfo de Carabobo, había muchas matas de mango y gente practicando marchas, supongo que se acercaba la conmemoración de la batalla, estos son mis primeros recuerdos de aquel paseo en mi infancia. Ya cuando í bamos a regresar, se acercó un militar conocido de mi papá y comenzaron a comentar el notable deterioro del Campo. Fuimos a un sitio cercano donde había una cría de pollos y muchos ranchos;

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ese era el Campo de Carabobo, apenas a cuatrocientos metros del Monumento. Ellos siguieron hablando hasta que retornamos a la Avenida. Mi papá dijo al regreso a Los Teques que en ese lugar de la cría de pollos se había realizado gran par te de la batalla; me habló del Liber tador, del General Páez, del General Sucre y mucho de Boves. El militar que habló con mi papá, fue el Capitán Eduardo Pocaterra, quien culminó su carrera como Coronel, y hasta su muer te fueron buenos amigos. En una de las tantas visitas al Campo de Carabobo, fuimos a la Clínica Veterinaria San Francisco, ubicada en Tocuyito, era la mejor de Venezuela, y según mi papá, también de Sur América, uno de sus propietarios era el Dr. Eduardo Larrazábal, Cirujano especialista en caballos de carrera, fue profesor de mi papá, y sus hijos, el Dr. Carlos Larrazábal, Cirujano Veterinario y buen amigo mío; también los veterinarios el Dr. Juan Pablo Larrazábal y el Dr. Francisco Larrazábal, quien fue asesinado vilmente. Él nos acompañó en algunos paseos por el Campo. En aquel momento, había mucha gente allí, era una reunión de caballistas, se estaba organizando una cabalgata desde Taguanes hasta el Campo de Carabobo. El lugar donde estaba la clínica y las instalaciones del haras, formaron par te de la hacienda que estableció cerca de Tocuyito, el General Johannes Uslar, que llevó por nombre “Alto de Uslar”. Este oficial de origen alemán, vino a Venezuela para luchar en la Guerra de Independencia, par ticipando en la Batalla de Carabobo de 1821, con el grado de Coronel, Comandante del Batallón de Infantería Vencedor en Boyacá de La Guardia, de la Tercera División. Concluida la guerra, permaneció en Venezuela, dando origen a una ilustrísima descendencia, donde destacan Ar turo y Juan Uslar Pietri.

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SIENDO Siendo CADETE cadete DE PRIMER AÑO de primerEN año1987, en 1987 ASISTÍ AL C AMPO DE C ARABOBO con motivo de la conmemoración del centésimo sexagésimo sexto aniversario de la Batalla de Carabobo (1821) y en aquel desfile maravilloso, sentí por primera vez la necesidad de saber más; recordé a mi papá, cuando me dijo: “El grueso de la batalla está del otro lado” y tal como pasaban las Unidades, pasaron por mi pensamiento aquellos recuerdos de niño; vi la cría de pollos, el rancherío y el desorden. Aunque para ese entonces era un Cadete, comprendí que no se nos explicaba nada sobre la impor tancia de lo sucedido en estas tierras; allí en el campo, sobre la Batalla de Carabobo, solamente íbamos a desfilar y escuchábamos durante la parada los discursos, pero entendíamos muy poco, al menos era mi caso. Nuestras mentes estaban concentradas en hacerlo excelente ese día y al terminar el acto, salir a comernos unas cachapas, si se nos daba la opor tunidad. Desde la avenida donde se efectúa el desfile militar no es posible ver ninguMonolito en honor al Teniente de Caballería Pedro Camejo “El Negro Primero” en el Campo de Carabobo y la placa que lo identifica colocada en 2021 por el GJ Domingo Antonio Hernández Lárez. Al fondo se puede observar el Monolito en el Cerro La Centella.

no de los monolitos que fueron levantados en 1930. Además resulta inexplicable que no se les haya colocado placa de identificación. Evidentemente es un problema para quien, en aquellos días, tratase de iniciar una investigación responsable. Cualquiera podía asignarle el nombre al monolito, de acuerdo a la información que recibiese y si había un error, este se arrastraría en el tiempo. Tal es el caso del monolito del Gral. Sedeño, que por años se confundió con

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Monolito en honor al Teniente de Caballería Pedro Camejo, ahora con su placa. Vista desde el Monolito que honra al Coronel Thomas I. Ferriar. Al fondo Monolito de la Caballería de la Primera División.

el de Negro Primero. Similarmente ocurría en la gran mayoría del Campo; nadie sabía a ciencia cier ta donde estaba el zanjón de La Madera, y al zanjón contiguo a este último se le llamaba de diferentes maneras, dependiendo de la buena fe del informante. El cerro Buenavista era algo mítico, a la distancia pero inapreciable, lo cier to es que en la llamada Gota y en el Arco de Carabobo, eran lo único donde había orden. Recordé a un señor a quien había visto en la clínica del Dr. Larrazábal, era rojo como un tomate, se llamaba Gerald Mins, era el encargado del haras “Tocuyito” vecina de la clínica, muy amigo de mi papá, quien me había contado que Mins era inglés y había llegado a Venezuela como par te del personal que trajo el Príncipe Alí Khan, este nombre fue tomado para bautizar al Dr. Virgilio Decan, abogado, locutor y el mejor narrador de carreras de caballos de Venezuela. El Príncipe hijo del Aga Khan, constr uyó su haras llamado “Arenales”, hoy Casa Presidencial, en Magdaleno, estado Aragua, lo recordé porque él hablaba dentro del gr upo de caballistas que planificaban

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la marcha que he referido con mucha autoridad, respecto a la par ticipación de la Legión Británica en la guerra de Independencia y repetía mucho: “ustedes no saben ni entienden el significado de ese campo.” Se refería a las invasiones del Campo de Carabobo, y remataba: “Eso no se le ocurre a un inglés, porque lo ahorcan de inmediato.” Naturalmente exageraba, pero el mensaje era muy claro. Era un verdadero desastre, vacas, corrales, polleras, cochinos, ranchos, casas, ver tederos de escombros y cementerio de chatarras. El Campo de Carabobo, era un paisaje bochornoso, que parecía impor tarles a todos, pero que a ninguno le quitaba el sueño. Busto de Pedro Camejo en el Parque Monumental de Carabobo.

Los tres siguientes años los pasé en Francia, en la Academia Militar de Saint Cyr. Allí no pensaba ni en el Campo de Carabobo ni en la batalla, únicamente cuando hablaba por teléfono, y mi papá me decía que aquello seguía como lo vi la última vez, la Avenida y el Arco de Triunfo de Carabobo bellísimos, el campo como tal, ahora tenía más cochineras, más polleras y hasta un burdel que, gracias a Dios, fue demolido y estaba en un plan cercano al Monolito de Farriar y al del prócer Teniente de Caballería Pedro Camejo, mejor conocido como “El Negro Primero”. Mientras todo esto ocurría en Venezuela, en la Academia Militar de Francia todos los 2 de diciembre, se hacía una escenificación de la Batalla de Austerlitz, en la cual, el General Napoleón Bonapar te, al mando del Ejército Francés, había derrotado a la coalición ruso - austriaca en 1805. En esta recreación, par ticipaban todos los Cadetes, se apreciaba la Caballería y la Ar tillería. También, a todos se nos uniformaba conforme a la época. Posteriormente, se explicaba el plan de batalla y en qué había consistido la maniobra que haría de Napoleón Bonapar te un genio de la guerra. Por lo que me preguntaba en aquella lejana tierra: ¿Por qué nosotros no hacemos algo así en Carabobo? Ya de regreso a mi país, estaba de servicio en la Compañía de Apoyo de la Academia Militar (aún no se había cambiado la magnitud de esta unidad la cual actualmente es un Batallón) y una noche de las propias de la vida militar, después de un día con muchas exigencias físicas, recordé un libro que mi papá me había regalado, cuando era cadete de primer año, era la obra del escritor e historiador venezolano, Juan Uslar Pietri, Historia de la Rebelión Popular de 1814. En aquella opor tunidad se convir tió en el primer libro que leí completo, lo hice en dos noches. Me animé a releerlo, sabía que estaba en la biblioteca de mi casa, porque mi papá se lo regalaba a todos quienes consideraba dignos por el entusiasmo que demostraban con el tema.

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Realmente el libro de Juan Uslar Pietri es maravilloso y debería ser leído por todos los venezolanos y venezolanas; se encuentran en él muchas respuestas a algunas de nuestras más frecuentes preguntas, por ejemplo: ¿Por qué somos así? Además, brinda una descripción profunda del nacimiento de la República hasta 1814. Se habla sobre la Primera Batalla de Carabobo en 1814, pero no se ahonda mucho en ella, ya que fue una de las tantas de ese año terrible. Repasarlo me animó a buscar otros textos. Los intercambios de opinión con mis compañeros me ayudaron mucho; aunque constatar la realidad de lo que ocurría en el Campo de Carabobo, invadido por toda clase de problemas y lo que debía ser, me destruía moralmente. Estando como Capitán en el Batallón O’Leary, tuve la for tuna de ser subalterno del Mayor Carlos Leal Tellería, hoy Mayor General, quien tiene muchos conocimientos sobre la Batalla de Carabobo y me ayudó a consolidar lo que había leído. En otros servicios y grados, leí las obras del General Héctor Bencomo Barrios, del General Soto Tamayo, del General López Contreras, del Coronel Ar turo Santana y de otros autores, como el profesor Armas Chitty, el Hermano Nectario María y de Don Eduardo Blanco; así como la autobiografía del General José Antonio Páez y copias de periódicos de Inglaterra e Irlanda, de aquellos años. Creí que había leído mucho sobre la Batalla de Carabobo.

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Panorámica del Campo de Carabobo con vista de los Monolitos en honor al Coronel Thomas I. Ferriar y al Teniente de Caballería Pedro Camejo.

Parecía que todo estaba bien, hasta que me encontré con algunas preguntas formuladas por mi papá, que me dejaron sin respuestas. Citaré, solamente algunas de ellas, para darles una idea de aquel intercambio que sostuve con él. Por ejemplo, me interpeló: ¿Cuál será la razón, por la que nadie ha escrito, sobre el trayecto de Taguanes hasta El Barniz? ¿Por qué todos comienzan en el Cerro de Buenavista? ¿Dónde queda el lugar donde se inició el desbordamiento? ¿Por dónde entró el General Sedeño al Campo de Carabobo? Todas estas interrogantes parecían sencillas de responder; sin embargo, no era así. Por lo que, parafraseando a mi maestro y queridisimo amigo, el Dr. Germán Fleitas Núñez, quien ante una situación como esta solía expresar: “La culebra que se muerde la cola”. Todos sabemos que este dicho sobre las culebras, quiere decir o puede interpretarse como quien comienza y termina algo donde empezó. Por ello, medité profundamente, en cómo ir más allá de lo que hasta ahora estaba escrito. Yo no quería comenzar en Buenavista, esa no era la cola. Para mí, la Batalla de Carabobo comenzó con todas esas interrogantes formuladas por mi papá, por lo que, tal vez todas esas preguntas encontrarían respuestas en él.

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Naciente de la Quebrada Cañafístola, al Nor te del Cerro La Cantella. Campo de Carabobo.

Monolito que señala la ubicación, sobre la colina Corocoro, de una de las dos piezas de ar tillería utilizadas por las fuerzas realistas.

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Las preguntas comienzan a ser respondidas

Una de las razones POR L A CUAL L A HISTORIA de la Batalla de Carabobo se ha concentrado en el sitio donde se ubican el Arco de Triunfo de Carabobo, la Avenida y el lugar donde se realizan los desfiles militares, es precisamente por el desconocimiento que existe, sobre casi todo lo ocurrido fuera de esta área protegida por una cerca perimetral. De la Batalla de Carabobo solamente se conoce esta área resguardada denominada Campo, el Mirador, construido en 1971 y algunos lugares emblemáticos como los cerros Buenavista, El Vigía, La Centella y Los Cerrajones. Más allá de estos puntos, muy poco, por no decir nada es lo que se conoce. Puedo decir que esta fue una de las motivaciones que me llevaron a escribir este libro, ya que es necesario mostrar lo ocurrido en todo ese trayecto que se extiende desde la Sabana de Taguanes hasta el Campo de Carabobo. Y debemos dejar constancia, de la deuda que adquirimos, con los lectores, al no escribir sobre la persecución desde El Campo de Carabobo hasta Valencia, que es por demás dramática y acontecida de hechos cargados de historia. Solo hemos señalado y profundizado en alguno que otro nombre de ese camino, por las polémicas conclusiones que de ellos han derivado, tal es el caso de la población de Barrera, de la cual hablaremos en el capítulo correspondiente. En una opor tunidad, recuerdo que mi papá decía que todos los libros sobre la Batalla de Carabobo que él había leído mostraban mapas que partían desde el Cerro Buenavista, incluyendo el mapa del General López Contreras, que es muy bueno, respetando la opinión que sobre el mismo tiene el Dr. Gonzalo Pulido Ramírez, autor de la obra De Carabobo al Cerro de La Mona: un nuevo enfoque de la Batalla de Carabobo, 1821 (2014).

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La obra Bolívar conductor de tropas del General López Contreras (1930) es la más completa en cuanto a la exactitud, planos y fotografías; es precisa al graficar los caminos, ríos, toponimias y altitud de los cerros; es el único texto en señalar la Pica de Piedras Negras y colocar con increíble precisión en el plano, las dos piezas de ar tillería con las que contaba el Mariscal de Campo Miguel de La Torre. Los planos del General López han sido usados en casi todas las obras subsiguientes, lamentablemente, deformándolos con f lechas mal ubicadas. El primer libro publicado sobre la Batalla de Carabobo, en el estricto sentido de la palabra, fue la obra del Coronel Ar turo Santana La Campaña de Carabobo, publicada en 1921; es decir, nueve años antes que la del General López Contreras, Bolívar conductor de tropas (1930). Luego de la lectura de estos libros y los breves comentarios, que ambos, mi papa y yo, realizamos, él prosiguió asegurándome que la omisión por todos quienes escribieron sobre la ruta al Campo de Carabobo, se debió a que ese tramo, entre la Sabana de Taguanes y El Barniz, dejó de utilizarse, aunque no totalmente, desde los últimos veinte años del siglo XIX y comienzos del siglo XX, producto del surgimiento de las carreteras. Las carreteras, primero la del General Antonio Guzmán Blanco y después la del General Juan Vicente Gómez, atravesaron la Sabana de Taguanes y en el punto de cruce con el camino que venía desde Aguirre y se conectaba con el Camino de Recuas, que pasaba por el caserío de Taguanes ( también llamado Taguanes Viejo, es decir, el cercano al río Chirgua) se estableció una especie de encrucijada donde funcionó una Romana 10 (balanza para pesar ganado), y como era natural, comenzó a llegar allí gente vinculada con esa actividad comercial, y se construyeron algunas pequeñas casas, surgiendo así Taguanes Nuevo, un caserío que tomó el nombre de la Sabana. El primer Taguanes o Taguanes Viejo, se encuentra, a unos dos kilómetros de este nuevo Taguanes hacia el Nor te. De tal manera que, la gente del primer Taguanes, es decir, el más viejo, cercano al río, tenía acceso a la carretera pasando por el nuevo caserío. Ya no tenían que ir por el antiguo camino de las Abejas para llegar a Tinaquillo. Hoy día los dos Taguanes están prácticamente unidos, ya casi no se nota la diferencia que había entre las casas, porque hay muchas nuevas en los dos sitios, lo cual no era asi hace 50 años, cuando se distinguían fácilmente las casas nuevas en un sitio y las más viejas en el otro. Los historiadores de esas épocas no encontraron guías que les mostraran el antiguo camino entre Tinaquillo y El Barniz, ya abandonado y sin ningún o

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10 Hoy en día La Romana es un restaurant ubicado a la orilla derecha de la autopista José Antonio Páez, a 1000 metros del peaje de Taguanes en sentido Valencia - Tinaquillo. Este camino en la actualidad, entra por un cruce carretero ubicado entre el peaje de Taguanes y el restaurant La Romana. Luego pasa por Taguanes Nuevo, cruza el río Chirgua, pasa por Taguanes Viejo, caserío El Barniz y va al Cerro Buenavista. Se le conoce como Camino de Recuas y sirvió de acceso a una antigua arenera que estuvo situada cerca del río Chirgua.


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Vista desde el cerro El Vigía del Monolito que señala la ubicación de una de las dos piezas de Ar tillería del ejército realista y del camino de recuas que emprendió la Tercera División a la altura del Abra.

muy poco tráfico. Así que asumieron que el camino por donde se movilizaba todo desde principios del siglo XX, siempre había sido el establecido entre los dos Taguanes, ahora conver tidos en un solo pueblo; y por no haberse registrado en el camino de El Barniz ninguna acción relevante, optaron por Detalle de la imagen con el Monolito que indica la ubicación de la Ar tillería del ejército realista.

omitirlo incluyendo el campamento del Ejército Liber tador. Todos comienzan en el Cerro Buenavista, por la decisión que toma el Liber tador en su cima, durante el “almuerzo”, que así llamaban en esa época a la comida que se hacía regularmente entre ocho y nueve de la mañana. Durante las décadas de los años 80 y 90 del siglo XX, fue escenario de numerosas cabalgatas organizadas por la gobernación del Estado Carabobo y otros entes. Creemos que fue esta publicidad (la proporcionada por las cabalgatas) la que hizo más popular este tramo en época reciente y terminó siendo la ruta oficial del paso del Ejército Liber tador hacia las llanuras de Carabobo y de la primera marcha de los Alféreces de 2014. Sin embargo, la escogencia de esta ruta ha sido más por la comodidad de los jinetes que por el rigor histórico de la misma. Si bien es cier to que, el camino es muy antiguo, y no dudamos que fue reconocido y quizás utilizado por algunos destacamentos patriotas antes de la batalla, hay razones que nos hacen rechazar esta vía de aproximación para que por ella se trasladara el grueso

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del ejército. La primera de ellas, es que tanto el Coronel Santana, como el General López no la identifican en sus estudios y las narraciones destinadas a describir este primer tramo de la marcha del Ejército Liber tador no coinciden con las características de esta ruta. La segunda razón está relacionada con el espacio geográfico, pues si hubiesen tomado ese camino y acampado cerca del río, solo podría haberlo hecho una pequeña par te del ejército, porque no existe un espacio suficientemente grande como para albergar más de siete mil hombres y cerca de 2500 caballos, más las cuatro mil reses. Cuenta mi papá como se había enterado de la existencia de ese camino y de los detalles antes descritos. Para el año 1967, estaba estudiando el tercer año en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Central de Venezuela. Por recomendación de su maestro, Dr. Guillermo Quintero, fue ayudante del Dr. Manuel Zafrané, veterinario de alto rango en el antiguo Ministerio de Agricultura y Cría del estado Carabobo. Recorrió mucho esa par te de Carabobo, que para esa época (1967) tenía una elevada población bovina. Recolectaba muestras para diagnosticar dos enfermedades, Brucelosis y Tuberculosis bovina. Conoció en detalles la casa de El Naipe, que estaba en la orilla derecha de la carretera Gomera, sentido Este-Oeste, es decir Valencia -Tinaquillo y fue derribada al construir la Autopista José Antonio Páez. Hoy en día, en ese lugar existe un punto de control de la Guardia Nacional Bolivariana. Mi papá también estuvo en los dos pueblos Chirgua Arriba y Chirgua Abajo y en el Camino Real, que salía desde el Campo de Carabobo al Pao de San Juan Bautista, el cual pasando por un pequeño caserío llamado Aguirre iba a Tinaquillo. Así como algunas picas, entre Aguirre y la Sabana de Taguanes. Durante esas travesías conoció a un comerciante ganadero, muy aficionado a los toros coleados llamado Don Antonio Barreto, con quien hizo amistad. En una opor tunidad, este le contó que desde muy niño trabajó con su padre quien movilizaba ganado desde y hacia El Pao, Bejuma, Montalbán, Nirgua, Tinaquillo, Tinaco y San Carlos, además de otros pueblos al sur como El Baúl. Conocía muy bien los llanos de Guárico, Apure, Por tuguesa, Barinas y Cojedes, un verdadero exper to en todo lo referente a la ganadería. Había nacido alrededor de los años 20 del siglo XX. Su familia vivía en Tinaquillo. En una ter tulia sobre los caminos, le comentó que él conocía el antiguo camino entre Tinaquillo y Buenavista, que no pasaba por ninguno de los dos Taguanes, sino que iba directo al caserío El Barniz y ese camino fue el que tomó el Liber tador y su ejército para llegar a la Batalla de Carabobo. Este señor llamaba Burrero al camino que entrando por La Romana va a los Taguanes y

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Plano 12 del libro Bolívar conductor de tropas del General López Contreras (1930). Ubicación de las dos piezas de ar tillería volante que apoyaban al Batallón Valencey.

Monolito que señala la ubicación de una de las dos piezas de ar tillería utilizadas por las fuerzas realistas. Colina Corocoro.

El Barniz y al que entraba por Las Abejas, le decía Camino del Ejército Libertador. Al mostrar mi papá tanto interés en conocerlo, Don Antonio Barreto le prometió llevarlo. Cuenta mi papá, el Dr. Francisco Zurita, que un día de enero de 1968 salieron a caballo desde el Monumento que conmemora la Batalla de Taguanes, hasta el Campo de Carabobo. La jornada comenzó a las siete de la mañana y duró casi seis horas, debido a una larga parada que Don Antonio hizo al pie del Cerro de Buenavista. Durante la cabalgata comentó sobre la Pica de La Mona y sus conexiones con otros caminos; habló de sus abuelos, quienes habían peleado a favor de Matías Salazar y del Mocho Hernández. Le dijo que no conoció la Pica de Piedras Negras, aunque recordaba haberla oído nombrar. Toda esta información, resultaría vital para la investigación que se haría 45 años después.

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Monolito Sabana de Taguanes. Lugar del vivac donde acampó el Ejército Liber tador.

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Las Cabalgatas

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En las décadas de los ochenta LOS OCHENTA Y N O V E N TA D E L S I G LO X X , un grupo de personas en su mayoría habitantes de Valencia, intentaron hacer una reedición de la ruta del Ejército Libertador. Esa cabalgata se programó saliendo de lo que Don Antonio Barreto llamó Caserío Nuevo de Taguanes, el cual era la única entrada que se conocía en esa época y concluía en el Campo de Carabobo. La cabalgata se hizo por varios años con pocas interrupciones; contó con buena organización y fue muy bien promocionada por los medios televisivos de la época. Antes de estas cabalgatas, muchos pasearon por algunos tramos de la ruta, pero era algo sin contenido histórico, cada quien por su lado, sin dejar huellas aprovechables.11 La amistad de mi papá con el Dr. Eduardo Larrazábal, le permitió tener muchos encuentros con la gente que organizaba las cabalgatas. En una de sus 11 Fue el Mayor General Manuel Gregorio Bernal Martínez en el año 1999, como Comandante de la Compañía 24 de Junio, en su condición de responsable del sitio histórico Campo de Carabobo, quien prohibió, a partir de esa fecha, que la cabalgata de la gobernación, entrara al espacio cercado del campo, ya que se había convertido en reuniones donde abundaba el licor y con este vicio, los actos contra la moral e irrespeto al sitio histórico sagrado de la Patria. Es necesario aclarar que la cabalgata casi institucionaliza una ruta; sin embargo, como veremos más adelante no era la original. Es importante agregar que para ese momento también se realizó la destrucción de viviendas, polleras y cochineras.

tantas ter tulias, mi papá comentó que la ruta que se hacía durante la cabalgata estaba equivocada en varios tramos, por lo que el jefe de la cabalgata le respondió que era posible, pero que esa era la ruta que se le había consultado a la Academia de la Historia de Carabobo, la cual no se pronunció en contra por no existir elementos probatorios que demostraran su inexactitud. Además, todos los baquianos de la zona estaban de acuerdo con la ruta y concluyó con una expresión lapidaria: “los que hacemos esta cabalgata queremos revivir la batalla, sacarla del paseo militar y llevarla hasta todos los que no asisten al desfile”. Era lógico que se refería al fuego sagrado de Carabobo, que se extinguía el 25 de junio de cada año. Así que me quedé con el recuerdo de 1968, pues tenía como testigo, a mi papá y a Don Antonio Barreto, quien para la década de los noventa ya había muer to. La ubicación del campamento del ejército en la Sabana de Taguanes y el Camino a El Barniz, se convir tieron en un misterio durante 194 años que, gracias a Dios, pudo resolverse en el 2015.

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Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías junto a los futuros protagonistas de la historia.

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Desvelando una nueva historia Mi papá siempre se quejaba, P O R Q U E S E G Ú N É L , nadie le prestaba atención a la historia, ya que se hacía el desfile del 24 de Junio, con el correspondiente discurso, pero los altos jefes no iban a ver la zona del campo invadida y, mucho menos, se hacía algo por corregir el entuer to. Por ello, siempre agregaba que si se hacía una encuesta a los que estaban en el desfile, en calidad de jefes, el 90% no sabía decir dónde estaba el Monolito del General Sedeño y el 100% desconocía dónde estaba el Monolito del Valencey. Por ello, sentenciaba: “Hijo, los niños de las escuelas, de los liceos y de todas par tes, tienen que ir, obligatoriamente, al Campo de Carabobo. Fíjate lo que hacen los nor teamericanos y europeos con sus lugares históricos; a nosotros ni nos enseñan a querer al país, ni mucho menos, a conocer la historia”. No tengo ninguna duda respecto al cambio que experimentó la historia de Venezuela cuando el Presidente Comandante Supremo Hugo Chávez Frías (1999 - 2013) comenzó a ponerla en el día a día de todos los venezolanos. Nunca antes había llegado tanta y variada información a la población. Hemos tenido historiadores brillantes y las palmarias razones para exaltarlos son innumerables, pero sería fatuo y muy difícil además, hacer una lista en orden de méritos. Algunos son excepcionales y pienso que lo más sano sería colocarlos en orden alfabético y todos estaremos contentos. Sin embargo, el talento y la creatividad de esos hombres ilustrados no llegaban al grueso de la población porque es y sigue siendo todavía reacia a la lectura metódica. No puede decirse de otra manera, sin embargo, hoy tenemos más acceso a los libros y se discute y se escribe más de historia. Por ello es justo reconocer las horas que mi Comandante Chávez dedicó a la conversación histórica, admitiendo que ella siempre tiene diferentes puntos de vista, lo que genera, como es natural, controversias de todo tipo que lamentablemente llegan a ser irreversibles e irreconciliables.

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Ya he dicho anteriormente que mis padres me llevaron a muchos lugares históricos, desde la Casa Natal del Liber tador, el Panteón Nacional, la Hacienda San Mateo, la cual dejó en mi un triste recuerdo por la muer te de la esposa del Liber tador, aunque sabemos que ella no murió allí. En todos los lugares mi papá contaba siempre una historia. Recuerdo que cuando nos llevó a ver un circo en el Poliedro nos decía que allí quedaba la antigua hacienda La Rinconada. Supe también que las antiguas haciendas Coche, Tazón y Sosa conforman en la actualidad el Fuer te Tiuna. Cuando me llevó al Camino de los Españoles entre Caracas y La Guaira y al sitio donde fue exhibida la cabeza del General José Félix Ribas en 1815 al inicio del camino, en La Pastora, quedé tan impresionado como cuando fui al Campo de Carabobo. Al Camino de Los Españoles se llega por la Puer ta de Caracas y se sale a Maiquetía, también llamado “El Camino de las Cinco Leguas”. Aún quedan rastros del empedrado y restos de algunas for tificaciones que existieron por dicho camino. También conocí el Camino Real de Caracas a la Victoria, denominado como “Camino a Todas Partes”. Durante más de 200 años fue usado incesantemente, por todo tipo de personas; por él pasaron Guaicaipuro, Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Boves, Morillo, Bermúdez, Francisco Fajardo, Diego de Losada y otros que dejaron notas como Humboldt, De Pons, Rober t Sample y el obispo Mariano Mar tí, entre otros ilustres hombres. Sería interminable la lista de historias y de sucesos ocurridos por este camino, hoy devuelto a la vida por la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela. Yo estaba entusiasmado con la idea de transitar esos caminos con Cadetes de la Academia Militar, lo que comenté en muchas ocasiones; pero, lamentablemente mis compañeros y superiores en esos momentos no tenían la fuerza para un programa de esa envergadura, ya que todos daban como razonamiento el riesgo por la inseguridad y la falta de recursos para armar la logística. Para nosotros la idea era simple, salir de la monótona y tradicional clase teórica de historia, donde la mayoría de los alumnos se duerme y terminan aborreciéndola. Mi papá y yo queríamos una clase dinámica que nos permitiera estar en el lugar de los acontecimientos, sentir como lo decía mi Comandante Chávez, con el corazón, con el alma, con todos los sentidos y de esta manera, vivir esos lugares sagrados de la Patria. Esa era la filosofía del proyecto que todos los Cadetes, sin impor tar su componente, conocieran la historia militar de su país, la cual es una de las más gloriosas del mundo.

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Afor tunadamente, a finales de la primera década del siglo XXI las arengas del Presidente Chávez, sus ocurrencias, la presentación permanente de libros en los diferentes programas donde par ticipaba y su constante insistencia sobre la “Era Bicentenaria”, comenzaron a dar sus frutos. Fue así como los oficiales quienes habían tratado directamente con él, comenzaron a darse a la idea de la nueva enseñanza de la Historia de Venezuela. En el año 2012 coincidí en la Academia Militar del Ejército Bolivariano con el Mayor General Alexis Rodríguez Cabello, quien era, para ese momento, Coronel y Comandante del Cuerpo de Cadetes. En muchas oportunidades, conversamos sobre el método de enseñanza de la Historia de Venezuela, como lo promocionaba mi Comandante Chávez. Fue por ese tiempo cuando comenzó a tomar cuerpo y a germinar la idea de llevar a los Cadetes a distintos lugares históricos seleccionados. Sin embargo, y a pesar del entusiasmo del Coronel Rodríguez Cabello, no se pudo enseñar ni realizar ninguna actividad fuera de la Academia, con la excepción de los ejercicios en el Pao. No obstante, gracias al nombramiento del Mayor General Alexis Rodríguez Cabello como Rector de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, se completó la ecuación y de esta forma se inició el proyecto de enseñanza de la Historia Militar de Venezuela sobre el terreno denominado “Aprender la Historia siendo protagonista”. En 2014, año Bicentenario de la Batalla de La Victoria, fue cuando se planificó, organizó y ejecutó por primera vez este proyecto y se llamó “Marcha de La Victoria”, saliendo de Caracas con dirección a la ciudad de La Victoria en el estado Aragua. Se realizó el 8 de febrero, justamente el mismo día que lo hizo en 1800, Alejandro Humboldt y, catorce años más tarde, el General José Félix Ribas. Durante este trayecto, se recorrieron sesenta y cuatro kilómetros en tres excitantes jornadas. Fue el mismo camino de nuestros antepasados indígenas ya conver tido en Camino Real, con el esfuerzo y las huellas de quienes pasaron por allí. De manera que sobre este camino, se pueden escuchar muchas historias. Sin embargo, en relación con la Batalla de Carabobo, debo decir que fue sobre par te de este camino, donde se desarrolló la Diversión de Bermúdez, llamada así porque fue el General José Francisco Bermúdez, quien realizó de manera perfecta esta misión, la cual le había ordenado el Liber tador y que resultó decisiva para la victoria en Carabobo. Ese mismo año 2014 y con mucho entusiasmo por las experiencias adquiridas, se programó hacer una marcha en Carabobo. Era una tarea muy difícil, pues sólo tenía dos meses para entregar el proyecto al General de Brigada

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Monolito O´Lear y.

