Academia.eduAcademia.edu
San Cristóbal - Año 3 – Nº 8. Marzo 2022 PETROGLIFOS TACHIRENSES Cuatro manifestaciones científicas se ofrecen para apreciar la trayectoria del hombre sobre la tierra: la antropología, la etnología la arqueología y la lingüística; dos de ellas son vías esenciales, a nuestra manera de ver, para acercarnos al conocimiento del hombre y de los restos de su cultura material: la antropología, que estudia al hombre de manera integral tanto en sus características biológicas como culturales con especial énfasis en las expresiones culturales y lingüísticas de los pueblos, incluso aquellos que han desaparecido; y la arqueología, que estudia los cambios sociales a través de los remanentes materiales producidos por el hombre a través del tiempo. Al mejor estilo de Carlo Ginzburg en su visión de los mitos, sus emblemas e indicios, esta edición de la revista digital Táchira Histórica© presenta a nuestros acuciosos lectores, un dossier centrado en los “libros pétreos” que nos legaron los atávicos pobladores de esta zona geográfica, así pues, ustedes tendrán el placer de observar la colección de esta interesante y necesaria biblioteca de la “prehistoria del Táchira” como la califica la reputada antropóloga Reina Duran, o del “Táchira Prehispánico” como lo señalara el maestro Horacio Moreno. Se trata de los petroglifos, registros simbólicos grabados en las rocas por los ancestrales habitantes de esta región, a través de estas imágenes se puede analizar sus pensamientos, su manera de concebir el mundo y el sentido que le daban a los fenómenos que observaban en la naturaleza y en su sociedad. Táchira Histórica© hará referencia a los trabajos conocidos sobre el tema, desde los iniciales empezando el siglo XX, hasta la profundización y época dorada que derivaron de los hallazgos y estudios científicos de la Dra. Reina Duran, la autoridad más respetada sobre el tema en nuestra región, pasando por diversos historiadores que han enriquecido este conocimiento, hasta llegar al antropólogo Anderson Jaimes quien hasta el día de hoy, continúa junto a sus estudiantes, en la ardua tarea de búsqueda, rescate e interpretación de los nuevos “libros pétreos“ hallados, y de esta manera seguir enriqueciendo la biblioteca. Una buena parte del fruto del trabajo de estos investigadores se puede observar en el Archivo del Museo del Táchira, hermoso espacio de la antigua Hacienda Paramillo donde la familia tachirense puede observar los restos de los primeros hombres que pisaron estas tierras, una cultura que se niega a ser olvidada y cuyos libros (sus petroglifos) nos dejan un mensaje perenne para recordar su tránsito y permanencia en estas heredades, allí está expuesto un trozo de nuestra cultura, a la vista de todos, esperando que sean descifrados esos arcanos de nuestro pasado. Cerrando estas palabras hemos visto con tristeza como Rusia invade Ucrania, y nos preguntamos si como humanidad hemos aprendido de las lecciones del pasado, nos viene a la mente la “piedra de las ánimas” que visitamos semanas atrás en el municipio Andrés Bello en la preparación de este material, allí se reflejan varios rostros llenos de angustia como señalando una catástrofe en su sociedad, quizá una invasión y guerra que acabó con su aldea, nos aterra la idea, ¡un conflicto bélico se sabe cómo empieza pero no como termina! A la par que pedimos el fin de la guerra y de la peste, agradecemos a ustedes la receptividad que le dan a nuestro trabajo, que no busca otra cosa que preservar y promover el acervo histórico de nuestra amado Táchira. Táchira Histórica - 1 . EDITORES José Antonio Pulido-Zambrano Bernardo José Zinguer-Delgado Píldoras de Historia………………………………….....……....3 Petroglifos tachirenses (Dossier)…………..…..………….…..7 Cuando las piedras hablan………….…….……………………8 La piedra del mapa………..……..…………..………………..16 Acercamiento a otros petroglifos…..……………..…………...22 Colaboradores: Samir Sánchez Pbro. Luis Gilberto Santander Juan Alberto Sánchez García Anderson Jaimes El levantamiento de un petroglifo en Michelena..…………...32 Ali Mora Los petroglifos de los indios yegüínes……………………….35 José Joaquín Villamizar Molina Seborukus, la tierra que adoró a los dioses en la piedra......36 El misterio de la piedra de las ánimas………..………..……42 Registro de la Estación Rupestre piedra de las ánimas.......51 Tratamiento de fotografías El Táchira, geografía de gigantes…………………………….57 José Antonio Pulido Colmenares Los Bernheimer de Rubio……………………………………..75 Cordero: Tiempo de Conquista y Colonia……………………81 Atanasio Cárdenas, un escultor andino del siglo XIX………87 Libros…………………………………….……………….…….96 Transcripción Consuelo Colmenares La foto en la Historia…………………………………………...97 Documentos que muestran nuestra Historia……..………..101 Normas para publicar en la revista………………......…..…110 Portada Archivo Fundación Pulido. Piedra de las Ánimas. Aldea San Isidro – Municipio Andrés Bello. Fotógrafo: José Antonio Pulido Zambrano Depósito Legal: pp110310062022 En la construcción de la revista dedicada a petroglifos, mi hija Ana Eleonor, de dos años y medio viendo una fotografía de la familia me hizo este dibujo, y por un momento me aclaró una duda, y ¿si los primeros hombres pintaban al ser humano sólo la cabeza para representar su cuerpo completo? ¿Pudiera ser esa una lectura de los petroglifos? Pudiera ser… José Antonio Pulido Zambrano Táchira Histórica - 2 Táchira Histórica es una publicación trimestral y su contenido es propiedad de la Memoria Histórica del Estado Táchira. Tiene un sentido pedagógico para mantener en las nuevas generaciones el amor por nuestros ancestros. Su divulgación es el mundo digital, adaptándonos a los nuevos tiempos. San Cristóbal, marzo 2022 Año 3 – Número 8 Píldoras de Historia con el profesor Horacio Moreno DATOS PARA LA HISTORIA DE LA ERMITA Cuenta una leyenda que en 1800 levantó en la zona un humilde rancho el señor Juan Carrero y muy cerca una capilla dedicada al Precursor de la católica religión de Jesucristo. Esa pequeña capilla, alumbrada por manos piadosas empezó a ser llamada La Ermita, fue cubriéndose de casas aisladas, hasta tener fisonomía de pueblo. La Ermita también empezó a lucir una Plaza Florida, como una eclosión jubilosa de primavera. Aquí se modeló el espíritu de una sociedad del porvenir, que semejan sagrarios de las viejas virtudes de la raza. Por piadoso respeto vamos a recordar la fecha del 23 de diciembre de 1853 cuando se creó la parroquia que durante dos años se llamó “San Sebastián”. Importa señalar que la vieja capilla aún conservaba su perfil y había quienes tropezaran en sus pensamientos con la identidad y la tradición, ya que ella representaba una parte del acta de bautismo histórico con el nombre La Ermita. Con este primer acto histórico comienza la construcción del templo por su primer párroco José de la Merced Pineda, quien recibe el nombramiento el 24 de febrero de 1854, permaneciendo un año y cinco meses. Lo sucede el presbítero Lizardo. ABRIENDO CANALES DE PROGRESO En esa caravana de voluntades que sembraran el camino de fraternidad y labor llegamos al 10 de septiembre de 1856 cuando el Señor Obispo de la Diócesis de Mérida monseñor Juan Hilario Bosset visitó La Ermita para escoger el sitio donde se levantaría “el templo de la nueva Parroquia de San Juan Bautista, y bendecir la primera piedra, cuya ceremonia se verificó de acuerdo al Pontifical Romano”. La Ermita recibe al Señor Obispo con todas las galas del entusiasmo. Derroche de música, pólvora y la feligresía de la ciudad hubo de suspender sus labores para honrar la trascendencia de un acto grandioso confortable y estimulante. He aquí un fragmento del documento suscrito en esta ciudad por el Señor Obispo: “En la ciudad de San Cristóbal a 10 de septiembre de 1856, el Ilustrísimo Señor Obispo de esta Diócesis acompañado del Señor Gobernador de la Provincia, de varios vecinos y del infrascrito Secretario, se trasladó al sitio de La Ermita con el fin de examinar el punto más adecuado para fabricar la Iglesia principal de la Parroquia San Juan Bautista y se encontró que el más adecuado es en la manzana que se halla al frente de la plaza que se encuentra delineada… El 14 de septiembre del mismo año Su Señoría Ilustrísima bendijo la cruz erigida en el lugar donde debe construirse el altar mayor, exhortó a los fieles a contribuir con sus auxilios pecuniarios y personales a favor de tan santa obra; y ofreció el santo sacrificio de la misa. Numeroso fue el concurso de fieles, grande el entusiasmo de los vecinos de esta Parroquia, solemne y edificante la función. El Secretario de Cámara y Visita. Tomas Zerpa”. Por último, la relación de cómo se va a construir la iglesia, luciendo sus formas elegantes, como una flor luminosa de la virtud cristiana, como un abrazo solidario de las almas en el piélago infinito de la vida inmortal. La primera iglesia de San Juan Bautista, aunque no fue terminada dejó la canción del trabajo y en su pequeña cúpula, los brazos abiertos del símbolo de la redención. Táchira Histórica - 3 Curiosidades DOCUMENTO HISTÓRICO DE LA ERMITA Erección de la Iglesia de San Juan Bautista en el sitio de La Ermita por el Ilustrísimo Señor Obispo Diocesano Juan Hilario Bosset. El edificio de tres naves con copa firme y de tapias… de cal y canto. Cincuenta varas de longitud en limpio que se distribuirán así: Siete varas para el presbiterio principal y otras siete para los presbiterios colaterales y el resto de las varas para el largo general. Tendrá las dos naves: La del medio principal doce varas y las colaterales de seis varas cada una. Sacristía: Ocho varas de ancho y la misma amplitud de la iglesia; con más una vuelta por cada costado a fin de que salga de ella por los costados de los presbiterios colaterales. Dos galerías a los costados de la iglesia que tendrán cada una de las catorce varas y media en limpio. Habrá dos torres dentro de las galerías, de seis varas en cuadro a cada una, esto en limpio y la altura proporcionada”. Habrá dos edificios para cerrar los costados de la iglesia, el uno, la habitación del cura y el otro, para la escuela pública. Lo que queda de la manzana es apropiado para desahogo de dichos edificios en su respectiva localidad. La portada será de esta forma; tendrá tres puertas con la altura de seis varas por lo menos de luz y cuatro de ancho, todas tres iguales. Tendrá la portada de seis columnas al frente y encima de cada puerta un triángulo abierto, bien recto, o bien… con una pilastra que salga de la base o centro del triángulo y antes de comenzarse los triángulos de la cornisa general. Las pilastras de los tres presbiterios, cuadrados. Las columnas que tengan vara y cuarto del diámetro si son redondas y si cuadriláteras en forma de poste dos varas de ancho y vara y cuarta de diámetro. Altura de las paredes colaterales cinco varas y nada más. Altura de los pilares siete varas cada una. El baptisterio ira bajo la torre del lado derecho de la… o sea del lado de la Epístola. Su entrada será un acto abierto con puertas Iglesia San Juan Bautista (Archivo: Aurys Castro). El NUEVO TEMPLO (HM). Los días 17 y 18 de noviembre de 1869 se reafirma la construcción del Templo del sector La Ermita. Le correspondió al cuarto párroco Manuel María Lizardo presidir la solemnidad del esfuerzo y ante el ara santa, hubo la ofrenda al Dios de las alturas, la cual se confundió con el blanco inmaculado de una hostia que entre nubes de incienso se escapaba por los ventanales del templo para llegar a las constelaciones, portador de un mensaje ecuménico. Pero en este valle de lágrimas, la evolución de la vida y de la muerte al infinito en la marcha del hombre, lo detiene la fuerza asoladora de la naturaleza y todo ese esfuerzo gastado en la construcción del templo se vino al suelo en la mañana del 18 de mayo de 1875, cuando un violento terremoto dejó en ruinas muchos pueblos del Táchira. de reja. A los costados tendrá la iglesia dos puertas que salga a las galerías y dos ventanas a los costados de cada puerta distribuidos en proporción. La altura de estas ventanas será de seis varas y una… y tres cuartas de metros. Las dos ventanas del Presbiterio en la misma forma. Las torres tendrán dos ventanas al frente en la misma. Las puertas del Presbiterio a un costado para entrar a la sacristía. Los muros colaterales que tengan un cimiento sólido, una vara de ancho de tapia, pero con rafón de la orilla y meseta cada… varas. San Cristóbal, 10 de septiembre de 1856. El Obispo Juan Hilario Bosset. Obispo de Mérida. (Rubrica). Táchira Histórica - 4 El Padre Manuel María Lizardo. (Fuente: Biblioteca José Antonio Pulido Zambrano – San José de Bolívar). Táchira Histórica - 5 La publicidad también ha dejado su impronta en la Historia Fuente: El Correo del Táchira. Director: Francisco López Sánchez. San Cristóbal, 8 de abril de 1933. Año II. N° 243. Táchira Histórica - 6 Petroglifos Tachirenses (Dossier). Petroglifo Santa Marta I (Manaure). Se encuentra ubicado al margen izquierdo de la quebrada Los Curos – Colón. Foto. Anderson Jaimes. Táchira Histórica - 7 Táchira Histórica -7 Reflexiones sobre la Tachirensidad: Cuando las piedras hablan… José Antonio Pulido-Zambrano Piedra de las Animas Aldea San Isidro – Municipio Andrés Bello Las montañas tachirenses siguen guardando tesoros de sus orígenes. Se dice que quien busca encuentra, y al que llama con tres golpes se les abren puertas a los misterios de este mundo. Tres golpes fuertes sobre piedras que guardan símbolos de lo antaño de nuestra región. “Homo habilis” es el constructo que sintetiza esa fase de la evolución humana cuando el hombre empezó a labrar y moldear las piedras. Allí en ese pergamino pétreo comenzó uno de los primeros pasos de la intelectualidad del hombre que lo distinguió de las bestias, al lograr con su capacidad expresar de manera gráfica una serie de dibujos y representaciones. De allí que la presencia de ese hombre primitivo en estas heredades andinas es palpable en la gran variedad de petroglifos que se hallan en lo que hoy geográficamente se llama estado Táchira. Por ello el llamado Arte Rupestre, ese trabajo rústico y plástico primitivo realizado por el hombre en la roca en forma de pintura o grabado es visible en nuestro contexto. El grabado sobre la piedra es lo que hoy se conoce con el nombre de Petroglifos. Petroglifo traduce como “piedra grabada”, las cuales no son desconocidas por los tachirenses. Diversas lecturas, hipótesis, teorías se han dado acerca de los petroglifos, sin duda un tema no desconocido en la región, más cuando en 1927, el médico rural de la población de San Juan de Colón; doctor José Benito Calderón disertará ante la comunidad científica de su tiempo sobre estas “piedras parlantes” y que luego fuese publicado dicho estudio en el folleto, luego en libro: Petroglifos prehistóricos de Colón del Táchira (1927). Táchira Histórica - 8 En este libro matriz, el doctor Calderón, médico de origen colombiano realiza el primer análisis a los petroglifos por invitación realizada por su compatriota el escritor y antropólogo aficionado Luis Febres Cordero. Era el doctor José Benito Calderón miembro de la Sociedad Internacional de Medicina de París. Alertaba el médico rural de Colón desde 1914 - según Luis Febres Cordero - de la existencia de “dos monumentos que hasta ahora nosé que se hayan descifrado: Las piedras grabadas de Colón y de El Riecito en el estado Táchira”. Es factible que esta suposición del doctor Calderón se debiera a que desconocía un primer acercamiento y estudio sobre este petroglifo que pretendía desde la Universidad de Mérida; Julio Cesar Salas, como muestra de ello la fotografía de la “Piedra del Mapa” de 1906 referida a él y de dicho análisis no se había publicado nada en concreto. Táchira Histórica -9 En 1908 publicaba el doctor Salas la obra Tierra-Firme (Venezuela y Colombia). Estudios sobre Etnología e Historia. Sus méritos son innegables, pues como nota Pérez Hernández, algunos de los temas que aborda “no habían sido ni vislumbrados por antropólogos y lingüistas de la centuria precedente y, ni tan siquiera tanteadas, por los de la centuria naciente”. El estudio comienza por revisar algunos de los conceptos emitidos por Humboldt, Codazzi y otros, sobre los que se había edificado la idea de los primeros pobladores del país. Luego pasa a describir los pueblos de Tierra Firme, lo que hoy es Venezuela y Colombia, para finalizar con el aporte étnico con la llegada de los europeos y su “amalgama” en nuestros países y daba la primera pincelada de pueblos originarios en el hoy estado Táchira. Por su parte, el libro del doctor Calderón se adentraba a estudiar y analizar las piedras grabadas de manera conjunta de un lugar en particular: Colón. Decía ya para 1923 el escritor colombiano Luis Febres Cordero en torno a los petroglifos de Colón lo siguiente: “El pueblo donairoso y justo había hablado de ese monumento, prestando a la geografía una palabra técnica para darle bautismo de cariño: el Mapa, nombre vulgar con que se le conoce en Colón”. La Piedra del Mapa está a punto de desaparecer Es contradictorio que el lugar donde más Arte Rupestre existe lleve el nombre de Colón. ¿Acaso una manera de imponer una memoria de lo español sobre lo autóctono? Lo cierto es que la llamada en la actualidad “Piedra del Mapa” estaba por sucumbir y desaparecer como sucedió de igual forma en otras localidades con piedras con los mismos símbolos. El 5 de febrero la “Piedra del Mapa” fue soterrada de su lugar de origen y se abrió un hoyo con la intención de enterrarla y desaparecerla. Esto no se logró señala el doctor Calderón “gracias a los esfuerzos de los señores Ernesto Croce, Don Carlos Pagnini y Don Ceferino Chacón”. La piedra fue desenterrada pero ya se había movido de su lugar original. En este sentido son muchos los petroglifos que se han eliminado, unos destruidos y otros enterrados. En su libro Sombras enigmáticas en el estado Táchira (2021) el profesor Horacio Moreno dejó el siguiente testimonio: UN PETROGLIFO EN TARIBA Fuera del caserío indígena y su resistencia al paso del capitán Alfonso Pérez de Tolosa y de la Encomienda dada a los españoles, no se sabía nada de la civilización y actividades desarrolladas por la etnia que ocupaba el sitio donde se halla la ciudad de Táriba. Para el año 1909 aún existía una gran piedra labrada por los indios, en el centro de la plaza principal de Táriba, según lo informa el Cura Párroco de ese entonces; Miguel I. Briceño. Cuántas figuras estilizadas se perdieron por la ignorancia de quienes construyeron la plaza, pues fue dinamitada esta reliquia histórica, con permanencia de milenios en ese sitio. Es evidente, que en ese mundo ocuparía lugar preferente el sol y algunas escenas de su modo de vida. Los petroglifos dejados por nuestros indígenas representan en su silencio una civilización arropada por los siglos, que exhibía una sociedad en sus múltiples facetas: desde el guerrero hasta el agricultor y los artistas hábiles en el acopio de sus enigmas. El espíritu creador de la etnia taribense hubo de narrar una larga historia, tallada en profusión de patrones asombrosamente intrincados. De haber conservado esa reliquia milenaria, como los de Colón, tendríamos una representación de simples misterios de belleza, creados para deliberar en su sinfonía de paisajes, en el sonido de la estrella y la magia de sus carros: Toiquito, Gallardín, Monte Carmelo y Maravilla. Es más, en esa piedra había fuera de su voluminosa presencia, algo que llamaba la atención; cuando el sol se asomaba por el este, la piedra proyectaba en su sombra la figura de un ser humano, como queriendo demostrar el deseo de expresarse y de acudir a fuerzas espirituales superiores a Táchira Histórica -10 Tanto Benet (1929) como Díaz Brantes (1930) dejan constancia fotográfica de la llamada “Piedra del Mapa”. él. Tal era la piedra grabada que comentamos, dotada de un atributo inexplicable, sólo visto cuando los rayos del sol incidían sobre la masa pétrea. Pero ¿Quiénes la hicieron? ¿para qué? En este sentido también recordaba el doctor Calderón el siguiente episodio: “A uno y medio o dos kilómetros del puente sobre la Quebrada La Blanca, en la carretera que viene de la Estación Táchira hacia Colón, cuando se construía dicha carretera, encontró nuestro muy querido amigo, señor don Juan Guglielmi, ya fallecido, otro petroglifo, el cual, por estar situado en el trazado, hizo retirar cuidadosamente, para dejarlo siquiera cerca de donde estaba; pero a un descuido de él, los trabajadores lo lanzaron a un relleno, que estaban haciendo. Ya que así quedó sepultado para la ciencia, que no lo quede para la historia de la paleografía de esta comarca”. El otro petroglifo que se perdió para la historia fue “La Piedra de las Serpientes” como fue conocida en la aldea San Rafael del hoy municipio Francisco de Miranda. Ocurrió como el anterior caso cuando se construía la carretera San José de Bolívar – La Pérez. La piedra tenía en la zona muchas supersticiones y el sacerdote de la época, el padre Domingo Guerrero consideró que eso encerraba algo maligno y fue lanzado a una tierra pantanosa que está en el lugar, hace tiempo hicimos excursión en ese sitio entre la aldea La Guacamaya y San Rafael y no logramos hallar pista del mismo. Este petroglifo hubiese ayudado a comprender más ese culto a las serpientes de esos pueblos originarios, ya que piedras con las mismas características de otras mencionadas por el doctor Calderón: “El del Llano del Basto, con cien serpientes grabadas. El de Umuquena y el de Las Botijas, también con serpientes grabadas. ¡Adoradoresdeserpientes?” “También en Umuquena u Oruquena, jurisdicción de La Grita; y en el sitio denominado “Las Botijas”, cerca de Seboruco, de la misma jurisdicción, hay uno de estos lugares, respectivamente, con serpientes grabadas. ¿Sería esa prehistórica Nación que habitó estas comarcas, adoradoras de las serpientes, como los antiguos egipcios, como los Ophitas de Cachemira de otros pueblos del Asia, y como los Hibimes de México? Nos induce a hacer estas suposiciones, el que, en la Meseta de Colón, en donde están ubicados los petroglifos que anteriormente dejamos ya descritos, es en donde abundan más los ofidios, que en las comarcas en donde se hallan estos últimos. En los de Colón no hay ningún reptil”. Táchira Histórica -11 Casa de habitación en la hacienda La Colorada del doctor José Benito Calderón (Foto: Benet, 1929). El Heraldo Americano (1930) también dejó constancia de petroglifos en el Táchira. El aporte historiográfico de la obra del doctor José Benito Calderón Para quien quiera adentrarse en el mundo de los petroglifos tachirenses debe saber que en la actualidad uno de sus grandes teóricos es el antropólogo Anderson Jaimes y a la vez no puede obviar el texto primario del doctor José Benito Calderón. La edición que conocemos es la del año 1962, libro N° 27 de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses. Allí aparece en conjunto un prólogo de Luis Febres Cordero que ubica al lector en el contexto estudiado y la personalidad del doctor Calderón quien desde 1913 había empezado a estudiar los petroglifos de San Juan de Colón. Luis Febres Cordero expresa para esta época que San Juan de Colón “podría definirse como una interesante Estación Arqueológica Venezolana”. Al adentrarnos en la lectura se nos va mostrando que “en las propias calles del pueblo existe un monumento de escritura indígena, y en sus circuitos aledaños, a distancias no mayores de cuatro kilómetros, se encuentran otros tres soberbios petroglifos, de colosales proporciones”. En el prólogo Febres Cordero deja datos e indicios para futuras investigaciones del Arte Rupestre: “… un grupo numeroso como de diez y seis o veinte piedras labradas, que denuncian iguales expertos entalladores, se aglomera en esta zona geográfica desde Colón hasta La Grita, en los puntos de Michelena, La Urbina, La Rusia, Seboruco, Pueblo Hondo, Zea, Umuquena, entre otros”. No hace mención Febres Cordero de los petroglifos de Cordero, Queniquea y Río Bobo (San José de Bolívar), en el primero en la aldea San Isidro, en el segundo en las aldeas San Felipe y Machado, y en el tercero las aldeas Los Paujiles y San Rafael. Supone Febres Cordero que “al advenimiento de los héroes de España ya había desaparecido por completo (los talladores de estas piedras); las gentes que a la sazón poblaban esas tierras pertenecían a la numerosa tribu de los Motilones, producto degenerado quizás de la vieja raza que más antes fue dueña y dominadora de ellas”. Parece ignorar que los Cronistas de Indias hablaban ya de los pueblos originarios; Sunesua, Kenaga, Orikena y Kukunabekas. Táchira Histórica -12 Petroglifo de la aldea San Felipe – Municipio Sucre (Queniquea). Luis Febres Cordero (en la imagen) deja al lector la primera hipótesis para tratar de descifrar los petroglifos de Colón: “La erupción del Mucujúm, la fractura de la Cordillera y el consiguiente vaciado de los lagos inferiores”. Hace referencia a una montaña cercana, el Mucujúm; “antro o caverna del ruido” según el vocabulario de los indios Mucuchies. El escritor en su lectura expresa ver en los petroglifos “muchedumbres consternadas, agrupadas en duelo colectivo delante de los inauditos estragos que la catástrofe sísmica produjera la topografía inmediata”. Al revisar el texto de 1962, nos hacíamos las preguntas del por qué sólo aparecían fotografías del petroglifo N° 1 y el petroglifo N° 5. Al estudiar más a fondo la revisión hemerográfica, se pudo constatar que esta versión no colocaba las fotos originales tomada por el doctor Calderón, sino que la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses dirigida por el doctor Ramón J. Velásquez y coordinada en su momento por Seleucio Maldonado debieron usar las imágenes que aparecen en la Guía General de Venezuela (1929) de F. Benet, las cuales en su formato original señala que las fotografías de la Piedra del Mapa habrían sido “tomadas expresamente para la Guía General de Venezuela en el sitio que actualmente ocupa, en la misma calle, después de haberlo desenterrado”. Por lo que las fotos del doctor Calderón no aparecieron y a ello se debe la ausencia en el libro de la BATT de los petroglifos 2, 3 y 4, los cuales después de contactar al antropólogo tachirense Anderson Jaimes se pudo saber que aún existen tal como los menciona el galeno en el texto original del año 1927. Inicia el doctor Calderón su estudio expresando que los petroglifos de Colón son pétreas hojas de un libro que “están grabadas con iconografía ideográfica bastante expresiva y escritura de caracteres desconocidos” Petroglifo N° 1 de la Piedra del Mapa – Cara oriental (Fuente: Benet, 1929). Petroglifo N° 1 de la Piedra del Mapa – Cara occidental (Fuente: Benet, 1929). Petroglifo N° 5 situado en la casa número 204 de la carrera de la Federación (Fuente: Benet, 1929). Es