Revista de Geografía Norte Grande, 83: 31-49 (2022)
Artículos
Recibido el 8 de agosto 2021 / Aprobado el 1 de octubre 2022 / Publicado el 1 de diciembre 2022
ISSN 0718 3402
La estación experimental de auquénidos
y animales de pieles finas de Misitune.
Experiencia modernizadora en el altiplano
ariqueño dentro del paradigma del
desarrollo (1960-1965)1
The experimental station of auquénids and fine-skinned
animal of Misitune. Modernizing experience in the Arica
altiplano in the paradigm of development (1960-1965)
Rodrigo Ruz Zagal2
y Marisol Palma Behnke3
RESUMEN
El artículo analiza y documenta la experiencia de la Estación Experimental de Auquénidos
y Pieles Finas situada en la estancia ganadera de Misitune en pleno altiplano chileno, como
referente temprano de formas para abordar el desarrollo de comunidades indígenas de la
región fronteriza chilena (Departamento de Arica) a partir de la segunda mitad del siglo
XX. Se analiza su vínculo con el paradigma desarrollista impulsado por acción de la Junta
de Adelanto de Arica en coordinación con organismos extranjeros que promovieron la
implementación de un probable modelo de desarrollo sustentable en el área.
Palabras clave: Desarrollo, modernización, comunidades andinas, altiplano chileno, ganadería.
ABSTRACT
The article analyzes and documents the experience of the Auquénidos y Pieles Finas
Experimental Station located in the Misitune cattle ranch in the Chilean highlands, as an
early reference of ways to approach the development of indigenous communities in the
Chilean border region (Department of Arica) from the second half of the 20th century in
contexts of economic development paradigms. Its link with the developmental paradigm
promoted by the action of the Arica Advancement Board in coordination with foreign
organizations that promoted the implementation of a supposed model of sustainable
development in the area is analyzed.
Keywords: Developing, modernization, andean communities, chilean highlands, livestock.
1
Este artículo constituye un avance parcial del proyecto FONDECYT Nº 1181290 y Proyecto Mayor de Investigación Científica y Tecnológica UTA
5775-19.
2
Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas, Universidad de Tarapacá. Correo electrónico rruz@uta.cl
3
Departamento de Historia, Universidad Alberto Hurtado. Correo electrónico mpalmab@uahurtado.cl
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GeoGRafía NoRte GRaNde
La reconocida “área centro sur andina” de Latinoamérica (o Andes Centrales), a lo largo de su
desarrollo histórico ha atravesado por diversos “proyectos” sociopolíticos y económicos que la
insertan dentro de un proceso global. De este modo, a partir de la invasión europea, el desarrollo
de estados nacionales con sus consecuentes pugnas modernas por su definición territorial y su
incorporación al mercado mundial, estuvieron y están conectadas con procesos globales. Así, las
diversas relaciones de poder fueron capaces de producir estrategias de control que definieron su
dinámica y desarrollo en función de proyectos mayores.
Los fenómenos de modernización y modernidad en los Andes Centrales resultan particularmente interesantes en el contexto de desarrollos semejantes en el Cono Sur Americano, pues se
trata, de un espacio en el que se pusieron en tensión los modos de vida tradicionales (indígenas)
vis-à-vis los diversos proyectos antes señalados.
Para el caso puntual del espacio andino chileno, este fenómeno pudo observarse claramente
finalizado el siglo XIX, en contexto de la post Guerra del Pacífico que enfrentó a Chile con Perú
y Bolivia, y que significó particularmente para Chile, la incorporación al territorio, soberanía y
cultura del componente indígena quechua y aymara principalmente, grupos humanos que a fines
del siglo XIX eran desconocidos en el imaginario nacional país
Corrido el siglo XX, Chile como unidad política soberana, si bien ya estaba incorporada en el
sistema capitalista, no podría decirse lo mismo de determinadas poblaciones/comunidades indígenas tanto con respecto al mismo Estado chileno como con los procesos vinculados con dicho
sistema, el cual comenzó a hacerse patente a partir de la fase de expansión económico-mundial
post 1945 bajo hegemonía estadounidense (Wallerstein, 1984). Este aspecto es relevante en cuanto
obliga a comprender que la dinámica de la modernización latinoamericana, y chilena en particular,
fue una continuación de los modelos y parámetros político-económicos eminentemente coloniales (o colonizadores), bajo una perspectiva que supone una difusión de sus logros y adelantos
en concordancia con las élites económico-políticas, así como de otras agencias a espaldas de la
población indígena4. Podría decirse que aquí se observa un proceso de “incorporación tardía” en
el que ciertos reductos indígenas dejan de ser un área externa para pasar a ser agentes activos
en las redes de producción e intercambio del sistema-mundo capitalista.
En este contexto, los sectores interiores de la actual región de Arica y Parinacota entrada la
década de 1950 y resultado de procesos de planificación económica y consecuentemente territorial
emanadas de los Gobiernos de turno, se vio inserta dentro de la aplicación de medidas económicas
excepcionales promotoras de una perspectiva desarrollista, que se extendieron hasta entrada la
década de 1970 y que insertaron a la región a un modelo de desarrollo inédito para las regiones
4
La racionalización estatal de los modelos de desarrollo, y su sintonía con miradas ideológicas provenientes del ambiente institucional internacional en materia de valoración positiva de la dimensión social del desarrollo, estuvo en directa afinidad con la idea de promover el cambio
social y el desarrollo comunal indígena desde una perspectiva “controlada” sin miras o proyección al largo plazo de los impactos que este
generaría en comunidades vernaculares. Esto superaba la imaginación de teóricos del desarrollo y nublaban la racionalidad de académicos
diseñadores de propuestas promotoras del cambio social y sus consecuencias culturales (Pribilsky, 2010). Existe poca evidencia de “resistencias” académicas al modelo en la zona de estudio, salvo la excepcional crítica realizada por John Murra a la propuesta desarrollista andina en
el Norte Grande chileno, instancia debidamente puesta en relieve por Galdames y Ruz 2010. Es posible sugerir que tal política conducente a
arraigar a las comunidades a sus territorios promoviendo su incorporación a la modernidad occidental, haya provocado a largo plazo el efecto
contrario, como por ejemplo es despoblamiento de los espacios interiores andinos de la región, ante la valoración positiva de los comuneros
de las formas de vida citadinas, sus mercados y posibilidades.