Alexis Rodríguez Cabello, quien debía presentarlo al Ministro del Poder Popular para la Defensa. El gran problema tenía su raíz en la información que yo manejaba. En primer lugar, disponía de la historia que me había contado mi papá y por la cual apostaba. En segundo lugar, había leído también los hechos más relevantes que estaban recogidos en los libros más destacados. En tercer lugar, contaba con la tradición oral que había escuchado de mucha gente

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y en cuar to lugar, estaban las cabalgatas realizadas al Campo de Carabobo. Así las cosas, durante dos meses exploré junto con mi papá y el General Andrés Vizcarrondo todo el camino desde la entrada por Taguanes o Camino de Recuas, por la actual carretera que la gente llama autopista y por los trazos de las antiguas carreteras que aún existen, como la del General Guzmán Blanco, que nadie conocía y la llamada carretera Gomera.

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En esas expediciones, previas a la Marcha a Carabobo, par ticiparon muchas personas conocedoras de la materia, entre ellas, los Oficiales del Batallón 24 de Junio, así como los cronistas de Tocuyito y Tinaquillo. Lamentablemente, sólo recordaban las cabalgatas y ninguno pudo apor tar elementos para desentrañar el misterio. Tenían preferencia por los libros del Coronel Ar turo Santana y del Coronel Pérez Tenreiro. Sin embargo, es el Coronel Ar turo Santana quien nombra la quebrada El Lorito, que corre cerca de El Naipe y La Cayetana y aún hoy, luego que quedó demostrado, sin duda alguna, que el nombre es El Loro, todavía la gente de allí la sigue llamando “El Lorito”. Este detalle, aunque trascendente no desmerita la obra del Coronel Ar turo Santana, ya que por su condición de obra pionera es incuestionable. Este error de señalización trajo lamentables consecuencias para la investigación, sobre todo para encontrar El Hoyo de Buenavista y la Pica de Piedras Negras (ver capítulo Comienzos sobre información equivocada). Sin embargo, yo seguía aferrado a la obra del General López Contreras, y a la posibilidad de que mi papá pudiera reconocer algo de lo que recorrió junto con Don Antonio Barreto, a pesar de los años y de tantos cambios en el paisaje. El libro del General Eleazar López Contreras Bolívar Conductor de Tropas nos ayudó mucho, sobre todo cuando dice que el ejército acampó cerca del río Chirgua. Esta afirmación nos aleja de la entrada tradicional. Por ello, tenía la cer teza que el camino que, ante tanta incer tidumbre yo llamé “camino fantasma”, debía existir. También en ese año 2014 aparece un libro muy bien concebido y documentado, producto de un gran esfuerzo de investigación. Se trata de la obra del Dr. Gonzalo Pulido Ramírez, De Carabobo al Cerro La Mona: un nuevo enfoque de la Batalla de Carabobo, la cual recoge documentos e información inéditos a la fecha, describe armas, municiones, estrategias y termina con las diferencias entre autores respecto a la conformación de las unidades y sus respectivos jefes y quiénes par ticiparon de uno y otro bando. Respecto a los uniformes, los muestra a todo color y los describe a la perfección. Asombra la bibliografía consultada que aparece allí; por ello es y será un referente obligatorio para estudiar la Batalla de Carabobo. Sin embargo, como dice el Dr. Germán Fleitas Núñez, historiador, cronista de La Victoria y autor de más de cuarenta libros “No existe libro perfecto: siempre falta algo”; y es que, a la obra del Dr. Pulido le faltó indagar sobre el tramo de la Sabana de Taguanes hasta El Barniz, la Pica de Piedras Negras, la ubicación de la ar tillería realista y el punto de impacto de la misma sobre los patriotas, entre otros aspectos.

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A pesar de no poder localizar el tramo del camino que buscaba y agotado el tiempo disponible, la Marcha a Carabobo de 2014 se hizo por el antiguo Camino de Recuas entrando por La Romana, el cual iba por el Abra de Carabobo y por otro conocido como Las Melacitas, que pasa por Gualembe y va a la quebrada Carabobo, que es el límite occidental del Campo de Carabobo. El balance de la investigación previa de la Marcha a Carabobo de 2014 no fue del todo satisfactoria, porque algunas dudas se mantuvieron, lo que significaba que ni nosotros teníamos la verdad demostrable, ni tampoco los defensores de la ruta de las cabalgatas. Días después de la Marcha a Carabobo de 2014 el General Andrés Vizcarrondo y yo escribimos al Rector, el Mayor General Alexis Rodríguez Cabello, manifestándole que si bien, tal hecho marcaba un hito en la historia militar de Venezuela, por ser la primera vez que los cadetes de las diferentes academias cumplían dentro de su formación, una actividad determinante e influyente en su crecimiento patriótico, cultural, histórico y moral en Carabobo, era necesario asegurarse de ir sin dudas de ninguna naturaleza por los caminos que utilizó el Liber tador o lo más cerca que se pudiera de ellos. El Mayor General Alexis Rodríguez Cabello, una vez oídos los argumentos y efectuadas sus propias consultas e investigaciones, que seguramente también lo llevaron a las dudas razonables, elevó una propuesta al General en Jefe Vladimir Padrino López, Ministro del Poder Popular para la Defensa y Comandante Estratégico Operacional para la fecha, solicitándole que se nombrara una comisión, la cual investigara e hiciera lo necesario para determinar el lugar donde acampó el Ejército Libertador la noche del 23 de junio de 1821 y la o las rutas utilizadas para llegar al Campo de Carabobo, el 24 de Junio de1821. La solicitud fue aprobada.

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En una jornada de registro del campo, el Dr. Francisco Zurita y el documentalista Ángel Palacios recorren el sendero que conduce a la cima del Cerro Buenavista, par tiendo desde el Hoyo de Buenavista, posteriormente llamado Corral de Barrios.

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Desarrollo de la investigación Debo agradecer al General en Jefe V L A D I M I R PA D R I N O LÓ P E Z por su constante preocupación, dirigida al rescate de la historia militar venezolana. Desde hace muchos años ha venido inculcando a sus subalternos esta noble tarea y hoy, a través de este libro, esperamos contribuir a ese objetivo. Al Mayor General, Alexis Rodríguez Cabello, Comandante General del Ejército Bolivariano, por la fe que depositó en el proyecto al enfrentar argumentos y circunstancias, tales como: 1) Resultados incier tos de la primera fase de la investigación; 2) Opiniones de historiadores, civiles y militares quienes le restaron impor tancia, argumentando que todo era conforme a lo dicho por el Coronel Ar turo Santana (1921), ya que los libros posteriores se copiaron de él; 3) La actitud de militares quienes habían trabajado en la Compañía hoy Batallón 24 de Junio y aceptaron la ruta de las cabalgatas como propia y verdadera; 4) Los intereses de personas en proteger propiedades que están dentro y fuera de la poligonal, la cual preserva un área determinada, así como invasores y hampones que prefieren la lejanía de la autoridad, ya que la presencia constante de militares haciendo preguntas los obliga a replegarse y esconderse, y finalmente, agradecer su acompañamiento personal en muchas jornadas de reconocimientos, búsquedas - algunas larguísimas y agotadoras, a pie y a caballo - apar tándose de su agenda ya de por sí muy congestionada. El proyecto comenzó bajo presión, tenía que presentar resultados confiables para abril de 2015, ya que el análisis, la planificación, la logística y la seguridad para movilizar más de mil doscientos hombres y mujeres que par ticiparían en la marcha requería de mucho tiempo y esfuerzo. La metodología de la investigación era sencilla ya que fundamentalmente era de campo, apoyada por entrevistas a exper tos en la zona, historiadores, cultores, extensa bibliografía y la tradición oral que había transmitido Don Antonio Barreto a mi papá.

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La historiografía de la Segunda Batalla de Carabobo (1821) es abundante y de mucha calidad, de tal manera que trataré en lo posible no salirme del objetivo, de esclarecer los caminos por donde marchó el Ejército Liber tador ; considerando que hizo esta aproximación al campo de batalla, hasta por cinco direcciones. Por ello debo referirme a cada una y esto implica necesariamente tocar la táctica y la estrategia de la batalla. Una aproximación al enemigo de más de veinte kilómetros, para entrar en combate de forma inmediata le agrega más grandeza a la jornada inmor tal de aquel 24 de Junio de 1821. Las exploraciones que realizamos a comienzos de 2014 dejaron mucha información valiosa, como todo lo relacionado con la Primera Batalla de Carabobo (1814) que se desarrolló en el mismo lugar, pero en sentido Valencia - Tocuyito - Campo de Carabobo - Sabana de Taguanes, con el Liber tador par tiendo desde Valencia. Asimismo, pudimos aclarar una duda de tiempos de la Colonia sobre el origen de lo que los pobladores del sector Campo de Carabobo llaman “Camino Real”. En aquella época, designaban como “Real”, en honor a Su Majestad, las principales vías o caminos que entraban o salían de una población más o menos impor tante. El crecimiento de esas poblaciones a ambos lados del camino, lo iba convir tiendo en “Calle Real”. Por ello desde Valencia salía un Camino Real hacia Puer to Cabello, otro para Guacara y otro para San Carlos, el que iba a Güigüe, no alcanzó tal nobleza. El Camino Real a San Carlos salía desde el centro de la ciudad de Valencia, buscando el Oeste, lo que hoy es la Avenida Lisandro Alvarado, pasaba por el cementerio, seguía vía a San Luis, pasaba por Tocuyito, de aquí a la Sabana de Carabobo, y en dirección al Sur franco se iba a Chirgua Abajo, allí se vadeaba el río Chirgua y con rumbo al Oeste, se pasaba por un caserío llamado “Aguirre”, de aquí siguiendo al Oeste se llegaba a Tinaquillo desde donde antiguamente se iba por el tristemente célebre Macapo Abajo, o también Campo Monagas (recordemos que fue en este sitio donde el General José Laurencio Silva en 1849 hizo rendir al General Páez) hasta llegar a Tinaco y continuar a San Carlos. Los habitantes del Campo Carabobo dicen que el Camino Real par tía del Campo vía Oeste franco, pasando por la quebrada Carabobo, continuaba hasta El Naipe y llegaba por Taguanes a Tinaquillo. Taguanes Viejo tenía para 1821 no más de tres o cinco ranchos dispersos (según análisis del anuario estadístico de producción de 1875, correspondiente

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Quebrada de Carabobo.


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Dr. Francisco Zurita señala la legendaria Pica de la Mona, sendero utilizado para trasladarse hasta la región Centro - Nor te - Costera, desde el siglo XVII.

a ese sitio); era insignificante y sólo se pasaba por él para conectar con el Camino Real en Aguirre. Cier tamente existe un camino que par te del Campo de Carabobo, cruza la quebrada Carabobo (cerca de esta se encuentra el Monolito en honor al batallón realista Valencey). Más al Oeste se llega al Abra de Carabobo, se vadea la quebrada de El Naipe y se llega al sitio El Naipe, desde donde el camino va a la quebrada El Loro, continuando hacia las quebradas El Lorito y quebrada Honda, Cerro Buenavista, quebrada Las Hermanas, Taguanes Viejo y Nuevo, para llegar a Tinaquillo. Como puede apreciarse se trata del célebre “Camino de Recuas” usado por el Liber tador y la Tercera División. No fue Camino Real, como lo voy a demostrar. En febrero de 1781 el obispo Mariano Mar tí,12 en su visita pastoral hace el recorrido del Camino Real desde Campo Carabobo hasta Tinaquillo pasan12 Mariano Martí. (1969). Documentos relativos a su visita pastoral de la Diócesis de Caracas, 1771-1784. Volumen 2. Caracas: Academia Nacional de la Historia, p. 212.

do por Chirgua Abajo. En 1821 llegó a Venezuela el Coronel Williams Duane, militar y periodista nor teamericano, quien siendo editor de un periódico llamado “La Aurora” que se publicaba en Filadelfia, capital de los Estados Unidos en ese momento,

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se mostró par tidario del proceso de Independencia de Colombia. Él sale de Caracas vía Bogotá y va escribiendo un diario de viaje que luego publica; allí describe su paso por el Campo de Carabobo y al propio Camino Real. El Camino Real una vez llegado a Chirgua Abajo, seguía al Pao de San Juan Bautista o como lo he explicado, iba a Tinaquillo. Esta gran vuelta se hacía, para evitar precisamente ir por el Camino de Recuas, el cual atravesaba la Serranía de Las Hermanas y era muy estrecho, cruzaba zanjones, quebradas, muchas subidas y bajadas y lo peor de todo, era la presencia frecuente de ladrones y esclavos fugitivos, los cuales encontraban refugios inexpugnables, en esa serranía. El Camino Real, era menos penoso y tenía lugares para

Carretera de Guzmán Blanco, 1930. Fotografía obtenida del libro Bolívar Conductor de Tropas del GJ Eleazar López Contreras.

el descanso de la gente y de los animales, y mucho menos peligro de asaltos o accidentes. El Coronel Williams Duane describe paso a paso el camino hasta llegar a Chirgua Abajo y su tránsito hacia Tinaquillo.13 En 1876 el General Antonio Guzmán Blanco construye la carretera Valencia San Carlos, muy cerca del Camino Real en El Campo de Carabobo. Fue trazada muy cerca del Camino de Recuas. Esta carretera iba casi paralela, o sobre el viejo camino y llegando a El Naipe, para evitar las montañas, se aleja del Camino de Recuas y va a salir más adelante, después de superar las estribaciones de la Serranía de Las Hermanas para continuar a Tinaquillo. La carretera que construye el General Gómez se hace en gran par te muy cerca de la del General Guzmán, incluso en algunos tramos va sobre ella, par ticularmente en el tramo Campo Carabobo - El Naipe, pero llegando a El Naipe se separa y va de frente a la montaña que eludió la del General Guzmán, sigue por entre la montaña generando las famosas “ Vueltas de El Naipe” para volver a encontrarla y seguir sobre ella y al seguir, pasa por la entrada de Taguanes Nuevo, la cual no es más que la salida que sobrevivió del Camino de Recuas que se dividió en El Barniz. Desde este último punto, vía Las Abejas se llega a Tinaquillo. Este es el tramo del camino que buscamos afanosamente. Conviene decir, para satisfacción de los habitantes del Campo de Carabobo, que en ese tramo hasta El Naipe, existieron: 1. Camino de Recuas. 2. Carretera del General Guzmán Blanco. 3. Carretera del General Juan Vicente Gómez. 4. La actual Autopista General José Antonio Páez. 5. Innumerables Picas, que salían al Nor te y Sur del Camino de Recuas.

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13 Duane Williams (1930). La República de Colombia en los años 1822 - 1823. Caracas: Ediciones del Instituto Nacional de Hipódromos p. 59. Tomo I. Eleazar López Contreras (1930). López Eleazar. Bolívar conductor de tropas. Caracas: Élite, pp. 202 - 206. Bache Richard (1982). La República de Colombia en los años 1822 - 1823. Caracas: Ediciones del Instituto Nacional de Hipódromos, p. 137. Tomo II.


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La autopista General José Antonio Páez, se construyó en la década de los años setenta del siglo XX. Mi papá trabajó cerca de allí y vio cómo la hicieron, pues se detenía el tráfico durante horas en la carretera gomera para evitar accidentes, ya que se usó mucha dinamita y en algunos tramos, las dos vías se acercaban y las explosiones podrían generar accidentes. Construyeron puentes y taludes enormes, pero aún con la tecnología de la época no pudieron eliminar las famosas “vueltas” o curvas de El Naipe. Aquí está la razón del Carretera de Guzmán Blanco, imagen actual.

enorme rodeo que tuvo que dar la carretera del General Guzmán Blanco. Debo destacar que la información de los libros del Coronel Ar turo Santana, General Héctor Bencomo, Armas Chitty, Eduardo Blanco, Nectario María, Soto Tamayo y Gonzalo Pulido, entre otras publicaciones, poco me ayudaron respecto a la ubicación del lugar donde acampó el Ejército Liber tador la noche del 23 de junio de 1821. Tampoco sobre la ruta inicial que tomó hacia el Campo de Carabobo, sólo el libro del General López Contreras, refirió la cercanía del campamento al río Chirgua. Este planteamiento, no tiene por objeto, el descredito de ninguna de las obras citadas, por el contrario, siento un gran respeto por ellas y sus autores, por eso expliqué, las razones por las que creo, se omitieron, estos dos elementos. Respecto a la Pica de Piedras Negras, fue la obra Bolívar Conductor de Tropas (1930) del General López Contreras, la única que nos proporcionó los elementos necesarios para encontrarla. La Pica de la Mona fue establecida y precisada con la ayuda de cuatro fuentes a saber: la Autobiograf ía del General Páez (1973); Bolívar Conductor de Tropas (1930), del General López Contreras y el testimonio de Don Antonio Barreto. La ubicación de la ar tillería realista, así como el lugar donde impactó a nuestro Ejército Liber tador, se pudo establecer gracias a la obra del General López Contreras Bolívar Conductor de Tropas (1930). El Campamento y el camino hasta El Barniz se encontraron gracias a la memoria oral transmitida por Don Antonio Barreto al Dr. Francisco Zurita y confirmada por el libro Relaciones Topográficas de Venezuela 1815-1819 (1991) y el Anuario Estadístico del estado Carabobo durante la presidencia del General Guzmán Blanco.

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Vista hacia el Monolito en el Cerro Buenavista (cara Oeste) desde las elevaciones cercanas al Barniz.

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Paso a paso:

del Campamento de Taguanes a la gloria de Carabobo

Con la FInalidad de hacer más comprensible E L T R A M O O B J E TO D E L A I N V E S T I G AC I Ó N, presentaremos los resultados obtenidos describiendo el trayecto en el mismo sentido que lo hiciera el Ejército Liber tador los días 23 y 24 de Junio de 1821. Es decir, en dirección Tinaquillo - Campo de Carabobo. Por esta razón, nuestra investigación para efectos de este relato, se inicia en la Sabana de Taguanes, la cual es par te del alto llano de Cojedes y par te de su límite Nororiental lo constituye la Serranía de Las Hermanas. A la orilla izquierda de la autopista José Antonio Páez sentido San Carlos - Valencia, que atraviesa la Sabana de Taguanes, se levantó en época del General Juan Vicente Gómez un monumento que conmemora la Batalla de Taguanes, ocurrida en 1813; la cual no se desarrolló precisamente en ese lugar ; pero, el 14 La superioridad numérica es un elemento que debe procurar el comandante antes de dar inicio a la batalla. Ella se obtiene aplicando un principio de la guerra denominado Concentración de Fuerzas. Este principio plantea que mi Dispersión de Fuerzas implicará la Dispersión de Fuerzas del enemigo que tratará de evitar ser envuelto. Si mis fuerzas se extienden, las del enemigo harán lo mismo. Es aquí donde comienza el Arte de la Guerra. Ahora todo dependerá en detectar, cuál punto es el más vulnerable en esa línea extensa que he provocado en el dispositivo enemigo, para Concentrar mis recursos y atacarlo lo más rápido posible, antes de que el enemigo pueda concentrar sus elementos y atacarme.

monumento se levantó allí, para que todos lo vieran, un caso similar al Monumento de la Batalla de la Puer ta, que se levantó también en tiempos del General Juan Vicente Gómez, justo sobre el camino a San Juan de los Morros. La concentración del Ejército Liber tador en La Sabana de Taguanes fue prácticamente la penúltima etapa del plan maestro de campaña diseñado por el Mariscal Sucre y por el Liber tador, pues la última etapa era la aproximación. Otras etapas fueron las “Diversiones”, que permitieron la superioridad numérica, factor clave y muchas veces decisivo en la batalla.14 Una vez llegados a San Carlos, el General Páez con su ejército desde Apure; el Liber tador, con el suyo desde Barinas y las tropas del General Urdaneta desde Maracaibo, lograron la Concentración del Ejército Liber tador. En San Carlos se dan los toques finales al plan y se esperan las noticias de las Diversiones. La Diversión del General Bermúdez, venía de Barcelona y la Diversión del Coronel Cruz Carrillo, venía de Trujillo.

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Ya el 23 de junio el Ejército Liber tador está en La Sabana de Taguanes, donde El Liber tador pasa revista y lanza su célebre arenga cuando dice: “Mañana seréis invictos en Carabobo”. Sin dudas, esperaba el mismo resultado de la Primera Batalla de 1814. El 24 de Junio de1821 era día domingo. Hasta la presentación de este libro, ningún autor, como hemos explicado, se dedicó a ubicar de manera precisa el lugar donde acampó esa noche el Ejército Liber tador. Nuestra misión era encontrarlo y a continuación relataremos cómo lo hicimos. El lugar donde se reunieron debió ocupar entre seis y diez hectáreas, en las que se concentraron más de siete mil personas entre soldados, oficiales, mujeres, niños y gente de ser vicio, además de dos a tres mil caballosy cuatro mil reses que trajo el General Páez para el sustento del Ejército Liber tador, incluyendo el ganado que se usó para la ración.15 La primera hipótesis nos hacía imaginar este espacio cercano a la entrada del pueblo de Taguanes Nuevo. Sin embargo, allí no hay agua para abastecer y ser vir a la gente y a los animales; esta fue una de las razones para descar tar la entrada por Taguanes Nuevo como campamento del Ejército Liber tador. Cier tamente, si seguimos el trazo del Camino Burrero con dirección al Este conseguimos el río Chirgua a unos mil quinientos metros, pero el área está conformada por elevaciones y no existe un espacio adecuado para alojar semejante cantidad de personas, animales y per trechos que conformaban al Ejército Liber tador. Otra hipótesis surgió en el área de la Sabana de Taguanes en la cual estábamos trabajando, siguiendo la ruta señalada por Don Antonio Barreto a mi papá, en su paseo de 1968. Don Antonio Barreto en esa opor tunidad, señaló un lugar circundado de elevaciones como el sitio donde acampó el Ejército Liber tador en 1821. Sus características eran ideales por su ex tensión y relieve. Sólo le faltaba el agua y el río estaba muy lejos. Este detalle de lo lejano del río, tendrá vital impor tancia en los análisis posteriores del lugar. La única cer teza que teníamos era que Don Antonio Barreto había dicho que por ese lugar pasaba el camino, y que el río estaba cerca para ese momento. Asimismo, a estos elementos de prueba, debemos agregar que la distancia desde este lugar hasta la entrada hacia Taguanes Nuevo es de más de dos kilómetros. De manera, que no tiene sentido práctico retrogradar para tomar aquel camino, puesto que no ofrecía ninguna ventaja capital. Así fijamos el sitio del campamento, pero la comprobación llegaría con el hallazgo del camino.

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En resumen, este principio dice: Mi dispersión es la dispersión del enemigo y, a su vez, es mi concentración para golpearlo, en el lugar más vulnerable. Esto fue lo que hizo el Libertador de manera magistral, al ordenar la ejecución de las llamadas Diversiones, que no son otra cosa que distracciones que se hacen al enemigo, haciéndole creer que el ataque principal, es en otro lugar y así, obligarlo a desprenderse de importantes recursos en hombres, armas y pertrechos para contrarrestar esos ataques. Así reaccionó el Mariscal La Torre con la finalidad de hacer frente a esas amenazas que se desplazaban hacia los objetivos estratégicos establecidos por el Libertador como parte de la campaña como lo eran: Caracas a donde se dirigía el movimiento del General Bermúdez y Puerto Cabello con el avance del Coronel Cruz Carrillo. Estas maniobras de Diversión provocaron que se disminuyeran los efectivos del ejército realista que fue atacado por los patriotas, cuando se encontraba en condiciones de inferioridad numérica en la sabana de Carabobo el 24 de Junio de 1821. 15 El espacio físico para alojar a un ejército de esas dimensiones requiere por lo menos entre ocho y diez hectáreas, ya que esos 7.000 soldados no tenían carpas, dormían en el suelo, en mantas o cueros, algunos traían sus mujeres, había niños, de tal manera que es muy difícil establecer los espacios vitales, aún conociendo el espacio físico que ocupa un hombre de pie o acostado, la tendencia es a alejarse dentro de los límites que se establezcan. Para un atajo de 2.500 caballos los cálculos también son complicados, porque los jinetes difícilmente se alejan de sus caballos, puede decirse que duermen junto a ellos. Y respecto al ganado, es más fácil porque se les encierra con rusticas estacadas y se vigilan a caballo, haciendo turnos. Partiendo de estas consideraciones es que nos atrevemos a decir que ocuparon un espacio considerable en la sabana, tal vez las 10 hectáreas sea una cifra conservadora.


PA S O A PA S O : D E L C A M PA M E N TO D E TAG UA N E S A L A G L O R I A D E C A R A B O B O

CAMPO DE CARABOBO

GUALEMBE

EL NAIPE

ÁREA DONDE ACAMPÓ EL EJÉRCITO LIBERTADOR

PEAJE DE TAGUANES

TINAQUILLO

Imagen 02 C A M I N O D E L E J É R C I TO

Las Sabanas de Taguanes: en color rojo se indica el camino que siguió el Ejército

L I B E RTA D O R D E S D E T I N AQ U I L LO

Libertador desde Tinaquillo hasta el área del Vivac. En color amarillo, la autopista

H A S TA E L Á R E A D E L V I VAC . AU TO P I S TA N AC I O N A L G E N E R A L

nacional General José Antonio Páez. En color azul, el antiguo camino “Burrero” o

J O S É A N TO N I O PÁ E Z .

del “Ganado” hasta su intercepción con el río Chirgua y en el círculo blanco,

A N T I G U O C A M I N O “ B U R R E RO ”

el área donde acampó el Ejército Libertador.

O D E L “ G A N A D O ”. Á R E A D O N D E AC A M P Ó E L E J É R C I TO L I B E RTA D O R .

En el lugar que sir vió de Vivac al Ejército Liber tador existe en la actualidad, una gran mina de arena a cielo abier to, la cual ha creado un paisaje que contrasta abier tamente con el relieve de sabana, puesto que se ha levantado una montañuela de arena amarilla de unos treinta metros de altura, que actúa como muro de contención del pozo de agua donde se procesa el material extraído. El pozo es alimentado por un pequeño caño que en otros tiempos desaguaba en el río y en invierno era responsable de la formación de una pequeña laguna que a mediados de verano se conver tía en un enorme lodazal, dificultando el paso, par ticularmente de animales con carga. Esta circunstancia favorecía el uso del otro camino, lo que determinó que los arrieros lo llamaran “Burrero”. La mayoría de los arreos de burros y mulas salían por este camino a Tinaquillo y a otros pueblos del Sur. Imagen N° 02.

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Vista panorámica desde el Cerro Buenavista hacia la Sabana de Taguanes (área del vivac).

Cuando se entrevistaba a personas en la investigación de campo, apelando a la tradición oral, sobre el uso del nombre “Camino Burrero”, ninguno de los entrevistados mayores de sesenta años reconoció haberlo escuchado. Recordé entonces que el obispo Mariano Mar tí, en su visita Pastoral a Trujillo llegó a un pueblo llamado “Santiago del Burrero” en 1777. Recientemente un compañero de armas, natural de Trujillo, me comentó que ese pueblo nunca se llamó “del Burrero” y que él lo conocía como Santiago; ni aquí, ni allá querían recordar su antiguo nombre. En todo caso, todos tienen razón en cuanto a que ninguno quiere ser nativo de una zona llamada “Burrero”.16 A pesar del enorme sacrificio que estos animales cumplieron en el desarrollo del país y de la campaña de Cristo que cumplió en par te montado en un burro.

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16 Mariano Martí (1969). Documentos relativos a su visita pastoral de la Diócesis de Caracas, 1771-1784. Volumen I. Caracas: Academia Nacional de la Historia, p. 468.


Detalle de panorámica del vivac y vista de la Sabana de Taguanes en la que acampó el Ejército Liber tador el 23 de junio de 1821.

Sabana de Taguanes. Imagen del espacio que actualmente ocupa una mina de arena a cielo abier to.

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El libro que puso fin a las controversias

Cuando revisaba la literatura R E L AC I O N A DA C O N L A I N V E S T I G AC I Ó N encomendada, encontré en Internet fragmentos de un libro que mostraba los caminos de Venezuela de una forma muy interesante y par ticular. Traté de profundizar pero gran par te de los textos estaban bloqueados. Fue una gran frustración para mí, porque sentía que allí estaban las respuestas a muchas de mis interrogantes. Para aquellos momentos ya tenía el lugar donde acampó el Ejército Liber tador y reconocidas todas las vías desde Buenavista, exceptuando la Pica de Piedras Negras y desde el Cerro La Centella, los dos caminos por donde marchó la Caballería de la Primera División y el camino por donde transitó el Batallón Británico, el General Páez, con parte de la Caballería de su División y su Guardia de Honor. Además del cerro desde donde el Liber tador dirigió la Batalla.También había reconocido Los Cerrajones, El Hoyito, el Abra de Carabobo, Las quebradas: El Naipe, Gualembe, Garcitas, Cabo Prieto, Carabobo, Cañafístolo; los zanjones de La Madera y los Bravos de Apure y Guayabal. Incluía además los cerros: El Vigía, La Teta o Pelúo, La Centella, La Cayetana, El Ocumo y Buenavista. En marzo del 2015, mi dilecto amigo, el historiador e investigador Félix Ojeda, quien además se ha desempeñado como curador del Archivo de Francisco de Miranda, me sorprendió gratamente con un regalo, el cual me iba a permitir comprobar la existencia del camino que hasta esa fecha, no había ubicado y que se encuentra entre la Sabana de Taguanes y El Barniz.

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El regalo de mi amigo fue el libro Relaciones Topográficas de Venezuela 18151819 (1991). Una recopilación maravillosa, a mi juicio, solamente comparable, en su información geográfica y poblacional, con la obra del obispo Mariano Mar tí. Allí se describe así el lugar: Al llegar al llano de Taguanes antes de entrar en él, se encuentra, a la derecha del camino, un cerro que domina las avenidas del llano. A media legua de este cerro y junto al camino a la derecha hay un estanque de agua dulce. De allá a Tinaquillo puede ir la ar tillería. El río de Tinaquillo no tiene puente, es vadeable y tiene a sus orillas árboles y ramas para poderlo hacer.17 Sin embargo y por si me quedaba alguna duda, llegó a mis manos un Anuario Estadístico (1875) publicado durante el gobierno del General Guzmán Blanco, el cual terminó de ponerle la cereza al pastel. En esta obra, existe un cuadro que señala el itinerario utilizado para trasladarse desde Valencia hasta la ciudad de Tinaquillo en 1875. En ella se puede apreciar la coincidencia en la descripción geográfica que se hace del sitio por donde pasaba el camino y donde consideramos acampó el Ejército Liber tador en 1821. Este documento comprueba la existencia del camino por el sector de la arenera “Materiales Taguanes”, el cual se abandonó en la década de los años 70 del siglo XX.18 Cuadro 01.

Cuadro 01

17 Relaciones Topográficas de Venezuela 1815 - 1819 es una obra escrita por los ingenieros militares del General Pablo Morillo. Allí se describe un recorrido que coincide con las características de este camino, pues hacen referencia a un cerro ubicado a la entrada de la sabana y que permite una visión de todas las avenidas de aproximación del llano. Si esta descripción se hubiese hecho desde el camino de Recuas viniendo desde Buenavista, no podría verse el cerro señalado por quedar tapado por otro cerro, llamado El Ramero. Relaciones Topográficas de Venezuela 1815 - 1819. (1991). Sevilla: Editorial Consejo Superior de Investigaciones Científicas, p. 146. 18 Ver en Apuntes Estadísticos del Estado Carabobo. (1875). Ministerio de Fomento. p. 94.

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Monolito que señala el vivac del Ejército Liber tador.

