Trayectorias de desarrollo y extensión rural en los pueblos nogaleros
de Rosario y Retiro de Colana
(Departamento Pomán, Provincia de Catamarca)
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Rodolfo Cruz49, Maria del Carmen Fernández Górgolas50
Palabras clave: interfases sociales - políticas planificadas - productores nogaleros - trayectorias de desarrollo
y extensión rural
Introducción
El artículo, tiene el propósito de comprender e
interpretar tres cuestiones conexas. Por un lado,
las trayectorias de desarrollo51 y extensión rural
de organizaciones públicas que implementaron
acciones de innovación tecnológica con productores nogaleros en las localidades de Rosario de
Colana y Retiro de Colana del departamento
Pomán (Provincia de Catamarca), entre 1989 y
2005. Por otro lado, el impacto y los efectos
socioculturales y socioeconómicos que sobre la
dinámica de los mundos de vida cotidianos provocaron las políticas planificadas de desarrollo. Por
último, la memoria de los técnicos en relación a
sus modalidades de intervención y la reflexión
sobre la propia práctica de extensión.
En relación a ello, sostenemos que las políticas planificadas (planes, programas y proyectos)
49 Lic. en Historia. Mg en Estudios Sociales Agrarios. Cátedra de
Extensión Rural – Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad
Nacional
de
Catamarca
(Argentina).
E-mail:
rodolfodcruz@yahoo.com.ar
50 Ing. Agr. Cátedra de Zoología Agrícola - Facultad de Ciencias
Agrarias de la Universidad Nacional de Catamarca. Argentina.
51 “El concepto de trayectoria alude a la modificación, a lo largo
del tiempo, de una determinada experiencia social organizada.
Abarca diversas dimensiones que se expresan en prácticas grupales dirigidas al logro de metas, predeterminadas o no, resultados
y productos, a partir de su interacción con otras organizaciones y
con el Estado, en función de un contexto de oportunidades, de
políticas, programas y proyectos económicos y sociales, de transacciones económicas y de acceso a tecnologías, de disponibilidad
de recursos naturales y de restricciones ambientales”.“…es aplicable a la transformación intencional de los sistemas productivos
y la organización de los actores en el nivel local en función de
metas de desarrollo. De ahí que se pueda hablar, incluso, de trayectorias de desarrollo para aludir a la evolución de una política
o un programa, y no sólo para hacer referencia al recorrido organizativo de los actores colectivos (grupos) involucrados”
(Benencia y Flood, 2005:2-6).
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crean y recrean un espacio social, que incluye a
las innovaciones tecnológicas sugeridas, que se
inscribe en los complejos mundos de vida locales.
Los actores sociales, en especial los beneficiarios,
no se muestran como sujetos pasivos, receptores
neutros de las diferentes innovaciones propuestas por los técnicos, sus organizaciones y las políticas planificadas. El espacio social de la implementación de proyectos muestra también otras
utilidades conscientes o espontáneas que le agregan los productores a las acciones de extensión;
capacidades de los actores locales para resignificar acciones cuya linealidad productiva, organizacional o participativa parecería, en apariencia,
innegable.
En la ejecución de la extensión rural, los actores ponen en juego prácticas sociales, saberes,
estrategias, intereses y experiencias distintas a
las esperadas por el proyecto. Los significados
hegemónicos de cualquier política planificada de
desarrollo, suelen ser internalizados, procesados,
traducidos y cambiados desde la diversidad de
repertorios socioculturales locales (Long 1989,
Rodríguez Bilella, 2004). Asimismo, en esos espacios locales creados por las intervenciones
gubernamentales tampoco los técnicos son actores pasivos. En esos campos socioculturales, se
relacionan prácticas sociales y acciones de productores y hogares, pobladores, organizaciones y
técnicos, para articular demandas, identidades,
estrategias y discursos que interpelan las intenciones del proyecto y de las políticas públicas.
Así, construyen y moldean tanto el proyecto como
el escenario de la intervención rural en situaciones no exentas de poder y subordinación, dado
los recursos puestos en juego en la construcción
del desarrollo en los pueblos de Colana.
Como señalamos, en ese espacio se ejecutaron acciones de extensión rural desde la década
de 1960 hasta el presente, pero nos ocupamos en
concreto de los años 1989-2005. Las políticas planificadas comprendidas se ejecutaron mediante
proyectos, en los cuales participaron: productores, sus familias y formas asociativas; pobladores
locales; extensionistas de la Agencia de Extensión
Rural de Andalgalá del Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria (en adelante AER
Andalgalá); investigadores de la Estación
Experimental Agropecuaria del Instituto Nacional
de Tecnología Agropecuaria-Catamarca (en adelante, la Experimental del INTA); docentes de la
Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad
Nacional de Catamarca y técnicos de la
Agronomía de Zona de Pomán, dependiente de la
Dirección Provincial de Extensión Rural.
El período temporal, fue seleccionado para su
examen porque en 1989 se aprueba y ejecuta el
primer proyecto específico para productores familiares de nogal en la zona. Por su parte, el año
2005 marcó el final de cómo se pensaba, diseñaba e implementaba la extensión rural en distintas
instituciones. Esa trayectoria temporal y espacial
no fue lineal, sino que recorrió dos etapas con
fases diferentes. La etapa básica abarcó los años
1989-2001 dentro del “Proyecto integral de reactivación socioeconómica del pequeño productor
nogalero de los departamentos Pomán y
Andalgalá” a cargo de la AER Andalgalá.
Dicho proyecto, en una primera fase (19891993), se caracterizó por los acuerdos con municipios, productores y asociaciones, la instalación
de la reconversión varietal a través de capacitaciones masivas, demostraciones en fincas y los
intentos para organizar a todos los productores.
La segunda fase (1994-2001), profundizó la reconversión, la formación de grupos y el apoyo experiencias colectivas de administración de maquinaria, compra de insumos, procesamiento y comercialización de nuez. También en la fase hubo complemento de actividades estratégicas y grupos
operativos del proyecto con políticas planificadas
nacionales y de la cooperación internacional que
aportaron el financiamiento.
Asimismo, esta segunda fase del proyecto de
la AER Andalgalá fue simultánea con políticas planificadas del gobierno de Catamarca. Desde el
año 1995 la presencia de la extensión rural provin-
cial para productores de nogal fue evidente a través del Programa de Reconversión Varietal y el
refuerzo de las Campañas Fitosanitarias ejecutadas desde finales de los ´80. Dicho programa,
extendió a todas las áreas nogaleras de la provincia las experiencias del INTA. Con base en sus
agencias territoriales, las Agronomías de Zona,
las acciones fueron ejecutadas en los pueblos de
Colana de forma masiva y universal, desde la oferta de bienes y servicios disponibles, y con poca
vinculación con los procesos grupales previos. A
ello, se agregó el uso político de la asistencia técnica debido a que el departamento Pomán era un
bastión del partido opositor al gobierno provincial.
El período temporal elegido en el artículo, culmina con la etapa que comprende los años 20012005, que también estuvo caracterizada por dos
fases. La primera, abarcó los año 2001-2003 y fue
marcada por la crisis económica e institucional de
la Argentina y su impacto en el financiamiento de
la extensión rural en los pueblos de Colana. Dicha
fase marcó el final del proyecto nogalero de la
AER Andalgalá que desde finales del siglo XX
tenía dificultades presupuestarias. Las políticas
provinciales pasaban por situaciones similares,
ya no tenían carácter masivo, sino acotado a las
demandas de las Asociaciones Cooperadoras de
las Agronomías de Zona u organizaciones con
maquinaria.
La segunda fase temporal de la etapa, se solapa con el inicio de la anterior. Mejoró el estado
presupuestaria de la AER Andalgalá con el acceso
a financiamiento externo y del INTA; situación no
reflejada en las políticas provinciales. La fase está
caracterizada por las reflexiones institucionales
sobre el desarrollo rural territorial, la institucionalidad y las nuevas modalidades de hacer extensión involucrando actores locales. Para Colana, la
AER Andalgalá formuló y ejecutó dos proyectos
con eje en el territorio local articulados con varios
organismos sectoriales, aunque con modalidades
de extensión diferentes.
1. La estrategia metodológica
Los resultados que presentamos, están originados en una investigación cualitativa con diseño
flexible, abordada como un estudio de caso
mediante el enfoque teórico-metodológico orien-
INTA + UNL
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tado al actor y el análisis de las interfases sociales de conocimiento y poder (Long 1989, 1992)52.
