San Cristóbal - Año 3 – Nº 8. Marzo 2022
PETROGLIFOS
TACHIRENSES
Cuatro manifestaciones científicas se ofrecen para apreciar la trayectoria del hombre
sobre la tierra: la antropología, la etnología la arqueología y la lingüística; dos de ellas son vías
esenciales, a nuestra manera de ver, para acercarnos al conocimiento del hombre y de los restos
de su cultura material: la antropología, que estudia al hombre de manera integral tanto en sus
características biológicas como culturales con especial énfasis en las expresiones culturales y
lingüísticas de los pueblos, incluso aquellos que han desaparecido; y la arqueología, que estudia
los cambios sociales a través de los remanentes materiales producidos por el hombre a través
del tiempo. Al mejor estilo de Carlo Ginzburg en su visión de los mitos, sus emblemas e indicios,
esta edición de la revista digital Táchira Histórica© presenta a nuestros acuciosos lectores, un
dossier centrado en los “libros pétreos” que nos legaron los atávicos pobladores de esta zona
geográfica, así pues, ustedes tendrán el placer de observar la colección de esta interesante y
necesaria biblioteca de la “prehistoria del Táchira” como la califica la reputada antropóloga
Reina Duran, o del “Táchira Prehispánico” como lo señalara el maestro Horacio Moreno.
Se trata de los petroglifos, registros simbólicos grabados en las rocas por los ancestrales
habitantes de esta región, a través de estas imágenes se puede analizar sus pensamientos, su
manera de concebir el mundo y el sentido que le daban a los fenómenos que observaban en la
naturaleza y en su sociedad.
Táchira Histórica© hará referencia a los trabajos conocidos sobre el tema, desde los
iniciales empezando el siglo XX, hasta la profundización y época dorada que derivaron de los
hallazgos y estudios científicos de la Dra. Reina Duran, la autoridad más respetada sobre el tema
en nuestra región, pasando por diversos historiadores que han enriquecido este conocimiento,
hasta llegar al antropólogo Anderson Jaimes quien hasta el día de hoy, continúa junto a sus
estudiantes, en la ardua tarea de búsqueda, rescate e interpretación de los nuevos “libros
pétreos“ hallados, y de esta manera seguir enriqueciendo la biblioteca.
Una buena parte del fruto del trabajo de estos investigadores se puede observar en el
Archivo del Museo del Táchira, hermoso espacio de la antigua Hacienda Paramillo donde la
familia tachirense puede observar los restos de los primeros hombres que pisaron estas tierras,
una cultura que se niega a ser olvidada y cuyos libros (sus petroglifos) nos dejan un mensaje
perenne para recordar su tránsito y permanencia en estas heredades, allí está expuesto un trozo
de nuestra cultura, a la vista de todos, esperando que sean descifrados esos arcanos de nuestro
pasado.
Cerrando estas palabras hemos visto con tristeza como Rusia invade Ucrania, y nos
preguntamos si como humanidad hemos aprendido de las lecciones del pasado, nos viene a la
mente la “piedra de las ánimas” que visitamos semanas atrás en el municipio Andrés Bello en la
preparación de este material, allí se reflejan varios rostros llenos de angustia como señalando
una catástrofe en su sociedad, quizá una invasión y guerra que acabó con su aldea, nos aterra la
idea, ¡un conflicto bélico se sabe cómo empieza pero no como termina!
A la par que pedimos el fin de la guerra y de la peste, agradecemos a ustedes la
receptividad que le dan a nuestro trabajo, que no busca otra cosa que preservar y promover el
acervo histórico de nuestra amado Táchira.
Táchira Histórica - 1
.
EDITORES
José Antonio Pulido-Zambrano
Bernardo José Zinguer-Delgado
Píldoras de Historia………………………………….....……....3
Petroglifos tachirenses (Dossier)…………..…..………….…..7
Cuando las piedras hablan………….…….……………………8
La piedra del mapa………..……..…………..………………..16
Acercamiento a otros petroglifos…..……………..…………...22
Colaboradores:
Samir Sánchez
Pbro. Luis Gilberto Santander
Juan Alberto Sánchez García
Anderson Jaimes
El levantamiento de un petroglifo en Michelena..…………...32
Ali Mora
Los petroglifos de los indios yegüínes……………………….35
José Joaquín Villamizar Molina
Seborukus, la tierra que adoró a los dioses en la piedra......36
El misterio de la piedra de las ánimas………..………..……42
Registro de la Estación Rupestre piedra de las ánimas.......51
Tratamiento de fotografías
El Táchira, geografía de gigantes…………………………….57
José Antonio Pulido Colmenares
Los Bernheimer de Rubio……………………………………..75
Cordero: Tiempo de Conquista y Colonia……………………81
Atanasio Cárdenas, un escultor andino del siglo XIX………87
Libros…………………………………….……………….…….96
Transcripción
Consuelo Colmenares
La foto en la Historia…………………………………………...97
Documentos que muestran nuestra Historia……..………..101
Normas para publicar en la revista………………......…..…110
Portada
Archivo Fundación Pulido.
Piedra de las Ánimas.
Aldea San Isidro – Municipio Andrés Bello.
Fotógrafo: José Antonio Pulido Zambrano
Depósito Legal: pp110310062022
En la construcción de la revista dedicada a petroglifos,
mi hija Ana Eleonor, de dos años y medio viendo una
fotografía de la familia me hizo este dibujo, y por un
momento me aclaró una duda, y ¿si los primeros
hombres pintaban al ser humano sólo la cabeza para
representar su cuerpo completo? ¿Pudiera ser esa una
lectura de los petroglifos? Pudiera ser…
José Antonio Pulido Zambrano
Táchira Histórica - 2
Táchira Histórica es una
publicación trimestral y su
contenido es propiedad de la
Memoria Histórica del Estado
Táchira. Tiene un sentido
pedagógico para mantener en
las nuevas generaciones el amor
por nuestros ancestros. Su
divulgación es el mundo digital,
adaptándonos a los nuevos
tiempos.
San Cristóbal, marzo 2022
Año 3 – Número 8
Píldoras de Historia
con el profesor Horacio Moreno
DATOS PARA LA HISTORIA DE LA ERMITA
Cuenta una leyenda que en 1800 levantó en la zona un humilde rancho el señor Juan Carrero y
muy cerca una capilla dedicada al Precursor de la católica religión de Jesucristo. Esa pequeña capilla,
alumbrada por manos piadosas empezó a ser llamada La Ermita, fue cubriéndose de casas aisladas,
hasta tener fisonomía de pueblo. La Ermita también empezó a lucir una Plaza Florida, como una eclosión
jubilosa de primavera. Aquí se modeló el espíritu de una sociedad del porvenir, que semejan sagrarios de
las viejas virtudes de la raza.
Por piadoso respeto vamos a recordar la fecha del 23 de diciembre de 1853 cuando se creó la
parroquia que durante dos años se llamó “San Sebastián”. Importa señalar que la vieja capilla aún
conservaba su perfil y había quienes tropezaran en sus pensamientos con la identidad y la tradición, ya
que ella representaba una parte del acta de bautismo histórico con el nombre La Ermita.
Con este primer acto histórico comienza la construcción del templo por su primer párroco José de
la Merced Pineda, quien recibe el nombramiento el 24 de febrero de 1854, permaneciendo un año y cinco
meses. Lo sucede el presbítero Lizardo.
ABRIENDO CANALES DE PROGRESO
En esa caravana de voluntades que sembraran el camino de fraternidad y labor llegamos al 10 de
septiembre de 1856 cuando el Señor Obispo de la Diócesis de Mérida monseñor Juan Hilario Bosset visitó
La Ermita para escoger el sitio donde se levantaría “el templo de la nueva Parroquia de San Juan Bautista,
y bendecir la primera piedra, cuya ceremonia se verificó de acuerdo al Pontifical Romano”.
La Ermita recibe al Señor Obispo con todas las galas del entusiasmo. Derroche de música, pólvora
y la feligresía de la ciudad hubo de suspender sus labores para honrar la trascendencia de un acto
grandioso confortable y estimulante. He aquí un fragmento del documento suscrito en esta ciudad por el
Señor Obispo: “En la ciudad de San Cristóbal a 10 de septiembre de 1856, el Ilustrísimo Señor Obispo de
esta Diócesis acompañado del Señor Gobernador de la Provincia, de varios vecinos y del infrascrito
Secretario, se trasladó al sitio de La Ermita con el fin de examinar el punto más adecuado para fabricar la
Iglesia principal de la Parroquia San Juan Bautista y se encontró que el más adecuado es en la manzana
que se halla al frente de la plaza que se encuentra delineada… El 14 de septiembre del mismo año Su
Señoría Ilustrísima bendijo la cruz erigida en el lugar donde debe construirse el altar mayor, exhortó a los
fieles a contribuir con sus auxilios pecuniarios y personales a favor de tan santa obra; y ofreció el santo
sacrificio de la misa. Numeroso fue el concurso de fieles, grande el entusiasmo de los vecinos de esta
Parroquia, solemne y edificante la función. El Secretario de Cámara y Visita. Tomas Zerpa”.
Por último, la relación de cómo se va a
construir la iglesia, luciendo sus formas elegantes,
como una flor luminosa de la virtud cristiana, como
un abrazo solidario de las almas en el piélago
infinito de la vida inmortal.
La primera iglesia de San Juan Bautista,
aunque no fue terminada dejó la canción del
trabajo y en su pequeña cúpula, los brazos
abiertos del símbolo de la redención.
Táchira Histórica - 3
Curiosidades
DOCUMENTO HISTÓRICO DE LA ERMITA
Erección de la Iglesia de San Juan Bautista en el sitio de La Ermita por el
Ilustrísimo Señor Obispo Diocesano Juan Hilario Bosset. El edificio de
tres naves con copa firme y de tapias… de cal y canto. Cincuenta varas
de longitud en limpio que se distribuirán así: Siete varas para el
presbiterio principal y otras siete para los presbiterios colaterales y el
resto de las varas para el largo general. Tendrá las dos naves: La del
medio principal doce varas y las colaterales de seis varas cada una.
Sacristía: Ocho varas de ancho y la misma amplitud de la iglesia; con
más una vuelta por cada costado a fin de que salga de ella por los
costados de los presbiterios colaterales. Dos galerías a los costados de la
iglesia que tendrán cada una de las catorce varas y media en limpio.
Habrá dos torres dentro de las galerías, de seis varas en cuadro a cada
una, esto en limpio y la altura proporcionada”. Habrá dos edificios para
cerrar los costados de la iglesia, el uno, la habitación del cura y el otro,
para la escuela pública. Lo que queda de la manzana es apropiado para
desahogo de dichos edificios en su respectiva localidad. La portada será
de esta forma; tendrá tres puertas con la altura de seis varas por lo
menos de luz y cuatro de ancho, todas tres iguales. Tendrá la portada de
seis columnas al frente y encima de cada puerta un triángulo abierto,
bien recto, o bien… con una pilastra que salga de la base o centro del
triángulo y antes de comenzarse los triángulos de la cornisa general. Las
pilastras de los tres presbiterios, cuadrados. Las columnas que tengan
vara y cuarto del diámetro si son redondas y si cuadriláteras en forma
de poste dos varas de ancho y vara y cuarta de diámetro. Altura de las
paredes colaterales cinco varas y nada más. Altura de los pilares siete
varas cada una. El baptisterio ira bajo la torre del lado derecho de la…
o sea del lado de la Epístola. Su entrada será un acto abierto con puertas
Iglesia San Juan Bautista (Archivo: Aurys Castro).
El NUEVO TEMPLO
(HM). Los días 17 y 18 de
noviembre de 1869 se reafirma la
construcción del Templo del sector
La Ermita. Le correspondió al cuarto
párroco Manuel María Lizardo
presidir la solemnidad del esfuerzo y
ante el ara santa, hubo la ofrenda al
Dios de las alturas, la cual se
confundió con el blanco inmaculado
de una hostia que entre nubes de
incienso se escapaba por los
ventanales del templo para llegar a
las constelaciones, portador de un
mensaje ecuménico.
Pero en este valle de lágrimas,
la evolución de la vida y de la muerte
al infinito en la marcha del hombre,
lo detiene la fuerza asoladora de la
naturaleza y todo ese esfuerzo
gastado en la construcción del
templo se vino al suelo en la mañana
del 18 de mayo de 1875, cuando un
violento terremoto dejó en ruinas
muchos pueblos del Táchira.
de reja. A los costados tendrá la iglesia dos puertas que salga a las
galerías y dos ventanas a los costados de cada puerta distribuidos en
proporción. La altura de estas ventanas será de seis varas y una… y tres
cuartas de metros. Las dos ventanas del Presbiterio en la misma forma.
Las torres tendrán dos ventanas al frente en la misma. Las puertas del
Presbiterio a un costado para entrar a la sacristía. Los muros colaterales
que tengan un cimiento sólido, una vara de ancho de tapia, pero con
rafón de la orilla y meseta cada… varas. San Cristóbal, 10 de septiembre
de 1856. El Obispo Juan Hilario Bosset. Obispo de Mérida. (Rubrica).
Táchira Histórica - 4
El Padre Manuel María Lizardo.
(Fuente: Biblioteca José Antonio Pulido Zambrano – San José de Bolívar).
Táchira Histórica - 5
La publicidad también ha dejado su impronta en la Historia
Fuente: El Correo del Táchira. Director: Francisco López Sánchez.
San Cristóbal, 8 de abril de 1933. Año II. N° 243.
Táchira Histórica - 6
Petroglifos
Tachirenses
(Dossier).
Petroglifo Santa Marta I (Manaure).
Se encuentra ubicado al margen izquierdo
de la quebrada Los Curos – Colón.
Foto. Anderson Jaimes.
Táchira Histórica - 7
Táchira Histórica -7
Reflexiones sobre la Tachirensidad:
Cuando las piedras hablan…
José Antonio Pulido-Zambrano
Piedra de las Animas
Aldea San Isidro – Municipio Andrés Bello
Las montañas tachirenses siguen
guardando tesoros de sus orígenes. Se dice
que quien busca encuentra, y al que llama
con tres golpes se les abren puertas a los
misterios de este mundo. Tres golpes
fuertes sobre piedras que guardan símbolos
de lo antaño de nuestra región.
“Homo habilis” es el constructo que
sintetiza esa fase de la evolución humana
cuando el hombre empezó a labrar y moldear
las piedras. Allí en ese pergamino pétreo
comenzó uno de los primeros pasos de la
intelectualidad del hombre que lo distinguió
de las bestias, al lograr con su capacidad
expresar de manera gráfica una serie de
dibujos y representaciones. De allí que la
presencia de ese hombre primitivo en estas
heredades andinas es palpable en la gran
variedad de petroglifos que se hallan en lo
que hoy geográficamente se llama estado
Táchira.
Por ello el llamado Arte Rupestre,
ese trabajo rústico y plástico primitivo
realizado por el hombre en la roca en forma
de pintura o grabado es visible en nuestro
contexto.
El grabado sobre la piedra es lo que
hoy se conoce con el nombre de Petroglifos.
Petroglifo traduce como “piedra grabada”,
las cuales no son desconocidas por los
tachirenses.
Diversas lecturas, hipótesis, teorías
se han dado acerca de los petroglifos, sin
duda un tema no desconocido en la región,
más cuando en 1927, el médico rural de la
población de San Juan de Colón; doctor José
Benito Calderón disertará ante la comunidad
científica de su tiempo sobre estas “piedras
parlantes” y que luego fuese publicado
dicho estudio en el folleto, luego en libro:
Petroglifos prehistóricos de Colón del
Táchira (1927).
Táchira Histórica - 8
En este libro matriz, el doctor
Calderón, médico de origen colombiano
realiza el primer análisis a los petroglifos por
invitación realizada por su compatriota el
escritor y antropólogo aficionado Luis Febres
Cordero. Era el doctor José Benito Calderón
miembro de la Sociedad Internacional de
Medicina de París. Alertaba el médico rural
de Colón desde 1914 - según Luis Febres
Cordero - de la existencia de “dos monumentos
que hasta ahora nosé que se hayan descifrado:
Las piedras grabadas de Colón y de El Riecito
en el estado Táchira”.
Es factible que esta suposición del
doctor Calderón se debiera a que desconocía
un primer acercamiento y estudio sobre este
petroglifo que pretendía desde la Universidad
de Mérida; Julio Cesar Salas, como muestra
de ello la fotografía de la “Piedra del Mapa”
de 1906 referida a él y de dicho análisis no
se había publicado nada en concreto.
Táchira Histórica -9
En 1908 publicaba el doctor Salas la
obra Tierra-Firme (Venezuela y Colombia).
Estudios sobre Etnología e Historia. Sus
méritos son innegables, pues como nota
Pérez Hernández, algunos de los temas que
aborda “no habían sido ni vislumbrados por
antropólogos y lingüistas de la centuria
precedente y, ni tan siquiera tanteadas, por
los de la centuria naciente”. El estudio
comienza por revisar algunos de los
conceptos emitidos por Humboldt, Codazzi
y otros, sobre los que se había edificado la
idea de los primeros pobladores del país.
Luego pasa a describir los pueblos
de Tierra Firme, lo que hoy es Venezuela y
Colombia, para finalizar con el aporte étnico
con la llegada de los europeos y su
“amalgama” en nuestros países y daba la
primera pincelada de pueblos originarios en
el hoy estado Táchira.
Por su parte, el libro del doctor
Calderón se adentraba a estudiar y analizar
las piedras grabadas de manera conjunta de
un lugar en particular: Colón.
Decía ya para 1923 el escritor
colombiano Luis Febres Cordero en torno a
los petroglifos de Colón lo siguiente: “El
pueblo donairoso y justo había hablado de
ese monumento, prestando a la geografía
una palabra técnica para darle bautismo de
cariño: el Mapa, nombre vulgar con que se
le conoce en Colón”.
La Piedra del Mapa está a punto de desaparecer
Es contradictorio que el lugar donde
más Arte Rupestre existe lleve el nombre de
Colón. ¿Acaso una manera de imponer una
memoria de lo español sobre lo autóctono?
Lo cierto es que la llamada en la actualidad
“Piedra del Mapa” estaba por sucumbir y
desaparecer como sucedió de igual forma
en otras localidades con piedras con los
mismos símbolos.
El 5 de febrero la “Piedra del Mapa”
fue soterrada de su lugar de origen y se
abrió un hoyo con la intención de enterrarla
y desaparecerla. Esto no se logró señala el
doctor Calderón “gracias a los esfuerzos de
los señores Ernesto Croce, Don Carlos
Pagnini y Don Ceferino Chacón”. La piedra
fue desenterrada pero ya se había movido
de su lugar original.
En este sentido son muchos los
petroglifos que se han eliminado, unos
destruidos y otros enterrados. En su libro
Sombras enigmáticas en el estado Táchira
(2021) el profesor Horacio Moreno dejó el
siguiente testimonio:
UN PETROGLIFO EN TARIBA
Fuera del caserío indígena y su
resistencia al paso del capitán Alfonso
Pérez de Tolosa y de la Encomienda dada
a los españoles, no se sabía nada de la
civilización y actividades desarrolladas por
la etnia que ocupaba el sitio donde se
halla la ciudad de Táriba. Para el año 1909
aún existía una gran piedra labrada por los
indios, en el centro de la plaza principal de
Táriba, según lo informa el Cura Párroco
de ese entonces; Miguel I. Briceño.
Cuántas figuras estilizadas se perdieron
por la ignorancia de quienes construyeron
la plaza, pues fue dinamitada esta reliquia
histórica, con permanencia de milenios en
ese sitio. Es evidente, que en ese mundo
ocuparía lugar preferente el sol y algunas
escenas de su modo de vida.
Los petroglifos dejados por
nuestros indígenas representan en su
silencio una civilización arropada por los
siglos, que exhibía una sociedad en sus
múltiples facetas: desde el guerrero hasta
el agricultor y los artistas hábiles en el
acopio de sus enigmas. El espíritu creador
de la etnia taribense hubo de narrar una
larga historia, tallada en profusión de
patrones asombrosamente intrincados.
De haber conservado esa reliquia
milenaria, como los de Colón, tendríamos
una representación de simples misterios
de belleza, creados para deliberar en su
sinfonía de paisajes, en el sonido de la
estrella y la magia de sus carros: Toiquito,
Gallardín, Monte Carmelo y Maravilla. Es
más, en esa piedra había fuera de su
voluminosa presencia, algo que llamaba la
atención; cuando el sol se asomaba por el
este, la piedra proyectaba en su sombra la
figura de un ser humano, como queriendo
demostrar el deseo de expresarse y de
acudir a fuerzas espirituales superiores a
Táchira Histórica -10
Tanto Benet (1929) como Díaz Brantes (1930) dejan
constancia fotográfica de la llamada “Piedra del
Mapa”.
él. Tal era la piedra grabada que comentamos,
dotada de un atributo inexplicable, sólo
visto cuando los rayos del sol incidían
sobre la masa pétrea. Pero ¿Quiénes la
hicieron? ¿para qué?
En este sentido también recordaba
el doctor Calderón el siguiente episodio: “A
uno y medio o dos kilómetros del puente
sobre la Quebrada La Blanca, en la carretera
que viene de la Estación Táchira hacia
Colón, cuando se construía dicha carretera,
encontró nuestro muy querido amigo, señor
don Juan Guglielmi, ya fallecido, otro
petroglifo, el cual, por estar situado en el
trazado, hizo retirar cuidadosamente, para
dejarlo siquiera cerca de donde estaba;
pero a un descuido de él, los trabajadores lo
lanzaron a un relleno, que estaban
haciendo. Ya que así quedó sepultado para
la ciencia, que no lo quede para la historia
de la paleografía de esta comarca”.
El otro petroglifo que se perdió para
la historia fue “La Piedra de las Serpientes”
como fue conocida en la aldea San Rafael
del hoy municipio Francisco de Miranda.
Ocurrió como el anterior caso cuando se
construía la carretera San José de Bolívar –
La Pérez. La piedra tenía en la zona muchas
supersticiones y el sacerdote de la época, el
padre Domingo Guerrero consideró que eso
encerraba algo maligno y fue lanzado a una
tierra pantanosa que está en el lugar, hace
tiempo hicimos excursión en ese sitio entre
la aldea La Guacamaya y San Rafael y no
logramos hallar pista del mismo. Este
petroglifo hubiese ayudado a comprender
más ese culto a las serpientes de esos
pueblos originarios, ya que piedras con las
mismas características de otras mencionadas
por el doctor Calderón: “El del Llano del
Basto, con cien serpientes grabadas. El de
Umuquena y el de Las Botijas, también con
serpientes grabadas. ¡Adoradoresdeserpientes?”
“También en Umuquena u Oruquena,
jurisdicción de La Grita; y en el sitio
denominado “Las Botijas”, cerca de
Seboruco, de la misma jurisdicción, hay uno
de estos lugares, respectivamente, con
serpientes grabadas. ¿Sería esa prehistórica
Nación que habitó estas comarcas,
adoradoras de las serpientes, como los
antiguos egipcios, como los Ophitas de
Cachemira de otros pueblos del Asia, y
como los Hibimes de México? Nos induce a
hacer estas suposiciones, el que, en la
Meseta de Colón, en donde están ubicados
los petroglifos que anteriormente dejamos
ya descritos, es en donde abundan más los
ofidios, que en las comarcas en donde se
hallan estos últimos. En los de Colón no hay
ningún reptil”.
Táchira Histórica -11
Casa de habitación en la hacienda La Colorada del doctor José Benito Calderón (Foto: Benet, 1929).
El Heraldo Americano (1930) también dejó constancia de petroglifos en el Táchira.
El aporte historiográfico de la obra
del doctor José Benito Calderón
Para quien quiera adentrarse en el
mundo de los petroglifos tachirenses debe
saber que en la actualidad uno de sus grandes
teóricos es el antropólogo Anderson Jaimes
y a la vez no puede obviar el texto primario
del doctor José Benito Calderón. La edición
que conocemos es la del año 1962, libro N°
27 de la Biblioteca de Autores y Temas
Tachirenses. Allí aparece en conjunto un
prólogo de Luis Febres Cordero que ubica al
lector en el contexto estudiado y la
personalidad del doctor Calderón quien
desde 1913 había empezado a estudiar los
petroglifos de San Juan de Colón.
Luis Febres Cordero expresa para
esta época que San Juan de Colón “podría
definirse como una interesante Estación
Arqueológica Venezolana”. Al adentrarnos
en la lectura se nos va mostrando que “en
las propias calles del pueblo existe un
monumento de escritura indígena, y en sus
circuitos aledaños, a distancias no mayores
de cuatro kilómetros, se encuentran otros
tres soberbios petroglifos, de colosales
proporciones”.
En el prólogo Febres Cordero deja
datos e indicios para futuras investigaciones
del Arte Rupestre: “… un grupo numeroso
como de diez y seis o veinte piedras
labradas, que denuncian iguales expertos
entalladores, se aglomera en esta zona
geográfica desde Colón hasta La Grita, en
los puntos de Michelena, La Urbina, La
Rusia, Seboruco, Pueblo Hondo, Zea,
Umuquena, entre otros”.
No hace mención Febres Cordero
de los petroglifos de Cordero, Queniquea y
Río Bobo (San José de Bolívar), en el primero
en la aldea San Isidro, en el segundo en las
aldeas San Felipe y Machado, y en el tercero
las aldeas Los Paujiles y San Rafael. Supone
Febres Cordero que “al advenimiento de los
héroes de España ya había desaparecido
por completo (los talladores de estas
piedras); las gentes que a la sazón poblaban
esas tierras pertenecían a la numerosa tribu
de los Motilones, producto degenerado
quizás de la vieja raza que más antes fue
dueña y dominadora de ellas”. Parece
ignorar que los Cronistas de Indias hablaban
ya de los pueblos originarios; Sunesua,
Kenaga, Orikena y Kukunabekas.
Táchira Histórica -12
Petroglifo de la aldea San Felipe –
Municipio Sucre (Queniquea).
Luis Febres Cordero
(en la imagen) deja al lector la
primera hipótesis para tratar de
descifrar los petroglifos de Colón:
“La erupción del Mucujúm, la
fractura de la Cordillera y el
consiguiente vaciado de los
lagos inferiores”. Hace
referencia a una montaña
cercana, el Mucujúm;
“antro o caverna del ruido”
según el vocabulario de los
indios Mucuchies.
El escritor en su lectura expresa ver
en los petroglifos “muchedumbres consternadas,
agrupadas en duelo colectivo delante de los
inauditos estragos que la catástrofe sísmica
produjera la topografía inmediata”.
Al revisar el texto de 1962, nos
hacíamos las preguntas del por qué sólo
aparecían fotografías del petroglifo N° 1 y el
petroglifo N° 5. Al estudiar más a fondo la
revisión hemerográfica, se pudo constatar
que esta versión no colocaba las fotos
originales tomada por el doctor Calderón,
sino que la Biblioteca de Autores y Temas
Tachirenses dirigida por el doctor Ramón J.
Velásquez y coordinada en su momento por
Seleucio Maldonado debieron usar las
imágenes que aparecen en la Guía General
de Venezuela (1929) de F. Benet, las cuales
en su formato original señala que las
fotografías de la Piedra del Mapa habrían
sido “tomadas expresamente para la Guía
General de Venezuela en el sitio que
actualmente ocupa, en la misma calle,
después de haberlo desenterrado”. Por lo
que las fotos del doctor Calderón no
aparecieron y a ello se debe la ausencia en
el libro de la BATT de los petroglifos 2, 3 y 4,
los cuales después de contactar al
antropólogo tachirense Anderson Jaimes se
pudo saber que aún existen tal como los
menciona el galeno en el texto original del
año 1927.