19 La determinación del campamento es muy importante, porque la Batalla de Carabobo tiene la particularidad de haber sido la única librada en Venezuela con la participación de un elevado número de combatientes, donde el ejército a la ofensiva debió marchar desde el área del vivac una distancia cercana a los veinte kilómetros por caminos difíciles, para luego combatir. Además, era un camino totalmente desconocido para el jefe de la División que llevaba la responsabilidad del ataque principal. El General Páez nunca antes había estado en esta zona. Así que no debió ser fácil la dosificación del esfuerzo físico, para no llegar al combate exhausto. Una marcha de veinte kilómetros, impone un descanso obligatorio, que no hubo en este caso, lo que aumenta el mérito de la Primera División. La fatiga es un elemento esencial en el resultado de la batalla. Caminar uno o más kilómetros o dejar de caminarlos puede ser la diferencia.

Placa de identificación del Monolito del Vivac, estado Cojedes.

Debo aclarar que estas dos adquisiciones y su información, llevadas a la práctica, no dejan duda alguna sobre la veracidad y la comprobación de la información que, sobre el terreno, le había dado Don Antonio Barreto a mi papá. El lugar donde acampó el Ejército Liber tador en la noche del 23 y madrugada del 24 de Junio de 1821 había sido encontrado después de 194 años.19 El lugar donde se levantó el monolito es el extremo Noreste de lo que fue el campamento. La mina, en su desarrollo, inundó gran par te del lugar convir tiéndolo en un enorme lodazal que obligó a colocar el Monolito donde actualmente se encuentra, alejándolo del camino que iba más directo al río Chirgua .

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Instalaciones en ruinas de la antigua Hacienda las Abejas, ubicadas entre el actual monolito y la mina, a ambos lados del antiguo camino del Barniz.

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Hacienda Las Abejas y el río Chirgua

Saliendo de la Sabana de Taguanes, ESPECÍFICAMENTE DEL SECTOR donde se encuentra la arenera “Materiales Taguanes”, sentido hacia el Este hay un camino plano y como a quinientos metros se encuentran dos casas a mano izquierda. A la derecha hay unas ruinas de unas antiguas instalaciones ganaderas, pero ello no impidió que mi papá pudiera reconocerlas, era la hacienda Las Abejas. Ahora se aprecia una cerca con por tón que la separa de las instalaciones de la mina de arena. La identificación de la hacienda Las Abejas significó mucho para la investigación. Estábamos en el comienzo del camino que buscábamos. De acuerdo con la información que habíamos obtenido del viaje que realizó mi papá con Don Antonio Barreto en 1968 el río debería cruzarse siguiendo al Este, a una distancia aproximada de cuatrocientos metros después de la vaquera. La alegría duró muy pocos minutos, ya que el río no estaba ni se veía para cruzarlo. Por ello me invadió la más profunda frustración pero seguimos caminando por unos quinientos metros hasta que llegamos a un barranco profundo y al fondo estaba el río y al otro lado la montaña. No podía entenderlo y mi papá mucho menos ya que no se podía cruzar. Volvimos de vuelta a la vaquera y preguntamos a un hombre quien nos informó que él llevaba allí treinta años y el río siempre había estado en ese zanjón. Desilusionado mi papá dijo: “Hijo, buenas noches”. Una expresión muy de

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Paso del río Chirgua entre la Hacienda Las Abejas y Taguanes Viejo.

nosotros con la cual mi papá parafraseaba a un amigo locutor, Miguel Thodé, quien la puso de moda para significar el fin de algo y par ticularmente en el boxeo, para señalar la caída de uno de los contendores y el fin de la pelea. Al cabo de un rato, mi papá me confesó: “Me retiro, me estoy volviendo loco y te estoy comprometiendo en la investigación”. Debo decir que ese momento fue para mí muy difícil; sin embargo, logré convencerlo de seguir adelante con ella y aceptó; pero no sin antes adver tirme: “No debes confiar en mí, la memoria me ha jugado una mala pasada”. En esa vaquera quedó la pregunta: ¿Por dónde seguía el camino? Sabemos que en el libro Relaciones Topográficas de Venezuela 1815-1819 se describe el cruce del río, pero la interrogante acerca de su ubicación exacta seguía allí, aún sin resolverse. Después de aquel “buenas noches” dicho por mi papá en la hacienda Las Abejas, retomé la investigación que había dejado pendiente ya que otro punto impor tante señalado por los geógrafos del General Morillo era el Hoyo

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de Buenavista, el cual también resultó ser otro gran problema, también nos llevó a andar horas y horas de camino, pues nadie conocía ese nombre del Hoyo; sin embargo mi papá reconoció un lugar al pie del Cerro Buenavista donde dijo que había cuatro ranchos y una pequeña plantación de caña de azúcar, con un pequeño molino bajo un árbol de mamón. Allí Don Antonio Barreto hizo una parada más o menos larga, pero no dijo que el lugar se llamaba El Hoyo de Buenavista. A propósito del nombre “El Hoyo” mi papá me contó que en Los Teques había una anécdota de lo más graciosa y que todavía se escuchaba por la década de los cincuenta del siglo XX. La gente lo contaba así: Un día cuando el Dr. Rufino Blanco Fombona fue Presidente del Estado Miranda (1936 - 1937) recibió a los vecinos y representantes de los diferentes sectores y dicen que tomó nota de dos nombres que llamaron su atención, Cabeza de León y el Hoyo del Burro, este último es una gran depresión que estaba a orillas de la quebrada del Rincón, no muy lejos de la Plaza Guaicaipuro; en ese lugar dejaban los arrieros los burros en los cuales traían sus productos desde Lagunetas, Los Colorados, Guaremal, San Cornieles, entre otros sitios. La celebración del 12 de octubre se hacía en La Plaza Guaicaipuro con la presencia del Presidente del Estado. El Dr. Rufino Blanco Fombona era muy temperamental y en medio del acto, preguntó: ¿Dónde es que está el Hoyo del Burro? Nadie le respondió. Cuando intentaba volver a preguntar alguien dijo: “Más abajo del rabo”. “El espontáneo” pasó una semana preso. Luego y por temor la gente lo fue borrando y ya en los años 70 sólo se decía Santa Eulalia. Desapareció el Hoyo y el Burro. No sé qué ocurrió al Hoyo de Buenavista pero también desapareció y solamente quedó Buenavista. En la obra Relaciones Topográficas de Venezuela 1815 - 1819 se lee lo siguiente: “A la media legua se encuentra la pulpería del Hoyo de Buenavista en un valle”. Por lo que me preguntaba insistentemente una y otra vez: ¿Será este sitio dónde encontraremos el Hoyo de Buenavista? El profesor Cecilio Parra, bolivariano de alma y de corazón, muy conocedor de estos lugares, contactó a un amigo, quien había arreado ganado por este camino, se apellidaba Fuentes. Había nacido en el Campo de Carabobo en 1939. Tenía para ese momento 76 años y nunca escuchó a nadie nombrar ese lugar como El Hoyo. Eso significaba que por lo menos, en los últimos 70 años el lugar solo se nombraba Buenavista. La confirmación seguía pendiente. Sin embargo, Emilio Fuentes, agregó que ese sitio se llamaba “Corral de Barrios”. Desde este lugar se desprende una “Pica” que lleva a otra que ahora es una carretera y termina en un caserío nombrado Chirgüita.

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También sale otra pica que se enlaza con la que viene del Cantil, la cual caminamos con Fuentes; en ese trayecto y con el sol en su mejor momento, le pregunté sobre su vida de arriero y las tonadas, entonces él comenzó a cantar y la calidad de las mismas me aliviaron del tabardillo que me estaba matando. Surgió que él había trabajado en la hacienda Las Abejas como becerrero en 1947. Le conté el problema que tenía con la versión de mi papá sobre el cruce del río, cerca de la hacienda Las Abejas y dijo: “Su papá tiene razón, ese río lo arrimaron en 1973 a la pata de la montaña y la fosa por donde usted lo ve ahora la abrieron con máquinas”. Recordé aquel famoso programa radial, conducido por Por firio Torres llamado “Nuestro Insólito Universo”. Salí de inmediato con mi papá, con el profesor Cecilio Parra y con el señor Emilio Fuentes para la hacienda Las Abejas. Allí nos mostró por donde estaba el antiguo cauce, casi imperceptible por el relleno, así como también el lugar donde se inició el desvío y el talud, el cual se hizo con el resto de la tierra extraída del nuevo cauce. Además, contó que en invierno el río se desbordaba e inundaba el camino de Las Abejas, por lo que al retirarlo más de quinientos metros a un cauce hondo, no volvió a derramarse y produjo cien hectáreas de vegas muy fér tiles. Imagen 03.

Monolito d el Vivac y camino que conduce hacia el río Chirgua. En este lugar y sus alrededores, acampó el Ejército Liber tador el 23 de junio, en vísperas de la Batalla de Carabobo.

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ÁREA DONDE ACAMPÓ EL EJÉRCITO LIBERTADOR

LÍMITE ENTRE LOS ESTADOS COJEDES Y CARABOBO

PEAJE DE TAGUANES

Imagen 03

Se puede observar la desviación del río Chirgua. En el trazo verde el camino que

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tomó el Ejército Libertador para acceder desde Las Abejas hacia El Barniz.

CHIRGUA .

Se observan las intercepciones con el cauce del río, antes y después que este fuera

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desviado en el año 1971.

A N T E S D E 19 71 . C AUCE DEL R ÍO CHIRGUA QUE NO FUE INTERVENIDO. C A M I N O “ B U R R E R O ”. C A M I N O Q U E TO M Ó E L E J É R C I T O L I B E R TA D O R .

Agregó que nunca transitó por el camino que buscábamos, pero siendo niño supo de la existencia de otro camino por esos lados, con muchos tábanos y culebras por lo que la gente poco iba por allí. En el Barniz conocimos a un señor muy agradable, quien murió recientemente, dejando muy gratos recuerdos y una muy bien estructurada familia. Su nombre era Torcuato. Fue un especialista en amansar bestias; nos habló del camino antiguo, el cual había dejado de usarse desde que él era joven. Con esta versión tan clara fuimos hasta el río, doblamos a la derecha casi noventa grados y seguimos por la orilla del cauce como trescientos metros, y el río está como a diez metros abajo, volvemos a encontrarlo de frente y lo vadeamos con algunas dificultades porque la corriente era muy fuer te.

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Caseríos Taguanes Viejo y el Barniz

Vadeado el río, LLEGAMOS A UNA PL AYITA que muestra hasta dónde sube el río cuando crece, producto de la cur va de 90º grados que hace al chocar con la montaña, lo que produce un gran remanso que es empujado por la corriente y así se mantiene el caudal alto en cualquier época del año. Al llegar allí, se presentó otro problema, el camino se abre a la izquierda en una carretera nueva y otra vía que fue un camino sube al caserío de Taguanes Viejo, que está formado por casas dispersas, ninguna sobresaliente, con una placita pequeña y otras casas ubicadas a las orillas del Camino Burrero, que el señor Emilio Fuentes dijo que era el camino de “toda vaina”, es decir, es el mismo Camino de Recuas. Ninguna de las personas a las que les preguntamos tenía noticias del otro camino; luego supimos que una de esas personas interesadas en sacarnos de la ruta original, era el cuidador de una finca cercana por donde después encontramos lo que buscábamos. Ya mi papá repuesto del knock-out19 del río, al cual le cambiaron el cauce, Ruta del Ejército Liber tador, próximo a la escuela de El Barniz.

19 Anglicismo utilizado en el mundo del boxeo, cuando un peleador cae a la lona por un golpe de su rival.

identificó y reconoció un árbol de gran tamaño que había visto en 1968, el cual está ahora a la izquierda del río, a la salida de una quebrada más o menos grande que también nombran quebrada de Taguanes. Nos preguntábamos: ¿Por dónde seguía el camino? No era por la carretera nueva que llegaba a una casa de un señor apodado “Pata´e Tumba” por lo rudo y severo que es con los caballos que amansa.

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Sin embargo, ya a la altura de este viaje exploratorio, no había más rutas visibles, sólo un gran por tón a mano derecha de la nueva carretera. Esta entrada iba a una explotación agrícola de limones, no parecía que era por allí que debíamos seguir buscando, pero el éxito del río, tenía a mi papá eufórico, me dijo que el camino después del árbol entraba por un cerrito, pero la carretera había cambiado el paisaje, tomamos la decisión y atravesamos la finca de los limones sin atender las recomendaciones de un vecino, quien juraba que por ese lugar no había salida a ninguna par te. Al cabo de un rato, llegamos a un tapón difícil de pasar, habían bloqueado el paso acumulado desechos de toda índole. Logramos flanquearlos y salimos a un caminito que iba hacia unas casas, mi papá dijo que no era por ese camino, regresamos donde estaba el bloqueo y buscamos a la izquierda. Allí nos topamos con una selva impenetrable. Teníamos ante nosotros otro problema. Sin desmayar, le pedí al profesor Cecilio Parra que contratara unos macheteros y abrieran una trocha para superar esa selva, alejándose de las casas que están en el margen izquierdo de una pequeña quebrada. Regresamos a la semana y el profesor Cecilio Parra estaba contentísimo, la pica que hicieron reventaba en una vega, sembrada completamente de maíz, mi papá reconoció el lugar, no tenía dudas, estábamos en el camino que usó el Liber tador y había estado perdido por más de 194 años. Seguimos por él a la sombra de muchos árboles hasta alcanzar un poblado de casas dispersas y una escuela moderna. Este es El Barniz. Se cruza una pequeña quebrada y se encuentra un curioso accidente geográfico que es una especie de tobogán casi plano, el cual permite alcanzar la cresta de montaña en un minuto, mi papá lo recordó perfectamente porque Don Antonio Barreto lo acometió a toda carrera con su caballo y pronto ya estaba en la unión con el Camino Burrero, así llamado por Don Antonio Barreto, el Camino que él llamaba del Ejército Liber tador. De esta unión sigue un solo camino hasta la quebrada de Las Hermanas. Actualmente en el vivac, específicamente en la antigua vaquera de la hacienda Las Abejas, se erigió un Monolito en el lugar donde acampan los cadetes antes de iniciar la marcha. Desde esta zona, igualmente par te el Hito Nº 1 del total de 103 Hitos que demarcan la ruta Liber tadora. Este camino desde Las Abejas perdió su vigencia entre 1880 y 1921. Esto puede deducirse analizando los anuarios publicados por la administración del General Guzmán Blanco y el efecto de la carretera Gomera, que lo desplaza definitivamente a par tir de 1918.

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El camino del Ejército Liber tador permitió el desplazamiento fuera del alcance visual desde las elevaciones de Las Hermanas que, hasta muy poco antes de la batalla, eran dominadas por las avanzadas del Mariscal La Torre. El Camino Burrero o Camino de Recuas, entra o sale por Taguanes Nuevo y es vulnerable a la observación del enemigo desde las elevaciones de Las Hermanas, tanto es así, que el Liber tador ordenó al Teniente Coronel José Laurencio Silva que se apoderara de las alturas del Cerro Buenavista a partir del día 22 de junio. Busto de El Liber tador Simón Bolívar en el caserío de Taguanes Viejo.

Es evidente que el Liber tador no consideró en su plan marchar por el Camino Real vía al Pao, que como hemos dicho, era plano y fácil para la Caballería pero muy bien defendido por las fuerzas del Mariscal La Torre. Camino Burrero cercano a Taguanes Viejo.

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Monolito y plazoleta en el Cerro Buenavista.

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La quebrada las Hermanas, Los Cantiles y El Cerro Buenavista

Vista del Hoyo durante el ascenso al Cerro Buenavista.

Una vez conectados los caminos, SE MARCHA POR L A CR ESTA de la montaña que es una carretera de tierra, trazada sobre el antiguo camino, construida en la década de los años cincuenta del siglo XX, hasta donde la montaña se eleva y debe faldearse; al descender pueden verse a la derecha los rastros del antiguo camino. En la par te más alta de esta montaña está la casa del profesor Cecilio Parra. Luego se llega a un plano de unas tres hectáreas y media y al cruce de la quebrada de Las Hermanas, que hasta los años 60 del siglo X X mantenía agua todo el año. No encontré ni literatura, ni relatos de tradición oral confiables respecto al origen de ese nombre. Los ingenieros militares del General Pablo Morillo la nombran quebrada de las “Tres Hermanas”. Antes de cruzar la quebrada de Las Hermanas, en un plano, existe un gran árbol y los rastros de lo que fue una antigua casa con techo de tejas, la cual funcionó como posada hasta los años veinte del siglo pasado y se mantuvo en pie hasta 1968. Antes de cruzar la quebrada, existe un camino a la izquierda llamado del Cantil, que a poco de iniciarse cruza la quebrada, algunos lo llaman Los Cantiles, y más recientemente Las Codornices por haberse construido

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unos galpones para explotar ahí este rubro avícola. Este camino conduce al Cerro Buenavista. Cruzando la quebrada de Las Hermanas, dejando a la derecha el plan de una casa y a la izquierda el camino del Cantil sigue un camino que también va al Cerro Buenavista que se tiene por la vía que usó el Ejército Liber tador. Por El Cantil, llevó Don Antonio Barreto a mi papá, quien me contó que había unas pocas casas en la vía y varias veces se cruzó la quebrada; este camino es plano y donde se construyeron los galpones es un espacio muy amplio, continúa plano hasta el pie de una loma, la cual al ser remontada se encuentra con el camino que viene faldeando el Cerro Buenavista desde El Hoyo y conver tidos en uno, continúa faldeando el cerro hasta encontrarse con el más impor tante y emblemático que también saliendo de El Hoyo de Buenavista, o Corral de Barrios sube a lo más alto del cerro, para descender sobre el ya descrito y continuar para quebrada Honda y El Lorito. En el cruce de caminos del Cantil y el que viene faldeando desde El Hoyo de Buenavista (encrucijada de caminos), existió una bella casa que fue fotografiada en 1950 por el Dr. Alfredo Boulton, donde se puede apreciar la intercepción antes mencionada. La foto fue tomada desde la cumbre del Buenavista con visión hacia el Oeste. Foto 02. Foto 02. Tomada en 1950 desde la cumbre del Buenavista con visión hacia el Oeste. 1. 2. 3. 4.

VIVAC . CAMINO HACIA EL HOYO DE BUENAVISTA . CAMINO DE EL CANTIL. CASA FOTOGR AFIADA POR BOULTON EN 1950.

Foto 03. Más reciente (2014) del mismo sitio pero que ya no tiene la casa. 1. 2. 3. 4.

VIVAC . CAMINO HACIA EL HOYO DE BUENAVISTA . CAMINO DE EL CANTIL. LUGAR DONDE ESTUVO L A CASA . FOTOGR AFIADA POR BOULTON EN 1950.

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DIRECCIÓN AL CAMPO DE CAR ABOBO

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CUMBRE DEL CERRO BUENAVISTA

LOS CANTILES

LAS CODORNICES

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Imagen 04

Se puede observar el camino proveniente del área del vivac que llega a la quebrada

CAMINO DESDE EL ÁREA

de las Hermanas. De este punto se desprenden dos rutas: la primera, el camino de los

D E L V I VAC H A S TA Q U E B R A DA

Cantiles y la segunda, el camino llamado del Ganado, el cual se tiene como el abordado

DE L AS HERMANAS. C A M I N O D E LO S C A N T I L E S . C A M I N O D E L G A N A D O. CAMINO QUE SIGUIÓ E L G R U E S O D E L E J É R C I TO.

por el Ejército Libertador el día 24 de Junio, en su aproximación al cerro Buenavista. Cabe destacar que este último camino está descrito de manera precisa en el libro “Relaciones Topográficas de Venezuela, 1815-1819”. El grueso del ejército no subió a la cresta topográfica del cerro Buenavista, sólo lo hizo el Libertador con los miembros de su Estado Mayor y los comandantes de sus divisiones (Páez, Sedeño y Plaza). Se muestra el camino que siguió el grueso del ejército para evitar ser visto por el enemigo.

En la actualidad, el Camino del Cantil también llamado de Los Cantiles, sólo llega a los galpones, donde está la única casa que existe, pues ya no hay rastros de las que mi papá vio, ni los sitios donde las hubo, sólo pueden apreciarse cuando el fuego arrasa toda la vegetación. Para llegar al pie de la loma hay que “largar” el alma caminando por entre las empalizadas y el monte llamado “Jala pa’ tras” o “Uña de gato”. Sin embargo, el camino de la derecha (Las Hermanas) está completamente despejado y es muy rápido para andar, no existen rastros de casas en sus orillas y en quince minutos se llega al Hoyo de Buenavista. 20 Imagen 04.

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Aún con la lectura del libro Relaciones Topográficas de Venezuela, 1815 - 1819 no podíamos aclarar el misterio de El Hoyo de Buenavista. Una tarde ya de regreso a Caracas nos paramos en un sitio cerca de El Naipe, donde venden cocadas que usualmente se consumen de pie en una especie de barra, yo venía muy cansado y quise sentarme un rato. Tomando la cocada, abrí mi libro y comencé a hablar con mi papá y le dije: ¿Del sitio del Hoyo de Buenavista a la cumbre? y allí quedé, la silla que era de plástico, increíblemente se par tió por la mitad, y no sé cómo no me lesioné al caer de espaldas evitando dañar el libro con la cocada. Ya repuesto del susto le dije a mi papá, estamos leyendo mal e interpretando peor. De alguna manera el golpe me había aclarado el panorama. Así que decidido, con la misma, regresamos a Buenavista donde llegamos como a las seis de la tarde. Subimos el cerro una vez más y bajamos ya a oscuras pero con el problema resuelto. El sitio donde nos paramos tantas veces con los árboles de mangos y de mamones como testigos mudos era El Hoyo de Buenavista, lugar conocido por el señor Emilio Fuentes como “Los Corrales de Barrio”. 21 Se pudo comprobar la ubicación del Hoyo de Buenavista con las orientaciones y la medida del tiempo empleado por los geógrafos del General Pablo Morillo. Lo hicimos exacto como lo dice el libro Relaciones Topográficas de Venezuela 1815 - 1819 (1991, p. 152): De la quebrada de Las Hermanas, al sitio del Hoyo de Buenavista diecisiete minutos, del sitio del Hoyo de Buenavista a la cumbre cuatro minutos en sentido Este - Nor te, de la primera cuesta que se encuentra catorce minutos, a la cumbre de la segunda cuesta seis minutos. Ya habíamos subido por ese camino no menos de treinta veces, pero me habían informado los prácticos de la Compañía 24 de Junio que esa subida la habían hecho la gente de C ADAFE cuando constr uyeron la torre sobre Buenavista. Dicha información era verdad, pero nadie sabía que lo hicieron sobre el camino que describieron los ingenieros militares del General Morillo. Por ello, no medíamos nada sobre esa ruta, a lo que se suma, que al leer del “Hoyo de Buenavista a la cumbre cuatro minutos”, pensábamos que faltaba un número delante del 4, por algún error de la transcripción; sabemos que a veces una coma, una letra o un punto omitido, cambia completamente el sentido. 22 Aunque aclaré al comienzo que el objetivo primario era encontrar el camino del Ejército Liber tador al Campo de Carabobo, tal hallazgo implica algunas

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20 Para cualquier unidad militar, el trayecto por esta vía debe hacerse en columna de a uno desde el encuentro en El Barniz de los caminos, del Ganado o Burrero y el que hemos llamado camino del Ejército Libertador. Recordemos que el camino del Ejército, en algunos sectores, permitía un desplazamiento muy amplio, tal vez de cuatro o seis columnas y en otros sectores se reducía al paso de un solo hombre o caballo, obligando la adopción de la formación en columna. Las explanadas de la quebrada de Las Hermanas, la de El Cantil y la de Corral de Barrios seguramente permitieron el desahogo de tan numeroso ejército; ya que, si nos basamos en los estándares existentes de medición, tenemos que solamente la caballería ocuparía ocho kilómetros en columna, por asignársele entre tres y cuatro metros por caballo incluyendo el desplazamiento y la infantería seis kilómetros, por asignársele ochenta centímetros a un metro por soldado. Además, sabemos que los ejércitos compuestos de caballería e infantería podían marchar de forma intercalada evitando que toda la caballería se hallara, en un momento dado, adelante o toda la infantería atrás. Razones por las cuales suponemos se produjo la maniobra de usar los dos caminos. 21 Los Corrales de Barrios es un nombre que adoptó este lugar recientemente, es decir a mediados del siglo XX. En realidad, sabemos que desde 1815 hasta 1870 se le conocía con el nombre de Hoyo de Buenavista. Según la descripción de los geógrafos militares del General Pablo Morillo en sus Relaciones Topográficas de Venezuela 1815-1819, se trataba de una pulpería. Lamentablemente, no se pudo ubicar con exactitud el sitio donde estuvo la casa, aunque sabemos que, estuvo en esta área hoy poblada de árboles de mamón centenarios. Este sitio en 1968 contaba con cuatro ó cinco casas, muy pobres, tenían techos de palma y un molino pequeño de caña en el centro; además, de unos corrales muy rústicos con algunos animales. Desde este sitio a pie, tomando dirección Este, se remonta una cuesta y se sube durante unos cuatro minutos; luego el camino sigue


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consideraciones que creo per tinentes, a los efectos de una mejor comprensión de la estrategia y la táctica que debió emplear el Libertador como consecuencia del camino por donde se desplazaba. En mucha gente apasionada por este tema he comprobado que imaginan que la salida del campamento del Ejército Liber tador de la Sabana de Taguanes, fue similar a la salida de una carrera de maratón y otros consideran que fue por Divisiones. Si eso hubiese sido así, es decir salir todos a la misma hora, se hubiese formado una columna de diez kilómetros, por lo menos, ya que el camino en pocos lugares permite columnas de a tres, tal vez ahora que se ve una carretera puede uno imaginarse columnas de a cuatro pero en aquel año Quebrada Las Hermanas.

eso no era posible. De tal manera que la salida debió hacerse por etapas desde la madrugada del 24 de Junio de 1821. Era domingo y la luna comenzaba a menguar; además, en esa época del año aclara más temprano. Un caballo de la época que tenía menos alzada que los de ahora, podía andar sin forzarlo, entre diez y veinte kilómetros en una hora, por un terreno plano o con alguna que otra subida no muy pendiente (como el caso del camino que estamos reseñando). El grueso de la Caballería junto al Estado Mayor con sus prácticos debió salir primero y luego la Infantería, la cual, de esta manera no obstaculizaba a la Caballería. El Hoyo de Buenavista, las dos vegas de la quebrada Las Hermanas, la vega del camino de El Cantil y la de la quebrada El Lorito, son los únicos espacios que permitían estacionar dos mil quinientos caballos, mientras se tomaban las cruciales decisiones que surgieron luego de las observaciones desde Buenavista y se pusieron en práctica en las cercanías del Abra de Carabobo y El Naipe.

en dirección Norte durante catorce minutos, hasta llegar a la cima del Cerro Buenavista, lugar donde el Libertador, por primera vez, pudo observar el despliegue del Ejército Realista que ocupaba la Sabana de Carabobo. 22 Francisco De Solano. (1991). Relaciones Topográficas de Venezuela 1815 - 1819. Sevilla: Editorial Consejo Superior de Investigaciones Científica, p. 152. 23 Dato importante encontrado en Gonzalo Pulido R. De Carabobo al Cerro de La Mona: un nuevo enfoque de la Batalla de Carabobo, 1821. (2014). Caracas: Editorial Almolca. p. 251.

El Abra de Carabobo es un par ticular accidente geográfico en forma de garganta, ubicado entre el Cerro El Vigía y los nombrados Cerrajones, por donde cruzaba el camino de Recuas desde El Naipe a la Gran Sabana de Carabobo. Ya con todo el Ejército Liber tador en el Hoyo de Buenavista, el General en Jefe Simón Bolívar, sube a la cumbre con el Estado Mayor, los Jefes de División, los Ayudantes y el personal de servicio. En lo alto, hacen una comida, antes de las nueve de la mañana la cual, llamaban “almuerzo”. 23 En aquellos tiempos, la gente normalmente se acostaba y levantaba muy temprano entre las tres y cuatro de la mañana, a esa hora tomaban café y comían arepa, un bizcocho o galleta, algo así como el desayuno que conocemos en la actualidad. Luego comenzaban sus labores y a eso de las 8 o 9 de la mañana hacían lo que se llamaba el “almuerzo” (huevo, arepa o tasajo y guarapo).

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Camino al Cerro Buenavista, atravesando la quebrada Las Hermanas.

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Vista desde el Cerro Buenavista hacia la Sabana del Chaparral y al Arco del Campo de Carabobo. Esta es la panorámica que tuvo el Liber tador cuando obser vó los dispositivos realistas.

Abra de Carabobo. Vista en sentido Tinaquillo - Valencia.

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ÁREA DONDE SE ESTACIONÓ LA PRIMERA DIVISIÓN

DIRECCIÓN AL CAMPO DE CAR ABOBO

MIENTRAS EL LIBERTADOR OBSERVABA EL DISPOSITIVO REALISTA DESDE EL CERRO BUENAVISTA.

LAS TAPARITAS

QUEBRADA EL LORO

ALCABALA EL NAIPE

QUEBRADA HONDA EL NAIPE

QUEBRADA EL LORITO

CAMINO DE RECUAS

CUMBRE DEL CERRO BUENAVISTA

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Imagen 05 Q U E B R A DA H O N DA . Q U E B R A DA “ E L LO R I TO ”. Q U E B R A DA “ E L LO RO ”.

Mientras el Libertador observaba el dispositivo realista desde el cerro Buenavista, la Primera División se estacionó alrededor del camino San Carlos -Valencia, cerca del cauce de la quebrada Honda.

C A M I N O S A N C A R LO S - VA L E N C I A .

En casi todo el país se hacía la llamada “comida” que consistía básicamente en un plato de hervido y de ensalada. En la tarde, la última comida o cena era una arepa, tasajo y ensalada, poco antes de la seis de la tarde y los llamados “banquetes” generalmente se hacían de noche. El consumo de pan de trigo tal como hoy lo conocemos era muy poco, el trigo se cultivaba en pequeños espacios en Los Andes y Caracas, zonas frías, la harina de trigo la traían de España y se hacían los bizcochos y galletas. 24 El General O`Leary no indica que el General Páez estuviese en el almuerzo, lo que no significa, en lo absoluto, que él no haya par ticipado en la reunión y en la discusión del Plan de Batalla, el cual debía adoptarse después de la observación del dispositivo de defensa que presentaba el Ejército Realista. Probablemente, una vez concluida la actividad del Cerro Buenavista, debió adelantarse para tomar posición en un área que está en el margen derecho de la quebrada El Lorito e izquierdo de la quebrada Honda, suficientemente amplia como para estacionar su División y dejar el paso libre a la Tercera División, la cual avanzaba detrás del Liber tador y su Estado Mayor, rumbo a El Naipe y al Abra de Carabobo. Imagen 05.

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24 Existe un relato del General Daniel Florencio O´Leary, quien nos refiere un hecho curioso acaecido en aquel almuerzo que tomaron en la cumbre del Cerro Buenavista. Estando reunidos el General Sedeño y el Coronel Plaza conversaron sobre lo siguiente: “La plática, como sucede en tales casos, rodó sobre el éxito probable de la batalla que iba a librarse. Sedeño y Plaza no tomaban parte de la animada discusión y habiéndolo observado uno de sus camaradas, le preguntó a Sedeño el motivo de su silencio – Estaba pensando – respondió – qué bonito muerto haría Plaza. Y yo – dijo Plaza – estaba reflexionando en ¿Cuál será la bárbara temeridad que llevará a usted a su fin? Antes de hundirse el sol en Occidente, habían dejado de existir estos dos bizarros jefes. O´Leary Daniel. Memorias del General Daniel Florencio O´Leary. Narración. Tomo Segundo. Imprenta Nacional 1952, p. 90.


