Categoría: Historias , 08 Agosto, 2017

La Floresta y su historia, llena de particularidades y misterios

La Floresta y su historia, llena de particularidades y misterios

Quizás pocos lo saben, pero La Floresta fue, durante muchos años, uno de los balnearios “top” de la costa uruguaya. Cuidadosamente planificado, tenía calles asfaltadas cuando aún no existía la Ruta Interbalnearia, y por ellas era común ver coches de lujo que hoy se exhiben en las muestras de autos clásicos que suelen hacerse en la Rambla. El icónico hotel estaba entre los más importantes del país, y las impresionantes casas de principios de siglo hoy son parte de ese patrimonio que hace tan especial al balneario.  

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El balenario se disfruta todo el año y esconde en cada rincón parte de su historia. (Foto: Manuel Barca)

Llegar a los orígenes de La Floresta es realizar un viaje con destino a principios del 900. La primera parada es en 1909, cuando el Dr. Miguel Perea tomó contacto con Francisco Piria (fundador de Piriápolis) y Antonio Lussich (impulsor de la zona de Punta Ballena). Interesado en emular la experiencia de estos dos personajes, adquirió 600 hectáreas contra el Río de La Plata, entre el arroyo Sarandí y la calle Faustino San Martín de la actual La Floresta. Allí comenzó la gestación del balneario que en enero de 2012 festejó sus 100 años de vida con la realización de la primera Noche Blanca y que cuenta entre sus familias tradicionales con los descendientes de los Arocena, los Mackinnon, los Muttoni y los Algorta, todos ellos amigos de Perea y primeros propietarios del balneario.

 

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El balneario en sus orígenes (Foto: Liga de La Floresta

El padre del balneario: Miguel Perea

En 1890 Francisco Piria fundaba Piriápolis y en 1896 Antonio Lussich compraba el terreno que luego sería forestado para crear el arboretum que lleva su nombre en Punta Ballena. Miguel Perea tomó contacto con ambos en 1909 y se entusiasmó con sus emprendimientos, a tal punto que empezó a buscar un terreno para emularlos.

Entre finales de 1910 y mediados de 1911 se cumplieron tres fechas clave en el nacimiento de La Floresta. El 14 de diciembre de 1910, Perea compró un terreno de 600 hectáreas a 42 mil pesos uruguayos, que se extendía sobre el Río de La Plata, desde lo que actualmente es la calle Faustino San Martín hasta el arroyo Sarandí. El 29 de mayo, obtuvo la personería jurídica de La Floresta Sociedad Anónima de arboricultura, balneario y fomento territorial. De ahí toma su nombre el balneario y no de su paisaje densamente forestado, aunque ambas cosas estén estrechamente ligadas.

 La directiva de la S.A. estaba integrada por Miguel Perea, en el cargo de Presidente, y amigos de Perea, como Alfredo Arocena (vicepresidente), Ricardo Mackinnon (secretario), Cayetano Muttoni (tesorero) y Elbio Fernández Algorta (contador). Finalmente, el 21 de junio de 1911, Perea vende a La Floresta S.A. el terreno adquirido en diciembre del año anterior al mismo precio que pagó para comprarlo.

Luego de que La Floresta S.A. se hizo del predio inicialmente adquirido por Perea, se comenzó el loteo del balneario y a finales de 1911 llegaron los primeros visitantes. Mientras, se comenzó con el proceso de forestación, plantándose sesenta mil árboles entre pinos y eucaliptos. Así, el Dr. Miguel Perea veía como conjugaba los emprendimientos de Lussich y Piria en un mismo territorio.

Con Perea aún en vida, el 5 de diciembre de 1940, La Floresta fue declarada Centro Poblado. Perea falleció en 1942 y no llegó a vivir cómo en 1969 La Floresta fue declarada Ciudad.

¿Cómo llegar? El decauville

“Gracias a Francisco Piria, La Floresta fue uno de los balnearios pioneros en tener locomoción interna. Piria ayudó a Perea a poder hacer un medio de transporte en esta zona”, explica Javier Montes, miembro fundador de la comisión de patrimonio de La Floresta y residente de La Floresta desde el año 1987. Montes se refiere al decauville, que unía la estación de ferrocarril Mosquitos con el balneario. Era una plataforma que se desplazaba sobre vías férreas, tirada por un caballo. Este medio de transporte evolucionó con la sustitución de los caballos por un tractor, y luego pasó a ser una locomotora que arrastraba vagones. Ya en la década del 40, este vehículo fue reemplazado por un microbús. De todos modos, para ese entonces, el decauville entraba en decadencia.

Es que en 1928 se construyó la ruta 35, entre Soca y La Floresta, por lo que se podía llegar a través de la ruta 8 hasta Soca, y de allí tomar la 35. El recorrido desde Montevideo era de 66 kilómetros y se podía hacer en auto o en ómnibus (a cargo de la empresa COPSA desde  1948). En 1960 este trayecto se recortó 12 kilómetros cuando se inauguró el puente sobre el arroyo Solís Chico, por lo que, como en la actualidad, desde la capital ya se podía llegar a La Floresta  por la ruta Interbalnearia.

De todos modos, el decauville, y luego el microbús, funcionaron hasta 1987, trasladando a los pasajeros que viajaban en ferrocarril hasta la Estación La Floresta.