Las unidades de análisis comprendieron: individuos; políticas de desarrollo rural y sus informes
de procesos y resultados; y documentos técnicos
sobre el sector nogalero provincial. Los individuos
incluyen, por un lado, a técnicos de organizaciones estatales de extensión rural en la zona o fuera
del área que participaron entre los años 20062012 del proyecto “Fortalecimiento de la producción, la comercialización y la organización de productores nogaleros en los departamentos Pomán
y Andalgalá”. Experiencia diseñada y asumida
como convergente de las trayectorias de extensión rural. Los cinco técnicos que fueron seleccionados, participaron en el itinerario de programas
y proyectos, dos de ellos en forma completa.
Por otro lado, los individuos incluyen a un
grupo de doce productores de Rosario de Colana
y Retiro de Colana que también participaron del
proyecto mencionado arriba. Los productores
(varones y mujeres), residen en la zona, la mayoría tiene más de 50 años y tuvieron participación
diferencial en el proceso temporal de las políticas
de desarrollo y extensión rural. Algunos fueron los
primeros en recibir, 30 años atrás, asistencia técnica en sanidad y reconversión varietal y transitaron
por todas las intervenciones; mientras otros registran trayectorias individuales por una o dos políticas ejecutadas. Así, la muestra es intencional y el
criterio de selección de individuos es la participación como productores o como técnicos de las actividades planificadas y programadas del proyecto
señalado y la actuación en al menos una de las
políticas planificadas de desarrollo anteriores.
La información cualitativa estricta, fue obtenida mediante observación sistemática con guías y
registros, y entrevistas semi estructuradas. Las
52 “Por interfases sociales se alude a las áreas de conocimiento
e interacción que median las perspectivas de una gran diversidad
de actores: estatales y no gubernamentales; la población destinataria de los programas sociales, los proveedores de crédito, de
tecnologías, maquinarias, herramientas e insumos...Constituye
un campo socialmente construido a partir de a negociación, la
evitación y el conflicto. En él se define la distribución de recursos
y la legitimación de las formas de intervención de los distintos
actores intervinientes” (Benencia y Flood 2005:5).
53 Este proyecto correspondía al Programa Minifundio que constituyó la primera política planificada de desarrollo para pequeños
productores del país. El programa fue administrado en la
Catamarca, al igual que en toda la Argentina, por el INTA a través
de la Unidad de Planes y Proyectos de Investigación y Extensión
para Productores Minifundistas.
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Revista Red+ER
entrevistas individuales con productores y los técnicos, nos permitieron acercarnos a una descripción densa de los actores, los fenómenos locales,
las trayectorias individuales e institucionales, así
como a la complejidad del contexto de las políticas planificadas de desarrollo. La intención de forjar entrevistas en profundidad, pero semi-estructuradas, se debió a la necesidad de construir
desde la perspectiva de cada actor social entrevistado, relatos sobre el pasado. Esas memorias,
casi biográficas, propiciaron el acceso a los sentidos y significaciones de la diacronía personal en
vinculación a la acciones de extensión rural y a la
reflexión sobre la propia práctica en el caso de los
técnicos.
Las entrevistas, fueron estructuradas de
acuerdo al actor social y luego por temas sobre la
base de momentos temporales vividos. Dado el
interés en procesos y actores de políticas planificadas de innovación tecnológica, se incluyeron
interrogantes sobre: a) las estrategias y prácticas
sociales de productores nogaleros y técnicos para
cumplimentar y lograr sus objetivos particulares
de desarrollo rural; b) las acciones emprendidas
por productores y técnicos frente a las intervenciones; c) las modalidades de extensión de distintas políticas; c) el contexto macro-estructural de
las políticas, las definiciones de desarrollo en disputa y su relación en el campo local; d) la construcción de relaciones socioculturales entre técnicos y productores; e) los conocimientos, las prácticas sociales y las acciones de productores y técnicos en cuanto a las innovaciones tecnológicas y
los cambios en la organización del proceso productivo y la economía de los hogares.
2. Trayectorias sociales y de
desarrollo del proyecto nogalero
En 1989, el “Proyecto Integral de Reactivación
Socioeconómica del pequeño productor nogalero
de los Departamentos Pomán y Andalgalá”53, (en
adelante, proyecto Minifundio), estaba aprobado
y sería ejecutado por la AER Andalgalá en dos
fases de intervención diferentes. En la primera
fase (1989-1993), las acciones se concentraron en
la creación de espacios de capacitación para la
difusión de la reconversión varietal y en el fomento del desarrollo organizacional. La implementación del proyecto, si bien ajustada a un modelo de
grupo preestablecido, se hizo sobre la base de la
extensión rural como participación (Cimadevilla,
2003). Fue apoyada mediante acuerdos verbales
previos con autoridades municipales de los pueblos y con asociaciones o con grupos de productores.
Para cada localidad, se destinó una semana
particular, dentro de la cual el equipo de técnicos
se instalaba 3-4 días. En ese lapso, programaban
y ejecutaban en tiempo real actividades acordadas, bajo el supuesto de “lo que ellos querían
hacer”, aunque como sostienen los técnicos, esas
acciones eran “el apronte antes de la reconversión varietal”. Cuando llegó la primavera (septiembre-octubre), “se procedió a lo que fue reconversión varietal”, en las explotaciones. Este proceso construyó en cada finca, en los hogares y en
los pueblos, interfases sociales donde los saberes locales y los sentidos que provocaba la reconversión se interrelacionaban con las prácticas de
los técnicos.
Fueron conocimientos, prácticas sociales y
aprendizajes en continua exposición y recreación
socio-cultural que facilitarían incluso, superar las
metas, pues “en un primer año teníamos planificado injertar unas 180 plantas y llegamos a injertar creo, cerca de 400”. Conquistados por la innovación tecnológica, la reconversión al “segundo
año se multiplicó por diez porque bueno, ya lo
empezaron a hacer la gente”. Dado que la implementación de la política planificada tenía un componente asociativo, el grupo o la asociación ya
formada, era un requisito ineludible. Aún así, los
grupos se tornaron en un colectivo flexible y
estratégico para los objetivos de la intervención.
De tal manera que, en esta etapa y en la siguiente, no fueron considerados como grupos operativos sino como una organización productiva
homogénea (productores nogaleros), que comportaba la identidad requerida y necesaria para
participar de la reconversión y sus beneficios.
Con aquello, no queremos señalar que no
estaba presente en los técnicos de la AERAndalgalá la concepción del grupo empoderado
como modelo de gestión colectiva (Rodríguez
Bilella, 2007). La confianza en la innovación tecnológica que extendían como solución al problema socioeconómico y comercial de las áreas
nogaleras, operó por encima del ideal de una
sociedad organizada. En ese sentido, la reflexión
de un técnico indicaba: “creo que en eso [los grupos], hemos hecho demagogia, por así decirlo,
porque buscábamos resultados”. Era un discurso
necesario para extender la reconversión a través
de la disposición diferencial de recursos del proyecto, ya que “las organizaciones o el grupo de
productores que estén organizados el proyecto
les va proveer en forma de comodato una motosierra para que realicen el trabajo…y todos los
insumos”.
Esas prácticas, estaban acentuadas por la lógica extensionista de servicio público universal que
modelaba la modalidad de intervención y también
por las definiciones de grupo de la Experimental
del INTA y el significado otorgado en las metas
institucionales. Desde allí, se comprende la definición flexible del vocablo “grupo” y la ligazón
con términos similares (lo organizativo, el asociativismo u organizaciones), que remitían a multitud de productores más que al grupo operativo
con “perfiles” homogéneos. En la memoria, las
convocatorias “prácticamente eran reuniones con
grupos ya formados, incipientes y después podía
ir cualquiera”, pese a que, al “principio eran todos
parte [del grupo]”.
La implementación del proyecto y la estrategia
organizativa asumida en esta primera etapa, a
través del uso colectivo de la motosierra, la distribución de insumos y las campañas fitosanitarias
acotadas derivó, desde la perspectiva de los técnicos, en éxitos promisorios medidos en nogaleros participantes y nogales reconvertidos. Pero
también, en el margen de maniobra que adquirieron los productores organizados, quienes al final
de la primera etapa del proyecto fueron comprándose en forma independiente sus propios equipos, devolvieron las motosierras cedidas en
comodato “que ya estaban liquidadas”, y “ya
empezaron a funcionar, no digo solos, pero casi
en forma autónoma”.
