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Trayectorias de desarrollo y extensión rural en los pueblos nogaleros de Rosario y Retiro de Colana (Departamento Pomán, Provincia de Catamarca) 08 Rodolfo Cruz49, Maria del Carmen Fernández Górgolas50 Palabras clave: interfases sociales - políticas planificadas - productores nogaleros - trayectorias de desarrollo y extensión rural Introducción El artículo, tiene el propósito de comprender e interpretar tres cuestiones conexas. Por un lado, las trayectorias de desarrollo51 y extensión rural de organizaciones públicas que implementaron acciones de innovación tecnológica con productores nogaleros en las localidades de Rosario de Colana y Retiro de Colana del departamento Pomán (Provincia de Catamarca), entre 1989 y 2005. Por otro lado, el impacto y los efectos socioculturales y socioeconómicos que sobre la dinámica de los mundos de vida cotidianos provocaron las políticas planificadas de desarrollo. Por último, la memoria de los técnicos en relación a sus modalidades de intervención y la reflexión sobre la propia práctica de extensión. En relación a ello, sostenemos que las políticas planificadas (planes, programas y proyectos) 49 Lic. en Historia. Mg en Estudios Sociales Agrarios. Cátedra de Extensión Rural – Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Catamarca (Argentina). E-mail: rodolfodcruz@yahoo.com.ar 50 Ing. Agr. Cátedra de Zoología Agrícola - Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Catamarca. Argentina. 51 “El concepto de trayectoria alude a la modificación, a lo largo del tiempo, de una determinada experiencia social organizada. Abarca diversas dimensiones que se expresan en prácticas grupales dirigidas al logro de metas, predeterminadas o no, resultados y productos, a partir de su interacción con otras organizaciones y con el Estado, en función de un contexto de oportunidades, de políticas, programas y proyectos económicos y sociales, de transacciones económicas y de acceso a tecnologías, de disponibilidad de recursos naturales y de restricciones ambientales”.“…es aplicable a la transformación intencional de los sistemas productivos y la organización de los actores en el nivel local en función de metas de desarrollo. De ahí que se pueda hablar, incluso, de trayectorias de desarrollo para aludir a la evolución de una política o un programa, y no sólo para hacer referencia al recorrido organizativo de los actores colectivos (grupos) involucrados” (Benencia y Flood, 2005:2-6). 48 Revista Red+ER crean y recrean un espacio social, que incluye a las innovaciones tecnológicas sugeridas, que se inscribe en los complejos mundos de vida locales. Los actores sociales, en especial los beneficiarios, no se muestran como sujetos pasivos, receptores neutros de las diferentes innovaciones propuestas por los técnicos, sus organizaciones y las políticas planificadas. El espacio social de la implementación de proyectos muestra también otras utilidades conscientes o espontáneas que le agregan los productores a las acciones de extensión; capacidades de los actores locales para resignificar acciones cuya linealidad productiva, organizacional o participativa parecería, en apariencia, innegable. En la ejecución de la extensión rural, los actores ponen en juego prácticas sociales, saberes, estrategias, intereses y experiencias distintas a las esperadas por el proyecto. Los significados hegemónicos de cualquier política planificada de desarrollo, suelen ser internalizados, procesados, traducidos y cambiados desde la diversidad de repertorios socioculturales locales (Long 1989, Rodríguez Bilella, 2004). Asimismo, en esos espacios locales creados por las intervenciones gubernamentales tampoco los técnicos son actores pasivos. En esos campos socioculturales, se relacionan prácticas sociales y acciones de productores y hogares, pobladores, organizaciones y técnicos, para articular demandas, identidades, estrategias y discursos que interpelan las intenciones del proyecto y de las políticas públicas. Así, construyen y moldean tanto el proyecto como el escenario de la intervención rural en situaciones no exentas de poder y subordinación, dado los recursos puestos en juego en la construcción del desarrollo en los pueblos de Colana. Como señalamos, en ese espacio se ejecutaron acciones de extensión rural desde la década de 1960 hasta el presente, pero nos ocupamos en concreto de los años 1989-2005. Las políticas planificadas comprendidas se ejecutaron mediante proyectos, en los cuales participaron: productores, sus familias y formas asociativas; pobladores locales; extensionistas de la Agencia de Extensión Rural de Andalgalá del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (en adelante AER Andalgalá); investigadores de la Estación Experimental Agropecuaria del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria-Catamarca (en adelante, la Experimental del INTA); docentes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Catamarca y técnicos de la Agronomía de Zona de Pomán, dependiente de la Dirección Provincial de Extensión Rural. El período temporal, fue seleccionado para su examen porque en 1989 se aprueba y ejecuta el primer proyecto específico para productores familiares de nogal en la zona. Por su parte, el año 2005 marcó el final de cómo se pensaba, diseñaba e implementaba la extensión rural en distintas instituciones. Esa trayectoria temporal y espacial no fue lineal, sino que recorrió dos etapas con fases diferentes. La etapa básica abarcó los años 1989-2001 dentro del “Proyecto integral de reactivación socioeconómica del pequeño productor nogalero de los departamentos Pomán y Andalgalá” a cargo de la AER Andalgalá. Dicho proyecto, en una primera fase (19891993), se caracterizó por los acuerdos con municipios, productores y asociaciones, la instalación de la reconversión varietal a través de capacitaciones masivas, demostraciones en fincas y los intentos para organizar a todos los productores. La segunda fase (1994-2001), profundizó la reconversión, la formación de grupos y el apoyo experiencias colectivas de administración de maquinaria, compra de insumos, procesamiento y comercialización de nuez. También en la fase hubo complemento de actividades estratégicas y grupos operativos del proyecto con políticas planificadas nacionales y de la cooperación internacional que aportaron el financiamiento. Asimismo, esta segunda fase del proyecto de la AER Andalgalá fue simultánea con políticas planificadas del gobierno de Catamarca. Desde el año 1995 la presencia de la extensión rural provin- cial para productores de nogal fue evidente a través del Programa de Reconversión Varietal y el refuerzo de las Campañas Fitosanitarias ejecutadas desde finales de los ´80. Dicho programa, extendió a todas las áreas nogaleras de la provincia las experiencias del INTA. Con base en sus agencias territoriales, las Agronomías de Zona, las acciones fueron ejecutadas en los pueblos de Colana de forma masiva y universal, desde la oferta de bienes y servicios disponibles, y con poca vinculación con los procesos grupales previos. A ello, se agregó el uso político de la asistencia técnica debido a que el departamento Pomán era un bastión del partido opositor al gobierno provincial. El período temporal elegido en el artículo, culmina con la etapa que comprende los años 20012005, que también estuvo caracterizada por dos fases. La primera, abarcó los año 2001-2003 y fue marcada por la crisis económica e institucional de la Argentina y su impacto en el financiamiento de la extensión rural en los pueblos de Colana. Dicha fase marcó el final del proyecto nogalero de la AER Andalgalá que desde finales del siglo XX tenía dificultades presupuestarias. Las políticas provinciales pasaban por situaciones similares, ya no tenían carácter masivo, sino acotado a las demandas de las Asociaciones Cooperadoras de las Agronomías de Zona u organizaciones con maquinaria. La segunda fase temporal de la etapa, se solapa con el inicio de la anterior. Mejoró el estado presupuestaria de la AER Andalgalá con el acceso a financiamiento externo y del INTA; situación no reflejada en las políticas provinciales. La fase está caracterizada por las reflexiones institucionales sobre el desarrollo rural territorial, la institucionalidad y las nuevas modalidades de hacer extensión involucrando actores locales. Para Colana, la AER Andalgalá formuló y ejecutó dos proyectos con eje en el territorio local articulados con varios organismos sectoriales, aunque con modalidades de extensión diferentes. 