La
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misituNe. expeRieNcia
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y comunidades extremas del país. Esta dimensión del desarrollo extendió su influencia hacia los
sectores interiores, espacio históricamente ocupado por la población indígena ¿cuáles fueron los
impactos de estas medidas en las comunidades andinas de la región? ¿cuál fue la mirada respecto
de las prácticas culturales y productivas que sugirieron las políticas excepcionales señaladas?
¿qué experiencias concretas se desplegaron bajo esta mirada? ¿fueron exitosas estas medidas?
Para la obtención de resultados, se analiza material documental correspondiente a los inéditos
archivos de la Junta de Adelanto de Arica [JAA] y su perspectiva de desarrollo de las comunidades andinas del Departamento de Arica entre los año 1958 y 1976. Dicho material se custodia en
las dependencias del Archivo Histórico Vicente Dagnino [AHVD] de la Universidad de Tarapacá
(Arica, Chile).
La irrupción de los proyectos modernizadores: el Puerto
Libre y la Junta de Adelanto de Arica, 1950-1958
La situación post segunda guerra mundial, a nivel global y particularmente en países dentro de
la órbita de influencia estadounidense en América Latina, impulsó la implementación de modelos
económicos al alero del concepto de desarrollo autosostenido, que proyectaba la fórmula que
una potencial industrialización tendría efectos multiplicadores y acumulativos sobre la sociedad
en general, llevando así a un país (o a una región) en progresión geométrica hacia el desarrollo;
ideas e ideología que progresivamente fueron madurando al alero de intelectuales economistas
que influyeron en la política y economía global (Myrdal, 1953, 1957; Rostow, 1961). En lo teórico
y fundamental, se proponía romper el círculo de la pobreza a través de un conjunto de medidas
que posibilitarían pasar desde la etapa de una sociedad tradicional a una sociedad del consumo
masivo. Para ello era menester introducir un impulso exterior que, en el caso del Departamento de
Arica, sería dado por el Estado mediante el dictado de medidas excepcionales (Galdames, 1978,
2005). Bajo este influjo y tempranamente iniciada la década de 1950, durante el segundo gobierno del presidente Carlos Ibáñez del Campo (1952-1958) se impulsa la creación de instrumentos
de fomento al desarrollo económico. En el mes de julio de 1953 se promulgó el primero de ellos,
el Decreto con Fuerza de Ley 303, que implementó bajo el nombre de Puerto Libre, políticas de
liberación de aranceles e impuestos de aduana e industria que sugerían que el Departamento de
Arica se transformara en un polo que atrajese inversores y compradores desde el resto del país,
con el incentivo de adquirir en ella productos extranjeros a costo razonable, así como a su vez,
desarrollar y promover el efecto amplificador que trae consigo la industrialización de una región
en su entorno. No está del todo claro ni evaluado, que estas medidas diseñadas inicialmente tuviesen el éxito augurado, no obstante, en el período se generó una agitada e innegable actividad
comercial y una incipiente industrialización (Pizarro y Ríos, 2005; Torrent y Ruz, 2021).
Un segundo momento de aplicación de medidas excepcionales para el logro del desarrollo
económico del Departamento, se dio con la promulgación del 15 de octubre de 1958 de la Ley
13.039 que definió la creación de un organismo de derecho público, autónomo y descentralizado, que administraría y canalizaría los recursos provenientes del régimen de Puerto Libre de que
gozaba el Departamento de Arica desde el año 1953. Este organismo fue conocido y denominado
la Junta de Adelanto de Arica [JAA].
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Según el marco legal de la JAA, esta debería velar por el fomento de la producción, progreso
y desarrollo del conjunto del Departamento de Arica. Esto bajo una óptica desarrollista en donde
el adelanto y desarrollo se lograría “con el mayor aprovechamiento y prospección de todas las
riquezas naturales de la zona y la planificación de sus usos” (Ley 13.309. Artículo 2, letra f).
Entre los objetivos fundantes de la JAA, se consideraba como pilar el “adelanto rural y urbano
del Departamento; para el fomento de sus fuentes de producción; para el incremento de su comercio y para el bienestar de sus habitantes, además de preocuparse de la buena conservación y
funcionamiento de las obras realizadas, proveyendo a su permanente cuidado y reparación” (Ley
13.039. Artículo 2 letra a), aspectos que rigieron su quehacer hasta el año de su derogación en 1976.
El desarrollo en las comunidades andinas del norte
chileno: Arica
La concepción de desarrollo al Departamento de Arica de la JAA no excluía a los sectores rurales; espacio, población y cultura que a la década de 1950 se encontraba muy poco asimilada a
los contextos urbanos y la vida citadina, sosteniendo modos y prácticas apegados a su tradición
vernacular, asentadas territorialmente en torno a pueblos centrales desplegados en los sectores
de valles bajos, precordillera y altiplano regional.
Si bien es conocido que la población indígena regional, históricamente ha sostenido vínculos
económicos, políticos y culturales con los espacios urbanos de la región, estos no eran del todo
fluidos. En el período posterior a la década de 1950 estas relaciones se agudizarían, viéndose
las comunidades andinas insertas dentro de programas de desarrollo de rural, estrategias que
adquieren un tenor de carácter sectorial iniciada la JAA, tornándose más sistemático y ajustado a
políticas estructuradas hacia la década de 1960, programas que en su conjunto vinieron a modificar
los modos de vivir del hombre andino.
Tempranamente y a un año de su creación, la JAA inició estrategias para asumir el desafío de
incorporar en la dimensión de desarrollo a los sectores rurales del Departamento de Arica. Con
esto se hizo visible una realidad históricamente ausente en la política económica regional, como
lo es la consideración de problemáticas productivas y económicas propias del mundo indígena,
preferentemente Aymara. Cabe reconocer que estos grupos humanos hasta entrado el siglo XX
eran prácticamente desconocidos para el imaginario nacional chileno, el que había sido construido
sobre la base de un enfoque centralista, en donde la identidad nacional había sido erigida considerando aspectos culturales, societales y territoriales propios del Chile metropolitano y sureño,
mas no nortino (Ruz et al., 2018).