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A. Malavolti, Altar de la Patria, 1931. El Libertador en el Cerro Buenavista, detalle. Relieve en bronce. Colección Campo de Carabobo.

La imagen recrea la visual que tuvo el Liber tador del dispositivo enemigo desde las alturas del Cerro Buenavista hacia la Sabana de Carabobo. 1. Sabana de Carabobo. 2. Ar tillería realista. 3. Camino del ganado. 4. Arco de Carabobo. 5. Cerro La Cayetana. 6. El Abra. 7. El Vigía. Imagen del libro de Alfrdo Boulton, Los Llanos de Páez, Editado por DR AEGER-FRERES,1950.

La movilización del Ejército Liber tador no pudo ser observada por los soldados realistas apostados en el Cerro El Vigía. Sólo pudieron ver los movimientos que se hacían en la cumbre de Buenavista. Hasta esa hora de la mañana, el Mariscal La Torre no sabía por donde iba a atacar el Liber tador; pero evidentemente, le había dejado el camino libre desde el Cerro de Buenavista hasta el Abra de Carabobo para obligarlo a empeñarse en un ataque frontal, con pocas posibilidades de realizar movimientos envolventes, empleando favorablemente su Caballería, debido a la naturaleza del terreno.

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Tres quebradas: Honda, El Lorito y El Loro

El antiguo Camino de Recuas HA SIDO LLAMADO INSISTENTEMENTE por algunos Camino Real, esto ha generado confusiones que creemos haber explicado debidamente en el capítulo correspondiente. Este camino que sirvió de vía de aproximación del Ejercito Liber tador en 1821, al Campo de Carabobo. Es cruzado por varios cauces siendo el más impor tante el río Chirgua, el cual mantiene hasta ahora, agua todo el año. La más grande de todas las quebradas es la nombrada quebrada Carabobo. El Lorito y El Loro son las dos más grandes quebradas que cruzan el camino entre El Cerro Buenavista y El Cerro La Cayetana. La tercera y más pequeña es quebrada Honda. El Lorito lo hace unos ciento cincuenta metros después de pasar quebrada Honda, viniendo de Buenavista y El Loro a unos seiscientos o setecientos metros aproximadamente viniendo desde El Lorito, muy cerca del caserío La Cayetana. Debido a la impor tancia en el hallazgo de la Pica de Piedras Negras, estas dos quebradas deben ser examinadas con mucha atención. Todas las personas entrevistadas, incluyendo a los baquianos quienes nos acompañaban, informaron que la enorme quebrada que está, cercana al Cerro La Cayetana era nombrada “El Lorito” tal y como fue señalada por el Coronel Ar turo Santana en su obra La Campaña de Carabobo. La quebrada ubicada, entre la quebrada Honda y el sector Las Taparitas, era nombraQuebrada El Lorito.

da quebrada El Salto. Ningún entrevistado se refiró a ella como “El Lorito”.

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Con esta información que ahora sabemos está equivocada, comenzamos las exploraciones para encontrar la llamada Pica de Piedras Negras. Caminando hacia el Nor te por el cauce de esta quebrada, bautizada, no sabemos cuándo, ni por quién como “El Salto”, encontramos a unos doscientos metros, una gigantesca piedra, de unos cuatro metros de altura y diez o doce de ancho, ocupando todo el cauce. La corriente de agua al caer desde esa altura ha hecho un pozo que por momentos debe ser muy hondo y ancho, actuando como represa, haciendo que el agua vaya saliendo dosificadamente y además exista una filtración muy grande al subsuelo, lo que crea una falsa percepción que su cauce es un pequeño riachuelo de poco más de medio metro de ancho cuando cruza el camino. Esto podría explicar que no fuese señalada por los ingenieros del General Morillo en sus Relaciones Topográficas. A este enorme pozo, llegan bañistas en principios de verano. Creemos que este debe ser el origen del nombre “El Salto”. La revisión cuidadosa de los mapas de la obra, La Campaña de Carabobo (1921) del Coronel Ar turo Santana, mostró una contradicción, respecto a los mapas publicados por el General López Contreras en su obra Bolívar Conductor de Tropas (1930). Tenemos así que el Coronel Santana señala como quebrada El Lorito a la que está cercana a la Cayetana y no le coloca nombre a la que está más inmediata a quebrada Honda; pero la quebrada El Loro sí es indicada desde 1816 por los ingenieros militares ¿Cuál sería el motivo para dejar de llamarla quebrada El Loro para Llamarla El Lorito? Estamos seguros que no fue una imposición del Coronel Santana. El General López Contreras señala a la quebrada próxima a la Cayetana como El Loro y a la cercana a la quebrada Honda como El Lorito. ¿Cómo obtuvo la información exacta nueve años después que el Coronel Santana? La conversión de la escala 1 en 12000 del mapa del General López, le da la razón de manera incuestionable; tal vez nunca sabremos cómo se cometió el error en el mapa del Coronel Santana, sabemos que no conocía ese territorio, de tal manera que alguien lo indujo al error, que es grave porque si lo hubiésemos tomado como base de la investigación, nunca hubiésemos encontrado la Pica de Piedras Negras, lugar emblemático porque fue a través de ella por donde marcharon la Primera y Segunda División, originando lo que la historiografía conoce como El Disloque de las Divisiones para poder llegar con opor tunidad de vencer en el Campo de Carabobo.

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Quebrada Honda, el Lorito y el Loro: Monolito del Punto de Disloque Nº 1, lugar que indica la bifurcación de caminos y el inicio de la Pica de Piedras Negras.


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Por respeto a la obra del Coronel Santana, pionera sin discusión, hicimos las comprobaciones, tomando la quebrada que él denominó El Lorito para hacer las conversiones en el terreno, el resultado fue un desastre, no quedaron dudas de su error; ninguna medición llevada a la escala que señaló el General López era posible. Una vez en nuestras manos las notas de los ingenieros militares del General Pablo Morillo, pudimos comprobar todos los tiempos y las distancias si tomábamos como punto inicial, la quebrada El Lorito indicada por el General López Contreras. El nombre de quebrada El Salto, tiene que ser nuevo, nadie lo nombra en ningún libro, sólo los jóvenes de la Cayetana y El Naipe lo hacen, los mayores continúan confundidos y confundiendo. El Coronel Santana cayó en desgracia con la historia, por su cercanía con José Vicente Gómez, hijo del General Gómez e Inspector General del Ejército en 1914. Vicentico como mejor se le conocía, fue señalado como actor en la trama que concluyó con el asesinato de Juan Crisóstomo Gómez, mejor conocido como Juancho, hermano del General Gómez y vicepresidente de la República para 1923, al igual que Vicentico. Este último fue despojado del cargo, posición militar y enviado al exterior donde murió, sus más allegados terminaron aislados, presos o desterrados. El General López Contreras se mantuvo cerca y contando con la confianza del General Gómez. Los mapas del General López Contreras nombran a la quebrada que está entre quebrada Honda y Las Taparitas como El Lorito, par tiendo de su margen izquierda y aplicando en el terreno la escala 1 en 12000, que trae el mapa donde la señala, pudimos encontrar el inicio de la Pica y determinar con exactitud el sitio del Disloque. Hemos dicho que no podemos saber como ocurrió el cambio de nombre, y que el Coronel Ar turo Santana no lo inventó, debió ser inducido al error por algún baquiano, ya que él, aunque era de Montalbán, no conocía esa zona. Su obra sale a la luz en 1921, es decir, nueve años antes que la del General López Contreras, quien si había prestado servicios militares en Carabobo. Sin embargo, la obra de este último no pudo corregir la anterior y el nombre equivocado se mantuvo por casi cien años. Digo esto, porque si tomamos en cuenta la poca difusión que pudo tener un libro en aquellos años, donde el analfabetismo era más de setenta por ciento y que su autor había caído en desgracia con el General Gómez, no hubo tiempo para rectificar.

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Asumimos que la divulgación fue buena, aún con la limitante del analfabetismo, porque se conmemoraba El Centenario de la Batalla. Y no hubo ninguna otra investigación entre 1921 y 1930 cuando lo hace el General López Contreras, que con seguridad podemos afirmar, había leído La Campaña de Carabobo (1921). No lo corrigió, ya hemo explicado someramente las posiciones que tenían estos oficiales en aquellos años. Su obra, Bolívar Conductor de Tropas no tuvo gran difusión. Prácticamente se mantuvo en el ámbito militar, porque su publicacion coincide con la conmemoración del Centenario de la Muer te del Liber tador. Su obra agrupa y reseña las campañas militares de Bolívar y le dedica más de una tercera par te a la Campaña y Batalla de Carabobo de 1821. Creemos que fue muy noble al no mencionar y mucho menos corregir la obra del Coronel Santana, quien ya para 1930 había muer to. Lamentablemente, los que trabajaron el tema años después tampoco lo corrigieron. No quiero extenderme en el análisis de otras obras porque siento que esta historia está dividida en dos par tes: antes de las obras de Ar turo Santana (1921) La Campaña de Carabobo y de Eleazar López Contreras (1930) Bolívar Conductor de Tropas y después de ellas. No incluyo Las Relaciones Topográficas, porque aunque muy anteriores a la Batalla de Carabobo de 1821, fueron presentadas ya a finales del siglo XX. Es decir, ningún autor hasta el presente las usó como referencia bibliográfica. Las Relaciones Topográficas de Venezuela 1815 - 1819 (1991), están presentadas como un libro pero realmente son una recopilación del trabajo de los ingenieros militares del General Pablo Morillo, por ello, aunque fueron escritas mucho antes de las obras de los autores referenciados, estos no habrían tenido opor tunidad de leerlas por las razones cronológicas mencionadas. Aunque, se podía llegar a la verdad comparando los planos y llevándolos al terreno. La confusión y cambio de nombres de las quebradas está demostrada en nuestra investigación, pero todavía no es aceptada por las personas mayores de El Naipe y la Cayetana. Quienes aún oponen resistencia continúan llamando la quebrada El Loro, como El Lorito y la quebrada El Lorito la llaman “El Salto”. Para concluir el tema, voy a citar par te de la obra Relaciones Topográficas de Venezuela 1815 - 1819 (1991) donde se puede leer lo siguiente: Bajada hasta la quebrada Honda E.N.E y S.E.S. seis minutos Hasta la cumbre de otra cuesta N.E.S.E. Subida seis minutos, Bajada hasta la quebrada del Oro E.S y S.E. seis minutos

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Hitos del Punto de Disloque que indican la separación de las rutas de la Primera y Segunda División al salir del valle arbolado de Las Garcitas.


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Imagen 06

Quebradas El Loro y El Lorito.

Q U E B R A DA H O N DA

En color amarillo se observa el camino del Ejército Libertador en dirección al Campo

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de Carabobo desde la cumbre del Cerro Buenavista; en color verde la quebrada Honda;

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la quebrada El Lorito en color naranja y la quebrada El Loro en color azul.

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Aquí los ingenieros españoles no nombran la quebrada El Lorito. No sabemos cómo estaba en aquellos años, quizás por eso la omitieron. En relación a la quebrada de El Loro creemos que, por la similitud fonética, los geógrafos españoles la confundieron con la palabra “oro”, pero los tiempos de recorrido entre una y otra son idénticos; igual para los otros puntos referenciados. Esta descripción es viniendo desde Tinaquillo. Luego tenemos otra relación desde la Sabana de Carabobo a Tinaquillo; allí se lee: A la quebrada de Carabobo treinta minutos. A la pulpería de El Naipe treinta minutos. A la quebrada de Coro quince minutos. Nótese que en esta descripción la nombran “Coro” y revisando las Relaciones Topográficas de Venezuela 1815 - 1819 (1991) se encuentran muchos casos de cambios a otros vocablos, por efectos de la fonética. También en este caso las mediciones nos confirmaron los sitios sin dejar dudas. Imagen 06. Quebradas El Loro y El Lorito.

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La Pica de Piedras Negras A unos cien metros D E L A M A R G E N I Z Q U I E R D A de la quebrada El Lorito existió, al menos hasta 1930, una pica poco conocida, la cual fue colocada en la historia por el General López Contreras, en su obra Bolívar Conductor de Tropas. Por esta pica se movilizaron la Primera y Segunda División en junio de 1821. Operación Militar que la historiografía conoce con el nombre de Disloque. Hoy, solamente quedan rastros de ella en un sector nombrado La quebrada de La Zamura donde pueden verse las piedras negras que originaron el nombre, muchas meteorizadas por las altas temperaturas del fuego que también ha hecho desaparecer la vegetación. Es un recorrido aproximado de tres kilómetros que transcurre entre lo que fue un gran bosque montañoso, hoy casi desaparecido, cruzando una carretera trazada sobre el camino por donde se iba al Morro. Este cruce está ubicado entre el cerro Las Cajobitas y el Cerro La Cayetana, distante a unos cuatrocientos metros. La pica continúa por Pozo Salao y Yegua Escondía para terminar en El Mamón, sitio por donde pasa uno de los varios ramales conocidos como Picas de la Mona, que viene del Naipe, pasa por La Cayetana y conducía a la Mona. En este punto del Mamón, si se toma a la izquierda, que es al nor te, se encontrará La quebrada El Naipe y si el giro es a la derecha, se regresará a La Cayetana, encontrando antes el cruce a la izquierda del célebre camino de las Melacitas, usado por El General Sedeño para llegar a Gualembe. Preferimos llamar Piedras Negras para efectos de este libro, el tramo que va desde la quebrada El Lorito hasta el cruce del camino al Morro, ya que la carretera deformó el antiguo paisaje y la conexión a Pozo Salao ahora es un barranco derivado de la tierra desplazada. Ninguna persona de las entrevistadas, incluyendo dos octogenarios, oyó mencionarla. Don Antonio Barreto, citado anteriormente, conocía el nombre, pero no sabía donde estaba, aunque había escuchado el nombre en boca de gente mayor que él. En este sentido, es de mucha ayuda conocer lo que expresó el General López Contreras (1930, p. 59) sobre esta pica cuando afirma que:

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Monolito del disloque de la 1ra y la 2 a División. Salida de la Pica de Piedras Negras.

Pica de Piedras Negras.

…establecida la Tercera División en El Naipe, para cubrir la maniobra y contener las tropas realistas que defendían el Abra, la División Páez, siguiendo las instrucciones que le transmitió el Liber tador por medio de un Ayudante, y llevando en cabeza los gastadores de todos los Cuerpos, inició el movimiento desbordante a las 9 am, por la antigua pica de Piedras Negras, y al llegar a la depresión entre el cerro de La Cayetana y La Cajobita, dejó a su derecha el curso de dicha pica hacia El Naipe y corriendo hacia el nor te busca el pasaje de la quebrada del mismo nombre, a seiscientos metros más arriba del Abra. La División Sedeño25 sigue en cola de la División Páez... La precisión de los planos del General López Contreras, quien es el único en trazarla, hizo posible que la halláramos luego de muchas exploraciones fallidas. La entrada y el primer tramo de lo que fue la pica que tomaron la Primera y la Segunda División forman par te de unos potreros de la hacienda Las Taparitas y el resto tiene muchas intersecciones por alambradas, pasando por el patio de una casa que mira a la carretera, para internarse en los lugares ya mencionados.

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25 El General López Contreras comete un error al colocar a la Segunda División siguiendo a la Primera División hasta el cerro de La Centella. Para ampliar este aspecto, sería oportuno consultar el libro de Gonzalo Pulido (2014). De Carabobo al Cerro de La Mona: un nuevo enfoque de la Batalla de Carabobo, 1821. Caracas: Editorial Almolca. p. 258.


DIRECCIÓN AL CAMPO DE CARABOBO L A

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CASA DEL NAIPE

EL NAIPE

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QUEBRADA EL LORO ALCABALA EL NAIPE

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Imagen 07

En color rojo se puede apreciar el trazo de la Pica de Piedras Negras, sendero que tomaron

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la 1a y 2 a División y que les permitió avanzar sin ser vistas por el enemigo desde los puestos

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de observación ubicados en el cerro El Vigía. La 3a División, en color amarillo, continuó su

1a Y 2 a D I V I S I Ó N .

avance por el camino de Recuas hacia el Abra de Carabobo, con el Libertador a la cabeza.

C A M I N O D E R E C UA S .

En color verde claro se puede observar el trazo completo de la Pica de Piedras Negras

PICA DE PIEDR AS NEGR AS.

que desciende por la quebrada de El Lorito, cruza la quebrada de El Loro, en las faldas

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occidentales de La Cayetana y llega a la Casa de El Naipe.

Q U E B R A DA E L LO R I TO. Q U E B R A DA E L LO RO.

Para 1821 los movimientos a través de esta pica eran inobser vables desde El Vigía. Esto permitió a la Primera y Segunda División avanzar sin ser detectadas por el enemigo, ventaja que le da al Liber tador poder contar con el factor sorpresa hasta llegar a Gualembe, donde las tres divisiones ya estaban colocadas en línea, como izquierda la Primera, centro la Segunda y derecha la Tercera. Aquí los recibió el fuego de la Ar tillería. Tal vez en un futuro, se aclare, ¿por qué los prácticos del Ejército Realista no detectaron esta pica? pues permanecieron más de un mes estacionados en el Campo de Carabobo y con dominio del Cerro de Buenavista. Imagen N° 07. En el lugar donde se separan la Primera y Segunda División de la Tercera División con rumbo Noreste, se construyó un Monolito para señalizar el denominado Punto de Disloque 1.

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El Liber tador no todo lo vio de lejos

El Naipe, el Abra, la Ar tillería Realista y la Pica del Liber tador

El Libertador marchó junto con su Estado Mayor Y L A T E R C E R A D I V I S I Ó N , pasando la quebrada El Loro, hasta llegar a El Naipe, desde donde pudo detallar el dispositivo de defensa y comprobar que no era posible superarlo. Por su par te, el Ejército Realista, disponía de dos piezas de ar tillería y dos batallones de infantería que cubrían el paso por el Abra de Carabobo, obligando al Liber tador a for zar esa entrada con un ataque frontal. En la mayoría las batallas de la historia resaltan cuatro elementos, conocidos también como los cuatro fundamentos o principios del combate. Estos elementos sir ven tanto a las acciones ofensivas como defensivas y ellos son: Elemento de fijación, el cual tiene por misión aferrar al enemigo sin dejar que logre avanzar o envolver. Elemento de Engaño, el cual es responsable de simular un envolvimiento para capturar la atención del enemigo. Elemento de Ruptura, que es el que realmente se desplaza sin ser visto para abordar la posición enemiga y asaltarla para romper su dispositivo. Por último, el Elemento de Reserva que tiene por misión apoyar a cualquiera de los primeros tres elementos que lo necesite, cubrir una posible Dirección de Aproximación peligrosa o aprovechar una opor tunidad o debilidad en el dispositivo enemigo para atacarlo. Bajo este principio de organización el Liber tador ordena a la Tercera División fijar al enemigo en el Abra de Carabobo. Con este Carretera gomera sobre el Antiguo Camino de Recuas. Sector El Naipe.

movimiento, también ejecutaba el elemento de Engaño, pues le hacía ver al General La Torre que efectivamente estaba en proceso un ataque frontal.

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A la Primera División le da la misión para que actúe como Elemento de Ruptura por el flanco derecho enemigo y a la Segunda División le ordena permanecer en el centro del despliegue ofensivo, actuando como Elemento de Reserva, es decir, en capacidad de apoyar a la Primera o Tercera División si estas lo necesitan, o para explotar el éxito en una Dirección de Aproximación determinada, tal y como finalmente ocurrió. El Liber tador ordena avanzar a la Tercera División para fijar el dispositivo establecido por el Mariscal La Torre y simultáneamente, envió órdenes a la Primera y Segunda División para progresar a través de la Pica de Piedras Negras. Entre tanto, él mismo inicia su avance por una Trocha que ha comenzado a abrir a 100 o 150 metros antes del Abra, la cual lo llevará hasta conectar se con la Pica de Gualembe; de allí siguió a la entrada del valle boscoso de la quebrada Las Garcitas y es muy probable que haya continuado el Liber tador a la cabeza del movimiento hasta alcanzar las faldas del Cerro La Centella. De dicha Pica o trocha aún hoy quedan trazos que pueden obser var se desde la calle principal de Gualembe y desde la entrada de la urbanización El Naipe. 26 Respecto a esta pica, trataremos una impor tante situación que hasta ahora, permanecía sin ser aclarada, como lo fue la presencia del Capitán O´Lear y en la entrada del valle de la quebrada Las Garcitas, reseñada en la mayoría de las obras que tratan la Batalla de Carabobo. ¿Por qué estaba el Capitán O´Lear y allí? Sabemos que O´Lear y era uno de los ayudantes del Liber tador, así que no per tenecía a ninguna de las Divisiones. El propio O´Lear y lo cita en su obra, pero quien mejor lo describe es el General Emigdio Briceño 27, quien para 1821 era Teniente, adscrito a la Segunda División del Ejército Liber tador. En su obra Campaña de Carabobo 1821, el General Héctor Bencomo Barrios (1991, p. 162), cita al Teniente Emigdio Briceño quien relata lo siguiente: …luego que el Liber tador llegó con su pequeño grupo de zapadores a las inmediaciones del Boquerón y a la vista del enemigo emprendió abrir una trocha por la izquierda para salir al Chaparral del bosque que lo interceptaba con el camino, cuya operación trataron de estorbar los españoles… Sobre la entrada a la trocha dirigía sus fuegos la ar tillería española; y al llegar cada cuerpo a este peligroso punto, encontraban al joven Capitán O´Leary que con la impasibilidad del valiente daba estas voces: “Hileras a la izquierda y trote”. 28

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26 El camino de Recuas o de San Carlos a Valencia que ya hemos tratado previamente en este libro, al llegar donde hoy está la Alcabala de la Guardia Nacional en El Naipe, no sigue su trazo hacia el Campo de Carabobo sobre la autopista José Antonio Páez y sobre el puente de El Naipe como pudiera creerse. En realidad, el camino salía a la alcabala y cruzaba por detrás de unos ranchitos donde actualmente se venden frutas, continuaba con dirección al Abra cruzaba la quebrada en un lugar de fácil acceso y salía a la carretera de tierra que hizo el General Guzmán Blanco, en 1875, para conectarse con el Abra. Hoy es un camino perdido ya que está interrumpido abruptamente, por un acantilado artificial que se hizo hace unos 40 años atrás para desviar el curso de la quebrada de El Naipe y ganar unos cientos de metros de tierra para hacer un urbanismo. Es por este motivo que se construyó un hito en la alcabala y el siguiente al lado del portón que conduce a la urbanización El Naipe, precisamente sobre la antigua carretera del General Guzmán Blanco para evitar este difícil sendero. En la salida del camino que viene en su trayecto original desde la alcabala hasta la entrada del Abra, aún se puede observar claramente los trazos originales de hace 200 años. 27 General Emigdio Briceño estuvo implicado en el intento para asesinar al Libertador en Bogotá en 1828. 28 Según el Teniente Emigdio Briceño los fuegos de la artillería ocasionaron aproximadamente diez (10) bajas por cada batallón que pasó el estrecho.


EL OCUMO PIEZA DE ARTILLERÍA

CERRO PELÚO PIEZA DE ARTILLERÍA

LOS CERRAJONES ABRA LAS MELACITAS

EL VIGÍA

EL NAIPE D I R E C C I Ó N A T I N AQ U I L LO

ALCABALA EL NAIPE

DIRECCIÓN AL CAMPO DE CAR ABOBO

Imagen 08

En color negro se indica la trocha emprendida por el Libertador al confirmar que era

T RO C H A E M P R E N D I DA

imposible pasar por el Abra de Carabobo. Se observa el camino San Carlos - Valencia

P O R E L L I B E RTA D O R CO N

y la ubicación de las piezas de artillería realista.

LO S Z A PA D O R E S . C A M I N O D E R E C UA S

De la lectura de su discurso en Bogotá en 1870, se deduce que el Liber tador subió por la pica que ordenó abrir a los zapadores. Lo acompañó su Estado Mayor y los ayudantes. Los realistas quienes tenían gente en un puesto de observación en El Vigía y atrincherados en los alrededores del Abra de Carabobo observaron este movimiento y lo interpretaron correctamente. Era el comienzo de un “envolvimiento” por el flanco derecho. Respondieron rápiVista del Monolito del Emplazamiento de La Ar tillería desde el Monolito O´lear y.

damente y trasladaron una de las piezas de ar tillería hacia donde se dirigía el movimiento; la otra permaneció conteniendo a la Tercera División. No debe olvidarse que el Liber tador conocía este territorio porque como ya se ha dicho, sobre este mismo espacio, se libró la Primera Batalla de Carabobo en 1814. Así que el Liber tador sabía que la Primera División estaba muy cerca de salir al sitio por donde se entraba al valle de la quebrada de Las Garcitas. Cuando pasa con su Estado Mayor ordena a la Segunda División seguir a la Primera, ya que esta se había estacionado al salir de la Pica de Piedras Negras en un lugar cercano al Cerro La Cayetana, esperando órdenes de apoyar a la Tercera División, o de seguir a la Primera, o actuar como un centro. Exactamente esto hizo, siguió a la Primera y terminó en Carabobo como centro. Imagen 08. Trocha emprendida por el Libertador, su Estado Mayor, ayudantes y sus 40 zapadores buscando un acceso para llegar a la sabana de Carabobo con la Primera División.

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La pieza de ar tillería movilizada no estaba lista para abrir fuego desde Los Cerrajones debió entrar en batería cuando pasó el Liber tador, sin embargo, hubo fuego de ar tillería proveniente de la colina Corocoro y por este motivo, el General en Jefe, el Liber tador Simón Bolívar se vio obligado a protegerse con una elevación hoy llamada La Tragavenado. He aquí el motivo de dejar a su ayudante el Capitán O´Lear y, en la depresión donde impactaban los fuegos de ar tillería para que las unidades de la Primera y Segunda División que llegaban desde La Cayetana y La Cajobita no se dispersaran, y siguieran sin pérdida el camino abier to por él. Por eso la orden que impar tía O’Lear y era: “a la izquierda y trote”. Ya habíamos señalado que la Primera División al salir de la Pica de Piedras Negras continuó por el paso de Pozo Salao, Yegua Escondía y El Mamón, hasta interceptar uno de los tantos ramales que se dirigen al famoso sitio de La Mona, para seguir sobre este camino con rumbo Nor te hasta alcanzar la quebrada de El Naipe. Luego continuó en la dirección de la corriente de esta quebrada hacia el Noreste, marchando en opor tunidades sobre este curso de agua y fuera de él en algunos tramos, hasta llegar a la unión de las quebradas Gualembe y El Naipe. Una vez en este punto se forma un solo curso de agua con el nombre de la quebrada El Naipe, que continúa con dirección Sureste hasta el puente cercano a la alcabala de la Guardia Nacional Bolivariana, en el lugar denominado Hacienda El Naipe. Según los relatos del General Páez en su autobiografía, este fue el trayecto más difícil de la aproximación a la Sabana de Carabobo donde se vio obligado a cor tar árboles y despejar la maleza, debido a lo agreste del terreno y a la falta de un camino de uso corriente en esa zona. Donde se unen las dos quebradas, El Naipe y Gualembe, las tropas de la Primera División avanzaron por la margen izquierda de la quebrada El Naipe para penetrar por unas elevaciones hasta salir por el Samán de Gualembe y de allí a la depresión de los cerros Pelúo y el Ocumo, donde se encuentra hoy el Monolito del General O´lear y, lugar donde recibe fuego de la ar tillería realista, sin sufrir grandes daños. Imagen N° 09. Rutas seguidas por las Divisiones desde la Pica de Piedras Negras hasta la Sabana de Carabobo. El relato del Teniente Briceño es muy interesante ya que per teneciendo este oficial a la Segunda División, nos describe que su unidad también recibió fuego de la ar tillería enemiga. Esta revelación desmonta la hipótesis del respetado General en Jefe López Contreras quien, en todo momento, mantiene en este trayecto de la Primera División antes descrito, que la Segunda División avanzó desde la entrada de la Pica de Piedras Negras hasta llegar

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PICA DE GUALEMBE

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CAMPO DE CARABOBO

CONEXIÓN QUEBRADA EL NAIPE Y GUALEMBE

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QUEBRADA CARABOBO L A S M E L AC I TA S

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A LC A B A L A EL NAIPE SECTOR EL NAIPE

D I R E C C I Ó N A T I N AQ U I L LO

Imagen 09 1a Y 2 a D I V I S I Ó N S O B R E

Se puede observar la ruta seguida por las Divisiones del Ejército Libertador, así como las principales alturas que dominan el área de operaciones: Cerro Pelúo, Cerro El

L A PICA DE PIEDR AS NEGR AS.

Ocumo, Cerro La Tragavenado (Cadena de elevaciones que aprovecharon los patriotas

R U TA D E L A 1 a D I V I S I Ó N .

para avanzar cubiertos del fuego de la artillería) y la plataforma donde se ubicaron las

R U TA D E L A 2 a D I V I S I Ó N .

unidades de infantería realista para evitar la entrada de la 1a División a la sabana. Los

R U TA D E L A 3 D I V I S I Ó N .

Cerrajones junto al Cerro el Vigía forman el Abra de Carabobo.

R U TA D E L G R U E S O D E L A

Obsérvese la trocha que abrió el Libertador y los 40 zapadores hasta las faldas del cerro

a

C A B A L L E R Í A D E L A 1a D I V I S I Ó N . R U TA D E L B ATA L LÓ N

la Centella. Igualmente, se observa la ubicación de los cerros La Cayetana, Centella y

C A Z A D O R E S B R I TÁ N I CO S .

la ubicación de la artillería realista, así como la quebrada Carabobo y la ruta que desde

R U TA D E L B ATA L LÓ N

el Centella tomaron la infantería y la Caballería del General Páez, en su aproximación

B R AVO S D E A P U R E .

a la sabana de Carabobo. La antigua Pica de Gualembe también se aprecia en la imagen.

Q U E B R A DA D E C A R A B O B O. P I C A D E G UA L E M B E . T RO C H A E M P R E N D I DA P O R E L L I B E RTA D O R . C E R RO E L O C U M O. C E R RO P E LÚ O. C E R RO L A T R AG AV E N A D O. P L ATA F O R M A D O N D E S E U B I C A RO N L A S U N I DA D E S D E I N FA N T E R Í A R E A L I S TA .