enfático al comunicar que su escrito también es una denuncia para salvaguardar los petroglifos. Dando datos sobre topografía, climatología “que quizás puedan serles de alguna utilidad a los que emprendan ese estudio, que puede responder a importantísimas interrogaciones geológicas y etnológicas, sobre las cuales no han pronunciado todavía, la ciencia ni la Historia sus últimas palabras”. Táchira Histórica -13 El San Juan de Colón que conoció el doctor José Benito Calderón (Fuente: Benet, 1929). El doctor Calderón divide a los monumentos prehistóricos en cuatro periodos: Los de las sociedades primitivas, que señalaban con la piedra bruta, acontecimientos o cataclismos naturales (Menhires); Los del periodo paleográfico en que se grababan o esculpían símbolos o jeroglíficos y caracteres o signos alfabéticos, sobre la piedra bruta, de este período son los de Colón: Los del periodo paleolítico, o sean los de la piedra canteada y pulida y; Los del periodo iconográfico, o sea aquellos en que con tintes indelebles pintaban símbolos y escribían sobre la piedra bruta. De igual manera informa que se cree en su época que los caribes grababan la piedra y los chibchas la pintaban, negando esto al expresar que “no hay noticia ni tradición cierta de que los chibchas hubieran pintado ni los caribes grabado esos petroglifos”. Expone que los primeros cultivos realizados en la planicie de Colón realizados por agricultores venidos de Lobatera se darían “en el costado Sub Este de la meseta, hacia los taludes de la quebrada Sanjuana; y en este sitio queda el petroglifo que designamos con el N° 2”. En la edición de 1962 como se ha señalado no está la foto a la que hace referencia el doctor Calderón. Para Calderón este petroglifo “es el que verdaderamente tiene carácter de un croquis o mapa de la planicie en donde está situada la ciudad”. Al parecer de Calderón este petroglifo era “al que dieron el nombre de “piedra del Mapa”, que después han generalizado a los demás petroglifos”. Él basa esta teoría respecto a que en esos años cuando realiza su experticia e indicios los habitantes de San Juan de Colón le señalaban: “En tal parte hay una piedra del mapa”. Por lo que este nombre era genérico y una visión particular del aldeano para sugerir que las piedras grabadas eran señales para ubicarse sus ancestros en aquellos terrenos. La idea de la Piedra del Mapa era el de no perderse en aquellas heredades y seguir la ruta marcada por los ancestros. Otro de los datos que aporta Calderón para alertar a los futuros investigadores de los petroglifos es que en lengua quechúa la palabra “Ayacucho” traducía a “Rincón de los muertos” o en el idioma español; “Cementerio”. Para ese momento el nombre de Distrito Ayacucho era de data reciente; aun así pudo hallar la hipótesis donde “la aglomeración de petroglifos y de tumbas indígenas, parece que la planicie de Colón fue un antiguo cementerio”; expresa el galeno colombiano que esto era una rara coincidencia pues el nombre de Ayacucho era de reciente data y posterior a la época de la Independencia, por tal razón era un equívoco y no pudiera Táchira Histórica -14 ser “lógico el dar a los petroglifos de Colón, el carácter de primitivos mausoleos, ni el de monumentos religiosos”. A pesar de ello, este primer informe sobre los petroglifos de Colón es algo contradictorio, pues más adelante su autor expone que “los importantes monumentos que existen desde las márgenes de El Riecito - que más adelante toma el nombre de Guaramito -, hasta el páramo de Zumbador, revelan la preexistencia de la civilización de un pueblo anterior, que miraba estos sitios como venerados o sagrados”, dándole con este enfoque que no se puede deslastrar a los petroglifos del tema religioso. El informe de José Benito Calderón lo fundamenta en la descripción de 5 petroglifos: El primero, la “Piedra del Mapa” ubicado en la calle Bolívar de Colón está situado a 840 metros sobre el nivel del mar; tiene una longitud de 3,78 metros; su latitud máxima es de 3,60 metros y la mínima de 2,80 metros; la altura máxima es de 1,80 metros y la mínima de 1,50 metros. Su volumen es de 9,979200 metros cúbicos y su peso aproximado de 27.442,800 kilogramos. Está a saber es el primer estudio a profundidad del petroglifo. Al describir los dibujos tallados señala que en la cara oriental “está grabado un cuadro macabro; simbólico quizá de un formidable cataclismo”. Expresa que observa las figuras del Sol, la Luna y de otro Sol, repetida por tres veces. Igual menciona que le llama la atención la existencia de huellas de pies humanos, predominando círculos concéntricos y espirales. Deja para el acervo histórico una serie de documentos que dan fe de una comunidad que se movilizó para salvar de la destrucción tal monumento prehistórico resaltando las figuras de Ceferino Chacón y Juan Guglielmi, hijo; para mover los hilos del poder cuando en el Táchira mandaba el general Eustoquio Gómez. Ellos informan que “en la misma calle Bolívar, a unos pocos metros hacia el Noroeste, ha quedado desplazado y sepultado monumento, sobre la superficie del terreno. La comunidad se moviliza y logra salvar el petroglifo salvo que ya no ocupa su sitio original de emplazamiento”. Juan Guglielmi, hijo y Ceferino Chacón (Fuente: El Heraldo Americano, 1930). Apreciaciones finales Los siguientes petroglifos 2, 3 y 4 no se observa en la edición de la BATT (1962) las fotografías correspondientes. En su descripción del petroglifo N° 2 lo sitúa a dos y medio kilómetros hacia el Oriente de Colón, a una altura de 935 metros sobre el nivel del mar, con 5,80 metros de longitud, de anchura máxima 4,00 y mínimo 2,00 de altura máxima. “Destacase en el centro del grabado el busto de Maruta o Dios indígena, con los brazos extendidos, terminados por manos tridigitatas, sobre una serie de cuadrados. Como el Nenqueteba o Bochica de la leyenda Muisca”. Además, agrega que se observan “líneas, que probablemente marcan la dirección de las corrientes de agua”. Según Calderón este petroglifo “si es un verdadero croquis o mapa hidrográfico”. El petroglifo número 3 dista de un kilómetro del pueblo, un posible adoratorio. Muestra puntos simétricos, un hombre sentado con plumaje en la cabeza, también aparece una figura humana con manos y pies tridigitados. El petroglifo N° 4 está situado donde corre el río Guaramito; “Dos figuras humanas, una profusión de hexágonos, … círculos, concavidades y una línea recta en la parte inferior”. El petroglifo N° 5 lo ubica en la llamada calle de la Federación, de este petroglifo aparece imagen en la Guía General de Venezuela de F. Benet (1929). Amable lector, parafraseando a Rodolfo Benavides, aquí termina este escrito; pero no el tema… Táchira Histórica -15 La piedra del mapa, las voces silenciadas de un mito vivo Anderson Jaimes Entre la gran cantidad de petroglifos que se encuentran esparcidos sobre la meseta inclinada que actualmente ocupa la población de San Juan de Colón, en el estado Táchira, el conocido como “La Piedra del mapa” siempre ha tenido una relación afectuosa con los habitantes de esta población. Se trata de un bloque de una longitud de 3,78 metros, con una la latitud máxima de 1,80 metros, y una altura máxima de 1,80 metros, y mínima de 1,50 metros. Sus grabados forman una posible cosmogonía donde destacan cuatro figuras adornadas con atributos de poder y autoridad. Una de ellas con un penacho de plumas, otra con la representación de un collar y una especie de bastón de mando. Una mujer en estado de gravidez y otra cuyo tronco la forma una línea, ataviada con algún tipo de maquillaje. Alrededor de todas estas huellas de plantígrados (osos) y felinos (tigres), serpientes enchicadas o preparadas para atacar y huellas humanas. Todas estas figuras muy bien hechas y de esmerada fabricación. El hechodequeestas representaciones, en su conjunto sean recurrentes en otros petroglifos, parece evidenciar que se trata de una simbología sobre un conocimiento de carácter religioso, cultural e histórico. Es muy factible que se trate de la representación de seres sobrenaturales, de relaciones cósmicas, en un intento de expresar una forma de comunicación con el mundo espiritual y con la naturaleza. Se trata entonces de un evento comunicativo, ligado al lenguaje y a la escritura, directamente relacionado con la mitología y con la organización social de los grupos humanos que lo elaboraron. Táchira Histórica - 16 Se trata pues de “Mitogramas” y “sociogramas” que buscan representar ciertas ideas mediante signos abstractos y figurativos, cargados de simbolismos y con cierta independencia en relación al lenguaje. Y es que la “imagen posee una libertad dimensional que faltará siempre a la escritura; puede desencadenar el proceso verbal que llega a la recitación de un mito, pero no está ligada a ella y su contexto desaparece con el recitante” (Leroi Gourhan, 1971: 193). Es por este motivo que muchos investigadores han asociado los petroglifos con espacios sagrados donde era común la práctica de rituales presididos por la figura del mohán o chaman, sitios de enseñanza y transmisión de conocimientos. En las figuras humanas representadas en la “Piedra del Mapa” se puede apreciar otra de las características del pensamiento andino, ligada con una categoría propia de los pueblos indígenas prehispánicos, el dualismo. (Clarac, 2003: 33). Hombres y mujeres claramente definidos en roles muy específicos encarnan esta cosmovisión que permanece presente en la psiquis de los contemporáneos. La misma parece remitir a la pareja mítica de los dioses cósmicos caídos en tierra, creadores de las montañas y las lagunas, héroes civilizadores que permitieron el paso del estado natural al real particular del hombre de los andes. Son formas simbólicas que parecen remitir, aunque en una doble representación, a la pareja original y originaria de los ritos americanos: “juya – pulowi” dentro de los Arawak. En la cordillera andina de Venezuela y Colombia “shuu – ches – arco”, para el dios masculino y “shía – jamashía – arca” para lo femenino. A ellos aún se refiere y se les llama “encantos”, “espantos”, “momoes”, entre otros. Son viejos y viejas que aparecen y desaparecen, hombres y mujeres catires de ojos como de Táchira Histórica - 17 tigre, animales míticos sobrenaturales que habitan en los espacios sagrados de las montañas y lagunas, como la culebra representada en los petroglifos. En la mitología andina la culebra es símbolo de fertilidad y muerte. Está asociada con las lagunas y los ríos: Laguna Real en la aldea Los Vegones, Pozo Azul en la aldea La Arenosa, donde se dice habitan estos seres. Las representaciones felinas del tigre o jaguar en sus huellas, asociado con el mohán, chamán o faraute, quien asume su forma. Los sapos y las ranas asociados a la fertilidad y resurrección, así como a la feminidad y su poder agresivo (Clarac, 1985). Así pues, todo un libro abierto de una rica y compleja concepción religiosa y totémica de seres, animales, círculos, espirales, soles, huellas humanas, entre otros. Punto de encuentro entre dos realidades que lejos de ser excluyentes entre sí conviven y se encuentran en estos objetos de poder que son en sí mismos símbolos de resistencia, eternidad y especie de entraña protectora que constituye y refiere a lo que el hombre nunca llegará a ser; un sujeto inmortal. Estos dos mundos el de lo sagrado y lo profano, sólo se definen rigurosamente el uno por el otro. Entre ambos se excluyen y se suponen recíprocamente. En vano se intentaría reducir su oposición a cualquier otra; se ofrece como un verdadero dato inmediato de la conciencia (Caillois, 1994.12). Con la llegada de los europeos en el siglo XVI, con su superioridad bélica y sus imposiciones religiosas y culturales, se originaron los enfrentamientos y genocidios que tiñeron de sangre estas tierras trayendo consigo la exterminación de la población autóctona. Los pocos que se escaparon buscaron la forma de esconderse en lo más profundo de las selvas y de las más altas de las montañas (Durán, 1998). Esta “huida” a las montañas se encuentran presente en la tradición oral colonense, allí se recoge el dato del retiro de los indígenas sobrevivientes a la montaña llamada La Urbina, un territorio de muy difícil acceso incluso hoy día. Estas tradiciones hablan de que esta montaña es habitada por una tribu indígena que es gobernada por “la viuda del Cacique Urbina”, una “poderosa mohan” que desata formidables tempestades “cuando algunos cazadores van a buscar osos, venados, cachicamos y esos animales que son muchos de los que viven allá”. Con “truenos y relámpagos”, con “senderos que aparecen y desaparecen”, con “cascadas muy bonitas que cuando uno va ir a mirarlas se pierden”, con “neblinas que lo pierden a uno” y “venados” que se aparecen de repente y si uno los persigue lo hacen perder a uno en el monte”, así La Urbina defiende “sus tierras encantadas”. La persistencia de una especial significación. Dentro de la particular forma que tienen las comunidades andinas para relacionarse con su medio ambiente vital, entra en juego un esquema de oposición entre la razón segunda, representada por el logos de la ciencia y la razón primera. Esta última se refieren a toda una serie de esquemas explicativos de la realidad, basados en las creencias fuertemente arraigadas de una comunidad (Briceño, 1993). Dichas creencias se mueven en lo terreno de lo simbólico y en la trasmisión que de ella han realizado los grupos humanos. Así muchos de los elementos extraídos desde esa mirada etnográfica a la Piedra del Mapa, recoge esa transmisión del contenido simbólico que proviene de las comunidades indígenas que habitaron estos territorios desde muchísimo antes de la invasión española y europea. Táchira Histórica - 18 Esta transmisión de saberes es considerada como una forma de resistencia ante los profundos cambios que representó la imposición de una cultura dominante exógena, proceso que ha continuado hasta hoy y se ve reflejado en la asociación de estos elementos simbólicos con una serie de arquetipos que llenan al mundo y la vida de significación y sus imágenes; hoy se expresan a través de una mitología reformulada dentro de la llamada tradición oral. En el caso particular del petroglifo conocido como la “Piedra del Mapa”, esta capacidad simbólica ha sido atestiguada por los sucesivos habitantes de este territorio conocido hoy como San Juan de Colón. Estas creencias relacionadas con la “Piedra del Mapa” han sido testificadas tanto por fuentes escritas como por una tradición oral continua, a la que ya se ha hecho referencia. Así Luis Felipe Ramón y Rivera (1972) hace referencia a estas “creencias simbólicas” que aún permanecen en el colectivo colonense. Estas hablan de un “encanto especial de la piedra” que hace que “quien la toca o se suba en la piedra no abandone a Colón y si lo hace más temprano que tarde regresará a esta tierra”. Para el siglo XIX Ana María Vivas de Pacheco reseña en unas de sus cartas que alrededor de la piedra “se veían en las noches, las almas de los indios danzando alrededor de ésta”. (Ramírez, 2008). Esta creencia es recurrente a otros petroglifos colonenses, como el llamado “La Piedra del Caimán” (Alviárez, 2005), el ubicado en los alrededores del Mercado Municipal – conocido como la Piedra de Tarzán – y los que se encuentran en las inmediaciones de la urbanización Santa Marta. Otros “fenómenos” relacionado con el carácter sagrado de la Piedra del Mapa se refiere a los “extraños ruidos que ésta produce” y a la sensación de que “alguien nos ve”. (Ramírez, 2002). Esto se hace recurrente en muchos sitios sagrados del Municipio, como se pudo recoger en los datos etnográficos recabados durante la excavación de un posible sitio ceremonial indígena ubicado en las inmediaciones de la quebrada La Urbina en su desembocadura en la quebrada La Blanca. (Durán, 2007). Así como en el abrigo rocoso trabajado arqueológicamente en la aldea Vegones. (Salamanca, 2009). Igualmente, la aparición de “duendes” alrededor de ésta. Los duendes provienen de la incorporación mítica europea pre cristiana a la nueva cultura mestiza de América, incluye a los “sumilis” de Asturias, los “trasgos” de Cataluña, “sidh” de Irlanda y “poltergeit” de Alemania; transmutados en los “aluxes” de la Península de Yucatán, en los “novendes” de Bolivia, “thraucos” de Chile y nuestros duendes. Son la explicación española de los llamados “encantos”, nombre con que se designa “el poder de los indios, misterioso y cerrado que continua activo y vigente aun”. (Morales, 2002). Sin embargo; el discurso más recurrente en la actualidad es aquel que dice “si mueven la Piedra del Mapa se inunda Colón”, esto “no es mentira porque ya sucedió, hace muchos años movieron la piedra y comenzó a caer los aguaceros más terribles sobre Colón”, esto como consecuencia de haber enterrado la Piedra del Mapa. “Entonces apareció un viejo de pelo largo y descalzo que comenzó a gritar por todas partes que no dejaría de llover hasta que desenterraran la piedra y así mismo fue”. La historia y la reactualización del mito Esta construcción mítica sobre la “Piedra del Mapa” proveniente de un hecho histórico reseñado y recordado por la población de San Juan de Colón (Calderón, 1962) y que puede sintetizarse de la siguiente manera: La codicia de los hombres de todos los tiempos ha hecho imaginar que tras las piedras talladas por los indígenas Táchira Histórica - 19 se encuentran grandes y fabulosos tesoros. El 5 de febrero de 1920, la piedra del mapa fue movida del puesto que ocupaba y enterrada unos metros más allá. Fueron muchos los esfuerzos realizados por los habitantes del pueblo, pero la autorización para este crimen ya estaba refrendada por el presidente del Táchira Eustoquio Gómez (1868-1935) y por el jefe civil del distrito Ayacucho Robinson Morantes. Con la ayuda del jefe militar Domingo Romero, procedieron con unos soldados acantonados a realizar este hecho. A pesar de indicar que esto se hacía para abrir una calle, todos sabían que buscaban un tesoro que nunca encontraron. Llenos de rabia quisieron romper la piedra. Retando el miedo que produce las autoridades de la oscura dictadura, los vecinos organizan una junta de salvamento el 10 de febrero. Hacen diligencias, Ceferino Chacón, Juan Guglielmi, el Pbro. Juan de la Rosa Zambrano, Carlos Pagnini, Ernesto Croce, entre otros, encabezan dicha junta. Eustoquio parte a Ureña (aguas Calientes) a recuperarse de los achaques dejados por el atentado del año anterior y queda encargado de la presidencia del Estado el Dr. Pedro León Arellano, quien ordena dejar quieto el monumento, nombra como jefe civil al coronel Enrique Garabán quien cumple la orden. Se recoge dinero para desenterrar la piedra con los aparatos del gran ferrocarril del Táchira bajo la dirección del Ing. Alberto Roncajolo (+ 1940). El 26 de marzo la piedra se desenterró y dicen que ese día dejó de caer la lluvia que desde febrero azotaba el poblado. En 1950 la piedra es trasladada hasta los jardines del grupo escolar Francisco de Paula Reina, el sitio que hoy ocupa (Jaimes, 2006:4). La lluvia “que amenazaba con terminar con todo” y la aparición de un misterioso anciano que gritaba “si no desentierran la Piedra del Mapa toda la ciudad se morirá ahogada”, forman parte del relato mítico reactualizado y proyectado en este acontecimiento. Se trata entonces de la reconstrucción simbólica de un mito anterior asociado con claros elementos de las religiones andinas de los grupos aborígenes que habitaron estos territorios antes de la invasión europea. Por un lado, el viejo, personificación del dios creador Arco, mito andino que se encuentra a lo largo de toda la cordillera de Los Andes. Por otra parte, el agua, con un rico simbolismo dentro de las culturas andinas autóctonas, “el agua sirve, sin duda, de intercambio entre el cielo y la tierra a los que une o desune y que participa de su naturaleza” (Clarac, 2003: 299). El agua es entonces el elemento intermediario entre lo sagrado y lo profano. Es la lluvia que castiga y purifica, en referencia universal al diluvio presente en casi la totalidad de las religiones. El agua sagrada y misteriosa de los correlatos míticos de encantos, presentes en las lagunas que rodea a la población especialmente a la llamada “Laguna Real” que “si se desborda puede destruir a Colón”. En estas lagunas, ríos y quebradas – fuentes de agua – vive también la culebra ancestral de los mitos americanos, como en “Pozo Azul” donde este ser “se ha comido a muchos que han ido a bañarse allí y le han faltado el respeto al pozo. Existe también una relación muy material de algunas quebradas, ríos y lagunas con los petroglifos. En la aldea Helechales, sector El Moral, se encuentra un petroglifo en la orilla de una antigua laguna. En el río Guaramito, en su paso por el sector El Riecito delaaldea La Arenosa se encuentran petroglifos incluso dentro del cauce del mismo. Igualmente, un número considerable de petroglifos ubicados en la meseta inclinada donde se encuentra actualmente la ciudad de San Juan de Colón la cual está curiosamente muy cerca de fuentes de agua, destacándose la quebrada de Los Táchira Histórica - 20 Curos donde se encuentra con mayor profusión. Estas son sólo algunas posibles relaciones de los petroglifos con el agua. Conclusión La “Piedra del Mapa” parece representar una posible cosmogonía que es recurrente en otros petroglifos. Se trata de un elemento de poderosos simbolismo comunicativo que remite a las creencias de las religiones de los pueblos originarios que aún persisten de forma consciente e inconsciente en las comunidades del presente. En “la Piedra del Mapa” se puede encontrar esa persistencia de significados los cuales fueron reactualizados y reformulados a partir del hecho histórico de su “entierro” en 1920. Estos datos parecen sugerir la presencia de un complejo religioso ancestral que se manifiesta en dos planos. Un plano mental consciente, inconsciente y/o subconsciente, que supone toda una estructura de pensamiento donde aparecen correlatos míticos indígenas. Y un plano material en donde las comprobaciones etnológicas y arqueológicas comienzan a insinuar una particular distribución de petroglifos y espacios sagrados alrededor y en asociación con fuentes de agua (petroglifos alrededor de la quebrada Los Curos, sitios ceremoniales en medio de dos quebradas, petroglifos dentro de ríos, petroglifos al lado de lagunas como en la aldea Helechales y la aldea Naranjales). Referencias bibliográficas Alimaña (1987). “Acerca de lo simbólico en la interpretación de los petroglifos”. En: Valencia. El diseño de los petroglifos en Venezuela. Fundación Pampero, Caracas. Alviárez (2005). Municipio Ayacucho Perspectiva Geohistórica. BIC, San Cristóbal. Briceño, (1983). La identificación americana con la Europa segunda. ULA, Mérida. Caillois (1984) El hombre y lo sagrado. FCE, México. Calderón (1962). Petroglifos prehistóricos de Colón del Táchira. BATT, Caracas. Clarac (1985). La persistencia de los dioses. ULA, Mérida. Clarac (2003). Dioses en exilio. ULA, Mérida. Durán (1998). La prehistoria del Táchira. Museo del Táchira, San Cristóbal. Durán (2007) “Entre Morretales y La Blanca”. En: Antropos de papel, Nº 7, Museo del Táchira, San Cristóbal. Eliade (1985 a). Lo sagrado y lo profano. Labor, Barcelona. Eliade (1985 b). El mito del eterno retorno. Alianza, Madrid. Jaimes (2006). Crónica visual del Táchira, Municipio Ayacucho. Fototeca del Táchira, San Cristóbal. Leroi-Gourhan (1971). El gesto y la palabra. UCV, Caracas. Levi-Strauss (1976). Antropología estructural. Universitaria, Buenos Aires. Morales (2002). “Los encantos escenarios de relaciones interétnicas”. En: Boletín Museo del Oro, Nº 50, Banco de la república, Bogotá. Morín (2000). El Paradigma perdido. Kairos, Barcelona. Ramírez (2008) “La Piedra del Mapa fiel testimonio de una civilización pasada”. En: Sinopsis, Nº 10, Fundación galería de Arte El Punto, San Juan de Colón. Ramón y Rivera (1972) Memorias de un andino. BATT, Caracas. Salamanca y otros (2009) “Estación rupestre Plan de Vegones”. En: Sinopsis, Nº 14. Fundación galería de Arte El Punto, San Juan de Colón. Informantes: Alviárez, Jorge. Cronista del Municipio Ayacucho. Chacón, Juanita. Rezandera, secreteadora. 82 años de edad. Mora, Pascual. Campesino. 103 años de edad. Morales, Virgilio. Dirigente campesino. 83 años de edad. Ramírez, Hernán. Cronista popular colonense. Rosales, José María. Sobandero, rezandero. 84 años de edad. Salamanca, Miguel Ángel. Investigador de las manifestaciones rupestres en Venezuela y Colombia. Zambrano Arminda. Maestra. 91 años de edad. Táchira Histórica - 21 Acercamiento a otros petroglifos del Táchira Táchira es una tierra mágica, llena de encanto y misterios. En los lugares menos imaginados estas cerca de un elemento que nos une a la Historia, en este caso particular es un viaje a través de los emocionantes petroglifos, grabados rupestres hechos sobre la piedra hace miles de años y cuyo significado para los estudiosos sigue siendo aún hoy un misterio y sólo hay conjeturas y lecturas particulares de cada escena grabada sobre esos libros pétreos. A continuación, hacemos un recorrido de algunos de ellos en el estado Táchira, los mayores y más espectaculares yacimientos de Venezuela como ocurre en la población de San Juan de Colón. Acercarse a conocer estos fabulosos monumentos, grandes y sorprendentes construcciones mentales pétreas de los habitantes originarios de estas tierras. En el texto El diseño en los petroglifos venezolanos (1987), al referirse a Táchira menciona los siguientes petroglifos: - En Colón: Piedra del Mapa (71), Quebrada de San Juan (76), Planicie de Colón, Ayacucho (77), San Pedro del Río (241), 1 Km al N. Colón (242), Río Guaramito, El Azufre (243), Carretera de la Federación (244), Quebrada La Blanca (246), Unidad Educativa Tulio Febres Cordero (333), Barrio La Sanjuana (334). - En Seboruco: Las Botijas (247), La Pedregosa (336). - En La Grita: Umuquena (240), Vía La Grita (245), Palmarito (335). - En Lobatera: Llano del Basto (82), Piedra del Indio (93). - En Michelena: El Peñón (331), Las Peñas (332). - En El Cobre: Piedra de los Apóstoles (239), Cuchilla de Cunimuca (337). A continuación, presentamos un bosquejo de los petroglifos en el Táchira y el investigador que ha aportado los datos y las fotografías de los mismos: Táchira Histórica - 22 Petroglifo Santa Marta I (Manaure). Se encuentra ubicado al margen izquierdo de la quebrada Los Curos dentro de los terrenos de la Urbanización Santa Marta, a 20 metros de la casilla de vigilancia. En él se observa espirales, caras cuadradas, una figura antropomorfa representando a un líder (Manaure) sobre varias caras, el mismo está de pie fumando pipa y con un bastón en su mano. Coordenadas. Huso 18, U.T.M. 0803844, 0880091. GEOGRAFICAS N-08°02´35.2´´ O72°14´36.7.