Pueblos de venezuela

Pueblos de Venezuela visitados por nuestro equipo viajero

Ruta Sabana de Machango – La Ceiba

A las 9 am estoy pasando por el peaje del Puente Sobre el Lago de Maracaibo, dado que es domingo, no hay trabajo de mantenimiento del asfaltado, lo que hace que no haya obstáculos en la vía.

Tomo la vía de la carretera Lara-Zulia, ya que mi intención era llegar lo antes posible al pueblo de La Ceiba en el estado Trujillo. También tenía como objetivo visitar a los pueblos de Machango en el estado Zulia y a El Gallo en el estado Trujillo, según el mapa hay una entrada (que he visto muchas veces), a unos pocos kilómetros después de cruzar la frontera Zulia-Trujillo. Por allí podría visitar unos tres pueblos además de El Gallo: Las Palmas, La Esperanza y San Antonio.

 Según los mapas, Machango está entre Bachaquero, de manera que para ir a Bachaquero pensé en dejar la Lara-Zulia a la altura de la estación de servicio “El Cordobés”, cerca de Ciudad Ojeda.

Al pasar la primera entrada de Ciudad Ojeda, cerca del monumento del Rotary Club, una muchacha me pidió que la llevara, me dijo que iba hasta El Corozo, y puesto que parecía que podía darme información de la zona decidí llevarla, podría cruzar por El Venado para ir hasta “La Raya” y dejar a Machango para el regreso.

 Mi compañera temporal me dijo que ella trabajaba en Ciudad Ojeda y que vivía en El Corozo. Al preguntarle sobre Machango me dijo que quedaba cerca de El Corozo antes de llegar a El Venado, allí podría cruzar y llegar hasta Bachaquero. No le creí mucho ya que su descripción no concordaba con lo que aparece en los mapas. Sin embargo ella insistió, “he vivido siempre aquí, conozco la zona”.

 La dejé en El Corozo y dudoso, seguí mi camino. Algo después de El Remolino encontré una entrada hacia una carretera en dirección al Sur, un aviso vial señalaba que por allí se iba a Bachaquero, así que tomé esa ruta en vez de llegar a El Venado. Me acordé que ya antes había pasado por allí y que allí estaba un pueblo que se veía bien organizado. En efecto, apenas al cruzar apareció un poblado con una placita con jardines y casitas bien construidas y mantenidas. Me detuve en el estacionamiento de una tienda de víveres con la intención de preguntar el nombre del pueblo, comencé hablando con un muchacho que estaba barriendo el frente del establecimiento, le pregunté por el nombre del lugar y me dijo sin titubear “Machango”, me extrañó la respuesta y le dije, según el mapa esto debería ser Sabana de Machango, entonces dijo “sí así se llama realmente”, luego una voz desde el interior del local dijo “Juan, qué desea el señor?”, parecía ser el dueño de la tienda. Me dirigí hacia él le dije que quería saber el nombre del pueblo, me dijo “Machango”, “¿y Sabana de Machango?”, le pregunté, respondió “ese es el nombre completo”. Le comenté que en la mapa aparece Machango entre Bachaquero y Mene Grande, otras personas  que estaban allí comentaron que su pueblo era el único Machango, uno de ellos dijo con cierta ironía “tengo 56 años viviendo aquí y esto siempre ha sido Machango”, le dije “a veces los mapas comenten errores”. Otro dijo entre Bachaquero y Mene Grande queda Café Negro, es posible que eso sea otro Machango, una viejita respondió algo alterada “no señor, yo soy miembro del comité vecinal y te aseguro que el único Machango es éste”. Total salí de allí algo confundido, pero con la seguridad de que estaba en Sabana de Machango. Le dije al dueño de la tienda “voy a tomar unas foticos a la plaza”, “sí, ¿cómo no?, vaya”, respondió.

La Plaza Bolívar es grande, y aunque no está tan descuidada, podría estar mejor. El busto de Bolívar no tiene placa explicativa. Las calles se ven bien asfaltadas, hay un conjunto de casas que parecen una urbanización y unos eucaliptos grandes y bien alineados le dan un buen aspecto a la zona.

Seguí mi camino en dirección sur, el pueblo continúa, encontré otra placita con un jardín y una fuente pintoresca con una palomita.

La zona es agrícola, calurosa. Está a sólo 5 kilómetros de El Venado y debe su nombre al río Machango, que no está por allí.