En la región, el trato o nexos establecidos entre las comunidades andinas y las estructuras
estatales chilenas hacia las primeras décadas del siglo XX, venían más o menos establecidas por
el proceso que siguió a la incorporación a la soberanía chilena de los territorios del nuevo norte
chileno post Guerra del Pacífico (1879-1883), que en la región por asuntos pendientes en materia
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diplomática se extendió hasta 19295, periodo en el cuál se vivió un primer “momento” modernizador restringido eso sí, a los alcances y dimensión del desarrollo en la sociedad y economía que
transita en un cambio de siglo (Valdebenito y Guizardi 2014).
Las comunidades andinas iniciado el siglo XX y hasta la mitad de este, se caracterizaban por ser
comunidades históricas territorialmente definidas, con un tono de vida pueblerino y productivamente
marcadas por procesos tradicionales agroganaderos desplegados en valles, precordillera y el altiplano regional. En éstas, la presencia del estado chileno radicaba en el otorgamiento de servicios
precarios de salud y educación, con una relativa alta presencia de agentes estatales encargados
de otorgar soberanía nacional chilena en el territorio. Parte de esta administración era otorgada
por delegación a actores sociales y personajes notables de las comunidades, quienes realizaban
acciones de administración del estado con una orientación comunitaria y en pro del bien común.
Los aspectos productivos, se remitían a la producción agrícola tradicional: hortícola y frutícola
en valles; maíz, orégano y papas preferentemente en precordillera y quínoa en el altiplano; en
donde también predominaba la ganadería de auquénidos (llamas y alpacas), crianza realizada de
manera extensiva por medio de pastoreo a campo abierto; en precordillera la actividad ganadera
era representada mayormente por crianza de ganado ovino y bovino. Las economías locales estaban conectadas marginalmente a centros urbanos costeros, proveyendo principalmente a estos
de productos bajo mecanismos comerciales (venta al menudeo) y tratos semicomerciales (trueque
o intercambio de productos). Las economías agroganaderas, eran preferentemente enfocadas al
autoconsumo, existiendo poca capacidad de capitalización (González et al., 2014).
Las políticas de excepción establecidas por el Estado chileno a partir de la década de 1950
antes señaladas (DFL 303), propiciaron los primeros cambios en las estructuras tradicionales andinas. Arica pasó a ser un foco de atracción urbana que incentivaba el desarrollo en función del
robustecimiento de la actividad comercial e industria, esto impulsó la migración de los poblados
andino a la ciudad, acción que permitió que las personas adquirieran experiencia migratoria y
urbana, alterando sus tradicionales modos de vida, estableciendo a su vez el proceso migratorio
como un “problema” para el sostenimiento de las economías tradicionales y por ende afectando
al desarrollo de los espacios interiores del Departamento (Figura N°1).
En este contexto se hacen visibles modificaciones importantes en las estructuras tradicionales
de la vida, insertándose dentro de un creciente mercado y comercialización, adquiriendo a su
tiempo bienes industriales y otorgando valoración de servicios urbanos (González et al., 2014).
Ya implementada la JAA, el año 1959 se inicia una serie de medidas conducentes a establecer
Planes de Desarrollo del Interior en el Departamento de Arica con el objetivo de incrementar el
desarrollo agrícola y ganadera de la zona, introduciendo aspectos relacionados a la producción
5
Debido al litigio diplomático pendiente legado por el Tratado de Ancón, que había definido que pasados 10 años de firmado el Tratado de
Paz entre Chile y Perú, por medio de un plebiscito serían las comunidades de las ciudades fronterizas de Tacna y Arica, quienes decidirían
su pertenencia nacional, chilena o peruana. Como es sabido dicho tratado establecido para el año 1929, no se realizó habiéndose zanjado la
disputa por medio de la intervención internacional estadounidense en un acto que definió la pertenencia de la ciudad peruana de Tacna al
Perú y de aquel entonces también ciudad peruana de Arica a Chile (González, 2008).
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tradicional de los comuneros aymaras. Esto, buscado otorgar una raigambre territorial en los espacios rurales por parte de su población nativa.
El primer plan de desarrollo definido por la JAA con alcance genérico para la situación de los
pueblos andinos del Departamento fue el Plan Desarrollo Agropecuario (1960-1967). Este integró
aspectos estratégicos para la mejora de condiciones productivas, comerciales y en las condiciones
de vida general para las comunidades andinas.
El programa, estableció la necesidad de una fuerte inversión en: reconocimiento de suelos,
estudios químicos sobre afluentes de riego, mejoras de mercadeo, producción de frutales, mejora de semillas, campañas ganadero-sanitarias, estaciones de monta ganadera, obras de riego,
recarga de napas subterráneas, establecimiento de lecherías y establecimiento de administración
cooperativa de los espacios agrícolas (Quiroz et al., 2011).
Figura N°1.
Pueblos y Comunidades interiores del Departamento de Arica.
Fuente: Seminario para el Desarrollo del Departamento de Arica”. JAA y Oficina de Planificación Nacional (ODEPLAN). 1972.
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El “Plan Auquénido” en el Altiplano de Arica y la Estación
Zootécnica Misitune (1960)
Complementario al Plan de Desarrollo Agropecuario a comienzos de 1960, la JAA a iniciativa
de su Comisión Económica, solicitó a la Universidad de Chile un estudio relativo a la posibilidad
de mejorar la ganadería del Altiplano ariqueño, esto con miras a optimizar y mejorar la actividad
ganadera tradicional altiplánica a través de la transformación de los procesos tradicionales de
crianza, pastoreo, procesamiento y comercialización de los productos ganaderos, instalando
cambios en estas tradicionales prácticas, considerándolas como un factor negativo que entorpecería su desarrollo.
