* Publicado en el Diario 2001

En el Municipio Autónomo José Tadeo Mongas, en el Estado Guárico, se extienden 138 Km2 de leyendas religiosas, naturaleza viva, y gastronomía llanera. Un lugar para consentir los sentidos y despertar el espíritu de la aventura

Indira Rojas 

Hace cuatro años Altagracia de Orituco, población del Estado Guárico, despertó con sobresalto de su paz. Un evento impensado sacudió de golpe su estado aletargado, tan característico de las ciudades guariqueñas sometidas al calor del sol llanero. ¿Quién podría imaginar que ese lunes 28 de enero de 2008 la localidad protagonizaría una historia de bandidos en las páginas de sucesos de los diarios nacionales?

Más de treinta personas, incluida una mujer embarazada, habían sentido el palpitar frenético del suspenso por más de catorce horas, al ser retenidos por cuatro asaltantes que intentaban robar el Banco Provincial de la población. Los ladrones lograron huir acompañados de varios rehenes, pero su escape fue frustrado el día siguiente en Guarenas.

La historia sobrevivió por unos meses más en algunos periódicos, entre traslados y juicios, pero luego de esta aparición negativa Altagracia de Orituco no volvió a resaltar en las planas mediáticas.

Más que la ciudad con una anécdota trágica, que subyace sin mucha trascendencia en el recuerdo cuatro años después, Altagracia de Orituco es conocida por ser un paraje de bellezas naturales que enriquecen el valor turístico de Guárico y Venezuela. Es la capital del Municipio Autónomo José Tadeo Mongas y fue fundada en el siglo XVII, a mediados de 1694. No hay centros comerciales ni hoteles de lujo, porque la naturaleza es el principal atractivo turístico de la localidad junto con las actividades particulares de la zona, ya sean festividades religiosas o celebraciones propias de la entidad, en las que el gracitano participa activamente y muestra con pompas y ritmo su identidad guariqueña.

Celebraciones con ritmo

La composición musical tradicional y las interpretaciones de los cantantes trascienden las funciones del entretenimiento, la diversión y el baile. Tienen un objetivo y transmiten un sentir. La guaraña, por ejemplo, es un canto de despedida cargado de emotividad y nostalgia, interpretado por las parrandas de negros al momento de marcharse del lugar donde se encuentren. Estas agrupaciones son populares en todo el municipio, y cantan versos en honor a las fechas santas como San Juan Bautista, San Pedro, San Pablo y la Virgen del Carmen.

Así como hay música para decir “adiós” también hay cánticos para saludar y pedir permiso para entrar en las casas, como en el caso de La Marisela; cuyo ritmo es mucho más alegre y movido. En ambas piezas musicales las estrofas se componen de manera improvisada, porque existe la creencia de que repetir un verso trae mala suerte.

Tradición oral

Con más de tres siglos de antigüedad, y con una población de profundo fervor religioso, los mitos locales abundan. Entre las historias populares se cuentan la leyenda de la Virgen de La Caridad, y la de la Virgen de las Mercedes de la calle Chapaiguana. La primera se trata de una pintura de pequeñas dimensiones enmarcada en relieve, que se recuperó intacta entre los escombros del gran incendio de la casa de Luis Jiménez de Rojas, alcalde de La Santa Hermandad, en el siglo XVII. Desde entonces la imagen es venerada por numerosos devotos que vienen a visitarla en la parroquia.

La segunda anécdota cuenta la historia de una pequeña piedrita blanca que lleva grabada de forma natural la imagen de la Virgen, a la que se le atribuyen propiedades milagrosas. Según explican los lugareños el relato se remonta a finales de 1800, cuando una gracitana llamada Alejandra Cumache encontró la piedrita e inconscientemente se la estrujó contra la barriga porque tenía un fuerte dolor de estómago. Como notó que el malestar fue cediendo decidió conservar aquel objeto.

Gracitano con sabor

Pero de boca en boca no sólo se ha logrado conservar el folklor de Altagracia de Orituco. En la mesa guariqueña el paladar puede degustar la tradición gastronómica que se pasea por sabores salados y dulces, típicos de la comida oriental y del bajo y el alto llano. El hervido de res o de gallina, la carne en vara y el pisillo de venado son los platos por excelencia. También es popular el paloapique, una combinación tentadora de granos rojos con cochino, papelón y especias.

La localidad se distingue por la preparación de dulces criollos, como la torta de papelón llamada Paledonia, el majarete y las conservas. El catálogo de Patrimonio Cultural Venezolano 2004-2005, señala que en la entidad destacan la dulcería Marisabel y los dulces de Gracia Margarita. Según los lugareños, ella utiliza una receta de familia que se ha transmitido de generación en generación.

Belleza natural

Una vez despierto el gusto y el olfato, e incluso haber estimulado el sexto sentido con las leyendas locales, el turista se aventura para avivar su vista y su tacto al conocer y explorar los espacios naturales de Altagracia de Orituco. Algunos sitios de interés turístico son el Embalse Guanapito, el Monumento Nacional Morros de Maicara, y el Parque Nacional Guatopo. Este último constituye una importante red de agua aprovechada por embalses que surten a Caracas y a los Valles del Tuy, y ofrece además zonas de recreación para realizar excursiones y caminatas. La Cueva de Los Morritos también se conoce como un área de turismo de aventura, a la vez que permite al visitante familiarizarse con la fauna y flora guariqueña.

Invitación para los gracitanos

El 28 y 29 de abril se realizará el cuarto gran reencuentro “Hijos del Orituco”, evento que reúne esencialmente a todos aquellos gracitanos asentados en otros lugares del país, o que posean familiares o amistades residenciados en la población. Para más información visitar la página web www.volvamosalorituco.blogspot.com

 

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