El carretera, muy buena (2005), sigue hacia Bachaquero en línea recta, ni una sola curva.  A los 10 kilómetros de Sabana de Machango apareció un caserío con el pintoresco nombre de Chipororo.

Algo después de Chipororo, donde no me detuve a “inventariarlo” debido a la velocidad con que venía (unos 100 km/h) y a la necesidad de llegar temprano a La Ceiba, se comienzan a ver los balancines, es decir, entré a la zona petrolera. A unos 4 km está el Cementerio de Bachaquero, indicativo de que ya estaba en el perímetro del pueblo. La carretera termina en el cruce con la carretera que lleva al pueblo de Bachaquero y la carretera que va desde La Raya a Lagunillas. En el cruce hay un semáforo, giré a la izquierda vía Mene Grande. Justo allí están los locales comerciales pintados de vivos colores, luego viene la estación de servicio PDV y de nuevo la carretera con balancines.

Puse mucho cuidado en encontrar el pueblo de Machango, que según el mapa debía estar por allí. A 8 kilómetros de Bachaquero apareció un “policía acostado” (reductor de velocidad) y allí habían unas personas vendiendo plátanos y otras frutas, frente a ellos había una pequeña iglesia con una placita. Les pregunté el nombre del sitio y me dijeron “23 de Enero”, este lugar no aparece en ningún mapa, salí de la carretera y me estacioné a un lado de la plaza.

La plaza está dedicada a Román Colina (1890-1961) y tiene un busto del ilustre personaje, nacido en el estado Falcón, llegó a la zona en la década de los años 30 del siglo XX, fundó el pueblo, fue un luchador social. La iglesia está dedicada a la Virgen de El Carmen. Pensé que el sitio era un minúsculo caserío ya que no se veían muchas casas, no aparece en el mapa y jamás lo he escuchado nombrar. Sin embargo, al rodar unos pocos cientos de metros más aparecen más y más casas, el verdadero pueblo.

Dejo 23 de Enero, seis kilómetros después, está la frontera con el distrito Baralt, un gran anuncio de bienvenida así lo indica. Todo alrededor es verde y frondoso. Ocho kilómetros más adelante vi un caserío con algunas calles, me desvío hacia el lugar, me detengo apenas dejar la carretera y le pregunto a un lugareño el nombre del sitio y me dice “Café Negro”, luego insisto “¿Machango?”, “bueno, Machango, Sector Café Negro”. “Pero ¿qué es Machango?”, insistí. “Todo esto por aquí es Machango”, replicó.

En conclusión, creo que este Machango no es en realidad un pueblo sino un sector, me pasó lo mismo con San Pablo, que aparece en los mapas como pueblo pero al llegar allí no se ve ninguna estructura que lo asemeje a un poblado, si no casas dispersas… Pregunté por alguna iglesia o plaza en Café Negro y me indicó que un par de cuadras hacia adentro había una iglesia evangélica, seguí sus indicaciones y me interné en el lugar. La carretera era prácticamente de tierra, a mi izquierda, había un pequeño piso de cemento con un techo de zinc, sin paredes donde estaba un señor explicándole algo a unas 6 personas sentadas, quizás esto era la iglesia. El sitio me pareció algo peligroso y no me atreví a fotografiarlo, me devolví y seguí mi camino por la carretera principal rumbo a La Raya.

Trece kilómetros después de Café Negro está el cruce de la carretera que viene desde Bachaquero con la que viene de El Venado. Hay allí un restaurant especializado en cachapas, hace años comí allí y eran bastante buenas. A unos cientos de metros del cruce está la estación de servicio La Raya y el restaurant del mismo nombre. Es casi una parada obligada para los que vienen de Los Andes hacia Maracaibo, yo casi siempre paro allí, normalmente para ir al baño. En los baños del restaurant, que se encuentran fuera del local, en el área del estacionamiento, hay unas personas sentadas afuera que esperan “una colaboración” de los usuarios. Esta vez descubrí que detrás de la estación de servicio también hay otros realmente gratis. Me molesta que pidan “una colaboración” cuando es deber del establecimiento mantener los baños.

Toda esta área al sur de Mene Grande desde hace muchos años ha estado en litigio con el estado Trujillo. Tengo la idea de que el nombre de La Raya se debe a que quizás en algún momento allí quedaba la frontera entre Zulia y Trujillo, que actualmente está a 20 kilómetros de allí.