Inicia el doctor Calderón su estudio
expresando que los petroglifos de Colón son
pétreas hojas de un libro que “están
grabadas con iconografía ideográfica
bastante expresiva y escritura de caracteres
desconocidos”
Petroglifo N° 1 de la Piedra del Mapa – Cara oriental
(Fuente: Benet, 1929).
Petroglifo N° 1 de la Piedra del Mapa – Cara occidental
(Fuente: Benet, 1929).
Petroglifo N° 5 situado en la casa número 204 de la carrera
de la Federación (Fuente: Benet, 1929).
Es enfático al comunicar que su
escrito también es una denuncia para
salvaguardar los petroglifos. Dando datos
sobre topografía, climatología “que quizás
puedan serles de alguna utilidad a los que
emprendan ese estudio, que puede
responder a importantísimas interrogaciones
geológicas y etnológicas, sobre las cuales no
han pronunciado todavía, la ciencia ni la
Historia sus últimas palabras”.
Táchira Histórica -13
El San Juan de Colón que conoció el doctor José Benito Calderón (Fuente: Benet, 1929).
El doctor Calderón divide a los
monumentos prehistóricos en cuatro
periodos: Los de las sociedades primitivas,
que señalaban con la piedra bruta,
acontecimientos o cataclismos naturales
(Menhires); Los del periodo paleográfico en
que se grababan o esculpían símbolos o
jeroglíficos y caracteres o signos alfabéticos,
sobre la piedra bruta, de este período son
los de Colón: Los del periodo paleolítico, o
sean los de la piedra canteada y pulida y; Los
del periodo iconográfico, o sea aquellos en
que con tintes indelebles pintaban símbolos
y escribían sobre la piedra bruta. De igual
manera informa que se cree en su época
que los caribes grababan la piedra y los
chibchas la pintaban, negando esto al
expresar que “no hay noticia ni tradición
cierta de que los chibchas hubieran pintado
ni los caribes grabado esos petroglifos”.
Expone que los primeros cultivos
realizados en la planicie de Colón realizados
por agricultores venidos de Lobatera se
darían “en el costado Sub Este de la meseta,
hacia los taludes de la quebrada Sanjuana; y
en este sitio queda el petroglifo que
designamos con el N° 2”. En la edición de
1962 como se ha señalado no está la foto a
la que hace referencia el doctor Calderón.
Para Calderón este petroglifo “es el que
verdaderamente tiene carácter de un
croquis o mapa de la planicie en donde está
situada la ciudad”. Al parecer de Calderón
este petroglifo era “al que dieron el nombre
de “piedra del Mapa”, que después han
generalizado a los demás petroglifos”. Él
basa esta teoría respecto a que en esos años
cuando realiza su experticia e indicios los
habitantes de San Juan de Colón le
señalaban: “En tal parte hay una piedra del
mapa”. Por lo que este nombre era genérico
y una visión particular del aldeano para
sugerir que las piedras grabadas eran
señales para ubicarse sus ancestros en
aquellos terrenos. La idea de la Piedra del
Mapa era el de no perderse en aquellas
heredades y seguir la ruta marcada por los
ancestros.
Otro de los datos que aporta
Calderón para alertar a los futuros
investigadores de los petroglifos es que en
lengua quechúa la palabra “Ayacucho”
traducía a “Rincón de los muertos” o en el
idioma español; “Cementerio”. Para ese
momento el nombre de Distrito Ayacucho
era de data reciente; aun así pudo hallar la
hipótesis donde “la aglomeración de
petroglifos y de tumbas indígenas, parece
que la planicie de Colón fue un antiguo
cementerio”; expresa el galeno colombiano
que esto era una rara coincidencia pues el
nombre de Ayacucho era de reciente data y
posterior a la época de la Independencia,
por tal razón era un equívoco y no pudiera
Táchira Histórica -14
ser “lógico el dar a los petroglifos de Colón,
el carácter de primitivos mausoleos, ni el de
monumentos religiosos”.
A pesar de ello, este primer informe
sobre los petroglifos de Colón es algo
contradictorio, pues más adelante su autor
expone que “los importantes monumentos
que existen desde las márgenes de El Riecito
- que más adelante toma el nombre de
Guaramito -, hasta el páramo de Zumbador,
revelan la preexistencia de la civilización de
un pueblo anterior, que miraba estos sitios
como venerados o sagrados”, dándole con
este enfoque que no se puede deslastrar a
los petroglifos del tema religioso.
El informe de José Benito Calderón
lo fundamenta en la descripción de 5
petroglifos: El primero, la “Piedra del Mapa”
ubicado en la calle Bolívar de Colón está
situado a 840 metros sobre el nivel del mar;
tiene una longitud de 3,78 metros; su latitud
máxima es de 3,60 metros y la mínima de
2,80 metros; la altura máxima es de 1,80
metros y la mínima de 1,50 metros.
Su volumen es de 9,979200 metros
cúbicos y su peso aproximado de 27.442,800
kilogramos. Está a saber es el primer estudio
a profundidad del petroglifo. Al describir los
dibujos tallados señala que en la cara
oriental “está grabado un cuadro macabro;
simbólico quizá de un formidable cataclismo”.
Expresa que observa las figuras del Sol, la
Luna y de otro Sol, repetida por tres veces.
Igual menciona que le llama la atención la
existencia de huellas de pies humanos,
predominando círculos concéntricos y
espirales.
Deja para el acervo histórico una
serie de documentos que dan fe de una
comunidad que se movilizó para salvar de la
destrucción tal monumento prehistórico
resaltando las figuras de Ceferino Chacón y
Juan Guglielmi, hijo; para mover los hilos del
poder cuando en el Táchira mandaba el
general Eustoquio Gómez. Ellos informan
que “en la misma calle Bolívar, a unos pocos
metros hacia el Noroeste, ha quedado
desplazado y sepultado monumento, sobre
la superficie del terreno. La comunidad se
moviliza y logra salvar el petroglifo salvo
que ya no ocupa su sitio original de
emplazamiento”.
Juan Guglielmi, hijo y Ceferino Chacón
(Fuente: El Heraldo Americano, 1930).
Apreciaciones finales
Los siguientes petroglifos 2, 3 y 4 no
se observa en la edición de la BATT (1962)
las fotografías correspondientes. En su
descripción del petroglifo N° 2 lo sitúa a dos
y medio kilómetros hacia el Oriente de
Colón, a una altura de 935 metros sobre el
nivel del mar, con 5,80 metros de longitud,
de anchura máxima 4,00 y mínimo 2,00 de
altura máxima. “Destacase en el centro del
grabado el busto de Maruta o Dios indígena,
con los brazos extendidos, terminados por
manos tridigitatas, sobre una serie de
cuadrados. Como el Nenqueteba o Bochica
de la leyenda Muisca”. Además, agrega que
se observan “líneas, que probablemente
marcan la dirección de las corrientes de
agua”. Según Calderón este petroglifo “si es
un verdadero croquis o mapa hidrográfico”.
El petroglifo número 3 dista de un
kilómetro del pueblo, un posible adoratorio.
Muestra puntos simétricos, un hombre
sentado con plumaje en la cabeza, también
aparece una figura humana con manos y
pies tridigitados. El petroglifo N° 4 está
situado donde corre el río Guaramito; “Dos
figuras humanas, una profusión de
hexágonos, … círculos, concavidades y una
línea recta en la parte inferior”. El petroglifo
N° 5 lo ubica en la llamada calle de la
Federación, de este petroglifo aparece
imagen en la Guía General de Venezuela de
F. Benet (1929).
Amable lector, parafraseando a
Rodolfo Benavides, aquí termina este
escrito; pero no el tema…
Táchira Histórica -15
La piedra del mapa,
las voces silenciadas de un mito vivo
Anderson Jaimes
Entre la gran cantidad de
petroglifos que se encuentran esparcidos
sobre la meseta inclinada que actualmente
ocupa la población de San Juan de Colón, en
el estado Táchira, el conocido como “La
Piedra del mapa” siempre ha tenido una
relación afectuosa con los habitantes de
esta población.
Se trata de un bloque de una
longitud de 3,78 metros, con una la latitud
máxima de 1,80 metros, y una altura
máxima de 1,80 metros, y mínima de 1,50
metros. Sus grabados forman una posible
cosmogonía donde destacan cuatro figuras
adornadas con atributos de poder y
autoridad. Una de ellas con un penacho de
plumas, otra con la representación de un
collar y una especie de bastón de mando.
Una mujer en estado de gravidez y otra cuyo
tronco la forma una línea, ataviada con
algún tipo de maquillaje.
Alrededor de todas estas huellas de
plantígrados (osos) y felinos (tigres),
serpientes enchicadas o preparadas para
atacar y huellas humanas. Todas estas
figuras muy bien hechas y de esmerada
fabricación.
El hechodequeestas representaciones,
en su conjunto sean recurrentes en otros
petroglifos, parece evidenciar que se trata
de una simbología sobre un conocimiento
de carácter religioso, cultural e histórico.
Es muy factible que se trate de la
representación de seres sobrenaturales, de
relaciones cósmicas, en un intento de
expresar una forma de comunicación con el
mundo espiritual y con la naturaleza. Se
trata entonces de un evento comunicativo,
ligado al lenguaje y a la escritura,
directamente relacionado con la mitología y
con la organización social de los grupos
humanos que lo elaboraron.
Táchira Histórica - 16
Se trata pues de “Mitogramas” y
“sociogramas” que buscan representar
ciertas ideas mediante signos abstractos y
figurativos, cargados de simbolismos y con
cierta independencia en relación al
lenguaje.
Y es que la “imagen posee una
libertad dimensional que faltará siempre a
la escritura; puede desencadenar el proceso
verbal que llega a la recitación de un mito,
pero no está ligada a ella y su contexto
desaparece con el recitante” (Leroi Gourhan,
1971: 193).
Es por este motivo que muchos
investigadores han asociado los petroglifos
con espacios sagrados donde era común la
práctica de rituales presididos por la figura
del mohán o chaman, sitios de enseñanza y
transmisión de conocimientos.
En las figuras humanas representadas
en la “Piedra del Mapa” se puede apreciar
otra de las características del pensamiento
andino, ligada con una categoría propia de
los pueblos indígenas prehispánicos, el
dualismo. (Clarac, 2003: 33). Hombres y
mujeres claramente definidos en roles muy
específicos encarnan esta cosmovisión que
permanece presente en la psiquis de los
contemporáneos. La misma parece remitir a
la pareja mítica de los dioses cósmicos
caídos en tierra, creadores de las montañas
y las lagunas, héroes civilizadores que
permitieron el paso del estado natural al
real particular del hombre de los andes.
Son formas simbólicas que parecen
remitir, aunque en una doble representación, a
la pareja original y originaria de los ritos
americanos: “juya – pulowi” dentro de los
Arawak. En la cordillera andina de
Venezuela y Colombia “shuu – ches – arco”,
para el dios masculino y “shía – jamashía –
arca” para lo femenino. A ellos aún se
refiere y se les llama “encantos”,
“espantos”, “momoes”, entre otros. Son
viejos y viejas que aparecen y desaparecen,
hombres y mujeres catires de ojos como de
Táchira Histórica - 17
tigre, animales míticos sobrenaturales que
habitan en los espacios sagrados de las
montañas y lagunas, como la culebra
representada en los petroglifos.
En la mitología andina la culebra es
símbolo de fertilidad y muerte. Está
asociada con las lagunas y los ríos: Laguna
Real en la aldea Los Vegones, Pozo Azul en
la aldea La Arenosa, donde se dice habitan
estos seres. Las representaciones felinas del
tigre o jaguar en sus huellas, asociado con el
mohán, chamán o faraute, quien asume su
forma. Los sapos y las ranas asociados a la
fertilidad y resurrección, así como a la
feminidad y su poder agresivo (Clarac,
1985).
Así pues, todo un libro abierto de
una rica y compleja concepción religiosa y
totémica de seres, animales, círculos,
espirales, soles, huellas humanas, entre
otros. Punto de encuentro entre dos
realidades que lejos de ser excluyentes
entre sí conviven y se encuentran en estos
objetos de poder que son en sí mismos
símbolos de resistencia, eternidad y especie
de entraña protectora que constituye y
refiere a lo que el hombre nunca llegará a
ser; un sujeto inmortal.
Estos dos mundos el de lo sagrado y
lo profano, sólo se definen rigurosamente el
uno por el otro. Entre ambos se excluyen y
se suponen recíprocamente. En vano se
intentaría reducir su oposición a cualquier
otra; se ofrece como un verdadero dato
inmediato de la conciencia (Caillois,
1994.12).
Con la llegada de los europeos en el
siglo XVI, con su superioridad bélica y sus
imposiciones religiosas y culturales, se
originaron los enfrentamientos y genocidios
que tiñeron de sangre estas tierras trayendo
consigo la exterminación de la población
autóctona. Los pocos que se escaparon
buscaron la forma de esconderse en lo más
profundo de las selvas y de las más altas de
las montañas (Durán, 1998).
Esta “huida” a las montañas se
encuentran presente en la tradición oral
colonense, allí se recoge el dato del retiro
de los indígenas sobrevivientes a la
montaña llamada La Urbina, un territorio de
muy difícil acceso incluso hoy día.
Estas tradiciones hablan de que esta
montaña es habitada por una tribu indígena
que es gobernada por “la viuda del Cacique
Urbina”, una “poderosa mohan” que desata
formidables tempestades “cuando algunos
cazadores van a buscar osos, venados,
cachicamos y esos animales que son
muchos de los que viven allá”. Con “truenos
y relámpagos”, con “senderos que aparecen
y desaparecen”, con “cascadas muy bonitas
que cuando uno va ir a mirarlas se pierden”,
con “neblinas que lo pierden a uno” y
“venados” que se aparecen de repente y si
uno los persigue lo hacen perder a uno en el
monte”, así La Urbina defiende “sus tierras
encantadas”.
La persistencia de una especial
significación.
Dentro de la particular forma que
tienen las comunidades andinas para
relacionarse con su medio ambiente vital,
entra en juego un esquema de oposición
entre la razón segunda, representada por el
logos de la ciencia y la razón primera. Esta
última se refieren a toda una serie de
esquemas explicativos de la realidad,
basados en las creencias fuertemente
arraigadas de una comunidad (Briceño,
1993).
Dichas creencias se mueven en lo
terreno de lo simbólico y en la trasmisión
que de ella han realizado los grupos
humanos. Así muchos de los elementos
extraídos desde esa mirada etnográfica a la
Piedra del Mapa, recoge esa transmisión del
contenido simbólico que proviene de las
comunidades indígenas que habitaron estos
territorios desde muchísimo antes de la
invasión española y europea.
Táchira Histórica - 18
Esta transmisión de saberes es
considerada como una forma de resistencia
ante los profundos cambios que representó
la imposición de una cultura dominante
exógena, proceso que ha continuado hasta
hoy y se ve reflejado en la asociación de
estos elementos simbólicos con una serie
de arquetipos que llenan al mundo y la vida
de significación y sus imágenes; hoy se
expresan a través de una mitología
reformulada dentro de la llamada tradición
oral.
En el caso particular del petroglifo
conocido como la “Piedra del Mapa”, esta
capacidad simbólica ha sido atestiguada por
los sucesivos habitantes de este territorio
conocido hoy como San Juan de Colón.
Estas creencias relacionadas con la “Piedra
del Mapa” han sido testificadas tanto por
fuentes escritas como por una tradición oral
continua, a la que ya se ha hecho referencia.
Así Luis Felipe Ramón y Rivera (1972) hace
referencia a estas “creencias simbólicas”
que aún permanecen en el colectivo
colonense. Estas hablan de un “encanto
especial de la piedra” que hace que “quien
la toca o se suba en la piedra no abandone
a Colón y si lo hace más temprano que tarde
regresará a esta tierra”.
Para el siglo XIX Ana María Vivas de
Pacheco reseña en unas de sus cartas que
alrededor de la piedra “se veían en las
noches, las almas de los indios danzando
alrededor de ésta”. (Ramírez, 2008). Esta
creencia es recurrente a otros petroglifos
colonenses, como el llamado “La Piedra del
Caimán” (Alviárez, 2005), el ubicado en los
alrededores del Mercado Municipal –
conocido como la Piedra de Tarzán – y los
que se encuentran en las inmediaciones de
la urbanización Santa Marta.
Otros “fenómenos” relacionado con
el carácter sagrado de la Piedra del Mapa se
refiere a los “extraños ruidos que ésta
produce” y a la sensación de que “alguien
nos ve”. (Ramírez, 2002). Esto se hace
recurrente en muchos sitios sagrados del
Municipio, como se pudo recoger en los
datos etnográficos recabados durante la
excavación de un posible sitio ceremonial
indígena ubicado en las inmediaciones de la
quebrada La Urbina en su desembocadura
en la quebrada La Blanca. (Durán, 2007). Así
como en el abrigo rocoso trabajado
arqueológicamente en la aldea Vegones.
(Salamanca, 2009).
Igualmente, la aparición de “duendes”
alrededor de ésta. Los duendes provienen
de la incorporación mítica europea pre
cristiana a la nueva cultura mestiza de
América, incluye a los “sumilis” de Asturias,
los “trasgos” de Cataluña, “sidh” de Irlanda
y “poltergeit” de Alemania; transmutados
en los “aluxes” de la Península de Yucatán,
en los “novendes” de Bolivia, “thraucos” de
Chile y nuestros duendes.
Son la explicación española de los
llamados “encantos”, nombre con que se
designa “el poder de los indios, misterioso y
cerrado que continua activo y vigente aun”.
(Morales, 2002).
Sin embargo; el discurso más
recurrente en la actualidad es aquel que
dice “si mueven la Piedra del Mapa se
inunda Colón”, esto “no es mentira porque
ya sucedió, hace muchos años movieron la
piedra y comenzó a caer los aguaceros más
terribles sobre Colón”, esto como
consecuencia de haber enterrado la Piedra
del Mapa. “Entonces apareció un viejo de
pelo largo y descalzo que comenzó a gritar
por todas partes que no dejaría de llover
hasta que desenterraran la piedra y así
mismo fue”.
La historia y la reactualización del mito
Esta construcción mítica sobre la
“Piedra del Mapa” proveniente de un hecho
histórico reseñado y recordado por la
población de San Juan de Colón (Calderón,
1962) y que puede sintetizarse de la
siguiente manera:
La codicia de los hombres de
todos los tiempos ha hecho imaginar que
tras las piedras talladas por los indígenas
Táchira Histórica - 19
se encuentran grandes y fabulosos
tesoros. El 5 de febrero de 1920, la piedra
del mapa fue movida del puesto que
ocupaba y enterrada unos metros más
allá. Fueron muchos los esfuerzos
realizados por los habitantes del pueblo,
pero la autorización para este crimen ya
estaba refrendada por el presidente del
Táchira Eustoquio Gómez (1868-1935) y
por el jefe civil del distrito Ayacucho
Robinson Morantes. Con la ayuda del jefe
militar Domingo Romero, procedieron
con unos soldados acantonados a realizar
este hecho. A pesar de indicar que esto se
hacía para abrir una calle, todos sabían
que buscaban un tesoro que nunca
encontraron. Llenos de rabia quisieron
romper la piedra. Retando el miedo que
produce las autoridades de la oscura
dictadura, los vecinos organizan una junta
de salvamento el 10 de febrero. Hacen
diligencias, Ceferino Chacón, Juan
Guglielmi, el Pbro. Juan de la Rosa
Zambrano, Carlos Pagnini, Ernesto Croce,
entre otros, encabezan dicha junta.
Eustoquio parte a Ureña (aguas Calientes)
a recuperarse de los achaques dejados
por el atentado del año anterior y queda
encargado de la presidencia del Estado el
Dr. Pedro León Arellano, quien ordena
dejar quieto el monumento, nombra
como jefe civil al coronel Enrique Garabán
quien cumple la orden. Se recoge dinero
para desenterrar la piedra con los
aparatos del gran ferrocarril del Táchira
bajo la dirección del Ing. Alberto
Roncajolo (+ 1940). El 26 de marzo la
piedra se desenterró y dicen que ese día
dejó de caer la lluvia que desde febrero
azotaba el poblado. En 1950 la piedra es
trasladada hasta los jardines del grupo
escolar Francisco de Paula Reina, el sitio
que hoy ocupa (Jaimes, 2006:4).
La lluvia “que amenazaba con
terminar con todo” y la aparición de un
misterioso anciano que gritaba “si no
desentierran la Piedra del Mapa toda la
ciudad se morirá ahogada”, forman parte
del relato mítico reactualizado y proyectado
en este acontecimiento. Se trata entonces
de la reconstrucción simbólica de un mito
anterior asociado con claros elementos de
las religiones andinas de los grupos
aborígenes que habitaron estos territorios
antes de la invasión europea.
Por un lado, el viejo, personificación
del dios creador Arco, mito andino que se
encuentra a lo largo de toda la cordillera de
Los Andes. Por otra parte, el agua, con un
rico simbolismo dentro de las culturas
andinas autóctonas, “el agua sirve, sin duda,
de intercambio entre el cielo y la tierra a los
que une o desune y que participa de su
naturaleza” (Clarac, 2003: 299).
El agua es entonces el elemento
intermediario entre lo sagrado y lo profano.
Es la lluvia que castiga y purifica, en
referencia universal al diluvio presente en
casi la totalidad de las religiones. El agua
sagrada y misteriosa de los correlatos
míticos de encantos, presentes en las
lagunas que rodea a la población
especialmente a la llamada “Laguna Real”
que “si se desborda puede destruir a
Colón”. En estas lagunas, ríos y quebradas –
fuentes de agua – vive también la culebra
ancestral de los mitos americanos, como en
“Pozo Azul” donde este ser “se ha comido a
muchos que han ido a bañarse allí y le han
faltado el respeto al pozo.
Existe también una relación muy
material de algunas quebradas, ríos y
lagunas con los petroglifos. En la aldea
Helechales, sector El Moral, se encuentra un
petroglifo en la orilla de una antigua laguna.
En el río Guaramito, en su paso por el sector
El Riecito delaaldea La Arenosa se encuentran
petroglifos incluso dentro del cauce del
mismo.
Igualmente, un número considerable de
petroglifos ubicados en la meseta inclinada
donde se encuentra actualmente la ciudad
de San Juan de Colón la cual está
curiosamente muy cerca de fuentes de
agua, destacándose la quebrada de Los
Táchira Histórica - 20
Curos donde se encuentra con mayor
profusión. Estas son sólo algunas posibles
relaciones de los petroglifos con el agua.
Conclusión
La “Piedra del Mapa” parece
representar una posible cosmogonía que es
recurrente en otros petroglifos. Se trata de
un elemento de poderosos simbolismo
comunicativo que remite a las creencias de
las religiones de los pueblos originarios que
aún persisten de forma consciente e
inconsciente en las comunidades del
presente. En “la Piedra del Mapa” se puede
encontrar esa persistencia de significados
los cuales fueron reactualizados y
reformulados a partir del hecho histórico de
su “entierro” en 1920.
Estos datos parecen sugerir la
presencia de un complejo religioso
ancestral que se manifiesta en dos planos.
Un plano mental consciente, inconsciente
y/o subconsciente, que supone toda una
estructura de pensamiento donde aparecen
correlatos míticos indígenas. Y un plano
material en donde las comprobaciones
etnológicas y arqueológicas comienzan a
insinuar una particular distribución de
petroglifos y espacios sagrados alrededor y
en asociación con fuentes de agua
(petroglifos alrededor de la quebrada Los
Curos, sitios ceremoniales en medio de dos
quebradas, petroglifos dentro de ríos,
petroglifos al lado de lagunas como en la
aldea Helechales y la aldea Naranjales).
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edad. Morales, Virgilio. Dirigente campesino. 83
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popular colonense. Rosales, José María.
Sobandero, rezandero. 84 años de edad.
Salamanca, Miguel Ángel. Investigador de
las manifestaciones rupestres en Venezuela
y Colombia. Zambrano Arminda. Maestra.
91 años de edad.
Táchira Histórica - 21
Acercamiento a otros petroglifos del Táchira
Táchira es una tierra mágica, llena
de encanto y misterios. En los lugares
menos imaginados estas cerca de un
elemento que nos une a la Historia, en este
caso particular es un viaje a través de los
emocionantes
petroglifos,
grabados
rupestres hechos sobre la piedra hace miles
de años y cuyo significado para los
estudiosos sigue siendo aún hoy un misterio
y sólo hay conjeturas y lecturas particulares
de cada escena grabada sobre esos libros
pétreos.
A continuación, hacemos un
recorrido de algunos de ellos en el estado
Táchira, los mayores y más espectaculares
yacimientos de Venezuela como ocurre en
la población de San Juan de Colón.
Acercarse a conocer estos fabulosos
monumentos, grandes y sorprendentes
construcciones mentales pétreas de los
habitantes originarios de estas tierras.
En el texto El diseño en los
petroglifos venezolanos (1987), al referirse
a Táchira menciona los siguientes
petroglifos:
- En Colón: Piedra del Mapa (71), Quebrada
de San Juan (76), Planicie de Colón,
Ayacucho (77), San Pedro del Río (241), 1
Km al N. Colón (242), Río Guaramito, El
Azufre (243), Carretera de la Federación
(244), Quebrada La Blanca (246), Unidad
Educativa Tulio Febres Cordero (333), Barrio
La Sanjuana (334). - En Seboruco: Las Botijas
(247), La Pedregosa (336). - En La Grita:
Umuquena (240), Vía La Grita (245),
Palmarito (335). - En Lobatera: Llano del
Basto (82), Piedra del Indio (93). - En
Michelena: El Peñón (331), Las Peñas (332).
- En El Cobre: Piedra de los Apóstoles (239),
Cuchilla de Cunimuca (337).
A continuación, presentamos un
bosquejo de los petroglifos en el Táchira y el
investigador que ha aportado los datos y las
fotografías de los mismos:
Táchira Histórica - 22
Petroglifo Santa Marta I (Manaure).
Se encuentra ubicado al margen
izquierdo de la quebrada Los Curos dentro
de los terrenos de la Urbanización Santa
Marta, a 20 metros de la casilla de vigilancia.
En él se observa espirales, caras cuadradas,
una figura antropomorfa representando a
un líder (Manaure) sobre varias caras, el
mismo está de pie fumando pipa y con un
bastón en su mano.
Coordenadas. Huso 18, U.T.M.
0803844, 0880091.
GEOGRAFICAS N-08°02´35.2´´ O72°14´36.7.´´, m.s.n.m 809.
Fuente: Anderson Jaimes.
Petroglifo santa Marta II (Los Puntos).
Ubicado a 20 metros al sur-este del barrio Santa
Marta, se observan oquedades, huellas de felinos y de
oso en el mismo.
Coordenadas huso 18, U.T.M. 0803823 E,
0889725 N.
GEOGRAFICAS N-08°02´23.4´´ W-72°14´37.4.´´,
m.s.n.m 827.
Fuente: Anderson Jaimes.
La piedra del parto.
Ubicada en terrenos del Club Los Chaguaramos, en
ella se observa una figura antropomorfa en posición de
parto vertical con su cría debajo y el cordón umbilical,
figura antropomorfa con su vestimenta, huellas
humanas, caras redondas y cuadradas, cara con apliques,
figuras geométricas, cara con mascara, oquedades.
Coordenadas Huso 18, U.T.M. 803911 E, 889561
N.
GEOGRÁFICAS N-8°2´18.50´´ O-72°14´34.60.´´,
m.s.n.m 848.
Fuente: Anderson Jaimes.
Táchira Histórica - 23
Petroglifo de La Bifurcación.