La Universidad de Chile a través de la Facultad de Ciencias Pecuarias y medicina Veterinaria,
comisionó al profesor de Producción Pecuaria, Dr. Adolfo Albornoz para la realización de un completo estudio de clima, flora, fauna y suelo del Altiplano ariqueño.
El estudio determinó que a partir de 1960 se implementara el “Plan Auquénidos” que definió
como hito fundacional la instalación de una base de operaciones establecida en el altiplano de
Arica: la Estación Experimental de Auquénidos y Pieles Finas de Misitune, dependiente de la JAA
y la Universidad de Chile.
El plan se inició bajo el diagnóstico que las condiciones tradicionales de producción aymara
posee aspectos rudimentarios que entorpecen su propio desarrollo, planteándose 13 ambiciosos
objetivos a lograr en 10 años:
“1. Aumento de la masa ganadera existente actualmente en el Altiplano y calculada en más
o menos 65.000 cabezas, a 90.000 animales.
2. Duplicar la actual producción de lana por animal, hoy día se calcula su rendimiento en
sólo 1,5 kilos por animal al año; esta producción será elevado a 5 kilos por animal. 3. Mejoramiento de la lana en sus aspectos de finura, uniformidad, elasticidad , etc, a fin de hacerlas
óptimas para la industria textil.
4. Fijación del “Tipo Zootécnico” de las distintas especies y variedades de auquénidos, a fin
de abrir el Registro Genealógico de cada una de ellas, condición indispensable para una
buena selección.
5. Aprovechamiento industrial en la zona de la lana, carne y cuero de estos animales que
hoy no se aprovechan,
6. Repoblación de la especie “Vicuña” en las Reservas Nacionales que se crearán con este
objeto. Esta especie se encuentra hoy casi extinguida debido a la despiadada caza de que
ha sido objeto, pese a las prohibiciones existentes.
7. Investigación científica sobre problemas biológicos y ecológicos de los auquénidos que
hoy se desconocen totalmente.
8. Fomento de lo crianza de chinchilla en cautividad.
9. Introducción de nuevas especies zoológicas en el Altiplano con fines industriales cono
las ovejas “Karakules”.
10. Fomento en cautividad del Conejo Angora para aprovechamiento industrial de su lana.
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11. Experiencias forrajeras con el fin de adaptar semillas a la altura y llegar a la formación de
praderas artificiales con lo cual se podrá aumentar en el futuro, la actual densidad ganadera
por campos de pastoreo.
12. Plan de forestación en gran escala como recurso del Departamento a largo plazo (treinta
años o más),
13. Creación de un mercado comprador de lanas con -amplia influencia en todo el altiplano”
(AHVD. Estación Misituni, 1965. Estudios Técnicos JAA).
La definición del territorio a intervenir: Misitune, bondades y
funcionalidad a un modelo de desarrollo
La aplicación del plan se inició la definición del espacio donde concentrar las acciones a partir
de una estación experimental asentada en el territorio y comunidades que recibirían los beneficios
obtenidos del programa. Para ello se exploraron tres posibles lugares: 1. Cosapilla, 2. Las “pampas”
en torno al pueblo de Guallatire y 3. “Pampa Las Cuevas”. La selección se habría realizado atendiendo las condiciones forrajeras, cercanía de caminos, distancia de centros poblados y abundancia
de agua como criterios definitorios.
En su momento la primera de las opciones fue Cosapilla, que comprendía las vastas y grandes
bofedales de Caquena. Lugar descartado a razón de la entonces proyección de la desviación de
las aguas del río Caquena, que a la larga traería la perdida de los terrenos ganaderos, situación
proyectada a partir del potencial conflicto por las vegas de Parinacota a propósito de los trabajos
de desviación del río Lauca en pleno desarrollo al momento del estudio (González et al, 2016).
Adicionalmente se estimó que en Cosapilla no existían terrenos fiscales y la JAA no estaba en
condiciones de comprar terrenos para llevar a cabo el plan. Por otro lado, si bien Cosapilla tenía
comunicación con Arica la línea del Ferrocarril de Arica a La Paz, ella no contaba con ningún camino de condiciones adecuadas para Arica.
La opción de las “Pampas de Las Cuevas” fue igualmente descartada por no reunir en una sola
extensión la cantidad de hectáreas necesarias, lo que habría obligado a subdividir la estación en
numerosas secciones, separadas unas de otras por cadenas de cerros, sin caminos, lo que habría
obligado a duplicar dependencias creando enormes dificultades en su dirección técnica. Además,
se consideró que algunas de estas extensiones quedan bajo una gran capa de nieve en algunos
inviernos rigurosos dificultando aún más las posibles comunicaciones entre ellos. Además los
terrenos fiscales existentes eran muy pequeños.
Por otro lado, parte de las “Pampas de Guallatire”, fueron, también, descartadas en atención
a que en sus terrenos la Oficina de Bienes Nacionales reconoce título de dominio en favor de
particulares lo que habría traído consigo varias dificultades posteriores.
En el descarte apareció la opción de la Estancia de Misitune, en cuanto su localización integra
el territorio y sistema pastoril en torno a Guallatire, conservando a su tiempo la provisión hídrica
del Río Lauca y sus extensos bofedales y pastos, así como una adecuada conexión vial (Figura N°2).
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Figura N°2.
Plano original de ubicación de la Estación Experimental de Pieles Finas de Misitune.
Fuente: AHVD. Estación Misituni, 1965. Estudios Técnicos JAA.
La Estancia Misitune, es un asentamiento tradicional ganadero ubicado dentro de la circunscripción territorial de Guallatire, es parte de un sistema de estancias y majadas ganaderas que
reconocen como pueblo (marka) central al poblado de Guallatire, erigido como pueblo central
y aglomerador hoy en día de servicios “modernos”: tenencia de carabineros, junta de vecinos,
servicios municipales y centro religioso ritual (católico y evangélico pentecostal), instancias que
de acuerdo a su tránsito histórico ha tenido distintos “momentos” de acento y pulsos de protagonismo. Hoy se observa casi sin residentes nativos, albergando un retén de carabineros y algunos
funcionarios de la Corporación Nacional Forestal. Ocasionalmente hospeda turistas que realizan
circuitos al cercano Salar de Surire o recibe a operarios mineros que cumplen funciones en torno
actividades promovidas por SOQUIMICH dentro el mismo salar.