1. La estrategia metodológica Los resultados que presentamos, están originados en una investigación cualitativa con diseño flexible, abordada como un estudio de caso mediante el enfoque teórico-metodológico orien- INTA + UNL 49 tado al actor y el análisis de las interfases sociales de conocimiento y poder (Long 1989, 1992)52. Las unidades de análisis comprendieron: individuos; políticas de desarrollo rural y sus informes de procesos y resultados; y documentos técnicos sobre el sector nogalero provincial. Los individuos incluyen, por un lado, a técnicos de organizaciones estatales de extensión rural en la zona o fuera del área que participaron entre los años 20062012 del proyecto “Fortalecimiento de la producción, la comercialización y la organización de productores nogaleros en los departamentos Pomán y Andalgalá”. Experiencia diseñada y asumida como convergente de las trayectorias de extensión rural. Los cinco técnicos que fueron seleccionados, participaron en el itinerario de programas y proyectos, dos de ellos en forma completa. Por otro lado, los individuos incluyen a un grupo de doce productores de Rosario de Colana y Retiro de Colana que también participaron del proyecto mencionado arriba. Los productores (varones y mujeres), residen en la zona, la mayoría tiene más de 50 años y tuvieron participación diferencial en el proceso temporal de las políticas de desarrollo y extensión rural. Algunos fueron los primeros en recibir, 30 años atrás, asistencia técnica en sanidad y reconversión varietal y transitaron por todas las intervenciones; mientras otros registran trayectorias individuales por una o dos políticas ejecutadas. Así, la muestra es intencional y el criterio de selección de individuos es la participación como productores o como técnicos de las actividades planificadas y programadas del proyecto señalado y la actuación en al menos una de las políticas planificadas de desarrollo anteriores. La información cualitativa estricta, fue obtenida mediante observación sistemática con guías y registros, y entrevistas semi estructuradas. Las 52 “Por interfases sociales se alude a las áreas de conocimiento e interacción que median las perspectivas de una gran diversidad de actores: estatales y no gubernamentales; la población destinataria de los programas sociales, los proveedores de crédito, de tecnologías, maquinarias, herramientas e insumos...Constituye un campo socialmente construido a partir de a negociación, la evitación y el conflicto. En él se define la distribución de recursos y la legitimación de las formas de intervención de los distintos actores intervinientes” (Benencia y Flood 2005:5). 53 Este proyecto correspondía al Programa Minifundio que constituyó la primera política planificada de desarrollo para pequeños productores del país. El programa fue administrado en la Catamarca, al igual que en toda la Argentina, por el INTA a través de la Unidad de Planes y Proyectos de Investigación y Extensión para Productores Minifundistas. 50 Revista Red+ER entrevistas individuales con productores y los técnicos, nos permitieron acercarnos a una descripción densa de los actores, los fenómenos locales, las trayectorias individuales e institucionales, así como a la complejidad del contexto de las políticas planificadas de desarrollo. La intención de forjar entrevistas en profundidad, pero semi-estructuradas, se debió a la necesidad de construir desde la perspectiva de cada actor social entrevistado, relatos sobre el pasado. Esas memorias, casi biográficas, propiciaron el acceso a los sentidos y significaciones de la diacronía personal en vinculación a la acciones de extensión rural y a la reflexión sobre la propia práctica en el caso de los técnicos. Las entrevistas, fueron estructuradas de acuerdo al actor social y luego por temas sobre la base de momentos temporales vividos. Dado el interés en procesos y actores de políticas planificadas de innovación tecnológica, se incluyeron interrogantes sobre: a) las estrategias y prácticas sociales de productores nogaleros y técnicos para cumplimentar y lograr sus objetivos particulares de desarrollo rural; b) las acciones emprendidas por productores y técnicos frente a las intervenciones; c) las modalidades de extensión de distintas políticas; c) el contexto macro-estructural de las políticas, las definiciones de desarrollo en disputa y su relación en el campo local; d) la construcción de relaciones socioculturales entre técnicos y productores; e) los conocimientos, las prácticas sociales y las acciones de productores y técnicos en cuanto a las innovaciones tecnológicas y los cambios en la organización del proceso productivo y la economía de los hogares. 2. Trayectorias sociales y de desarrollo del proyecto nogalero En 1989, el “Proyecto Integral de Reactivación Socioeconómica del pequeño productor nogalero de los Departamentos Pomán y Andalgalá”53, (en adelante, proyecto Minifundio), estaba aprobado y sería ejecutado por la AER Andalgalá en dos fases de intervención diferentes. En la primera fase (1989-1993), las acciones se concentraron en la creación de espacios de capacitación para la difusión de la reconversión varietal y en el fomento del desarrollo organizacional. La implementación del proyecto, si bien ajustada a un modelo de grupo preestablecido, se hizo sobre la base de la extensión rural como participación (Cimadevilla, 2003). Fue apoyada mediante acuerdos verbales previos con autoridades municipales de los pueblos y con asociaciones o con grupos de productores. Para cada localidad, se destinó una semana particular, dentro de la cual el equipo de técnicos se instalaba 3-4 días. En ese lapso, programaban y ejecutaban en tiempo real actividades acordadas, bajo el supuesto de “lo que ellos querían hacer”, aunque como sostienen los técnicos, esas acciones eran “el apronte antes de la reconversión varietal”. Cuando llegó la primavera (septiembre-octubre), “se procedió a lo que fue reconversión varietal”, en las explotaciones. Este proceso construyó en cada finca, en los hogares y en los pueblos, interfases sociales donde los saberes locales y los sentidos que provocaba la reconversión se interrelacionaban con las prácticas de los técnicos. Fueron conocimientos, prácticas sociales y aprendizajes en continua exposición y recreación socio-cultural que facilitarían incluso, superar las metas, pues “en un primer año teníamos planificado injertar unas 180 plantas y llegamos a injertar creo, cerca de 400”. Conquistados por la innovación tecnológica, la reconversión al “segundo año se multiplicó por diez porque bueno, ya lo empezaron a hacer la gente”. Dado que la implementación de la política planificada tenía un componente asociativo, el grupo o la asociación ya formada, era un requisito ineludible. Aún así, los grupos se tornaron en un colectivo flexible y estratégico para los objetivos de la intervención. De tal manera que, en esta etapa y en la siguiente, no fueron considerados como grupos operativos sino como una organización productiva homogénea (productores nogaleros), que comportaba la identidad requerida y necesaria para participar de la reconversión y sus beneficios. Con aquello, no queremos señalar que no estaba presente en los técnicos de la AERAndalgalá la concepción del grupo empoderado como modelo de gestión colectiva (Rodríguez Bilella, 2007). La confianza en la innovación tecnológica que extendían como solución al problema socioeconómico y comercial de las áreas nogaleras, operó por encima del ideal de una sociedad organizada. En ese sentido, la reflexión de un técnico indicaba: “creo que en eso [los grupos], hemos hecho demagogia, por así decirlo, porque buscábamos resultados”. Era un discurso necesario para extender la reconversión a través de la disposición diferencial de recursos del proyecto, ya que “las organizaciones o el grupo de productores que estén organizados el proyecto les va proveer en forma de comodato una motosierra para que realicen el trabajo…y todos los insumos”. Esas prácticas, estaban acentuadas por la lógica extensionista de servicio público universal que modelaba la modalidad de intervención y también por las definiciones de grupo de la Experimental del INTA y el significado otorgado en las metas institucionales. Desde allí, se comprende la definición flexible del vocablo “grupo” y la ligazón con términos similares (lo organizativo, el asociativismo u organizaciones), que remitían a multitud de productores más que al grupo operativo con “perfiles” homogéneos. En la memoria, las convocatorias “prácticamente eran reuniones con grupos ya formados, incipientes y después podía ir cualquiera”, pese a que, al “principio eran todos parte [del grupo]”. La implementación del proyecto y la estrategia organizativa asumida en esta primera etapa, a través del uso colectivo de la motosierra, la distribución de insumos y las campañas fitosanitarias acotadas derivó, desde la perspectiva de los técnicos, en éxitos promisorios medidos en nogaleros participantes y nogales reconvertidos. Pero también, en el margen de maniobra que