A 30 metro hacia el sur - este se ubica, llamada así por
su figura resaltante de un espiral que termina con una
bifurcación.
Coordenadas huso 18, U.T.M. 803897 E, 889552 N.
GEOGRAFICAS
N-8°2´17.80´´
W-72°14´35.10.´´,
m.s.n.m 864.
Fuente: Anderson Jaimes.
La Silla del Indio.
Piedra trabajada probablemente con fines
rituales, se encuentra en el cauce da la quebrada Los
Curos.
Coordenadas Huso 18 UTM 0803955 0889668,
GEOGRRAFICAS N- 08°02’21,6” W- 72°14’33.2”
m.s,n.m 846.
Fuente: Anderson Jaimes.
Petroglifo de Eliodoro.
Debe su nombre por su descubridor,
Eliodoro Quintero, ubicado en terrenos
entre el Club Los Chaguaramos y el barrio
Santa Marta.
Coordenadas huso 18, U.T.M. 803792
E, 889682 N.
GEOGRAFICAS N-8°2´22.00´´ W72°14´3830.´´ m.s.n.m 852.
Fuente: Anderson Jaimes.
Táchira Histórica - 24
Petroglifo La piedra de Deivis.
Ubicado cerca de los terrenos
del Club Los Chaguaramos y el barrio
Santa Marta. Llamado así por su
descubridor Deivis Barcenas, en el
mismo se aprecian líneas, amoladores
y una cara cuadrada.
Coordenadas huso 18, U.T.M.
803825 E, 889624 N.
GEOGRAFICAS N-8°2´20.20´´
W-72°14´37.30.´´, m.s.n.m 858.00.
Fuente: Anderson Jaimes.
Petroglifo El Diplomado.
Llamado así por haber sido ubicado por los
integrantes del Diplomado de Conservación
en Arte Rupestre en una de las salidas de
campo, ubicado al lado de los terrenos del
Club Los Chaguaramos y el barrio Santa
Marta, en él se observan oquedades.
Coordenadas huso 18, U.T.M. 803829 E,
889606 N.
GEOGRAFICAS N-8°2´19.70´´
W-72°14´37.50.´´, m.s.n.m 850.00.
Fuente: Anderson Jaimes.
Metate La Esperanza.
Se encuentra en los terrenos de un
nuevo urbanismo ubicado detrás del
gimnasio vertical.
Coordenadas. Huso 18 UTM 0803580
0889816
GEOGRAFICAS N- 08°02’26.5” W72°14’45.3” msnm 835.
Fuente: Anderson Jaimes.
Táchira Histórica - 25
Piedra de los Sacrificios.
Se trata de una enorme roca donde se
puede apreciar la presencia de dos metates
de distinto tamaño, se encuentra en el borde
de la futura Avenida.
Coordenadas, Huso 18 UTM 0803631
0889613.
GEOGRAFICAS,
N-058°02’19.8”
W72°14’43.7” msnm 836.
Fuente: Anderson Jaimes.
Petroglifo Carretera Central del Táchira.
Está ubicado a continuación del puente
que sale del barrio La Piscina hacia la
Panamericana, por la misma carretera, en la
bifurcación hacia la aldea La Colorada.
Coordenadas huso 18, U.T.M. 803429 E,
891154 N.
GEOGRAFICAS
N-8°3´10.00´´
W72°14´49.80.´´, m.s.n.m 716.
Fuente: Anderson Jaimes.
Táchira Histórica - 26
Petroglifo El Caney del Indio (1).
Se encuentra en la aldea La Colorada,
ubicado en el restaurant del mismo nombre,
más arriba del I.U.T. en él se puede observar
una figura antropomorfa realizada con
líneas.
Coordenadas huso 18, U.T.M. 803734
E, 891361 N.
GEOGRAFICAS N-8°3´16.30´´
72°14´40.40.´´, m.s.n.m 770.
W-
Fuente: Anderson Jaimes
Petroglifo El Caney del Indio (2).
En él se aprecian gran cantidad de
oquedades, está ubicado aproximadamente a 60
metros al este del petroglifo Caney del Indio
(1).
Coordenadas huso 18, U.T.M. 801445
E, 891009 N.
GEOGRAFICAS N-8°3´4.90´´ W72°14´26.70.´´, m.s.n.m 770.
Fuente Anderson Jaimes.
Táchira Histórica - 27
Petroglifos de la estación Rupestre Unidad Educativa Tulio Febres Cordero
Petroglifo UNITUFECO 1.
Se encuentra en la parte atrás
de dicha institución educativa,
aunque los terrenos son de otros
dueños, se puede entrar por la vía
autopista que sale de San Juande Colón
hacia San Cristóbal, a mano izquierda,
donde está un tanque de agua para
una comunidad, resalta una figura
antropomorfa femenina, huellas
humanas, espirales.
Coordenadas huso 18, U.T.M.
802215 E, 890262N.
GEOGRAFICAS N-8°2´41.20´´ W72°15´29.80.00´´, m.s.n.m 789.
Petroglifo UNITUFECO 2.
A escasos metros se ubica un
micro petroglifo con dos (2) huellas de
felino.
Coordenadas huso 18, U.T.M.
802209 E, 890281 N.
GEOGRAFICAS N-8°2´41.80´´ W72°15´30.00.´´, m.s.n.m 788.00.
Petroglifo UNITUFECO 3.
En el camino que conduce
desde el barrio Che Guevara hasta la
comunidad de San Vicente.
Coordenadas huso 18, U.T.M.
0802369, 0890302.
GEOGRAFICAS N-08°02´45.5´´ W72°15´24.7.´´, m.s.n.m 788.00.
Fuente: Anderson Jaimes.
Táchira Histórica - 28
Petroglifo Avenida Luis Hurtado
Higuera.
Ubicado en la avenida del
mismo nombre, resaltan figuras
antropomorfas, caras redondas y
cuadradas algunas con barba,
oquedades, figuras zoomorfas.
Coordenadas huso 18, U.T.M.
802669 E, 889932 N.
GEOGRAFICAS N-8°2´30.40´´ W72°15´15.00.´´, m.s.n.m 786.
Petroglifo El Mercado.
Se encuentra por la carrera 10,
saliendo del mercado de San Juan de
Colón hacia las residencias Las
Palmas, antes de llegar al caño
Carabobo a 10 metros a mano
izquierda. Se observan figuras
antropomorfas, caras, manos, huellas
humanas y de felinos.
Coordenadas huso 18, U.T.M.
802458 E, 889139 N.
GEOGRAFICAS N-8°2´4.60´´ W72°15´22.10.´´, m.s.n.m 805.
Petroglifo 9 de diciembre.
Está ubicado en el barrio del
mismo nombre, hace varios años fue
destruido casi en su totalidad para
construir una pared colindante, del
mismo sólo queda una pequeña parte
en la cual se puede observar caras
cuadradas.
Coordenadas huso 18, U.T.M.
803131 E, 890843 N.
GEOGRAFICAS N-8°3´0.00´´ W72°14´59.80.´´, m.s.n.m 770.00.
Fuente: Anderson Jaimes.
Táchira Histórica - 29
Petroglifo La Federación.
Se llama así por la calle donde estaba
ubicado. El sitio donde está fue vendido y
ahora se entra por la calle 8 entre 5 y 6. En
él se aprecia un sol.
Coordenadas, huso 18, U.T.M.
801938 E, 889156 N.
GEOGRAFICAS N-8°2´5.30´´
W-72°15´39.80.´´, m.s.n.m 800.00
Petroglifo del barrio Los Cedros.
A 200 metros desde la carretera
Panamericana hacia el barrio Los Cedros
a mano derecha, en él se observa
amoladores y huellas de animales.
Coordenadas huso 18, U.T.M.
803043 E, 891595 N.
GEOGRAFICAS N-8°3´24.40´´
W-72°15´2.40.´´, m.s.n.m 703.00.
Petroglifo La Piscina.
A 200 metros de la entrada a San Juan
de Colón desde el Club La Piscina a mano
derecha vía Panamericana, se observan
líneas.
Coordenadas huso 18, U.T.M.
0802937 E, 0891048 N.
GEOGRAFICAS N-08°030´6.70´´ W72°15´06.00.´´, m.s.n.m 756.00.
Fuente: Anderson Jaimes.
Táchira Histórica - 30
Petroglifo del 19 de abril, o ¿La piedra del mapa original?
Ubicado en el barrio 19 de abril, en la parte alta de la ciudad de San Juan de Colón, en él se observa
una figura antropomorfa sobre unas cabezas, unas huellas humanas, una cara donde se observa sus dientes.
Coordenadas, huso 18, U.T.M. 0804040, 0888462.
GEOGRAFICAS N-08°01´42.92´´ W-72°14´30.60´´, m.s.n.m. 925.
Fuente: Anderson Jaimes.
Nota: En el libro Petroglifos
prehistóricos de Colón del Táchira de
José Benito Calderón expresa que “a
éste, probablemente fue al que le
dieron el nombre de “Piedra del
Mapa”, que después han generalizado
a los demás Petroglifos”.
Táchira Histórica - 31
El levantamiento de un petroglifo
en Michelena
Otro municipio donde se encuentra Arte rupestre es
Michelena, en varias de sus aldeas como: Machado, El Uvito y El
Peñón. En esta última aldea el equipo de antropología del Museo
del Táchira realizó levantamiento de los petroglifos de esa zona
bajo la conducción de la antropóloga Reina Durán. Este informe
esta detallado en el texto Departamento de Antropología, XX
Aniversario 1976-1996, allí se nos da cuenta del arduo trabajo
realizado a través de los años para perpetuar la memoria pétrea
dejada por los pueblos originarios.
Levantamiento del petroglifo La Ciénaga, aldea El Peñón, municipio Michelena (Año 1991).
Fuente: Archivo del Museo del Táchira – Restauración/Colorización: JAPC.
Táchira Histórica - 32
La piedra del indio en Lobatera
Otro de los petroglifos que se ha hecho mítico, a la par de la “piedra del mapa” de Colón es la emblemática
piedra grabada que ha trascendido en el tiempo como un lienzo rupestre de los indígenas Lobateras. Este
rincón rupestre recibió el título de "sitio arqueológico y bien de interés cultural del municipio Lobatera"
según decreto ejecutivo municipal Nº 01/06.
Imagen de la piedra del
indio del año 1956, fue
publicada en el folleto:
Solemne Inauguración de
la Plaza y del Monumento
al Libertador Simón
Bolívar.
Táchira Histórica - 33
La huella en la piedra
Datos y fotografías de nuestro colaborador: Ali Mora.
Esta roca es un enigma para el municipio Uribante, muy pocos quizás conozcan de ella y la huella que en
ella reposa. La misma está ubicada al final del sector La Popita; en el sitio del Calvario, perteneciente a
Pregonero. Está en la vía del antiguo Camino Real, a unos 50 metros antes de llegar a la conocida "Piedra del
Tesoro”, se encuentra ubicada al lado derecho del camino. Se le conoce como la “Huella del Pateusa”.
La foto fue tomada en diciembre de 1975. La primera vez que Ali Mora ubicó este grabado en la piedra
fue por los años 60, él llegó al lugar gracias a las indicaciones que le suministraron los hermanos Chucho y
Claudio Márquez. Esta allí a la espera por un estudio más detallado y a profundidad.
Táchira Histórica - 34
Los petroglifos de los indios Yegüines
En El Salado – dejó escrito el profesor Horacio Moreno-, sector de la parroquia Hernández del
municipio Samuel Darío Maldonado hay una piedra con sus dos caras mirando dos puntos cardinales: Norte;
huellas de animales de caza: Acure, lapas, cachicamos, venados, dantas, marranos de monte, entre otros.
Sur; serpientes como: La raboamarillo, coral, tragavenados, bejuca, mapanare, macaurel, terciopelo, tigra,
cuatro narices, entre otros, todas cuidadosamente marcadas. No deja de impresionar estas verdades ocultas
en poderosa evocación. Ambos lados de la piedra ofrecen sus dominios a los animales mencionados, sin que
unos y otros se reúnan. ¡Ay, del que se interne en el imperio de los ofidios!
En Angostura, sitio de San
Simón, existe una piedra semejante a
un horno es una curiosa manifestación del
arte indígena.
Sobre una piedra perdida en un
cafetal, en una finca de San Simón,
algunos rasgos de la cultura de los
indios Yegüines quedaron grabados
como una atestiguación de su paso
por estas tierras. Rudas espirales
abundan con figuras humanas, puntos
y una tremenda heterogeneidad harto
curiosa de trazo lineal. Hay similitud
con otras piedras dejadas por
nuestros antepasados en Palmarito,
Colón y El Cobre. Como caracteres
generales podemos clasificar esta
cultura dentro del grupo Aruaco,
según las siguientes observaciones:
1.- Predominio de serpientes. 2.Presencia de dos serpientes enlazadas
por una misma línea. 3.- Presencia de
figuras zoomorfas, muy estilizadas.
Como caracteres específicos de
los Yegüines le señalamos el
zoomorfismo inspirado en elementos
locales. Resaltamos hechos curiosos
como los espirales enlazados con las
demás pictografías. ¿Qué mensajes
dejarían a la orilla del camino, que los
siglos aún mantienen intactos?
Creemos que es un esfuerzo colectivo
que ha aportado ideas y uno sólo, el
que ingeniosamente se encargó de
grabar la figura que, aunque
imperfectas tienen un interesante
valor arqueológico.
El enigma de las piedras
grabadas a lo largo y ancho del
territorio tachirense es inescrutable.
El Horno de los indios (Foto. HM).
El petroglifo de los Yegüines (Foto. HM).
Táchira Histórica - 35
Fuente:
Antonio J. Guerrero
Ramona Zambrano
Nelson Pérez
Estudiantes Diplomado de arte Rupestre.-
Hasta el día de hoy no se sabe con
certeza la historia del pueblo que las
Crónicas de Indias llamaron los Seborukus.
Destacados lexicólogos y etimologistas
hispanoamericanos y venezolanos, llegan a
un punto común y coinciden en que es una
voz indígena, es por lo tanto, sin dudarlo, un
vocablo americanista, una toponimia que
sólo puede explicar en los libros de piedra
que se asientan en varias partes del
municipio. Parece existir consenso que la
palabra Seboruku proviene de las voces
indígenas Ciba o Siba que significa piedra y
"Ko" suelo (suelo de piedra, o sea pedregal).
Al hurgar sobre este tema, nos
encontramos que el cronista Díaz de
Castillo, a juzgar del doctor Antonio Rómulo
Costa, dice que Seboruko era el nombre
dado por una tribu de la Gran Antilla a unas
piedras puntiagudas en aquella zona y que
se derivaría del idioma aborigen Taino Arawak, en el cual la partícula "ru" tendría
el significado de querencia, por lo que
conservaría un cercano significado con lo
explicado por Costa. Una aproximación a la
traducción del término Seboruko significaría
"suelo que ama a las piedras".
Por su parte el doctor Ramón
Arellano en su obra Seboruco, un Municipio
del Táchira (1965) dice: “Esta palabra es
usada en Puerto Rico en el sentido de
campo y de monte; en Cuba, como piedra o
arrecife poroso, en México significa unas
rocas muy fuertes y en Venezuela, para
darle nombre a una región geográfica del
Estado Táchira”.
Al realizar este estudio se logró
observar la importancia que reviste estas
piedras grabadas en los conocimientos
ancestrales, entre ellos el uso de las plantas
Táchira Histórica - 36
medicinales, en ellas se puede mirar
diferentes representaciones humanas,
animales, cosas, objetos, entre otros.
Cabe destacar que quienes
realizaron dichos petroglifos sabían lo que
hacían, al igual que quienes aplicaban el uso
de las plantas medicinales. Puede suponer
la relación que estaba presente, ya que,
según la hipótesis, en dichos grabados se
encuentra dibujado el parto de la diosa
Napirulí.
Allí sobre la piedra como una
fotografía perenne se observa el nacimiento
de una persona, un ser vivo, atendido por
un chamán o curandero y éste a su vez
usaba plantas medicinales y no medicinales
también para llevar a cabo ceremonia antes
y después del nacimiento.
En este mismo orden de ideas,
debería procurarse un enlace con el Arte
Rupestre para la prevención y cuidado de
los petroglifos presentes en el municipio
Seboruco y que hoy por hoy se encuentran
distribuidos entre las aldeas Palmarito,
Santa Filomena y Alto del Niño.
Estos antecesores de la escritura,
nos conducen en retrospección a un mundo
mágico y creativo, de gran contenido
histórico cultural sociologico psiquíco que
transciende la imaginación actual. En este
municipio encontramos cuatro (4) grupos
de petroglifos: Los abstractos, los
geométricos, los figurativos y los que
reflejan diversos objetos.
Dentro de estos últimos resaltan los
espirales en combinación con las cazoletas
u hoyos, que muy posiblemente se trate de
nuestra vía láctea.
El Espiral es un símbolo universal al
que se le atribuye varios significados como
el origen de la vida, evolución, involución,
muerte, movimiento cíclico, de energía,
vientos, agua, danza y salida del sol. Bien
podría representar al Caracol como animal
de estas tierras, así como las figuras de
ranas esculpidas en Colón y Lobatera.
De igual forma durante el ciclo de
clases del Diplomado nos topamos con
figuras antropomorfas que nos sugieren la
presencia humana de milenios atrás,
ocultada actualmente de manera sigilosa.
No obstante, es la espiral, el más
común encontrado en el municipio y llama
poderosamente la atención ya que es un
símbolo que ha aparecido a lo largo de
todos los continentes desde hace miles de
años. La naturaleza se expresa así bajo la
forma de un espiral desde las galaxias hasta
la estructura del ADN.
Por otra parte, los timotocuicas
representaron los grupos indígenas más
avanzados dentro del territorio venezolano,
y posiblemente rastros de su cultura se
encuentra en las montañas de Seboruco,
que hoy recobra su memoria histórica en
sus orígenes que nos conecta con la esencia
de la vida misma.
Táchira Histórica - 37
Petroglifos de los Seborukus
Espiral.
Sector El Jagual.
Aldea Santa Filomena.
Fuente: Ramona Zambrano
Nelson Pérez.
Piedra La Nota Musical.
Se le atribuye el nombre de
Nota Musical porque a simple vista
simula la clave de sol del pentagrama.
UTM: 18 0819901 N
0899961 E
925 metros sobre el nivel del mar.
Coordenadas Geográficas:
N 08*07”52.7”
O 72*05”50·.5”
Altura de la cara Noreste: 0,03 Cm.
Ancho: 0,68 cm.
Sur Este: Altura: 57cm. Ancho: 49
cm. Cara 0: alto: 36cm. Ancho: 27
cm. Oquedades: 0,01 cm de
profundidad. Tiene cinco caras,
cara 0 y cara sur.
Fuente: Ramona Zambrano
Nelson Pérez.
Táchira Histórica - 38
Espiral.
Aldea Alto del Niño.
Municipio Seboruco.
Fuente: Ramona Zambrano
Nelson Pérez.
Oquedades
Aldea Santa Filomena
Municipio Seboruco.
Fuente:
Antonio J. Guerrero.
Surcos
Aldea santa Filomena
Municipio Seboruco.
Fuente: Ramona Zambrano
Nelson Pérez.
Táchira Histórica - 39
Las tres espirales
Sector San Diego
Municipio Seboruco.
Fuente:
Antonio J. Guerrero.
Las dos espirales
Sector san Diego
Municipio Seboruco.
Foto: David Castellanos.
La piedra de los Siburukus
Municipio Seboruco.
Foto: Miguel Salamanca.
La piedra de los Yerros.
Municipio Seboruco.
Foto: David Castellanos.
Táchira Histórica - 40
Otros petroglifos de los indios Seburukus
Por: Laura Labrador y Orlando Rojas.
El símbolo de las espirales es
una constante en las piedras grabadas
que se encuentra en el municipio
Seboruco, en este sentido el escritor
tachirense Horacio Moreno en su
trabajo Táchira prehispánica (versión
online) a la hora de explicar una de las
hipótesis recurre al escritor norteamericano
Stephen King quien expresa que la
espiral "era la más antigua señal de
poder del mundo, el símbolo más
antiguo con el que el hombre
representa el tortuoso puente que
podría existir entre el mundo y el
abismo".
Quizá uno de los aspectos más
resaltantes de estos estudios que
realizamos fue tener la oportunidad
de visitar los lugares donde están los
petroglifos; instrumentos de comunicación
de lo que ellos expresaban y sentían,
quizá, de los factores del tiempo, del
espacio y de otras connotaciones.
Todo esto es un misterio que se
logra descifrar cuando posees pasión
por rescatar parte de la Historia. De
aquí nació la inquietud de estudiar
parte de sus ritos; en este caso los
referidos a su música, su danza, sus
ritmos musicales eran muy lentos
porque proyectaban la adoración de
sus dioses y pedían a ellos a través de
las ondas sonoras. Se observa que
conocían el círculo, levantamientos y
atacamientos, agachamientos del
cuerpo; levantaban sus brazos y
miradas al cielo porque eran
alabanzas de agradecimientos a la
constelación de los dioses.
Unas de las técnicas utilizadas
para enseñar música a los pequeños
sobre todo en edades tempranas, es
el llamado musigrama, este consiste
en estudiar una serie de símbolos
(rectángulos, círculos, triángulos,
árboles, monigotes,) que aparecen
caracterizados en los petroglifos de
Seboruco.
Táchira Histórica - 41
El misterio
de La Piedra de las Ánimas
(Un petroglifo en el municipio Andrés Bello).
Pbro. Luis Gilberto Santander Ramírez
Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira
Fotografía y dibujos: José Antonio Pulido-Zambrano
En excursión junto al historiador
José Antonio Pulido-Zambrano, el geógrafo
Ali Mora y el presbítero Luis Santander
(quien les escribe), ascendimos la vieja
trasandina en la búsqueda de un objeto de
Arte Rupestre para dilucidar el mensaje que
dejaron allí plasmado nuestros hombres de
antaño.
Este encuentro a cielo abierto se
daría el 22 de enero de 2022. Llegamos
temprano y estuvimos observando,estudiando y
analizando la historia y el mito presentado
en el petroglifo conocido en la comunidad
del caserío San Isidro como “Piedra de las
Ánimas”. De la misma manera recibimos el
testimonio de la señora Anatolia Escalante
Álvarez de 87 años (Imagen) que manifestó
haber oído a sus padres de la existencia de
la piedra y que era llamada de esta manera
desde que tiene uso de memoria: La Piedra
de las Ánimas.
Este petroglifo se encuentra en el
caserío San Isidro de la aldea El Fical a 100
metros de la capilla del lugar y 80 metros de
la escuela; tomando la carretera que lleva al
caserío disperso de Los Ranchos que se
extiende en una pequeña loma hacia el sitio
de Montecarmelo.
La piedra podemos llamarla como
un “testimonio conmemorativo” de la
existencia de un grupo humano que en el
petroglifo deja testimonio de su vida
familiar, de sus creencias religiosas y de sus
costumbres más arraigadas.
Táchira Histórica - 42
Ubicándonos dentro de la América
precolombina tendríamos que llegar a las
sociedades aborígenes que poblaron lo que
hoy es el estado Táchira, donde estarían los
Aruakos, situados en las partes altas del
Estado que tomando la cordillera llegando a
lo más alto de nuestras montañas, el pico
Bolívar en Mérida, cruzando pequeños
valles, ríos y quebradas para remontar las
llamadas montañas azules, según el decir de
los conquistadores.
Es, sólo en el año de 1547 con la
expedición de Alonso Pérez de Tolosa que
los conquistadores pisaron, por primera
vez, la tierra tachirense, acompañado de
Diego de Losada, Pedro de Limpias y 98
soldados, para concretar con el español
Cristóbal Rodríguez, una vía expedita para el
traslado del ganado, y llegar a la Sierra
Nevada, de esa manera, acercara el viaje a
Santa Fe de Bogotá.
Se remontará el río Apure, llegando
al río Uribante, treparon el camino antiguo
abierto por las tribus Zimaracas llegando al
lugar que bautizaron con el nombre de
“Valle de las Auyamas”, pasaron luego por
el sitio habitado por los indios Táribas, siguieron
hasta las Lomas del Viento, Capacho y
llegaron a los valles de Cúcuta.
“Los primigenios artistas de la época
aborigen dejaron en rocas una estela de
míticos lugares, en cuyas superficies las
figuras de lo que- probablemente- consideraban
sagrado, quedaron como evidencias
mudas de sus creencias, de sus vivencias y
de su forma de ver y observar el cosmos,
y de relacionarse con el mundo natural, de
lo profano o de lo cuotidiano”. (Revista
Táchira Histórica. Samir Sánchez. El
paisaje de los espíritus: Lobatera
aborigen, la huella que quedó en un lugar
y en una escritura cargada de memoria. 1.
Orígenes perdidos en la noche de los
tiempos. Pág. 29).
“Las rocas, talladas en su superficie,
resguardan parte del legado cultural de
estos antiguos pueblos de América. Las
mismas, junto a la ya perdida tradición
oral, les permitieron transmitir sus
pensamientos, así como su milenaria
sabiduría desde su aventura vital: La
creación de la tierra, el recorrido de los
astros, los fenómenos naturales, símbolos
con efectos apotropaicos y el orden
jerárquico de la convivencia, temas que
rigieron su mundo y la interacción con sus
semejantes” (Revista Táchira Histórica.
Cit. Introducción. Pág. 30).
A este respecto Fray Pedro de
Aguado; antes de llegar al Valle de las
Auyamas, los españoles se alojaron en un
caserío que los indígenas dejaron desierto
porque habían arremetido contra ellos,
Táchira Histórica - 43
hiriendo y matando a muchos y los vivos a
huir; al otro día, llegan al pueblo que estaba
a mano derecha, hallando a sus moradores
más descuidados, porque viendo a los
españoles, no fueron perezosos en tomar
las armas, con las cuales intentaban
defender al pueblo y echar a los intrusos;
más como sus armas fuesen flacas y sus
cuerpos no tuviesen ningún amparo ni
defensa por estar desnudos, no fueron
bastante sus ánimos y bríos, para resistir ni
tolerar los golpes de las espadas y armas de
los españoles, les dejaron libre el pueblo,
que fue saqueado y arruinado lo que en él
había.
Al otro día hicieron una jornada,
pero de noche, para llegar al pueblo de la
Auyamas o villa de San Cristóbal
(Enciclopedia de Venezuela. Tomo I.
Historia General- Fray Pedro de Aguado.
Libro III. Capítulo XII, Historia y
descripciones. Pág. 314).
Nuestra investigadora, antropóloga
Reina Durán durante muchos años,
Directora del Museo del Táchira en su libro
La Prehistoria del Táchira (San Cristóbal,
1998) afirma en la introducción que: “El
objetivo de la investigación asumida, es el
conocimiento del modo de vida de los
grupos indígenas que se asentaron en el
territorio tachirense, sus rutas internas y
externas, subsistencia básica, características
culturales, vínculos establecidos con otros
grupos y con las manifestaciones culturales
actuales, cuya raigambre indígenas es
reconocida tradicionalmente”.
En otro aparte del libro expresa: “En
los yacimientos arqueológicos del Táchira
se ha encontrado evidencias de cerámica,
cuyas características morfológicas, decorativas y
funcionales, así como estructuras usadas en
prácticas agrícolas, vivienda y patronos
funerarios, denotan similitudes con las
descritas para la cordillera de Mérida y
Norte de Santander, Colombia, lo cual es
factible no sólo por la cercanía geográfica,
sino por los lazos históricos, sociales,
económicos y culturales que siempre han
compartido como región”.
