¿Quién no necesitó alguna vez de un zapatero que le arregle algún desperfecto del calzado, o de un afilador de cuchillo, que le deje como nuevo el mismo, para poder cortar la carne en un syky?, o ¿quién nunca acudió al carpintero del barrio para mandar arreglar una silla, o pedir un mueble para su casa?
Todos alguna vez llegamos a necesitar de estos grandes profesionales que, a pesar de que el mundo empezó a innovarse y nacieron grandes fábricas y tiendas, ellos siguen perdurando en el tiempo.
Don Clemente González, del barrio Villa del Sur de Fernando de la Mora, es zapatero desde hace 30 años, quien comentó que a pesar de que muchos se retiraron del oficio, debido a las grandes fábricas de calzados que nacieron para ser su fuerte competencia, su amor por su profesión no le permitió abandonar el oficio y fue esa la clave perfecta para poder hacerse de cliente y lo más difícil mantenerlos.
“Muchos dejaron, se retiraron porque ven que pueden hacer más dinero en otras cosas, pero yo nunca quise dejar porque me gusta y entonces yo así con mucho sacrificio logré hacerme de cliente y ahora tengo mucho trabajo”, contó don González.
De lo más humilde a grandes fábricas
Don César Antonio Cano, lleva aproximadamente 40 años realizando trabajos de carpintería. A él también su perseverancia lo llevaron a laburar a gran escala, tanto así que hoy día ya tiene sus clientes formados, preferentemente son grandes fábricas.
“Yo creo que trabajo igual o más que antes, con grandes empresas, ser carpintero es un trabajo pesadito y hoy en día los jóvenes ya no quieren hacer, pero en mi caso es lo que siempre me gustó hacer y me va bien”, señaló don Cano a nuestro medio.
El afilador de cuchillo
Don José Acosta se desempeña como afilador de cuchillo en su casa. Comentó que es profesor y que actualmente hace el trabajo solo para los vecinos. Asimismo, dijo que a pesar de que ya no se ven tantos por la calle a estos trabajadores, por el Mercado 4 hay todavía unos cuantos. Explicó que muchas veces cuesta más barato comprar un cuchillo nuevo que mandar a afilar, pero que igualmente los clientes se mantienen.
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