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Ángel Etcheverry: el ministro de Obras Públicas récord y gran innovador

Permaneció durante ocho años consecutivos al frente de esa cartera bonaerense, desde la que motorizó numerosas y destacadas iniciativas

Ángel Etcheverry: el ministro de Obras Públicas récord y gran innovador

La estación de Etcheverry, un punto de referencia de la localidad, conserva años de historia / Gonzalo Calvelo

19 de Noviembre de 2020 | 02:46
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Aunque no debidamente reconocido por la historia, la figura del ingeniero Ángel Etcheverry se yergue ya desde la parte final del siglo XIX y principios del XX, como un protagonista lúcido y activo del quehacer gubernamental de nuestra provincia, en la que, desde distintos cargos oficiales desplegó un accionar incansable que le valieron el reconocimiento de sus contemporáneos por las iniciativas que impulsó, muchas de las cuales perduran en el tiempo y han sido y son ponderadas en no pocos distritos del territorio bonaerense.

Muchos son los que piensan que, si bien es justo que se haya puesto el nombre de este probo funcionario público a una estación ferroviaria de nuestro partido, en torno a la cual posteriormente se desarrollara la pujante y pintoresca localidad que lleva su nombre y que está situada en el oeste platense cercana al linde con el distrito de Brandsen, hubiese sido también de lógica justicia que la personalidad de Etcheverry ocupase un lugar de preponderancia en la historia oficial de nuestra provincia en la época en que desarrolló su labor.

Y es que, como muestra de la eficacia de sus acciones de gobierno y de la intensiva dedicación puesta en su labor como servidor público, el ingeniero Ángel Etcheverry es dueño, hasta el presente, de un récord nunca igualado, porque desempeñó el cargo de ministro de Obras Públicas de nuestra provincia durante ocho años seguidos, durante los mandatos de dos gobernadores, entre los meses de mayo de 1902 y 1910.

Pero ese es apenas un dato anecdótico porque su obra fue extensa y en una buena parte con la mira puesta en buscar soluciones a un problema que desde épocas inmemoriales azotó a una amplia zona del territorio bonaerense, y aún de tanto en tanto lo hace: las inundaciones causadas por los desbordes de algunos ríos, como el Salado.

Pero hay un dato biográfico de Etcheverry que resulta insoslayable para comprender el origen de muchas de sus iniciativas, sobre todo las de carácter hidráulico que desplegó durante décadas, porque el hombre, hijo de hacendados bonaerenses, nació en la ciudad de Dolores el 2 de octubre de 1861.

Desde chico observó y sufrió de cerca las inundaciones del Salado y eso lo marcó a fuego para siempre.

INGENIERO HIDRÁULICO

En Dolores cursó el primario y sus estudios secundarios se desarrollaron en la ciudad de Buenos Aires, en donde, posteriormente, ingresó a la facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, de la que egresó con honores académicos en 1887 con el título de ingeniero especializado en hidráulica.

Al comenzar sus estudios universitarios también ingresó a la política afiliándose en 1880 como miembro del Partido Nacional, a través del cual se fue conectando con personalidades que pocos años después adquirirían un relevante papel político y en el quehacer gubernamental, lo que a su vez sirvió a Etcheverry para que sus amplios conocimientos profesionales fuesen prestamente puestos al servicio público.

No bien concluyó su carrera universitaria, el joven Etcheverry fue designado como subinspector del Departamento de Ingenieros de la provincia de Buenos Aires.

En ese cargo cumplió una brillante actuación, destacándose rápidamente con valiosos aportes a las condiciones que debían cumplirse en la ejecución de las distintas obras públicas que se llevaban a cabo en la todavía flamante capital bonaerense, a la que Etcheverry se había mudado convirtiéndose así, durante muchos años, en un vecino platense más.

EN EL PUERTO LA PLATA

Al poco tiempo de ejercer su primer cargo público, “don Ángel”, como cariñosamente lo llamaban tanto sus pares como los obreros y capataces de las obras públicas que inspeccionaba, fue designado al frente nada menos que de la Sección Hidráulica del recién nacido Puerto La Plata, inaugurado el 30 de marzo de 1890 en el marco de una imponente y multitudinaria ceremonia que encabezó el por entonces Presidente de la nación, Miguel Angel Juárez Celman.

La tarea que en la flamante estación naviera debía cumplir Etcheverry era de la mayor importancia. La construcción del Puerto estuvo a cargo de la empresa Lavalle, Medici y Cía. y fue dirigida por el ingeniero holandés J. A. Waldorp. Como por el dock central, con las mareas, ingresaba el agua del Río de la Plata con gran cantidad de sedimentos, se habían construido los canales Oeste y Este, que confluían en la zona de El Dique.

Con la marea alta se debían levantar las compuertas de ambos canales para que el agua ingresase por ellos para acumularse en El Dique (50 y 126). Luego se bajaban las compuertas y cuando se producía la máxima bajante del Río, se volvían a abrir ambas esclusas, provocando así el ingreso de agua a torrentes nuevamente en el dock central, al cual, de ese modo, dragaban permanentemente y de forma ingeniosa.

Pero como las tablas de mareas del Plata debían y deben ser corregidas diariamente, y llevarse una correcta observación de los niveles de agua para proceder al cierre y apertura de las compuertas de ambos canales, esa tarea debía estar supervisada con la máxima eficacia pues de la correcta labor dependía el dragado y, consecuentemente, la navegabilidad del puerto.

Ese fue, precisamente, el trabajo que se puso en manos del ingeniero Etcheverry, quien, muchos años después, volvería a desempeñarse en el Puerto La Plata, pero ya como su vicepresidente.