Lo dicho por la antropóloga Reina
Durán presenta la existencia de una Cultura
Indígena que de acuerdo a una declaración
en México de la UNESCO definiera: “El
conjunto de rasgos distintivos, espirituales y
materiales, intelectuales y afectivos que
caracterizan a un sociedad o grupo social.
Ella engloba, además de las artes y las letras,
los modos de vida, los derechos
fundamentales al ser humano, los sistemas
de valores, las tradiciones y creencias”
(Conferencia mundial sobre Políticas
Culturales convocada por la UNESCO y
aceptada en la Declaración de México de
1982).
Los valores de los pueblos
indígenas: Apertura a la acción de Dios por
los frutos de la tierra, el carácter sagrado de
la vida humana, la valoración de la familia,
el sentido de solidaridad y la corresponsabilidad en
el trabajo común, la importancia de lo
cultural, la creencia en una vida ultraterrena.
(Revista Medellín. No, 182. Sept.-dic. 2021.
Raíces Culturales de América Latina y el
Caribe. Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel.
Obispo Emérito de San Cristóbal de las
Casas. México. Pág. 52).
Táchira Histórica - 44
Con estos prenotandos interesantes
sobre la materia continuamos:
Los naturales que ocupaban las
tierras del hoy municipio Andrés Bello, en el
sitio llamado Salomón y sus alrededores,
que bien pudieran llegar hasta El Fical y San
Isidro, fueron los Oriquenas y Cacunabecas,
encomendados a Lorenzo Salomón y más
arriba de la aldea Montecarmelo, los
Támucos, y abajo de la misma aldea, los
Silgaraes, estos fueron trasladados a la
Encomienda de Lobatera, por mandato del
Visitador Lic. Alonso Vásquez de Cisneros,
oidor de la Real Audiencia del Nuevo Reino
de Nueva Granada.
chibcha significa “el inspirado”, mohán
(temido por su conocimiento de las plantas
y comunicación con la divinidad), sabio,
sacerdote, curandero o hechicero.
Vivian aparte, preferiblemente en
las montañas para comunicarse con los
espíritus, y conocer los secretos de las
plantas, animales e insectos, serpientes y
curar a los miembros de la tribu que
enfermaban. Los aborígenes adoraban al
Sol por ser el creador de los hombres.
(Pulido-Zambrano, José Antonio. Los
Babukenos. La religión de los babukenos.
Págs. 51-52).
I.
Descripción de las figuras de la piedra
La Piedra de las Ánimas presenta
dos facetas o partes, bien diferenciadas en
el espacio utilizado.
La primera está dominada por la
figura del piache, faraute que en lengua
Parte
Es de un contenido ritual o
totémico, describiendo la ruta de lo
trascendente desde la tierra hacia el
infinito.
Se inicia en la parte baja izquierda
de la piedra de las ánimas con una escena
dominada por una sola persona, creemos
que es el piache, mohán, hechicero o
sacerdote.
No vivía el hechicero con el grupo;
encargándose de las cosas del más allá, de
la adivinación, la curación y del trato con la
divinidad.
Prolongando la escena en las figuras
de las fases de la luna de la menguante a la
creciente ascendiendo hacia la cresta de la
piedra en forma ovalada y al inicio del filo
de la piedra la figura de un niño yacente que
pareciera estar acostado para el sacrificio,
luego la figura del Sol a quien se ofrece,
como divinidad por la figura del rostro de un
hombre que representa la comunidad
indígena y que tiene su pensamiento en el
mundo sideral, lugar del Sol, mostrado por
un glifo enroscado, alineado hacia el cielo.
El piache o hechicero está de la
misma manera muy cercano a la tierra, al
mundo infrahumano para conectarse con
los antepasados, figuras que aparecen
dibujadas sólo cabezas sin cuerpo.
Táchira Histórica - 45
II.
Parte
Es de contenido figurativo, la vida
familiar de la tribu con sus componentes:
Cacique, esposa, hijos y una figura alada.
La otra parte de la piedra, el centro
de la misma, ocupa todo el espacio, una
escena familiar, un clisé de la conformación
de sus miembros, el padre, la madre y los
hijos, igual puede decirse de un cacique que
está al frente de una tribu o naturales a su
mando, ejerciendo la conducción.
En esa sincronía aparece en la parte
superior, lado derecho el Jefe de familia o
cacique portando un pendón en su mano
derecha y en la cabeza un adorno especial,
conformado de las dos primeras figuras del
lomo de la piedra. después del niño y en
medio un espíritu alado, superior en forma
humana estilizada, muy tenue que
comparte igual poder que el Cacique, hace
descansar su cabeza en el hombro izquierdo
con su diadema, que viene a ser las figuras
finales de la primera escena del lomo de la
piedra y a su lado izquierdo la esposa, muy
sencilla, pareciera grávida de menos
tamaño. A los pies de ambos se encuentran
figuras de personas de diferentes tamaños.
Más debajo de toda esta escena
familiar aparece al pie de la piedra, que roza
con la tierra, sólo cabezas que parecieran
representar a los antepasados.
Explicación de las dos partes de la piedra
I.
La primera escena
El hombre tiene una tendencia
hacia la eternidad, por ser inmortal desea
ardientemente el cielo. Entre los aborígenes
las cosas del más allá eran acogidas por un
hechicero, piache, mohán, brujo o
sacerdote (nombres homólogos) que según
la costumbre vivía fuera de la tribu
encargándose de dos tareas:
a) Satisfacer a los dioses con
sacrificios apropiados para obtener la vida,
la felicidad, la fertilidad de la tierra y la paz
con las demás tribus.
b) Comunicarse con los muertos o
seres queridos que han partido al más allá y
guardar su patrimonio espiritual en su
cultura, creencias y tradiciones.
El Padre Santander en el
estudio del petroglifo, allí
entrevista al dueño de los
terrenos donde reposa “La
Piedra de las Ánimas”,
ubicada en la finca de la
familia Sánchez.
Táchira Histórica - 46
En la primera escena de la piedra
que se inicia a la izquierda, casi rondando el
piso, el piache, curandero y hechicero,
siguiendo las fases de la luna, entre la
menguante y la creciente está presto para
ofrecer el sacrificio de un niño al dios Sol por
la comunidad representada en la figura de
un rostro para que llegue al más allá,
representado por la línea curva que sube al
cielo. Es posible que el sacrificio ofrecido al
Sol, se realizara encima de una piedra
cercana a la piedra conmemorativa, al lado
izquierdo, parecida a una mesa, unos 50
metros donde la tribu acompañaba con sus
cantos y bailes.
Y la segunda tarea del piache o
hechicero, estar cerca de los antepasados
para oír sus orientaciones respecto de la
tribu en tradiciones y costumbres,
guardándolas, libre de toda impureza que
pueda destruirlas.
II.
La segunda escena
Es la vida de la comunidad regida
por un Cacique o padre de familia.
Cuando la vida hace que sean una
misma carne y vivan unidos, con un mismo
yugo, porque lo propio del padre es
negociar, adquirir bienes para su
manutención, el de la madre es parir, criar y
educar a los hijos, siendo un contrato
natural, así fue considerado por Dios en el
principio del mundo. Este contrato sólo es
entre varón y hembra, haciendo de él un
vínculo perpetuo y permanente, a pagarse
el débito, a guardarse fidelidad, asistirse y
criar a los hijos en buena educación.
(Tratado de matrimonio de Francisco
Lárraga en Tratados y parágrafos. Pág. 189.
Año 1801).
No se puede precisarabsolutamente nada
de su indumentaria, pues las líneas trazadas
sobre la piedra sólo señalan los brazos, las
extremidades inferiores con espacios
diferentes entre ambas partes, a lo mejor
señalan la edad más madura de unos que de
otros. Fray Pedro de Aguado afirma: Los
naturales que vivían cerca del pueblo de las
Auyamas iban desnudos. En cambio, los
estudios que hacen referencia a la etapa
prehistórica en los libros, sobre los
aborígenes, hacen referencia a que, los
que vivían en zonas calientes o en centro del
país, la indumentaria, el guayuko; pero no
se ha hecho referencia del habitantes de las
zona frías, montañosas, los Andes Venezolanos que
por las inclemencias de los lugares, seguramente
deberían estar mejor protegidos en sus
cuerpos al salir a trabajar o hacer grandes
recorridos para llegar a los ríos y quebradas
para la pesca. Es posible que se cubrieran el
cuerpo desde la cintura hasta la rodilla
amarrada la indumentaria con una cabuya
de fique o utilizarían grandes mantas de
fique o de hilo llamadas salamayetas y algún
adorno en la cabeza que les servía de
protección del sol. (José Antonio Pulido. Los
babukenos. La vestimenta. Págs. 48-50).
Debemos leer el mensaje de las
piedras, único lugar donde escribieron
nuestros
antepasados,
para
dejar
Táchira Histórica - 47
constancia de su presencia y seguramente
de sus creencias, señalando de algún modo
sus costumbres y misterios, porque la vida
familiar y coloquial la dejaron bajo tierra,
con la multitud de utensilios domésticos
como el hacha, el pilón, la piedra de moler,
la rueda para mover molinos, los platos,
ollas, cafeteras, ídolos, o muñecos de
barros, algunas piedras largas que utilizaban
para su trabajo y tumbas familiares.
De este trajinar de nuestros
antepasados la antropóloga Reina Durán y
su equipo de investigación realizaron
excavaciones en la aldea El Fical, quedando
registrada en el municipio Andrés Bello del
estado Táchira, la memoria prehispánica.
Sin llegar a ser un intérprete de la
“Piedra de las Ánimas” o de los indios y de
ninguna otra que exista en cualquier lugar
de América, me atrevo a darle significado a
su simbolismo, que a mi manera de
entender es el siguiente:
1.
La primera escena
La vida del hombre trasciende hacia
el más allá con todo el simbolismo que
puedan ofrecer los dibujos labrados sobre
una piedra.
La vida cuotidiana se desenvuelve
de manera natural en los oficios
domésticos, pero el hombre se siente
atraído por el infinito y de alguna manera
desea conectarse con el más allá. Han sido
muchas las maneras de hacerlo en los
diferentes grupos humanos conocidos
ofreciendo los frutos de la tierra a las aguas
como lo hacían los Babukenos, adorando
animales como el sapo en las montañas, los
indígenas ofreciendo sacrificios de animales
al Sol y la Luna.
Pareciera que los antepasados que
estudiamos en la “Piedra de las Ánimas”, el
día del cambio de la menguante a la
creciente (las dos figuras de la luna) ofrecían
un niño en sacrificio (el niño acostado y
recogido), al Sol (la figura del Sol) por manos
de los hombres y mujeres de la tribu (el
rostro de un hombre) como tributo a ese
mundo sideral (la línea curva que se
extiende hacia arriba) cuyo más prominente
personaje es el sol.
Y el piache o sacerdote muy cerca
de la tierra cerca de los antepasados para
leer continuamente sus recomendaciones
para la conservación de las costumbres y
tradiciones ancestrales.
Táchira Histórica - 48
2.
La segunda escena que domina
parte de la piedra
Quizá me atreva a dilucidar el
misterio teniendo como centro la familia o
grupo humano que reunido necesita hacer
sobresalir la potestad de un jefe que reúne
en torno a sí a su familia o grupo de familias
comandados por un Cacique, influenciado
por los principios cristianos universales
sobre familia, célula fundamental de la
sociedad, afirmo que es una escena familiar
muy peculiar donde aparece claramente.
1. El papel del paterfamilias, quien
dirige la familia o en una tribu, el Cacique,
que ostenta el poder y la gracia de dirigir el
grupo social o familiar. Adornado de su
pendón de mando y una pequeña aureola
que le da prestancia y colorido respecto del
grupo, ocupando la parte superior y
sobresaliendo de manera extraordinaria
sobre el grupo presentado en la piedra.
2. Un espíritu alado presentado en
pocas líneas, con su cabeza reposando en el
hombro izquierdo, señalando que tiene
poder pero del cielo no de la tierra; que trae
el consenso y la unión de la pareja o jefes de
familia o clan y domina toda la escena, a
pesar de que su presentación es muy
sencilla y simple, pero majestuosa igual que
la del Cacique adornado de una aureola
doble, que vienen a ser las dos figuras
últimas de la primara escena que termina en
la espiral, ocupando el centro de la escena.
3. Al lado izquierdo, la mujer del
Cacique o madre de familia al mismo nivel
de altura, presentándose más humilde y en
señales de gravidez por lo abultado de su
vientre y sin aureolas por carecer de poder
4. Las figuras de otros seres o
personajes de diferente tamaño, que están
a los pies de los jefes de familia o del clan,
los hijos.
La familia como célula fundamental
de la sociedad se encuentra muy arraigada
en la zona de los Andes Venezolanos.
¿Acaso, “la Piedra de las Ánimas”, no querrá
señalar este evento muy tomado en cuenta
entre nosotros, haciendo sobresalir el
sentido de autoridad que necesita, todo
conglomerado humano para progresar y ser
tomado en cuenta en el concierto de toda
sociedad o nación?
En la familia es necesario la
presencia del padre, que acompañado de su
esposa velan por la prole, para protegerlos,
acompañarles, alimentarlos mientras puedan
desempeñarse solos, es el acompañamiento
natural de toda creatura al salir del vientre
materno.
Reina Durán afirma que en el
caserío Salomón existían tribus que ya
hemos señalado y en El Fical en terrenos de
don Luis Pernía, en el año 1990 se
encontraron muestras útiles para el museo,
fragmentos de cerámica, muy parecidos a
los utilizados por los indígenas de La
Española, no encontrándose piezas completas, a lo
más la mitad de una jarra con asas, platos, y
tazas. Lo encontrado data del tiempo de los
españoles del año 1860 encontrándose,
además, monedas, ladrillos, tejas, objetos
de bronce y cobre como cartuchos y
arandelas.
Táchira Histórica - 49
El género humano aparece según
los estudiosos por primera vez en África,
hace 45.000 años; la migración llega a
Europa y Asia y a otras regiones del mundo.
Hace 25.000 años los migrantes de África
llegan a América, cultivando la tierra y
desarrollando una cultura sedentaria, el
conocimiento y otros artes oficios (Revista
Medellín. Ob. Cit. Exigencias de las raíces
culturales de América y el Caribe. Hna.
María Suyapa Cacho Álvarez, H.D. L.C.
Pág.67).
Según las hipótesis poblacionales
planteadas por la antropóloga Reina Durán,
el poblamiento originario de las tierras del
municipio Lobatera se pueden aproximar
entre el 5000 años Antes de Cristo a 1000
después de Cristo, período llamado Mesoindio y Neo-Indio de filiación andina protochibcha.
La última oleada correspondió a
grupos humanos de filiación lacustre
(Arawak o Caribe) provenientes del sur del
Lago de Maracaibo que se asentaron en las
depresiones, valles, mesetas y tierra bajas
fluviales del municipio Lobatera (Revista
Táchira Histórica. Artículo Citado. 2.
Estación rupestre de la Piedra del Indio.
Lobatera- Estado Táchira. Pág. 32).
Sin ánimo de polemizar considero
que la vía más viable para que llegaran
nuestros antepasados a las tierras altas
comprendidas entre el Valle de las Auyamas
vía El Zumbador, pudo haber sido el seguido
por los primeros conquistadores; subiendo
el cauce del río Apure, llegando al Uribante
y siguiendo el cauce del río Tormes, camino
que fuera abierto posteriormente de
manera definitiva por las tribus Zimaracas.
Para terminar, copiamos lo expuesto por
Juan Pernía: En el caserío El Rosario, aldea
San Isidro del municipio Andrés Bello está
“La Piedra de las Ánimas”, monumento
arqueológico más antiguo que se conozca
del Municipio. El petroglifo fue escrito por
los primeros pobladores en estas tierras
durante el período prehispánico por los
primeros pobladores entre los años 20.000
a 30.000, antes del descubrimiento de
América, aborígenes que se diluyeron en el
proceso de mestizaje. De su existencia hay
varios trabajos de la antropóloga Reina
Durán en un libro de su autoría y quien
fuera por muchos años directora del Museo
del Táchira en San Cristóbal. Es a mediados
del siglo XVIII que se inicia el poblamiento
de esta región del Táchira (Página en
facebook de Carlos Buitrago del 26 de julio
de 2018 en comentarios realizados por Juan
Pernía).
Táchira Histórica - 50
REGISTRO DE LA ESTACIÓN RUPESTRE
PIEDRA DE LAS ÁNIMAS –
MUNICIPIO ANDRÉS BELLO
Juan Delgado / Yodana Velazco
Diplomado en investigación y Conservación Preventiva del Arte Rupestre
La escasez de registros gráficos
generales, completos y confiables que
puedan dar cuenta o aproximarse a
describir los sitios rupestres en su extensa
complejidad formal da pie a la siguiente
elaboración del registro técnico.
El cual busca concientizar a la
población principalmente a los habitantes
de la aldea San Isidro del municipio Andrés
Bello y a todo grupo de investigadores,
aportando datos que faciliten el registro,
interpretación y conservación de la estación
rupestre “Piedra de las Ánimas”.
Los petroglifos insertos en las
comunidades relatan una memoria conservada en
piedra destinada a ser un elemento que
cobra vida propia en el imaginario de
nuestros pueblos y se rehúsa a desaparecer
para decirnos la importancia de nuestro
antepasado aborigen, son un medio de
comunicación, en que se plasmaron símbolos y
signos que expresan el reflejo de ideas,
percepciones y una secuencia narrativa. La
presencia de estos grabados en piedra
implica, ¿cómo involucraba en épocas
pasadas, las señales para ser reconocidas
por miembros de otras comunidades con
funciones variadas? “Han sido utilizados
como demarcadores territoriales, indicadores de
cementerios, calendarios leídos según
subidas o bajadas de agua de los ríos, guías
para las grupos migrantes e indicadores de
las mejores zonas de cacería en los pases de
montaña, sitios ceremoniales y registro de
constelaciones”.
1. Ubicación Geográfica.
La estación rupestre “Piedra de las
ánimas” se encuentra en el municipio
Andrés Bello, es uno de los 29 Municipios
que conforman el territorio del estado
Táchira. Las coordenadas geográficas son:
Latitud 7º 51`00 y Longitud 72º 11`00.
Táchira Histórica - 51
Cuenta con una superficie de 98 Km.2, y los
municipios colindantes con esta unidad
territorial son: Cárdenas, Guásimos,
Lobatera, José María Vargas, y Sucre. Su
estructura política y administrativa está
integrada por una parroquia única, cuya
capital es Cordero, y seis aldeas (Las
Guamas, Montecarmelo, Lourdes, El
Guamal, Don Juan Pablo Roa y San Isidro).
Su jerarquía política y económica, se
sustenta en primer término en su
proximidad a la ciudad de San Cristóbal (14
Km). Su capital Cordero se encuentra en una
elevación respecto al nivel del mar de 1149
m.s.n.m, se ubica en una meseta aluvial a
orillas del río Torbes, y presenta una
temperatura media de entre 18 y 24 ºC.
La Piedra de las Ánimas se ubica en
la aldea San Isidro, parroquia María
Auxiliadora. Topónimo: Los Ranchos.
2. Acceso a la Estación Rupestre.
Para comenzar el trayecto que lleva
al sitio arqueológico se parte de la población
del municipio Andrés Bello con coordenadas Latitud
7º 51` y Longitud 72º 11. Se sigue la antigua
trasandina vía páramo El Zumbador
recorriendo aproximadamente 8 km, se
encontrará con un desvió a mano izquierda
el cual conduce a un tramo de 1 (km) para
volver a girar a la Izquierda teniendo como
punto de referencia el parque La Encantada,
luego se transita otros 2 km para encontrar
Ubicación desde Google Eart, señalando el desvió de la trasandina para hacer referencia de la Estación Rupestre
Táchira Histórica - 52
la capilla de la comunidad, a 100 metros se
encuentra el petroglifo.
Descripción de la Estación Rupestre
Toponimia: Los Ranchos.
Nombre del Petroglifo: Piedra de las
Ánimas.
Coordenadas Geográficas:
Latitud N: 7.54.34 // O: 72.09.89
Altitud: 1460 msnm.
Suelo: Franco arenoso, Franco lino arenoso.
Relieve: Montañoso valle montaña.
Clima: 18c templado; Bosque húmedo
montano.
Hidrografía: En la aldea colinda con las
quebrada Viravira, quebrada La Ranchera,
quebrada La Pedregosa y quebrada La
Cañetala.
Vegetación: Autóctona, Bosques pelictus,
altos de páramo, arboles tales como,
Apamate, Sinare, Yagumo Helechos,
Arboreo, Pino Laso, áreas intervenidas por
potrero Gramires.
3. Registro del Petroglifo:
La piedra se encuentra ubicada, en
un terreno con una inclinación aproximada
de 45 grados, en la altura con vista al valle,
desde ahí se puede apreciar la gama de
vegetación, relieves, y el caserío de Los
Ranchos, la piedra posee como características
metamórficas, formada aproximadamente
en el periodo geológico terciario.
3.1 Nombre de la Roca
Piedra de las Ánimas
3.2 Número de Perfiles
Presenta 4 perfiles.
3.3 Número de perfiles trabajados
Tres perfiles trabajados en el petroglifo, el
perfil con vista al Norte, Sur y Oeste.
Mapa de Relieve, haciendo referencia a las curvas de Nivel donde se encuentra ubicada la Estación Rupestre.
Táchira Histórica - 53
3.4 Registro de Perfiles:
3.5 Registro de Perfiles trabajados
Perfil 1, cara Norte
Perfil 2, cara Sur
Perfil 3, cara Oeste
Perfil 4, cara Este
Táchira Histórica - 54
51 mm
3.6 Plano Técnico de figuras trabajadas
.39mm
•
•
•
•
Técnica de Abrasión
Bajo relieve
15m de Profundidad del surco
30mm grosor del Surco
4. Oralidad y memoria
La Piedra de los Ranchos, mejor
ubicada desde la oralidad como “Piedra de
las Ánimas”, es considerada por los
habitantes de la zona, como un obsequio de
sus antepasados.
A través de los tiempos ha variado
su mito y leyenda, un desconocimiento
significativo y descriptivo se sigue conservando
como pieza de protección y presencia.
Para la señora Floriana Permía (74
años), la piedra es “regalo de nuestros
padres y abuelos, yo crecí aquí, y la piedra
me acompaña siempre”; o para el señor
Hermes Emilio (81 años) “esos lo dibujo
nuestro creador, ahí nos acompañan las
animas”.
.36m
Identidad y memoria: Los habitantes de este
caserío perteneciente a la generación de los
abuelos mayores, se identifican con la
piedra, recuerdan los cuentos de sus
abuelos y uno de ellos nos relata la
presencia de indígenas descritos por sus
abuelos (Anatolia Escalante, 82 años).
•
•
•
•
.32mm
Técnica de Abrasión
Bajo relieve
12 mm de Profundidad del surco
28mm grosor del Surco
Imaginario: Para los habitantes de la zona,
la piedra es sinónimo de presencia y
protección de sus antepasados (de las
ánimas), unos los describen como hechos
de los indígenas y otros lo relacionan como
obra de un Ser Supremo, no la identifican
como objeto de sustos ni encantos.
79 mm
5. Visión Arqueológica Etnológica
.38mm
•
•
•
•
Técnica de Abrasión
Bajo relieve
21mm de Profundidad del surco
38mm grosor del Surco
Anteriormente a unos 6 kilómetros
cerca del valle, se realizó una excavación
arqueológica, en El Fical por la antropóloga
Reina Duran donde describe la cerámica
“por su forma, color y textura, con algunas
vasijas que hemos observado en La Grita y
Michelena, todas correspondientes a la
época indio-hispana. En su mayoría
utilitarias, material utilizado tosco y grueso,
donde también se observaron cerámica
española. Esto en la antigua hacienda
donde se procesaba Trigo”. También
adjunta “propiedad del señor Alirio Duque
en 1962”.
Táchira Histórica - 55
Otro antecedente que se tiene
constancia de un trabajo fotográfico
realizado por el doctor Juan Pernía,
egresado de la UCV y el Pedagógico de
Caracas.
6. Visión Etnográfica
De acuerdo a las visitas realizadas
en la comunidad de San Isidro, encontramos
que a una distancia aproximada de 2
kilómetros se encuentra una piedra
sagrada, donde los habitantes relatan una
extensa versión de sus abuelos y la piedra
“La Bramona” que causa cantos y sonidos
en temporadas especificas del año.
También encontramos que, en las
adyacencias de Los Ranchos, se encuentran
las aldeas Tamuco y Silgara, donde también
hemos recopilado relatos orales de
descendientes indígenas.
7 Referencias bibliográficas
- Villamizar Molina. J. J (1981). Cordero, su
historia”. San Cristóbal Venezuela.
- Durán, R. (1998). Prehistoria del Táchira.
Museo del Táchira, San Cristóbal.
- Jaimes, A. Salamanca, M. & Suescún, F.
(2011). Estación Rupestre Plan de Vegones.
Municipio Ayacucho. Estado Táchira.
Obtenido en: rupestreweb
- Morón, C. (2009). Retratos rupestres de
Jeannine Sujo Volsky y Omar Ydler. Obtenido en:
Rupestreweb
- Boletín antropológico. N°50, septiembre –
diciembre, 2000. Universidad de Los Andes,
Mérida.
Táchira Histórica - 56
Laguna periglaciar en el páramo del Batallón.
Sixor/Wikipedia (2020).
Reproducción con fines didácticos.
EL TACHIRA:
UNA GEOGRAFIA DE GIGANTES,
DINAMICA Y CATASTROFICA, FORJADA A FUEGO
Samir Sánchez
472± millones de años se han
requerido para que el Táchira definiera su
actual topografía... Una geo diversidad que
ha condicionado nuestro carácter, historia,
cultura y paisajes. Una visión desde nuestro
mundo y nuestro momento.
EN EL TECHO DEL TÁCHIRA
¿Sabías que nuestra montaña más
alta y emblemática está formada por la roca
base o raíz que, en las profundidades de la
corteza terrestre, sustenta todos los
continentes?
Una nueva capacidad de observación y
una nueva mirada al paisaje nos
introducirán en la lectura de los tiempos
más profundos y de la épica historia
geomorfológica más lejana de nuestro
paisaje, y las mismas nos conduce hacia esa
roca conocida -hasta los momentos- como
la más antigua del Táchira.
Sus rasgos petrológicos, por igual,
permiten reinterpretar el paisaje construyendo
un relato de nuestra tierra y de su
patrimonio geológico; poniendo orden y
sentido a ese paisaje, el cual, desde su geo
diversidad, forma parte del patrimonio
Táchira Histórica - 57
mundial de la humanidad por acuerdo de la
Conferencia General de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO), en reunión celebrada en París el
21 de noviembre de 1972, al especificar en
su artículo 2º que se considerará como
patrimonio natural: “las formaciones
geológicas y fisiográficas y las zonas
estrictamente delimitadas que constituyan
el hábitat de especies, animal y vegetal,
amenazadas, que tengan un valor universal
excepcional desde el punto de vista estético
o científico”.
De allí que el espacio geológico y
natural a estudiar, se encuentre dentro de
los límites del Parque Nacional “General
Juan Pablo Peñaloza” (por decreto ejecutivo
de fecha 18 de enero de 1989, publicado en
la Gaceta Oficial de la República de
Venezuela Nº 34.148, de fecha 31 de enero
de 1989).
En otras palabras, permite conocer
más, y mejor, el extraordinario paisaje y
lugar donde vivimos.