29 Gonzalo Pulido R. De Carabobo al Cerro de La Mona: un nuevo enfoque de la Batalla de Carabobo, 1821. (2014). Caracas: Editorial Almolca. p. 275.

al Monolito del General O´leary, siempre en la retaguardia de esta unidad, comandada por el General Páez. En efecto, la Segunda División, a su salida de la Pica de Piedras Negras, se desvió hacia el Sureste tomando uno de los ramales que conducían al sitio de La Mona y que venía desde el caserío de El Naipe, pasando por un lado del cerro La Cayetana, lugar donde se estacionó esperando instrucciones del Liber tador para actuar como centro o reserva de la Tercera o Primera División en caso de ser necesario. 29 Estando en este punto, específicamente en un lugar hoy conocido como Las Melacitas, debió escuchar los fuegos de ar tillería que hacían impacto sobre

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las tropas de la Primera División en Gualembe. He aquí un ejercicio de deducción interesante. Si el Teniente Emigdio Briceño aseguró en su discurso de 1870 que su unidad había recibido fuego de ar tillería ¿Cómo y por dónde debió llegar la Segunda División a la depresión de los cerros Pelúo y Ocumo para ser blanco de los fuegos de ar tillería? L a pr egunt a es a nues tro entender lógica , porque si damos por cier t a la hipótesis del G ener al López Contr er a s , es decir colocamos a la División de Sedeño siguiendo a la de Páez, el tiempo de exposición de la pieza de ar tillería realista en la colina de Corocoro hubiese sido, al menos, de una hora, tiempo necesario para ir desde Las Melacitas a Gualembe, hasta donde está el Monolito O´leary en la ruta abier ta por la Primera División. Eso sin contar que la Segunda División iría a la retaguardia, debiendo esperar que pasara la última unidad de las tropas del General Páez, para ella comenzar a recibir el fuego de la ar tillería enemiga. En pocas palabras, estamos hablando de un tiempo que, para la maniobra del atacante y de la pieza de ar tillería realista, sería una eternidad pues de haber esperado todo ese tiempo hubiese quedado envuelta por las unidades de la Primera División. Esto nos hizo inferir que la Segunda División debió llegar a la quebrada El Naipe y luego a la depresión donde recibieron los fuegos de ar tillería por otro camino, más cor to y más directo. Este camino es el de Las Melacitas - Gualembe. 30 Considerar esta ruta supuso el cumplimiento de una condición: la existencia de un camino o trocha que no ofreciera grandes obstáculos en su tránsito, ya que la Segunda División debió llegar en un lapso menor al de una hora, para recibir los fuegos de la ar tillería. Esto lo calculamos en base al tiempo que fueron hostigadas las unidades de la Primera División que, según el teniente Briceño, fueron todos los batallones, es decir hubo un fuego constante sobre toda la columna de marcha de esta unidad y de la Segunda División también. Hay un camino descrito en la impor tante obra del Coronel Ar turo Santana, quien señala la existencia de un camino que, según las indicaciones de su narración, coincide con el camino de Las Melacitas - Gualembe. 31 El Doctor Gónzalo Pulido en su obra De Carabobo al Cerro de La Mona, también habla de un camino que se extendía desde el Zanjón de Guayabal hasta el cerro La Cayetana y que fue utilizado en la Primera Batalla de Carabobo en 1814. 32 Hecho este análisis, sólo podemos utilizar como variable para revelar este acer tijo el factor tiempo. En este sentido, la única ruta directa que se puede tomar desde el cerro La Cayetana hasta Gualembe, en menos de 20 minutos, es la descrita por estos autores. La hemos recorrido

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30 Este recorrido se puede apreciar en la Imagen 09. 31 Santana A. La Campaña de Carabobo. Biblioteca de Historia del Ejército. Colección Carabobo. Impresora Regional Andina. Mérida 1971 p. 110 32 En relación a este camino desde el Zanjón de Guayabal hasta el cerro La Cayetana descrito por el Dr. Gonzalo Pulido, el Dr. Zurita y yo somos del pensamiento que este camino, si bien existió en 1814 para la primera Batalla de Carabobo, muy probablemente para la segunda batalla en 1821 ya no estaba tan expedito. La prueba lo constituye el hecho que el General Sedeño se retardó abriéndolo nuevamente y, llegó tarde a la contienda en la sabana, tal y como lo asevera el propio Libertador en su comunicación dirigida al Congreso de Colombia para informar del resultado de la batalla.


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en su totalidad y hemos tomado el tiempo simulando los fuegos de ar tillería, logrando llegar a pie con una columna de cien combatientes en dieciocho minutos a la depresión donde fueron impactadas las Divisiones. La ubicación del punto geográfico donde estuvo instalada la ar tillería realista pudo ser encontrada gracias a la documentación gráfica contenida en la obra del General López Contreras. Ningún otro autor ha presentado otras evidencias. Ni las del General López ni propias; por ello, hasta esta investigación no se sabía nada acerca de los puntos exactos. Solamente se tenían algunos nombres como “Cerrajones”, y presunciones del posible movimiento de una de las piezas de ar tillería. El problema era hacia dónde o para dónde. Hay que decir que ni Santana (1921) ni Bencomo (1971) ubicaron con precisión el sitio de emplazamiento e impacto del cañón. Pulido (2014) tampoco lo hace acer tadamente, pues coloca la batería a la margen izquierda de la quebrada Carabobo, sin ningún posible ángulo de tiro. Revisemos la declaración rendida por el Teniente de Lanceros del Rey, agregado al Escuadrón de Ar tillería Volante, Don Carlos López; la declaración fue tomada en el Juicio Contradictorio, efectuado en el Castillo de Puer to Cabello días después de la Batalla, promovido por el Coronel Comandante del batallón Valencey Don Tomás García, para la obtención de la Orden de San Fernando. Allí se lee lo siguiente: …se halló en la citada batalla ocupando al principio de ella el camino Real de Tinaco con las dos piezas de ar tillería al mando del Capitán de dicha arma don Ynocentes Mercadillo protegidos de los batallones Valencey, Príncipe y Burgos; de cuyo punto marchó el declarante por dicho camino 33 Héctor Bencomo. Campaña de Carabobo 1821 (1971). Caracas: Ministerio de la Defensa, p. 175. 34 La pieza de artillería es la del Teniente López declarante en el Juicio Contradictorio. El relato del Teniente López si no es bien interpretado, pareciera terminar ubicando la pieza en las elevaciones de los cerrajones donde hoy se encuentra el Monolito que lleva ese nombre. Es imposible que ese cañón haya llegado hasta allí por la naturaleza del terreno y por ende que haya abierto el fuego sobre las unidades de la Primera y Segunda División. El propio López lo desmiente en su declaración.

hasta colocar un cañón en la altura donde se situó el Valencey rompiendo el fuego a las columnas enemigas que se dirigían por la derecha de nuestra línea a cuyo punto tuvo que acudir con el cañón cuando ya el fuego de la Ynfantería estaba muy trabado en medio del terreno montuoso é impracticable para la pieza; por cuyo motivo y viendo la retirada de los cuerpos de Ynfantería retrocedió para salir del monte a la sabana donde ya el enemigo tenía par te de su caballería…33 El relato describe la actuación del oficial y lo que hizo al entrar en acción, así como lo relativo a las piezas de artillería. Nótese que una de las piezas no logró abrir fuego contra las Divisiones Patriotas por los obstáculos del terreno. 34

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Foto 04 Comparación de imágenes. En la par te superior foto tomada por el General López Contreras y publicada en su libro “Bolívar Conductor de Tropas” año 1930. La foto corresponde a la depresión ubicada entre los cerros Pelúo y el Ocumo, lugar donde recibieron fuego la 1a y 2 a División.

Foto del mismo lugar realizada por la Comisión en 2014. Obsérvese al fondo el cerro la Cayetana señalado con el triángulo. Y el punto que señala la depresión ubicada entre los cerros Pelúo y el Ocumo, lugar donde recibieron fuego la 1a y 2 a División.

Evidentemente, por el testimonio del Liber tador, el General Páez y los Tenientes Juan José Flores y Emigdio Briceño, el Ejército Patriota recibió fuego de ar tillería, pero no fue la pieza del Teniente López la que disparó sobre las Divisiones. Entonces debió ser la del Capitán Mercadillo quien se separó del Teniente López apenas comenzó el desbordamiento, según su propia declaración. En consecuencia, uno se pregunta: ¿Dónde se ubicó el Capitán Mercadillo con su cañón? Ese lugar no puede ser otro sino la colina llamada actualmente “Corocoro”, único lugar desde donde existe ángulo de tiro y la distancia para impactar el estrecho o la garganta donde, según el General López en su obra Bolívar Conductor de Tropas recibió fuego de ar tillería el Ejército Liber tador, una vez descubier to el movimiento por el f lanco derecho del enemigo. Hasta este lugar la maniobra de una de las piezas de ar tillería resultaba muy

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Foto 05 Comparación de imágenes. En la par te superior, foto tomada por el General López Contreras y publicada en su libro “Bolívar Conductor de Tropas” año 1930.

Foto del mismo lugar realizada por la Comisión en 2014. La flecha roja indica la colina por donde subieron los Patriotas y recibieron fuego de ar tillería.

35 La confirmación del salvamento de solo una de las piezas de artillería la corrobora el Mariscal La Torre en su Parte de la Batalla de Carabobo cuando expresa “…Y habiendo visto que el Batallón Valencey con una de las piezas y los Regimientos de Dragones y Caballería del General que cubrían el camino de San Carlos se retiraban en el mejor orden…” Por otra parte el Teniente López en su informe rendido en el juicio contradictorio, explicó “...Y no habiendo encontrado el resto del tren de artillería que dejó con el capitán determinó apoyarse al Batallón Valencey por ser el único que se hallaba reunido lo que ejecutó al escape presentándose desde el momento al Coronel Don Tomás García quien le mandó a colocar el cañón a la cabeza del Batallón para seguir la retirada…” Héctor Bencomo. Campaña de Carabobo 1821 (1971). Caracas: Ministerio de la Defensa, pp. 129 y 137.

fácil de ejecutar a par tir del cerro llamado en la actualidad La Pavosa, sitio donde se encontraban inicialmente las dos piezas de ar tillería bloqueando el Abra de Carabobo. Para el momento de la acción estas dos alturas eran una sola unidad geográfica y la distancia entre los dos puntos sería de ciento cincuenta metros aproximadamente. Hoy son dos alturas distintas debido al cor te que hizo en su geografía la autopista José Antonio Páez. El Ejército Realista salva una pieza de ar tillería en el campo de batalla, cerca del actual Arco de Triunfo de Carabobo; la cual comandaba el Teniente López quien se fue replegando con el Batallón Valencey, 35 la misma sería abandonada luego, entrando a Valencia. La pieza capturada fue entonces la del Capitán Mercadillo, quien no pudo salvarla y probablemente fue dejada en esa misma colina, al ser presionado por la Tercera División, una vez penetrado al Abra de Carabobo.

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Foto 06 Comparación de imágenes. Foto tomada por el General López Contreras y publicada en su libro “Bolívar Conductor de Tropas” año 1930. La vista corresponde al lugar donde se emplazó una de las piezas de Ar tillería (Indicada por una Flecha) que abrió fuego contra la 1ra y 2da División.

Foto del mismo lugar realizada por la Comisión en 2014. Obsérvese lo modificado que se encuentra el paisaje por la vegetación.

Es necesario decir, que para sustentar estas deducciones me concentré en las fotografías tomadas en 1929 y registradas en la obra Bolívar Conductor de Tropas y en ubicar el lugar desde donde fueron hechas tales imágenes. Para realizar dicha tareas conté con la ayuda de mi amigo, Jorge Márquez, quien es profesional en esa especialidad, quien después de examinar muchas fotografías, tomadas por él y de compararlas entre sí y luego con las del fotógrafo del General López Contreras, puso en práctica algunas técnicas como la superposición, la cual permite la localización geográfica, con la medición angular, para determinar distancias así como otras prácticas. Después de unas semanas, teníamos ubicados. Primero, el sitio de Los Cerrajones, donde inicialmente estaban las dos piezas. Segundo, el lugar donde colocaron la que movieron para tratar de evitar el envolvimiento. Tercero, la zona donde las descargas impactaron sobre las Divisiones y cuar to el

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DIRECCIÓN AL CAMPO DE CAR ABOBO

EL OCUMO PIEZA DE ARTILLERÍA

CERRO PELÚO PIEZA DE ARTILLERÍA

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Imagen 10

Se aprecia ven color negro la Trocha emprendida por el Libertador al confirmar

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que era imposible pasar por el Abra de Carabobo.

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Se observa el camino San Carlos - Valencia. Se distinguen las áreas que podían ser

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batidas con la artillería realista.

punto, desde donde fueron tomadas las fotos en 1929. Fotos 04, 05 y 06. Sitios de la ar tillería. Una de las situaciones más difíciles con la que nos encontramos, fue la modificación que le hizo al paisaje la construcción de la Autopista General José Antonio Páez, la cual abrió una garganta, par tiendo el cerro en dos par tes donde se encontraba emplazada la ar tillería. Es impor tante notar que en la visual actual parecen independientes, del lado izquierdo de la vía en sentido a San Carlos, quedó el lugar de Los Cerrajones, donde se instalaron las dos piezas para evitar el paso por el Abra de Carabobo. Este es el lugar que nombran La Pavosa. Allí existen varias casas habitadas, y una casa inconclusa, las personas atribuyeron a esta casa los motivos que dieron origen a tan extraño nombre de “La Pavosa”. Al Sur de este sitio, a unos cincuenta metros, pasa el camino de Recuas, y también están los restos de las carreteras de Antonio Guzmán Blanco y Juan Vicente Gómez. Del lado derecho, a unos ciento cincuenta metros, como lo expresamos anteriormente, quedó la pieza movilizada, desde el cerrajón en el sitio “Corocoro”. Se han levantado monolitos, en el sitio donde se emplazó el cañón que abrió fuego sobre la trocha abier ta por el Liber tador, así como en el lugar donde recibieron el fuego los Patriotas. Ver Imagen N° 10.

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La Pica de La Mona y la quebrada de Agua Dulce

Monolito de la Sabana del Chaparral.

He querido iniciar este capítulo PA R A F R A S E A N D O a mi papá porque según él, hace más de 200 años, desde Tocuyito hasta San Carlos, todos los caminos conducían al sitio de La Mona. Eso es completamente comprensible ya que la Pica de La Mona era tan cotidiana como otras picas, veredas, trochas y caminos que se cruzaban o conectaban. Lo épico y hasta lo fantástico se lo agregó la historia del General Páez, pues nos hace interrogarnos acerca de qué hubiera pasado con la pica que abrió el Liber tador entre El Naipe y Gualembe si alguno de aquellos grandes jefes le hubiese atribuido, algún calificativo. Así mismo, hay quienes por no conocer la Pica de La Mona, la niegan; otros, para no parecer ignorantes en el tema, que en teoría deberían conocer, la aceptan y otros transitan por su suelo sin saberlo. Lo cier to es que la Pica de La Mona existía mucho antes La Pica de la Mona. Altura inaccesible que ocupó la infantería realista el día de la Batalla para impedir el acceso de la Primera División del Ejército Liber tador a la Sabana del Chaparral. En la par te superior de la cuesta se observa el Monolito de la Sabana del Chaparral.

del siglo XIX por ser una ruta que usaba la gente que iba al Nor te, específicamente a Puer to Cabello. Sabemos que las personas y sus mercancías venían del Pao de San Juan Bautista, Calabozo, Or tiz, Tinaquillo, Tinaco, San Carlos y todos los pueblos del Sur, como El Baúl, Arismendi y todos los pueblos del Nor te de Apure; por ella pasaban los productos al puer to, desde ganado vacuno, mular, cueros, plumas de garza, añil y cualquier producto de expor tación o impor tación.

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Sin embargo, comencemos por explicar por qué se hizo famosa la Pica de La Mona en la Batalla de Carabobo. El General Páez, en su autobiografía dice: Dejando el general español los dos regimientos antes citados, a la boca del desfiladero, salió a disputarnos con el resto del ejército el descenso al valle, para lo cual ocupó una pequeña eminencia que se elevaba a poca distancia del punto por donde nos proponíamos entrar en el llano, que era la Pica de La Mona conducidos por un práctico que Bolívar había tomado en Tinaquillo. Tal aseveración hecha por un protagonista de primer orden en aquellos acontecimientos de 1821 y que posteriormente sería el Presidente de la República, convir tió aquella antigua pica en algo mítico; pero antes de su autobiografía es decir, 50 años después de la batalla de Carabobo, ni la nombran, ni le asignan ninguna característica especial en su larga existencia. Sólo El Centauro la mantenía en su memoria y en 1859 expresa a Don Eduardo Blanco lo que no dice en su autobiografía. Ahora dejemos al Dr. Zurita explicar al detalle los intríngulis de este tema que nadie conoce mejor que él y se convir tió, durante esta aventura que nos llevó a escribir este libro, en una especialidad más de los tantos temas que maneja con gracia y maestría. “En la actualidad sabemos que La Pica de La Mona es un antiguo camino de indígenas, anterior a la llegada de Juan de Villegas en 1548. Los hallazgos arqueológicos de las dos chirguas y de Gualembe así lo demuestran. A pesar de discurrir uno de los ramales de la célebre “Pica de La Mona”, el nombre de la pica se debe al sitio de La Mona que está mucho más al Nor te y es la entrada a Chirgua Arriba; la gente y el comercio no iban al Cerro de La Mona de la Sabana de Carabobo, simplemente pasaban por él. Más al Nor te de Chirgua Arriba está la Hacienda Cariaprima, que per tenece a descendientes del Liber tador ; para 1821 era de su propiedad. Desde aquí, se llegaba por un camino relativamente fácil a Trincheras, Aguas Calientes, El Cambur, Taborda, El Palito y Puer to Cabello. En El Cambur se podía tomar un camino al sitio de Miquijá, de aquí a Goaigoaza, para luego llegar a Puer to Cabello. Trincheras y El Cambur hoy siguen siendo sitios y poblaciones de la carretera y de la autopista que comunica Valencia con Puer to Cabello. 36 El sitio de La Mona, ubicado a orilla del río Chirgua, antes de Chirgua Arriba y Cariaprima era importante porque fue una parada de abastecimiento y allí mucha gente vendía y compraba productos, antes de llegar o venir del puerto.

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36 Concluida la Batalla de Carabobo el Libertador despachó un piquete para recuperar la hacienda que estaba en manos de los españoles desde 1814. Cuentan que, a la llegada del piquete, los españoles no opusieron resistencia y se salieron de la hacienda colocándose en un lugar que hoy se conoce como Plan de los Españoles. Eduardo López de Ceballos. (1966). Recuerdos e Impresiones de Antes y Ahora. Caracas.


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Al sitio de La Mona llegaba gente de Nirgua, Montalbán, Bejuma, Tocuyito y de las haciendas de ese inmenso territorio. 37 La gente de Valencia y del centro iba al puer to por el camino de Naguanagua, también llamado de Los Españoles, o por el camino de Bárbula vigente desde principios del siglo XIX. Los de Barquisimeto y San Felipe lo hacían por Aroa. La gente y los productos que salían de San Carlos, Tinaco, Tinaquillo y El Pao de San Juan Bautista tenían dos opciones; la primera, era tomar el Camino Real y salir al Campo de Carabobo y allí comenzaba La Pica, atravesando el Campo, bajaba por El Cerro de La Mona, por donde está el Monolito del Chaparral. La segunda, que no era conveniente para la gente y productos del Pao era entrar desde Tinaquillo por La Sabana de Taguanes a cualquiera de los caminos descritos como el Burrero o el del Ejército Liber tador ; por los dos llegaban a El Naipe y desde aquí salía la Pica hacia La Cayetana, donde se abría en dos, una rama iba e interceptaba la Pica de Piedras Negras. Aquí salió Páez, quien siguió al nor te, cruzó la quebrada El Naipe, buscando Gualembe al este, la Pica sigue al nor te, a La Mona. En Gualembe, donde La Pica enlazaba con la que venía desde el Campo de Carabobo, pasando por las estribaciones del Cerro Centella y Las Garcitas, tomando rumbo nor te, se encontraba con la que Páez había dejado a poco después de pasar la quebrada El Naipe y llegaba a La Mona, la otra rama más cor ta, también llega a Gualembe, esta fue la ruta de la Segunda División. De Gualembe rumbo Sur se llega al antiguo Camino de Recuas, que al Este va al Campo de Carabobo y al Oeste a Tinaquillo. Como se puede ver era una autentica red vial.” El General Páez inmor talizó el pedacito que baja o sube, como se quiera ver, al Campo de Carabobo. Las carreteras del General Guzmán Blanco entre Valencia y San Car los, y hacia Bejuma, mataron el viejo camino; ya no 37 Una vez culminada la Batalla de Carabobo, en horas de la noche, el Batallón Infante perteneciente al Ejército Realista y que se encontraba cubriendo durante la batalla el Camino Real que conduce desde el Campo de Carabobo al Pao de san Juan Bautista, aprovechando la oscuridad, logró infiltrase a través de las unidades patriotas que estaban acampadas en la sabana, logrando alcanzar la Pica de la Mona y de esta manera escabullirse hasta Puerto Cabello pasando por los puntos antes descritos (Campo de Carabobo, La Mona, Cariaprima, Trincheras, El Cambur y Puerto Cabello).

se iba a La Mona bordeando el Campo de Carabobo, ni costeando el río Chirgua. La Mona había perdido su impor tancia estratégica como paso obligado a Puer to Cabello desde el Sur, Este y Oeste. Cabe preguntarnos una vez conocida la impor tancia económica de la famosa ruta: ¿Qué significó para Páez y los hombres que lo acompañaron en aquella jornada memorable La Pica de La Mona? La respuesta desde el punto militar es muy sencilla: una Dirección de Aproximación para llegar al objetivo. Lamentablemente, el General Páez no se extendió mucho en los detalles cuando escribió su autobiografía, pero hubo alguien, un joven militar, escritor y Edecán del Prócer quien tuvo el privilegio de escuchar de boca del propio General, lo que en ese campo inmor tal había ocurrido. Se trata de

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Don Eduardo Blanco autor de la novela Venezuela Heroica. Transcurría el año 1859 cuando el Centauro se dio cita con el General Juan Crisóstomo Falcón en algún lugar del campo de batalla. La reunión se concer tó en Carabobo con la finalidad de discutir la situación política y militar generada por el inicio de la Guerra Federal. Dejemos que sea Santiago Key Ayala en su obra Bajo el signo del Ávila (1949) quien nos traslade hasta ese momento en la historia, cuando el viejo guerrero se emociona con sus recuerdos y comienza a referir al General Falcón los pormenores de la batalla. Dice el autor que “lo hizo con tanta emoción y brillantez que al concluir Falcón se dirigió a Blanco y le dijo: “Ésta usted oyendo la Ilíada de los propios labios de Aquiles”. Lo que reveló el viejo guerrero al General Falcón y a su propio Edecán, podemos encontrarlo en esa gran novela Venezuela Heroica, donde aquel oficial, seguramente impresionado de las hazañas de su General, escribió lo siguiente: Estudiadas las posiciones que sostenía el ejército realista, de hecho inabordables por nuestros batallones, hubo el Liber tador de renunciar a su primer propósito de forzarlas de frente; pero deduciendo al mismo tiempo, por la manera como se hallaban colocados los diferentes cuerpos españoles, que La Torre sólo esperaba nuestro ataque por uno u otro de los caminos ya indicados, concibió el atrevido intento de envolver al enemigo por uno de los flancos, arrostrando las dificultades y peligros que le oponía el terreno. Resuelto a llevar a cabo sin tardanza el proyectado movimiento, Bolívar hace llamar a uno de los guías que había tomado en Tinaquillo, le expone su propósito e inquiere de él la posibilidad de ejecutar tan arriesgada operación. El guía se muestra exper to, e indica al Liber tador una vereda poco conocida y casi impracticable, denominada “La Pica de La Mona” como la única posible para penetrar fur tivamente en la llanura sobre el flanco derecho del enemigo, haciendo gran rodeo. Después de meditarlo, Bolívar acepta la indicada vereda, y poniéndose a la cabeza de todos los zapadores del ejército, corre a la entrada del atajo y ordena a Páez penetrar por él con la Primera División e ir a forzar la entrada a la llanura. Serias dificultades ofrecía aquella operación. En primer lugar, para ganar la boca del atajo era indispensable aproximarse

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Quebrada de Agua Dulce.


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Estribación Nor te del Cerro la Centella. En el lugar donde se obser va el ganado pastando se ubica el nacimiento de la quebrada de Agua Dulce, la quebrada Cañafístolo y Las Garcitas.

a las posiciones enemigas por la vera de un bosque situado al occidente de la vía de San Carlos y cuya entrada, no distante del abra principal defendida por el ejército realista, barría su ar tillería; luego atravesar el intrincado bosque y alcanzar la cima de una larga colina dominada también por los fuegos del enemigo; recorrer algún tiempo la indicada colina sin resguardo posible; y penetrar al fin por el estrecho cauce de una quebrada har to fragosa que difícil acceso prestaba a la llanura. Páez se interna en la trocha. El resto del ejército amenaza de frente las posiciones de La Torre. La ar tillería realista rompe sus fuegos sobre la Primera División; la comarca se estremece y palpitan con rapidez todos los corazones. Mientras la División de Páez, internada en la estrecha vereda, vence cuantas dificultades se oponen a su marcha, los otros cuerpos, que en su oportunidad deben seguirla, permanecen en la Cayetana, resguardados de los fuegos del enemigo.

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PARQUE CAMPO DE CARABOBO DIRECCIÓN LA MONA

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Imagen 11 C A M I N O D E L G A N A D O Q U E C O M U N I C A B A T I N A Q U I L LO C O N E L C A M P O D E C A R A B O B O . P I C A D E L A M O N A S E G Ú N E L G E N E R A L LÓ P E Z C O N T R E R A S . P I C A D E G U A L E M B E Q U E C O N D U C E A L A M O N A S E G Ú N N E C TA R I O M A R Í A . P I C A D E L A M O N A S E G Ú N E D U A R D O B L A N C O D E S C R I TA P O R E L G E N E R A L PÁ E Z . P I C A D E L A M O N A P R O V E N I E N T E D E L PA O .

He aquí resuelto el misterio de la famosa Pica de La Mona y esto fue, a nuestro criterio, lo que significó para el General Páez y para los héroes de aquella 38 La descripción de la actividad comercial del sitio de La Mona fue posible, gracias al relato oral, obtenido de la señora Froyla Niño Passios, a quien tuvo la oportunidad de conocer el Dr. Francisco Zurita, y compartió con ella en numerosas reuniones familiares, pues era la madre de uno de sus mejores amigos, el también médico veterinario Eduardo Pacanins Niño. La señora Froyla era, a su vez, tátara nieta del General Hermógenes López, quien fuera presidente de Venezuela y gobernador del Estado Carabobo en cinco oportunidades, así como jefe militar de Nirgua. El General López fue también responsable de traer los restos mortales del General Páez desde Nueva York.

jornada aquel misterioso atajo que, a pesar de la edad, aún el viejo Comandante de la Primera División mantenía en sus recuerdos. Así pues, la entrada a la Pica de La Mona comenzó para estos soldados en lo que hoy es el pueblo de Gualembe, exactamente donde se encuentra ubicado el Monolito del Capitán O´Lear y, que es continuidad de la famosa trocha abier ta por el Liber tador y donde impactaron los fuegos de la ar tillería realista. Su punto culminante estaría entonces en la plataforma de El Chaparral, donde hoy se encuentra un mirador distinguido por un Monolito dedicado a los valientes soldados de la Primera División. 38 Esta descripción concuerda perfectamente con nuestra tesis planteada, en el capítulo que trata los hechos ocurridos en el Abra de Carabobo, relacionados con la actuación del General en Jefe Simón Bolívar y los 40 zapadores, así como el papel desempeñado por las dos piezas de ar tillería del ejército español. Imagen N° 11.

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A lo largo de toda esta narración de los caminos que condujeron a la Gloria de Carabobo, hemos tratado en lo posible de exponer al lector los detalles de los itinerarios y conformación de los senderos y vías abordadas por el Ejército Liber tador, aquel día 24 de junio de 1821. El Coronel Ar turo Santana cuya obra Campaña de Carabobo (1921) es precursora de casi todos los trabajos que posteriormente se realizaron, proyecta la aproximación de la Primera División del General Páez, a través de un camino descrito parcialmente en este libro, cuando se tocó el tema de las rutas de las Divisiones del Ejército Liber tador. El Coronel Santana y el General López en este punto, tienen una gran diferencia y de manera lógica hace que nos planteemos una pregunta que, a nuestro parecer es per tinente. ¿Quién tiene la razón entre los diferentes autores de los excelentes trabajos que se han presentado de la Batalla de Carabobo, en relación a los caminos transitados por aquellos valientes soldados de infantería y caballería patriota? Los que han podido tener a la mano y leer estas obras, inmediatamente notarán que las direcciones de aproximación difieren entre los libros existentes. Autores de la talla del General en Jefe Pérez Arcay, el General de Brigada Bencomo Barrios, el Hermano Nectario María, el Dr. Gonzalo Pulido se guiaron por las rutas presentadas por el Coronel Ar turo Santana en la mayoría de sus aspectos, pero especialmente en el trayecto que va desde la Pica de Gualembe hasta el cerro La Centella, para luego entrar en las inmediaciones de la quebrada Carabobo. Ruta que difiere de la planteada por el General en Jefe López Contreras en su obra Bolívar Conductor de Tropas a la cual, nosotros nos hemos apegado por dos principales razones: La primera por la exactitud de sus mapas comparados con el terreno. Seguramente y así lo hemos expresado previamente en este libro, el General López debió contar con el apoyo de la fotografía aérea, que comenzó a utilizarse en Venezuela en la década de los 20 del siglo pasado, al llegar los primeros aviones al país. Segundo, porque fue el único en citar una fuente al parecer muy confiable por ser este personaje, hijo de uno de los testigos de la Batalla de Carabobo. Se trata del señor Juan Francisco Robles, quien de 87 años, acompañó al General López Contreras en su estudio de campo para realizar su libro. El señor Robles era hijo de Pedro Robles quien tenía 12 años cuando ocurrió la batalla y vivía en las inmediaciones del Campo. El señor Robles por su par te también conoció al señor Bernardo Arocha vecino de El Naipe quien vino de peón el día de la Batalla, abriendo el camino de la Primera División y junto a

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Salida del General Páez con la Primera División a la depresión de Gualembe.

su padre, le enseñaron todos estos senderos y trochas señalados y descritos por el General López Contreras. A diferencia de otros autores, el General López no se conformó con trazar una flecha amplia, larga y general en sus mapas para señalar los ejes de avance, si no que detalló casi milimétricamente, las rutas utilizadas las cuales, han sido corroboradas por nosotros durante la investigación, correspondiendo sus trazos en el mapa a la exactitud del terreno donde se ejecutaron. El camino que señaló el General López Contreras se diferencia del graficado por su predecesor, el Coronel Ar turo Santana, en varios aspectos, entre los que señalamos los siguientes: la existencia y uso de la Pica de Piedras Negras; la ruta de Páez a la salida de esta pica con rumbo a Gualembe; su penetración por las colinas del cerro La Tragavenado y quebrada de Las Garcitas hacia el cerro La Centella y la llegada a la quebrada Carabobo.

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Imagen 12 En color Blanco, la Pica de Gualembe que, en dirección noroeste se dirige a la Mona. En color rojo, el trazo de la pica que cruza el campo de Carabobo y busca unirse con la Pica de Gualembe para ir a la Mona. En color azul la quebrada de Agua Dulce, y en color verde, la quebrada las Garcitas. En color amarillo, la ruta trazada por el Coronel Arturo Santana y señalada como la abordada por la Primera División durante su maniobra de ruptura por el flanco derecho enemigo.

Vamos a concentrarnos en las acciones de la Primera División en el sector de Gualembe, según la versión del Coronel Ar turo Santana. Estudiando sus mapas (los cuales tienen muchas imprecisiones) la Primera División salió de El Naipe, subió por la pica que va en dirección general de La Mona pero al llegar al cerro La Cayetana, se desvió hacia el Noreste y fue en dirección de Gualembe, cruzó la quebrada de El Naipe y llegó a la Pica (550 metros del Abra) que con ese mismo nombre, (Gualembe) conduce también a La Mona. Continuó con rumbo Nor te hasta encontrar la quebrada de Agua Dulce (a unos 1500 metros del Abra). Desde este punto, siguió paralelo a esta quebrada cuya aguas fluyen en sentido Este - Oeste hasta llegar a las estribaciones Nororientales del cerro La Centella. Luego cruzó la quebrada Cañafístolo para descender hasta donde actualmente se encuentra el Monolito de la ruta de la Infantería de la Primera División, donde existe una parcela ocupada hoy por la familia Malavé. En el patio de esta parcela también se construyó un Hito. Imagen N° 12.