adquirieron los productores organizados, quienes al final de la primera etapa del proyecto fueron comprándose en forma independiente sus propios equipos, devolvieron las motosierras cedidas en comodato “que ya estaban liquidadas”, y “ya empezaron a funcionar, no digo solos, pero casi en forma autónoma”. ¿Cómo fueron vividos estos procesos por los productores? Pese a que habían asistido a la revolución de la nogalicultura a mediados de los ´80, ningún productor entrevistado tuvo participación directa en las experiencias técnico-organizativas de esta primera etapa del proyecto. No es que pasó desapercibida la acción institucional, por el contrario, hay en la memoria una distinción entre la emergencia del cambio varietal con la Experimental del INTA a mediados de 1980, cuyo ingeniero artífice “no vino más que a enseñarnos los injertos”, y el reconocimiento al proyecto nogalero de finales de la misma década. En espe- INTA + UNL 51 cial, a su gestor: “después sí ya andaba el ingeniero PJ. Cuando él ha estado, ya teníamos un asesoramiento. Él ya venía, pero anterior a él no”. Tampoco la participación en las reuniones del proyecto es un relato compartido, pues algunos señalarán que: “bueno… había reuniones masivas que uno ya sabía que iba a venir [el ingeniero PJ] y uno se reunía en el pueblo y daba charlas”. Para otros, “cuando viene don PJ, por ahí le preguntamos alguna cosa, no porque andamos en reuniones”. Sin embargo, asistir o no a las convocatorias del proyecto en los pueblos de Colana no era la única movilización de pasiones y significados que generaba la interfase social creada por la intervención. Fueron tiempos de mucha acción en las fincas y en los mundos de vida locales, de aprendizajes y pruebas en espacios sociales más reducidos (la familia, los vecinos, los amigos). En esos espacios, se adecuaban las prácticas y las estrategias a la evidencia concreta: las plantas injertadas desde mediados de la década de 1980 estaban demostrando calidad y precios. Incentivos económicos y socioculturales traducidos en “yo pienso que de este modo [los injertos] uno quería tener una mejor producción, para poder negociar mejor las ventas”, que estimularon adopciones y adaptaciones tecnológicas. Los encuentros de saberes tecnológicos “tradicionales” con saberes tecnológicos “modernos” en las trayectorias sociales de los productores, construían hibridaciones de conocimientos y de prácticas tecnológicas (Cáceres et al., 1999b). Dicha amalgama de repertorios tecnológicos beneficiosos, “porque en realidad se ganaba en calidad, se ganaba en el precio”, fue recreando otras capacidades y habilidades como el oficio de injertador, construido fuera del proyecto. Eran pericias que acopiaban capital monetario, social y simbólico, como en don Carlos, quien recuerda la trascendencia de su nuevo y reputado arte: “habían ido otros injertadores y le han fallado, visto muchos injertos que no prendieron y bueno después me llamaron a mí unos señores amigos. Y 54 El concepto de subyugación tecnológica alude a la situación que produce en los productores el paradigma tecnológico que fundamenta las tecnologías modernas. Por un lado, conquistan pues generan dependencia tecnológica y, por otro lado, seducen/subyugan dada la efectividad que tendrían para solucionar de forma rápida problemas cotidianos por sus características (efectividad en el corto plazo, incremento de la productividad del trabajo; nuevas soluciones para viejos problemas; e, idea de progreso). 52 Revista Red+ER bueno, de ahí se fueron comunicando y de ahí hicimos para varias personas injertos”. No obstante, la autonomía de acción y participación de los productores frente al proyecto, las entrevistas no dejan entrever discursos y acciones de confrontación al sentido hegemónico construido por la intervención sobre la reconversión varietal y sobre el desarrollo rural. Hubo mucha producción político-cultural de sentidos alternativos, negociados, acordados e intercambiados, pero sin que haya habido voces disonantes. Por el contrario, en Colana se consolidan procesos de subyugación tecnológica (Cáceres et al. 1999a, 1999b)54. Esas dinámicas, fueron sostenidas y acentuadas por el proyecto y la Experimental del INTA, debido a que no recurrieron ni a discursos ni a prácticas que estructuraban la definición oficial del escenario del desarrollo a través de mecanismos duros de coacción social, política, cultural o simbólica. No hubo despliegues que pudieran localizar como Long (1992), lugares donde la manifestación de la agencia de los actores sociales no se expresa o se expresa en un único sentido hegemónico: el de los oficiales de proyecto y la estructura jerárquica de formulación e implementación. En Retiro y Rosario de Colana, los márgenes de maniobra de los nogaleros participantes de las innovaciones tecnológicas y organizativas fueron construidos desde un proyecto flexible que otorgaba prioridad a la reconversión varietal “visible” en fincas y a las estrategias de “contagio” de los nogaleros, no necesariamente ajustadas para todo el proceso productivo. 3. El proyecto nogalero y la articulación de políticas planificadas de desarrollo La segunda fase del proyecto (1994-2001), se asentó en esfuerzos para profundizar la reconversión mediante acciones propias, la colaboración con las nuevas políticas de desarrollo del gobierno provincial y nacional, y el énfasis en la cuestión organizativa. Estas estrategias fueron facilitadas por el acceso a financiamiento directo de una agencia internacional y por el desempeño de los técnicos de la AER Andalgalá como promotores del Programa Social Agropecuario (en adelante PSA). La cuestión organizativa, tendría un cambio respecto a las convocatorias masivas de la etapa anterior. El intento de organizar a todos los productores a partir de las demostraciones en fincas y en capacitaciones con especialistas en formas asociativas, no había dado los resultados “espontáneos” esperados, pues “entraban y salían gente que no estaba muy metida en el grupo”. Ello llevaría, por los aprendizajes y los lineamientos de las nuevas políticas a “trabajar con grupos más reducidos, porque la multitud no llevaba a nada”. La prioridad de inclusión de nogaleros se regiría ahora por el desempeño innovador demostrado en sus propias fincas, es decir, la presencia de la reconversión. La asistencia técnica del proyecto se implementó en el año 1994, a través de un crédito otorgado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El proyecto indicaba que su destino directo era la Cooperativa del pueblo nogalero de Rincón, también en el departamento Pomán. Pero la Experimental determinaría que “las cooperativas no están en condiciones de tomar el crédito”, y que el mismo sería asumido por la Cooperadora del INTA. A pesar de la movilización de los productores para oponerse a ese acuerdo en reclamo de sus capacidades administrativas, el fondo fue gestionado por la organización gubernamental. El proyecto contemplaba una línea crediticia desde un fondo rotatorio, con devolución a largo plazo. Asimismo, el contrato observaba una asesoría técnica/contable para la gestión del crédito y la comercialización de la nuez. La permuta de la organización responsable del crédito, la Cooperadora del INTA en vez de la Cooperativa de Rincón, le quitaría a esta última un margen de maniobra importante en las funciones. El recorte de actuación llevaría a que “la Cooperativa, lo único que hacía, a lo único que se obligaba el productor era estar asociado”. Ese destino, logró que en poco tiempo los productores nogaleros se asociaran, pero “con la finalidad de obtención el crédito y de ver si a futuro podían comercializar nuez a través de la Cooperativa”. Los productores tomaron a la experiencia organizativa como “líneas de créditos individuales”, dejando apenas un pequeño fondo para maquinarias y la gestión de la comercialización. El carácter individual que le dieron al fondo encerraría un quiebre del sentido para el cual el crédito (al que accedían por primera vez), estaba destinado. La reconversión en primer lugar y las mejoras gene- rales en finca en segundo lugar, fueron disputadas como significados con el uso mayoritario del financiamiento para la cosecha. Así también, ese proceso de individuación, de ajuste en relación a sus propios intereses productivos y familiares y, en detrimento de los objetivos del proyecto, implicaría otras readaptaciones. A través del financiamiento recibido habían logrado tipificar la nuez, secarla, diseñar una marca y una etiqueta, el código de barras, los productos fraccionados (pulpa y nuez entera), y envasados al vacío. Todo ello mientras duró la asistencia técnica, pues una vez que terminó el acompañamiento, “no se pudo seguir adelante, porque esto requería de seguimiento permanente”. Las experiencias