Un todo cognitivo que se intenta
hacer desde los esenciales y clásicos
elementos aristotélicos: preguntarse o
cuestionar el ¿qué? y el ¿por qué? de las
cosas, recorriendo el camino que se inicia
en la percepción y finaliza en la ciencia. Su
objetivo es obtener un local y global
entendimiento del mundo y de la ciencia en
general, así como de sus conexiones, desde
la admiración, en un mundo actual que
permanece de espaldas a la naturaleza,
imbuido en un congestionado urbanismo y
sobrecargado de tecnologías, en especial de
comunicación, que impiden levantar la
mirada hacia nuestro entorno natural.
Por ello, es imperante retornar a
esa admiración contemplativa que nos
permite valorar las cosas de la naturaleza.
Para el caso de nuestras montañas
tachirenses esa admiración tiene una
especie de valor agregado: su recorrido nos
lleva a conocer todos los períodos
formativos de la Tierra, desde el
precámbrico hasta el cuaternario.
Un todo que nos hará alcanzar la
admiración contemplativa del espíritu por la
belleza natural.
Algo ya descrito por el filósofo,
montañista y botánico Conrad Gessner
(1516-1565), al referirse a la “Admirabilis
pulchritudo” que encontró en las alturas
suizas. Impresiones que quedaron en un
escrito conocido como “Carta a Jacob Vogel
sobre la admiración de las montañas” (de
1541).
UNA ARQUITECTURA GEOLÓGICA
TACHIRENSE
Desde la anterior base teóricoprocedimental, especie de prima facie,
iniciamos la descripción, desde la geología
histórica, del pico El Púlpito y su entorno o
paisaje natural visto como el imponente
tolmo granítico o arista glacial que contiene
la mayor altura de montaña del estado
Táchira, a 3.912 m (12,835 ft).
[Ante la diversidad de medidas de
altitud para el pico El Púlpito encontradas
en medios impresos y redes sociales, y no
encontrarse una oficial, para el presente
trabajo se ha adoptado la especificada por
Vila, Marco Aurelio. Geografía del Táchira,
Tipografía Vargas, Caracas, 1957, p. 187.
Permanece como asignatura pendiente por
parte de organismos oficiales del estado
Táchira, la medición o cálculo de la altura
más aproximada o real del pico por la red de
referencia o triangulación satelital conocida
comúnmente como GPS].
Asimismo, es de destacar que El
Púlpito representa un poco menos de las
2/4 partes del monte Everest, la mayor
altura de montaña sobre la superficie seca
del planeta [8.848 m / 29,031.69 ft].
El Púlpito forma parte de una mole
conformada por antiguas rocas graníticas
que originan el conjunto topográfico de
cimas, lagunas glaciares y picos del páramo
del Batallón, en el corredor tectónico de la
falla de Boconó, región biogeográfica de la
alta montaña tachirense, en las
proximidades de la ciudad de La Grita, y en
el macro-contexto geológico de la placa
norte de los Andes de América del Sur.
Táchira Histórica - 58
Imagen satelital en 3D y orientación general O
(plano inmediato), E (plano alejado) de las
cumbres más altas del páramo El Batallón y la
ubicación de la arista denominada pico El Púlpito
(figura geométrica roja), a 3.912 m [12,835 ft].
Asimismo, se puede observar el circo geológico
glacial, sus aristas y en el fondo la laguna de altura
conocida como Hoyada Grande, uno de los
orígenes o nacientes del río del Páramo, que
desemboca en el río Grita. Todos son vestigios de
la última época de glaciación del planeta, hace
16.000 años antes de nuestra era. Ubicación:
Municipio Jáuregui del Estado Táchira (Foto:
Google Earth, 2020, reproducción con fines
didácticos).
Oculta bajo la superficie de la Tierra
(3.400 Ma – 500 Ma).
Hasta la presente fecha, el tiempo
geológico de algunas muestras de estas
rocas fueron fechadas por primera vez en
1977 (por análisis radiométrico o grado de
variación de la relación de isótopos Rb-Sr o
datación absoluta rubidio-estroncio), a
partir de minerales presentes en la
superficie erosionada de las rocas.
Al ser del tipo plutónico, resultaron
formadas por gneises graníticos que, en el
caso del pico El Púlpito, están bandeados
con filones o afloramientos granulosos
gruesos, blancos (silicatos) y grises (granos
máficos, esto es, con abundancia de hierro
y magnesio).
Cuando se hace referencia a que los
granos son grandes, es porque están
conformados por cristales minerales de
gran tamaño, por cuanto el hecho de
haberse enfriado lentamente el magma,
perdiendo calor de 1400° a 750° grados
aproximadamente, a una profundidad de 7
a 8 kilómetros en la corteza continental,
permitió la formación de cristales con un
mayor tamaño, terminando o convirtiéndose ese
magma solidificado en un batolito.
Como parte de la historia de la
Tierra, para estas rocas, la datación geo
cronológica [edad isócrona] hecha en 1977,
les da una datación de 440± Ma [del latín
Mega annus, millones de años].
Al respecto, es importante acotar
que la datación de protolitos por rubidioestroncio no resulta tan precisa como otras,
por lo cual se establece un margen de error,
para esta fecha, entre 30± y 50± Ma. Otro
estudio realizado en 2015 a muestras
tomadas en las inmediaciones de La Grita, a
2.240 m de altitud, y a través del método
zircón U–Pb, precisa su edad en 471.8 ±4.0
Ma.
Este dato representa el momento
de la metamorfosis por enfriamiento lento
y formación de cristales (en el caso de la
muestra estudiada de zircón), equilibrados,
de ese cuerpo magmático granítico
intrusivo (principalmente diorítico), dentro
de un encajonamiento emergente que se
formó entre las rocas duras de la litosfera o
corteza rígida protocontinental.
Con su posterior solidificación,
pasaron a formar parte de la corteza como
una nueva roca basal. Por ello, resulta en
una muestra del denominado “Táchira
silíceo”.
Táchira Histórica - 59
Pico El Púlpito (gneis granítico metamórfico bandeado, a 3.912 m [12,835 ft]), máxima altura orográfica del Estado Táchira. Una
de las primeras descripciones escritas del páramo del Batallón data del siglo XVI cuando los conquistadores españoles al pasar
por el valle de La Grita [Humogría o Caricuena en el lenguaje de sus aborígenes moradores] escribieron en sus crónicas al rey
de España, Felipe II, que “se encontraron con montañas que parecen alcanzar los cielos” (Foto: Yosel Molina, 2011).
Y surge luego otra pregunta, ¿por
qué hay granito en las cumbres de los altos
páramos tachirenses, si es una roca basal,
de las profundidades de la Tierra? Para
responder la misma, se parte del origen de
los gneises del páramo del Batallón, los
cuales se formaron o cristalizaron lentamente, en
cámaras magmáticas que no alcanzaron la
superficie, quedando atrapadas en la
corteza terrestre.
El granito abundante en sílice surgió
hace 3.400 Ma, a profundidades y presiones
extremas (medidas estas últimas en miles de
millones de pascales) donde los minerales
reorganizaron sus estructuras cristalinas.
Emergió entre 2.400 Ma y 1.200 Ma, en
forma solidificada o litificada, por todo el
planeta, como producto del choque o
encuentro del agua del océano con la lava
basáltica que provenía del magma y que
ascendía y emergía por la actividad
volcánica submarina cuando alcanzaba un
punto crítico de filtrado, a través de
fracturas, en la corteza oceánica rígida.
Fracturas creadas por los primeros desplazamientos
de las placas tectónicas.
De esta forma, el magma granítico
se convirtió en batolito o roca que, a su vez,
conformó la base (de allí el origen del
término geológico: “roca basal”) y luego,
por diastrofismos, la primera superficie o
corteza protocontinental emergida del
planeta.
Desde el enfoque de la teoría de
tectónica de placas, por convección térmica
a fines del Precámbrico e inicios del
Paleozoico, específicamente en el período
Cambriano-Siluriano, en su último y más
reciente proceso metamórfico, los granitos
que estructuran el núcleo y la base de todas
las montañas del páramo del Batallón, luego
de intrusionar como magma en las fracturas
Táchira Histórica - 60
de la corteza rígida, pasaron por un lento
enfriamiento y sometimiento a intensas fuerzas o
altas presiones entre dos componentes
rígidos y en una única dirección.
Estas presiones eran producidas por
el empuje ascendente del magma de la
astenosfera (primer componente) contra la
presión descendente de la litosfera o
corteza continental y toda su sedimentación
marina (segundo componente).
Bajo estas presiones, los cristales
minerales graníticosfraccionadosseordenaron -por
un proceso de afinidad grupal mineralógicade forma perpendicular a dichas fuerzas, en
planos de aplastamiento debido al peso que
sobre ellos ejercía el continente o masa
continental.
Este fenómeno, por haber resultado
muy lento, dio origen al definido color gris y
blanco de las bandas de la roca, al permitir
la acentuada separación de esos minerales,
en forma solidificada o batolitos.
Primitivas montañas y mares en las
desérticas costas occidentales de Pangea
(500 Ma – 200 Ma)
Ya solidificados como cratones o
manto base sustentador de la primigenia
corteza continental tachirense, esto es,
como roca sólida por encima del último
manto de dicha corteza, el basal, a fines del
período devoniano y en el carbonífero, hace
335± Ma. Las tierras de un supercontinente
denominado Pannotia se divide en dos
fragmentos: Gondwana al sur y ProtoLaurasia, y por ello comenzaron de forma
paulatina o violenta -por choque de placas
tectónicas en orogénesis y arcos volcánicosa elevarse hasta sobresalir, como un
archipiélago, sobre la superficie de las aguas
de un mar prehistórico.
Acción debida, con probabilidad, a
los movimientos tectónicos que dieron
origen al macro bloque continental denominado
Gondwana, en cuyo extremo noroccidental
surgió el primer territorio tachirense, aquí
estudiado.
Esa primera elevación se dio desde
las profundidades de un océano primitivo
que comenzaba a cerrarse. El denominado
por los geólogos teóricos y paleógrafos:
océano Reano (Rheic Ocean), rift que
separaba los hipotéticos subcontinentes de
Gondwana y Laurasia o Laurrusia y uno de
los más importantes del Paleozoico. Su
nombre deriva de la titánide Rea, de la
mitología griega.
Panorama escarpado del pico El Púlpito (Páramo del
Batallón, Estado Táchira) y sus alrededores. Se evidencia
el plegamiento o deformación por compresión, dirección
de la foliación verticalizada o diaclasas y crestones o
agujas (picos) próximos a la vertical, del manto granítico
de la corteza terrestre, producto de las fuerzas tectónicas
y la alta meteorización de su superficie, por ser la misma
de grano grueso (Foto: Mauricio Chacón, Google Maps
2019 [Reproducción con fines didácticos]).
La última y actual elevación
(200 Ma - 38 Ma)
En este mismo orden, estudios
especializados han propuesto que los
gneises tachirenses presentan similitudes
con otros complejos geológicos como el
denominado Oaxaquia o el basamento de la
península de Yucatán, ambos en México, lo
cual se ha tomado como referente de esa
antigua unión continental. Al respecto, es
de resaltar que, en todas las hipótesis
planteadas por los especialistas, a la fecha,
para una futura unión de tierras en un único
supercontinente, predicen que el actual
territorio tachirense siempre impactaría y
se uniría con el bloque tectónico de Norte
América.
Táchira Histórica - 61
Así, las fuerzas internas del planeta
empujaron los gneises graníticos tachirenses,
ya solidificados, en una ascensión dinámica
-a casi cuatro kilómetros sobre la superficie
continental- abriéndose camino entre todos
los sedimentos acumulados durante millones
de años en el fondo del océano, los cuales
se deformaron y fueron levantados por la
roca granítica en su ascenso hasta emerger
de las aguas, formando un paleo-paisaje
muy distinto al del presente.
Panorámica de la ciudad del Espíritu Santo de La Grita
(Municipio Jáuregui, Estado Táchira) y su paisaje
circundante. Fundada a inicios de abril de 1576 por el
capitán extremeño Francisco de Cáceres con el nombre de
Ciudad del Espíritu Santo, fue emplazada en el valle o
meseta de aluvión andina denominado por los
conquistadores, en 1558, valle de La Grita, y conocido el
lugar por los aborígenes o sus pobladores originarios como
tierra de Humogría o Caricuena. De esta forma, la ciudad
se convirtió en cabeza de una extensa gobernación y
ciudad sede de su capitán general, entre 1576 y 1608. En
un segundo plano, el entorno de montañas graníticas del
páramo del Batallón. Sus cumbres, de aristas casi
redondeadas por la erosión de millones de años, son los
silentes testigos de su ingente pasado. La roca granítica de
los páramos, por su resistencia, fue tallada y utilizada por
los antiguos pobladores de la ciudad y de las aldeas para
elaborar artísticas mazas o ruedas de piedra para moler en
los trapiches de caña de azúcar (Foto: Ing. Juan Alberto
Sánchez García, 2020).
Maza de piedra o rueda de molino
(Imagen) empleada en los antiguos
trapiches de caña de azúcar movidos por
tracción animal. La técnica que empleaban
los pedreros de la época era marcar o
puntear sobre la roca desprendida [de río] o
sobre la pared de roca granítica de la
montaña un patrón circular a martillo y
puntero o cincel e ir devastándolo y
profundizándolo hasta crear un canal. Una
vez obtenido el grosor requerido, en la
sección o cara inferior se le hacían muescas
a la roca por donde se introducían, a modo
de palancas, cuñas de madera o metal para
ir levantando y separando el bloque o la
rueda resultante. Cuando la roca resultaba
muy resistente, se le prendía fuego y luego
se le echaba agua inmediatamente para
luego fracturarla con golpes secos. Esto
tenía el inconveniente de dañar toda la
pieza si el pedrero era un aprendiz
descuidado en su trabajo.
La principal virtud de un artesano
de la piedra era la paciencia y el cuidado en
lo que hacía. Luego, se agujereaba su
centro, por lo general en forma rectangular,
para colocar allí la viga de madera que
serviría de eje de rotación de las ruedas.
Finalizado el anterior proceso, con una
yunta de bueyes la piedra de molino era
trasladada desde el río o la montaña al lugar
de trabajo o casa del pedrero donde la roca
era alisada o pulida con agua y arena para
su acabado final.
Así, esta laboriosa obra se hacía en
un minucioso y lento tallado a mano de la
roca de granito fresco o no erosionado [por
ser de mayor dureza] u otra piedra de igual
dureza.
Táchira Histórica - 62
Un similar procedimiento se
cumplía para obtener ruedas de molino de
trigo, por lo general más pequeñas. La maza
que se aprecia en la imagen se hizo en la
aldea Venegará (La Grita, en 1887) y fue
adquirida en 1895, junto a otras dos, para el
trapiche de los Sandoval, en la aldea La
Molina (Municipio Lobatera), el cual
funcionó hasta 1992 (Foto: Samir A.
Sánchez, El Remanso de Santiago, San
Cristóbal, 2008 [Documento privado de
pago y transporte a Lobatera de tres piedras
de moler ya usadas, acordado en 100 pesos
o 400 bolívares entre Bruno Inocencio
Méndez y Macario Sandoval Mora. Archivo
de la familia Sandoval Zambrano, Lobatera,
21 de febrero de 1895]).
Pero, las borrascosas cumbres del
paisaje natural geológico del páramo del
Batallón que observamos hoy al este de La
Grita, de picos y relieves casi redondeados,
que adquirieron su actual altura con el más
reciente choque de placas tectónicas que se
inició hace 38 Ma [en el Eoceno], sólo son
una especie de punta de iceberg altamente
meteorizada, por cuanto en las máximas
alturas del páramo, la erosión, principalmente de
tipo mecánico por procesos de crioclastia,
ha desgastado, fracturado (diaclasas
verticales) y exfoliado del granito (en rocas
grandes o depósitos de lehms por efectos
de la gravedad) creando abundantes
superficies de rocas fracturadas y arenas
graníticas (superficies de lehms) que se han
acumulado al pie de las cumbres por la
gravedad.
Las mismas reiniciarán, como
sedimentos, el ciclo formativo de las rocas
[este fenómeno se puede observar
detalladamente hacia el flanco oriental del
pico, el de mayor pendiente]. Bajo esa
superficie terrestre visible, esas montañas
tienen una profundidad o raíces de
aproximadamente 48 kilómetros.
En resumen, su crisolado como
basamento continental fue el resultado de
las fuerzas orogénicas titánicas y catastróficas
desatadas a finales del Cámbrico e inicios
del Paleozoico, por la violenta y reiterada
compresión, colisión, agrupación y
desagrupación de placas tectónicas continentales
[norteamericana y suramericana, en el caso
tachirense] o lo que se conoce en geología
como teoría del ciclo supercontinental o
ciclo de Wilson, específicamente cuando
esa parte del subsuelo se encontraba en las
costas orientales del continente de
Pannotia, hace 600 Ma.
En una de estas agrupaciones o
uniones, donde los contenientes se mueven
y los paisajes cambian, dio origen a una
nueva masa continental única, Pangea, hace
335 Ma.
A lo largo de esos millones de años,
por compresión de la corteza terrestre,
estas especies de "choques de trenes
continentales" con dirección de fuerzas de
compresión en sentido cardinal NO-SE
fracturaron, desplazaron hundieron y/o
elevaron diversos pilares tectónicos
submarinos, exponiendo de esta forma,
sobre las aguas de un mar ordovícico, con
una incipiente orientación cardinal de
estructuras tectónicas NE-SO, a unos
primigenios Andes o Andes tachirenses a los
cuales la fuerza de la erosión -o el poder
erosivo del agua y/o la gelifracción- fue
disminuyendo su altura, al disolver la roca
sólida perfilando sus contornos.
Estas marcadas señales de erosión,
al compararse con las presentes en otros
páramos de la cordillera andina venezolana,
ya es una evidencia que devela la
antigüedad de estas tierras emergidas.
Se parte siempre de este
acontecimiento hito por cuanto facilita a los
estudiantes estudiar, como se explicó al
inicio, las rocas de nuestra tierra. En lo
didáctico, esto es poder contextualizar,
ubicarse y dimensionar o parametrizar, en
la escala de tiempo, como primer referente,
cualquier descripción o análisis de otras
muestras geológicas de diferentes regiones
tachirenses.
Por igual, estimado lector, al llegar
aquí y luego que examines, cuestiones y te
interrogues sobre todo lo expuesto,
comenzarás a mirar y admirar, de una nueva
manera, el paisaje del páramo del Batallón
y todos los paisajes naturales tachirenses.
Táchira Histórica - 63
El paisaje sagrado de Hoyada Grande
El valor patrimonial natural y
geológico del paisaje que rodea al pico El
Púlpito junto a la laguna de Hoyada Grande
-y a todas las lagunas de origen glacial de los
páramos de Batallón y La Cimarronera- se
incrementa a su vez con el valor patrimonial
cultural que comprende.
El mismo, en épocas pretéritas, fue
entendido como un espacio propiedad de
las divinidades o de su culto por los pueblos
originarios tachirenses sí como para
observar las estrellas y planetas e identificar
los momentos de lluvias, de siembra y de
sequía. Pudiéndose afirmar que la primera
ciencia que practicaron los primeros tachirenses, fue
la astronomía.
De esta forma, desde la antropología
cultural y las tradiciones orales colectivas de
los habitantes de las aldeas más inmediatas,
las lagunas glaciares tenían un sentido
mítico y sagrado para los aborígenes
tachirenses prehispánicos.
Esto es, la geografía del entorno de
las lagunas, y las lagunas propiamente, les
eran sagrados por considerarlos paisajes
vivos, donde los espíritus y la tierra eran uno
sólo.
Si se molestaban o atacaban con
piedra las aguas de las lagunas, consideradas
el lecho donde el cielo se unía con la tierra
durante la noche, los dioses y espíritus de la
montaña que allí habitaban, en sus páramos
y cumbres, acudirían en su ayuda, desatando
fenómenos naturales y mágicos de improviso
como tempestades, borrascas, mantos de
niebla y ruidos extraños que las ocultarían a
los ojos del intruso que infringiera las leyes
y el orden de esos espacios, castigando al
profanador con severidad.
Para una mejor comprensión de lo
anterior, recurrimos directamente al
testimonio del primer geógrafo del Táchira,
el franciscano y cronista mayor de las Indias,
Fray Pedro de Aguado (Valdemoro de
Madrid, 1513 – Santafé de Bogotá, c. 1582),
quien en 1569, al describir las costumbres
de los pueblos originarios del valle de
Santiago, lugar de emplazamiento de la
actual ciudad de San Cristóbal, y de otros de
la cordillera andina tachirense, en un
lenguaje que fue propio del choque cultural
entre lo conocido y desconocido; desde su
óptica y visión cultural propia o europea del
momento y con términos en un castellano
del siglo XVI, intentó interpretar y dejar por
escrito lo que hacían nuestros ancestros en
las lagunas:
“Los mohanes o faurautes [sabios
ancianos de las aldeas] (...) para dar a
entender que consiguen y alcanzan
enteramente del demonio lo que los otros
indios les ruegan, se van a los montes y
arcabucos y a partes lagunosas y cenagosas,
y allí invocan al demonio en su lenguaje y
dan muchos golpes con varas en los
árboles y en el suelo y en las aguas de las
lagunas, dando a entender que por aquellos
medios alcanzan lo que piden, que la más
de las veces suelen ser aguas para las
sementeras y espéranlo a hacer en sazón
que ven el tiempo revuelto y turbio y
propinquo para llover, y como luego
después de haber hecho estas sus
supersticiosas ceremonias acierta el
tiempo a hacer su natural curso y a llover,
dicen estos mohanes a los demás indios
que mediante su buena diligencia y aun su
querer ha llovido, y los indios créenselo
muy de plano, y así no les falta más de
adorarles por dioses” (Aguado, Fray Pedro
de. Recopilación Historial de Venezuela.
Nº 63, Tomo II, Caracas, 1963, p. 463).
Por todo lo anterior, es de recalcar
que la visita que hagan a estos lugares y
parajes patrimoniales, senderistas, andinistas,
escaladores, espeleólogos y geólogos o
cualquier persona debe ser con responsabilidad
y respeto por ese paisaje y por lo que
significó a nuestros ancestros, evitando
cualquier alteración o impacto ambiental
negativo.
DESCRIPCIÓN DE TRES ROCAS
SEDIMENTARIAS DE LA FORMACIÓN
LA QUINTA
En el presente estudio y trabajo de
campo realizado para recolección de datos
geológicos, con estudiantes de Ciencias de
la Tierra [Universidad Católica del Táchira],
estos datos son procesados como evidencia
Táchira Histórica - 64
empírica [por observación] y en forma
descriptiva, por medio de tres muestras de
rocas rojas [Fe2O3·nH2O] de tipo arenisca
porque los clastos que las conforman provenientes de una roca basáltica
altamente erosionada- tienen el tamaño de
diminutos granos de arena, insolubles,
convertidos luego en rocas sedimentarias
de la formación geológica denominada “La
Quinta”, la más representativa del tiempo
geológico tachirense, recolectadas en las
cabeceras de la quebrada La Machirí, sector
de cuesta de Barebare, en San Cristóbal.
Las mismas se originaron en los
tiempos de un nuevo ciclo geológico cuando
las extensas penillanuras secas de Pangea
comenzaron a agrietarse y separarse entre
fines del Pérmico 260 Ma e inicios del
Triásico 200 Ma, dando lugar a valles,
depresiones o rifts donde comenzaron a
acumularse sedimentos en grandes cantidades
que provenían de abanicos aluviales
producidos por la erosión de las cordilleras.
Al mismo tiempo, muchas de estas
depresiones comenzaron a cubrirse, en
avances y retrocesos, con las aguas que
darían origen al océano Atlántico.
Cada una de las muestras de
estudio tienen 204 Ma y datan de fines del
Triásico inicios del Jurásico surgidas en
depósitos de areniscas que se formaron en
un ambiente sedimentario continental
cuyas partículas sólidas provenían de una
superficie muy árida y de rápida erosión,
por carecer de una protección o capa
vegetal fuerte.
Tachiraptor admirabilis. Fuente: Deviantart.com
Reproducción con fines didácticos.
Fósiles del Táchira:
El Tachiraptor admirabilis.
Primer dinosaurio tachirense hallado
Esta datación permitió por igual
contextualizar, en el tiempo geológico de
esta formación, el hallazgo (entre 1980 y
2011 por paleólogos estadounidenses,
alemanes, brasileños y venezolanos, en el
sitio de La Quinta) de fósiles provenientes
de la época cuando los pequeños saurios,
subespecie de reptiles, que darían origen a
los grandes dinosaurios que poblaron el
planeta, entre 243 y 231 Ma.
En La Quinta se ubicó una nueva
especie de terópodos bípedos: un pequeño
dinosaurio carnívoro que perteneció al
grupo de los averostra [dinosaurios con
rostro similares a los de las aves] y recibió el
nombre de "Tachiraptor admirabilis" que
significa "Ladrón del Táchira" por la
característica alimentaria propia de esta especie
de primeros dinosaurios que comenzaron a
aparecer luego que el planeta se recuperara
de la gran extinción del Pérmico, ysemovieran
por toda Gondwana.
Se correspondían con pequeños
carnívoros que actuaban en manada y
robaban, con facilidad, las presas o partes
de aquellas, que cazabanotros depredadores. Los
fósiles de este dinosaurio son los más
antiguos restos de organismos vivos,
animales, hallados en el Táchira.
Lamentablemente, fueron llevados
a Caracas para su análisis y no han sido
devueltos al Museo Antropológico del
Táchira, permaneciendo como un elemento
patrimonial disperso de su lugar de origen.
Al igual que los mármoles del Partenón de
Atenas, estos fósiles están fuera de su
contexto natural y el patrimonio paleontológico
tachirense permanece en una constante
espera por su retorno.
Táchira Histórica - 65
La datación absoluta o cálculo del
tiempo geológico de esos depósitos
sedimentarios continentales, identificados
en lo geológico como "Formación La
Quinta", fue realizada por los científicos
siguiendo el método geo cronológico
denominado U–Pb zircon52.
Este permitecalcular – por degradación
radiactiva - el tiempo transcurrido, en
retrospectiva, desde el presente hasta el
momento de la formación de un mineral
cuyos átomos poseían una alta probabilidad
de que escapen partículas de sus núcleos y
de las fuerzas que lo mantiene unido. Por
ello se les conoce como elementos
inestables (isótopos radioactivos) de la
Tabla Periódica. Uno de estos es el uranio
[U], y fue el utilizado en este tema de
estudio.
Así, de la presencia de este elemento
en un cristal de zirconio formado en magma
y, a partir de una emisión de lava, haya sido
expulsado y quedado oculto en la superficie
terrestre o bajo el mar, se pudo determinar
la fecha cuando se formó como cristal y dejó
de estar expuesto a rayos cósmicos o al sol
directamente, deteniéndose así el proceso
de ionización natural al no recibir o
absorber más radiación solar [de día] o
cósmica [de noche] directa. Este método
descrito es sólo uno entre varios para los
procesos de datación geo cronológica.
En el trabajo de campo o práctica, el
método referido consistió en separar de los
estratos de rocas sedimentaria para fechar
o datar un mineral cristalizado conocido
como silicato de circonio o zirconio,
formado a temperaturas mayores a 900º y
expulsado del interior de la Tierra en
erupciones volcánicas. Por ser un
compuesto raro o escaso, este no es fácil de
hallar en una muestra pequeña; se requiere
de una cantidad considerable kilos de
muestra -la cual se tritura- para encontrar
algún cristal de circón, si bien dicho proceso
de separación se facilita por la alta densidad
que presenta el mineral zirconio y que lo
diferencia del resto de componentes.