En la frontera hay un peaje, 200 bolívares, e inmediatamente después está el puentecito que marca el límite entre los dos estados con sus respectivos avisos de despedida y bienvenida.

La carretera sigue en buen estado (2005), a 10 kilómetros están los cruces vía Santa Isabel y El Gallo. Tomé la ruta de la izquierda que me debía llevar a los pueblos de El Gallo, Las Palmas y La Esperanza. El camino pasó a ser una ruta rural, casas esparcidas, a unos pocos cientos de metros me encuentro con una “T”, pregunto a unos niños “¿para dónde queda El Gallo?”, “hacia la izquierda”, respondieron. Tomé esa dirección, pero me extrañó mucho ya que me estaba devolviendo, pensé que estaría muy cerca pero rueda y rueda y nada. Encuentro otras casitas y me detengo a preguntar, “¿Esto es El Gallo?”, “no todavía falta” respondieron, cuando les pregunté cuánto faltaba, se miraron las caras como no sabiendo que responder. Uno dijo “como media hora”, y una muchacha se rió y dijo, “no chico, como 15 minutos”. Aun así me pareció muy lejos, ya que me estaba devolviendo y no era la dirección que esperaba según lo que entendía del mapa.

Ruedo y ruedo, sigo pasando casitas dispersas, como a los 10 minutos, paso una iglesia pequeña y la densidad de casas algo mayor me detengo y pregunto a un lugareño, me dijo “esto es El Gallo, ¿qué busca?”, le explico que sólo quiero conocer el pueblo y tomarle algunas fotos. Le pregunto por los pueblos de Las Palmas y La Esperanza, y me dice que mejor le pregunte a la señora Dominga, que ella es la presidenta de la junta vecinal o algo así. Después de eso me pide 500 bolívares, le digo que no tengo y en ese momento se aparece otro individuo con cierto matiz de ebriedad que llega y dice “¿qué hay?”, le digo lo mismo, también me remite a la señora Dominga y después me dice “amigo, estamos bebiendo y necesitamos algo de dinero para comprar más…”, “ya le pedí”, dijo el otro. Me dijeron que la carretera hacia delante llegaba a un pueblo o lugar llamado Trujillito, no aparece en los mapas, así que me despedí de mis amigos y me devolví.

El pueblo en verdad casi es un sector, volví a ver la iglesia y le tomé una foto. Me llamó la atención que el letrero pintado en la pared dijera “Iglesia católica Santa Rosa de Lima”, lo extraño es que dijera católica. Creo que es porque el estilo de construcción es del estilo de las iglesias evangélicas.

Toda la zona se ve agrícola, mucho verdor, clima más bien cálido. Seguí desandando lo andado hasta que me topé con una iglesia al estilo católico, la misma la había visto desde abajo. Frente había una pequeña plaza. Es el sector Las Palmas, tomé par de fotos y seguí camino abajo. No encontré ni La Esperanza, ni San Antonio. La entrada a la carretera principal no fue la misma por donde entré.

Según los mapas, hay una entrada hacia El Gallo justo después de la Alcabala, al pasar la frontera, si existe no la vi, será para un próximo viaje. 

Pasé por Aguas Calientes y luego, muy cerca, Agua Viva. Allí me detuve a comprar algo de “bastimento”, una Pepsi twist y una bolsita de Tostitos, la tienda de la estación de servicio PDV que está allí es realmente cara. Llené de gasolina el tanque del carro y le pregunté al empleado si existía un pueblo llamado Agua Viva o era el sector, me respondió que Agua Viva es un sector y que el pueblo más cercano es Aguas Calientes donde viven casi todos ellos.

Crucé el puente, llegué a un pueblo grande llamado El Dividive, se ve bien organizado, parece que el alcalde ha hecho un buen trabajo en el mantenimiento de la carretera y las áreas verdes, sin embargo, no me detuve allí ya que era la una de la tarde y no podía retrasarme más hasta llegar a La Ceiba.

Un poco más adelante está otro pueblo grande, Sabana de Mendoza, al igual que El Dividive, buenas áreas verdes, carretera y grandes avisos de bienvenida por parte del alcalde Manuel Montero. Igualmente no me detuve, a un par de kilómetros está la entrada hacia La Ceiba. Comienza aquí una recta en dirección oeste que lleva hasta las orillas del Lago de Maracaibo en el pueblo de La Ceiba.