¿Cómo fueron vividos estos procesos por los
productores? Pese a que habían asistido a la revolución de la nogalicultura a mediados de los ´80,
ningún productor entrevistado tuvo participación
directa en las experiencias técnico-organizativas
de esta primera etapa del proyecto. No es que
pasó desapercibida la acción institucional, por el
contrario, hay en la memoria una distinción entre
la emergencia del cambio varietal con la
Experimental del INTA a mediados de 1980, cuyo
ingeniero artífice “no vino más que a enseñarnos
los injertos”, y el reconocimiento al proyecto
nogalero de finales de la misma década. En espe-
INTA + UNL
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cial, a su gestor: “después sí ya andaba el ingeniero PJ. Cuando él ha estado, ya teníamos un
asesoramiento. Él ya venía, pero anterior a él no”.
Tampoco la participación en las reuniones del
proyecto es un relato compartido, pues algunos
señalarán que: “bueno… había reuniones masivas
que uno ya sabía que iba a venir [el ingeniero PJ]
y uno se reunía en el pueblo y daba charlas”. Para
otros, “cuando viene don PJ, por ahí le preguntamos alguna cosa, no porque andamos en reuniones”. Sin embargo, asistir o no a las convocatorias del proyecto en los pueblos de Colana no era
la única movilización de pasiones y significados
que generaba la interfase social creada por la
intervención. Fueron tiempos de mucha acción en
las fincas y en los mundos de vida locales, de
aprendizajes y pruebas en espacios sociales más
reducidos (la familia, los vecinos, los amigos). En
esos espacios, se adecuaban las prácticas y las
estrategias a la evidencia concreta: las plantas
injertadas desde mediados de la década de 1980
estaban demostrando calidad y precios.
Incentivos económicos y socioculturales traducidos en “yo pienso que de este modo [los injertos]
uno quería tener una mejor producción, para
poder negociar mejor las ventas”, que estimularon adopciones y adaptaciones tecnológicas.
Los encuentros de saberes tecnológicos “tradicionales” con saberes tecnológicos “modernos”
en las trayectorias sociales de los productores,
construían hibridaciones de conocimientos y de
prácticas tecnológicas (Cáceres et al., 1999b).
Dicha amalgama de repertorios tecnológicos
beneficiosos, “porque en realidad se ganaba en
calidad, se ganaba en el precio”, fue recreando
otras capacidades y habilidades como el oficio de
injertador, construido fuera del proyecto. Eran
pericias que acopiaban capital monetario, social y
simbólico, como en don Carlos, quien recuerda la
trascendencia de su nuevo y reputado arte: “habían ido otros injertadores y le han fallado, visto
muchos injertos que no prendieron y bueno después me llamaron a mí unos señores amigos. Y
54 El concepto de subyugación tecnológica alude a la situación
que produce en los productores el paradigma tecnológico que
fundamenta las tecnologías modernas. Por un lado, conquistan
pues generan dependencia tecnológica y, por otro lado, seducen/subyugan dada la efectividad que tendrían para solucionar
de forma rápida problemas cotidianos por sus características
(efectividad en el corto plazo, incremento de la productividad del
trabajo; nuevas soluciones para viejos problemas; e, idea de progreso).
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bueno, de ahí se fueron comunicando y de ahí
hicimos para varias personas injertos”.
No obstante, la autonomía de acción y participación de los productores frente al proyecto, las
entrevistas no dejan entrever discursos y acciones de confrontación al sentido hegemónico construido por la intervención sobre la reconversión
varietal y sobre el desarrollo rural. Hubo mucha
producción político-cultural de sentidos alternativos, negociados, acordados e intercambiados,
pero sin que haya habido voces disonantes. Por el
contrario, en Colana se consolidan procesos de
subyugación tecnológica (Cáceres et al. 1999a,
1999b)54.
Esas dinámicas, fueron sostenidas y acentuadas por el proyecto y la Experimental del INTA,
debido a que no recurrieron ni a discursos ni a
prácticas que estructuraban la definición oficial
del escenario del desarrollo a través de mecanismos duros de coacción social, política, cultural o
simbólica. No hubo despliegues que pudieran
localizar como Long (1992), lugares donde la
manifestación de la agencia de los actores sociales no se expresa o se expresa en un único sentido hegemónico: el de los oficiales de proyecto y la
estructura jerárquica de formulación e implementación. En Retiro y Rosario de Colana, los márgenes de maniobra de los nogaleros participantes
de las innovaciones tecnológicas y organizativas
fueron construidos desde un proyecto flexible
que otorgaba prioridad a la reconversión varietal
“visible” en fincas y a las estrategias de “contagio” de los nogaleros, no necesariamente ajustadas para todo el proceso productivo.
3. El proyecto nogalero y la articulación de políticas planificadas de desarrollo
La segunda fase del proyecto (1994-2001), se
asentó en esfuerzos para profundizar la reconversión mediante acciones propias, la colaboración
con las nuevas políticas de desarrollo del gobierno
provincial y nacional, y el énfasis en la cuestión
organizativa. Estas estrategias fueron facilitadas
por el acceso a financiamiento directo de una agencia internacional y por el desempeño de los técnicos
de la AER Andalgalá como promotores del
Programa Social Agropecuario (en adelante PSA).
La cuestión organizativa, tendría un cambio
respecto a las convocatorias masivas de la etapa
anterior. El intento de organizar a todos los productores a partir de las demostraciones en fincas
y en capacitaciones con especialistas en formas
asociativas, no había dado los resultados “espontáneos” esperados, pues “entraban y salían
gente que no estaba muy metida en el grupo”.
Ello llevaría, por los aprendizajes y los lineamientos de las nuevas políticas a “trabajar con grupos
más reducidos, porque la multitud no llevaba a
nada”. La prioridad de inclusión de nogaleros se
regiría ahora por el desempeño innovador demostrado en sus propias fincas, es decir, la presencia
de la reconversión.
La asistencia técnica del proyecto se implementó en el año 1994, a través de un crédito otorgado por el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID). El proyecto indicaba que su destino directo
era la Cooperativa del pueblo nogalero de Rincón,
también en el departamento Pomán. Pero la
Experimental determinaría que “las cooperativas
no están en condiciones de tomar el crédito”, y
que el mismo sería asumido por la Cooperadora
del INTA. A pesar de la movilización de los productores para oponerse a ese acuerdo en reclamo de
sus capacidades administrativas, el fondo fue
gestionado por la organización gubernamental. El
proyecto contemplaba una línea crediticia desde
un fondo rotatorio, con devolución a largo plazo.
Asimismo, el contrato observaba una asesoría
técnica/contable para la gestión del crédito y la
comercialización de la nuez.
La permuta de la organización responsable del
crédito, la Cooperadora del INTA en vez de la
Cooperativa de Rincón, le quitaría a esta última
un margen de maniobra importante en las funciones. El recorte de actuación llevaría a que “la
Cooperativa, lo único que hacía, a lo único que se
obligaba el productor era estar asociado”. Ese
destino, logró que en poco tiempo los productores nogaleros se asociaran, pero “con la finalidad
de obtención el crédito y de ver si a futuro podían
comercializar nuez a través de la Cooperativa”.
Los productores tomaron a la experiencia organizativa como “líneas de créditos individuales”,
dejando apenas un pequeño fondo para maquinarias y la gestión de la comercialización. El carácter
individual que le dieron al fondo encerraría un
quiebre del sentido para el cual el crédito (al que
accedían por primera vez), estaba destinado. La
reconversión en primer lugar y las mejoras gene-
rales en finca en segundo lugar, fueron disputadas como significados con el uso mayoritario del
financiamiento para la cosecha.
Así también, ese proceso de individuación, de
ajuste en relación a sus propios intereses productivos y familiares y, en detrimento de los objetivos
del proyecto, implicaría otras readaptaciones. A
través del financiamiento recibido habían logrado
tipificar la nuez, secarla, diseñar una marca y una
etiqueta, el código de barras, los productos fraccionados (pulpa y nuez entera), y envasados al
vacío. Todo ello mientras duró la asistencia técnica, pues una vez que terminó el acompañamiento,
“no se pudo seguir adelante, porque esto requería de seguimiento permanente”. Las experiencias de comercialización posteriores objetivaron
las orientaciones individuales que desdibujaron
el rol “compartido” del “poder grupal”.