de comercialización posteriores objetivaron las orientaciones individuales que desdibujaron el rol “compartido” del “poder grupal”. Momentos que exacerbarían la desintegración de solidaridades construidas entre socios/vecinos por la disputa del significado del financiamiento grupal. Dichas pugnas, fueron acentuadas por el corto éxito comercial de la cooperativa y el desconocimiento del mercado. Alineamientos de poder y de subordinación que transformaron la experiencia cooperativa en un suceso crítico. El énfasis en la organización, reforzado por el acceso al financiamiento, les dificultó a los técnicos leer el doble juego social de los productores. Esto es, la adecuación a prácticas colectivas sugeridas por la intervención, por un lado y, por otro, la conservación de sus experiencias y saberes locales (Rodríguez Bilella, 2004). Estos posicionamientos, sólo serían visibles cuando pudieron registrar “gente que un poco se metió en el medio con intereses muy personales para romper la organización”, o socios que “trabajan para acopiadores de afuera”. Primarían así, las relaciones socioculturales cotidianas del pueblo y las formas conocidas de comercializar las nueces. Casi simultáneo con el acceso a aquel financiamiento, los técnicos vislumbraron la posibilidad de profundizar la reconversión varietal utilizando fondos del Programa Social Agropecuario. Como señalan los técnicos “en los diagnósticos participativos [del proyecto Minifundio], siempre salía en los papeles el tema de la falta de acceso al crédito. Bueno, el PSA cubrió esa demanda. Nosotros lo tomamos como una herramienta válida… porque era una oportunidad única”. Esa acción facilitaría en los grupos ya constituidos, INTA + UNL 53 mucha flexibilidad en el cumplimiento de las pautas normativas e institucionales del Programa. Los postulados hegemónicos del programa, como el involucramiento, el enfoque participativo y el empoderamiento (Rodríguez Bilella, 2004), fueran leídos dentro de la trayectoria de desarrollo recorrida por el proyecto Minifundio, pues “[los grupos PSA] eran como pequeños grupos que se formaron con nosotros”. La emergencia del grupo mismo y los requerimientos que debían cumplir para dar con el perfil de homogeneidad, requirió que “teníamos que hacer algún malabarismo o hacerle ver [al PSA] que todos eran productores pequeños, si bien algunos estaban en un perfil más elevado”. Lo mismo sucedió con el postulado hegemónico que homologaba la vida del grupo al ciclo del proyecto (Rodríguez Bilella, 2005). Como reconocen los técnicos: “creo que el PSA fue muy contemplativo”. En cierto modo, porque los primeros proyectos productivos aprobados por el PSA fueron fundados en experiencias organizativas previa de la AER Andalgalá. De allí, que las modalidades de intervención del PSA fueron asumidas como “idénticas” a sus prácticas de extensión asociativa con el proyecto Minifundio. La trayectoria de desarrollo institucional recorrida con el PSA, estaría acentuada por esta perspectiva de los técnicos que no se apartó del sendero de desarrollo transitado desde una década atrás. El recambio varietal, continuaba siendo la meta deseada. De allí que, si bien reconocían fallas “en lo grupal esperado… en lo técnico, yo creo que no tenía discusión”. Sin embargo, la maleabilidad de lo organizativo por parte de los nogaleros en cada acción porque “no ha habido una presión, no se han visto presionados a estar organizados”, motivó y estructuró en los técnicos el discurso de la esencia individual de los comportamientos sociales. Esa marcada “idiosincrasia individualista”, es la que llevaba a los productores a no vislumbrar “las ventajas que tiene el asociativismo”. Los posicionamientos individuales, se manifestaron tras la formación de dos grupos y dos proyectos productivos. Uno de ellos establecido en Retiro de Colana, cuyo crédito estaba destinado a completar la reconversión. Este grupo, conocido como los “Aballay”, estaba constituido por hermanos y primos de una misma familia, quienes habían sido los primeros “innovadores” del cam- 54 Revista Red+ER bio varietal. Con ellos, los “malabarismos” que evocaban los técnicos se reflejaban sin discusión, pues el grupo no cumplía con los requisitos de acceso al PSA que sancionaba la formación de colectivos basados en el parentesco. El otro grupo, fue armado en Rosario de Colana con el fin de comprar una pulverizadora para las campañas fitosanitarias. La identificación relativa de ambos grupos, que operó como criterio de selección de los técnicos de la AER Andalgalá (por fuera de la normativa del PSA), era su participación como beneficiarios en la trayectoria nogalera desde el decenio anterior. La otra identificación de selección, productores nogaleros, fue más controvertida, pues en la etiqueta cabía todo aquel que tuviera nogales. El campo de juego del desarrollo rural, forjado en los pueblos con acciones de extensión rural y la implementación del proyecto Minifundio, fue recreado con los “grupos PSA”, a veces, en detrimento de las innovaciones tecnológicas sugeridas. No obstante, unos “reconvirtieron bastante” y otros compraron la pulverizadora e hicieron la campaña. Pero también, “salieron a hacer servicios a terceros” y “se compraron fincas también”; el crédito, generoso en palabras de los técnicos, “dio para todo”. La inclusión del PSA y sus recursos, incrementó la movilización dentro de los grupos, en los pueblos y fuera de ellos. Eran tiempos de disputas locales, producto de nogales injertados, calidades, precios y coaliciones que recreaban la estructura social. Los “innovadores”, consolidaron sus posiciones socioeconómicas y su liderazgo en los pueblos. Como memoran los técnicos: “los primos o los hermanos funcionaban mucho mejor por la cuestión afectiva, de parentesco entre ellos”. El otro grupo, “no fue tan así”, ya que la disputa por la tenencia de la pulverizadora coadyuvó a cancelar el colectivo. Las rencillas, estaban referían a las posibilidades del grupo para enfrentar el mantenimiento y el deterioro de la “fumigadora”, cuando un productor la utilizaba y “se le echaba a perder”. Argumentaba sus inconvenientes para hacerse cargo, responsabilizando al resto de sus colegas por tal situación. En esas circunstancias, pocas veces se observaba un acuerdo “solidario” entre los miembros del grupo, sino la asunción de los gastos y la tenencia de la máquina por nogaleros mejor acomodados en la estructura socio-económica local. En el relato de los técnicos aquello significó que: “al final terminó regenteándola uno o dos y los demás se apartaron”. Así como en el caso de los “Aballay” la etiqueta innovadora y el parentesco consolidaron una coalición de desarrollo (Cramb, 2003), la apropiación de la pulverizadora por ciertos nogaleros contribuyó a formalizar otra coalición de desarrollo. No obstante, la alteración que pondría punto final a las experiencias de los grupos provendría, desde el relato de los técnicos, de “la política, se metieron políticos del lugar. Gente que empezó a trabajar en política. Los grupos empezaron a tener interferencia de esta gente, bueno…políticos”. Esta fase del proyecto Minifundio con inclusión de proyectos del PSA, coincidió con la hegemonía del Frente Cívico55 desde el año 1995 y la disputa del departamento Pomán al peronismo. Además, la implementación del proyecto Minifundio fue coetáneo con gobiernos nacionales peronistas que implementaron innovaciones institucionales en las políticas públicas como el Programa Social Agropecuario. Por ello, es que la disputa en los pueblos de Colana fue política y mediada por políticas planificadas de desarrollo rural. La asistencialización (Andrenacci, 2006), operaría creando nuevos beneficiarios así como pugnando por los beneficiarios ya existentes. Los combates hegemónicos en el campo de relaciones del desarrollo rural local por la presencia de las políticas y los políticos “que estaban adentro del grupo y otros desde afuera”, motivó en productores de los grupos PSA cambios en las prácticas sociales consolidadas. La afrenta a los técnicos y a otros productores fue: “mire que esto viene del gobierno, que esto es un plan, no hay que devolver el crédito”. La difusión del mensaje interpelaba a la política planificada nacional y 55 Coalición política que, bajo la hegemonía del Partido Radical, gobernó la provincia de Catamarca en forma ininterrumpida entre el año 1991, luego de la Intervención Federal, y el año 2011. 56 Las coaliciones de desarrollo aluden a grupos formales o informales de actores sociales e institucionales que combinan sus recursos estratégicos, comunicativos, simbólicos e identitarios para forzar el cambio técnico o la emergencia de una innovación hacia un determinado sentido. Los propósitos de la formación de redes de actores y sus estrategias de fomento, oposición y defensa, no sólo enfatizan componentes tecnológicos y los recursos de una intervención, sino que inscriben en las coaliciones, sus posiciones e intereses económicos y socioculturales en la dinámica del espacio local. 