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P I C A D E G UA L E M B E H AC I A L A M O N A . PICA DE L A MONA DESDE C A M P O C A R A B O B O. Q U E B R A DA D E AG UA D U LC E . Q U E B R A DA L A S G A R C I TA S . R U TA T R A Z A DA P O R E L CO RO N E L A RT U RO S A N TA N A .


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¿De quién o de dónde habrá sacado esta información el Coronel Santana? Lo hizo del relato expresado en la obra Resumen de la Historia de Venezuela de Rafael María Baralt y Ramón Díaz. Lo interesante es que aún publicado el libro del General López Contreras Bolívar Conductor de Tropas con todos estos detalles, autores más recientes hayan dado por cier ta esta versión del libro del Coronel Santana. En varios mapas contenidos en esas obras, aparece reflejada la quebrada de Agua Dulce. El General López Contreras ni siquiera la determinó. Sin embargo, como el propósito de este modesto libro es colocar a la disposición de los interesados la mayor cantidad de pormenores sobre los caminos que hicieron posible Carabobo, nosotros recorrimos la ruta del Coronel Ar turo Santana en toda su extensión par tiendo desde el cerro La Cayetana en dirección Noreste, cruzamos la quebrada de El Naipe, nos conectamos a la Pica de Gualembe, avanzando hacia el Nor te, alcanzamos la quebrada de Agua Dulce hasta llegar a las estibaciones nororientales del Cerro La Centella, y una vez allí desembocar en las inmediaciones de la quebrada Carabobo, resultando un camino muy interesante y fácil de recorrer. Sin embargo, es mucho más lejos llegar por esta vía al lugar de la batalla que por el camino señalado por el General López Contreras. ¿Por qué la escogencia de esta ruta por par te del Coronel Ar turo Santana? La respuesta según nuestro análisis surge de una afirmación hecha en su libro, cuando relata que tratando de encontrar el camino señalado por Baralt y Díaz en su obra Resumen de la Historia de Venezuela, ninguno de los prácticos que utilizó para guiarse en el terreno sabía de la existencia de la Pica de La Mona o había escuchado hablar de ella. Es decir, todos desconocían el trazo de este antiguo camino y su ubicación. Esto explica el porque el Coronel Santana al adentrarse en la Pica de Gualembe, exclama que no encontraban dicho camino señalado por Baralt y Díaz hasta que al poco tiempo de iniciada la búsqueda, consiguieron un sendero el cual siguieron hasta llegar a la quebrada de Agua Dulce. En este punto, se une la Pica de Gualembe con el trazo que buscando la Pica de La Mona, desciende de la plataforma de la Sabana del Chaparral y con dirección Suroeste, cruza la quebrada Carabobo buscando las faldas nororientales de El Centella, atraviesa la quebrada Cañafístolo y se conecta con la quebrada de Agua Dulce. Ese camino encontrado por el Coronel Santana existía desde mucho antes de darse las dos batallas de Carabobo, como ya lo hemos explicado en este mismo capítulo al referirnos a los caminos que conducían al importante sitio de La Mona. A nuestro entender, el error del Coronel Santana,

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estuvo en pensar que este fue el trayecto que siguió la Primera División, guiado por una mala interpretación hecha del relato de Baralt y Díaz, quienes en su obra expresan lo siguiente: …esta vereda arranca del camino real de San Carlos al Oeste del Abra, siguiendo por la cima de un montecillo que la ar tillería española dominaba, y da a una quebrada cuyo pasaje debía hacerse desfilando, por ser la barranca har to fragosa… 36 La clave del error de apreciación parece estar en la omisión que hizo el Coronel Ar turo Santana del “montecillo que la ar tillería española dominaba y da a una quebrada” según lo describen Baralt y Díaz. En su obra nada refiere a los fuegos de ar tillería que recibieron las tropas de la Primera y Segunda División, tal y como lo hemos descrito nosotros en el capítulo que destinamos a este impor tante tema. Dicen Baralt y Díaz que el camino “da a una quebrada cuyo pasaje debía hacerse desfilando, por ser la barranca har to fragosa”. El único lugar que puede ser afectado por los fuegos de ar tillería y que obligaría al Capitán O´leary a direccionar el avance de las tropas a cubrirse por una cadena de pequeñas colinas, a cuyo pie corre la quebrada de Las Garcitas, se encuentra ubicado en la depresión de Gualembe donde hoy se erige el Monolito del Capitán O´Leary. 37 Esta situación no pudo haber ocurrido en la quebrada de Agua Dulce por los siguientes motivos: 1. Está fuera del alcance de la ar tillería realista. 2. Sus características no son las de una quebrada “har to fragosa” como la describe Don Eduardo Blanco, luego de escuchar al General Páez. Es una quebrada que se diferencia de Las Garcitas por ser muy cómodo su avance a través de ella, permitiendo que, de ser abordada por las tropas, estas pudieran avanzar, hasta en columna de seis hombres. 3. El Coronel Ar turo Santana no describe en su libro el ataque de la ar tillería a los patriotas, por lo tanto no existe un análisis que sustente el recorrido de esta trocha, más allá del que justifica su existencia como sendero de interconexión con la red de caminos que se dirigían al sitio de La Mona. De esta manera, queda demostrado que no pudo ser por esta vía (quebrada de Agua Dulce) la llegada de la Primera División y que la única explicación que podemos dar al respaldo que dieron los otros autores que investigaron la batalla y se plegaron a esta dirección de avance señalada por el Coronel Santana, pudo estar justificada en el desconocimiento del terreno porque

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36 Baralt R. y Díaz R. Resumen de la historia de Venezuela desde 1797 hasta 1830. Tomo I. Imprenta de H. Fournier y Compañía. París 1844. P. 46. 37 Si bien en nuestro análisis atribuimos al General Páez la fuente primaria de la información sobre la Pica de La Mona, obtenida por Eduardo Blanco, lógicamente por ser éste escritor, uno de los pocos privilegiados en haber escuchado de un testigo de primer orden, narrar estas hazañas en el propio campo de batalla; también es necesario mencionar que Eduardo Blanco pudo haber tenido acceso a otras fuentes como por ejemplo el escrito: La memorable batalla de Carabobo, Recuerdo de esta jornada muy gloriosa para las armas republicanas realizado por el General Emigdio Briceño publicado en “La Ilustración” Bogotá Nro. 100 el 24 de Junio de 1870 y del cual ya hemos hecho referencia en este libro, cuando analizamos el Capítulo La Pica del Libertador y la Artillería Realista. El escrito de Emigdio Briceño, fue publicado en Venezuela en 1875 en el Tomo VII de la Obra Documentos para la Historia de la vida pública del Libertador por el General José Félix Blanco y Ramón Azpurúa, el cual ya estaba disponible desde 1875 a 1881 año en que apareció la obra Venezuela Heroica. El relato del General Emigdio Briceño, quien era teniente del Batallón Vargas perteneciente a la Segunda División y participó en tan importante hecho de armas en 1821, aunque poco conocido, ha servido de base a muchos autores para entender detalles importantes de la batalla, a pesar de algunas imprecisiones que atribuimos a la avanzada edad del general Briceño pues ya era un anciano para la fecha que lo escribió y habían transcurrido 49 años de aquel trascendental evento.


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Quebrada el Naipe, sector Gualembe. Camino de la Segunda División.

no se dieron a la tarea de recorrerlo completamente y, para aquellos que si lo hicieron, una incorrecta interpretación de los datos suministrados por las fuentes consultadas. Pudiera existir otro motivo y este tiene que ver con la animadversión que muchos de estos autores le tuvieron al General López Contreras por su relación con el General Juan Vicente Gómez. Su libro, a pesar de ser una excelente obra muy completa y bien analizada no proliferó más allá de las bibliotecas militares y no se convir tió en un libro de referencia. Quizás esto también obedeció a que la Batalla de Carabobo no era el tema central de su obra, sino par te del compendio de estudios militares presentados por el autor. El hecho es que el análisis de la batalla presentado por el General López Contreras seguirá siendo una referencia obligada para entender los pormenores de la Batalla de Carabobo.

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Cerro de La Centella y El Cerro Bolívar

Luego de superar el valle boscoso D E L A S QU E B R A DA S L A S G A R C I TA S y Cabo Prieto, buscando al Este, se encuentra una elevación de unos cuatrocientos metros, es el “Cerro de La Centella”. Aquí el Liber tador toma otra decisión que demuestra su gran capacidad como estratega y lo consagra como un “genio militar”. Sabe que su movimiento 41 envolvente ya está descubier to y que el Mariscal La Torre, moverá su dispositivo del Abra de Carabobo y del Camino del Pao hacia el Campo de Carabobo, que es la ruta más cómoda y rápida para llegar al campo, cuidando de no dejar libre el paso a la Tercera División, impidiendo que pudiera superar la contención que, magistralmente, estaba realizando el Batallón Valencey. El Liber tador también estaba consciente de que le quedaban dos vías para llegar a la sabana. Una, que usaría la Segunda División del General Sedeño y la otra, por donde iba a llegar la Primera División con el General Páez; que era el acceso más difícil. Así que, en el cerro La Centella, el Liber tador, se enfrentaba a un verdadero drama que no se había descrito de esta manera, hasta ahora. La situación era la siguiente: La Tercera División, contenida y la Segunda División retardada, pues, ya sabemos que venía como un centro, y la Primera División frente a una meseta que ya estaba ocupada por unos batallones realistas bien ubicados, que impedirían el acceso a la sabana.

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Monolito que señala la posición del Batallón de Línea Primero del Valencey, en la ruta de la Tercera División por el camino del ganado.

41 El General López Contreras define esta maniobra de la Primera División como un movimiento desbordante. En: Eleazar López Contreras. (1930). Bolívar conductor de tropas. Caracas: Elite, p. 159.


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Monolito Cerro La Centella.

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El Liber tador decide repar tir a la Primera División, envía la Infantería en una dirección y lanza su Caballería en un segundo desbordamiento que iría por el Noreste y subiría por la derecha del Zanjón de La Madera, pero este movimiento llevaría tiempo, así que, la acción del General Páez, con su Guardia de Honor, el Batallón Bravos de Apure y el Batallón Británico, actuando la infantería como Elemento de fijación, descendiendo del Cerro La Centella por el Este. Esta decisión será vital para lograr el éxito del segundo desbordamiento. Nos detendremos un momento en esta par te de nuestro relato para tratar de aclarar la entrada del General Páez a comandar las acciones en este peligroso y delicado momento de la batalla. Ninguno de los autores consultados señala el sitio por el cual el comandante de la Primera División pasó con su Estado Mayor y ayudantes a las estribaciones de la plataforma del Chaparral. En este sentido, una vez más, sólo contamos con el relato del General Páez, quien dice que el Negro Primero (Teniente Pedro Camejo) cayó a los primeros tiros de haberse iniciado la lucha. Esto coloca al Centauro automáticamente cerca del paso de la quebrada Carabobo, específicamente en las proximidades del actual Monolito Negro Primero por ser este el lugar donde las unidades realistas desplegadas en guerrilla, debajo de la plataforma, atacaron al Batallón Bravos de Apure para impedir su entrada al valle. Es decir, el General Páez entró, seguramente, con los Batallones de Infantería, probablemente detrás del Cazadores Británicos, o quizás lo hizo por algún lugar muy cerca de este punto de paso de la quebrada, por ser uno de los más accesibles que tiene este emblemático curso de agua.

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Vista panorámica del Campo de Carabobo desde el Monolito de la Sabana del Chaparral, lugar donde se ubicó inicialmente el Batallón Español Burgos con el objeto de bloquear la entrada a la sabana. De izquierda a derecha de la fotografía se puede observar al fondo el Monolito del cerro El Vigía, luego el Monolito del cerro La Cayetana, mucho más al fondo, sobre la última franja montañosa, apenas se aprecia el Monolito del cerro Buenavista y al frente, en un plano más cercano, el Monolito que corona el cerro de la Centella, el Monolito del cerro Bolívar, y a la derecha el Monolito y los hitos sucesivos que identifican la ruta que siguió la Caballería de la Primera División en su desbordamiento por el flanco derecho del enemigo. En la par te inferior de la imagen de izquierda a derecha se pueden observar los monolitos dedicados al Coronel Ferriar, al Teniente Pedro Camejo (Negro Primero); más hacia el centro el monolito que indica el lugar donde se desplegó primeramente el Batallón Bravos de Apure y luego el Cazadores Británicos.


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A la derecha, en esa misma línea, se halla el Monolito que indica el lugar donde el General Páez tomó el control del Bravos de Apure para reorganizarlo y ordenó la carga a la bayoneta del Cazadores Británicos y del Bravos de Apure para desalojar a la Infantería española de la plataforma superior de la sabana.

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Todas estas suposiciones las hemos extraído de los relatos de los autores de las obras sobre la Batalla, y de la autobiografía del General Páez. Ahora bien, ¿Siguió desde el cerro La Centella el General Páez a su infantería o a su caballería? No lo sabemos con claridad, sin embargo, en una fotografía publicada en el libro Bolívar Conductor de Tropas, el General López Contreras dibujó sobre la foto un trazo con flechas, indicando el camino que tomó la infantería de la Primera División para entrar en combate. Suponemos que es la infantería (por lo menos uno de los trazos), porque coincide perfectamente con su Plano Nº 14, donde coloca a toda la infantería a pasar por un solo punto de la quebrada Carabobo ¿A cuál unidad corresponde entonces el flechado que va por la par te derecha de El Centella? Nos inclinamos a creer que es el General José Antonio Páez, su Estado Mayor, sus ayudantes y un Escuadrón del

Monolito que señala el Despliegue de Infantería. Al fondo el Monolito del Coronel Thomas I. Ferriar.

Regimiento de Honor. De ser así, tendría mucho sentido, pues como lo hemos demostrado a lo largo de esta investigación, ha quedado claro que una de las características de los avances del Ejército Liber tador, siempre consistió en buscar el desahogo de las columnas de marcha, es decir, evitar atascar en una misma ruta a la caballería con la infantería durante la progresión. Así ocurrió al cruzar la quebrada de Las Hermanas, a través del camino de Los Cantiles y en el cerro La Centella, donde claramente la infantería y caballería avanzaron separadamente, buscando fijar y romper la defensa enemiga. Siguiendo esta lógica, es acer tada la idea de imaginarse al comando de la División bajando por donde lo hizo el grueso de la caballería, bien sea buscando para el grueso de su caballería la mejor ruta para envolver o siguiendo a alguna unidad en exploración. Nos inclinamos por la primera hipótesis.

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1 Fila de Buenavista. 2 Casa de “El Naipe”. 3 Depresión de “La Cayetana”. 4 Faldas de “La Centella”. 5 Paso de la quebrada de Carabobo. 6 Terreno donde entraron en formación de combate Bravos de Apure, Cazadores Británicos y Tiradores.

Una vez seleccionada esta ruta debió escuchar el General Páez que comenzaba el tiroteo a la salida de la quebrada Carabobo por lo que una vez descendidas las estribaciones Nororientales de El Centella se desvió hacia donde se iniciaba la acción y por ende la desviación que se puede apreciar claramente en el flechado de la foto, donde la unidad que por allí pasó se dirige al lugar de vadeo de la quebrada Carabobo, en el punto más accesible para los caballos y donde se necesitaba la dirección y el comando del jefe llanero. Esto explicaría la muer te del teniente Pedro Camejo al inicio del combate y nos da una posible idea de la ruta que siguió el General Páez, para dirigir a sus unidades de infantería comprometidas. Lamentablemente el General López hizo el flechado pero, por omisión u olvido, no comentó de qué unidad se trataba. Ver Foto 07. Tomada por el General López Contreras en 1930 indica los lugares y rutas de aproximación de la infantería. Obsérvese en el lado derecho el flechado que se desprende del cerro la Centella y el cual creemos señala la ruta del General Páez. Nótese en un círculo rojo a la izquierda la estructura de concreto utilizada para sostener la tubería de agua que se utilizó para hacer el Arco en el Campo de Carabobo. A la derecha, otro círculo rojo y en su interior el vehículo del General López Contreras durante una de sus visitas al campo.

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Foto 07 Tomada por el General López Contreras en 1930 indicando los lugares y rutas de aproximación de la infantería. Obsér vese en el lado derecho el f lechado que se desprende del cerro la Centella y el cual creemos señala la ruta del General Páez. Obsér vese a la izquierda la estructura de concreto utilizada para sostener la tubería de agua que se utilizó para hacer el Arco en el Campo de Carabobo. A la derecha, el vehículo del General López Contreras durante una de sus visitas al campo.


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1 Paso de la quebrada Carabobo 2 Monolito El Vigía 3 Monolito Los Cerrajones

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4 Monolito Cerro Bolívar 5 Monolito La Cayetana 6 Monolito Cerro Buenavista 7 Monolito La Centella 8 Estructura de concreto 9 Ubicación del vehículo del General López Contreras en la Foto 07

Imagen 13 Comparación de una imagen reciente (2020) con la Foto 07 tomada por el

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Imagen 13. Comparación de una imagen actual (2020) con la foto Nº 07 tomada por el General López Contreras en 1930. En color amarillo se reproduce el f lechado que siguió la infantería y en azul, la ruta que creemos,

General López Contreras en

siguió el General Páez. Obsér vese la ubicación del carro del General López

1930. En color amarillo se

en la foto de 1930 al igual que la torre de concreto usada para sostener la

reproduce el flechado que siguió la infantería y en azul,

tubería de agua que permitió la construcción del Arco de Carabobo.

la ruta que creemos, siguió

Continuemos ahora con los sucesos de la infantería. Una vez se enfrascaron

el General Páez.

en combate, en el pequeño valle, en las estribaciones de la meseta de El Cha-

Obsérvese la ubicación del carro del General López en la foto de 1930 al igual

parral, el Batallón Bravos de Apure casi se dispersa, ante la ventaja posicional de los batallones realistas. Sólo la firmeza, el valor y el arrojo del General

que la torre de concreto

Páez lo evitó; así como también la valentía, el coraje, la disciplina, la calidad y

usada para sostener la tubería

el pundonor del Batallón de Cazadores Británicos y sus comandantes quie-

de agua que permitió la construcción del Arco de Carabobo.

nes evitaron un desastre, ya que si no hubiesen resistido como lo hicieron (a lo que se agrega, la carga a la bayoneta que dieron a los batallones Hostalrich y Barbastro para subir y llegar a la Sabana) los realistas hubiesen podido movilizar sus batallones comprometidos en ese frente al Zanjón de la Madera, donde la posibilidad de contener al grueso de la Caballería de la Primera División era muy factible ya que pretendía ingresar a la sabana, por esta vía o dirigirlos al lugar por donde iba a entrar la Segunda División. La Caballería realista permanecía como reser va, para ir a cualquier punto del combate,

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el caso es que así lo hizo, pero inexplicablemente dispararon sus carabinas y dieron media vuelta “huyendo cobardemente”, según el testimonio del General La Torre. Efectivamente, la entrada de la Guardia de Honor del General Páez con apenas ciento cincuenta hombres de Caballería aproximadamente, inclinó la balanza a favor de los patriotas. 41 Una vez fracasado el plan de contraataque del Mariscal La Torre, al “huir cobardemente” su caballería, los batallones realistas se desordenaron y se vieron arrollados por el empuje de los batallones Bravos de Apure y Cazadores Británicos. El Liber tador abandonó el cerro Bolívar y vino a situar su Puesto de Comando en la par te superior de la meseta, en una pequeña eminencia distante, a unos cien metros hacia el Este. Si tomáramos como referencia la Plazoleta, desde este lugar pudo contemplar el avance indetenible del Ejército Patriota y la retirada desesperada de los batallones de infantería realista hacia el lugar donde hoy se encuentran las instalaciones del Batallón de la Guardia de Honor Presidencial 24 de Junio y el Arco de Carabobo. Varios hechos de armas interesantes y curiosos se suscitaron en este espacio, los cuales han sido narrados magistralmente por muchos autores en sus obras dedicadas a la batalla. Sin embargo, y motivado a que hoy existe en terrenos per tenecientes al Batallón 24 de Junio un Monolito erigido en conmemoración al ascenso a General en Jefe ofrecido por el Liber tador en pleno campo de batalla al General de División José Antonio Páez, hemos querido en este modesto libro hacer mención de este posible lugar, el cual fue imposible ubicar de manera precisa, por falta de referencias de los testigos presenciales. No obstante, por ser tan extraordinario el relato del General Páez quisimos destacarlo en el campo de batalla con la construcción de este monolito al cual se puede acceder entrando por la Prevención de esta unidad militar con la respectiva autorización. Para la elaboración de la reseña de la placa que ornamenta al Monolito, se tomó como guía lo dicho por el Centauro en su autobiografía quien refiere que había logrado rendir al Batallón Barbastro y se encontraba en plena carga de caballería sobre el Batallón Valencey cuando sufrió un ataque nervioso conocido como “El pequeño mal”, que en momentos de mucha excitación paralizaba su cuerpo, dejándolo inútil para combatir. Dice el General Páez: “En esta ocasión estuve yo a pique de no sobrevivir a la victoria, pues habiendo sido acometido repentinamente de aquel terrible ataque que me privaba del sentido, me quedé en el ardor de la carga entre un tropel de enemigos, y tal vez hubiera sido muer to, si el comandante Antonio Mar tínez,

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41 Es a través de estos detalles que se puede apreciar la genialidad de los grandes capitanes de la historia. Un día antes, es decir el 23 de junio de 1821 el Libertador había organizado su Ejército en Tres Divisiones. Al frente de ellas, había colocado a los jefes más capaces y las había estructurado de tal manera que ellas pudieran cumplir con éxito las misiones que se les había encomendado. La Primera División, ejecutaría el ataque principal y actuaría como Elemento de Ruptura del dispositivo enemigo. La Tercera División tenía por misión, en un primer momento, actuar como Elemento de Fijación y Engaño, simulando un ataque frontal, el cual, en realidad, era un ataque para fijar a las unidades enemigas en el Abra de Carabobo, por donde pasaba el Camino de Recuas. La Segunda División, tenía por misión actuar como Elemento de Reserva, ubicándose en posición central a partir del Cerro La Cayetana, en capacidad de apoyar a la Primera o Tercera División respectivamente. Ahora bien, todas estas unidades recibieron una organización específica para cumplir su cometido. Tomemos el ejemplo de la Primera División: dos Batallones de Infantería y siete Regimientos de Caballería. Al enfrentarse en contrapendiente en la entrada de El Chaparral, por donde hoy se encuentra la Plazoleta del Mirador, esta unidad fuerte en caballería se ve gravemente afectada por los fuegos de los batallones de infantería realistas que se encontraban ocupando las alturas. El Batallón Bravos de Apure sufre graves pérdidas y es obligado a replegarse. El Batallón de Infantería Cazadores Británicos lo releva; todo está a punto de perderse con este percance, pero es precisamente la organización para el combate, ordenada por el Libertador lo que salva a la Primera División, aunado, por supuesto, al heroico esfuerzo de los hombres que allí lucharon. La experiencia, la disciplina y el entrenamiento de esta unidad de legionarios resultó vital para inclinar la balanza de la victoria a nuestro favor. Esos minutos valiosos que lograron resistir los británicos ante el nutrido fuego de la infantería realista, ese grito de “Rodilla en Tierra” salido de la garganta de su Comandante, permitió al General


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de la caballería de Morales, no me hubiera sacado de aquel lugar. Tomó él las riendas de mi caballo, y montando en las ancas de este a un teniente de Páez ubicar un espacio por donde subir a la sabana y con la entrada de estos primeros jinetes a la llanura, cambiar el esquema táctico y comenzar el derrumbe del dispositivo defensivo realista. El sólo nombre del General Páez en aquella época, producía en el enemigo una reacción de caos e incertidumbre. De allí, que su elección para que condujera la ruptura o ataque principal por parte del Libertador fue sumamente acertada. Sabía Bolívar que el único hombre capaz de lograr el cometido de avanzar con tal cantidad de caballos por un terreno abrupto, quebrado y lleno de pequeñas elevaciones era el Centauro de los Llanos. Los realistas, en su gran mayoría, al conocer la entrada de Páez a la sabana, pensaron que todo estaba perdido, cuando en realidad los 1350 caballos de los regimientos patriotas de la Primera División, se encontraban atascados y retardados buscando acceder a la sabana por el Noroeste del Zanjón de La Madera. ¿De haberlo sabido, la reserva del General La Torre, habrían huido a los primeros tiros? Es una buena pregunta que aún falta por responder. Así de acertada también fue la decisión del Libertador de hacer acompañar al Batallón de Infantería Bravos de Apure por el Batallón de Infantería Cazadores Británicos. La experiencia de estos legionarios jugó un papel clave a la hora de recomponer las filas patriotas. Muy difícil le había sido a Bolívar conformar una eficaz infantería, la cual exigía una férrea disciplina tanto en los movimientos de orden cerrado para mantener la línea de fuego, como a la hora de disparar sobre el enemigo. La dificultad para conseguir fusiles en ese periodo, fue la principal causa de esta debilidad. Las tropas británicas debido a la cruenta y larga guerra contra Napoleón Bonaparte en Europa, eran tropas “fogueadas”, es decir tropas que ya estaban acostumbradas a recibir el fogonazo y el calor que caracterizaban el disparo de un fusil de chispa, el cual solía causar en soldados inexpertos el abandono del fusil al sentir que quedaban ciegos o quemados en el rostro producto de la incandescencia de la pólvora.

los patriotas llamado Alejandro Salazar, alias Guadalupe, para sostenerme sobre la silla, ambos me pusieron a salvo entre los míos”. Más adelante señala: “A tiempo que yo recobraba el sentido, se me reunió Bolívar, y en medio de vítores me ofreció en nombre del Congreso el grado de General en Jefe”. Por tratarse de una larga cita hemos prescindido de todo lo dicho por él. Sin embargo, recomendamos leer este episodio en su Autobiografía para entender mejor nuestra explicación de esta par te de la batalla. Del testimonio del General José Antonio Páez podemos inferir varias cosas: 1. Que la perdida de sus sentidos le ocurre cuando está acometiendo en plena carga de caballería al Batallón Valencey. 2. Que previamente a esta carga, se le había reunido el Coronel Plaza para rendir a los batallones Valencey y Barbastro, resultando herido mor talmente el Coronel Ambrosio Plaza, Comandante de la Tercera División. En este sentido, el relato de Páez automáticamente debería ubicarnos cerca del lugar donde se erigió el Monolito que señala el lugar donde murió el Coronel Plaza, cerca de la salida del Camino Real. Esto nos aleja del Batallón 24 de Junio. 3. Que una vez muer to el Coronel Plaza,42 logró reforzarse con 300 hombres de Caballería, que salieron por el camino real y logró cargar al Barbastro, el cual rindió armas y luego fueron contra el Valencey. Testimonio que da fuerza a un posible lugar cercano entre el Monolito de Plaza y el Arco de Carabobo, por donde pasaba el camino real. 4. Que durante el tiempo que perdió el sentido el General Páez, cayó muerto de un balazo el General de División Manuel Sedeño, tratando de rendir al Valencey, ubicando el desenlace a un cuar to de milla más allá de la quebrada que, en su autobiografía, confunde con la quebrada Carabobo, cuando en realidad debió ser la quebrada de las Manzanas. Este sitio coincide con el lugar donde se ubicó el Monolito que señala el punto donde murió el General Sedeño, que inicialmente se le atribuyó al Negro Primero. Esto generó una enorme confusión que fue resuelta en el año 1971 cuando se construyó el actual Monolito del Teniente Pedro Camejo cerca de la quebrada Carabobo y del Monolito en honor al Coronel Thomás Inder ton Ferriar.43 5. Que el Liber tador en persona lo encontró en ese lugar cuando apenas recobraba el sentido y le ofreció en nombre del Congreso el grado de General en Jefe.

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Monolito que señala el lugar donde El Liber tador le ofreció el grado de General en Jefe al General Páez.

Dada esta explicación queda abier ta la posibilidad de seguir investigando los sucesos que se dieron en la Sabana de Carabobo que ya son par te del grueso de la batalla que no es el propósito de este libro el cual como ya han visto se ha limitado a presentar una mirada distinta de lo ya escrito como lo son, el estudio de los caminos, los senderos, las picas y las rutas que recorrió el Ejército Liber tador aquel 24 de Junio de 1821. La Segunda División del General Sedeño, llegó por una vía paralela, explorada y registrada por los autores, que hoy pasa por las estribaciones ubicadas al Sur del Cerro La Centella, cercano al llamado “Zanjón de Guayabal”, prácticamente al final de la batalla, lo que tuvo que ver mucho, con la muer te de este valiente General.44 La Tercera División se mantuvo en lucha constante contra el Batallón Valencey que ya venía en retirada por el célebre y comentado Camino de Recuas, el cual se fundía con El Camino Real, en dirección hacia Chirgua Abajo, Tinaquillo y al Pao. El Liber tador obser vó todo esto desde un cerro cercano, que se bautizó, como Cerro Bolívar, el cual se encuentra señalado por el General López Contreras en uno de sus magníficos planos. Desde este lugar, pudo el Liber tador observar perfectamente el área de batalla. Recientemente se coronó la cima de esta elevación con un monolito. La ruta que hemos señalado como utilizada por la Caballería patriota de la Primera División, está referida en la obra del General López Contreras (1930), y gracias a ella pudimos encontrarla y registrarla, para la salvaguarda de la historia patria. Dicha ruta sale de la cima del cerro La Centella, baja por

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42 En relación al ascenso a General de brigada del Coronel Ambrosio Plaza: La propuesta de solicitud de ascenso del Coronel Ambrosio Plaza realizada por el Libertador al Congreso, fue recibida por la Comisión Militar del Congreso de Cúcuta, el 2 de junio de 1821, junto con la del Coronel Mariano Montilla y el Teniente Coronel Mujica. El día 4 de junio de 1821 se discuten dichos ascensos en el Congreso, pero se aplaza la decisión para el día 7 de junio de 1821. El día 7 de junio se iba a tomar en consideración el informe de la Comisión Militar sobre dichos ascensos; pero habiendo pedido el señor Félix Restrepo que se hiciese en sesión secreta, leído que fue el artículo del Reglamento que habla de la materia, mandó el señor Presidente despejar la Sala. De este punto en adelante, no se tienen noticias de la decisión del Congreso sobre la propuesta de la Comisión Militar. Sin embargo, el 13 de julio de 1821 el Congreso recibe la noticia del triunfo de Carabobo y el tratamiento que comienzan a dar los diputados al Coronvel Plaza, es el de General como se demuestra a continuación, en la discusión de la Sesión Ordinaria del día 17 de julio de 1821 donde se dice: El señor Carvajal manifestó haber equivocación en decirse que el General Plaza había muerto sobre un batallón enemigo, pues había fallecido posteriormente de resultas de la acción. Más adelante dice: el señor Peñalver expuso que conformándose con la idea del Libertador, se debía denominar la lápida del General Cedeño, el bravo de los bravos y decirse el General Plaza que murió como héroe. El Proyecto para rendir los honores a los héroes de Carabobo finalmente, fue sancionado el 20 de julio de 1821 y en él, se le otorga el siguiente tratamiento al Coronel Plaza: “El intrépido joven General Ambrosio Plaza - Animado de un heroísmo inminente - Se precipitó sobre un batallón enemigo Colombia llora su muerte”. Según estas evidencias no cabe la menor duda que el Congreso le había otorgado el grado de General de Brigada al Coronel Ambrosio Plaza el “Hombre del Heroísmo Inminente” como lo llamó el Libertador. Cortazar R. y Cuervo L. Congreso de Cúcuta, Libro de Actas. Biblioteca Nacional,Volumen 35. Bogotá 1923. pp. 120, 122, 128 y 296.