Momentos que exacerbarían la desintegración de
solidaridades construidas entre socios/vecinos
por la disputa del significado del financiamiento
grupal. Dichas pugnas, fueron acentuadas por el
corto éxito comercial de la cooperativa y el desconocimiento del mercado. Alineamientos de poder
y de subordinación que transformaron la experiencia cooperativa en un suceso crítico.
El énfasis en la organización, reforzado por el
acceso al financiamiento, les dificultó a los técnicos leer el doble juego social de los productores.
Esto es, la adecuación a prácticas colectivas sugeridas por la intervención, por un lado y, por otro,
la conservación de sus experiencias y saberes
locales (Rodríguez Bilella, 2004). Estos posicionamientos, sólo serían visibles cuando pudieron
registrar “gente que un poco se metió en el medio
con intereses muy personales para romper la
organización”, o socios que “trabajan para acopiadores de afuera”. Primarían así, las relaciones
socioculturales cotidianas del pueblo y las formas
conocidas de comercializar las nueces.
Casi simultáneo con el acceso a aquel financiamiento, los técnicos vislumbraron la posibilidad
de profundizar la reconversión varietal utilizando
fondos del Programa Social Agropecuario. Como
señalan los técnicos “en los diagnósticos participativos [del proyecto Minifundio], siempre salía
en los papeles el tema de la falta de acceso al crédito. Bueno, el PSA cubrió esa demanda.
Nosotros lo tomamos como una herramienta válida… porque era una oportunidad única”. Esa
acción facilitaría en los grupos ya constituidos,
INTA + UNL
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mucha flexibilidad en el cumplimiento de las pautas normativas e institucionales del Programa.
Los postulados hegemónicos del programa,
como el involucramiento, el enfoque participativo
y el empoderamiento (Rodríguez Bilella, 2004),
fueran leídos dentro de la trayectoria de desarrollo recorrida por el proyecto Minifundio, pues
“[los grupos PSA] eran como pequeños grupos
que se formaron con nosotros”. La emergencia
del grupo mismo y los requerimientos que debían
cumplir para dar con el perfil de homogeneidad,
requirió que “teníamos que hacer algún malabarismo o hacerle ver [al PSA] que todos eran productores pequeños, si bien algunos estaban en
un perfil más elevado”.
Lo mismo sucedió con el postulado hegemónico que homologaba la vida del grupo al ciclo del
proyecto (Rodríguez Bilella, 2005). Como reconocen los técnicos: “creo que el PSA fue muy contemplativo”. En cierto modo, porque los primeros
proyectos productivos aprobados por el PSA fueron fundados en experiencias organizativas previa de la AER Andalgalá. De allí, que las modalidades de intervención del PSA fueron asumidas
como “idénticas” a sus prácticas de extensión
asociativa con el proyecto Minifundio.
La trayectoria de desarrollo institucional recorrida con el PSA, estaría acentuada por esta perspectiva de los técnicos que no se apartó del sendero de desarrollo transitado desde una década
atrás. El recambio varietal, continuaba siendo la
meta deseada. De allí que, si bien reconocían
fallas “en lo grupal esperado… en lo técnico, yo
creo que no tenía discusión”. Sin embargo, la
maleabilidad de lo organizativo por parte de los
nogaleros en cada acción porque “no ha habido
una presión, no se han visto presionados a estar
organizados”, motivó y estructuró en los técnicos
el discurso de la esencia individual de los comportamientos sociales. Esa marcada “idiosincrasia
individualista”, es la que llevaba a los productores a no vislumbrar “las ventajas que tiene el asociativismo”.
Los posicionamientos individuales, se manifestaron tras la formación de dos grupos y dos
proyectos productivos. Uno de ellos establecido
en Retiro de Colana, cuyo crédito estaba destinado a completar la reconversión. Este grupo, conocido como los “Aballay”, estaba constituido por
hermanos y primos de una misma familia, quienes
habían sido los primeros “innovadores” del cam-
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Revista Red+ER
bio varietal. Con ellos, los “malabarismos” que
evocaban los técnicos se reflejaban sin discusión,
pues el grupo no cumplía con los requisitos de
acceso al PSA que sancionaba la formación de
colectivos basados en el parentesco. El otro
grupo, fue armado en Rosario de Colana con el fin
de comprar una pulverizadora para las campañas
fitosanitarias. La identificación relativa de ambos
grupos, que operó como criterio de selección de
los técnicos de la AER Andalgalá (por fuera de la
normativa del PSA), era su participación como
beneficiarios en la trayectoria nogalera desde el
decenio anterior. La otra identificación de selección, productores nogaleros, fue más controvertida, pues en la etiqueta cabía todo aquel que
tuviera nogales.
El campo de juego del desarrollo rural, forjado
en los pueblos con acciones de extensión rural y
la implementación del proyecto Minifundio, fue
recreado con los “grupos PSA”, a veces, en detrimento de las innovaciones tecnológicas sugeridas. No obstante, unos “reconvirtieron bastante”
y otros compraron la pulverizadora e hicieron la
campaña. Pero también, “salieron a hacer servicios a terceros” y “se compraron fincas también”;
el crédito, generoso en palabras de los técnicos,
“dio para todo”. La inclusión del PSA y sus recursos, incrementó la movilización dentro de los grupos, en los pueblos y fuera de ellos. Eran tiempos
de disputas locales, producto de nogales injertados, calidades, precios y coaliciones que recreaban la estructura social.
Los “innovadores”, consolidaron sus posiciones socioeconómicas y su liderazgo en los pueblos. Como memoran los técnicos: “los primos o
los hermanos funcionaban mucho mejor por la
cuestión afectiva, de parentesco entre ellos”. El
otro grupo, “no fue tan así”, ya que la disputa por
la tenencia de la pulverizadora coadyuvó a cancelar el colectivo. Las rencillas, estaban referían a
las posibilidades del grupo para enfrentar el mantenimiento y el deterioro de la “fumigadora”,
cuando un productor la utilizaba y “se le echaba a
perder”. Argumentaba sus inconvenientes para
hacerse cargo, responsabilizando al resto de sus
colegas por tal situación. En esas circunstancias,
pocas veces se observaba un acuerdo “solidario”
entre los miembros del grupo, sino la asunción de
los gastos y la tenencia de la máquina por nogaleros mejor acomodados en la estructura socio-económica local.
En el relato de los técnicos aquello significó
que: “al final terminó regenteándola uno o dos y
los demás se apartaron”. Así como en el caso de
los “Aballay” la etiqueta innovadora y el parentesco consolidaron una coalición de desarrollo
(Cramb, 2003), la apropiación de la pulverizadora
por ciertos nogaleros contribuyó a formalizar otra
coalición de desarrollo. No obstante, la alteración
que pondría punto final a las experiencias de los
grupos provendría, desde el relato de los técnicos, de “la política, se metieron políticos del
lugar. Gente que empezó a trabajar en política.
Los grupos empezaron a tener interferencia de
esta gente, bueno…políticos”.
Esta fase del proyecto Minifundio con inclusión de proyectos del PSA, coincidió con la hegemonía del Frente Cívico55 desde el año 1995 y la
disputa del departamento Pomán al peronismo.
Además, la implementación del proyecto
Minifundio fue coetáneo con gobiernos nacionales peronistas que implementaron innovaciones
institucionales en las políticas públicas como el
Programa Social Agropecuario. Por ello, es que la
disputa en los pueblos de Colana fue política y
mediada por políticas planificadas de desarrollo
rural. La asistencialización (Andrenacci, 2006),
operaría creando nuevos beneficiarios así como
pugnando por los beneficiarios ya existentes.
Los combates hegemónicos en el campo de
relaciones del desarrollo rural local por la presencia de las políticas y los políticos “que estaban
adentro del grupo y otros desde afuera”, motivó
en productores de los grupos PSA cambios en las
prácticas sociales consolidadas. La afrenta a los
técnicos y a otros productores fue: “mire que esto
viene del gobierno, que esto es un plan, no hay
que devolver el crédito”. La difusión del mensaje
interpelaba a la política planificada nacional y
55 Coalición política que, bajo la hegemonía del Partido Radical,
gobernó la provincia de Catamarca en forma ininterrumpida entre
el año 1991, luego de la Intervención Federal, y el año 2011.