´´, m.s.n.m 809. Fuente: Anderson Jaimes. Petroglifo santa Marta II (Los Puntos). Ubicado a 20 metros al sur-este del barrio Santa Marta, se observan oquedades, huellas de felinos y de oso en el mismo. Coordenadas huso 18, U.T.M. 0803823 E, 0889725 N. GEOGRAFICAS N-08°02´23.4´´ W-72°14´37.4.´´, m.s.n.m 827. Fuente: Anderson Jaimes. La piedra del parto. Ubicada en terrenos del Club Los Chaguaramos, en ella se observa una figura antropomorfa en posición de parto vertical con su cría debajo y el cordón umbilical, figura antropomorfa con su vestimenta, huellas humanas, caras redondas y cuadradas, cara con apliques, figuras geométricas, cara con mascara, oquedades. Coordenadas Huso 18, U.T.M. 803911 E, 889561 N. GEOGRÁFICAS N-8°2´18.50´´ O-72°14´34.60.´´, m.s.n.m 848. Fuente: Anderson Jaimes. Táchira Histórica - 23 Petroglifo de La Bifurcación. A 30 metro hacia el sur - este se ubica, llamada así por su figura resaltante de un espiral que termina con una bifurcación. Coordenadas huso 18, U.T.M. 803897 E, 889552 N. GEOGRAFICAS N-8°2´17.80´´ W-72°14´35.10.´´, m.s.n.m 864. Fuente: Anderson Jaimes. La Silla del Indio. Piedra trabajada probablemente con fines rituales, se encuentra en el cauce da la quebrada Los Curos. Coordenadas Huso 18 UTM 0803955 0889668, GEOGRRAFICAS N- 08°02’21,6” W- 72°14’33.2” m.s,n.m 846. Fuente: Anderson Jaimes. Petroglifo de Eliodoro. Debe su nombre por su descubridor, Eliodoro Quintero, ubicado en terrenos entre el Club Los Chaguaramos y el barrio Santa Marta. Coordenadas huso 18, U.T.M. 803792 E, 889682 N. GEOGRAFICAS N-8°2´22.00´´ W72°14´3830.´´ m.s.n.m 852. Fuente: Anderson Jaimes. Táchira Histórica - 24 Petroglifo La piedra de Deivis. Ubicado cerca de los terrenos del Club Los Chaguaramos y el barrio Santa Marta. Llamado así por su descubridor Deivis Barcenas, en el mismo se aprecian líneas, amoladores y una cara cuadrada. Coordenadas huso 18, U.T.M. 803825 E, 889624 N. GEOGRAFICAS N-8°2´20.20´´ W-72°14´37.30.´´, m.s.n.m 858.00. Fuente: Anderson Jaimes. Petroglifo El Diplomado. Llamado así por haber sido ubicado por los integrantes del Diplomado de Conservación en Arte Rupestre en una de las salidas de campo, ubicado al lado de los terrenos del Club Los Chaguaramos y el barrio Santa Marta, en él se observan oquedades. Coordenadas huso 18, U.T.M. 803829 E, 889606 N. GEOGRAFICAS N-8°2´19.70´´ W-72°14´37.50.´´, m.s.n.m 850.00. Fuente: Anderson Jaimes. Metate La Esperanza. Se encuentra en los terrenos de un nuevo urbanismo ubicado detrás del gimnasio vertical. Coordenadas. Huso 18 UTM 0803580 0889816 GEOGRAFICAS N- 08°02’26.5” W72°14’45.3” msnm 835. Fuente: Anderson Jaimes. Táchira Histórica - 25 Piedra de los Sacrificios. Se trata de una enorme roca donde se puede apreciar la presencia de dos metates de distinto tamaño, se encuentra en el borde de la futura Avenida. Coordenadas, Huso 18 UTM 0803631 0889613. GEOGRAFICAS, N-058°02’19.8” W72°14’43.7” msnm 836. Fuente: Anderson Jaimes. Petroglifo Carretera Central del Táchira. Está ubicado a continuación del puente que sale del barrio La Piscina hacia la Panamericana, por la misma carretera, en la bifurcación hacia la aldea La Colorada. Coordenadas huso 18, U.T.M. 803429 E, 891154 N. GEOGRAFICAS N-8°3´10.00´´ W72°14´49.80.´´, m.s.n.m 716. Fuente: Anderson Jaimes. Táchira Histórica - 26 Petroglifo El Caney del Indio (1). Se encuentra en la aldea La Colorada, ubicado en el restaurant del mismo nombre, más arriba del I.U.T. en él se puede observar una figura antropomorfa realizada con líneas. Coordenadas huso 18, U.T.M. 803734 E, 891361 N. GEOGRAFICAS N-8°3´16.30´´ 72°14´40.40.´´, m.s.n.m 770. W- Fuente: Anderson Jaimes Petroglifo El Caney del Indio (2). En él se aprecian gran cantidad de oquedades, está ubicado aproximadamente a 60 metros al este del petroglifo Caney del Indio (1). Coordenadas huso 18, U.T.M. 801445 E, 891009 N. GEOGRAFICAS N-8°3´4.90´´ W72°14´26.70.´´, m.s.n.m 770. Fuente Anderson Jaimes. Táchira Histórica - 27 Petroglifos de la estación Rupestre Unidad Educativa Tulio Febres Cordero Petroglifo UNITUFECO 1. Se encuentra en la parte atrás de dicha institución educativa, aunque los terrenos son de otros dueños, se puede entrar por la vía autopista que sale de San Juande Colón hacia San Cristóbal, a mano izquierda, donde está un tanque de agua para una comunidad, resalta una figura antropomorfa femenina, huellas humanas, espirales. Coordenadas huso 18, U.T.M. 802215 E, 890262N. GEOGRAFICAS N-8°2´41.20´´ W72°15´29.80.00´´, m.s.n.m 789. Petroglifo UNITUFECO 2. A escasos metros se ubica un micro petroglifo con dos (2) huellas de felino. Coordenadas huso 18, U.T.M. 802209 E, 890281 N. GEOGRAFICAS N-8°2´41.80´´ W72°15´30.00.´´, m.s.n.m 788.00. Petroglifo UNITUFECO 3. En el camino que conduce desde el barrio Che Guevara hasta la comunidad de San Vicente. Coordenadas huso 18, U.T.M. 0802369, 0890302. GEOGRAFICAS N-08°02´45.5´´ W72°15´24.7.´´, m.s.n.m 788.00. Fuente: Anderson Jaimes. Táchira Histórica - 28 Petroglifo Avenida Luis Hurtado Higuera. Ubicado en la avenida del mismo nombre, resaltan figuras antropomorfas, caras redondas y cuadradas algunas con barba, oquedades, figuras zoomorfas. Coordenadas huso 18, U.T.M. 802669 E, 889932 N. GEOGRAFICAS N-8°2´30.40´´ W72°15´15.00.´´, m.s.n.m 786. Petroglifo El Mercado. Se encuentra por la carrera 10, saliendo del mercado de San Juan de Colón hacia las residencias Las Palmas, antes de llegar al caño Carabobo a 10 metros a mano izquierda. Se observan figuras antropomorfas, caras, manos, huellas humanas y de felinos. Coordenadas huso 18, U.T.M. 802458 E, 889139 N. GEOGRAFICAS N-8°2´4.60´´ W72°15´22.10.´´, m.s.n.m 805. Petroglifo 9 de diciembre. Está ubicado en el barrio del mismo nombre, hace varios años fue destruido casi en su totalidad para construir una pared colindante, del mismo sólo queda una pequeña parte en la cual se puede observar caras cuadradas. Coordenadas huso 18, U.T.M. 803131 E, 890843 N. GEOGRAFICAS N-8°3´0.00´´ W72°14´59.80.´´, m.s.n.m 770.00. Fuente: Anderson Jaimes. Táchira Histórica - 29 Petroglifo La Federación. Se llama así por la calle donde estaba ubicado. El sitio donde está fue vendido y ahora se entra por la calle 8 entre 5 y 6. En él se aprecia un sol. Coordenadas, huso 18, U.T.M. 801938 E, 889156 N. GEOGRAFICAS N-8°2´5.30´´ W-72°15´39.80.´´, m.s.n.m 800.00 Petroglifo del barrio Los Cedros. A 200 metros desde la carretera Panamericana hacia el barrio Los Cedros a mano derecha, en él se observa amoladores y huellas de animales. Coordenadas huso 18, U.T.M. 803043 E, 891595 N. GEOGRAFICAS N-8°3´24.40´´ W-72°15´2.40.´´, m.s.n.m 703.00. Petroglifo La Piscina. A 200 metros de la entrada a San Juan de Colón desde el Club La Piscina a mano derecha vía Panamericana, se observan líneas. Coordenadas huso 18, U.T.M. 0802937 E, 0891048 N. GEOGRAFICAS N-08°030´6.70´´ W72°15´06.00.´´, m.s.n.m 756.00. Fuente: Anderson Jaimes. Táchira Histórica - 30 Petroglifo del 19 de abril, o ¿La piedra del mapa original? Ubicado en el barrio 19 de abril, en la parte alta de la ciudad de San Juan de Colón, en él se observa una figura antropomorfa sobre unas cabezas, unas huellas humanas, una cara donde se observa sus dientes. Coordenadas, huso 18, U.T.M. 0804040, 0888462. GEOGRAFICAS N-08°01´42.92´´ W-72°14´30.60´´, m.s.n.m. 925. Fuente: Anderson Jaimes. Nota: En el libro Petroglifos prehistóricos de Colón del Táchira de José Benito Calderón expresa que “a éste, probablemente fue al que le dieron el nombre de “Piedra del Mapa”, que después han generalizado a los demás Petroglifos”. Táchira Histórica - 31 El levantamiento de un petroglifo en Michelena Otro municipio donde se encuentra Arte rupestre es Michelena, en varias de sus aldeas como: Machado, El Uvito y El Peñón. En esta última aldea el equipo de antropología del Museo del Táchira realizó levantamiento de los petroglifos de esa zona bajo la conducción de la antropóloga Reina Durán. Este informe esta detallado en el texto Departamento de Antropología, XX Aniversario 1976-1996, allí se nos da cuenta del arduo trabajo realizado a través de los años para perpetuar la memoria pétrea dejada por los pueblos originarios. Levantamiento del petroglifo La Ciénaga, aldea El Peñón, municipio Michelena (Año 1991). Fuente: Archivo del Museo del Táchira – Restauración/Colorización: JAPC. Táchira Histórica - 32 La piedra del indio en Lobatera Otro de los petroglifos que se ha hecho mítico, a la par de la “piedra del mapa” de Colón es la emblemática piedra grabada que ha trascendido en el tiempo como un lienzo rupestre de los indígenas Lobateras. Este rincón rupestre recibió el título de "sitio arqueológico y bien de interés cultural del municipio Lobatera" según decreto ejecutivo municipal Nº 01/06. Imagen de la piedra del indio del año 1956, fue publicada en el folleto: Solemne Inauguración de la Plaza y del Monumento al Libertador Simón Bolívar. Táchira Histórica - 33 La huella en la piedra Datos y fotografías de nuestro colaborador: Ali Mora. Esta roca es un enigma para el municipio Uribante, muy pocos quizás conozcan de ella y la huella que en ella reposa. La misma está ubicada al final del sector La Popita; en el sitio del Calvario, perteneciente a Pregonero. Está en la vía del antiguo Camino Real, a unos 50 metros antes de llegar a la conocida "Piedra del Tesoro”, se encuentra ubicada al lado derecho del camino. Se le conoce como la “Huella del Pateusa”. La foto fue tomada en diciembre de 1975. La primera vez que Ali Mora ubicó este grabado en la piedra fue por los años 60, él llegó al lugar gracias a las indicaciones que le suministraron los hermanos Chucho y Claudio Márquez. Esta allí a la espera por un estudio más detallado y a profundidad. Táchira Histórica - 34 Los petroglifos de los indios Yegüines En El Salado – dejó escrito el profesor Horacio Moreno-, sector de la parroquia Hernández del municipio Samuel Darío Maldonado hay una piedra con sus dos caras mirando dos puntos cardinales: Norte; huellas de animales de caza: Acure, lapas, cachicamos, venados, dantas, marranos de monte, entre otros. Sur; serpientes como: La raboamarillo, coral, tragavenados, bejuca, mapanare, macaurel, terciopelo, tigra, cuatro narices, entre otros, todas cuidadosamente marcadas. No deja de impresionar estas verdades ocultas en poderosa evocación. Ambos lados de la piedra ofrecen sus dominios a los animales mencionados, sin que unos y otros se reúnan. ¡Ay, del que se interne en el imperio de los ofidios! En Angostura, sitio de San Simón, existe una piedra semejante a un horno es una curiosa manifestación del arte indígena. Sobre una piedra perdida en un cafetal, en una finca de San Simón, algunos rasgos de la cultura de los indios Yegüines quedaron grabados como una atestiguación de su paso por estas tierras. Rudas espirales abundan con figuras humanas, puntos y una tremenda heterogeneidad harto curiosa de trazo lineal. Hay similitud con otras piedras dejadas por nuestros antepasados en Palmarito, Colón y El Cobre. Como caracteres generales podemos clasificar esta cultura dentro del grupo Aruaco, según las siguientes observaciones: 1.- Predominio de serpientes. 2.Presencia de dos serpientes enlazadas por una misma línea. 3.- Presencia de figuras zoomorfas, muy estilizadas. Como caracteres específicos de los Yegüines le señalamos el zoomorfismo inspirado en elementos locales. Resaltamos hechos curiosos como los espirales enlazados con las demás pictografías. ¿Qué mensajes dejarían a la orilla del camino, que los siglos aún mantienen intactos? Creemos que es un esfuerzo colectivo que ha aportado ideas y uno sólo, el que ingeniosamente se encargó de grabar la figura que, aunque imperfectas tienen un interesante valor arqueológico. El enigma de las piedras grabadas a lo largo y ancho del territorio tachirense es inescrutable. El Horno de los indios (Foto. HM). El petroglifo de los Yegüines (Foto. HM). Táchira Histórica - 35 Fuente: Antonio J. Guerrero Ramona Zambrano Nelson Pérez Estudiantes Diplomado de arte Rupestre.- Hasta el día de hoy no se sabe con certeza la historia del pueblo que las Crónicas de Indias llamaron los Seborukus. Destacados lexicólogos y etimologistas hispanoamericanos y venezolanos, llegan a un punto común y coinciden en que es una voz indígena, es por lo tanto, sin dudarlo, un vocablo americanista, una toponimia que sólo puede explicar en los libros de piedra que se asientan en varias partes del municipio. Parece existir consenso que la palabra Seboruku proviene de las voces indígenas Ciba o Siba que significa piedra y "Ko" suelo (suelo de piedra, o sea pedregal). Al hurgar sobre este tema, nos encontramos que el cronista Díaz de Castillo, a juzgar del doctor Antonio Rómulo Costa, dice que Seboruko era el nombre dado por una tribu de la Gran Antilla a unas piedras puntiagudas en aquella zona y que se derivaría del idioma aborigen Taino Arawak, en el cual la partícula "ru" tendría el significado de querencia, por lo que conservaría un cercano significado con lo explicado por Costa. Una aproximación a la traducción del término Seboruko significaría "suelo que ama a las piedras". Por su parte el doctor Ramón Arellano en su obra Seboruco, un Municipio del Táchira (1965) dice: “Esta palabra es usada en Puerto Rico en el sentido de campo y de monte; en Cuba, como piedra o arrecife poroso, en México significa unas rocas muy fuertes y en Venezuela, para darle nombre a una región geográfica del Estado Táchira”. Al realizar este estudio se logró observar la importancia que reviste estas piedras grabadas en los conocimientos ancestrales, entre ellos el uso de las plantas Táchira Histórica - 36 medicinales, en ellas se puede mirar diferentes representaciones humanas, animales, cosas, objetos, entre otros. Cabe destacar que quienes realizaron dichos petroglifos sabían lo que hacían, al igual que quienes aplicaban el uso de las plantas medicinales. Puede suponer la relación que estaba presente, ya que, según la hipótesis, en dichos grabados se encuentra dibujado el parto de la diosa Napirulí. Allí sobre la piedra como una fotografía perenne se observa el nacimiento de una persona, un ser vivo, atendido por un chamán o curandero y éste a su vez usaba plantas medicinales y no medicinales también para llevar a cabo ceremonia antes y después del nacimiento. En este mismo orden de ideas, debería procurarse un enlace con el Arte Rupestre para la prevención y cuidado de los petroglifos presentes en el municipio Seboruco y que hoy por hoy se encuentran distribuidos entre las aldeas Palmarito, Santa Filomena y Alto del Niño. Estos antecesores de la escritura, nos conducen en retrospección a un mundo mágico y creativo, de gran contenido histórico cultural sociologico psiquíco que transciende la imaginación actual. En este municipio encontramos cuatro (4) grupos de petroglifos: Los abstractos, los geométricos, los figurativos y los que reflejan diversos objetos. Dentro de estos últimos resaltan los espirales en combinación con las cazoletas u hoyos, que muy posiblemente se trate de nuestra vía láctea. El Espiral es un símbolo universal al que se le atribuye varios significados como el origen de la vida, evolución, involución, muerte, movimiento cíclico, de energía, vientos, agua, danza y salida del sol. Bien podría representar al Caracol como animal de estas tierras, así como las figuras de ranas esculpidas en Colón y Lobatera. De igual forma durante el ciclo de clases del Diplomado nos topamos con figuras antropomorfas que nos sugieren la presencia humana de milenios atrás, ocultada actualmente de manera sigilosa. No obstante, es la espiral, el más común encontrado en el municipio y llama poderosamente la atención ya que es un símbolo que ha aparecido a lo largo de todos los continentes desde hace miles de años. La naturaleza se expresa así bajo la forma de un espiral desde las galaxias hasta la estructura del ADN. Por otra parte, los timotocuicas representaron los grupos indígenas más avanzados dentro del territorio venezolano, y posiblemente rastros de su cultura se encuentra en las montañas de Seboruco, que hoy recobra su memoria histórica en sus orígenes que nos conecta con la esencia de la vida misma. Táchira Histórica - 37 Petroglifos de los Seborukus Espiral. Sector El Jagual. Aldea Santa Filomena. Fuente: Ramona Zambrano Nelson Pérez. Piedra La Nota Musical. Se le atribuye el nombre de Nota Musical porque a simple vista simula la clave de sol del pentagrama. UTM: 18 0819901 N 0899961 E 925 metros sobre el nivel del mar. Coordenadas Geográficas: N 08*07”52.7” O 72*05”50·.5” Altura de la cara Noreste: 0,03 Cm. Ancho: 0,68 cm. Sur Este: Altura: 57cm. Ancho: 49 cm. Cara 0: alto: 36cm. Ancho: 27 cm. Oquedades: 0,01 cm de profundidad. Tiene cinco caras, cara 0 y cara sur. Fuente: Ramona Zambrano Nelson Pérez. Táchira Histórica - 38 Espiral. Aldea Alto del Niño. Municipio Seboruco. Fuente: Ramona Zambrano Nelson Pérez. Oquedades Aldea Santa Filomena Municipio Seboruco. Fuente: Antonio J. Guerrero. Surcos Aldea santa Filomena Municipio Seboruco. Fuente: Ramona Zambrano Nelson Pérez. Táchira Histórica - 39 Las tres espirales Sector San Diego Municipio Seboruco. Fuente: Antonio J. Guerrero. Las dos espirales Sector san Diego Municipio Seboruco. Foto: David Castellanos. La piedra de los Siburukus Municipio Seboruco. Foto: Miguel Salamanca. La piedra de los Yerros. Municipio Seboruco. Foto: David Castellanos. Táchira Histórica - 40 Otros petroglifos de los indios Seburukus Por: Laura Labrador y Orlando Rojas. El símbolo de las espirales es una constante en las piedras grabadas que se encuentra en el municipio Seboruco, en este sentido el escritor tachirense Horacio Moreno en su trabajo Táchira prehispánica (versión online) a la hora de explicar una de las hipótesis recurre al escritor norteamericano Stephen King quien expresa que la espiral "era la más antigua señal de poder del mundo, el símbolo más antiguo con el que el hombre representa el tortuoso puente que podría existir entre el mundo y el abismo". Quizá uno de los aspectos más resaltantes de estos estudios que realizamos fue tener la oportunidad de visitar los lugares donde están los petroglifos; instrumentos de comunicación de lo que ellos expresaban y sentían, quizá, de los factores del tiempo, del espacio y de otras connotaciones. Todo esto es un misterio que se logra descifrar cuando posees pasión por rescatar parte de la Historia. De aquí nació la inquietud de estudiar parte de sus ritos; en este caso los referidos a su música, su danza, sus ritmos musicales eran muy lentos porque proyectaban la adoración de sus dioses y pedían a ellos a través de las ondas sonoras. Se observa que conocían el círculo, levantamientos y atacamientos, agachamientos del cuerpo; levantaban sus brazos y miradas al cielo porque eran alabanzas de agradecimientos a la constelación de los dioses. Unas de las técnicas utilizadas para enseñar música a los pequeños sobre todo en edades tempranas, es el llamado musigrama, este consiste en estudiar una serie de símbolos (rectángulos, círculos, triángulos, árboles, monigotes,) que aparecen caracterizados en los petroglifos de Seboruco. Táchira Histórica - 41 El misterio de La Piedra de las Ánimas (Un petroglifo en el municipio Andrés Bello). Pbro. Luis Gilberto Santander Ramírez Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira Fotografía y dibujos: José Antonio Pulido-Zambrano En excursión junto al historiador José Antonio Pulido-Zambrano, el geógrafo Ali Mora y el presbítero Luis Santander (quien les escribe), ascendimos la vieja trasandina en la búsqueda de un objeto de Arte Rupestre para dilucidar el mensaje que dejaron allí plasmado nuestros hombres de antaño. Este encuentro a cielo abierto se daría el 22 de enero de 2022. Llegamos temprano y estuvimos observando,estudiando y analizando la historia y el mito presentado en el petroglifo conocido en la comunidad del caserío San Isidro como “Piedra de las Ánimas”. De la misma manera recibimos el testimonio de la señora Anatolia Escalante Álvarez de 87 años (Imagen) que manifestó haber oído a sus padres de la existencia de la piedra y que era llamada de esta manera desde que tiene uso de memoria: La Piedra de las Ánimas. Este petroglifo se encuentra en el caserío San Isidro de la aldea El Fical a 100 metros de la capilla del lugar y 80 metros de la escuela; tomando la carretera que lleva al caserío disperso de Los Ranchos que se extiende en una pequeña loma hacia el sitio de Montecarmelo. La piedra podemos llamarla como un “testimonio conmemorativo” de la existencia de un grupo humano que en el petroglifo deja testimonio de su vida familiar, de sus creencias religiosas y de sus costumbres más arraigadas. Táchira Histórica - 42 Ubicándonos dentro de la América precolombina tendríamos que llegar a las sociedades aborígenes que poblaron lo que hoy es el estado Táchira, donde estarían los Aruakos, situados en las partes altas del Estado que tomando la cordillera llegando a lo más alto de nuestras montañas, el pico Bolívar en Mérida, cruzando pequeños valles, ríos y quebradas para remontar las llamadas montañas azules, según el decir de los conquistadores. Es, sólo en el año de 1547 con la expedición de Alonso Pérez de Tolosa que los conquistadores pisaron, por primera vez, la tierra tachirense, acompañado de Diego de Losada, Pedro de Limpias y 98 soldados, para concretar con el español Cristóbal Rodríguez, una vía expedita para el traslado del ganado, y llegar a la Sierra Nevada, de esa manera, acercara el viaje a Santa Fe de Bogotá. Se remontará el río Apure, llegando al río Uribante, treparon el camino antiguo abierto por las tribus Zimaracas llegando al lugar que bautizaron con el nombre de “Valle de las Auyamas”, pasaron luego por el sitio habitado por los indios Táribas, siguieron hasta las Lomas del Viento, Capacho y llegaron a los valles de Cúcuta. “Los primigenios artistas de la época aborigen dejaron en rocas una estela de míticos lugares, en cuyas superficies las figuras de lo que- probablemente- consideraban sagrado, quedaron como evidencias mudas de sus creencias, de sus vivencias y de su forma de ver y observar el cosmos, y de relacionarse con el mundo natural, de lo profano o de lo cuotidiano”. (Revista Táchira Histórica. Samir Sánchez. El paisaje de los espíritus: Lobatera aborigen, la huella que quedó en un lugar y en una escritura cargada de memoria. 1. Orígenes perdidos en la noche de los tiempos. Pág. 29). “Las rocas, talladas en su superficie, resguardan parte del legado cultural de estos antiguos pueblos de América. Las mismas, junto a la ya perdida tradición oral, les permitieron transmitir sus pensamientos, así como su milenaria sabiduría desde su aventura vital: La creación de la tierra, el recorrido de los astros, los fenómenos naturales, símbolos con efectos apotropaicos y el orden jerárquico de la convivencia, temas que rigieron su mundo y la interacción con sus semejantes” (Revista Táchira Histórica. Cit. Introducción. Pág. 30). A este respecto Fray Pedro de Aguado; antes de llegar al Valle de las Auyamas, los españoles se alojaron en un caserío que los indígenas dejaron desierto porque habían arremetido contra ellos, Táchira Histórica - 43 hiriendo y matando a muchos y los vivos a huir; al otro día, llegan al pueblo que estaba a mano derecha, hallando a sus moradores más descuidados, porque viendo a los españoles, no fueron perezosos en tomar las armas, con las cuales intentaban defender al pueblo y echar a los intrusos; más como sus armas fuesen flacas y sus cuerpos no tuviesen ningún amparo ni defensa por estar desnudos, no fueron bastante sus ánimos y bríos, para resistir ni tolerar los golpes de las espadas y armas de los españoles, les dejaron libre el pueblo, que fue saqueado y arruinado lo que en él había. Al otro día hicieron una jornada, pero de noche, para llegar al pueblo de la Auyamas o villa de San Cristóbal (Enciclopedia de Venezuela. Tomo I. Historia General- Fray Pedro de Aguado. Libro III. Capítulo XII, Historia y descripciones. Pág. 314). Nuestra investigadora, antropóloga Reina Durán durante muchos años, Directora del Museo del Táchira en su libro La Prehistoria del Táchira (San Cristóbal, 1998) afirma en la introducción que: “El objetivo de la investigación asumida, es el conocimiento del modo de vida de los grupos indígenas que se asentaron en el territorio tachirense, sus rutas internas y externas, subsistencia básica, características culturales, vínculos establecidos con otros grupos y con las manifestaciones culturales actuales, cuya raigambre indígenas es reconocida tradicionalmente”. En otro aparte del libro expresa: “En los yacimientos arqueológicos del Táchira se ha encontrado evidencias de cerámica, cuyas características morfológicas, decorativas y funcionales, así como estructuras usadas en prácticas agrícolas, vivienda y patronos funerarios, denotan similitudes con las descritas para la cordillera de Mérida y Norte de Santander, Colombia, lo cual es factible no sólo por la cercanía geográfica, sino por los lazos históricos, sociales, económicos y culturales que siempre han compartido como región”. Lo dicho por la antropóloga Reina Durán presenta la existencia de una Cultura Indígena que de acuerdo a una declaración en México de la UNESCO definiera: “El conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a un sociedad o grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y creencias” (Conferencia mundial sobre Políticas Culturales convocada por la UNESCO y aceptada en la Declaración de México de 1982). Los valores de los pueblos indígenas: Apertura a la acción de Dios por los frutos de la tierra, el carácter sagrado de la vida humana, la valoración de la familia, el sentido de solidaridad y la corresponsabilidad en el trabajo común, la importancia de lo cultural, la creencia en una vida ultraterrena. (Revista Medellín. No, 182. Sept.-dic. 2021. Raíces Culturales de América Latina y el Caribe. Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel. Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas. México. Pág. 52). Táchira Histórica - 44 Con estos prenotandos interesantes sobre la materia continuamos: Los naturales que ocupaban las tierras del hoy municipio Andrés Bello, en el sitio llamado Salomón y sus alrededores, que bien pudieran llegar hasta El Fical y San Isidro, fueron los Oriquenas y Cacunabecas, encomendados a Lorenzo Salomón y más arriba de la aldea Montecarmelo, los Támucos, y abajo de la misma aldea, los Silgaraes, estos fueron trasladados a la Encomienda de Lobatera, por mandato del Visitador Lic. Alonso Vásquez de Cisneros, oidor de la Real Audiencia del Nuevo Reino de Nueva Granada. chibcha significa “el inspirado”, mohán (temido por su conocimiento de las plantas y comunicación con la divinidad), sabio, sacerdote, curandero o hechicero. Vivian aparte, preferiblemente en las montañas para comunicarse con los espíritus, y conocer los secretos de las plantas, animales e insectos, serpientes y curar a los miembros de la tribu que enfermaban. Los aborígenes adoraban al Sol por ser el creador de los hombres. (Pulido-Zambrano, José Antonio. Los Babukenos. La religión de los babukenos. Págs. 51-52). I. Descripción de las figuras de la piedra La Piedra de las Ánimas presenta dos facetas o partes, bien diferenciadas en el espacio utilizado. La primera está dominada por la figura del piache, faraute que en lengua Parte Es de un contenido ritual o totémico, describiendo la ruta de lo trascendente desde la tierra hacia el infinito. Se inicia en la parte baja izquierda de la piedra de las ánimas con una escena dominada por una sola persona, creemos que es el piache, mohán, hechicero o sacerdote. No vivía el hechicero con el grupo; encargándose de las cosas del más allá, de la adivinación, la curación y del trato con la divinidad. Prolongando la escena en las figuras de las fases de la luna de la menguante a la creciente ascendiendo hacia la cresta de la piedra en forma ovalada y al inicio del filo de la piedra la figura de un niño yacente que pareciera estar acostado para el sacrificio, luego la figura del Sol a quien se ofrece, como divinidad por la figura del rostro de un hombre que representa la comunidad indígena y que tiene su pensamiento en el mundo sideral, lugar del Sol, mostrado por un glifo enroscado, alineado hacia el cielo. El piache o hechicero está de la misma manera muy cercano a la tierra, al mundo infrahumano para conectarse con los antepasados, figuras que aparecen dibujadas sólo cabezas sin cuerpo. Táchira Histórica - 45 II. Parte Es de contenido figurativo, la vida familiar de la tribu con sus componentes: Cacique, esposa, hijos y una figura alada. La otra parte de la piedra, el centro de la misma, ocupa todo el espacio, una escena familiar, un clisé de la conformación de sus miembros, el padre, la madre y los hijos, igual puede decirse de un cacique que está al frente de una tribu o naturales a su mando, ejerciendo la conducción. En esa sincronía aparece en la parte superior, lado derecho el Jefe de familia o cacique portando un pendón en su mano derecha y en la cabeza un adorno especial, conformado de las dos primeras figuras del lomo de la piedra. después del niño y en medio un espíritu alado, superior en forma humana estilizada, muy tenue que comparte igual poder que el Cacique, hace descansar su cabeza en el hombro izquierdo con su diadema, que viene a ser las figuras finales de la primera escena del lomo de la piedra y a su lado izquierdo la esposa, muy sencilla, pareciera grávida de menos tamaño. A los pies de ambos se encuentran figuras de personas de diferentes tamaños. Más debajo de toda esta escena familiar aparece al pie de la piedra, que roza con la tierra, sólo cabezas que parecieran representar a los antepasados. Explicación de las dos partes de la piedra I. La primera escena El hombre tiene una tendencia hacia la eternidad, por ser inmortal desea ardientemente el cielo. Entre los aborígenes las cosas del más allá eran acogidas por un hechicero, piache, mohán, brujo o sacerdote (nombres homólogos) que según la costumbre vivía fuera de la tribu encargándose de dos tareas: a) Satisfacer a los dioses con sacrificios apropiados para obtener la vida, la felicidad, la fertilidad de la tierra y la paz con las demás tribus. b) Comunicarse con los muertos o seres queridos que han partido al más allá y guardar su patrimonio espiritual en su cultura, creencias y tradiciones. El Padre Santander en el estudio del petroglifo, allí entrevista al dueño de los terrenos donde reposa “La Piedra de las Ánimas”, ubicada en la finca de la familia Sánchez. Táchira Histórica - 46 En la primera escena de la piedra que se inicia a la izquierda, casi rondando el piso, el piache, curandero y hechicero, siguiendo las fases de la luna, entre la menguante y la creciente está presto para ofrecer el sacrificio de un niño al dios Sol por la comunidad representada en la figura de un rostro para que llegue al más allá, representado por la línea curva que sube al cielo. Es posible que el sacrificio ofrecido al Sol, se realizara encima de una piedra cercana a la piedra conmemorativa, al lado izquierdo, parecida a una mesa, unos 50 metros donde la tribu acompañaba con sus cantos y bailes. Y la segunda tarea del piache o hechicero, estar cerca de los antepasados para oír sus orientaciones respecto de la tribu en tradiciones y costumbres, guardándolas, libre de toda impureza que pueda destruirlas. II. La segunda escena Es la vida de la comunidad regida por un Cacique o padre de familia. Cuando la vida hace que sean una misma carne y vivan unidos, con un mismo yugo, porque lo propio del padre es negociar, adquirir bienes para su manutención, el de la madre es parir, criar y educar a los hijos, siendo un contrato natural, así fue considerado por Dios en el principio del mundo. Este contrato sólo es entre varón y hembra, haciendo de él un vínculo perpetuo y permanente, a pagarse el débito, a guardarse fidelidad, asistirse y criar a los hijos en buena educación. (Tratado de matrimonio de Francisco Lárraga en Tratados y parágrafos. Pág. 189. Año 1801). No se puede precisarabsolutamente nada de su indumentaria, pues las líneas trazadas sobre la piedra sólo señalan los brazos, las extremidades inferiores con espacios diferentes entre ambas partes, a lo mejor señalan la edad más madura de unos que de otros. Fray Pedro de Aguado afirma: Los naturales que vivían cerca del pueblo de las Auyamas iban desnudos. En cambio, los estudios que hacen referencia a la etapa prehistórica en los libros, sobre los aborígenes, hacen referencia a que, los que vivían en zonas calientes o en centro del país, la indumentaria, el guayuko; pero no se ha hecho referencia del habitantes de las zona frías, montañosas, los Andes Venezolanos que por las inclemencias de los lugares, seguramente deberían estar mejor protegidos en sus cuerpos al salir a trabajar o hacer grandes recorridos para llegar a los ríos y quebradas para la pesca. Es posible que se cubrieran el cuerpo desde la cintura hasta la rodilla amarrada la indumentaria con una cabuya de fique o utilizarían grandes mantas de fique o de hilo llamadas salamayetas y algún adorno en la cabeza que les servía de protección del sol. (José Antonio Pulido. Los babukenos. La vestimenta. Págs. 48-50). Debemos leer el mensaje de las piedras, único lugar donde escribieron nuestros antepasados, para dejar Táchira Histórica - 47 constancia de su presencia y seguramente de sus creencias, señalando de algún modo sus costumbres y misterios, porque la vida familiar y coloquial la dejaron bajo tierra, con la multitud de utensilios domésticos como el hacha, el pilón, la piedra de moler, la rueda para mover molinos, los platos, ollas, cafeteras, ídolos, o muñecos de barros, algunas piedras largas que utilizaban para su trabajo y tumbas familiares. De este trajinar de nuestros antepasados la antropóloga Reina Durán y su equipo de investigación realizaron excavaciones en la aldea El Fical, quedando registrada en el municipio Andrés Bello del estado Táchira, la memoria prehispánica. Sin llegar a ser un intérprete de la “Piedra de las Ánimas” o de los indios y de ninguna otra que exista en cualquier lugar de América, me atrevo a darle significado a su simbolismo, que a mi manera de entender es el siguiente: 1. La primera escena La vida del hombre trasciende hacia el más allá con todo el simbolismo que puedan ofrecer los dibujos labrados sobre una piedra. La vida cuotidiana se desenvuelve de manera natural en los oficios domésticos, pero el hombre se siente atraído por el infinito y de alguna manera desea conectarse con el más allá. Han sido muchas las maneras de hacerlo en los diferentes grupos humanos conocidos ofreciendo los frutos de la tierra a las aguas como lo hacían los Babukenos, adorando animales como el sapo en las montañas, los indígenas ofreciendo sacrificios de animales al Sol y la Luna. Pareciera que los antepasados que estudiamos en la “Piedra de las Ánimas”, el día del cambio de la menguante a la creciente (las dos figuras de la luna) ofrecían un niño en sacrificio (el niño acostado y recogido), al Sol (la figura del Sol) por manos de los hombres y mujeres de la tribu (el rostro de un hombre) como tributo a ese mundo sideral (la línea curva que se extiende hacia arriba) cuyo más prominente personaje es el sol. Y el piache o sacerdote muy cerca de la tierra cerca de los antepasados para leer continuamente sus recomendaciones para la conservación de las costumbres y tradiciones ancestrales. Táchira Histórica - 48 2. La segunda escena que domina parte de la piedra Quizá me atreva a dilucidar el misterio teniendo como centro la familia o grupo humano que reunido necesita hacer sobresalir la potestad de un jefe que reúne en torno a sí a su familia o grupo de familias comandados por un Cacique, influenciado por los principios cristianos universales sobre familia, célula fundamental de la sociedad, afirmo que es una escena familiar muy peculiar donde aparece claramente. 1. El papel del paterfamilias, quien dirige la familia o en una tribu, el Cacique, que ostenta el poder y la gracia de dirigir el grupo social o familiar. Adornado de su pendón de mando y una pequeña aureola que le da prestancia y colorido respecto del grupo, ocupando la parte superior y sobresaliendo de manera extraordinaria sobre el grupo presentado en la piedra. 2. Un espíritu alado presentado en pocas líneas, con su cabeza reposando en el hombro izquierdo, señalando que tiene poder pero del cielo no de la tierra; que trae el consenso y la unión de la pareja o jefes de familia o clan y domina toda la escena, a pesar de que su presentación es muy sencilla y simple, pero majestuosa igual que la del Cacique adornado de una aureola doble, que vienen a ser las dos figuras últimas de la primara escena que termina en la espiral, ocupando el centro de la escena. 3. Al lado izquierdo, la mujer del Cacique o madre de familia al mismo nivel de altura, presentándose más humilde y en señales de gravidez por lo abultado de su vientre y sin aureolas por carecer de poder 4. Las figuras de otros seres o personajes de diferente tamaño, que están a los pies de los jefes de familia o del clan, los hijos. La familia como célula fundamental de la sociedad se encuentra muy arraigada en la zona de los Andes Venezolanos. ¿Acaso, “la Piedra de las Ánimas”, no querrá señalar este evento muy tomado en cuenta entre nosotros, haciendo sobresalir el sentido de autoridad que necesita, todo conglomerado humano para progresar y ser tomado en cuenta en el concierto de toda sociedad o nación? En la familia es necesario la presencia del padre, que acompañado de su esposa velan por la prole, para protegerlos, acompañarles, alimentarlos mientras puedan desempeñarse solos, es el acompañamiento natural de toda creatura al salir del vientre materno. Reina Durán afirma que en el caserío Salomón existían tribus que ya hemos señalado y en El Fical en terrenos de don Luis Pernía, en el año 1990 se encontraron muestras útiles para el museo, fragmentos de cerámica, muy parecidos a los utilizados por los indígenas de La Española, no encontrándose piezas completas, a lo más la mitad de una jarra con asas, platos, y tazas. Lo encontrado data del tiempo de los españoles del año 1860 encontrándose, además, monedas, ladrillos, tejas, objetos de bronce y cobre como cartuchos y arandelas. Táchira Histórica - 49 El género humano aparece según los estudiosos por primera vez en África, hace 45.000 años; la migración llega a Europa y Asia y a otras regiones del mundo. Hace 25.000 años los migrantes de África llegan a América, cultivando la tierra y desarrollando una cultura sedentaria, el conocimiento y otros artes oficios (Revista Medellín. Ob. Cit. Exigencias de las raíces culturales de América y el Caribe. Hna. María Suyapa Cacho Álvarez, H.D. L.C. Pág.67). Según las hipótesis poblacionales planteadas por la antropóloga Reina Durán, el poblamiento originario de las tierras del municipio Lobatera se pueden aproximar entre el 5000 años Antes de Cristo a 1000 después de Cristo, período llamado Mesoindio y Neo-Indio de filiación andina protochibcha. La última oleada correspondió a grupos humanos de filiación lacustre (Arawak o Caribe) provenientes del sur del Lago de Maracaibo que se asentaron en las depresiones, valles, mesetas y tierra bajas fluviales del municipio Lobatera (Revista Táchira Histórica. Artículo Citado. 2. Estación rupestre de la Piedra del Indio. Lobatera- Estado Táchira. Pág. 32). Sin ánimo de polemizar considero que la vía más viable para que llegaran nuestros antepasados a las tierras altas comprendidas entre el Valle de las Auyamas vía El Zumbador, pudo haber sido el seguido por los primeros conquistadores; subiendo el cauce del río Apure, llegando al Uribante y siguiendo el cauce del río Tormes, camino que fuera abierto posteriormente de manera definitiva por las tribus Zimaracas. Para terminar, copiamos lo expuesto por Juan Pernía: En el caserío El Rosario, aldea San Isidro del municipio Andrés Bello está “La Piedra de las Ánimas”, monumento arqueológico más antiguo que se conozca del Municipio. El petroglifo fue escrito por los primeros pobladores en estas tierras durante el período prehispánico por los primeros pobladores entre los años 20.000 a 30.000, antes del descubrimiento de América, aborígenes que se diluyeron en el proceso de mestizaje. De su existencia hay varios trabajos de la antropóloga Reina Durán en un libro de su autoría y quien fuera por muchos años directora del Museo del Táchira en San Cristóbal. Es a mediados del siglo XVIII que se inicia el poblamiento de esta región del Táchira (Página en facebook de Carlos Buitrago del 26 de julio de 2018 en comentarios realizados por Juan Pernía). Táchira Histórica - 50 REGISTRO DE LA ESTACIÓN RUPESTRE PIEDRA DE LAS ÁNIMAS – MUNICIPIO ANDRÉS BELLO Juan Delgado / Yodana Velazco Diplomado en investigación y Conservación Preventiva del Arte Rupestre La escasez de registros gráficos generales, completos y confiables que puedan dar cuenta o aproximarse a describir los sitios rupestres en su extensa complejidad formal da pie a la siguiente elaboración del registro técnico. El cual busca concientizar a la población principalmente a los habitantes de la aldea San Isidro del municipio Andrés Bello y a todo grupo de investigadores, aportando datos que faciliten el registro, interpretación y conservación de la estación rupestre “Piedra de las Ánimas”. Los petroglifos insertos en las comunidades relatan una memoria conservada en piedra destinada a ser un elemento que cobra vida propia en el imaginario de nuestros pueblos y se rehúsa a desaparecer para decirnos la importancia de nuestro antepasado aborigen, son un medio de comunicación, en que se plasmaron símbolos y signos que expresan el reflejo de ideas, percepciones y una secuencia narrativa. La presencia de estos grabados en piedra implica, ¿cómo involucraba en épocas pasadas, las señales para ser reconocidas por miembros de otras comunidades con funciones variadas? “Han sido utilizados como demarcadores territoriales, indicadores de cementerios, calendarios leídos según subidas o bajadas de agua de los ríos, guías para las grupos migrantes e indicadores de las mejores zonas de cacería en los pases de montaña, sitios ceremoniales y registro de constelaciones”. 1. Ubicación Geográfica. La estación rupestre “Piedra de las ánimas” se encuentra en el municipio Andrés Bello, es uno de los 29 Municipios que conforman el territorio del estado Táchira. Las coordenadas geográficas son: Latitud 7º 51`00 y Longitud 72º 11`00. Táchira Histórica - 51 Cuenta con una superficie de 98 Km.2, y los municipios colindantes con esta unidad territorial son: Cárdenas, Guásimos, Lobatera, José María Vargas, y Sucre. Su estructura política y administrativa está integrada por una parroquia única, cuya capital es Cordero, y seis aldeas (Las Guamas, Montecarmelo, Lourdes, El Guamal, Don Juan Pablo Roa y San Isidro). Su jerarquía política y económica, se sustenta en primer término en su proximidad a la ciudad de San Cristóbal (14 Km). Su capital Cordero se encuentra en una elevación respecto al nivel del mar de 1149 m.s.n.m, se ubica en una meseta aluvial a orillas del río Torbes, y presenta una temperatura media de entre 18 y 24 ºC. La Piedra de las Ánimas se ubica en la aldea San Isidro, parroquia María Auxiliadora. Topónimo: Los Ranchos. 2. Acceso a la Estación Rupestre. Para comenzar el trayecto que lleva al sitio arqueológico se parte de la población del municipio Andrés Bello con coordenadas Latitud 7º 51` y Longitud 72º 11. Se sigue la antigua trasandina vía páramo El Zumbador recorriendo aproximadamente 8 km, se encontrará con un desvió a mano izquierda el cual conduce a un tramo de 1 (km) para volver a girar a la Izquierda teniendo como punto de referencia el parque La Encantada, luego se transita otros 2 km para encontrar Ubicación desde Google Eart, señalando el desvió de la trasandina para hacer referencia de la Estación Rupestre Táchira Histórica - 52 la capilla de la comunidad, a 100 metros se encuentra el petroglifo. Descripción de la Estación Rupestre Toponimia: Los Ranchos. Nombre del Petroglifo: Piedra de las Ánimas. Coordenadas Geográficas: Latitud N: 7.54.34 // O: 72.09.89 Altitud: 1460 msnm. Suelo: Franco arenoso, Franco lino arenoso. Relieve: Montañoso valle montaña. Clima: 18c templado; Bosque húmedo montano. Hidrografía: En la aldea colinda con las quebrada Viravira, quebrada La Ranchera, quebrada La Pedregosa y quebrada La Cañetala. Vegetación: Autóctona, Bosques pelictus, altos de páramo, arboles tales como, Apamate, Sinare, Yagumo Helechos, Arboreo, Pino Laso, áreas intervenidas por potrero Gramires. 3. Registro del Petroglifo: La piedra se encuentra ubicada, en un terreno con una inclinación aproximada de 45 grados, en la altura con vista al valle, desde ahí se puede apreciar la gama de vegetación, relieves, y el caserío de Los Ranchos, la piedra posee como características metamórficas, formada aproximadamente en el periodo geológico terciario. 3.1 Nombre de la Roca Piedra de las Ánimas 3.2 Número de Perfiles Presenta 4 perfiles. 3.3 Número de perfiles trabajados Tres perfiles trabajados en el petroglifo, el perfil con vista al Norte, Sur y Oeste. Mapa de Relieve, haciendo referencia a las curvas de Nivel donde se encuentra ubicada la Estación Rupestre. Táchira Histórica - 53 3.4 Registro de Perfiles: 3.5 Registro de Perfiles trabajados Perfil 1, cara Norte Perfil 2, cara Sur Perfil 3, cara Oeste Perfil 4, cara Este Táchira Histórica - 54 51 mm 3.6 Plano Técnico de figuras trabajadas .39mm • • • • Técnica de Abrasión Bajo relieve 15m de Profundidad del surco 30mm grosor del Surco 4. Oralidad y memoria La Piedra de los Ranchos, mejor ubicada desde la oralidad como “Piedra de las Ánimas”, es considerada por los habitantes de la zona, como un obsequio de sus antepasados. A través de los tiempos ha variado su mito y leyenda, un desconocimiento significativo y descriptivo se sigue conservando como pieza de protección y presencia. Para la señora Floriana Permía (74 años), la piedra es “regalo de nuestros padres y abuelos, yo crecí aquí, y la piedra me acompaña siempre”; o para el señor Hermes Emilio (81 años) “esos lo dibujo nuestro creador, ahí nos acompañan las animas”. .36m Identidad y memoria: Los habitantes de este caserío perteneciente a la generación de los abuelos mayores, se identifican con la piedra, recuerdan los cuentos de sus abuelos y uno de ellos nos relata la presencia de indígenas descritos por sus abuelos (Anatolia Escalante, 82 años). • • • • .32mm Técnica de Abrasión Bajo relieve 12 mm de Profundidad del surco 28mm grosor del Surco Imaginario: Para los habitantes de la zona, la piedra es sinónimo de presencia y protección de sus antepasados (de las ánimas), unos los describen como hechos de los indígenas y otros lo relacionan como obra de un Ser Supremo, no la identifican como objeto de sustos ni encantos. 79 mm 5. Visión Arqueológica Etnológica .38mm • • • • Técnica de Abrasión Bajo relieve 21mm de Profundidad del surco 38mm grosor del Surco Anteriormente a unos 6 kilómetros cerca del valle, se realizó una excavación arqueológica, en El Fical por la antropóloga Reina Duran donde describe la cerámica “por su forma, color y textura, con algunas vasijas que hemos observado en La Grita y Michelena, todas correspondientes a la época indio-hispana. En su mayoría utilitarias, material utilizado tosco y grueso, donde también se observaron cerámica española. Esto en la antigua hacienda donde se procesaba Trigo”. También adjunta “propiedad del señor Alirio Duque en 1962”. Táchira Histórica - 55 Otro antecedente que se tiene constancia de un trabajo fotográfico realizado por el doctor Juan Pernía, egresado de la UCV y el Pedagógico de Caracas. 6. Visión Etnográfica De acuerdo a las visitas realizadas en la comunidad de San Isidro, encontramos que a una distancia aproximada de 2 kilómetros se encuentra una piedra sagrada, donde los habitantes relatan una extensa versión de sus abuelos y la piedra “La Bramona” que causa cantos y sonidos en temporadas especificas del año. También encontramos que, en las adyacencias de Los Ranchos, se encuentran las aldeas Tamuco y Silgara, donde también hemos recopilado relatos orales de descendientes indígenas. 7 Referencias bibliográficas - Villamizar Molina. J. J (1981). Cordero, su historia”. San Cristóbal Venezuela. - Durán, R. (1998). Prehistoria del Táchira. Museo del Táchira, San Cristóbal. - Jaimes, A. Salamanca, M. & Suescún, F. (2011). Estación Rupestre Plan de Vegones. Municipio Ayacucho. Estado Táchira. Obtenido en: rupestreweb - Morón, C. (2009). Retratos rupestres de Jeannine Sujo Volsky y Omar Ydler. Obtenido en: Rupestreweb - Boletín antropológico. N°50, septiembre – diciembre, 2000. Universidad de Los Andes, Mérida. Táchira Histórica - 56 Laguna periglaciar en el páramo del Batallón. Sixor/Wikipedia (2020). Reproducción con fines didácticos. EL TACHIRA: UNA GEOGRAFIA DE GIGANTES, DINAMICA Y CATASTROFICA, FORJADA A FUEGO Samir Sánchez 472± millones de años se han requerido para que el Táchira definiera su actual topografía... Una geo diversidad que ha condicionado nuestro carácter, historia, cultura y paisajes. Una visión desde nuestro mundo y nuestro momento. EN EL TECHO DEL TÁCHIRA ¿Sabías que nuestra montaña más alta y emblemática está formada por la roca base o raíz que, en las profundidades de la corteza terrestre, sustenta todos los continentes? Una nueva capacidad de observación y una nueva mirada al paisaje nos introducirán en la lectura de los tiempos más profundos y de la épica historia geomorfológica más lejana de nuestro paisaje, y las mismas nos conduce hacia esa roca conocida -hasta los momentos- como la más antigua del Táchira. Sus rasgos petrológicos, por igual, permiten reinterpretar el paisaje construyendo un relato de nuestra tierra y de su patrimonio geológico; poniendo orden y sentido a ese paisaje, el cual, desde su geo diversidad, forma parte del patrimonio Táchira Histórica - 57 mundial de la humanidad por acuerdo de la Conferencia General de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en reunión celebrada en París el 21 de noviembre de 1972, al especificar en su artículo 2º que se considerará como patrimonio natural: “las formaciones geológicas y fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el hábitat de especies, animal y vegetal, amenazadas, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético o científico”. De allí que el espacio geológico y natural a estudiar, se encuentre dentro de los límites del Parque Nacional “General Juan Pablo Peñaloza” (por decreto ejecutivo de fecha 18 de enero de 1989, publicado en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela Nº 34.148, de fecha 31 de enero de 1989). En otras palabras, permite conocer más, y mejor, el extraordinario paisaje y lugar donde vivimos. Un todo cognitivo que se intenta hacer desde los esenciales y clásicos elementos aristotélicos: preguntarse o cuestionar el ¿qué? y el ¿por qué? de las cosas, recorriendo el camino que se inicia en la percepción y finaliza en la ciencia. Su objetivo es obtener un local y global entendimiento del mundo y de la ciencia en general, así como de sus conexiones, desde la admiración, en un mundo actual que permanece de espaldas a la naturaleza, imbuido en un congestionado urbanismo y sobrecargado de tecnologías, en especial de comunicación, que impiden levantar la mirada hacia nuestro entorno natural. Por ello, es imperante retornar a esa admiración contemplativa que nos permite valorar las cosas de la naturaleza. Para el caso de nuestras montañas tachirenses esa admiración tiene una especie de valor agregado: su recorrido nos lleva a conocer todos los períodos formativos de la Tierra, desde el precámbrico hasta el cuaternario. Un todo que nos hará alcanzar la admiración contemplativa del espíritu por la belleza natural. Algo ya descrito por el filósofo, montañista y botánico Conrad Gessner (1516-1565), al referirse a la “Admirabilis pulchritudo” que encontró en las alturas suizas. Impresiones que quedaron en un escrito conocido como “Carta a Jacob Vogel sobre la admiración de las montañas” (de 1541). UNA ARQUITECTURA GEOLÓGICA TACHIRENSE Desde la anterior base teóricoprocedimental, especie de prima facie, iniciamos la descripción, desde la geología histórica, del pico El Púlpito y su entorno o paisaje natural visto como el imponente tolmo granítico o arista glacial que contiene la mayor altura de montaña del estado Táchira, a 3.912 m (12,835 ft). [Ante la diversidad de medidas de altitud para el pico El Púlpito encontradas en medios impresos y redes sociales, y no encontrarse una oficial, para el presente trabajo se ha adoptado la especificada por Vila, Marco Aurelio. Geografía del Táchira, Tipografía Vargas, Caracas, 1957, p. 187. Permanece como asignatura pendiente por parte de organismos oficiales del estado Táchira, la medición o cálculo de la altura más aproximada o real del pico por la red de referencia o triangulación satelital conocida comúnmente como GPS]. Asimismo, es de destacar que El Púlpito representa un poco menos de las 2/4 partes del monte Everest, la mayor altura de montaña sobre la superficie seca del planeta [8.848 m / 29,031.69 ft]. El Púlpito forma parte de una mole conformada por antiguas rocas graníticas que originan el conjunto topográfico de cimas, lagunas glaciares y picos del páramo del Batallón, en el corredor tectónico de la falla de Boconó, región biogeográfica de la alta montaña tachirense, en las proximidades de la ciudad