“Aguas desiguales en Santiago del Estero”. Una historia de la falta de agua (Primera Parte)

1946

«(…) En Vaca-Huañuna, donde 300 humildes familias carecían de agua por haber sido taponada tres años antes la toma del canal conductor que se nutría del río Salado. «Desde entonces -anotaba García Mellid- el expedienteo abusivo y la legislación frustránea malograron todo propósito de reparación.» Después de las elecciones de febrero, el diputado provincial Braulio Pereira, peronista, reunió a la población y redactó el documento que sigue, trascrito de La Nación del 5 de mayo de 1946: «Invocando a Dios Todopoderoso, que les da derecho a la vida digna de argentinos a los pobladores de Vaca-Huañuna y ante la necesidad imperiosa que tienen de llevar agua para regar sus sementeras y procurar la subsistencia de más de 300 familias, yo, Braulio Pereira, en mi carácter de diputado provincial, representante legítimo del pueblo que trabaja constantemente y que sufre por falta de justicia social, les autorizo a poner un sifón de pórtland y atravesar el bordo o dique de contención del río Salado, con el fin de llevar el líquido elemento provisoriamente, intertanto el gobierno nacional o provincial manden construir la compuerta reiteradamente solicitada. Me responsabilizo por este hecho que no perjudicará a nadie y desde ya asumo la defensa de los derechos de esta población para hacerlos valer ante los poderes públicos.»  (1)

 

2018

La sequía ha agravado el eterno problema del acceso al vital líquido en amplias franjas de población del territorio provincial, donde, por falta de infraestructura hídrica, el 41% de los hogares santiagueños debe subsistir acumulando agua de lluvia o recorriendo kilómetros para conseguirla por sus propios medios. De esta problemática se ocupó el diario La Nación en la serie “Hambre de Futuro”, un proyecto de investigación que consiste en viajar a las localidades más vulnerables del país.

 

Foto, mujer con balde busca agua

Si bien en la zona existen algunos programas gubernamentales y de organizaciones sociales para construir cisternas o aljibes, la mayoría de las familias no cuentan con este bien tan básico. El agua no solo la necesitan para el consumo humano, sino también para lavar la comida y la ropa, para bañarse, para tirar en el patio para que no vuele tierra y para darle a los animales, entre otras funciones cotidianas.

“El problema del agua es muy importante. En algunos lugares hay conexión a red, pero no siempre llega limpia o potable. Y eso deriva en enfermedades”, explica Sebastián Quintana, coordinador de Haciendo Camino.

Los Romero tienen un aljibe pero las canaletas están rotas y no funciona. Por eso tienen que ir a buscarla a la “surgente”, un pozo comunitario en el que hay que hacer cola para cargar los bidones. “Sabemos que el agua del pozo tiene arsénico pero no nos queda otra”, dice Ubaldina.

Desde los 11 años que su mamá le enseñó a Cami a manejar el burro y colaborar con la ida a juntar agua o leña. “Para buscar agua atamos el burro en el carro y llevamos la zorra con los bidones, allá en la surgente que queda a dos kilómetros. Ahí enchufamos la manguera y traemos el agua”, dice la adolescente, que demora cerca de una hora en hacer esta tarea.

“Una de las problemáticas más complejas es el acceso al agua porque la que existe en las napas subterráneas tiene alto contenido de arsénico y flúor que no la hace apta para el consumo humano. Esto genera muchos problemas de salud. Además, la mayoría de los parajes no tienen cisternas  ni pozos. Esto hace que las familias tengan que recorrer largas distancias para conseguirla y transportarla en bidones con residuos de agrotóxicos”, dice el hermano jesuita Rodrigo Castells, que trabaja en la parroquia de
San José de Boquerón.

De noviembre a marzo, llueve. El resto del tiempo el polvo se levanta con el viento y hace mal a la garganta. Conseguir agua en este desierto es una odisea para todos. “El recurso agua es tan crítico que las familias lo han puesto como punto número uno de sus requerimientos. Porque ocupan muchas horas de su vida, quizás tres por día, en ir a buscar agua a un pozo, un río o un canal. Y en general es una tarea llevada adelante por
las mujeres y los niños”, cuenta Lucrecia Gil Villanueva, trabajadora de la Secretaria de Agricultura Familiar y coordinadora del Plan Nacional de Primera Infancia en San José de Boquerón.

A unos 100 kilómetros, en La Candelaria, Ema Erén va con tres de sus cinco hijos a juntar agua del río. Algunas veces, las personas se bañan o lavan la ropa en estas corrientes, que comparten con otros animales que buscan calmar su sed. Fabián, de 10 años, cuelga dos tachos en los manubrios de la bici y Ema va con otros tachos caminando con sus hijas. En uno de estos viajes, la más chica se quebró un brazo cargando un balde. En el hospital la enyesaron mal y ahora lo tiene torcido.