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Desde una perspectiva territorial y respecto a la actividad y prácticas ganadera, en Misitune hasta
entrado el siglo XXI era posible observar una abundante cantidad de piños de ganado auquénido
(Llamas y Alpacas), así como Vicuñas silvestres. El ganado doméstico circulaba en un entramado
de estancias ganaderas (Jach’a uta y Antas) proveedoras de forraje y bofedales: Japu, Chivatambo,
Tambocollo, Choquelimpe, Fundición, Negramane, Churiguaylla, Lliza, Vichuta, Ancalle, Cruzane,
Lauca Vilaque, Vislubio, Vizcachani, Guaramalla, Botijane, Sayavinto, Chullpa-Visalla, Pisarata, Quilvire, Chuwa, Catanave, Surasurane, Ancoñocone, Vilacollo, Puquios, Paquisa, Ancuta, Ungallire y
Misitune. La ganadería tradicional es de uso extensivo en donde según acuerdos y negociaciones
entre propietarios de tierra y propietarios ganaderos, los bofedales y pastales descritos forman
parte de circuitos pastoriles. Incluso en los meses de escasez hídrica, se registraban hasta no hace
mucho la práctica del “costeo” o “veranadas” o traslado de animales desde el espacio altiplánico
hacia pisos ecológicos más bajos (precordillera), en específico hacia los sectores altos de la circunscripción del pueblo de Belén (Ruz, 2008).
El escenario entrada la década de 1960 describía al sector de Misitune como ventajoso en
cuanto presentaba una relativa cercanía a la ciudad, (114 km. hasta Arica; a 8 km. del Camino Internacional a Bolivia por Chungará y Tambo Quemado. La proximidad de estos caminos facilitaría
el acceso a la Estación.
También se destacaba su riqueza forrajera,calificada como “extraordinaria”, resaltando el
cercano bofedal de Vilaque de más o menos 150 hectáreas, el mismo bofedal de Misitune de más
o menos 300 hectáreas y el gran bofedal que representa el lecho del propio Río Lauca en toda
su extensión y que en conjunto deben representar unas 300 hectáreas (AHVD. Estación Misituni,
1965. Estudios Técnicos JAA).
El proyecto estimó dentro de un radio de 10 kilómetros contar con más c menos 1.000 hectáreas
de bofedales. Al bofedal, se sumaba la abundancia de “tolares” y “pajonales” que cubrían el resto
de la extensión, recursos forrajeros que se presentan en suaves lomajes numerosas quebradillas y
que poseen gran valor nutritivo para los llamas y alpacas y potencialmente a las ovejas karakules.
En definitiva se estimó el recurso como como óptimo para una normal explotación de una masa
ganadera calculada en 1.000 animales (AHVD. Estación Misituni, 1965. Estudios Técnicos JAA).
Las fuentes acuíferas, también fueron considerados como ventajosas en Misitune. Condición
considerada de importancia ante el régimen estacional de precipitaciones propio del altiplano
(lluvias estivales), cautelando con ello las repercusiones negativas de las potenciales sequías para
el ganado.
En 1961 Bienes Nacionales cedió a la JAA por un período de 10 años prorrogables el espacio
10.000 hectáreas6 correspondientes a la Estancia Misitune. El mismo año la JAA y la Universidad
de Chile iniciaron las actividades de levantamiento de la estación (Figura N°3).
6
Hoy es reconocido que gran parte del territorio altiplánico, se encuentra en registros privados de propiedad en su mayoría inscritos a inicios
del siglo XX con posterioridad al conflicto armado que enfrentó a los países de Perú y Bolivia contra Chile (1879-1883); en un contexto de
post Guerra y pre plebiscitario en función de la latencia de los conflictos diplomáticos pendientes zanjados en 1929. En el intertanto el Estado Chileno desplegó sus artefactos jurídicos promotores de la propiedad privada entre comuneros andinos, los que habrían reaccionado
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Figura N°3.
Acceso a la Estación Experimental de Auquénidos y Animales de Pieles Finas.
Fuente: Archivo Histórico Vicente Dagnino. Fondo Enrique Flores AHVD055.
La ejecución del Plan
Recién a partir de mayo de 1962 y hasta mediados de 1963, la estación implementó su infraestructura operacional: casa de la dirección y administración, pabellón habitacional, bodega
de forrajes y materiales; corrales de karakules, auquénidos y pabellones de chinchillas y conejos
angoras; además, tres casas para pastores. 1.208 metros cuadrados de construcción de inversión
realizada por la JAA, Universidad de Chile y aportes del Plan Andino de la Organización Internacional del Trabajo. Al año 1963 se contaba con el 75% de la Estación proyectada.
Administrativamente la Estación funcionó formalmente con un director técnico (Adolfo Albornoz, académico de la Universidad de Chile) como asesor en el plan para la JAA y 14 personas
que desempeñaron labores de Jefe de Administración, un chofer-mecánico para la atención del
vehículo, 1 maestro carpintero 5 cuidadores de animales, carpintero y 4 peones (AHVD. Estación
Misituni, 1965. Estudios Técnicos JAA).
Definidas las condiciones de operación, la estación se volcó a sus principales acciones establecidas por sus ambiciosos objetivos. De los 13 objetivos formulados; solo fueron trabajados con
sistematicidad y recursos, 4 de ellos:
positivamente a la inscripción propietaria. El Estado chileno, no obstante, tardó en reconocer dichas inscripciones hasta bien entrado el
siglo XX. Muchas de las estancias altiplánicas y territorios precordilleranos fueron considerados fiscales o de propiedad del Estado ante el
desconocimiento de los historiales de inscripción propietaria, situación hecha ver y advocada por comuneros que entraron progresivamente
en conflicto con el Estado judicializando sus reclamos (González y Ruz, 2017). Situación no exenta para la Estancia de Misitune inscrita en
1933 a fojas 121, número 219; pero que habría iniciado procesos de inscripción en 1921, siguiendo la tónica epocal descrita con anterioridad.