de La Grita, y en el macro-contexto geológico de la placa norte de los Andes de América del Sur. Táchira Histórica - 58 Imagen satelital en 3D y orientación general O (plano inmediato), E (plano alejado) de las cumbres más altas del páramo El Batallón y la ubicación de la arista denominada pico El Púlpito (figura geométrica roja), a 3.912 m [12,835 ft]. Asimismo, se puede observar el circo geológico glacial, sus aristas y en el fondo la laguna de altura conocida como Hoyada Grande, uno de los orígenes o nacientes del río del Páramo, que desemboca en el río Grita. Todos son vestigios de la última época de glaciación del planeta, hace 16.000 años antes de nuestra era. Ubicación: Municipio Jáuregui del Estado Táchira (Foto: Google Earth, 2020, reproducción con fines didácticos). Oculta bajo la superficie de la Tierra (3.400 Ma – 500 Ma). Hasta la presente fecha, el tiempo geológico de algunas muestras de estas rocas fueron fechadas por primera vez en 1977 (por análisis radiométrico o grado de variación de la relación de isótopos Rb-Sr o datación absoluta rubidio-estroncio), a partir de minerales presentes en la superficie erosionada de las rocas. Al ser del tipo plutónico, resultaron formadas por gneises graníticos que, en el caso del pico El Púlpito, están bandeados con filones o afloramientos granulosos gruesos, blancos (silicatos) y grises (granos máficos, esto es, con abundancia de hierro y magnesio). Cuando se hace referencia a que los granos son grandes, es porque están conformados por cristales minerales de gran tamaño, por cuanto el hecho de haberse enfriado lentamente el magma, perdiendo calor de 1400° a 750° grados aproximadamente, a una profundidad de 7 a 8 kilómetros en la corteza continental, permitió la formación de cristales con un mayor tamaño, terminando o convirtiéndose ese magma solidificado en un batolito. Como parte de la historia de la Tierra, para estas rocas, la datación geo cronológica [edad isócrona] hecha en 1977, les da una datación de 440± Ma [del latín Mega annus, millones de años]. Al respecto, es importante acotar que la datación de protolitos por rubidioestroncio no resulta tan precisa como otras, por lo cual se establece un margen de error, para esta fecha, entre 30± y 50± Ma. Otro estudio realizado en 2015 a muestras tomadas en las inmediaciones de La Grita, a 2.240 m de altitud, y a través del método zircón U–Pb, precisa su edad en 471.8 ±4.0 Ma. Este dato representa el momento de la metamorfosis por enfriamiento lento y formación de cristales (en el caso de la muestra estudiada de zircón), equilibrados, de ese cuerpo magmático granítico intrusivo (principalmente diorítico), dentro de un encajonamiento emergente que se formó entre las rocas duras de la litosfera o corteza rígida protocontinental. Con su posterior solidificación, pasaron a formar parte de la corteza como una nueva roca basal. Por ello, resulta en una muestra del denominado “Táchira silíceo”. Táchira Histórica - 59 Pico El Púlpito (gneis granítico metamórfico bandeado, a 3.912 m [12,835 ft]), máxima altura orográfica del Estado Táchira. Una de las primeras descripciones escritas del páramo del Batallón data del siglo XVI cuando los conquistadores españoles al pasar por el valle de La Grita [Humogría o Caricuena en el lenguaje de sus aborígenes moradores] escribieron en sus crónicas al rey de España, Felipe II, que “se encontraron con montañas que parecen alcanzar los cielos” (Foto: Yosel Molina, 2011). Y surge luego otra pregunta, ¿por qué hay granito en las cumbres de los altos páramos tachirenses, si es una roca basal, de las profundidades de la Tierra? Para responder la misma, se parte del origen de los gneises del páramo del Batallón, los cuales se formaron o cristalizaron lentamente, en cámaras magmáticas que no alcanzaron la superficie, quedando atrapadas en la corteza terrestre. El granito abundante en sílice surgió hace 3.400 Ma, a profundidades y presiones extremas (medidas estas últimas en miles de millones de pascales) donde los minerales reorganizaron sus estructuras cristalinas. Emergió entre 2.400 Ma y 1.200 Ma, en forma solidificada o litificada, por todo el planeta, como producto del choque o encuentro del agua del océano con la lava basáltica que provenía del magma y que ascendía y emergía por la actividad volcánica submarina cuando alcanzaba un punto crítico de filtrado, a través de fracturas, en la corteza oceánica rígida. Fracturas creadas por los primeros desplazamientos de las placas tectónicas. De esta forma, el magma granítico se convirtió en batolito o roca que, a su vez, conformó la base (de allí el origen del término geológico: “roca basal”) y luego, por diastrofismos, la primera superficie o corteza protocontinental emergida del planeta. Desde el enfoque de la teoría de tectónica de placas, por convección térmica a fines del Precámbrico e inicios del Paleozoico, específicamente en el período Cambriano-Siluriano, en su último y más reciente proceso metamórfico, los granitos que estructuran el núcleo y la base de todas las montañas del páramo del Batallón, luego de intrusionar como magma en las fracturas Táchira Histórica - 60 de la corteza rígida, pasaron por un lento enfriamiento y sometimiento a intensas fuerzas o altas presiones entre dos componentes rígidos y en una única dirección. Estas presiones eran producidas por el empuje ascendente del magma de la astenosfera (primer componente) contra la presión descendente de la litosfera o corteza continental y toda su sedimentación marina (segundo componente). Bajo estas presiones, los cristales minerales graníticosfraccionadosseordenaron -por un proceso de afinidad grupal mineralógicade forma perpendicular a dichas fuerzas, en planos de aplastamiento debido al peso que sobre ellos ejercía el continente o masa continental. Este fenómeno, por haber resultado muy lento, dio origen al definido color gris y blanco de las bandas de la roca, al permitir la acentuada separación de esos minerales, en forma solidificada o batolitos. Primitivas montañas y mares en las desérticas costas occidentales de Pangea (500 Ma – 200 Ma) Ya solidificados como cratones o manto base sustentador de la primigenia corteza continental tachirense, esto es, como roca sólida por encima del último manto de dicha corteza, el basal, a fines del período devoniano y en el carbonífero, hace 335± Ma. Las tierras de un supercontinente denominado Pannotia se divide en dos fragmentos: Gondwana al sur y ProtoLaurasia, y por ello comenzaron de forma paulatina o violenta -por choque de placas tectónicas en orogénesis y arcos volcánicosa elevarse hasta sobresalir, como un archipiélago, sobre la superficie de las aguas de un mar prehistórico. Acción debida, con probabilidad, a los movimientos tectónicos que dieron origen al macro bloque continental denominado Gondwana, en cuyo extremo noroccidental surgió el primer territorio tachirense, aquí estudiado. Esa primera elevación se dio desde las profundidades de un océano primitivo que comenzaba a cerrarse. El denominado por los geólogos teóricos y paleógrafos: océano Reano (Rheic Ocean), rift que separaba los hipotéticos subcontinentes de Gondwana y Laurasia o Laurrusia y uno de los más importantes del Paleozoico. Su nombre deriva de la titánide Rea, de la mitología griega. Panorama escarpado del pico El Púlpito (Páramo del Batallón, Estado Táchira) y sus alrededores. Se evidencia el plegamiento o deformación por compresión, dirección de la foliación verticalizada o diaclasas y crestones o agujas (picos) próximos a la vertical, del manto granítico de la corteza terrestre, producto de las fuerzas tectónicas y la alta meteorización de su superficie, por ser la misma de grano grueso (Foto: Mauricio Chacón, Google Maps 2019 [Reproducción con fines didácticos]). La última y actual elevación (200 Ma - 38 Ma) En este mismo orden, estudios especializados han propuesto que los gneises tachirenses presentan similitudes con otros complejos geológicos como el denominado Oaxaquia o el basamento de la península de Yucatán, ambos en México, lo cual se ha tomado como referente de esa antigua unión continental. Al respecto, es de resaltar que, en todas las hipótesis planteadas por los especialistas, a la fecha, para una futura unión de tierras en un único supercontinente, predicen que el actual territorio tachirense siempre impactaría y se uniría con el bloque tectónico de Norte América. Táchira Histórica - 61 Así, las fuerzas internas del planeta empujaron los gneises graníticos tachirenses, ya solidificados, en una ascensión dinámica -a casi cuatro kilómetros sobre la superficie continental- abriéndose camino entre todos los sedimentos acumulados durante millones de años en el fondo del océano, los cuales se deformaron y fueron levantados por la roca granítica en su ascenso hasta emerger de las aguas, formando un paleo-paisaje muy distinto al del presente. Panorámica de la ciudad del Espíritu Santo de La Grita (Municipio Jáuregui, Estado Táchira) y su paisaje circundante. Fundada a inicios de abril de 1576 por el capitán extremeño Francisco de Cáceres con el nombre de Ciudad del Espíritu Santo, fue emplazada en el valle o meseta de aluvión andina denominado por los conquistadores, en 1558, valle de La Grita, y conocido el lugar por los aborígenes o sus pobladores originarios como tierra de Humogría o Caricuena. De esta forma, la ciudad se convirtió en cabeza de una extensa gobernación y ciudad sede de su capitán general, entre 1576 y 1608. En un segundo plano, el entorno de montañas graníticas del páramo del Batallón. Sus cumbres, de aristas casi redondeadas por la erosión de millones de años, son los silentes testigos de su ingente pasado. La roca granítica de los páramos, por su resistencia, fue tallada y utilizada por los antiguos pobladores de la ciudad y de las aldeas para elaborar artísticas mazas o ruedas de piedra para moler en los trapiches de caña de azúcar (Foto: Ing. Juan Alberto Sánchez García, 2020). Maza de piedra o rueda de molino (Imagen) empleada en los antiguos trapiches de caña de azúcar movidos por tracción animal. La técnica que empleaban los pedreros de la época era marcar o puntear sobre la roca desprendida [de río] o sobre la pared de roca granítica de la montaña un patrón circular a martillo y puntero o cincel e ir devastándolo y profundizándolo hasta crear un canal. Una vez obtenido el grosor requerido, en la sección o cara inferior se le hacían muescas a la roca por donde se introducían, a modo de palancas, cuñas de madera o metal para ir levantando y separando el bloque o la rueda resultante. Cuando la roca resultaba muy resistente, se le prendía fuego y luego se le echaba agua inmediatamente para luego fracturarla con golpes secos. Esto tenía el inconveniente de dañar toda la pieza si el pedrero era un aprendiz descuidado en su trabajo. La principal virtud de un artesano de la piedra era la paciencia y el cuidado en lo que hacía. Luego, se agujereaba su centro, por lo general en forma rectangular, para colocar allí la viga de madera que serviría de eje de rotación de las ruedas. Finalizado el anterior proceso, con una yunta de bueyes la piedra de molino era trasladada desde el río o la montaña al lugar de trabajo o casa del pedrero donde la roca era alisada o pulida con agua y arena para su acabado final. Así, esta laboriosa obra se hacía en un minucioso y lento tallado a mano de la roca de granito fresco o no erosionado [por ser de mayor dureza] u otra piedra de igual dureza. Táchira Histórica - 62 Un similar procedimiento se cumplía para obtener ruedas de molino de trigo, por lo general más pequeñas. La maza que se aprecia en la imagen se hizo en la aldea Venegará (La Grita, en 1887) y fue adquirida en 1895, junto a otras dos, para el trapiche de los Sandoval, en la aldea La Molina (Municipio Lobatera), el cual funcionó hasta 1992 (Foto: Samir A. Sánchez, El Remanso de Santiago, San Cristóbal, 2008 [Documento privado de pago y transporte a Lobatera de tres piedras de moler ya usadas, acordado en 100 pesos o 400 bolívares entre Bruno Inocencio Méndez y Macario Sandoval Mora. Archivo de la familia Sandoval Zambrano, Lobatera, 21 de febrero de 1895]). Pero, las borrascosas cumbres del paisaje natural geológico del páramo del Batallón que observamos hoy al este de La Grita, de picos y relieves casi redondeados, que adquirieron su actual altura con el más reciente choque de placas tectónicas que se inició hace 38 Ma [en el Eoceno], sólo son una especie de punta de iceberg altamente meteorizada, por cuanto en las máximas alturas del páramo, la erosión, principalmente de tipo mecánico por procesos de crioclastia, ha desgastado, fracturado (diaclasas verticales) y exfoliado del granito (en rocas grandes o depósitos de lehms por efectos de la gravedad) creando abundantes superficies de rocas fracturadas y arenas graníticas (superficies de lehms) que se han acumulado al pie de las cumbres por la gravedad. Las mismas reiniciarán, como sedimentos, el ciclo formativo de las rocas [este fenómeno se puede observar detalladamente hacia el flanco oriental del pico, el de mayor pendiente]. Bajo esa superficie terrestre visible, esas montañas tienen una profundidad o raíces de aproximadamente 48 kilómetros. En resumen, su crisolado como basamento continental fue el resultado de las fuerzas orogénicas titánicas y catastróficas desatadas a finales del Cámbrico e inicios del Paleozoico, por la violenta y reiterada compresión, colisión, agrupación y desagrupación de placas tectónicas continentales [norteamericana y suramericana, en el caso tachirense] o lo que se conoce en geología como teoría del ciclo supercontinental o ciclo de Wilson, específicamente cuando esa parte del subsuelo se encontraba en las costas orientales del continente de Pannotia, hace 600 Ma. En una de estas agrupaciones o uniones, donde los contenientes se mueven y los paisajes cambian, dio origen a una nueva masa continental única, Pangea, hace 335 Ma. A lo largo de esos millones de años, por compresión de la corteza terrestre, estas especies de "choques de trenes continentales" con dirección de fuerzas de compresión en sentido cardinal NO-SE fracturaron, desplazaron hundieron y/o elevaron diversos pilares tectónicos submarinos, exponiendo de esta forma, sobre las aguas de un mar ordovícico, con una incipiente orientación cardinal de estructuras tectónicas NE-SO, a unos primigenios Andes o Andes tachirenses a los cuales la fuerza de la erosión -o el poder erosivo del agua y/o la gelifracción- fue disminuyendo su altura, al disolver la roca sólida perfilando sus contornos. Estas marcadas señales de erosión, al compararse con las presentes en otros páramos de la cordillera andina venezolana, ya es una evidencia que devela la antigüedad de estas tierras emergidas. Se parte siempre de este acontecimiento hito por cuanto facilita a los estudiantes estudiar, como se explicó al inicio, las rocas de nuestra tierra. En lo didáctico, esto es poder contextualizar, ubicarse y dimensionar o parametrizar, en la escala de tiempo, como primer referente, cualquier descripción o análisis de otras muestras geológicas de diferentes regiones tachirenses. Por igual, estimado lector, al llegar aquí y luego que examines, cuestiones y te interrogues sobre todo lo expuesto, comenzarás a mirar y admirar, de una nueva manera, el paisaje del páramo del Batallón y todos los paisajes naturales tachirenses. Táchira Histórica - 63 El paisaje sagrado de Hoyada Grande El valor patrimonial natural y geológico del paisaje que rodea al pico El Púlpito junto a la laguna de Hoyada Grande -y a todas las lagunas de origen glacial de los páramos de Batallón y La Cimarronera- se incrementa a su vez con el valor patrimonial cultural que comprende. El mismo, en épocas pretéritas, fue entendido como un espacio propiedad de las divinidades o de su culto por los pueblos originarios tachirenses sí como para observar las estrellas y planetas e identificar los momentos de lluvias, de siembra y de sequía. Pudiéndose afirmar que la primera ciencia que practicaron los primeros tachirenses, fue la astronomía. De esta forma, desde la antropología cultural y las tradiciones orales colectivas de los habitantes de las aldeas más inmediatas, las lagunas glaciares tenían un sentido mítico y sagrado para los aborígenes tachirenses prehispánicos. Esto es, la geografía del entorno de las lagunas, y las lagunas propiamente, les eran sagrados por considerarlos paisajes vivos, donde los espíritus y la tierra eran uno sólo. Si se molestaban o atacaban con piedra las aguas de las lagunas, consideradas el lecho donde el cielo se unía con la tierra durante la noche, los dioses y espíritus de la montaña que allí habitaban, en sus páramos y cumbres, acudirían en su ayuda, desatando fenómenos naturales y mágicos de improviso como tempestades, borrascas, mantos de niebla y ruidos extraños que las ocultarían a los ojos del intruso que infringiera las leyes y el orden de esos espacios, castigando al profanador con severidad. Para una mejor comprensión de lo anterior, recurrimos directamente al testimonio del primer geógrafo del Táchira, el franciscano y cronista mayor de las Indias, Fray Pedro de Aguado (Valdemoro de Madrid, 1513 – Santafé de Bogotá, c. 1582), quien en 1569, al describir las costumbres de los pueblos originarios del valle de Santiago, lugar de emplazamiento de la actual ciudad de San Cristóbal, y de otros de la cordillera andina tachirense, en un lenguaje que fue propio del choque cultural entre lo conocido y desconocido; desde su óptica y visión cultural propia o europea del momento y con términos en un castellano del siglo XVI, intentó interpretar y dejar por escrito lo que hacían nuestros ancestros en las lagunas: “Los mohanes o faurautes [sabios ancianos de las aldeas] (...) para dar a entender que consiguen y alcanzan enteramente del demonio lo que los otros indios les ruegan, se van a los montes y arcabucos y a partes lagunosas y cenagosas, y allí invocan al demonio en su lenguaje y dan muchos golpes con varas en los árboles y en el suelo y en las aguas de las lagunas, dando a entender que por aquellos medios alcanzan lo que piden, que la más de las veces suelen ser aguas para las sementeras y espéranlo a hacer en sazón que ven el tiempo revuelto y turbio y propinquo para llover, y como luego después de haber hecho estas sus supersticiosas ceremonias acierta el tiempo a hacer su natural curso y a llover, dicen estos mohanes a los demás indios que mediante su buena diligencia y aun su querer ha llovido, y los indios créenselo muy de plano, y así no les falta más de adorarles por dioses” (Aguado, Fray Pedro de. Recopilación Historial de Venezuela. Nº 63, Tomo II, Caracas, 1963, p. 463). Por todo lo anterior, es de recalcar que la visita que hagan a estos lugares y parajes patrimoniales, senderistas, andinistas, escaladores, espeleólogos y geólogos o cualquier persona debe ser con responsabilidad y respeto por ese paisaje y por lo que significó a nuestros ancestros, evitando cualquier alteración o impacto ambiental negativo. DESCRIPCIÓN DE TRES ROCAS SEDIMENTARIAS DE LA FORMACIÓN LA QUINTA En el presente estudio y trabajo de campo realizado para recolección de datos geológicos, con estudiantes de Ciencias de la Tierra [Universidad Católica del Táchira], estos datos son procesados como evidencia Táchira Histórica - 64 empírica [por observación] y en forma descriptiva, por medio de tres muestras de rocas rojas [Fe2O3·nH2O] de tipo arenisca porque los clastos que las conforman provenientes de una roca basáltica altamente erosionada- tienen el tamaño de diminutos granos de arena, insolubles, convertidos luego en rocas sedimentarias de la formación geológica denominada “La Quinta”, la más representativa del tiempo geológico tachirense, recolectadas en las cabeceras de la quebrada La Machirí, sector de cuesta de Barebare, en San Cristóbal. Las mismas se originaron en los tiempos de un nuevo ciclo geológico cuando las extensas penillanuras secas de Pangea comenzaron a agrietarse y separarse entre fines del Pérmico 260 Ma e inicios del Triásico 200 Ma, dando lugar a valles, depresiones o rifts donde comenzaron a acumularse sedimentos en grandes cantidades que provenían de abanicos aluviales producidos por la erosión de las cordilleras. Al mismo tiempo, muchas de estas depresiones comenzaron a cubrirse, en avances y retrocesos, con las aguas que darían origen al océano Atlántico. Cada una de las muestras de estudio tienen 204 Ma y datan de fines del Triásico inicios del Jurásico surgidas en depósitos de areniscas que se formaron en un ambiente sedimentario continental cuyas partículas sólidas provenían de una superficie muy árida y de rápida erosión, por carecer de una protección o capa vegetal fuerte. Tachiraptor admirabilis. Fuente: Deviantart.com Reproducción con fines didácticos. Fósiles del Táchira: El Tachiraptor admirabilis. Primer dinosaurio tachirense hallado Esta datación permitió por igual contextualizar, en el tiempo geológico de esta formación, el hallazgo (entre 1980 y 2011 por paleólogos estadounidenses, alemanes, brasileños y venezolanos, en el sitio de La Quinta) de fósiles provenientes de la época cuando los pequeños saurios, subespecie de reptiles, que darían origen a los grandes dinosaurios que poblaron el planeta, entre 243 y 231 Ma. En La Quinta se ubicó una nueva especie de terópodos bípedos: un pequeño dinosaurio carnívoro que perteneció al grupo de los averostra [dinosaurios con rostro similares a los de las aves] y recibió el nombre de "Tachiraptor admirabilis" que significa "Ladrón del Táchira" por la característica alimentaria propia de esta especie de primeros dinosaurios que comenzaron a aparecer luego que el planeta se recuperara de la gran extinción del Pérmico, ysemovieran por toda Gondwana. Se correspondían con pequeños carnívoros que actuaban en manada y robaban, con facilidad, las presas o partes de aquellas, que cazabanotros depredadores. Los fósiles de este dinosaurio son los más antiguos restos de organismos vivos, animales, hallados en el Táchira. Lamentablemente, fueron llevados a Caracas para su análisis y no han sido devueltos al Museo Antropológico del Táchira, permaneciendo como un elemento patrimonial disperso de su lugar de origen. Al igual que los mármoles del Partenón de Atenas, estos fósiles están fuera de su contexto natural y el patrimonio paleontológico tachirense permanece en una constante espera por su retorno. Táchira Histórica - 65 La datación absoluta o cálculo del tiempo geológico de esos depósitos sedimentarios continentales, identificados en lo geológico como "Formación La Quinta", fue realizada por los científicos siguiendo el método geo cronológico denominado U–Pb zircon52. Este permitecalcular – por degradación radiactiva - el tiempo transcurrido, en retrospectiva, desde el presente hasta el momento de la formación de un mineral cuyos átomos poseían una alta probabilidad de que escapen partículas de sus núcleos y de las fuerzas que lo mantiene unido. Por ello se les conoce como elementos inestables (isótopos radioactivos) de la Tabla Periódica. Uno de estos es el uranio [U], y fue el utilizado en este tema de estudio. Así, de la presencia de este elemento en un cristal de zirconio formado en magma y, a partir de una emisión de lava, haya sido expulsado y quedado oculto en la superficie terrestre o bajo el mar, se pudo determinar la fecha cuando se formó como cristal y dejó de estar expuesto a rayos cósmicos o al sol directamente, deteniéndose así el proceso de ionización natural al no recibir o absorber más radiación solar [de día] o cósmica [de noche] directa. Este método descrito es sólo uno entre varios para los procesos de datación geo cronológica. En el trabajo de campo o práctica, el método referido consistió en separar de los estratos de rocas sedimentaria para fechar o datar un mineral cristalizado conocido como silicato de circonio o zirconio, formado a temperaturas mayores a 900º y expulsado del interior de la Tierra en erupciones volcánicas. Por ser un compuesto raro o escaso, este no es fácil de hallar en una muestra pequeña; se requiere de una cantidad considerable kilos de muestra -la cual se tritura- para encontrar algún cristal de circón, si bien dicho proceso de separación se facilita por la alta densidad que presenta el mineral zirconio y que lo diferencia del resto de componentes. Al comenzar a desprender el elemento inestable, o fugarse de su núcleo, sus partículas radioactivaspor transmutaciones nucleares, sin ganar nuevas (por ionización solar o cósmica), el átomo de uranio 238 (U) inicia un proceso de desintegración espontánea o cadena de descomposición que dura miles y/o millones de años, decayendo y convirtiéndose en otro elemento, primero en torio (Th), luego en protactinio (Pa) y así sucesivamente en diez elementos más hasta estabilizarse, de forma definitiva, en plomo 206 (Pb). En términos comunes se conocen a estos nuevos elementos como "hijos radiogénicos del uranio". Calculando la cantidad de plomo presente en una muestra de estudio, a partir de la cadena de desintegración del uranio (U) original o con base en el que “haya sobrevivido”, se puede determinar la fecha o momento cuando se formó el cristal de zirconio, en el magma y cristalizó, y con ello la datación absoluta de las rocas que lo contienen. O, como explican los especialistas, la naturaleza radiactiva del uranio y sus índices de desintegración, cuantificables con precisión, permiten aplicar una reingeniería inversa del tiempo de existencia del material estudiado. Táchira Histórica - 66 ¿Cómo se datan fósiles y rocas? Las tierras rojas [Fe2O3·nH2O], arcillas y areniscas de la formación geológica La Quinta, de origen jurásico, son las más sobresalientes en el paisaje de la alta montaña tachirense. Se formaron como resultado de la acumulación de sedimentos insolubles de roca basáltica continental fuertemente erosionada. Imagen captada a 2.600 m en las cumbres orientales del páramo de Almorzadero, en las inmediaciones del páramo del Zumbador, caserío El Palmar (Municipio Vargas). Foto: cortesía de @tachiratrekking (2020). La Quinta] o de provincias ígnicas similares, de fines del Triásico e inicios del Jurásico, como depósito de sedimentos continentales que, producto de una fuerte erosión, caían en un mar poco profundo, en un tiempo cuando ambas tierras formaban parte de una única masa o superficie continental (Foto: @geology.info, 2020. Lugar: confluencia del río Pequeño Colorado [izquierda] con el río Colorado [derecha]). El Gran Cañón del Colorado (EEUU) resulta el mejor libro de historia geológica al presentar la más clara visión sobre el origen y proceso evolutivo de la Tierra; es una carta crono estratigráfica tangible. Con una profundidad de casi 2.000 m y un ancho de 29 km, la erosión