Baños del Piojo – Cástaras

Cástaras

A casi 900 metros de altitud sobre el nivel del mar, y encajonado entre los barrancos de Fuente Medina y el de la Alberquilla se encuentra Cástaras, un pequeño pueblo de la Alpujarra granadina de apenas  250 habitantes.

 Cástaras nació y creció al amparo de las minas del Conjuro y de las minas de mercurio cercanas a la localidad. Esta alquería tuvo gran relevancia durante la dominación árabe y, sobre todo, en la segunda rebelión de los moriscos.

Entre los bienes históricos y patrimoniales dignos de conocer se encuentran los Baños del Piojo.

Las aguas medicinales de Cástaras

Desde la antigüedad eran conocidas las excelencias de las aguas minero-medicinales que brotan en Cástaras. Muchas personas venían para curarse de diversas dolencias y enfermedades cutáneas, siendo los trabajadores de las minas y los vecinos de las poblaciones próximas, los que más se beneficiaban de las aguas de Cástaras. 

Las primeras referencias escritas, que encontramos sobre las  propiedades curativas de estas aguas, datan del siglo XVIII. Son las que dio Fernando García y Villaltas, encargado de describir al geógrafo Tomás López la localidad de Cástaras. 

Fernando contó que las aguas de Cástaras eran buenas para cortar las diarreas y quitar los curvos. 

“(…) de cuyas rocas emanan doce fuentes que son medianamente abundantes, pero de la mejor calidad por lo delgadas, y dulces, y entre todas se tiene en mayor concepto la que llaman del Gayomvar, por tener la buena cualidad y virtud de quitar los curvos, y esto consta por experiencia, y así se vido claro este efecto en el Itlmo. Sr. Dn Antonio Jorge y Galván, que llegado a este Pueblo practicando su Santa Visita, habiendo bajado de los lugares altos de la Sierra en las que salen fuentes que tienen la propiedad contraria, por hallarse sus veneros mezclados, marte, vitriolo, y habiendo sufrido la diarrea de setenta curvos a las tres veces, que bebió del agua se le quitaron.”

En la primera mitad del siglo XIX surgieron las teorías higienistas. Esto originó que se volvieron a poner de moda las visitas a los balnearios. Se levantaron baños terapéuticos en muchos lugares. También se rehabilitaron en otros tantos.

En 1847, Pascual Madoz constató, por segunda vez, en su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar, la existencia del Baño del Piojo, el de Cástaras. La primera fue en 1845. Pero, tan interesante como mencionar la existencia de los baños de Cástaras, es la reflexión que hace, seguidamente, sobre los posibles beneficios para la salud que tendría tomar estos baños. 

Los Baños del Piojo a 1/4 de legua del pueblo de Cástaras, son muy apropósito para la curación de las enfermedades cutáneas y acaso lo serían también para otras si sus aguas se hubiesen analizado químicamente.

Balneario de la Salud – Baños del Piojo

Bien entrada la segunda mitad del siglo XIX Andrés de Vargas y Archilla compró el terreno donde se encontraba el manantial de aguas termales. Allí, al lado de un cortijo con molino de aceite, levantó unas instalaciones balnearias, que constaban de un gran edificio de dos plantas, con alojamiento para los bañistas, la vivienda familiar de los Vargas, y una pequeña tienda en la que se podían adquirir productos básicos. Recordemos que, en este tipo de establecimiento, eran los propios usuarios los responsables de procurarse la comida.

 Andrés de Vargas también arregló los caminos de acceso y embelleció el entorno, plantando árboles y ampliando la huerta. 

Baños del Piojo – Cástaras

Los dueños denominaron a este establecimiento “Balneario de la Salud”, pero el nombre no caló mucho en la sociedad de la época. Siempre será recordado como “Baño del Piojo”. El sobrenombre de Piojo, parece ser que procedía de uno de los dueños, al que llamaban “El tío Piojo” por su baja estatura.

La zona de baños estaba a unos pocos metros de la casa. La “piscina” terapéutica era una balsa, construida en torno al manantial subterráneo de aguas ferruginosas, a la que había que acceder bajando tres peldaños. La balsa estaba dividida en dos por un tabique con un agujero, que permitía el paso del agua de una parte a la otra.  

Los baños reumáticos se daban en una pequeña nave sin techar, que estaba compartimentada en espacios individuales. Cada uno de estos espacios contaba con una bañera, a modo de tonel, y una cortina.

En el año 1900, Andrés de Vargas, propietario de los Baños del Piojo se decidió a vender este singular balneario. Para ello puso diversos anuncios en la prensa granadina. Veamos un ejemplo.

A voluntad de su dueño 

Se venden los baños de aguas termales término de Cástaras, nombrados de la Saud (a) El Piojo, en 6 000 duros, con todos sus terrenos y herramientas de labor, todas las casas y muebles que hay edificados al servicio de los bañistas en sus temporadas.

La persona que desee hacer proposiciones de venta puede verse con el dueño D. Andrés de Vargas, en el mismo establecimiento, en Cáscaras

La publicidad no tuvo el efecto deseado, y sería su hija Ana la que se hizo cargo del balneario durante, por lo menos, dos décadas más. 

Ana Vargas intentó vender el Balneario en 1924. Esta vez, tampoco se encontró un comprador que estuviese interesado en adquirir los Baños de Cástaras.

Al cabo de los pocos años, y a consecuencia del fallecimiento de varios de sus propietarios, el balneario quedó abandonado. 

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