Al comenzar a desprender el
elemento inestable, o fugarse de su núcleo,
sus partículas radioactivaspor transmutaciones
nucleares, sin ganar nuevas (por ionización
solar o cósmica), el átomo de uranio 238 (U)
inicia un proceso de desintegración
espontánea o cadena de descomposición
que dura miles y/o millones de años,
decayendo y convirtiéndose en otro elemento,
primero en torio (Th), luego en protactinio
(Pa) y así sucesivamente en diez elementos
más hasta estabilizarse, de forma definitiva,
en plomo 206 (Pb). En términos comunes se
conocen a estos nuevos elementos como
"hijos radiogénicos del uranio".
Calculando la cantidad de plomo
presente en una muestra de estudio, a
partir de la cadena de desintegración del
uranio (U) original o con base en el que
“haya sobrevivido”, se puede determinar la
fecha o momento cuando se formó el cristal
de zirconio, en el magma y cristalizó, y con
ello la datación absoluta de las rocas que lo
contienen. O, como explican los
especialistas, la naturaleza radiactiva del
uranio y sus índices de desintegración,
cuantificables con precisión, permiten
aplicar una reingeniería inversa del tiempo
de existencia del material estudiado.
Táchira Histórica - 66
¿Cómo se datan fósiles y rocas?
Las tierras rojas [Fe2O3·nH2O], arcillas y areniscas de
la formación geológica La Quinta, de origen jurásico, son las
más sobresalientes en el paisaje de la alta montaña
tachirense. Se formaron como resultado de la acumulación de
sedimentos insolubles de roca basáltica continental
fuertemente erosionada. Imagen captada a 2.600 m en las
cumbres orientales del páramo de Almorzadero, en las
inmediaciones del páramo del Zumbador, caserío El Palmar
(Municipio Vargas). Foto: cortesía de @tachiratrekking
(2020).
La Quinta] o de provincias ígnicas similares,
de fines del Triásico e inicios del Jurásico,
como depósito de sedimentos continentales
que, producto de una fuerte erosión, caían
en un mar poco profundo, en un tiempo
cuando ambas tierras formaban parte de
una única masa o superficie continental
(Foto: @geology.info, 2020. Lugar:
confluencia del río Pequeño Colorado
[izquierda] con el río Colorado [derecha]).
El Gran Cañón del Colorado (EEUU)
resulta el mejor libro de historia geológica al
presentar la más clara visión sobre el origen
y proceso evolutivo de la Tierra; es una carta
crono estratigráfica tangible.
Con una profundidad de casi 2.000
m y un ancho de 29 km, la erosión ha dejado
al descubierto estratos horizontales o
superposición de sedimentos que no fueron
alterados o fracturados por compresiones
laterales que dan origen a las montañas.
Estos estratos se formaron a partir
de cienos en mares prehistóricos de escasa
profundidad y van desde los más antiguos:
rocas metamórficas no sedimentarias o
esquistos graníticos del Precámbrico [en el
fondo del valle], pasando por la gran
discontinuidad del Cámbrico [ausencia de
rocas o sedimentos que, con probabilidad,
se perdieron durante el proceso de una
fractura tectónica continental] y las calizas
del Mesozoico hasta los más recientes
representados por sabanas de areniscas y
arcillas del Cuaternario [en la cima de la
meseta] y contienen información sobre el
medio ambiente, estabilidad y catástrofes
así como señales de vida de un período
geológico determinado.
En la sucesión de estratos del Gran
Cañón, se pueden apreciar la franja de
tierras rojas [Grupo Supai] que son, en
composición y características, contemporáneas
con las tierras rojas tachirenses [Formación
Muestra A (Foto: Santiago Xavier Sánchez, 2020).
Testimonios de nuestra historia geológica
Una descripción de muestras:
Muestra A (imagen superior). Fragmento de
una roca sedimentaria, epiclástica, formada
por la progresiva acumulación y presión de
capa sobre capa, de la litificación de
areniscas con óxido de hierro (el cual le da
el característico color rojo a este tipo de
roca), silicatos (cuarzos) o sales de sílice e
incrustaciones de tobas color café. Areniscas
que provenían de la fuerte erosión de
tierras continentales sobre un mar poco
Táchira Histórica - 67
profundo que ejerció escasa presión sobre
las mismas, y de allí su actual fragilidad. Los
especialistas estiman la profundidad de ese
mar prehistórico en 1.000 m aproximadamente.
En un hundimiento lento alejado de la costa
que, en la medida que el fondo de ese mar
descendía por el peso de esos mismos
sedimentos, el nivel y profundidad del mar
se mantenía -aproximadamente- en
equilibrio constante, por recibir un lento
proceso de deposición de materiales de la
superficie continental. Esto es equilibrio
entre hundimiento y depósitos o el
denominado equilibrio isostático. De allí
que siempre se formaran estas rocas en
aguas poco profundas, pudiendo recibir el
impacto de partículas o restos fósiles, entre
otros.
En la muestra en estudio, estas
partículas se identifican con los piroclastos
o polvo volcánico en forma de fragmentos
porosos y de diferente tamaño (desde
granos de ceniza hasta granos más grandes
denominados lapilli y bombas volcánicas),
provenientes de erupciones periódicas y
explosivas de probables estratovolcanes y la
posterior, pero lenta y progresiva caída del
lapilli desde una primitiva atmósfera o
estratosfera sobre los sedimentos en
consolidación.
En este mismo contexto, no resulta
descartable o conjeturable que, con base en
la observación de la distribución de las
partículas volcánicas en la roca sedimentaria
estudiada, similar a la que causaría una
débil pero continua nevada de gránulos de
nieve en polvo seca (sin vientos), estas finas
partículas, hayan surgido y se hayan
extendido por toda la estratosfera del
planeta, a partir de las masivas erupciones
volcánicas que se dieron en la actual Siberia
[traps siberianos producto de un súper
volcán], iniciadas hace más de 250 Ma,
estimándose la duración de su actividad en
alrededor de un millón de años.
No obstante, resulta por igual
destacar que estudios recientes (por el
método U-Pb, en 2020) ha encontrado en
las muestras analizadas que la presencia de
restos volcánicos, en la franja estratigráfica
de la formación La Quinta, data de un lapso
que se estima inició hace 191 Ma y finalizó
hace 164 Ma, con varios períodos de mayor
actividad, en el bloque tectónico andino
norte [de Suramérica].
Por ello, el área estudiada resulta en
un verdadero relictus geológico de una
época de fragmentación y deriva continental por
parte del supercontinente Gondwana y del
inicio del imperio de los dinosaurios sobre la
superficie de la Tierra.
[Salida de campo 28 de diciembre de 2019;
Zona de estudio: Cuesta de Barebare, en el
lecho de la quebrada La Machirí, al pie de la
montaña del páramo El Oso, en la Sierra de
La Maravilla, San Cristóbal (Proyecto
Experiencia Arte; Texto: Samir A. Sánchez;
Foto: Santiago X. Sánchez, 2019)].
Muestras B y C (Foto: Santiago Xavier Sánchez, 2020).
Muestra B
(izquierda)
(derecha)
y
Muestra
C
En cuanto a las tres muestras de
rocas sedimentarias de las imágenes, es de
destacar que las mismas, obtenidas en el
trabajo de campo, no son del tipo rocas
vivas, denominación que reciben cuando
son tomadas en su lugar de origen de
sedimentación, sino rocas fracturadas,
desintegradas y desplazadas de su lugar
original por la dinámica de trayectorias
propias de los sedimentos, las cuales
finalizaron en el sitio seleccionado para
estudio a través de aluviones, torrenteras o
por orogénesis, durante eones.
Táchira Histórica - 68
Táchira Histórica - 69
Las rocas están formadas a partir de
un material clástico conformado por
arenisca, aglutinada por el óxido de hierro
(componente químico que da el color rojo
que las caracteriza) y se pueden observar a
simple vista en la Sierra de La Maravilla (en
La Machirí), en el páramo del Zumbador, el
de Angaraveca y entre Colón y La Fría. Las
mismas comparten un idéntico origen a
partir de la metamorfosis de rocas y suelos
de superficies prehistóricas continentales
formadas por tierras ricas en hierro,
estratificadas, y en contacto con una fuerte
presencia de oxígeno atmosférico.
Erosionadas, disueltas en agua y
convertidas en sedimentos por un
intemperismo físico y/o químico, por
transportación y deposición, finalizaron en
el fondo de un antiguo mar poco profundo.
Allí se fueron consolidando a partir de lodo,
no alterado, pasando por procesos de
diagénesis y compresión que las litificaron y
convirtieron en nuevas rocas, muy frágiles,
por la escasa presión de las capas superiores
al irse sedimentando en un mar de poca
profundidad.
El paisaje puede cambiar… y cambia
EL FLYSCH DEL LOBATERITA
Páginas de un libro de nuestra historia
geológica
Las tremendasfuerzas inimaginables de
la naturaleza y la magnitud de los tiempos
geológicos han dejado en el Táchira esta
unidad litoestratigráfica. Como una especie
de páginas de un libro de nuestra historia
geológica, representa el registro de rocas
sedimentarias compactadas en fondos
marinos litorales y con diferentes potencias
o espesores que, por plegamiento, se
encuentran muy próximos a la vertical de
buzamiento con respecto a la horizontal, en
la autopista Lobatera-San Pedro del Río, y
un rumbo aproximado N-S, datos obtenidos
por simple observación, sin instrumentos
específicos [imagen página 67].
Se encuentra embebido entre
diferentes formaciones geológicas como
Mirador (Mi) y Carbonera (Ca), entre otras,
y está estructurado en estratos
concordantes formados por diferentes
secuencias temporales, de sedimentación
ordinaria, en bandas alternadas de rocas
blandas de lutitas (originadas en el lodos o
cienos), o arcillas calcáreas margosas
(tierras semiblandas), y rocas duras de
calizas o arenisca compactas, más
secuencias turbidíticas (o rocas de aludes).
Todos depositados en el lecho
marino de una plataforma continental de
somera a profunda, y en ambientes
sedimentarios distintos durante millones de
años, en un proceso que se ha denominado
sucesión cretácica sedimentaria, momento
cuando todo el actual territorio tachirense
estaba cubierto por las aguas y conformaba
una plataforma continental de profundidad
media, que recibía sedimentos de la
superficie seca continental inmediata.
Es por ello que nos encontramos
ante una estructura sólida y bandeada
originada a partir de las altas presiones de
capas (diferenciadas) sobre capas de
sedimentos en un fondo marino, alterados
a su vez por los avalanchas, avances y
retrocesos marinos (en momentos de
reposición pasivos y activos).
Un todo ocurrido entre los períodos
del Cretáceo y el Neógeno (entre las eras
geológicas del Mesozoico y Cenozoico), y
con una mayor intensidad en la época del
efecto invernadero que se dio en el Eoceno,
marcando el límite o frontera entre estos
dos tiempos geogénicos.
La continuidad de este flysch
también es observable, verticalmente, en el
lecho del río Lobaterita donde la erosión de
las aguas del río [formado a partir de los
diferentes ciclos glaciares e interglaciares]
lograron debilitar y derribar parte de esta
muralla pétrea y dar origen al cañón del
Lobaterita.
Por igual, la continuidad del flysch
hacia el suroeste hace que se encuentre con
depósitos sedimentarios de carbón (del
Paleógeno).
Así, la estratigrafía observable se
caracteriza por una especie de laminación o
de alternancia de rocas duras seguida por
una de rocas frágiles que la erosión ha ido
desapareciendo, dejando oquedades o
espacios huecos visibles.
Táchira Histórica - 70
Mapa del relieve geológico del Estado Táchira.
Escala 1:750.000. Hoja N.º 1, sección 3/Andes-Lara. U.S. Department of the Interior, U. S. Geological
Survey/Escuela de Geología, Minas y Geofísica de la Universidad Central de Venezuela (UCV)/Fundación
Venezolana de Investigaciones Sismológicas (FUNVISIS), 2006.
Del rompecabezas o plano puzle estratigráfico y tectónico de la superficie del Estado Táchira (con líneas
de contacto concordantes, de desplazamiento o discordante y fallas), los principales rasgos descritos en
el presente estudio, son: (1) La formación identificada con las siglas Zi se corresponden con el grupo de
gneises graníticos o tierras más antiguas del Estado Táchira, identificadas en el mapa como
pertenecientes al Complejo Iglesias (Proterozoico tardío); (2) JLQ Fm con la Formación La Quinta
(Jurásico); Tmi Formación Mirador (Eoceno) y TC Formación Carbonera (Eoceno a Oligoceno), todas
referidas en el presente estudio. Créditos de imagen: Universidad Central de Venezuela, 2018
[reproducción con fines didácticos].
Táchira Histórica - 71
En el Cretáceo, se dio en el planeta
un incremento de 5º aproximadamente por
sobre el promedio de la temperatura media
actual, lo cual provocó el deshielo de los
polos y con ello grandes masas de agua
inundaron las superficies continentales,
separándolas y convirtiéndolas en especie
de islas.
La casi totalidad de las tierras
tachirenses quedaron cubiertas por las
aguas y es allí donde se originaron, en el
fondo de esas aguas, los sedimentos
formativos de cada banda del flysch del
Lobaterita.
Los mismos resultaron del acarreo y
constante depósito, a través de corrientes
de ríos que finalizaban en lagos, planicies
deltaicas o mares de profundidad media
quienes recibieron sedimentos turbulentos,
normales o de abanicos aluviales o
torrenciales, provenientes de un ápice con
grandes torrentes sobre una superficie
continental prehistórica, en constante
proceso erosivo intenso debido en gran
medida los ciclos de Milankovich y a la
inversión de los polos magnéticos.
Estos sedimentos se fueron
asentando y consolidando en el fondo del
primitivo mar cretácico, en un área de
profundidad relativa, y en un medio
tectónicamente
poco
Activo
(una
plataforma continental).
Por ello, cada facie, franja o estrato
representa un cambio o cambios drásticos
en el ambiente que generó cada depósito.
Estudios a futuro permitirán identificar si en
una de esas bandas o líneas de sedimento,
visibles en el flysch del Lobaterita, se
encuentra una fina capa de arcilla oscura
denominada "Arcilla límite" o "Límite K-P"
(Cretácico-Paleógeno) explicada por la
hipótesis-teoría de la extinción catastrófica.
Con una alta concentración en iridio
y transicional de rocas margas a calizas, se
presume fue creada entre los fines del
Cretácico e inicios de Paleógeno, hace 65
Ma aproximadamente, como residuos del
impacto de un meteorito el cual provocó un
cataclismo mundial que conllevó, en parte,
a la extinción de los grandes dinosaurios y
otras muchas especies que poblaban la
tierra y los mares.
Luego de la consolidación y
litogénesis de este flysch, posteriores
procesos tectónicos de choques o
movimientos convergentes de placas [en
fase de compresión geológica] que elevaron
definitivamente la cordillera de los Andes y
crearon [en fase de distensión geológica] la
Depresión del Táchira, entre el Neógeno y el
Cuaternario,
generaron
catastróficas
quiebres, fallas o fracturas que bascularon o
levantaron estos sedimentos desde su
posición original horizontal hasta su
posición actual, próxima a la verticalidad o a
los 90°.
Estos afloramientos aún permanecen a
la espera de ser estudiados por los
especialistas.
La identificación de posibles fósiles
y microfósiles permitirán conocer y plantear
posibles explicaciones, o proyecciones,
sobre la biodiversidad, las condiciones de
vida y de extinción de especies que
poblaron el planeta, sobre el primitivo
territorio tachirense.
Nota: Queda en anhelo que, en un futuro
próximo, con el advenimiento de tiempos
de mayor cultura e interés en el conocimiento y
preocupación de la administración pública
de la Nación por difundir el conocimiento
científico, cultural y natural en todos sus
niveles, que el trayecto de la autopista San
Cristóbal-La Fría, en el tramo Lobatera-San
Pedro del Río, formado por el cañón y las
hoces del río Lobaterita (cañón fluvial), sea
declarado Geoparque del Estado Táchira,
conforme a las normas de conservación y
señalización que establece la UNESCO para
estos casos.
Entendiendo que un geoparque, al
poseer un patrimonio geológico singular, es
susceptible de desarrollarse en unos límites
definidos y a través de una estrategia
participativa de educación científica y
cultural destinado a alumnos de educación
primaria, secundaria y universitaria, y con
gestión propia que le permita ser
autosustentable como parque natural y
foco para el denominado turismo verde o
compatible con la conservación del medio
ambiente como ruta saludable de
divulgación geológica.
Táchira Histórica - 72
Bloque prismático ornamental truncado de granito fanerítico.
Este bloque, a escala humana, permite dimensionar, por analogía, la estructura
geológica del pico El Púlpito (Estado Táchira). La superficie o base superior, altamente
erosionada y frágil, reproduce formas similares de accidentes geográficos como montañas,
lagunas glaciares, cumbres y riscos entre otros, mientras que en las caras laterales del prisma
cuadrangular se observa el granito no erosionado y de solidez monolítica estructural.
Tiene una antigüedad de 267 Ma y proviene de los depósitos plutónicos de Aiako
Harria (Peña de Aya) en la provincia de Guipúzcoa. Su proceso de enfriamiento se dio más
rápido que el granito de El Púlpito y de allí que los minerales (partículas negras y blancas) que
lo componen estén distribuidos de forma aleatoria y no bandeada.
(Foto: Samir A. Sánchez, 2018. Paseo y muelle de Abandoibarra, Bilbao, País Vasco,
España).
Táchira Histórica - 73
Fuentes,
lecturas
recomendadas
y
revisiones
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Recopilación Historial de Venezuela. Nº 63,
Tomo II, Caracas, 1963.
- Geologic Time. Microsoft® Student 2009
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Microsoft
Corporation, 2008.
- Hawking, H. & L. (2021). Unlocking the
Universe. Puffin Books. Penguin Random
House, UK.
- Kovach, A., Hurley, P. M., & Fairbairn, H.
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Colección
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tierra: evolución del espacio físico del estado
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Historia, 38, julio-diciembre, pp. 116-142,
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- Trump, G. W. [Compiler] (1964).
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- Vila, Marco Aurelio. Geografía del Táchira.
Tipografía Vargas, Caracas, 1957.
Táchira Histórica - 74
Antiguo puente de Rubio, 1948 (Foto:
Marco Aurelio Vila).
Los Bernheimer de Rubio
Bernardo Zinguer
Rubio, un pueblo andino fronterizo
con Colombia es testigo de un trozo de la
historia de la familia Bernheimer, de origen
judío. Esta familia estuvo compuesta por los
esposos Otto Bernheimer y Carlota Guttmann
junto a sus hijos Ludwig y Kurt.
Los Bernheimer antes de 1938 eran
una acaudalada familia Bávara, poseían un
palacio en pleno centro de Múnich con todo
el esplendor y la opulencia de la época, en
su residencia palaciega eran frecuentes las
recepciones con invitados de alta sociedad,
su principal tema de conversación era el
arte, el oficio y pasión familiar.
La fortuna de esta familia provenía
del buen tino para los negocios del padre de
Otto, el comerciante Lehmann Bernheimer,
quien habría comenzado el negocio familiar
con la venta de telas, alfombras y elementos
de decoración, al fallecer éste en 1918 Otto
se encargaría del negocio incorporando el
comercio de las obras de arte y exclusivos
artículos de lujo.
Desde la casa comercial Bernheimer
se atendían peticiones especiales de la
El palacio Bernheimer, situado en Lenbach Munich.
Actualmente es patrimonio cultural.
familia real bávara, y buena parte de la
aristocracia y burguesía europea.
Táchira Histórica - 75
Incluso en los inicios del
nacionalsocialismo los mismos jerarcas
nazis se proveían de artículos lujosos en
esta exclusiva casa comercial.
LA TRAGEDIA
No obstante, las relaciones
comerciales con el nuevo poder alemán, los
Bernheimer no se librarían de la vileza nazi.
En 1937 fue expropiada la villa
campestre que la familia poseía a orillas del
lago Stamber para utilizarla como centro de
adiestramiento ideológico del partido
nacionalsocialista, ya entonces se podía
presagiar que la voracidad nazi iría en
aumento.
El clímax de estos ataques ocurrió
sin lugar a dudas en la aciaga noche de los
cristales rotos, ocurrida el 09 de noviembre
de 1938, una ola sangrienta de judeofobia
donde cientos de sinagogas, casas y
comercios de judíos fueron vandalizados y
quemados por turbas alentadas por los
nazis.
Gran parte de las propiedades de la
familia Bernheimer fueron confiscadas pr
los nazis, entre muchas de las obras de artes
robadas destacarían esculturas de artistas
Lehman Bernheimer con sus hijos Max, Ernst y Otto,
los acompañan empleados de una prestigiosa
casa de subastas.
como Riemenschneider y dos pinturas de
altísimo valor, Der Philosopher de Carl
Spitzweg y una Madonna de Antonio Alegri.
Pero el horror no termina allí, entre
los miles de judíos hechos prisioneros
estaban el patriarca de la familia Otto
Bernheimer y sus hijos Kurt y Ludwig,
quienes fueron llevados al Campo de
concentración de Dachau, allí sufrieron las
indecibles vejaciones nazis, les raparon el
cabello, los mantuvieron en trabajos
forzados, hacinados y con apenas unos
mendrugos de pan o una papa al día.
Campo de concentración de Dachau (1939). Ludwig Bernheimer (Foto: Archivo geni.com).
Táchira Histórica - 76
EL DESPRECIABLE GOERING
Otto se encontraba en una
contradicción, se quería quedar y luchar por
sus bienes, pero, por otro lado, sabía que tal
vez él y su familia no contarían con la suerte
de volverse a escapar en caso de ser
recapturados.
Cuando finalmente decidieron irse
se encontraron con que la burocracia nazi
hacia casi imposible que emigraran.
En este punto de la historia;
apareció un viejo cliente de la casa comercial
Bernheimer, el jerarca nazi Hermann
Goering.
¡Sí! Ese mismo Hermann Goering,
que sería el número dos del partido Nazi y
un notable coleccionista de Arte (llegó a
tener 3.100 obras robada a los judíos y a
enemigos del régimen), sabía de la riqueza
de los Bernheimer y vio una oportunidad de
hacerse de buena parte de sus bienes. En la
Alemania Nazi Goering era visto como un
héroe de la Aviación de la Primera Guerra
Mundial, fue el menos ideológico de los
líderes del nazismo. Era un hombre
pragmático, con complejos de grandeza, a la
vez que un verdugo y un rufián.
El nazi le hizo una propuesta
draconiana a Otto Bernheimer, a cambio de
un salvoconducto que les permitiría salir de
Alemania y salvar su vida, Bernheimer debía
comprar una hacienda cafetalera en los
andes venezolanos llamada “La Granja” que
pertenecía a una sobrina de Goering.
El precio de compra de esa hacienda
era exponencialmente mayor al real, además
debían renunciar a la ciudadanía alemana, y
se especula que tuvieron que venderle
obras de artes por un precio ridículo.
Otto Bernheimer y su familia
viajaron a Londres en 1939 mientras se
hacía efectiva la transacción al jerarca nazi
para luego emprender viaje a Venezuela, al
remoto estado Táchira en 1940. “La Granja”
era una propiedad descuidada que les
reportaba gastos a sus dueños alemanes,
razón por la cual querían deshacerse de ella,
y fue esta la oportunidad que Goering vio
para beneficiarse y favorecer a sus
familiares.
Adolfo Hitler y
Hermann Goering
degustando una
obra de Arte.
Táchira Histórica - 77
Justo cuando estaban perdiendo las
esperanzas, su salvación vino desde México,
y es que a la sazón Otto fungía como Cónsul
del presidente Mexicano Lázaro Cárdenas
en Baviera, al enterarse de la situación de
los Bernheimer; el presidente mexicano le
exige al Ministro de Relaciones Exteriores
del régimen alemán la pronta liberación
incondicional de Otto y sus familiares, de lo
contrario, les aseguró que pondría tras las
rejas a doce connotados alemanes que
hacían vida en la sociedad mexicana.
La intervención del presidente
mexicano surtió efecto, el 20 de diciembre
de 1938 Otto y sus hijos fueron liberados,
sin embargo, desde ese momento eran
otras personas, a sus propios familiares les
era difícil reconocerlos, sus maltrechos
cuerpos evidenciaban el abuso sufrido en
apenas unas semanas.
Táchira Histórica - 76
La Granja formaba parte de la dote
que la sobrina de Goering, Erika Burchard
había recibido al casarse con Walter Roden,
quien a su vez la heredó de su padre, el cual
la había adquirido durante la crisis del precio
del café de 1891 cuando los productores
cafetaleros andinos, endeudados con
préstamos y por la compra de bienes con las
casas alemanas radicadas en el Zulia,
debieron entregar sus fincas cafetaleras
para saldar la deuda. También eran de la
familia alemana Rode; Las haciendas
Montebello, Altagracia, El Dorado,
Costarrica, La Unión y La Granadina.
La hacienda no fue cómoda para la
familia Bernheimer, quienes estaban
acostumbrados a los lujos y a una cultura
refinada, además no sabían nada sobre el
trabajo agrícola, a los tres años de estar en
Venezuela murió Carlota Guttmann de
Bernheimer, la esposa de Otto.
Sin embargo; los miembros más
jóvenes de la familia parecían adaptarse
más fácilmente, con el pasar de los meses y
gracias a una voluntad férrea la finca fue
dando frutos, construyeron una casa en el
propio pueblo de Rubio y Kurt, el hijo menor
de Otto, contrajo nupcias con una dama
local hija de un cafetalero, la señorita
Mercedes Uzcátegui.
Documento de la Gestapo en el cual privan de la
ciudadanía alemana a Otto y Carlota Bernheimer.
Táchira Histórica - 78
Hacienda La Granja (Foto Armando Info).
A pesar de todo, el viejo Otto no se
resignaba y se negaba a aceptar su nueva
situación. Su ilusión volvió al saber que la
guerra había concluido con una victoria
para los aliados, apenas un par de meses
luego regresó a Múnich a tratar de
recuperar su patrimonio.
Es bien documentado sus esfuerzos
para quelasfuerzas militares estadounidenses,
que tenían el control de Baviera, les
reintegrará su propiedades, en una carta
que un ex empleado a cargo del negocio
(para entonces arianizado) enviara a Otto
tres semanas después de la rendición de
Alemania, le informa que el patrimonio
familiar se encontraba disperso en diez
castillos y monasterios, además de 64
almacenes.
EL RENACIMIENTO DE LOS BERNHEIMER
En el lapso de tres años y ante la
insistencia del señor Otto Bernheimer, los
estadounidenses localizaron e hicieron
entrega de varias propiedades y obras de
arte, a pesar de esto, obras de sumo valor
hasta ahora no han sido halladas.
La villa veraniega en el lago Starnberg
estaba para el momento siendo utilizada
como una escuela, por lo que Otto decidió
de inmediato donarla al Estado para que
siguiera prestando esa función (actualmente lleva
su nombre).
La recuperación económica de Otto
fue notoria, reconstruyó su palacio y para
1948 ya comenzaba operaciones comerciales
enfocándose en las telas y muebles nuevos,
por su iniciativa se funda la feria de
antigüedades y arte alemán en 1956, al
poco tiempo lo eligieron presidente de la
asociación de comerciantes de arte alemán
y en 1959 le conceden la distinción Orden al
Mérito de Baviera, por lo que el viejo Otto
recobró la dignidad que años antes le fue
arrebata por los fanáticos nazis.
LOS BERNHEIMER DE RUBIO
Kurt Bernheimer.
En Rubio, el pueblo más próximo a
La Granja, construyeron una casa de una
sola planta al estilo español, con un típico
comedor alemán, de amplias vitrinas. Kurt,
el hijo menor de Otto, se casó con una
lugareña, Mercedes Uzcátegui, y pareció él
más dispuesto a adaptarse a las condiciones
de los bosques nublados tropicales.
