PESADILLA ANTES DE NAVIDAD NO ES DE TIM BURTON

Rara era la vez que se escuchaban unos neumáticos chirriar al circular sobre los irregulares adoquines que en otro tiempo pavimentaban las calles de este olvidado barrio, y sin embargo ahora nada augura que pueda encontrar una maldita plaza de aparcamiento. En mi cabeza ya resuenan los gruñidos y quejas que rebosarán de la bocaza de Abel, recordándome que por enésima ocasión consecutiva llego impuntual al encuentro que todos los años celebramos por estas fechas. Sally, por su parte, me sonreirá tras emitir un simpático resoplido, apartará su bolso y me señalará un hueco a su lado.

Un sentimiento agridulce me invade en el instante que diviso un ansiado espacio donde por fin estacionar, al comprobar que se encuentra frente al local donde se ubicaba el videoclub que tan frecuentemente visitábamos juntos. Actualmente lo sustituye una impersonal lavandería de autoservicio, de esas que parecen haber planeado invadir toda la ciudad. No tengo nada contra estos establecimientos, pero las escasas veces que los he visitado me he sentido engañado por el hecho de no encontrar el encanto que desprendían las que aparecían en las películas y series americanas.

Mientras maniobro no puedo evitar rememorar aquel día de nuestra infancia en el que Abel corrió emocionado a nuestro encuentro para contarnos que su padre había llegado a casa con un vídeo VHS bajo el brazo. Casi todo lo que sé ahora de cine se lo debo a aquel mágico momento que nos convirtió en niños de videoclub, que tan asiduamente paseaban fascinados por los estrechos pasillos llenos de carátulas para decidir qué título visionarían juntos el sábado por la tarde. Siempre con la caja de la película colocada encima del televisor a modo de marquesina de cine.

Una vez que cruzo la puerta del perenne bar, que invariablemente sirve como escenario de nuestros anuales reencuentros, constato que sigo siendo un animal de costumbres. No puedo evitar que mi mirada se dirija automática e instantaneamente al lugar que ocupaba, hace ya muchos años, la máquina de arcade. Podría decir de memoria, y en orden cronológico, los títulos que tantas horas de diversión y tantas vueltas de la tienda consumieron: Ghosts’n Goblins, Tetris, Pang, Final Fight, Street Fighter II, Cadillacs and Dinosaurs…

Un grosero silbido que por unos momentos deja el local en silencio me despierta de mi ensimismamiento. Proviene de la ya citada bocaza de Abel que, mientras me dirige aspavientos, sostiene a su hijo en las rodillas. El niño intenta atinar a sorber de una pajita que reposa en un bote de un refresco que ningún buen padre debería dar a un menor. Sally, sentada enfrente, se tapa la cara con ambas manos.

—Mientras te esperábamos, le comentaba a Sally que en mi casa ya hemos cumplido con la irrenunciable tradición navideña de ver la maravillosa película dirigida por el genial Tim Burton Pesadilla antes de Navidad —me anunció Abel con su conocido tono de crítico de cine.

—Y yo te repito que Tim Burton no es el director de Pesadilla antes de Navidad, es Henry Selick— sentenció Sally tras acabar de dar un pequeño trago a su quinto de cerveza.

—Me parto de risa contigo y a la vez me conmociona tu ignorancia, Sally —mientras Abel pronunciaba estas palabras el color de su rostro en forma de cono, ahora disimulado con una barba hipster, iba adquiriendo un tono cada vez mas incandescente—. ¿No sabes que el título original de dicha película es Tim Burton’s Nightmare Before Christmas?

—Se que repetiste octavo por no ser capaz de aprobar inglés, deja tus fanfarronadas para los pocos lectores de tu blog de cine —al tiempo que Sally contraatacaba, Abel nerviosamente intentaba desabrochar los botones superiores de su camisa de franela.