ha dejado al descubierto estratos horizontales o superposición de sedimentos que no fueron alterados o fracturados por compresiones laterales que dan origen a las montañas. Estos estratos se formaron a partir de cienos en mares prehistóricos de escasa profundidad y van desde los más antiguos: rocas metamórficas no sedimentarias o esquistos graníticos del Precámbrico [en el fondo del valle], pasando por la gran discontinuidad del Cámbrico [ausencia de rocas o sedimentos que, con probabilidad, se perdieron durante el proceso de una fractura tectónica continental] y las calizas del Mesozoico hasta los más recientes representados por sabanas de areniscas y arcillas del Cuaternario [en la cima de la meseta] y contienen información sobre el medio ambiente, estabilidad y catástrofes así como señales de vida de un período geológico determinado. En la sucesión de estratos del Gran Cañón, se pueden apreciar la franja de tierras rojas [Grupo Supai] que son, en composición y características, contemporáneas con las tierras rojas tachirenses [Formación Muestra A (Foto: Santiago Xavier Sánchez, 2020). Testimonios de nuestra historia geológica Una descripción de muestras: Muestra A (imagen superior). Fragmento de una roca sedimentaria, epiclástica, formada por la progresiva acumulación y presión de capa sobre capa, de la litificación de areniscas con óxido de hierro (el cual le da el característico color rojo a este tipo de roca), silicatos (cuarzos) o sales de sílice e incrustaciones de tobas color café. Areniscas que provenían de la fuerte erosión de tierras continentales sobre un mar poco Táchira Histórica - 67 profundo que ejerció escasa presión sobre las mismas, y de allí su actual fragilidad. Los especialistas estiman la profundidad de ese mar prehistórico en 1.000 m aproximadamente. En un hundimiento lento alejado de la costa que, en la medida que el fondo de ese mar descendía por el peso de esos mismos sedimentos, el nivel y profundidad del mar se mantenía -aproximadamente- en equilibrio constante, por recibir un lento proceso de deposición de materiales de la superficie continental. Esto es equilibrio entre hundimiento y depósitos o el denominado equilibrio isostático. De allí que siempre se formaran estas rocas en aguas poco profundas, pudiendo recibir el impacto de partículas o restos fósiles, entre otros. En la muestra en estudio, estas partículas se identifican con los piroclastos o polvo volcánico en forma de fragmentos porosos y de diferente tamaño (desde granos de ceniza hasta granos más grandes denominados lapilli y bombas volcánicas), provenientes de erupciones periódicas y explosivas de probables estratovolcanes y la posterior, pero lenta y progresiva caída del lapilli desde una primitiva atmósfera o estratosfera sobre los sedimentos en consolidación. En este mismo contexto, no resulta descartable o conjeturable que, con base en la observación de la distribución de las partículas volcánicas en la roca sedimentaria estudiada, similar a la que causaría una débil pero continua nevada de gránulos de nieve en polvo seca (sin vientos), estas finas partículas, hayan surgido y se hayan extendido por toda la estratosfera del planeta, a partir de las masivas erupciones volcánicas que se dieron en la actual Siberia [traps siberianos producto de un súper volcán], iniciadas hace más de 250 Ma, estimándose la duración de su actividad en alrededor de un millón de años. No obstante, resulta por igual destacar que estudios recientes (por el método U-Pb, en 2020) ha encontrado en las muestras analizadas que la presencia de restos volcánicos, en la franja estratigráfica de la formación La Quinta, data de un lapso que se estima inició hace 191 Ma y finalizó hace 164 Ma, con varios períodos de mayor actividad, en el bloque tectónico andino norte [de Suramérica]. Por ello, el área estudiada resulta en un verdadero relictus geológico de una época de fragmentación y deriva continental por parte del supercontinente Gondwana y del inicio del imperio de los dinosaurios sobre la superficie de la Tierra. [Salida de campo 28 de diciembre de 2019; Zona de estudio: Cuesta de Barebare, en el lecho de la quebrada La Machirí, al pie de la montaña del páramo El Oso, en la Sierra de La Maravilla, San Cristóbal (Proyecto Experiencia Arte; Texto: Samir A. Sánchez; Foto: Santiago X. Sánchez, 2019)]. Muestras B y C (Foto: Santiago Xavier Sánchez, 2020). Muestra B (izquierda) (derecha) y Muestra C En cuanto a las tres muestras de rocas sedimentarias de las imágenes, es de destacar que las mismas, obtenidas en el trabajo de campo, no son del tipo rocas vivas, denominación que reciben cuando son tomadas en su lugar de origen de sedimentación, sino rocas fracturadas, desintegradas y desplazadas de su lugar original por la dinámica de trayectorias propias de los sedimentos, las cuales finalizaron en el sitio seleccionado para estudio a través de aluviones, torrenteras o por orogénesis, durante eones. Táchira Histórica - 68 Táchira Histórica - 69 Las rocas están formadas a partir de un material clástico conformado por arenisca, aglutinada por el óxido de hierro (componente químico que da el color rojo que las caracteriza) y se pueden observar a simple vista en la Sierra de La Maravilla (en La Machirí), en el páramo del Zumbador, el de Angaraveca y entre Colón y La Fría. Las mismas comparten un idéntico origen a partir de la metamorfosis de rocas y suelos de superficies prehistóricas continentales formadas por tierras ricas en hierro, estratificadas, y en contacto con una fuerte presencia de oxígeno atmosférico. Erosionadas, disueltas en agua y convertidas en sedimentos por un intemperismo físico y/o químico, por transportación y deposición, finalizaron en el fondo de un antiguo mar poco profundo. Allí se fueron consolidando a partir de lodo, no alterado, pasando por procesos de diagénesis y compresión que las litificaron y convirtieron en nuevas rocas, muy frágiles, por la escasa presión de las capas superiores al irse sedimentando en un mar de poca profundidad. El paisaje puede cambiar… y cambia EL FLYSCH DEL LOBATERITA Páginas de un libro de nuestra historia geológica Las tremendasfuerzas inimaginables de la naturaleza y la magnitud de los tiempos geológicos han dejado en el Táchira esta unidad litoestratigráfica. Como una especie de páginas de un libro de nuestra historia geológica, representa el registro de rocas sedimentarias compactadas en fondos marinos litorales y con diferentes potencias o espesores que, por plegamiento, se encuentran muy próximos a la vertical de buzamiento con respecto a la horizontal, en la autopista Lobatera-San Pedro del Río, y un rumbo aproximado N-S, datos obtenidos por simple observación, sin instrumentos específicos [imagen página 67]. Se encuentra embebido entre diferentes formaciones geológicas como Mirador (Mi) y Carbonera (Ca), entre otras, y está estructurado en estratos concordantes formados por diferentes secuencias temporales, de sedimentación ordinaria, en bandas alternadas de rocas blandas de lutitas (originadas en el lodos o cienos), o arcillas calcáreas margosas (tierras semiblandas), y rocas duras de calizas o arenisca compactas, más secuencias turbidíticas (o rocas de aludes). Todos depositados en el lecho marino de una plataforma continental de somera a profunda, y en ambientes sedimentarios distintos durante millones de años, en un proceso que se ha denominado sucesión cretácica sedimentaria, momento cuando todo el actual territorio tachirense estaba cubierto por las aguas y conformaba una plataforma continental de profundidad media, que recibía sedimentos de la superficie seca continental inmediata. Es por ello que nos encontramos ante una estructura sólida y bandeada originada a partir de las altas presiones de capas (diferenciadas) sobre capas de sedimentos en un fondo marino, alterados a su vez por los avalanchas, avances y retrocesos marinos (en momentos de reposición pasivos y activos). Un todo ocurrido entre los períodos del Cretáceo y el Neógeno (entre las eras geológicas del Mesozoico y Cenozoico), y con una mayor intensidad en la época del efecto invernadero que se dio en el Eoceno, marcando el límite o frontera entre estos dos tiempos geogénicos. La continuidad de este flysch también es observable, verticalmente, en el lecho del río Lobaterita donde la erosión de las aguas del río [formado a partir de los diferentes ciclos glaciares e interglaciares] lograron debilitar y derribar parte de esta muralla pétrea y dar origen al cañón del Lobaterita. Por igual, la continuidad del flysch hacia el suroeste hace que se encuentre con depósitos sedimentarios de carbón (del Paleógeno). Así, la estratigrafía observable se caracteriza por una especie de laminación o de alternancia de rocas duras seguida por una de rocas frágiles que la erosión ha ido desapareciendo, dejando oquedades o espacios huecos visibles. Táchira Histórica - 70 Mapa del relieve geológico del Estado Táchira. Escala 1:750.000. Hoja N.º 1, sección 3/Andes-Lara. U.S. Department of the Interior, U. S. Geological Survey/Escuela de Geología, Minas y Geofísica de la Universidad Central de Venezuela (UCV)/Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (FUNVISIS), 2006. Del rompecabezas o plano puzle estratigráfico y tectónico de la superficie del Estado Táchira (con líneas de contacto concordantes, de desplazamiento o discordante y fallas), los principales rasgos descritos en el presente estudio, son: (1) La formación identificada con las siglas Zi se corresponden con el grupo de gneises graníticos o tierras más antiguas del Estado Táchira, identificadas en el mapa como pertenecientes al Complejo Iglesias (Proterozoico tardío); (2) JLQ Fm con la Formación La Quinta (Jurásico); Tmi Formación Mirador (Eoceno) y TC Formación Carbonera (Eoceno a Oligoceno), todas referidas en el presente estudio. Créditos de imagen: Universidad Central de Venezuela, 2018 [reproducción con fines didácticos]. Táchira Histórica - 71 En el Cretáceo, se dio en el planeta un incremento de 5º aproximadamente por sobre el promedio de la temperatura media actual, lo cual provocó el deshielo de los polos y con ello grandes masas de agua inundaron las superficies continentales, separándolas y convirtiéndolas en especie de islas. La casi totalidad de las tierras tachirenses quedaron cubiertas por las aguas y es allí donde se originaron, en el fondo de esas aguas, los sedimentos formativos de cada banda del flysch del Lobaterita. Los mismos resultaron del acarreo y constante depósito, a través de corrientes de ríos que finalizaban en lagos, planicies deltaicas o mares de profundidad media quienes recibieron sedimentos turbulentos, normales o de abanicos aluviales o torrenciales, provenientes de un ápice con grandes torrentes sobre una superficie continental prehistórica, en constante proceso erosivo intenso debido en gran medida los ciclos de Milankovich y a la inversión de los polos magnéticos. Estos sedimentos se fueron asentando y consolidando en el fondo del primitivo mar cretácico, en un área de profundidad relativa, y en un medio tectónicamente poco Activo (una plataforma continental). Por ello, cada facie, franja o estrato representa un cambio o cambios drásticos en el ambiente que generó cada depósito. Estudios a futuro permitirán identificar si en una de esas bandas o líneas de sedimento, visibles en el flysch del Lobaterita, se encuentra una fina capa de arcilla oscura denominada "Arcilla límite" o "Límite K-P" (Cretácico-Paleógeno) explicada por la hipótesis-teoría de la extinción catastrófica. Con una alta concentración en iridio y transicional de rocas margas a calizas, se presume fue creada entre los fines del Cretácico e inicios de Paleógeno, hace 65 Ma aproximadamente, como residuos del impacto de un meteorito el cual provocó un cataclismo mundial que conllevó, en parte, a la extinción de los grandes dinosaurios y otras muchas especies que poblaban la tierra y los mares. Luego de la consolidación y litogénesis de este flysch, posteriores procesos tectónicos de choques o movimientos convergentes de placas [en fase de compresión geológica] que elevaron definitivamente la cordillera de los Andes y crearon [en fase de distensión geológica] la Depresión del Táchira, entre el Neógeno y el Cuaternario, generaron catastróficas quiebres, fallas o fracturas que bascularon o levantaron estos sedimentos desde su posición original horizontal hasta su posición actual, próxima a la verticalidad o a los 90°. Estos afloramientos aún permanecen a la espera de ser estudiados por los especialistas. La identificación de posibles fósiles y microfósiles permitirán conocer y plantear posibles explicaciones, o proyecciones, sobre la biodiversidad, las condiciones de vida y de extinción de especies que poblaron el planeta, sobre el primitivo territorio tachirense. Nota: Queda en anhelo que, en un futuro próximo, con el advenimiento de tiempos de mayor cultura e interés en el conocimiento y preocupación de la administración pública de la Nación por difundir el conocimiento científico, cultural y natural en todos sus niveles, que el trayecto de la autopista San Cristóbal-La Fría, en el tramo Lobatera-San Pedro del Río, formado por el cañón y las hoces del río Lobaterita (cañón fluvial), sea declarado Geoparque del Estado Táchira, conforme a las normas de conservación y señalización que establece la UNESCO para estos casos. Entendiendo que un geoparque, al poseer un patrimonio geológico singular, es susceptible de desarrollarse en unos límites definidos y a través de una estrategia participativa de educación científica y cultural destinado a alumnos de educación primaria, secundaria y universitaria, y con gestión propia que le permita ser autosustentable como parque natural y foco para el denominado turismo verde o compatible con la conservación del medio ambiente como ruta saludable de divulgación geológica. Táchira Histórica - 72 Bloque prismático ornamental truncado de granito fanerítico. Este bloque, a escala humana, permite dimensionar, por analogía, la estructura geológica del pico El Púlpito (Estado Táchira). La superficie o base superior, altamente erosionada y frágil, reproduce formas similares de accidentes geográficos como montañas, lagunas glaciares, cumbres y riscos entre otros, mientras que en las caras laterales del prisma cuadrangular se observa el granito no erosionado y de solidez monolítica estructural. Tiene una antigüedad de 267 Ma y proviene de los depósitos plutónicos de Aiako Harria (Peña de Aya) en la provincia de Guipúzcoa. Su proceso de enfriamiento se dio más rápido que el granito de El Púlpito y de allí que los minerales (partículas negras y blancas) que lo componen estén distribuidos de forma aleatoria y no bandeada. (Foto: Samir A. Sánchez, 2018. Paseo y muelle de Abandoibarra, Bilbao, País Vasco, España). Táchira Histórica - 73 Fuentes, lecturas recomendadas y revisiones - Aguado, Fray Pedro de (1963). Recopilación Historial de Venezuela. Nº 63, Tomo II, Caracas, 1963. - Geologic Time. Microsoft® Student 2009 [DVD]. Redmond, WA: Microsoft Corporation, 2008. - Hawking, H. & L. (2021). Unlocking the Universe. Puffin Books. Penguin Random House, UK. - Kovach, A., Hurley, P. M., & Fairbairn, H. W. (1977). Rb-Sr Whole Rock Dating of Metamorphic Events in the Iglesias Complex, Venezuelan Andes. The Journal of Geology, 85(3), 372–377. http://www.jstor.org/stable/30066254. - Langer, Max C.; Rincón, Ascanio D.; Ramezani, Jahandar; Solórzano, Andrés; Rauhut, Oliver W.M. (8 October 2014). New Dinosaur (Theropoda, stem-Averostra) from the earliest Jurassic of the La Quinta Formation, Venezuelan Andes. Royal Society Open Science. Royal Society. 1 (2): p. 140– 184. - López, V., Ascanio, G. y Valero, R. (2003). Rocas industriales de Venezuela. Fundacite Aragua. - Macellari, C. (1984). "Late Tertiary tectonic history of the Táchira Depression, southwestern Venezuelan Andes", The Caribbean-South American Plate Boundary and Regional Tectonics, William E. Bonini, Robert B. Hargraves, Reginald Shagam. - Maze W. B. Jurassic La Quinta Formation in the Sierra de Perijá (1984). Northwestern Venezuela: Geology and tectonic environment of red beds and volcanic rocks. Geographic Society Am. Mem. 162, pp. 263– 282. [Google Scholar]. - Roelant van der Lelij, Richard Spikings, Alexey Ulianov, Massimo Chiaradia a, Andrés Mora. (2015). “Palaeozoic to Early Jurassic history of the northwestern corner of Gondwana, and implications for the evolution of the Iapetus, Rheic and Pacific Oceans” en Gondwana Research. International Association for Gondwana Research. Published by Elsevier B.V. - Sánchez S. (2018). Diccionario de Topónimos Históricos del Estado Táchira. Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses. Nº 207, San Cristóbal. Obtenido en la red: https://bitacorasamisan.blogspot.com/201 9/11/diccionario-de-toponimos-historicosdel_15.html. - Sánchez, S. (2019). Memoria de Lobatera. Colección Monumenta Historica Lobaterensis, Ediciones Proyecto Experiencia Arte. Obtenido en la red: https://bitacorasamisan.blogspot.com/201 9/10/memorias-de-lobatera-testimoniode-un.html. - Sánchez, S. (2020). Una historia de la tierra: evolución del espacio físico del estado Táchira. Procesos Históricos. Revista de Historia, 38, julio-diciembre, pp. 116-142, Universidad de Los Andes, Mérida (Venezuela) ISSN 1690-4818. - Trump, G. W. [Compiler] (1964). Geological Map Western Táchira. Creole Petroleum Corporation, October. - Vila, Marco Aurelio. Geografía del Táchira. Tipografía Vargas, Caracas, 1957. Táchira Histórica - 74 Antiguo puente de Rubio, 1948 (Foto: Marco Aurelio Vila). Los Bernheimer de Rubio Bernardo Zinguer Rubio, un pueblo andino fronterizo con Colombia es testigo de un trozo de la historia de la familia Bernheimer, de origen judío. Esta familia estuvo compuesta por los esposos Otto Bernheimer y Carlota Guttmann junto a sus hijos Ludwig y Kurt. Los Bernheimer antes de 1938 eran una acaudalada familia Bávara, poseían un palacio en pleno centro de Múnich con todo el esplendor y la opulencia de la época, en su residencia palaciega eran frecuentes las recepciones con invitados de alta sociedad, su principal tema de conversación era el arte, el oficio y pasión familiar. La fortuna de esta familia provenía del buen tino para los negocios del padre de Otto, el comerciante Lehmann Bernheimer, quien habría comenzado el negocio familiar con la venta de telas, alfombras y elementos de decoración, al fallecer éste en 1918 Otto se encargaría del negocio incorporando el comercio de las obras de arte y exclusivos artículos de lujo. Desde la casa comercial Bernheimer se atendían peticiones especiales de la El palacio Bernheimer, situado en Lenbach Munich. Actualmente es patrimonio cultural. familia real bávara, y buena parte de la aristocracia y burguesía europea. Táchira Histórica - 75 Incluso en los inicios del nacionalsocialismo los mismos jerarcas nazis se proveían de artículos lujosos en esta exclusiva casa comercial. LA TRAGEDIA No obstante, las relaciones comerciales con el nuevo poder alemán, los Bernheimer no se librarían de la vileza nazi. En 1937 fue expropiada la villa campestre que la familia poseía a orillas del lago Stamber para utilizarla como centro de adiestramiento ideológico del partido nacionalsocialista, ya entonces se podía presagiar que la voracidad nazi iría en aumento. El clímax de estos ataques ocurrió sin lugar a dudas en la aciaga noche de los cristales rotos, ocurrida el 09 de noviembre de 1938, una ola sangrienta de judeofobia donde cientos de sinagogas, casas y comercios de judíos fueron vandalizados y quemados por turbas alentadas por los nazis. Gran parte de las propiedades de la familia Bernheimer fueron confiscadas pr los nazis, entre muchas de las obras de artes robadas destacarían esculturas de artistas Lehman Bernheimer con sus hijos Max, Ernst y Otto, los acompañan empleados de una prestigiosa casa de subastas. como Riemenschneider y dos pinturas de altísimo valor, Der Philosopher de Carl Spitzweg y una Madonna de Antonio Alegri. Pero el horror no termina allí, entre los miles de judíos hechos prisioneros estaban el patriarca de la familia Otto Bernheimer y sus hijos Kurt y Ludwig, quienes fueron llevados al Campo de concentración de Dachau, allí sufrieron las indecibles vejaciones nazis, les raparon el cabello, los mantuvieron en trabajos forzados, hacinados y con apenas unos mendrugos de pan o una papa al día. Campo de concentración de Dachau (1939). Ludwig Bernheimer (Foto: Archivo geni.com). Táchira Histórica - 76 EL DESPRECIABLE GOERING Otto se encontraba en una contradicción, se quería quedar y luchar por sus bienes, pero, por otro lado, sabía que tal vez él y su familia no contarían con la suerte de volverse a escapar en caso de ser recapturados. Cuando finalmente decidieron irse se encontraron con que la burocracia nazi hacia casi imposible que emigraran. En este punto de la historia; apareció un viejo cliente de la casa comercial Bernheimer, el jerarca nazi Hermann Goering. ¡Sí! Ese mismo Hermann Goering, que sería el número dos del partido Nazi y un notable coleccionista de Arte (llegó a tener 3.100 obras robada a los judíos y a enemigos del régimen), sabía de la riqueza de los Bernheimer y vio una oportunidad de hacerse de buena parte de sus bienes. En la Alemania Nazi Goering era visto como un héroe de la Aviación de la Primera Guerra Mundial, fue el menos ideológico de los líderes del nazismo. Era un hombre pragmático, con complejos de grandeza, a la vez que un verdugo y un rufián. El nazi le hizo una propuesta draconiana a Otto Bernheimer, a cambio de un salvoconducto que les permitiría salir de Alemania y salvar su vida, Bernheimer debía comprar una hacienda cafetalera en los andes venezolanos llamada “La Granja” que pertenecía a una sobrina de Goering. El precio de compra de esa hacienda era exponencialmente mayor al real, además debían renunciar a la ciudadanía alemana, y se especula que tuvieron que venderle obras de artes por un precio ridículo. Otto Bernheimer y su familia viajaron a Londres en 1939 mientras se hacía efectiva la transacción al jerarca nazi para luego emprender viaje a Venezuela, al remoto estado Táchira en 1940. “La Granja” era una propiedad descuidada que les reportaba gastos a sus dueños alemanes, razón por la cual querían deshacerse de ella, y fue esta la oportunidad que Goering vio para beneficiarse y favorecer a sus familiares. Adolfo Hitler y Hermann Goering degustando una obra de Arte. Táchira Histórica - 77 Justo cuando estaban perdiendo las esperanzas, su salvación vino desde México, y es que a la sazón Otto fungía como Cónsul del presidente Mexicano Lázaro Cárdenas en Baviera, al enterarse de la situación de los Bernheimer; el presidente mexicano le exige al Ministro de Relaciones Exteriores del régimen alemán la pronta liberación incondicional de Otto y sus familiares, de lo contrario, les aseguró que pondría tras las rejas a doce connotados alemanes que hacían vida en la sociedad mexicana. La intervención del presidente mexicano surtió efecto, el 20 de diciembre de 1938 Otto y sus hijos fueron liberados, sin embargo, desde ese momento eran otras personas, a sus propios familiares les era difícil reconocerlos, sus maltrechos cuerpos evidenciaban el abuso sufrido en apenas unas semanas. Táchira Histórica - 76 La Granja formaba parte de la dote que la sobrina de Goering, Erika Burchard había recibido al casarse con Walter Roden, quien a su vez la heredó de su padre, el cual la había adquirido durante la crisis del precio del café de 1891 cuando los productores cafetaleros andinos, endeudados con préstamos y por la compra de bienes con las casas alemanas radicadas en el Zulia, debieron entregar sus fincas cafetaleras para saldar la deuda. También eran de la familia alemana Rode; Las haciendas Montebello, Altagracia, El Dorado, Costarrica, La Unión y La Granadina. La hacienda no fue cómoda para la familia Bernheimer, quienes estaban acostumbrados a los lujos y a una cultura refinada, además no sabían nada sobre el trabajo agrícola, a los tres años de estar en Venezuela murió Carlota Guttmann de Bernheimer, la esposa de Otto. Sin embargo; los miembros más jóvenes de la familia parecían adaptarse más fácilmente, con el pasar de los meses y gracias a una voluntad férrea la finca fue dando frutos, construyeron una casa en el propio pueblo de Rubio y Kurt, el hijo menor de Otto, contrajo nupcias con una dama local hija de un cafetalero, la señorita Mercedes Uzcátegui. Documento de la Gestapo en el cual privan de la ciudadanía alemana a Otto y Carlota Bernheimer. Táchira Histórica - 78 Hacienda La Granja (Foto Armando Info). A pesar de todo, el viejo Otto no se resignaba y se negaba a aceptar su nueva situación. Su ilusión volvió al saber que la guerra había concluido con una victoria para los aliados, apenas un par de meses luego regresó a Múnich a tratar de recuperar su patrimonio. Es bien documentado sus esfuerzos para quelasfuerzas militares estadounidenses, que tenían el control de Baviera, les reintegrará su propiedades, en una carta que un ex empleado a cargo del negocio (para entonces arianizado) enviara a Otto tres semanas después de la rendición de Alemania, le informa que el patrimonio familiar se encontraba disperso en diez castillos y monasterios, además de 64 almacenes. EL RENACIMIENTO DE LOS BERNHEIMER En el lapso de tres años y ante la insistencia del señor Otto Bernheimer, los estadounidenses localizaron e hicieron entrega de varias propiedades y obras de arte, a pesar de esto, obras de sumo valor hasta ahora no han sido halladas. La villa veraniega en el lago Starnberg estaba para el momento siendo utilizada como una escuela, por lo que Otto decidió de inmediato donarla al Estado para que siguiera prestando esa función (actualmente lleva su nombre). La recuperación económica de Otto fue notoria, reconstruyó su palacio y para 1948 ya comenzaba operaciones comerciales enfocándose en las telas y muebles nuevos, por su iniciativa se funda la feria de antigüedades y arte alemán en 1956, al poco tiempo lo eligieron presidente de la asociación de comerciantes de arte alemán y en 1959 le conceden la distinción Orden al Mérito de Baviera, por lo que el viejo Otto recobró la dignidad que años antes le fue arrebata por los fanáticos nazis. LOS BERNHEIMER DE RUBIO Kurt Bernheimer. En Rubio, el pueblo más próximo a La Granja, construyeron una casa de una sola planta al estilo español, con un típico comedor alemán, de amplias vitrinas. Kurt, el hijo menor de Otto, se casó con una lugareña, Mercedes Uzcátegui, y pareció él más dispuesto a adaptarse a las condiciones de los bosques nublados tropicales. Del matrimonio de Kurt Bernheimer y Mercedes Uzcátegui, nacieron en Rubio, María Sol e Iris Elena y en el año 1950 Konrad