El primer balneario católico

Javier Montes cuenta que La Floresta fue “el primer balneario católico”. La razón está en que “los fundadores de La Floresta eran todos católicos. Perea formó la sociedad con sus amigos, y así formó un círculo de católicos”. Bismar Pombo, historiador y veraneante en La Floresta, agrega que “fue un balneario elitista católico durante muchos años. Todavía permanecen las casas de la familia Ponce de León, por ejemplo, entre otras”.

La primera capilla de La Floresta se construyó paralelamente a la fundación del balneario, en 1913. Una nueva capilla se construyó en 1916 para albergar la imagen de la Virgen de las Flores, que permanecería  allí hasta 1930, cuando la capilla pasó a ser el Hotel Rambla.

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Se proyectó entonces un santuario en un lugar elegido por el sacerdote italiano Don Orione, que invitado por Miguel Perea visitó Uruguay en 1923. El proyectado santuario fue bendecido recién en 1960 y en 1984 terminaron las obras. Hasta el fin de las obras, fue provisoriamente una capilla, y allí se alojó la imagen de la Virgen de las Flores. Este santuario está ubicado al norte de La Floresta, precisamente, en el pueblo Estación Floresta, una localidad habitada por 1313 personas según el último censo. 

Un santo en La Floresta

El vínculo entre Miguel Perea y Don Orione fue fuerte. En su visita a Uruguay en 1923, Miguel Perea le ofreció a Don Orione tierras de La Floresta S.A. para desarrollar su actividad social y pastoral. En 1930, Perea viajó a Italia para firmar un contrato con Don Orione, mediante el cual se le cedían las tierras para construir el Santuario. A fines de ese año, se instalan allí los sacerdotes de la Pequeña Obra de la Divina Providencia.

Perea era muy amigo de Don Orione”,Javier Montes. “Fundaron la granja La Divina Providencia juntos, y ahí vino una delegación de Orionitas a trabajar a La Floresta, que están hasta el día de hoy”. Montes agrega que “Perea fue un hombre que se movía en las esferas más altas del Uruguay de la época, tanto a nivel cultural como político. Pero no se olvidaba de la gente de bajos recursos. La granja La Divina Providencia era una granja modelo que trabajaba con niños pobres de la zona. Perea era un hombre con un sentido social impresionante, le daba el verdadero sentido que un religioso le debe dar a su fe, que es ayudar a los que poco tienen y además darles las herramientas culturales para que se puedan desarrollar como hombres. Eso lo tenía muy claro y en La Floresta lo pudo expresar en su máximo potencial”. 

La visita de Don Orione, canonizado por Juan Pablo II en 2004, representa la única visita de un santo a Uruguay, quien entre los pocos lugares que visitó estuvo en La Floresta.

La actual Iglesia, la Capilla de la Sagrada Familia, se construyó en 1935, y en 1983 se convirtió  en la sede de la Parroquia “Don Orione”. “Hoy La Floresta sigue siendo uno de los pocos balnearios en que la iglesia se llena”, relata Javier Montes con orgullo, y agrega: “fue por los fundadores del balneario que todavía queda esa costumbre religiosa en La Floresta. Tal vez ya no como en aquellos años, pero todavía está muy adentro nuestro todo eso”.

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Parroquia San Luis Orione (Foto: Factory of Joy)

El edificio más emblemático

El famoso Hotel Floresta tiene su antepasado en un hotel de material y madera que vivió entre 1919-1920 y 1935. El nuevo hotel se construyó entre 1935 y 1936 y hasta hoy, que funciona como complejo de apartamentos, es un edificio emblemático del balneario. A su inauguración asistió el Presidente de la República del momento, Gabriel Terra. La construcción está basada en el estilo arquitectónico art decó.

Como grandes atractivos, el hotel tenía un casino y ofrecía shows de alto nivel, a cargo de las mejores orquestas. En la breve reseña histórica de La Floresta, que publica la Liga de Fomento, se dice que el Hotel Floresta “a lo largo de los años se consagró como un centro de socialización y esparcimiento de categoría” 

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Hotel icóno de La Floresta (Foto: tufloresta)

 

 

Un misterio: la diagramación del balneario

Hay un aspecto de la historia de La Floresta que está en plena etapa de análisis, y es la diagramación del balneario. “Una particularidad de La Floresta es el diagramado de sus calles”, cuenta Bismar Pombo. El historiador atribuye la diagramación del balneario a la década del 40: “Fue diseñado especialmente al estilo francés. Son rotondas con rayos, hay varios arquitectos e ingenieros importantes que tuvieron que ver”.

Sin embargo, hay voces que apuntan a una simbología en la diagramación del balneario. Abundan las figuras geométricas, en su mayoría triángulos, y la plaza principal se conoce como 33 Orientales. Todos símbolos que remiten a la Masonería. “Las figuras son evidentes, pero hay que buscarles una definición más concreta”, explica Javier Montes. Por el momento, podemos hablar de una diagramación mística, pero como explica Javier Montes, “se están estudiando esas simbologías, por ahora no se puede afirmar nada”.

La historia de La Floresta resulta apasionante, y todavía resta desentrañar el misterio que el balneario parece guardar. Por el momento, como hacía Francisco Piria con humor, podemos agradecerle a Perea por haberle puesto “La Floresta” al balneario, y no “Pereapolis”.

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Distribución del balneario vista aérea (Foto: Busarg)

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