56 Las coaliciones de desarrollo aluden a grupos formales o informales de actores sociales e institucionales que combinan sus
recursos estratégicos, comunicativos, simbólicos e identitarios
para forzar el cambio técnico o la emergencia de una innovación
hacia un determinado sentido. Los propósitos de la formación de
redes de actores y sus estrategias de fomento, oposición y defensa, no sólo enfatizan componentes tecnológicos y los recursos de
una intervención, sino que inscriben en las coaliciones, sus posiciones e intereses económicos y socioculturales en la dinámica
del espacio local.
57 Las Agronomías de Zona son agencias territoriales dependientes de la Dirección Provincial de Extensión Rural.
provincial, y legitimaba acciones de algunos
nogaleros del grupo que querían confirmarse
como beneficiarios obligatorios del Estado.
Estas complejidades de los grupos, fueron
enfatizadas porque los productores, de acuerdo a
las vivencias de los técnicos, “eran de distintos
partidos, y eso fue lo que los mató”. En los grupos, la interferencia de los políticos era estratégica, pues los productores nogaleros eran, además
de “innovadores”, dirigentes de coaliciones de
desarrollo (Cramb, 2003)56. Las políticas planificadas los construyeron, los modelaron y confirmaron como nuevos líderes en los mundos de
vida locales. Un técnico, admitía ante esos efectos del proyecto Minifundio y de su propia acción
que “nos ha faltado formación en ese aspecto”.
Las movilizaciones político-culturales (Pizarro,
2000), de los nogaleros indicaban, que “[los
nogaleros] avizoraron otras cosas, vieron que
tenían poder y cuando tuvieron poder algunos
quisieron sobresalir políticamente y ahí se fracturó el grupo”.
4. Innovaciones tecnológicas y
políticas planificadas de desarrollo
provincial
El recambio varietal del nogal criollo, iniciado
en los ´80 y consolidado en los ´90 por el INTA,
fue multiplicado en la misma década de 1990 para
todas las áreas nogaleras por el gobierno provincial. Esas acciones, se dieron con fuerza a partir
del año 1995, tras el afianzamiento del frente
gobernante luego de ganar las elecciones provinciales. La renovación del mandato, implicó un
cambio en las modalidades de intervención que
se reflejó en el diseño e implementación de políticas de desarrollo coordinadas desde la Dirección
Provincial de Extensión Rural. Las acciones en
terreno, eran ejecutadas por las Agronomías de
Zona57, a través de dos políticas, el Programa de
Reconversión Varietal y las Campañas
Fitosanitarias que ejecutaba el gobierno desde
fines de los ´80.
Fueron dos políticas de carácter universal
modeladas por un enfoque extensionista distinto,
sin énfasis en grupos, proyectos o el empoderamiento colectivo. Sí, en cambio, definieron al
recambio varietal como la innovación tecnológica
clave. En el relato de los técnicos del Proyecto
Minifundio, sus experiencias en el cambio varietal
INTA + UNL
55
fueron ampliadas “después con la Agronomía de
Zona [de Pomán], les cedimos el material genético y ellos, a través de un programa provincial,
ampliaron la cosa”. Las acciones en las explotaciones las efectuaban desde la Agronomía de
Zona de Pomán, que tenía una informal delegación en Rosario de Colana a cargo de un productor nogalero “innovador”, militante del Frente
Cívico y como señalan los entrevistados: “puntero político”.
En los pueblos de Colana, los técnicos de la
Agronomía de Zona no estuvieron solos en su
acción, ya que las coaliciones de desarrollo locales habían forjado alianzas para lograr que las
innovaciones se extendieran con mayores niveles
de gratuidad. Los costos monetarios implicados
en la reconversión, favorecieron la legitimidad de
su acceso al espacio local. Aún con los años que
llevaba ejecutado el proyecto Minifundio, el cambio no estaba extendido. Por aquellos tiempos
habían pasado las posiciones de rechazo al cambio varietal sostenido por los acopiadores, al
igual que las expresiones públicas de productores
“que defendían a muerte la nuez criolla”. Pero la
decisión de reconvertir, todavía creaba una interfase social manifiesta. La reconversión, involucraba disposiciones claras por parte de los nogaleros, pues se trataba de una innovación que implicaba costos productivos, monetarios y socioculturales. El recambio varietal resumía varias situaciones que azuzaban la lógica práctica, las representaciones tecnológicas y las estrategias de los
productores (Cáceres et. al., 1999a).
Los resultados exitosos a futuro del cambio,
inducían resistencias que requirieron que las instituciones gubernamentales apelaran a capacitaciones, reuniones informativas y demostrativas, y
al planteo asociativo. La acción gubernamental
provincial, no reposó en la atención al proceso de
adopción/adaptación tecnológica movilizado por
el proyecto Minifundio, así como tampoco pusieron foco en procesos pedagógicos para horizontes cognitivos diferentes (Ferrer y Cáceres, 1999).
Por el contrario, la política de extensión provincial
descansó en los cánones instrumentales del modelo lineal tanto para el diseño como para la implementación de políticas (Rodríguez Bilella, 2004).
Sin embargo, su resignificación local contribuyó a
dar cuenta de nuevas relaciones en la construcción
del campo de conflictos, negociaciones, aprendizajes y representaciones tecnológicas.
56
Revista Red+ER
Como nunca antes, el escenario de las políticas planificadas de desarrollo en los pueblos de
Colana observó maniobras que disputaban proyectos individuales, proyectos grupales y frecuentes interpelaciones a las propuestas. Un proceso
de formalización de coaliciones/facciones sociales (Cramb, 2003), que se manifiesta hasta el presente tras la participación, la negociación, la organización, los aprendizajes, los acuerdos, la adopción y la adaptación tecnológica. Estos posicionamientos de los actores no eran nuevos, ya que
para la segunda etapa del proyecto Minifundio,
fue evidente la capacidad de ciertos productores
para vincular la definición de “innovadores” con
liderazgos en los grupos del PSA. Esos líderes
construirían, con las políticas del Estado provincial y las interfases sociales que creaban, nuevas
trayectorias de poder en los pueblos y fuera de
ellos.
A los técnicos de la AER Andalgalá, les resultaba difícil comprender que dichas movilizaciones
provenían de la construcción social creada por la
acción de sus proyectos. Los comportamientos
naturalizados, eran atribuidos al egoísmo que primaba “intereses personales” por sobre “los del
grupo”, así como a la estrategia de dividir: “porque, a nadie le conviene que estén organizados”.
Sentencias efectuadas desde definiciones esenciales, acerca de lo que debía ser el comportamiento cultural aceptable. En cierto modo, porque
esos comportamientos provocaban perplejidades
morales, pues ellos formaron a esos “productores
de vanguardia, que quieren ser ellos y nada más
que ellos… no ser solidario, no tener confianza en
el prójimo. No ver las ventajas que tiene el asociativismo”.
Para la segunda mitad del decenio de la década de 1990, las interfases sociales de conocimiento y poder eran tan frecuentes en la vida cotidiana
de los pueblos debido a la presencia permanente
de los técnicos, los grupos, las políticas, los productores y otros actores, que sostenemos para
ese período la vigencia de una interfase social
que no fue cerrada. Nos parece oportuno incluso,
su homologación con el concepto de trayectoria
de desarrollo, en tanto éste “es aplicable a la
transformación intencional de los sistemas productivos y la organización de los actores en el
nivel local en función de metas de desarrollo”
(Benencia y Flood, 2005:6).
La implementación de políticas planificadas de
desarrollo por el gobierno provincial, entró en los
mundos de vida locales, forjando encuentros
entre actores sociales diversos y discontinuidades en los procesos tecnológicos y socioculturales de los habitantes de los pueblos de Colana,
hayan sido o no nogaleros, hayan o no participado directamente de las relaciones construidas.
Las discontinuidades, no fueron disputas que dirimían poderes y subordinaciones político-partidarias, aunque las intervenciones provinciales propiciaron la incorporación al campo de negociación
de otros actores locales y otras dimensiones de la
vida cotidiana no agrarias. La base de los posicionamientos sociales continuaba siendo la producción nogalera, pues el cambio del sistema nogalero tradicional era evidente.
Diez años después de comenzada la “revolución de la nogalicultura”, las prácticas de manejo
y parte de los itinerarios técnicos se habían modificado. Esos cambios no generaron una homogeneidad que pudiera entenderse como un nuevo
modelo. Más bien, el resultado característico fue
una multiplicidad de contextos en las fincas, los
productores y los hogares que reflejaban resignificaciones a los sentidos tecnológicos hegemónicos de las intervenciones. Se observaba una pléyade de procesos productivos, diferentes manejos tecnológicos híbridos (Cáceres et al., 1999a),
en los cuales las nueces selectas, la calidad y los
precios estaban presentes.