57 Las Agronomías de Zona son agencias territoriales dependientes de la Dirección Provincial de Extensión Rural. provincial, y legitimaba acciones de algunos nogaleros del grupo que querían confirmarse como beneficiarios obligatorios del Estado. Estas complejidades de los grupos, fueron enfatizadas porque los productores, de acuerdo a las vivencias de los técnicos, “eran de distintos partidos, y eso fue lo que los mató”. En los grupos, la interferencia de los políticos era estratégica, pues los productores nogaleros eran, además de “innovadores”, dirigentes de coaliciones de desarrollo (Cramb, 2003)56. Las políticas planificadas los construyeron, los modelaron y confirmaron como nuevos líderes en los mundos de vida locales. Un técnico, admitía ante esos efectos del proyecto Minifundio y de su propia acción que “nos ha faltado formación en ese aspecto”. Las movilizaciones político-culturales (Pizarro, 2000), de los nogaleros indicaban, que “[los nogaleros] avizoraron otras cosas, vieron que tenían poder y cuando tuvieron poder algunos quisieron sobresalir políticamente y ahí se fracturó el grupo”. 4. Innovaciones tecnológicas y políticas planificadas de desarrollo provincial El recambio varietal del nogal criollo, iniciado en los ´80 y consolidado en los ´90 por el INTA, fue multiplicado en la misma década de 1990 para todas las áreas nogaleras por el gobierno provincial. Esas acciones, se dieron con fuerza a partir del año 1995, tras el afianzamiento del frente gobernante luego de ganar las elecciones provinciales. La renovación del mandato, implicó un cambio en las modalidades de intervención que se reflejó en el diseño e implementación de políticas de desarrollo coordinadas desde la Dirección Provincial de Extensión Rural. Las acciones en terreno, eran ejecutadas por las Agronomías de Zona57, a través de dos políticas, el Programa de Reconversión Varietal y las Campañas Fitosanitarias que ejecutaba el gobierno desde fines de los ´80. Fueron dos políticas de carácter universal modeladas por un enfoque extensionista distinto, sin énfasis en grupos, proyectos o el empoderamiento colectivo. Sí, en cambio, definieron al recambio varietal como la innovación tecnológica clave. En el relato de los técnicos del Proyecto Minifundio, sus experiencias en el cambio varietal INTA + UNL 55 fueron ampliadas “después con la Agronomía de Zona [de Pomán], les cedimos el material genético y ellos, a través de un programa provincial, ampliaron la cosa”. Las acciones en las explotaciones las efectuaban desde la Agronomía de Zona de Pomán, que tenía una informal delegación en Rosario de Colana a cargo de un productor nogalero “innovador”, militante del Frente Cívico y como señalan los entrevistados: “puntero político”. En los pueblos de Colana, los técnicos de la Agronomía de Zona no estuvieron solos en su acción, ya que las coaliciones de desarrollo locales habían forjado alianzas para lograr que las innovaciones se extendieran con mayores niveles de gratuidad. Los costos monetarios implicados en la reconversión, favorecieron la legitimidad de su acceso al espacio local. Aún con los años que llevaba ejecutado el proyecto Minifundio, el cambio no estaba extendido. Por aquellos tiempos habían pasado las posiciones de rechazo al cambio varietal sostenido por los acopiadores, al igual que las expresiones públicas de productores “que defendían a muerte la nuez criolla”. Pero la decisión de reconvertir, todavía creaba una interfase social manifiesta. La reconversión, involucraba disposiciones claras por parte de los nogaleros, pues se trataba de una innovación que implicaba costos productivos, monetarios y socioculturales. El recambio varietal resumía varias situaciones que azuzaban la lógica práctica, las representaciones tecnológicas y las estrategias de los productores (Cáceres et. al., 1999a). Los resultados exitosos a futuro del cambio, inducían resistencias que requirieron que las instituciones gubernamentales apelaran a capacitaciones, reuniones informativas y demostrativas, y al planteo asociativo. La acción gubernamental provincial, no reposó en la atención al proceso de adopción/adaptación tecnológica movilizado por el proyecto Minifundio, así como tampoco pusieron foco en procesos pedagógicos para horizontes cognitivos diferentes (Ferrer y Cáceres, 1999). Por el contrario, la política de extensión provincial descansó en los cánones instrumentales del modelo lineal tanto para el diseño como para la implementación de políticas (Rodríguez Bilella, 2004). Sin embargo, su resignificación local contribuyó a dar cuenta de nuevas relaciones en la construcción del campo de conflictos, negociaciones, aprendizajes y representaciones tecnológicas. 56 Revista Red+ER Como nunca antes, el escenario de las políticas planificadas de desarrollo en los pueblos de Colana observó maniobras que disputaban proyectos individuales, proyectos grupales y frecuentes interpelaciones a las propuestas. Un proceso de formalización de coaliciones/facciones sociales (Cramb, 2003), que se manifiesta hasta el presente tras la participación, la negociación, la organización, los aprendizajes, los acuerdos, la adopción y la adaptación tecnológica. Estos posicionamientos de los actores no eran nuevos, ya que para la segunda etapa del proyecto Minifundio, fue evidente la capacidad de ciertos productores para vincular la definición de “innovadores” con liderazgos en los grupos del PSA. Esos líderes construirían, con las políticas del Estado provincial y las interfases sociales que creaban, nuevas trayectorias de poder en los pueblos y fuera de ellos. A los técnicos de la AER Andalgalá, les resultaba difícil comprender que dichas movilizaciones provenían de la construcción social creada por la acción de sus proyectos. Los comportamientos naturalizados, eran atribuidos al egoísmo que primaba “intereses personales” por sobre “los del grupo”, así como a la estrategia de dividir: “porque, a nadie le conviene que estén organizados”. Sentencias efectuadas desde definiciones esenciales, acerca de lo que debía ser el comportamiento cultural aceptable. En cierto modo, porque esos comportamientos provocaban perplejidades morales, pues ellos formaron a esos “productores de vanguardia, que quieren ser ellos y nada más que ellos… no ser solidario, no tener confianza en el prójimo. No ver las ventajas que tiene el asociativismo”. Para la segunda mitad del decenio de la década de 1990, las interfases sociales de conocimiento y poder eran tan frecuentes en la vida cotidiana de los pueblos debido a la presencia permanente de los técnicos, los grupos, las políticas, los productores y otros actores, que sostenemos para ese período la vigencia de una interfase social que no fue cerrada. Nos parece oportuno incluso, su homologación con el concepto de trayectoria de desarrollo, en tanto éste “es aplicable a la transformación intencional de los sistemas productivos y la organización de los actores en el nivel local en función de metas de desarrollo” (Benencia y Flood, 2005:6). La implementación de políticas planificadas de desarrollo por el gobierno provincial, entró en los mundos de vida locales, forjando encuentros entre actores sociales diversos y discontinuidades en los procesos tecnológicos y socioculturales de los habitantes de los pueblos de Colana, hayan sido o no nogaleros, hayan o no participado directamente de las relaciones construidas. Las discontinuidades, no fueron disputas que dirimían poderes y subordinaciones político-partidarias, aunque las intervenciones provinciales propiciaron la incorporación al campo de negociación de otros actores locales y otras dimensiones de la vida cotidiana no agrarias. La base de los posicionamientos sociales continuaba siendo la producción nogalera, pues el cambio del sistema nogalero tradicional era evidente. Diez años después de comenzada la “revolución de la nogalicultura”, las prácticas de manejo y parte de los itinerarios técnicos se habían modificado. Esos cambios no generaron una homogeneidad que pudiera entenderse como un nuevo modelo. Más bien, el resultado característico fue una multiplicidad de contextos en las fincas, los productores y los hogares que reflejaban resignificaciones a los sentidos tecnológicos hegemónicos de las intervenciones. Se observaba una pléyade de procesos productivos, diferentes manejos tecnológicos híbridos (Cáceres et al., 1999a), en los cuales las nueces selectas, la calidad y los precios estaban presentes. La intervención provincial en los pueblos de Colana fue, además del Programa de Reconversión varietal, mediante las