La carretera es una sola recta, lo primero importante que aparece es el pueblo de Junín o Kilómetro 23, al llegar crucé hacia la derecha, seguí la calle y a unas dos cuadras me encontré con una plaza Bolívar grande. Le pregunté a unos niños que estaban allí por el nombre del pueblo y me dijeron “Km. 23”, “¿y Junín?”, les pregunté algo extrañado, “bueno, también es Junín, pero decimos más Kilómetro 23”. Lástima que el busto a Bolívar no tenía una placa para ver qué nombre le hubieran puesto al pueblo. Sin embargo, algunas tiendas se llamaban Km 23.

Salí de Km 23 siguiendo la carretera en dirección oeste, pasé de largo un caserío llamado “Kilómetro 20” y a 8 kilómetros de allí se encuentra otro pueblo con nombre dual: “Km 12, El Progreso”. Como en muchos casos, no se aprecia el tamaño del pueblo desde la carretera, pero realmente es un pueblo de buen tamaño. Las calles no están en muy buen estado, pero son transitables. Tiene una iglesia al estilo moderno, sin embargo no hay plaza Bolívar. Todos estos nombres “kilométricos” se deben a que eran las estaciones del ferrocarril de La Ceiba.

Justo después del Km 20 hay una plantación grande de plátanos, me llamó la atención que muchos de los racimos estaban cubiertos por bolsas plásticas de color azul, tengo que averiguar la razón de esta práctica, por simple curiosidad.

Pocos minutos después llegué al pueblo de Santa Apolonia, se ve bien organizado, de cierto tamaño, diría que el más importante de la zona. Tiene una iglesia grande, que para el momento de mi visita estaba o en reconstrucción o en mantenimiento mayor. La plaza Bolívar tiene una estatua pedestre de El Libertador de color dorado con la espada hacia lo alto. Había mucha gente en las calles, se veía bastante actividad.

Y después de unos 5 kilómetros más llegué al objetivo principal del viaje: La Ceiba.

Lo primero que me llamó la atención fue la entrada a una empresa carbonífera, me sorprendió ver un muelle acondicionado para cargar carbón a barcos realmente grandes.

Seguí por la vía principal hasta llegar al muelle de pequeñas embarcaciones. Este muelle, de concreto, parece ser ahora un embarcadero de pequeños botes al igual que un paseo peatonal y muelle de pesca. Al final hay un pequeño faro.

Lo que más me gustó del pueblo fueron algunas edificaciones justo al lado del muelle, lamentablemente algo descuidadas. Por ejemplo, todavía se ve el terminal de pasajeros del tren que venía de Motatán y que funcionó hasta la década de los 50 con su apogeo en los años 20 y 30 del siglo XX. Ahora parece habitado por familias. Hacia el lado contrario, una pequeña casa blanca con un gran escudo, que debido al desgaste no pude determinar qué representaba. Aun con el aspecto ruinoso, da una sensación de estar uno trasladado a la época de cuando funcionaba el puerto de La Ceiba como salida de productos de Colombia y Los Andes hacia el resto del país. Ojalá a alguien se le ocurra hacer un museo o restaurar la zona al estilo Coro. Aunque creo que ya se ha hecho algo, las calles cercanas al muelle son de adoquines en muy buen estado.

Lo siguiente lo tomé de la “Guía vial de Venezuela 2005” de Miro Popic: Es el principal puerto Lacustre del estado. Antiguamente era conocido como Pueblo Viejo, en cuyos terrenos los jesuitas construyeron una capilla en 1620. Aquí funcionó la estación terminal del ferrocarril La Ceiba-Motatán, por la cual se trasladaban las mercancías y pasajeros provenientes de Maracaibo.

En la Historia del estado Trujillo de Mario Briceño Perozo aparece lo siguiente: La Ceiba remonta sus orígenes a los comienzos del siglo XVII, en un tiempo se llamó Pueblo Viejo y por su posición de privilegio a dos kilómetros del Lago de Maracaibo constituyó un puerto de enlace con las provincias de Mérida, Maracaibo y Trujillo. El pueblo le da el nombre al puerto que surgió en 1841 y tuvo un movimiento extraordinario, a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado (XIX) y en buena parte del presente (XX).

Fecha del recorrido
25.09.2005

Germán Montero Alcalá
Noviembre 2005

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