Otto Bernheimer Uzcátegui. Poco antes que toda la familia con sus nuevos integrantes regresase a Múnich por pedido del ya anciano Otto, Kurt se quita la vida, tal vez agobiado por los recuerdos de su reclusión en el campo de concentración de Dachau. A pesar del trágico suceso Mercedes y sus hijos se van como el resto de los Bernheimer a Múnich. (Años más tarde Mercedes regresaría a Venezuela, murió en su ciudad natal en el año 2015). Táchira Histórica - 79 Referencias: Scharfenberg, Ewald. (2016). “En Táchira el antisemitismo consiguió una solución semifinal”. Reportaje que forma parte del especial: Las últimas prisioneras de los nazis en América Latina. Publicado en: web: Armando info. Otras fuentes consultadas: México y los tesoros robados por los nazis, 10 de febrero de 2014 Revista EMEEQUIS web: munichhistory.blogspot web: sologenealogia web: geni Otto Bernheimer El viejo Otto, muere el 05 de julio de 1960; su hijo Ludwig Otto en Munich, Upper Bavaria, Bavaria, Germany en 1970. Luego de reacomodos familiares a partir de 1977 su nieto Konrad Otto Bernheimer Uzcátegui se encarga de la empresa familiar, actualmente deslumbra con una brillante carrera en el mundo del arte en el que fue iniciado por su abuelo, pero en el que se ha hecho un nombre propio, en el año 2002 compró en Londres la galería comercial más antigua del mundo “Colnaghi” para vincularla con la galería Bernheimer de Múnich. Acaba de presidir la feria anual de antigüedades y arte clásico realizada en Holanda y tiene sus oficinas en Londres y Múnich. Este relato, es solo uno de los tantos que evidencia el drama que millones de familias judías europeas sufrieron por causa del nazismo, hasta hoy se ha escrito mucho, pero no todo, y es que la magnitud y los efectos de aquel episodio negro de la historia reciente de la humanidad son tan abrumadores que muchos sobrevivientes prefirieron borrar este capítulo nefasto de sus memorias. ¡Aún quedan historias por descubrir! ********* Táchira Histórica - 80 Konrad Otto Bernheimer Uzcátegui CLÁSICOS CORDERO: Tiempo de la Conquista y Colonia J. J. Villamizar Molina El primer contacto que tuvieron las tierras del actual municipio Andrés Bello y su capital con la civilización se remonta al año 1558. El descubridor – desde una perspectiva española - de estos hermosísimos pasajes fue el bravo capitán español Juan Rodríguez Suárez, cuando el mencionado año se dirigía a las Sierras Nevadas con los fines de fundar la ciudad de Mérida, como en realidad lo hizo el 9 de octubre. El 25 de julio del mencionado año 1558, el bravío capitán descubrió el hermoso valle donde hoy asienta la ciudad de San Cristóbal y sus vistosos aledaños. Por ser ese el día en que la Iglesia Católica celebra la festividad de Santiago Apóstol, y por una coincidencia especial, la festividad del Santo y mártir San Cristóbal, Rodríguez Suárez bautizó dicho valle con el nombre de Valle de Santiago. En realidad, el mencionado valle ya había sido descubierto por el capitán Alonso Pérez de Tolosa el año 1547, pero este expedicionario no había visitado las tierras del actual Municipio Andrés Bello, pues del valle de las Ahuyamas, que más tarde sería el de Santiago, había seguido hacia el noreste, buscando las Lomas del Viento. En cambio, Juan Rodríguez Suárez, después de entrar al valle de Santiago el año 1558, según nos relata sucintamente el Juan Rodríguez Suárez. Autor: Francisco Lacruz (1980). Colección del Concejo Municipal de Libertador, Mérida. Padre Fray Pedro de Aguado, primer cronista en lengua castellana del actual Táchira, recorrió completamente el valle y sus alrededores y pasó por la terraza de Cordero y regiones circunvecinas. Táchira Histórica - 81 Textualmente el Padre Aguado se expresa así: “Pasó por el valle de Santiago, lo recorrió un mes con su gente, todo lo que en el valle se puede andar y vino a un pueblo que llamó de Arcabuco, y después fue llamado de Los Corredores, que es el último para subir al Páramo de San Bartolomé”. Obvio está decir que el itinerario señalado es el que se traza desde el centro de San Cristóbal hasta el páramo delo Zumbador y región donde está actualmente el pueblo de El Cobre y, que, por tanto, Cordero y sus aldeas del norte, fueron descubiertas y exploradas por Rodríguez Suárez en esta expedición. El segundo en pasar por los aledaños del actual Cordero fue el capitán Juan Maldonado, el siguiente año 1559. Maldonado tenía esta vez la misión de hacer preso a Juan Rodríguez Suárez por el hecho de haber fundado la ciudad de Mérida sin los permisos legales de la Real Audiencia de Santa Fe. El camino seguido por Juan Maldonado fue el mismo de Rodríguez Suárez. La tercera expedición por las tierras que hoy forman el municipio Andrés Bello y su capital Cordero, la realizó el propio Juan Maldonado después de haber fundado la ciudad de San Cristóbal el 31 de marzo de 1561. Efectivamente, después de fundar la Villa de San Cristóbal, el capitán Juan Maldonado construyó un fuerte de tapias para su defensa, fuerte en el que dejó diez soldados, y resolvió salir con veinticinco hombres a descubrir. En esta expedición el Padre Aguado deja bien claro que el Capitán Maldonado incursionó por la vía de los nacimientos del río de Santiago, es decir, que fue pasando desde San Cristóbal por todas las márgenes, valles y terrazas del Torbes, hasta su nacimiento en el Páramo del Zumbador. El texto de la Recopilación Historial de Venezuela del citado cronista reza así: “…y con esta pequeña seguridad, aunque grande para con estos naturales, determinó el Capitán Maldonado salir a descubrir, y Capitán Juan Maldonado (Autor: Pérez Barrientos). tomando consigo veinticinco hombres y dejando en el fuerte sólo diez soldados, caminó la vía de los nacimientos del río de Santiago, que por aquella parte estaban casi al norte, y torciéndose sobre la mano derecha atravesó cierta cordillera que por este lado tenían, por donde dio en una región tan fría que sobrepujando con su rigor de hielo al calor natural de los hombres derribó y quitó el anhélito a muchos, así indios como españoles, de los cuales algunos sin poder ser remediados ni socorridos se quedaban helados y pasmados con los ojos abiertos y riéndose, pero muertos de todo punto. Otros eran favorecidos y sacados de la frialdad y altura de este páramo por amigos y conocidos suyos que tirando de ellos los llevaban casi arrastrando a partes hondas y abrigadas, donde haciendo con presteza lumbre y echándoles mucha ropa encima para conservarles el calor, los remediaban”. Como se desprende del texto, tales eran los rigores y peligros del actual Páramo del Zumbador en aquella época. Táchira Histórica - 82 Primeras noticias sobre los indígenas que poblaban las tierras del actual municipio Andrés Bello. A la luz de diversos textos se puede mencionar el nombre y otras anotaciones y hechos relativos a los antiguos aborígenes del actual Cordero. Entre estos textos son de indispensable valor, los siguientes: 1.)- Documentos históricos sobre las Tierras de los Resguardos y Comunidades Indígenas de Capacho, registrados por obra del presentante Ángel María Jaime. 2.)- Obras Completas de Tulio Febres Cordero. 3.)- Investigaciones Históricas de Vicente Dávila. 4.)- Elogio de Palmira de AurelioFerrero Tamayo. De acuerdo a los anteriores historiadores, las tribus que poblaban los antiguos terrenos de Cordero y sus aledaños fueron los Oriquenas, los Cucunabecas, los Silgara, los Tamuco, los Guachiqui, los Viravira y los Guarín, entre otros. Las costumbres de estos indígenas eran bastante rudimentarias y las podemos saber gracias al mismo Padre Fray pedro de Aguado en la lectura de su Capítulo en el cual se describen algunas bárbaras costumbres de los indios del Valle de Santiago y de algunas poblaciones y valles a él comarcanos. Según este relato eran indios de buena disposición, bien hechos y proporcionados y bien agestados. Preciábanse mucho de su cabellera, pero no todos la traían tendida, sino recogida y revuelta a la cabeza, la cual llevaban cubierta con ciertas hojas anchas que la tierra cría. Los varones andan desnudos de carnes, eran gente belicosa y guerrera: sus armas principales eran arcos y flechas. Vivían en barriezuelos o lugarejos de ocho a diez bohíos juntos. Las mujeres traían como las de Mérida unas salamayetas, vestidos que les cubren casi todo el cuerpo, que son de hilo de cabuya y hechos a manera de sacos angostos y largos. Entre ellos ni había principales ni señores que los rijan y gobiernen ni a quien obedezcan ni reconozcan como superiores, ni usan hacer ninguna adoración ni veneración a ninguna criatura por Dios. Usaban mucho la chicha, y el que bebía más, era el que se Cerámica que representa una figura antropomorfa. Esta pieza fue encontrada en la región de La Ahuyamala por el señor Jesús María Duque mientras realizaba trabajos agrícolas en una sementera. A continuación, recreación de los aborígenes de la zona del municipio Andrés Bello según las Crónicas de Indias elaborados por José Antonio Pulido. Táchira Histórica -83 tenía por mejor. Las personas que entre ellos tenían más reputación eran los hechiceros, llamados Mohanes o Faraútes, que trataban con el demonio. En esta forma era como los conquistadores españoles descubrieron y trataron a nuestros primeros indígenas. En cuanto a la vida agrícola que mantenían aquellos indígenas, se puede decir que cultivaban varias plantas y árboles entre los que se pueden citar: Plátano o Musa Paradisiaca; Yuca o Mombot esculenta; Tabaco o Nocotiana tabacum; Palma de Corozo o Aiphanes caryotifolia; Piña o Ananas Sativa; Guanábana o annona muricata; Aguacate o Persea spp; Cacao o Thobroma cacao; Parcha o Passiflora edulis; Lechoza o Carica papaya; Guayaba o Psidium guayaba; Nispero o Achras sapota; Caimito o Chrisophyllum oliviforme; Tomate o Lycopersicum esculento; Ocumo o Xanthxosoma saggitifolum; Ñame o Diiscorea tryphylla; Apio blanco o Oxalis tuberosa; Batata o Ipomea batatas; Papa o Salanum tuberosum; Maíz o Zea mays; Caraotas o Spondeas purpurea; ají o Capsicum frutescens; Ahuyama o Cucurbita moschata; Onoto Bixa Orellana. Abundaban también el culantro de monte, la cañabrava, el cocuy, el magüey, la ceiba, el añil y la cañafistola. La ahuyama era tan abundante en las riberas del antiguo Torbes, que el primer nombre que tuvo nuestro río, fue “el río de las ahuyamas”; después se llamó río del Valle de Santiago. Juan Maldonado al fundar la ciudad de San Cristóbal lo bautizó con el nombre de “Tormes”, en recuerdo del río a cuyas orillas se había levantado su infancia y juventud en Barco de Ávila y Salamanca. Con los tiempos, el nombre de “Tormes” degeneró en el vocablo “Torbes”, con el cual se conoce hoy el importante río de Cordero y San Cristóbal. Según los cronistas de la conquista y colonia, el río Torbes para la época era abundantísimo en diversas clases de peces. Eso nos da fe de la buena alimentación de que podían disponer los aborígenes cordereños. Después de fundada la Villa de San Cristóbal, todo lo que actualmente forma el territorio del municipio Andrés Bello fue jurisdicción de dicha Villa. Eran los lejanos tiempos del siglo XVI y XVII y, durante ese lapso de conquista y colonia prevaleció el sistema de encomiendas. Las tribus mencionadas, como primeras pobladoras de la región del actual Cordero, estuvieron sujetas a dichas encomiendas, y por los autores mencionados se puede dar razón de cuáles fueron los encomenderos de dichos indios, los antiguos antepasados de Cordero, encomenderos a quienes estaba confiado el cuidado de los naturales, la supervisión y enseñanza de sus trabajos, la enseñanza de la agricultura y el aprendizaje de la lengua castellana y de la religión católica. Entre tenemos que civilizadores y, predios que siguientes: Táchira Histórica -84 los encomenderos que recordar, como primeros a su vez, fundadores de los nos ocupan figuran los Los indios SIRGARA, así como los de Azua, están encomendados al capitán don Cristóbal de Araque en 1642. Respecto a estos mismos indios SIRGARA, hay que anotar que el monarca español Don Felipe II, por Real Cédula del 21 de septiembre de 1660 oye la súplica de Juan López del Río y le manda dar confirmación de la encomienda de los indios de los pueblos TAMUCO, SIRGARA y Cania, entérminos dela Villa de San Cristóbal, por muerte de Doña Magdalena de Igarza. Los indios ORIQUENAS para el año 1662 están encomendados al capitán Isidro Jaimes Pastrana, según se desprende de la Real Cédula expedida a 28 de abril de 1662 y que reza: “EL REY. Oficiales de mi Real Hacienda de la ciudad de Santa Fe en el Nuevo Reino de Granada. Habiéndoseme suplicado por parte de Isidro Jaimes Pastrana le mandase dar confirmación de los repartimientos de los indios de ORIQUENAS agregados al pueblo de Guásimos que en términos de la ciudad de San Cristóbal en la Provincia de Mérida y La Grita encomendó Don Juan Bravo de Acuña, siendo mi Gobernador y Capitán General de la dicha Provincia, a Isidro Jaimes, su padre, por cuya muerte había sucedido en segunda vida en los dichos repartimientos conforme a la ley de la sucesión, visto por los de mi Consejo de las Indias se le mandó dar la dicha confirmación conque hubiese de entrar en mi caja real de vuestro cargo lo que importaron las demoras de la dicha encomienda de un año que conforme a lo que tengo ordenado por cédula que generalmente se despachó para todas las Indias en diez y siete de marzo del pasado de mil y seiscientos y cincuenta y siete había de estar vaca para acudir con sus tributos a la paga de las casas de aposento de los de dicho mi Consejo…” Es de hacer notar que los indios TAMUCO, para el año 1642, pertenecían al capitán Juan de Anguita, siendo Alcalde Ordinario de la Villa de San Cristóbal; Francisco Fernández de Rojas. La tribu de los CUCUBANECAS estuvo encomendada durante la mitad del siglo XVII a Juan Borrero. Continuando con la historia aborigen de Cordero, hay que anotar que pocas noticias tenemos de la acción de las misiones en esta tierra. Lo que hasta ahora hemos podido leer, pero no comprobar a la luz de una fehaciente bibliografía, es una noticia escrita en el artículo “Cordero y su fundador”, aparecida en Diario Católico el sábado 20 de julio de 1974, por el apreciable y muy serio caballero Clemente Méndez Z. A este propósito dice el autor de su artículo: “Los primeros pobladores fueron los indios Oriquenas, Cacunabecas y Silgaraes. Durante la Colonia, una misión española se estableció aquí. Fijó una Cruz como testimonio de su fe y trasladó a los indios a siete kilómetros más arriba de Cordero, a un sector denominado Salomón. Desde aquel momento este paraje se denominó “El Llano de la Cruz”. Mucho tiempo después este símbolo de la Fe Cristiana que fue como la primera piedra angular del naciente pueblo y la natural mansedumbre de los nativos, originaron el nombre de “Cordero”. Bastante cautivadora es la anterior noticia, Táchira Histórica -85 pero como se deja bien claro, no conocemos ninguna fuente documental que corrobore estos datos. El profesor Horacio Moreno en su artículo “Cordero, una historia incompleta”, publicado en Diario Católico el 12 de marzo de 1980, reza así: “Desde que Don Lorenzo Salomón se trasladó con las tribus Oriquenas y Cacunabecas al sitio que hoy lleva su nombre siete kilómetros de Cordero, los valles altos del río Torbes escucharon el tropel indígena por los caminos que se abrazan a la montaña. Más allá del Zumbador, los Kenikeas, Bakakeas, Bonikeas, etc., pudieron remontar esas soledades en sus intercambios comerciales o en sus ritos y creencias”. Ya el célebre traslado de los Oriquenas y Cacunabecas habían sido citado por el gran Don Tulio Febres Corderoen su Procedencia y lengua de los Aborígenes de los Andes Venezolanos cuando dice: “Los Oriquenas y Cacunabecas o Cucunubecas, encomendados estos a Don Lorenzo Salomón, quien los trasladó a otro paraje y ha dejado su apellido como nombre de un sitio en el suelo tachirense entre El Fical y Cordero”. (Tulio Febres Cordero. Obras Completas. Tomo I. Edición Conmemorativa, 1960. Pág. 15). De lo anteriormente expuesto se desprende, que, durante la vida aborigen, en los tiempos seguidos del largo periodo colonial el sector de Salomón tuvo una gran importancia en cuanto a población y en cuento a estrategia topográfica, por ser paso obligado hacia los páramos del Zumbador, las minas de San Bartolomé y la ciudad del Espíritu Santo de La Grita. Es muy probable que dicha importancia de Salomón haya sido mayor para esos tiempos que la importancia del Llano de Cordero, es decir, de la tierra donde hoy está situada la capital del municipio Andrés Bello. Lorenzo Salomón se nos presenta como uno de los más importantes personajes del siglo XVII. Fue encomendero y señor de gran prestigio. De tanto prestigio que su nombre fue perdurado en los parajes donde tuvo sus propiedades. Sin embargo, hasta los momentos actuales Lorenzo Salomón es Encomiendas – La Grita / http://pares.mcu.es/ un personaje casi desconocido. No hay más referencias de él en los papeles que hasta ahora han podido ser consultados, y el apellido no figura en el Diccionario Nobiliario de Don Julio De Atienza, tan completo en los linajes y apellidos de España. De todas maneras, su presencia, sus dotes de encomendero y sus condiciones de gran señorío, son incuestionables. Finalmente, la presencia y obra de Lorenzo Salomón en las actuales tierras del municipio Andrés Bello tuvo que ser anterior al año 1633, según se desprende de la cita que para ese año hace Don Tulio Febres Cordero en sus Concesiones de Tierras en la antigua Gobernación de Mérida. Textualmente dice Febres Cordero: “16: Al Capitán Isidro Jaimes vecino de San Cristóbal, persona benemérita, cuatro estancias de ganado mayor en el valle de Lobatera, en lo que hubiere vacos de los resguardos viejos de los indios Oriquenas y Cucunabecas de Lorenzo Salomón, naturales que fueron sacados de allí a varios lugares, distantes más de tres leguas, lindando también con estancias de Felipe de Agüero”. Táchira Histórica -86 Atanasio Cárdenas, un andino del siglo XIX que esculpía el cedro de la montaña azul Por: José Antonio Pulido-Zambrano La Conquista del Arte español La tradición del Arte Español llegó a la región andina paralelo al evento de Conquista y Colonia. Una vez instaurada las Encomiendas de las comunidades indígenas, se fueron fundando en torno a ellas los principales pueblos y villas de la comarca, estableciendo condiciones similares a la sociedad española en la estructuración de los nuevos lugares de residencia en torno a una plaza y una iglesia católica. Los primeros en venir en el sentido religioso fue la hermandad de los padres franciscanos a fundar misiones a todo lo ancho del territorio conquistado, caso que ocurriría en la ciudad de La Grita. Con los misioneros franciscanos vinieron artesanos, pintores, herreros y ebanistas de diversas localidades españolas conformando la mano de obra artesanal para el levantamiento de templos cristianos y casas de prominentes colonos. La pintura y cerámica española empezó a contrastar con el arte rupestre del aborigen, la cual fue adoptada por integrantes de los pueblos originarios en algunas partes, mientras en otras partes continuaron manteniendo las chicaras y chorotes con sus símbolos particulares. En este contexto se fue desarrollando la elaboración de una imaginería religiosa barroca americana, una nueva visión de ver el Arte en estos nuevos entornos; cuyo primer vestigio en la entidad fue la imagen del Santo Cristo de la ciudad del Espíritu Santo de La Grita. Más adelante, los maestros artesanos y pintores venidos de España empezaron a recurrir a la copia de abundantes estampas y cuadros traídos por clérigos y devotos pobladores que, durante el siglo XVII, nutrieron la decoración de casas coloniales y que sirvieron en la complementación del proceso de evangelización en América. El mejor ejemplo era el uso del cuadro de la Virgen de las Ánimas del Purgatorio para mostrar que quien no seguía los preceptos cristianos tenía un fin angustioso; las llamas del infierno o “el fuego eterno”. En Venezuela se dice hubo tres amplias zonas de desarrollo pictórico en el siglo XVII; el primero en la región central que abarcó Caracas y llegó hasta los llanos de Calabozo. La segunda referida a El Tocuyo que se extendía hasta Barquisimeto y colindaba con Trujillo y, por último, la sección andina con su principal centro cultural en Mérida. Como antecedente en la zona tachirense de este primer movimiento por la introducción de lo simbólico religioso en el Arte cabe el taller artesanal y artístico que fundara el monje Francisco de Orellana en 1580 en la ciudad del Espíritu Santo de la Táchira Histórica -87 Grita, por mandato de su fundador Francisco Cáceres. El aislamiento de esta región dio una particularidad para sus tallas y cuadros pictóricos muy distintos a los desarrollados en otras localidades y que sin duda tuvo que ver con la vinculación histórica de la región andina con el Reino de la Nueva Granada. A pesar de aquellos obstáculos derivados de la geografía física y cultural, en el periodo colonial en los andes venezolanos, los monjes franciscanos tuvieron en sus monasterios algunos lienzos originales y copias de maestros de la escuela española, incluyendo un cuadro de Bartolomé Esteban Murillo referido al abrazo de Jesús Crucificado a San Francisco de Asís. Emilio Constantino Guerrero refiere en su libro El Táchira, Físico, Político e Ilustrado, a una notable familia de la ciudad de La Grita de principios del siglo XIX, “una familia que parece había sido dotada con el privilegio de las artes pictóricas”. Del seno de esta familia salieron varios artistas entre pintores y escultores cuyas obras se exhibían tanto en Los Andes como en el sureste de Colombia. Don Francisco Escalante dejaría muchas esculturas “más o menos meritorias y algunos lienzos y retablos de significación”. Hijo suyo fue Miguel Esteban de Jesús Escalante Guerra, nacido en 1839 “y cuya escuela fue principalmente el poder de su talento”. Estos Escalante serán familia de Enriqueta Escalante, de la cual ya hablaremos en esta historia. Miguel Escalante “era de aquellos hombres singulares que vienen a la vida con una aptitud especial para sobresalir en todas las fases de la actividad humana: La pintura, la escultura, la arquitectura, la música”. En el contexto de la Guerra Federal deja La Grita para radicarse en el pueblo de Michelena. Sus obras fueron vistas y valoradas por un contemporáneo suyo: Atanasio Cárdenas. En 1864 Miguel Escalante deja Michelena y se traslada a Bogotá, donde “un acaudalado de la ciudad lo llamó a su casa para que le pintara las galerías de su claustro principal”. Al parecer el trabajo se Jesús con Francisco de Asís, Bartolomé Esteban Murillo. Colección BBVA. alargó, “habiendo observado el pintor los amores clandestinos de la esposa”, concibió el pintor gritense la ocurrencia de revelar aquella traición en uno de los cuadros decorativos, el dueño al ver aquello “se lanzó sobre él y le atravesó el pecho con el puñal”. Este episodio se convirtió en leyenda en la ciudad del Espíritu Santo. A finales del siglo XIX otros pintores y escultores resaltaban en la región, entre ellos: Atanasio Cárdenas, Pedro Castrellón, Salvador Moreno y Félix Acevedo, éstos últimos habían realizado algunas obras para la catedral de Cúcuta y otras instituciones de la región, dejando constancia de una obra significativa que sirven de referencia para el estudio y la comprensión del arte tachirense a finales del siglo XIX. Táchira Histórica -88 Don Atanasio Cárdenas Zambrano (✰1844 – ✞1903). Escultor, pintor, artesano y ebanista. Habitualmente se reconoce a Atanasio Cárdenas Zambrano como la gran figura del Arte andino de la montaña alta en la segunda mitad del siglo XIX, un hombre cuya excepcional personalidad artística dominó el panorama creativo de la zona y cuya figura remonta a lo mítico por las circunstancias y los lugares donde desarrolló su Arte. Nació un 2 de mayo de 1844 en una pequeña finca cerca del páramo de El Rosal en el sitio de Río Bobo perteneciente al cantón La Grita, en una casita campesina de aleros muy cerca del camino de arrieros de mulas que circulaban hacia Río Bobo y Queniquea. Dichas tierras eran propiedad de sus padres. Vino al mundo en un hogar caracterizado por las virtudes cristianas. Sus padres fueron: Ambrosio Cárdenas Zambrano y María delaEncarnación Zambrano, habían casado en La Grita el 30 de octubre de 1843 y esa unión había sido consagrada por el presbítero José María Ramón. El mismo día de su nacimiento, como era costumbre fue llevado a la iglesia de la ciudad de La Grita a través del viejo camino real del páramo para ser bautizado por el presbítero José María Ramón, siendo sus padrinos Antonio María y Luisa Pernía, vecinos de la quebrada de San José. Ocho meses después de nacido, los padres de Atanasio bajan del páramo a escuchar la misa del 24 de diciembre, es una festividad única y la alegría es mayor por la visita oficial que hace el Obispo de Mérida, Monseñor Juan Hilario Bosset, quien realizará las confirmaciones al día siguiente. Los siguientes hijos del matrimonio Cárdenas Zambrano nacen como Atanasio en la lejanía del campo que los hacían distantes del centro urbano de La Grita, Táchira Histórica -89 ellos serían: Catalina (✰13-02-1846), María del Carmen (Carmela) (✰7-11-1847), Simón de Jesús (✰29-09-1848), Nicanor (✰15-011851), José Natividad (✰ ✞16-05-1853), María de los Reyes (✰✞23-10-1860), María Concepción (✰1861 ✞06-01-1933), Manuel María Cárdenas Sambrano (✰1862 ✞19-011922), José de Jesús (✰22-07-1863), María Filomena (✰ 16-01-1865✞ 25-05-1896), María Concepción, Victoria (✞15-04-1876), Cornelio y Anselmo Cárdenas Zambrano. Cuando Atanasio tenía año y medio sucede la visita a la ciudad de La Grita del Gobernador de la Provincia de Mérida, Don Juan de Dios Picón para inspeccionar la Alcaldía y la escuela. Por este tiempo ya predominaba en el Cantón de La Grita y sus alrededores los primeros brotes de simpatía por el Partido Liberal, siendo sus líderes más destacados de la zona el presbítero Ignacio Ramón Duque y Don Juan Entrena. Los años monagueros al parecer no fuerondegran esplendor parafamilias humildes como la de don Ambrosio Cárdenas y María Encarnación Zambrano. Los centavos monagueros se hacían agua en las manos de los campesinos. Cada día corren más rumores de guerra. Al parecer a principios de 1850, los padres de Atanasio con su prole “se trasladan al sitio de Las Mesas”, ubicado en predios del valle de Río Bobo “donde viven una vida signada por el estigma de la pobreza”. La madre de Atanasio era devota y de buena memoria, le recitaba cantos y oraciones aprendidas de sus ancestros. Como toda mujer andina tenía una especie de altar de Santos en la sala del hogar. Allí tendría Atanasio su primer acercamiento con el Arte Sacro. No era extraño verle con tizón en mano dibujando en piedras calizas de la zona. Un hecho trascendental ocurre y mueve el espíritu patriota de la gente de La Grita y sus comarcas circunvecinas, ya que el Cantón La Grita formara parte de la nueva Provincia del Táchira en el año 1856. En estas circunstancias llega como Cura Párroco de La Grita el presbítero Santiago Sánchez. A pesar de las adversidades, la familia hace un esfuerzo sobrehumano para que el hijo mayor vaya a la Escuela de Primeras Letras. Es factible que viera clases con el viejo maestro José Hermenegildo Parra o asistiese a la escuela del doctor Francisco Antonio Guerrero. Referente a este último expresa Emilio Constantino Guerrero: “Compartía también estas labores con la enseñanza de la juventud. Fundó una escuela superior, a cuyos bancos acudían oleadas de niños, que iban a recibir las lecciones del maestro” (Gente del Táchira, Tomo I. BATT, 1974). Las vicisitudes en la región y los constantes tambores de guerra hacen que sus estudios no sean de manera constante. No tiene una formación regular, pero es un joven aventajado, más practico con las manos que como otros de sus compañeros con la Gramática y la Oratoria. Los conflictos del año 1859 hacen de la zona de montaña alta un lugar convulsionado en ese triángulo adverso entre Tovar, Pregonero y los predios de La Grita, la familia se resguarda en el sitio de la primera sabana del páramo de El Rosal. Éste era un lugar alejado de las milicias y de los vaivenes políticos que se vivía entre los seguidores de don Jesús Contreras y los que no estaban con el gobierno paecista. Al sitio que llega Atanasio era una especie de planada con una casa de tejas, un viejo trapiche y un conuco. En ese lugar debió experimentar sus primitivos bocetos artísticos usando la buena madera que ofrecía la montaña azul. Allí empezaría a tallar sus primeros santos, se dice que un San Antonio y una Virgen María. Su hogar fue su verdadera escuela, por ello sus futuras piezas muestren a un Santoral Cristiano con rostro campesino. Táchira Histórica -90 Su padre Ambrosio nunca debió recriminar a aquel niño que abandonaba el cuchillo de cortar la maleza por el cuchillo para tallar rostros con la madera sobrante en el aserradero del caserío. Y no es de extrañar pues en su familia tenía ya un antecedente. Nos referimos a su abuelo Bernardo José Cárdenas Noguera, quien aparte de haber sido un capitán de los comuneros de La Grita en el año 1779, ejercía de artesano. Después del movimiento de los comuneros ese abuelo “había vivido de esta profesión”. En 1860 inicia trabajos bajo la tutela del maestro Esteban Rangel (Tovareño), quien se encontraba bajo “la dirección de este templo” (Folleto: Consagración de la iglesia Nuestra Señora de Los Ángeles. Monseñor José Teodosio Sandoval. 