Imagen 14

QUEBRADA DE CARABOBO

MIRADOR

RUTA DE LA INFANTERÍA DE LA 1 A DIVISIÓN. RUTA SEGUIDA POR EL GRUESO DE LA C AB ALLERÍA DE LA PRIMERA DIVISIÓN.

PUNTO DE CONNFLUENCIA

ZANJÓN DE LA MADERA.

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ZANJÓN DEL BRAVOS DE APURE. B ATALLÓN BRAVOS DE APURE. B ATALLÓN C AZADORES BRITÁNICOS.

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RUTA DE APROXIMACIÓN DEL GENERAL PÁEZ. QUEBRADA DE C ARABOBO.

MONOLITO FERRIAR MONOLITO LA CENTELLA

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43 Umbría Quero Iván. Campo de Carabobo y su Historia. P. 47

En color amarillo, la ruta seguida por la Infantería de la 1 a División para acceder a la sabana,

44 El General Sedeño a partir de su posición en el cerro La Cayetana, al escuchar los disparos de la artillería realista, aceleró su marcha y se colocó a la retaguardia de la Primera División en la quebrada de Las Garcitas, siguió a esta unidad superior y, al salir de la protección del Cerro La Tragavenado, tuvo que desviarse hacia el Este, viéndose obligada la Segunda División a abrirse camino a campo traviesa por un lugar de difícil acceso para llegar a través del Zanjón de Guayabal a las cercanías donde hoy se erige el Arco de Triunfo de Carabobo. De allí que el Libertador expresara en su comunicación firmada en Valencia el 25 de junio de 1821 lo siguiente: “De la segunda división no entró en acción más que una parte del batallón de Tiradores de La Guardia que manda el benemérito comandante Heras. Pero su General, desesperado de no poder entrar en la batalla con toda su división por los obstáculos del terreno, dio solo contra una masa de infantería y murió en medio de ella del modo heroico que merecía terminar la noble carrera del bravo de los bravos de Colombia”.

Zanjón de la Madera y en color verde, el Zanjón del Bravos de Apure. En color amarillo

45 En este libro hemos denominado esta quebrada como Zanjón de los Bravos de Apure eliminando así el de La Pelusa o Peluca.

metros, luego el camino se orienta hacia el Este y penetra en la sabana con

posiblemente señalada por el práctico de Tinaquillo. En color azul claro, la ruta seguida por el grueso de la Caballería de la 1a División para acceder a la sabana. En color rojo, el claro, el Batallón Bravos de Apure. En naranja, el Batallón Cazadores Británicos. En blanco, la posible ruta de aproximación y entrada en combate del General Páez.

una ladera con dirección Este hasta la quebrada Cañafístolo, cruza y sigue algunos metros, casi paralela a ella (margen derecha) con dirección Nor te, hasta llegar a unas elevaciones distantes del cerro La Centella unos mil metros aproximadamente, desde donde se puede observar un zanjón que siempre se consideró que era el Zanjón de La Madera. Sin embargo, no es cier to. Se trata de un zanjón al cual algunos llaman “Pelusa” y otros “Peluca” nombres que ninguno de los prácticos explicó con claridad; parece que se origina de resabios populares: “Dejó el pelero o la Pelusa o la Peluca”. Lo cier to es que son dos Zanjones, siendo el de La Madera el más profundo y más alejado, denso en vegetación.45 Ahora bien, desde esa cima, con frente a los zanjones, comienza un descenso cómodo en dirección Este, hasta cruzar la quebrada Carabobo, donde actualmente está el polígono de tiro del Batallón 24 de Junio. Desde allí continúa el camino con dirección Nor te y comienza el ascenso de la ladera, observando el Zanjón de La Madera siempre a la derecha. Desde la quebrada Carabobo hasta la cima del Zanjón Bravos de Apure hay aproximadamente quinientos dirección hacia el Arco de Triunfo de Carabobo. Imagen 14. Entrada de la Caballería por el Zanjón de la Madera.

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En las entrevistas orales P U D I M O S C O N S TATA R que en todos los recorridos realizados en el Campo de Carabobo existe una confusión al momento de señalar y ubicar al célebre Zanjón de la Madera. Actualmente, muchos piensan que el Zanjón de La Madera se encuentra ubicado inmediatamente a la derecha de donde se erige el Monolito de El Chaparral, cuando nos ubicamos viendo con dirección Oeste hacia el Monolito de La Centella y el Monolito de El Cerro Bolívar. Esto debido a la falta de una señalización correcta en ese sector. En realidad, esta quebrada es el falso Zanjón de La Madera conocido como Zanjón Pelusa, denominación que pocos admitieron haber oído, sólo el profesor Oliver Betancour t dio algunos detalles sobre lo relativamente nuevo de ese nombre. He decidido en este libro que dejemos de llamar con el nombre de Pelusa a esta quebrada, para bautizarla con otro más digno, como lo es el Zanjón de los Bravos de Apure. No sabemos desde cuando existe la confusión de los zanjones. ¿Estarían confundidos los nombres desde antes de la batalla? ¿Incineraron cadáveres en el Zanjón de los Bravos de Apure creyendo que lo hacían en La Madera? ¿Incineraron cadáveres en los dos zanjones?

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Con fundamento en lo explicado por Don Antonio Barreto a mi papá en la visita realizada en 1968, el Zanjón de La Madera está ubicado inmediatamente a la derecha (al nor te) de El Mirador, alejado a unos doscientos veinte metros de la plazoleta donde está el Monolito de El Chaparral. Expresó Don Antonio Barreto que, según la tradición oral, en ese lugar se habían arrojado e incinerado los cadáveres de los soldados que murieron en la sabana de El Chaparral. Esta versión coincide con la expresada por el Dr. Alfredo Vizcarrondo, padre del General Andrés Vizcarrondo, quien afirmaba también que, en ese Zanjón de La Madera, efectivamente se habían reunido los cuerpos sin vida de los soldados y se habían incinerado. Esta información, en cuanto a la ubicación exacta del Zanjón de La Madera, se pudo corroborar, consultando los planos elaborados por el General López Contreras, incluidos en su obra Bolívar Conductor de Tropas (1930). Lamentablemente en la obra no se le asigna nombre al zanjón de la Pelusa, desde esta fecha Zanjón de los Bravos de Apure. Con relación a los muer tos de la Batalla de Carabobo de 1821 se abre un debate interesante ya que nos preguntamos: ¿Cuántos muer tos hubo en dicha batalla? ¿Qué pasó con sus restos? ¿Cuál fue el destino de los restos mor tales del Negro Primero? ¿Los restos fueron quemados, enterrados o abandonados a la intemperie en el campo de guerra? ¿Qué pasó con los cadáveres de los soldados del Batallón Cazadores Británicos? En fin, son algunas interrogantes que aún no han podido responderse y sobre las cuales sólo nos atrevemos a hacer algunas conjeturas. Según la comunicación enviada por el Liber tador al Excelentísimo Congreso de Colombia con fecha 25 de junio de 1821 se relata el siguiente par te: El ejército español pasaba de seis mil hombres, compuesto de todo lo mejor de las expediciones pacificadoras. Este ejército ha dejado de serlo. Cuatrocientos hombres habrán entrado hoy a Puer to Cabello. El Ejército Liber tador tenía igual fuerza que el enemigo, pero no más que una quinta par te de él ha decidido la batalla. Nuestra pérdida no es sino dolorosa: apenas 200 muertos y heridos. De esta relación, se desprende un dato impor tante, que el Ejército Realista tuvo una pérdida de cinco mil seiscientos soldados, pues, según el Liber tador, solamente lograron llegar al Castillo de Puer to Cabello cuatrocientos hombres. En cuanto al Ejército Patriota, el Liber tador destaca que la

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46 El General López Contreras tuvo la gran suerte de contar con testigos de excepción que le permitieron ubicar muchos puntos en el terreno que, de otra manera, hubiesen desaparecido. Al respecto, en su obra Bolívar conductor de tropas (1930), el General López Contreras hace el siguiente comentario: “Juan Francisco Robles, de 87 años de edad, hijo de Pedro Robles, ambos nativos del Campo de Carabobo, da razón y fe, que su padre Pedro Robles, para el día de la batalla contaba con 12 años de edad, y fue llevado en unión de otros vecinos del lugar, a recoger heridos y a enterrar muertos; que la mayor cantidad de ellos fueron encontrados en la zona comprendida de la quebrada La Madera (Oeste de la sabana), cien metros más o menos, corriendo en dirección al monumento; que no conoció otra pica, entre las quebradas El Naipe y Gualembe y quebrada Carabobo, que la trocha abierta por el General Páez, y que iguales aseveraciones hacía Bernardo Arocha, vecino de El Naipe, quien vino de peón, ayudando a la apertura de dicha trocha, a la cabeza de la División del General Páez. Juan Francisco Robles, acompañaba a su padre Pedro, a recoger ganado en la finca de Carabobo, a raíz del triunfo de los patriotas. Conoció a Arocha y le oyó hablar sobre los anteriores sucesos. Conoció también al señor Agustín Báez, dueño u ocupante de la única casa que existía, cerca de donde está hoy el actual monumento. La otra casa de la sabana estaba situada a la orilla de la quebrada de Las Manzanas. Juan Francisco Robles oyó decir en algunas ocasiones a su padre, que el General Sedeño, agonizante fue conducido del paso de la quebrada de Barreras al pie de un cañafístolo centenario, que aún existe a quinientos metros, de dicho paso en dirección a Valencia. Robles es un anciano, que conserva plenamente sus facultades, de buen criterio y de conversación amena. En dos ocasiones ha sido mayordomo de la finca de Carabobo. La primera vez durante siete años. N. del A.”


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pérdida ha sido de apenas doscientos entre muer tos y heridos. Ahora bien, sabemos hoy por los par tes oficiales que estas cifras no son exactas. En el caso del Ejército Realista se encontraban en el campo de batalla cuatro mil ciento ochenta y un soldados y lograron refugiarse en la for taleza de Puer to Cabello mil doscientos setenta y tres combatientes, es decir sufrieron una pérdida de dos mil novecientos ocho hombres. El Ejército Patriota, concentró siete mil quinientos treinta y seis combatientes y el Liber tador en su comunicación indica que las pérdidas patriotas fueron doscientos entre muer tos y heridos. Ahora bien, lo único que se sabe, a ciencia cier ta, acerca de los muer tos de la Batalla de Carabobo de 1821, ya que lamentablemente, no se ha tenido acceso a documentos oficiales que nos permitan saber el par te exacto de estas bajas, es el relato del señor Juan Francisco Robles,46 quien como hemos señalado anteriormente, con 87 años de edad, sirvió de guía al General López Contreras, durante su investigación del año 1930 y expresó que la mayor cantidad de muer tos se encontraron en las cercanías del Zanjón de La Madera, en la zona donde se enfrentaron los Batallones Realistas con los batallones Bravos de Apure y Cazadores Británicos. Todavía hoy existe un misterio acerca de lo que pasó con estos cadáveres. Según el señor Juan Francisco Robles hubo entierros, sin embargo, uno se pregunta: ¿Cuántos fueron arrojados al Zanjón de La Madera e incinerados? tal y como llegaron a relatarlo el Dr. Alfredo Vizcarrondo y Don Antonio Barreto. En cuanto a la posibilidad de entierros, es extraño que no haya quedado evidencia alguna del lugar donde los sepultaron y resulta difícil creer que se dedicaran a abrir una fosa para dar sepultura a cada soldado o realizar una fosa común. Quizás cier tamente se llegaron a enterrar a algunos oficiales y soldados que tuviesen algún familiar que les sobrevivieran en la batalla. Seguramente fueron patriotas por ser estos los vencedores. Tal vez, el resto es probable, que haya sido arrojado al Zanjón de La Madera e incinerado,47 47 En el libro del General Bencomo Barrios Campaña de Carabobo 1821 (1991, p. 126) se recoge el siguiente testimonio cuando se afirma que los muertos en combate fueron incinerados. Allí se lee que: “Los Tenientes Rafael Mendoza y Vicente Piedrahita fueron encargados de quemar los unos y reunir los otros…”.

por ser este un lugar apropiado debido a sus características naturales en cuanto a profundidad y forma de fosa que posee dicho zanjón; además de su lejanía del Camino Real. Incluso, quizás, quedaron expuestos los cuerpos de estos soldados en la sabana, hasta conver tirse en polvo, tal como sucedió regularmente en todos los campos de batalla de Venezuela. El mismo Libertador en car ta dirigida a su tío Esteban Palacios y fechada el 10 de julio de 1825 en el Cuzco expresa:

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Zanjón de la Madera. A la izquierda se observa el Monolito que señala el recorrido que hizo la caballería de la Primera División.

Los vivientes han desaparecido: Las obras de los hombres, las casas de Dios y hasta los campos han sentido el estrago formidable del estremecimiento de la naturaleza. Usted se preguntará a sí mismo ¿dónde están mis padres?, ¿dónde mis hermanos?, ¿dónde mis sobrinos? Los más felices fueron sepultados dentro del asilo de sus mansiones domésticas; y los más desgraciados han cubier to los campos de Venezuela con sus huesos; después de haberlos regado con su sangre… por el sólo delito de haber amado la justicia. Como puede inferirse de la reflexión del Liber tador a su tío, Don Esteban Palacios, eran muy pocos los oficiales y soldados quienes tenían como destino final una sepultura y cuando esto ocurría, en la mayoría de las veces, eran identificadas con tan solo una cruz, pues la mayoría de los hombres que amaban la justicia terminaron cubriendo la tierra de nuestros campos y ciudades con su sangre y sus huesos.

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Quebrada Carabobo.


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48 Esta práctica se corrigió con la firma del Tratado de Regularización de la Guerra firmado por el Libertador y el General Morillo en 1820 en Santa Ana de Trujillo. En dicho tratado el Artículo 12 expresa claramente la obligación de los ejércitos a rendir los últimos honores de la sepultura a los soldados muertos en combate o el deber de quemar los cadáveres cuando por su número o por la premura del tiempo, no pueda hacerse lo primero. 49 Al final se desconoce con certeza qué ocurrió con los muertos. Somos de la opinión que fueron quemados en las bocas de los zanjones (Bravos de Apure y de la Madera) cuando las bajas ocurrieron cerca de la quebrada Carabobo y los que murieron en la Sabana del Chaparral, quizás fueron quemados en los nacientes de ambos zanjones. Así que todos los restos de alguna manera fueron a tener a la quebrada Carabobo.

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Durante la guerra de Independencia era costumbre que los cuerpos de los combatientes muer tos fueran abandonados a la intemperie, luego de la requisa correspondiente de algún bien material que poseyeran. Tal procedimiento se llamaba “cinturiar al muer to”. Posteriormente, los cadáveres ya desnudos se descomponían al aire libre, siendo consumidos por los carroñeros hasta ser vir como único testimonio de su existencia, sus blancas osamentas.48 Un claro ejemplo que sir ve para ilustrar esta costumbre, lo encontramos en la descripción que hace el General José Antonio Páez en su Autobiografía (1973) sobre el Negro Primero o Pedro Camejo. Allí se relata que Pedro Camejo le dijo al Liber tador, quien le pregunta que si al principio de la guerra él había sido realista y si par ticipó en la batalla de Araure. En esa batalla le sucedió que luego del primer choque, pensó que todo había terminado y lo sorprendió un contraataque de los patriotas cuando despojaba a un oficial muer to de su casaca y espuelas de plata, es decir estaba “cinturiando al muer to”.49

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A. Malavolti, Altar de la Patria, 1931. Muer te del General Manuel Sedeño, detalle. Relieve en bronce. Colección Campo de Carabobo.

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La quebrada de Barrera Es un curso de agua que, E V E N T U A L M E N T E P U E D E A LC A N Z A R niveles ex traordinarios. Ella da nombre a un sector agropecuario, hoy bastante deprimido, con una población nada despreciable. Cursa de Nor te a Sur a unos diez kilómetros antes de llegar al Campo de Carabobo viniendo de Valencia, un antiguo puente permite pasarla y fue construido en el gobierno del General Juan Vicente Gómez en 1914; luego ha tenido otros arreglos. Esta carretera permitía y aún permite la comunicación entre Valencia, San Carlos y antes de ser una carretera (1875) era un camino ampliamente transitado. Luego de concluida la acción principal en la Batalla de Carabobo de 1821, que consistió en la ruptura del dispositivo defensivo realista, ocurrió lo que en el vocabulario táctico militar se conoce como la Explotación del Éxito. Dicho término se traduce en un aprovechamiento de todas las ventajas tácticas obtenidas durante la ejecución de ataques exitosos contra los objetivos previstos. Concluida la explotación del éxito, sigue normalmente una Persecución sobre los restos de las fuerzas que han sido derrotadas. En Carabobo, se cumplieron estas operaciones ofensivas y los restos del Ejército Español emprendieron un repliegue con presión del Ejército Libertador, desde la sabana inmortal de Carabobo, hasta Valencia con el claro objeto de protegerse en el castillo de Puerto Cabello. El repliegue se efectuó pasando por Barrera y, a diferencia de una retirada desordenada, los españoles lograron mantener el orden gracias al Batallón Valencey, el cual formó en cuadro para protegerse de la caballería patriota y, oponiendo el fuego de sus mosquetes y las afiladas puntas de sus bayonetas, lograron alcanzar con éxito la ciudad de Valencia. En realidad, y a pesar de que algunos autores han puesto el énfasis en la actuación del Valencey, haciendo destacar su valor y resolución en esos terribles momentos de la batalla, es necesario resaltar que en dicha persecución muchos de nuestros mejores oficiales y soldados murieron haciendo gala de su coraje e intre-

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Placa Monolito Teniente Coronel Julián Mellado.

Monolito en honor al Teniente Coronel Julián Mellado, en Barrera.

pidez. Tal es el caso del General Manuel Sedeño y del Teniente Coronel Julián Mellado. Recordemos que ese día, en la tarde, se desató un torrencial aguacero que inmediatamente, aumentó el caudal de las quebradas y riachuelos, haciendo impracticables los caminos. La caballería patriota, al momento de la persecución, se encontraba extenuada por la aproximación de veinte kilómetros, realizada desde el área de vivac en Taguanes hasta la sabana de Carabobo. Adicionalmente a estas limitaciones, muchos caballos llevaban hombres en la grupa por instrucciones del Liber tador al comenzar la persecución. La búsqueda de los sitios donde cayeron tan insignes figuras de nuestra patria nos llevó a recorrer el camino que conduce a Barrera. En el trayecto, pudimos obser var los monolitos que se levantaron en honor de estos héroes, desconociendo con exactitud cómo se determinaron las locaciones. Lo cier to es, que gran par te, por no decir toda la población de Barrera y algunos textos de historia, atribuyen la caída de estos próceres a barreras establecidas por quienes huían a Valencia, es decir, a los soldados del Batallón Valencey, que con gran acier to y técnica colocaron barricadas y barreras defensivas para contener a los perseguidores. A simple vista parece tener sentido, pero como nuestra misión era establecer verdades sobre los mitos, comenzamos a averiguar la veracidad de esta leyenda trágica, encontrando

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Quebrada de Barrera.

que el nombre de Barrera es anterior a las dos batallas de Carabobo, no teniendo nada que ver con lo que la tradición ha establecido. El nombre viene de la dificultad de pasar desde Tocuyito a Campo de Carabobo y viceversa, ya que los precursores de la fundación de San Carlos y otros pueblos debían vencer la barrera que ofrecía la quebrada durante el invierno. En época de lluvias, había que rodearlas mucho más al sur en un lugar llamado Barrerita. Los exploradores militares que trajo el General Pablo Morillo en 1815, que reseñaron gran par te de los caminos de la Geografía de Venezuela para uso militar, ya la nombran en 1816 en sus descripciones. 50 Así que la audacia y el heroísmo de los que huían no fue más que eso, desesperación por salvar la vida, mientras que nuestros héroes si persiguieron la gloria de ganar sus charreteras y grados en el campo de batalla. Aún está allí la quebrada de Barrera y el espíritu de nuestros próceres que no murieron tratando de vencer. Simplemente, ellos vencieron. 50 Relaciones Topográficas de Venezuela 1815 - 1819 (1991). Sevilla: Editorial Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp 122,123 y 124.

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Imagen retocada del Segundo Monumento de Carabobo, 1901.

“Monumento decretado por el Congreso de la Gran Colombia, reunido en Cúcuta el año de mil ochocientos veintiuno y mandado erigir por el Gobierno Provisional del Estado Carabobo presidido por el Doctor Gerónimo Maldonado, hijo, según decreto del 1o de Enero de 1901”. La columna de Maldonado permanecerá solitaria como único monumento hasta 1921 cuando será derribada para la construcción del soberbio Arco de Carabobo. EL SEGUNDO MONUMENTO Ya en el siglo XX, en tiempos del General Cipriano Castro, el presidente del estado Carabobo el general andino Gerónimo Maldonado, ordena el primero de enero de 1901 la construcción de la columna ática, que había sido decretada por el Congreso de Cúcuta, la cual sería de cimento romano, obra que ejecutaría el famoso marmolero Roversi, contratista de varias obras en Tocuyito y Valencia. Esta bonita columna tenía casi diez metros de alto y el costo de su contrato fue de catorce mil seiscientos bolívares. Estaba a un lado del camino y lo llamaban “el Obelisco de Carabobo”. Este monumento fue inaugurado con toda pompa tres meses después el 31 de marzo de ese mismo año, lo cual fue reseñado por “El Cojo Ilustrado” con sus respectiva fotografías, donde se observan multitud de caballeros de a pié y a caballo, soldados uniformados, músicos y banderas. Cita del Blog: Relatos de la Independencia... Venezuela Colaboradores del Blog: Luis Heraclio Medina Canelón y Ulises Dalmau

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Los primeros monumentos, los nuevos monolitos e hitos

Arco de Carabobo, 1921. El General Juan Vicente Gómez posa a caballo frente al Arco.

Cuando se erigió por primera vez U N MON U M ENTO EN EL C AM PO de Carabobo, habían transcurrido 44 años desde la Batalla en 1821. El mismo consistió en una enorme columna de madera de 10 metros de alto la cual fue llamada “EL Palo Bolívar”, que según la tradición oral se ubicó allí en 1865. Sin embargo, es en 1886 cuando se obtiene el primer registro cier to sobre la existencia de este monumento, a través de un ar tículo de prensa del diario valenciano “La voz Pública”. Suponemos que debió estar ubicado en un lugar muy próximo al sitio donde se construyó el Arco de Carabobo. Durante ese tiempo (1821 a 1921) se presentaron varios proyectos y se decretó la construcción de varias obras que nunca llegaron a materializarse, hasta que en 1901 durante el gobierno del General Cipriano Castro se construyó donde hoy está el arco de Carabobo, una columna de orden Toscano con una altura de 9 metros y 70 centímetros de perimetro. Fue inaugurada el 31 de mar zo de ese año. Suponemos que fue demolida para dar paso al arco del centenario en 1921.

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Entre los documentos más célebres encontramos el Decreto ordenado por el Congreso de Colombia, a casi un mes de haber ocurrido la Batalla de Carabobo de 1821 y fechado en el Rosario de Cúcuta el 20 de julio de 1821. Dicho Decreto decía lo siguiente: 5º) Para recordar a la posteridad la gloria de este día, se levantará una columna ática en el campo de Carabobo. El primer frente llevará esta inscripción: DÍ A X XIV DE JUNIO DEL AÑO X XI SIMÓN BOLÍVAR , VENCEDOR ASEGURÓ L A E XISTENCIA DE L A REPÚBLIC A DE COLOMBIA

Se hará después mención del Estado Mayor General. En los otros tres frentes se inscribirán por su orden los nombres de los Generales de las tres divisiones de que se componía el ejército, y los nombres de los regimientos y batallones de cada una con los de sus respectivos comandantes. 6º) En el lado de la base que corresponde al frente de la segunda división se verá grabado: EL GENER AL MANUEL SEDEÑO HONOR DE LOS BR AVOS DE COLOMBIA MURIÓ VENCIENDO EN C AR ABOBO NINGUNO MÁS VALIENTE QUE ÉL NINGUNO MÁS OBEDIENTE AL GOBIERNO.

En el lado de la base que corresponde al frente de la Tercera División se leerá: EL INTRÉPIDO GENER AL AMBROSIO PL AZA ANIMADO DE UN HEROISMO E MINENTE SE PRECIPITÓ SOBRE UN BATALLÓN ENE MIGO COLOMBIA LLOR A SU MUERTE.

Bien conocidos son los motivos que impidieron la ejecución de tan importante obra. Después de este Decreto Carabobo cayó en el olvido y fue a comienzos del siglo XX cuando se retoma la idea de conmemorar con obras arquitectónicas aquel impor tante suceso. Así se expiden los Decretos de los años 1904 y 1905, los cuales se quedaron en la intención. El monumento contemplado en el Decreto del 10 de diciembre de 1909 se construyó, pero no se colocó en el Campo de Carabobo, sino en lo que es actualmente la Avenida Páez de la Parroquia El Paraíso y posteriormente se le trasladó a la Redoma de la Vega, también conocida como la Redoma de La India, ubicada en la Parroquia La Vega del Distrito Capital.

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Base de una de las columnas del Arco de Carabobo, 1921.

El 24 de Junio de 1921 se inaugura el imponente Arco de Triunfo de Carabobo con motivo del centenario de la batalla y el 24 de Junio de 1930 al cumplirse 100 años de la muer te del Liber tador, se inauguró el Altar de la Patria. Otras obras como la construcción de la Compañía de Infantería 24 de Junio hoy (Batallón de la Guardia de Honor Presidencial 24 de Junio), el Diorama y el Mirador se abrieron al público en 1971 para celebrar los ciento cincuenta años de la Batalla. También existen en el Campo de Carabobo y en sus inmediaciones cinco columnas o monolitos que recuerdan los lugares donde cayeron algunos de los héroes más destacados en aquella gloriosa jornada: el General Manuel Sedeño, General Ambrosio Plaza, Coronel Julián Mellado, Coronel Indelton Ferriar y el Teniente Pedro Camejo. Estas obras se construyeron para ser inauguradas durante los actos de celebración del Centenario de la Batalla en 1921. Existe un sexto monolito, levantado en memoria del Batallón Valencey per teneciente al Ejército Español. Este se develó en 1930.

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Monolito en honor al General Manuel Sedeño. Quebrada las Manzanas. Estado Carabobo.

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Monolito en honor al General Ambrosio Plaza. Entrada del antiguo camino al Pao. Estado Carabobo.

Sobre algunos trayectos del campo, también hemos observado una demarcación muy interesante, hecha a base de cilindros de concreto de aproximadamente 50 centímetros de largo. Los mismos están esparcidos con regularidad en buena par te de la ruta, a par tir de la Pica de Gualembe hasta el paso de la infantería por la quebrada Carabobo. Hay información de su presencia en la ruta de la Segunda División, por la vía del cerro La Cayetana, Las Melacitas, quebrada El Naipe, hasta llegar a Gualembe. Sin embargo, durante nuestro recorrido por ese tramo, no los pudimos divisar ¿Quién los colocó allí ? Ha sido hasta ahora un enigma y como ustedes supondrán por todo lo que ya han leído en este libro, hay varias versiones. La primera versión es que fue el Coronel Ar turo Santana, no obstante esta hipótesis queda sin validez en vir tud de que la ruta señalada por este sistema de pilotines de concreto, no coincide con el trayecto indicado por él en su obra y que reiteramos se inicia a par tir de El Naipe, cerro La Cayetana, sigue por Las Melacitas, quebrada El Naipe, Pica de Gualembe hasta alcanzar la quebrada de Agua Dulce y penetrar por las estribaciones nororientales de El Centella, hasta la quebrada Carabobo. La demarcación no va por esa vía, lo que lógicamente descar ta que haya sido el Coronel Santana quien los colocó. Automáticamente esta conclusión descar ta a todos los autores que se guiaron por el camino señalado en el libro del Coronel Santana. En este sentido, nos queda solamente el General Eleazar López Contreras, por ser el único autor que discrepó de

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Foto 9 Cilindros de concretos esparcidos en par te de la ruta del Ejército Liber tador.


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esta ruta y presentó su propia versión a par tir del Cerro Buenavista. Cier tamente los pilotines de concreto (los que nosotros hemos visto) comienzan a par tir de la quebrada de Las Garcitas, pasan por El Centella, quebrada Cañafístolo al pie de El Cerro Bolívar y continúa por la ruta de la infantería hasta llegar a la quebrada Carabobo. Aquí coincide plenamente con la ruta presentada por el General López. Sin embargo, hay un grupo de estos pilotines muy cerca del camino que tomó la Segunda División y que difiere de la tesis del General López, quien la coloca siempre siguiendo a la Primera hasta llegar a la quebrada Carabobo. Foto 10 Inscripción en uno los cilindros de concreto en el que se puede leer: 30-E-21-173.

Otro elemento impor tante a destacar, es que uno de los pilotines de concreto presenta unas marcas en las que se lee: 30 - E - 21 - 173. Esta nomenclatura pudiera confirmar que fue el General López, quien realizó la demarcación en el año 1930 como par te de sus hallazgos. Lamentablemente, no hemos encontrado material bibliográfico ni testimonios de los habitantes del lugar para que confirmen nuestra presunción. Quedará este misterio por resolver para los futuros apasionados de la batalla de Carabobo que hayan leído nuestro libro. Quizás en un futuro, no tan lejano, ya no queden vestigios de los mismos debido a que los están sacando para utilizarlos en diferentes actividades como: “burros” para sostener vehículos en reparación o asientos para el descanso. Foto 9 y 10. Desde el año 1971 hasta el año 2016 no se construyeron más obras para conmemorar la Batalla de Carabobo de 1821. Sin embargo, transcurrieron 45 años, durante los cuales proliferaron las invasiones, construcción de negocios, granjas avícolas y de porcinos; y aumentó sustancialmente la depredación del ambiente y el deterioro de las obras realizadas.

51 Refiero esta anécdota para destacar, ante los lectores, la importancia que tiene llevar a los niños y niñas a conocer los lugares sagrados de la Patria y que se enteren acerca de los hechos ocurridos allí, pues será a través de su imaginación que recordarán, valorarán y volverán a darle sentido a muchas historias de gran valentía y sacrificio que se dieron por estas tierras. La pregunta obligada: ¿Queremos ciudadanos patriotas amantes de su país y de su gloria? Entonces llevemos a nuestros hijos e hijas a conocer estos lugares para que honren y se sientan orgullosos de sus Libertadores y del Pueblo que se sacrificó para darles una República.

Como lo expresé en las primeras páginas de este libro, había tenido un breve contacto con el Campo de Carabobo durante mi infancia 51 y luego como Cadete y Oficial Subalterno. Es decir, conocía muy poco de las obras construidas por motivo de la batalla, las cuales había examinado con algo de detenimiento durante una breve visita que hice con mi familia en el año 1997. Fue en el año 2014 cuando, a propósito de las primeras visitas para preparar la marcha de los Cadetes que, mi entrañable amigo y compañero de promoción, el General Andrés Vizcarrondo Pulgar, me guió en una visita y refresqué mis conocimientos y pude ahondar en muchos otros detalles. El General Vizcarrondo al igual que yo, es un apasionado de la historia militar venezolana, un patriota abnegado, pero especialmente es un conocedor a profundidad de la Batalla de Carabobo.