Campañas Fitosanitarias. En todas las entrevistas a productores, las campañas contra carpocapsa, más que la reconversión, fueron señaladas como desquiciadoras de la vida local, además de productoras de readaptaciones y de reinvenciones tecnológicas autónomas. El discurso que se comienza a construir a partir de estas relaciones con las políticas provinciales puede resumirse en dos términos que favorecieron la construcción social de beneficiarios de la asistencia técnica: “dar” y su complemento: “pedir”, en contextos de movilización de facciones del desarrollo. El campo de relaciones del desarrollo rural, recreado por las políticas y las prácticas de los actores, se estructuró en configuraciones locales de poder expresadas en “proyectos” coincidentes con la lógica de las intervenciones (Long, 1992; Cramb, 2003). No obstante, aquel interjuego asimétrico no anuló los márgenes de maniobra de los nogaleros menos favorecidos del “pedir y dar”. Las capacidades de agencia permitieron confrontar experiencias y generar alternativas de acción para resolver las situaciones y poner en práctica respuestas culturales, muchas de ellas asentadas en la construcción de pequeñas redes de solidaridad vecinal, de amistad y de parentesco. Daría lugar también, a procesos de innovación tecnológica como la adopción/adaptación de pulverizadoras, la apertura hacia la asistencia técnica privada y la compra de insumos claves (agroquímicos, fertilizantes, plantas injertadas), en comercios del Valle Central de Catamarca. 5. Convergencias de las políticas planificadas de desarrollo en el nuevo siglo En este punto, el énfasis comprensivo está puesto en dos políticas planificadas de desarrollo que fueron implementadas de manera simultánea en los pueblos de Colana a partir del año 2001, y que completan hasta el año 2005 la larga trayectoria social y de desarrollo creada y recreada por técnicos, productores, habitantes y funcionarios. A pesar de la corta duración temporal, el período fue intenso en modificaciones institucionales, en la redefinición del desarrollo, en las modalidades de intervención y en la reflexión sobre la práctica de la extensión rural. Los impulsos de cambio, permiten reconocer dos fases. La primera de ellas corresponde a los años 2001-2003, cuando las acciones cotidianas de extensión se vieron afectadas por la crisis económica e institucional del año 2001. En el caso del proyecto del programa Minifundio, la falta de fondos a partir de 1998 había determinado que la asistencia técnica a los productores nogaleros: “seguía con el nombre de Proyectos de Minifundio, pero no teníamos financiamiento”. No obstante, las dificultades presupuestarias no inmovilizaron la acción rural, pues hasta el año 2001 los técnicos construyeron acuerdos con los nogaleros, quienes proveyeron combustible para movilizar los vehículos y garantizar la asistencia técnica. La segunda fase temporal, que en su inicio se superpone con la previa, mejoró la situación de privación presupuestaria de la AER Andalgalá. Primero, tuvieron acceso a financiamiento externo al INTA y, luego, por INTA + UNL 57 recomposición presupuestaria propia. La etapa está caracterizada por el fin del proyecto Minifundio, el discurso del desarrollo territorial y la adecuación de la gestión institucional. A comienzos del milenio, la falta de recursos motivó el diseño y la implementación de proyectos que resignificaron la acción rural, mediante el énfasis en el territorio local y la articulación con organismos sectoriales. Fue el caso de los proyectos sobre “investigación adaptativa en el manejo integrado de carpocapsa”, ejecutado por la AER Andalgalá junto con el Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMYZA) del INTA-Castelar y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Catamarca58; y, del proyecto sobre “incremento de la eficiencia del riego en explotaciones minifundistas”, desarrollado en Retiro de Colana por investigadores de la Experimental del INTA-Catamarca59 junto a técnicos de la AER Andalgalá. 5.1. El proyecto de “incremento de la eficiencia del riego” en Retiro de Colana En el proyecto, la participación se rigió al inicio por criterios amplios de convocatoria debido a que el agua de riego era un recurso que involucra a todos los usuarios. En Retiro de Colana, la distribución del agua de riego permitía desagregar regantes, ya que había represas y canales que integraban a usuarios ubicados en la misma línea dentro de un área particular. Pero aún así, un cambio en la organización del sistema como la que se quería introducir, requería de la presencia de todos los productores. Una tarea difícil de lograr, más aún que las convocatorias a la reconversión varietal debido a motivos concatenados. En primer lugar, no todos los regantes propietarios de fincas residían en Retiro de Colana. Varias de las explotaciones estaban con medieros a cargo, quienes no podían tomar decisiones respecto al acceso al riego establecido. En segundo 58 “Estrategias de manejo integrado de Cydia pomonella para pequeños productores nogaleros de las localidades de Mutquín, Colana (Dpto. Pomán) y El Potrero (Dpto. Andalgalá), Provincia de Catamarca”. El proyecto se desarrolló entre los años 2001-2005, financiado por el Programa PROINDER – Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Nación. 59 “Reactivación de un Sector Productivo Tradicional, Retiro de Colana, Departamento Pomán”. Esta iniciativa fue ejecutada entre los años 2001-2004 con financiación del FonCyT y la Secretaría de Estado del Ambiente de Catamarca. 58 Revista Red+ER lugar, la localidad estaba muy organizada en la distribución y control del agua de riego. La recurrencia de conflictos, común en los oasis de riego de la provincia, no se expresaba puesto que como señalan los técnicos: “Colana es lugar muy particular porque maneja muy bien lo que es el tema del riego… porque son muy eficientes regando con el sistema tradicional”. En tercer lugar, el acceso no conflictivo al agua de riego por parte de los usuarios se debía al mantenimiento de “usos y costumbres antiguas”. El agua era significada como un recurso propio de quien lo detentaba, con mínima injerencia de la normativa legal que determinaba la soberanía del Estado provincial sobre todas las aguas superficiales y subterráneas. La constitución de los Consorcios de Riego, organización que usufructúa y administra la minuta y el agua de riego eventual, legitimaba de forma velada los derechos locales. En cuarto lugar, el significado otorgado al agua de riego por los usuarios fue parte de la economía moral del pueblo, continuamente actualizado y no negociado. Ese sentido público no fue desconocido por los técnicos, ya que: “el agua allí es más que sagrada”. En quinto lugar, estaba la fiabilidad del sistema en relación al tipo de riego utilizado (superficial por inundación), adaptado al relieve con pendientes y suelos sistematizados (taza, bordos, mantos), para regar nogales. Esa confianza en la tecnología de riego local y en las prácticas sociales vinculadas, no pudo modificarse con el recambio varietal y el replanteo de la densidad de los montes. No obstante, serían esas particularidades las que luego de tres años de insistencia en el cambio del sistema y del tipo de riego los llevaría a afirmar: “fallamos en el tema de que la gente no lo tomó como propio”. Las razones del fracaso relativo del proyecto, fueron una serie de convergencias culturales en torno a los sentidos y significados otorgados al agua de riego. Otra serie de causas, devinieron del desconocimiento deliberado del campo de relaciones construido en relación a las innovaciones tecnológicas propuestas durante los quince años anteriores y, con ello, la insistencia en implementar políticas planificadas basadas en el modelo lineal (Rodríguez Billela, 2007), el cual llevaba a asumir que la acción social de los productores reposaba en racionalidades instrumentales/estratégicas. La lógica problema-solución en una secuencia sin saltear pasos, debía provocar la adopción inmediata de la innovación tecnológica compleja propuesta, dada la contribución para mejorar la eficiencia técnica del riego y la dotación requerida de agua por el nogal. Los técnicos, repasarían la experiencia desde la reflexión generada por los escasos productores que participaron: “fue algo en que quizás fuimos muy apresurados, pero estaba el dinero, estaba el proyecto, estaba todo para desarrollar. La gente no lo adoptó porque no era bueno cambiar toda una cultura de riego... había que reformular toda la minuta y eso es muy traumático”. La modificación fue tan traumática en un espacio de pura racionalidad, que dejaba poco margen de maniobra a los productores. La interpelación a la definición del complejo agua-sistema de riegotipo de riego, sostenida por los investigadores, se