Del matrimonio de Kurt Bernheimer
y Mercedes Uzcátegui, nacieron en Rubio,
María Sol e Iris Elena y en el año 1950
Konrad Otto Bernheimer Uzcátegui.
Poco antes que toda la familia con
sus nuevos integrantes regresase a Múnich
por pedido del ya anciano Otto, Kurt se
quita la vida, tal vez agobiado por los
recuerdos de su reclusión en el campo de
concentración de Dachau.
A pesar del trágico suceso
Mercedes y sus hijos se van como el resto
de los Bernheimer a Múnich. (Años más
tarde Mercedes regresaría a Venezuela,
murió en su ciudad natal en el año 2015).
Táchira Histórica - 79
Referencias:
Scharfenberg, Ewald. (2016). “En Táchira el
antisemitismo consiguió una solución
semifinal”. Reportaje que forma parte del
especial: Las últimas prisioneras de los nazis
en América Latina. Publicado en: web:
Armando info.
Otras fuentes consultadas:
México y los tesoros robados por los nazis,
10 de febrero de 2014 Revista EMEEQUIS
web: munichhistory.blogspot
web: sologenealogia
web: geni
Otto Bernheimer
El viejo Otto, muere el 05 de julio de
1960; su hijo Ludwig Otto en Munich, Upper
Bavaria, Bavaria, Germany en 1970.
Luego de reacomodos familiares a
partir de 1977 su nieto Konrad Otto
Bernheimer Uzcátegui se encarga de la
empresa familiar, actualmente deslumbra
con una brillante carrera en el mundo del
arte en el que fue iniciado por su abuelo,
pero en el que se ha hecho un nombre
propio, en el año 2002 compró en Londres
la galería comercial más antigua del mundo
“Colnaghi” para vincularla con la galería
Bernheimer de Múnich. Acaba de presidir la
feria anual de antigüedades y arte clásico
realizada en Holanda y tiene sus oficinas en
Londres y Múnich.
Este relato, es solo uno de los tantos
que evidencia el drama que millones de
familias judías europeas sufrieron por causa
del nazismo, hasta hoy se ha escrito mucho,
pero no todo, y es que la magnitud y los
efectos de aquel episodio negro de la
historia reciente de la humanidad son tan
abrumadores que muchos sobrevivientes
prefirieron borrar este capítulo nefasto de
sus memorias.
¡Aún quedan historias por descubrir!
*********
Táchira Histórica - 80
Konrad Otto Bernheimer Uzcátegui
CLÁSICOS
CORDERO: Tiempo de la Conquista y Colonia
J. J. Villamizar Molina
El primer contacto que tuvieron las
tierras del actual municipio Andrés Bello y
su capital con la civilización se remonta al
año 1558. El descubridor – desde una perspectiva
española - de estos hermosísimos pasajes
fue el bravo capitán español Juan Rodríguez
Suárez, cuando el mencionado año se dirigía
a las Sierras Nevadas con los fines de fundar
la ciudad de Mérida, como en realidad lo
hizo el 9 de octubre.
El 25 de julio del mencionado año
1558, el bravío capitán descubrió el hermoso
valle donde hoy asienta la ciudad de San
Cristóbal y sus vistosos aledaños. Por ser ese
el día en que la Iglesia Católica celebra la
festividad de Santiago Apóstol, y por una
coincidencia especial, la festividad del Santo
y mártir San Cristóbal, Rodríguez Suárez
bautizó dicho valle con el nombre de Valle
de Santiago. En realidad, el mencionado
valle ya había sido descubierto por el
capitán Alonso Pérez de Tolosa el año 1547,
pero este expedicionario no había visitado
las tierras del actual Municipio Andrés Bello,
pues del valle de las Ahuyamas, que más
tarde sería el de Santiago, había seguido
hacia el noreste, buscando las Lomas del
Viento.
En cambio, Juan Rodríguez Suárez,
después de entrar al valle de Santiago el año
1558, según nos relata sucintamente el
Juan Rodríguez Suárez. Autor: Francisco Lacruz (1980).
Colección del Concejo Municipal de Libertador, Mérida.
Padre Fray Pedro de Aguado, primer
cronista en lengua castellana del actual
Táchira, recorrió completamente el valle y
sus alrededores y pasó por la terraza de
Cordero y regiones circunvecinas.
Táchira Histórica - 81
Textualmente el Padre Aguado se
expresa así:
“Pasó por el valle de Santiago, lo recorrió
un mes con su gente, todo lo que en el
valle se puede andar y vino a un pueblo
que llamó de Arcabuco, y después fue
llamado de Los Corredores, que es el
último para subir al Páramo de San
Bartolomé”.
Obvio está decir que el itinerario
señalado es el que se traza desde el centro
de San Cristóbal hasta el páramo delo
Zumbador y región donde está actualmente
el pueblo de El Cobre y, que, por tanto,
Cordero y sus aldeas del norte, fueron
descubiertas y exploradas por Rodríguez
Suárez en esta expedición.
El segundo en pasar por los aledaños del
actual Cordero fue el capitán Juan
Maldonado, el siguiente año 1559.
Maldonado tenía esta vez la misión de hacer
preso a Juan Rodríguez Suárez por el hecho
de haber fundado la ciudad de Mérida sin
los permisos legales de la Real Audiencia de
Santa Fe. El camino seguido por Juan
Maldonado fue el mismo de Rodríguez
Suárez.
La tercera expedición por las tierras
que hoy forman el municipio Andrés Bello y
su capital Cordero, la realizó el propio Juan
Maldonado después de haber fundado la
ciudad de San Cristóbal el 31 de marzo de
1561.
Efectivamente, después de fundar
la Villa de San Cristóbal, el capitán Juan
Maldonado construyó un fuerte de tapias
para su defensa, fuerte en el que dejó diez
soldados, y resolvió salir con veinticinco
hombres a descubrir.
En esta expedición el Padre Aguado
deja bien claro que el Capitán Maldonado
incursionó por la vía de los nacimientos del
río de Santiago, es decir, que fue pasando
desde San Cristóbal por todas las márgenes,
valles y terrazas del Torbes, hasta su
nacimiento en el Páramo del Zumbador.
El texto de la Recopilación Historial
de Venezuela del citado cronista reza así:
“…y con esta pequeña seguridad, aunque
grande para con estos naturales, determinó el
Capitán Maldonado salir a descubrir, y
Capitán Juan Maldonado (Autor: Pérez Barrientos).
tomando consigo veinticinco hombres y
dejando en el fuerte sólo diez soldados,
caminó la vía de los nacimientos del río de
Santiago, que por aquella parte estaban
casi al norte, y torciéndose sobre la mano
derecha atravesó cierta cordillera que por
este lado tenían, por donde dio en una
región tan fría que sobrepujando con su
rigor de hielo al calor natural de los
hombres derribó y quitó el anhélito a
muchos, así indios como españoles, de los
cuales algunos sin poder ser remediados
ni socorridos se quedaban helados y
pasmados con los ojos abiertos y
riéndose, pero muertos de todo punto.
Otros eran favorecidos y sacados de la
frialdad y altura de este páramo por
amigos y conocidos suyos que tirando de
ellos los llevaban casi arrastrando a partes
hondas y abrigadas, donde haciendo con
presteza lumbre y echándoles mucha
ropa encima para conservarles el calor, los
remediaban”.
Como se desprende del texto, tales
eran los rigores y peligros del actual Páramo
del Zumbador en aquella época.
Táchira Histórica - 82
Primeras noticias sobre los indígenas que
poblaban las tierras del actual municipio
Andrés Bello.
A la luz de diversos textos se puede
mencionar el nombre y otras anotaciones y
hechos relativos a los antiguos aborígenes
del actual Cordero. Entre estos textos son
de indispensable valor, los siguientes:
1.)- Documentos históricos sobre las Tierras
de los Resguardos y Comunidades Indígenas
de Capacho, registrados por obra del
presentante Ángel María Jaime.
2.)- Obras Completas de Tulio Febres Cordero.
3.)- Investigaciones Históricas de Vicente Dávila.
4.)- Elogio de Palmira de AurelioFerrero Tamayo.
De acuerdo a los anteriores historiadores,
las tribus que poblaban los antiguos
terrenos de Cordero y sus aledaños fueron
los Oriquenas, los Cucunabecas, los Silgara,
los Tamuco, los Guachiqui, los Viravira y los
Guarín, entre otros.
Las costumbres de estos indígenas
eran bastante rudimentarias y las podemos
saber gracias al mismo Padre Fray pedro de
Aguado en la lectura de su Capítulo en el
cual se describen algunas bárbaras costumbres
de los indios del Valle de Santiago y de
algunas poblaciones y valles a él comarcanos.
Según este relato eran indios de
buena disposición, bien hechos y
proporcionados
y
bien
agestados.
Preciábanse mucho de su cabellera, pero
no todos la traían tendida, sino recogida y
revuelta a la cabeza, la cual llevaban
cubierta con ciertas hojas anchas que la
tierra cría. Los varones andan desnudos de
carnes, eran gente belicosa y guerrera: sus
armas principales eran arcos y flechas.
Vivían en barriezuelos o lugarejos de ocho a
diez bohíos juntos. Las mujeres traían como
las de Mérida unas salamayetas, vestidos
que les cubren casi todo el cuerpo, que son
de hilo de cabuya y hechos a manera de
sacos angostos y largos.
Entre ellos ni había principales ni
señores que los rijan y gobiernen ni a quien
obedezcan ni reconozcan como superiores,
ni usan hacer ninguna adoración ni veneración a
ninguna criatura por Dios. Usaban mucho la
chicha, y el que bebía más, era el que se
Cerámica que representa una figura antropomorfa. Esta
pieza fue encontrada en la región de La Ahuyamala por el
señor Jesús María Duque mientras realizaba trabajos
agrícolas en una sementera. A continuación, recreación de
los aborígenes de la zona del municipio Andrés Bello según
las Crónicas de Indias elaborados por José Antonio Pulido.
Táchira Histórica -83
tenía por mejor. Las personas que entre
ellos tenían más reputación eran los
hechiceros, llamados Mohanes o Faraútes,
que trataban con el demonio.
En esta forma era como los
conquistadores españoles descubrieron y
trataron a nuestros primeros indígenas.
En cuanto a la vida agrícola que
mantenían aquellos indígenas, se puede
decir que cultivaban varias plantas y árboles
entre los que se pueden citar: Plátano o
Musa Paradisiaca; Yuca o Mombot
esculenta; Tabaco o Nocotiana tabacum;
Palma de Corozo o Aiphanes caryotifolia;
Piña o Ananas Sativa; Guanábana o annona
muricata; Aguacate o Persea spp; Cacao o
Thobroma cacao; Parcha o Passiflora edulis;
Lechoza o Carica papaya; Guayaba o
Psidium guayaba; Nispero o Achras sapota;
Caimito o Chrisophyllum oliviforme; Tomate
o Lycopersicum esculento; Ocumo o
Xanthxosoma saggitifolum; Ñame o
Diiscorea tryphylla; Apio blanco o Oxalis
tuberosa; Batata o Ipomea batatas; Papa o
Salanum tuberosum; Maíz o Zea mays;
Caraotas o Spondeas purpurea; ají o
Capsicum frutescens; Ahuyama o Cucurbita
moschata; Onoto Bixa Orellana.
Abundaban también el culantro de
monte, la cañabrava, el cocuy, el magüey, la
ceiba, el añil y la cañafistola. La ahuyama
era tan abundante en las riberas del antiguo
Torbes, que el primer nombre que tuvo
nuestro río, fue “el río de las ahuyamas”;
después se llamó río del Valle de Santiago.
Juan Maldonado al fundar la ciudad
de San Cristóbal lo bautizó con el nombre de
“Tormes”, en recuerdo del río a cuyas orillas
se había levantado su infancia y juventud en
Barco de Ávila y Salamanca. Con los
tiempos, el nombre de “Tormes” degeneró
en el vocablo “Torbes”, con el cual se
conoce hoy el importante río de Cordero y
San Cristóbal. Según los cronistas de la
conquista y colonia, el río Torbes para la
época era abundantísimo en diversas clases
de peces. Eso nos da fe de la buena
alimentación de que podían disponer los
aborígenes cordereños.
Después de fundada la Villa de San
Cristóbal, todo lo que actualmente forma el
territorio del municipio Andrés Bello fue
jurisdicción de dicha Villa. Eran los lejanos
tiempos del siglo XVI y XVII y, durante ese
lapso de conquista y colonia prevaleció el
sistema de encomiendas. Las tribus
mencionadas, como primeras pobladoras
de la región del actual Cordero, estuvieron
sujetas a dichas encomiendas, y por los
autores mencionados se puede dar razón de
cuáles fueron los encomenderos de dichos
indios, los antiguos antepasados de
Cordero, encomenderos a quienes estaba
confiado el cuidado de los naturales, la
supervisión y enseñanza de sus trabajos, la
enseñanza de la agricultura y el aprendizaje
de la lengua castellana y de la religión
católica.
Entre
tenemos que
civilizadores y,
predios que
siguientes:
Táchira Histórica -84
los encomenderos que
recordar, como primeros
a su vez, fundadores de los
nos ocupan figuran los
Los indios SIRGARA, así como los de
Azua, están encomendados al capitán don
Cristóbal de Araque en 1642. Respecto a
estos mismos indios SIRGARA, hay que
anotar que el monarca español Don Felipe
II, por Real Cédula del 21 de septiembre de
1660 oye la súplica de Juan López del Río y
le manda dar confirmación de la encomienda de
los indios de los pueblos TAMUCO, SIRGARA
y Cania, entérminos dela Villa de San Cristóbal,
por muerte de Doña Magdalena de Igarza.
Los indios ORIQUENAS para el año
1662 están encomendados al capitán Isidro
Jaimes Pastrana, según se desprende de la
Real Cédula expedida a 28 de abril de 1662
y que reza:
“EL REY. Oficiales de mi Real Hacienda de
la ciudad de Santa Fe en el Nuevo
Reino de Granada. Habiéndoseme
suplicado por parte de Isidro
Jaimes Pastrana le mandase dar
confirmación de los repartimientos
de los indios de ORIQUENAS
agregados al pueblo de Guásimos
que en términos de la ciudad de
San Cristóbal en la Provincia de
Mérida y La Grita encomendó Don Juan
Bravo de Acuña, siendo mi Gobernador y
Capitán General de la dicha Provincia, a
Isidro Jaimes, su padre, por cuya muerte
había sucedido en segunda vida en los
dichos repartimientos conforme a la ley
de la sucesión, visto por los de mi Consejo
de las Indias se le mandó dar la dicha
confirmación conque hubiese de entrar
en mi caja real de vuestro cargo lo que
importaron las demoras de la dicha
encomienda de un año que conforme a lo
que tengo ordenado por cédula que
generalmente se despachó para todas las
Indias en diez y siete de marzo del pasado
de mil y seiscientos y cincuenta y siete
había de estar vaca para acudir con sus
tributos a la paga de las casas de aposento
de los de dicho mi Consejo…”
Es de hacer notar que los indios
TAMUCO, para el año 1642, pertenecían al
capitán Juan de Anguita, siendo Alcalde
Ordinario de la Villa de San Cristóbal;
Francisco Fernández de Rojas.
La tribu de los CUCUBANECAS
estuvo encomendada durante la mitad del
siglo XVII a Juan Borrero.
Continuando con la historia
aborigen de Cordero, hay que anotar que
pocas noticias tenemos de la acción de las
misiones en esta tierra. Lo que hasta ahora
hemos podido leer, pero no comprobar a la
luz de una fehaciente bibliografía, es una
noticia escrita en el artículo “Cordero y su
fundador”, aparecida en Diario Católico el
sábado 20 de julio de 1974, por el
apreciable y muy serio caballero Clemente
Méndez Z. A este propósito dice el autor de
su artículo: “Los primeros pobladores
fueron los indios Oriquenas, Cacunabecas y
Silgaraes. Durante la Colonia, una misión
española se estableció aquí. Fijó una Cruz
como testimonio de su fe y trasladó a los
indios a siete kilómetros más arriba de
Cordero, a un sector denominado Salomón.
Desde aquel momento este paraje se
denominó “El Llano de la Cruz”.
Mucho tiempo después este
símbolo de la Fe Cristiana que fue como la
primera piedra angular del naciente pueblo
y la natural mansedumbre de los nativos,
originaron el nombre de “Cordero”.
Bastante cautivadora es la anterior noticia,
Táchira Histórica -85
pero como se deja bien claro, no
conocemos ninguna fuente documental que
corrobore estos datos.
El profesor Horacio Moreno en su
artículo “Cordero, una historia incompleta”,
publicado en Diario Católico el 12 de marzo
de 1980, reza así:
“Desde que Don Lorenzo Salomón se
trasladó con las tribus Oriquenas y
Cacunabecas al sitio que hoy lleva su
nombre siete kilómetros de Cordero, los
valles altos del río Torbes escucharon el
tropel indígena por los caminos que se
abrazan a la montaña. Más allá del
Zumbador, los Kenikeas, Bakakeas,
Bonikeas, etc., pudieron remontar esas
soledades en sus intercambios comerciales o en
sus ritos y creencias”.
Ya el célebre traslado de los
Oriquenas y Cacunabecas habían sido
citado por el gran Don Tulio Febres
Corderoen su Procedencia y lengua de los
Aborígenes de los Andes Venezolanos
cuando dice: “Los Oriquenas y Cacunabecas
o Cucunubecas, encomendados estos a Don
Lorenzo Salomón, quien los trasladó a otro
paraje y ha dejado su apellido como nombre
de un sitio en el suelo tachirense entre El
Fical y Cordero”. (Tulio Febres Cordero.
Obras Completas. Tomo I. Edición Conmemorativa,
1960. Pág. 15).
De lo anteriormente expuesto se
desprende, que, durante la vida aborigen,
en los tiempos seguidos del largo periodo
colonial el sector de Salomón tuvo una gran
importancia en cuanto a población y en
cuento a estrategia topográfica, por ser
paso obligado hacia los páramos del
Zumbador, las minas de San Bartolomé y la
ciudad del Espíritu Santo de La Grita. Es muy
probable que dicha importancia de Salomón
haya sido mayor para esos tiempos que la
importancia del Llano de Cordero, es decir,
de la tierra donde hoy está situada la capital
del municipio Andrés Bello.
Lorenzo Salomón se nos presenta
como uno de los más importantes personajes
del siglo XVII. Fue encomendero y señor de
gran prestigio. De tanto prestigio que su
nombre fue perdurado en los parajes donde
tuvo sus propiedades. Sin embargo, hasta
los momentos actuales Lorenzo Salomón es
Encomiendas – La Grita / http://pares.mcu.es/
un personaje casi desconocido. No hay más
referencias de él en los papeles que hasta
ahora han podido ser consultados, y el
apellido no figura en el Diccionario
Nobiliario de Don Julio De Atienza, tan
completo en los linajes y apellidos de
España. De todas maneras, su presencia, sus
dotes de encomendero y sus condiciones de
gran señorío, son incuestionables.
Finalmente, la presencia y obra de
Lorenzo Salomón en las actuales tierras del
municipio Andrés Bello tuvo que ser
anterior al año 1633, según se desprende de
la cita que para ese año hace Don Tulio
Febres Cordero en sus Concesiones de
Tierras en la antigua Gobernación de
Mérida. Textualmente dice Febres Cordero:
“16: Al Capitán Isidro Jaimes vecino de San
Cristóbal, persona benemérita, cuatro
estancias de ganado mayor en el valle de
Lobatera, en lo que hubiere vacos de los
resguardos viejos de los indios Oriquenas y
Cucunabecas de Lorenzo Salomón,
naturales que fueron sacados de allí a varios
lugares, distantes más de tres leguas,
lindando también con estancias de Felipe de
Agüero”.
Táchira Histórica -86
Atanasio Cárdenas,
un andino del siglo XIX
que esculpía el cedro
de la montaña azul
Por: José Antonio Pulido-Zambrano
La Conquista del Arte español
La tradición del Arte Español llegó a
la región andina paralelo al evento de
Conquista y Colonia.
Una vez instaurada las Encomiendas de
las comunidades indígenas, se fueron
fundando en torno a ellas los principales
pueblos y villas de la comarca, estableciendo
condiciones similares a la sociedad española
en la estructuración de los nuevos lugares
de residencia en torno a una plaza y una
iglesia católica.
Los primeros en venir en el sentido
religioso fue la hermandad de los padres
franciscanos a fundar misiones a todo lo
ancho del territorio conquistado, caso que
ocurriría en la ciudad de La Grita.
Con los misioneros franciscanos
vinieron artesanos, pintores, herreros y
ebanistas de diversas localidades españolas
conformando la mano de obra artesanal
para el levantamiento de templos cristianos
y casas de prominentes colonos.
La pintura y cerámica española
empezó a contrastar con el arte rupestre del
aborigen, la cual fue adoptada por
integrantes de los pueblos originarios en
algunas partes, mientras en otras partes
continuaron manteniendo las chicaras y
chorotes con sus símbolos particulares.
En este contexto se fue desarrollando la
elaboración de una imaginería religiosa
barroca americana, una nueva visión de ver
el Arte en estos nuevos entornos; cuyo
primer vestigio en la entidad fue la imagen
del Santo Cristo de la ciudad del Espíritu
Santo de La Grita.
Más adelante, los maestros artesanos y
pintores venidos de España empezaron a
recurrir a la copia de abundantes estampas
y cuadros traídos por clérigos y devotos
pobladores que, durante el siglo XVII,
nutrieron la decoración de casas coloniales
y que sirvieron en la complementación del
proceso de evangelización en América. El
mejor ejemplo era el uso del cuadro de la
Virgen de las Ánimas del Purgatorio para
mostrar que quien no seguía los preceptos
cristianos tenía un fin angustioso; las llamas
del infierno o “el fuego eterno”.
En Venezuela se dice hubo tres
amplias zonas de desarrollo pictórico en el
siglo XVII; el primero en la región central
que abarcó Caracas y llegó hasta los llanos
de Calabozo. La segunda referida a El
Tocuyo que se extendía hasta Barquisimeto
y colindaba con Trujillo y, por último, la
sección andina con su principal centro
cultural en Mérida.
Como antecedente en la zona
tachirense de este primer movimiento por
la introducción de lo simbólico religioso en
el Arte cabe el taller artesanal y artístico que
fundara el monje Francisco de Orellana en
1580 en la ciudad del Espíritu Santo de la
Táchira Histórica -87
Grita, por mandato de su fundador
Francisco Cáceres. El aislamiento de esta
región dio una particularidad para sus tallas
y cuadros pictóricos muy distintos a los
desarrollados en otras localidades y que sin
duda tuvo que ver con la vinculación
histórica de la región andina con el Reino de
la Nueva Granada.
A pesar de aquellos obstáculos
derivados de la geografía física y cultural, en
el periodo colonial en los andes venezolanos,
los monjes franciscanos tuvieron en sus
monasterios algunos lienzos originales y
copias de maestros de la escuela española,
incluyendo un cuadro de Bartolomé Esteban
Murillo referido al abrazo de Jesús
Crucificado a San Francisco de Asís.
Emilio Constantino Guerrero refiere
en su libro El Táchira, Físico, Político e
Ilustrado, a una notable familia de la ciudad
de La Grita de principios del siglo XIX, “una
familia que parece había sido dotada con el
privilegio de las artes pictóricas”. Del seno
de esta familia salieron varios artistas entre
pintores y escultores cuyas obras se
exhibían tanto en Los Andes como en el
sureste de Colombia. Don Francisco
Escalante dejaría muchas esculturas “más o
menos meritorias y algunos lienzos y
retablos de significación”. Hijo suyo fue
Miguel Esteban de Jesús Escalante Guerra,
nacido en 1839 “y cuya escuela fue
principalmente el poder de su talento”.
Estos Escalante serán familia de Enriqueta
Escalante, de la cual ya hablaremos en esta
historia.
Miguel Escalante “era de aquellos
hombres singulares que vienen a la vida con
una aptitud especial para sobresalir en
todas las fases de la actividad humana: La
pintura, la escultura, la arquitectura, la
música”.
En el contexto de la Guerra Federal
deja La Grita para radicarse en el pueblo de
Michelena. Sus obras fueron vistas y
valoradas por un contemporáneo suyo:
Atanasio Cárdenas.
En 1864 Miguel Escalante deja
Michelena y se traslada a Bogotá, donde
“un acaudalado de la ciudad lo llamó a su
casa para que le pintara las galerías de su
claustro principal”. Al parecer el trabajo se
Jesús con Francisco de Asís, Bartolomé Esteban Murillo.
Colección BBVA.
alargó, “habiendo observado el pintor los
amores clandestinos de la esposa”, concibió
el pintor gritense la ocurrencia de revelar
aquella traición en uno de los cuadros
decorativos, el dueño al ver aquello “se
lanzó sobre él y le atravesó el pecho con el
puñal”. Este episodio se convirtió en
leyenda en la ciudad del Espíritu Santo.
A finales del siglo XIX otros pintores
y escultores resaltaban en la región, entre
ellos: Atanasio Cárdenas, Pedro Castrellón,
Salvador Moreno y Félix Acevedo, éstos
últimos habían realizado algunas obras para
la catedral de Cúcuta y otras instituciones
de la región, dejando constancia de una
obra significativa que sirven de referencia
para el estudio y la comprensión del arte
tachirense a finales del siglo XIX.
Táchira Histórica -88
Don Atanasio Cárdenas Zambrano
(✰1844 – ✞1903). Escultor, pintor, artesano y ebanista.
Habitualmente se reconoce a Atanasio
Cárdenas Zambrano como la gran figura del
Arte andino de la montaña alta en la
segunda mitad del siglo XIX, un hombre
cuya excepcional personalidad artística
dominó el panorama creativo de la zona y
cuya figura remonta a lo mítico por las
circunstancias y los lugares donde desarrolló
su Arte.
Nació un 2 de mayo de 1844 en una
pequeña finca cerca del páramo de El Rosal
en el sitio de Río Bobo perteneciente al
cantón La Grita, en una casita campesina de
aleros muy cerca del camino de arrieros de
mulas que circulaban hacia Río Bobo y
Queniquea. Dichas tierras eran propiedad
de sus padres. Vino al mundo en un hogar
caracterizado por las virtudes cristianas.
Sus padres fueron: Ambrosio Cárdenas
Zambrano y María delaEncarnación Zambrano,
habían casado en La Grita el 30 de octubre
de 1843 y esa unión había sido consagrada
por el presbítero José María Ramón.
El mismo día de su nacimiento,
como era costumbre fue llevado a la iglesia
de la ciudad de La Grita a través del viejo
camino real del páramo para ser bautizado
por el presbítero José María Ramón, siendo
sus padrinos Antonio María y Luisa Pernía,
vecinos de la quebrada de San José.
Ocho meses después de nacido, los
padres de Atanasio bajan del páramo a
escuchar la misa del 24 de diciembre, es una
festividad única y la alegría es mayor por la
visita oficial que hace el Obispo de Mérida,
Monseñor Juan Hilario Bosset, quien realizará las
confirmaciones al día siguiente.
Los siguientes hijos del matrimonio
Cárdenas Zambrano nacen como Atanasio
en la lejanía del campo que los hacían
distantes del centro urbano de La Grita,
Táchira Histórica -89
ellos serían: Catalina (✰13-02-1846), María
del Carmen (Carmela) (✰7-11-1847), Simón
de Jesús (✰29-09-1848), Nicanor (✰15-011851), José Natividad (✰ ✞16-05-1853),
María de los Reyes (✰✞23-10-1860), María
Concepción (✰1861 ✞06-01-1933), Manuel
María Cárdenas Sambrano (✰1862 ✞19-011922), José de Jesús (✰22-07-1863), María
Filomena (✰ 16-01-1865✞ 25-05-1896),
María Concepción, Victoria (✞15-04-1876),
Cornelio y Anselmo Cárdenas Zambrano.
