Una escapada a Vagues: la vieja estación de tren, encanto rural y la opción de pasar una noche en un vagón

Tranquilidad, naturaleza y “tomar mates bajo los árboles”. Eso buscan las personas que llegan a Vagues cada fin de semana para distenderse. Aunque el tren ya no pase, la estación sigue siendo el alma de la localidad y el pueblo rural vive ligado al pasado ferroviario.

Con menos de 90 habitantes, sin grandes tiendas, pocas cuadras -solo dos tienen asfalto-, se convirtió en un punto de interés para adentrarse en la historia económica del país y acercarse a la vida de campo.

Dentro del partido de San Antonio de Areco y a 7 kilómetros del centro de esa ciudad, Vagues debe su nombre a un capitán de blandengues (milicias criollas) de origen francés cuyo apellido era Baghe. El hombre pertenecía a la guardia de Luján y en el siglo XVIII decidió asentarse en esa zona.

El pueblo creció a la par de la estación que fue inaugurada en 1894 por parte del Ferrocarril Central Argentino. Era parte del ramal Victoria-Pergamino y servía como empalme hacia la ciudad de Luján. Funcionó hasta 1992.

Los ladrillos a la vista, techos de teja a dos aguas y la galería reflejan el origen inglés de los arquitectos Eustace y Roger Conder, quienes estuvieron a cargo de su construcción.

Vagues no solo no olvida su pasado económico y se lo enseña con orgullo a cada visitante, sino que también revindica las tradiciones gauchas.

Una vez al año, todos los 16 de julio, se celebra el día del patrono, San Camilo de Lelis. Se realiza un gran despliegue y los habitantes participan de un desfile de paisanos, hay shows de música y danzas criollas, comida típica y stands con artesanos.

Piezas de museo

En 2012 el edificio y el predio de la estación se convirtieron en el Centro de Interpretación Ferroviario. Dividido en tres salas, según cuenta Cecilia Vallestrino, la guía del lugar, se recorre la historia de ese medio de transporte en Argentina y en Vagues.

“Nuestra estación servía para conectar los puertos de Rosario y Buenos Aires, por eso es tan grande y era tan importante”.

El recorrido comienza frente a una gran lámina en la que se pueden ver las dos primeras locomotoras que llegaron al país en 1857. Se exhiben rieles, materiales de fijación, una antigua carreta que servía para bajar equipaje, una maqueta con el ramal.

En el segundo salón hay elementos que pertenecieron a la estación como el aparato block que era el que le daba paso a los trenes, viejos semáforos y señales fonoluminosas, telégrafos, una campana del ferrocarril y fotografías de las familias históricas del pueblo.

El último cuarto está dedicado a lo que fue la comunicación entre estaciones y se muestran teléfonos antiguos. Además, en el exterior hay vagones que quedaron de los últimos trenes que pasaron. Se puede subir y recorrer cada uno de ellos.

Antes de las últimas restricciones para frenar el avance del coronavirus, se ofrecían visitas guiadas a las 10.30 y 16. Actualmente, el lugar permanece abierto, la entrada es gratuita y se puede ingresar en burbujas familiares los sábados, domingo y feriados de 9 a 18.

Una alojamiento muy particular

A siete kilómetros de la estación y en medio del campo hay una propuesta sumamente diferente e innovadora para alojarse.

Arturo Figueroa, dueño de Los vagones de Areco cuenta: “Era dueño de una pulpería y decidí cerrarla. Quería generar una situación económica que me divierta pero Areco está lleno de propuestas hoteleras de excelente nivel. Entonces me puse a pensar en cómo marcar una diferencia”.

Las siete habitaciones están dentro de antiguos coches de tren y subtes.

No fue tarea fácil conseguirlos. Los recuperó de Capilla del señor, Pilar, Corrientes y otros lugares. y cada uno de los cuartos está decorado con muebles de épocas que él estuvo coleccionando durante años.

La experiencia está pensada para que adultos (no se aceptan menores) pasen días tranquilos, mientras disfrutan del paisaje y la gastronomía local, como picadas, empanadas y vinos.

Una noche para dos personas con pensión completa cuesta desde 22.000 pesos (losvagonesdeareco@gmail.com; www.losvagonesdeareco.com).

Dentro del predio hay un museo repleto de objetos que reflejan los años dorados de la Argentina.

“Hay una invitación a la inauguración del Teatro Colón con sus 24 primeros espectáculos. Tengo la caja original de Gath y Chaves, una casa que competía con Harrods. También hay una caja que muestra que exportábamos manteca a Estados Unidos; se puede ver la riqueza del país”, cuenta.

Luego de alguna caminata junto al arroyo que lleva el mismo nombre de la localidad, la jornada puede terminar con un fogón.