DIRECTOR PROVINCIAL DE HIDRÁULICA

Para 1893, Etcheverry era reconocido como uno de los expertos en materia hidráulica más importantes de la Argentina, debido a que mientras desarrollaba una excelente tarea en la difícil labor que le había sido encomendada en el puerto local, había profundizado sus estudios sobre los fenómenos hidráulicos de toda la vasta cuenca del río Salado, a la que conocía como la palma de su mano desde la más temprana edad.

El 21 de septiembre de 1893 Lucio Vicente López fue designado interventor federal de la provincia de Buenos Aires, y poco después de asumir el cargo, concretamente el 26 de noviembre de ese mismo año, designó a Etcheverry como director de Hidráulica del Departamento de Ingenieros.

En el desempeño de este cargo, el hombre cumplió ampliamente con las expectativas que se habían puesto en él. Entre sus labores más conocidas e importantes se destaca las de haber determinado los sectores por los cuales deberían extenderse futuras líneas ferroviarias, estableciendo para ello las coordenadas de las divisorias de aguas de pequeñas y grandes cuencas endorreicas, de modo que las vías estuvieran siempre libres de toda inundación que pudiera producirse.

Además, fijó numerosas zonas de gran parte del territorio bonaerense en las que, desde un punto de vista del riesgo de inundaciones, no deberían crearse asentamientos urbanos, y en cuáles ello sería posible y con mínimos riesgos.

Al estilo de lo que se hacía por aquel entonces en varios países del continente europeo, como se verá más adelante, trazó el curso de canales artificiales que podrían, y, a su juicio, deberían construirse para facilitar, y lógicamente abaratar, el costo del transporte de cosechas y animales desde distintos sectores de la dilatada llanura bonaerense hasta los principales puertos y vías navegables.

Fue asimismo autor de muchos proyectos e iniciativas que mejoraron la vida de los bonaerenses, determinando, por ejemplo, las trazas de caminos que debían abrirse para construir rutas que no se inundaran.

Su labor en este cargo fue de tal magnitud que, al asumir constitucionalmente la gobernación bonaerense Guillermo Udaondo (1894-1898), lo confirmó al frente de la Dirección de Hidráulica y lo propio hizo cuatro años más tarde el gobernador Bernardo de Irigoyen (1898-1902).

Se desempeñó además como consejero de la facultad de Agronomía y Veterinaria de nuestra ciudad entre 1897 y 1900.

MINISTRO DE OBRAS PÚBLICAS

Durante el prolongado cumplimiento de sus funciones en el Departamento de Ingenieros, Etcheverry siguió llevando adelante una activa vida política, y en ese marco, fue estrechando vínculos con Marcelino Ugarte, quien sería Gobernador de la Provincia en dos periodos, el primero de ellos entre 1902 y 1906, y el segundo desde 1914 a 1917.

Etcheverry vio de chico las inundaciones del Salado y eso lo marcó a fuego

 

El inquieto ingeniero hidráulico, había estudiado los canales internos que se hacían en países de Europa, como Francia, Alemania e Inglaterra, entre otros, para comunicar por agua, tierras productivas alejadas de los puertos con éstos o con vías navegables de curso superior. Don Ángel había proyectado para nuestra provincia la realización de dos canales de ese tipo, el del Norte y el del Sur; el primero iría desde Junín hasta Baradero, saliendo así al río Paraná, mientras que el segundo nacería entre Olavarría y Tapalqué para llegar hasta el Puerto La Plata.

Se trataba de empresas monumentales para la época, que demandaban cuantiosas inversiones y el empleo de decenas de miles de trabajadores, aunque se autofinanciarían, cada uno, en los primeros diez años de funcionamiento por los costos de transportes que su utilización permitiría ahorrar.

Ugarte estaba particularmente interesado en estas y otras iniciativas de Etcheverry y al asumir la Gobernación el primero de mayo de 1902, en su discurso inaugural anunció que se realizarían ambos canales, comenzando por el llamado “del Norte”, el que se nutriría con el agua de lagunas de la zona de Junín como las de Gómez y El Carpincho, aunque a lo largo de sus 308 kilómetros de extensión iría recibiendo el aporte hídrico de distintos espejos de agua.

Desde luego, como su ministro de Obras Públicas designó al ingeniero Etcheverry.

Las obras del Canal del Norte, con un ancho de 18 metros y una profundidad de algo más de dos metros, se pusieron en marcha recién en 1905 a través de la empresa Candiani y Compañía.

De ese modo, comenzaron las excavaciones con miles de obreros, se levantaron terraplenes, se hicieron esclusas, se construyeron puentes y puertos cerca de las localidades más importantes. La obra fue avanzando aceleradamente.

Pero hacia 1908, durante la gobernación de Ignacio Irigoyen, comenzaron a escasear los dos fondos y los trabajos, que en ese año ya se encontraban sumamente avanzados, aminoraron fuertemente su ritmo para terminar por paralizarse por completo, aunque en la actualidad, en algunas zonas pueden verse todavía vestigios de ese formidable emprendimiento.

Cuando en 1906 asumió como Gobernador Ignacio Irigoyen, mantuvo como ministro de Obras Públicas a Etcheverry, quien al dejar el cargo en mayo de 1910, de inmediato asumió una banca en la Cámara de Diputados de La Nación, para la que se había postulado en los comicios de ese año, expirando su mandato el 30 de abril de 1914.

Entre el 5 de julio de 1915 y el 25 de abril de 1917 se desempeñó como miembro del Consejo General de Educación; y luego como vicepresidente del órgano de gestión del Puerto La Plata; este fue el último cargo público que ocupó Etcheverry, aunque siguió desplegando su actividad política casi hasta su fallecimiento, ocurrido el 20 de agosto de 1925.

 

 

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