Los expertos detectaron hace un tiempo la tendencia al gigantismo de las culebras que invaden las Pitiusas. Pero el biólogo del Consell Jaume Estarellas revela no sólo que la corpulencia media de las serpientes de Ibiza es «bastante más grande» que las de la Península, de donde proceden, sino que, en 2013, se cazó en la isla una culebra de herradura cuya masa corporal (relación entre la longitud y el peso) ha supuesto «un récord mundial» en su especie.

En concreto, el extraordinario ofidio hallado en Ibiza alcanzaba una longitud de 183 centímetros y 1.440 gramos. «A nivel mundial no se ha hallado un espécimen con esta masa corporal, lo cual es tremendo», apunta Estarellas. Las culebras de herradura (Hemorrhois hippocrepis) tienen una dimensión de entre 23,7 y 166 centímetros (con una media de 89,1) y un peso de seis a 675 gramos (125,8 de media), según la enciclopedia del Museo Museo Nacional de Ciencias Naturales CSIC.

En diversas universidades, entre ellas la de Granada, que tiene un departamento que trabaja en esta especie de serpiente, acumulan muchos años haciendo mediciones y, hasta la fecha, según Estarellas, nunca se había hallado una culebra de herradura tan larga y robusta a la vez como la cazada en Ibiza.

El gigantismo de las serpientes de la isla se explica por el hecho de que, por un lado, «no tienen predadores cuando alcanzan una longitud juvenil-adulta y tienen muchas presas, comida, a su abasto». Así, sin la preocupación de salvar la vida ante la amenaza de otras especies, la estrategia de estos ofidios, según Estarellas, se basa en «la competición intraespecífica», en «hacerse más grandes para luchar contra sus congéneres para cazar más presas».

La selección natural produce una deriva genética hacia unos especímenes con mayor masa corporal, que, con el tiempo, dará «un genotipo específico». «Es brutal que en tan poco tiempo se produzca esta deriva genética», indica. Las serpientes se establecieron en la isla a partir del año 2003.

Otra de las peculiaridades o «sorpresas» que se han hallado es la presencia de culebras en el mar, algunas a una milla de distancia de la costa. No hay indicios de que algún reptil haya alcanzado algún islote, lo cual sería «un desastre» porque en estos hábitats se hallan «subespecies propias de una especie endémica de lagartija».

En Formentera comen lagartijas

Precisamente, las culebras de escalera (Rhinechis scalaris), que es la especie que más abunda en Formentera, comen lagartijas cuando estas no forman parte de la dieta de los mismos reptiles en la Península. Los técnicos lo han constatado a través del examen de los restos hallados en el estómago de las serpientes de la pitiusa menor.

Ante la expansión de la plaga, la conselleria balear de Medio Ambiente inició el año pasado una campaña de captura de ofidios mediante trampas más eficaces que las que anteriormente empleaba el Consell. En total, se capturaron 790 serpientes en las Pitiusas, 478 en Ibiza (325 en jaulas propias y 153 en cajones cedidos a particulares) y 312 en Formentera. En 2015, el Consell de Ibiza cazó 121 ofidios en trampas (64 en 2014), pero contabilizó 495, la suma de las atrapadas más las que se atropellaron (40) y las que la gente mató e informó de ello a los agentes de Medio Ambiente o al Consell.

El director general de Espacios Naturales y Biodiversidad del Govern, Miquel Mir, califica de «muy positivo» el resultado de la primera campaña llevada a cabo en las Pitiusas. «No esperábamos tantas capturas», apunta Mir. Tras el teórico periodo de hibernación, en marzo se iniciará una nueva campaña en el que se reubicarán las trampas (aún no se ha decidido si se aumentará el número) para reforzar «las zonas calientes», donde ha habido más capturas.

En este sentido, el biólogo del Consell de Ibiza destaca que el nivel de reproducción de estos reptiles es teóricamente mayor que el de capturas, por lo que hacen falta más trampas. Ahora bien, Estarellas advierte de que no tiene sentido instalar más cajones con ratones de cebo si no se aumenta el personal que se dedica a revisarlos. «El proyecto puede fracasar tanto si se ponen pocas trampas como si se ponen demasiadas y no se puede llegar a todas», apunta.

Actualmente hay dos personas que se dedican en exclusiva a ello. Por este motivo, Miquel Mir destaca y agradece «la colaboración ciudadana, que ha sido muy buena».

Estarellas valora la implicación del Govern en la lucha por erradicar la plaga, pero destaca que, aunque las trampas funcionan bien, hay que «cerrar puertas [revisar la mercancía que llega a la isla] para evitar que sigan entrando ofidios». «Es un tema jurídico complejo [por la ley europea de libre comercio] en el que trabajan el Ministerio y el Govern, pero se deben establecer medidas [así lo prevé además el nuevo decreto de especies invasoras] lo antes posible», subraya el técnico.