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Crianza y reproducción de Llamas y Alpacas
La principal característica del “Plan Auquénidos” y por ende de la Estación experimental estaba centrada en las mejoras integrales de los procesos de reproducción y crianza de las especies
Alpaca y Llama.
Inicialmente los animales que formaron originalmente los rebaños fueron adquiridos en diversas
zonas del Altiplano ariqueño. Estos fueron seleccionados en base a una “selección individual fenotípica” propuesta por el plan, que daba preferencia a animales de buena conformación corporal,
aparentemente de un buen rendimiento de lanas, con diversas clases de finura y longitud de mechas.
La adquisición de ganado se inició en el mes de noviembre de 1963 y los últimos fueron adquiridos en Julio de 1964. En total se compraron 113 animales: 17 machos; y 96 hembras de diferentes
edades. La adquisición se realizó entre ganaderos de diversas estancias altiplánicas (Cuadro N°1):
Cuadro N°1.
Fecha, procedencia y animales adquiridos a ganaderos altiplánicos.
FECHA
6 de noviembre de 1963
9 de noviembre de 1963
18 de noviembre de 1963
21 de noviembre de 1963
10 de mayo de 1964
9 de julio de 1964
14 de diciembre de 1964
PROCEDENCIA
Caquena
Caquena
Caquena
Guallatire
Caquena
Misituni
Churiguaylla
LLAMAS
58
28
4
10
¿?
ALPACAS
22
27
38
23
3
-
Fuente: AHVD. Estación Misituni, 1965. Estudios Técnicos JAA.
Una de las dificultades iniciales señaladas en el informe fue la “tarea extremadamente difícil de
adquisición de animales, pues los naturales son reacios a venderlos, si no es con pago inmediato
y al contado (no siempre en dinero, sino también en alimentos), modalidad que la JAA no puede
utilizar por impedírselo disposiciones administrativas generales” (AHVD. Estación Misituni, 1965.
Estudios Técnicos JAA), evidenciando con esto una de las primeras dificultades que enfrentó en
plan y tuvo que ver con la distancia y alejamiento de la perspectiva cultural de las comunidades
indígenas, las cuales entrada la década de 1960 ya poseían dentro de sus códigos culturales la
valoración monetaria de sus bienes, y de alguna y progresiva manera, se encontraban insertos
dentro de las dinámicas capitalistas (directa o indirectamente). Sin defecto de esto, como se ha
dicho anteriormente, sus prácticas de trueque poseían un uso recurrente (González et al., 2014).
Una segunda dificultad, importante para la sustentación del plan fue la mortalidad de crías. Esta
afectó a un porcentaje importante de crías nacidas en la estación “el número de animales muertos
(29) se han debido a accidentes en su gran mayoría (ataques de zorros, muertos por inmersión al
cruzar el Río Lauca, fracturas)” (AHVD. Estación Misituni, 1965. Estudios Técnicos JAA).
Dicho factor, de acuerdo con lo reportado se debía a lo defectuoso de los sistemas tradicionales
de pastoreo; esto es a: campo abierto y sin galpones y mediante el sistema tradicional aymara.
La
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(1960-1965)
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A esto se habría sumado una importante sequía que afectó a todo el Altiplano entre 1963 y
1965, evento que hizo necesario reforzar la alimentación suplementaria (en base a heno de alfalfa)
durante los últimos meses a fin de evitar pérdidas por desnutrición, situación a que su tiempo hizo
solicitar recursos complementarios a la JAA.
Estos tres factores, fueron los expuestos por la dirección de la estación como argumento a
la baja productividad del plan que, con fecha de la evaluación del proyecto realizada en 1965,
contaba con 140 animales: 17 Machos, 82 hembras y 41 crías.
Crianza y reproducción de Ovejas Karakules
La crianza de esta especie fue considerada por los responsables del plan, como la principal
actividad de la estación experimental; desplazando en la práctica el acento del plan puesto en
auquénidos.
La oveja “Karakul” (ovis aries), considerada de gran valor zootécnico por su capacidad de
producir pieles de extraordinaria belleza y duración. La proyección del plan estaba centrada en la
incorporación de la producción final en el mundo peletero.
Tomando en cuenta la experiencia de crianza tradicional realizada en Afganistán, Turquía y
algunos países de África, la experimentación de criaderos en España, Francia, Alemania y Argentina en Latinoamérica, el proyecto poseía los antecedentes de la existencia de 1.500 karakules en
la zona central (Limache).
En noviembre de 1961 fueron adquiridos por la JAA, 2 machos y 10 hembras karakules del
criadero “La Gloria” de Limache. Estos animales fueron llevados a Misitune a comienzos de 1963
cuando ya se dispuso de los corralillos y pesebreras adecuadas para su mantenimiento, En ese
mismo año 1963 fueron adquiridos 25 borregas.
La crianza de karakules estuvo centrada en la reproducción dirigiendo “montas dirigidas”,
que mantenía a los machos en corrales y a las hembras pastoreando forrajes naturales de tolas
y diversas gramíneas cereales; para luego suplementar alimento en base a heno de alfalfa, desatendiendo el planteamiento original que consideraba el aprovechamiento de praderas y pastos
silvestres para su alimentación. El informe destaca la importancia del suplemento especialmente
para las hembras en gestación y en lactancia.
La reproducción de ovejas Karakules a los 5 años de evaluada la gestión de la estación, fue de
10 ejemplares nacidos en las dependencias.
Crianza y reproducción de Chinchillas y Conejos Angora
En el mes de septiembre de 1962 la Estación adquirió 10 parejas y 5 hembras de Chinchillas
del criadero “Atahualpa” de la localidad de Conchi, del entonces Departamento del Loa en la Segunda Región. A estos 25 animales se agregaron 3 machos y 1 hembra silvestres, de la variedad
“lanígera”, compradas a un cazador de.la localidad de Miñi-Miñi (Tarapacá). Fueron llevados a
Misitune en enero de 1963.