Sally se interrumpió de forma abrupta, me miró con aire entre confuso y dubitativo e inmediatamente cogió el bolso de Star Wars que descansaba en su silla contigua. Cuando me senté a su lado, continuó con su discurso y acarició mi mano en un acto que parecía esconder un rastro de remordimiento. Miré al camarero, un chaval con la cara llena de espinillas que debía ser al menos el nieto de Don Vicente, y le pedí tres cervezas frías sin vasos y un zumo con una pajita.

—Mucho antes de que Tim Burton comenzara a dirigir sus propias películas, trabajó para Walt Disney. Allí escribió un poema de tres páginas titulado La pesadilla antes de Navidad —continuó Sally con un tono más afable—, pero no fue hasta varios años después, cuando Burton tenía el encargo de dirigir Batman, que Disney finalmente consideró hacer una película basada en su poema.

—Así que fue idea suya desde el principio —sentenció Abel con una palmada en la mesa que provocó que al niño le saliese un poco de zumo por la nariz—. Tim produjo la película y trabajó en la historia y el proyecto durante todo su desarrollo, ¿No es eso mejor que ser director? Ese Henry Selick seguramente tan solo fue una marioneta más en manos de Burton.

Mientras Sally se echaba las manos a la cabeza y emitía una especie de gruñido sordo, no pude evitar entrar en la discusión con un comentario que anticipadamente sabía que causaría tal conmoción que impediría que el tono se elevase más de lo necesario.

—Por ese motivo Pesadilla antes de Navidad es la mejor película de Tim Burton, porque él no la dirigió —sentencié mientras los ojos de mis antiguos compañeros de aventuras parecían querer salirse de sus órbitas a causa de la tremenda blasfemia que acababa de pronunciar.

Ante un silencio agresivo que parecía poder congelar la cerveza que sostenía en mi mano, traté de explicarme argumentando que Tim Burton es un artista fuera de serie, un excepcional creador de mundos y un genial diseñador de magníficos personajes, pero que no me parecía que la dirección fuese su fuerte.

Era demasiado tarde, ninguna de estas premisas fueron suficientes para aplacar la ira de mis amigos. Un aluvión de pellizcos, collejas y traicioneras patadas por debajo la mesa, a las que incluso se unió el niño, cayeron sobre mi persona. Tras esta breve penitencia, mediante la cual alcancé el perdón de los presentes, reímos a carcajadas y alzamos nuestras bebidas para comulgar con un brindis por nuestro querido e inconmensurable Tim Burton.

Tras unas cuantas rondas más de cervezas, sinceras muestras de confraternidad edulcoradas con cariño y manidas promesas de vernos más a menudo, sin prisas nos despedimos en la puerta del bar. Momentos más tarde, mientras lentamente me encaminaba hacia el lugar donde se encontraba estacionado mi coche, la última estrofa de un lamento convertido en canción por Danny Elfman comenzó a repetirse en bucle en mi cabeza:

Hay soledad en mi corazón
y necesito mas calor.
La fama no me ayudará,
mis lagrimas vacías están
.”

En ese instante, amargo pero catártico, como una revelación conseguí comprender en cuerpo y alma por qué Jack Skellington afirmaba que la Navidad es unir Halloween con San Valentín.

Texto: David Alva, redactor de contenidos.

Imágenes: The Nightmare Before ChristmasOriginal Motion Picture Soundtrack (Danny Elfman 1993)
Tim Burton: The iconic filmmaker and his work (Ian Nathan 2016)

4 respuestas a “PESADILLA ANTES DE NAVIDAD NO ES DE TIM BURTON

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  1. Al menos a Selick sí se le reconoce su trabajo como director de Coraline, James y el melocotón gigante y otro proyectos en los que ha participado. Hubo rumores de que podría dirigir una adaptación de Little Nightmares. También se supone que pronto estrenará una película llamada Wendell and Wild, que se ve muy prometedora.

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    1. Sin duda es uno de los grandes maestros del stop motion, es una pena que muchas de sus películas sufran cancelaciones de última hora y que no podamos disfrutarlas o que no haya recibido el merecido reconocimiento por Pesadilla antes de Navidad.

      Como siempre, gracias por tu visita, lectura, comentario y la información sobre su último proyecto, del que no estaba al tanto.

      Le gusta a 1 persona

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