tornó en disputas conflictivas que oscurecerían las razones prácticas de la innovación inducida. Pocos productores lograrían comprender que hasta la misma representación del agua debía mutarse, “cambiar un concepto que todavía el productor no lo llega a visualizar a pleno, porque claro el agua…por riego por goteo uno no ve lo que está bajo el suelo, no ve el bulbo húmedo, la tierra húmeda. Al no verla, es como dice el refrán, ver para creer”. La materialidad cultural del agua, fue desligada como producción simbólica de los sujetos que la producen (Bourdieu, 1991). Allí los desencuentros, las interfaces sociales en las reuniones, en las prácticas de terreno, en la construcción de la infraestructura de riego, en los hogares y en las fincas. El “agua sagrada” era un potencial campo de disputa cerrado e individual antes de la ejecución del proyecto. Con la propuesta, su enunciación como recurso que debía tornarse colectivo o impersonal, daría lugar a resistencias y enfrentamientos con los técnicos. Ese escenario de la extensión y el desarrollo rural creado en Retiro de Colana por el proyecto de riego, no recogió adhesión sino rechazo generalizado. Fue una interfase social fundada a partir del conflicto, lo que motivo tanto capacidad de agencia manifestada como confrontación de los nogaleros. Esas resistencias no llegaron a formar coaliciones de desarrollo, pero forzaron la dirección del proyecto mediante el rechazo explícito o la no asistencia a las convocatorias. Resultaba inexplicable para los productores, asumir que toda su agua propia iba a parar a un estanque colectivo y desde allí podían regular la disponibilidad real que la planta necesitaba a partir del riego por goteo. Como en el caso del bulbo húmedo, la encrucijada consistió en cómo saber que el agua propia que le sobraba con el aumento de la eficiencia de riego estaba en el estanque o si con el nuevo sistema resultaba posible que varios productores regasen al mismo tiempo. La paradoja siguiente fue cómo saber que aquella agua propia en reserva, pero que la usaban y la devolvían sus colegas, la tendría disponible para el próximo riego. En sus repertorios culturales, la mezcla de aguas de riego no admitía identificar el agua de riego propia, la que además podía ser utilizada por otro usuario y él usar la de este último en el turnado siguiente. Esas incertidumbres en las prácticas sociales, marcaron nuevas discontinuidades de la vida social local (Rodríguez Bilella, 2005). Serían reconocidos por los técnicos de la AER Andalgalá años más tarde como reflexiones sobre lo actuado, afirmando que: “estos procesos se tienen que dar solos o se tienen que dar en una forma paulatina y no vertiginosa. La gente no quiere cambios drásticos o bruscos”. También más tarde, esas críticas sobre procesos de inducción tecnológica extremos estarían justificados por la evidencia, en algunos nogaleros, de adaptaciones autónomas al riego gravitacional y al riego por goteo expresados en tecnologías híbridas o de interface (Cáceres et al, 1999a). 5.2. El proyecto “Estrategias de manejo integrado de Carpocapsa” En el proyecto, la selección de nogaleros fue rígida por el carácter de investigación adaptativa. Los recursos provistos por el proyecto requirieron un número determinado de fincas de ensayo durante tres años, más otras fincas establecidas como testigos. Hubo cuatro productores de Retiro de Colana con asistencia técnica semanal, cuya selección estaba marcada por la evidencia de reconversión. Además, estos desarrollos tecnológicos se experimentaban por primera vez en áreas nogaleras, por lo cual se acentuaban los controles de las explotaciones donde se realizaban los ensayos. Si bien el proyecto no suplantó las acciones cotidianas de extensión rural para todos los productores, el arbitrio justificado de elección de INTA + UNL 59 ciertos nogaleros y no otros, entretejió nuevas tramas sociales. En parte debido al manejo comunicativo de la situación hacia dentro del pueblo por los productores beneficiados y, en parte, por el significado que le otorgaban los nogaleros no favorecidos a las visitas de los técnicos al pueblo destinadas a controlar los ensayos. Los murmullos y voces disonantes que provocaba el acceso diferencial a recursos, se tornaban relatos públicos en los espacios de comunicación general de los resultados del proyecto. En esas convocatorias masivas para todos los productores del pueblo, fue recurrente el planteo de la participación condicionada. La interpelación al proyecto, desde los “proyectos” particulares de los nogaleros que asistían a las jornadas, se resumía en la permanente demostración de la identidad como “nogaleros” y, por lo tanto, merecedores de los mismos recursos que los beneficiados. Esas pasiones, fueron realzadas aún más por los éxitos técnicos del proyecto año a año que les implicó darse cuenta que: “en el tema sanitario estaban perdiendo mucha nuez… que el 30% de la nuez quedaba en el suelo y eso se lo multiplicamos por el precio del producto y eso con lo que pierden con nuez que está rancia o que es de mala calidad, se terminan dando cuenta que pierden más del 50% en dinero”. Así, las maniobras de los productores sumaban a su confrontación no sólo el trato diferencial a ciertos productores que recibían gratuitamente insumos, asesoramiento y seguimiento de sus fincas, sino también los recursos monetarios perdidos por la calidad de la nuez. Esas perspectivas, fueron además acentuadas por la presencia de otros profesionales que acompañaban, a los técnicos de la AER Andalgalá en la asistencia a los productores seleccionados. La presencia de técnicos foráneos y los afectos que construían con los nogaleros de los ensayos, fueron leídos por los no beneficiados, como propiciadores de sentidos confrontados en el espacio del proyecto, aun cuando las acciones de extensión rural no habían mermado. Los foráneos aludidos, incluían a una investigadora del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola –IMYZA-, del INTA-Castelar, así como a investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Catamarca. Los extensionistas de la AER Andalgalá, señalarán en relación a esta última inclusión de técnicos como: “una de las prime- 60 Revista Red+ER ras intervenciones con otras instituciones”. La participación de docentes de la Facultad, arrimó trayectorias individuales, facilitó la articulación de organismos y propició la convergencia y la consolidación de un equipo interinstitucional. Las trayectorias individuales incorporadas, abrevaban al inicio en un campo disciplinar específico y vinculadas a la investigación básica. Aquellas experiencias de investigación, no estuvieron exentas de aprendizajes con las orientaciones de los nogaleros. El conocimiento aprendido y probado sobre el manejo de plagas en ámbitos académicos, ávido de volcarlo a sus “verdaderos” usuarios en forma rápida, pasaría muchas veces a segundo plano por prácticas tecnológicas locales que llevaban veinte años en readecuación, sedimentación y negociación. Por momentos, el saber científico quedaba velado por la carencia de interlocutores y la dinámica temporal del trabajo en los pueblos que, ante la convocatoria a la charla técnica, “algunas veces iban, pero si había cosecha o algún otro hecho que llamaba más la atención, iban a lo otro y no a nuestras charlas”. Las incertezas frente a la neutralidad del conocimiento que se quería extender, objetivaron en los técnicos de la Facultad dos posturas secuenciales. Por un lado, la incomprensión inicial de la cultura local, los procesos de producción simbólica que implicaban esquemas de percepción, pensamiento y acción (Pizarro, 2006). Eran procesos que iban más allá de la cultura como producto y costumbres, que era la definición usual en el discurso técnico (Rodríguez Bilella, 2007). Por otro lado, nuevas respuestas y posicionamientos frente a las incertidumbres fortalecieron las capacidades, igual que en los técnicos del INTA, para leer los mundos de vida y sus comportamientos. Se pudo explicitar que: “siempre se ha intervenido desde nuestro escritorio, desde nuestra visión, de lo que pensamos nosotros y parece que piensan ellos”. Pero también, porque esa visibilidad del rol jugado en los pueblos permitió el reconocimiento de que: “si bien uno trabaja en un grupo, cada ser es singular… y cada uno tiene sus características”. Con ello, no queremos resaltar necesarias conversiones etnográficas, sino marcar momentos en que la reflexibilidad de los extensionistas facilitó la atención a “lo social” (Pizarro, 2006). Ello permitió avanzar en la desmitificación del lugar sacralizado que le asignaban a lo social, así como resignificar comprensiones de la acción social de los productores y el lugar central que tenían en el proyecto. La atención a los repertorios culturales nogaleros, había estado presente muchas veces desde su consideración como racionalidad estratégica. No por ello, dejó de colarse y de manifestarse en las prácticas y en las representaciones de los técnicos sobre el escenario de las intervenciones. 