Cuando Atanasio tenía año y medio
sucede la visita a la ciudad de La Grita del
Gobernador de la Provincia de Mérida, Don
Juan de Dios Picón para inspeccionar la
Alcaldía y la escuela. Por este tiempo ya
predominaba en el Cantón de La Grita y sus
alrededores los primeros brotes de simpatía
por el Partido Liberal, siendo sus líderes más
destacados de la zona el presbítero Ignacio
Ramón Duque y Don Juan Entrena.
Los años monagueros al parecer no
fuerondegran esplendor parafamilias humildes
como la de don Ambrosio Cárdenas y María
Encarnación Zambrano. Los centavos
monagueros se hacían agua en las manos de
los campesinos. Cada día corren más
rumores de guerra.
Al parecer a principios de 1850, los
padres de Atanasio con su prole “se
trasladan al sitio de Las Mesas”, ubicado en
predios del valle de Río Bobo “donde viven
una vida signada por el estigma de la
pobreza”. La madre de Atanasio era devota
y de buena memoria, le recitaba cantos y
oraciones aprendidas de sus ancestros.
Como toda mujer andina tenía una especie
de altar de Santos en la sala del hogar. Allí
tendría Atanasio su primer acercamiento
con el Arte Sacro. No era extraño verle con
tizón en mano dibujando en piedras calizas
de la zona.
Un hecho trascendental ocurre y
mueve el espíritu patriota de la gente de La
Grita y sus comarcas circunvecinas, ya que
el Cantón La Grita formara parte de la nueva
Provincia del Táchira en el año 1856. En
estas circunstancias llega como Cura
Párroco de La Grita el presbítero Santiago
Sánchez.
A pesar de las adversidades, la
familia hace un esfuerzo sobrehumano para
que el hijo mayor vaya a la Escuela de
Primeras Letras. Es factible que viera clases
con el viejo maestro José Hermenegildo
Parra o asistiese a la escuela del doctor
Francisco Antonio Guerrero. Referente a
este último expresa Emilio Constantino
Guerrero: “Compartía también estas
labores con la enseñanza de la juventud.
Fundó una escuela superior, a cuyos bancos
acudían oleadas de niños, que iban a recibir
las lecciones del maestro” (Gente del
Táchira, Tomo I. BATT, 1974).
Las vicisitudes en la región y los
constantes tambores de guerra hacen que
sus estudios no sean de manera constante.
No tiene una formación regular, pero es un
joven aventajado, más practico con las
manos que como otros de sus compañeros
con la Gramática y la Oratoria.
Los conflictos del año
1859 hacen de la zona de
montaña alta un
lugar convulsionado
en ese triángulo
adverso
entre
Tovar, Pregonero y
los predios de La
Grita, la familia
se resguarda en
el sitio de la
primera sabana del
páramo de El Rosal.
Éste era un lugar alejado
de las milicias y de los
vaivenes políticos que se vivía
entre los seguidores de don Jesús Contreras
y los que no estaban con el gobierno
paecista.
Al sitio que llega Atanasio era una
especie de planada con una casa de tejas,
un viejo trapiche y un conuco. En ese lugar
debió experimentar sus primitivos bocetos
artísticos usando la buena madera que ofrecía
la montaña azul.
Allí empezaría a tallar sus primeros
santos, se dice que un San Antonio y una
Virgen María.
Su hogar fue su verdadera escuela,
por ello sus futuras piezas muestren a un
Santoral Cristiano con rostro campesino.
Táchira Histórica -90
Su padre Ambrosio nunca debió
recriminar a aquel niño que abandonaba el
cuchillo de cortar la maleza por el cuchillo
para tallar rostros con la madera sobrante
en el aserradero del caserío. Y no es de
extrañar pues en su familia tenía ya un
antecedente. Nos referimos a su abuelo
Bernardo José Cárdenas Noguera, quien
aparte de haber sido un capitán de los
comuneros de La Grita en el año 1779,
ejercía de artesano. Después del movimiento de
los comuneros ese abuelo “había vivido de
esta profesión”.
En 1860 inicia trabajos bajo la tutela
del maestro Esteban Rangel (Tovareño),
quien se encontraba bajo “la dirección de
este templo” (Folleto: Consagración de la
iglesia Nuestra Señora de Los Ángeles.
Monseñor José Teodosio Sandoval. 1969.
San Cristóbal. Pág. 8).
En 1862, procedente del Zulia llega
a La Grita Rafael Pino Enrique, maestro del
arte de la escultura y la ebanistería, ese año
este distinguido caballero contraería matrimonio
con la distinguida señorita María Olaya
Pérez, de cuya unión un año después
nacería el niño Carlos Luis el 3 de noviembre
de 1863. En este año ocurriría un hecho
fundamental al que acudiría el joven
Atanasio Cárdenas, la promulgación de la
federación en el Táchira desde La Grita por
don Jesús Contreras.
En 1864, Atanasio ya está radicado
en la ciudad de La Grita convirtiéndose en
“discípulo del reputado maestro Rafael
Pino”. Sus padres continuaran con sus
hermanos en la casa del páramo. Empieza la
talla de un Santo Cristo en los talleres del
maestro Rafael Pino. En estos menesteres
conoce a otros maestros del gremio de
artesanos de Los Andes, entre ellos al
merideño Luis Barrios que visitaban la casa
del maestro Rafael Pino, quien había vuelto
a contraer nupcias con la señorita Teresa
Farías, y ese año había dado a luz un varón:
Ramón Pino Farías, quien a futuro sería un
renombrado maestro de obras y realizaría el
boceto del primer Escudo del estado
Táchira.
Táchira Histórica -91
En 1868, una tragedia llega a su
vida, muere su padre en la casa del páramo
y sus restos son llevados al cementerio de
La Grita. Este golpe es devastador para la
familia, regresa Atanasio a la casa del páramo a
cuidar a su madre. Empieza trabajos
eventuales de mampostería en casas de La
Grita que lo buscan por su buen trabajo.
En 1874 se casa con la joven de 16
años; Enriqueta de los Ángeles Escalante,
hija de don Miguel Escalante y Gerónima
Guerrero. Era Enriqueta familiar de aquel
escultor Miguel Esteban Escalante Guerra.
El acto del matrimonio civil se da a las
cuatro de la tarde del 2 de febrero de 1874
a cargo del Jefe Civil de La Grita; Pantaleón
Contreras, siendo secretario Tito Lino
Méndez, en el documento leemos:
“Compareció Atanasio Cárdenas de
veintiocho años de edad, escultor, soltero,
de esta vecindad”. Luego continua que “con
el fin de celebrar el matrimonio que tienen
convenido y siendo suficientes los documentos
producidos para proceder al acto, el
secretario dio lectura a la Sección 13° de la
Sección de Matrimonio Civil que establece
los derechos y los deberes de los cónyuges.
Acto continuo interrogué a Atanasio
Cárdenas. - ¿Queréis y recibes por esposa a
Enriqueta de los Ángeles Escalante?
Contestó con alta, clara e inteligible voz: Sí
la quiero y la recibo”.
El matrimonio eclesiástico lo
celebró el padre Santiago Sánchez, siendo
padrinos de la boda Francisco María
Valbuena y Josefa Guerrero. A finales de
1874 nace su hija María.
El año de 1875 es trágico para los
pueblos andinos con el famoso terremoto
del martes 18 de mayo. En este día las Villas
del Rosario y de San José de Cúcuta, el
departamento del Norte de Santander,
Colombia y de San Antonio del Táchira y
Capacho, fueron destruidas totalmente por
un catastrófico terremoto que asoló esta
área fronteriza de los dos países.
Tres o cuatro sacudidas precedieron
al terremoto durante los días anteriores, y
tal fue la magnitud de estos que según los
testigos de la época las sacudidas llegaron a
agrietar los muros y arrojar al suelo objetos
de las mesas, la noche anterior al terremoto; el
paso de un bólido o bola de fuego que
recorrió de Norte a Sur una vasta extensión
del cielo tachirense que presagio para los
pobladores que algo malo se les avecinaba,
estas fueron suficientes alarmas para los
habitantes de la zona, que algunos tomaron
previsiones, ya que temían una gran
desgracia.
Un testigo del hecho refiere: “La
primera sacudida, anotando que era
domingo por la tarde, 16 de mayo de 1875,
(dos
días
antes
del
terremoto):
Caminábamos a lo largo de un amplio
corredor, cuando de repente oídimos un
ruido como el de carros o de gente que
corre huyendo de un toro salvaje.
Caminamos en medio de vibraciones que en
vez de inspirarnos terror nos dieron un
sentimiento agradable".
La segunda sacudida; sorprendió a
los habitantes el lunes 17 de mayo, a las 5
a.m.: pero menos intensa que la primera,
haciendo correr nuevamente a la gente a los
patios y jardines.
El gran terremoto, ocurrió el día
martes 18 de mayo de 1875 a las 11:15 a.m.
de la mañana ya que esa fue la hora que
quedo marcada en el reloj de la iglesia de
Cúcuta. Las crónicas mencionan destrozos y
derrumbes en San Antonio del Táchira,
Capacho, San Cristóbal, La Mulata, Rubio,
Michelena, Colón y La Grita, donde cayeron
las casas y más allá de Mérida, además el
terremoto del Táchira derrumbó numerosas
casas y molinos de haciendas y de fincas que
quedaron totalmente destruidas.
La población de Capacho colapsó
totalmente que sus pobladores prefirieron
antes que reconstruir en el mismo sitio
mudarse hacia un plano inclinado cercano
llamado "Blanquizal" y fundar otro pueblo;
de allí nació la población de San Pedro o
Capacho Nuevo llamado posteriormente
"Independencia". Este evento marcó la
etapa de producción de Atanasio Cárdenas
como ayudante de constructor de obras, se
cree que por este tiempo hizo una imagen
de San Juan para la población de Colón
enviada a hacer por el presbítero
Melquiades Rosales.
El 22 de agosto de 1876 nace su hijo
Prospero Antonio y lo bautiza en la Iglesia
Táchira Histórica -92
Nuestra Señora de Los Ángeles de La Grita,
siendo los padrinos Francisco Valbuena y
Josefa Guerrero, tal evento lo realiza el
presbítero José Jesús Villalobos.
El 10 de agosto de 1878 nace su hija
María Lugardis, en el Acta de Nacimiento
Atanasio se presenta como “Artista”, y por
el documento se sabe que vive con su
familia en esta época en el municipio
Libertador de Mérida.
Dos años después lo encontramos
de nuevo en La Grita, donde ve nacer otra
hija; María Crescencia, hecho ocurrido el 3
de julio de 1880 según registro del padre
José de Jesús Villalobos; le sigue José Ercilio,
el 19 de febrero de 1882, bautizado por el
padre Juan Bautista Arias, sirviendo de
padrinos su hermano Nicanor Cárdenas y su
madre María Encarnación Zambrano,
quienes para esos años se encontraban
radicados en tierras entre el antiguo Río
Bobo y Queniquea.
En su taller de La Grita hacía tallas
en miniatura de santos y con la creación del
Gran Estado Los Andes empezó a moldear
en madera la imagen del Ilustre Americano,
el general Antonio Guzmán Blanco. Esa
imagen tenía como misión el de participar
en la Exposición Nacional que preparaba el
Gobierno con ocasión del Centenario del
Natalicio del Libertador Simón Bolívar, las
bases del concurso se las había enviado a La
Grita don Manuel Antonio Pulido.
Este hecho logra darse pues más
adelante en el Archivo Histórico del Estado
Táchira se menciona que “entre los objetos
que mando a la Exposición, va una estatua
en madera, símil de Guzmán Blanco, que no
tiene otro mérito que ser trabajada con
malos instrumentos por Atanasio Cárdenas,
hijo del pueblo de La Grita, que no ha tenido
maestro, ni ha salido jamás de su pueblo. El
Jurado verá si la acepta o no” (Carta del
general José Antonio Baldo al general
Antonio Guzmán Blanco, San Cristóbal,
mayo 6 de 1883).
En ese mismo tiempo se traslada a
casa de su hermano Nicanor Cárdenas en el
sitio de Río Bobo con su esposa Enriqueta,
en esos predios nace su hija María Obdulia
del Carmen el 23 de julio de 1883, dos días
después la niña es bautizada en Queniquea
por el padre Fernando María Contreras y
como padrino su hermano Nicanor
Cárdenas. En el sitio de Río Bobo también se
encuentra su madre María Encarnación y su
hermano José de Jesús. Allí se entera que
los vecinos de Río Bobo encaminados por
don Ramón de Jesús Pulido Ramírez acaban
de fundar en el lugar de Río Bobo un nuevo
poblado al cual han bautizado con el
nombre de San José de Bolívar. En pláticas
con el padre Fernando María Contreras
inicia un nuevo proyecto y talla un Santo
Cristo para la iglesia de Queniquea.
Tres años después, en 1886, su
madre Encarnación Zambrano compra unas
tierras en el sitio de La Vega, el documento
en el Registro señala:
“José Eufrasio Pulido vende tierra
en el Portachuelo a María Encarnación
Zambrano en los siguientes linderos: Por
frente las aguas de los ríos Queniquea y
río Bobo; por fondo el camino real para
San Antonio que divide los terrenos de los
señores Moncada; por el costado derecho
las aguas del río Bobo hasta una piedra
llamada de la Cacahuecas y de allí para lo
alto con terreno de los Sánchez; y por el
costado izquierdo deslinda unos mojones
y terreno de los señores Moncada”
(Protocolo N° 1. Primer Trimestre. Distrito
Guzmán, 1886. Serie Numérica 23).
Táchira Histórica -93
Al año siguiente de la compra de
estas tierras, su hermano José de Jesús
empieza a sembrar en ella caña panelera y
reactiva un viejo trapiche de la zona. La
tradición menciona que:
“En el lugar llamado Los amarillos,
caserío de la Mesa de San Antonio de Río
Bobo, aldea cercana a nuestro pueblo fue
cortado un cedro del cual se tomó una
parte para tallar una imagen por el
renombrado ebanista y escultor Atanasio
Cárdenas Zambrano” … “Cortado el cedro
fue transportado por él, y unos amigos a
La Vega (hoy sitio llamado La Cañabrava)
propiedad de don José de Jesús Cárdenas,
allí fue transformado en la milagrosa
imagen del patriarca San José. La fecha en
que fue elaborada data de 1887”.
No es extraño que los vecinos del
sitio de Río Bobo que desde el 15 de febrero
de 1883 habían bautizado como San José de
Bolívar, buscasen en Atanasio Cárdenas la
ayuda para elaborar el Santo Patrono para
la iglesia que había bendecido en 1884
monseñor Jesús Manuel Jáuregui.
Es este año de 1887 que desde un
punto de vista legal es aprobado el nombre
del poblado como San José de Bolívar.
Expresa el profesor Horacio Moreno
que es hasta el “22 de diciembre de 1887
que la Legislatura del Estado reconoció el
campo de Río Bobo, como aldea, legalmente
constituida y con el nombre de San José de
Bolívar” (Monografía de San José de Bolívar
– 1982: 95).
El rostro sereno de San José, un
rostro donde colocó los rasgos de un
hombre campesino de la zona, quizá la
imagen del padre bueno y ausente del
artista.
La madre de Atanasio debió morir
entre 1892 a 1893, con la triangulación de
datos de documentos revisados, pues ya
para 1894 en el matrimonio de uno de sus
hijos, sucedido el 16 de mayo de 1894, entre
José de Jesús Cárdenas con María Isabel
García Parra, oriunda de La Grita. hija de
Rafael García y Espíritu Santo Parra, hace
inferir que doña María Encarnación es
difunta. Los padrinos de este evento serán
Manuel y Filomena Cárdenas.
Imagen de San José, en iglesia de San José de Bolívar
Táchira Histórica -95
(Foto: Rómulo Enrique Romero)
Imagen de San Antonio, en Pregonero.
Foto: Ali Mora.
En los años posteriores realiza una
talla de un San Antonio para el pueblo de
Pregonero. La voz autorizada de doña Isabel
Torres de Suárez en su Monografía del
Distrito Uribante (1945: 15) indica que
“existe en la iglesia parroquial de Pregonero
la imagen de San Antonio que se venera
como la del Patrono del lugar, fue hecha de
una sola pieza de madera, por Atanasio
Cárdenas y ha merecido muchos elogios por
ser una obra artística. El tronco donde se
cortó el árbol existe en la aldea San José”.
El 15 de enero de 1898 muere su
hijo Próspero Antonio, este hecho golpea
moralmente al artista, su cuerpo fue llevado
en triste procesión a la Iglesia Nuestra
Señora de Los Ángeles y ese día Monseñor
Jáuregui da unas sentidas palabras en su
homilía. Nuevos eventos están por pasar en
el país, los andinos han decidido tomar el
poder en Caracas bajo la conducción de un
hijo de Capacho, el general Cipriano Castro.
Atanasio sigue en sus trabajos de albañil y
maestro de obras, nace por este período su
hija Rita.
El 28 de abril de 1902, quizá hace la
última visita a la tierra que lo vio nacer, al
asistir a la boda de su hija María Crescencia
con José Teodoro Méndez, hijo de Vicente
Méndez y Ramona Contreras, el cual se dio
en la población de Queniquea.
Se maneja una hipótesis sobre su
deceso y futura desaparición. En esta
conjetura se menciona que viajó a Barinas a
realizar trabajos de mampostería en una
iglesia y murió de fiebre palúdica. Hasta
ahora está versión no se ha comprobado y
no hemos hallado otro documento de su
accionar a partir de 1903. En 1905 Emilio
Constantino Guerrero señala en su libro El
Táchira Físico Político e Ilustrado que “hace
pocos años murió uno de los mejores
escultores que ha tenido el Táchira:
Atanasio Cárdenas” (1905: pág. 303).
Su muerte debió ocurrir entre 1902
a 1903. Durante los cerca de sesenta años
que duró su vida cultivó Atanasio Cárdenas
por igual la pintura y la escultura con
resultados extraordinarios en cada una de
estas facetas artísticas; en este sentido
superó a su gran maestro: Rafael Pino
Enrique, centrado casi exclusivamente en la
escultura.
Muchos años después, el 15 de
junio de 1918 en Tovar se casaría su hija Rita
Cárdenas Escalante con Tobías Contreras en
la población de Tovar. Este matrimonio dura
hasta el 17 de enero de 1930, cuando Rita
muere en esa misma población. Su esposa
Enriqueta Escalante mantiene la memoria
viva de Atanasio Cárdenas y le sobrevive por
tres décadas más, muere el 13 de mayo de
1934 en la ciudad donde conoció al amor de
su vida: La Grita.
Táchira Histórica -95
Miguel Ángel Mudarra.
El Estado Táchira.
San Cristóbal, Imprenta del Estado.
1979.
Este folleto es una Guía
Didáctica como la llama su autor
para introducirse a conocer algunos
aspectos relevantes de la entidad
tachirense. En el mismo se presenta
una sucinta descripción geográfica
e histórica de los eventos más
relevantes ocurridos en el estado
Táchira. En base a temas geohistóricos
envía un mensaje abierto a las
nuevas generaciones para que se
apropien de su pasado y en esa
misma línea argumental invita al
magisterio tachirense a tomar
atención y simpatía para cumplir en
los niños y adolescentes esa triple
función de la pedagogía: Educativa,
social y patriótica. En el material
expuesto se analiza la evolución de
los distintos períodos de la
República
con
las
diversas
aportaciones hechas al progreso de
la entidad tachirense y con ello
“contribuir al afianzamiento de la
hidalguía tachirense en el medio
escolar, una de las principales
tradiciones espirituales del Estado”.
Lucas Guillermo Castillo Lara.
Rafael María Rosales.
La Grita Cuatricentenaria, Hacia
el corazón del sueño. Caracas.
Italgrafica Editores. 1976.
Siempre la Tachiraneidad.
San Cristóbal.
Fondo Editorial Diculta.
1997.
Este texto fue un adelanto
de lo que sería la obra cumbre de
Castillo Lara; La Grita, una ciudad
que grita su silencio. Por sus líneas
esta Francisco de Cáceres, los
padres franciscanos, la imagen del
Cristo. De manera breve expone los
temas esenciales del quehacer histórico de
esta localidad tachirense, imbuyendo el
tema de la identidad andina como
fortaleza de la sociedad actual. Es
una teoría de la querencia del
escritor hacia el lar nativo, es un
discurso que apuesta por la Historia
Regional donde se busca sacar a
las aldeas y los pueblos del silencio
en que han estado. “Todo lo que
somos – anuncia el autor –y lo que
anhelamos ser, se confunde en esta
mirada de añoranza, que a pesar de
su lejanía se nos vuelve cercana
cada vez que viajamos en el
recuerdo al terruño natal, y esta
noche se nos hace presente al
rememorar en La Grita o en
cualquiera de nuestros nativos
pueblos, un escondido pedacito de
nosotros mismos”.
Táchira Histórica -96
Este libro de don Rafael
María Rosales reúne una serie de
reflexiones a lo que él denominó la
Tachiranidad desde aspectos de la
vida histórica, social, política, heroica,
racionalista y cultural. Poniéndose
énfasis en la negación de haber
permanecido aislado y olvidado por
los nacionales por mucho tiempo,
de allí de alzar la voz para mostrar
las bases y raíces por lo que la
entidad tachirense es tan diferente
lo cual ayudó a desarrollar lo recio
de su personalidad y, asimismo, dar
firmeza a la dinámica de su proceso
histórico-político, socio económico y
socio cultural en la época de su
aislamiento. Diserta el autor sobre
las características que conforman la
memoria histórica de la entidad
resaltando a hechos y personajes
que fueron solidificando y dando
base a ese patrimonio inmaterial de
hombres y mujeres que como el
barro con el cual se hace jarrones
en Capacho se formó el Ser
Tachirense.
La Foto en la Historia
Procesión del patrono San Sebastián en la ciudad de San Cristóbal.
Año 1900. Foto: Circa.
Fuente: Biblioteca de la Academia de Historia del Táchira.
Táchira Histórica -97
La Foto en la Historia
Imagen de San Antonio de Padua en las Fiestas Patronales de pregonero.
13 de julio de 1971.
Fuente: Fototeca José Ali Mora.
Táchira Histórica -98
La Foto en la Historia
La cantante española Rocío Durcal saluda a un fans tachirense.
Ferias y Fiestas en honor al patrono San Sebastián.
Ciudad de San Cristóbal - Año: 1980.
Fuente: Archivo de la Alcaldía del Municipio San Cristóbal.
Táchira Histórica -99
La Foto en la Historia
Estudiantes y personal docente del Liceo Simón Bolívar
Ciudad de San Cristóbal - Año: 1916.
Fuente: Archivo Histórico del Liceo Simón Bolívar (Museo Pedagógico).
Táchira Histórica -100
DOCUMENTOS QUE MUESTRAN NUESTRA HISTORIA
Compra-Venta de las Minas de Cobre de Seboruco
Lugar: Registro Principal de la ciudad de San Cristóbal
Documento: Protocolo N° 2. Segundo Trimestre del año 1883. Oficina del Registro Público del Distrito Vargas
de la ciudad de La Grita.
Expediente N° 195.
Compra-Venta de las Minas de Cobre en el sitio de Seboruco. Alfredo Alderson vende al General Pedro Felipe
Inchauspe y Alejandro Boué.
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NORMAS PARA PUBLICAR EN LA REVISTA TÀCHIRA HISTÒRICA
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Histórica deben versar sobre temas
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3.3. Pertenencia institucional. País de
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3.4. Subtítulos sin numeración.
4. Elaboración de las referencias
bibliográficas según normas APA
La Revista Táchira Histórica
empleara las normas APA para las
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tiene más de 40 palabras se coloca en
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la cita oraciones enteras de la fuente
original, se indicará la supresión con
cuatro
puntos
suspensivos
sin
paréntesis. No se usan los puntos
suspensivos al principio ni al final de una
cita, aún en caso de que se haya omitido
Táchira Histórica - 110
material. Ejemplos de cómo citar dentro
del texto:
– Según Moreno “desde mediados del
siglo XVIII el problema de la
delincuencia en la frontera aparece con
más asiduidad en las reuniones del
cabildo” (1984, p. 117).
– En 1984, Horacio Moreno explicó que
“desde mediados del siglo XVIII el
problema de la delincuencia en la
frontera aparece con más asiduidad en
las reuniones del cabildo” (p. 117).
– Desde mediados del siglo XVIII “el
problema de la delincuencia en la
frontera aparece con más asiduidad en
las reuniones del cabildo” (Moreno,
1984, p. 117).
Los autores deben respetar este
tipo de citas bibliográficas completas de
manera que en el texto no haya notas al
pie con citas bibliográficas completas,
solo se mencionan autores y año; por
ejemplo: Sobre este tema, véase
Rosales (1974; 1988); Ferrero Tamayo
(1977). Si corresponde, se menciona la
página de este modo: Méndez Moreno
(2001, pp. 231-235).
5. Fuentes
5.1. Para las fuentes inéditas se utilizará
el sistema de cita especificado en
Referencias bibliográficas.
5.2. Señalar el archivo de origen de la
fuente y su ubicación.
5.3. Indicar las referencias de
localización del documento dentro del
repositorio que lo resguarda.
5.4. En caso de tratarse de una
transcripción de un documento inédito
deberá anteceder a la transcripción una
justificación de la elección, el método y
criterios empleado para la transcripción
y todas las aclaraciones necesarias
respecto a las condiciones materiales
que componen el documento original
(estado del documento, soporte sobre el
que está escrito, elementos de escritura
y cualquier observación pertinente a la
materialidad del original.
5.5. De ser necesario, se solicitará al
autor que envíe la autorización del
repositorio de origen del documento
inédito.
5.6. Los nombres de diarios o revistas
se citarán siempre en cursiva. Si se
mencionan en el cuerpo del artículo o se
realiza una cita textual, se indicará allí el
nombre y luego en cita a pie se
consignará la referencia bibliográfica
completa de este modo.
6. Referencias Bibliográficas
Al final del texto se consignará
bajo el título “Referencias Bibliográficas”
todas las obras citadas en el artículo en
orden alfabético según el apellido del
autor.
Se incluirá el apellido y la inicial
del nombre del autor -no su nombre
completo- en mayúscula y con acento si
corresponde. Si son varios autores, se
listarán
todos,
sin
utilizar
las
expresiones et al/y otros.
Se solicita a los autores respetar
en cada caso las formas de citar como
se consigna en los siguientes ejemplos:
-Chiossone, T. (1979). Historia del
estado Táchira. Caracas: Italgrafica.
-Pulido Zambrano, J. y Zinguer Delgado,
B. (2020). Logia Sol del Táchira, el
origen (1928 – 1938). San Cristóbal:
Tres puntos editores.
-Vivas, J. E. (Junio, 1943). Historia
tachirense. Boletín del Centro de
Historia del Táchira, n°1, 9-17. San
Cristóbal. Táchira – Venezuela.
-Sánchez Fossi, J. F. (2020). Curas y
Masones del municipio de San Antonio
del Táchira. (Tesis doctoral inédita).
Departamento de Historia Local.
Universidad La Colombae.
Táchira Histórica - 111
Leernos a nosotros
mismos nos ayuda a
conocer la esencia
de la tachirensidad.
TÁCHIRA HISTÓRICA