1969. San Cristóbal. Pág. 8). En 1862, procedente del Zulia llega a La Grita Rafael Pino Enrique, maestro del arte de la escultura y la ebanistería, ese año este distinguido caballero contraería matrimonio con la distinguida señorita María Olaya Pérez, de cuya unión un año después nacería el niño Carlos Luis el 3 de noviembre de 1863. En este año ocurriría un hecho fundamental al que acudiría el joven Atanasio Cárdenas, la promulgación de la federación en el Táchira desde La Grita por don Jesús Contreras. En 1864, Atanasio ya está radicado en la ciudad de La Grita convirtiéndose en “discípulo del reputado maestro Rafael Pino”. Sus padres continuaran con sus hermanos en la casa del páramo. Empieza la talla de un Santo Cristo en los talleres del maestro Rafael Pino. En estos menesteres conoce a otros maestros del gremio de artesanos de Los Andes, entre ellos al merideño Luis Barrios que visitaban la casa del maestro Rafael Pino, quien había vuelto a contraer nupcias con la señorita Teresa Farías, y ese año había dado a luz un varón: Ramón Pino Farías, quien a futuro sería un renombrado maestro de obras y realizaría el boceto del primer Escudo del estado Táchira. Táchira Histórica -91 En 1868, una tragedia llega a su vida, muere su padre en la casa del páramo y sus restos son llevados al cementerio de La Grita. Este golpe es devastador para la familia, regresa Atanasio a la casa del páramo a cuidar a su madre. Empieza trabajos eventuales de mampostería en casas de La Grita que lo buscan por su buen trabajo. En 1874 se casa con la joven de 16 años; Enriqueta de los Ángeles Escalante, hija de don Miguel Escalante y Gerónima Guerrero. Era Enriqueta familiar de aquel escultor Miguel Esteban Escalante Guerra. El acto del matrimonio civil se da a las cuatro de la tarde del 2 de febrero de 1874 a cargo del Jefe Civil de La Grita; Pantaleón Contreras, siendo secretario Tito Lino Méndez, en el documento leemos: “Compareció Atanasio Cárdenas de veintiocho años de edad, escultor, soltero, de esta vecindad”. Luego continua que “con el fin de celebrar el matrimonio que tienen convenido y siendo suficientes los documentos producidos para proceder al acto, el secretario dio lectura a la Sección 13° de la Sección de Matrimonio Civil que establece los derechos y los deberes de los cónyuges. Acto continuo interrogué a Atanasio Cárdenas. - ¿Queréis y recibes por esposa a Enriqueta de los Ángeles Escalante? Contestó con alta, clara e inteligible voz: Sí la quiero y la recibo”. El matrimonio eclesiástico lo celebró el padre Santiago Sánchez, siendo padrinos de la boda Francisco María Valbuena y Josefa Guerrero. A finales de 1874 nace su hija María. El año de 1875 es trágico para los pueblos andinos con el famoso terremoto del martes 18 de mayo. En este día las Villas del Rosario y de San José de Cúcuta, el departamento del Norte de Santander, Colombia y de San Antonio del Táchira y Capacho, fueron destruidas totalmente por un catastrófico terremoto que asoló esta área fronteriza de los dos países. Tres o cuatro sacudidas precedieron al terremoto durante los días anteriores, y tal fue la magnitud de estos que según los testigos de la época las sacudidas llegaron a agrietar los muros y arrojar al suelo objetos de las mesas, la noche anterior al terremoto; el paso de un bólido o bola de fuego que recorrió de Norte a Sur una vasta extensión del cielo tachirense que presagio para los pobladores que algo malo se les avecinaba, estas fueron suficientes alarmas para los habitantes de la zona, que algunos tomaron previsiones, ya que temían una gran desgracia. Un testigo del hecho refiere: “La primera sacudida, anotando que era domingo por la tarde, 16 de mayo de 1875, (dos días antes del terremoto): Caminábamos a lo largo de un amplio corredor, cuando de repente oídimos un ruido como el de carros o de gente que corre huyendo de un toro salvaje. Caminamos en medio de vibraciones que en vez de inspirarnos terror nos dieron un sentimiento agradable". La segunda sacudida; sorprendió a los habitantes el lunes 17 de mayo, a las 5 a.m.: pero menos intensa que la primera, haciendo correr nuevamente a la gente a los patios y jardines. El gran terremoto, ocurrió el día martes 18 de mayo de 1875 a las 11:15 a.m. de la mañana ya que esa fue la hora que quedo marcada en el reloj de la iglesia de Cúcuta. Las crónicas mencionan destrozos y derrumbes en San Antonio del Táchira, Capacho, San Cristóbal, La Mulata, Rubio, Michelena, Colón y La Grita, donde cayeron las casas y más allá de Mérida, además el terremoto del Táchira derrumbó numerosas casas y molinos de haciendas y de fincas que quedaron totalmente destruidas. La población de Capacho colapsó totalmente que sus pobladores prefirieron antes que reconstruir en el mismo sitio mudarse hacia un plano inclinado cercano llamado "Blanquizal" y fundar otro pueblo; de allí nació la población de San Pedro o Capacho Nuevo llamado posteriormente "Independencia". Este evento marcó la etapa de producción de Atanasio Cárdenas como ayudante de constructor de obras, se cree que por este tiempo hizo una imagen de San Juan para la población de Colón enviada a hacer por el presbítero Melquiades Rosales. El 22 de agosto de 1876 nace su hijo Prospero Antonio y lo bautiza en la Iglesia Táchira Histórica -92 Nuestra Señora de Los Ángeles de La Grita, siendo los padrinos Francisco Valbuena y Josefa Guerrero, tal evento lo realiza el presbítero José Jesús Villalobos. El 10 de agosto de 1878 nace su hija María Lugardis, en el Acta de Nacimiento Atanasio se presenta como “Artista”, y por el documento se sabe que vive con su familia en esta época en el municipio Libertador de Mérida. Dos años después lo encontramos de nuevo en La Grita, donde ve nacer otra hija; María Crescencia, hecho ocurrido el 3 de julio de 1880 según registro del padre José de Jesús Villalobos; le sigue José Ercilio, el 19 de febrero de 1882, bautizado por el padre Juan Bautista Arias, sirviendo de padrinos su hermano Nicanor Cárdenas y su madre María Encarnación Zambrano, quienes para esos años se encontraban radicados en tierras entre el antiguo Río Bobo y Queniquea. En su taller de La Grita hacía tallas en miniatura de santos y con la creación del Gran Estado Los Andes empezó a moldear en madera la imagen del Ilustre Americano, el general Antonio Guzmán Blanco. Esa imagen tenía como misión el de participar en la Exposición Nacional que preparaba el Gobierno con ocasión del Centenario del Natalicio del Libertador Simón Bolívar, las bases del concurso se las había enviado a La Grita don Manuel Antonio Pulido. Este hecho logra darse pues más adelante en el Archivo Histórico del Estado Táchira se menciona que “entre los objetos que mando a la Exposición, va una estatua en madera, símil de Guzmán Blanco, que no tiene otro mérito que ser trabajada con malos instrumentos por Atanasio Cárdenas, hijo del pueblo de La Grita, que no ha tenido maestro, ni ha salido jamás de su pueblo. El Jurado verá si la acepta o no” (Carta del general José Antonio Baldo al general Antonio Guzmán Blanco, San Cristóbal, mayo 6 de 1883). En ese mismo tiempo se traslada a casa de su hermano Nicanor Cárdenas en el sitio de Río Bobo con su esposa Enriqueta, en esos predios nace su hija María Obdulia del Carmen el 23 de julio de 1883, dos días después la niña es bautizada en Queniquea por el padre Fernando María Contreras y como padrino su hermano Nicanor Cárdenas. En el sitio de Río Bobo también se encuentra su madre María Encarnación y su hermano José de Jesús. Allí se entera que los vecinos de Río Bobo encaminados por don Ramón de Jesús Pulido Ramírez acaban de fundar en el lugar de Río Bobo un nuevo poblado al cual han bautizado con el nombre de San José de Bolívar. En pláticas con el padre Fernando María Contreras inicia un nuevo proyecto y talla un Santo Cristo para la iglesia de Queniquea. Tres años después, en 1886, su madre Encarnación Zambrano compra unas tierras en el sitio de La Vega, el documento en el Registro señala: “José Eufrasio Pulido vende tierra en el Portachuelo a María Encarnación Zambrano en los siguientes linderos: Por frente las aguas de los ríos Queniquea y río Bobo; por fondo el camino real para San Antonio que divide los terrenos de los señores Moncada; por el costado derecho las aguas del río Bobo hasta una piedra llamada de la Cacahuecas y de allí para lo alto con terreno de los Sánchez; y por el costado izquierdo deslinda unos mojones y terreno de los señores Moncada” (Protocolo N° 1. Primer Trimestre. Distrito Guzmán, 1886. Serie Numérica 23). Táchira Histórica -93 Al año siguiente de la compra de estas tierras, su hermano José de Jesús empieza a sembrar en ella caña panelera y reactiva un viejo trapiche de la zona. La tradición menciona que: “En el lugar llamado Los amarillos, caserío de la Mesa de San Antonio de Río Bobo, aldea cercana a nuestro pueblo fue cortado un cedro del cual se tomó una parte para tallar una imagen por el renombrado ebanista y escultor Atanasio Cárdenas Zambrano” … “Cortado el cedro fue transportado por él, y unos amigos a La Vega (hoy sitio llamado La Cañabrava) propiedad de don José de Jesús Cárdenas, allí fue transformado en la milagrosa imagen del patriarca San José. La fecha en que fue elaborada data de 1887”. No es extraño que los vecinos del sitio de Río Bobo que desde el 15 de febrero de 1883 habían bautizado como San José de Bolívar, buscasen en Atanasio Cárdenas la ayuda para elaborar el Santo Patrono para la iglesia que había bendecido en 1884 monseñor Jesús Manuel Jáuregui. Es este año de 1887 que desde un punto de vista legal es aprobado el nombre del poblado como San José de Bolívar. Expresa el profesor Horacio Moreno que es hasta el “22 de diciembre de 1887 que la Legislatura del Estado reconoció el campo de Río Bobo, como aldea, legalmente constituida y con el nombre de San José de Bolívar” (Monografía de San José de Bolívar – 1982: 95). El rostro sereno de San José, un rostro donde colocó los rasgos de un hombre campesino de la zona, quizá la imagen del padre bueno y ausente del artista. La madre de Atanasio debió morir entre 1892 a 1893, con la triangulación de datos de documentos revisados, pues ya para 1894 en el matrimonio de uno de sus hijos, sucedido el 16 de mayo de 1894, entre José de Jesús Cárdenas con María Isabel García Parra, oriunda de La Grita. hija de Rafael García y Espíritu Santo Parra, hace inferir que doña María Encarnación es difunta. Los padrinos de este evento serán Manuel y Filomena Cárdenas. Imagen de San José, en iglesia de San José de Bolívar Táchira Histórica -95 (Foto: Rómulo Enrique Romero) Imagen de San Antonio, en Pregonero. Foto: Ali Mora. En los años posteriores realiza una talla de un San Antonio para el pueblo de Pregonero. La voz autorizada de doña Isabel Torres de Suárez en su Monografía del Distrito Uribante (1945: 15) indica que “existe en la iglesia parroquial de Pregonero la imagen de San Antonio que se venera como la del Patrono del lugar, fue hecha de una sola pieza de madera, por Atanasio Cárdenas y ha merecido muchos elogios por ser una obra artística. El tronco donde se cortó el árbol existe en la aldea San José”. El 15 de enero de 1898 muere su hijo Próspero Antonio, este hecho golpea moralmente al artista, su cuerpo fue llevado en triste procesión a la Iglesia Nuestra Señora de Los Ángeles y ese día Monseñor Jáuregui da unas sentidas palabras en su homilía. Nuevos eventos están por pasar en el país, los andinos han decidido tomar el poder en Caracas bajo la conducción de un hijo de Capacho, el general Cipriano Castro. Atanasio sigue en sus trabajos de albañil y maestro de obras, nace por este período su hija Rita. El 28 de abril de 1902, quizá hace la última visita a la tierra que lo vio nacer, al asistir a la boda de su hija María Crescencia con José Teodoro Méndez, hijo de Vicente Méndez y Ramona Contreras, el cual se dio en la población de Queniquea. Se maneja una hipótesis sobre su deceso y futura desaparición. En esta conjetura se menciona que viajó a Barinas a realizar trabajos de mampostería en una iglesia y murió de fiebre palúdica. Hasta ahora está versión no se ha comprobado y no hemos hallado otro documento de su accionar a partir de 1903. En 1905 Emilio Constantino Guerrero señala en su libro El Táchira Físico Político e Ilustrado que “hace pocos años murió uno de los mejores escultores que ha tenido el Táchira: Atanasio Cárdenas” (1905: pág. 303). Su muerte debió ocurrir entre 1902 a 1903. Durante los cerca de sesenta años que duró su vida cultivó Atanasio Cárdenas por igual la pintura y la escultura con resultados extraordinarios en cada una de estas facetas artísticas; en este sentido superó a su gran maestro: Rafael Pino Enrique, centrado casi exclusivamente en la escultura. Muchos años después, el 15 de junio de 1918 en Tovar se casaría su hija Rita Cárdenas Escalante con Tobías Contreras en la población de Tovar. Este matrimonio dura hasta el 17 de enero de 1930, cuando Rita muere en esa misma población. Su esposa Enriqueta Escalante mantiene la memoria viva de Atanasio Cárdenas y le sobrevive por tres décadas más, muere el 13 de mayo de 1934 en la ciudad donde conoció al amor de su vida: La Grita. Táchira Histórica -95 Miguel Ángel Mudarra. El Estado Táchira. San Cristóbal, Imprenta del Estado. 1979. Este folleto es una Guía Didáctica como la llama su autor para introducirse a conocer algunos aspectos relevantes de la entidad tachirense. En el mismo se presenta una sucinta descripción geográfica e histórica de los eventos más relevantes ocurridos en el estado Táchira. En base a temas geohistóricos envía un mensaje abierto a las nuevas generaciones para que se apropien de su pasado y en esa misma línea argumental invita al magisterio tachirense a tomar atención y simpatía para cumplir en los niños y adolescentes esa triple función de la pedagogía: Educativa, social y patriótica. En el material expuesto se analiza la evolución de los distintos períodos de la República con las diversas aportaciones hechas al progreso de la entidad tachirense y con ello “contribuir al afianzamiento de la hidalguía tachirense en el medio escolar, una de las principales tradiciones espirituales del Estado”. Lucas Guillermo Castillo Lara. Rafael María Rosales. La Grita Cuatricentenaria, Hacia el corazón del sueño. Caracas. Italgrafica Editores. 1976. Siempre la Tachiraneidad. San Cristóbal. Fondo Editorial Diculta. 1997. Este texto fue un adelanto de lo que sería la obra cumbre de Castillo Lara; La Grita, una ciudad que grita su silencio. Por sus líneas esta Francisco de Cáceres, los padres franciscanos, la imagen del Cristo. De manera breve expone los temas esenciales del quehacer histórico de esta localidad tachirense, imbuyendo el tema de la identidad andina como fortaleza de la sociedad actual. Es una teoría de la querencia del escritor hacia el lar nativo, es un discurso que apuesta por la Historia Regional donde se busca sacar a las aldeas y los pueblos del silencio en que han estado. “Todo lo que somos – anuncia el autor –y lo que anhelamos ser, se confunde en esta mirada de añoranza, que a pesar de su lejanía se nos vuelve cercana cada vez que viajamos en el recuerdo al terruño natal, y esta noche se nos hace presente al rememorar en La Grita o en cualquiera de nuestros nativos pueblos, un escondido pedacito de nosotros mismos”. Táchira Histórica -96 Este libro de don Rafael María Rosales reúne una serie de reflexiones a lo que él denominó la Tachiranidad desde aspectos de la vida histórica, social, política, heroica, racionalista y cultural. Poniéndose énfasis en la negación de haber permanecido aislado y olvidado por los nacionales por mucho tiempo, de allí de alzar la voz para mostrar las bases y raíces por lo que la entidad tachirense es tan diferente lo cual ayudó a desarrollar lo recio de su personalidad y, asimismo, dar firmeza a la dinámica de su proceso histórico-político, socio económico y socio cultural en la época de su aislamiento. Diserta el autor sobre las características que conforman la memoria histórica de la entidad resaltando a hechos y personajes que fueron solidificando y dando base a ese patrimonio inmaterial de hombres y mujeres que como el barro con el cual se hace jarrones en Capacho se formó el Ser Tachirense. La Foto en la Historia Procesión del patrono San Sebastián en la ciudad de San Cristóbal. Año 1900. Foto: Circa. Fuente: Biblioteca de la Academia de Historia del Táchira. Táchira Histórica -97 La Foto en la Historia Imagen de San Antonio de Padua en las Fiestas Patronales de pregonero. 13 de julio de 1971. Fuente: Fototeca José Ali Mora. Táchira Histórica -98 La Foto en la Historia La cantante española Rocío Durcal saluda a un fans tachirense. Ferias y Fiestas en honor al patrono San Sebastián. Ciudad de San Cristóbal - Año: 1980. Fuente: Archivo de la Alcaldía del Municipio San Cristóbal. Táchira Histórica -99 La Foto en la Historia Estudiantes y personal docente del Liceo Simón Bolívar Ciudad de San Cristóbal - Año: 1916. Fuente: Archivo Histórico del Liceo Simón Bolívar (Museo Pedagógico). Táchira Histórica -100 DOCUMENTOS QUE MUESTRAN NUESTRA HISTORIA Compra-Venta de las Minas de Cobre de Seboruco Lugar: Registro Principal de la ciudad de San Cristóbal Documento: Protocolo N° 2. Segundo Trimestre del año 1883. Oficina del Registro Público del Distrito Vargas de la ciudad de La Grita. Expediente N° 195. Compra-Venta de las Minas de Cobre en el sitio de Seboruco. Alfredo Alderson vende al General Pedro Felipe Inchauspe y Alejandro Boué. Táchira Histórica -101 Táchira Histórica -102 Táchira Histórica -103 Táchira Histórica -104 Táchira Histórica -105 Táchira Histórica -106 Táchira Histórica -107 Táchira Histórica -108 Táchira Histórica -109 NORMAS PARA PUBLICAR EN LA REVISTA TÀCHIRA HISTÒRICA Los trabajos presentados para ser publicados en la revista Táchira Histórica deben versar sobre temas históricos referentes al Táchira y serán sometidos a una doble evaluación. La primera instancia consistirá en una revisión inicial por parte del Comité Editor de la revista. De ser aprobado el manuscrito será remitido a evaluación externa por especialistas en la temática a publicar. Toda contribución deberá ser original y no estar propuesta simultáneamente para su publicación en otra revista. Sólo se aceptarán artículos escritos en español. Se deberá enviar el trabajo, en formato de archivo .doc (word) a la dirección de contacto: revistachirahistorica@gmail.com En el email enviado se debe indicar en el asunto “Artículo para evaluación”, seguido del nombre del articulo y autor. La revista no cobra ningún cargo o tasa para publicar los artículos. NORMAS DE EDICIÓN 1. Envío En caso de ser aceptado el manuscrito, el autor conservará los derechos de autoría y cederá a la revista todos los derechos protegidos por las leyes de propiedad intelectual que rigen en Venezuela referidos a la difusión de la revista en su soporte digital. 2. Normas generales de edición y extensión máxima Los documentos deben enviarse en formato Word (.doc o .docx), fuente Arial 12 para títulos y subtitulos, y Arial 11 para el contenido, con interlineado de 1,5 espacios. Las notas al pie serán escritas en Arial 9, interlineado sencillo. El número de la nota al pie va después de todo signo de puntuación, sea coma, punto o comillas. La extensión máxima de los artículos será de 5 a 6 páginas. Si el manuscrito incluye ilustraciones o cuadros deberán ser colocadas en el archivo Word enviado a evaluación. Asimismo, de ser aprobado para su publicación, se solicitará el envío de las ilustraciones o cuadros en su formato original. En caso de imágenes con resolución de 300 dpi. 3. Estructura 3.1. Título. Deberá colocarse centrado y sin punto final. No deberá contener más de 12 palabras. 3.2. Nombre del autor o autores. 3.3. Pertenencia institucional. País de procedencia y la dirección de correo electrónico. 3.4. Subtítulos sin numeración. 4. Elaboración de las referencias bibliográficas según normas APA La Revista Táchira Histórica empleara las normas APA para las referencias bibliográficas, citas y fuentes. Dentro del texto, las citas bibliográficas y de fuentes, se colocan entre comillas sin cursivas (autor, año y página). Si la cita tiene hasta 40 palabras se coloca dentro del párrafo, si tiene más de 40 palabras se coloca en párrafo aparte separado del texto por doble espaciado y fuente tamaño Arial 10. Dentro de una cita, se usarán tres puntos suspensivos sin paréntesis para indicar que se ha omitido parte de la oración original. En caso de omitir en la cita oraciones enteras de la fuente original, se indicará la supresión con cuatro puntos suspensivos sin paréntesis. No se usan los puntos suspensivos al principio ni al final de una cita, aún en caso de que se haya omitido Táchira Histórica - 110 material. Ejemplos de cómo citar dentro del texto: – Según Moreno “desde mediados del siglo XVIII el problema de la delincuencia en la frontera aparece con más asiduidad en las reuniones del cabildo” (1984, p. 117). – En 1984, Horacio Moreno explicó que “desde mediados del siglo XVIII el problema de la delincuencia en la frontera aparece con más asiduidad en las reuniones del cabildo” (p. 117). – Desde mediados del siglo XVIII “el problema de la delincuencia en la frontera aparece con más asiduidad en las reuniones del cabildo” (Moreno, 1984, p. 117). Los autores deben respetar este tipo de citas bibliográficas completas de manera que en el texto no haya notas al pie con citas bibliográficas completas, solo se mencionan autores y año; por ejemplo: Sobre este tema, véase Rosales (1974; 1988); Ferrero Tamayo (1977). Si corresponde, se menciona la página de este modo: Méndez Moreno (2001, pp. 231-235). 5. Fuentes 5.1. Para las fuentes inéditas se utilizará el sistema de cita especificado en Referencias bibliográficas. 5.2. Señalar el archivo de origen de la fuente y su ubicación. 5.3. Indicar las referencias de localización del documento dentro del repositorio que lo resguarda. 5.4. En caso de tratarse de una transcripción de un documento inédito deberá anteceder a la transcripción una justificación de la elección, el método y criterios empleado para la transcripción y todas las aclaraciones necesarias respecto a las condiciones materiales que componen el documento original (estado del documento, soporte sobre el que está escrito, elementos de escritura y cualquier observación pertinente a la materialidad del original. 5.5. De ser necesario, se solicitará al autor que envíe la autorización del repositorio de origen del documento inédito. 5.6. Los nombres de diarios o revistas se citarán siempre en cursiva. Si se mencionan en el cuerpo del artículo o se realiza una cita textual, se indicará allí el nombre y luego en cita a pie se consignará la referencia bibliográfica completa de este modo. 6. Referencias Bibliográficas Al final del texto se consignará bajo el título “Referencias Bibliográficas” todas las obras citadas en el artículo en orden alfabético según el apellido del autor. Se incluirá el apellido y la inicial del nombre del autor -no su nombre completo- en mayúscula y con acento si corresponde. Si son varios autores, se listarán todos, sin utilizar las expresiones et al/y otros. Se solicita a los autores respetar en cada caso las formas de citar como se consigna en los siguientes ejemplos: -Chiossone, T. (1979). Historia del estado Táchira. Caracas: Italgrafica. -Pulido Zambrano, J. y Zinguer Delgado, B. (2020). Logia Sol del Táchira, el origen (1928 – 1938). San Cristóbal: Tres puntos editores. -Vivas, J. E. (Junio, 1943). Historia tachirense. Boletín del Centro de Historia del Táchira, n°1, 9-17. San Cristóbal. Táchira – Venezuela. -Sánchez Fossi, J. F. (2020). Curas y Masones del municipio de San Antonio del Táchira. (Tesis doctoral inédita). Departamento de Historia Local. Universidad La Colombae. Táchira Histórica - 111 Leernos a nosotros mismos nos ayuda a conocer la esencia de la tachirensidad. TÁCHIRA HISTÓRICA