La intervención provincial en los pueblos de
Colana fue, además del Programa de
Reconversión varietal, mediante las Campañas
Fitosanitarias. En todas las entrevistas a productores, las campañas contra carpocapsa, más que
la reconversión, fueron señaladas como desquiciadoras de la vida local, además de productoras
de readaptaciones y de reinvenciones tecnológicas autónomas. El discurso que se comienza a
construir a partir de estas relaciones con las políticas provinciales puede resumirse en dos términos que favorecieron la construcción social de
beneficiarios de la asistencia técnica: “dar” y su
complemento: “pedir”, en contextos de movilización de facciones del desarrollo. El campo de relaciones del desarrollo rural, recreado por las políticas y las prácticas de los actores, se estructuró en
configuraciones locales de poder expresadas en
“proyectos” coincidentes con la lógica de las
intervenciones (Long, 1992; Cramb, 2003).
No obstante, aquel interjuego asimétrico no
anuló los márgenes de maniobra de los nogaleros
menos favorecidos del “pedir y dar”. Las capacidades de agencia permitieron confrontar experiencias y generar alternativas de acción para
resolver las situaciones y poner en práctica respuestas culturales, muchas de ellas asentadas en
la construcción de pequeñas redes de solidaridad
vecinal, de amistad y de parentesco. Daría lugar
también, a procesos de innovación tecnológica
como la adopción/adaptación de pulverizadoras,
la apertura hacia la asistencia técnica privada y la
compra de insumos claves (agroquímicos, fertilizantes, plantas injertadas), en comercios del Valle
Central de Catamarca.
5. Convergencias de las políticas
planificadas de desarrollo en el
nuevo siglo
En este punto, el énfasis comprensivo está
puesto en dos políticas planificadas de desarrollo
que fueron implementadas de manera simultánea
en los pueblos de Colana a partir del año 2001, y
que completan hasta el año 2005 la larga trayectoria social y de desarrollo creada y recreada por
técnicos, productores, habitantes y funcionarios.
A pesar de la corta duración temporal, el período
fue intenso en modificaciones institucionales, en
la redefinición del desarrollo, en las modalidades
de intervención y en la reflexión sobre la práctica
de la extensión rural. Los impulsos de cambio,
permiten reconocer dos fases. La primera de ellas
corresponde a los años 2001-2003, cuando las
acciones cotidianas de extensión se vieron afectadas por la crisis económica e institucional del año
2001.
En el caso del proyecto del programa
Minifundio, la falta de fondos a partir de 1998
había determinado que la asistencia técnica a los
productores nogaleros: “seguía con el nombre de
Proyectos de Minifundio, pero no teníamos financiamiento”. No obstante, las dificultades presupuestarias no inmovilizaron la acción rural, pues
hasta el año 2001 los técnicos construyeron
acuerdos con los nogaleros, quienes proveyeron
combustible para movilizar los vehículos y garantizar la asistencia técnica. La segunda fase temporal, que en su inicio se superpone con la previa,
mejoró la situación de privación presupuestaria
de la AER Andalgalá. Primero, tuvieron acceso a
financiamiento externo al INTA y, luego, por
INTA + UNL
57
recomposición presupuestaria propia. La etapa
está caracterizada por el fin del proyecto
Minifundio, el discurso del desarrollo territorial y
la adecuación de la gestión institucional.
A comienzos del milenio, la falta de recursos
motivó el diseño y la implementación de proyectos que resignificaron la acción rural, mediante el
énfasis en el territorio local y la articulación con
organismos sectoriales. Fue el caso de los proyectos sobre “investigación adaptativa en el manejo
integrado de carpocapsa”, ejecutado por la AER
Andalgalá junto con el Instituto de Microbiología
y Zoología Agrícola (IMYZA) del INTA-Castelar y la
Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad
Nacional de Catamarca58; y, del proyecto sobre
“incremento de la eficiencia del riego en explotaciones minifundistas”, desarrollado en Retiro de
Colana por investigadores de la Experimental del
INTA-Catamarca59 junto a técnicos de la AER
Andalgalá.
5.1. El proyecto de “incremento de la eficiencia
del riego” en Retiro de Colana
En el proyecto, la participación se rigió al inicio
por criterios amplios de convocatoria debido a
que el agua de riego era un recurso que involucra
a todos los usuarios. En Retiro de Colana, la distribución del agua de riego permitía desagregar
regantes, ya que había represas y canales que
integraban a usuarios ubicados en la misma línea
dentro de un área particular. Pero aún así, un
cambio en la organización del sistema como la
que se quería introducir, requería de la presencia
de todos los productores. Una tarea difícil de
lograr, más aún que las convocatorias a la reconversión varietal debido a motivos concatenados.
En primer lugar, no todos los regantes propietarios de fincas residían en Retiro de Colana.
Varias de las explotaciones estaban con medieros
a cargo, quienes no podían tomar decisiones respecto al acceso al riego establecido. En segundo
58 “Estrategias de manejo integrado de Cydia pomonella para
pequeños productores nogaleros de las localidades de Mutquín,
Colana (Dpto. Pomán) y El Potrero (Dpto. Andalgalá), Provincia de
Catamarca”. El proyecto se desarrolló entre los años 2001-2005,
financiado por el Programa PROINDER – Secretaría de Agricultura,
Ganadería, Pesca y Alimentación de la Nación.
59 “Reactivación de un Sector Productivo Tradicional, Retiro de
Colana, Departamento Pomán”. Esta iniciativa fue ejecutada
entre los años 2001-2004 con financiación del FonCyT y la
Secretaría de Estado del Ambiente de Catamarca.
58
Revista Red+ER
lugar, la localidad estaba muy organizada en la
distribución y control del agua de riego. La recurrencia de conflictos, común en los oasis de riego
de la provincia, no se expresaba puesto que como
señalan los técnicos: “Colana es lugar muy particular porque maneja muy bien lo que es el tema
del riego… porque son muy eficientes regando
con el sistema tradicional”.
En tercer lugar, el acceso no conflictivo al agua
de riego por parte de los usuarios se debía al
mantenimiento de “usos y costumbres antiguas”.
El agua era significada como un recurso propio de
quien lo detentaba, con mínima injerencia de la
normativa legal que determinaba la soberanía del
Estado provincial sobre todas las aguas superficiales y subterráneas. La constitución de los
Consorcios de Riego, organización que usufructúa
y administra la minuta y el agua de riego eventual,
legitimaba de forma velada los derechos locales.
En cuarto lugar, el significado otorgado al agua de
riego por los usuarios fue parte de la economía
moral del pueblo, continuamente actualizado y no
negociado. Ese sentido público no fue desconocido por los técnicos, ya que: “el agua allí es más
que sagrada”.
En quinto lugar, estaba la fiabilidad del sistema en relación al tipo de riego utilizado (superficial por inundación), adaptado al relieve con pendientes y suelos sistematizados (taza, bordos,
mantos), para regar nogales. Esa confianza en la
tecnología de riego local y en las prácticas sociales vinculadas, no pudo modificarse con el recambio varietal y el replanteo de la densidad de los
montes. No obstante, serían esas particularidades las que luego de tres años de insistencia en el
cambio del sistema y del tipo de riego los llevaría
a afirmar: “fallamos en el tema de que la gente no
lo tomó como propio”.
Las razones del fracaso relativo del proyecto,
fueron una serie de convergencias culturales en
torno a los sentidos y significados otorgados al
agua de riego. Otra serie de causas, devinieron
del desconocimiento deliberado del campo de
relaciones construido en relación a las innovaciones tecnológicas propuestas durante los quince
años anteriores y, con ello, la insistencia en
implementar políticas planificadas basadas en el
modelo lineal (Rodríguez Billela, 2007), el cual llevaba a asumir que la acción social de los productores reposaba en racionalidades instrumentales/estratégicas. La lógica problema-solución en
una secuencia sin saltear pasos, debía provocar la
adopción inmediata de la innovación tecnológica
compleja propuesta, dada la contribución para
mejorar la eficiencia técnica del riego y la dotación requerida de agua por el nogal. Los técnicos,
repasarían la experiencia desde la reflexión generada por los escasos productores que participaron: “fue algo en que quizás fuimos muy apresurados, pero estaba el dinero, estaba el proyecto,
estaba todo para desarrollar. La gente no lo adoptó porque no era bueno cambiar toda una cultura
de riego... había que reformular toda la minuta y
eso es muy traumático”.