6. Conclusiones El enfoque orientado al actor (Long 1989, 1992), permitió dar cuenta que las políticas planificadas de desarrollo y extensión rural no son sólo proyectos y actores con libretos que habilitan y anticipan sus acciones. Las prácticas sociales y las orientaciones de nogaleros y técnicos que durante décadas entremezclaron sus repertorios culturales creando y recreando las intervenciones y sus mundos de vida, confirman las relaciones que sostiene esa perspectiva teórica. Una confirmación en la quedan contempladas las relaciones entre la estructura y los sujetos, mediadas por juegos de conocimiento, agencia y poder. Las conclusiones que exponemos intentan reflejar, enfatizando la memoria social de los técnicos, algunos procesos sociales significativos en las intervenciones sucesivas. Los informes de los técnicos, a los efectos de legitimar el lugar ocupado en relación a los requerimientos de sus instituciones sobre las políticas planificadas de desarrollo, mencionan por lo general resultados cuantitativos auspiciosos. Aún con estos resultados provisionales alentadores señalan que, muchos logros del cambio tecnológico resultaban exitosos mientras la continuidad de la asistencia técnica y de recursos estaba presente o cuando los productores lograban objetivar en ingresos monetarios los beneficios de las innovaciones en varias cosechas. Este discurso del fracaso relativo de la reconversión, sigue siendo dominante en relación a procesos de adopción y adaptación tecnológica para nada lineales. Sin que hayan desconocido las movilizaciones que provocaban sus sugerencias técnicas en los actores sociales y sus mundos de vida, la explicación de adopciones completas, incompletas o la no adopción se resumía en: “si no lo ve o no lo ve muy claro, a lo mejor nosotros hemos sido muy malos transmisores de eso o a lo mejor el productor no está del todo concientizado de que tiene que ser así”. En esos argumentos, los desvíos a la propuesta tecnológica eran naturalizados como características culturales de productores, acopiadores, seres humanos, la política y los políticos. La neutralidad social de las tecnologías y de la intervención descansaba en el oficio de extensionista y las acciones tendientes a mejorar las fincas, la producción y la comercialización a través de la transferencia educativa y los mejores afectos humanos. Esas certidumbres, consideraban que las innovaciones y su adopción se correspondían con la lógica del conocimiento científico que lo sustentaba y con la certeza de su valor en terreno. Fue una postura fuerte que, sin embargo, permitió construir y operar con una definición amplia de adopción tecnológica y de la calidad de adoptantes de los nogaleros. En el discurso y en la práctica de las diferentes intervenciones, la reconversión varietal se constituía por la propia dinámica de los procesos de implementación, por las visiones institucionales y por los extensionistas, en el vector tecnológico. En veinte años de intervenciones, tras el recambio varietal, el cambio de los nogales criollos no sólo fue movilizado por muchos productores de manera directa e indirecta, sino que los nogaleros le imprimieron sentidos diversos a la incorporación de innovaciones. Esos sentidos, fueron leídos por la experiencia de los técnicos, pero centrados en la adopción y la adaptación de tecnología en fincas y explicados como comportamiento racional de los nogaleros frente al acceso a la asistencia técnica o el balance costo-beneficio monetario. Pero, aún centrados en la dimensión tecnológica, la perspectiva de los técnicos transitó entre dos consideraciones simultáneas acerca de la adopción tecnológica. Por un lado, la tesitura que piensa a la tecnología como fuente principal (Cramb, 2003), de un proceso lineal a través del cual aquella se crea o se inventa, se recrea o se adapta en la investigación científica, luego se vuelve adaptar y difundir por los técnicos en terreno, hasta que está lista para que el productor la adopte. En muchos de los relatos de los técnicos, se filtra esta postura vinculada sobre todo a la subyugación tecnológica por el significado transformador asignado al recambio varietal. Por otro lado, los técnicos también se hicieron cargo de la postura que comprende al proceso de adopción tecnológica desde el enfoque de fuen- INTA + UNL 61 tes múltiples (Cramb, 2003)60. La propia dinámica local que iba tomando la reconversión, el encuentro de conocimientos y de prácticas de manejo que propiciaba y las múltiples adaptaciones que provocaba, dificultaban pensar en un proceso unidireccional de adopción tecnológica. Más bien, en readecuaciones y resignificaciones entre viejas y nuevas tecnologías o entre tecnologías tradicionales y tecnologías modernas. Esas reinvenciones tecnológicas no sólo se daban en un único momento temporal (el inicio del cambio varietal), sino que podían darse a lo largo del tiempo, aún sobre adaptaciones ya efectuadas. Esos tiempos correspondían entre otras situaciones, cuando la asistencia técnica presencial no estaba; cuando los acuerdos de la asistencia técnica presencial requerían el desarrollo posterior de actividades por cuenta de cada productor en su finca; cuando los nogaleros que asistían a las “demostraciones” por curiosidad experimentaban las nuevas tecnologías solos o con sus vecinos que ni siquiera habían merodeado las pruebas; cuando en el hogar la familia decidía la incorporación de cambios en la finca; cuando los primeros que reconvirtieron desparramaron el mensaje y las pericias por los pueblos una vez confirmadas las bondades de las variedades; cuando otros actores sociales incitaron el recambio; y, cuando la reconversión pasó a ser una política del Estado provincial. Esa configuración sobre el proceso de adopción/adaptación tecnológica es menos explicativa que la revolución nogalera erigida por el cambio varietal, pero está presente en relatos de los extensionistas sobre las intervenciones. Esas situaciones de adopción y de adaptación autónoma del recambio varietal aunque no fueron obviadas por los técnicos, no pudieron leerse como prácticas socioculturales jugadas en un contexto más amplio que la racionalidad instrumental de la transferencia tecnológica. Sobre todo, cuando se trataba de casos en los cuales los técnicos no los 60 Para este enfoque las innovaciones tecnológicas no sólo se originan en laboratorios o en estaciones de investigación, sino en fuentes múltiples que incluyen a los extensionistas, los productores, las formas asociativas, organizaciones no gubernamentales, empresas privadas y agencias territoriales de extensión. La tecnología contiene componentes viejos y nuevos, y es modificada en el tiempo por prácticas tecnológicas diversas. Por tanto, no supone la progresión unidireccional de la investigación a la extensión rural y de allí, a la adopción plena de los productores. 62 Revista Red+ER habían tenido involucrados como partícipes directos. El dilema fue y sigue siendo, cómo leer adopciones/adaptaciones tecnológicas autónomas y múltiples, cómo comprender actitudes y lógicas productivas y tecnológicas de los productores, y cómo comprender el discurso del fracaso relativo de un proyecto. Ese contexto de adopciones/adaptaciones tecnológicas autónomas y resignificadas, involucró a todas las políticas planificadas implementadas. Con esto queremos señalar que el proceso de innovación tecnológica local existía y era recreado en las prácticas cotidianas de los nogaleros, aún cuando desde la lógica institucional la innovación parecía estar ligada a tiempos de comienzo y fin del proyecto. Creemos haber comprendido que los procesos de adopción/adaptación del cambio varietal se inscribieron en escenarios más amplios de creación y recreación de repertorios culturales. Bibliografía • Andrenacci, L. comp. (2006). Problemas de política social en la Argentina contemporánea. Buenos Aires, Prometeo Libros. p. 344. • Benencia, R; Flood, C. coords. (2005). Trayectorias y contextos. Organizaciones rurales en la Argentina de los ´90. Buenos Aires, La Colmena. 408 p. • Bourdieu, P. (1991). El sentido práctico. Taurus, Madrid. 419 p. • Cáceres, D; Silvetti, F; Ferrer, G; Soto, G; Crespo, H. (1999ª). Lógicas productivas y prioridades tecnológicas de pequeños productores y técnicos que interactúan en proyectos de desarrollo rural. Cuadernos de Desarrollo Rural no. 43: 81-95. • --------; Silvetti, F; Soto, G; Ferrer, G. (1999b). Las representaciones tecnológicas de pequeños productores agropecuarios de Argentina central. 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