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Sobre la base de un criadero en jaulas, la estación produjo entre 1963 y 1965, 64 animales y
27 cueros.
Tal como en el caso de Llamas, Alpacas y Karakules, el factor de alimentación significó un
problema para la estación, siendo esta de un régimen exclusivo de Alfalfa de buena calidad.
En octubre de 1963 la estación adquirió con la compra de 12 animales finos, en criaderos del
centro del país (7 hembras y 3 machos). La experiencia con los Conejos Angoras se llevaba a
cabo en la ciudad de Arica (zona costera) y Misitune. La primera ubicación (Arica) buscó estudiar
el comportamiento de estos animales en los valles costeros, a fin de desarrollar, más tarde, una
política de fomento en base a un programa especial de créditos. La experiencia de Misitune (que
serviría para los valles de precordillera) no tuvo en lo que duró el plan resultados evidenciables.
Evaluación del Plan y Estación
Si bien la Estación cumplió su finalidad experimental, logrando a su vez importantes avances
en materia de desarrollo científico inédito para la región en cuanto la hasta entonces ausente investigación en torno a auquénidos (especialmente en el ámbito veterinario con proyección a los
estudios genéticos, reproductivos, fisiopatológicos, y comportamiento ecológico). Sus resultados
a corto y mediano plazo (5 años de ejecución) estuvieron lejos de acercarse al avance esperado
en el plan original.
Las principales falencias vistas y consideradas por los personeros de la JAA, que en sesión
rubricada en el acta N°79 de 1965 discutieron y definieron el cierre del programa, estuvieron
centradas tres cuestiones.
La primera evaluación positiva que justipreció los logros zootécnicos y científicos, existiendo
consenso en que la JAA debiese apoyar la investigación, aunque reduciendo la inversión.
Un segundo cuestionamiento más profundo se asentó en la forma en que se realizaba la crianza
de auquénidos y la exigencia permanente de entregar alimentación suplementaria no obtenida del
pastoreo y casi exclusivamente dependiente del heno de alfalfa traído (comprado) desde sectores
precordilleranos (específicamente Putre), situación que elevaba considerablemente los costos:
“el problema en el interior, más que de animales es de agrónomos, porque los animales no
tienen comida; y, a preguntas nuestras, se manifestó que la reproducción de animales y su
número sería limitado a los pastos; o sea, que no se ganaría nada más que en calidad; pero
no en cantidad, para esto se haría necesario la contratación de un agrónomo para estudiar
pastos y hacer una labor técnico-agrícola en el interior; y no experimentar y tratar de fomentar otras especies -el veterinario podría hacerlo en pequeña escala- porque los Karakules
realmente no se han alimentado y pastos del interior; los karakules sólo han comido alfalfa;
y las chinchillas sólo se han alimentado de alfalfa, porque no pueden comer otra cosa. Los
únicos que con el pasto del interior son los llamas y alpacos” (AHVD. Acta N° 79. Estudios
Técnicos JAA. 1965).
La
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misituNe. expeRieNcia
(1960-1965)
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Adicionalmente, existió cuestionamiento respecto de la calidad genética de los animales
adquiridos, considerando como negativo el haber obtenido de las mismas estancias del Departamento a los animales que formarían parte del plan. Estimando que una para una mejora “tendrían
que pasar muchas generaciones para qué estos regeneraran la raza” (AHVD. Acta N°79. Estudios
Técnicos JAA. 1965).
La JAA conocedora de los esfuerzos internacionales y modelos de desarrollo existentes en el
área andina, observaba con buenos ojos los proyectos realizados en Perú y Bolivia promotores del
desarrollo agroganadero, refiriendo al proyecto impulsado por la Fundación Rockefeller, en Puno,
que con 30 años de existencia venía demostrando importantes avances productivos. La propuesta
establecida en la JAA radicaba en adquirir en Puno sementales de auquénidos, a un costo superior
y muy distante del proyecto original que originó la decisión de dar término al proyecto.
Teniendo este referente, la JAA también consideró como factor también preponderante, el
nulo traspaso a las comunidades ganaderas de la producción en 5 años de ejecución del plan,
cuestionándose al mismo tiempo el desplazamiento del foco del plan en torno a los auquénidos,
a la crianza de ovejas karakules, chinchillas y conejos.
En la práctica, la consideración de población ganadera aymara en el plan, sólo fue visible en
su condición de proveedores de las llamas y alpacas, con que se inició la estación y como jornaleros (pastores y otras labores menores) que se relacionaban indirectamente con las innovaciones
ganaderas y de manejo.
Comentarios finales
La falencias detectadas por la JAA y que llevaron a dar término abrupto a la Estación en 1965,
pudieron tener un significado importante para la posterior recepción del denominado Programa
Andino propiciado por la Organización Internacional del Trabajo [OIT] que perseguía la promoción
del desarrollo campesino andino en América Latina, instancia que, como hemos indicado con
anterioridad, se encontraba inspirada en la idea del desarrollismo clásico, basando su convicción
en que la pobreza podría resolverse con inversiones adecuadas en capital físico e infraestructura.
La teoría de la modernización percibía el desarrollo como crecimiento económico, implicando un
mejoramiento de las condiciones de vida de sociedades tradicionales, diseñadas bajo criterios
capitalistas de racionalización productiva y mayor aumento de capacidades de ingreso (De Gregori
y Huber, 2005).
El Programa Andino tuvo sus primeras expresiones en Ecuador, Bolivia y Perú, escaló a Argentina, y en período que se presenta llegó al Norte Grande chileno. El programa en sus distintos
escenarios y momentos estuvo atravesado en los países donde fue aplicado, coexistió con la
política contingente; a saber: políticas reformistas en el agro, colonización de espacios rurales,
innovación agraria, y descentralización. Los casos documentados en el Perú y Ecuador principalmente dan cuenta que la experimentación de las ideas de integración y desarrollo (Perú y Bolivia)
bajo el marco teórico del funcionalismo imperante en la antropología de la época; mientras que
en Ecuador el enfoque estuvo orientado hacia una política de acceso a los hogares rurales y perspectiva de género (Prieto, 2016).