La modificación fue tan traumática en un espacio de pura racionalidad, que dejaba poco margen
de maniobra a los productores. La interpelación a
la definición del complejo agua-sistema de riegotipo de riego, sostenida por los investigadores, se
tornó en disputas conflictivas que oscurecerían
las razones prácticas de la innovación inducida.
Pocos productores lograrían comprender que
hasta la misma representación del agua debía
mutarse, “cambiar un concepto que todavía el
productor no lo llega a visualizar a pleno, porque
claro el agua…por riego por goteo uno no ve lo
que está bajo el suelo, no ve el bulbo húmedo, la
tierra húmeda. Al no verla, es como dice el refrán,
ver para creer”.
La materialidad cultural del agua, fue desligada como producción simbólica de los sujetos que
la producen (Bourdieu, 1991). Allí los desencuentros, las interfaces sociales en las reuniones, en
las prácticas de terreno, en la construcción de la
infraestructura de riego, en los hogares y en las
fincas. El “agua sagrada” era un potencial campo
de disputa cerrado e individual antes de la ejecución del proyecto. Con la propuesta, su enunciación como recurso que debía tornarse colectivo o
impersonal, daría lugar a resistencias y enfrentamientos con los técnicos. Ese escenario de la
extensión y el desarrollo rural creado en Retiro de
Colana por el proyecto de riego, no recogió adhesión sino rechazo generalizado. Fue una interfase
social fundada a partir del conflicto, lo que motivo
tanto capacidad de agencia manifestada como
confrontación de los nogaleros.
Esas resistencias no llegaron a formar coaliciones de desarrollo, pero forzaron la dirección del
proyecto mediante el rechazo explícito o la no
asistencia a las convocatorias. Resultaba inexplicable para los productores, asumir que toda su
agua propia iba a parar a un estanque colectivo y
desde allí podían regular la disponibilidad real
que la planta necesitaba a partir del riego por
goteo. Como en el caso del bulbo húmedo, la
encrucijada consistió en cómo saber que el agua
propia que le sobraba con el aumento de la eficiencia de riego estaba en el estanque o si con el
nuevo sistema resultaba posible que varios productores regasen al mismo tiempo. La paradoja
siguiente fue cómo saber que aquella agua propia
en reserva, pero que la usaban y la devolvían sus
colegas, la tendría disponible para el próximo
riego. En sus repertorios culturales, la mezcla de
aguas de riego no admitía identificar el agua de
riego propia, la que además podía ser utilizada
por otro usuario y él usar la de este último en el
turnado siguiente.
Esas incertidumbres en las prácticas sociales,
marcaron nuevas discontinuidades de la vida
social local (Rodríguez Bilella, 2005). Serían reconocidos por los técnicos de la AER Andalgalá años
más tarde como reflexiones sobre lo actuado, afirmando que: “estos procesos se tienen que dar
solos o se tienen que dar en una forma paulatina
y no vertiginosa. La gente no quiere cambios
drásticos o bruscos”. También más tarde, esas
críticas sobre procesos de inducción tecnológica
extremos estarían justificados por la evidencia, en
algunos nogaleros, de adaptaciones autónomas
al riego gravitacional y al riego por goteo expresados en tecnologías híbridas o de interface
(Cáceres et al, 1999a).
5.2. El proyecto “Estrategias de manejo
integrado de Carpocapsa”
En el proyecto, la selección de nogaleros fue
rígida por el carácter de investigación adaptativa.
Los recursos provistos por el proyecto requirieron
un número determinado de fincas de ensayo
durante tres años, más otras fincas establecidas
como testigos. Hubo cuatro productores de Retiro
de Colana con asistencia técnica semanal, cuya
selección estaba marcada por la evidencia de
reconversión. Además, estos desarrollos tecnológicos se experimentaban por primera vez en áreas
nogaleras, por lo cual se acentuaban los controles
de las explotaciones donde se realizaban los
ensayos. Si bien el proyecto no suplantó las acciones cotidianas de extensión rural para todos los
productores, el arbitrio justificado de elección de
INTA + UNL
59
ciertos nogaleros y no otros, entretejió nuevas
tramas sociales.
En parte debido al manejo comunicativo de la
situación hacia dentro del pueblo por los productores beneficiados y, en parte, por el significado
que le otorgaban los nogaleros no favorecidos a
las visitas de los técnicos al pueblo destinadas a
controlar los ensayos. Los murmullos y voces
disonantes que provocaba el acceso diferencial a
recursos, se tornaban relatos públicos en los
espacios de comunicación general de los resultados del proyecto. En esas convocatorias masivas
para todos los productores del pueblo, fue recurrente el planteo de la participación condicionada.
La interpelación al proyecto, desde los “proyectos” particulares de los nogaleros que asistían a
las jornadas, se resumía en la permanente
demostración de la identidad como “nogaleros”
y, por lo tanto, merecedores de los mismos recursos que los beneficiados.
Esas pasiones, fueron realzadas aún más por
los éxitos técnicos del proyecto año a año que les
implicó darse cuenta que: “en el tema sanitario
estaban perdiendo mucha nuez… que el 30% de la
nuez quedaba en el suelo y eso se lo multiplicamos por el precio del producto y eso con lo que
pierden con nuez que está rancia o que es de mala
calidad, se terminan dando cuenta que pierden
más del 50% en dinero”. Así, las maniobras de los
productores sumaban a su confrontación no sólo
el trato diferencial a ciertos productores que recibían gratuitamente insumos, asesoramiento y
seguimiento de sus fincas, sino también los recursos monetarios perdidos por la calidad de la nuez.
Esas perspectivas, fueron además acentuadas
por la presencia de otros profesionales que acompañaban, a los técnicos de la AER Andalgalá en la
asistencia a los productores seleccionados.
La presencia de técnicos foráneos y los afectos
que construían con los nogaleros de los ensayos,
fueron leídos por los no beneficiados, como propiciadores de sentidos confrontados en el espacio
del proyecto, aun cuando las acciones de extensión rural no habían mermado. Los foráneos aludidos, incluían a una investigadora del Instituto
de Microbiología y Zoología Agrícola –IMYZA-, del
INTA-Castelar, así como a investigadores de la
Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad
Nacional de Catamarca. Los extensionistas de la
AER Andalgalá, señalarán en relación a esta última inclusión de técnicos como: “una de las prime-
60
Revista Red+ER
ras intervenciones con otras instituciones”. La
participación de docentes de la Facultad, arrimó
trayectorias individuales, facilitó la articulación
de organismos y propició la convergencia y la consolidación de un equipo interinstitucional. Las trayectorias individuales incorporadas, abrevaban al
inicio en un campo disciplinar específico y vinculadas a la investigación básica.
Aquellas experiencias de investigación, no
estuvieron exentas de aprendizajes con las orientaciones de los nogaleros. El conocimiento aprendido y probado sobre el manejo de plagas en
ámbitos académicos, ávido de volcarlo a sus “verdaderos” usuarios en forma rápida, pasaría
muchas veces a segundo plano por prácticas tecnológicas locales que llevaban veinte años en readecuación, sedimentación y negociación. Por
momentos, el saber científico quedaba velado por
la carencia de interlocutores y la dinámica temporal del trabajo en los pueblos que, ante la convocatoria a la charla técnica, “algunas veces iban,
pero si había cosecha o algún otro hecho que llamaba más la atención, iban a lo otro y no a nuestras charlas”. Las incertezas frente a la neutralidad del conocimiento que se quería extender,
objetivaron en los técnicos de la Facultad dos
posturas secuenciales.
Por un lado, la incomprensión inicial de la cultura local, los procesos de producción simbólica
que implicaban esquemas de percepción, pensamiento y acción (Pizarro, 2006). Eran procesos
que iban más allá de la cultura como producto y
costumbres, que era la definición usual en el discurso técnico (Rodríguez Bilella, 2007). Por otro
lado, nuevas respuestas y posicionamientos frente a las incertidumbres fortalecieron las capacidades, igual que en los técnicos del INTA, para leer
los mundos de vida y sus comportamientos. Se
pudo explicitar que: “siempre se ha intervenido
desde nuestro escritorio, desde nuestra visión, de
lo que pensamos nosotros y parece que piensan
ellos”. Pero también, porque esa visibilidad del
rol jugado en los pueblos permitió el reconocimiento de que: “si bien uno trabaja en un grupo,
cada ser es singular… y cada uno tiene sus características”.