“Siempre buscamos la sombra para descansar y después seguimos. Entre ir y volver, tardamos cerca de dos horas. Si los chicos no me ayudaran, me cansaría mucho más”, explica Ema, mientras Fabián baja y sube la pendiente del río cargando los baldes. Cuando llegan a su casa, vuelcan el agua de los tachos en una pileta al aire libre. Muerta de calor después del trajín, Noemí Milagros de 7 años, hunde una tasa de plástico en la
pileta, y toma directamente el agua, sin ningún tipo de tratamiento previo (2)

“En La Candelaria, un paraje ubicado en la zona rural del Salado norte santiagueño, y alrededores, viven cerca de 500 familias dispersas, muchas de las cuales tiene que caminar todos los días varios kilómetros para buscar agua del rio.

Allí, gracias al programa sed cero – una alianza entre organizaciones sociales, el Estado y el sector empresario- más de 100 familias hoy tienen una cisterna en su casa, de la que pueden bombear agua cada vez que la necesiten.

Estamos trabajando con toda la región del Salado Norte y es un trabajo que hemos tomado como ejemplo del semiárido brasileño, que tiene condiciones similares, en donde el sector público y privado se ha propuesto resolver el acceso al agua. Consiste en un programa de construcción de cisternas por parte de las familias para resolver el problema de consumo de las familias”, explica Lucrecia Gil Villanueva, trabajadora de la Secretaria de Agricultura Familiar y coordinadora del Plan Nacional  de Primera Infancia en San José de Boquerón.

Orlando “Pichi” Gonzales recuerda con angustia las interminables horas que él, su mujer y sus hijos perdían en recorrer en bici, con un carro o a pie, el kilómetro que los separaba del rio. Hoy, es uno de los beneficiarios de este programa.

Cuando yo salía a los trabajos, mi esposa iba a acarrear el agua en la bicicleta para lavar a los chicos y para cocinar. Antes yo traía el agua en mi zorra, en bidones, y gastábamos más de 400 litros de agua por día. Además, teníamos muchos problemas en el estómago por la calidad del agua”, dice, mientras cuatro de sus hijas cocinan empanadillas de anco, en la galería de su casa”. (3)

“Habitantes de El Caburé y Las Lomitas denuncian que los funcionarios de la Provincia de Santiago del Estero continúan incumpliendo sus promesas de servicio de agua potable para las localidades del departamento Copo.

A través de la organización FOL (Frente de Organizaciones en Lucha), los y las vecinas acusan que la situación de la comunidad es por demás grave, ya que las personas deben tomar agua de las lagunas cercanas ante la falta de agua limpia y potable, provocando enfermedades en la población.

Foto, protesta por agua Caburé

Ante esta situación, los vecinos decidieron en marzo cortar la Ruta Nacional Nº 16 para visibilizar la problemática. La medida de fuerza posibilitó que se concretaran reuniones de negociación con el Gobierno Nacional y Provincial en pos de acordar soluciones. En esos acuerdos quedaba clara una licitación para resolver el problema de fondo con el suministro de agua potable, y obras intermedias, más el compromiso de enviar agua en camiones.

Sin embargo, luego de tres meses de espera, las habitantes tienen que volver manifestarse para que se cumpla lo pautado, ya que por desidia e ineptitud de las autoridades municipales, aún no se han brindado soluciones a la población de El Caburé.

“A diario las y los vecinos recurren a obtener una respuesta y sistemáticamente no son atendidos, puesto que lo único que se necesita es que el comisionado municipal de El Caburé, Víctor Hugo “Lito” Barrionuevo, envíe información sobre el dominio del terreno donde está la planta potabilizadora y la presentación del proyecto que nuestra propia organización ha hecho”, lamentan desde el FOL.

Similar desprecio por las cientos de familias que viven en condiciones de absoluta miseria y precariedad se vive en la comuna de Las Lomitas, donde hasta el momento no se ha cumplido con la instalación del aljibe comunitario y con el mejoramiento del camino”.(4)

 

Por Hugo R. Manfredi

 

Notas:

(1)García Mellid, Atilio “Montoneros y caudillos en la historia argentina”. Edic. Recuperación Nacional, Bs.As., 1946. En Félix Luna, “el 45”, Hyspamérica, Madrid, 1984, pág. 522-523.

(2)Urdinez, Micaela, diario La Nación, www.lanación.com.ar/2167118 vivir sin agua.

(3)Redacción La Tinta, 11 de junio 2018. Links

(4)Frente de organización en lucha. Links

*Ecologistas en acción e ingenierías sin fronteras. Links

Foto, agua, falta en los tolozas, atamiski.1

Pobladores de Los Tolozas, departamento Atamisqui, buscando agua.