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El nexo chileno con el Programa Andino tuvo su gestación el año 1960, momento en que la ya
activa JAA solicita al programa, se estudiaran las condiciones de vida de la población indígena regional, ya bajo el paradigma desarrollista de la JAA andando (Galdames, 2005; Galdames y Ruz, 2010).
La JAA tomando como base la experiencia del Programa Andino desarrolla una estrategia para
el desarrollo rural creando el Departamento de Desarrollo Comunitario y el Plan Andino el año
1962, el cual funciona hasta el año 1965, dejando de manifiesto una mayor preocupación por la
dimensión social de los planes de desarrollo. Esta mirada y enfoque ocurría paralelamente a la
implementación de la Estación Misitune.
El diagnóstico desarrollado por el Programa Andino sugirió el despliegue de aspectos no solamente productivos y sectoriales, sino que dirigidos al crecimiento económico junto al desarrollo
de la comunidad.
El trabajo conjunto entre ambos Plan de Desarrollo Comunitario y el Plan Andino en sintonía
con las experiencias internacionales, y bajo la supervisión de representantes de la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura [FAO] y Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO], determinaron que los principales problemas que se encontraban de las comunidades andinas del Departamento de Arica estaban en
“1. Las condiciones [malas] de salubridad de los pueblos, 2. Mejorar el rendimiento de los predios
agrícolas y 3. Capacitación de funcionarios públicos y maestros rurales” (AHVD. Programa Andino.
Proyecto Arica. Informe 3, abril, junio de 1963).
El programa del Plan Andino, definió una estrategia centrada en los aspectos educacionales de
la población. Para ello contaba con una base importante en las estrategias regionales desplegadas por el Estado chileno quien junto a la JAA designa a un experto UNESCO en Educación Rural
para extender sus políticas centradas en el robustecimiento de la educación rural, tornando a la
escuela como eje de la vida en comunidad, considerando que la escuela hacia entrada la década
de 1960 contaba con un tejido social vinculado. Adicionalmente se observaba que las denominadas “Juntas de Vecinos” eran potencialmente otro aliado en el “desarrollo de actividades en favor
del mejoramiento de las condiciones de vida en comunidad” (AHVD. Programa Andino. Proyecto
Arica. Informe 3, abril, junio de 1963).
Los planes de acción programáticos del Plan Andino consideraban la capacitación a dirigentes y funcionarios públicos que desarrollaban su quehacer en el espacio rural. Los contenidos y
materias abordadas en sus propuestas circularon en desarrollar conocimiento en asistencia en
salud, desarrollo de actividades agropecuarias en cultivos, crianza de animales y conceptos sobre
características del subdesarrollo y organización de la comunidad.
El Plan Andino poseía la particularidad que los funcionarios que desarrollaban estas capacitaciones eran funcionarios que venían realizando su labor en los espacios altiplánicos y precordilleranos, o bien vecinos representativos y con experiencia migratoria urbana conocedores de los
procesos supuestamente virtuosos que el modelo urbano tenía.
Estos funcionarios “intermediarios” entre el Plan y las comunidades Andinas, fueron adquiriendo
formalidad a partir de la implementación del “Comité de Coordinación y Planeamiento” que tenía
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por finalidad “las funciones de estudiar los problemas que afectan a la comunidad, buscando las
soluciones adecuadas de acuerdo con las necesidades de la comunidad, promoviendo el funcionamiento y organización de la Junta de Vecinos, siendo con ellos con quienes elaboran los planes
de trabajo. Estos comités estaban conformados por los subdelegados, juez de Subdelegación, jefe
de reten de carabineros, Oficial Civil y el director junto a los profesores de las escuelas rurales”
(AHVD. Programa Andino. Proyecto Arica. Informe 3, abril, junio de 1963).
Es reconocida la labor del Plan Andino, en cuanto sus esfuerzos y avances en materia de establecer nexos con comunidades, su labor educativa en función de los objetivos de las entidades
mandantes, también la canalización de obras provenientes de la inversión de la JAA. De esta manera, corrida la segunda mitad de la década de 1960 el avance del Plan Andino, había superado
los problemas preliminares esbozados en el fracaso del Plan Auquénidos y Estación Misitune, de
la mano del trabajo coordinado y organizado con las comunidades.
No obstante, hacia fines de la década de 1960, comienzan a aparecer las críticas al giro asistencialista que adquirió el plan en cuanto este se alejó de los iniciales esfuerzos en inversión en
infraestructura esbozados por los planes y programas de la JAA.
Las criticas representadas en la voz de uno de los consejeros de la JAA y futuro alcalde de
la ciudad de Arica, Santiago Arata Gandolfo, reflejaban el sentir de las autoridades del período:
“la labor del Plan [Andino] se está desarrollando pero con el dinero de la Junta, el Desarrollo Comunitario no ha hecho nada, me consta a mí y al señor Guerra, el Plan Andino ha sido
el gran ausente, sin embargo se han encontrado con una obra que en el diario figura hecha
por ellos, en circunstancias que no es efectivo, y la iniciativa ha sido de los pobladores, de
los profesores rectores en ese pueblo y de la JAA en el aspecto material” (AHVD. Acta 310.
1964. Estudios Técnicos JAA).
Terminada la década el Plan Andino se había convertido en un programa asistencialista en lo
social y técnico, situación en la que lo encontró el comienzo de la década de 1970 y el golpe de
estado cívico militar comandado por Augusto Pinochet, que aparentemente no renovó los enfoques
ni la inversión, terminando con clausurar la apuesta desarrollista y su aparente fracaso. La política
estatal con resabios del modelo original fue recién retomada y renovada iniciada la década de
1990 a través de la creación de organismos específicos como la Comisión Especial de Pueblos
Indígenas [CEPI] (1990) que dio paso a la creación de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena [CONADI] (1993) como organismo estatal que aborda problemáticas indígenas, con una
inspiración y programas muy similares a los que caracterizaron el modelo expuesto.
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