Con ello, no queremos resaltar necesarias conversiones etnográficas, sino marcar momentos en
que la reflexibilidad de los extensionistas facilitó
la atención a “lo social” (Pizarro, 2006). Ello permitió avanzar en la desmitificación del lugar
sacralizado que le asignaban a lo social, así como
resignificar comprensiones de la acción social de
los productores y el lugar central que tenían en el
proyecto. La atención a los repertorios culturales
nogaleros, había estado presente muchas veces
desde su consideración como racionalidad estratégica. No por ello, dejó de colarse y de manifestarse
en las prácticas y en las representaciones de los
técnicos sobre el escenario de las intervenciones.
6. Conclusiones
El enfoque orientado al actor (Long 1989,
1992), permitió dar cuenta que las políticas planificadas de desarrollo y extensión rural no son sólo
proyectos y actores con libretos que habilitan y
anticipan sus acciones. Las prácticas sociales y
las orientaciones de nogaleros y técnicos que
durante décadas entremezclaron sus repertorios
culturales creando y recreando las intervenciones
y sus mundos de vida, confirman las relaciones
que sostiene esa perspectiva teórica. Una confirmación en la quedan contempladas las relaciones
entre la estructura y los sujetos, mediadas por
juegos de conocimiento, agencia y poder. Las
conclusiones que exponemos intentan reflejar,
enfatizando la memoria social de los técnicos,
algunos procesos sociales significativos en las
intervenciones sucesivas.
Los informes de los técnicos, a los efectos de
legitimar el lugar ocupado en relación a los requerimientos de sus instituciones sobre las políticas
planificadas de desarrollo, mencionan por lo
general resultados cuantitativos auspiciosos. Aún
con estos resultados provisionales alentadores
señalan que, muchos logros del cambio tecnológico resultaban exitosos mientras la continuidad de
la asistencia técnica y de recursos estaba presente
o cuando los productores lograban objetivar en
ingresos monetarios los beneficios de las innovaciones en varias cosechas. Este discurso del fracaso
relativo de la reconversión, sigue siendo dominante
en relación a procesos de adopción y adaptación
tecnológica para nada lineales. Sin que hayan desconocido las movilizaciones que provocaban sus
sugerencias técnicas en los actores sociales y sus
mundos de vida, la explicación de adopciones completas, incompletas o la no adopción se resumía en:
“si no lo ve o no lo ve muy claro, a lo mejor nosotros
hemos sido muy malos transmisores de eso o a lo
mejor el productor no está del todo concientizado
de que tiene que ser así”.
En esos argumentos, los desvíos a la propuesta tecnológica eran naturalizados como características culturales de productores, acopiadores,
seres humanos, la política y los políticos. La neutralidad social de las tecnologías y de la intervención descansaba en el oficio de extensionista y las
acciones tendientes a mejorar las fincas, la producción y la comercialización a través de la transferencia educativa y los mejores afectos humanos. Esas certidumbres, consideraban que las
innovaciones y su adopción se correspondían con
la lógica del conocimiento científico que lo sustentaba y con la certeza de su valor en terreno.
Fue una postura fuerte que, sin embargo, permitió construir y operar con una definición amplia de
adopción tecnológica y de la calidad de adoptantes de los nogaleros.
En el discurso y en la práctica de las diferentes
intervenciones, la reconversión varietal se constituía por la propia dinámica de los procesos de
implementación, por las visiones institucionales y
por los extensionistas, en el vector tecnológico.
En veinte años de intervenciones, tras el recambio
varietal, el cambio de los nogales criollos no sólo
fue movilizado por muchos productores de manera directa e indirecta, sino que los nogaleros le
imprimieron sentidos diversos a la incorporación
de innovaciones. Esos sentidos, fueron leídos por
la experiencia de los técnicos, pero centrados en
la adopción y la adaptación de tecnología en fincas y explicados como comportamiento racional
de los nogaleros frente al acceso a la asistencia
técnica o el balance costo-beneficio monetario.
Pero, aún centrados en la dimensión tecnológica, la perspectiva de los técnicos transitó entre
dos consideraciones simultáneas acerca de la
adopción tecnológica. Por un lado, la tesitura que
piensa a la tecnología como fuente principal
(Cramb, 2003), de un proceso lineal a través del
cual aquella se crea o se inventa, se recrea o se
adapta en la investigación científica, luego se
vuelve adaptar y difundir por los técnicos en terreno, hasta que está lista para que el productor la
adopte. En muchos de los relatos de los técnicos,
se filtra esta postura vinculada sobre todo a la
subyugación tecnológica por el significado transformador asignado al recambio varietal.
Por otro lado, los técnicos también se hicieron
cargo de la postura que comprende al proceso de
adopción tecnológica desde el enfoque de fuen-
INTA + UNL
61
tes múltiples (Cramb, 2003)60. La propia dinámica
local que iba tomando la reconversión, el encuentro de conocimientos y de prácticas de manejo
que propiciaba y las múltiples adaptaciones que
provocaba, dificultaban pensar en un proceso
unidireccional de adopción tecnológica. Más bien,
en readecuaciones y resignificaciones entre viejas
y nuevas tecnologías o entre tecnologías tradicionales y tecnologías modernas. Esas reinvenciones
tecnológicas no sólo se daban en un único
momento temporal (el inicio del cambio varietal),
sino que podían darse a lo largo del tiempo, aún
sobre adaptaciones ya efectuadas.
Esos tiempos correspondían entre otras situaciones, cuando la asistencia técnica presencial no
estaba; cuando los acuerdos de la asistencia técnica presencial requerían el desarrollo posterior
de actividades por cuenta de cada productor en
su finca; cuando los nogaleros que asistían a las
“demostraciones” por curiosidad experimentaban las nuevas tecnologías solos o con sus vecinos que ni siquiera habían merodeado las pruebas; cuando en el hogar la familia decidía la incorporación de cambios en la finca; cuando los primeros que reconvirtieron desparramaron el mensaje y las pericias por los pueblos una vez confirmadas las bondades de las variedades; cuando
otros actores sociales incitaron el recambio; y,
cuando la reconversión pasó a ser una política del
Estado provincial.
Esa configuración sobre el proceso de adopción/adaptación tecnológica es menos explicativa
que la revolución nogalera erigida por el cambio
varietal, pero está presente en relatos de los
extensionistas sobre las intervenciones. Esas
situaciones de adopción y de adaptación autónoma del recambio varietal aunque no fueron obviadas por los técnicos, no pudieron leerse como
prácticas socioculturales jugadas en un contexto
más amplio que la racionalidad instrumental de la
transferencia tecnológica. Sobre todo, cuando se
trataba de casos en los cuales los técnicos no los
60 Para este enfoque las innovaciones tecnológicas no sólo se
originan en laboratorios o en estaciones de investigación, sino en
fuentes múltiples que incluyen a los extensionistas, los productores, las formas asociativas, organizaciones no gubernamentales,
empresas privadas y agencias territoriales de extensión. La tecnología contiene componentes viejos y nuevos, y es modificada
en el tiempo por prácticas tecnológicas diversas. Por tanto, no
supone la progresión unidireccional de la investigación a la
extensión rural y de allí, a la adopción plena de los productores.
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Revista Red+ER
habían tenido involucrados como partícipes directos. El dilema fue y sigue siendo, cómo leer adopciones/adaptaciones tecnológicas autónomas y
múltiples, cómo comprender actitudes y lógicas
productivas y tecnológicas de los productores, y
cómo comprender el discurso del fracaso relativo
de un proyecto.
Ese contexto de adopciones/adaptaciones
tecnológicas autónomas y resignificadas, involucró a todas las políticas planificadas implementadas. Con esto queremos señalar que el proceso
de innovación tecnológica local existía y era recreado en las prácticas cotidianas de los nogaleros,
aún cuando desde la lógica institucional la innovación parecía estar ligada a tiempos de comienzo y fin del proyecto. Creemos haber comprendido
que los procesos de adopción/adaptación del
cambio varietal se inscribieron en escenarios más
amplios de creación y recreación de repertorios
culturales.
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