Esta vez tengo la oportunidad de comentar cuan grande es la naturaleza que nos rodea. Me tomo el atrevimiento de utilizar este espacio para fomentar turismo a través de la pintura como medio publicitario de información visual.

Salto La Chorrera, ubicada en la región Andina provincia del Sumapaz, municipio de Venecia, departamento de Cundinamarca. El salto es un sitio que se encuentra a tan solo 40 minutos del casco urbano y que aguarda grandes cosas para sus visitantes.

Inicié mi recorrido desde la finca «Los Ángeles», luego de pasar por varias fincas de la vereda «El Diamante» y ver su grandiosa flora y fauna, crucé por un sendero eco-turístico que me llevó directamente al indicio constante y sonante de la majestuosidad de la caída.

Más adelante, por aquel sendero encontré una casa de aspecto muy extraño, con mensajes y señales que decían que ese lugar no era para detenerse, más sin embargo no pude encontrar otro lugar apropiado para tan de repente  inspiración, en ese momento caminaba con el Señor Alfredo Diaz y su hijo el señor Leonardo Diaz a los que les avisé de inmediato que me quedaría una hora para tomar la vista desde aquel lugar; sin dudar aceptaron y siguieron su camino mientras que yo me quede allí, a la orilla del sendero, al frente de la casa misteriosa, para aprovechar el tiempo y que me incita a divagar y … ( No se lo que contenga esa casa, esa casa que mide máximo 2×3 mts y que la resguarda un candado de dudosa seguridad, aquella casa que advierte no quedarse mucho en el lugar y que sus palabras están escritas con pintura roja, blanca y negro, una casa en medio del bosque que deja pensando quién rayos se queda allí sabiendo que habita la leyenda del Mohán?), Ni loco, simplemente me postré al frente por la necesidad de pensar en la soledad y tomar aliento frente a la posibilidad de poder representar lo que quiero, cuando quiero y en donde quiero, una calma que va más allá de la misma riqueza, una seguridad que habita en cada ser de la naturaleza, un ir y venir de pinceladas y mosquitos, bazares de corazonadas con respecto al amor que me olvida día a día y mi resguardo en la pintura como prueba de que si vale la pena llegar hasta este hermoso lugar para disfrutar de su creación.

Así es, una leyenda que habita este lugar es  «el Mohán». Este hechicero convocó antes del tiempo tormentas y eclipses; conocía muy bien los secretos de las almas y todo el mundo le teme a sus ojos de azabache porque su apariencia tiñe de oscura su alma, cuando en los ritos atrae la lluvia y las cosechas y en la noche se transforma en jaguar para recorrer las laderas de los ríos para ahuyentar a los malos espíritus.

El Mohán sabia antes del tiempo sobre la llegada de los españoles y vio también lo doloroso de los despojos de la conquista  y por tal razón se marchó a las montañas con las riquezas que quedaron mientras que alejado del tiempo le crecen las uñas y todo el pelo que cubre su cuerpo, todo mientras el ser humano aprende a valorar su riqueza misma.

 El Mohán ama la música, toca todos los instrumentos de cuerda, en especial el tiple en luna llena y la guitarra en los plenilunios, instrumentos de viento como la Quena o la flauta de pan, recurre en paseos nocturnos por senderos o en valsa por los ríos, ensaya canciones que todos desconocen, embaucador, aprovecha el icononzo para las serenatas y cambia su apariencia para vagabundear por los mercados de los pueblos para comprar tabaco y güarapo y aprovecha su presencia en el pueblo para enamorar a las muchachas.

Se le conoce como el «Brujo del Agua», el Mohán ejerce la potestad de los ríos, regula las crecientes y los ciclos de afluencia, de hecho escuché a una señora decir que si uno gritaba o perturbaba de manera brusca el lugar la cascada se manifestaría con alguna señal, también comentó que alguna vez alguien le faltó el respeto a la Chorrera y comenzó a llover de tal manera que la cascada se creció a tal punto que llegaba a verse la furia del Mohán.

Antes de llegar a representar este lugar debí pasar por una serie de circunstancias, las cuales me llevaron al camino correcto, una armonización conmigo mismo, una concentración profunda en mis planes y una búsqueda de la estética para la representación física de mi pensamiento, el cual se lleva a cabo en lugares diferentes y este es un lugar que trae muy buenos pensamientos que alimentan la vista y por tanto alimentan al alma.

Espero volver, escuché que cada vez es diferente, y siempre hay algo nuevo para ver. Solo me queda hacerles la invitación, es un lugar especial, muy importante para la comunidad veneciana.

J.S.