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Estas cualidades las debía mi buen amigo a su padre, el Dr. Alfredo Vizcarrondo, quien era médico e historiador y desde muy temprana edad, al igual que mi papá, había llevado en repetidas opor tunidades a su hijo de 8 años a recorrer el campo de Carabobo. Recuerdo que desde que se planteó el tema de la marcha en Carabobo, siempre él me mencionaba el Cerro La Cayetana y la historia de aquel día durante el cual, encontrándose en una excursión con su papá, un perro cazador, de raza Braco Alemán, lo siguió desde ese cerro hasta el Arco de Triunfo de Carabobo. Al terminar la caminata, vio que el perro no se quería ir y entonces su papá le dijo que se lo llevara a su casa. Desde ese día lo llamó Narizón y fue su mascota durante 12 años. Esta experiencia lo ayudó a no olvidar jamás el Campo de Carabobo y sus detalles. Por una casualidad del destino, en una de las tantas visitas que hicimos en 2014 y estando en el cerro la Cayetana, apareció un perro cazador. Se veía bien cuidado y estuvimos a punto de llevarlo con nosotros, por el parecido que tenía, según mi amigo Andrés, con aquel perro 52 de la anécdota con su papá. Cuando éramos capitanes aún no tenía una estrecha amistad con Vizcarrondo. Recuerdo cuando nos encontramos en Bolivia, en una comisión de ser vicio. Estábamos en una reunión y en uno de los recesos, un oficial boliviano le preguntó a un coronel venezolano sobre la batalla más grande realizada en Venezuela. El General de Brigada Andrés Vizcarrondo tuvo la opor tunidad para inter venir e hizo gala de sus conocimientos, hablándonos de la guerra de Independencia y las vicisitudes de los soldados llaneros. Entonces, recitó de memoria un fragmento de la Autobiografía (1973) del General Páez, en el cual describía su heroica y sacrificada entrada al Campo de Carabobo por la famosa Pica de La Mona. Aquella emoción en la descripción de los hechos, demostraban que el General Andrés Vizcarrondo era un oficial que había escogido esta difícil profesión, atraído por esa gloria del pasado y por aquel tiempo lleno de verdaderas historias de heroísmo, con el único objeto de ayudar a formar una Patria. Me sentí identificado con esa causa y desde ese día nos hicimos grandes amigos. Por una casualidad del destino, nos encontrábamos en el mismo lugar y en la fecha indicada, cuando surgió la opor tunidad de trabajar en un proyecto relacionado con Carabobo. Los dos trabajábamos en la Universidad Militar Bolivariana en el año 2014 y cuando se concretó la experiencia de la Marcha de La Victoria en la cual el General Andrés Vizcarrondo par ticipó, de inmediato coincidimos en que había que hacer algo igual o mejor en Carabobo.

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Generales Andrés Vizcarrondo a la derecha y Frank Zurita a la izquierda de la imagen, sosteniendo la precaria señal que hasta ese momento identificó al Cerro La Centella, escenario de la heroica gesta liber taria.


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Estampas del proceso constructivo.

Medidas del Monolito Tipo 1 Altura total: 5,25 m 2 Columna monolítica: 4,45 m 3 Pedestal: 20 cm 4 Alegorías: 10 cm 5 Base: 25 cm 6 Brocal: 20 cm 7 Acera: 10 cm

Fue el General de Brigada Vizcarrondo quien planteó el proyecto de construir una serie de columnas o monolitos, para darle impulso a la recuperación de un campo que estaba afectado por múltiples problemas. Recuerdo que en más de una opor tunidad, mi Comandante Chávez había reunido a los responsables de su cuido, mantenimiento y custodia para reclamarles por el descuido que ya presentaba este espacio, llamado a ser un lugar sagrado de la venezolanidad. De esta manera, en paralelo a los preparativos de la marcha, el General de Brigada Vizcarrondo se ocupó del diseño de las columnas y tras presentar el proyecto al General Rodríguez Cabello para su aprobación, se dio inicio a los preparativos para su construcción. En el año 2016, el Mayor General Juan de Jesús García Toussaintt, Comandante General del Ejército, una vez informado del proyecto decidió apoyarlo, consciente del valor histórico, patriótico y sentimental que tiene para el Ejército Venezolano el suelo sagrado de Carabobo. Adquirimos este compromiso con la Patria, de manera que el Comandante General del Ejérci-

52 Se trata de una columna o monolito fijo de 5,25 metros de altura, con una placa en dos de sus lados, que contiene la información del sitio: la ubicación, coordenadas geográficas y una reseña de los eventos ocurridos en ese lugar.

to ordenó que se construyera, a través de la Dirección de Construcción y Mantenimiento del Ejército, bajo la dirección del Teniente Coronel Acosta Prieto, seis monolitos de los trece proyectados. Estas columnas se erigieron preservando el diseño original de las columnas de 1921, con la finalidad de mantener la armonía arquitectónica dentro del Campo de Carabobo. 52

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Monolito de El Chaparral Ubicado cerca de El Mirador donde se describe la actuación de la Primera División comandada por el General Páez.

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Monolito Cerro Centella Ubicado en el cerro del mismo nombre y donde se describe la maniobra envolvente ordenada por el Liber tador a la Primera División.

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Monolito del Cerro Bolívar Ubicado en una elevación desde la cual el Liber tador obser vó lo que acontecía en la sabana de El Chaparral, cuando entraban en combate la Primera División y los batallones de Infantería enemigos.

Monolito de la Artillería Ubicado en el lugar donde se emplazó uno de los cañones con el cual, el Mariscal de la Torre pretendió detener el avance de la Primera y Segunda División durante la ejecución de la maniobra envolvente y el avance de la Segunda División.

Monolito del Capitán O´Leary Ubicado en la depresión entre el Cerro Pelúo o La Teta y el Cerro El Ocumo, y que fue el lugar donde cayeron las granadas de ar tillería enemiga.

Monolito La Cayetana Ubicado en el cerro del mismo nombre y con el cual se señala el lugar donde permaneció la Segunda División en espera para apoyar las acciones de la Primera y Tercera División respectivamente.

Monolito de la Caballería Para señalar el lugar por donde pasó la Caballería de la Primera División, en su maniobra de envolvimiento al entrar a la Sabana del Chaparral.

Monolito del Despliegue del Batallón Bravos de Apure y Cazadores Británicos, ambos inaugurados por el Mayor General Jesús Suárez Chourio Comandante General del Ejército en el 2018. 53

En esta opor tunidad, nuestra intención con la materialización de este proyecto fue la de resaltar aquellos puntos del terreno que tuvieron una importancia táctica durante el desarrollo de la batalla y que, hasta la fecha, no se habían señalizado de forma correcta, o simplemente, no se habían descubierto. Dos ejemplos de estas circunstancias son: el punto del primer Disloque, lugar en el que se separó Bolívar y la Tercera División de la Primera y Segunda División; y el cerro La Centella, lugar donde sólo había un pedazo de latón oxidado en el que se podía leer “CERRO LA CENTELLA”. En imágenes, ocho de los Monolitos construidos en esta etapa.

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53 En 2018, el Mayor General Jesús Suárez Chourio, como Comandante General del Ejército, ha sido el primero que, en el ejercicio de su cargo, realizó completamente la marcha desde Taguanes hasta Campo de Carabobo por la ruta de la Primera División. El primer General en recorrer la ruta de las tres Divisiones fue el entonces General de Brigada Alexis Rodríguez Cabello.


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Monolito y Plaza del Cerro Buenavista Para indicar el lugar donde el Liber tador junto con sus Jefes de División y su Estado Mayor obser vó por primera vez el dispositivo enemigo y tomó el famoso almuerzo descrito por el general O´Lear y en sus memorias.

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Monolito del Disloque Para señalar el lugar desde el que salieron la 1ra y 2 a División de la Pica de Piedras Negras.

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Monolito del Abra de Carabobo Ubicado en el accidente geográfico que tiene ese nombre (Abra), para señalar el sitio por donde intentó penetrar el Liber tador y luego lograría pasar la Tercera División.

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Monolito del Cerro El Vigía Para indicar el Puesto de Obser vación Realista ubicado en esta impor tante elevación.

En el año 2019, el Mayor General Alexis Rodríguez Cabello Comandante General del Ejército Bolivariano decidió iniciar un proyecto que permitiera completar la señalización con hitos y monolitos, de todas las rutas descritas en este libro. En junio del año 2020 se inauguraron ocho Monolitos y ciento tres Hitos a lo largo de todos los caminos y los sitios de interés histórico acaecidos aquel 24 de Junio de 1821. La idea nació en el 2014, como ya se ha señalado y seis años más tarde tuvo concreción. El apor te realizado por el Mayor General Alexis Rodríguez Cabello y su equipo de trabajo será reconocido por las generaciones futuras. Mi especial reconocimiento al General de División Monolito del Vivac Para señalar el lugar donde acampó el Ejército Liber tador la noche del 23 y madrugada del 24 de Junio de 1821.

Johan Hernández Lares, General de Brigada Rubén Belzares Escobar, General de Brigada Andrés Vizcarrondo Pulgar y General de Brigada Richard Balza Ayaach, así como los oficiales superiores, subalternos, tropas profesionales y tropas alistadas que par ticiparon en la construcción de ciento tres Hitos que interconectan y hacen visible la ruta de las tres Divisiones, permitiendo hacer el recorrido suiguiendo estos referentes. Los visitantes que tengan ahora la suer te de conocer la historia de la Batalla de Carabobo, haciéndose protagonistas, es decir, que un día pisen el suelo sagrado del Altar de la Patria, encontrarán una guía a lo largo de todos los caminos, que les permitirá avanzar sin miedo a extraviarse, y al mismo tiempo enterarse de los pormenores de los hechos ocurridos durante aquella brillante jornada. En esta página, cinco de los Monolitos construidos en esta nueva etapa y la reseña de los hechos y lugares que señala cada uno de ellos.

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MONOLITOS SESQU ICENTENAR IOS

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HITOS DEL EJÉRCITO LIB ERTADOR (ABC) RUTA DEL EJÉRCITO LIB ERTADOR (ABC) HITOS DE L A PR IMER A Y SEGU NDA DIVISIÓN (AB) RUTA DE L A PR IMER A Y SEGU NDA DIVISIÓN (AB) HITOS DE L A PR IMER A DIVISIÓN (A) RUTA DE L A PR IMER A DIVISIÓN (A) HITOS DE L A SEGU NDA DIVISIÓN (B) RUTA DE L A SEGU NDA DIVISIÓN (B)

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HITOS DE L A TERCER A DIVISIÓN (C) RUTA DE L A TERCER A DIVISIÓN (C)

1 TAGUANES VIEJO

D I R E C C I Ó N A T I N AQ U I L LO

La ruta trazada por el Ejército Libertador está señalizada por los hitos descritos en este capítulo. Ellos señalizan los lugares en los que sucedieron los hechos más relevantes el día de la Batalla. En sus placas proveen información histórica, sus coordenadas de geoposicionamiento y la orientación direccional para seguir el orden del recorrido.

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M O N O L I T O S 1. VIVAC

12 . CENTELL A

2 . BUENAVISTA

13. BOLÍVAR

3. DISLOQUE 1

14. RUTA C ABALLER Í A E INFANTER Í A 1A DIVISIÓN

4. DISLOQUE 2

15. DESPLIEGUE C ABALLER Í A 1A DIVISIÓN

5. C AYE TANA

16. R EORGANIZ ACIÓN DE L A INFANTER Í A DE L A 1A DIVISIÓN

6. EL VIGÍ A

17. DESPLIEGUE INFANTER Í A 1A DIVISIÓN

7. AB R A DE C AR ABOBO

18. TENIENTE PEDRO C AMEJO (NEGRO PR IMERO)

8. O´ LE ARY

19. CORONEL THOMÁS INDERTON FER R IAR

9. ARTILLER Í A R E ALISTA

20. CHAPAR R AL

10. VALENCE Y

21. ENTR ADA DEL GENER AL SEDEÑO

11. AMB ROSIO PL A Z A

22 . ASCENSO DEL GENER AL PÁE Z

Los hitos y monolitos están presentes desde el área que sirvió como vivac al Ejército Libertador en el estado Cojedes hasta la Sabana de Carabobo. Otros monolitos como los que señalan los lugares donde cayeron el General Sedeño y el Coronel Mellado están ubicados en la población de Barrera, al este del Campo de Carabobo, vía a Tocuyito.

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PLAZA Y OBELISCO

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TRIBUNA PRESIDENCIAL

Obelisco Bicentenario. Vista Este - Oeste. Paseo Monumental del Campo de Carabobo.

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Obelisco Bicentenario

Con motivo de cumplirse en 2021 E L B I C E N T E N A R I O D E L A B ATA L L A de Carabobo, nuestro Comandante en Jefe Nicolás Maduro Moros, Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, ordenó en 2020 activar la Comisión Presidencial para la planificación, organización coordinación y ejecución de todas las actividades destinadas a celebrar este trascendental evento de nuestra historia. En este sentido un arduo e intenso trabajo se desplegó en el seno de la comisión para establecer las prioridades y dando cumplimiento estricto al cronograma establecido comenzó, desde el mismo año 2020, a festejarse por todo lo alto y junto al pueblo venezolano, cada uno de los eventos enmarcados en esta fecha patria. En el desarrollo de esta celebración el General en Jefe Vladimir Padrino López, Ministro del Poder Popular para la Defensa, instruyó construir una Vista previa de planta del conjunto.

obra conmemorativa dentro del parque monumental. Ya para ese momento, se estaba comenzando a reestructurar el área perimetral del Parque y mi Comandante en Jefe Nicolás Maduro Moros, a través de la Comisión Presidencial, había ordenado la construcción de una obra de envergadura, digna de la celebración del Bicentenario. En ese contexto, el General en Jefe Padrino López, en nombre de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, quiso dejar en esta fecha cumbre de nuestra historia liber taria una significativa impronta al Ejército Bolivariano, heredero de las glorias del Ejército Liber tador en Carabobo.

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Fachada Principal. Contiene la comunicación que el Liber tador dirigió al Congreso General de Colombia, el 25 de junio de 1821.

Con esta orientación, se concibió un monumento que permitiera plasmar para las futuras generaciones el eterno reconocimiento a los bravos patriotas que aquel día sellaron nuestra liber tad. Inmediatamente se comenzaron a formular los rasgos que perfilarían la obra a construir para conmemorar tan honorable fecha. La condición sine qua non que debía entrañar la genética de la obra es la fusión con el espíritu que plena las áreas del sublime espacio arquitectónico y paisajístico, concebido para perpetuar las glorias de la victoria Bicentenaria.

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O B E L I S C O

B I C E N T E N A R I O

Al Altar de la Patria y al magnánimo Arco centenario, jubilosos anfitriones de la mayor conmemoración del pueblo de El Liber tador Simón Bolívar, se incorpora pleno de honor el nuevo obelisco. Uno de los cometidos que forjó su concepto originario y modelador fue contener y exaltar la ferviente narración de los hechos acaecidos durante la contienda, realizada por El Liber tador y enviada al Congreso General de Colombia el día siguiente a la laureada fecha. Se escogió como lienzo de tan excelsos trazos de nuestra heroica historia la forma de un obelisco, una columna ática, monolítica, capaz de hermanarse con los hitos ya distribuiDetalle de la cúspide del oblisco.

dos a lo largo de los cerros y sabanas del glorioso Campo de Carabobo que eternizan el vir tuoso sacrificio de nuestro Ejército Liber tador. Atendiendo al justo precepto decimonónico, en la piel de esta obra se hace mención del Estado Mayor General. En sus frentes, se inscriben por orden los nombres de los Generales de las tres divisiones de las que se componía el ejército y los nombres de los regimientos y batallones de cada una con los de sus respectivos comandantes. Sobre sus tres caras reposan enlistados quienes ofrendaron su bermeja savia a cambio de nuestra Independencia. El nuevo obelisco salda esta añeja deuda de doscientos años. Se ha honrado la proeza de los más valientes hijos de la Patria y atendido el mandato encomendado por el cuerpo legislativo, sancionado el 23 de julio, el mismo año del centelleante triunfo marcial. Con esto, se han de inmor talizar los nombres de quienes blandieron sus armas en la conquista de nuestra liber tad y en defensa de la independencia de la República, proclamada once años antes de la suprema victoria en Carabobo. Con diez metros de altura, revestidos de un fulgurante granito de color oliva oscuro en el que se han grabado los nombres y hazañas de nuestros próceres, se emplaza el Obelisco Bicentenario frente a la tribuna presidencial, en el Paseo Monumental del Parque de Carabobo. Corona su cúspide piramidal el Sol de Carabobo, y el brazalete de Vencedor en Carabobo Año XI refrenda su contenido junto a la arenga del Padre de la Patria “Soldados, mañana seréis invictos en Carabobo”. El Obelisco Bicentenario es en la actualidad, uno de los monumentos más apreciados por los visitantes y turistas del Campo de Carabobo y creemos sin temor a equivocarnos, que los hombres y mujeres que conforman y seguirán dando vida al Ejército Bolivariano, como dignos herederos del Ejército Liber tador encontrarán en esta pieza arquitectónica un digno y merecido reconocimiento de su Fuerza Armada Nacional Bolivariana en el año 2021.

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Patrimonio cultural de la nación Con la finalidad de dar a conocer y proteger LO S H A L L A ZG O S R E S U LTA N T E S de esta investigación histórica, el Mayor General Alexis Rodríguez Cabello, 54 ordenó que acudiéramos al Instituto de Patrimonio Cultural de la Nación y diéramos inicio al proceso de registro patrimonial de los caminos, lugares y obras construidas en estos espacios. Acudimos el General Andrés Vizcarrondo, el cineasta Ángel Palacios, mi papá y mi persona a esta institución del Estado venezolano. Allí, fuimos atendidos muy diligentemente por su presidente el licenciado Omar Vielma, hombre patriota y revolucionario quien de inmediato, se puso a la orden para realizar los procedimientos correspondientes. Presentamos los hallazgos con sus respectivos sopor tes y en breve tiempo, fue designada una comisión del instituto para que nos acompañara al Campo de Carabobo, de tal manera, que los funcionarios pudieran reseñar fotográficamente y con coordenadas geográficas, los caminos y lugares donde se colocarían las columnas conmemorativas, resultantes del estudio realizado a lo largo de cuarenta y cinco kilómetros de recorrido, sobre las rutas de las tres Divisiones del Ejército Liber tador. De esta manera, luego de haber analizado y sometido a diferentes consideraciones legales y de comprobación histórica el informe presentado por la Comisión Designada por el Ministro del Poder Popular para la Defensa, General Panorámica del Campo de Carabobo. Monolito del Teniente de Caballería Pedro Camejo. Vista desde el Cerro La Centella. 54 En su condición de Rector de la Universidad Militar Bolivariana en el año 2016.

en Jefe Vladimir Padrino López, el 10 de febrero de 2016, se publicó, en la Gaceta Oficial N° 40.845 la Providencia Administrativa N° 010/2016 en la cual se denomina al conjunto de caminos y monumentos registrados durante el trabajo de investigación de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela como: “La Ruta Heroica seguida por el Ejército Liber tador, desde la Sabana de Taguanes, hasta el campo de Carabobo en 1821”.

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A la izquierda de la imagen el Monolito del Desbordamiento de la Caballería y el edificio del Mirador.

Igualmente, a par tir de esa fecha, el Estado venezolano reconoce el valor de esta investigación histórica y por esta razón, decide proteger la Ruta Heroica declarándola “Bien de Interés Cultural de la Nación”. El Campo de Carabobo está protegido por el Decreto Presidencial Nº 1.515, a través del cual, el Estado delimitó en una poligonal cerrada de tres mil hectáreas, los sitios de interés histórico relacionados con la gloriosa Batalla de Carabobo de 1821. Para que tengan una mejor idea del espacio, esta área abarca desde el Campo donde se encuentra el Monumento, hasta la entrada del pueblo El Barniz. Es decir, el lugar donde acampó el Ejército Liber tador, la ruta a través del río Chirgua y el camino de El Barniz hasta la Bodega del Gocho (aproximadamente cinco kilómetros), están fuera de la poligonal y, por lo tanto, sin la intervención opor tuna del Instituto de Patrimonio Cultural, hubiesen quedado sin protección del Estado. Los sitios como la quebrada de Las Hermanas, el Cerro Buenavista, el camino de Las Codornices, la quebrada de Los Cantiles, el Hoyo de Buenavista, las quebradas El Loro y El Lorito y la Pica de Piedras Negras ya estaban protegidos dentro del Decreto Presidencial. Sin embargo, a pesar de la existencia de todos estos instrumentos legales, el Campo de Carabobo está siendo devorado día tras día, por una presión urbana aparentemente incontrolable. Todas las semanas ocurren invasiones, tala de árboles, contaminación del ambiente; se establecen zonas de aliviadero para la delincuencia organizada, donde se retienen y secuestran personas y se desmantelan vehículos robados.

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Varios son los planes que se han puesto en marcha para erradicar estos males que afectan a este histórico y sagrado lugar. Lamentablemente han sido infructuosos. Hasta el mismo Comandante Supremo Hugo Chávez, en una opor tunidad, y de manera personal, ordenó el desalojo de unas invasiones, entre las cuales destaca el caso de una vivienda, que llegó a incluir dentro de sus linderos el Monolito del Teniente Pedro Camejo Negro Primero. Existe una Comisión Presidencial, la cual debe velar por el mantenimiento y cuidado de estas áreas; sin embargo, es poco lo que se ha podido hacer por variadas circunstancias. El Dr. Luis Cubillán, historiador y miembro de esa comisión, me ha contado de la falta de apoyo para poder cumplir el mandato; es decir, existe una especie de paralización colectiva en las instituciones responsables de hacer valer lo escrito en el Decreto. La pregunta obligada es: ¿Qué estamos esperando? No lo sé exactamente. Pero, como miembro de la Comisión designada por el General en Jefe Padrino López, tengo el cometido de emprender las acciones que estén a mi alcance, con el impulso de ver cumplida la misión que se me asignó y acrecentado mi compromiso con el país, aspirando que sea contagiable a todos los venezolanos. Preser vemos para las futuras generaciones, la tierra sagrada de la Patria. Todos los caminos de la liber tad y de la Independencia conducen al Campo de Carabobo.

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Reflexión final

Arco de Carabobo, 1921. Proyecto de los arquitectos Alejandro Chataing, Ricardo Razetti y el ingeniero Manuel Hernández

Cien años (1821 - 1921) H A B Í A N T R A N S C U R R I D O hasta que por fin, uno de los tantos gobiernos que tuvo Venezuela en ese siglo se dignó a honrar la Batalla de Carabobo con un espléndido monumento, como lo es el Arco de Triunfo, el cual posee un gran simbolismo histórico que nos recuerda la batalla más gloriosa librada en el suelo patrio: Carabobo. 55 A mí como venezolano, ante esta dura realidad, me surgieron varias interrogantes como las siguientes: ¿Por qué nos costará tanto querer nuestra historia, especialmente aquella correspondiente a nuestra lucha por la Independencia? ¿Por qué el desprecio por lo nuestro? ¿Por qué la admiración desmedida por lo foráneo y por lo que ocurre en otras latitudes? Este libro más que un recuento sobre una par te de la historia desconocida sobre la Batalla de Carabobo, es un llamado a la conciencia patria, es una invitación a los venezolanos y venezolanas a reencontrarnos con nuestro brillante pasado. De algún modo, es una cita con aquel sublime momento, donde se fundieron todos los esfuerzos, se unieron todos los sacrificios; se juntaron todas las voluntades y marchamos todos como integrantes de una República, levantando con orgullo la Bandera Tricolor en procura de dos objetivos: “Gloria y Liber tad”.

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55 Para mejor entendimiento del por qué este hermoso Arco de Triunfo fue levantado durante el gobierno del General Juan Vicente Gómez, es recomendable leer la obra de Ramón J.Velázquez. (1979). Confidencias Imaginarias de Juan Vicente Gómez. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República.


A D O S C I E N TO S A Ñ O S D E L A B ATA L L A D E C A R A B O B O Hace doscientos años, en este campo sublime, tuvo lugar la gloriosa Batalla de Carabobo, que selló la Guerra de Independencia de Venezuela y marcó el nacimiento político de Colombia la grande, poderosa unión de naciones que afiliaba a pueblos hermanos y cobraba peso en el equilibrio del mundo. Con Carabobo nació una potencia en América. A la orden del Liber tador Simón Bolívar, el ejército patriota batió por las armas al imperio español, causándole una derrota decisiva. No fue solo una espléndida victoria militar, también significó a los ojos del mundo, la capacidad de organización y dirección de un pueblo resuelto a ser libre. Por ello Carabobo es símbolo de una voluntad histórica, de dignidad y de victoria, que seguirán guiando a las generaciones futuras. Al unísono con sus heroes y heroínas, unido a ellos en una misma causa, el invencible pueblo venezolano, consiente en la tarea de la conser vación de la Patria, honra,los dos siglos de esta épica con el compromiso de mantener en alto los ideales bolivarianos y el espírito antiimperialista.

Monumento conmemorativo del Bicentenario de la Batalla de Carabobo y entrada al Campo. Placa conmemorativa que acompaña al Monumento y transcripción de su contenido.

Viva la llama eterna de Carabobo Vivan los padres fundadores Viva el pueblo bravo que venció la opresión, invictos ayer, invencibles hoy. Nicolás Maduro Moros 24 de Junio de 2021 Año 22 de la Revolución Bolivariana

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Entre los grandes problemas que enfrenta actualmente nuestra bella Venezuela, está el de rescatar, en una buena par te de sus ciudadanos, el amor por su suelo natal, por su Patria, por su Bandera. Debemos generar este noble sentimiento, especialmente en nuestros niños y niñas, en nuestros jóvenes, quienes son el futuro de la nación. Si continuamos fallando en esta empresa, jamás podremos defender lo que tanta sangre y esfuerzo ha costado a las generaciones pasadas. El amor por mi país me lo inculcaron mis padres al recorrer a Venezuela, al visitar sus sitios históricos, contándome aquellos relatos que hacían volar mi imaginación infantil. Esa imaginación, nunca me ha abandonado, y ahora que soy menos joven, admiro con más pasión todos aquellos sucesos que forjaron nuestra nacionalidad, es decir nuestra venezolanidad. Los motivos que me impulsaron junto a mi padre a escribir estas líneas, con las cuales hemos tratado de emocionarlos, contándoles la historia y el recorrido del Ejército Liber tador desde su inicio hasta el desenlace de la Batalla de Carabobo, abundan en relatos, anécdotas y hechos históricos que merecían ser sacados a la luz. No significa esto, en lo absoluto, que se haya dicho la última palabra en esta materia. Allí está Carabobo esperándolos. Asuman el reto de la historia para conocer y sentir más el fuego sagrado de la Patria ahora, durante la era de celebración Bicentenaria por aquel heroico hecho de armas que nos une como nación e hijos de esta gesta liber tadora. Un nuevo capítulo se abre en Carabobo gracias a la investigación histórica realizada por la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela. Son casi cuarenta y cinco kilómetros de terreno, los cuales han sido estudiados y analizados metro a metro. No es poca cosa lo encontrado y confirmado en ese trayecto: el sitio del Vivac del Ejército Liber tador el día 23 y madrugada del 24 de Junio de 1821; el paso del río Chirgua y todo lo acontecido con este curso de agua; el camino de El Barniz y su olvido en el tiempo, producto del desconocimiento y la tradición de una cabalgata recreacional; la quebrada de Las Hermanas y la Ruta de Los Cantiles; el verdadero Punto de Disloque de las Divisiones del Ejército Liber tador ; el misterio de las quebradas de El Loro y El Lorito, la Pica A. Malavolti, Altar de la Patria, 1931. La muer te del Coronel Thomas I. Ferriar, Comandante del Batallón Cazadores Británicos, detalle. Relieve en bronce. Colección Campo de Carabobo.

de Piedras Negras y sus 93 años de oscuridad; la Pica de La Mona y sus diversos ramales e interpretaciones; las rutas de las Tres Divisiones; la trocha abierta por el Liber tador en las proximidades del Abra de Carabobo; la enigmática presencia del Capitán O´Lear y en el sitio de Gualembe; la ubicación de la artillería realista y el efecto de sus fuegos en las unidades patriotas; las rutas de la Caballería de la Primera División y su entrada a la Sabana de El Chaparral.

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Niños recreándose en las inmediaciones del Monolito en honor al Teniente Pedro Camejo.

Esta lista de hallazgos, obliga a concluir que la Batalla de Carabobo sigue dando de qué hablar, esta vez revelando los secretos de un Ejército Liber tador en marcha de aproximación hacia el combate. Los “Caminos a la Gloria” estuvieron abandonados hasta el 2014, en una Venezuela, en la que a gran par te de sus habitantes se les enseñó a despreciar su origen y, por ende, su pasado. Desde 1921 cuando aparecieron aquellos grandes autores, como el Coronel Ar turo Santana, el General Eleazar López Contreras, y más tarde, en un tiempo más cercano, el Coronel Tomás Pérez Tenreiro, el General Héctor Bencomo Barrios, y el General en Jefe Jacinto Pérez Arcay, por nombrar las figuras más emblemáticas, estos caminos y senderos, han permanecido ocultos a la mayoría de los venezolanos. Ahora se abre una posibilidad de visitarlos, de caminarlos en excursión, en familia, en bicicleta o en caballo, como en la época en que se escuchaban en esas verdes montañas, en esos parajes ahora solitarios, los sonidos de un Ejército Liber tador deseoso de entrar en combate. No exagero cuando les digo que al andar por esas veredas, se tiene la sensación de escuchar al Liber tador, dando instrucciones a sus oficiales; al Catire Páez, animando a sus llaneros; al Negro Primero, arengando a sus compañeros; a los soldados del Batallón de Cazadores Británicos, marchando y haciendo gala de su aplomo y disciplina. Por todo ello, recorrer estos senderos, es definitivamente caminar con la historia de nuestra Patria, con la historia de Venezuela. Con un pueblo en armas que los acompañó.

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Siempre he pensado que aquellos oficiales que tengan la opor tunidad de pronunciar un discurso en el Campo de Carabobo, deben hacerlo con un conocimiento pleno, completo, teórico, práctico y emocional de lo que ocurrió aquel glorioso día. Será más placentero hablar del cerro de Buenavista, describir con lujo de detalles los hechos relacionados y sentir que se llega al alma de quien escucha, cuando se haya subido y sentido el rigor y la fatiga. Seguramente un poeta o alguien con mucha sensibilidad puede hacerlo sin sacrificio, pero si hacer versos no es fácil ¿cómo será hacer poesía? Sin embargo, será más emocionante venir y coronar el cerro, porque la vista maravillosa desde Buenavista queda para siempre en el corazón, la imaginación ayuda, pero es sólo eso. Por ello, los invito a reflexionar: ¿Cómo podríamos transmitir la emoción sin haber recorrido los caminos de la Gloria de Carbobo? Para hallar la respuesta, hoy estamos haciendo revolución al llevar de forma metódica y planificada a los Cadetes de todas las academias militares a recorrer esos caminos, por primera vez en la historia de nuestro país. Mucho orgullo se siente al escuchar a un joven aspirante a ser Oficial de la Armada o de la Aviación Militar, interesarse en saber lo que ocurrió ese día en estos parajes. Ver a un Cadete de la Academia de la Guardia Nacional o de nuestra Academia Técnica Militar, o de la Academia Militar de Medicina, o de la Academia Militar de Oficiales de Tropa Comandante Supremo Hugo Chávez par ticipar en la marcha; ver que sienten el fragor, el esfuerzo físico y entienden la estrategia y la táctica en el lugar de los acontecimientos. Eso para mí es invaluable. Por eso invito a todo el pueblo venezolano, a visitar el Campo Inmor tal de Carabobo, especialmente a todos los militares, a mis compañeros de armas a regalarse una cita con la historia, una cita con lo sublime y con lo heroico. Una vez que estén pisando ese suelo, regado por la sangre de los mejores hijos que ha tenido la Patria, sentirán de una manera muy especial, el orgullo de ser venezolanos. ¡Viva el ejemplo de nuestro pueblo en Carabobo!

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